ACADEMIA DE MENDICIDAD
Manuel Lampre
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ACADEMIA DE MENDICIDAD Por Manuel Lampre ...
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ACADEMIA DE MENDICIDAD
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ACADEMIA DE MENDICIDAD Por Manuel Lampre Este libro es de libre distribución electrónica. No puede copiarse ni en todo ni en parte sin mención clara y expresa de su autor. Reservados todos los derechos. Registrado en la Propiedad Intelectual. Copyright 1993
Academia de mendicidad
Manuel Lampre
"Lo que llaman liberalidad no suele ser otra cosa que la vanidad de dar, que para nosotros tiene un valor superior a lo que damos".
"La compasión es a menudo un sentimiento de nuestros propios males en los males del prójimo. Es una hábil previsión de las desgracias que pueden sucedernos; socorremos a los demás para comprometerles a que hagan lo mismo con nosotros en semejante ocasión, y esos favores que les hacemos son, para hablar con propiedad, favores que nos hacemos por anticipado a nosotros mismos". La Rochefoucauld
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Dramatis personae (Por orden de aparición) Director Luis, el aspirante Siete sietes Notredame Secretaria Alumno Otro alumno Alumno gracioso Grupo de aspirantes María El hijo La hija
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Cuadro Primero
(Estamos en una oficinas de estilo muy moderno, con luces halógenas y paredes blancas. El cuarto tiene dos puertas -la de entrada a la academia y otra que da a la parte interna de la escuela- y está dividido por la mitad por un tabique de metacrilato translúcido, quedando a la izquierda la oficina propiamente dicha y a la derecha la entrada-recepción. El biombo acristalado tiene también un pequeño mostrador con una ventana que se puede cerrar. A la izquierda vemos sentado en una silla con ruedecitas frente a una mesa escritorio a un hombre de unos cuarenta años con gafas y aspecto entre ejecutivo y empresario moderno, lleva un traje elegante y más que el mecanógrafo parece el dueño. En la parte del recibidor tenemos una mesa baja y tres sillas, todas ellas de diseño actual con patas de formatos extravagantes y de colores fuertes; de las paredes cuelgan cuadros con motivos relacionados con la mendicidad, otros de arte povera y varias orlas con las promociones más sobresalientes de mendigos con traje de trabajo y, entre medio de ellas, una foto mayor que ésta con la efigie del fundador de la academia, que es el mismo hombre que está en secretaría. Se abre la puerta de la escuela y a la vez se enciende un piloto rojo en el interior de la oficina que avisa al oficinista que automáticamente coge el teléfono e improvisa una conversación para hacerse el ocupado.) DIRECTOR: ¿Que cómo va el negocio? La escuela va viento en popa. No sabes lo que te perdiste por no querer asociarte conmigo; ésta ha sido la mejor idea que he tenido en mi vida. Y los clientes y alumnos tan contentos; todos trabajando y ganando pasta... -se oye con claridad desde el interior. (Un hombre de mediana estatura y de unos cuarenta y cinco años entra en el recibidor la oficina. Lleva una americana pasada de moda mal combinada con el color de sus pantalones y unos zapatos mocasines con campanillas. Sus gestos son tímidos, sus modales austeros; se mueve lento, como cargado por la depresión. Nadie parece haberse dado cuenta de su presencia en la academia. Sólo se oye una voz al otro lado del tabique de metacrilato translúcido que habla por teléfono.) DIRECTOR: Claro que sí, pásate cuando puedas por mi oficina... No te preocupes... Nada, tranquilo que te lo soluciono -sigue con la conversación telefónica. (Como nadie sale a recibirle, se atreve a llamar, aunque tímidamente. Toc, toc, suenan los nudillos en la ventana de cristal semitransparente en el interior de la academia) ASPIRANTE: ¿Hay alguien? -pregunta por cortesía, aunque sabe por la voz que sí que hay al menos un hombre en el interior. DIRECTOR: Espere un momento, por favor, que ahora le atiendo -solicita la voz detrás del biombo de cristal.
(El hombre se sienta en la sala de espera de la oficina abre el periódico y vuelve a leer para sí en voz alta el siguiente anuncio.)
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Vive del cuento. ACADEMIA LA LÁGRIMA Aprende ahora y en tu ciudad una profesión con gran futuro, una actividad eterna y con gran proyección. Se imparten clases por prestigiosos pedigüeños. Cursos especializados en técnicas de pedir para mendigos, con o sin experiencia previa. Masters en limosneo y mendicidad. ASPIRANTE: Esperemos que sea cierto todo eso; ya no se puede fiar uno de nada con tanta publicidad engañosa y sensacionalista. Todos ofrecen el oro y el moro pero luego agua de borrajas, al final un cuento para sacar el dinero a la gente -piensa para sí en voz alta el hombre que espera. (De nuevo se reanuda la conversación telefónica tras el crsital.) DIRECTOR: Si hombre, lo que yo te diga. Ahora tenemos tantas solicitudes que tenemos que hacer preinscripción. Esta es una profesión no sólo de gran tradición histórica, sino de gran futuro... Sí, sí, lo que yo te diga -afirma la voz al otro lado con tono de autoridad-, pero ya te seguiré contando que ahora tengo un cliente que me espera... Vale, hasta pronto... Un abrazo. (Cuelga el teléfono. Se abre la puerta de vidrio y aparece un hombre bien vestido con traje y corbata y blandiendo una sonrisa de oreja a oreja que se le acerca al aspirante tendiéndole la mano.) DIRECTOR: Buenos días, caballero. ASPIRANTE: Buenos días. DIRECTOR: ¿En qué puedo servirle? ASPIRANTE: Venía por lo del anuncio del periódico sobre la academia -dice el recién llegado con inseguridad. DIRECTOR: Ah, ya. En este momento no está la secretaria, pero, para no hacerle esperar, intentaré informarle lo mejor que pueda; pero no se quede ahí, pase y siéntese -le dice señalando con las dos manos como si diese un pase de pecho al recién llegado para invitarle a pasar al interor de su oficina y sentarse. (Ambos se sientan, uno frente al otro, con la mesa escritorio entre medio y se les ve a ambos de perfil de cara al publico. Intercambian una sonrisa. El director se recuesta con seguridad contra el respaldo de la silla de ruedas, mientras que el aspirante se sienta en el bordillo de la suya con visible timidez. Hay un pequeño silencio.) DIRECTOR: ¿Y qué... le ha costado mucho decidirse a venir? -le espeta el oficinista con mirada penetrante como tratando de calibrar las posibilidades del futuro alumno. ASPIRANTE: Pues, la verdad es que sí. Como es una cosa nueva para mí, ya se sabe... DIRECTOR: Pero ahora que se ha atrevido no se preocupe, que seguramente este paso será uno de los más importantes que ha dado usted en su vida; ha tomado usted una gran decisión de la que no se arrepentirá y por la que nos estará agradecidos de por vida -dice mientras se enciende un puro fino. ASPIRANTE: Creo que exagera, todavía no me he matriculado; sólo venía para informarme. DIRECTOR: Eso lo dicen todos al principio... ASPIRANTE: Es que también tengo otros proyectos -mintió mal para no comprometerse. DIRECTOR: No se preocupe, que una vez que usted conozca nuestra enseñanza y las posibilidades que se le abrirán con su nueva profesión, seguro que decide quedarse entre nosotros por unos cuantos meses y olvidarse de esos otros proyectos... -dice con retintín. ASPIRANTE: Es posible que así sea, pero es que yo soy de esas personas a las que les cuesta tomar cualquier decisión. DIRECTOR: ¿Por desconfianza? Academia de mendicidad
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ASPIRANTE: No, más bien por inseguridad. No me suelen salir bien las cosas. DIRECTOR: O sea, tímido y encima insolvente, ¿no? Mal le va a ir a usted en la vida así -comenta mientras se echa para atrás en el respaldo de su silla con ruedas. ASPIRANTE: Y mal me va. Lo que pasa es que dicho así suena muy fuerte; es usted muy directo. DIRECTOR: Es mejor que se vaya acostumbrando a nuestros procedimientos. Aquí tratamos de que nuestros alumnos se conozcan para que superen sus limitaciones y adquieran luego una gran seguridad en sí mismos. Es, como puede ver, una mezcla de terapia psicológico-laboral. ASPIRANTE: Eso me parece bien. DIRECTOR: Además, en nuestra escuela se imparten clases para superar la timidez y todas las limitaciones a las que un profesional de cualquier tipo y más aún un profesional de la mendicidad puede enfrentarse. ASPIRANTE: Bueno, siendo así... DIRECTOR: Y ¿qué tipo de mendigo le gustaría llegar a ser? ¿Qué mendigo se ha soñado? -le suelta enfáticamente arqueando las cejas como intentando calibrar sus anhelos. ASPIRANTE: Hombre, pues normalito, de esos que visten mal y estiran la mano o se ponen de rodillas. DIRECTOR: No, no, no. Tal como me imaginaba, veo que va usted muy despistado, se nota que no tiene experiencia en este ramo profesional. ASPIRANTE: Pues, la verdad es que no, por eso he acudido a su academia -dice defendiendose. DIRECTOR: ¿Y tiene algun tipo de experiencia laboral? ASPIRANTE: Claro, ¿por quién me toma? Verá, yo trabajaba de panadero, pero con la manía de la gente por adelgazar, las dietas, el pan en tostadas y demás zarandajas de la vida moderna me despidieron. DIRECTOR: Y ¿por qué se ha decidido por esta profesión? -le suelta poniedo los dos codos sobre la mesa, las manos cerradas bajo la barbilla y mirándole fijamente a los ojos. ASPIRANTE: Porque llevo ya varios meses en paro y a mi edad ya no es fácil ni cambiar de profesión ni encontrar trabajo -responde la defensiva, pero con humildad. DIRECTOR: ¿Solamente por ese motivo? ASPIRANTE: Bueno, fue un amigo el que me comentó que de mendigo se ganaba bien y con pocas horas. DIRECTOR: ¿Es mendigo su amigo? ASPIRANTE: Sí, sí. Y tiene una esquina muy buena en la iglesia de san Cristóbal. Se la traspasó un sudamericano por dos millones y la amortizó en cuatro meses. Al menos eso me dijo. DIRECTOR: ¿Y usted, tiene quién le traspase una plaza? ASPIRANTE: Pues no; por eso he venido aquí. Me dijeron que el master en mendicidad incluía una plaza por cuatro horas al día durante dos meses. DIRECTOR: Bueno, sí, eso fue una promoción que hicimos en un convenio con las parroquias, pero ahora, de momento, ya están cubiertas todos los sitios. ASPIRANTE: Hombre, algo quedará por ahí, ¿no? DIRECTOR: Ya le decía que andaba usted muy despistado. Ahora estamos colocando a nuestras nuevas promociones de alumnos en esquinas de edificios bancarios, cajas de ahorros y sucursales que son tan rentables como las iglesias y mucho menos explotadas. Además, los que entran y salen de ahí no pueden decir que no llevan dinero. Incluso los alumnos más avispados se proveen de cambios para evitar cualquier excusa. ASPIRANTE: Pues algo así es lo que quería yo... Además, soy padre de familia y quiero que mis hijos estén orgullosos de mí y puedan ir a la Universidad. (De nuevo se enciende la bombilla roja y el oficinista levanta la cabeza advirtiendo que al otro lado ha entrado un posible alumno y eleva la voz para hacerse oír desde el otro lado.) DIRECTOR: Si usted se diploma en nuestra escuela tendrá para todo eso y más. También tenemos plazas en locales de Ayuntamientos y Diputaciones, pero lo mejor son los porches y los pasajes comerciales. ¡Eso es una mina! -afirma remarcando el final. SIETE SIETES: Tranquilo, jefe, que soy yo -aclara el recién llegado que luce una americana y unos pantalones Academia de mendicidad
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llenos de zurcidos, mientras pasa hacia la parte interna de la escuela. DIRECTOR: Hola, Siete sietes. ¿Cómo va eso? SIETE SIETES: ¡Viento en popa!, no podía ir de otra forma -le dice guiñándole un ojo. DIRECTOR: Eso está bien, sí señor... SIETE SIETES: Bueno, le dejo con su cliente. Adiós. DIRECTOR: ¡Qué prisas! Adiós, hombre, ya hablaremos luego... (El recién llegado se marcha hacia el interior de la academia.) DIRECTOR: A ver, ¿por dónde íbamos? ASPIRANTE: Por lo de las plazas para pedir. DIRECTOR: ¡Ah!, sí... ASPIRANTE: ¿Y hay que pagar mucho por ellas? -comenta con los ojos muy abiertos por la emoción. DIRECTOR: Hombre, depende de lo que usted entienda por mucho. Dése cuenta de que estamos hablando de beneficios limpios, sin retenciones, ni impuestos; los horarios son flexibles, las plazas reservadas por nuestros servicios de control con guardias jurados, incluso podrá tomarse vacaciones siempre que nos avise con tiempo, y si su plaza es fija podrá subarrendarla o traspasarla cuando quiera retirarse -matiza bajando el tono de voz. ASPIRANTE: O sea, que hay puestos fijos y no fijos. DIRECTOR: Por supuesto. No todo el mundo puede permitirse el comprar un sitio fijo, y a otros no les gusta estar siempre en el mismo lado. Pero nosotros también nos encargamos de poner en contacto a mendigos trotamundos y trashumantes y les hacemos un contrato de esquinas en multipropiedad, por días, semanas o meses. Además, es bueno cambiar, pues los clientes se cansan de dar dinero siempre a la misma persona, piensan que así los pedigüeños se hacen crónicos; es mejor que vean que hay muchos pobres para que así se sientan mal y se rasquen el bolsillo. ASPIRANTE: Esto sí que es profesionalidad; deberían tomar nota los del INEM -comenta rascándose la barbilla con cara de asombro. DIRECTOR: Y esto no es más que el principio. Cuando usted conozca nuestra organización y pertenezca a ella se sentirá orgulloso, capaz, seguro de sí mismo, dispuesto a todo... ASPIRANTE: Pero antes quisiera que me informase de la parte académica y todos los detalles al respecto sobre materias y profesores. DIRECTOR: Faltaría más... Tenemos los mejores catedráticos, fijos, interinos, residentes o visitantes, tenemos profesores nacionales y también extranjeros de los países más pobres del mundo. !Fíjese qué plantilla¡": (El recepcionista y dueño de la academia tiende un listado sobre la mesa con el claustro de profesores y le va comentando a viva voz.) John Silver, por su pata de palo, toda una herencia el que le atropellase un coche. El Colillas porque recoge colillas de tabaco del suelo para no gastar dinero y dar mayor realismo a su necesidad; estos pequeños efectos y detalles deslumbran e impresionan mucho a los clientes y dan un gran realismo a nuestra profesión. El Cazos, sobrenombre debido a sus enormes manazas. Sietesietes, por los remiendos de sus ropas. Es el que acaba de entrar. La Puros, porque siempre pide con una caja de puros. Notredame, por la chepa. Beethoven, por su habilidad para aparentar que toca varios instrumentos. La Banderillas: porque pone insignias de paro, Cáritas, contra el cáncer o lo que haga falta. El Indú, porque se pone en pose trascendental para pedir. El Gitano, por lo ennegrecido de su piel. El Penitente, aguanta horas y horas de rodillas y con los brazos en cruz. El Greñas, por su melena larga y sucia. El Manchas, por su apego al jabón. La Baby Sitter, por los niños que alquila para pedir. Este es uno de los métodos que más dividendos produce. ¿A quién no se le parte el corazón al ver a un niño aparentemente hambriento y sucio. DIRECTOR: En fin, como ve, cada mendigo tiene una personalidad muy particular que le define y le da su sustento. Cada uno ha de conocer la que más le conviene, o saber adaptarse a las circunstancias. Academia de mendicidad
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ASPIRANTE: ¿Y cobran mucho estos profesores? DIRECTOR: Hombre, ya le digo que lograr dominar una profesión de esta solvencia es un auténtico chollo. Fíjese, por ejemplo, sacarse una carrera universitaria lleva un montón de años y luego encima hay que hacer oposiciones, cursos de postgrado, masters, informática, idiomas, especialización en temas paralelos y un largo etcétera. En cambio, en nuestro centro, con un curso básico de dos años podrá ya ganarse la vida con solvencia y comodidad y después puede mejorar su profesión con masters y cursillos especializados. En nuestra academia practicamos la más moderna pedagogía, sobre todo aplicada a los adultos que son la mayoría de nuestros clientes. Aquí las asignaturas son flexibles y usted puede tomar clases en las materias que se sienta más necesitado o simplemente con más interés hasta completar unos créditos mínimos que le den opción a la titulación que expedimos, por supuesto avalada por el Ministerio de Educación y Ciencia". ASPIRANTE: Eso está muy bien, ¿pero no serán mucho dos años? DIRECTOR: ¡Qué va! Esta profesión también requiere una buena preparación, una profunda formación de los futuros profesionales. Espere que le busque nuestro programa pedagógico. (El director se pone a buscar en los cajones de debajo de su mesa hasta que saca un manojo de folios grapados.) DIRECTOR: ¡Ajá!, aquí está. Mire, aquí tiene la lista de asignaturas de nuestro completísimo curso: (El director se pone a leer a viva voz el programa de asignaturas con tono orgulloso.) Sociología de la mendicidad: Momentos de crisis y de bonanza. Buenos y malos momentos para salir a pedir. Etapas propicias. Estadística y cuadros microeconómicos Estaciones, épocas, días y horas propicios. Economía para mendigos: Marketing en mendicidad Cómo invertir la limosna Cómo disimular la riqueza propia y cómo descubrir la ajena Psicología de la mendicidad: La timidez La humildad Coerción directa e indirecta: mal de ojo, echar maldiciones, juramentos, insultar en general o particular, el insulto solapado... Climatología: el clima y los estados de animo de los clientes (El aspirante va poniendo gradualmente, ante la avalancha de tecnicismos y estudios, una cara de asombro y admiración como el que descubre un continente nuevo en un mundo que creía demasiado conocido.) Estética del mendigo: Ropa y complementos Maquillaje, mugre y suciedad Peinado y pelucas Apoyos, Complementos, aditivos, fetiches: Animales: cachorros, perros, gatos, monos... Academia de mendicidad
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Alquiler de niños y bebés: las edades más convenientes Instrumentos musicales: acordeón, guitarra, flauta... Falsificación y obtención documentos: cartilla de familia numerosa, tarjeta de parado, certificados de operaciones, justificantes de invalidez crónica... Insignias y pegatinas falsas Dónde colocar el dinero: trapo en el suelo, bote de golosinas, jarra de barro o tazón de desayuno, en un colador, o la tradicional caja de puros (hay que tener cuidado con la marca de los cigarros que se elige, ya que daría mal efecto pedir limosna en una caja de montecristos)... Posturas y posiciones: De pie De rodillas: con o sin los brazos en cruz, Sentado En cuclillas. Cinética y gestualidad: Cara de mono Cara de cadáver Cara de tonto Tics, espasmos y contracciones Sistemas verbales y lingüística en mendicidad Acento, entonación Tartamudear La mudez Temas y salmodias Arte dramático, expresión corporal Carteles y faltas de ortografía: el lenguaje del analfabetismo. DIRECTOR: "Y además, disponemos de medios audiovisuales con lo último en Sistemas para ablandar el corazón, Sistemas para despertar la mala conciencia y un largo etcétera. Pero, en fin, no quiero abrumarle con todo el programa, aquí le dejo esta copia para que la lea con tranquilidad en su casa". (El director le tiende las fotocopias y el aspirante las recoge con titubeante pulso, como si le fuese grande aquel mundo nuevo que se le venía encima. Lo ojea por encima y tras un breve silencio.) ASPIRANTE: Pues sí que es completo... ¿Y hay muchos aprobados al final? DIRECTOR: Hombre, depende de lo que entienda por muchos. Si usted se fija en las estadísticas universitarias de los que empiezan y acaban las carreras verá que suelen ser menos de la mitad en casi todas, incluso en los estudios técnicos menos. Nosotros tenemos una media del cuarenta y ocho por ciento de aprobados, aunque la verdad es que a veces se tiene manga ancha, como en algunas Universidades... ASPIRANTE: ¿Y cuándo puedo empezar? DIRECTOR: Primero tiene que rellenar una solicitud, que es una preinscripción obligatoria para poder ser admitido. ASPIRANTE: ¡Ah!, ¿pero también hay selección de entrada?... comenta con gran asombro. DIRECTOR: Por supuesto. Dése cuenta que nuestras plazas son limitadas. Ahora los profesores son cada vez más exigentes y no quieren tener más de diez alumnos por aula, y no vea usted la cantidad de solicitudes de Academia de mendicidad
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ingreso que nos llegan... ASPIRANTE: No imaginaba que también esto de los estudios de mendicidad estuviese tan saturado. DIRECTOR: Y va a más cada día. Sólo hay que observar la realidad que nos envuelve para darse cuenta de que la profesión del limosneo es la que más futuro tiene, no en vano es una de las profesiones más antiguas del mundo y sin duda será la última en desaparecer. ASPIRANTE: ¿Cuánto es lo de la instancia? DIRECTOR: Sólo 1.800 pesetas. Puede rellenarla aquí mismo, así, si tiene alguna duda, se la puedo solucionar. (El director le tiende una de las instancias que es un mazo de unos cincuenta folios.) ASPIRANTE: ¿Pero todo esto hay que rellenar? -pregunta compungido al notar el grosor del folleto. DIRECTOR: No sé de qué se extraña. Recuerde la relación esfuerzo/beneficios. Si usted suma todas las instancias que ha tenido que escribir un universitario desde que comienza en la escuela hasta que termina la Universidad, doctorados y cursos y encuentra empleo se dará cuenta de que esos cincuenta folios son una bagatela. Y no olvide que los ingresos medios que le garantizamos son superiores a los de un profesor universitario con un horario parecido. Vamos, que usted vivirá mejor que un político de los bien situados y sin tener que soportar estrés ni codazos con los competidores, ni ser defenestrado por algún rival de partido. (El aspirante a la plaza se sienta en una mesa contigua y se dispone a cumplimentar la solicitud, mientras va leyendo en voz baja, como para sí mismo, el cuestionario.) ¿Por qué ha elegido esta profesión? Por no tener otra Porque me gusta Por ambición Por su gran futuro ¿Tiene alguna experiencia en el ramo? Sí: mucho, poco, regular. No: ¿Por qué? ¿Qué tipo de mendigo le gustaría ser? Clásico Moderno Extravagante Músico Pintor Otro: (escribir cuál) ¿Qué clase de mendigo creen los demás que es usted? Bueno Malo Regular ¿Es usted ambicioso?, ¿En qué grado? Sí: mucho, poco, regular No: ¿Por qué? ¿Cree que tiene mentalidad empresarial? Sí: mucha, poca, regular Academia de mendicidad
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No: ¿Por qué? ¿Cree que ser mendigo es una profesión digna? Sí: mucho, poco, regular No: ¿Por qué? ¿Qué opina tiene su familia de ello? Buena Mala Regular ¿Piensa que el enriquecimiento es una cuestión inmoral? Sí: mucho, poco, regular No: ¿Por qué? ¿Sabe trabajar en equipo? Sí: mucho, poco, regular No: ¿Por qué? ¿Se siente capaz de convencer a cualquiera de que es una persona necesitada?: Sí: mucho, poco, regular No: ¿Por qué? ¿Soporta bien el triunfo ajeno? Sí: mucho, poco, regular No: ¿Por qué? ¿Y el propio? Sí: mucho, poco, regular No: ¿Por qué? (Abrumado por la avalancha de preguntas el aspirante levanta la mirada hacia el director que está leyendo el periódico.) ASPIRANTE: Yo creía que esto de ser mendigo era menos complicado... DIRECTOR: Hágame caso, es por su bien. Hoy en día se exige profesionalidad en todo y un mendigo no puede ni debe ser menos. Se figura la cara de asombro que pondrían sus clientes si viesen que usted no es un mendigo profesional. Además eso repercutiría en todos los demás profesionales, ya que enseguida se corre la voz por ahí, como otras veces nos ha pasado, en las que algún compañero no ha sabido disimular bien su riqueza, o se le notaba que era demasiado feliz en su profesión como para despertar sospechosas envidias. ASPIRANTE: Oiga, y a usted ¿cómo le dio por montarse esta academia? DIRECTOR: Simple olfato empresarial. Observé a mi alrededor y me di cuenta de que este terreno de la pedagogía estaba sin desarrollar y sobre todo sin explotar. Aquí donde me ve tengo un doctorado en psicología y además fui alumno de Lacan, por supuesto que todo ello me lo pagué íntegramente con mis ingresos de mendigo -comenta sacando pecho orgulloso e intentando impresionar al neófito. ASPIRANTE: ¡Vaya profesionalidad!, ahora lo entiendo... Pero es que yo quería ser un mendigo de los de antes, como los de siempre. DIRECTOR: No se deje engañar por las apariencias. Esos mendigos que usted llama "de los de antes" tienen una gran experiencia y mucha escuela de vida. Usted estaría en desventaja contra ellos. Hágame caso, siga los pasos que se le indican y ya verá como luego me lo agradece. Además, hasta los más experimentados y curtidos Academia de mendicidad
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profesionales del pedir pasan por mi colegio, echan mano de mi experiencia y sacan adelante sus masters, se especializan y reciclan continuamente, pues esta profesión está siempre cambiando y no se pueden quedar fuera de juego. Hay que inventar nuevos procedimientos que conmuevan a la gente, que ya está acostumbrado a las peores desgracias y ya no se creen nada de lo que les dicen o ven. Además, muchos de esos grandes profesionales son profesores en mi instituto. (El aspirante sigue llenado las hojas de la instancia. Vuelve a encenderse el piloto rojo y llega un señor con joroba y un deslucido traje de Massino Dutti). DIRECTOR: ¡Buenos días Notredame! NOTREDAME: ¡Buenos días jefe! -dice con un tono de complicidad. (El corcovado se aleja por una puerta hacia dentro de la academia.) DIRECTOR: ¿Ha visto a Notredame?, es uno de nuestros mejores catedráticos del mendicar. Ahí donde lo ve, no es jorobado ni cojo. Yo mismo me lo he encontrado en más de una ocasión bailando en alguna discoteca, y ligando como un Casanova... ASPIRANTE: Y de qué da clases? DIRECTOR: El jorobas es un experto en romper hasta los corazones más herméticos a base de improvisar lloros. Es el más experimentado plañidero que he conocido, y te garantizo que por mi vista han pasado muchos. Es todo un experto en dramatización, domina cualquier personaje que se proponga. ASPIRANTE: ¿Y ha ganado mucho dinero con esa técnica? DIRECTOR: Ni se sabe cuanto tiene, pues mantiene a su primera esposa, a la actual a las amantes y a los diez hijos que ha tendido con ellas. También es uno de mis socios en este negocio, de ahí el retintín en lo de jefe". ASPIRANTE: ¿Y por qué no está retirado con todo el dinero que debe de tener? -pregunta con acento mosqueado el futuro alumno. DIRECTOR: Lo hace por hobby. Tiene la cátedra de Sentimentalismo Virtual. Da clases, pero lo que gana con ellas lo destina a la Fundación Benéfica de Animales Abandonados. Para él, dar las clases es motivo de orgullo, una especie de deber. ASPIRANTE: ¿Y eso de los animales?... DIRECTOR: Ya sé que parece extraño, pero tiene su lógica: Notredame dice que un mendigo con los únicos con los que puede ser generoso son con los que están por debajo de él... ASPIRANTE: (Tras un breve silencio) ¿Sabe?, con ustedes va uno de asombro en asombro. DIRECTOR: ¡Bah!, no es para tanto; en cualquier profesión hay más excentricidades que en la nuestra. (Tras un silencio, el aspirante sigue con su formulario leyendo para sí.) ASPIRANTE: Y esto de si sabe usted idiomas, ¿va de cachondeo? DIRECTOR: Hombre, recuerde que hay plazas, sobre todo en ciudades turísticas, en las que en las zonas céntricas y en edificios histórico-artísticos los extranjeros son mayoría y conviene poderse entender. Al que da limosna le gusta saber en qué necesidad va a invertir el mendicante el dinero. En ciertos casos es necesario poner un cartel con las causas expresadas en varios idiomas, eso sí, con unas faltas de ortografía bien elegidas para que no se levanten suspicacias. ASPIRANTE: Bueno, pase esa explicación, pero lo de la informática... DIRECTOR: No se asuste por tan poca cosa. Esto es sólo una muestra de nuestra capacidad de evolución y adaptación a los nuevos tiempos, ahora hemos creado un programa especial de educación a través del ordenador mediante el cual el mendigo se va acostumbrando a los nuevos soportes técnicos y a las nuevas tecnologías y una vez graduado podrá llevar su contabilidad, notas, apuntes, cursos de reciclaje... Aunque no lo parezca, el orden es muy importante en esta profesión". ASPIRANTE: Y yo que pensaba que éste era un trabajo sencillo y asequible a todo el mundo. Academia de mendicidad
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DIRECTOR: De eso nada. En los tiempos que corren hay que estar preparado para todo. Por ejemplo, dentro del curso se le da a los alumnos una orientación legal sobre todos los derechos, y también deberes, del indigente profesional para que pueda defenderse ante cualquier evento y sepa salir airoso de cualquier coyuntura. ASPIRANTE: Ya que lo ha mencionado, ¿podría explicarme mejor el programa del curso? DIRECTOR: Por supuesto; ahora mismo verá lo completo que es. Además del amplio temario que ya ha entrevisto, continuamente renovamos bibliografía, revisamos teorías, investigamos nuevas posibilidades, experimentamos nuevas técnicas... Como ve, estamos abiertos a todo, aquí no vale el inmovilismo y los méritos adquiridos. Aquí hay que demostrar constantemente que somos capaces de enseñar al mendigo contemporáneo todas las técnicas y recursos que le hagan ser un buen profesional a la vez que sea orgullo de esta escuela sus altos ingresos y logros profesionales. Para ello, estamos en contacto con mendigos de todo el mundo y en breve vamos a editar una revista que se llamará Mendicidad, teoría y praxis, y recogerá artículos de los más prestigiosos pedigüeños de la actualidad. Pero esto es adelantarle demasiado terreno. Usted todavía está en la preinscripción. Pero veamos nuestro programa, que, como ya le dije, está homologado por en Ministerio de Educación y Ciencia. Fíjese, en el apartado de materias teóricas y dentro de la rama de Historia, tenemos una Introducción histórica de nuestra profesión en la que la mendicidad es estudiada a través de la historia de forma diacrónica, o sea, en su evolución a través del tiempo. Después estudiamos los Fundamentos de la mendicidad, se analiza la problemática de El Mendigo como clase social, se conocen las Edades de oro de la mendicidad, se comparan las técnicas y biografías de Mendigos ilustres como Charles Chaplin, Diógenes, Gandi... Dentro del apartado de Lenguaje se hace un Estudio y análisis semántico de los términos, como mendicidad y mendigo, y sus Connotaciones y Maniqueísmo, conocerá la Fraseología y evolución de los términos. La asignatura de Arte le servirá para conocer al Mendigo a través del Arte (literatura, cine, pintura, fotografía...) En Política y Sociología aprenderá cosas muy prácticas sobre Sociología de la mendicidad, verá las diferencias entre el Mendigo urbano y el Mendigo rural, conocerá la Geopolítica de la mendicidad, con las zonas y países más favorables para nuestra profesión, lo sabrá todo acerca de Mendigos errantes o estables y un largo etcétera. Con la asignatura de Psicología profundizará en la Superación de la timidez y rubor, y antepondrá Orgullo versus Vergüenza, sabrá Cómo crear mala conciencia y sentimiento de culpa en los potenciales clientes y adueñarse de toda circunstancia y situación. En Ética conocerá La moral del mendicante y sabrá cómo debe de comportarse para ser un pedigüeño digno en todo momento y bajo cualquier condición. Además de las materias prácticas como nuestro Taller de Mendicidad donde practicará todo sobre Estética del mendigo (maquillaje, peluquería y pelucas, sastrería y complementos, simulación de hedor y mugre y un largo etcétera) o Posturas y gestualidad, además de nuestro curso especial de Cómo sacar rendimiento a sus muñones, deformaciones y enfermedades; a veces, estas pequeñas desgracias pueden ser las que mayores alegrías pueden dar a un mendigo. En Actividades mendicantes asimilará prácticas y técnicas tan lucrativas, como aprender la simulación del canto y tocar instrumentos, logrará hacer con sencillez reproducciones de cuadros famosos en el suelo (los religiosos son los que mayor productividad dan) y todo tipo de trucos de supervivencia (ahora se pinta sobre papel y así se puede sacar mayor rentabilidad a cada dibujo, además de dar la posibilidad de cambiar rápidamente de lugar si éste deja de ser interesante o si se tienen problemas con los municipales). También es fundamental la signatura Cómo llevar una doble vida, para ello hay que conocer sitios y lugares donde cambiarse de ropa antes y después de salir a pedir, hay que saber ser discreto y no ostentar y otros resortes fundamentales para saber disimular la riqueza. En fin, no quiero agobiarle con todos los pormenores que ya tendrá ocasión de ir descubriendo sobre la marcha del propio curso. (El aspirante se ha quedado boquiabierto y con una cara de asombro inmenso.) ASPIRANTE: (Tras un pequeño silencio) Oiga, creo que todo esto va a ser muy complicado para mí; no tienen un cursillo acelerado o algo así... DIRECTOR: Bueno... tenemos cursos intensivos de ocho horas diarias, son más rápidos y económicos, pero sólo Academia de mendicidad
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se lo recomendamos a los que quieren ser mendigos de forma temporal, ya que si se quiere vivir bien y definitivamente de esta profesión se tiene que estar bien preparado, pues los tiempos están muy difíciles, cada vez la gente se conmueve menos y tienen el corazón más duro, están acostumbrados a todo tipo de calamidades que ven a través de la televisión. Por otro lado las instituciones estatales nos quieren controlar, la policía pone cada vez más dificultades, hay zonas a las que nos limitan o prohíben el acceso y todo un largo etcétera". ASPIRANTE: Y pesimismos aparte, ¿la matrícula incluye algún extra? DIRECTOR: Claro. Una vez que usted esté dentro de nuestra academia tiene derecho a 20 horas de prácticas en una de nuestras esquinas concertadas con organismos y con la entrega del diploma le regalamos un juego de ropa ajironada y mugrienta nuevo que nadie lo diferencia, hecho en una sastrería discreta que nos proporciona trajes de gran calidad y realismo, frescos para el verano y cálidos para el invierno. Con nosotros todo se le hará fácil. También organizamos un viaje de fin de curso a países con larga tradición mendicante como la India, Nepal, Egipto, Tailandia, Perú, Bangla Desh; y también a los países Modernos con las ciudades más pobres del mundo, como Nueva York, Los Ángeles, San Francisco, para ver cómo evolucionan las nuevas técnicas de supervivencia. Además, le puede salir gratis el viaje pidiendo en las calles de esas metrópolis. ASPIRANTE: ¡Caramba! DIRECTOR: Incluso este año tenemos previsto organizar una Universidad de Verano en Marbella exclusivamente para mendigos, ¿se lo imagina? ASPIRANTE: (Con una inmensa cara de asombro) Están ustedes en todo... DIRECTOR: ¿Qué, se va enterando de las ventajas de trabajar con nosotros?... ASPIRANTE: Ya lo creo, pero ¿y de seguros de vida y seguridad social, qué?. DIRECTOR: No se preocupe, que con sus ingresos tendrá los mejores médicos y especialistas. Tenemos en proyecto una mutua laboral concertada. ASPIRANTE: Pero la jubilación, el seguro de desempleo por si acaso las cosas se tuercen. DIRECTOR: No sea usted tan negativo. ASPIRANTE: ¿Y sindicatos? DIRECTOR: ¡Pero qué idea tiene usted de esta profesión! Todos nuestro ex alumnos están encuadrados dentro de las PYMES (pequeñas y medianas empresas). Nuestra profesión es de larga tradición dentro de los autónomos laborales y de autopatronos, por ello no necesitamos sindicatos, aunque sí organizaciones para defender nuestros intereses corporativos. ASPIRANTE: ¿Y de política qué? DIRECTOR: En general todo mendigo es una persona pragmática que va girando al sol que más calienta, así que eso es lo que recomendamos en nuestra clase de sociología y política; por lo que deberá saber nadar y guardar la ropa en toda ocasión, sea cual fuere el modelo de gobierno o el partido en el poder. ASPIRANTE: Y ¿a quién debe votar un mendigo? DIRECTOR: Qué cosas tiene usted. Un pedigüeño debe votar a los partidos conservadores, que son los que más justifican y crean miseria. Con ellos sólo trabajan los tontos, que les pagan una porquería y en cambio hay una minoría con mucho dinero a la que poder crearle mala conciencia, cosa difícil de hacer con un obrero normal, que es en el fondo y en la forma más pobre y desgraciado que un mendicante. En cambio los socialista -los auténticospretenden poner a trabajar a todo el mundo en fábricas y otros sitios monstruosos. ASPIRANTE: ¡Cuántas cosas tengo que aprender! -comenta asombrado mientras vuelve a rellenar la preinscripción. (Vuelve a encenderse el piloto de aviso y llega la secretaria que había salido a hacer unas gestiones. Tiene unos veinticinco años, es alta, morena con melena larga y viste con discreta elegancia. También han ido llegando otros futuros alumnos que han leído el anuncio y que esperan fuera sentados en las sillas de diseño.) DIRECTOR: Vaya, ya era hora -comenta con tono de reproche el director. SECRETARIA: ¡Cuánto lo siento, señor director, pero está fatal el tráfico! DIRECTOR: Bueno, aquí le dejo en manos de nuestra secretaria. De todas formas, ya sabe usted casi todo sobre nuestra organización. Encantado de conocerle y a ver si nos encontramos cuando comience el curso -le dice Academia de mendicidad
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despidiéndose y tendiéndole la mano. ASPIRANTE: Ha sido un placer hablar con usted. (Se dan la mano. El director sale hacia la puerta interior de la academia y el aspirante continúa con la instancia.) ASPIRANTE: (Dirigiéndose a la secretaria) ¿En caso de ser admitido se puede elegir horario de tarde o de mañana? SECRETARIA: Por supuesto. Incluso también mitad y mitad, Lo normal es que se haga taller por la mañana y teoría por la tarde. Aquí todo son facilidades para el cliente, que para eso es el que paga, pero eso sí, exigimos dedicación absoluta, ya que es la única forma de garantizar a nuestro educando una buena preparación. (Una vez terminada la instancia, el aspirante la tiende hacia la secretaria.) ASPIRANTE: Tome, creo que ya la he terminado. (Le echa un vistazo comprobando que está bien cumplimentada.) SECRETARIA: Pues muy bien caballero, si se le admite, le aseguro que no se arrepentirá de nuestra docencia. Nosotros hemos suplido mejorándola la antigua formación, que se hacía de artesanos a aprendices y en la que los aspirantes iban aprendiéndolo todo sobre la marcha, haciéndolo y viéndolo hacer. (Se dan la mano mientras se están despidiendo) ASPIRANTE: ¿Cómo me enteraré de que estoy admitido o no? SECRETARIA: Usted tranquilo que ya le llamaremos por teléfono dentro de unos día cuando hayamos juntado un nuevo grupo de alumnos para el próximo curso. (El aspirante sale pensativo cerrando la puerta tras él. Mientras, en la sala de espera han quedado unos diez futuros alumnos de mendigo de todas las edades que esperan su turno para ser atendidos.)
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Cuadro segundo
(El alumno, tras mes y medio de nerviosismo y ansiedad, recibe una carta en la que se le comunica que ha sido admitido, y que el martes próximo puede matricularse de nueve de la mañana a ocho de la tarde. El día ha llegado. Luis entra todo eufórico en la oficina de la escuela. Viste el traje que estrenó hace cinco años para la boda de una sobrina, se nota que es pasado de moda y que ya no le sienta bien por los kilos que ha ganado esos años. Exhala perfume de esos que se compran en los supermercados a seiscientas pesetas el frasco con otro frasco de masaje de regalo. En la oficina hay una pequeña fila de alumnos y alumnas admitidos que van recogiendo los impresos de la matrícula definitiva y otra fila más larga, que se prolonga hasta fuera de la oficina, que espera para entregarlos una vez cumplimentados y pagar las tasas. La mayoría de los alumnos tienen imperfecciones: cojean, les faltan manos, brazos o piernas; otros tienen la cara quemada o con taras; algunos padecen deformidades, son gibosos o contrahechos; también los hay extremadamente flacos o enfermizos; otros han llegado con muletas o en silla de ruedas. Muchos han venido vestidos ya con ropas ajironadas y sucias disfrazados de pordioseros. Los futuros mendigos le toman al reciñen llegado como si fuese el dueño de la academia o inspector de Hacienda, pero al ponerse en la fila, se ríen en voz baja de su acicalamiento.) ASPIRANTE: (Diciendo para sí) ¡Carajo!, si lo llego a saber vengo también disfrazado de mendigo, con este traje parece que voy de boda, ¿qué digo de boda?, parezco Onassis. Y encima a mí no me faltan ni piernas ni brazos, ni siquiera un ojo. ¡Joder!, los hay con suerte en la vida, ¿por qué no me habrá ocurrido a mí una desgracia de esas? Así, ahora tendría la vida resuelta. Si fuese ciego a vender cupones de la ONCE, si me faltase una pierna al menos cobraría una pequeña pensión del Estado además de los pluses de mendicidad. Pero nada, ni siquiera una enfermedad grave que alegar. En estas condiciones voy a trabajar en desventaja... ¿Cómo voy a competir y a provocar lástima? Ante todas estas desgracias mayores, las mías parecerán suerte... (De repente, entra el director de la academia y va saludando a los futuros alumnos mientras se enfila hacia el interior de la oficina.) SECRETARIA: ¡Buenos días, jefe! DIRECTOR: Hola, buenos días. (En voz baja y con desgana) Le he dicho cientos de veces que no me llame jefe, sino señor Martínez. No hay que hacer exhibiciones de clasismo entre mendigos profesores y mendigos alumnos. Un mendigo puede ser un auténtico señor, un aristócrata, pero jamás un jefe. Y yo, antes de nada, soy un mendigo, lo debo todo a esta profesión; admito soy un mendigo con suerte, pero un mendigo. (La secretaria pone cara de susto y ganas de complacerle, y le mira gatunamente como si estuviera enamorada de él.) SECRETARIA: Tiene usted razón, se me había olvidado... DIRECTOR: Se le olvida siempre. SECRETARIA: Usted lo explica tan bien, que no me importa volver a equivocarme. (El director de la academia pone cara de perro cabreado.) DIRECTOR: ¿Ha solucionado lo de las cartillas de familia numerosa? Academia de mendicidad
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SECRETARIA: Por supuesto, señor Martínez. DIRECTOR: ¿Ha habido alguna novedad, algún problema? SECRETARIA: Aparte de lo de siempre, o sea, que quieren cobrar más por los pluses de peligrosidad, también ha habido dificultades con el falsificador de firmas. DIRECTOR: ¿Qué demonios le ocurre a ese borrachín? Claro, el sueldo de un falsificador no da para estar todo el día en los bares. Más le valdría casarse, en vez de estar todo el día ligando con máquinas tragaperras y visitando todos los bingos de la ciudad? SECRETARIA: Pues, resulta que ahora le han ofrecido un puesto en Ceuta para trabajar en pasaportes para emigrantes ilegales, ya sabe que hay una gran demanda y según parece le ofrecen el doble de pasta. DIRECTOR: Pero no querrá comparar. Una cartilla familiar es una cosa insignificante, un documento que nadie repara en él aunque se tenga abierto junto al cartel de pedir. Eso no le da ningún problema, en cambio lo de los emigrantes le puede costar caro si le pillan. SECRETARIA: Sí, pero él dice que en teoría le puede caer la misma condena, ya que en ambos casos es falsificación de documento público y por lo visto parece decidido a irse al norte de África. Además, me he enterado de que tuvo una novia allí cuando estaba en la Legión y por lo visto se ha hecho ilusiones con que la va a volver a encontrar y así cree que mata dos pájaros de un tiro. (El director se pone a hablar consigo mismo muy irritado.) DIRECTOR: (Para sí) Yo sí que le voy a pegar dos tiros... Esta gente siempre logra sacarme de mis casillas... Ya les llamaré por teléfono... Se van a enterar... ¿Me van a dejar a mí tirado con la de trabajo que yo les he dado y el dinero que han ganado conmigo esos desagradecidos? SECRETARIA: También han llamado las del alquiler de bebés. DIRECTOR: ¿Y qué tripa se les ha roto a ésas, acaso no han cobrado lo que les prometí? SECRETARIA: No es eso señor director. Lo que ocurre es que cada vez les resulta más difícil conseguir niños blancos y querían consultarle si serían igual niños negros o sudamericanos. DIRECTOR: (Gruñendo) Pero, pero ¡cómo demonios va a ser igual!, si los mendigos que piden son blancos, lo normal es que sus hijos se también blancos, no les vamos a hacer sospechar más todavía a los donantes, o hacerles pensar que los pedigüeños son unos promiscuos. Esta profesión necesita mucha dignidad y sobre todo guardar las apariencias. Uno puede hacer el fuego que quiera, mientras no se vea el humo. SECRETARIA: Sí, pero ellas dicen que tapándoles la cara nadie lo notaría y así el alquiler de los niños serían mucho más económico. DIRECTOR: Eso, si ya sospechan muchas veces que son muñecos incluso viéndoles de cerca, ¿qué pensarán si no los ven? SECRETARIA: También me han dicho que con un buen maquillaje nadie notaría nada... DIRECTOR: ¿Maquillaje? Vaya día, lo que me faltaba por oír, maquillar a los bebés... Bueno, dejémoslo por ahora, ya solucionaré esto con ellas, no quiero entretenerla más con la cantidad de solicitantes que hay esperando para matricularse. Ahora he de volver a salir para gestionar la solicitud de unas plazas en la nueva iglesia de san Jerónimo. Volveré por la tarde. Adiós. SECRETARIA: (Cortándole con suavidad) Perdone, ya sé que tiene mayores preocupaciones ahora, pero antes de que se vaya... DIRECTOR: (Cortándole la palabra) ¡¿Pero qué demonios ocurre hoy?! SECRETARIA: Es algo urgente. DIRECTOR: Venga, suelte ya lo que sea. SECRETARIA: Le tengo que decir que las de la sastrería han llamado para saber cuándo han de entregar los andrajos de otoño y querían que usted diese el visto bueno para las telas y los colores, pues no se ponen de acuerdo en si uniformarles a todos igual o hacer modelos exclusivos. DIRECTOR: Pero es que nadie sabe dar un paso por sí sólo sin tener que echar mano de mí. ¡Vaya empresa esta, tengo que hacer de general, sargento de tropa, brigada de cocina y la guardia de las garitas!... SECRETARIA: Pero ya sabe que con la ropa del año pasado tuvimos muchos problemas: unos pasaban frío, Academia de mendicidad
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otros calor, los hay que tienen la plaza laboral a la sombra y otros al sol, unos intena en pasajes y otros externa, unos en esquinascon mucho viento... DIRECTOR: (Cortándole) No sé de qué me sirve contratar gente, si luego he de hacerlo yo todo. ¡Que se busquen la vida! ¿No presumían de estilistas y creativas cuando las contratamos? ¡Pues que lo demuestren esas diseñantas! SECRETARIA: También han recibido quejas porque algunos mendigos, en cuanto ven dinero, quieren vestir mejor, olvidándose los deberes de su profesión y la obligatoriedad del uniforme. DIRECTOR: Pues nada, que se pongan un traje nuevo de Armani y a trabajar. ¡Será posible!... -espeta dirigiéndose hacia la puerta. SECRETARIA: Pero señor Martínez... Las telas... DIRECTOR: ¡Para telas estoy hoy!... ¡Adiós! SECRETARIA: Adiós... señor director -responde apagadamente y sin saber reaccionar. SECRETARIA: (Para sí) Pues menos mal que no le he contado lo de que los proveedores de documentos de enfermedades crónicas piden el doble de dinero por un cáncer... y el triple por la extirpación de algún órgano vital. (El director sale airado del interior de la oficina hacia la puerta de la academia y reconociendo a nuestro protagonista se dirige a él saludándole y cambiando la expresión de mal humor como si no pasase nada.) DIRECTOR: ¡Hombre, buenos días! -suelta el director al reconocerle. ASPIRANTE: ¡Buenos días! -le contesta el alumno eufórico al sentirse reconocido por el director de la academia. DIRECTOR: Algo me hacía pensar que nos volveríamos a ver. Ya le dije que era cuestión de esperar y de tener un poco de suerte. ASPIRANTE: Pues eso, que venía para concretar lo de la matrícula. DIRECTOR: Paciencia que en seguida le atenderá la señorita. ASPIRANTE: ¿Hay algún problema?... -pregunta interesándose por la conversación que acaba de escuchar. DIRECTOR: Nada que no pueda remediarse. Tranquilo, buen hombre. Pero que no se le pase la vez -comenta mientras se va alejando hacia la puerta exterior de la escuela. SECRETARIA: Tome, aquí tiene usted el primer escalón de su gran futuro -dice la oficinista mientras le tiende una matrícula. (Le entrega una carpeta con tres folios impresos a fotocopia.) ASPIRANTE: Menos mal que son sólo tres hojas, pensaba que habría que volver a rellenar un montón de papeles otra vez -comenta aliviado. SECRETARIA: El que algo quiere algo le cuesta, dice el refrán. Consuélese pensando que serán los últimos. ASPIRANTE: Eso espero, porque me voy a pasar todo el curso llenando documentos, formularios, estadísticas y demás impresos. SECRETARIA: Bueno, menos llorar, que no es para tanto. (Coje los folios y se va a sentar para rellenarlos. Mientras, siguen entrando alumnos en la academia. Luis se vuelve antes de sentarse.) ASPIRANTE: (Dirigiéndose a la secretaria) Yo creía que con tanto requisito en la preinscripción seríamos muy pocos los seleccionados... -le espeta en tono de reproche y sospecha. SECRETARIA: Tampoco son tantos. ASPIRANTE: ¡¿Cómo que no?! Fuera hay una fila con unos doscientos tipos. SECRETARIA: No sé de qué se extraña tanto. Si usted supiera la de matriculados que hay en cada Facultad Universitaria comprobaría que son ustedes una minoría. Además, nosotros calculamos previamente las plazas nuevas que se van a crear y las que van a quedar libres antes de formar nuevos profesionales; hacemos también una cata socioeconómica de los nuevos mendigos que puede absorber una ciudad y analizamos cómo pueden Academia de mendicidad
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evolucionar a corto y medio plazo los indicadores macroeconómicos, al igual que estamos muy atentos al nuevo desarrollo urbanístico y a la configuración de la ciudad. ASPIRANTE: Siempre tienen ustedes respuesta para todo... comenta resignándose. SECRETARIA: Por supuesto. Lo nuestro no es la improvisación, procuramos evitar imprevistos para no causarles a nuestros futuros diplomados problemas. ASPIRANTE: Ya veo que no se les escapa nada. SECRETARIA: La profesionalidad es nuestro lema -apostilla poniendo cara de entendida. (El aspirante se sienta a rellenar su matrícula. En la fila de los que ya han rellenado el formulario hay empujones y quejas por la lentitud. Los futuros mendigos son variados en edad y aspecto.) EL GRACIOSO DE LA FILA: ¡Menos palique y más movimiento! A este paso nos vamos a morir de filitis... (Los de la fila ríen a coro la gracia y se ponen a mascullar a favor de que la cola vaya más de prisa.) SECRETARIA: Paciencia, que hay para todos. EL GRACIOSO DE LA FILA: Eso le dijeron a Matusalén en la cuna... (Nuevas risas en el coro de la fila de aspirantes.) UN ALUMNO: Aquí está... mi matricula... señorita -le dice entregándole los folios con cierta timidez un joven de unos veinticinco años tuerto que lleva un parche cubriéndole el ojo izquierdo. SECRETARIA: Son doscientas mil -le dice al que le acaba de entregar la solicitud. UN ALUMNO: ¿No es un poco cara la matrícula? -comenta con aire inevitable. SECRETARIA: (Despectivamente y con autosuficinecia) Aquí no se obliga a nadie a inscribirse. Ya lo pone en el impreso de matrícula, y no admitimos ni tarjetas ni cheques -le suelta con aire de superioridad. UN ALUMNO: Bueno, no se ponga así, era sólo un comentario -se defiende poniendo el fajo de billetes cogido con una goma sobre el tablero del mostrador. SECRETARIA: Además, usted, con ese ojo, tiene ganado ya medio sueldo -le comenta mientras recoge el dinero que ha sacado el futuro limosnero. UN ALUMNO: ¡Qué va! si yo veo perfectamente con los dos ojos -dice levantándose el parche negro, me lo he puesto para ir practicando ya. (Luis, el aspirante, ha sido testigo de la conversación.) ASPIRANTE: (comentando para sí al enterarse del precio de la matrícula) ¿Doscientas mil pesetas? Esto sí que no me lo esperaba. ¡Pues sí que cobran caras sus lecciones estos mendigos!... Tendré que consultarlo con mi mujer. Y aun así, ¿de dónde vamos a sacar todo ese dinero? Tendremos que pedirlo prestado. (Los de la fila están nerviosos y comienzan a empujarse.) SECRETARIA: A ver, el siguiente. Y no se amontonen tanto; así no hay forma de trabajar. OTRO ALUMNO: Aquí tiene mis datos, señorita. SECRETARIA: (Después de comprobar que están bien los apuntes) Vale. Son doscientas mil. OTRO ALUMNO: "Verá, señorita, es que ahora no tengo ese dinero, pero se lo puedo pagar a plazos o seguramente la semana que viene". SECRETARIA: "Lo siento, no fiamos a nadie". OTRO ALUMNO: "Pero, señorita"... SECRETARIA: (Cortándole la palabra) "Y no olvide que el plazo de matrícula termina a las ocho de la tarde". OTRO ALUMNO: "Oh, señorita, no me haga eso, no sabe lo mucho que necesito esta oportunidad". Academia de mendicidad
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SECRETARIA: "Lo siento, no puedo hacer excepciones; tiene hasta las ocho para conseguir el dinero, si es que para entonces queda alguna plaza libre, así que usted verá. El siguiente por favor". (El alumno insolvente sale cabizbajo y pensativo de la oficina, mientras los de la fila se sienten aliviados al ver menos competencia. De repente, el insolvente se vuelve y amenaza a la secretaria con el puño levantado.) OTRO ALUMNO: "¡Tendrá usted que cargar en su conciencia con el peso de un suicidio, se lo advierto!" EL GRACIOSO DE LA FILA: "Si quieres te dejo una pistola"... le ofrece un revolver que ha sacado de la sobaquera. SECRETARIA: "Creo que prefiere las vías del tren"... apostilla con sorna. (Todos ríen, sin inmutarse por la amenaza.) ASPIRANTE: "Hostias, tengo que hacer algo y rápidamente", comenta para sí. (Dirigiéndose a la secretaria) "Señorita, ¿Puedo utilizar el teléfono?" SECRETARIA: "Si es para llamada local, sí", le responde secamente. ASPIRANTE: "Muchas gracias". (Luis entra en la oficina y llama a su mujer.) ASPIRANTE: "¿María? Que soy yo. Oye, que la matrícula del curso cuesta doscientas mil pesetas. (Un breve silencio) Sí, sí, has oído bien, doscientas mil. Así que habrá que pedirle el dinero a tus padres. (Un breve silencio) Sí... ya sé que les debemos todavía trescientas mil pesetas del arreglo del piso, pero es nuestra única posibilidad, pues en el banco hace años que no nos fían. (Un breve silencio) ¿Cómo que no sabes si podrás conseguirlo? Sólo tenemos de plazo hasta las ocho de la tarde de hoy. (Un breve silencio) Sí, y además tendrás que traérmelo aquí, porque si no pierdo la vez en la fila y hay mucha gente y las plazas son limitadas... Oye, no se te ocurra dejarme tirado, te espero aquí, así que ya mismo te vas con tu madre a sacar el dinero antes de que cierren los bancos. (Luis cuelga el teléfono y sale de la oficina. Los aspirantes a mendigos al enterarse de que las plazas son limitadas se han puesto nerviosos y comienzan a empujar más todavía. Algunos intentan colarse con cualquier excusa o argumento.) SECRETARIA: "A ver, el siguiente por favor. Y dejen de empujar que van a tirar el mostrador". (Luis, nuestro protagonista, termina de rellenar sus impresos y se va poniendo cada vez más nervioso al enterarse de las plazas limitadas y de la larga fila de futuros alumnos a los que va dejando pasar en espera de que llegue su esposa con el dinero. A los aspirantes a mendigos que se van matriculando se les comunica que el curso comenzará el día uno del mes próximo. A las dos menos cuarto llega María con el dinero. Aparenta unos cuarenta y ocho años, aunque sólo tiene cuarenta, es morena y más bien bajita. Viste con ropa de dos temporadas atrás.) ASPIRANTE: "Por fin, ya pensé que no te lo había dado la bruja de tu madre". MARÍA: "Eso, encima insúltala, con lo que nos ha tenido que aguantar". ASPIRANTE: (A su esposa) "Bueno, dejemos las discusiones para casa y dale el dinero a la secretaria". LOS DE LA FILA: -"¡Venga, que es para hoy!" -"¡A ver si abreviamos!" -"¡Lo que nos faltaba ahora, discusiones familiares!" -"¡Un respeto, que llevamos aquí cuatro horas!"... (La secretaria les sella el resguardo y ambos se dirigen hacia la puerta de salida. Mientras, la cola de futuros Academia de mendicidad
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pedigüeños parece aumentar más que disminuir.) ASPIRANTE: "Qué extraño, después de tanto requisito y exigencias en la preinscripción y ahora hay un montón de gente para matricularse", le comenta a su esposa cada vez más intrigado. MARÍA: "Como aprueben todos éstos lo que van a tener que hacer es poner una Academia de Generosidad para donantes", espeta hacia la secretaria con escepticismo. EL GRACIOSO DE LA FILA: (Al oír el comentario de María) "Ja, ja, ja. O exportarnos a la India o a los países de Europa del este, allí sí que hay plazas", apostilla guasón. MARÍA: "Pero demasiada competencia"... ASPIRANTE: (Dirigiéndose a María en voz baja.)" ¡Cállate!, a ver si me cogen manía y luego me suspenden por tu culpa".
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Cuadro tercero
(La escena se desarrolla en la cocina de una casa modesta. María está poniendo en la mesa una comida especial que ha preparado y con la que pretende dar una sorpresa a su marido para celebrar el comienzo de su curso de mendigo. Son casi las tres del mediodía y lo esperaban para las dos. Sus dos hijos, de unos catorce a dieciséis años, llevan ya un rato sentados a la mesa esperando que aparezca su padre. La hija va vestida de punki con minifalda de cuero negro y botas altas también negras y el pelo en punta y de color naranja. El hijo va vestido de rapero, con gorrita, pantalón de chandall de colores chillones y una camiseta con la cara de Bart Simpsom con un montón de chapitas sobre el pecho y en la gorra. María se ha arreglado para dar solemnidad a la comida y lleva un traje sastre un poco pasado de moda con un delantal por encima para protegerse mientras termina de cocinar. Ella comienza a impacientarse por la tardanza de su esposo.) MARÍA: "¡Hay que ver, cuánto tarda vuestro padre! ¡Qué nerviosa me está poniendo!"... HIJO: "Y tanto, Mamá, no te has acordado de quitarte el delantal". HIJA: "Y el rímel se te ha corrido"... MARÍA: "¡Ay!, gracias hijos, menos mal que os habéis dado cuenta". (María se quita el delantal y se pasa un pañuelo para limpiarse la pintura corrida; después se sienta a la mesa con sus hijos.) HIJA: "¿Cómo le habrá ido a papá?" MARÍA: "Seguro que le ha ido bien. En estos días, antes de comenzar el curso, ya se ha leído parte de los libros que le vendieron en la academia, en especial los de economía y psicología". HIJO: "¿Los que le costaron sesenta mil pesetas?" HIJA: "Y luego se queja de que los nuestros son caros"... MARÍA: "Bueno, tengamos la fiesta en paz. Si ese dinero sirve para que papá tenga un buen oficio, bien gastado está". HIJA: "¡¿Buen oficio?!"... HIJO: "Nada más y nada menos que funcionario en el Ministerio de la Pobreza". HIJA: "Un puesto de pobre garantizado de por vida. ¡Todo un chollo!"... apostilla con retintín. (La madre los fulmina con la mirada.) MARÍA: "Una cosa es ser pobre y otra aparentarlo... Además, se lo está tomando muy en serio. Jamás me hubiese imaginado lo aplicado que podría llegar a ser vuestro padre para los estudios". HIJA: "Eso pasa siempre al principio, ya veremos dentro de unos días"... HIJO: "Se le caerán de las manos en cuanto lleve un mes". MARÍA: "Eso que ni se le ocurra, hemos invertido en esto hasta el dinero que no teníamos. Y tenemos que devolverle el préstamo a mi madre"... HIJA: "Entonces, ya lo creo que sí que estudirá"... HIJO: "Y, ¿de dónde han sacado el dinero los abuelos?" MARÍA: "Es todo lo que tenían ahorrado de su pensión". HIJA: "¡Vaya mundo!... ¿Adónde puede llegar un país en el que la gente estudia becada con el dinero de sus pensionistas"... MARÍA: "Lo único importante es que era la única forma de que pudiera matricularse, no iba a solicitar una beca a Academia de mendicidad
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sus años". HIJO: "Y encima para mendigo"... HIJA: "¿Por qué no? La debería de haber solicitado al Ministerio de Trabajo"... HIJO: "Sí, o al INEM, ¡No te fastidia!"... HIJA: "Pues a mí me parece una buena idea"... MARÍA: "Bueno, si salen bien las cosas les podremos devolver el dinero con creces a los abuelos; así que dejémoslo en que va a poder estudiar y punto". HIJO: "¡Quién se lo iba a decir a papá, a sus años y yendo al cole!"... HIJA: "Lo que no había hecho en su vida"... HIJO: "¿Mamá, si suspende le podremos echar la bronca y castigarle sin salir de vinos con sus amigotes?" HIJA: "Y sin ver los partidos de la televisión"... HIJO: "Y ponerle mala cara a la hora de la comida"... HIJA: "Todo eso y lo que haga falta, que se entere de lo dura que es la vida del estudiante"... HIJO: "Me encanta hacer de padre", bromea poniéndose el dedo índice sobre el labio a modo de bigote y haciendo gestos de severidad. HIJA: "Yo seré la más exigente de las madres", amenaza poniendo cara de gobernanta. (Los chavales se echan a reír compinchados con lo bien que se lo van a pasar haciendo sufrir a su padre, mientras que María les mira entre cabreada e impotente. De repente, la madre se pone a sollozar.) MARÍA: "¿Por qué os reís? ¡Qué crueles sois! Él lo hace sólo por vosotros, para conseguir dinero y que podáis seguir estudiando, comiendo, vistiendo... Sois unos desagradecidos". HIJA: "¿Y si se enteran los vecinos?, ¿Qué pensarán de nosotros?, seremos el hazmereír del barrio". MARÍA: "No tienen por qué enterarse; está todo dispuesto para que se disfrace fuera de casa al ir a trabajar y se vuelva a vestir normal antes de volver. Les van a poner unas taquillas en un local especial, céntrico y muy discreto. Y si te preocupan tanto las apariencias, podrías empezar por quitarte ese disfraz de zombi que lleváis tú y tu novio". HIJO: "No son zombis, sino punkis, mamá". MARÍA: "¡Me da igual cómo se llame!"... HIJO: "¿Y si lo reconocen cuando está trabajando?" HIJA: "Yo me muero de vergüenza si lo descubren"... MARÍA: "Tranquilos, que con el maquillaje, la peluca y la ropa vieja no lo conoceréis ni vosotros. Además, ¿desde cuándo os habéis vuelto tan remilgados?"... HIJA: "Sí, todo eso de la discreción está muy bien, pero a mi novio no le puedo mentir, tarde o temprano tendrá que saberlo, y ¿cómo le explico yo que mi padre trabaja de mendigo?" MARÍA: "Lo importante es que va a ganar mucho más de lo que le pagan a tu novio en la gasolinera". HIJA: "Eso, tú como siempre aprovechando cualquier ocasión para reprocharme que gana poco dinero Antonio". MARÍA: "No es solamente que gane poco, sino que todo lo que gana se lo gasta en la moto, en discos y en estar colocado. Seguro que si le hablases de ahorro, te preguntaría que ¿quién es ese señor?" HIJA: "Lo que pasa es que le tenéis manía porque es diferente a los demás"... MARÍA: "¡Y tan diferente, menudo espécimen!"... (El hijo lanza grandes carcajadas.) HIJA: (Dirigiéndose al hermano) "¿De qué te ríes, imbécil?" HIJO: "De las catalogaciones de mamá, hermanita". MARÍA: "Ya veremos cómo será la novia que te eches tú"... HIJA: "Alguna yonki". HIJO: "Son las que más me gustan"... MARÍA: "¿Qué es eso de yonki?" Academia de mendicidad
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HIJA: "Son de un planeta fuera de esta galaxia". MARÍA: "Nunca se os puede tomar en serio". HIJO: "Eso me pasó con mis colegas cuando les dije lo de las pelas que iba a ganar mi padre y se echaron a reír". MARÍA: "Pues cualquiera diría que los padres de ellos tienen sueldo de ministros. Y no me gusta que vayas con esos vagos que sólo piensan en hacer el golfo, cantar rap y llegar a ser campeones de monopatín". HIJO: "Pues dan premios muy buenos. Al Pepi lo han contratado ahora para hacer exhibiciones en una discoteca todos los sábados". MARÍA: "Al final saldrá en la tele y todo"... HIJO: "Y dice que le dan diez verdes por sesión"... MARÍA: "¡Qué país, diez mil pesetas por hacer el tonto en equilibrio!" HIJA: "¿Pero no se te habrá ocurrido decir a tus amigos en qué iba a trabajar papá?" HIJO: "No, pero insistieron mucho en saber dónde y cómo se puede ganar tanto". (De repente, se oye abrir la puerta de la casa y entra Luis con una cara más de funeral que de boda.) HIJOS: (Al verle entrar) "¡Hola, papá!", exclaman al unísono con alegría esperanzada. LUIS: "Hola, familia", devuelve el saludo sin mucha convicción, mientras se sienta a la mesa. MARÍA: "No se te ve muy contento, ¿han ido bien las cosas?" LUIS: "Sí, todo ha ido bien", comenta cansinamente. MARÍA: "Y ¿qué tal las clases?" LUIS: "Bien, todo bien", afirma casi sin voz. MARÍA: "Pues no lo dices muy convencido"... LUIS: "Bueno, ¿vamos a comer sí o no?. Estoy hambriento", exclama un poco malhumorado y distante, como evadiéndose de las preguntas. (Luis se sienta a la mesa con aire cansado y distante, sin darse cuenta de la comida especial que su esposa está sirviendo.) MARÍA: "¿Qué, no dices nada de la comida?", pregunta asombrada del descuido y falta de consideración de su marido. LUIS: "¡Ah! sí; perdona mujer, ¡qué despistado soy! Tiene muy buen pinta; ha sido un buen detalle"... comenta secamente. MARÍA: "A mí no me engañas. A ti te pasa algo. ¿Qué es lo que no marcha?" LUIS: "Bueno, vamos a comer y luego os lo cuento con todos los detalles ". HIJO: "¡Qué bien papá, pronto me podrás comprar el ordenador y la bicicleta de montaña!", comenta ilusionado y acosando al padre. HIJA: "Y a mí, ¿me comprarás el curso de inglés en vídeo?" LUIS: "Cómo no os lo voy a comprar, hijos", les responde con suavidad. HIJO: "¿Y la vídeoconsola?... MARÍA: "¿Para pasarte el día matando marcianos como tus amigos?... HIJO: "Mamá, estás anticuada, ahora ya no se exterminan marcianos"... HIJA: (Cortándole) "¿Ya se firmó la paz con Marte?"... HIJO: "Ahora se lleva matar vietnamitas en realidad virtual y también está Tetris, Super Mario"... LUIS: (Cortándole) "Tranquilo que la tendrás". HIJO: "¿La de Supernintendo?... MARÍA: "¡Qué pesados!, sois capaces de gastaros los ingresos de seis meses antes de que empiece a trabajar"... HIJA: "Además, antes de que os gastéis los otros seis meses, os tengo que anunciar que me voy a casar". (La madre y el hijo ponen caras de asombro.)
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HIJO: "¿Con Antonio?" MARÍA: (Mirando al hijo) "¿Con quién si no?" HIJO: "¡Pero si la semana pasada me dijiste que lo ibais a dejar!"... MARÍA: "¿No estarás embarazada?" HIJA: "¿Y si lo estuviera qué? ¡Es mi vida!... MARÍA: "¿Tu vida?, siempre que pasa algo malo me soltáis esa frase, así que ya me lo estás contando"... (Luis permanece en silencio y como ausente, como si no oyese la conversación.) HIJA: "¡Pues sí, estoy embarazada! Ya os podéis escandalizar a gusto". HIJO: "Las vecinas van a tener carnaza para una temporada"... MARÍA: "No, si no sé de qué me extraño". Lo que no sé es cómo ha tardado tanto en ocurrir... Ahora que parecía que iban a ir mejor las cosas"... HIJA: "Y para que lo sepáis todo el hijo no es de Antonio, pero él, aun con todo, ha decidido casarse conmigo y darle su apellido". HIJO: "¡Vaya culebrón!" (La madre pone una cara desorbitada como si la fuera a estrangular, mientras que Luis sigue en silencio y ausente.) LUIS: "Estaba buena la comida, ¿se puede repetir?", comenta como si los problemas familiares no fuesen con él. (María y los hijos se le quedan mirando sin dar crédito a lo que le está pasando a Luis.) MARÍA: (Dirigiéndose a la hija) "Bueno, ya hablaremos de todo esto tú y yo a solas", le dice amenazadoramente. HIJA: "Pero no te olvides que para la boda hará falta dinero y queremos meternos en un piso". MARÍA: "¡En la cárcel os metería yo!", le espeta a la vez que hace ademán de darle una bofetada. (Han terminado de comer y de repente Luis se echa a llorar y se lleva las manos a la cara. María y los niños no entienden nada de lo que le ocurre a su padre. Ellos se miran entre sí intrigados.) MARÍA: "Pero ¿qué te ocurre?". (Luis no responde, pero está cada vez más turbado, como apunto de explotar.) MARÍA: "¡Nos vais a matar... Sois unos asesinos, eso es lo que sois, unos matapadres!" (Luis sigue sin reaccionar, pero se adivina una tormenta en su interior.) MARÍA: "Veis lo que le habéis hecho a vuestro padre"... (Luis parece animarse y comienza a hablar.) LUIS: "No pasa nada, ya lo solucionaremos. No os preocupéis y vamos a terminar de comer antes de que se derrita el helado tan rico que ha preparado mamá, ya he tenido suficientes emociones por hoy", comenta como distante. MARÍA: "Tu hija está embarazada y tú como si tal cosa"... LUIS: "Me gustaría saber de vez en cuando lo que es comer tranquilo, así que ya discutiremos los problemas luego". (María pone cara de no entender nada o como si de repente descubriera a otra persona en su marido.)
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MARÍA: "Pero luis... LUIS: (Cortándole) "¡Después!" (Comienzan a comer con rapidez y en silencio. Sólo se oyen las cucharillas contra los platos. Después de acabar con el postre a toda velocidad, los chavales se levantan de la mesa.) HIJA: "Bueno, me voy que me espera mi novio para ir al cine". HIJO: "Espera que yo también salgo, he quedado con los colegas para ir a patinar". (Salen y el matrimonio se queda a solas. Un espeso silencio se abre entre ambos.) MARÍA: "¿Has dejado que se vaya sin decirle nada?" (De nuevo un silencio se abre entre la pareja.) LUIS: (Como reaccionando) "Todo sigue igual: comemos entre insultos y problemas, sin tener nada agradable que contarnos, y con la misma rapidez para acabar cuanto antes y vernos las caras el mínimo tiempo posible". MARÍA: "¿Qué esperabas, que cambiase todo de la noche a la mañana?"... LUIS: "La verdad es que ya no sé lo que espero, pero sí sé lo que tengo"... MARÍA: "Bueno... ¿me dirás ahora lo que te ocurre?... porque a mí no me has engañado con eso de que no te pasa nada". (Luis ya no puede más, se lleva las manos a la cara para ocultar unas incipientes lágrimas; parece que va a reventar. Tras un silencio, se decide a hablar.) LUIS: (Quitándose las manos del rostro) "Bien... te lo voy a contar... ahora que se han marchado los niños". -dice entre sollozos y hablando con lentitud- ..."Esta mañana fui con una gran ilusión al centro de estudios... Al llegar había un gran alboroto en la puerta... Todos los alumnos estaban en las escaleras y en la entrada del edificio... Discutían y discutían entre ellos muy cabreados... y había también varios policías... Entonces, me contaron que los de la academia de mendicidad, una vez que cobraron lo de nuestras matrículas y libros, desmontaron la oficina y se largaron sin dejar rastro... MARÍA: "¿Pero cómo pudieron hacer eso?" LUIS: "Ya lo creo que pudieron... (María se queda en silencio sin dar crédito a lo que oye.) MARÍA: (Reaccionando) "¿Y qué les digo yo a mis padres?" LUIS: "Ya te lo dirán ellos"... MARÍA: "¿Ellos?" LUIS: "Sí, lo que suelen decir en estas ocasiones: que no debiste casarte con un fracasado". (De nuevo el silencio se espesa. Los dos dejan de mirarse y bajan la vista al suelo.) LUIS: "Ahora ya sabes lo que me pasa", dice apagadamente y llevándose las manos a la cara de nuevo. MARÍA: "Está visto que, en este mundo, hasta los mendigos fracasan"...
FIN
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