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EL ESFINTER DULZÓN DE LA FE CARLOS MARCOS
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EL ESFINTER DULZÓN DE LA FE CARLOS MARCOS
3UyORJRJosé María Marcos ,OXVWUDFLyQGH7DSDSalvador Marcos Buenos Aires: Editorial La irotide; 1999
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El esfinter dulzón de la Fe PROLOGO José María Marcos.
En la gestación de "El esfinter dulzón de la Fé" (por aquel entonces "Fé de Ratas"), el autor me dijo que el libro estaba dedicado a Antonin Artaud, y a mi persona "por ser hombres de verdadera fé". Primero lo tomé como un elogio, pero luego comprendí que esa afirmación era la lápida que custodiaría para siempre el pozo eterno de mi lluviosa alma. La misma que custodia el cuerpo ya desaparecido de Artaud. Viajábamos en un colectivo para Pompeya, en ese momento. En el camino, me explicó lo que no pude sentir hasta varios meses después. Si bien lo escuché con mucha atención, no pude llegar a comprender que con su relato quería develar el misterio de la condena que pesa sobre nuestros cuerpos. Y, sin embargo, esa fue su única meta desde la concepción del libro. En sueños, me mostró los primeros borradores. Escribió sobre sombras las alucinaciones que más lo frecuentaban, que más deseaba amputar. Recordó esas tardes en las que viejos harapientos entraban a nuestra habitación y preguntaban por "Bety", con el único propósito de engañarnos y quedarse con nosotros para el resto de la eternidad.
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Eran habitaciones llenas de polvo, que, de a poco, se iban poblando de gente que era expulsada del gran banquete. Aun recuerdo esos sueños que lo llevaron a escribir esta novela. Estaba hasta nuestra abuela materna, haciendo las tortas fritas que más nos gustaban. Con su relato sólo pretende alertarnos sobre la certeza de que todos seremos juzgados por el gran guardián de la caída sin retorno, sin abismo. El portero de una caída sin color, única alternativa de las criaturas que andan por el mundo trasladándose lentamente, a paso errante. "Los tornados de las almas torturadas suelen ser devastadores. La destrucción suele presentarse agradable y sensual, en el medio del dolor. Nadie logrará escapar a la tentación del suicidio", le advirtió el guardián eterno antes de escribir estas páginas, pero aceptó el desafío. Tuvo que soportar muchas apariciones y trágicas visiones, pero no se detuvo y vomitó esta obra, que tendrá el solo propósito de terminar en el fondo del pozo, junto a la sonrisa de los condenados, único registro de resignación y de lucidez ante lo inevitable.
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El esfinter dulzón de la Fe - Fe de Ratas - (*)
Algunos de los acontecimientos que aquí se narran son imaginarios. Ninguno de los personajes que germinan en este libro corresponden a una persona real sino a muchos sujetos que a veces se denominan humanos. Este libro fue escrito el año próximo y relata historias pasadas hace mucho, mucho tiempo.
(*) Descubrí tardíamente, que este pequeño subtítulo ahora transformado en subtítulo- correspondía a un relato de Jorge Asís, que daba título a un libro de cuentos breves. Relato que no he leído hasta el día de hoy, aún advertido de su existencia. ¡Qué Dios se APIADE de mi si soy vencido por mi maldita curiosidad!
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«Epígrafe para un libro condenado» Charles Baudelaire Lector apacible y bucólico, hombre de bien ingenuo y sano, tira este libro saturniano, que es orgiástico y melancólico. Si tu retórica no hiciste con Satán, astuto decano, ¡tíralo! me leerás en vano, o creerás que a un loco leíste. Más si su hechizo no te inmuta, y el abismo tu mente escruta, léeme y sabrás amarme, amigo: Alma curiosa que penando tu paraíso vas buscando, ¡compadéceme! ... ¡o te maldigo!
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(I) «Dios se ha teñido de intemperie» (Relato del Primer día) Claro está que yo jamás había oído hablar de él. Ese bello y locuaz personaje que desde dentro de mi cuerpo solía regalarme alguna que otra gallardía criminal. El, en instantes de soledad me regalaba historias, me relataba epopeyas, me contaba las hazañas de todos los héroes y guiaría mi imaginación, junto con mi juicio, a límites muy lejanos de la cordura. La mayor parte de las anécdotas que puedo relatar de este pequeño ente poco indefenso, carecen hoy de interés; no así lo que me ocurrió la última mañana justo antes de arrojarme al vacío por el balcón atado por el cuello a una fuerte soga profundamente amarrada al barandal, con el fin de que el violento tirón me quebrara el pescuezo y acabara rápidamente con el sufrimiento de mi comprensión. Todos podemos hablar -me dijo esa mañana- de personajes míticos, históricos, religiosos, personajes de la literatura o de cualquiera de las artes, hasta personajes de la vida real... por mi parte -objetó bajando la voz- te voy a relatar la historia de un ser que es todas esas cosas, alguien del que nadie ha oído hablar, alguien que nadie a pintado, escrito o nombrado, alguien jamás visto. A partir de ese momento quedé a merced de este sujeto y su narración que han llegado a tornar mi vida insoportable. Me he cuestionado el por qué continuar en las tinieblas y la frustración, me he cuestionado los beneficios de acabar con la propia vida y junto con otras apremios he tomado la decisión anteriormente relatada.
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Transcribo aquí esas palabras brotadas de algún lugar de mi cuerpo que aún desconozco, en mi sangre no se han perdido los balbuceos de aquella escena, sólo se ha filtrado rocío desde la pálida luz al maligno hechizo que reina en mi inmovilidad...
[ ...................... ] La humanidad recuerda dos experiencias de aniquilación redentora, dos grandes catástrofes creadas ante la malicia de los hombres, dos promesas de expiación ante los crímenes y el veneno. Una fue el llamado diluvio universal y la otra la muerte de Jesucristo. Pero lo que nadie recuerda, porque quiso Dios que fuera borrada de la memoria colectiva, fue la última destrucción/construcción del mundo. Dijo Dios: -¿Por qué pareces una prostituta tiempo mío, si conformabais mis mejores sendas?, te has vuelto meada de asesinos, tus ojos han mutado en basura y nada da sabor a tu vida, ni siquiera el vino. ¡Venid, subid al cerro de mis pezones, me desquitaré y vengaré de mis enemigos, limpiaré vuestra boca y vuestro cuerpo de impurezas en el fuego a donde os arrojaré sin violencia alguna pero con sumo placer!Creó el Altísimo para su propósito dos objetos nuevos en el mundo, una criatura satánica de existencia antinatural, un espécimen sin alma, un ser antiquísimo llamado Solrak, destinado a guardar el segundo objeto de la creación divina: un pozo de fuego y de azufre ardiente donde apiló los cuerpos de la antigua ciudad luminosa: «...Picos de mil menudas llamas rojinegras lamías los cuerpos encadenados, las ampollas que abundaban en la
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piel de los condenados reventaban de a una en una, los cadáveres que aún contenían sus almas estaban cubiertos por un chamusque negro y brillaban por el baño de azufre. El ardor riguroso hacía que los vientres reventaran mientras un violento murmullo acompañaba la consumición final. La hoguera oscura, antes, ahora tomaba una monstruoso color negro sembrada de millones de calaveras y almas en pena...» La nueva humanidad no sospecharía nada, un nuevo linaje reemplazaría al anterior sin testigos, solamente Solrak y su Pozo en algún lugar poco accesible, serían ese plato de arroz mal tejido, el ojo de Dios que supura lentamente con llamaradas en la ceremonia impura de morir lentamente. Los seres humanos comenzarían nuevamente sobre los hombros de una terrible fosa, volverían sin saberlo a incurrir en los mismos errores, dibujarían reincidentemente una moral tan caricaturezca como la anterior, la ebriedad besaría sus cuerpos nuevamente encerrados en pretextos de barro, volverían a esa languidez de espíritu que hace de los pensamientos reflexiones tan ligeras como un trapo, una grotesca comicidad triste donde la historia humana no puede sostener ningún presente sólo por que pesa tanto que habría que labrar un futuro ideal pero que no existe... Dios observó con complacencia su artilugio y con repugnancia el discurrir del tiempo... al cavo de varias años el monstruo no había mejorado, solamente se había vuelto más astuto... Con la mirada en el mundo percibió Dios el dolor que manaba de esos seres y con un placer casi enfermizo por ese dolor, contempló los movimientos humanos en una visión sacrílega de los hombres, mentes embriagadas
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propagando el alma de las cosas, niños que han mamado de sus madres veneno y lo han esparcido hasta en el fondo de las peceras más transparentes... Dios había construido una moderna vía, segura y confortable pero lejos de donde pasaba el tren... dos o tres lágrimas escaparon de su ojo izquierdo, lentamente primero, un poco más rápido después, hasta que fue armándose un surco en su mejilla, una zanja, un cauce de vidrio candente, un torrente ácido que llegaba hasta sus pies y lo consumía, lo derretía poco a poco, se disipaba con la grandeza de la parcimonia y con el espanto del cristal derretido; durante varios miles de años lloró y contempló su labor final y con ese vacío desapareció su consistencia... un fresco pintado por El mismo es quien ha tomado su lugar, un cuadro que consagra a todos los lagos a uno sólo: al más profundo, al de cristal ardiente, al que consume y no perdona: «La deseperación».
«...innecesario pudor que venereamente brota, aullidos virtuosos cuando las comisuras laten, y los ángeles sorben sangre y las aves beben sangre y los vampiros ingieren sangre y Dios abreva el plasma... y se encarnan sus alas, en el torrente de almas y en el cuerpo negro la vértebra escasa...»
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(II) «Una semilla de mostaza toda garabateada de profecías» (Relato del segundo día) Una lenta procesión de garabatos o seres garabateados comenzaron el éxodo desde aquella ciudad-réplica-textual, tan igual pero no exacta, la exactitud era un don de ese Dios que los había abandonado a su suerte... fortuna, destino, azar, ventura, éxito... un hado de felicidad-fatalidad... la suspensión eterna de toda voz perpetua. Solrak observó desde muy lejos a un hombre fornido de una contextura exorbitante, dejó que se acercara lo suficiente para verle el rostro y luego tratar de detenerlo, él conocía a los humanos pero nunca había visto a uno, quería saber como era un ser humano vivo. Traía un semblante descompuesto rodeado de cabellos revueltos y una claridad poco común; con un caminar firme pero con la torpeza de los depravados se acercaba al secreto celestial. -Quienquiera que seas, impertinente visitante, no te acerques a lo que no entiendes, interpreta mis palabras sabiamente y huye mientras puedas, morirás sin remedio si te acercas.- gritó el centinela. Sin pararse un instante el visitante comenzó a proferir algunas palabras en diferentes lenguas como si tratara de encontrar el lenguaje adecuado, mientras tanto daba un paso tras otro y no se detendría hasta llegar a unos pasos de Solrak.
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-¡Detente maligno varón o tu vida no valdrá la de una mariposa hipnotizada por la luz!-No soy humano Solrak, provengo de la misma mano de quien te creo con la intensión de sostener este secreto...dijo el extranjero pausadamente. -¿Cómo has llegado hasta mi y esta excavación desconocida? ¿quién te ha hablado de mi, de mi nombre, de mi misión?-Sólo lo se y también se que sólo tienen acceso quienes son como nosotros, es algo que llevo en mi sangre... es mi destino... mi nombre es Zanjar yo ya sabía del tuyo...-¿Por qué estás aquí?-Para arrojarme a ese execrable pozo y disiparme de una vez por todas...-¿Cuál es tu motivo?-He demostrado el obstáculo de la determinación del orden temporal, me he opuesto al hecho de referirnos al tiempo como una constante medición de un curso, suponiendo al hacerlo que ya sabemos como medir el tiempo; puros engaños con los que ha jugado el hombre... he duplicado todos los movimientos en el universo y el cosmos, y nadie ha sido capaz de discernir o al menos y quizás medir ninguna diferencia en absoluto... ¡han seguido normalmente sus vidas...!-Solrak seguía sin entender nada, pero lo dejó continuar...-
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-Siempre he trabajado más de la cuenta en el conteo de lo preciso, no estoy seguro de poder huir de este mundo, me veo en un eterno pago en cuotas de una seguridad falsa que como único y último pago exige la muerte; mi insistencia en afirmar que yo mismo, el tiempo sin forma, personalmente derrotaría los contornos atormentados del vacío que me arropa, estaba basada en la peor de las imbecilidades: el tiempo transparente... que sigo siendo yo mismo... y por eso estoy condenado...-Espero, querido Zanjar, un día en que una fuerza extraña robe tu heroico dilema para colgarlo al sol y que se reseque de una vez tu ceguera... ¡ya estabas condenado!... el vacío temporal es una amenaza a la que podemos enfrentarnos con la única arma que existe y que es el vacío mismo...-Siento las fuerzas del mal que empiezan a arreciar en este paraje extraño y en el mismo instante la actividad temporal cesa, demuestro así un sórdido egoísmo malsano y arrasador... debo dejar mi espina dorsal aquí...; en sueños oí la risa histérica de un loco, tan rítmica como yo mismo, esa misma risa petrificaba el universo, razonaba áspera y con semejante estrépito helaba los músculos de quienes la escuchasen... yo la he oído...-Es imposible mediante la lucha absurda tratar de reformar parcialmente la esperanza de la armonía. Abolir, desintegrar y quebrantar todo hasta el origen. Libertad en el espíritu es lo que ansío, libertad verdadera, no su imagen o lo que es peor su más grande engaño: el tiempo, su equilibrio y su coherencia, preámbulos todos del engaño actual...-
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-Una lentísima deformación de cuerpos inmateriales recorrida por espectros luminosos que se friccionan la piel con aceite y arena haciéndose impenetrables y un silencio absoluto acompaña esta metamorfosis de gestos...-Renuncio a todos los alimentos impuros, a la ceguera, a los barrotes y a los perfumes mentales...- y mientras se arrojaba al pozo de Solrak no dijo una sola palabra más. Solrak sólo fue testigo, sin inmutarse, estático, fijo.
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(III) «El Alma tan baldía» (Relato del Tercer Día)
Hacía ya mucho que Solrak no esperaba, cumplía su destino y en ocasiones sentía el placer del sol sobre la piel, raramente estaba atento a otra cosa que no fuera su pozo. Pero con los últimos acontecimientos había descubierto que esa caldera maloliente que custodiaba volvía a prestar utilidad. Una elevada forma se erguía, silenciosa, en la pálida aureola de la mañana. Una osca silueta de hombre obeso y mal formado por el sobrepeso se acercaba renguiando a lo lejos. Solrak sólo pudo verle la cara de niño exorbitante cuando los primeros lamentos llegaron a sus oídos. -...hay manadas de tontos, que con un furor demente, afirman que pueden mostrarnos la solución a cualquier ferocidad de la vida. Con argumentos teóricos, fingiendo dignidad y coherencia, nos pintan con enorme indignación eso hay que reconocerlo- lo mal que va el hombre en su odiosa pequeñez y todos sus insultos solitarios. Cuando la inferioridad del hombre egoísta queda afianzada -aunque no siempre sea así- nos turban con argumentos que corren como el viento de los torbellinos de los huracanes que nacen de la montaña y los climas pocos convenientes cerca de los trópicos en donde el hombre sólo se aísla de los polos en un mar cargado de tormentas... ¿qué diferencia hay entre proponer a un desesperado un mundo distante y colorido o la civilización del deleite...? pura filantropía...-
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La mole pasó de largo por delante de la entrada del pozo, por un momento dirigió su mirada a Solrak y sorprendido interrumpió sus mascullaciones. Sin preámbulos, frente a un Solrak espectante, dijo: -Se ronda por el mundo con un corazón obsceno en una extensión vacía hasta extinguirnos...Yo soy Vitriol, desvirtuado por el aplastamiento, por supuesto... ¿y Usted?El rostro de Solrak se presentaba casi negro, en una calma perfecta. -Soy quien preserva la frialdad de estos colores de la viva luz del mundo- Dijo Se observaron, se abandonaron a la penumbra particular de e incomprensible de adivinar sus espantosos pasados, sus desgracias, sus más temidos asombros. Vitriol había calado en el alma de Solrak y navegaba en el interior de su cuerpo mientras profería frases que alentaban lo violento de su realidad. -Quiero como cena a mis enemigos y como postre a sus mujeres, para poder dormir sobre sus cadáveres, soñar sus sueños y despertar glorificado. Quiero un escalofrío de cualquier talle, por que el deseo de morir es cada vez más lógico, más atractivo.... mi vida simplemente es una imagen de mi tristeza...Observó el pozo como a una pintura, en nada se parecía a lo que había imaginado, flotaba una penumbra
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que entristecía el espacio entre Solrak y él, pero que no entorpecía la comunicación que habían entablado casi sin hablarse. -Guardo en el seno de mis recuerdos, imágenes, facciones, trozos de elocuentes discursos, fantásticas ideas, brutales juegos, reencarnaciones que pujan por incomodarme, caricaturas de gruesos nombres... todo mezclado y tratando de perforarse unos a otros por un pedazo de pan. Esa es la vida auténtica, comer tierra y arroz barato... la dignidad ha tenido siempre el precio del pan.-Vitriol, tienes la cabeza llena de muerte tanto como yo y al igual que otros todas las mañanas acaricias su esencia maldita dentro de ti... la acaricias y se expande... ¿Por qué no calmar tu dolor en mi pozo?Vitriol continuó con su discurso sin escucharle pero atento a sus ojos, sin embargo respondía la verdadera incógnita que Solrak tenía de él. -Hemos deteriorado el placer por vivir.. revivir el espíritu de los conjuros y maldiciones es rechazar abiertamente una alianza con lo arbitrario y sobre todo negarse a que se nos haya quebrantado la satisfacción por hospedarnos en esta vida... ¿podemos ilustrar la desesperanza? ¿es una unidad autosuficiente? ¿podemos sembrar un huerto en el fondo de la desesperanza?... he intentado escapar de este sentimiento tratando de negar todo, el abandono de la Deidad y el abandono de mi mismo... he utilizado un fertilizante químico a base de humo de crematorios, sueños de epilépticos y sangre de Dios. Pero el vacío te mata el corazón de hambre, te hace
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implorar, llorar, gritamos llorando, lamemos la pared buscando una gota impura...Para Solrak ha llegado el esperma que ha estado madurando en el regazo de los dioses, la fuerza impetuosa de un misterioso concepto... se compromete y se traiciona gritando: -¡Vengan a mi los mortalmente cansados, hay lugar aquí para ellos, no rechacéis éste pozo penetrado por los claros rayos de la expiración y los gorgojeos de la muerte!Vitriol sintió en su horrible osamenta el escalofrío de la mordida precisa, el bastonazo en la encía, la luz penetrante en la retina abierta... y ya no había remedio. -Me reencarno de cuerpo en cuerpo mediante muertes y resurrecciones constantes dentro de una lista inmensa de mujeres obscenas, obcecadas todas en encontrar para cada hereje una hoguera... pero ya no más... por que a pesar de la falta de horror los rumores son confusos, el abatimiento es general, nuestras manos permanecen quietas y los pies clavados... debo apagar súbitamente este horroroso espectáculo...Y así, acompañado por un tenue zumbido se dejó arrastrar por su abatimiento como un montoncito de arena por el viento. -El fruto del árbol prohibido, simplemente fue una relumbrante cogida, el lujo de reconocer sólo la plenitud de lo no conocido con quien se recorre el camino del orgasmo... en el resto de las cosas nos mueve la inmovilidad más absoluta...- Dijo Solrak sombrío y tomó asiento sobre su roca preferida.
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(IV) «Las Recuerdos Pueden ser Coloreados y a Cada Color le Puede Corresponder un Número...» (Relato del Cuarto Día) De pie, junto al exuberante pozo, Solrak aguarda. Ya ha pasado demasiado tiempo desde la última visita y como la agudeza del hambre que va a ver a sus padres, el vacío se presenta en sus repletos estantes, es menester aguardar, es su destino tan puro y límpido como los pocos recuerdos que conserva. Vió de repente una imagen poco común para aquellos parajes, una dama con paso firme se acercaba hacia él. Caíale un mechón de puro cabello negro, sus ojos llameaban lascivos, tan grandes y verdes que podrían reconocerse en plena oscuridad, una frente muy amplia y pálida daban el marco justo a unos labios apenas delineados con una mueca de disgusto. -¡Ningún divino inmortal ha sido lo suficientemente piadoso, como para permitir que tan bella dama no sea deborada por mi pozo!.- Manifestó en voz alta Solrak. -¡He visto la hembra que empollaba la luz, he visto al macho que se inclinaba ante la oscuridad... aquí me tienes querido Solrak, soy Naxxor y mi destino es lo profundo...!Dijo gimiendo las últimas palabras como queriendo dar respuesta a la afirmación de Solrak. -Bien sabes Naxxor, que el frío tierno contiene agua bendita en cantidad suficiente para que, al convertirse en
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amable recuerdo, el fuego del infierno no lo haga reventar. ¿Por qué habrías de morir hoy?-El mundo dice más que las portezuelas abiertas del mismo infierno, yo me apretujo y descargo mi sangre en sus arroyos, pero el mundo olvida Solrak, omite, suprime y prescinde de lo estático de la animosidad, ahí, en ese mundo, ya estaba yo muerta...La mujer frenó sobre sus pasos de repente, se limitó a aguardar manteniendo una actitud ofensiva, el guardián la escrutaba mientras en él crecían infinitas preguntas. -¿Por qué a tu alrededor has construido un callejón sin salida, un lugar donde siempre todo es frívolo y perfecto, por qué tienes inútiles consideraciones con esos inútiles recuerdos?, dímelo,- agregó. Una lagrimilla brotó de la atribulada mujer y un silencio breve cubrió su fatigado diálogo. Súbitamente, con una voz nacida de lo desconocido, Solrak gritó: -¡Muéstrame, pérfida sagrada, la visión sublime de la sangre de quienes resisten, dame el placer de calmar mi sed con sus tétricos lamentos, bríndame el placer de comprender tu receloso propósito! ¡Se ingenua sólo una vez, mientras tus pálidos recuerdos descienden al infierno!. Sobrevino el silencio y con una voz ligera comenzó el relato de Naxxor. -Una tarde apacible en que caminaba por un barrio de una pequeña ciudad, una de esas tardes del mundo, largas,
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inacabables y calurosas, encontré un anciano sentado en el umbral de su casa. Un senil hombre del que recuerdo sólo sus manos, sus gestos y sus palabras: «Podría yo aniquilar tu indolente existencia en cualquier momento» dijo, atrapándome en su discurso, «Domina tu sorpresa y contén tu mente así como los ojos dentro de tus órbitas, calma el llanto... he venido a que veas como es la muerte...» y blandiendo un pececito entre los dedos arrugó la frente y aterradoramente dijo: «No te preocupes, vivirás lo suficiente como para tocar lo voluptuoso de cada sol por la mañana y repetirás desolada: DEBERIA ESTAR MUERTA cada una de esas mañanas...» y engulléndose el pescadillo se disipó. Aquella tarde no pude concentrarme pensando en las enormes alcantarillas que hubiesen sido necesarias para desagotar la falta de oxígeno y toda la mierda acumulada una y mil veces en ese montañita de ser humano muerto en cuerpo y alma. Pero, desde ese día nada ocupa mis recuerdos sino ese hombre y sus frases.El guardián movió su cabeza, con un rostro sereno y serio, asintiendo: -Yo, me antepongo a la voluntad única, al solo objetivo, a asentar sólidos cimientos. Y aprecio el deseo de destruir la cohesión y la disciplina, sembrando una inmensa extensión de antivoluntades en la gloria perpetua, en una cabeza desbordada de ideas de suicidio. Pero, ¿por qué estalló en ti lo que te sustentaba?. -Mi cuerpo se aferraba a una convicción, a una seguridad, a abundantes reminiscencias y recuerdos... tantas veces había declarado haber descubierto la razón de mi vida en esta tierra, que mi ser se descomponía en intentos de esquivar las circunstancias donde germina la
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responsabilidad, mi responsabilidad... ¡advertí mi engaño, por un momento estuve frente a mi misma...!. -Recorrí todas las dignidades que han hecho de mi lo que soy y me he opuesto con ellas a profetizar, me lavé los ojos con los fluidos de los locos, afirmé la insensibilidad de los muertos y por último infecté mis dogmas para ver belleza en la excresión... ¿Qué más advendrá...?Sin admiración Solrak esperó una batalla, ella desafiante y él flemático, ella amenazante y él álgido, ambos como limpias inversiones de si mismos... ambos aceptarían su destino. -¿Eso es todo? ¿Qué eres sino una lisiada? Un ser con un inconfundible deseo de permanecer en el mismo sitioDijo el Guardián. Armoniosa y rígida como las entrañas pútridas, tratando siempre de sostener el último suspiro, trató de descansar en los brazos de una única esperanza. Un horrible desgarrón le mostró las extremidades en que descansaba y la sangre brotó lentamente creando una hermosa mancha, volvió a caer sobre las piedras, su lengua palpitó mientras se le iba la vida, vio que el mundo se ponía rojo, los dedos de Solrak la tomaron rudamente por su garganta y abandonando su posición pasiva la arrojó al pozo... Vio su sangre, vio su carne, vio su cadáver y sus mejillas, inclusive observó sus aires estancados, pero nunca experimentó sus ilusiones... -Estallido gozoso que aplicando castigos funde, flotantes, las vestiduras... donde vaga el poeta muerto... dos ojos, dos brazos, varios dedos, ambas piernas, cientos de
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huesos, una sola y bella miseria... ¡amor!- Proclamó, el centinela con apetito.
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(V) «...por lo tanto existe una secuencia de entrada a la infinita culpa» (Relato del Quinto Día)
Recostado en su gran roca, Solrak abstraído reflexionaba sobre el discurrir de su existencia, cada vez que un pensamiento lo asaltaba al confín de sus entrañas, algo lograba distraerlo. Otro de esos protagonistas de su infortunio, otro ser que a paso vivo recorría la distancia, otra imagen que se acercaba abreviando el espacio vacío entre ese objeto y su mirada. Una niña de color, de piel oscura y resplandeciente, diminuta y lejana, una niña... ella se acercaba pero sin llegar, demoró mucho tiempo en arribar, se hizo presente enteramente envuelta en sombras, aunque había sido avistada por la mañana ya había caído la tarde. -¡Aléjate pequeño párvulo!, estas no son regiones para quien no ha vivido lo suficiente, permanece de pie y en silencio escucha: ¡En este paraje solo acontece la muerte, regresa deshaciendo la senda por donde has vagado, apártate cuanto puedas del ocaso de tus días!La niña lo escuchó con respeto, en silencio, lacónica, triste, como con la expresión un tanto ausente. Cuando Solrak hubo acabado su pregoneo, replicó: -He aquí el único hombre que enardece, exalta y revive el maravilloso contorno de una mujer hundida hace años en el cemento y atrapada al fin en el cuerpo candoroso e
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ingenuo de una niña- Dijo con la seguridad de quien a visto y vivido. -¡Saludos torpe Solrak!. Sabía que no me reconocerías, casi nadie lo hace últimamente, ni siquiera se concibe ya mi existencia, nadie reflexiona o piensa en mi... un maldito examen de conciencia los atraparía en la desesperación y rápidamente los hundiría en el sepulcro...-Ahora puedo reconocerte, tu voz es inconfundible...dijo Solrak y saliendo de su fascinación continuó: -¿Sería posible comenzar una guerra contra una imagen?. Nosotros que podemos adoptar diferentes formas: ¿sabríamos que aspecto adoptar contra una imagen?-Soy el único ser sin una imagen precisa, un ser en el capullo de la hierba, el único espanto en las llamas de los impíos... he logrado que la obstinación se atrincherase en las habitaciones del mundo extremo y he propuesto un tratado de paz que contiene las bases para una nueva guerra... mi propia muerte...-
-¡Vete insidiosa aparición! y regresa a morir bajo otra forma, ¡vete de una vez!-Nunca regresaré por donde he arribado, sino por la sangre de los que hice pedazos y por los que quedaron erguidos... debo morir por ellos y por mí también.-Te pido pérfida y desleal niñita que me des cinco razones y os arrojaré yo mismo a lo profundo de este pozo lejano y rancio- Arriesgó Solrak al borde de su desesperación.
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-Bien, irritante Guardián, acuden a mi todas las razones que solicitas1-He borrado la deleitosa costumbre de los hombres, de sujetarse los testículos mientras un poema pleno les aflige el alma. 2-He abierto los ojos tan grandes que hace muchos años obstruyo el sol y las promesas de las estrellas. 3-He inventado la púdica transformación del ajetreo interminable, que bautiza constantemente a quien desea tranquilidad. 4-He sido la criatura que por siempre he acechado a la humanidad; si se quedaban quietos los masticaba lentamente, si corrían un golpe les daba en medio del cráneo y si me enfrentaban los dominaba... la estirpe de lo humano no tiene salida. 5-Tengo los dientes mellados de mordisquear, torpemente, los cráneos humanos y los dioses oscuros... El Guardián, desolado ante tamaña explicación, optó por el silencio. Pero íntimamente sentía que la muerte derrotaba su razón de ser, que la muerte allanaba el último obstáculo que se opone al completo dominio del secreto de la tierra y su inclinación por la penumbra. La macilenta corriente actual de palabras desnudaba su adormecimiento. Deseaba detener entonces su carrera triunfal, apenas si podría intentarlo, puesto que se habría perdido el último sueño posible y con él su misión tocaría el fin...
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Y tratando de desbaratar la situación, Solrak habló con solemnidad: -¿Por qué vagan por las calles tus aliados?, ¿no ven la debilidad de sus miradas?. Confía en mi, así como en el recuerdo que tienes de tu niñez aterradora, hoy he visto el tumulto del silencio y las formas tenues del veneno y los templos de mi alma examinan flores, flores de los muros, flores de las cuales no has advertido nunca jamás...-Ya te he dado suficientes razones, mi terco Guardián, pero aun así deseo complacerte hasta el artazgo de razones...- aseveró la niña elevando sus cejas. -A principios de la creación del mundo, tras una terrible batalla, un saboteador de origen incierto, fue atrapado por causar un derrumbe en el puente que comunicaba al espíritu fatal de Dios con su bondad. El mundo, los seres humanos llegaron tras este incidente y no les quedó mas remedio que emprender el viaje de regreso a la fatalidad, al infortunio, lamentando de por vida su mala suerte... Nada más que una parte de las infinitas cosas que les suceden comportan algún sentido y el resto, inmenso resto, no les acarrea más que desesperanza, ignorancia y desencanto, y hacen que estas pequeñas cosas no tengan significado.Solrak estaba vencido una vez más, silencioso, cavilante... la niña aprovechó sus dudas para continuar: -¿Por qué corre mi maquillaje negro al museo de fulgurantes ojos?. Quien ha muerto en vida sabe de la angustia del heroísmo. ¿No podría negarme a mi misma la respuesta negativa? ¿No podría combatir con mi espíritu en vez de comerciar con él?...-
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La extremidad osca del custodio abatido, la tomó sin brutalidad de los cabellos rizados y negruzcos, sin ira, sin el menor ímpetu la transportó suspendida hasta colocarla encima del pozo. Solrak entreabrió la mano... y fue suficiente.
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(VI) «¿De qué lado quedaría el alma y la Fe en una persona cortada longitudinalmente y mantenida viva?» (Relato del Sexto Día) En contadas oportunidades, en la superficie escamada del tiempo arrebatada de su caprichosa volubilidad un ser es fuerte; muy raras veces en el trascurso de una vida el individuo se siente rozado por los hilos que rigen sus destinos y es él quien ya no cree haberse liberado de las bandas que lo mantenían asido y se siente temeroso más que esclavo, eficaz consciente, un ser robusto más que cualquier enclenque existencia. -¿Quién llora así...?- resonó una voz a la distancia haciendo eco en el alma estática de Solrak que, explotando su soledad, lloraba ácidamente. -Quién llora así, sino una antigua estirpe podrida y negra, hecha de arcilla bajo un arbusto empapado de viscosidad. ¿Quién llora así?- repetían las palabras aún más cercanas. -Quién llora así sino la imperfección del metal ardiente que adorna una vida sobrenatural y grotesca. ¿Quién llora así?- Exclama un hombre imponente y trágico que se acercaba lentamente al gran pozo. -Quién llora así sino el que desvergonzado que reniega de cualquier Dios bañándose en roca líquida y candente. ¿Quién llora así?- Dijo Apehc suspendendido frente a Solrak con un tono aún más trágico prosiguiendo su arenga:
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-Nosotros lloramos así, los que trazamos caminos llenos de agua y barro, caminos aún difíciles para nosotros mismos. ¡nosotros lloramos así!, malos humanos que nos desilachamos en líneas de sangre...Y sin agregar una sola palabra más, ante los ojos espectantes de Solrak, extrajo su pene. Tomó con los dedos índice y anular un pequeño filamento que sobresalía del miembro en erección. Sin siquiera un gesto de dolor tiró de la hebra y fue descociéndose a la mitad en dos bifurcaciones exactas, dos hemisferios de un ser único. Solrak encendió un fósforo para iluminar su cerebro, con lentitud y reticencia se movió con curiosidad, apretó los puños y comenzó a temblar, un sudor frío le recorrió las nalgas y tuvo miedo de vomitar. Intentó desaserse de los anhelos que llenaban sus ilusiones, quedó sentado e inmóvil un momento y luego de sentir que su estómago se acomodaba nuevamente en el lugar, corrió, corrió desesperadamente tomando un camino de tierra que rápidamente lo conduciría lejos de su espanto, lejos de esa impresión suave y sedosa pero terrible como una araña grande y peluda caminando en su rostro. No pudo malograr sus evocaciones, regresó a su pequeño refugio y volvió a observar desde el principio todo lo que ante sus ojos había ocurrido. -¡Amado Solrak! ¿Por qué lloras de ese modo?- se escuchó decir a una voz que emergía del vacío entre los dos medios troncos que se incorporaban como por un movimiento mecánico.
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-Me siento abrumado Apehc, me han dado malos presagios esta noche y aunque trato de olvidar... esos presentimientos han absorbido mi alma-Modela un alma, tu alma Solrak... viólala, enajénala, es el único modo de ser el tendón de la carne de su espíritu, del cual esa alma pérfida, se enorgullece...-¿Por traes a mí un manantial oculto y haces balancear el péndulo del brujo que con violencia roe los muebles y la carne del rostro humano?, y así con tranquila obstinación me perturbas- agregó Solrak y como respuesta halló otra sentencia. -La mugre se encadena así misma y el fango ha dejado de llorar, sin duda por que tu vida se alza contra una pared de impotente rebelión, mastica bronca, alarga tus enfermedades y le da exactitud al retardo...-¡Vasta Apehc! impaciéntas mis parásitos, responde sin rodeos. El alma crece sin que el cuerpo se extienda un centímetro. ¿Sabe la vejez del alma algo de si misma?. Si apenas cabe en un cuerpo. La senectud, a veces, se esparce por todo el cuerpo, lo que no quiere decir que alcance nuestra alma... sino que la cadavérica vejez se halla al asecho de alguna pequeña incisión en nuestra voluntad. ¡¿Dónde se aloja tu alma?! ¡Habla!-¡Lo que cuestionas ya no me interesa!, intúyes que tu oreja derecha siempre quedaría del lado derecho, tu pierna izquierda siempre del flanco izquierdo, el ojo derecho en el perfil derecho, el izquierdo en la silueta izquierda... ¿pero serías capaz de amar?... ¡Contesta tú!...-
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-Las almas rígidas no pertenecen a la vida, su imposibilidad de crecer las convierte en algo inútil, un lastre, unas cadenas que tintinean burlándose de los incautos que se maravillan de su sonido, ¡tú, Apehc, has podido separarla, distanciar esa sala inerte, donde braman los sueños y ese paisaje que en vano trata de despertar el vuelo...!Apehc prolongaba dos lágrimas distantes, una en cada ojo, regordetas, lejanas, alejadas, melancólicas y por sobre todo ansiosas de alivio. -Oh suave Solrak, no es la pasión la que me mantuvo vivo y te mantiene vivo a ti también, sino la obstinación y el empeño... ¡Arrójame sin compasión! ¡No vaciles!. La compasión es algo que abomino y aborrezco, por eso con un dolor terrible vomito tu alma para que tenga sentido...Solrak así lo hizo. No obstante en alguna intensa y oculta dimensión de su alma, convivirá siempre con sus lágrimas una criatura pálida, muy maquillada, de abundantes senos, generalmente de sexo indefinido. Una criatura cuyo fundamento es que el caos tenga sentido.
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(VII) «La Miel de la Liturgia» (Relato del Séptimo Día) Y el séptimo día, Solrak agotado, pensaba descansar, intentaba desesperadamente un pequeño alivio, una tregua a esa chorrera de frases arcaicas, hechas con la sabiduría de la lepra, una incontenible fluidez de sones que son el tumulto que conglomera a las almas... pero todo indicaba que nada podía ser peor que los excesos a que había expuesto su alma y que habían suscitado arena debajo de sus pies para absorber su sangre y su entusiasmo... Solrak mira el camino, y el camino está tranquilo. Solrak espera, y su alma yace en la ambigüedad que alberga cualquier tipo de esperanza. Solrak ha puesto su espíritu en un estado de inflamación que desproporciona cualquier esfuerzo con respecto a la realidad. De rodillas sobre las rocas espera, espera a una sombra que se acerca, se aleja, pareciera que ya estuviera a su alcance, de repente se ha perdido, desaparece... y reaparece en el instante mismo en que Solrak desorientado apenas puede dominarse. -Tal vez, en algunos instantes, estaré en el fondo de tu Pozo resignado Guardián... ¿Por qué no resistes mis palabras? ¿Por qué dudas de mi?...-Bienvenido Ocsav... nunca pensé que tus desventuras te aproximaran también a mi y que la polvareda del crepúsculo te arrastraría aquí...-
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-Las ideas irrealizables son más cercanas a la realidad... y ¿sabes por qué?... porque dejan el espíritu tranquilo, la conducta personal no está condicionada por nada en absoluto si es que tienes intenciones nobles de sembrar ciruelas en el centro de la tierra...-¡Oh dulce ser! poco nos hemos visto en años, pero siento tus penas, se de tus dolores como también se de tus regocijos. ¿Qué ha sido de extraña vida?-¡Bien lo sabes Solrak y me haces repetir la historia para acentuar más mi dolor! ¡Bien, te daré ese gusto...!: Supongo que he matado a alguien, pero nunca he husmeado en sus sueños, sólo una mujer de hielo y un hombre consumido por el polvo no me dejan dormir de vez en cuando... la verdad Solrak, está cubierta de moscas y moscas de las más verdes e infectas.... ¡¿Por qué no te limitas a matarme solamente?!. El miedo que demuestro es una roca sobre la cual afilas tus seguridades y te darás cuanta que mis temores están contra un muro lejano. ¿Por qué seguir con esta tortura? El resto de la vida me insinúa y un brusco escalofrío me arrastra hacia las vestias del infinito. !Muere un poco conmigo Solrak! ¡Arrójame, a eso he venido!-Ocsav, la boca se me retuerce a la luz de tus palabras y tus poesías, una ciudad vana me da en el corazón... pero es algo que debes hacer solo, muy solo, ¡Sólo tú, tu lecho de sombra y tu oscuridad!-He traído mi cráneo a través de los mares, aunque un peso muerto me impedía atravesar las habitaciones de mi propia alma he deambulado por este desierto, en cada nueva dirección que tomaba sólo encontraba peste, crucé paisajes completamente destrozados, desolados, áridos, parajes
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donde los desgraciados agradecemos las migajas que nos caen como importante caridad y después de eso el estómago nos causa terribles colapsos y el alma se desvanece... un abismo se habría a mis pies Solrak, y algo extrañamente me empujaba hacia adelante. Intenté tener como alternativa la tortura, pero sería sólo tener el privilegio de saberme humano. Y sólo por que es indemostrable... digo que la hora ha llegado...Solrak ya no vacilaba, estaba dispuesto a acceder a la petición de su visitante... Ocsav no se resistía, sólo quería retirarse y hundirse en el sueño, sobre el lecho sereno y profundo del áspero abismo. -Solrak, quiero ver mi alma con la garganta hinchada. ¡Qué soberbio es su cuerpo con esa mueca en la boca! ¡Qué impresión deja en el hombre, el hombre que te ha visto, bella miseria agonizante! ¡Quiero asistir a la limpieza del cadáver de las imágenes de tus ojos, quiero ver como, dulce desgraciado, limpias el suelo, mi suelo...! ¡Quiero sentir esa mezcla de odio y ternura que limpia mi sangre, que me invita a una metrópoli pequeña y combate mis invenciones de mañana! y por supuesto... ¡quiero sentir tu gran estrépito de muerte en mi...!-¡Conque así lo quieres! entonces así será- Dijo Solrak con una voz que parecía un estertor, mientras Ocsav reanudaba su prédica. -Rechazo la inquietante eternidad vertérea, la nada de ilusión, el áurea nefasta de la verdad, los resortes secretos de los seis espejismos, de los seis panes, de los seis peces, de los seis pictogramas extraños, de los seis salmos vanidosos y del único sueño espontáneo. Los enfrento con mil rostros falsos, con prudencia, actúo hipócrita y
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cómicamente. Autojustifico la ilusión de la impotencia que propone cuidar a la conciencia como una alhaja mítica. Satisfago a los incrédulos con leyendas, alimento su poca facinación con la vida... a veces uno se cansa de levantar estatuas negras que son vistas como de un color rosa uterino. ¡Espejismos, terribles espejismos!, los ojos se empañan por las más duras realidades y siguen viendo pálidas estrellas... Lo que no hemos visto nunca, incluso yo, es que esas estrellas están injertadas en los cielos por negros puñales, rodeadas de mujeres secas, pudriéndose... al igual que yo mañana...- y así se arrojó desvanecido. Tenebroso es el desamparo que lleva a cualquier persona al lecho del demente... pero incomprensibles también son todos los demás caminos.
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(VIII) «El Fuego Sempiterno» -Ave Crux Spes Unica(Relato del Día de la Conflagración)
Contempló Solrak a la distancia una escena escalofriante y turbadora. Una mujer al galope, perseguida por una jauría de perros, ajustaba la carrera de su caballo hacía el Guardián y su pozo. Tras esa carrera desenfrenada que duró una eternidad en los ojos de Solrak, el caballo trastavilló. Y aunque una figura amazónica logró caer en pie sorteando la rodadura del caballo, la jauría había logrado atrapar a ambos protagonistas y desgarrarlos a dentelladas. Solrak desconcertado aguardó esclavo de lo que allí sucedía sin poder efectuar un solo movimiento. Al cavo de algún tiempo del remolino de sangre, carne y polvo surgió nuevamente la figura femenina sin un rasguño, desnuda con sus pechos erguidos y un sexo masculino de considerable volumen, aunque la nube de polvo comenzaba a disiparse detrás de tal aparición, el caballo, los perros y todo lo demás se habían ido tan rápido como habían cobrado vida. -No podéis ocultarme nada, ni vuestros más ocultos y recónditos pensamientos, mírame, ¡Oh Guardián indulgente! Estáis acosado por ideas extrañas de las cuales Yo soy su corporización...-
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-¡Quién eres miserable aparición!-, gritó Solrak desesperado y su boca fue borrada con un ademán del nefasto visitante. -Hace dos millones de años que soy la mujer del gran Luzbel, hago pactos con él, que pago acostándome con él y sus 6.653 espíritus. Tengo dolores horribles en el útero y en mi alma. Mi organismo es una bolsa hecha de piel de Lucifer y está lleno de sapos, serpientes y todas las bestias inmundas que se revuelven en mis desechos. Hace más de dos mil años que no evacúo el vientre y he cometido toda clase de crímenes: grandes matanzas, pequeñas muertes, torturas, toda clase de daños contra quien ha intentado el bien, me he alimentado de esos cuerpos y de sus descendientes. El me pide que aniquile incesantemente, en un minuto cometo más crímenes que todos los homicidas juntos en cien años. ¡Tal es mi condición!... pero... ¡idolatrado Solrak!, hoy imploro tu amor, suplico el descanso para mi, para alguien que te ha adorado aún antes que existieras... ¡He enloquecido por ti! ¡Arrójame a tu pozo! ¡Sublime Solrak! La Diosa arriba mío La serpiente del légamo ¡Alostrael, me ama! Prosperan las orgías. Písame con tu pie Mi corazón arranca Pon tu huella sobre él Mánchalo con tu suciedad Sobre mi amor, mi vergüenza Garabatea tu nombre
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Encuadra en mi tu bestia Mi perra dominante Con sus muslos engrasados Con el sudor ardoroso Espete sobre mi, escarlata ¡Con la boca de una prostituta! Ahora desde tu amplitud Crudo dios, el abismo, Gasta, arrojando la marea De tus orines siseantes En mi boca; oh mi grito, ¡Deja verter, deja verter! Tus eres viejo como una yegua Y tus desechos también los son; Como el pelo mojado, dispérsalos Arrójalos como una ballena. Salpica de tu estiércol y tu orín en mi pecho. Desciende a mí, rápido Pon tus dientes sobre mi labio Y tu mano sobre mi pene Con la empuñadura calenturienta ¡Cómo bebes mi vida... con tu hálito que apesta! Tu mano, oh sucio Tu mano que ha derrochado Tu amor, en obscenidades El negro abismo del que gusto ¡Tu alma, es tu mano! ¡Siente mi alma sexual!
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Tu vida rige desde lo obsceno Pequeña niña por madurar Trasvestido que ha masticado Tu propia pila de estiércol. Tu mano era la llave... ¡Y ahora mi ardor, demasiado! Refriega mucho tu cuerpo tu sexo sobre mí, Solrak y déjame succionar Toda tu gonorrea enchastrada! ¡Orgasmo sin fin! ¡El amén! ¡Hasta decir vasta! Tu has albergado Toda la sucia enfermedad En tu viscoso ano El hoyo flojo, con su queso Y tus vicios, y tus desenfrenos ¡Oh Gran masticador de gallos! ¡Refriega todo tu odio en mi! Envenena mi flecha de amor Y en el mes de Mayo Arráncame la médula. Enamorarme has conseguido; ¡Yo te amo sólo para envanecerme! ¡Tu odio nuevamente, me fustigue! Solrak, mi espasmo mi grito, mi salpicadura El légamo del Edén Estrangúlame con tus intestinos De tu cerda barriga de inmundicia.
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Apuñalo tu demoníaco agujero ¡Sonríe a mi sexo! Me empapo con coñac semen y sangre; ¡Tiéndete sobre mí! Siente Sobre mi boca, Solrak, ¡el orgasmo! Descarga sobre mí, ¡amor! Cremosos los placeres ¡Qué gotear desde tu tripa! El místico estiércol, espero Sobre mi lengua, ¡la propina! ¡Descarga sobre mí, Solrak! ¡Tuérsete sobre tus muslos! Mánchame con tu diarrea En mis ojos! Y la mirada fuera, desecha ¡Desde el foso, eterna! Luego el turno será mío ¡lámeme, Solrak, lámeme! Vomítalo todo otra vez Y lámelo una vez más. Nosotros seremos lujuria Brevaje afrodisíaco del asco. Tú hoyo de asno, ¡mi amante! ¡Yo sé donde dar el empellón! Allí va, aguanta, soporta Afuera tu tripa, vagabundo Viejo puerco, ¡Hijo de Puta! ¡Yo quiero que me lastimes! Llámame tu amante,
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El esclavo de la tripa. Aúlla palabras sucias Desde tu alma sifilítica Eructando fuera la suciedad en mi, Bestial hoyo, aquello será mi cena Lameré tu alcantarilla De basura y desperdicios tu pedo, olfateador masticador De la mierda en su ranura. Llámame como tu quieras En la violación, tu esclavo. Cógeme, ven a mi Alostrael, Cógeme ¡Comeré lo que tu siembras! tus desperdicios, yo soy tu perro Te he esperado vagabundo Como una corona el esclavo. Yo soy tu destino, sobre tu barriga, en tus cumbres Mi juramento es por Satán Solrak, Yo te amo. ¡He enloquecido por ti! ¡Arrójame a tu pozo! ¡Arrójame a tu pozo! ¡Arrójame a tu pozo...! Y mientras las últimas estrofas emergían dolorosas de los labios del demoníaco personaje, Solrak recuperaba el habla deseoso de hundir la ignominia de tales atrocidades en el olvido más oscuro.
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-Vamos horrible criatura, di tu nombre y arrójate al pozo que has asqueado mi paciencia-Yo soy Anep y doy gracias al más corrupto de los Dioses por haber creado a los mendigos para el espanto de los hombres.- y abandonando a Solrak abrumado e irritado, extendió su cuerpo al vacío.
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(IX) «Vaginales, Seminales y la Herejía de las Sentencias» (Relato del Día de la Expiración)
Se mecía Solrak, meneando la cabeza de lado a lado, postrado sobre sus pantorrillas. El lastre desagradable de sus carnes y sus huesos, osamenta empobrecida, ha perdido sus gestos con el desfile de la muerte ante sus ojos. Su admirable indolencia se había colocado esta vez en dirección opuesta al pozo, donde otrora diera su espalda. Los brazos extendidos horizontalmente al borde del cuerpo le daban el aspecto de una campana muda, sin sonido, móvil, inestable... Se halló de repente sólo con tanta muerte y deseo que alguna voz lo nombrara en ese vacío que era su respaldo. Nada por un tiempo. Nada. Una nada frío como un arma. Nada y ligeramente la desesperación va ganando esa nada. -¡Hola!- Se escuchó desde la nada de sus espaldas, mientras las manos de Solrak se unían en el gesto admirable de comprobar que tanto la voz como la forma que la había originado estaban vivos. -¡Hola Etreum, comprendía que debías advenir pero no antes que otros acontecimientos. ¡Era tan profunda la fuente de esperma!. Y aún más abismal mi espíritu delatado por mis ojos. Así bajo un cielo penumbroso en una nube de sombras, cargando mi sentimentalismo más dramático, en una equidistancia entre el vientre del mundo y el alfarero más misójino, transcurre mi pobre vida, mezcla de un eucaliptus
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creado por Dios y Dios mismo. ¿Podremos ir hasta la tumba y traspasar su desnudez?-¡Y ahí estás de nuevo!, siempre preguntas Solrak, cuestionas donde sin hartarte transformas todo en problemáticas, interrogaciones sin fin de los interrogantes anteriores, cuestionamientos que en ti son eternos. Y el deseo es abismal, la eternidad es abismal: Arrodíllate, marcha, arrodíllate, marcha, arrodíllate, marcha. Arrodíllate y encarna a un miserable, marcha y aplasta lo que vive, arrodíllate, marcha, arrodíllate, marcha... ante la muerte las muecas más horrendas o las sonrisas más piadosas no tienen efecto...Etreum se desgarraba en una irritación pestilente ante Solrak, los gestos acentuados y sacudidos por el torrente del desprecio rápidamente transformaban su imagen en una poderosa metáfora. -¡Calla Solrak!. ¡Calla de una buena vez! aprende a escuchar lo que jamas has visto. Ausculta aquellos abatimientos y aquellas tristezas que te paralizaban. Olle aquello que ni siquiera otros pueden ver y te oirás a ti mismo. Mírate en mis ojos, observa quien eres: Golpea con tu puño cerrado el cráneo de ese Hombre-Dios inclinado sobre ti, poco a poco siente como lo abandonan sus fuerzas, verás como cae hacia atrás medio inestable por los golpes propinados, verás en sus ojos el sonido tumultuoso de su cerebro resonando y percibirás también, el puñal brillando en su mano izquierda, chorreando algo de tu sangre... ese Hombre-Dios ya te había incado su aguijón. Unos segundos más y en vano buscaran tu cuerpo, ahora es el suyo el que visiblemente se desvanece y prontamente tu cuerpo irá detrás...-
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-Etreum..., arrójate tú y tus figuraciones me artanafirmó Solrak como quien emprende un largo monólogo y se interrumpe a la primera línea.-Claro que iré hacia ese fondo consagrado... pero antes escucha nefasto guardián, escucha y no interrumpas: al precio de nuestra propia sangre aprendemos, conocemos, vemos solamente al descubrir los matices del silencio: el silencio de la arrogancia, el silencio del brusco despertar, el silencio de un período geológico, el silencio de una ligera vacilación, el silencio de un insoportable suspiro olvidado, el silencio del hambre contiguo, el silencio que motiva al asesino, el silencio de Londres, el silencio del sueño delgado y ascético, el silencio del rencor y el silencio de unas notas en algún cuaderno: 6 de enero: 7 de enero: 10 de enero: 10 de enero: 11 de enero: 11 de enero:o:
¿Es la muerte? ¡No, pero lo seré! Un somnoliento cadáver prefiere dormir, y escoge saber que sueñan los peces
23 de enero: ¿Nacerá nuestra alma de un huevo? 24 de enero:o ¡Si, Blanca y Cóncava! 30 de enero: Ese horrible fastidio 30 de enero: poco a poco en tu cabeza, 8 de febrero: y ella clavada en el suelo 8 de febrero:ro: con ojales en la espalda. 16 de febrero: 27 de febrero: 9 de marzo: 9 de marzo: 13 de marzo:
¿Nadie ha de estar cerca? ¡Tal vez, como los mártires! Una efigie de piedra cambiará algo, rígido, pestilente, tembloroso
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13 de marzo: el horror está en mi. El silencio de las palabras amorosas robadas del discurso clandestino del sexo y la muerte. ¡Las personas discurren en palabras Solrak!, lo humano son sus expresiones, vocablos que todos utilizan por temor a su desequilibrio, al desequilibrio de sus frágiles vidas, palabras elegidas cuidadosamente para evitar su suicidio y, ante este hecho, humanos temerosos de quedar a merced de lo ridículo: ligas, portaligas, una oración y los bellos laberintos. Fragmentos de una historia desperdigada en millones de poetas, poetas de dulzones poemas, relajantes y acarameladas baladas y melancólicos reclamos por el pasado. Tapan el pasado de mierda con una mierda más actual, simplemente no hay diferencia: muslo, glúteos, un resabio del sol y un sabroso paisaje. ¡Basta de hombres fervorosos por la gravedad de las consignas!, que estrecha y conveniente es su situación, frases respaldadas por papeles y documentos, sistemas avalados y auxiliados por historias; ¡qué abyectas me suenan sus polémicas y sus gritos!, se me tenzan los músculos que urgen matarlos: labios, bellos, ocasiones del placer y exquisito polvo...Etreum dio algunos pasos al vacío sobre el pozo y fue cayendo al compás de su elocuencia, lentamente fue apagándose su voz en la cadencia sobre su última declaración. -Transforma en venéreo los exquisitos y románticos detalles, pierde un ojo y de la misma manera alterna el heroísmo, la magia y la fatal melancolía, se sólo quebranto y cada dos o tres cantos vuélvete legendario...-
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Solrak volvió nuevamente su espalda al horrible sumidero que, poco a poco iba confeccionando su desesperación.
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PRIMERA CONTORSION «Tened Ricas de Sangre las Manos» (Relato de la Declinación del Día) Muchos, o la mayoría, cree que Creer en un Dios, cualquiera sea su conformación, número o aspecto, confiere el hecho de poseer Fe. Que es como creer que de la unión sexual de dos perros nacería otro perro... pero es imposible definir, como es imposible precisar la Fe, que nacería de un perro que creyese en un Dios, cualquier Dios... Siempre hemos hecho buen negocio, vendiendo rostros huecos de aquello llamado fe, gritamos e incitamos a su conquista diciendo: ¡Compren quienes por el desaliento hallan sido alcanzados a la altura de su garganta! ¡Compren! ¡Compren! ¡Compren aquellos que paso a paso sienten descomponer su cuerpo y escuchar desmoronarse de podredumbre! ¡Compren! ¡Compren! ¡Compren aquellos desesperados que recogen mentiras y embustes como respuestas a sus ruegos! ¡Compren! ¡Compren!... Feriamos aquello que no se adquiere sino solamente en un sendero estrecho que separa al destino y la fe. Ingenuamente recorremos esta ruta una y otra vez hasta morir, mientras una máscara burlona nos persigue sin que jamas lo advirtamos. Un grupo de personas, hombres criminales, impíos, sacrílegos, homicidas, perjuros y adúlteros se han aprovechado de esta situación en nuestras vidas y han institucionalizado aquello que es huérfanamente íntimo.
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(Ven, verdadero culpable, no te quedan manchas donde esconderte. ¡No irás lejos y perderás la inaveriguable muerte que he preparado para ti!.) La humanidad ha derribado sus propios muros con fuego de cañones y han roto sus defensas cavando en sus más bajas pretensiones con el afán de destruirse, han conjurado un demonio y no son capases de dominarlo, él aparte las moscas más brillosas de sus heridas, se ha acercado a sus abandonos más que nadie pero él es la epidemia que repele no sólo la estructura ósea que la sostiene en pie sino que carcome con hambruna cada gota de su sangre. Y es esta tierra de escombros, llena de estiércol, la que nos obliga a levantar el rostro he implorar la muerte, rogar una gota de ese líquido que aniquile nuestra existencia, sufriente y pérfida, maravillosa y sacrílega, tormentosa y débil, dolorosa y fría existencia. Y ahí están los que tienen Fe, que serán abandonados no de a uno en uno sino todos juntos, gracias a que resisten y declaran su naturaleza cubriendo y descubriendo su pecho achatado de sudor. Las resistencias a la fe afloran cada vez con menos talento y sentido, siempre la humanidad fue una serpiente en un paraíso amorfo y artificial. Embrujado por los momentos propicios, condenado a no llorar, bajo pena de muerte, considerado un instante antes de contar la historia de quien fuera el ser que más a influenciado mi vida, y quien me ha sumido en la desesperación y la desesperanza. ¡Oh Solrak te sueño! Te has creído muy libre pero siempre has estado al borde del pensamiento perturbador, constantemente te has apabullado con cualquier necedad y lo que realmente sucede queda en
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el fondo de tu alma, de tus ojos, de tu nada, de tu aliento más muerto, en el revés del hombre donde todo tiene gusto a rancio. ¡Oh Solrak te sueño! Firmemente presiento que sos un alma libre, pero te rellenas la cabeza con restos de personas, trozos de lo que fue un ser humano y una desesperación tras otra. ¡Oh Solrak te sueño! Te has devorado casi por completo a ti mismo, a tu inmunda espuma amontonada, a tu fin que no llega nunca, a tu conciencia satisfecha por el engaño. ¡Lejano Solrak! Por que la muerte es la única certeza hay que elegir: o morir o mentir. No has tenido valor para el suicidio, ni para fingir. Por eso mientes suicidándote todos los días mintiendo y te suicidas mintiendo a cada momento mientras te suicidas. ¡Qué tranquilizadora será la muerte cuando llegue el momento!. (Implacable, la ceniza de los ojos de Dios ha calado en las grietas de la piel y la dermis envejece, y la mirada envejece, y la mano tiembla, y el pulso tiembla, y la podredumbre crece, y la muerte crece, y los ángeles nos enlarvan, y su rostro reemplaza nuestro rostro, y nuestro rostro es nada, y la dignidad es poco, y poco el tiempo, y el tiempo abraza, y lo oscuro abraza, y la desesperación abraza, y oscurece al ritmo de los deseos resignados... por nada...) La vida en el mundo de Dios es una exclamación, un grito tímido desde un testigo de edad avanzada que se aloja en nuestros ojos. Aunque nos relacionemos temblando no evitaremos las heladas o las nevadas. De casa en casa fijaremos el reluciente fango y perderemos la integridad fornicadora...
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He oído por ahí lo siguiente: Si las palabras del que se fue fueron transformadas en métodos de opresión, el que viene les traerá más opresión y si el antiguo traía sufrimiento el nuevo trae desesperación.... Advendrá el espíritu y se encogerá de hombros ante nosotros, lamiéndose los labios apretará los ojos para disipar la borrachera, a pesar de todo esto yaceremos ante él inmóviles. (...de las convulsiones sólo la armonía, del paroxismo sólo sus perfumes, de la hoguera su invisible nave y de su funeral el inallable cuerpo...) Veo más de lo que observo y soporto cada día calles y personas vacías... una horrible estructura arquitectónica llena de promesas aún más vacías. Cuando lleguemos a sentir todo lo que habría de sucedernos estaremos solos, cuando el último estertor nos invada y nos abandonemos, cuando los cabellos lloren, cuando sollocemos saliva y la barriga esté árida, cuando el hielo de los años quiebre la agonía... habremos de usurpar el frío y morir... Ayer apenas las personas eran vigorosas y saludables, la enfermedad era una esperanza lejana, pero sobrevino de repente... a cada uno, día tras día les han comenzado a flaquear las piernas hasta ser reducidos y confinados a la cama, sus lechos los han succionado hasta la piel y los huesos, sólo polvo ha quedado de la humanidad... Gentes impávidas, tanto en los reclamos amorosos como en la siniestra ignorancia... Todos temen... unos al discurso de la libertad, otros a la figura impune de un Dios reaccionario y más aún ambos a que nada ajeno los toque. Es hermoso pasear por los intestinos de un mundo que se cree cerebral, una enorme cantidad de personas condenadas por si mismas. ¡Qué paisaje el de la mierda! Y en ese
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espectáculo todos temen que Dios llegue a ser obligatorio... ¡Estúpidos!... por decisión propia para todos siempre lo fue...
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(X) «Unos exquisitos Pechos de Plata» (Relato del Confín del Día)
Los años han podado tiernamente al monstruo y un cuerpo soplado tristemente POSA. Ella calla sus mordidas, toma un rayo de un idiota y melancólicamente POSA. Suspira por la balanza que se inclina, se ofrece a siniestros y amables mientras arrogante POSA. Chupa el fluido de las escamas paralizando el profundo anhelo, subsiste perfecta en sus idólatras ambrunas, demoníaca y abyecta casi dilubial POSA. POSA en los lagos cristalinos y en los sombríos también, POSA abandonada hasta el orgasmo de las mil flores. Por la muerte olvidada de un hermoso señor bordeado de palmas, se desliza una primitiva dama, moviendo sus largos cabellos al compás de sus senos, tan grandes como la recompensa del universo. Ella, Ilras, precedida de sus senos metálicos se acerca lentamente como modelando el aire que la rodea y Solrak alborozado, ostentando una sonrisa de desprecio, concilia su cuerpo con el tierra, dispuesto sólo a escuchar la confesión de Ilras atento a los reflejos de sus platinados senos. -¡Bienvenido seas Solrak a reflejarte en mi alma más brillante!Expresión que produjo un rictus aún más desagradable en aquel verdugo que sólo espera.
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-Aquello de lo que estaba hecha mi vida, se ha convertido en un río negro y oscuro como la estela de tinta negra que mana de los infiernos. En sus aguas estancas, sin movimiento, millones de moscas muertas flotan entre vómitos y otras espurulencias, varios animales muertos, algunas personas sin vida, cuerpos irreconocibles, restos de un naufragio o de millones de zozobras que alimentan el corrosivo líquido. ¡Mira mis pechos!, ¡observa lo que describo!... verás incluso personas sedientas de los irresistibles aromas, sujetos hambrientos de abominable inspiración, individuos incapaces de concebir lo sobrenatural, el juego y la ficción de ambos.El relato y sus imágenes conjuntamente con un humo corrosivo que comenzaba a rodear la escena, iban produciendo una apertura fugaz en esa tremenda gran sed de pequeñez que acompañaba a Solrak. -Por qué andamos así, de este modo, a los empellones, y no advertimos de tanto en tanto que mentimos mucho acerca de nuestra marcha en la vida, no observamos nuestro apuro al precipitarnos en vivir, no notamos nuestro arrebato al odiar la vida... ¡y recuerda amigo...!- Dijo Ilras, recalcando el silencio antes de la próxima frase: -...que cuando hablas de los pozos, y las ruinas, y la muerte, y sus profundidades, y la fe, son las imágenes del estanque que alimenta al mundo las que hablan... soy yo quien enigmáticamente reflejo, sobre mis pachos de plata, la serenidad que brinda saber que el mundo no existe...Y sin interrupción, ambos personajes, perpetuaron su actuación. Uno undiéndose y el otro también.
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SEGUNDA CONTORSION «Esperamatizando la Eternidad» ó «La Eternidad Espermatizada» (Relato del germinar de el Día)
Siempre he sentido la necesidad de transformar todo aquello que contribuye a separar abismalmente a quienes se manifiestan en favor de una creencia y a quienes en favor de otra. Tengo una visión feliz de la humanidad como seres fantasmagóricos que discurren y flotan unos frente a otros a través de algunas estrellas en pleno día. Me refiero específicamente -y solo en este caso- a confesarse hombres de Fe. Declaración de amor para el hombre prudente, perfume diáfano para el hombre mesurado, ninfa coronada de bellas flores para quién a enloquecido, un sol frío y avaro para el cínico, la peor de la ilusiones para el necio, sutil orgasmo para el hombre reflexivo y la vida misma para quién la Fe es la mayor certidumbre. Es una exigencia del dolor, del dolor de mi pensamiento, resaltar las criaturas menospreciadas, ignoradas y violadas por el sistema que hemos engendrado con orgullo: «Es el aliento del sujeto el que disipa la brisa...» escribe un poeta. Yo continúo: «La brisa sólo es peregrina, el sujeto se transparenta en su espanto, pero lo tenebroso se afinca desde el principio de los tiempos» Qué podría esperar un hombre concreto que no piensa, que no razona, no sabe, no sufre, apenas come y bebe, pero
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defeca mientras canta a los vientos. Qué podría esperar un hombre de carne y hueso sino ser Dios, que podría esperar Dios sino la sustancia que constituye el menosprecio y la ignorancia. Un análisis profundo de por qué se ha llegado a esta situación requeriría dedicarle toda una vida que no deseo brindar, sin embargo hay ciertas cosas que no se pueden silenciar. A saber: Esta sensación humana, sensación de la divinidad reinante en nuestra cultura que exige el derrumbe del pecado, la muerte y el infierno es ciertamente una locura, una locura que ha alcanzado todo y todo lo ha infectado, incluso nuestro interior, deformándolo, haciéndolo sufrir, enfermándolo, cubriéndolo de cobardía tirados en un mundo cínico y ciego. Me ha parecido pues, que era preciso navegar en un mutismo sepulcral y como ríos seguir la dimensión de las formas originales del magnífico luto. La letrina disipa las nubes de las palabras y las leyes rigurosas, la paciencia infinita le da valor a la ignorancia y sólo una magnífica cascada de hombres con los pulmones deshechos y la sangre podrida elevaran el dolor al sueño de las cosas. Sólo una parte de mi generación heredó un cuerpo perdido, un instrumento palpitante de carnes pavorosas; condenados a aprender a golpes, de prisa, desengañados y abandonados, nos hicimos daño pero no tanto como para tomar una actitud lúgubre y reírnos absolutamente de todo, creyendo que estamos vivos por encima de los hombros de la muerte.
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La capacidad que hemos profundizado -meramente mecánica- de cazar esperanzas sólo con los ojos, nos reduce y nos pone a disposición de quienes se alimentan de nuestra creatividad. Destreza para permutar una metáfora en una seguridad. (¡No hay esperanzas para nadie!. Enajenar los artificios, las salidas imaginativas: ¡No hay salida!. El plomo alado penetra tu cuerpo y lo deja rígido, grotesco, ceñido de plegarias sin presagios.) Tras haber mostrado que el único mérito consiste en vivir mediante una piedad amable -pero sin compasiónquiero examinar mi pensamiento que quiere mostrarse libre y anárquico sin serlo en realidad, y no trato de entablar un acuerdo con aquellos que intentan pensar el agua y atraparla inmortal. Sólo trato de mirar al invisible rosal que cada uno tiene a su cuidado con espinas y todo... seco o frondoso, añoso o joven... pero siempre presente: Estamos obligados a luchar contra todos por nada, todos somos dioses o estatuas oscuras, gritos estáticos o encarnaciones intoxicadas, única ley o personajes endurecidos, hombres muertos sin despertar o cadáveres animados, naves varadas en barro o el barro que no permite avanzar a las naves. Farfullamos todo el tiempo, discursos para todo y para todos, inclusive no importa la coherencia. El tema es llenar el vacío con palabras y no sentirnos solos, lamentablemente con cualquier pequeño descuido, nos creemos cualquier cosa que sale de nosotros mismos. Tal vez no tengamos otra oportunidad. Lo mejor que podemos hacer es tener la intensión de dejarnos atrás, hablar sin coherencia y justificar todo aunque las explicaciones se dirijan a la oscuridad; tal
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vez nos muestren algo que no podamos negar pero que nuestra presencia allí siga siendo un misterio, que la magia se acurruque alrededor de quienes quieren ser magos, nosotros seremos el fabulosos Dios del espejo que hormiguea y se divierte a sus costas. La mayor parte de la masa humana se contrae hasta formar una grotesca parodia de la forma humana, una tenue luz que abandona el ataúd más dignamente que arrastrándose, ondulante, pilar de sombras al final, huecos en la niebla desprovistos de vida. Hemos perdido la virginidad y no lo negamos, trabajamos en un terrible prostíbulo y no pretendemos ser castos aún. Lamentablemente la inocencia se ha ido proporcionalmente por las sendas dolientes del dormir, sendas que sin mirar nos llevan sobre el lecho, no sólo a morir, divina fuente de fortaleza y dolor sino también a descansar al fin de nosotros mismos. Afirmo que este himno triunfal, himno nuestro para nosotros mismos, es injusto y es injusto por que nos aprisiona, nos responsabiliza o nos lleva a hacerlo con quienes no son culpables... de lo bueno y de lo malo en algún punto somos partícipes y siempre de todos modos conspiradores. Como trasfondo de la disputa entre lo que da vida y lo que aporta muerte encontramos nuestro cuerpo inerte y su peso que siempre nos arrastra, no existe ni existirá un alma vieja y triste que flote hacia el universo, o hacia la consoladora noche del perfume que nos ayuda a seguir. Lo que en realidad sucede en esta pérfida disputa, guerra en donde discurrimos entre actividades ambivalentes que no son otra cosa que un mismo movimiento sincopado de
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liberación, que sólo -insisto- tiene valor después de la muerte. Brazos que nos tiran hacia ambos lados mientras que la argamasa de nuestro deseo se deforma justo a la mitad de los potentes extremos, espacio ocupado por la desolación, el desamparo, la insatisfacción, lugar de los ojos abiertos, donde cada uno apila sus misterios como leña menuda para disimular un poco el frío en este vigoroso invierno. A veces es necesario distraer el alma, mojar los dedos en vino y acariciar la fe, masajearla con los tintes suaves del mullido alcohol, la Fe y su perfume con el dolor armonizan: ¡Muchos armonizan con la melancolía!, olores densos, macilentos, exóticos, extraños, hondos, dulces quimeras que armonizan con lo ancho del calvario. También es cierto que estos aromas nos encierran a solas con nuestro espíritu, lejos del mundo, pero nunca pude hasta el momento, hallar la diferencia legendaria entre los místicos sufrimientos y aquello que el mundo y su complejidad produce. Apelo en este momento a las cosas que no pueden ser dichas, una y otra vez hablamos y hablamos sin poder decirlas, del mismo modo hay cosas que no pueden ser escritas, aunque garabateemos mil historias que al leerlas existe algo que no puede leerse, algo no se escribe y raros microbios se nos escapan de las difusas ideas. En ese momento el hombre debe consagrarse a eso intrasmitible, incomunicable y callar. Todo aquel que intente poner palabras en nombres de otro es un espeluznante mentiroso, ellos que con pretextos colectivos intentan hablar de si mismos confortablemente, son grotescos y enormemente falsos.
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¡Ven...! ¡Prosigue detrás de esta lectura, valiente amigo...! ¡Conságrate y alístate a una guerra...! donde sabemos que la tripulación está pronta a perecer y el Capitán permanece extinto hace un millón de años.
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(XI) «Yo, Dios, me he volado la parte superior del cráneo para eludir problemas» (Relato del Día del Ocaso)
De repente, enfundado en vestidos de colores extravagantes, enigmático, como recubierto con una superficie opaca, apareció de la nada un caballero y rendido a sus pies un cadáver arropado con harapos, un montículo compacto de carne y músculos flácidos apenas sostenidos por una estructura ósea en desorden. Y sin prolegómenos, ante el sorprendido guardián comenzó a hablar familiarmente aunque con una frialdad accesoria. -Estaba al final del cementerio, cerca de ese muro derruido... no me sentía muy valiente caminando en ese paisaje de tumbas. Felizmente que había nieve porque para sin nieve creo que no hubiera tenido coraje. Las tumbas escapaban a mi vista sólo una cruz de tanto en tanto, que no significaba nada, yo apretaba los dientes y pensaba en los pájaros, el sol y cualquier otra cosa que me permitiera imaginar que estaba muy lejos de ahí. Las tumbas y los caminos se confundían. Era todo uno y cada tanto una lápida. Pensar que nada estaba buscando y que caminaba por cualquier otro lugar me reconfortaba.-Lo descubrí cuando ya agotado de buscar intentaba volver a lo confortable, acurrucado, echado sobre una tumba. Me acerqué despacio y entonces pareció sorprendido, abrió un ojo como quien hecha una mirada y volvió a cerrarlo. Sus labios se movían no obstante no salía ninguna palabra, su boca era una horrible mueca y una plegaria a la vez, con la
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cara pegada a la nieve como fundido con esa blancura que quema.Dificultosamente lo levante lo tomé por los hombros tratando de llevarlo conmigo, al principio se resistió pero poco a poco fui abandonándose a mi guía. Lo llevé a casa caminando con dificultad ya que la tormenta era terrible. Cuando llegamos lo mudé de ropa y le puse una seca y limpia, tenía la piel azulada así que froté su cuerpo largo rato. Parecía no responder al estímulo o como si en realidad no estuviera allí, como si tratara de reconstruir la historia que lo había llevado a este lugar. Lo senté junto al fuego en un sillón cómodo, destapé una botella de vino y le acerqué un vaso. Acerqué otro sillón y mesa y vino de por medio quedamos enfrentados. Entonces el viejo dijo:-¿Para que vivir cuando le he dado la espalda a todo el mundo y he sembrado la agonía en mi obra más bella?-En medio de esa pregunta alguien toco la puerta, era un amigo. Lo hice pasar, tampoco podía articular palabra alguna, pero él de asombro. También se sentó junto a nosotros. El viejo continuó tomando en cuanta el nuevo interlocutor pero sin saludarlo:-¿Piensas que el reposo puede salvar un alma?, me he condenado yo mismo, mañana no estaré en ninguna parte. ¡Si supieran cuanto he sufrido, he llagado al límite. ¿Nunca han sentido como si se hubieran observado a ustedes mismos desde el infinito y eternamente? En ese momento todas las cobardías y las miserias comienzan a brillar espeluznantemente y ni siquiera tienes el valor de cerrar los ojos. Sólo yo me he dado el derecho de juzgar. Pero les pido, ¡júzguenme sólo de ese modo podría estar más tranquilo!.-
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-No salíamos del asombro, estábamos como fascinados con tal aparición y como nos faltaban las palabras él nuevamente llenó el silencio:-A veces sentí que tenía una medida para la vida y para la muerte, para la justicia y para la injusticia... no sé... ¿acaso todo no era amado por mí?. Yo soy un sueño y me he soñado hasta quedar agotado, ¡déjenme sólo!-Obedeciendo a un mandato más fuerte que nuestras fuerzas, mi amigo y yo lo dejamos a solas mientras empinaba su vaso de vino y un abundante caudal de gotas se derrama por la comisura de sus labios. No se cuanto tiempo estuvimos en una habitación contigua sin siquiera mirarnos, sufriendo en silencio el horrible sonido del mutismo hasta que un terrible estampido liberó nuestros músculos y nos abalanzamos al lugar donde yacía el Viejo... descerebrado, con el casco del cráneo partido en dos y el cuerpo marchito, extinto...Así terminó el relato dictado por su indolencia. El caballero tomó el cuerpo que en fragmentos se descomponía con fluidez a sus pies y se arrojó. Algo más que el silencio los separaba ahora, un mismo deseo concluido para uno e inconcluso para otro. Solrak monologaba con sus sospechas, no podía comprender como, quien había moldeado su servil destino ya no vacilaba: -Los seres no son un túnel, ni los sueños, ni la abyección, ni la mirada, ni los gritos. Un túnel es un cosquilleo inagotable hacia el simbolismo mismo. Imágenes que te transportan a través de un aroma agrio y enfermo hasta un hueco final donde habita la lascivia de la muerte.
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Trampolín inacabable del hastío, inoxidable carretera hipnótica, masturbatorio lecho del río que fluye inadecuadamente hacia el fin de nuestros días.Y gritando, desgañitando su voz, vociferando una enorme queja comenzó a proferir palabras sin saber a donde dirigirlas: -¿Por qué has soplado tan fuerte hasta congelar mi credulidad? ¿No hay otra forma, es el único medio, ni ventajas, ni excepciones?. ¿Por que mi vida es un recipiente rígido, aerodinámico, muy parecido a las demás vidas? he alineado mis órganos y los he clavado al suelo, los he cubierto con una membrana de mi voluntad para darles esa sensibilidad magnética que le da belleza a mi velamen y de este modo he intentado ser la saliva que choca contra el paladar de Dios, de ese Dios que me enseñó a arañar la roca en busca de agua y me a quitado las uñas.Con esa última palabra en la boca, Solrak se tiró al pozo. Un golpe le aturdió sus pensamientos ya enmarañados. Abría los ojos por demás para ver claro, para intentar entender algo de lo que presentía... el pozo ya no estaba. Quiso el destino encontrarnos una vez más, quiso el destino dejarnos pequeños y miopes alargando la mano para mendigar, quiso el destino condenarnos a reverenciar raquítica vida, quiso el destino que nuestros ojos permanecieran deshilachados y rotos, quiso el destino esconder bajo la rigidez de las expresiones y la monotonía de los gestos, esconder una eternidad cascada que hace reír a los borrachos en tanto que hemos querido resucitar a los muertos.
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Solrak astiado y vacío comenzó a desandar el camino que tantos se habían esforzado en recorrer. Se alejaba, no con un fin, con el destino fracturado condenado a deambular.
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TERCERA CONTORSION «Iniciativa humana» (Relato de la Fundación del Día)
Se piensa naturalmente que existe un pronunciado abismo entre las personas creyentes y las que no lo son. Se cree, así mismo, en esa divergencia y el creyente y el incrédulo ven más diferencias de las que allí existen en realidad. Unos y otros se arraigan en la diferencia de dos posiciones que para un ser humano son tan manifiestamente insostenibles. Los creyentes guiados por los dictados de esta -la Fe- y los incrédulos oponiéndose con todas sus fuerzas a los mandatos de algo que parece impuesto desde lo externo. Alternativamente se piensa que se elige la fe y la falta de ella como adversario. La demostración de la existencia de Dios o la revocación de su inexistencia. Sin embargo se deja de lado que el objetivo, en apariencia, del hombre, es convertirse en perfectamente consciente de sí mismo y a la vez plenamente seguro de su ser, sin ninguna fisura, inaccesible a la angustia y a la repugnancia. Planteo erróneo y engañoso en la práctica de la existencia como hombres que hemos sido arrojados a esta vida en la búsqueda de reconstruir en un sentido el valor de nuestra existencia. No se puede en este mundo, que es de tal manera, existir si no se tiene fe. Desesperadamente, cualquier cosa y todo lo que hacemos es al sólo efecto de separar nuestra existencia rencorosa y dócil, violada, robada, despojada, una existencia de necios; en suma, separar desesperadamente -
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decía- esta existencia del suicidio y la locura. Cultivamos los rasgos de nuestro carácter, leemos, creamos, tenemos hijos, vamos al cine, emprendemos una u otra actividad, nos quedamos tiesos en un sillón durante una o dos horas, nos enamoramos, salimos a caminar, odiamos, escribimos, desarrollamos hermosas manías, variadas obsesiones, nos psicoanalizamos, insultamos todas las mañanas al despegarnos de la cama, vamos al médico, al cine, al teatro, a charlas, frecuentamos amigos, parientes, vecinos, compramos y vendemos, estudiamos o no lo hacemos, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc. Con las salvedades de cada caso, incontables subterfugios todos que nos separan del asilo más pestilente y la tumba más fría. (¡Vamos evádete un instante! ¿Por qué encuentras ese placer amargo en la queja continua y constante? ¿Por qué igual sientes el cosquilleo de la complacencia. ¡Goza de un pequeño recreo! ¿Por qué luchas por llevar una agria y afanosa vida? ¡Disfruta de esta ilusión efímera! ¡Olvida por un breve espacio de tiempo que eres un terrible monstruo destinado al abismo oscuro! ¡Olvídate de todo y vuélate la cabeza! ¡Vamos termina con ese dolor que no sesa y que ocupa tu alma!) Hemos combatido en mayor o menor medida para calmar el dolor... hemos usado los instrumentos de mayor esperanza de nuestra época, ese fin inalcanzable, inabordable, lejano y maravilloso, inaccesible y deseable, y las esperanzas han envejecido mal y muchos han muerto por una agitación inexistente. Suponed que algo semejante a una esperanza sea para vos lo que vos deseáis que sea: un rayo criminal del sol que
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os alcanza y os habita, suponed que sea para vos la pesadez y la confusión, la erudición vital del amor, suponed que sea vuestra alma enardecida cual la textura roja de la existencia, suponed que sea la amplitud de tus designios, suponed que sea la luz artificial que gobierna cualquier archipiélago en tu cráneo, suponed que sus ojos son tus ojos mirando hacia adelante, suponed la turbación maliciosa de la inocencia, suponed que grato es el orgasmo ante la moderación absoluta, suponed que el sentimentalismo niegue la existencia de Dios, suponed que el gato está en vuestra caja, suponed que vuestra amante permanece cortada en rebanadas, suponed que repiquetean los violines en vuestro bondadoso cerebro, suponed las convulsiones, los vasos y los tenedores, suponed la muerte violenta del verdugo y vuestra propia muerte agónica, suponed las discordias que cuajan en los dientes y suponed lo rústico de las suposiciones y podréis de algún modo suponer la salvación. Nuestro Soberano es la eternidad, que recuenta una y otra vez y uno tras otro los minutos y los centavos, un Dios consternado y exasperado, sensual y lujurioso, que grazna como un cerdo. Un cerdo de alas imponentes y maravillosas que se revuelca en todas partes con el vientre al aire reclamando agasajo y atención. ¡Agasajo y atención que siempre le hemos brindado!: ¡Vete...! ¡siempre fuiste un endemoniado hombre de Fe!
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(XII) «Lo póstumo eres tú» (Relato del Día de la Consumación) Naturalmente, la pequeña criatura, al cavo de todo su relato había descripto toda una red de sucesos turbadores, hecho tras hecho que, entrelazados entre si, confirmaban sólo una historia, un destino, un desasosiego que embellece y justifica mi debilidad. Había inventado en mi un laberinto inviolado en donde habría de embutirse el desconcierto y como relatando un crimen perfecto forzó a mi mente a sumirse en el espanto. Concluida su tarea, ebria de si misma, a pleno día y en secreto se provocó un infarto. Tras su desaparición no pude hacer otra cosa que repensar la historia que me había contado, repetir a modo de escape las palabras que habían anclado en mi alma. Releí algunas notas que había tomado durante su infructuosa tortura; gota a gota, rítmicamente, eternamente había dejado caer cada palabra, cada frase, y sólo me había dejado el deseo de reescribirla, de volverla a escuchar, de que alguien más escuchara ese relato testamentoso e inútil y comprendiera una crónica tan incomprensible como cierta. Intenté vanamente seguir mi vida normal, actuar como todos los días anteriores a mi encuentro, ir detrás de las cosas de la misma manera en que lo venía haciendo, igual que antes. Pero cuando se derriba algo más que tu cuerpo de la escena de lo que parece tu vida, uno no vuelve a caminar de la misma manera siquiera. Muchas cosas habían perdido utilidad, otras sólo tenían otros propósito, pero todas, indudablemente, poseían otra tonalidad, nada parecía tener ya fin.
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¿Para que fraguar una existencia de agonía y convencerme de ser la víctima de una fortaleza más allá de mis determinaciones? ¿Por qué pretender que nuestra abdicación tiene que ver que un impulso poderoso, todopoderoso, soberano, más allá de nosotros y no directamente con nuestros actos? Así, sumido en un total abandono, moribundo de pena, creando a cada instante pretextos -como en las oraciones fúnebres- para arrumbarme frente a mi mismo he intentado montar esta ilusión. Sobreviviendo de este modo logré garabatear la historia más aterradora de mi vida, con la clara intensión de que otros disculparan mis actos, de que alguien más compartiera mi destino o simplemente difundir el asco por mi propia vida... ó explicar -de algún modo- que uno de estos días lo que sucede puede ser real. Advertir incorrectamente que la situación que cada uno está representando puede ser su muerte, que puede ser desterrado hacia un mundo desaparecido, a un paisaje desnudo espantosamente visible, con orgías abolidas e ilusiones dementes. Cuando deseche mi existencia se verá claramente no mi pasión por hospedarme en esta vida sino mi obstinación por vivir, mi empeño y porfía en echar los mínimos embustes sobre mi propia esencia. Como los elementos de un cuadro, con sus matices y tonalidades que sólo tienen sentido mientras alguien las mire, de este modo me ofrezco monstruoso y obsceno, frágil vougeur de la sangre y otros humores humanos. ¡Qué nadie me moleste con su compasión!, la vida me sorprende aquí por cuenta propia, estoy despierto por sus golpes y por su frigidez también; la vida, mi propia vida, no
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ha sido más que mi decisión en manos de un Dios sin manos. Juzgo necesario retirarme, en este momento, cansado ya de observar con los párpados cerrados el indestructible deseo de descansar. Tampoco he de cederte un centímetro, impúdico lector, en tanto lo que quieras de mi sea compasión hacia ti. Trata de eludir el suicidio -como muchos de nosotros- con eficacia, intentando todo, busca, examina, rastrea, repite obstinadamente aquello que aleja tu mano de una bala o del vacío, de la cornisa o del tren. Y si de este modo, con todas las precauciones posibles, prosigues arrastrándote día a día, más te valdría no haber nacido, ni haber tenido hijos, ni haber vivido tanto tiempo. ¡No te arrastres buscando compasión! ¡Muere! ¡Muere por tu propia mano, por favor! ¡Muere pronto!. ...... Serénate lector y que tu lectura sea sosegada, no trato de hacer de estas palabras una alabanza lúgubre de mi mismo, escrita de modo precedente a mi suicidio. Mi actitud no ha sido tampoco la de prevenirte, ni siquiera advertirte en modo alguno nada. En mi caso, la muerte no será un desconcierto ni será una sorpresa. La muerte monta guardia en torno a mi hace muchos años, puedo escuchar ya la atmósfera que la envuelve, retornan ya los sonidos de las palabras tropezando con su cuerpo, sones mórbidos de un eco de la ilusión. Mi forma de actuar constituye un buen punto de partida para determinar por contraste en que actitud me descubro o mejor dicho como quedo al descubierto en mi mediocridad. El fracaso está en mi como la palidez en un muerto, pero jamás abandono el porte de quién se sabe con valor. Esa tarde triunfal, repleta de rasgos formales, ciertas
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gesticulaciones y efecto teatral, el mundo se transformó en un simple transfondo. Esa tarde en que durante un instante presentí que podía escapar de la condición humana, ese segundo que observé el fluido ligero de Dios en peregrinación hacia si mismo convertido en vapor de agua. Esa tarde proseguí tan mediocre y fracasado como siempre... pero había perdido los ojos... Me juzgarás cruel, cobarde, débil, cínico, creerás que soy un malvado, que no respeto la pobre existencia de nadie, ni la mía propia, me estimarás un mentiroso, vano y triste ser humano, pero únicamente y tan sólo... es que tengo frío...
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ULTIMA CONTORSION Tu lector, que has llegado al confín de este libro, y cada página ha visto ya su ocaso, y en las postrimerías todos los versos han declinado, y las letras han sesado de corroer en tu cerebro... de esta obra INTERPRETA LO CONTRARIO.
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INDICE: PROLOGO de José María Marcos .................................... 2 Advertencia ........................................................................ 4 Epígrafe para un libro condenado de Baudelaire ............... 5 (I) Dios se ha teñido de intemperie (Relato del Primer día) ....................................................... 6 (II) Una semilla de mostaza toda garabateada de profecías (Relato del segundo día) .................................................. 10 (III) El Alma tan baldía (Relato del Tercer Día) ................ 14 (IV) Las Recuerdos Pueden ser Coloreados y a Cada Color le Puede Corresponder un Número... (Relato del Cuarto Día) ................................................................................... 18 (V) ...por lo tanto existe una secuencia de entrada a la infinita culpa (Relato del Quinto Día) ............................... 22 (VI) ¿De qué lado quedaría el alma y la Fe en una persona cortada longitudinalmente y mantenida viva? (Relato del Sexto Día) ........................................................................ 27 (VII) La Miel de la Liturgia (Relato del Séptimo Día) .................................................. 31 (VIII) El Fuego Sempiterno -Ave Crux Spes Unica- (Relato del Día de la Conflagración) ............................................. 35
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(IX) Vaginales, Seminales y la Herejía de las Sentencias (Relato del Día de la Expiración) ..................................... 42 PRIMERA CONTORSION: Tened Ricas de Sangre las Manos (Relato de la Declinación del Día) ........................ 46 (X) Unos exquisitos Pechos de Plata (Relato del Confín del Día) ................................................................................... 50 SEGUNDA CONTORSION: Esperamatizando la Eternidad ó La Eternidad Espermatizada (Relato del germinar de el Día) ................................................................................... 52 (XI) Yo, Dios, me he volado la parte superior del cráneo para eludir problemas (Relato del Día del Ocaso) ........... 58 TERCERA CONTORSION: Iniciativa humana (Relato de la Fundación del Día) ........................................................... 63 (XII) Lo póstumo eres tú (Relato del Día de la Consumación) .................................................................. 66 ULTIMA CONTORSION ................................................... 70