Economla libidinal
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IDU!P!Cf!1 D!WOUO:>3 OHV10A1 SIOJNVHiI-NV3f
Primera edici6n en frances, 1975 Primera edici6n e...
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Economla libidinal
I
IDU!P!Cf!1 D!WOUO:>3 OHV10A1 SIOJNVHiI-NV3f
Primera edici6n en frances, 1975 Primera edici6n en espat\.ol, 1990
LA GRAN PELICULA EFIMERA
'I'RADUCC ION:
Tununa Mercado
TITULO OR IGINAL:
Economie Libidinale @1974,LesEditionsdeMinuit,Pans
@1990, FONOO DE CULTURA ECONOMICA. S. A Av. de la Universidad 975; 03100 Mexico S uipacha 617; 1008 Buenos Aires
DE C. V.
ISBN: 950-557-100-3
IMPRF,so EN ARGENTINA - PRINTED IN ARGENTJNA
Hecho cl dcp6sito que previene la ley 11 .723
ABERTURA A LA SUPERFICIE LffiIDINAL
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AnItA et presunto cuerpo y exponga todas sus superficies: la piel con cada uno de sus pliegues, arrugas, cicatrices, con sus grandes pIanos aterciopelados Y. junto a ena, el cuero y su ve1l6n de cabellos, el abrigo suave del pubis, los pezones, las Ulias, los cascos transparenl;es del tal6n, la leve ropavejerfa poblada de pestalias de los plirpados; pera no sola mente eso: abra y extienda, explicite los Isbias mayores, los pequei'ios labios con su red azul, ban ados de mucosidad; dilate el diafragma del esfinter anal, corte longitudinal mente y aplane el negro conclucto del recto, Iuego del colon, Iuega del ciego; a partir de ese momento 18 banda sera una superficie compJetamente estriada y contaminada de mierda; como si con sus tijeras de modista abriera las piernas de un pantal6n, andele, ponga en descubierto el presunto interior del intestino delgado, el yeyuno, el ileon, el duodeno 0 bien, en la otra punta, suelte la boca de las comisuras 0 arranque la lengua hasta su rafz distante y partala, extienda las alas de murcielagos del paladar y de sus humedos subsuelos; abra Ia td.quea y conviertala en el armaz6n de un casco en construcci6n; provisto de bisturies y de las pinzas mas agudas, desmantele y deposite los haces y los cuerpos del encefalo; luego extienda toda la red sanguinea intacta sobre un inmenso jerg6n, y la red Iinfatica, y las delicadas piezas 6seas de Ia muneca y del tobillo; desm6ntelas y co16quelas de punta a punta con todas las capas del tejido nervioso que recubre el humor acueo y con el cuerpo cavernoso de la verga, y extraiga los musculos mayores, los grandes filetes dorsales, extiendalos como Esos delfines durmientes. Haga el mismo trabajo que hace el sol, 0 la hierba, sobre su cuerpo cuando usted se asolea. Pero no se crea que alIi termina todo: habria que conectar a esos labios una segunda boca, una tercera, una gran cantidad de bocas, una boca, y tambien vulvas, pezones. Y contiguas a la pie] del extrema de los dedas, rascada por las urias, serfa necesario quizas unas grandes playas de piel sedosa, extraidas de la cara interna de muslos 0 de la base de nucas, 0 unas cuerdas de guitarra. Y contra la palma de la mana, llena de nervaduras y de pliegues como una hoja marchita, tal vez h aya que depositar arcilla, 0 bien baculos de madera dura con incrustaciones de plata, 0 un volante de autom6vil, 0 la escota de u na mesana. No se olvide de agregar a la lengua y a las partes del aparato fonador, todos los sonidos de que disponen y, adem as, toda esa red selectiva de sonidos que constituye un sistema fonol6gico puesto que ella tam bien pertenece al "cuerpo" libidinal, asf como los colores que tendra que anadir a las retinas, ciertas texturas a las epidermis y ciertos olores que habra elegido 9
ECONOMIA LIBIDINAL
ECONOMIA LIBIDINAL
n las paredes nasales, paIabras y sintaxis preferidas a las boens que las dicen y a las manos que las escriben. Y no es suficiente decir, como Bellmer, que el pliegue de 18 axila de la nina apoyada distraidamente, eJ codo sobre In mesa y el ment6n en In palma de su mano, podia ser equivalente al pli cgue de 18 iogl e 0 incluso a Ia comisura de los Iahios del se· )Co. No nos apresuremos a plantear la cuesti6n de seT equiva1ente a, Y menos aun a resolverla. No es una parte del cuerpo i.de cuLiI cuerpo?: cuerpo orgnnico, organizado para su propia supervivencia ante 10 que a muerte 10 conmueve, asegurado contra In conmoci6n y 18 emoci6n; no una parle Que sustituya a otTa como en e] caso de la nina (la morbidez del brazo a In del muslo y un pliegue sutil a una bendidura mds intravagante), no es ese desplazamiento de partes, reconocibles en In econom(a poWica del cuerpo orgdnico (el mismo en principio provisto de partes difcrcnciadas y apropiadas que no podrian ir sin e1) 10 que hay que comenzar por tomar en consideraci6n. Un desplazamiento semejante, cuya funci6n es de representaci6n, vicaria, supone una unidad corporal sobre la cual se inscribe como transgresi6n. No hay que comenzar por Is transgresi6n, hay que ir de inmediato hasta ellimite de la crueldad, hacor 10 anatomic. de In pervcrsi6n polimorfa, desplegar la inmensa membrana del "cuerpo" libidinal, que es todo 10 contrario de un armaz6n. Ella esta hechs de las texturas mas heterogeneas: huesos, epitelios, hojas en blanco, tonadas que h acen vibrar, aceros, cristalerias, pueblos, hierbas, telas para pintar. Todas esas zonas se empalman en una banda sin dorso, banda de Moebius, que no interesa porque este ceTrada, sino por tener una sola cara, piel moebiana que no fuera lisa sino (lacaso seria esto posible topo16gicamente?), por el conlrario, que estuviera cubierta de asperezas, recovecos, repliegues, cavernas que ]0 seran en la ~primera" vuelta, pero que e n la "segunda" seran quiza. protuberancias. Pero nadie sabe ni sabrd en cutil "vuelta" estamos: en la vuelta eterna. La banda interminable de variada geometria (puesto que nada obliga a que una excavaci6n siga siendo concavidad mds alla de haber side forzosamente convexidad e n la "segunda" vuelta, si esta al menos persiste) no tiene dos caras sino una sola y, en consecuencia, carece de exterior e interior. No se trata, por 10 tanto y sin duda, de teatro libidinal: no hayesposor, las intensidades corren por doquier, posandose, escapandose, sin {IUO nunca puedan ser aprcsndas en un volumen sala/cscena. Ln teatralidud-rcpl'esen taci6n, lejos de que pueda tomarsela como un dato libidinal (L fortiori metofisico, resulta de cicl'lo trabajo sabre la banda laberintica y mocuiana, trabajo que imprime estos pliegues y replieg ues especialos cuyo ofoclo as una cajn que, cerrada sobre sf misma, filtra los impulsos y ndmito que aparezca en oscenn s610 nquolto que, provenienlo cl o 10 quo do nhom cn ndolunto se Itamoni 01 ext('rior, salisfaga las concJieionoi' do
la interioridad. La camara representativa es un dispositivo energetico. Describirlo y seguir su funcionamiento es la tares. Ninguna necesidad de criticar Ia metafis ica (0 la economia politica, que viene a ser 10 mis_ rno); puesto que la critica supone y reerea sin cesar esta teatraHdad misrna, mas vale estar dentro de ella y oluidarla: es la posici6n de la puJsi6n de muerte, y mejor describir eso, sus pliegues y adherencias, sus trasmisiones energelicas que determinan sabre la superficie Unica y heterogenea el cubo teatral con sus seis caras homogeneas. Ir de la pulsi6n a la representaci6n, pero sin permitirse, para descrihir esta implanlaci6n, esta sedentarizaci6n de los influjos, sin permitirse ]a sospechosa facilidad del concepto de falta, la facilidad del cuento de una A1teridad vacia, de un Cera en cuyo silencio viene a choc8r y a romperse la demanda (demanda, ipalabra, ya, por 10 tanto?, lpalabra ya dirigida y hacia algo?, si, a esc Otro y por algo, iacaso ~I tambi~n ya sabe hablar?, sf, aunque sea mediante gestos, llantos, furias, torpores de lactante atragantado, interjecciones, que Ie dicen), aun cuando con esc cuento de la demanda y del silencio del Cero no quedaria otra cosa que inaugurar y echar a andar el teatro y el poder, el tentro de poder en el que habran de representarse las satisfacciooes del deseo oneido de la misma presunta falta. Muy par el contrario, y 10 veremos ml1s adelante, hay que describir la cuesti6n del cuba n partir de la banda del cuerpo libidinal abierto y extendido en su unica cara sin reverso , cara que nada oculta. Mds aun, no hay que confundir tam poco In clausum de la reprcsentaci6n, ese hallazgo sarclistico, ese falso desengafio de los pensadores Que nos dicen: 10 que esta en el exterior en realidad es el interior, no hay exterioridad, la exterioridad del teatro es tambien su interioridad; ni mezclar esta triste noticia, este kagangile que no es sino el converso del evangelio, este miserable anuncio de que los cargadoTes de artefactos que recorren su pequeil.o mura detras de las espa]das de esclavos sentados y maniatados a l fondo de su cavern a en realidad no existen 0, 10 que es 10 mismo: que ellos mismos son sombras en la caverna del mundo soleado, reduplicaci6n de lristeza; Que no se confund a, entonces, esle mensaje despechado y esta representaci6n de un teatro total mente clausurado con nuestra pelicuJa moebiana-laberintica, patchwork de una sola cara de todos los 6rganos (inorga nicos e inorganizados) que la libido puede atl'8vesar: por mds que este cerrada sobre sf misma, ella tambien, como una buena banda de Moebius, de ningtin modo 10 esta. en el sentido de un volumen; por oposici6n al cubo representativo es infinita; las intensiduces conen en olla si n encontrar termino, sin chocar jamas con el muro do 1lI1n auscncia, con un limite que seria la marca de una falta; no, a la libido vQrdll.doromonto no Ie fnlta nada, y menos aun regiones a ocupar;'"
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• IlHw,tir,/"urNI'lflfI1I11Nj/ (lJfflitl/IUIIH o n rllomdn>, !lOrd" ~rnd\lcidOIl como QCllpor, oell' l)(/fj,jU; tMJI',r, fMII", flr.(·IIIN"r, tlr/fCorNr.: mvrrlir. I'WI'fllid" (rlcoonpnllndn. do divCMllnll
ECONOMIA LIBIDINAL
LA GRAN PELICULA EFIMERA
cl dedo fino y muy moreno de 18 mana izquierda que en una conversaciOn paso 18 joven sobre su ceja -inquieta poT 10 que supone es eJ saber del olro--, mientrBS que con 18 derecha sostiene un cigan-o: i!sa es una verdlldera regiOn a oeupar. se puede perder la vida en e11o, uno puede entregllr loda su organicidad, su cuerpo en orden, su alineamiento funcional de Organos, su estntuto socio-profesional, su presunto pasado y su pre8unto futuro por eso, su memento y su teatro intimo: uno puede lJegar a queTer pagar muy caro, fuera de precio, ese dedo que es como una gubia y todo eJ espacio orbital craneano, vaginal, que engendra alrededor del ojo. jY no es porque este prohibido que se 10 ocupa, oi porque sea repreIIcntado fuera de escena 0 porque no se tenga derecho a ponerlo en escena que uno desea montarlo y apropiarse de ell A 18 libido no Ie faltan regiones a ocupar y no ocupa bajo 18 condici6n de Ia falta y de Ia apropiaci6n. Ocupa sin condici6n. Condici6n es regIa y saber. Pero el toque de emoci6n en la mano que alisa la ceja, i,importa que obedezca a reglas, a lcyes de In emoci6n y otras necedadcs?, i,importa que se conozca 10 que la motivn, la timidez de esa mujer nnte su presunto personnje Cevidentemente paternaL)?, i,qu~ importa todo eso, ese farrago de palabras que van a dar cuenta y a rendir cuentas? Son esns palabras las que ponen en representaci6n ese gesto y 10 producen en Ia exterioridad interior de todo discurso, y la ley que van a inventar para explicar la exterioridad y el espectaculo es su ley propia como saber. Muy lejos de tomar el gran Cero como el ontol6gico motivo, impuesto al deseo, de diferir todo siempre, de re-presentar y simular en una pr6rroga sin fin, nosotros, economistas libidina1es, afirmamos que ese cero es en sf mismo una figura, la pieza de un dispositivo potente, sanguinario como el Dios de los Judios y plilido como el Vado de Lao-Ts~; dispositivo de la circunversi6n en el cual, ciertamente, varias posiciones libidinales son afirmadas en conjunto, y al cual nos complacerli desenmarai'iar y desmontar con tacto, despejar sin violencia, en japones, como se separan las varillas entremezcladas en el juego de los palillos; y vamos a mostrar que no solamente es necesario pasar por 61 para seguir el recorrido de las intensidades en ellaberinto, sino que, incluso, el paso por el cero es propiamente un recorrido libidinal de canicter especial, que la posici6n del Significante 0 del Otro ocupa en el dispositivo de la circun-
versi6n una posici6n en sf misma de goce, que el "rigor de la ley" excita a mas de uno, y que esa Nada no remite a una necesidad onto16gica, sino a una fantasia religiosa, libidinal por 10 tanto y, como tal, perfectamente aceptable, vale la pen a decirlo, si no fuera, por desgracia, terrorista y de6ntica. Necesitamos modelar una idea af'irmativa de] Cero. Recomenzo.mos, en consecuencia, la critica de la religi6n, recornenzamos, en consecuencia, la destrucci6n de la piedad; buscamos incluso el ateismo: muy inteligentes, heroos comprendido que la reintroducci6n del Cero, es decir de 10 negativo, en la economia del deseo, es simplemente 10. reintroducci6n de 10. contabilidad en las materias libidinales, es la economia politica, es decir el capital, llevada hasta la esfera de las pasiones, y con esta economfa del capital, hemos comprendido necesariamente otra vez mas que ]a piedad es 10 que prosigue, el dispositivo pulsional y pasional de la religiosidad, en la medida en que ~sta es identificada como la fuerza de la falta, In religiosidad capitalista, que es la de la moneda que se engendra a sf misma, causa sui. Y, en consecuencia, "'hacemos polftien", deseamos que la fuerza de 10. falta periclite, degenere; amamos y queremos lodo ]0 que alirma que ese cero no solamente no se engendTa a sf mismo, ni tampoco es engendrado por otra fuena (Ia fuena de trabajo, supone Marx, perc justamente y una vez mas. en tanto faltante, borrada en superficie de la escena socia!), sino que las cuestiones de engendramien to tienen trampas, conllevan el saber y sus "respuestas" (las cuales se Ie rien a usted en la cara); no, no subordinamos nuestra politica antirreligiosa, es decir anticapitalista, al saber de 10 que es de verdad el origen del sentido, es decir de 10. plusvaUa, menos aun la subordinamos al saber de 10 que verdaderamente no tiene origEm y de 10 que carece no en tanto de esto 0 de aquello, sino en tanto origen; queremos y hacemos una politica desmembrada, no con table, impla para con las politicas y, en ese sentido, ]a cr{tica de la religi6n que recomenzamos no es yo. una critica, no esM yo. en la esfera (es decir el volum en te4trico, advi~rtase) de 10 que critica, puesto que Ia critica descansa a su vez en Ja fuerza de Ja faJta, y puesto que la crftica es la religi6n todau{a.
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propolicionC8 IICgUn 101 callOa), y aun a vccca como inl)tstir (conrerir un carnctcr, un cargo 0 dignidad. una inlJestidu.ro, a also 0 a alguien, que de esc modo quedarAn inlHlstidoB), 0 des· tncando olacnlido do l itinr, /iilio; c::trc::nr, Ctrco do la lc rminologfa militllr reapccto do unR plQza, ciudod 0 territorio. E stos opc::ioneH 10 horan teniendo en cuentll 01 contexte, sin per_ der In acepc::iOn liwrRl de el108 lCrmin08 en psiconnAlisis, cconomla politico 0 eslratcgtn. miIIlar. Sc ha prererido eeta variedad par. eviler en 10 posible 109 ncologismos inl)tstir, inIItstimitnto, rospctBndo III mismo tiempo UIlOS ya consagrad08 por 0\ Diccionorio do Laplanc.ho y PontaHI y otral lraduccionel reconoc::idaa. (N. de III 1r.)
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TEATRICA PAGANA
Deseamos el atefsmo de la banda libidinal y si no puede ser crftico, es decir religioso, debe ser entonces pagano, es decir atirmativo. Tenemos que saltar asf por encima de dos fronteras, la que separa la politica de la a-politica, perc tambien la que separa 10 religioso de 10 laico; diremos por ejemplo que b ay quid mas ateismo (afirmativo) en esta religi6n del Bajo Imperio que Agustin detestaba y zaheria, ~eligj6n en la que por el menor hipo, la mas minima sandalia, por un coito de nada, un parto , un pip~ una· decisi6n militar,.habia un dios, una diosa, varios dloses y diosas CLue asistlan..al-acto, al paciente y al agente, no para redllpliCarlos en un espectaculo imltil ---(:omo Agustin tinge creer-"ni tampoco para ocu1tarle la responsabiHdad al presunto sujeto implicado en el acto en cuesti6n, sino ef>rgue de esa mane,a todos estes gestos, todas eSJ tas situaciones, aqueUos y aquellas de Ia 1lamada (despues) vida cotiaiana-(co~i-hub i era...otra~ por una parte empezaban a valer como inten sidncfes, no odion decaeun utilidades y, por la otra, no teniao que volver a atarse meaiante un vinculo parad6jico, dialectico, arbitrario, terrorista, a una Ley a a un Sentido ausentes, sino que, por el contrario, no dejaban de ponerse a prueba como singu.1aridades que se basta ban en la afirmaci6n de si mismas, Lo divino era simpl emente esta autoatirmaci6n. Quiza nada este mas cerca de 10 que sucede sobre Ja banda libidinal que In parodia que obtiene la "teologia tdtrica" de esta religi6n popular semi-esceptica, semi-estoica de la ultima Roma. En todo caso, aun cuando seamos injustos en su beneficio, e11a es bastante mds atea que el discurso de ciencia, de politica y de critica de nuestros contemporaneos ahastecedores de deseo, mujeres, homosexuales, Negros, Indios, espacios y pToietarios -abastecedores que amamos y que, por 10 demas, tambien somos-. Entre la teologia teatrica y la judeo-cristiana que todavia hoy gobierna la critica de la re1igi6n y de la economia politica, no bay oposici6n entre un elogio de 10 divino en el mundo y una alabanza de Dios a expensas del mundo e in absentia, sino diferencia entre dos dispositivos del pathos. Aqui comienza K1ossowski. Siguiendo su consejo, escuchemos a Agustin discutir la disyunci6n que establece Varron entre una teologia fabulosa 0 miticn y una teologia civil 0 politi ca. EI cristiano toma el ejcmplo dcl ncoplnmiento nupcinl: "8i hay una diosa Virginensis para dosntnr oJ cinLur'o n do In jovon, un dios Subigus para que se entregue a IlU l11or·ido. ~llIn dilllur Pr'{'lIlfl plll"lI qu c, unu vcz subyugadu, no se mucva y 80 ,k.j(l oprillllr, I,fjlll ' hrll'c', IlIItonC('s, In dio80 PCI'Lunda? iQuc se rubo-
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LA GRAN PELICULA EFIMERA
rice, que se vaya! iQue Ie deje hacer alga al marido! Es muy inconvenieote que otto satisfaga en su lugar la tarea que conHev8 este nambre. Tal vez se la tolera porque es una diosa y no un dios (...). Pero, i.qu~ dio go? "No hay aeaso alii tambien un dios demasiado viril: Priapo? iSobre su rniernbro giganteseo y repugnante In recien casada fue invitada a sentarse, segUn 18 muy decente y muy religiosa costumbre de las matronas! I iQue todavfa se pueda distinguiT, con gran refuerzo de sutilezas, entr e Ia teologia civil y la teologia fabulosa, entre las ciudades y el teatra, entre los templos y Ia escena, entre los ritos de los pontifices y los versos de los poetas como se distingue entre ]a decencia y 18 impureza, 18 verdad y In mentira, las cosas graves y las frivolas, las serias y las bufonas, 10 que hay que buscar y 10 que hay que recbaza r! .. (Ciuitas Dei,
ble, suplica y orden -oh cosa poderosa entre todas las cosas- que los atraviesa: haz 10 que el deseo desee, se su esc]avo, su conexi6n, yo te de· signo. Y por cada conexi6n, un nombre divino; por cada grito, intensidad y conexi6n que sportan los encuentros esperados e inesperados, un pequeno dios, una pequena dios8, que tiene el aire de no servir para nada cuando se la mira con los globulosos ojos tristes plat6nico-cristianos, que en efecto no sirue para nada. pero que es un nombre para el paso de emociones, As! torlos los encuentros dan lqgar a dlVlrudad, todas las conexlOnes a i'nilndaci6n de afectos. Pero Agustin, que se ha pasaao al . campo del gran Cero, no comprende ya nada de todo eso, qUlere y convoea la resignaci6n, abandonen la banda libidinal, dice, s610 una cosa merece afedo, mi Cero, el mio, mi Otro, es a traves de el que todas las emociones Uegan a ustedes, a el se las deben, cuidenselas, devuelvanselas, el las redimini, el redentor. iQu~ quiere el cristiano? Ignorar la cone· xi6n, pretende casi la desconexi6n: el pr6jimo, ique palabra chistosa! El otro estli situado en la atm6sfera del alejamiento afectivo, despues muy cerca por un esfuerzo particular y parad6jico llamado earitas porque cuesta caro (se da sin retorno, se dan distancias de alejamiento, es el Cero quien recibe las donaciones y las hace fructificar). Con esa desconex:i6n se acaban las singularidades. Caritas tiene respuestas para todo. Es por eso que todo se encuenlra desva]orizado, escindido; en su apariencia, como dios a ntiguo, Virginensis, Prfapo, bufon y, en su esencia, como el dios nuevo, el Cero central, el director de teatro. En su apariencia, el delirio 0 la locura y, en su esencia, las intenciones divinas. Escuchen al padre de la Iglesia en su afan de eseindir las intensidades: uSe ha querido que el nombre de Liber venga de Liberamentum, liberaci6n, porque en la uni6n sexual los varones se liberan gracias a el del semen que derraman (... ). Se anade que a Llber se Ie asigoan las mujeres y el vino a fin de excitar el deseo. De ahi que las Bacanales se celebraran en medio de una locura furiosa desencadenada. Varron mismo confiesa que las Bacantes no habrian podido hacer 10 que hacian sin estar presas de delirio, nisi mente commoia (. .. ). Hay algo seguro, y es que semejantes cosas no sucedfan en los teatros. Alli se juega, no se delira; aunque tener dioses que se complacen con tales juegos se parece a la locura furiosa, simile furoris." As! es como prepara el excelente Padre (Civitas Dei, VI, 9) el encierro generalizado de las apariencias bajo el nombre de sintomas. La desvalorizaci6n de 10 dado fun ciona en plenitud, es decir en el vacio: el movimiento de fuerzas se vuelve conmoci6n del espiritu y muy pronto dementia y amentia. Los paganos 10 llnmabon OionisoB y Boca, nombres de aingularidades inestimables. Adviol'Lnn oJ pnrnlor,isrno do "gustin, mancra bnlbuccllnte de hacer hoMr', no oblllo.nto, n 10 1\10,..1.(\ do iW LodLl'icl1: 11)15 DlICllllLCI! eran p'rCSllS del
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VI, 6.)
Y Agustin, como buen ap6stol, argumenta asf: si Varron se las arregla de tal manera para decir que las representaciones respectivas de 10 divino e n la escena teatral y en la escena social son en definitiva indiscernibIes, es porque ya ha bita en este pagano la certeza de que s610 es verdadera la teoIogia natural, la de los fil6sofos, enti~ndase: la de Plat6n y. por 10 tanto, Ia de Agustin, entiendase: Ia de Cristo. 'Thdos los simulacros, sean de histriones 0 de sacerdotes, vienen a caer juntos de un Iado, dellado mentiroso, ilusorio, impuro; eJ nuevo lfmite viene a aeparar todo eso, que es apariencia, de 10 esencial, que es puro y veridico, Y, i,qu~ hace Agustin de esta manera? Cree ponerle fin con el teatro; 10 inventa, 10 reinventa despues de P1at6n y los otros, r estaura 10 que los fieles de 8ubigus, Prema y Pertunda habian demolido, es dedr 18 desvalorizaci6n del aqui y el ahora, su subordinaci6n al Otro; reforma la teatralidad voluminosa y repite el dispositivo mediante el cualla sala es ignorada en beneficio del escenario y el escenario consagrado a representar una Exterioridad dejada a las puertas del teatro, y juzgada -ellade una vet: para siempre no teatral. Pues bien, 1a tetttrica varroniana y popular no presentaba de ningUn modo esta distribuci6n de fundones en su escenografia. 8i el joven esposo incitaba a Virginensis a que desatara el cintur6n de la joven que el iba a desflorar, i,c6mo imaginar que 10 hacia por indecencia. bufoneria y mentira? i,No es acaso evidente que Virginensis es el nombre que nevan tanto la impacie ncia del vir desiderans como la espera no menos fuera de ena, pero m4s sorprendida de la virgo, y el desanudamiento del cintur6n a punto de soltarse y, en sobreimpreso, la disposici6n de otro nudo a punto de hacerse entre brazos, hombros, vientres, muslos, iTttroitus y exitus? Virginensis es un grito que lanza todo eso a la vez, grito hecho de vanos gritos incomposibles: que ena se abra, que el me tome, que ella resista, que el apriete, que ella se afloje, que 111 comience y que el cese, que ella obedezca y ordene, que eso se pueda y sen como imposi-
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LA GRAN PELICULA EFIMERA
furor; eso no se ve en el teatro, donde 86lo hay Que representar; auoque las representaciones del teatro sean juegos que 5610 puedan gustar a dioses atacados tambi~n de furor. La implicaci6n es directa, y pagana: el furor es divino, 10 divino es el furor, tanto en los ritos sagrados como en los juegos escenicos, no hay nada que pueda eotTar con un nombre singular en el recorrido de las impulsiones, y no hay nada que se mantenga fueTa de ese recorrido. Aqui sorprendemos a Agustin a punto de valver 18 banda libidinal sobre sf misma con el objeto de producir alli volumen y camara de presencia/ausencia. Sera necesario filtrar y otorgar las intensidades 81 activo del gran Cero, para saldar cualquier cuenta. Y veremos entonces que no se 11ega, que 18 diferencia entre el juego y el furor, el simulacro y]a verdad, la payasada y la seriedad no logra ubicarse. Esto, esta afirmaci6n de banda, e:;te bandidaje, se escribe con tanto dolor que hace temblar la mano. Escuchemoslo, seguramente es mas importante Que 10 que se dice. Este dolor no es tristeza 0 perdida de fuerza, sino 10 contrario: esta marcado par un derroche de cantidades importantes de energia que se utilizan para hacer soportable aJgo que no 10 es, que quiza sea esta acumulaci6n misma de potencias. Llorar, aullar, estan al alcance de la mana. Las figuras -aunque la mano siga avanzando su pluma en los bosquecillos de Dionisos-, las flguras de vida y de muerte se acumulan, Agoras que son esa energia misma captada en un instante y en una eternidad, y que, amantes de fleras, la devoran. Figura egipcia, melenas del Neguev, andr6gino bistre, nino femenino intratable. Can este dolor, quizlis en el centro, esta nueva situaci6n verdaderamente terrible: ese mismo rostro egipcio que mira no se sabe hacia d6nde can su impasibilidad, ayer, anoche, se volvi6 negro. La cara de mujer joven devine la mascara mortuoria de un joven cuyo cuerpo ocultaron los tiras que 10 vigilaban y golpeaban, desde hacia dos anos, en la carcel de una isla bordeando ellitoral africano, cuando su padre se neg6 a admitir, despues de examinarlo. su versi6n de muerte por suicidio. Es el mismo rostro, la misma frente estrecha, la gran nariz un poco curva y et gran vertice mediano del m6dulo abisinio, la misma delicadeza de maxi lares. Y cl hablaba, todo el tiempo, mientras que ella se calla, el flexible, escapando a IOU muerte y buscandoln. mediante torrentes de palahra~; hahlnba como un negro, multiplicaba las emboscadas de palabras, pero sus palab ras eran tan suaves e imperiosas que producfan efectos absolutamente visibles, como si fueran acciones nsicas. iSi su muerte pudiera estall ar en transformaciones palpables, como estallaban sus palabras, cuando el era su cuerpo! Hacer incluso de su muerte su cuerpo activo, transformadol'. Roma, Amor eran anagramas de su nomen. Y esta tensi6n, obstlicul0 e intolerancia ante todo, ests ligada a la in composibilidad de todas estns figuras simultaneas. Habria que ser
muy cristiano y muy pendejo para imaginar esos Romanos y esos negros como mensos libidinosos, inocentes sumidos en e1 estupro. Este sufrimiento por exceso es el de las bacantes, procede de la incomposibilidad de las figuras, de las mascaras juntas que ocupan el mismo espaciotiempo y revelan por ese hecho la banda libidinal, ya que una incomposibilidad semejante en la que se afirman a la vez partes, diferentes sin embargo del presunto cuerpo organico, 0 bien, sl se prefiere, en 1£1 que se aruman a la vez secciones del aparato psiquico y social que s610 deberian ser afirmadas separada 0 sucesivamente, es insoportable. lAcaso porque ella es la disoluci6n de la unidad, de la presunta sintesis? Lo que se hunde en la teologia teatrica -para nosotros que venimos mucho despues, que tenemos siglos, casi dos miIenios de costumbres cicatrizantes mantcnidas por las religiones, 1£1 metafisica. el capital-, es Ia identidad. lEs posible que 1£1 intensidad sea sufrimiento s610 por el hecho de que somos religiosos, religiosos del Cero? Incluso decirnos eso tal vez sea un consuelo. Lo que a nosotros, economistas libidinales, nos amenaza es que lleguemos a fabricar una nueva moral con este consuelo, a proclamar y difundir Que la banda libidinal es buena, que la circulaci6n de afectos es alegr{a, que el anonimato y In incomposibilidad de figuras son impresionantes y libres, que todo dolor es reaccionario y encubre el veneno de una formaci6n surgida del gran Cera -10 que acabo de decir-. Ahora bien, 10 que se necesita. no es una Hica, esta 0 aquella. Quizlis un ars uitae, joven, pero en el que convendria ser los artistas y no los propagadores, los aventureros y no los te6ricos, los forjadores de hip6lesis y no los censores. No tenemos ni siquiera que decirlo: jeste gran Cero, que porqueria! Despues de todo, es una flgura del deseo y, id6nde iremos a inslularnos para negarle esa cualidad? lEn que otro Cero no menos terrorista? Uno no se puede instalar sobre la banda laberintica retorcida clectrizada sismiada. Hay que compenetrarse de esto: que determinar In instancia* de las intensidades sobre una Nada de origen, sobre un Equilibrio, y el repliegue de partes en teras de la banda libidinal moebinna, en forma de volumen teatral, no procedc de un error, de una 11u8i6n, de una maldad, de un contraoprincipio, sino fundamentalmente del deseo. Que 1£1 puesta en representaci6n es deseo; que la puesta en cacena, en jaula, en prisi6n, en flibrica, en familia, la puesta en caja son
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deseadas. Que la dominaci6n y Ia exclusi6n son deseadas. Que las in· t ensidades extremas tienen tambi~n su propia instancia en ese tipo de an-egles. Que el negro rostro fsra6nico tuvo la muerte, la rnetamorlosis que deseaba: fue esa muerte que el era. Hay Que llegar a entender esto sin recbazarlo, pues el rechazo, la puesta en exterioridad, es 10 que prolonga 18 teatralidad proyectada como una sombra sabre la banda libidinal. Ahera bien, ese rechazo es concomitante, necesariamente, con la instalaci6n del punta de vista en el Cerc, en el centro vacic, Ingar desde dande se supone que todo es visible-inteligible,lugar del saber.
GIRO DE LA BARRA
Existe, en consecuencia, el dolor de 18 incomposibilidad. Este dolor es mucho mas antiguo que 10 que Ia palabra incomposibilidad indica. Esta tenderia a hacer creer que el origen del dolor es 16gico, violaci6n de 10 composible, afirmaci6n simultanea del esto y del no-esto. Hay, ciertamente, un poco de sufrimiento, que los matematicos y 16gicos mas o.gudos conocen bien, en estas ocupaciones de espacios antes cuidadosamente considerados exclusivos y disyuntos: basta recordar et tema de los nombres imaginarios, de los conjuntos imprecisos, de la 16gica de los individuos. Lo mismo sucede con los pintores, por ejemplo cuando Klee abre el cubo perspectivista sobre el soporle plastico como una, como diez cajas desarliculadas que se ofrecen cn conjunto a cinco 0 seis puntos de vista. Un poco de sufrimiento, pero no es sin embargo como este dolor, serfa mas bien como su negativo; este dolor pero anunciado a contrario en los espacios del no-dolor. Alii don de el concepto habia producido la estricta delimitaci6n del esto y del no-esto, haciendo pasar el limite y determinando por 10 tanto una zona de puntos que no son ni esto ni no-esto, puntos neutralizados que forman frontera y prohiben la confusi6n, he aquf que un nuevo "trabajo" (que Ie dicen) de concepto desplaza esta serie de puntos, borra limites y los restablece de otro modo, provocando el panico de un euadrado negativo, de una 16giea trivalente 0, en la hip6tesis de Lesnievski, de la verdad de una proposici6n como: el canto del Ii·
bro es ellibro. Panico breve: uno se reinstala, se sedenlariza de otro modo, al menos cuando nos posee la obsesi6n del gran Cero, cuando se quiere producir a cualquier precio Wl Bamado discurso de saber, cuando por 10 tanto no se cesa de proclamar, luego de todos estos trastornos, que yo. estuvo, Que ahora ya se tiene el verdadero dispositivo en 16gica de proposiciones, en teol'fa de nombres, en no importa que. El verdadero, es decir aquel que eJ mismo gran Cero produce y asume. Se deja nipidamente de nomadizar, se ocupa y cultiva el terre no, bajo la caucion de 10 Verdadero. Pero ostes cical;Tizaciones se tornan Taras, dios mediante; los cientificos de hoy en dia comienzan a marchar elIos tambien hacia el dolor, a dejar cacr sus pequenos sufrimienlos, sus pequefios esc~ndalos, la pequefia dia16ctica y eJ miserable Utrabajo del concepto". Saben que este es la impos· tura mismll, que 10 que trabElja no es el concepto, que el concepto es el c"pitlll que ll.porontfl trabojll.r, pero que determina las condiciones del Lrnbojo, quo dclimitn lOB "ruoro y los odontro, los (lutorizados y 109 prohihid Ofl, ( IU(l ,wl(lccionn y vnlori1.R. quo inviorte, quo reoliz:n; que cl coneopto 21
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es comercio, pero que e1 movimiento. ]8 fuerza de ese comercio, no es e1 concepto, ese pobre pequeno sufrimiento de universitario radical-socialista. Nuestros gran des matematicos, esos a quienes arnamos, nuestros hermanos en el dolor y 18 alegria, saben incluso muy bien que no es justo, que es fu.ti! y casi innoble decir, con una delicada sonrisa: si, todo 10 que h acemos no es mas que un juego; si, somas combinadorcs; si, comprendemos perfectamente que 5610 hay el gran Cera y que 5610 hay que girsr alrededor de el, en un vasto espectaculo. Saben como nosotros Que no 5e trata en absoluto de juega, que no se despoja uno de 18 falsa seriedad del concepto por el facsimil del juego. La alegria y e1 dolor romanos, paganos y estoico$ no son juegos. Los juegos escenicos que Agustin desprecia (y adora) no son para nada simulaeros de una realidad diferente. no hay divinidad seria (la de los fil6sofos. evidentemente) euya versi6n popular y politica fuera las mascaras de la escena; la Nada que los fil6sofos y los sacerdotes pueden proporcionamos como mwmo y 6ptimo de conciencia 0 de saber 0 de sabiduria y gracias a 10 cuallas intensidades vivaces y rnortiferas que nos atraviesan podrian ser desconsideradas, esa Nada es producida por su dcseo, y no es ella qui en produce el deseo. Esas intensidades de ninguna manera proceden de las ilusiones de cambio en la ocupaei6n del cireulo inm6vil que contomearia la Nada, sino que, por el contrar io, ell as pueden engendrar este ultimo como centro de una disposici6n de ci rcunversi6n que se llama tanto cuerpo propio como yo, sociedad, universo, capital, buen dios. La idea del juego, del gran J uego, juego del deseo y juego del mundo, es todavia un pequeno pensamicnto triste, es deeir un pensamiento que sigue estando total mente en la instancia del Cero, y desde alll haee el esfuerzo, supremo para el pensamiento, de deeirse: he aqul que todo 10 que sucede en la per iferi a, sobre el circulo, es s610 transito de intensidades, vuelta y retorno etemo; el se dice: s610 soy pensamiento, es decir la Nada y nada; 10 que es gira alr ededor y tal vez yo s610 tenga que eoloearme ta m bh~n sobre la circunferencia y girar con las intensidades , hacer como si amara, sufriera, r iera, corriera, eogiera, durmiera, caga-.;a y meara, yo, pensamiento. Ese Supremo esfuerzo del pensa miento tiene que reventar: ese es nuestro deseo de econ omistas libidinales. EI dolor de Ia incomposibilidad no se refiere a 1J.n cer o deli mitador, seleccionador, orientador. EI pensamiento no 10 precede. Muy a menudo 10 que se llama el pensamiento es 10 que se Ie escapa, 'esta hecho para darle eseapatoria. El dispositivo de eneerramiento, es deeir de delimitaei6n y de concepci6n, que va a producir el exterior y el interior, que va a acotar la extensi6n del eoncepto, que va a defi nir loslugares (del nrte, de In cultura, de 1a producci6n, de la politica, de la sexutllidtld), esc disposiLivo co n au COrO 5610 puode ser cngendrado pOr dasinLrllsificlIci6n.
EI operador de la desintensificaci6n es la exclusi6n: 0 bien esto, 0 bien no-esto. No los dos. La bana de disyunci6n. Todo concepto es as! concomitante con la negaci6n, can la puesta en exterioridad. Ests exteriorizaci6n del no-esto es 10 que dara materia a la teatralizaci6n: eJ afuera "debera" ser conquistado, el eoneepto "querra" extenderse, apoderarse de 10 que ha dejado a las puertas de su territorio, partira a Ia guerra y al trabajo con Hegel, pero ya antes con Agustin, haeia el afuera, para anexarlo. En realidad es empujado alH no solamente por el diablo de Ia confusi6n, por eJ sincretismo, por el gazo de trastornar, por las busquedas de intensidades, sino por Ia fuga ante ese dolor de incomposibilidad del que habIabamos. iCuanta angustia en estos limites, en estas desva10rizaciones que provienen de exclusiones! jC6mo se ama esws exterior idades! As! aparecen los viajes, la etnologia. la psiquiatria, Ia pediatria, la pedagogia, el arnor a 10 prohibido: bellas negras, encantadores Indios, Amarillos enigmaticos, soiiadores, niilos, entrad en mi trabajo y mis espacios de concepto. Es el teatro; es la blancura del Occidente en expansi6n, el innoble imperialismo cambal. EI pequeno sufrimiento no es sino e1 desplazamiento de Ia barra de disyunei6n . EI pequeno sufrimiento llevado a segundo grado es la conciencia de que ese desplazamiento es la regIa, que siempre hay desplazamiento. Pequeno sufrimiento que alcanza su acme en el pensamiento de In metMora y de la separaei6n. Pero el dolor del que hablamos no esM de ninglln modo ligado al desplazamiento de la barra del concepto. Este dolor no es In depresi6n que se origina en Ia situaci6n de estar con un pie uqui y un pie a lia, un pie adentro, un pie afuera, de estar diuidido. Este dolor no guarda ninguna relaei6n con el pequeno sufrimiento de 1a caslraci6n, que es el sufrimiento del concepto, usura y cieatrizaci6n diferidas sin cesar. Es asi mas bien como hay que imaginarlo, Crines perfumadas. Usted toma esta barra que separa el esto y el no-esto. Es decir, no imports cmil segmento. La coloca en un espacio neutro, digamos tridimensional para facilitar la intuici6n tan gastada de la imaginaci6n. La rcv iste de un movimiento de rotaei6n a1 rcdcdor de un punta pertencciento a ese segmento, movimiento que presenta las tres siguientes propiedades: 1a r otaci6n se produce en todos los ejes, sin exclusi6n; el pun to central se desplaza el mi smo sobre el segmento de manera aleatoria; se dosplaza, por fin, igualmente en el supuesto espncio neutro. Asi se engcndra u na supe dicie, que no es otra que In banda laberintica libidinal de manns: csl;a supcrlicic Licne siempr e como ancho ellargo del segmenLo, olc. Pero 10 importllll Le no es desc ribir las propiedades de In banda . b:s.to sogmonl.o quo "PUIJO 8ob ro~ todo 01 paisajo do las super ficies "corIlornlos" L)nidlHf, como )'n dijimolf (quO de hecho 10 ellgendra punto por !>unto, (111 i,1 liIHnpo IIIlP''''~~flptihh' do IIU pornlonCllcin ollO, cuonto mds
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rapido gira sabre 51 mismo, mas energia emplea y gasta, y calienta la zona viajada. Este paso puede ser absolutamente inm6vil, negro sol de las llamadas conuersiones hisMricas 0 de los llamados bloqueos obsesivos 0 paranoicos, 0 ser poT el contrario fu lminante 0 efimero: ideas sabre el arte, la ciencia, el arnOT. EI hielo que deja tras de si es proporeional a la energi8 bombeada: intensidades frias extremas. Y tada intensidad, quemante 0 remota, es siempre esto y no-esto, no el efecto de la castraci6n, de 18 represi6n, de la ambivaIencia, de la tragedia debida al gran Cero, sino el efecto de 10 que seria 18 intensirlad del movimiento asintetico, movimiento mas 0 menas complejo, perc de todas maneras tan rapido que In superficie engendrada por el, en cada uno de sus puntos, es a1 mismo tiempo esto y llO-esto. No se puede decir respecto de ningUn punto, ni de ninguna regi6n, por mas pequefios que sean, 10 que son uno y otra, porque esa regi6n 0 ese pun to no solamente ya han desaparecido cuando se pretende hablar de ell os sino que, en el instante singular e intemporal del paso intenso, el 0 ena han side sitiados por ambos lados a la vez. Cuando se dice a La vez, se dice juntos los dos (0 los n), pero se dice tambicn uno en cada uez, en la singularidad de La vez, della volta. Una sola vuelta acarrea muchos afectos. EI tema no es la separacion, sino, por el contra rio, el movimiento, la desplazabilidad en el siLio. Habria incluso que imaginar la banda de una sola cara como si fuera producida por este rotativo aleatorio, este segmento loco que aetuaria como una matriz cuyns propiedades no cesarian de cambiar y que desarrol1arfa en consecuencia, a su "salida", la dnta imprevisible de las mareas Libidinales. Pero esta misma ficci6n debe ser corregida porque toma como modelo una mliquina industrial, por ejemplo una trefiladora 0 una laminadora y, siguiendo ese modelo, impliea la catcgorfa de una acumuIaci6n, d.e un 01macenamiento, de una memoria material y, 10 que viene a ser 10 mismo, de una diacronfa. Por ejempJo, usted puede -pienso yo- modificar de cualquier manera y de manera incesante las normas del estirado 0 del laminado y siempre obtendrli barras 0 hilos de metal con propiedades necesariamente variables. Queda que permanecen, que las marcas de variaciones se inscriben en estos objetos y los transforman en monumentos de una actividad pasada, en medios determinantes dc una actividad par venir, abriendo de este modo el espacio de un rio arriba y de un rio abajo en la producd6n, de un tiempo diacr6nico acurnulativo, de una historia capita liz ante. Y jcuidado! porque con el instrumento, la maquina, usted ya esta en pleno cero. Mientras que los torbellinos del segmento disyuntivo en su viaje libidinal no constituyen memoria por el hecho de ser singulsres, este segmento 5610 esta alii donde esta durante un tiempo, a tense, inasible y, por consiguiente, 10 que ha sido viajado Uantes" no existe: acefalfa, tiempo del inconsciente.
DUPLICIDAD DE LOS SIGNOS
Ven usted enseguida, Incomplaciente de ojos grises, por d6nde, una vez mas, creemos romper nosotros, economistas Iibidinales: no hablamos mas (salvo por inadvertencia, tengalo cn cuenta) de superficies de inscripci6n, de regiones a ocupar, y otras cosas semejantes. Desconfiaremos ric la separaci6n admitida entre la inscdpci6n y su lugar. Es necesario (Nietzsche dice que es muy diferente decir es necesario que tu debes), es necesario exigirle a nuestra imaginaci6n, a nuestra potencia de palpaci6n, hasta el punto de -si no pensar, pues no somos pensadores- al menos de forjar la idea de una intensidad que en vez de posarse sobre un cuerpo productor, 10 determine; la idea de un paso sabre nada, que sea por un instante fuera del tiempo con table, su propio pasar, su vuelta (par·a hablar como algunos, pero en una acepci6n muy diferente). En conHccuencia, no de entrada una superficie y luego una escritura a una inscripci6n sobre ella, sino la piel libidinal de la que podra decirse apres coup que esta hecha de un patchwork de 6rganos, de elementos de cuerpos orgaoicos y soeiales; la piel libidinal en primer lugar como reguero c/e intensidades, obra efimera, inutil como una estela de reactor en el airo exiguo a una altitud de 10.000, exceptuando que seria, en oposici6n a dicha estela, completamente heterogenea, aunque, al igual que ella, supcrficie viajada y viaje al mismo tiempo. Usted podr a decirnos: "viajada" os un pasado, no es el paso que da la piel, sino e1 pasado del paso, no la InLensidad sino su apres coup; y la superficie, la pie! libidinal ya es, en consecuencia, una memoria de intensidades, una capitalizaci6n, una 10cl.1lizaci6n de sus pasos; hay la intensidad y 10 que queda, y la comparaci6n que usted hace no vale nada porque muestra que hay caput, superficic de inscripci6n, registro, allf donde ella cumplia ]a funci6 n de hacer vor la acefalia. Lo estoy viendo, Incomplaciente, sonrelrse de la farsa que repreKontan para mf las palabras del saber y del capital aun antes de que hayn empezado a hablar. Estimemos esa farsa, no Ie temamos, digamos sf cada vez que sea necesario (y 10 sera y 10 sera una y otra vez) deeir 10 que I,onemos que decir como economistas libidinales, esa farsa rell enarli tlucstras palabras con su viejo picadillo de tristeza nihilista. Entre la piol libidinal y un registro de inscripci6n, siempre sera posible la confUBi6n, como entre Cristo y Anticristo, entre la materia y la anti materia. No Lencmos pocicr, gracias n dios, de disocinrlos, de aislar una regi6n, prcciBllm(JnLo, un cnmpo, iprccisamontor quo ser(a una buena represeni.nt'i 6n, pl'ot'iHnmonLo, de In bnndo libidinnl quo o8copnrfo n In adminisw
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trac i6n del concepto, a su rigido escepticismo y a su nihiH smo. No hay regwn afirmatiua, palabr as que se aniquilan entre"sl. Freud dice maravillosamente: las pul siones de rnuerte trabajan 5ilenciosas en cl rumor de Eros. Eros y las pul siones de mucTte, incomposibles, son indisociables. Lo mismo sucede con el paso de intensidades y 18 superficie de inscripci6n: ests opera como la memoria, el man ten imiento del paso; es el medio pOT el cual la efer vescencin se consign a y conservn, y por e] cual el signa singular de nada que es la intensidad se transforms en ~rmino presente-ausente cuya posici6n, y por eso misrno
critura nos constema y deplime? No, nos interesa vivamente y nos reanirna. 8i hay un secreta, es l!se, el suyo: ic6mo da lugar a Ia inscripci6n y al r egistro la imposible yuxtaposici6n de singuJaridades intensas? iC6mo da lugar y nempa a la multi plicidad, luego a la generalidad, Iuego a la universaHdad. en e1 concepto, e n el conju nto del regis tro, el diferimiento· desplazamiento fuer a de tugar-tiempo de 1a singularidad de afecto; romo da lugar-tiempo al diferimiento·oomposiei6n 0 oom-colocaci6n? iC6mo la polencia da lugar al pod.er? i.,C6mo se circunscribe la afinnaci6n fulgurante alrededor de un ooro que al inscribirla la anula y Ie asigna scntido? Ese es nuestro vivo inter~s (inter~s politico, entre otros, puesto que toda la cuesti6n politica reside en eso). Y los cOmo que Ie dirigimos no son porquis. EI porqui es rabioso. nost6.1gico. perfido. sicmpr e nihili sta. No negamos la rcalidad -libidin al, se entien de-. de ese cera, de ese r egistro; no tenemos la intenci6n de desvalorizarla por hip6tesis. de empezar dici endo: ese cero es un despota ma1vado. ese cero nos reprima, estn para eso, etc., resentimientos todos que sirvcn a menudo de resorte a 10 polftieo y que no compar timos. Una vez mas, 10 que nos interesa: el signa en el sentido klossowskinno-romano de 81lbjugus y de Pertllnda, e1 tensor singular con su en loquec ida multi plicidad de direcciones; no pretendemos desenmaranarl0 del signo nihilista "malo", desde Plat6n hasta Peirce y Saussure, con el objeto de colocarlo aparte. en un buen lugar en cl que estaria finalm ente a l abrigo del gran Cero semi6tico-semioticiano, ni disociarlo, par 10 tanto, para ponerlo en exterioridad con relaci6n al signo malo ni tam poco poner a este en cxterioridad con relaci6n a aquel, scpanindolos. y lIegar a ser asi nosotros los Justos, Bienaventurados, Sabios. 19uales, Hcrmllnos, Camaradas; no, no nos -in teresa ninguna de osas negaciones, sino 10 siguiente: ser 10 bastante refinados alii donde esLemos para sentir. ell la rud eza de los signos intercambiables. las singularidades irrepetibl cs de los pasos de afeele, bastan te discriminatorios y...• yo diria, como provocaci6n: jesuitas, para captar, en el movimiento ~rc neral de r educci6n y de in sc ripci 6n en el Cero del capital, del Significante, los de este lado de aed y los por aquellado de aiM de esle movimiento. la s inmovilidades 0 las agi tacion es que arrastra y traiciona usc movimiento, para arnar la in scripci 6n no porque ell a reporta y comport,a. sino por aquello que para produc irse la necesita. no porque canali'l.fI si no porque deriva. Esc es nuestro problema, polit.ico y otro, esa es al m enos su posicl6n: la Leatrali dad sin referencia, las mascar as que no remiten a ningUn rOBLro - 10 cual seria a su vez una mAscara- , los Nombres (jaguas con In nwyusculn1) do una hi storin que no es la memoria de las sociedades nombres que seda n su unmol'lia-, si no osLe exceso sobre la aparieneia 111>01(1\011 si(lmpI'o inciillC(l rnihlo do 61, 01 Oion is08 insoparable de In grnn 111 1., no co mo 1I 1I OIHII,,. to Mi llO como I II nocho nucl ea r. In si ngularidnd
su valor, ser11 asignado en funci6n de 18 presencia-ausencia de otTOS leTminos, en funci6n de su registro, de su Iugar en una forma 0 Gestalt 0 eomposiei6n. La superfieie de inscripei6n es entonees el medio de registro. Y del medio de registro al medio de produeei6n n o h ay que dar mAs que un paso, el que, segUn Deleuze, da el despota, el gran Gcstaltista. 8abe mos bien que cstn superficie es a la vez, de manera indiscernible, la piel libidina l "engendrada" por la barra enloquecida y la juiciosa chatura dellibro de cuentas. A la vez la yuxtaposici6n de efectos singula res que se II am an Sarah , Birgit, Paul, el hfgado, el ojo izqui erdo, los guijarros de ese cuello, yuxtaposici6n de inlensidades puntuales nunea reunidas en un cuerpo, solamente colin da nles en la imposibl e idea de la banda pulsional, la cual no puede ser una superficie de inscripci6n. sino unas explosiones - ni siquiera forzosamente sucesivas-, efimerns, de intensidad libidinal - por consiguiente eso y a Ia vez la h oja donde se registra bajo forma de li stns, nomenclaturas. estados civi les, repertorios, indices, bajo la doble ley del paradigma y del sintagma, de la columna y de la linea, don de se r egistra 10 Que queda de la inten sidad. su hueHa, su escritura. Esa es la farsa que nos juegan las palabras. que nos juegan las in tensid ades y que nos va a jugar de punta a punta en este libro nuestro arrebato mi smo: este arrebato, lector, Incomplaciente. Ilcgarti a usted refrenado, remitido, esta h oja en la que escribo y que por un instante, en el deslumbramicnto y la impaeiencia , es la piel acariciada de una mujer o la lisura de un agua en la que nado crawl con amor, esta h oja. u sted la rccibe impresa, rcpetida, por duplicado; u sted recibe una hojn de registro. Las palabras que queman en la punta de la pluma. que es ta punta espolea como si se tratara de un rebafio al que hiciera correr par a at.rapar al vuc lo In mlis noble, la mas veloz, la mas poderosa de entre elias. usted las recibe como lexic6logo. Y todas las comparacioncs que podrian venir a la mente es ta n jodidas de antemana per el eum- que comportan y que ha ce de elias proeedimientos de pesada, pen sada, conmen surabilidad . bueno s para el registra y Ia contabilidad. ineapaces para siempre de dar la intcnsidad en su event. iCrec usled Que la melanc6lica comprobnci6n do ('so diferir do In os-
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siempre situada cn el orden par-anoieo de 10 universal. y, en ese sentido, no es u na r evoluci6n 10 que tenemos que hacer, es .una revoluci6n, una y otra vez, una revoluci6n permanente si usOOd prefiere, perc a condici6n de que esa palabra deje de denotar Ia continui dad y quiera decir: no seremos nunca 10 suficientemente refinados, el Mundo (libidinal) sera. siempr e demasiado bello, habrA siempre en ~1 un exceso demasiado grande de temblor vibrante mudo en la depresi6n 0 en et desabrimiento mas ordinarios; no dejaremos de ser alii los discfpulos del afecto, las vias de los afectos no deja ran de Tecorrer y volver a r eeorrer los signos de r epresentaci6n y de trazar en ell os los itinerarios mas in esperados, los mb audaces. los mas desconcertantes. Y a condici6n de que permanente quiera decir tambien esto: no buscamos producr una cartografia, una memoria, un registro de nuestros esfuerzos de refinamiento, una organizaci6n, un partido de rcfinados, una antisociedad, una escuela de cuadros para afectos, un aparato de permanentes del refinamiento; la permanencia en cuesti6n no es algo que persiste a traves de una duraci6n identica a sf misma y sobre la que podrfan asentarse adquisiciones, gana ncias, ex periencias y resultados, un saber en materia de intensidad, no, por el contr ario, todo eso se perderA a medida (lde que?), y se perder4 de tal modo que en un sentido nunca llegar emos a querer continua mente, a querer en el sentido de una r esoluci6n man ten ida, este refinamiento en los embargos (desembargantes) de sigoos porque la potencia (Macht) no puede ser querida (Willku r), porque el deseo no puede ser asumida, aceptado, comprendido, atornillado a unos nombres = nomenclaturado, porque esas intensidades que deseamos nos producen horror, porque les huimos, porque las olvidamos. Y es justamente de ese modo que en tal ocurrencia libid inal, diferente en tal 0 cual otra, se produce una r evoluci6n di ferente, incomparable (y siempre ya comparable y todavfa comparada, como en las palabras mismas que acabo de emplear); y nada de permanencia: hemos huido del goce-muerte, perc 10 reencontramos delante de nosotros, desconocido, de inmediato reconocido, unheimlich , puesto que heimisch, diferente, no querido por decisi6n refl exionada , sin o, por el contrario, evitado, rehuido en eI panico y el terror de 18 nostalgia y, por consiguiente, verd aderamente deseado (Wille), inasumible. Y habrli que olvidarlo cada vez porque es insoportable; sin embargo ese olvido 10 h ace ser "querido" en el sentido de In Wille, y produce el desplazamiento y viaje de las intensidades y su retorno fuera de la identidad. Nuestra pol1tica es en primer lugar de huida, co mo nuestr o estHo.
DEDUCCION DEL CUERPO VOLUMINOSO
Caricia en el cuello: lugar donde se detiene la blusa, donde cOmlenza la piel, 0 bien a la inversa, lfTontera 0 fisura? No, es m4s bien la regi6n de Lrasmutaci6n de una piel en una piel diferente. El liviano algod6n oscuro (lS una pi e!. -Codo alojndo como un liquido en palma, dedo medio alisando y borrando con Iige reza plegadura de sangrado blanco y azul. lAqui tambien fisura? No, zona de paso, de vuelco de las superficies. I.Que es 10 que emocionn en esas regiones? Reducirlas a una simb6lica del sexo femenin o seria una pendejada. ;..Son entradas imaginarias, entradas en 10 imaginario? ;..EI estreno de teatro, 10 entrada del teat.ro, 10 teatralizaci6n de la superficie libidinal? -No, a 18 entrada, se pasa por dolante de la entrada sin ent.rar, ellorgo dedo borra 10 ilusi6n principe de que hay alii una fi sura, por 10 tanto un ade ntro si se la pen etra. Sf, no ures un teatro en el cual entra mi obra para ser representada; no cres un lfmi te, verga enguan tada en vagina es sen1. ha sido un coso particular de llna ensambladura in cesante, maniaca y absolutamente imprevisible, de partes de 10 gran piet de una soJa carn. La fu ena se congrega en esas lineas de contacto las cuaIes, gracias a su cargo abundante, se expanden (10 nuevas superficies l1amadas de inscripci6n. Este aOujo es el event. - Aunque bajo manga mane envuelve codo ligeramente plegado (lPor 1a IIcci6n de esla mism8 ma no?), mirada queda perdida, pero se vuelve ne!!TO y se pone a mirar "adentro". Ese adenlro es 10 sigu iente: la fuerza que se alojaba en los ojos se escapa y corre hacia sangrado. lSen\ para cJ('shacer ese contacto con 18 epidermis digital 0 para arrojarse alIi y paRIIr? Un tercero, que Ie h abla, no ve nada. lCulindo, c6mo empieza la banda a ser volumin osa? lEs el lenguaje I~ I que, por su fun ci6n referencial, Ie confiere espesor y presencia de auIcmcia? lEs el ojo el que cava las superficies en reversos y prosigue locatIlcnLe, detd.s de elias, In continuidad de sus anversos? Pero, l que es el ~lt\ nguaje"?, lqu e es el "ojo"? lEntidades de pensamiento, conceptos? I.C~u\ J actividad pueden tener? La polimorfi a Ham ada perversa, simpleIHonLe diversa, de la infa ncia, se despl aza sin fin sobre una superficie sin III~ujo ros. No hay agujeros sino invaginaciones de las superficies . Por eso 118 Que cunndo nbl'imos, sola mente afirmamos 10 que es, vasta piel con recoclos, en In que Ins grietas no son entrodas, h eridas, cortaduras, perfornciones, sino la misma superficie que prosigue, despues de un rodeo, en liu-ma de bolaa, fr ente ropi egodo casi en contra de si misma, como en Hlnlingrndo. La polim orfin diversa sabe que no hay agujero, ni interior, llllllllOCO ninUlIn 8o ntuorio II scr rospctndo. Quo s610 hay piot. "El nii'lo", 29
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ECONOMIA UBIDINAL
LA GRAN PELICULA EFlMERA
ese fantasma de Occidente, el nino, es decir e] deseo, es energetico, econ6mico, no representativo. lEs la ausencia, la ruptura 0 TotuTa 0 perdida 0 desconexi6n de una ex parte de piellibidinal 10 Que va a dar lugar al (ugar voiuminoso, al teatTo, al signo SllStitUtivo, a la interioridad que ocupa el1ugar de la exterioridad, de la cosa perdida? Eso dice Freud en Jenseits, a prop6sito de su nieto. Ese sena e] origen del teauo: el nino tenia, en su pelicula puIsional, como uno de los fragmentos cuya ensambladura hace crecer esta pequeiia piel al infinito, tenia el senD de su madre, el pez6n en Ia lengua entre sus Iahios, Ia elasticidad calida del pecho enorme bajo sus dedos ciegos. su nuca hundida en el hombro muelle de su madre, ojos entTecerrados por el placer que escrutaban de arriba abajo su placer (de el), en suma, una excelente conex.i6n mwtiple, diversa-perversa; se caga en los panales mientras mama y he aqui que "pierde" a su madre, digamos mejor: Ia conex.i6n se deshace, inmenso dolor por falta, dice Freud, desamparo insoportable, aflujo masivo de pulsiones al borde del derrame, perc callejones sin salida par doquier, esclusas cerradas, conmutadores desconectados, desperfedos, estasis, todo va a saltar. Se manta el teaho, mama sera bobina, vamos a repetir su perdida, joh! -"jse ha ida!" hisse- j"ah! esta"! vamos a amarrar el desamparo, encontrar salida a esas masas amenazantes de energia desplazable que grufien a las puertas del cuerpo, a este 10 abriremos hacia su pr6tesis, el teatro de la bobina. Es el dolor, en consecuencia, 10 que inaugura el teatro, es la intensidad como intensidad mortffera, dice Freud. Pero observen ustedes la bobina presente-ausente: sena necesario que el pez6n, eI vientre del seno, el hombro y el brazo y los ojos se hubieran ya constituido como instancias sabre una persona, una unidad,la madre, para que ella, esta bobina, pudiera tener lugar, reemplazar esa entidad. EI nino podrfa entonces, en efecto, sumr la perdida de una instancia pero ya no serfa entonces mas la perversi6n polimorfa que nos interesa, tanto a Freud como a nosotros. No hay posibilidad de un dolor por falta, incluso posibilidad de una ausencia si no se ha supuesto de entrada que habia la presencia de una madre, de alguien. Y hemos hecho asi una petitio principii, vicio formal no muy grave pAra eente como nosotros CllyO disclll"SO no nene la pretensi6n de la consistencia, pero redhibitorio cuando se quiere dar una explicaci6n: desde el J momento en que hay a1guien, una instancia que pasa por ser el lugar de totalizaci6n, de unificaci6n de varias singularidades, de varias intensida- 1 des libidinales, se esta ya en el gran Cero, se esta ya en 10 negativo; y se esta ya en el desamparo, puesto que esta instancia sobre la que habrlin de \ ser aplastados esos goces-muertes singuiares, madre 0 cualquier otro equivalente, por una parte nunca esta. dada, nunca hay conexi6n sobre ena, s610 hay cabos, metamorfosis parcinles, y en consecuencia, In noatal-
gia comienza con la producci6n de esta instancia unitaria; y, por la otTa, una instancia semejante desvaloriza, anula, cercena inevitablemente los aignos intensos que son las conmutaciones libidinales, interrumpe las uniones labios-Iengua-pez6n, las conexiones nuca-hombro, dedos-seno, porque en Lugar de ser pasos suficientes de intensidad, estas metamorfosis se vuelven metaforas de un acoplamiento imposible, estas conmutaciones, otras tantas alusiones a un poder-gozar inaprensible, estos signos ferozmente singulares, incomparables, los signos comunes, universales, de un origen perdido. Nuestra pregunta es: iquien sufre en el dolor? Freud responde: el nino, por 10 tanto un sujeto ya constituido, fonnado frente a, simetrico del objeto madre, por 10 tanto ya con una pared entre enos, la pared espccular, y ellado de la sala y el lado del escenario: el teatro; y el teatro (Jue el nino fabrica con el borde de su cama como rampa y el hilo atado a In bobina como tel6n y escenografia que regula entradas y salidas, este t(lntro-pr6tesis, de la misma clase que el ya excavado en el, es la replica on Uexterioridad" del volumen hueco en el cuallos dos polos de su propio cuerpo y del cuerpo de su madre, frente a frente teatrico, polos inexisten1,08, capturan, retienen en su campo, dominan, todos los acontecimientos cle la banda libidinal. EI dolor como cesura, fisura, grieta y desconexi6n, "610 haee dano a una totalidad unitaria. Al concebir el dolor como el motor de la teatralidad, Freud confiere a esta la consistencia metafisiea de 10 negativo y, por 10 tanto, es victima de esta teatralidad, ya que la des('0Iloxi6n y la fisura s610 hacen dano en la representaci6n can vocaci6n IInitaria; Ia perdida s610 es sentida como agresi6n por el cuerpo ya proIl\O, propietario, y la muerte es un hOTTOr s610 para la conciencia ya orgs"h·. oda. 8i se quiere explicar el nacimiento del teatro, no hay que buscar IIU kccreto en el dolor de una perdida, pues s610 puede haber perdida pa"11 una memoria y, siendo acefala la llamada perversi6n polimorfa, para ,dIu In perdida es 0 no es la ocasi6n de gozar-sufrir. Y eso es todo. 'I'nmpoco hay sufrimiento de un lado y placer del otro: esta dicotomia pllrLoncce al orden del cuerpo organico, de la instancia supuestamente "IIHicada, y exige el trabajo de negaci6n, de ~rneinung, que neva a cabo I,lprincipio de placer a l escupir 10 que hace dana y no dejar entrar sino 10 qUI! IlOce bien, principia dp. pll'lcer que es tambien principio de realidad, 11IIMto que escupir es separar 10 doloroso, expectorado como exterio~ IlInd, do 10 plncentero, conservado como interioridad. Hay que baITer tolllIli 0 8llS fabulitas maravillosas que suponen 10 que tendrian que hacer IlIIhUldcr, 10 formaci6n de la dualidad, del signo sustituto, del teatro inte,Itlr ClUO ropitc una renlidad exterior (y la reciproca) y por 10 tanto tam111(1" In formoci6n de la cesura, herida, nsuru que darfa entrada hacia el Inll,rlor: todo8 0808 fdbulo s, Jcru,cits, Dic Vcmeinltng, preexisten en la ,hllilldnd dol Cero (dol Uno, do In propin persona, objet.o a sujeto, del
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yo ... ) y de 18 intensidad (del goce, del dolor, de los dos j untos). Hay que intentor describir 18 circunscripci6n de un teatTo alli donde habra piel!i.!IS, a firmat.iv8, e n ergeticamente, sin presuponer la faIta, aun cuando hu-
biera que hacerlo bajo el nombre de dolor. Imaginemos ahora esto: Piel r ajada. La barT3 glratoria disminuye su carrer a; et movimiento loco, aleatorio, que engendr8 18 piel libidinal, ese movimiento se frena 10 suficiente como para que el esto y et no-esw que su velocidad muy a lta confundia en todos los puntos del campo, sean ahora distintos, tan pronto et esto, como el no-esta, e] he aqui y. sdemtis, el he aqui fuerte, claro que sf. La barTa deviene frontera que no se puede franquear so pena de confusi6n, pecado contra et concepto, transgresi6n, tonterfa, locura, pensamiento primitivo. La barra deviene borde, el borde de un escen ario: allf el no-esto, aqui el esto. Fin del di simulo, comienzo del valor, y de la ambivalencia. Porque para ir del no-esto al esto, ahora habra que psg-ar: tener ese no-esto de aIM costani muy cnro. Pagar para entrar en el alhi, para subir al escenario. Tener: m nnera de ser 10 que no se es, pr6tesis que supone la negaci6n . Yel tiempo tambi6n comienza con esta desaceleraci6n: ys, ya, repetici6n y, por ]0 tanto, tambh~ n espera y memoria, sintesis del ahora, del todavia no, del ya no mas, que siemp re hay que r eh acer porque esos polos temporales son mantenidos "en 10 sucesivo" en exterioridad, unos en re]aei6n con los otros, al mismo tiempo co-puestos, compuestos de una parte y ]a otra de 10 que los se para. Montaje at mismo tiempo de la escena y del tiempo narrativo. i.Qu~ es esta desace]eraci6n? lUn enfriami ento? lUna baja de intensidad? i.Un retiro de la inver si6n? Si, todo eso. Los influjos se desplazan, la barra va a girar "mas lejos"; no es la madre 10 que el nii'i.o pierde, la conex i6n labios-pez6n es 10 que ahora aparece como una conexi6n, como 18 jun tura, en 10 sucesivo par adojica, de las dos zonas, de un esto y de un no-esto, cuando de ninglin modo se trataba de un a sfntesis, sino de una zona libidinal in ten sa. EI nino no pierde nada, gana una madre, y la madre un hijo, el esto y el no-esto se ubican bajo sus nombres de comp[cmentos, mientrss que el movimiento del segmento en dessceler8ci6n los deposita, centrifugos. EI concepto, el tiempo, la negaci6n , 18 ambivalen cia aparecen con el debilitamiento de las intensidades. La representaci6n supone astros no muertos, sino tibios: de-siderium, los sider eos no se si deran; el deseo nostalgico, el voto, el Wun sch, comienzan con la baja de la economia libidinal.
DUPLICIDAD DE LOS DOS PRINClPIOS PULSIONALES
l l'or qu~ se desacelera el movimiento de la barra? No 10 sabemos, no se \luedc responder a la pregunta del porque, 10 coal supondria precisamenIII 01 nihiIismo y el pensamiento. Damos vuelta la pregunta y decimos: l'un ndo gira intensamente no h ay porques; el porque mismo que u sted se \llnntea proviene de que gira menos fuerte, y es reivindicativo y nosbilgi1'(1, EI movimiento de la barra disminuye porque, y entonces se int.ensifirIl 01 porqu~ ... Entonces comenzani a a legarse acerca del no-esto para 1111 1· cuenta del esto. Entonces se abre el espacio de] nihilismo de las razo114'11 (ide la que acabo de dar, por ejemplo?). EI teatro viene por 10 tan to con el concepto. La barra cesa de girar ; por 01 contrario, circunscribe. EI signo intenso que engendra el cuerpo lihldinal abandona esta vasta piel moebian a al signo significativo; la sin111I]ru·idad de un paso 0 viaje de afectos es recogida y encerrada en una IIUI.1110. comuniCn61e. Que ean huella sea comunicable, 0 que ese signo w ovcnga de un sistema, 0 que la oposici6n sea oposiei6n pertinente que II'('uhre (mas, len cual espacio-tiempo?) la di fer encia impertinente, todo "lit) r'cmite a la duplicidad, ya senalada, de los signos, y mereceria basIllllte mas refinamiento en el analisis. En primer lugar, eso qui ere decir que no hay una diferencia notable "IIII'e una formaci6n libidin al y una form aci6n discursiva, por mas que 1111/1 y la otra sean formaciones, Gestaitungen. Un dispositiuo libidinal, fllll.iderado precissmente como estabil izaci6n e incluso estasis 0 grupo II" ostnsis energet icas, examin ado formalmente es una estructura. IlIvcrsamente, 10 esencial a esta ultima, cunndo se la aborda en terminos 1111 ,'conom ia, es que su fijeza 0 su consiste ncia - las cuaIes permiten IIllIntcncr en el espacio-tiempo denominaciones identicas a sf mi smas enlin un csto y los no-esto-, trabajan los movimientos pul sionales como si I!lIlrlin reprcsas, esclu sas 0 canalizaciones. Podremos, en consecuencia, hllnlll"llOS dos veces e incluso una cant idad innumerableae veces en el Irll !ll,nO rio, si a este se 10 considera por su pendiente, sus bordes, ~us di!lIet'IO nes, su caudal, como 10 haria cualquier espiritu-cuerpo razonable: 1111 Illllllel"a discriminada; perc uno no so bona nunca en el mismo rio Nllillllomonte porquc no hay rCa; eso es 10 que dice elloeo aficionado d~ III/!ulnl"idodcs, so Harn e Proust, Sterne, Pascal, Nietzsche 0 Joyce; loco tlltrldido 0 juzgnr esc bano inintercambiable por ningdn otro, a pesar de t il IU)lllhl'o gon6ricoi loco dispuesto a tenor un nombre proQiQ., un n Qmbre ,lIlIlnn, por cudu intc n ~ idnd, y I) mori r, por 10 tanto, con cada una de ,,1111_, II pMdnr hmllo III m('mol"iu (quo se lIoma lecho y trazado del rfo), y :1:1
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LA GRAN PELICULA EFIMERA
seguramente slLP.ropiaJ.dentidad. LocuTa del pathos; peTO usted tiene queTeConocer. Incomplaciente. que esta locuTa co.mparie el misrno res· paldo con la I OCUTa del cstruct uralista que se ha declarado incapaz de escuchar en el silencio de las redes el cTujir de las masas de fluj os que alii circulan y que son, sin embargo, la "raz6n ultima" de su operatividad. Freud es la victima de esta confusi6n de la s formaciones, Gestaltungen, que h aee que los dispositivos Hbidi nales sean identicos en principio a las estructuras formates y que siTve de pantall a a su proyecto oat men os a su idea de una econ6mica libidinal. 8i las intensidades bajas se estabilizan en configuraciones, si los afectos se distrihuyen segUn vastos dispositivos matriciales, seglin 10 que K1ossowski ll ama fantasmas, en cuerpos voluminosos, en simulacros y, por 10 tanto, igualmente, en organizaciones fijas de elementos de la wan_ tes" piel libidinal convertida en organismo, aparato pSiqulCO, 0 en cualquier otra cosa de ese tipo que se prefiera, enton ces es seguro que Eros podra hacer buen matrimonio con Logos. Y cuando digo E ros, es todavia de manera muy simplista, como se vera mas adelante: se trata asimismo de las pulsiones de muerte ---euyo desajuste 0 desarr cglo, cunndo su eCecto es el bloqueo de las impulsiones, produce otras tantas configuraciones, estasis, r igideces econ6micas- que podnln pasar (silenciosamente .. .) por estructuras Cormales. i,Quien puede discernir 10 que es enfermo de 10 que es terapcutico en una neurosis de conversi6n (para hablar como los nos6grafos)? Despues de Freud se ha vuelto trivial considerar la neurosis como una formaci6n de compromiso, como un a estabilizaci6n que cum pIe el deseo en su doble dimensi6n er6tica y morUfera. Que las dos dimensiones sea n indecidibles en el sintoma, por 10 tanto, casi va de suyo. Pero no es menos cierta Ia fun ci6n casi comunicativa , 16gica, del sintoma; toda configuraci6n energetica, puesto que descansa en disyunciones y reposiciones sinteticas de elementos disyuntos, es una estructura. El sintoma, 0 al menos el sfndrome , podra ser Zeldo, anali zado y reconstituido como estructura, como disposici6n estable de elementos; los pasos intensos , los tensores, dejan de ser singularidades para adquirir valor, como elementos de su aplazamiento, de su oposici6n, de una metonimia sin fin. EI inconsciente esta estructurado co mo un lenguaje, hagamoslo hablar entonces, no pide otra cosa. Lo esM, en erecto, y s610 10 esta. cuando las intensidades han bajado , cuando la incandescencia de la barra da lugar al sonrojo de 10 discriminante; cua ndo el sueno es intercambiado por el relato del sueno, cuando el viajero viene a tenderse y a vender la s im!1genes por una oreja Que 10 librani de ellas. Discrimin ar las instancias Eros y muerte mediante efectos especifi cos es creer que a una de las in stancias, pulsi6n de vida, Ie corresponde una funci6n, 1a de reunir y la de atar, mientras que la otra s610 dispersaria, gastaria, haria circular las impulsioncs por In muerle mds grondc do
los organismos. Es de nuevo dejarse convencer por el binarismo; es aceptar el regreso del con cepto hosts en el movimiento de su disoluci6n: si s6(0 se puede asignar una funci6n, y 5610 una, a cada instancia, un a y otTa instancias, de vida y de muerte, seran siempre localizables por sus funciones, a partir de efectos que precisamente siempr e podran crear instancias tanto sobre Ja vida como sobre la muerte, pero siempre de manera univoca. Aun cuando se protestara porque los signos a partir de los cuales se operon estas inducciones 0 determinaciones de in stancias son equivocos 0 al menos polisemicos, y porque sabre elI os se pone en juego In rivalidad 0 incluso tambien la connivencia de la muerte y de la vida. quedaria que en principio concederfamos en 10 esencial al admitir para cada instancia la unicidad de su funci 6n y, en consecuencin, la identidad de la instancia y de su funci6n y, mas aUn por 10 tanto, la identificaci6n posible de la instancia a partir de la funci6n, Ahora bien, mas aca de 10 que dice el texto de 1920, si Freud introduce]a instnncia de las pulsiones de muerte, es precisamente para mantener no solamente ese signo, sino In economia libidinal entera, al abrigo del concepto y de la discriminaci6n binari stn, No se trata, de ningUn modo, de desdoblar las instancias, 10 cual serfa el llamado "trabajo" del concepto, se trata por el contrario de que su confusi6n sea siem pre posible y siempre amenazante, de que sea insoluble la cuesti6n de saber si tal Gestaltung es mas un efecto de muerte que de vida; si tal inundaci6n, desligamiento pulsion aI, son mas lIuicidas que terapeuticos desde el pun to de vista del aparato que los padece, si, por el contrario, tal estasis, tal bloqueo, tal cri stali zaci6n de un di spositivo estable son mas bien resultado de la ortopedia salvadora 0 de In en tropia mortifera. Silencio es un a linea unica tendida sobr e cejas que se curvan a cada Indo, de manera que envuelven p6mulos, como la mano del ama nte envuclve en las esculturas de Khajuraho el sen~ de la servicial am a nte; dcspues ella se ensancha en superficie deUaica y remon ta para formar 11nncos estrechos de la nariz. Alrededor del Mediterraneo, en Umbria, en Jl r'ovenza, existen estas extrai'i as pendientes, suaves y d6ciles, a veces ('ultivadas a veces rlflsp. rticas sflgUn la orientaci6n, pero siempre lisas; ex~ r(lnaS porque la tierra no se levanta alli en colinas y valles sino que co· rro como un cuerpo Iiquido; corre tanto h acia 10 alto como hacia 10 bajo, Ito corre en el sentido en el que perderia un lavabo, se desliza entre dos dh'occiones 0 en todas a la vez, desplegando un espacio inclinado sin IfmlLos aunque perfecta mente circunscrito. Ojos so nrlen derecho, el sistema parpados permanece inm6vil, solalIIonto so trnto de uno modificaci6n del brillo de la c6rnea, tal vez del Iri S, del di61l'lolro do la pupila, que se capta en un "tiempo" muy inferior III do un gu il'lo. S il entio igual os 01 que recurre a los innujos, abismo. EI hloquf'o, polioro8o ostnsis, inmovilizoci6n y diquc 0 las impul siones, que
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podria seT pOT 10 tanto descrito como y pasaT pOT inhibici6n, neurosis, da lugar a atTos Tccorridos y presiona. POl' eso es intolerable que se preten. da cural' ese silencio, aliviarlo de su sentido que se supone puede for mularse en palabras. Excedente dominaci6n del dispositivQ de saber sabre
y de muerte, si no se los puede discernir pOl' sus funciones, si los conjun. los atados pueden volver tanto a 1a vida (organismos, estatutos, institu· ciones, memorias de toda clase) como a la muerte (neurosis y psicosis, brotes paranoicos, estables desarregl05 letales del funcionamiento organicol, si las desataduras se producen tanto para el a livio de los cuerpos - cl orgasmo y soltar el semen, la embriaguez y sol tar las palabras, la dOllza y soltar los musculos-, como para su destrucci6n: la risa loca que ocrturba el ritmo respiratorio y asfixia a l asmatico, el panico que descompone 1a alegrfa de las manifestaciones j6venes, la impotencia cen· Lrffuga que aniquila la fuerza de aqu~nos que no quieren disponer de tlingun poder, e1 vagabundeo a muerte del esquizofr~nico que termina par condenarlo al1echo de por vida? lA santo de que dos principios, 5i cafill cfecto puede relacionarse con ambos a la vez? "No sera, por el contra· do, la regIa del ahorro de hip6tesis y del empobrecimiento de conceptos In que rige la elaboraci6n de los sistemas te6ricos? Freud conoda perfectamente estas exigencias form ales. Si introduce el principio que llama del Nirvana, es porque su economia libidinal uftC(lpa a la analogia termodinamica y en terminos mas generales mecani ca. y porque su idea del inconsciente no se encierra precisamente como Jlist.e ma te6rico; tan pr6ximo de Nietzsche en este aspecto. La economia Ilhidinal es, si se quiere, un embrollo de maquinas; pero 10 que prohlbe Ilnl·U siempre que se espere hacer su relevamiento y su descripcion fun!'lono1 completa es que, a Ia inversa de 1a dinamica, que es la teoria de lOll sistemas de energfa, el pensam iento -aunque todavia es decil' dernnsiado poco-, la idea de la economfa libidinal se vuelve todo el tiempo I'll!!; imposible por la indiscernibilidad de las dos instancias. Esta "duaIhlnd" no es de ningtin modo la de un dialogo, no pone en movimiento llillcuna dial~ctica, no proviene de un dualismo, puesto que las dos insill ncifls son indiscernibles a priori y que s610 examin ando ese efecto con 1111 Ilflciente cui dado, casi infinito (como Proust 10 hace respecto de un IIlldur, una sonrisa, un gusto, el contacto con un suelo, 1a 102 de una IamIlIIrn en una escalera, cada euent inintercambiable y, por 10 tanto, perdi!Ill ]lara In memoria), se podni, golpe por golpe, atr:ibuir mas bien esa (If'lI(ollullg a la vida y a la conservaci6n de ese conjunto organizado, esa Jlll jltlraci6n y ese rompimiento m~s bien a la muerte por exceso 0 defecto. 1,0 quo podda pasar por sobreabundancia de conceptos no tiene por 10 lunto nuda que ver con una debi1idad cualquiera respecto de reglas de lill mnci6n de un sistema te6rico: no se trata de conceptos puesto que si hll'lUIiO no J)odomos pensar las instancias de vida y de muerte (como ci11I1In6Ucos, por cjcmplo, para quienes In primera es la memoria que en 1111 r(Jllj unto homoostntico repone el sistema desarreg]ado por un aconte1IIIIltlillo en 8U unidod de I"ofol"onciu y 10 segundo, en consecuencia, algo lUI ' como In p6rdidn do OSfl memoria, 10 amnesia), puesto que, a peSar de
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todos los silencios, jcomo 5i en el discurso del cientifico 0 del fil6sofo
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del
analisis (y no solamente en el del ide6logo), no fuera sabre todo el silencia, el silencio que deja detn'is de el pOl' el gatea de la llave de las pal abras bien pesadas, el reguero de desea que dejan a su paso, 10 que constituye su fuerza! EI medico inclinaria, sabre el abismo del silencio, una oreja (In tercera), airia, como en una camara anecoida, el ruido y el furor de sangre golpeando paredes de arterias y de influjos nerviosos corriendo a 10 largo fibras del trigemino ... de su "cuerpo de inn -se 10 deseamos-. iQue tenemos que curar? No 10 se con precisi6n, pero al menos esto en primer termino: In enfermedad de querer curar. Y no se trata de privilegiar la talking cure por sobre los mHodos psicoqufmicos: estos van con aquella, la dominaci6n por doquier, la ocupaci6n por todos los medios, palabras 0 s usta ncias, de las regiones que se considere atacadas y su saneamiento. "La formaci6n del Superyo, dice Freud, que atrae hacia elias peligrosas tendencias agresivas, equivale, por asf decirlo, a la instaJaci6n de tropas en ellugar donde amenaza la sedici6n." 1 Mirada de un ojo lento, li gero, aplicado; luego, de pronto, la cabeza pivotea de tal modo que s610 hay un perfil, Egipto. Silencio que se posa alrededor de ella se extiende a gran des placas banda libidin al que, al parecer, son propiedad de su cuerpo de el. Esas zonas tambien se callan. 10 cual quiere decir que espesos raudales de inundaci6n fluyen a lii sin ruido, de manera continua, hacia "sus" regiones de ella 0 vienen de esas mismas regiones, a 10 largo de las pendientes. No hay necesidad de inten tar el abordaje. Ese silencio no es ciego y no exige cerciorarse acerca de 10 que pasa mediante un lenguaje, ni siquiera de manes 0 de pieles. Nos gusta el lenguaje de manos y de piele s, pero en este caso serfa sin refinamienw. Recurrir a el serfa obedecer a la ideologia de 1a sexualidad. Sugerirle: cojamos, ser fa en verdad considerarse representante del movimiento de Iiberaci6n del sexo. La misma dominaci6n que ]a del medico, esta vez del militante. La mi sma grosera preterici6n dellaberinto libidinal en e1 cual, si es verdad que ellenguaje no es nada, el sexo no es todo. Por consiguiente: conexi6n con una suerte de dolor y de a legria, alegria inundaci6n, que rompe cantidades de diques, dolor semejante deriva, regiones enteras despegando su partida hacia regiones, y dolor mismo de que todo no parte, impaciencia porque los sitios todavia resisten, porque el abismo aun no ll ama con la suficiente fuerza. Pero, entonce5, Wor que y c6mo suponer los dos principios. de vida 1 NOlltJcUcs COII/dre"ctlJ,
~r.
fr., GnllimnJ"d, PI). 151·162.
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esos pensamientos, no podemos captar, prever, controla r, los efectos, los afectos, con ayuda de esta idea de las instancias: muy poco conceptual, pOl' 10 tanto ... jFreud quiere, nosotros queremos, ideas que estkn dentro de su "orden", es decir pOl' el pedazo de piel libidinal que ocupan, 10 que solemnemenle es Uamado campo te6rico! - que sean tarnbi ~n. casi tambi ~n. imposibles como et erecto del paso de la barra gi ratoria precedentemente descrito-. EsLe erecto no es de dualidad, sino de duplicidad. En el "orden te6· r ico" hay que Hegar a proceder de ese modo, como eSB barra duplicada, no pOl' afnn de mimetismo 0 de adaequatio, sino parque et pensamiento mismo es pensamiento de 18 libido, parque 10 que eueola es su fuerza (su intensidad) y porque eso es 10 que es necesarip dejar pasar en las pala· bras, eso, esta inquietud interm inable, esta dupJicidad incandescente. Es necesario, en consecuencia, que 10 que se piense sea todo el tiempo a la vez asignable a un conju nto te6rico, a un sistema (sem6.ntico, forma l, po· co importa), y que desespere de esta asignaci6n. Es n ccesario desviar el d.eslino que empuja al pensamie nto hacia el concepto, si no se corre 01 nesgo de fnbr icar una economia libidinal que se parecer6. a una trivial economfa politica, es deci r n una ideologia con pretensi6n de orden, inca· paz de captar In duplicidad de los movimientos Ilamados econ6micos. Es necesario que el presunto campo te6rico se deje barrer por la agitaci6n de las intensidades, aun aquellas mas dificiles de ser aceptndas "te6ricn· menle"ANadie puede decir que estara a la altura de semejnnte tarea, to· do el mundo t rata de huir de estas intensidades y de su indecidibilidad en direcci6n del sistema y de su ideal binario. Es verdad que el precio que hay que pagar por esas ideas es extraorcli nariamente alto y hace po· co rentabLe el negocio, si se 10 compara con esa actividad de r entista que es el trabajo del concepto, en la cual el mas min imo pedazo de material cobra sentido y cuyo proceso de acumulaci6n parece infnlibletcon In hi· p6tesis (pero evidentemente no es una hip6tesis, ya que eso no S8 discu· te, y supuestamente 8610 hny que espera'!' hechos que In fn ls ifiquen 0 In hagan aceptable), con la posici6n de las dos instancias, nos hundimos en la falibilidad justamente porque pensamos sin criterio de falsificaci6n' porque el criterio de verdadero y falso no es pertinente para In idea si ~s~ ta es un trompo intensamente lan zado. Y estamos sumergidos en la rna· yor anguslia porquc en dcfinitiv8, senores rad icales·socialistas del can· ccpto, no somos inocentes, sabemos bien 10 que se perfi l a en el hor izonte de l pensamicnto como libido, el rn ismo espantajo que sacan ustcdes de sus bolsillos y agitan por encima de sus orejas m6rbidas cada vez que pasa una inten~idad y que nosotros saltamos, locos de alegr{a y de lemor, en su torbelhno: e1 espantajo del fascismo; el misma que ustedes agita· ban en el 68 en Francia, en Alemania, en Halia. No hay que empuja rlos demasiado porque ustedes 10 decian muy c1aramcntc: In idca·fucrza cs cl
fascismo. Ustedes confundir an siempre el poder y la potencia, llamal'an siempre poder·terror a In violencia que amenaza su pode'!'. Sabemos eso, sabemos que entre In potencia y el poder hay, para una mirada grosers, una especie de indiscernibilidad ... ; no responde· remos a eso porque no dialogamos con el concepto radical·socialista ("co· munisla" incluida): hemos aprendido que entabla r ese dialogo es ya con· ceder en 10 esendal, 0 sea en la posici6n del concepto mismo y sus sew cuelas de orden "represivo". Seria necesaria que ustedes elevaran so. al· rna hasta la siguiente idea: estamos seguros, absolutamente seguros, de que 10 que decimos (sin que esta sea para nada la ceneza en el sentido cn el que ustedes la entienden habitual mente) y al mismo tiempo, en el mismo instante, desprovistos campI eta mente de cualquier seguridad; sew guros, magistral mente seguros de los puntos en los que, en el momento on el que "pensamosn, la libido alcanza In intensidad -porque nosotros nos hemos educado y refinado en el goce y en el dolor 10 suficien te como para haber adquirido ese olCato de piromanos.- pera despojados un a y otra vez de 18 protecci6n del concepto, rechazados nl margen del cord6n sonitario del pensamiento de los sistemas, y por eso ITsgiles como ninos a sospechosos, insanos, acechados par la estupidez, decididos a zafarnos de ella arrojandonos en los brazos de ustedes, hombres del concepto, los
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El laberinto es un desierto de guijarros expuesto al sol del Cereano Oriente, sin muro ni puerta oi ventana, una superficie de tiza. Reconocemos su modelo : un laberinto que In locura de saber de uno de nuestros maestros destinaba al aprendizaje de una lepisma. Hecho de eart6n inmaculado, iluminado de lleno por una Jampara en areo, el terror blanco que se suponia tenia que trasmitir al animal, debia empujar a este a atravesarlo, a 10 largo, sin error. Se estudia de este modo la adquisiei6n de costumbres y se evahia la inteligencia del animal por el numero de intentos que necesita para lograr una tTavesia infalible. EI cart6n recortado descansaba sobre una superficie de agua, a la que ]a lepisma tambien tiene horror. EI animal, expulsado del abrigo oscuro donde se 10 mantiene, corre en todos los sentidos, hilo de plata casi imperceptible, aterrorizado. Nunca aprende ese laberinto. El terror en el luberinto es tal que impide que se distingan y establezcan las identidades: es por eso que ~aberinto no es una construc.ci6n arquitect6ni~a permanente sino que se constituye inmediatamente en ellUgiiTY en el momento (len curtI mapa, segtin cutil ealendario?) en que hay terror. Ellaberinto por 10 tanto no existe, pero hay tantos lanerintos "en ell> como emociones terribles, vividas 0 no. Cada eneuentro es la ocasi6n para un viaje enloquecido fuera del sufrimiento. La supresi6n de cste ultimo s610 podria ser el resultado de una repetici6n identica del oncuentro. Se huye quid para aprender, para recuperar la propiedad encontrada, porque al repetirla se piensa poder localizarla, enderezar su siLuaci6n, inscribirla en un tiempo. Pero como este terror produce su laberinto propio, singular, son otras encrucijadas, otros corredores los que dibuja 1a fuga, y eJ que huye no puede saberlo; es por eso que el animal no Ilprende nada: el multipliea los laberintos incomparables. Semejante particularidad justifica Ia cxtrana conducta de uno de mis amigos italianos, que ~l me relat6, confesando no poder explicarsela . In ve5tigador, habra salido de su laboratorio muy tarde, cansado, y habia ido a una fiesta que dabs un amigo suyo, animador cultural de uno de los grsndcs museos de la eiudad. La fiesta tenia lugar en algunas salas del mismo museo y era para eelebrar la remodeJaci6n y la nueva organiznci6n, mns aptas para hacer valer obras modern as; pero tambien significilba 01 termino del contrato mediante el cual su amigo habia recibido 01 oncorgo de 10 ciudod de promover y presentor actividades pltistieas, mu sicales y cincmatogrMicas cicsdo hoda vados anos. Cuando mi relator (1l1tl"ll al musoo, III mlllLlLllri de umigos de su amigo se distribuye en todUK 11111 sfl lnA obl{lltn K, 111 11 Olllii<'A for'mao un collar corrado: por doquier
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hay grupos de gcnte que con versa , grita, rie, se interpela, rumn, bebe, come, se rcconoce, alrededor de las mesas, de las dos, orqueslns poP. de las ba rricas de vino abiertas, en sillones 0 sentada en el piso. Los rostros son de tal tipo que mi amigo podria conocerlos. S u falign y su aislamiento se encuentran, por nsf decirlo, en equilibrio, se alivian y se ngravan. Corne, bebe, sin reconocer a nadie, r ecorre el circuito de las salas, examina las r etrospectiv8S que a llf se exponen, anos de trabajo; ciertas ohras han sida regresadas; otrns 5610 estAn pre-
chinches con sus u~as; coloca la folo bnjo su saco, en el hueco de la axila, y sale: se la roba. Sube a su auto, se dirige hacia su casa, pero toma el camino del domicilio de esa mujer, a quien no ha visto desde la ruptura . ~1 departamento estJ. siluado en los allos de un viejo inmueble; 5610 se accede a el, a partir del ultimo piso, por una escalera caracol metalica , suspendida en el vado, desde la cual se puede percibi r 10 que sucede en \n pieza de adelante. EstO ilumin ada, ve ci rcular una silueta, desliza 18 fotografia pOl' debajo de la puerto, desciende corriendo el tTnmo de espi· ral, toma el elevador, recupera su a uto y esper a, con las luces apagadas. Co han seguido: escucha pasos que 10 buscan en la calle humeda y de· "ierta es e1 amante de la mujer. Mi amigo arranca sin saber si ha sido identificado. Unas semnnas m 4s tarde, ella 10 llama pOl' telefono, Ie dice no haber comprendido 10 que ha hecho aillevarie esa foto, espera una expli caci6n. EI se hace el sorprendido, "de cual foto se trato? Ella sabe muy bien que el no tiene nada de ella. No podrfa afirmar 10 contrario. EI heroe de esta hi storia me dice que no supo 10 que hacia, pero esla de acuerdo en que es importante: sinti6 que aJgo 10 poseia hasta tal punto como para dictar su conducta. Nosotros no sabemos mucho m d-s que el, pero el efecto de impoder debe ser tenido en cuenta. Si se 10 quieI'e eliminar, se interpretani e1 robo y la "resti tuci6n" como signos signifi· cn livos: par ejemplo, mi a migo qui ere suprimir h asta los duplicados de un sufri mien to pasado; y, Ilsimismo: 01 Jl evar el fac simil a esa muj er, flulere volver a vincular se con ella . Se dird-, en consecuencia: es ombivalonte, y es pOl' eso que fue intenso. Nosotros no buscamos las causas y Illzgamos la ambivalencia como una pequena abyecci6n. . En el laberinto del museo, mi am igo, In lepisma, ha temdo un e nn lcntro. Ha recomenzado e1 reeorrido varias veces; en cada una pierde IHI camino ante la folo; no ap rende nada. Huye de la imagen, pero final 1110nte se la Il eva; la imagen Ie abre entonces un segundo laberinOO, eJ de Inll calles de In ciudad, de los pasillos y escnleras de edificios. EI segundo nncuentro tiene lugar en esc otro labe rinto que se ha desarrollado enlo1I11ccidamente a partir del encuentro renlizado en el primero. La devolu1·16n de 18 foto pone fin al segundo loberinto y al sufrimi enlo que es su I focto y que fue r ecupcrado e n el primer o, La negativa ir6n ica pOl' telefllnc marca la di soluci6n del tercer laberinto, nacido en alguna parte (qlli."fis en In mujer) del nuevo domicilio de la foto. Un CU8l·to laberinto podl'fa habersele abiel'to entonces a qui en escuchaba, pero no, al parecer no succdi6 nada. A menos que 01 hecho de que mi amigo me haya contado oslo aconteci mi ento y yo 10 haga publico deba ser considerado como III I Loreor encuent.ro, obriendo un Inberinto del cual ignoro hasta el mateI lu l con que podl'fn cstor hocho: do todos modos nadie podna decidirlo. Nodio tiono 01 podo l' do Lroznr 01 Illopa de la gran pelfc ula; esta, Villt.1l doado 01 OlCwl'ior (P UIH lli ll (1110. no tiono ex te rior), serra una espccie
sen tes en reproducciones fotogra fi cas, pero tanto un as como las otras, silenciosas en el tumulto, 5610 estan alIi para testimonisr actividades pasadas, como huella s antes de borrarse. Las salas diametralmente opues· tas al buffet y al emplazamiento de las orquestas, estlin casi vadas; el les huye, regresa al vientre de la multitud, la atraviesa y saluda a su amigo el conservador, hebe un a vez mas, recomienza el circuito interrogando tanto los rostros como los muros, presa de una agitaci6n creciente, que no obstante observa, Es en el truyecto de ese segundo recorrido cunndo reconoce en el muro un rostro fotogrnfiado no hace mucho tiempo, para un a exposici6n de Wa rhol , delante de la serie titulada Marilyn, e lise med iocre en blan co y negro, como a1 trazo, que marca durnmente los valores, Dela nte de la rcjo que forma la serie de retr otos de 1a actriz, pintados sobre el clis~ mi smo, el rostro que 10 inmoviliza es el de una muj er que fue su amante h ace un os ai'los; ell a se vuelve hacia el objetivo, con una sorpresn af<~cta da, In boca entreabierta , como si el fot6grnfo la hubi ese Il a mado en el momento en que ella miraba el cuadro, EI cabello, las cejas, el maquillaje de los porpados y de los labios son aqul de un negro carb6nj el brillo del iris y de las pupi las ha sido fie lmente rep roducido. La fotograffn esUi clavada can cuatro chinches entre otr8S que Hus· tran el mi smo periodo de actividad del museo. Un antiguo sufrimiento, al que esta mujer no ha dejado de conlribuir, no tarda en despertarse; 61 se aJeja y se pierde en In multitud donde espern encontrnr nlgtin conoei· do. Pero su periplo pOl' 10 retrospectiva 10 vuelve a Il evar delante de Is foto. i.Qu~ hocer? Avanza una cusrta vez, deteniendose la rgamente ante la Prosa del transiberiano itustrarlo por Sonia Delaunay, en una sa la casi desierta, perc mos pOl' disciplina que POl' verdsdero in teres, ocupado pOl' Is amenaza que emana de 10 fotografia. Ha bebido de nuevo. Es muy tarde, el cierre se aproxima, los grupos se disper san, las ol"questas levantan su s artefactos, los guardianes comienzan a hacer evacuar las sa las a partir del punto opu esto a la gran sala de la entrada, donde se encuentra la foOO, y avanzando lentam ente pOl' los dos semicirculos que conducen 0 ella. Mi amigo so encuenlra frente a In imog()n, s iem pl'e de inc6gnito e n medio dol ol;ropollo on6nimo. Aprovoc hnndo (II dcsordcn, c1 osp rcndo In s
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de animal monstruoso cuyas partes componentes cambiarian segUn imprevisibles modulaciones, apareciendo, dcsaparcciendo con la rnisma aterradora ligereza que las im~genes virtuaJes sobre una pantalla. Aun h abd8 que imaginar que 18 sucesi6n y la naturaleza de esas iml1genes no est~n determinadas pOT las imagenes Tenles inscri tas sobre la pelicula (en e1 sentido tecnico). De manera mas general, imaginemos que ni los contenidos oi los procedim ientos llamados tecnicos permiten sintetizar en una hi sto ria, en una doctrina, en u n estilo, los fragme ntos de pelicula en sambIados; scria entonces imposible construir un solo tiempo para contener y organizar e1 mon struo de imagenes; aun los acontecimientos sugeridos por ciertos pIanos permanecerian ignorados, cada acontecimien to serfa experimentado como un efecto pr esente e inocente, Y no habria nada de monstruoso en este ensamblado, el cual no existiria para ninguna mente ni para ningUn ojo. Cuando mi Romano pasa de un laberinto al otro, no transita por una reja espncio-temporal. Los Inberintos que por comodidad (por tributo inevitable que se paga al orden razonable) he nombrado primero, segundo , etc., no forman de ningUn modo una serie orden ada. No pertenecen a una estructura de referencia; nada de uno se encuentra en el otro, al menos hasta que cada uno se forme como una especie de cic16n alrededor de un vientre que serfa el encuentro cuyos efectos prolonga y del que huye. Cada uno de esos dedalos esta cerrado, el mismo tiempo que en indecidible expansi6n; cerrado en tanto no tiene con los otros torbellinos de terror ningtin punto de cruce, ninguna parte comun; en cusnto a su expansi6n, ser ia en In medids de la potencia de efecto del encuentro. No serfa npropiado decir que el encuentro se hace en el1 aberinto; el 1aberinto se h ace con el encuentr o. 8610 hay encuentros que trazan cada uno a toda velocidad a su alrededor oleadas de muros transpar entes, umbrnles sec l'ctos, sue los blancos, cielos vacios en los cuales este encuentro se rehuye, se efunde, se olvida -0 se repite, 'dejando de ser entonces un encuentro-, Este no vuelve, no se reproduce; el terror de In Iepisma es un ico, nuevo cada vez; nndn se Ie inscribe; es necesario edificar toda una configuraci6n del inconsciente para llegar a imputar le In r esponsabilidad de que regrese 10 mismo; hay que suponer que sus efectos est6n subord inados a un sistema en e] cual seria posible detectar las identidades 0, 10 que viene a ser 10 mismo, las diferencias. Las pulsiones son tontns exacta mente en In medida en que no repiten los mismos efec· tos, por 10 tanto, en la medida en que inventan . La invenci6n os una tonteTia del tiempo, Borges imagina, en "Los te6logos", dos h erejias para la no·repetici6n; una tiene que ver con ciertas sectas llamadas de los I-Iistriones, so~ bre Jas que escribe: "Otros histriones discun ieron que el mundo conc luiria cuando se agotara Ia cifra de sus posibilidades; ya que no puedc hn.
ber repeticiones, el justo debe eliminar (cometer) los actos mas infames, para que estos no manchen e1 porvenir y para asegurar e] advenim.iento del reino de Jesus", Los otros hereticos, pertenecientes a la di6cesis de AUreliano, "afirmaban que el nempo no tolera repeticiones (... ). Las moniciones de ]a nueva doctrina ('lQuieres ver 10 que no vieron ojos humanos? Mira la luna. lQuieres oir 10 que los oidos no oyeron? Oye el grito del pajaro. l.Quieres tocar 10 que no tocaron las manos? Toea la tierra. V(ll·daderamente digo que Dios esta por crear e1 mundo') eran harto afecLndas y metaf6ricas para la transcripci6n n .2 EI laberinto no deja por 10 tanto de inventarse y de borrarse. Los horcticos antes citados profesan y practiean la impaciencia de terminar COil eli pero nun cuando sostengan que nada se repite, si pueden esperar que se precipite el advenimiento de la salida prometida cometiendo los !lotos mas infames (eliminandolos, por eonsiguiente), es porque piensan que la cantidad de males no es innumerable y que en alguna parte se po111'1.1 hacer su cuenta regresiva, al cabo de 1a cual se alcanzara la verdad: 1'Il1 6tica es un algebr a en la que prima 10 negativo (Jouhandeau pertene,·oda a esta herejia). Pero, i.se puede ali men tar a la vez Ia herejia de la II:lngulnridad y la herejia de Ia aceleraci6n? i.No exige esta ultima una esIwcic de memoria, una catamnesis? Mas 1a herejia de la singularidad deh.l cx cluir incluso la catamnesis, la cual supone que hay un final de la hhlloria ya asignado, y que el porvenir se agota enter amente en manioIII'us destinadas a apartar 10 que retarda ese fina l. Esas maniobras no IlU n perversas puesto que su infamia es fi nal mente circunvertida, en nenni,ivo, sobre el inmaculado cuerpo mistico de Jesus. Nosotros decimos tlll t) una teologia semejante es miserable, como la teologia de Hegel; per1IIIIIlcce en la dialectica del bien y del mal, apenas un poco caricaturizatill, y presentada con mas gracia: la FenomenoiogCa del esp{ritu en 96 tlllllf;"cnes por segundo, una grabaci6n en 33 revoluciones de Fedra, pasaIi •• (I n 78. Pero que se qui era tocar la tierra, mirar Ia luna u oir el pajaro ,,111Illpl'e por primera vez, como profesa la otra herejia, es grave de una tll/lr1ers diferente. Mi amigo italiano seria un poseedor de esta dolorosa Inucencia, mi amiga lepisma tambien: los grandes miedos, los grandes 'UllQl'OS no son inscripciones en un registro cspacio-temporal, y Ia conti,uddnd 0 la fidelidad no t ienen alli ningtin lugar puesto que de un en'·'iI'lIi,I'O al 01,1"0 no hay permanencia, sino la intensidad singular que abre "lid" vcz su laberinto propio. Siempre perdidos, aun cuando creamos en""IIII"/II'nos on el, nun cuando atribuyamos por ejemplo tal 0 cual emoci6n II " " motivo, 0 nosoLros mis mos 0 a una persona. C:sto no significa que In fidelidad 0 conLinuidad no puedan ocasio-
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nar un encuentro intenso; perc 5610 10 hanin en la medida en que son efimeras. Asi como hay laberintos de continuidad, hay tambicn laberintos de traici6n y de interrupci6n. Esforcemonos en no suborrlinar nada a nada, oj Ia permanencia a la discontinuidad, oi el encuentro a la infidelidad: es 10 mas extrai'io. Considero la teologia de los histriones, de quienes dije que eran miserables, como una subordinaci6n indirecta, viciosa, de 10 efimero a 10 permanente. La relaci6n de Octavia con Roberta, en 13 obra de Klossowski, perteneceria a esta clase de subordinaci6n. Las Jeyes de la hospitalidad permiten, a traves de la prostituci6n de la duefia de casa a sus huespedes, merlir el precio que ella tiene a los ajes de su mariclo. Como ese precio esta fuera de precio, se necesita una apreciaci6n, una estimaci6n, reducir cada voluptuosidad y cada sufrimiento fuertes de acuerdo a un patr6n de medida. Escuchcmos cl nlcgnto de un marido infieI: "EI grito, diria 61, que desgarra el plexo de mi mujer -y que no ha dejado de gustarme-, cada vez que ella cree ver que acaricio con la mirada otro rostro, y que Ie hace sentir que pierde el suelo bajo sus pies, ese grito es 10 que yo mas busco en el mundo, es como la muerte, la unica certeza; par el sacrifico y sacrificare todos los rostros, las cabelleras, las arrugas y los pliegues que haya encontrado y con las que haya tenido contacto. Mi deseo es precisamente el de un sacrificio semejante: de que por ese grito, indefectible y deliberadamente, poblaciones de gritos no sean jamas ofdas, de que poblaciones de dolor y voluptuosidad sean mansamente abandonadas, de un dia para el otro. Esto debe sugerir que la verdadera relaci6n libidinal de mi traici6n no es que mi esposa amada sea sacrificada a mis placeres, sino, por el contrario, que mis ojos, manos, labios solo se posen sobre otras superficies y articulaciones de carne para obtener su dolor de plexo insoportable y la intensidad sin ninglin equivalente para mi cuerpo; s610 para hacer bajar esas intensidades, no pequefias, por cierto, hasta el plexo de ella a fin de que la trastornen como una fulminaci6n incomparable con cualquier orgasmon. Mala perorata si quien alega se mantiene en ella; desarrolla la posici6n del sadico, del propietario: el fuera de precio implica un ealculo comparativo. Y esa es la posici6n de los herHicos h istriones: cada una de mis infamias solo esta alii para apresurar mis rencuentros con la verdad y la vida, el amor de mi amado(a) Jesus; la engafio para alcanzarla. i.Quien puede decir sin vergiienza (y sin sentido del ridiculo) que el sufrimiento que provoca es un medio e incluso una prueba de amor, y que detenta el poder sobre el sentido de las intensidades? Y Iuega, Ia fulminaci6n de la que habla el infiel, si no es un padrote menor protegido por el proxenetismo, la Hica negativa y Ia economia libidinal, capaz de encontrar en las estimaciones comparadas las voluptu osidfldc8 y 108 dolo-
I'es que estabilicen su pobre yo, esa fulminaci6n no solamente ataca el cuerpo de una victima, un cuerpo explotado, sino tumbien el vientre ciego sordo inm6vil de un laberinto en expansi6n acelerada, sin soIuci6n. La zona atacada no es solamente el cuerpo de su mujer, el suplicio no es solumente el suyo, el de ella, tampoco el suyo, de ella y de el: es la eonsecuencia de muchos fragmentos an6nimos de la pelfcula pulsional puestos 01 rojo blanco. Borges cuenta la historia de un duelo a muerte entre dos hombres borrachos y rivales en el juego; nunea aprendieron a pelear; escogen al flzar dos armas en la panoplia de su anfitri6n, uno elige una daga con la Iruarnici6n en v, el otro un cuchillo de hoja corta cuyo mango de madera !lata decorado con un arbol; para sorpresa de los testigos, la lueha revela "o r de una precisi6n erudita, no la vii carniceria Que se esperaba, sioo ull a meticulosa partida de ajedrez que se juega sobre los cuerpos, hasta ul s olpe final. Mucho mns tarde, cl narrador ae entera de que eans armas rl cl combate habian sido de los dos rivales, gauchos celebres por su coraje y au destreza para matar; conc1uye que fueron ellas las que combatieron, lnspirando a quienes las portaban. El anonimato de estos tilHmos no excluye, sino Que implica, sus nombres propios. S610 en relaci6n eon una instancia central -Ia de un wan Armero que tuviera el archivo de todas las muertes cometidas con (IIms armas, la de un Pad rote que lJevara In cuenta de todos los goces de 101:1 cuerpos prostituidos que el autoriza- podrfa deslizarse otro anoniIllato en aquel de la banda pulsional, y s610 en el lugar t!e los nombres r>ropios y de los dedalos locos que enos designan podrian inscribirse los llI:imeros matriculas que permitieran observar los sujetos actuados desde 4Ultonces: deslizamiento imperceptible, perc inmenso, desde el anonimato tensorial hacia el anonimato productivo prostitutivo burocratico. Agregue, adem as, al primer a legato del "infiel n 10 siguiente: "EI grito de mi mujer de ninglin modo consiste en el efecto de una causa -el Il oshonor, la eaida de su posicion como persona-, que yo Ie haria padeI'/IT por mis infamias, como serfa para el caso de un sadico, un Octavio. Yo 110 soy el Que pone en escena, en archivo, en saber, ese grito. Yo no 10 {'u lculo. Eso grita sobre mi cuerpo al mismo tiempo que sobre el suyo, no lIIo lumente cuando yo Ie digo: mire c6mo esta otra mujer siente la vol up! 1I 0sidad, no solamente cuando en respuesta a su expresa vol un tad Ie de10 lmaginar que mis ojos y mis palmas alisan flnas playas irritadas, sino Incluso en el mismo instante suspendido en el Que el glande recibe la pu lsv.ci6n lejana venida del fondo de In matriz de la otra. Aun entonces I1HO grita de crueldad, y en esa viol en cia esta la violencia del dolor de mi Illujor. Esta presencia no se obtiene por comparaci6n, negocio, juego del prt!c io y del fuoro do procio, no supone una instancia monetaria-mnesiea, UB Nitlivlll onte gMcrll l y 1ll1\11/ldor posible de doudas, ella no se compara
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LA GRAN PELICULA EFIMERA
oi se contabiliz8. C6mo es eso posible, no 10 sii", Esta no es por 10 tanto la presencia de 10 mismo, una instancia de referencia oi de rliferencia (aunque los crimenes la hubiesen precipita· do), No hay grito permanente. Lo pcr manente se call a porque se repite; su abyecci6n y su inteligencia de policia 0 de comisario politico es 10 Que el se repite. E I grito de su tortur ada no es un grito: ella grita cada vez, sus gritos abren otms tantos laberintos. 8i ust.ed 18 oye gritnr -no, no es oi siquiera eso: S1 el grito resuena en el laber into en el que usted se ha perdido, no es que iiI cste al final, como una salida perver sa. Hay que dejar de plan tear el problema de los celos en terminos de exterioridad, de formac i6n triangular, de envidia del pen e y de identificaci6n homosexual. Habr{a unos celos pulsionales mucho m.!is simples, mas singu· lares, que dependerian s610 de la economia libidinal, celos incluso mal di· simulados, por ejemplo los celos muy codificados que canocen los novelistns, los psic61ogos y e1 bu en senti do, que pertcnccon a uno t6pico cualquiera, que dependen de cua1quier instancia y que se vuelven a encon trar, evidenLemente, en eco nomia politica, por ejemp10 en el mercantilismo y en todo imperialismo. Los celos del grito no son solamente los de una instancia escarne· cida sino la reIaci6n de todos los fragmentos de In banda libidinal con aque l que elide el deseo, cua ndo son afines. Estos celes son una llama· da pulsional; la fuerza que aqui se invierte arranca alll, a1 costado, un grito, una exhalaci6n; se apoder a de cualquier fuer za cerc.ana, bombea al costado cualquier energia. Los celos son el silbido que produce el saIto de In potencia al abatirse un instante sobre un Lirea (081 inve ntarla); y el laberinto se dibuja por esas oleadas que se derraman (aunque el centro es eomero como un vientre de burac.!in). La vulva est.!i celosa de 1a boca bien besada, la amante 10 est.!i del Iibro que escribe su amante, el hombre del futuro del joven, el sol de las persianns cerradas detr.!is de las cuales usted libra su imaginaci6n a las aventuras de la leclura; el grito que I'etumba en su desarraigo de intiel , no es el de su mujer, ni eJ suyo, es verdad: es el ruido que produce sobre la banda In incomposibilidad de val'ias intensidades co·presentes. Los dioses antiguos es· taban celosos unos de otros; ese Olimpo poblndo de sus gritos es la gran pelicula (un poco simplificada) que se regresa y vuelve a regresarse segun sus laberintos, como u n monstruo atacado en varias de sus partes a la vez. No hay intensidad sin grito y sin laberinto. La potencia que ful mina esa superficie de 1a gran piel (es decir que 1a inventa) consume el entorno que la hace gritar y abre el dedalo de sus del'rames. Si la inndelidad hace gritar a1 infiel tanto como a aque1 0 aquella <we cs su c6nyuge, es porque sus cuerpos, fragmentos de sus cuerpos, no c(lf;an de frccuentar los all'ededores de los puntos en 108 que so ohnl!' III pllt(lllcia. Su
propio cuerpo, el suyo , inliel, estA celoso de las intensidades que Ie p TOcura su infidelidad, el griLa tnmbien por ia energia que Ie Toban, y si gri_ ta al mlsmo tiempo que el cuerpo de su amada, es porque ambos perte· nceen a los mismos alrededores pulsionales. Hay que oir el grito de la lepisma aTTojada bajo e1 fuego de los 500 watts, escapandose en el dedalo. 'Thdo laberinto 50 traza como h uida hacia una salida. Al ii no hay salida: 0 bien uno se acostumbra, 10 que el profesor esperaba que eI ani mal hiciera - especie de costumbre que es dcpresi6n e inhibici6n-, 0 bien se produce un encuentro, y en un nuevo ITI'ito, se abren otro laberinto y otro tiempo, sin que nadie sea el amo de los encuentros. EI amor no es dar 10 que no se tiene; es tener algo que gTitnr en los siUos fulminados. Mis ejemplos son de sufrimiento; podrian h aber sido de alegria. Ilny laberintos de la alegria, esta no es menos loca que el sufrimiento, se Ie flee rea demus iado. Al r cdodor del si1l6n de los Bodas de Figaro, lJeaumarch ais traza algunos dedalos fulgurantes en los que h uyen y se pierden pedazos de cu erpos expulsados de sus refugios, per o riendose. E1 I:OZO es edificante, circunverso, u na elevaci6n hacia un desti natario SU· 1)I'crno, mas la a1egria incredula e insolente es la ri sa de las metamorfolIis que no esper a ninglin reconocimiento de nadie y que 5610 goza con su tluctiIidad. Es una risa horizontal, sin asentimiento. -Pero, me di r.!i usted, el encuentr o con alegria no e ngendra un r e· rlm'ido de huida si no que, por el contra rio, intenta mantener se,lno produce ella permanencia que usted detesta? -No, la fuga no es sola mente de espanto, usted 0 yo no somos emiIIlI l'ios que huimos, 10 que se pierde es la intensidad en su movimiento mismo de expansi6n. Imagine el universo en expansi6n: lhuye de rniedo II ex plota de alegri'a? No se puede decidiT. Del m.ismo modo para las erno!'iones, esos laberintos polivalentes a los que s610 a posteriori los semi610uos y psic610gos intentaran atribuir sentidos. -lUsted recusaria, entonces, la enca spinoziana 0 nielzscheana IIUC separa los m ovim ientos de mtis·ser y de menos-ser, de acci6n y de TeIIcci6n? -Sf, h ay que temer que reapaTezcan, en favor de estas dicotomias, lucia una m oral y toda un a politica, sus sabios, sus militantes, sus tribu· !lilIes y sus pri siones. Donde hay intensidad hay laberinto, y determinar In di l'ecc i6n del recorri do, ya sea el sufrimiento 0 la alegria, es asun to de 1/111 conciencias y de sus directores. Nos basta con que la barra gire para quo denagren las esp irales im previsibles , nos basta con que disminuya lU I veloc idad y se detengn para que se engendren la representaci6n y e1 plIllsamienlo claro. No hay, cn co nsecuencia, buenas y malas intensidathts, aino In inlc nsidnd 0 IIU dfl8compl·csi6n. Y co mo hemos di cho y volveItlmos n docirlo, U il li Y IItrn di8illluindos junlns, el scnlido oculto en la
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emoci6n. eJ vertigo en 18 raz6n. Nada de moral, por 10 tanto, mlis bien una teAtricaj n ada de politica, mas bien una eonspiraci6n. No hablamos como libertadores del deseo: viejos chochos con sus pequei'ias fraternidades, sus desvarios fourieristas, sus esperaozas de derechohabientes sobre 18 libido. No tenemos tampoco nnda que ver con eso de redorar el blas6n de 10 trtigico. 1.0 tnigico supone, ademlis, fonosamente, el gran Cero detentor de destinos, aJocutor mudo, dios judio, 0 locutor de enigmas, orticulo griego. lA quien busea el ioliet en sus peregrinaciones? lA In Que traiciona 0 a 18 que reencuentra? 'l'raiciona forzosamente a la que reencuentra, reencuentr8 fuertemente a 18 que traicioon. De ahf que 5ll alegria Y Sll terror aparezcan intrincados, un vertigo que arrebatn los polos y los sentidos de avance, que destruye las referencias, los yo. Eso no es 10 tragico de un destino, oi 10 c6mico de un caracter (aunque puedan presentnrse asf, por supuesto); tampoco 10 dramdtico de la totalizaci6n, sino mas bien Ia extrai'ieza de los espncios ficticios. esns cascadas de Escher cuyo punto de impacto es mas alto que la fuente.
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SIGND SEMIOTICD
Ib:-I'OMEMOS todavia una vez m!1s ese asunto de los signos, ustedes no en· I.'ndieron, ustedes siguen siendo racionalistss, semi6ticos. occidentales, IllIlc(imonos una vez mas, este es el camino hacia 13 moneda libidinal y IIny Que abrirse paso a In fuerza. La hip6tesis de los semi6ticos POT debalu do SU diSCUTSO es que In cosa de 18 Que hablan puede se T tratada siem11'.1 co mo signo; y ese signo, a su vez, ha sido muy pensado en la red de 'UIlCCPtos de 18 !eoris de 18 comunicaci6n: es "10 Que reemplaza una tosa pili otgo", dec!a Peirce, r epite Levi·Strauss, 10 cual quiere decir que 18 .o,.u es considerada como un mensaje, 0 sea como un soporte provisto de Imu accueneia de elementos codificados, y que su destinatario, el mismo '11' 1I1)80516n de ese c6digo, es capaz, at descifrar su mensaje, de encontrar Iff /"(fJrmaci6n que el remitente Ie destina. Dc inmediato, en consecuencia, por hi p6tesis, ahuecamiento de la ~ ,",n, Que devione sustituto en 1a medida en que reemplaza la "inform a~ \.)11" parn ese alguien, el destinatario. Este r eemplazo puede ser, por • h,do, concebido de dos maneras, segtin dos lineas de pensamiento muy .UI"I"('ntcs. Se puede decir que el signo reemplaza 10 que signifies (el 11I"'I " UjC reemplaza la informaci6n), esa seria la acepci6n mas brutal, el 1IIIIIunismo de la teoria de la s Ideas, por ejempJo: el signo al mismo tiem1'" II/H'O pantalla y coovoca eso que anunda y oculta. Port-Royal 10 ha di,1111 ludo al respecto. 0 incluso se puede pensar la sustituci6n no ya me1,.IlIIlrumente, sino seglin la metonimia interminable que Saussure 0 00 hllllUrLa cunl otro economista polftico concibe bajo el nombre de interIlItuhlo: entonees no seni Is significaci6n (10 que esM en c6digo) 10 que 'nlh,,\ do sustituir el signo, y se invents el siguiente cueoto: que la signilit IIdfi n lnmbi ~ n estli hechn s610 de signos, que eso no tiene fin; por 10 111II1n, que 5610 hay remi siones, que 10. significaciOn es siempre diferida, 'I'" " I MMlido jamas estd. presente en carne y hueso; uno se Ilena de 'Hlllllluli6n por el buen Husser! y se dice: pero no. 5610 hay sepa raeiones v.• 1 huy llonLicio es porque hay signo, y si h ay signo es porque hay sepa1111 1110, ci(lI'lnmcnte no cual quiera: no se pasa de un elemento a otro de ''''11I1ult,r monera, por 01 eontrario, el vinje es organ izado de un ~rmi n o 1.llIhu, In preeisi6n del sisLema 0 estruetura es extre ma y, eventualmenIII, ,tllItHI{) HO Licno 01 alma religiosa como Freud y Lacan, la imagen que III jlHlthlrO Of! III do un gran significante completnmente ausente para 1111 "11111', rU'y1i lo la pre8enc ia es do nusenLifienci6n, de rcscrva y de relevo j" I.. ll\nuitlt)II quo constiLuyon sus sic-nos -sustitutos unos de olros-, I., I\tWi!I'" tin un grlln Coro quo mllillicilc c/rsunic/os csos t6rminos, y cu/'1:1
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yo nombre -evident.emente impronunciable- se traducira en economla libidinal como Kastrndor. . Mire 10 que usted hace: en primer lugar, el material anuJado. No hay material allf donde hay mensaje. Eso decia Adorno arlmirablemente de Schoenberg: en el serialisrno, explicaba, el material yo no vale como tal, sino solamente como relaci6n, como enlace de un tiirmino y de un termino. Yen Boulez no s610 habra relaci6n entre las alturas de sonido, sino entre las intensidades, los timbres, los tiempos. Desmaterializaci6n. Aqui una larga interrogaci6n necesaria: lesta desmat.erializaci6n es el equivalente de 10 que hace el capital en los 8SUOtoS que conciemen a In sensibilidad y al afecto? lEs tambien simplemente la abstr8cci6n de los fragmentos de la banda pulsional, el recorte de esta ultima en partes comparnbles y contables? ,,0 bien, bajo la cubierta de este descuartizamiento y a causa de iii mismo, de manera indiscernible, es la ocasi6n de un refinamiento y de una intensificaci6n de los pnsos de afectos? Y si liste fuera el caso, "no es esta "desmaterializnci6n", al mismo tiempo y en el mismo espacio, In cartografi'a de un vinje material, de nuevas regiones del espacio sonoro, perc tambilin del espacio cromlitico, escult6rico, politico, er6tico, lingilistico, que existe gracias a la puesla en signos conquistados y atravesados por los recorridos de influjos Que ofrecen a In libido nuevas ocasiones de intensificarse, la fabricaci6n de los signos por "desmaterializaci6n" Que da motivo a la extensi6n de los tensores? Creemos bastante que esta ultima hip6tesis es la buena , pero antes prosigamos la descripci6n de algunos efectos notables de la puesta en signo en su campo propio. No 5610 el material se conmuta en tkrmino-signo, sino Que la "cosa" Que el signo reemplaza para alguien es en Sl misma otro signo, y no hay mas Que signos. Primera consecuencia: la relnci6n es un nplazamiento al infinito y se instaura por 10 tanto, como rasgo fundam ental del sistema, 1& recurrencia, la reiteraci6n del aplazamiento signi{icante Que garantiza Que no se tendra nunca la misma presencia y tambien Que siempre costara trabajo determinar los terminos a los cuales, en un corpus dado, puede y debe conducir el Uirrnino estudiado. La otra consecuencia es que con el signo comienza 1a bllsqueda. Pudo ser la busqueda de Dios, de la significaci6n, cuando 10 que predominaba era In organizaci6n m.etaf6rica de la significancia. Para nosotros, modernos, de cuyo pensamlento esta metMora esta ausente y que hallamos nuestra gloria en la sustituci6n metonimica bajo estructura, la busqueda ya no es mas busqueda de Dios ode la verdad, es sencillamente la invesligaci6n, la investigaci6n cienUfiC& de hecho no una busqueda de causas -es sabido que liste no es un b~en concepto-, sino una busqueda de "efectos" en el sentido cientffico, busqueda de un discurso que puede producir metamorfos is roconocibles, previsibles, controlables; busqueda de discriminaci61l, (HI ('OIlIH'cuoncio .
No hay signo ni pensamiento del signo que no sean de poder y con poder. El viaje de esta busqueda no es una deriva de locos y de apestados, ni el ~xodo transespacial de i1uminados, es la aventura muy preparada del explorador que anuncia ya la del cura, luego In del militar y la del comerciante; es la vanguardia del capital que en sf misma no es ya otTa cosa que el capital, aunQue In perpetua actividad de cste sea correr sus &onteras, incorporar fragmentos siempre nuevos de la banda en su sistema, pero incorporarlos a los fines de la ganancia y el r endimiento. EI signo va con ese viaje de negocios, y el viaje de negocios crea el signo: "que es un africano para un explorador britanico? "Qu~ es un japon~s para un je/luita del siglo xvrn? Organos y pulsiones parciales que seran reabsorbidos en el cuerpo normal organico unico Il amado Humanidad 0 Creaci6n. Materiales para desmaterializar y hacer signifj.car. "Cree usted verdade.·nmente, dicen los blancos pensadores, que cuando el actor No avanza lIuS pies uno junto al otro deslizandolos sobre el piso del escenario como tli no se moviera, eso no Quiere deciT nada? Eso es un signo, estD. en lugaT de otra cosa, ani hay un c6digo, y los destinatarios 10 conocen 0, en todo coso, aun cuando sea inconsciente, existe, y nosotros, semi610gos, jesuilll S, Stanleys, conquistadores, s610 habremos hecho una conquista cuando tengamos ese c6digo y podamos rehacerlo, simularlo -el modele de Leda semiologfa no es la Carta robada, es el Escarabajo de orD-. Estos IICricanos, estos orientales, ya m~ertos, dejan mensajes de tesoros, nosotros simulamos sus c6digos. Uvi-Strauss: yo quiero ser el lenguaje que hoblan los milos. Y asi, con este viaje de conquista que la puesta en signa no puede Kino inspirar (a menos Que fuera a la inversa y que cierta c1ase de viaje Inspire la puesta en signo, pero no somos muy aficionados a esas priorido des futiles: todo eso es como un enorme paquete de pequefios arreglos ([ue gravitan sobre tal 0 cual cosa, sobre tal 0 cual material, sobre tal 0 olinI persona, un dispositivo en el que todo cumina a la par); con este viaje, entonces, de busqueda y de conquista siempre diferida, viene indisorillblemente tambi~n una intenci6n, una intenci6n de rendimiento, de ronts. Recuperar el c6digo de sign os para poder, con motivo de poder, a nn de poder. Una vez cubiertos todos los riesgos, ir a cohabitar con los cnnlbales, acantonarse en los pueslos de frontera , los microbios, las radiaciones, expuestos a todas las muertes, a todos los pecados, como el je"uito del Supiemento alviqje de Bougainville, perc con intenci6n, por 10 UI.IlW con escisi6n [clivage). ... No la zona y el momento tendidos-tensores, JIIino zona atravesada, momento de un movimiento; por consiguiente, las tllll siones y sus riesgos y dolores pagados a cuenta de una ganancia ulted ar, percibidos y experimentados como perdidas, como concesiones que
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hay que hacer para la salvaci6n, el progreso, el conocimiento, las luces, el sociali sIno, jirones de carne podrida colgan do dfl espinas, inesenciales, porque 10 que importa es el provecho final, c6mo aprovechan un viaje de vacaciones hoy en dia los asalariados, perc tambh~n sus patrones, sus ri· cos, sus amos: para traer imagenes, fotos, peliculas, palabras. prestigio, turismo del regreso, T!lgresoturismo, resultado de las exploraciones, y siernpre el mismo esquema. Aqui aparece 18 cuesti6n del interes, ya que el tunsmo, 0 la conquista, es interesante·interesado, en la medida en que los gastos, no unicamente de equipo y de mantenimiento, sino tarn-
de ganar, momento en el atesoramiento, indispensable exterioridad nn un proceso sin fin de puesta en signo, de acumulaci6n de cosas que se hnn convertido en signos en los sistemas. Nosotros deseabamos que lJlises no volviera, Ilorabamos con Nausica, y Ie deciamos: has sido delY1asiado griega, no era necesario ni la surnisi6n oi la dominaci6n. sino lIuodarse al costado, solamente asf el habria podido descarriarse hasta "or incapaz de lograr rendimiento, y de lograr su rendimiento. Pero, resllondi6 ella, lacaso es posibIe no entrar en el juego viril capitalista de la Ilominaci6n? Quedarse al costado, decia la bella princesa, no es quedarse IIparte, es estar dentro y, sin embargo, indisociablemente al margen. Adomas,lera yo la que tenia que salvaI' a ese pendejo? A1 querer que yo 111 aalve ustedes actuan en mi lugar como el mismo 10 hacia, me suborditliln a sus designios; por supuesto, ustedes ya no quieren el regreso y la lfnnancia, ustedes quieTen su "perdici6n" -que a ojos de ustedes seria su 'UI lV8ci6n, mientras que yo ~igo ~ip-ndo ~u esclava, su momento, au tram1101(n-, y una vez mas me mantienen en una dialectica. EUa tiene ra.c1 n, desear que Nausica "pierda" a U1ises, todavia es el Occidente, todavrn es el signo, apenas desplazado; despues de todo hay exploradorcs que 110 han hecho negros, cUras paganos, jesuitas polinesios, sublevados del I\ounty: i,acaso la intenci6n de salvaci6n es menos acuciante en esa genIII flue en sus amos de la City, de Roma y de la Royal Navy? i,Menos acudnnte en nuestro amigo Jaulin que en su maestro enemigo LeviHI rauss? Hay alga m as que se nos escapa en esos recorridos de perdici6n, tlldovia existe la intenci6n en esas busquedas de inten sidad. Uno no se tln~hace del ingreso ni del rendimiento, por una partida y un export. Aquf, amigos, tcnemos que tener cuidado con la duplicidad y cultivarla. Todavia una consecuencia mns de la constituci6n informativa del 1I1tirlO: hay alguien para quien el mensaje reemplaza la cosa significada, lillY un sujeto (dos sujetos), os decir una instancia a la que se remiten to11()8 los predicados, todos los remanentes de sentido, todos los scontecimJontos recorridos, turistesdos. Ese alguien es algo que va a inOarse a IIHldida que la experiencia se acumule (experiencia, recuerden 10 que diI'U flegel, en la que el sujeto no dejara de decir que no ha cesado de pererill' joh heroe, oh el Yo [Moi)"'!), a medida que los acontecimientos, los 11l1l6ores, los pasos de intensidad van a estar escindidos [elives) en signos y 01 "receptor", el destinatario, es quien va asegurar entonces el acopio ,v In propiedad de estos signos, y va a decir: pues bien, yo estuve en 1':n1pto, pues bien, navegue entre Caribdis y Escila, pues bien, 01 las sire-
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bien gastos de arecta, eventualmente muy pesados -Cesar en el Rubic6n-, no son mas que adelantos; en la medida en que el deseo, en consecuencia, no se pierde alIi mas que para mejor volver a encontrarse. Es preciso sen alar, sin embargo, que no vol vera a encontrarse, volvera a encontrarse alli, i,d6nde? en ninguna otTa parte mas que en ellibro cuentas, que en el espacio-tiempo abierlo (como nn libro) por la intenci6n de la puesta en signo. No volvera. a encontrarse porque s610 hay suma anterior y diferencia, y porque de ninguna manera se trata del deseo y de su modalidad propia en la constituci6n de los sign os: la semiologia, como preambuJo a todas las ciencias ignora, al igual que estas, el deseo que se cumple en aquella. Por 10 tanto, otra consecuencia: can el signo, si se tiene la intenci6n y la suma, se tiene tambien la apertura de la diacroni'a, la cual no es mas Que trefilado del tiempo tensor compacta inm6vil en ya no mas y ltO todav{a, en todav{a sin embargo y ya no, en juego de In des-presencia que es el juego mismo del nihili smo semi6tico. i,Que pasa con la significaci6n respecto de sus sign os? Se les adelanta puesto que no son mas que sus vastagos; siempre estan atrasados porque su desciframiento no termina. Pero en esta persecuci6n aparentemente in sensata que es Ia constituci6n del senti do, un hermeneuta 0 un pesimis't a pueden venir a decirle: mire usted, nunca 10 tenemos, el sentido se nos escapa, nos trasciende, nos ensei'ia nuestra finitud y nuestra muerte, y bien, mientras que el edificante pastor Ie cuenta eso, sus soldados y sus comerciantes alm acenan 6rganos, pulsiones, pedazos de membrana, los acopian, los capitalizan . Y cI tiempo que nosotTos "conocern os bien", el tiempo "secundario", seglln Freud, In forma a priori segUn Kant, el despliegue de la conciencia bergsono-husserliano-sanagustiniano, se fabrica en el doble juego de esta desesperaci6n y de este atesoramiento, desesperaci6n del sentido remitido-perdido. tesoro de los signos que no son mas que las "experiencias" que se ha atravesado, recorrido, la Odisea. Can U1ises, la cosa que reemplaza al sign o ya deviene signo; obseryen a Ulises con Nausica y advierlan que ese es el amor que puede sentir el Occidental en su miserable viri lidad de conquistador, pues para el las mujeres son, como los negros y los chinos, ocasi6n de arriesgar, certe-
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ill)
• Pnrn hoccr valer In dialind6n on franccs cntreje y moi hemos recurrido a In "Nota dill lrndu c~or~ do Tomtl.a Segovin -on Lee/11m 118tructllro.Us/a de Freud, Mcrico, Sigla V.,lnl!llno E:dl(orcB,l!)71- on In (}U(\ "I blon lrnduoo rc8]X!ctivnmcntCl CRtOB termino9 por ~ulltnnllvn", ovlln In IUmlt\'II"I. , Imjllomonlo rolocnndo cntro corchctc8 In
.'1'" lurlllll I~ ':I "yo
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nas, pues bien, sali de mi habitaculo 81 vado, y va a decir: todo eso, esas emociones, son mensajes que yo oia, recibfa, es preciso que los comprenda. me han hablado, eso ha hablado, i,quien es el emisor? EI Yo se constituye en esta relaci6n de signa a la vez como destinatario (10 que Kant llama Sinnlichkeit. Rezeptivitiit) y como descifrador e inve ntor de c6digos (int.electo, Selbsttlitigkeit, 8utonomia). La receptividad en este caso no es mils que el momento constitutivo indispensable de 18 autoactividad. El Yo es primero un yo [mon, pero se va a constituir construyendo 10 que eso o el otTO diceo (puesto que no estA alIi). La misma "diaMctica" de 10 intenso y de 10 intencional que escinde [clive] las cosas recorridas. escinde el yo (moi] constitutivamente, ella es su constituci6n, receptivolactivo, sensible1inteligente, donatarioldonador -todo esto s6lo vale, repitAmos10, en la configuraci6n del signo, la escisi6n del Yo {moi] y la escisi6n con st itutiva del signo, parte pasividad parte actividad, parte mensaje recihido parte inteligencia descifradora, parte sentido parte entendimiento, parte opacidad emociona1 parte capacidad intencional, y aun Husserl con toda su intencionalidad tendni que inyectar a su meditaci6n, la pasividad, la sfntesis pasiva. Y, por supuesto, esa diaIectico no sent mas que momento en 10 construcci6n de 1a intencionalidad joh el bonito movimien to de ment6n por el cual la cabeza recobra los sentidos, recupera el dominio sobre ellos!, joh formaci6n del capital, gracioso juego del relevo! Dos cosas mas todavia sobre la semi6tica. Ella piensa por concep· tos. EI signo mismo es exactamente el concepto: no solamente en su constituci6n estable estatica de termino en la que 10 connotaci6n y la de. notaci6n s610 son asignables por relaciones reguJadas con otros termino8, por conjuntos de proposiciones que son consideradas en sf mismas bien formadas en un sistema formal e.xpHcitoj sino tambien en su dinamismo de conceptoj el es el signo como conquista, ya que trabaja, tanto el con· cepto como el signo, es inquieto, busca los bordes, sus fronteras, avanz, hacia sus exterioridades, las toca, y como dejan de ser exteriores desde 81 momento en que las toco, no las alcanza jomits, y a1 mismo tiempo eso I. permite maravillarse con la potencia de 10 negativo, ioh imperialisma bendito travestido de laborismo tragico!, joh el chistoso "'trabojo del con. cepto"! Bueno, es el mismo sedicente "trabajo" con el signo: no es tan simple como usted 10 dice, dinin ustedes, 10 relnci6n de termino a termi no en la metonimia no solamente no tiene fin sino que co,o,l,,,,tem,mll se confunde, atravesada por otras cadenas, Freud nos 10 enson6, y cn
circunstancia cada termino es un cruce de vias, un vertigo, y la red es un Lcxto 0 textura en la que se traman no uno, sino varios sentidos, cada uno jalando para sf el termino: ese es el trabajo del signo. iOh la polise. Olio exquisita, pequeno desgarramiento de los bien pensantes, pequeno clcsorden protest6n, desconstrucci6n azucarada! No pretendan recoger 10 libidinal en esns redes. , ..Ultima. COS? qu~ ?8 sido mil veces cntendida: In semiologia es el II1hlhsmo. ClonCla rehgeos8 por excelencia, abran ustedes los Victorinos !l1l1 si.gIo XII y veran 10 que es la buena semi6tica, el intento de leer la l'I'(\I1cl6n en sus detalles, de entender los datos como mensajes y de construir su c6digo; y ya este refinamiento: que ellos saben -Hugo de Saint... Victor, Richard de Saint...Victor_, que no les corresponde ni les corresIU)lldeni jamas tener el c6digo; ese refinamiento temprano de amar en las • WillS oquello que carece de c6digo, de amor 10 negativo del c6digo en el nwnsuje, de valorizar el trabojo de ese negativo, el texto, 18 disimilitud lin In s cosas y de encontrar nlli In belleza. Ciencin religiosa puesto que la 11II1I68iona la hip6tesis de que olguien nos habla en los datos y. al mismo I htlllPO, de que su lengua, su competencia, 0 en todo caso su capacidad de ,'fl,(ormance. nos trasciende: definici6n misma del inconsciente en los senlUllicos mas arriesgados, Lacan, Eco. De este modo el signo es ncaparaII .. !lor el nihilismo, el nihili smo procede por signos; seguir en el pensa1IIIIIIIto semi6tico es permnneccr en la melnncolia religiosa y subordinar I,ulll cmoci6n intensa a una falta y toda fueT2:a a una finitud.
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(orml1 originllll;!] 0 (moil. -Jt ella (orma atonl1 del pronombre do prilTlQrn porlOnli dol guillr, (onna quo no puodo teller olm (undon gramnlic61 quo la do llijolo y qun puedo IIpllroccr lino 'lpoYlda' en un verba efcctivllm<::nl.o CXprollldo, mlentrna quo mol, ma lonica,lomll 01 Jugllr do todnalaa olrns forml18 (ft:, mil) clldll VOl quo rnJ~a till lPO)'O, <::jcm plo cuando IIparocen aisladlls(Qui? -Mot: ,Qui(!n7 -Yo)- (N(lin dt1111 lmd.)
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HlImi6ticos: conocemos su objeci6n; nos dicen: cualquier cosa que ustedes hogan 0 piensen, nos dicen, su acci6n y su reflexi6n serA un signo; por el IIimple hecho de exponer su acci6n-discurso sobre et eje de la referencia, LUltcdes no evitarAn que sea excnvnda como cosa bifasica sensata/insen!LIllta, inteligibleJsensible, manifiesta/oculta, adelante/atras; nos diren: llL1sde el momento en Que ustedes cornienzan a hablar excavan un teatro .ILL las cosas. Muy bien, no decirnos que no, nosotros hernos pasado por ahi, y paII ILIIlOS por aM todo el tiernpo; no se trata en absoluto de determinar un II\'OVO dominio, oho campo, un por el otro lado de La representaci6n que linda indemne a los efectos de la teatralidad, en absoluto, sabemos muy 111Im que ustedes espernn eso de nosotros, esn "tonterin" (nunque semeJrLllte error no merecerin ese nombre; nosotros mas bien reivindicamos la 1lIlIl.eria) que consistirfa en decir: salgamos de los signos, entremos en el l1f'd cn de los tensores fuera de la semi6ticn. Sabemos bien que con decir cumpliriamos plenamente sus deseos, puesto que al primer semi6tico tjlltJ lIegara Ie seria facil empeza r a hacer de nuevo sobre nuestra pre, unla extenoridad el trabajito imperialista africano de la exploraci6n, de hi utnologia, de la misi6n, de Ie factoria, de la pacificaci6n y de la colonia. ! nhemos bien que ~sa es In suerte que ustedes deparan, sonrientes. a ''''IlsLra economia libidinal, como es ~sa In suerte que depara el capita l a 11111 I'civindicaciones obreras, los Blnncos a la colored people, los adultos a IUlI llillOS, los normales a los locos, los "'hombres" a las "mujeres", Muy inIln.idatorio, 1bdo sejuega a eso en el presente, y es alii don de es necesa1111 h£ltirse, trazar nuestra vin, no las fronteras de nuestro imperio sino IIUMllras lineas de fuga, como dice Deleuzc, Captar en principio 10 siguiente: que los signos no son solamente 11'11 minos, etapas, puesta en relaci6n y explicitaci6n en un r ecorrido de 11L1I(Juista, sino que pueden ser, de manera indisociable, intensidades slnUllin res y vanllS en los 6xodos, tSe trata de otra clase de signos? De ningana manera, son los misIIlrIH quo aquellos sobre los cunles e1 scmi6tico hace teoria y practica texIwd. Lo primoTo que hay que evitar, mis camar adas, es pretender co lo! 1111108 en otro lado, No desalojamos nada, nos quedamos en et mismo lu1IILr, ocupomos 01 terre no de los signos, solamente decimos: esta muer te ,1111111 cmLrc los Guoyaki que ustedes interpretan como la contrapartida ,1'1 Ull IIltcTcambio cntre vivos y mueTtos dcsLinada a conservar intacto el 1'lIllIlIhrlo del mundo, de 10 cunl ustedes hacen un signo que Temite a
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otros terminos en una estructura general de 18 cultura guayaki, nosotros la recibimos de otra manera. lA ustedes les habla? A nosotros nos pone en movimiento. EI padre de Marcel sube la escalera con su IAmpara: ustedes ayen en las emociones de su hijo el efecto de sentido de In estructuTa edipica. nosotros pretendemos que se continuen en la fabricaci6n de otras cosas, textos, imligenes, sonjdos, poJiticas, eaTicins, tan productoras de mouimiento, en ]8 medida de 10 posible, como el texto de Proust. Y cuando diga "tan productorasn , digo mal: no es una cuesti6n de cantidad, hay que entenderla como 18 cualidad singular de ese texto de producir las prolongaciones, ramificaciones, invenciones de nuevos fragmentos Iibidinales, que ninglin otro objeto hubiera podido engendrar. De entrada, pOl' 10 tanto, una reacci6n diferente, otra recepci6n. No suponemos, para empeZ8r, que los signos -en este caso el texto de Proust, el de Clastres- sean vehfculo de mensajes comunicables en principio. No em· pezamos pOl' decir: hay alguien 0 algo que nos habZa, tengo que oirlo. Oil', ser inteligentcs, no es esa nuestra pasi6n predominante. Ambicionamos mas bien ponernos en movimiento. Es pOl' eso que nuestra pasi6n serfa mas bien Ia danza, como quer(a Nietzsche y como quieren Cage y Cunningham. (Y ustedes comprenderan de inmediato que sobre este punto de metodo habra las peores dificultades, los peores desaires; veremos montones de falsos bailarines que van a decir ser nuestros amigos, en primer lugar y, a continuaci6n, habra censores que nos explicaran, como S1 ya no 10 supieramos, que para bailar hay que oil'; pero nosotros les diremos que no es 10 mismo bailar pOl' transito que escuchnr para comprender y, POl' fin, en ese momento npareceran los exiguos nnalistas a decirnos: jAh, si! ustedes predican pasar al acto, es asf como designsn a 18 danza, ustedes hacen acting out para no hacer working in; Y ipor desgracia!, esos senin los mas dificiles de subvertir.) En consecuencia, una danza, pero no compuesta y anotada, una danza en la cual, pOl' el contrario, el gesto del cuerpo existiera con la musica, su timbre, su tono, su intensidad, su duraci6n, y con las palabras (bailarines, nosotros tambien cantamos), en una relaci6n singular cada vez. produciendo cada vez un acontecimiento emocional, como en la Theater Piece de Cage, como en la ejecuci6n de una pieza de No pOl' un actor in spirado en la tzor de la interpretaci6n de Zeami. Podemos esperar mucho tiempo inm6viles, inertes, el momento de esa flor, de ese Teencuentro. de la luche en la que flamea algo sobre 10 que lIamamos el cuerpo, y es preciso amar tambien esa espera, casi no menos bella, esa inmovilidad casi no menos muda y motora que el despJiegue del juego de facetas de las finas man os palidas y su violencia cuando se abaten sobre el tambor en la danza de corte coreano Hamada Yu Ch'o Shin. Pues tambh~n hay esto: que se busca 10 que va a pasar en un rostro en la noche de Montparnasse, en una voz oida en el telefono, una curvo 0
una recta de entonaci6n, un silencio, una fijeza, una fuerza de re18mpano, y nada sucede. Y que, muy lejos de sentir pOl' ello resentimiento 0 dlsgusto, amamos con la md.s dura impatiencia esa reserva. Danza que incluye suspenso, como musica inc1uye silentio. Y 10 imI>ortante no es que este "bien compuesta" (aunque sea necesario que este bten compuesta), sino que en ocasi6n de esta perfecci6n semi6tica, justamonte, pase la tensi6n. Que la estructura sea solamente 10 que "cubre" el lIr~to, en el sentido en que Ie sina de coberlura; que sea su secreto y casi MI) disimulo. Por eso tienen que gustarnos mucho los semi6ticos, los estruclu..ales. nuestros enemigos: son c6mplices nuestros, en su lux reside nueslrn oscuridad. 8i yo compusiera, aqui se injertaJia el elogio del disimulo. Contentemonos con reconocer en el disimulo todo 10 que buscamos, til diferencia en la identidad, el azar del rencuentro en Ia previsi6n de 10 ,'ompuesto, la pasi6n en la raz6n -entre ambos, tan absolutamente aje1108 , la md.s estrecha unidad: el disimulo-. Asi el Anticristo que predica 1111 la plaza pintado al fresco pOl' Signorelli en Orvieto es muy parecido at Cri sto; asi tambien es verdad que el Cristo disimula al Anticristo en el " ntido en que oculta su terrible misi6n hasta en StfS propias palabras y 1111 0 cuando dice: amaas los unos a los otros, basta una nimiedad para UtlC se produzca el mas desastroso desprecio; y el Anticristo tambien dijl lmula poco mas 0 menos al Cristo en la medida en que 10 simula, es deIIlr cn Ia medida en que es el dis- del disimulo, 0 de la disimilitud. Nucstra acogida al signo disimula la acogida semi6tica y esta disimula III nuestra, aunque esto no se produzca de la misma manera y aunque no lU1tremos aquf a juzgar si hay Anticristo y quien 10 es. PerO ustedes tienen mas bien que comprender, para cambial' de reIllI'oncias, que los dos principios. Eros y muerte, de la ultima teoria de lUll pulsiones de Freud (Jenseits ...• 1920), nos son dos instancias dotadas I'IHla una de un principio de funcionamiento distinto que permitiria ident Hicnrlas a partir de sus efectos 0 sintomas respectivos en el "psiquismo" II Jobre el cuerpo. No es verdad que Eros sea hacedor de conjuntos, de ,-IIILomas. compositor y maestro-gavillador, que las pulsiones de muerte "f1l\n , por otra parte, las destructoras de los sistemas, desconstructoras , IIUII£:,ovilladoras. Cuando sobre el cuerpo de In histerica los fragmentos tin lu grnn banda son circunscritos y excluidos de Ia cir culaci6n normada tl" los ofectos, colocados fuera de intensidad regular, "insensibilizados", l!Hlndo hay musculos que se contraen y se mantienen crispados, cuando 11114 canales respiratorios se angustian provocando asma, se crean pequenu. dispositivos pulsion ales (un fragmento del sistema organico de la IIIIIpirl1ci6n, un pedazo del sistema organico de la musculatura estriada 0 1111 Iii musculatura li sa) que forman conjuntos muy soIidarios consigo 1111 1$111011, "se pllcdc docir quo Eros, como cnsamblador, es responsable de Illdo OfltO? ,,0 10 munrl.O, 1)1I('! to que estos conjuntos estiin engripados?
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Pero, iengTipados en r elaci 6n a que, a eual norrnalidad?; el sistema respiratorio de Dora In organica ests. engripado. el sistema r espiratorio de Dora 1a histerica funciona de maravilla y no tiene necesidad de buseaT un beneficia secundario a su trastorno. El beneficio es inmediato, alii no hay beneficia, hay un a maquina ria pulsional in stalada , que funciona par su cuenla, y esta m aquinaria no camina segtin In muerte 0 segUn el Eros, sino seg'lin ambos; er6tica porque se trata de una maquina regulada (cuyo discurso intentara producir un simulacro r azonable en el texto de Freud 0 en el de Lacan), Ietal porque es una maquina que (se) descompone (que el analista quiere arreglar), pero, aderotis, mortal por seT regulada (puesto que condena a Dora a una repeticion esteril), y viva por su desarreg10 (porque atestigua que sobre e1 cuerpo organico circula y se carga la libido en su imprevisible desplazabilidad). En consecu encia hay dos principios, y esos dos principios no son in stancins identificubles por sus respectivus funciones; Eros puede desatar y liberar, la muerte atar h asta estrangular, y Freud mismo, que no ve esto con claridad, 10 reconoce no obstante al final de Jenseils, cuando dice, a pocas lineas de distancia, en primer lugar, que el principio de placer est a subordinado a las pulsiones de muerte a las que considera en ese momento como sistema de compul siones repetitivas que hacen regresar cualquier cosa, aun la mas dolorosa, como en los suei'ios de neurosis traumaticas, y que hay que suponer un vinculo por repeticion antes de cualquier descarga si es cierto que esta exige vias reguladas y accion es especificas para producir la satisfacci6n; y, poco despues. por 10 tanto, que el principio de Nirvana esta subordinado al principio de placer. entendiendo por "Nirvan a" ese exceso de fuerza qu e empuja Ia descarga mas alia de la r egIa metab61ica a la que estli sometido el "aparato psiqui· co" (0 el cuerpo), y que amenaza a este ultimo de estalli do. Las fu nciones no se pueden decidir en cada ocurrencia singular; se trata de reservar siempre la posibilidad de no poder asignar un efecto, es decir justamente un signo. a un principio pulsional y a uno solo. Esta claro que no es cuesb6n de polisemia entonces, ni de sobredeterminaci6n; no es posible zafarse diciendo: la muerte viene a sobreaii.adi r sus efectos a los de Eros, 0 a la inversa; no se trata del hecho de que e] signo. la tos de Dora, sea atrapado en vaTias redes 0 estructura s que crean sentidos. Se trata claramente de algo muy diferente: por un lado, el signo es atrapado, en efecto, en sus redes, y se 10 puede localizar en los sistemas metonimicos (en Freud mismo a menudo incluso metaf6ricos) diferentes un os de otros; es h eterosemico 0 h eterol6gico y sujeto a semi6tica por consiguiente pero. ademds, jenseits ...• no es asignable a tal funci6n y por 10 tanto al juego de sus efectos de senti do, ni a tal otra, que es, de manera indi scernible. signo de remisi6n y por remisi6n. y sign o s in remisi6n asignable. Ala vez signa que produce sentido por separaci6n y oposici6n,
Y signa que produce intensidad por potencia y singularidad. La intensidad libidinal, estariamos casi tentados (pero no 10 haremos. nos hemos vuelto viejos zorros, demasiado en la trampa) de darle una prioridad y de decir: jpero fin almente, si ustedes, los semi610gos, tienen materia pa· rll trenzar sus redes de sentidos es porque, en primer lugar, existe esta lncandescencia positiva, porque en primer lugar la gar ganta de Dora se d erra. porque hay, en suma, un date. y este dato es la intensificaci6n de 1111 regi6n del cuerpo de la bella Dora, y esa regi6n se h a convertido en lin signo inteligente-inteligible! Pero no decimos ni siquiera eso. indifet ontes a las prioridades y causalidades, esas formas de la culpabilidad, I'orno decian Freud y Nietzsche, poco importa el orden; importa mucho, )J Ot' el contrario, el hecho de que de ese mismo signo sean posibIes, simuIt ~ nea e inevitablemente, dos acogidas. lEs necesario decir a cuales radiantes perspectivas abre esta idea dol disimulo, particularmente en materia de discurso te6rico, y tambien lin esta cuesti6n (beatificamente recibida hoy dla bajo la etiqueta marxofroudiana) de la dialectica de la teorla y de la practica?
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LA INTENSIDAD,
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tll lucra necesario dar un ejemplo de la manera en la Que el tensor puede tl1 l1l rnularse en 18 semlintica y disimilarlo, podrfa tomarse el del nombre 11101)io. En primer lugar es el nombre del que hablan Frege y Russell, 1111 0 crea problemas al16gico porque remite en principio a una referencia 1!il1l1:u1ar y no parece intercambiable con otTOS terminos en 18 estructura
!nUko-lingUistics: no hay equivalente intrasisMmico del nombre propio; .;1 upunta hacia la exterioridad como un deictico, no tiene connotaci6n, 0 '1 1nn 6sta es interminable. Pequei'ia dificultad que los lOgicos resuelven • till un concepto (no teniendo 18 opci6n de los medios), el del predicado de •• I"looeia. Hegel ya 10 conocia: el Meinem y e] obstaculo que la donaci6n 111\ oY istencia -Ia carne y el hueso, dira a su vez Husserl-, puede opoII lIr I la puesta en sistema de los signos. Asi, en eonseeueneia, a quien lit NJunte: <.Y Fleehsig?, se Ie respondent: hay al menos un individuo exisIImLo 81 que podemos Hamar Fleehsig, era el medico de Sehreber; manteIdl\ndose en In refereneia como en un anelaje. Pero el nombre de ese misIHO Individuo da lugar a dividuacitm cuando es et deli rio de Sehreber el '11111 se apodel'a de el, y hani compatible una multitud de proposiciones lu c'o rnposibles sobre un mismo "sujeto" del enunciado. Del predieado It'!lIch sig se dira simultaneamente que es un tira, que es Dios, que es un Uplnnte seducido por los eneantos femeninos de Sehreber, que haee todo IlIIrn impedirle eagar al presidente. que es miembro de una noble familia '11111 dcsde haee tiempo ha tenido que vel' con los Schreber, "POl' que seria ... 10 un delirio? Unicamente porque se enuncia. EI mismo delirio de un eseritor, apenas un poco mas prudente pOl' Iwher interpuesto un sujeto de la enunciaei6n entre el y su texto, el nomI" urlo Marcel; el mismo delirio con el nombre propio de Albertina. EI mismo delirio de Oetavio con el nombre propio de Roberta, 1a diI'"lndn puta, 18 virtuosa libertina, el indecidible cuerpo orrecido-rechaza,Iu, c;uerpo del disimulo pOl' exeelencia pOl' ser dismulaci6n en dos senti,llIl: POl' una parte 18 hugonota y la vival pueden eumplir la funci6n de IIIUno en las redes igualmente pensables de la respetabilidad y de Ia senl unlidad; pero, pOl' Is otra, cada una de estas asignaciones disimulan aINil no la otra como ella, como perteneeiente pOl' su lado a una red tam1,1"11 rogulada, regulada de maners semejante, y solamente desplazada, .. Ilin do In diputadn tan pensable como la puta, cada una de acuerdo a su ul'dlln- ; no, eada asignaci6n disimula el signa como tensor, y no el otro . lwllo sensa to, y el signo-tensor consiste en que el nombre propio de Itohurw eubre un lirea on 10 que los dos 6rdenes (al menos, pues debe ha-
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ber otros) no son dos, sino indiscernibles. en Is que el nombre Roberta es como una barra de disyunci6n que gira a toda velocidad alrededor de un punto cualquiera, 18 mirada, la hendidura vulvar, el pulgar enguantado, una entonaci6n, despladndose iiI mismo aleatoriamente sobre el segmeoto que forma esta barra. 8i Roberta es un tensor, no 10 es porque sea al mismo tiempo mujer pUblica y mujer con cabeza, SiDO porque excede jenseits una y otra de esas asignaciones en el vertigo de una intensidad en 18 cual, si la playa intern a del muslo se devela en el borde de 18 faIda, si 18 parte muelle del pulgar se tiende ante In boca del seductor, si 18 nuell. se da vuelta bajo sus dientes, es ciertarnente por pudor autentico y por sensualidad sincera. perc, ademas, sin raz6n calificable, por una fi· gura pulsionnl segUn la cual se disponen y se derraman los innujos que no pertenecen a Roberta, ni a name. Roberta no es el nombre de alguien (predicado de existencia), aunque fuera inc1uso doble: es e1 nombre de aquello innombrable, el nombre del Sl y No, y del ni Sf oi No, y del primero y el segundo, y si el nombre propio es un buen ejemplo de signo tensoria1, no 10 es porque su designaci6n singular cree dificultad cuando se piensa por concepto, sino porque cubre una regi6n del espacio libidinal librada a la indecibilidad de los influjos de energia , una regi6n en llamas. Le mismo par a Schreber. Si nos atenemos a Memoires d'un nevropa the, veremos perfectamente cu~l vertigo se localiza, si asf puede decirse, en el nombre de Flechsig. Es necesario, piensa Schreber, que yo sea una mujer para que Dios me fecunde y para que, al engendrar hombres nuevos, se cumpla a traves de m i la salvaci6n de la humanidad. Este cambio de sexo es u n milagro; pero cualquier modificaci6n del cuer po a los ojos de Schreber es un milagro y debe ser imputado a una potencia si ngular, en todo caso a la decisi6n singular de una potencia (en ese sentido la religi6n de Schreber es completamente romana, pariente de aquelis penetraci6n de instancias divinas en los aetos mas Ucotidia nos" y m~s simples, de esa laicizaci6n de 10 sagrado 0 sacralizaci6n de 10 laico). De aM que la defecaci6n sea materia pan e1 disimulo, que abarcara 8 Flechsig (8 traves de Dios); y si se puede describir estns ambivalenciss continuas de los destinos de pulsi6n, 10 importante no deja de ser en t odo momento la indiscernibilidsd de los incomposib1es, entregsr y r etener la mierda, Flech sig protector y verdugo, Dios amante y perseguidor, mi cuerpo h ombre y mujer, mi yo divino y hum ano; y todavia algo m~s, por Q11adidura. La defecaci6n no es n atur al, sino que se produce por un milagro. Ahora bien, a prop6sito de este milagro de eagar, que Freud cita en su tota1idad, se ve 10 que un deliria puede acumular bajo un solo nombre. Que defecar exija la intervenci6n milagrosa de un uSe" que es al rnismo tiempo Flech sig y Dios, les signo de algo? lOel arnor que se tiono por
Hchreber, de la asistencia Que se Ie presta? No; 0 mas bien si, pero de monera muy indirecta Este a mor compasivo 5610 aparece alusivamente ..., cl discurso del Presidente, y aparece al reves. 8i Flechsig-Dios hacen 110 In defecaci6n un milagro y despojan el cuerpo de Schreber del uso naItlral de esta funci6n, a decir verdad es para poder despojar de milagro 1/1 extremis el acto de eagar, y de tal manera perseguir al Presidente: umndan a alguien al bai\o antes Que el para ocupar el lugar. De este mo.1 0 cortan rapidamente "el vigorosisimo desarrollo de la f)olup tuosidad .M alma" que acompaiin la defeeaci6n lograda. Y si obran de esc modo cs 1111 0 un goce parecido amenaza a Flechsig-Dios, en la medida en que, coul 0 sucede con todo goce fuerte, los h ace esclavos del cuerpo del I' I'osidente. Ejemplo: "Dios nunca emprender:fa una acci6n de r etirada t,,), sino que sin resistencia algun a y con duradera uniformidad obedece1 (n a Ia atracci6n si me fuera posible asumir siempre el papel de la muj er 1111 0 yaee conmigo mi smo en a brazo soxual, hacor descansar siemprc mi Hllrada en un ser fomonino, contemplar siempre imagenes de mujores Ill e."l No es entences por amor que se tielte por milagrosa la defecaci6n . t'hreberiana, sino para defenderse de la seducci6n que ena ejer ce. I"l ftchsig amante, pero en la defensiva. Pero Flechsig tambien per seguitlor perfido que, al preguntar a Schreber: "lPor que no caga u sted, pucs?", Ie hace responder: "Tal vez porque soy tonto, 0 alga por el estilo". 2 1·'ltichsig que humilla a su victi ms. Pero, tam bien Flechsig-Dios estupido, ht rnpaz de comprcnder que una criatura huma n a no tiene necesidad del mdogro de una poteneia todopoderosa para defecar: "La pluma se niega l' Ii Mi a poner por escrito el for midable dis late de que Dios, de hecho, en su I!I l('cguecimiento debido a su ignorancia de la naturaleza humana, Jlegue h llbLa suponer que exista un hombre que pueda no eagar por tonter ia Hic ndo cosa que todo animal es capaz de hacer-".3 lTodas eslas propiedades contrapuestas no constituyen una poliselUin sobre et nombrc de Flechsig? Vamos a verlo. Pero antes dos observaIlunes que anuncian la continuaci6n. En primer lugar: observe mos esta IllIYl cnsidad de la tenteria, que se extiende mucho m ~s alia. de la bestial i111If1 de Bataille, la cual sigue sabiendo 10 que hace, aun cuando la conl'1tlllc ia ya no 10 sepa, y alii reside todo el secreto acerala del pequeno er ot IMmo, mientras que con Schreber hay que ch apotear en el pantano de I!IIII incertidumbre que trabaja los instintos mismos, los montajes de la Illulotln, y que estamos si tuados mas nca de 10 que sabe la acefalia animal, 1111(1 01 "cucrpo" yo no sabe cagar cuando Jo "necesita", que la mierda ya IHI ('o noce su camino de salida. Formidable tonterfa del cuerpo loco, en In
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I F'rnsmonlo do Mem ori(lS de un ,"{erma neruioso , dtlldo por Freud, e n Obras t ""'./)/"UIII, Voh,lIlIon 12, p. 32-
a Ibid., p, 20.
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eu.aJ Flech sig ~lUndini a Schreber. AI contrado del cuerpo orglinico, montaje de montaJes, ensambladura funcional, edificac i6n er6tica eate cuerpo libidinal par ece no tener canales establecidos para la circ~ laci6n y 18 descarga de Ins impulsiones. No profundidad de Is ton terfa sino iomensidad, susencia de medida. La tonterla libidinal es otTa c~sa que 18 de Bouvard y P6cuchet, que consiste en r ecitar, en vol veT a citar hasta agotar ellugar comun de los enunciados, y esU ol mismo tiempo muy cerea de ella puesto que, como ell a, descan sa en la destruccion del sujeto capaz de r esponder con su s dichos y sus aetos POT la perdida de ide ntidad (senaIads en Flaubert por el duo que fonna el h~ roe ton to)." Tonteria inseparable del disimu10 al que nos hemos referido. Segunda observaci6n: esta tonteria se vuelve a encontrnr en la extr ana acepci6n de la femineidad que implicn el texto del Presidente Schreber citado mas arriba; este "hater de" mujer m~s que ser mujer, este hace~ de se tr aduce in difere ntemente como: h acer de mujer en el coito y ~mbH~n hacer de hor;tbre de esta mujer ("asumir siempre el papel de la ~ uJer qu e ~ace con mlgo en abr azo sexual"), mira r mujer, contemplar Imagen mUJer -y sin dudo mlis aun : ser visto mujer, etc.-. Aqui, una vez mas, inmensidad tonto de 10 economio libidinal. AI nombre propio de Flech sig, tensor por excelencia, Ie corresponde el a non im ato del cuerpo de Schreber: cuerpo sin funcio nes orga nicas regulodas, cuerpo sill sexo 0 con mu.chos sexos: i,Diremos nosotros a hora que ese nombre de Flech sig no es smo el predlCado de algunos enunciados que implican que se activen de ma ner a conjunta, bajo ~l, pulsiones incomposibles? Flechsig me ama, porque me hace cagar-gozar; Flechsig me odio porque me prohibe cagar·goznr; amo Que Flechsig me odie porque mi propia persecuci6n es necesario para que yo cum pIa la saJvaci6n de 18 human idad futura· odio Que Flechsig me ame, porque yo querria que la defecaci6n fuera p~ra mi natural como para los demlis... In terrumpamos la e numeraci6n de en unci ados yo e n sf mismos sirnpli ficados. Descuidemos la lectura que h ace Freud de la relaci6n de Schreber con Flechsig: es una lectura ejemplarmente se mi6tica 0 conceptual, pueslo que hace de todos esos enunciados y de muchos otros todavia, las frases terminales Que resultan de transformnciones a partir de un nucleo un ico que seria: Yo [un uar6n] 10 omo [0 un uar6nJ.5 'fransformaciones deb idas, como en la exfoJjaci6n del fan tasma Un nino es g~lpea.do. a desplazami cntos pulsionales por r opresi6n 0 regresi6n y que Impll can, par 10 tanto, un uso, muy poco generativista, par cierlo, pcro al menos perfectamente regla-regulador de la negaci6n. Oiscutamos mas bien el punto siguiente: nuestros enunciados (ya • Mostrado C D un trDbajo in6dito de SuzDnne Lafont aobro&uvard III Ptcuc1i(lt. 5 Ibid., p. 58, 108 corchctcs son de Freud.
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Rcan cuatro 0 n, poco importa, l.Qui~n osaTin agotar su serie potencial?) l,verdaderamcnte dan lugur a 10 que nosotros buscamos bajo el nombre de disimulo? i,No sera mas bien Que proveen una polisemia, por un lado una homonimia -siendo Flechsig a mante el hom6nimo de Flechsig verdugo- y, por el otro, unn sinonimia, F lech sig amante verdugo como sin6nimo de Oios (grupo sin onimico al cual Freud no dejaTli. de agregarle el Padre) -atras tantas relaciones que el semi610go conoce bien y aceptad, no como objeciones, para nada, sino como estfmulos a su metoda--. Todo nos lleva, cierlnmente, a esas transformaciones a tr av~s de las cuales no nos acercamos mucho a la economfa libidinal. Si FJechsig, como antes Hoberta, es un signo tensor y no sola mente "sensato", no 10 es por 18 poliBernia de los enunciados que se adh ieren a su nombr e, si no por el v~rtigo de erotismo anal que se apadera del cuerpo libidinal schr eberiano y cuya extension es 01 nombre Fleehsig. Vertigo porque de nuevo alIi, alrededor del ana, la revoluci6n de la barra de las disyunciones va a tornal·se furibunda hosta tal punto que el culo del Presidente alcanzara la incandescencia solar, sobre todo h asta tal punto que favorecer y proh ibir el paso de la materia (de las heces 0 del miembro divillo) serli a part.ir de ese momento indecidible, habiendo sido investidos y desencadenados juntos los dos movimientos: "Esto acontece por ser el excremento esforzado dentra de los intestinos hacia adelanle (muchas voces tnmbicn de nuevo hacia ntr8.s) y cuando, a consecuencia de evacuaciones cumplidas, ya no Queda material suficiente .. ,)",6 y que en ese descuortizamiento en el s1tio hacia In constipaci6n y In dinn ea, hacia la hetero y In homosexualidad, hacin In virilidad y la femineidad, es la posici6n del sol, de los dioses, de los m~dicos de los hombres, la que se pone a gir ar sobre ella misma prohibien do toda distribuci6n estable y todo upensamiento". Este ve rt.igo incandescente Heva el nombre de Flechsig, y es de ese modo que ~ste vale como signo tensor. EI prolonga el juego del trompo m8.s aIM del cuerpo orglinico de Schreber, a r egiones "inesperadas de la banda libidinal; ese nombre se I.lpodera de elias 0 mlis bien las hace existir de pronto como pedazos ~el vasto laberinto er~ctil maniaco an6nimo, jah! usted craia ser un m~d l co haciendo volver mi ano solar a sus proporciones miserables de regresi6n pregenital edipica; al decir Flechsig, al bautizar .Flechsig mi novela m?Laffsica e hist6rica, al poner a Flech sig aJ comlenzo y al fin al de mlS odios y a mores, yo hago de usted, medico, no u na pieza en mi juego de paranoico, como usted cree, sino un jir6n imprevisible de la in mensa bonda donde circulan los innujos an6nimos. Su nombre es la gar antfa del nnonimato, la garantia de que estas pulsiones no son de nadie, que nndie, y menos el "medico", est.4 al abrigo de su recorrido y de su asalto . 6 M6mol".II" ., dlml!) IMU' Fn1ud, up.lIll., p. 25.
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Ese es su miedo y la r az6n por 18 cual usted me encierra. 1..0 que se trarna bajo e l nombre de FJechsig no es POT 10 tanto sQlamen te 10 mansa polisemia que se encuentra en el enunciado mts anodino, es 18 incandes· cenda de un pedazo de cuerpo que ya no da mas de asignaciones. porque
"USAME"
In Bsaltan juntos, el pOT Y el contra, y mas aun: es 18 trasmisi6n de esta Quemadura impensable a otr as regiones Iibidinales, especial mente los lenguajes de In historia y de 18 reHgi6n, su invenci6n y captura en el vertigo anal, su sexual izaci6n, como deciamos antes, su conexi6n al ano loco, In extensi6n de este a aquel1os, Y. por consigui ente, 18 presunta fro ntera del cuerpo de Schreber es 10 que aparece asf violado por el nombre de Flechsig (tanto como 18 presunta frontera del cuerpo de Flechsig), y este limite mismo es pulverizado pOl' el remolino vertiginoso, 01 cuerpo del Presidente se deshace y sus pedazos se proyectan a trav~s del espacio libidinal mezcMndose a otros pedazos en un inextricable patchwork. La cabeza no es mas que un pedazo de piel cuaJquiera. Flechsig mi culo. Y mas aiM de la sinonimia y de la homonimia, el anonimato.
, V Jli ese nombre propio fuera el ru{idn? Es decir Dios. Releamos una vez lIul l Schreber: "En los capituios anteriores se sefia16 ya que los Rayos IIUH'vios divinos) que sufrian In atracci6n cedian a ella s610 contra su vo11Itltnd, ya que lIevaba a una perdida de In propia ~xistencia y, pOl' con.si!,lIlt'nte, era contraria al instinto de autoconservaCl6n. POl' esta raz6n. 101"llluban siempre interrumpir In ntracci6n, 0, con otras palabras, bbelurtle de mis nervios C.. ) En todo esto predomin6 In idea de 'dejarme 01ylfindo' , es decir, de abandonarme, cosa que en In ~poca de la cual estoy II utnndo se pens6 que podrfa lograrse mediante la emasculaci6n y la en111 '1'/\ de mi cuerpo como prostituta femeninn y, ocasionalmente, tambien 11Iullindome y luego destruyendo mi raz6n (convirtiendome en idiota)".'1 Y Schreber anade, como una verdadera "puta": "Pero en 10 referenOO a los luLcntos de emascular me, pronto se hizo In comprobaci6n de que el proIlJlIKivo lienal' de mi cuerpo de nervios voluptuosos (femeninos) producia ,,1 I,recto precisamenOO contrario: la 11amada 'voluptuosidad del alma' que ril, esa manera surgia en mi cuerpo reforzaba mas bien la fuerza de ntracci6n".8l,Como una verdadera prostituta 0 mas bien arrastrado pOl' III fucrza de la dependencia? Pero, antes, l,qui~n quiere eslo esc1\ndalo, esta femlnizaci6n? "POl' 11110 resultaba enteramenlo natural, desde el punto de vista humano, que flrn el que aun entonces me dominaba predominantemenOO, que yO viera 610 mi verdadero enemigo en el proresor Flechslg 0 en su alma (posteIlormente se sum6 el alma de von W., de la cual volver~ a hablar mas lI
Alcllido. Tr. fr., Callien POI'T l'on.aiyse, 7, p.ll!). K Ibid.
II Ibid., pp. li8.li!).
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riOT. Ena la quiere Y. en ese sentido, es 10 m6s parecido a un martir: testimonia a traves de su humillaci6n, Magdalena como Jesus. Empieza por testimoniar en contra de su TUBan. Disocinci6n todav18 ingenua de dos instancias: afectiv8, es Dios, a los ojos de quien se expone el sufrimiento y 81 coraz6n de quien se afrece; econ6mica politica, es el proxeneta, Flechsig en este caso, Herodes 0 Pilatos, que pone precio a ese sufrimiento, saca beneficio de el y. en consecuencia, 10 ignora como tal. Despues, en un segundo tiempo {el tiempo de escribir, observemoslo: "Es un pensamien to que se me ocurri6 mucho despues, y que no me vinc cJaramente a 18 conciencia, me atrevo a decirlo, sino durante la redacci6n del presente trabajo"),IO 105 dos nombres, Flechsig y Dios, se condensan, la instancia de apelaci6n resulta ser tanto 0 mas crimina l que la del crimen, Entonces el ruSan-Dios-medico cobra toda su dimensi6n libidinal: eJ orden del mundo, dice Schreber, es verdaderamente violado por este proyecto de mi hansformaci6n en mujer (en prostitutn), no hay instancia de apelaci6n, Dios tambien es mi perseguidor, no es el juez integra que reci· be mi sufrimiento, es incluso el rufian que 10 exige y se beneficia con el y que, par este hecho, 10 revela y 10 explota en la duplicidad de sufTimiento-goce, Ahi Schreber protesta, y hay que ver en su lucha por saHr de los manicomios donde se 10 encierra el mismo combate que puede librar una prostituta para escapar del medio y del burdel 0 de cualquier otro cua· drado de acera donde se la secuestra. Mas esta protesta no se da sin ambivnlencia, pues, como 10 hemos visto, Schrcber desea ser la prostituta de Dios, gozar como mujer y hacel'lo gozar si no como su amante, a1 me· nos como su amo. Es por eso que quiere todas las mlljeres y las mu}eres todo el tiempo, y el "siempre", el "continuamente" que vuelven bajo su pluma para definir la condici6n que segUn el es la del goce de FlechsigDios, que todo el tiempo haya mlljer, es el esfuerzo de la criatura por si· tuarse a la medida de la omnitemporalidad divina: "Aun cuando yo vivia sola en un estudio, dice Xaviere Lafont, el telefono sonaba a cualquier hora del dia a de la noche para controlar mi presencia C..). Ellos [1os rufianes] tienen todo el tiempo neccsario para ir a buscarte en America si 10 quisieran". Y aun despues de haber dejado el oficio, "el telefono me despierta a veces en plena nache (. .. ). Del otro lado, nads. Sola mente el aliento de una respiraci6n, y despues cuelgan".l1 En la formaci6n de estn ambivalencia que va a confundir a Dios con el rufign, Dios y Flechsig, el "castigo" es un elemento decisivo; en eJ caso de Schreber se llama persecuci6n. Es identico, sin embargo, 81 que sufro Xaviere: encierro, estado de dependencia, la clinica como ley del medio.
Mobre esto Xaviere dice 10 esencial: "M~s aUn, el castigo es el medio para hncer aceptar a un ser humano 10 inaceptable. Pero es tambien el lazo IIlldo-masoquista que termina par hacerte sentir 'algo' por tus rufianes. I':RC algo no tiene ningu.n nombre. Es algo mas alla del amor y del odio, mris alia de los sentimientos, una alegria salvaje, mezclada de vergiien,.n, la alegria de recibir el golpe y de darlo, de pertenecer, y de sentirse Ii· htll'ada de la libertad. Eso debe existir en todas las mujeres, en todas las pnrojas, en grados menores 0 inconscientes. En verdad no sabria expli· (' urlo. Es una droga, como una impresi6n de vivir 18 propia vida varias V(lC CS 81 mismo tiempo, con una intensidad incrofule. Los propios rufia· IIO S, al infligir estos castigos, sienten 'algo', estoy segura". Sin embargo', War que dar a esa cosa sin nombre el de sado-masoquismo, como sugiere 1I110? Aqui estamos en pleno disimulo. Si Flechsig es el nombre del udrtiNO, 01 padrote 0 Ia comunidad de padrotes tambien 10 es. La que sucumbe 1111 01 castigo, frente a ese vertigo, es la ilusi6n del yo: "Lo habian lograd!I, porque ahora yo no existia mas que para ellos". Sin embargo, como en 18 cara diaMctica del amo y del esclavo, esta dtlpcndencia extrema puede ser ciertamente manejada por la "mujer" co'.10 un arma contra el dominador. En el amor, puede que sea el orgasmo l'nl1lenino 10 que arrastra el cuerpo hacia la mezcla ciega; asi Schreber se Iltdcre mas mujer y prostituta, siempre mas loco, en consecuencia, mas "muorto", para seducir mejor a Flechsig y aDios. i,Serti entonces intend 61l mas que intensidad? Y alIi donde crefamos, can Xaviere, haber enI'unlrado la fuerza, la fuerza del impoder ("Yo no digo que eche de menos vida. Pero te falta para siempre. Es una cocsina. No se vuelve a enconIInr jo.mas una intensidad semejante en la vida ... normal"); les necesario hucerle un Iugar al poder y a su connivencis con cualquier debilidad? HI\~uramente. Pero esa no es una raz6n para borrar la primera; la intenII ldnd se disimula en los signos y las instancias. Si e1 nombre propio es el ,urian 0 Dios, tambien es la ocasi6n de ese algo innombrable. Si el yo (1III)i) sucumbe en la dependencia, no 10 hace solamentc segUn las mise.ulJlcs idas y venidss de las preocupaciones de poder. Del ombli go de la noche, en el agotamiento de las palmas y de las udradas, verga y vulva en andrajos, tierra quemada sin t6ctica, puede h)tluvfa nacer en la garganta ronca e intima de una mujer, esta orden: "tl Romc", y eso quiere decir: no hay yo [moil. La prostituci6n es el aspecIn polft.ico de la dependencia, pero esta tiene, ademas, una posici6n libi· tHnnl. Es la que Ie falt6 a Sade. La demanda de "pasividad" no es la de· HHlIHlu de esclavitud, Is demanda de dependencia no es el ruego de ser dHl1linodo. No hay dialectica del esclavo, ni la de Hegel, ni la dialectica til! In hist.6rica sCgUn Lacan porque una y otra suponen el intercambio '/11 roles en el interior del espacio de la dominaci6n. Todo eso es una pendl~lLdn viri l. "Usnmc" tiendc, cn direcci6n del miembro erigido por enci-
10
Ibid.
II
~Justinc
7a-, fA Nouvd ObsllTUtlteur, 19 de mnrzo de 1973.
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rna de los rinones, el seiiuelo del poder, de 18 relaciOn de dominaci6n, Pero 10 que sucede en esos rif'iones es otTa cosa, taoto m1ts importanle: et ofrecimiento de abolici6n de un centro, de una cabeza. Cunndo el hombre, FJechsig, el rufilin, haee uso de esta "demanda" manifiest& de "uso" para ser (!i mismo cabeza, poder, 41 se defiende. no se atTeve a entendcr el 81cance del ofrecimiento y a darle curso. La pasi6n de la pasividad que haee deeir eso, no es una ruerza. un sobrante de fucrza en un combate, es In potencia misma Que liquida lodos los estasis que bloquean aqui y a iM los pasos de intensidad. Del ofrecimiento de las oalgas, del pliegue de nalga abierto, del ano y del conrlucto, de In mujer que se agacha como una cspigadora, hay que desconfinr, no es un desano tipo potlatch, mira 10 que te doy, aver tu que me muestras. Es la abertura de la banda libidinal, y a esta abertura, a esta extensi6n e invenci6n instantAneas es a 10 que el hombre de poder, el rufian, el politico, se niegan, contentandose, por pura mezquindad, con capitalizar la s intensidades libidin ales en objetivos de plusvalfa: sobrexplotaci6n de la fuerza de goce, recarda en la s viscosas especulaciones chinas. Pues este interes, esta intercesi6n de un tercero, son ciertos tambien para la er6tica inteligente, sin duda. AI menos uno esta obligado a preguntarse, del mismo modo en que debe hncerlo a prop6sito de la maqu.inarin barroca que une el cuerpo de Schreber a l de Flechsig, si la er 6tica consiste en reducir, ntesorar, incluso capitalizar fuerza, como sugieren abundantemente los texto5 chinos que ya veremos 0 Las relaciones peligrosas; 0 bien 5i, si se arroja la in teligencia en la partida, incorporando la "frialdad" a los cauces de la energia, es decir la quemante tensi6n del calcul0, ella no tendra, por el contrario, la funci6n de in tensificar regiones y pasos descu.idados; y no de intensificar mediante el contrapunto de la secundaruuJad, del clilculo, del otro espacio-tiempo, del otro cuerpo, contrastados 0 a lternados con la primariedad, sino de elevar las intensidades por la inyecci6n de In libido en el proceso de intcligencia, por la incorporaci6n de In cabeza a In banda libidinal, par la puesta en marcha de las maquinas capitales y capitalistas en beneficio de las circulaciones pulsion ales, por la erotizaci6n del entendimientoj imaginen al pequeno comerciante 0 al pobre contador poniendo su arle innoble a l servicio de sus gl8.ndulas. Se trataba. entonces de eso: la tonteria de Sade, de la que Klossowski no Ilega a desprenderse, oi siquie ra en "el Fil6sofo perverso". Al menos la tonteda de un Sade. Hay otro Sade -quo es Spinoza y Lucrecio-, el de "Franceses, todav!a un esfuerzo para ser republicanos", materialista libidinal , que deseamos aqui y que deseamos prolongar aqui. "Usame" es una orden y una suplica - suplica impe riosa-. pero 10 que ella demanda es la abolici60 de la relaci6n Yofru (que es amoJesclnvo, r eversible) y tambien evidentemente de In relaci6n de WiD. Esta suplica parece pura religiosidad en In. medida en quo dcmandn depcnden -
cia. Es 10 que Jesus dice en la cruz, ina? Pero Jesus puede demandar la dependencia puesto que ofrece su dolor como salano del pecado: el fuera de precio de su sufrimiento, de su abandono, la terrible desmiraculizaci6n schreberiana que padece, desasimiento perpetrado y cumplido por (!se a quien amamos y que es asf todopoderoso, ese fuera de precio, Jesus 10 fija como precio de redenci6n de los pecados. Jesus seria en tonces una prostitula calculadora. 'l\i me haces morir, eso hace dano, pero todo el mundo habra de reencontrarse a1li: los perversos 0 los pobres de espiritu ("que no saben 10 que hacen") serdn recuperados en el cuerpo gracioso de In creaci6n , es decir del capital. Y Dios es un rufian que dice a su mujer Jesus, como tambien a Schreber: hazlo por mi, hazlo por enos. iQu(; gana Jesus con eso? se preguntaran ustedes. Y yo les respondo: j,que gana. una prostituta con vender los pedazos mas imprevisibles de su cuerpo, su mirada, sus talentos de costurera, sus zapatos, y que gana Schreber? No se trnla de eso. La prostituta, como Jesus y Schreber, se inventa y se propone ella misma como sujeto del calculo, aunque sea puro fantasma, que se impone, y que es suficiente para conuertir la peruersi6n, para circunverLlrla. Y no hay que olvidar que como Jesus tambi(;n es dios, In prostituta es, por cierto, su cliente, pero tambien su rufian. EI mislerio de la Trinidad, que es el de la similitud, es In maquinaria misma Que produce el signo sensato y disirnula el signo tensor. Una vez mas, no hay que dejarse agarrar por esto. "Usame": enunciado de una vcrtiginosa simplicidad, no es rnistico sino materialista. Que yo sea tu playa y tus tejidos, que tu seas mis orificios y mis pa1mas y mis membranas, perdamonos, dejemos el poder y la justificaci6n inmunda por la dialectica de la redenci6n, seamos muertos. Y no que yo muera por tu mano, como dice Masoch. Aqui yace la suprema astucia, voluntaria 0 involuntaria, para que de este orden ultimo, que emana de un cuerpo ya exasperado por las caricins y el insomnio, resurja, del estrepito de pulsiones parc.iales desencadenadas, la funci6n sujeto. Glosa hegeliana de la suplica: s(; mi amo, que sea hecha tu vol untad. Es asi como Sade 0 Freud 0 Bataille la entienden, introduciendo 10 politico ahi mismo, y, en consecuencia, de nuevo el orden, In estrategia, la raz6n de la guerra, Lac10s y Clausewitz. Pero.l.que quiere ella, la que demanda eso, en 18 aridez y la exasperaci6n de todos sus pedazos de cuerpo, la mujer-orquesta? "Cree usted que ella qui ere ser amsnte de su smo, y todo eso? jVamos! Ella quiere que usted perezca con ella, de sea que los limites de exc1usi6n sean corridos, el barrido de todos los tejidos, la tactilidad inmensa. el tacto de eso que se vuelve a cerrar sobre sf mismo sin formar cofre y de 10 que se exticndc sin cesar fucm. de s1 sin hacer conquista. Frente a eso, jla mediocridad autoadhosivil do 108 viriles! que se rrcn burlonamente creyendo dcscnmascnrnr y (·xplutnr n In hi slcrica 0 a la mujer y su presunta men-
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tiTa, mediocridad semejante a ]8 de los politicos, inscrita en 18 eSQuela que envfa Lenin a Trotsky pOT correo a trav~s de los pasillos del Palacio de Invierno (apenas fabuiamos): _WlY que pasard. -me pregunt6 Vladimiro llitch en uno de aquel10s prirneros dias, cuando yo menos 10 esperaba- si las guardias blaneas nos quitsn de en medio a usted y a mf! l.Cree usted que Sverdlov y Bujarin sabnin saliT del paso?",12 palabra de un hombre del medio, sobre Is que Xaviere haee una vez mas el mejor comentario: "La primera vez una los toma pOT 'buenos vividores', Visten bien, a menudo con algo de afeminados. No son fOl"Zosamente homosexuales. perc una siente que podrian serlo. En todo caso, no son gran des amnntes. Se desplazan siempre en grupo". Es que a estos perversos de pueblo les hace falta una organizaci6n, como dicen Deleuze y Guattari (propiarnente ellos ...). i,Quli quiere una rnujer?, preguntaba Freud. Quiere que el hombre sea hombre oi mujer, que no quiera ya nada, que ella y ~1 , diferentes, sean idlinticos en el acoplamiento insano de lodos los tejidos. "Seria mas acorde con la realizaci6n del deseo, en la vida del mas a IM., que por fin fueramos liberados de la diferencio. de sexos", escribe Schreber, quien cita la canci6n de Mignon en Wilhelm Meister: "Und jene himmlischen Gestalten I Sic fragen nicht nach Mann und Weib (Y e5as figuras cele5tialesl, Ellas no preguntan 5i uno es hombre 0 mujer)". jY que ese desear que todo se descontrole y se inflame sea Uamado por los pensadores pulsi6n de muerte, por Dios! ellos, que bajo el nombre de vida s610 piensan enjuntar, unir, capitaJizar, conquistar, ex.tender, encerrar y dominar. Los c:negos Lenin y Trotsky, los pederastas que se desp]azan en grupo, prostItuyendo a las masas-mujeres. Y cogida aferrada a sus infames nombres propios de dirigentes, la suplica in sen5ata de las masas, que no es: Viva Ia Social (y menos aUn: Viva la Organizaci6n), sino Viva la LibidinaL
12 Trotsky, Mt vidG. EI'ISGyo autoowgrdrlCO, M6xico, Juan Pablol Editor, 1973, p. 352. Ma vie, Gallimard, tr. fr., p. 347.lBotard, en erecto, fabula. La pregunta de Lenin lurgi6 en un dit\.logo mnntcnido con Trotsky en un aparte cuando el Comi~ Central discutJa la rormaci6n del gobierno, despu6s de la toma del poder. Trotsky respondi6 a Ia presuntn: "-jHombre, quizt\. nos quilamn de en mediol" No hubo, pues, esquela, en em ocasi6n aunque esa forma de comunicaci6n rue adoptada, en efecto, par ambos dirigcntes, ya que los cuartos de trabajo que ocupaban en el Smolny eataban muy retirados uno do otro. Lonin habia incluso propueato, valga la curioaidad, -Un servicio volante de biciclelQ-. (Nol. do III
trad.)
SIMULACRO Y FANTASMA
Con el nombre propio y su disimulo nos acercamos a uno de los epicentros de la problematica de Klossowski, presente en su lectura de Nietzsche, de Fourier, de Sade, en su filosoffa de la escritura, de la na· rraci6n, de la poHtica; epicentro anunciado por Klossowski mismo en "Protase y apodose",13 "Veremos asi el sentido del "simulacro" (en la interpretaci6n que da San Agustin a este tknnino, en funci6n de la theologia theatrica (Varron) retomado por mf en Le Bain de Diana y en Ie Cercle vicieux, en relaci6n al fantasma (Wahnbild y Trugbild)." En primer lugar, i,que sucede con el simulacro en Ia polemica de Agustin con el paganismo romano? Lo que esta en juego bajo el nombre de simulacro es Ia posici6n misma del signa que acabamos de criticar, su raiz teol6gica. Agustin toma en La ciudad de Diot; por adversario y rapresentante del paganismo romano, a Varran te610go, gramatico, fi161ogo, ret6rico, y va a intentar ser su c6mplice. Varron distingue tres teologfas: una natural, discUl'siva, filos6fica, que Agustin pretende retomar y salvarj otra, mitica, teatrica, esclinica, poetica (son sus palabras); y, finalmente, una teologfa civica 0 civil, poHtica. La estrategia de Agustin consiste en disociar las dos ultirl\as, en conjunto, de la primera, en presentar]as como infarnes parodias de la ultima, que serfa la linica honesta; parodias que autorizan no solamente los jUI:gos del circo, sino el juego poHtico como circo. Y, fr(;:llte a esta politi ca par6dica, erigira una poli'tica natural, una polftica filv s6fica, una ciudadania divina. En un segundo tiempo, por consiguiente , necesita arrancar 10 poli'tico de 10 escenico, mostrar que todo 10 Que se apoya en la teatralidad, la representaci6n, en In politica imperial, hay que rechazarlo en raz6n de que "no se puede solicitar ni esperar la vida etema de dioses poeticos teatricos ludicros escenicos" (Ciu. Dei VI, 6). (i,Y por que no? ;"Y por que el criterio de ]a vida eterna serfa pertinente en materia teo16gica y politica? iNo hay acaso una intensidad en el instante intenso de un juego de circo? i,La muerte no esta inc1uida en el goce?) Asi, pues, Agustin ]evanta un teatro, circunscribe un interior y un exterior que, de hecho, en la vida publica romana no estan separados -al menos asf vamos a fantasearlo-, que incluso son inexistentes como ~rminos opuestos si es verdad, como dice Varron, que 10 tdtrico es solo 01 espejo de 10 politico, y ~ste de 10 natural, si, por consiguiente, hay 13
L'Arc, ndm. 411, 1070.
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equivalen cia sin caducidad entre uno y otTO y si se excluye que In trascendencia de 10 divino natural pueda seT planteada tal cual. Vayamos m6s Jejos en nuestra fantasfa interpretativa: In teologia natural es flIos6fica; en este caso el lugar que se carga principalmente es el lenguaje. lQu~ es In teologia natural? La libido que invents enunciados inauditos que agrega a !a banda pulsional las frases de 18 suplica, de In plegaria; de In apologetIca, de In metafisica reflexiva. Extrai'ia obra en In carne de las palabras en la que el termino de naturaleza. desde los Estoicos ocupn un lugar a In vista, termino arbitrario si 10 hay, idea de una au'tonomia, pero envolvente y que penetra todas Ins cosas, no de una exterioridad que se alcanzaria alIi desemembar azandose aquf de una falsa in manencia, sino, por el contra rio, de una potencia inmanente a todas las cosas y como tal jamlis disociable. Y, por 10 tanto, la teologia civi l y la teologia teatrica quedan autorizadas por esta teologia natural: la primera significa que la libido inviste* sus energias de vida y de muerte en el espa?io de la ciudad y, en primer lugar, que circunscr ibe ese espacio, y en prImer lugar una vez mas, que inventa aditivos a la banda laberintica los cuales senin "politicos", toda u na imaginaci6n de la civitas 0 politeia' de la equivalencia de los hombres en ella, de la posici6n de las mujeres: los esclavos, de los ninos en su perife ri a, y tambien la invenci6n u na vez mas de en unci ados nuevos, ret6ricos, no fil os6ficos. Ahora bien, no se trata de que esta invenci6n de 10 politico sea menos noble 0 este depredada respecto de 10 natural. Para la religi6n estoica y esciiptica de estos romanos 10 politico y 10 natural no estan jerarquizados nada menos neoplat6nico que estos guerreros er6ticos banqueros fil6sofos. La mismo con la teologia de las poesias y de las mitologias, no se trata tam poco de desconsiderarla, puesto que ell a atestigua que otros invcstimientas· de lenguaje son todavia posibles: aquell os que producen los enunciados que con Plat6n y Agustin se {des}clasifican como imaginarios 0 fanUisticos, con el pretexto de que no son "'verdaderos": las proposiciones que forman cuentos, epopeyas, dram as, Iirismos, novelas. (Y la reclusi6n en ghetto del arte y de los artistas comienza allf, en La Republica, y por 10 tanto no solamente con la burguesia.) Y bajo su forma teatral, esc~ni ca (que toca en particular a Agustin), esta pr oducci6n de dioses no es solamente una invenci6n de palabras y de sin taxis nuevas, sino tambien de arreglos espaci~les y sonor os; no se inscribe solamente en lenguajes, sino en rnovimlentos de cuerpo, dotandose de gcstos, ropa, m ascaras, instrumentos musicales, edificios, es decir aqui tambien de los maS arbitrarios elementos materialmente, los libidinalmente mas eficaces. 8i bien este teatro romano, esta teatralidad de ci rco y de asamblea
polftica, muy lejos de implicar el recorte plat6nico de la caverna, que es rccorte efectivamente teatral entre un exterior verdadero y un interior (/liC simula ese exterior (para simpIificar), dcscansa, por el contrario, en In convicci6n de que todo es signo a marea, pero que nada esta marcado ni significado, de que en ese sentido los signos son sign os de nada, no en III sentido de que remitan a un cero que los har(a significar, sino en el lontido preciso en el que hemos hablado de signos-tensores: cada cosa y ,'xtremo de cosa son, por una parte, termino en una red de significaci 0nes, las cuales son remisiones metonimicas sin tr egua; y, por la otra partu, de manera indiscernible, singularidad tendida, concentraci6n instant~nca enmera de fuena. Esta cuerda 10CUTa afinnativa es 10 que Agustin quiere destruir en heneficio de una cordura nihilista, en la cualla intensidad presente no Jlolamente es desvalorizada, sino casi olvidada; en la cual el concepto del ti cmpo de conciencia que remite sin cesar el acontecimiento de inst8ncia tltl instancia en el trastrueque de pasado y futuro obligara a suspender loda la red de ausencias en una Presencia, en un Presente omnitempornlmente vivo, pero el mismo ausente; en la cual, con ese tejido de remi· .Ilones, la maquina semi6tica estara en 10 sucesivo instalada, Iista para 1'('(Jucir toda intensidad a signo, a valor que vale por algo ausente. AlIi se situa la tesis agustiniana del simulacro, que es Is tesis de la lI irnilitud generalizada, es decir el soporte de toda sem i6tica al menos tHctaf6rica: todas las cosas son 10 que son porque ellas se parecen a otra rosa, y si es asf, debe haber una 8emejanza, una Similitfldo en cuya participaci6n todas las cosas similares son semejantes. Agustin llama a esto ", dtoche el Verba: hijo imitaci6n perfecta del padre, representando 10 que 10 cngendra de una manera tan absolutamente plena y acabada que es 10 quc imita siendo distinto de 61, misterio de la dualidad en In unidad que 118 asimismo enigma del signo. EI hijo 0 verbo es el Simulacra en sf, si es vcrdad que la relaci6n de imagen 0 simulacro exige entre los dos termi· 110S no solamente la simililudo, sino el engendramiento: 01 hijo perfectamente semejante al padre es tambicn 10 que emana de e1. Todas las cosas ush1n por 10 tanto en relaci6n de semejanza cuando no son imagenes linus de las otras; y, por supuesto, se establece una jerarquia de las cosas (Iue depende del tenor en similitudo (y complementariamente en disimiIi/uda) de las relaciones que tienen entre Sl. 8i la r elaci6n del padre y del hijo connere la semejanza misma de la que participara toda la jerarquia inferior, muy por debajo de esta, por el con trario, debe haber 10 menos Korncjante, 10 mas desemejante, 10 di-si mulado y di-si milado; y como no hllY nada que no 10 sea por similitud, que no sea simulacro, 10 absolut8montc disimulado sena In nada. 14 EI ultimo de los seres, si no es nada,
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bllroduclicm. di'ilude tfu s('lill/-Auguslifl, Purls, Vrin, 1929, p. 268.
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es 81 menos un simulacra ilusorio; as! el cuerpo: "Vos quidem. dice Aguslin,l!; nisi aliqua unitas conlineret (corpus), ~ihil essetis, s:d r~rsus si uos essetis ipsa ueritas, corpora non essetis". En consecuencl8, 51 hay una unidad corporal, es casi pOT paralogi smo: la unidad del cuerpo no puede sino seT infinitamente precaria, y, en cuanto a la teena general del simulacro, falsa. (Su prec8riedad nos gusts, su "falsedad", para nosotros, no bene otTO sentido que situar esta tesis de los sirnulacros como miserable teoTia de la verdad.> En estn jerarquia de la similitud se situa la teatralidad de la representaci6n nihilista. La uerdad. puesto que habra entonces que hablar asi, de un seT tornado como signo, se encuentra situada fuera de ~l, e incluso, puesto que Agustin concibe el signa bajo la categoria de la metafora, par encima de ~l. Este ser significa atra casa que 10 que es: significa aquello cuyo simulacro es, pero, por el hech? de que no es 10 que significa, significa tambi~n In distancia que 10 manttene aparte, la desemejanza, 1a falta de ser que 10 sepnra. (Es por eso que los Victorinos, y en primer lugar la tradici6n herm~tica, pod ran decir que la fealdad, que at.estigua esta separaci6n, es precisamente 10 que mas honor hace 0 la omnipotencia divino.) EI nihilismo aparece a n i de cuerpo cntero: sentido diferido y, en ese aplazamiento, falta que se desliza. La misma con strucci6n en Hegel : entre una formaci6n (Gestaltung) y la otra, separaci6n de identidad-alteridad, otros nombres para semejanzadesemejanza, y conciencia de su indi sociabilidad en la Aufhebung. EI teo rna trinitario se da de entrada en el pen samiento greco-cristiano. Despu~s 5610 se tratarn de variaciones sobre 10 misrno. Comparen por ejemplo el trinitarisrno agustino tal como aparece en el De trinitate (X.I, 8, 14), donde se dice: "Sensus accipit speciem ab eo corpore quod sent,· mus, el a sensu memoria, a memoria vera acies cogitantis", can Ia renexi6n joven-hogeliana que se encuentrll p.n el manuscrito de 1803-1~04, en el cua l el maestro diaIectico escribe: "EI color en sus tres PotenC13s: en la sensaci6n -posibilidad de determinar el azul, par ejemplo-, y luego como concepto -refenda a los demns [colo res] y opuesto a esos colores e igual a elias; (el color consiste par 10 tanto) en que los colores son colores y existen par eso de una manera simple y universal como color".ul Par 10 tanto: 12 ese azul, como singularidad = sensus agustiniano; z.z el azul, como opuesto al raja, como referenda opositiva respecto de otr08 nombres = la memoria; 39 el color, meta-unidad del azul, rojo, etc. = el acres de Agustin. La cosa estA alli en lugar de otra y es menos que 10 que ella repre· senta. Para que sea 10 que es ha hnbido p~rdida de ser. Lo que nos es da-
110, en la medida en que no es la similitud misma, es potencialmente de(/(>;cnte. La teatralidad de la representaci6n impIica esta deficiencia, esta dllpresi6n. Es en ella donde se organiza In figura de la alienaci6n. E. de NOb'Til1 vuelve a trazar la genealogfa de este tkrmino: Pablo escribe solire la encarnaci6n que Cristo use despoj6 a si mismo tomando forma de ItIMVO" (Filip., II, 6-7); ~Mn6s~n, dice el griego, que la Vulgata traduce por exinanivit, "se vaci6, se agot6". A trav~s de Lut.ero -qui en traduce: '' (It sick selbs geeussert ("Jesus se puso en el exterior de s1"')-, Hegel red bc esta tradici6n nihilista que trasrnitira a Marx y a los politicos con el llilmbre de alienaci6n. De manera parecida que aquel a quien se ofrece el signa metonimilot). Lo que me es dado a trav~s del signo, a ~I par eso mismo Ie es negado, v flO constituirn como compendio de memorias de signos que habrnn de It l l ~nificar y de anticipaciones de sign ificaci6n que habnin de presentarse ru rno signos. Formara su ser semiol6gico como encuentro entre dos naIlns, pasado y futuro. Este ser semio16gico Ham ado conciencia desarrolla.,1 lI sf 10 que se denomina temporalidad, sabre la base del nihilismo consIll.uLivo del signa: "La muerte que el alma debe vencer no es tanto la uniI'U rnuerte que pone fin a la vida como la muert.e que padece sin cesar el ulmll mientras vive en el tiempo".l8 Sujeto ausente, vida muerta, signifi"lIoi6n fa ltante, signos marcas de incompletud, ternporalidad negativ8, tHltcrte liberaci6n, aplazamiento de la verdader a vida al mas alia: serni6Ilell metafisica can todos sus diversos pormenores, y teologia nihilista. 11:11 sobre yean esta falta generalizada que se construye el gran Ml rrnificante, el gran Dios, ausent.e tambien, pero supuesto principio de Iddu presencia y significaci6n. Selior de los signos en su ek-sistencia, Iln\~n, ;.Advierten c6mo el a mor por la lingiiistics, el arnor par el psicoa11l1 li sis, y SU conjllgnci6n, puenen mnrcar la menor rllptnra en relttci6n (·un esta teologia? iNo advierten mas bien que se bata mas bien de vashlHOS 0 resurgimientos de esta teologfa, de la misma teologia, del mismo 1IIliquilamiento del cuerpo pulsional en un discurso de denegaci6n? Y frente a eso, al fantasma, en el sentido de Klossowski. No la pequ cna puesta en escena, el day dream a el 7}aum; la pequelia historia (lli C uno se cuenta, a que se cuenta sola, por ejemplo, en el ataque hisleI ll'O, el argumento; y tampoco la matriz que pone en escena- tal como lU ll cntiende Freud, a uno y otro, y que son, una vez mas, sustituoos de IIII'1t coso, que estan alli para remplazar un cumplimiento de deseo prohihldo, para vicariar un lIenado de senti do libidinal imposible, y que como
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1'7 "L,'olnborn1.lono hClj:olinnn di t.cmi 1l1j:08liniani", RClJue intcrnatUmale de phi/owphie, 15 1R uero. rtligume, XXXII, 60. 16 La prtmitrt Philooophie d~ i'esprit (1803-1804), lr. [r., P.U,P" l!.lCiV, pp.87-88,
VI. 11)112, 1,10, PII, 62·78. 114 n.lllllwrl(l/jl(l/~ ali/maO); cilndn por P. Lnnd"bcrg, "Du concop~ do veriL4 che. ~nint A UIIU ~lrn·. J:kllcnl/IIII, :1, nel. 1050.
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un signo semiol6gico cualquiera estsn h echos de falta. 1.0 que 100ssowski entiende pOT fantasma habria mas bien Que concebirlo. tal como ~1 mismo ]0 sugiere, como un objeto que seria fabricado con 18 ruerzs
pu1sional desviada de su uso "normal", generador; al menos si se trata del fantasma "perverso", tal como aperece en 18 obr a de Sade (y tambien en 18 de K]ossowski). Dejemos por un instante la cuesti6n que suscita es-
te "desvto", en el cual evidentemente rnuy pronto se reconocert1. el mismo nihili smo Que scaba de ser denunciado en In teoda del simulacro, y por 10 tanto 18 persistencia en Klossowski y sin duda en Sade mism o, bajo 18
idea de perversi6n, de una teologia de 18 disimilitud que pertenece necesariamente a In de ]a Similitudo agustiniana. Dejemos ests discusi6n un instante, r etengamos en primer tennino que la posici6n sugerida del fantasma, Que h ace de ~ I algo asf como un objeto fabri cado, como un producto cuyo "con sumo" seria Ia emoci6n voluptuosa misma, es, a1 menos a este r especto, p1enamente afirmativa: los pedazos de cuerpo en postura Que produce la fuerza pulsional y que se consumen van amente como inten sidades gozosas son ahora concebidos como sustitutos de nada, son incluso aquello mi smo que la impu]si6n en gendra por su intensificaci6n y su circulaci6n, pedazos "inventados" y agregados como patchwork en la banda Jibidinal. Y del mismo modo en que es necesario entonces, si se mantiene la analogta sugerida en la Monnaie uiuante entr e la fantasm~ tica y la producci6n, concebir aquelJa con el mismo titulo que ~sta, como metamorfosis perpetua, habrli que conduir que no hay en la transformsci6n perpetua de las energfas libidinales mas objetos y sujetos que en la de todas las energfas posibles en el seno del proceso Hamado de producci6n en un sentido amplio. Por cierto, n osotr os no h scemos nuestro tal anal isis, y Klossowski esta Iejos de adherir completamente a ~ I ; pero ~ I tiene al menos esa ventaja de hacer imaginar a espfritus modern os, convencidos de la positividad de la economia poHtica, 10 Que puede ser la positividad de Ia economia libidinal. EI fantasma no es en este caso una irrealidad 0 una desr ealidad, es "algo" de 10 que se apoder a la agitaci6n 10ca de la libido, que ella invents como objeto inca ndescente y Que ella adjunta un instante a Ia banda trazada por ella en su r ecorrido. Del mi smo modo un producto, cosas todas iguales. Y en esas condiciones no es legltimo -siempre en la condici6n de prescindir del tema sado-klossowskiano del desvfo de fuerzas- investigar una verdad dc este "objeto"-fantasma fuera de ~ l mismo, determinar la in stancia de 8 U significaci6n en un gran Significante. A decir verdad simplemente no se trata de su significaci6n. (Pero sabemos que no podemos manten emos ahi, 10 sabemos .. .) Como no hay semi6tica ni signo inteligente sin memoria, aun TUdimcnta~ ria, Ia "semi6tica" de las intensidades, aQuella que Klossowski dOBpcja una vcz mas al final de Nietzsche et ie cercie uicieux, no funcl on" .. ill Am~ ncsio, (Aquf t.nmbi~n, por cicrto, en la palabra misma am" •• I.. IIU .C' r l\
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!lincil advertir, en to Que comporta de negativo, que se recurre a .una r efnrcncia secreta a un cuerpo que recuerda, a un cuerpo orgamco. lEs Iluestra falta que tengamos Que disociar, Hnea tras linea, paciente (e i~u li lmente), 10 que pertenece al e ntendimiento de 10 que pertenece a la mtonsidad?}. Asi, dice el Bsphomet, "1a memoria es el domini o del crcador, 1~1 mio es el olvido de sf en aquellos que r enacen en mf'. E incluso a ese 1I0mbre propio de Baphomet, "no se.lo puede r ecordar mientras uno n? rcgrese a sf mismo".19 Nombre proplo del regreso, que no es volver. a. s~, Mino recorrido a1eatorio e instsntaneo, ni siquiera sobre un cuerpo libldilIul preexistente a ese r ecorrido, sino form ando pedazos de ese cuerpo, /lerdido en el instante mismo en que es formado. Es por eso que el Bophomet puede d ecir: "Yo no soy un creado r que esclaviza el ser a 10 lIue el crea 10 que ~1 crea 0 un solo yo [moi], y ese yo a un solo cuerpo C.. ). No soy'un amo que cosech a, como El,lo que no ha sembrado".2o EI h echo enronces de que con estn extrona "semi6tica" estemos 10 mas cerca posible d e la banda laberfntica evanescente que trazan las inlcnsidades, K1 ossowski 10 atestigua a1 fOljar Ja fantasia de la compenelraci6n 0 invasi6n inmedi ata de "intenciones", unas en otras, en jus espfritus privados de cuerpo, y se comprendera sin esfuc:zo que esle c~erpo priuado asf de sus "alientos" es precisamente el OdIOSO, pe.sad"o, mepto cucrpo organico del habeas corpus, del haber y de la memona: Desde el momento en que se designaba cualquier cosa que fuere, comenzando por III hecho de poder prescindir del cuerpo, todo se modificaba al modificar· IIC el 'interlocutor': se modificaba uno nti smo en el senti do en que aque} Que se expresa sin cuerpo pasa inm ediatamente al interior de la ~osa que ~l express; y se modificaba al mis mo liempo aquello que se design a como la cosa expresada, en el sentido en que aquel que recibe esta expre8i6n de un a cosa --que sin embargo ya conoce y ve para sus adentrosRoports en su comprensi6n misma la manera de ver de aquel Que. se la dcclara (... ). Ningdn limite establ ecido por el cuerpo entre sus IOtendones r cspectivas se man tiene: ~stas se invaden mutuamente" .21 La cuesti6n de la uiolencia se plantea entonces con una singular suavidad, uflstante nueva, para tran sformarse en indiferente y tierna crueidad : "Mas, lqu~ diremos nosotros ahora, cuando ha habido violencia de u~ nliento sabre otro aliento? lLe guardarfi ~ste rencor por h aberle destrUldo su fragil habiUiculo, por haber sido liberado de permanccer ~l ~ismo (. . .)? Aliviados de este pretexto de permanecer los mismos, los ahentos vfctimas van a c()Ofundirse con los alientos verdugos desde el momento 10 U 8aphomel, Mercure de France, 1965, pp. 139 Y 188. Tr. esp.: El Baphomel, Fundamcntol. ~ Ibid., pp. 185 Y 136. :n I bid"pp.1l9y120.
Vnloncia,~.
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en q~e los yen veniT. Estos no quieTen exponcrse a 18 vergi.l.enza de seT acogtdos por aquellos. Ni acusaci6n ni quejas de una y olTa parte tampoeo per~6n (.:.). Ninguna satisfacci6n moral que no hays sido re~uerida. Una vlOlen,cJa,de o~ orden nace en ~uestra condici6n: ella se ejerce con una tota l IOd,ferencI8. Ell a es esta mdiferencia misma: y. al no dejaT hucUas, jes In pe~r de las ~oJencias!"'22 La supresi6n de los cuerpos me. morables y mn6s1cos permlte Is compenetraci6n de las intenciones es decir ,su a~ol ici6n ,en ben~fici o de intensidades an6nimas de las qU~ ya no eXlste mnguna mstanCI8 para responder y para crear Umite. La indiferencia. de ninglin modo se trata de frialdad, es como 18 del fuego, que quema lodo 10 que es inflamable. Como la barra que gira sobre Sl misma, no deja hueUa -si es verdad que la gran pelfcula no se da ~da ~n~era junta-, y, en ese senti do, no hay nadie, no hay cuerpo, ni lnscrlpcL6n puesto que no hay sitio de inscripci6n asignable. Solamente incandescencias puntuaIes, si n instancia. Se ve esto: la misma palma que un momento antes alisaba eI adorno de los pechos y bordeaba la playa blanca de los pronadores, tensa hasta el punto de la ruptura, golpea con unes palmadas secas entre los muslos, sobre la vulva. Se va esto: el que goIpcn (18 aI primcr sorprcndido. Sa ve cslo: las superficies fustigadns se encogen, los dedos antes abandonados entre los muslos todavla mojados con los licores de Ia hendidur a. forman un enrejado an~ los ojos p~ra protegerlos y para que puedan seguir viendo. Se ve por doqu.ier el rm.ed~ ante 10 absurdo de este acontecimiento. Se comprendera que deba eJ:lsbr. entre ests fantaSia de una indiferencia suprema por eltceso de compenetraci6n por una parte y. por la otra, la teoria, mtis bien sad ian a, del fantasma, una suerte de vacilaci6n, y acaso de incompatibilidad. Tanto la invasi6n indiferente de intensidades se inscribe necesariamente en un,a vuelta elema en la que se pierden las identidades y, por 10 tanto, en primer Iuga~ Ios.vohimenes corporales propios, como, por el contrario, el fantasma e"-Ige, IgtJal que un producto de la industria, el universo de 18 apropiaci6n y de la r eserva. La emoci6n que puede suscitar el fantasma y ~n l~ cual ~e con~ume no procede de ninguna manera de la compenetracl6n mmedlata, vlOlenta, an6nima, efimera de los alientos es decir de las impulsiones libidinales; por el contra rio, resu lta de y se a~reci enta por la existencia de un cuerpo, el de la "victima", en cuya superficie las maniobras irrita ntes de la perversi6n van a suscitar aflujos de desorden y cuyos desarraigo y desasimiento van a regresar, bajo Ia forma de flujos volupt~osos. para asaltar las superfi cies del Cuerpo del "verdugo". SI, como h ablamos adivinado, el fantasma edrae su fuerza del desVIO de las energIas lejos de los fines reputados naturales, es porque supo12 Ibid., p.l50.
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lie y mantiene referencia a una unidad. es porque intensifica la voiuptuosidad, no pOT plirdida de las identidades, sino sola mente por su I rnnsgresi6n. La perversi6n, dice KJossowski al comentar a Sade, es 10 "{Jue se requiere para descomponer 10 que el tlirmino de sexualidad reulie de manera genlirica, 0 sea por una parte en la emoci6n voluptuosa previa al acto de procreaci6n y, por la otra, en e1 instinto de procreaci6n Ilspeciflco, dos propensiones cuya confusi6n funda la unidad apropiada riel individuo para reproducirse".23 Aqui se entiende bien todo 10 que l}Uede haber qucdado de cristiano y de nihilista en una fl1osofia s610 perversa: que la intensidad pr ocede de la descomposici6n de Ia sexualidad ronsiderada natural 0 divinamente propagadora; habra que concluir que ulla e,,-iste en virtud de eso natural y de eso divino. en suma del cuerpo nusente del significado. Casi todo Sade, una vez mtis, tiene que ser vertido en el expediente, comenzando por eJ uso de la blasfemia que recomienda para intensificar el goce y que muestra 10 suficiente el papel que I)ios sigue teniendo en su formaci6n. El fantasma klossowskiano quiere, un alguna parte, al menos un cuerpo para transgredir, porque el consiste precisamente en un uso parcelario del cuerpo de la victima; en el cual serli ocasi6n de vo!uptuosidad el acto de hacer caso omiso de su destino de rcproductor, cuando tal 0 cual fragmcnto de su superficie sea arrebatado. por asf decirlo. de su volum en total. No habria aJ1f creencia en Dios, y eso ya deber1a ser nombrado sacrilegio. Todo tratamiento de un volumen esferico como si fucr8 una superlicie finita es blasfemin. Cuando, en lu!jar de ayudar al miembro viril a penetrar en su asilo vaginal, la palma 8e distrae en circunscribir y alisar una axiJa, una nalga. 0 una oreja, blasfema. Pues bien, lise es precisamente para Klossowski el fantasma: no ciert8mente el sustituto de una "realidad" imposible, como pen saba "'reud sino recorte sobre el cuerpo del olro de una fracci6n de sus superficies, ~ anexi6n de list8 al cuerpo del sujeto fantasmante.
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La Monn(lic vil)(lntc. L<Jafcld, 1970, n.p., (pp.19.20).
LA SINTAXIS COMO PlEL
Se puede veT que no es facil seguir 18 linea de falla entre signo inteligen-
te y signa intenso. En el centro del fantasma klossowskiano, fuertemente afirmativo sin embargo, se vuelve sUn a encontrar 18 determinaci6n de instancias, 18 rernisi6n de 18 ernoci6n a un cuerpo total, que dara su medida. Tanto como decir, en el Mxico de Is tetitrica pagana, que los nombres divinos de los que Agustfn se mofa ya son nombres funcionales, nombres de funciones, que de este modo verdaderamente no valen 10 mismo que ese nombre propio an6nimo que se trat6 de alcanzar en Flechsig. pOT ejemplo, sino mas bien como c1ases de actantes en una estructura narrativa. 1.0 que se dibuja con 18 funci6n actancial del fragmento de cuerpo en juego en el fantasma klossowskiano, es inc1uso algo asi como la moneda libidinal, 0 mas bien como Ia libido en caUdad de amonedable, si es verdad que el fantasma de deseo, inintercambiable consigo mismo, encuentra no obstante en su referencia constitutiva al presunto Cuerpo que, el, es un "universal" (como "el color" de Hegel), su poder de cosa negociable. Prostituci6n institutiva; enseguida Tasca (i,Usted creia que ella fomicaba muy genitalmente a Caravadossi?). Agustin al acecho obtiene su ventaja de nuestro r(1troceso: admitir que Pertunda y los otros son ya abstracciones comunicables e intercambiables no es todo, dira el, reconoced ademas que mi Dios se hizo carne, que el engendramiento del hijo, en buena teoda de Ia Similitudo, es movimiento hacia la singularidad y la desemejanza, hacia Ia intensidad del dolor y de la voluptuosidad. i,Lo que tambien volvemos a encontrar aqui es eJ principia invertido de los indiscernibles, al cual Freud ya nos habla conducido cuando se trataba de Eros y de las puJsiones de muerte? No vayamos demasiado rapido, distingamos, refinemos todavia. Hayen Klossowski una teorla del simulacra, diferente a La de Agusttn. No dice: tado es simulacra, sustituto en espeeie mas pobre de una riqueza infinita, residuo caido de un Cuerpo divino; no es plat6nica; ella dice: nparte hay fantasmas y, no menos reales que el10s (K1ossowskijamas duda de 10 rean, transeripeiones habladas, pllisticas 0 eseritas de esos fantasmas, hay cosas artistas que valen por fantasmas inintereambiables. Ahora bien, veamos cual es la relaei6n de exclusi6n que Klossowski admite entre el objeto de la voluptuosidad y su simulacra: "Si el fantasma flO cada uno es 10 que 10 haee un caso singular -para defenderse contra 1(1 .;gn ificnei6n institucional que Ie da el grupo gregario-, el caso singu1M no pucde sino reeurrir al simulacra: 0 sea un valer por su fantasma ltd como para un intercambio fraudulento entre el caso singular y la ge-
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neralidad gregaria C.. ). El caso singular desaparece com~ t~l. desde el momento en que signi{ica 10 que es para sf; no hay cn elmdlVlduo m d.s que su caso de espede, que Ie asegure su inteligibilidad. No solam.cnte desaparece como tal a partir del momento en que se formula ~ sf ml ~mo SU fantasma -puesto que 8610 puede h acerlo a traviis de los Slgnos mstituidos _ sino Que 5610 se reconstituye a lraviis de esos signos excluy~ndose a1'mismo tiempo de 10 que deviene en iii inteligible, int.eTeambiablc",24 El simulacro puesto que es comunicable (aunque esM destinado a comunicnr 10 intr~nsmisible del fantasm a), introduce 18 int.ercambiabilidad: aSl, es moneda, signo, vale por otra cosa que pOT sus materiales y arregJos propios, y e8M consagrado a 10. circulnei6n. Examin~mos ah o~a 10. uni6n del fantas ma y del simulacro que supone tanto una coherencl8 adultera" como un "intercambio fraudulento", ~sas son las palabras de Klossowski: coher encia adultera porque para que e1 intelecto transcriba el fan tas ma en signos comunicables, es n ecesari~ que tome part.ido por ~ a intensidad en contra del cuerpo unificado del sUJeto y de ]0. socledad. sm 10 cual el simul acro Que forja no simu la ria nada. La inteligencia de Sade "e ngana" la instituci6n con In singularidad pasional intr~nsmis~ble. Pero intercambio fraudulento: los signos empleados pa ra fODar el slmulacro, para contar las historias. pintar los cuadros vivos, no pueden dejar. de tr aicionar y de t ravestir ]aintensidad inane, por 10 demlis ya perdldo. desde el momento en Que es declarada. Punto de divergencia de la economia libidinal por la coherencia adtiltera que demanda al intelecto, y de la economfa libidinal por el intercambio fraudulento con los signos insLituidos que autoriza, el simul acro rcpite In duplicidad Que no hemos dejado de advertir en los signos: es a la vez signo vano pasionai y signo inLercambiable racional; a 10. vez querer en el sentido de la Wille, y querer decir en el sent ido del sentido. Sin embar go, cste acuerdo, tranQuilizador, merece ser deshecho . Hagamos de discipulos todavfa ml1s puntillosos del maestro de cuadros vivos y empujemos con e] mlis adelante el principio de duplicidad. Ellenguaje, si se trata de simu1acros del lenguaje, no. es sola~ ent~ ~I intercambio aun fraudulento, del fan tasma, es tamblen el m,smo mmtercambiabil;dnd y si ngula ridad intensa: "Pues 8i r ecurrimos allenguaje es porque en virtud del carliclcr fijo de los signos, ofrece tambien el equivalenLe de nuestro sin gularidad obstinada".25 La r elaci6n del si mulacro propio del lenguaje con el fantasma no es sola mente de sus~ilt~ci6n, de valer pOl', de signo inteligente; es, ademlis, 10. de un recubrtmzento, de 24 Nietuche et ie c~rclfl uiciflWC, Mercure de France, 1969, p. 367. Tr. o.p.: Nietzsche y tel clreulo uickno, Valencia, ed. Fundnmcntol. 25 /bCd.
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una usurpaci6n; uno y el otro son de la misma calana, uno no oculta 0.1 otro, s~ ~a lo r?o es s610 un poder mediAto de intercambio (de compra), de posposlcl6n, smo ~e una palencia actual de con mover. EI libro, por su texto, es como ]0. plel de un cuerpo. At comienzo de Le lois de l'hospita. lite~ Klosso~wski escri~e: :'9 ~pidermi~ de Roberta, puesto que mi sintaKJS constltuye s u teJldo.. . SI 8 los OJOS de Klossowski el texto es un fantasma, 10 es por su rigidez propia. Las exclusiones de los posibles si ntd.ct~cos y s~mlinticos que forman el estilo producen sobre la pie] del lengllaJe l?s mlsmo~ efectos de intensidad, de carga y de derrame que puede produc~r sobre Clertas superficies de came el severo rigor de un dispositivo er6tico. i,Volvemos a encontrar asi 18 condici6n propia del fantasma klos8Owskiano de valer en terminos de afecto s610 en tanto y en cuanto sea referido a una instancia unitaria? No, es algo mas todavla se trata de una acepci6n distinta, muy diferente y a la vez plenament; confundida con la Que la precede del "intcrcambio fraudulento" que hace un momento presentamos como traici6n de 10. intensidad por el intclecto y que ahora habria q.ue ente~der como ocupaci6n del comercio inteligente mismo por los afl uJos emoclOnal~s. El fraude consiste en este caso en Que bajo el p.retex~o de hacer comumcable el fa ntasma y de traducirlo en signos y en SlOtaX I S, son estas figuras de lenguaje las Que vienen a su vez a recibir carga libidinal. La capacidad nihilista de 1a posposici 6n y la oposici6n reguladas, es eso ahora 10 Que va a ser ocupado por el deseo en el simulncro,y 10 Q~e va ~ ~ar a. e"ste til~imo la consistencia de fantasma: la Figura de lengunJe, In smtaXlS, no bene valor entonces sola mente como sustituto de In s superficies de carne abordndas y anexadas en la consumaci6n del fantasma, sino que es tal superficie. Los signos que traza 10. pluma sabre el pa~el no son sola mente medios de comunicar una emoci6n que les es exterIOr y que se habrfa, POl' nsf decirlo, perdido pOl' el hecho mi smo ~e .s~r escrita On escriturn serfa asf entendidn de maners pro pia mente mhdlst~, como 10 ha~e Blanchot, "escribir: matar, iQu~ tanto'''), sino que esos SlgnOS de escntura son simult!1neamente en sf mismos no a pesar, sino en raz6n y en proporci6n de su rigidez ; in vnriabilidad pro' ductos de consumo fantasmatico. . Aq~r parece. dibu~arse 10 que nos importa nnte todo: la posibilidad de lmag'lnar 10. smtax..is, la ley del valor, el negocio, en suma, y por 10 tanto .ese m.etanegocio .~ ue es el capit.al, como regiones intensiuas, y no 8610 dlstenslVas, como Jlrones de patchwork anadidos por la vertiginosa rotaci6n de la barra disyuntiva. Se percibe esta monstruosidad: esta baI'm que d~sune, que delimita en consecuencia propiedades (cuerpos, biencs, Sf mlsmo), y ordena las trnnsferencias de una a la otra, Que es POl' 10 Lanto el soporte de 10. ley misma de los in tercambios Il a mada ley del vn lor 0 precio de producci6n- si ella misma es "ocupad~", si ella rnisma
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es el objeto de la atrBcci6n de las pulsiones, eS,necesario
~ey:e:c;:':~
11 y distingue y por eso mlsmo, quem tiempo q.ue cd a sep~r~ I estados d~ reserva que administr8, es necesasu rotac16n cmenCI8 as . E 'dentemente . fria ldad "sintactican sea Sll incandesce n C18. 5 eV l 'b' TIO que su '6 d tar su a1canee como pOSt 1a l precio de admitiT esta imaginacl nyc :~:~bir y negociaT Y capitaliz8r tidad que podremos c~:-pr:d:;ure~t;Ues decir intelecto intenso, negocio pueden hacer gozar. ~"jone . • de 10 inestimable, raz6n paslOnal. d r ' d d del signo sabre In que ahora Por consiguiente, de nuevo up I,CI a d In emoci6n (fantas ma) . . t g amos en estos terrmnos: cuan 0 podrlamos ~n elTo ). t ndria que habeT ahf adulterio 0 prostituci6n? se habla (simulacra. (,no e . tensidades en detrimento del concepto, Adul:.~riO.~~ i:\~bt:anss~~dS:n'~eneficio de los intercambio.s. ~i p~ra ~~:slo:~~i el arte hacedor de s~rnula:ros debe c~ asificarse b:J~eela:Udi':~ ey del adulterio puesto que la .t :::ertigO, para
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slO~a:t~~~i~~ ~ue ~~~~ ~
yunciones, es 10 qu~ con~ertel e .6 artists de traslaci6n de fantssBaudelaire hay que Ident! en: a. acci n . ".Que es el amor? -In nemas a simulacros con la prosbtuCl6n. Se sabe. (. ft ·6n" Y "·Que es cesidad de aatir de sl (.. J. Tambien: todo arnor es pr~s I UCl. • • (. rimera ? Prosft ci6n" "EI dia en que el joven escntor comge su p . 01 arte. I u . mo un escoJar que acaba de pcscarse su pTimera prueba esta orgul1oso co 1 . t ncia del goce reside en la universalizasifilis."2:6 En cl dan d ysmo, a lOS a ·t te de toda emoci6n cloci6n del negocio "'! en l~ltestru~ci~~i~o~~o~~~;t; es la fr isldad d.el sisteCilente, como decla Batm e a p .p bl" lenamente despoJadas de rna encarna~o. en la~ n~~vas ~~I;:sleuo~:S;i~OS, "despiadadas Sabias~,
~~~;~:"i~c~~~~la: c~n ap~~isi6n el p:ecio de c~al,,::~er~e'"aa;::as:~~l da del cHente. y que p~ep~ran ~~:s ~:;~o:~:o:-~~~~o e consumo comente, m qulOas . I
:nt~le, muy lejos
dec~::; ~eta~~'t~~i:x~~d~~:~:,~~~ :~~;mplo en Les lois de l'hospitalite, a~entaja ~~ d~ l~a P:;~~!U~;!~~sS~:ls:~:~~~~, V:oe~vse ::ro::~
de
nCif de su. ;ut=r~:;r~a nli~idinal vaya a convertirse en mon~da que el en a ocasl n 1 . os tensor es de la emocl6n perverh.bdr~ de lrecoger'l~: :i~~~~~~el~:e~r;s del negocio de los ru.fi.anes, si~o SEl eJen ugar a. . . i n a Roberta. para mtroduclr, pnra. apreciar .el )Impos~~~ea pr:~:s~~: ~sef;ensamiento en III impensable on consecuenCla, a me 1 . , dazos de cuerpo-su mujer. En la pros~ desmesura de 10 ~ue 10 b ga . a los. p~ r nte (la moneda muorta) tomn el iiiuci6n baudelerlana, e1 signa m e 1ge ;16 RIlMpCCllvnmo ntc : ML corcazthl pllcfllO al del/lIlHlo, COIiG/flll, /ofl ("orMIII' Imfll
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relevo de la intensidad y la desplaza sabre se mismo; en eJ adulterio klossowskiano, la instancia de In intensidad perrnanece "elocuenternente" en un (antasma, es decir en un arreglo de fragmentos (bostezo de una va~ lenciana de pantaleta, elevaci6n de una palma, semiextensi6n de un antebrazo, parte carnosa de la nuca que gira. pez6n que surge de un corse desatado) extraidos de un cuerpo imposible que lIeva un nombre propio. Lo que Octavio trata de obtener a1 suscitar e1 adulterio de su mujer, es, entre otras cosas, una suerte de visi6n global, sobre ese cucrpo (pasi6n total mente diferente de la fisgonerfa), lograr que el nombre unico corresponda al unico cuerpo unitario que se supone Ie corresponde. Por este hecho, Octavio no es tanto un rufian como un polftico, si se admite que todo verdadero politico esta obsesionado por e1 fantasma del cuerpo un;· tario, pero de ese cuerpo en la medida en que escapa precisamente al imperio de las instituciones de unificaci6n; m~s alia del imperio, obsesionado por e1 "pais real"; mas ana de Ia sociedad burguesEl, por e1 cuerpo de clase. MaquiaveIo escribe: "Es necesario saber que hay dos maneras de combatir, una mediante las Icyes, otra por Ia fuerza: la primera clase es propia de los hombres, la segunda propia de las bestias; pero como la primers muy a menudo no basta, hay que recurrir a la segunda. Es por eso que el Principe necesita saber ejercer bien la bestia y el hombre". Y agrega: "Esta r egia fue ensenada a los Pdncipes con palabras veladas por los antiguos autores que escriben como Aquiles. y muchos otros de esos grandes senores del tiempo pasado fueron conducidos ante el Ccntauro Chiron para que los educara y los instruyera bajo su disciplina. Tener por gobernante una semi-bestia y un medio-h ombre, significa que un Principe tiene que saber usar una y otra naturaleza, y que una sin Ia otra no es duradera".27 "En el centro del laberinto que sirve de vineta a1 Cerele Vicieux, n o encontr aremos un Minotauro, bestia simple en su mon6tono apetito, sino un Centauro, monstruo mas inteligente Que los hombres mas inteiigentes, imagen del maravilloso disimulo de los signos en otros signos, suprema sabiduria que incluye la tonteria de la bestialidad. De manera parecida, Octavio es un centauro, e1 adultero es un centauro, que no desea 5610 e1 pais que legalmente sus manos, sus labios y su verga estan autorizados a recorrer, sino ese propio pais que, por mas Que sea "real", se Ie escapa; y es por eso Que Octavio se duplica 0 prolonga en su grupa bestial, Antonio, asf como e1 Principe de la ley sabe metamorfosearse en quien encubre la fuerza. Y si es preciso sacar a C~sar del vien· tre de su madre, abrienda este par la fuerza, contra natura, es porque Cesar, maestro politico, es un monstruo mitad hombrey mitad bestia. En la prostituci6n se va de la intensidad al orden; en el adulterio, 27 El Principe, cO-p. XVIII, Dbms compllllM, PUiatk. p. 341.
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del orden a In intensidad. Pero se trata del mismo camino, el disimulo inm6vil , e1 vinje en el rnisrno sitio que recorre los extTemos de In tonterfa pulsional y de 18 claridad nociona1. Es la misma indiscernibilirlad de los signos. que a nosotros, economistas )ibidinales. nos quita tanto el apetito por el vulgar Tomnnticismo como por et no menos aburrido formalismo, tanto por una politics de las pasiones espontaneas como por una politica del entendimicnto. Nosotros trabajamos en un refinam iento del disimu10; 18 esb-ucturn es estdpida y elpathos esteril. Necesitamos, en particular, dotar a los signos econ6micos - 8 los que el ndultcr io, perc sobre todo In prostituci6n, evidentemente ya no pueden sino conducirnos-, de ese mismo coeficiente de disimuJo que encontramos en otras esferas, de las que seguramente ellos son tambi ~n ]a ocasi6n. Comprender que la moneda -y que de manera m!ts general cualquier objeto en el sistema del capital, puesto que serfa mercancia y por 10 tanto moneda, actual 0 potencial-, no es s6]0 u n valor conver tible en un proceso uni versal de producci6n, sin o, indiscerniblemente (y no opositiva, diaIecticam ente) una carga de intensidad libidinal. Comprender que el sistema del capital no es ellugar del ocultamiento de un preBunto valor de uso que seria "anterior" a ~] --eso es el romant icismo de la alienaci6n, cl cristian ismo--, sino, en pr imer lugar, que en un sentido as mds Que el capital, mlis antiguo, mas extendido, y, en segundo lugar, que esos signos Ilamados abstractos, susceptib]es de medida y de calculo previsional, son en sf mismos Iibidinales. La teoria ·econ6mica 0 incluso In antropologia estructurnl, concil:>en estos signos exclusivamente como los t~rminos en juego en un sistema de comunicaci6n que reguJa su circuJaci6n, como la necesidad que tienen de e110s las parejas del intercarnbio, sus valores de intercambio y de uso. 8 i ahora se los aborda tambi ~n como nombres propios, como signos de intensidad, como valores libidinales Oos cuales no son ni de uso ni de intercambio), como puJsaciones de deseo, como instantes de Eros y de muerte, pues bien, pues hien ... La prostituci6n intercambia el fantasm a (que es el cliente) por los signos del sistema econ6mico Oa moneda); per o introduce tambi~ n eJ signo inteligente, la moneds comunicable, en la "monstruosidad singular y vana del fantasma, y de ests manera consagra la "coher encia adt11ter a de 10 pensable con 10 im pensable. El precio se m ezcla a y con 10 fue ra de pr ecio; 10 que no tiene com paraci6n se paga, por 10 tanto se evah1a. Esta confusi6n, mas m onstruosa que 10 que puede lJegar a serlo el fa ntasm a mi smo, es a la vez imposible e inevitable. Imposible, ya 10 hernos comprendido; inevitable porque la singular idad misma incita a comuni coTse, I)orquc el pathos extremo exticndo su im perio a la piel del lenguaje, por que In irritnci6n sexual mas plirpl.lrll, 10 Que deja casi ciego, hace proferir pn ll\bros que no 80n forz08nrtlo nttl t~h.c~nn. I)(WO CillO son siempre sign08 inLolilfonto. ocuJ)odos y c1ospo."rno•• PUr/rllft III ... "oleln Ql10 do Inl nolgna lt
lt
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os tambi~n un rostro aJ q I h bl . plemente porque el Ie u~ se e a a. La confusl6n es inevitable, simnguOJe no es una esrera separada 0 rte ce, como jirones, a la misma banda que esos .n d' p rque. pe nenones e oro grlS que se mueven bajo las aIm . L P ~ s~yas y que esas nalgas que mecen el racimo de • us COJones. a comuOlcQc16n por grito fi. In 10cuTa &:iratoria hasta el dominio de S:~:i~:y ~~~~;~ l~ae:tensi6n de ;:se el 0dccl:e~te y en prim~r lugar el fil6sofo han querido ~iem~ee~~~~o: guar 0 e a monstruosldad de los om antes y de los politicos impios.
FUERA DE PREClO
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En Sade, el grupo de relaciones entre el valor del signa monetario y su intensidad es rnuy diferente del que encontramos en ] 8 prostituci6n. En primer Iugar el cuerpo del cliente es el mis mo que el del rufi~n, Antonio y Octavio no son mas que uno (y quiz1is en eso resida el republicanismo de Sade). La Sociedad de amigos del crimen no es In Sociedad de los rufianes. EI Medio encarna 18 duplicidad de signos: adulterio del dinero con el goce. fraude del gace cuando se amoneda. E I sig no de los intercambios se vuelve c6mplice de los fantasmas intransmisibles, ]a consumaci6n de 13 singularidad pulsional se compTa al precio de sumas universalmente estimables en dinero. Como 18 Mitte de HegeJ,28 e] Medio asegura In permeabilidad del deseo a la instituci6n; en esto poco difiere de la Policia. Las pulsiones "perversas" son canalizadas por el bacia el cuerpo social, el cuerpo de los intercambios , b acia el circuito de la cornunicaci6n de los intercambios y de los bienes. Medio de la duplicidad y del disimulo por excelencia, aun cuando no bays necesidad de ocultarse. igual que ]a Policia, puesto que esta es tambien detecci6n y regulaci6n de las pulsiones parciales consideradas socialmente perversas. Nos gustaria mucho escribir la palabra del polic£a, palabra disimulada-disimulante por excelencia, no tanto porque su fin real sea diferente del que ella exhibe. no el suyo propio, sino en raz6n de su interes por las pasiones del interpeJado: el deseo del com isario comprensivo, s iempre mas compre nsivo, casandose, adecuandose a, conectandose a las r egio nes mas intensas del deseo del interpelado, las mas desconocidas para el, por ejemplo ]a pasividad. In fu stigaci6n que ha padecido, inscribiendosc, por 10 tanto, en una relaci6n conmovedora, er6tica, perversa. infantil , pero con el objeto de circunuertir todas estas pulsiones parciales en el circulo del negocio y en el cuerpo total , uno de cuyos productores es el policia. "Hacer bablar" aqui no seria otra cosa que restab]ecer el goce en ellugar asignado por el orden. EI pad rote es un e]emento de la misma fi gura, trabaja mucho mas del lado de las pasiones que del lado del interes, en complementariedad con la precedente. Su oticio, ademas, es precisamente reflnaT la libido de los fragmentos del cuerpo negociable de las prostitutas, de elevar su tenor mediante un ejercicio continuo de desasimiento que los h aga en cualquier momen to disponibles para los pasos de energia mas fuertes. Esta 28 ReolphiOllQpliil I, Mna (1803·1804), tr. fr., P.IJ.F., 1 009. Tr. esp. de Jose! M. Ripnldn: FilOllo{la nml, Mntldd, Fondo de Cul~ura Econ6mien, 1984.
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disponibilidad en cualquier momenta es 10 Que da en la gran prostitu-
Se dira que subordinar la potencia libidinal de los a rreglos del castillo en la Selva Negra al hech o de que son pagados al precio de la vida de miles de bocas a alimentar, es concebir a Sade de una manera todavia nihili sta. iEs que no basta que las victimas compradas sean destruidas en el interior del castillo para que se comprenda la inanidad mortffera de la libido, sin que se necesite, por 10 demo.s, calcular 10 que ella cuesta a los de afuera? Pero Ia fun ci6n de esta infamia no es "suplementaria". Ella debe ser relacionada con el estatuto particular del perverso, que es al mismo tiempo el rufian y el cliente, 0 mejor dicho ni uno ni el otro. EI rufian h ace ingresar la pul si6n parcial del cIicnte en el regazo del cuerpo-bid6n de Is sociedad bajo la for ma del equivalente monetario; el cliente, a] consumir su energia puIsional en la r ealizaci6n de sus fantasmas con cl concurso de la prostituta, produce un equiualente libidinal de La moneda. Pero para el perverso es esenciaJ del sistema de la equivalencia entre la pulsi6n y el dinero; si el dinero sigue presente en su "contabilidad" libidin al no 10 hace como el sustituto 0 el simulacro, si~ no a tltulo de una regi6n del cuerpo (el cual ya no podra ser entonces, evidentemente, el presunto cuerpo social, sino forzosamente Ia gran pelicula libidin al) que, como cualquier otra, puede y debe ser tomada por la libido y sufrir su irradiaci6n. La moneda, el lenguaje mismo, son objeto de las maniobros de los libertinos con el mi smo titulo que el cuerpo. Sabemos que de J ornada en Jornada, la Duclos "cuents la historia" de su vida monstruosa Que es s610 el desarrollo diacr6nico de 10 combinatoria de las infamias; este "relato" de 10 perversa es allenguaje 10 que el dinero de los crfmenes gastado por los cuatro a mos libertinos es a la economia politica: no el sustituto en palabras de arreglos "rea1es", que, se sabe , practican abundantemente, sino realidad entendida mucho m As ali a de la presunta "practica" (indebidamente dotada por una tradici6n nihilista del privilegio exclusivo de determinar Ia realidad) h asta las regiones ocupadas, segtin esta mismo tradici6n, por sustitutos de las cosas y de las personas, que son las regiones del Jenguaje y del dinero. El perverso perpetra sobre la piel de La moneda, asi como tambien sobre la de los seres y las palabras, el mismo designio de intensificaci6n a ultranza cuya ejecuci6n no puede sino terminar en la calcinaci6n de las superficies excitadas, y es por eso que aquf los signos del intercambio, al contrario de 10 que sucede en la prostituci6n, no sola mente son retirados del circuito de la comunicaci6n, sin o destinados a la destrucci6n; h asta el punto que uno se pregunta 5i la Sociedad de amigos del crimen es econ6micamente viable. En todo caso no es capitalizadora, 10 que ella acumula es un tesoro en ruin as. Sin embargo, Klossowski entiende de una manera diferente, mAs "progresista", este uso r uin oso de los signos monetarios, el cual segUn el constituye una protests contra la funci 6n prostitutiva del numerario en
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ci6n: como creaci6n del pad rote sabre el cuerpo de la mujer, ella es al misrno tiempo la marea de su significaci6n de signa comunicable y negotiable, y ]8 insigne locuTa de su desaparici6n como persona y de su ahoJici6n en el anonimato de las impulsiones. En la relaci6n de poder, una puesta a disposici6n semej ante se denomina esclavitud 0 a l menos Knechtschaft, pero en el orden de las potencias es al mismo tiempo fuerza y anonimato que sohrepasa toda dominaci6n . Sin que h aya entre las dos posiciones ninguna dialectica, pueslo que no hay a1li ningtin inter valo: pOT ejemplo, la misma arrogancia en J acques el Fatalista vale al mismo t iempo como salida contra la posici6n del amo y, en consecuencia, como tentativa de derribarlo por una parte y, por la otra, como un a producci6n a n6nima de un "saber" libidinal que r ebasa toda jerarquia ; esta arroganci a es la de Ja pulsi6n intratable por doquier y, en ese sentido, nunca agresiva, nun ca permeable a la s razones sociales de la lucha. En la historia de RB. 0 de 0, todo marca de manera parecida cl v~rtigo del rufian, a mo de los cuerpos reducidos a iniciales-matriculas, regi6n de recorridos para intensidades sin nombre. La inicial de la mujer y el numero de matricula del prisionero resultan de un trabajo suplementario sobre el nombre propio, mediante el cual aqueJ es casi borrado, como debe serlo toda corporeidad encerrada sobre 51 misma y toda reserva subj etiva, pero tambi~ n mantenido en su borradura, puesto que en el a nonimate que se aloja en eJ nombre es donde se hace notar el cxtravio. Ahora bien: nada de todo eso en la Sociedad de a migos del crimen. Sociedad sustraida del cuerpo social, y que no capta las pasiones perversas circunvirti endolas sobre el. A diferencia del padrote y del tira, el perverso cs un h ombre muy rico, 25.000 libras de renta anual, 10.000 francos de gasto por victima com prada pa ra fines de goce. Y su oticio no es de ningtin modo el de la circunversi6n de pulsiones parciales: estas, gastadas en profusi6n sobre el cuerpo de los sujetos, no se inscribirAn en el cuerpo social como dinero, gracias a la truja manfa del perverso. A la inversa, ~ste desvia sus Tentas de la circulaci6n de bienes y las consagra a la pUTa consunci6n voiuptuosa. Si hay alii venalidad del goce, ciertamente no es par miseria, si no gracias aJ mayor lujo y paTa sumar a la lujuria. "E I equiva l ente del fantasma (la suma pagada), esc r ibe Klossowski,29 representa no sola mente la emoci6n en sf, sin o ademas la exclusi6n de miles de vidas humanas . El valor aumenta aun mas con este escandal0, desde el punto de vista gregario." Y establece las ecuaciones perversas, que no pueden ser las del rufian, de la siguiente manera: "Voluptuosidad exclusiua :: hambruna = aniquilamiento = supremo valor del fantasma (.. J. Un fantasma = una poblaci6n entera".:lO 29 lA Monnaie lI ilJ(Jllte, n.p. (p. 84).
30 Ibid.
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Is sociedad. AlH donde el rofi.an establece la relaci6n entr e Ia perversi6n y el cucrpo social. entre el signa tensor y el signa inteligente, y clan de se confirma de esc modo la unica verdadera ligaz6n institutiva del cuerpo ncgociador misrno, el perverso desliga: el retiro de su fortuna y su dilapi-
sea sobre un simulacro de trueque - simul acro que reside, bajo Ia forma de r ecursos, en mana de obra, por 10 tanto de un a f1Io neda viviente, inconfesada como tal, ya existente".34 Antes de sorprendernos por esta fantasia midarfl
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daci6n a l os fines de volupt uos idad in t ran smisibl c son provocaciones
destinadas a h acer surgir la alt.ernativa ante la eual e1disimulo 0 la duplicidad de los signos colocan necesariamente a una politica de la libido: o bien reconocer que 18 "'des8probaci6n de la monstruosidad integral pOl' parte de las instituciones se vuelve prostituci6rt de hecho. material y moral" 31 admitir por 10 tanto que el sistem a de la mcrcancia generalizado os e1 sistema de la prostituci6n bajo la cubierta del negocio de objetos y scrvicios, y que no h ay otra, 0 bien "afirrnar que s610 h ay una com uni c~ ci6n universal autentica: el intercambio de los cuerpos por el lenguaJe secreto de los signos corporales",32 cuyo principio provee y cuyo efecto ilustra la perversa sadiana, el cfecto de insurrecci6n 0 de perpetuo desquieiamiento del cfreulo de los intercambios por las pasiones, para hablar como Blanch ot.33 A partir de una posici6n aiternativa semeja nte del problema libidinal politico -() bien la eomunieaei6n de los seres por intereambio de sus cuerpos, llamada "perversi6n", 0 bien la prostituci6n bajo el si~o de la moneda muerta, que es el capital, eo todo easo el mercanblismo-, Klossowski fo rja su imposible fi cci6n de una moneda vivien te: "que oo.s iml.lginemos un iostl.lnte, escribe, un a regresi6n aparente.mente Impos.lble: 0 sea una fase industrial en la que los productores benen el medl.o do exigir, a titulo de pago, objetos de sen saci6n de parte de los consumIdo res. Estos objetos son seres vivientes. SegUn este ejemplo de tr~eque, productores y consumidorcs forman colecciones de "personas" destmadas prcsuntam ente al placer, a la cmoci6n, a la seosaci6n. lC6mo puede la "pe rsona" humana cumpl ir 18 funci6n de moneda? lC6mo los productores cn lu gar de "pagarse " mujeres se harian pagar "en muj eres"? lC6mo pa[(arlan entonces los e mpresarios, los in dustriales, sus ingenieros, sus obrcros? "En mujeres". lQuien sostendra a esta moneda viviente? Otras mujcres. Lo cual supone la inversa: mujeres que ejercen un ofici o se h an1n pagar "en chavos". lQuie n sostendrA, es decir ~u ste ntara esta ~on~ cia vitil? Quienes di spongan de la moneda femenmn. Lo que aqw declmos existe de hecho: sin recurrir a un trueque literal, toda la industri a rYlod
33
L ' [,W() IIU Clliin cu miljeure,
u n W il1l;,ipf'l .
Pnuvcrt, 1965. Fc ro
Blanchot, como Slldo, V(1 nlll llu ll1'C todo
34 Lo. Monnaie vivanle, n.p. (89). 35 I bid., (92).
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y habrfa que deeir "fuera de valor". La esclava industrial estA destinada por 10 tanto a III escisi6n [clivage] mAs chisica entre 10 que pertenece al comerciante y 10 que proviene del amante. En una mujer·moneda-viviente, poT el contrario, serfa 18 potencia cmocional de su cuerpo 10 que determinarfa directamente su precia libidinal: Klossowski dice: ·inmediatamente" (pero vamos a ver que esta inmediatez es imposible). Serfs "riqueza" de csre modo: en tanto "exc1uye cualquier otTa demanda", y no puede valer como sustituto de otrn cosa: extinci6n de la suma, destrucci6n de cualquier resto. Aquf Klossowski sugiere una analogfa con el oro, en et cual ve una metMora econ6mica-poli'tica del precio libidinal: pues et oro, como este ultimo, et oro es vane, y precisamente poT eso es precioso, por oponerse a cua]· quier instrumentalidad; su inutilidad recordarIa, en la esfe ra de los usos, 10 que es In innnidad en materia pasional. No obstante, ese vano referencial sirve como patr6n para los valores de las monedas, segUn Klossowski, y esta de In monera m6.s arbitrarin: segUn el mismo e im· prcvisible e ncue ntro, el precio libidinal de la moneda·cuerpo ("rnoneda concreto") dcterminaria el valor negocioble de las mercancfas, del "precio" a1 "valor" la consecuencia serfa indecidible y la inconmesurabilidad impenetrable. Volvemos n encontrar aqui los dos rasgos que reunen y confunden signa tensor y signo in teligente en una misma "cosa": indisociabilidad y no-deductibilidad. La mujer-moneda serfa el disimulo mismo; no cs solamente el punto de cruce de cadenas significantes mas 0 menos divergentes, punto de capiton polis~mico y sobredcterminado, sino, ademds, la infinidad de In tensi6n a muerte que ellibertino acorrala como bestin sobre las planicies y pequenos valles de su cuerpo. Entre su funci6n de valor y su potencia sensorial, la moneda de cuerpo ofrece In reJaci6n duplice, que ya encontramos antes, de incomposibilidad y de indisociabilidad. Es en raz6n de que el orden de las intensidades no es traduciblc 0 convertible en el de los valores, que la moneda, aun siendo el cuerpo singular Hsto para servir de material a los fantasmas "perversos", no puede dejar de permanecer abstracta 0 muerta, y que es necesario que Klossoswski, contradiciendo en esas pocas palabras todo su proyccto, anade al rcconocimiento de su singularidad libidinal ("ella excluye cualquier otra de· manda que no sea la demanda cuya satisfacci6n representa") la con fe8i6n de su ncutralizaci6n en signo inteligible: "Ia satisfacei6n propiamento dicha, su calidad de signo la excluye igualmente·. Si bien la cuesti6n dol goce queda expu esta por ]a moneda viviente, BegUn un earacler plenamcnte aporetico: cuerpo de intensidades, esta moneda parece prestarBe al goce pero, numersrio destinado al pago, no puede si no difcrirlo, exactamentc como est-' exeluido que Is piel de Is prostitutn puooa amocionarse con la caricia de un client.e.
lEn qu~ serfa entonces diferente el sistema klossowskiano de 18 prostituci6n? En que el uso de 18 mujer no se compra con moneda, por el contr8rio, esc uso es aqw autorizado por un crMito del cual el IIcliente" es beneficiario ante el -amo" de la mujer. El cuerpo de la prostituta es enteramente mantenido en Ja red de los valores venales. aun cuando lle· gue a suceder que el goee que procura al cliente se "escape" de ella de manera fraudulenta para consumirse en intensidad; pero el cuerpo de la moneda viviente no remite a la moneda muerta y, en ese sentido, no es una mercancia, sino propiamentc monedn puesto que, si no su adquisici6n, al menos su goce vale como pago de deudas y extinci6n de crMitos. i,Hay ahora una diferencia entre 18 organizaci6n imaginada por K1ossowski y las casas destinadas por Sadc al Hbertinaje de hombres y de mujeres en el panfleto "F'ranceses, un csfuerzo mas ... "? La diferencia reside en un punta de importancia, el republicanismo. En las casas de Sade, que son propiedad publica, todo ciudadano, eualquiera sea su scxo, tiene poder de convocar allf, para gozar de ~I 0 de ella a su antojo, a cualquier ciudadano 0 ciudadana. E I "motivo" de la convocatoria, en Sade, no es de ningun modo econ6mico, y el goce obtenido del objeto que Klossowski Hamada fantasmntico nuncs surge como extinci6n de una deuda. La unica deuda que Sade reconoce y tiene valor en sus casas es una deuda de goce, que es politica y de Ia que estA gravado potencial y continuamente cualquier ciudadano respecto de todos sus coneiudadanos. Esta independencia, mant.enida con fuerza por el marques, de 10 libidinal r especto de 10 econ6mico, es la diferencia con la fantasfa de KIossowski: e1 tema sadiano es un tema polftico; la producci6n y el inter· cambio de mercancias no forman parte de H Las casas de Iibertinaje son instituciones de la ciudnd y. como tales, tienen la funci6n, indirecta pero eseneial, de eircunvertir In libido en el c1rcul0 del cuerpo poUtico. Aquf dos versiones: "Si C.. ) no hay ninguna otra pasi6n que necesite como aquella de toda Is extcnsi6n de libertad, sin duds no hay ninguna otra tan desp6tica; C.. ) tada vez que no dar6is al hombre el medio secreto de desahogar su pasi6n, recurrird a los objetos que 10 rodean para hacerl0, perlurbsndo al gobierno. Permitid, si quer~is evitar ese peligro, un libre vuelo a su s deseos tir6.nicos que, a pesar suyo, 10 atormentnn sin cesar (. .. )".36 La perversi6n se desahogs, por consiguiente, en in stituciones pe-rifericas, fiel en suma en este aspecto al modele griego. 3? Pero Sade tambi~n dice 10 contrnrio: que un gobierno republicano siempre amenazado por los d~spotas que 10 rodean debe tener como moral unica mantcnerse por todos sus medios, que estA excluido que los me-dios sean todos morales, que, por el contrario, deben scr los hombres in-
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36 "Franfllil ... ·, La PJiilOlrophi. da.M III boudoir, J ..J. Plluvert., 1972, p. 211.
37 V6aac mils IIdelllnte, EI negodo.
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morales quienes por Stl movimiento de insurrecciOn perpetua mantengan en alerta a1 gobiemo republicano. Entonces las casas de las que hemos hablado, Jejos de teneT la funci6n de apaciguar las agitaciones que provocan las pulsiones en los ciudadanos, tumpleo mas bien In de conservarlas. Duplicidad funcional de los sitios de Iujuri a en cuanto a la esfeTS pOlitica misma: In eargnn de energfas a1 mismo tiempo que 18 descargan: 18 perversi6n, esa movilidad perpetu8 de esos a los que P lat6n en La Republica HamaTia los avispones, y a los que queria eli minar, presta dos veees servicio al gobierno, 81 urgirlo por sus insaciables excesos, los de ella, y al obligaTIo a instituir espacios perversos que son puntos de descarga, para ella y para el. Aquf Sade reaviva la gran tradici6n maqu.iavelica de la connivencia del politico con la bestia, la tradici6n de Chi ron el Centauro pedngogo de los Prfncipes, politica duplice por excelencia. En Klossowski no hay ciudnd ni gobierno: es un hombre moderno, Ia republica ya no existe, el unico cuerpo con pretensi6n totaJizadora es el cuerpo del capital, es un secreto de Polichinela que los politicos son hoy en dia s610 los ejecutores de los imperativos impulsivos del capital, y que no tienen ya necesidad de recihir de un Chi ron Ia gran desmesura de la tonteria 0 18 hestiaJidad como dotaci6n de genio politico, provistos como estan cuando una Escuela de administraci6n los avala. Sera en 10 econ6mico, como posmnrxista, donde Klossowski habra de huscar In conjura de las pulsiones sobre el "cuerpo socialn. Pero no se contenta con protestar como Marx contra la extensi6n de la prostituci6n indirectamente a todas las actividades POT la trujamania de la mercancia; prolonga tambien la indicaci6n que este hecho sugiere y ve en el capitali smo el retorno, pero inconfesado, ignorado, de 10 que rechaza, 0 sea la intensidad libidinal en el seno mismo de los intercambios aparentemente mas neutralizados. (Analisis que, a primera vista, no aparecc sin relaci6n con aquet de Baudrillard, para quien el fetichismo de la mercancfa, den unciado y ampliamente ignorado por Marx mismo, es la transcripci6n, en el orden de la economia politica, de la forclusiOn que subtiende ese orden, al mismo tiempo que 10 instituye.) En consecuencia, Klossowski se dice: hay poco que hacer ("10 que decimos existe de hecho n) para que esto que pasa hoy con el desconocimiento -que se origin a en el hecho de que Ia producci6n y el intercambio de bienes vel an , bajo la pnntalla de 10. moneda muerta, e1 intercambio y el consum~ de fantasmas-, para que esto sea puesto a In luz del dia y que producci6n e intercambio Heguen a ser de inmediato circulaci6n de goces: la imaginaci6n de la moneda viviente no tiene otra funci6n que la de pretender restablecer la intensidad sobre el drculo del negocio mismo y dejar asi de tratar el dcseo como proscripto y de valerse del cuerpo del capital como si fuera un sesgo c6modo para alcanzar fines inconfesables en la especie ("pagarse mujercs"). Pero como In idea klossowskiana de la intensido.d no es afirmotiv8 (01 monos on La
Monnau Vivante, ni tampoco en Le cercle uicieux), como ena persiste --como puede verse claramente en 10 que sin embargo juzga como un correctivo importante a este rcspecto en "El 616sofo perverso"- en mantenerse en la tradici6n nihilists de ]a transgresi6n (de la propagaci6n), de la perversi6n (del agente), del desvfo (de las energias) y, concunentemente, si no del fantasma como sustituto al menos del simulacro como redoblamiento del fantasma, entonces, establecer el goce en pleno circuito del negocio no puede tomar a sus ojos forma que la de una moneda que serfa viviente: acrecentada asf con la hcrencia milenaria de la prostituci6n de la sustituci6n, es decir del dualismo que nosotros, economistas libidinales, rescindimos. Si se admile la inintercambiabilidad de los fantasmas, hay que concluir en la necesidad de conservar la economia politica y et capital, ya que esta inintercnmbiabilidad hace inevitable sustituirlos por dobles 0 por simulacros, falseando, por 10 tanto, las "riquezasn libidinales mediante los signos econ6micos de esas riquezas, los cuales cierlamente habrM de representarlas pero que, asimismo, diferinin para siernpre su consunci6n. Que la moneda sea viva no suprime el que sea moneda, por et contrano. AI extenderse a los cuerpos er6ticos mismos, la nueva economia politica hace de eUos tambien simulacros, apariencias, y compone con los fragmcntos de carne congregados en esos cundros Ilamados igualmente "vivosn por los que tiene estima Klossowski, una suerte de ciudad terrestre que no es sino cl duplicatum de otrn ciudnd, para siempre fuera de al· cance. En ese sentido, La moneda uiuiente continua la Teligi6n agustiniana de La Ciudad de Dios, y ]a "vida" que agita esta moneda en esos cuadros es una especie de muerte, de conformidad con la tradici6n de los Padres. No obstante, es necesario rendir homenaje a esta ficci6n en el momento mismo en el que uno se aleja de ella. Porque 10 que se busca tambien bajo la fantasia de esos cuerpos de oro es exactamente 10 opuesto de las lecciones de Agustin. El intercambio de las zonas pu1sionales por arreglos desmesurados ("fantasrnas" fuera de precio), puede y debe ser comprendido, en Ia obra de Klossowski mismo, no como un intercambio en el sentido en que dos contradicciones se ponen de acuerdo para trocar dos objetos en equivalencia de utilidad (marginal), sino como una metamorfosis en la que las regiones ocupadas (y hernos visto que esto podria ser, seglin Sade, a qui en sigue en este punto Klossowski, el lenguaje 0 incluso el dinero) no existen sino en la medida en que la inlensidad las recorre -la mtts grande 0 la mas fina 0 la mas suave tensi6n y dolor, imprevisiblemente y sin cesar-. Este "intercambio" es el paso de intensidades que corre de un nombre propio a otro, de una inicial a otra, de una matrfcula a otra, sin retorno a 10 mismo y, por 10 tanto, sin capitalizaci6n, sin que haya a lIi ninguna instancia, estructura, gran Cero de ma-
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trices input/output. Memoria, para contabiHzar las energfas gastadas aquf y acumuladas a iM.. Asf entendida, es Ia "vida" 10 que es toda moneda en el sentido en que alii no hay mas que simulacros, signos ciertos, pero sin referencia 8 otro orden, a un significado; una economia libidinal, indudablemente, pero que, Jejos de seT la traici6n y el disfraz de In economia libidinal, es esta economia libidinal; una economia paUtica sin "origen" traicionado 0 alienado, sin teoda del valor. Moneda pOT 10 tanto en el sentido en que 18 romanidad pagana y la teologia tdtrica no admiten m's que signos-ten sores, que mascaras sin rostro, que superficies sin fo$OS de escenario. que precios sin ualores. Sin duds pOT no habeT podido romper con un pensamiento de la alienaci6n, que es tan agustin iano como marxista, 1G0ssowski vacHa en su apreciaci6n del capitalismo y, por consiguiente, en cuanto al alcance exacto que hay que dar a un u so libidinal de los signos. Puede perfecta· mente in sistir en la estrecha nnalogia que reina entre el producto utH ("utensiliorio") y el fanta sm a, entre el consumo del producto y In emoci6n voluptuosa, entre el "mundo industrial" y la sociednd perversa, pero pa· ra declarar enseguida c6mo hay que desconfiar de ella: "No existe una economia propiamente dicha de In voluptuosidad que se beneficiarfa de los medios industriales"; e incluso para superponer a esta analogia una relaci6n abiertamente "contrariante": "una relaci6n pur amente anal6gica no conduce a nada si no se parte del pun to de vista de los objetos 0 de las necesidades para r evelar In lucha de los afectos contra su formulaci6n inadecuada, reconvertida materialmente en el estado de una demanda de bienes que no les corresponde sino de manera contrariante".38 Ahora bien, esta r elnci6n contrariante,l.no es evidente que procede de un r egreso del pensamiento de In alienaci6n al seno de In er6ticn? Klossowski dice por otTO lado que las pulsio nes estan siempre en luchn consigo mismas: no es necesario enlonces el capitalismo para que ellos se forrnulen "inadecuadamente". Queda por decir que esta inadecuaci6n, venga de don de viniere, s610 existe respecto de un pensamiento de y para la verdad. Entre el signo-inteligente y el signo tensor, entre 18 moneda y la pulsi6n, decimos que la relaci6n no es de formulaci 6n, de expresi6n, de traducci6n, de traici6n, sino de coexistencia 0 disimulo. Y que el problema del capital, y el de la mon eda , no puede ser Jiberar el deseo de sus md scaras grot.escns, no siendo Ins del capital ni peores ni mejores, ni m(is ni menos "autenticas" que otras. Que es decisivo reconocer que desde hace algun tiempo aparecen nuevos "signos", nuevos enunciados -enL.·c los cuales en primer lugar esl8.n los de KJossowski-, nuevas "practiellS", nuevas "obras", que tanto libidinal como econ6micamente se convoen a In ruinn del distingo entre los sentimientos y los negocios, cntre el
afecto y eJ trabajo. Como los del capital, esos signo! son duplices, y no se trala de anunciar u,.bi et o,.bi que con su aparici6n se arruinan Ja semi6tica y la economfa poiftica, y que el deseo se libera de la argol1a del sistema de va1ores. Su intensidad es nueva por la manera en que se inscriben en regiones estnblecidas, por las lontananzas que rechazan y esbozan. Su relaci6n con los signos-valores, con los signos-inteJigentes se sumerge en una nueva duplicidad. Mas que saludar una aurora, habria que saJudar en ellos un nuevo disimulo. AlIi donde no hay mas que superficies reina la conspiraci6n y el secreto.
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as to. mO'lII.ai41 vivanie, n.p. (26-29).
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XRVW OaVWVTI 03:s:m 'I3:
MARx LffiIDlNAL Es NECESARIO tomar a Marx como si fuera un escritor. un autor lleno de
afectos, su texto como una lacuTa y no como una tecdn; es necesario lIegar a desconcertar su barrera te6rica y acariciarle In barba sin despr ecio y sin devoci6n, sin falsa neutralidad tam poco. aquella que acon sejaba Merleau-Ponty en atTos tiernpos para alguien que, segUn decia, se habfa convcrtido de ahora en adelante en un cMsico y no h abia que tratarlo de manera diferente que a Hegel 0 Arist6teles; no, aC8riciarte la barba com o
si fuera un complejo volumen libidinal, despertar su deseo oculto y con ~1 tambien el nuestro. No es necesario criticar a Marx, y aun cuando 10 critiquemos, comprendan que de ninguna manera se tram de una critica: hemos dicho y repetido Que nos importa poeo critiear porque seria permanecer en el campo de la cosa criti eada y en la relaci6n dogmatica, incluso paranoica del saber. EI deseo de Marx no nos interesa por sf mismo, a unque el nos pueda informar sobre los temas de los escritos que se metamorfosean en temas de las "practicas" sociales y politicas. Es preciso llevar a Marx, al gordo y gran Marx, y tambien al pequeno Marx de los estudios epicurianos y luteranos, todo ese continen te, al atl as de la cartografia libidinal, 0 mas bien a la in ver sa: h acer atravesar ese pais extrano por nuestros afectos y desafectos, dando curso a nuestros apegos, a nuestras decepciones, refinand o aqui el a nalisis, dt!scuidandolo al1;1 porque no tenemos en absoluto la esper anza ni In intenci6n de forjar un retrato de Ia obra, de dar su "interpretaci6n". NosoLros no interpretamos, leemos, y dejamos por escrito. Durante mucho tiempo, habiendo leido Ma rx , Il evabamos a la practiea (pues esa es la palabra que los griegos nos dejaron como calamitosa h"e rencia). No decimos esto para hacer mas justiflcable 0 menos vergonzoso el uso libidinal que hacemos del Viejo al presente, sino mas bien para siLuar estas "practicas" en la esfera de 10 que pertenece justament.e a In inte rpretacion. Una pracLica politic a mar-
xista es una interpretaci6n de un texto, asi como una pn!.ctica social 0 espiritual cristiana es la interpretaci6n de un texto. De manera que las pr8cticas son en si mismas textos, en la medida en que son interpretaciones. Yes precisarnente eso 10 que no deseamos hacer aquf. Tampoco queremos eorregir a Marx, releerl0 0 leerlo en el sentido en el que los althuserianitos nos querian hacer "leer EI Capital": interpretarlo segu.n "su verdad". No tenemos el proyecto de ser verdaderos, de decir la verdad sobre Marx, no nos preguntamos 10 que sucede con la libido en Marx, ni "en Marx", es docir on su texto y en sus jnterpretaciones, principal mente prilcLicnB. VllmOIi fl trnl.nrlo mils bien como una "obrll de arte". Vamos a 111
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tamar tal
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eua1 detnlle, incontestable, juzgado menor, y que en efecto 10
es en relaci6n con los temas manifiestos de In obra, perQ no ciertamente
para la geografia libidinal del continente. Advertim os pOT noadidura 10 siguiente. amigos econornistas libidinales: nos hemos sentido casi obligados en suma, aeaban ustedes de oirlo, de h acer una suerte de declaraci6n de intenci6n, un poco solemne, vagamente epistemo16gica 00 menos posible sin embargo, hay que reconocer!o), en el linde de ese continente. Ningdn otTO continente nos arrancarfa semejantes declaraciones, pOT 10 demss bastante tontas y ciertamente inutiles. Podrfamos decir que es por desconfianza e intimidaci6n, prevenidos como estamos, por un pasado militante, de que poner la mano sobre Marx, aunque fu era para fornicar con ~ I , y sobre todo para eso, es vigil ado de cerca por los paranoicos que se lI aman politicos marxistas y en general par todos los Blancos de izquierda. En consecuencia, prudentemente les advertimos: he nqui con coal estado de espiritu, estado de coraz6n, estado de cuerpo nos acercnmos nl Viejo. Mas In "verdad" libidinal de nuestro preambul0 esta en otra parte. Ya dice 10 esencial, que es 10 siguiente: 01 Viejo es para nosotros tambien una mujer joven, un extraiio engendro bisexuado. Los dispositivos que canalizan sus impulsos en discursos te6ricos, y que van a dar lugar a organismos de poder, esos mismos que van a endurecerse en el Partido aleman, en el Partido bolchevique, esos disposilivos son evidentemente "comprom isos", son otrus tantas tentativas de estabilizaci6n de las fuerzas sobre el frente de la libido, mediaciones -jOh , cuan "alienadas"!, Cl)mo se solia decir- interpuestas entre los flujos de deseo y las regiones a las que se dirigen. Eso no solamente se ve en ciertos temas 0 al menos en ciertos motivos "men or es", de los cuales destacaremos algunos, sino que se observa , en primer lugar, en algo muy sorprendente: el aplazamiento perpetuo de In finalizaci6n del trabajo sobre el Capital. un capitulo que se convierte en libro, un a secci6n en capitulo, un paragrafo en secci6n. mediante un proceso de cancerizaci6n del discurso te6rico, mediante una proliferaci6n total mente pulsional de una red de conceptos destinada por el contrario. en primer lugar, a "detener". a "defin ir" y a just.ificar una politica proletaria, por consigulen te, mediante la aceleraci6n de una maquinaria de discursos con u na pretensi6n sin embargo explicitamente r acional (te6rico-practicn). i.EI non-finito es un rasgo de la teoria racional? Es posible sostenerl o ahora, en nuestros tiempos de posrelatividad; pero para Marx (jy por 10 tanto para Engels el impaciente!) eso debe h aber 5ido una inquieta nte rareza. Oiremos que en ese aplaza mi ento que hace que la "Economfa" quede sin terminnr, l y que los calculos del Iibro III del Capital senn fa ls05,2 1 V~lleo M. lluhol,lnlroducC::16n pi Lomo II dc insObras do Mn1'lf, ('d, r1'. do 1/\ Pl.Sllldo. 2 EII P (l. I~ rill!!'" 1'111_1('/\ dlT flllhm·BnwCI'k. VC£UJO P. SrplTfI, l'rfll/"ftlm, ,In III(IIOC},(JII-
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ya se indica todo un dispositivo, un monstruo libidin al con gran cabeza de hombre de pensamiento guerrero y conflictivo y cuerpo suave de joven r enana enamorada, monstruo que no llega a plasmar su unidad por esa incapacidad misma, y es este "fracaso"10 que se destaca en la interminable suspensi6n te6rica. Lo que tenemos ante nosotros no es exactamente el centauro, maestro de politicos como Chiron fu e el maestro de Aquiles; seria mas bien el h er mafrodita. otr o monstruo en el cual femineidad y vir ilidad se intercambian indiscerniblemente haciendo fracasar de ese modo la tranquilizadora diferencia de sexos. Pues bien. de 10 que se trata justa mente en la "Economia" es de esta ultima, y nosotros sostenemos, queridos camaradas, la tesis siguiente: la pequeiia Marx, ofusc ada por la perversidad del cuerpo polimorfo del capital, reclama 'un gran amor; el gran fiscal Karl Marx. delegado para la acusaci6n de los perver sos y la "invenci6n" de un amante que conviniera (el proletariado), se pone a estudiar el expediente del acusado capitalista. lQu~ OCUTre cuando se delega para la acusaci6n a un personaje que esta tan fascinado por el inculpado que se escandaliza de el? Sucede que el fisca l se pone a buscar cien mil huenas razones para prolongar el estudio del expediente, que Is indagatoria se torna meticulosa, cada vez mas meticulosa, que el hombre de ley sumergido en el British Museum en el anal isis microsc6pico de las aberraciones del capital no consigue despegarse de el, que la unidad organica, que se supone debe producir (diaJecticamente) ese hormigueo de fluj os perversos, no deja de alejarse, de escap:1rsele, de diferirse, y que la presentaci6n de las demandas se hace esperar interminablemente. lQu~ ha pasado entonces a 10 largo de las miles de paginas manuscritas? La unificaci6n del cuerpo de Mar x, que exige decretar la mucrte de la perversidad polimorfa del capital en beneficio del curnplimiento del deseo de arnor genital, no es posible. El fis~ cal no logra deducir el alumbr amiento de un nuevo y beno cuerpo (in)orgdnico (parecido 81 de las fonn as precapitalistas), que serra el socialismo, a partir de la pornografia del capitalismo. Si hay un cuerpo del capital, ese cuerpo es esiCril, y no engendra nada: excede 18 capacidad de unificaci6n del discurso te6rico. "No quiero decidirme a enviar cualquier cosa", responde Marx a la presi6n de Engels (31 de julio de 1865), "a ntes de tener el conjunto ante mis ojos. Cualquier defecto que pudieran tener...• esa es la ventaja de mis escritos, que constituyen un todD artistico, y 5610 puedo llegar a ese resultado a mi maners, no h aciendolos impr imir hosta no tencrIos todos completos del ante de mi." Pues bien, los eseritos nunca co nstituiran ese todo arlistico visible cuyo modelo en sf es el modelo de dilles /X'r dell mnrcllO.ndiSe8, Dunod, 1970, y In di8C\lsi6n do CUll tcllis por S. Lntouchc, 1~'lIi/lll!mQlol/ju
cl i<:m,omj/!, Anlhropos. 1973, pp. 539-551 ,
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un cuerpo {in)orgtinico, organico como totalidad consumada y fceunda ,
ca esperanza de una mejoria en un futur o pr6ximo) que no logro prose· gail' mis trabajos te6rieos. Es cicrto que un buen dia pond~ t~rmi~o a todo eso, perO hay circuostancias en las que uno esU moralmente obhgado a ocuparse de cosas mucho menos atractivas (things much less atractive) que el estudio y la investigaci6n te6ricos." No es muy atractivo, dice el equlvoco fi scal, su bello cuerpo pro leta rio, veamos todavia un poco m~s la infame prostituci6n del capital ... Pero diran ustedes, esa suspensi6n de la labor te6rica sobre el capital, no ~s ni por un segundo un placer en el sentido de una segurida d, de una irresponsabilidad, por el contrario, es el resultado de un Mercado libidinal, es el precio que el doseD de Marx muchacha enamorada del cuerpo reconciliado h aee pagar a Marx cabeza importante acusador8 del cuerpo social atomizado: IAh, to suenas con una uni6n sin dominaci6n de los hombres y de las cosas, y de los hombres entre sf, y de los hombres y las mujeres! Pues bien, muestra la consistencia del sueno, demuestra Que tambien la realidad suena ese sueno. Es decir: paga til tambien, paga can palabras. paga con palabras productos, con a rticulaciones, con argumentaciones fundadas. sin fin. ;,No es eso 10 que se dice, en sustancia, en ellinde de In obra, en 1844: el proletariado es Cristo, y el pretio de su reden ci6n es su sufrimiento actual; es pOI' eso que no basta con que se Ie cause un perjuicio particular, un perjuicio de tendero, una lamentable Iimitaci6n de sus mt'irgenes de beneficio, por ejemploj no, para su redenci6n hace falta un dolor total, por 10 tanto un perjuicio total, y eso serA de una vex por todas e1 proletariado para Marx, y ese sent Marx de una vez por todas para el proletariado que el deseo llamado Marx necesita : Cristo el proletariado, Marx su testigo mt'irtir, y el discur so te6rico, su cruz, su tortura? Seguramente la cosa se puede decir asf, con la meWora r eligiosa. Pero a esta Ie fa lta 10 esencial: presupone 10 que esU justamente en cuesti6n en el deseo de Marx, presupone ese cuerpo de referenda para el sacrificio -cuerpo del capital pa ra el martirio del proletariado, cuerpo del proletariado para oJ martirio de Marx-, sin el cual sacrificio y martirio se esfum an para no ser mAs que fantasmas de culpabilidad. Dicho de otTO modo, 18 meUfora sacrificial no es libidinal mente neutra, no es de buena economia, es de "buena" t6pica, requierc de un principio (aun~ que fuera imaginario, necesitarfa sin embargo de su soporte "simb6lico") de unificaci6n y de inscripci6n r especto del cual podrfan computarse y contabiliz8rse el sufrimiento y el placer, de la investigaci6n de Marx, en este caso. lY si fuera precisament.e esta instancia referencial 10 que Ie faltara a la inspccci6n de Marx, ese cuerpo de la Ratio de la cuents que hay que rendir? lSi 10 que prolongara interminabJement.e la investigaci6n fuera no como se diria con trivialidad "psicoanalitica" 0 "nietzscheana", el de~eo "masoquista" 0 18 "mala concicncia" de Karl Marx, sino el
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inorg6nico e n la Uiedida e n que no es b io16gico, sino e n esle casu t.e6ri·
co (el mismo modelo unitano Que serA deseado y "reconocido" e n las rarmas precapitalistas 0 en el socialismo, esta vez en el plano socia· econ6mico). ~a joven y casta Marx dice: en efecto, cstoy enamorada del amor, esto bene que parar, esta mierda industrial e industriosa, ha es mi angustia, qui eTo el retorno at cuerpo (in)orgAnico. y ell a se deja relevar por el gran erudito barb6n para que el establezca 18 tesis de que esla no puc· de sino cesar y decla re, como abogado de los miserables (par a los cuales ests la pequei'ia Marx), sus conclusiones revolucionarias; para que hags In obstHrica del capital y para que Ie de, por con siguiente, a ella, ese cuerpo total que necesita, ese hijo, al menos ese hijo en palabras que serfa et doblete a nticipa do (el benjamin nacido antes) del hijo carnal: del proletariado, del sociali smo. Pues bien, no se 10 da. Ella no tendrA nun ca a nte su s ojos "el conjunto artistico" de los escritos "todos completos". TendrA a nte ell a y en ell a un sufrimiento crecienLe, puesto que su fiscal descubrirl1 en la in vestigaci6n misma. en tanto no tiene fin. un goce extrano: el goce mismo que produce crear 13 instsncia de las pulsiones y su descarga en cl diferir. E I goce de la inf'initud. Ests "perversidad" del saber se llama justamente investigaci6n (cienlifica), y la intensidad no es al11, como en el orgasmo "norma l", la de una descarga que se instancia en la pareja genital, si no In de una inh ibici6n, puesta e n reserva, aplazamiento e inver si6n de los medias. Aunque eJ fisca l encargado de aportar la prueba de la ignominia pornogrtHica del capital repita, tanto en s u indagatoria como en In preparaci6n de su a Jegato, ese mismo "retraso en gozaY' -si asf puede decirse--, que simple mente es otra modalidad del goce dentro del dispositivo libidinal del capi ta l. Aunque pOl' su conteni do este siempre e n busca del cuerpo amable que el-eUa desea, la forma de esta investigaci6n contiene ya en si misma su desmentido y su imposibilidad. POI' esa raz6n, los cuidados que puede exigir ese cuerpo y que deberia tener derecho a obtener, suscita el mal humor del parad6jico defensor de los mi scr ables. Cu a ndo los refugiados de la Com una anuyen a Lond res y la Internacional estA totalmente ocupada POI' ellos, cuando en sum a a lgo asf como la "r ealidad" subver siva de esc cucrpo proletari o-socialista presuntamente buscado esta lla ante los ojos del mundo (y, a l parecer a nte los del autor del Manifiesto del Consejo de la Internacional , fechado el 30 de mayo de 1871), iq ue es 10 que tiene que decir Marx el 9 de noviembre del mismo ano a Dani elson, su traductor ruso, que espcra las correccioncs al texto del primer capitulo? "Sin duda es inutil esperar una revisi6n del primer capItu lo. yo quo mi tiempo, desde hace meses, esU tan tornado (y sobro ('IHI punto hoy po~
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vertigo de un terrible descubrimiento (siempre oeulto): que no hay nadie que lIeve las cuentas del sufrimiento y del goce, y que ~sa es 18 dominaci6n que ejerce el dinero-capital? Si nos atenemos a una "critica" (que se Quiere no cr(tica, por cierlo) de la culpa 0 el resentimiento que habria en Ia organizaci6n del deseo Hamada Marx, tarnbien Hamada en tenninos generales militante,J de hecho nos quedamos en la metdfora religiosa y reemplazamos la metlifor8 religiosa pOT una metafor8 irreligiosa, siempre reIigiosa por 10 tanto, en la eual vol venin a ponerse en acci6n los juicios del bien y del mal con referenda a un dios "nuevo", que seni el deseo: buena sera eI movimiento malo el investimiento; buena la acci6n como innovaci6n y paten cia d~ acontecimiento, mala la reacci6n que reitera la identidad. ;.Y c6mo describiremos entonces el dispositivo libidinal Marx 0 militante? Veremos aIll la pasi6n expiatoria y el resentimiento. Cualquier inversi6n (de los "primeros" en "ultimos", pero tambien de lo s dominadores en iguolcs) que forme Ia figura de la revoIuci6n implica, diremos, la intenci6n de un precio a (hacer) pagar. Si Marx se autoriza a instituirse como abogado de los proletarios y a prevenir contra sus explotadores, si a estos puede manifestarles: he aqui por que seT.!in ustedes quienes pagaran el precio, es, digamoslo una vez mas, a condici 6n de haber marcado sobre su propio cuerpo el sufrimiento, la expiaci6n y el resentimiento, y de que el mismo sufra y pague. ;.No es esta acaso la ley que da derecho al deseo de reuoluci6n, en la esfera del resentimiento: que el militante haya organizado su propio cuerpo en una monstruosa eomposici6n, asf como la mujer-el proietario obtiene del hombre-el acusador el mas duradero y total dolor, que todo el resenlimiento revolucionario se juega sobre su euerpo, entre la Marx y el Marx? Muy lejos de liberarnos de 10 que detestamos, la religi6n, el resentimiento. la culpa y la moral, por una critiea semejante: no haremos otra cosa que invertir los signos; Marx: quiere un cuerpo (in)organico, (.su deseo 10 esclaviza a un modelo genital? Nosotros queremos un modelo esquizofrenico y un cuerpo precario. i,Marx qruere hacer pagar? Nosotros queremos la gratuidad generalizada. ;.Marx in culpa? Nosotros disculpamos. lMarx-el proletariado sufre y reivindica? A nosotros nos gusta aJegremente todo 10 que se nos presenta. Etc. Nueva moral, nueva religi6n, es decir, de hecho, muy antigua etiea, incluso fuertemente "reactiva-, pues el partido del movimiento y de la existeneia siempre ha existido en el seno de las religiones, al menos de aqueUas que fundan su aul;oddad en una revelaci6n, para obrar como contra-veneno en Ia crcenda y en los aparatos de la creencia. cada vez que su adversario. el partido del
orden y de la estructura, ha terminado por cansar a los fieles e incluso a los sacerdotes. lQueremos enronees solamente ser los salvadores de un mundo faUido, los eorazones de un rnundo sin coraz6n, los profetas (crueles, crueles, esto. en el programa) de una humanidad sin habla? ;.Aportamos por 10 tanto nuevos valores? AI denuneiar el resentimienl;o militante no haeemos otra cosa que ualorizar cierta clase de dispositiuo libidinal, la viscosidad admirable como efecto de los flujos que levantan y borran sin cesar la gran pelicula libidinal; afirmamos su valor exclusivo: pues bien, el valor exclusivo se llama verdad. Por consiguiente, afirmamos: el deseo esquizo jesa es la verdad! ;.EI dispositivo de nuestra afirmaci6n misma, en que difiere de aqueJ que sirve para afirmar los antiguos enuneiados (el arnor, esa es la verdad; el renunciamiento, esa es la verdad; el conocimiento, esa es la verdad; el socialismo, esa es la verdad)? lLo que estos tenian de reactivo no residfa en su poder de excluir? lNo vamos nosotros tambien a exc1uir? iQue miseria! No es de esta manera como hay que describir, solamente describir, el dispositivo libidinal Hamado Marx; no como efecto del resentimiento. No describir nunca nada como efecro, esa deberfa ser nuestra regia; perc S1 todo, siempre, como capaz de efectos. Ahora bien, en 01 interminable aplazamiento de la perorata revolucionaria acusadora en Marx, hay cierta potencia de efedo; el discurso te6rieo deja de presentarse segUn su clausura aun incluso cuando la busea. Lo que Marx percibe como fracaso, sufrimiento (y eventual mente vive, en efecto, en el resentimiento) es la marca en su obra de una situaci6n que precisamente es 8quella misrna del capital, y que da lugar tanto a un extrafio exito como a una espantosa misel'ia: la obra no puede hacer cuerpo, como tam poco el capital puede hacer cuerpo. Y esta ausencia de unidad organica "artistica" da Iugar ados movimientos divergentes siempre asociados en un unieo vertigo: un movimiento de fuga, de hundimiento en el sin-eucrpo, por 10 tanto de inventividad perseguida, de adiciones 0 afirmaciones expansivas de nuevos pedazos <enunciados, pero, ademas, mtisicas, teenicas, etieas) en el patchwork insano: movimiento de la tensi6n. Y un movimiento de instituci6n de un organismo, de una organizaci6n y de 6rganos de totalizaci6n y unificaei6n: movimiento de la raz6n. Las dos elases de movimientos son efecoos en potencia tanto en el non-finito de Ia obra como en el del capitalismo." E1 "retraso" de Marx en su Iibro (que es tambien un "adelanto", en todo caso una diseronia), en lugar de hacer de el un efecto de masoquismo 0 de culpa, habria que com pars rio con el que constituye el motivo de Tristram Shandy. En los dos casos 10 que est:a en causa es la siguiente
3 VeRse el lcxlo de F. Fourquct, -Giflialogie du Capital II-L'lddal historif/lIC·, Recherches 14, Revue du CXR.F./., encro dc 1974, en particular el ellp. IV.
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" HIIY nl TCSpccto cicrtos hallazgos de Patrice Lornux en una invcsligaci6n en eurso.
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con~gur~ci6n: para fabricar un discurso, ya sea de n arraci6n 0 de teoria, que l~phque una organizaci6n nueva, inaudita, del espacio y del tiempo, el eScTltor (nar:ado:. te6rico) usa tiempo y espacio. En Sterne, est e u so (0 ~ta usura) se Inscnbe en el relato mismo. y 10 devora: el lugar y 18 dura. cI6n ocupados POT el "acto de n a rraci6n" poco a poco invaden aquellos que ,deber:an seT consagrados al relato de la historia y haeen que hta sea l ~POSI~I~,. 0 8 1 menos la transforman en relato de esta invasi6n y de esta ImpoSlbllldad. En Marx, la incidencia del "acto de elaboraci6n" en el espacio~tiempo d~1 dis~u~~o te6rico no esta marcada explicitamente por este ~Itlmol y 18 ImpOSlblhdad final de dominar la duraci6n y ellugar en un dlscurs~ (que en este cago es de teor ia y no de relato, pero Que no obstan~ r emlte a una supuesta "historia" tomada como referencia) no da c~blda al humor desesperado de Stern e, a un estilo. En Marx, la expres160 d~ ~sta desespe.r8ci6n es reprimida, escondida y arrinconada en tre s~ 8ctlV1?a~ d~ fabTlca~te de cnun ciados finales apodicticos y los enunCll:ldos, m slqUl era asertlVos, que publica en otr o texto, aqueJ de las confldencias, cartas, manuscritos abandon ados 0 r etirados, de la s notas de lectura y de los proye~tos. Pero esta desesperaci6n da lugar, sea como fue re, al suspenso te6rlco, abre el vado del: Esperen a que termine. .Ese vac~o es el del mediador que se aliena el sujeto (Marx, Sterne) y el obJeto (cl IIbro), para hablar como Marx; es el de la inhibici6n que reconduce el deseo desde su objeto primero hacia los medias para alcanzar10;. cs el del capital, que no ama el producto sino la producci6n y para ~U1en e~ pr~ducto no cs mas que cl medio de prcducir; es cl del partido co mUfllsta , que no ama la revoluci6n sino los medios de poder hacerla, y e~ c~yas manos esta no es nada mas que pretexto para el aparato que capltahza el deseo de revoluci6n. Ese vado, entonces, es aquel en el cual se construyen los aparatos de poder; perc es tambien fl exible viscosidad del capitalismo como migajas de cuerpo, como singularidades conectadas-desconectsdas, como amnesia, anaxia y anarquia, como arlequinada co~o ~eta morfosis sin inscripci6n, como den ota de las totalidades y to~ talizaelOnes, como agrupami entos efimcros de afirmaciones imprevistas.
No HAY REGION SUBVERSIVA
Repit.amoslo, repitamoslo, no vamos a hacer 1a critica de Marx, es decir la teoda de su teaTia: no vamos a mantenernos en 10 te6rico. No, es preciso mostrar cuales intensidades se alojan en los signos te6rieos, cm\les afectos en los discursos serios; hay que robarles sus afeetos. Su fuerza no cs de ning"lin modo el poder de su diseurso, no 10 es ni siquiera en proporci6n inversa; como arreglo eso serfa todavia un poco diaIectico; no, su po!..encia estaJ1a aqui 0 aIM, independientemente de la consistencia de la argumentaci6n, a veces en un detal1e olvidado, a vcees en el justa medio de un s61ido aparato de conceptos bien articulados y enfocados, pero evidentemente siempre en los signos inteligentes. ;.Que seria una critica de Marx (aparte de que ya h ay cien mil)? Tendda forzosamente que decir : joh! s igue siendo a li enado, joh! ha olv idado 10 simb6li co (eso es Baudrillard), jOh! todavia as religioso (eso seria mas bien nosotros), jOh!, signe siendo eco nomista (eso serfa Castoriadis). Ahora bien, evidentemente ha seguido siendo esto, ha oluidado aquello, es todaula tal cosa, todo aquello que, se supone, el cTitico ya no es mas, que h a superadD. Pues bien, nosotros no superamos nada ni tenemos nada que superar, aqui n o se trata de trepar por la espalda de Marx, "pr ovisto de anteojos dobIes, como un liliputiense eualquiera, instalado sobr e una puntita del trasero del gigante [era Arist6teles, en la ocurrencia] que anuncia maravil1ado al mundo la nueva visi6n sorprendente descubierta desde su punctum lIisus, y que se esfuena irrisoriamente por hacer comprender que no es en la efervesceneia del coraz6n, sino en la circunscripci6n firme y s6lida en la que 61 mismo se situa donde se eneuentra el punto de Arquimedes, del cual el mundo ests suspendido par goznes", como escribia la pequei'ia Marx, Alicia, en sus anotaciones sobre su tesis de doctorado. 5 Por supuesto que sigue siendo religioso. Perc, ;.que es 10 que queremos-deseamos? lUI) verdadero aleismo? jPero no! Un mas alla de la r'eligi6n y del ateisT)"lo, algo as! como Is parodia romana y, en eonsecuencia, no estariamos para nada contentos con h aber "demostrado" que la politica y la economia polftica de Marx estlin Henas de religiosidad, de reconciliaci6n y de espe ranza, aunque hayamos estado forzado s a hacerlo y sea imposible eludir esta sucrte de discurso sabio. Sin embargo, a este 10 conocemos bien por estar articulado de modo de no dejar pasar nada de las emociones que 10 sosticnen y, por 10 ta nto, que tranquiliza por su !'i M II:.W.
Ergllngung Band 1. Alimerkullgen zur Doklordisserlalwn, p. 33L
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posici6n misma,
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Que 5610 se perm ' te d . unico nfecto noble por 10 q e I eJaT atravesar alguna angustia u parece pero no el arne I 61 ' Sorpresa azorada. Lo que nos d' f' • r, no a c era, no la en un discurso libidina l las in teeJa.~ 8dcon tentos sena 'pader retranscribir de Marx ue I nSI a es que atormentan el pensamiento
del
bu eno, trabajaban sin saberlo y habrian de aprenrler a hacerlo si bien no con el nombre de griegos, sf con el d e romanos 0 ingleses -nosotros decimos: esta muy bien, y h acemos marchas forzadas en el mismo sentido, convencidos de que h ay que destrnir en todos lados los bastiones de la presunta racionalidad econ6mica y tambien los de la semiologia- . Pero, a l igual que respecto de esta ultima, no queremos caer aqui en la trampa tendida por esta racionalidad en el momenta mismo en el que se la venceo Esa trampa muy simple consiste en responder a La demanda. de La teorCa uencida, y esta demanda es: pongan algo en mi lugar. Ahora bien, 10 importante es ellugar, no el contenido de la teona. Es elLugar de la teoria 10 que hay que vencer. Y eso no puede hacerse sino por desplazamiento y fuga. Importa poco que digamos: no hay historia, si se reempiaza la hi storia lineal d e las etapas del desarrollo de la humanidad, tal como 10 imagina el materialismo hist6rico, por una historia 0 incluso por una simultaneidad de formas discontinuas que den cuen ta de las formaciones socia les en sus diferencias extemas e intern as. Imports poco decir: no hay economia politica universal si se anade: la verdad de la reJaci6n social es el intercambio simb61ico en su ambivalencia, s610 este i ntercambio da derecho al deseo en su potencia er 6tica 0 letal. Tanto mas cuanto se es bastante sutil, y aSI era la muy bella entr ada en materia de Baudrillard en su a rticulo r ecien te sobre el fetic hismo , para reconocer que el deseo subtiende tambien al capitalismo, que este por 10 tanto de alguna manera da derecho a aquel, que 61 no es una nada libidinal aunque en su investidura com por te un efecto propio de anula :i6n (la de la ambivalencia). Pues bien, una vez consentida esta pertenencia del capital al orden del deseo, una vez especificarla la "perversi6n n que la marcarin, henos de nuevo en la teoria y en In valorizaci6n: "Y segUn el mismo movimiento revolucionario, aquel Que fue el de Marx, decimos que hay que pasar a un plan radical mente diferente Que permits , mas alia de su critica, la resoluci6n d efinitiva de la economfa politica. Este nivel es el del i nter cambio simb61ico y de su teorfa".8 ioDinin ustedes Que la economia politica descansa en el desconocimiento del deseo? No, sin o en la forclusi6n de la castraci6n, responde Baudrillard. Pero, lque es esta castr aci6n y su forclusi6n?, leI deseo esta marcado por la castraci6n y esta 10 orden a como 10 negaliuo de Saussure subtiende la lengua? Extrana partida de escondite entre nosotros: esta castraci6n, esto negativo, 10 que aqui lIamamos el gran Cero - Iejos estamos de ver alii el orden del deseo, Que es movimiento de energlas-, es para nosotros el del capital en el sentido mas amplio, aquel de la teologia
discu~oq de'l:O;co~:~:r;ld:~n dit~ula~as en 18 fo rm alidad plana
~enzar a mostrar en el, c6mo Is e~o~~m:ca. l'Ir;n ostra r de ese modo, coa po 1 lea es una economia libi-
dma!.
Estamos, pues, muy cerea y rnuy I ' d B d' u~a excelente oeasi6n para expli ctirnosl eJos e au nllard,6 y esta ~s mlento de BaudrilJard con el cua l 0 ~n poco, ya Que hay un mOUL-
polarizados. Muy ceres' no I'e nosI sden Imos como sin cronizados y co. • nen que J I L' 1o que gobierna e1 enfoque de este hus e es mas . eer o. CJos, porque hipoteca de 10 te6rico y de 10 crifc e;,;nano slgue estando gravado por la critico como imperialismo y 10 te~?' 0 es por~ue no h~ya denunciado 10 las que a iegremente r efrenda Tipco como raclsmo vahendose de f6rmu_ 61' mos. ero por mas bel la y sa ta cera, Slgue apuntando todavIa a IO d de . n que sea su mia politica, aunque sea ma rxista S ver a roo Ie. reprocha a la econoper6 de ella justamente 10 contra;io o~r~todo manos~ puesto que se esla producci6n, del valor del trabajo' ~a~ pe~m.anecldo en la esfera de haber r eprimido 0 mas bien forcl y er 0 uldado por 10 tanto algo, Baudrillard ca lificaba anteri orm~~t~ ~~r fiU~\~u:rte de perve;si6n que personas que no estuviera subo di d Ie c IS a, una relacl6n entre sino que estuviera enteramente rre n.~aa a a c?nsideraci?n ~el producto, teramente centrada en e l agota ~ t po~ e: IOtercamhlO slmb6Iico, enamor y de muerte en un da 'b~'den 0 e os recursos Iibidinales de , r -reCI Ir espreocupado po b' despreocupado por el poder ded' d . r conservar lenes, potencia. La economia politi~a se I~a 0 a reaVlVar a cualquier precio la a en a lguna parte en la historia d en con.secuencia, a lgo que comienza pecie de dispositivo social . muy ele;os ~mam~ad, e~ todo caso con una essociedad -de presentarse'en fiJi an e ser a ~er ad uni v~rsal de toda las sociedades a rcaicas' serfa la gr a, ~n embrl6n~, estana ausente en capitalists sobre interc~mbi os S·pr~rl~ccI6n re~roactlVa del ordenamiento para valer s610 segUn la pasi6n I: ~co~ que I.gnorar~an todo de l interes la ambivalencia. ' d 0 e a eqwvalencla para exhibir s610
.J
7h
Que se apaTten con el reyes de J I 10 "determinante" y de 10 "dominante"a7 ~a~o. as pequei'ias arti manas de tl"ista segUn la cual los· . ' a vISl6n profundamente logocengTiegos clertamente ignoraban el trabaJ'o p 6 . . ero, En 14 nll1V1r de la production Caslcrman 1973 Tr rlu ia prtXiuccidn, Barcclona C<.disa 1983 P d' d . . csp. dc freoe AHofr: EI espejo Jd',,..,. . _I·· ' , . ero es e ya nnr cior1.o c~ P , . ~" ltOm le yvol/UJUt! du silllle, Gallimnrd. 1 972 IT 'r~ .. our lint! critique Crt/t Cli ,ie fa econom(a po/fliea delsigno MOx. S', " ClIp. do Aurolto GIll'7.60 del Camino: 7 Scgdo Godel" ' leo, ,goXXl.I07>1. tor, 60gUo Poulantzas (Podl!r polf/jetl:Y (',)m·j",,..i,. fill d",,,,), 'lIiO hnbrf/\
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hco::ho lambicn 10 nccORario para atracT8C la oolcrn de Baudrillard. Fuc objclo de nUCfltro oRludlo hncc uoe 0 tree ai\os. ij I.e Miruir de ta prcx/UCtiOfl, p. 38.
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que c8pi~liza los afectos en Ia instancia del OtTO, una figura del deseo. Y Baudnllard tendria el derecho de decir que es nuestro economfa Iibidinallo que forcluye Is castraci6n y, por consiguiente, ef deseo. iSostenemos nosotros 10 contrario? Ni siquiera. Thmemos un caso preciso. Cuando BaudriUard dIce: "No hay modo de produccidn ni produccidn en las soci~dades ~rimitivas. no hay dialectica en las sociedades primitiv8S, no hay mconscumte en las sociedades primitivas",9 nosotros decimos: no hay soeiedades primitiv8s. En primer lugar, metodol6gicamente (y sf... ), esta sociedad de donaci6n y de contra-donaci6n desempefia eo eI pensamiento de Baudrillard e1 papel de una referencia (perdida. por supuesto), de un atenuante (inhalJable) a au critics del capital. BaudriIJard no quiere oir hablar de natura.lezR y de naturaJidad.lO lC6mo no alcanza a Vel" que toda la problematica de 1a ~onaci6n, del intercambia simb6lico, tal como la recibe de Mauss, con 0 sm los agregados y desyfos de Bataille, Caillois Lacan pertenece de !Ieno al imperialismo y racismo occidental; que ~s tOdarla el buen salv8Je de la etnologla, un poco libidinalizado, 10 que hereda con este con 7epto? Aq~ serfa necesario hacer un rodeo, examinar 18 critica de Baudnllard a la Idea de naturaleza, refutar la dicotomia que el propane entre la "naturaleza buena", que serfa )a que se deja "civilizar" es decir dominar y explotar, y una "naturaleUl mala", que serfa la rebeld~. Definido c~mo esta c~ntra el materialismo de las fuerzas y relaciones de produccl6n, que eXlge en efecto ese desempate, olvida que en el pensamiento polftico, es decir tam?ien sociol6gico y etnol6gico de OCcidente, al menos desde .el Plat6n de Timeo que va a buscar los depositarios de su utopia 8.tlantica e? los muy antiguos "salvajes" egipcios, y en el pensamiento soclo-econ6mlco de Marx can seguridad, hay la referencia, totaImente inversa, de ~na naturalaa buena rebelde, de una naturaleza que es buena en la .medlda en qu~ es rebelde y, por 10 tanto, en la medida en que ha sido deJ~da fuera, oluldada, forcluida. La etnologia en su totalidad, tanto la de LeV1~Strauss como la de Jaulin, emana de esta fantasia (que a su vez no cs ~mo un caso entre otros de la puesla en representaci6n propia de Occldente, que .procede ~e su logo?lia). La mostraremos en Marx, no para con~encer.a qUlen sea, smo mas bIen por una especie de placer, por afecta hacla esa Joven que es ~I, que suena con la reconciliaci6n y cree, por otro lado, que esta ya ha temdo lugar en alguna Parte y en otros tiempos, y de In cual ella, ella y su amante, el pro letar iado , han sido privados. M~st:arem.os que para hablar del trabajador arcaico, este Marx de 18 femmeldad bene acentos en Surna bastante parientes de los de Baudrillard cunndo forja su mito del intercambio simb6Iico. 9 Ibid., p. 38 (I ubrnylldo en el tcxtc). Ibid., cap. II.
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Ocune que quien no quiera reconocer que Ia economia polftica es libidinal, reproducid con otras palabras la misma fantas!a de una :e~6n exterior en Ia eual el deseo estaria al abrigo de eualqUler trans~pc16n inf'iel como producci6n, trabajo y ley del valor. FantaSIa de una regJ6n no aHenada. Metodol6gicamente, rehacer el movimiento de Marx, aun pro10ngIDldolo hacia la posici6n deseante, es rec~menzar la ~eligi6n; de manera que hay algo de casi trttgico en la parodia de Bau~r:nard al celebre enunciado de 1843: "Para Alemania, la critica de la rehgJ6n est8 e~ sustancia tenninada", cuando escribe: "La critica de la economia politlC8 esut en sustancia terminada". Ya que en ese texto de 1843, que .supo?e. comenzar otra cosa, una politica que no sea filos6fica, es d?Cl: religJos~, Marx deja sa1ir su amor muy religioso por una consu~tanC1ah?ad perdi· da de los hombres entre sf y con la naturaleza: es alIi en particular que su deseo de retorno, tan semejante al de Rousseau, tiene. curso tram~da el gui6n absolutarnente cristiano del mttrtir del proletal"lado como eplsodio sacrificial necesario para la salvaci6n final: flEs neeesario formar una clase con cadenas radicales, una clase de In sociedad burguesa que no sea una clase de la sociedad burguesa, una c1ase que sea ]a disoluci6n de todas las clases C.. ), una esfero que sea ]a perdida completa de} hombre y no pueda conquistarse a sf misma sino por la renovaci6n completa del hombre",11 etcetera. . No digo que ese gui6n esW en Baudrillard, leJos de. eso; pero hay. forzosamente, la reproducci6n de eso mismo que I? subtJende y qu~ el desao de Marx requeria ("es neeesario ..."), una regI6n. que no estuVle:8 en la sociedad y que fuera: "Gener8ciones puestas 0 deJadas fuer~ de Cll"cuita, off limits, por el desarrollo mismo de las ~uel"Za~ prod~ctivas"; y de esta producci6n de los marginaJes de hoy en dla se ~r.tt, aSl como decia Marx de los proletarios de ayer: "Nuevas contradlcClones nacen de 0111".12 Una vez mas: nuestra intenci6n no es reducir aqueJ~o a esta; no deja de complacernos la c61era del antieconomjs~ y ni un ms~nte hemos dejado de sop]ar sobre ella. Por otro lado, el bene much"o ~wda~o d"e mostrar que estes contradiceiones no son de ningtin modo dlaJeC~Cas. y de oponer a las reivindicaciones ~ue son s~lo elementos d~I Juego que eJ capitaJ juega consigo mismo-,. la subversl6n. que ?e por SI no e~ tra en et orden de la economfa polftlca. No hay dlalectlca en Bau~TlI lard, y no la hay porque la referenda subuers~u.a, la del huen sal~aJe y del buen hippie, a sus ojos esM presente posttwamente en la socledad moderna, no negatiuamente como Marx imaginaba respecto del .proletariado. Los marginales son afirmaciones libidina1es, los proletano~ eran negaciones de negaci6n en un periplo y en un relevo. Nosotros sImpleII Contribuci6n a 10 crftico
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mente tememos las consecuencias de esto, de este pequeno detalle de n es~ rnatiz "metodol6gico : que 10 afinnativo sea delimitado como ~na reg.L6n, pues tods .regi6n da lugar a regimen y a reino, ~ signo y spaTaro, y 51 uno ha deposltado la esperanza en ella, se asegura estar desespera. do. lAeaso, como poHticos, deseamos nosotros todav[o y siempre desesperamos... ?
TODA ECONOMIA POLITICA ES LmlDlNAL
He aqui una primers cosa que nos haee decir: no hay sociedad primitiva, es decir: no hay referencia exterior, aun cunndo fueTa inmanente, a partir de Ia cual se pueda bater siempre y propiamente el desempate entre 10 que es de capital (0 de economfa political y 10 que es de subver8i60 (0 de economfa libidina1); en la que el deseo sea cIaramente legible, en In que su econom(a propia no sea confusa. Y que se comprenda bien esto: "confusa" no quiere decir "contTariada", viciada, por una instancia ajena, mala. Esa es la problemtitica de 18 aHenaci6n , es, para invocar a otro hermano, 10 que todavfa pertenece en el Anti·Edipo I a esta idea de un error 0 de una maldad. "ConfUJ;S" quiera decir que 1a economia del deseo no es asignable, ni siquiera como ambivalencia, no solamente porque es Eros y pulsi6n de muerte, sino porque los efectos de una y otra instancia son inasignables, como ya se dijo. Confuss en consecuencia para sf y en sf, no 8travesada por otro orden, econ6mico politico, y alienada a e1. No hay alienacwn desde e1 momento en que se escaps a 1a situaci6n critica. Y hay tanta intensidad libidinal en et intercambio ca· pitalista como en el intercambio supuestamente "simb6lico". Y ess es la segunda cosa que hay que decir, de manera mtts provocadora 0 afirmativa, glosando nuestra: "no hay sociedad primitivs". No solamente no hay otra referencio. "regional": el capitalismo es tambi~n una sociedad primitiva 0: la sociedad primitiva es tambi~n el capitalismo. En primer lugar, este ultimo enunciado: por supuesto, los salvajes no capitalizan bienes; lpero quien no ve que la instaneia mereantil al menos del gran Cero es 10 que autariza e incluso exige La puesta en equilibrio minuciosa de las entradas y salidas de arectos (bajo la forma de padres y de palabras, de ani males, de vidas, de sexos), es 10 que domi· na en estas sociedades y 10 que las haee mant.enerse? Tomemos las deseripeiones etnoI6gieas que ustedes podrian oponemos como eontraejemplos embarazosos, los mas embarazosos; al azar, las brujas loeas que Michel Leiris frecuenta en Gondar;\9 el terrible asesinato, la varilla del arco de Jakugi suspendida durante tres noches sobre la nuca de la joven que debe pereeer, asesinato anunciado, reverenciado en un canto insomne, tan admirablemente descrito por Pierre Clastres. 14 Por cierlo, intensidades extremas aqui y aiM, y ambivalencia, es 10 menos que se puede deeir. Pero 10 importante no es ni siquiera eso, esta posibilidad de l3 L'Afrique fCl.1ItOme, Gallimard, 1934, pp. 842-475. 14 Chrollique des Indians Guayaki, Pion, 1972, pp. 252.261.
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nmor y. de odio c~minal del cazador indio hacia su compatriota, ni la cXllltacl6 n orgasmlca y mortifera de las mujeres contaminadas con la sangre de los ani males sacrificados; 10 importante es que esas intensidades indiscutibles se le~n tambien en terminos de orden, y aun de retorno £II orden, que las tenslOnes que de golpe se inscriben en In punta 0 en el centro de la superficie social forman parte plena mente de ella e n el senLido en que no I~ s~bvierte.n en absoluto, sino que Hteralment.e Ja componcn y, por conslgulente, clrculan en ella como signos semi6ticos intercambiables, inteligibles. Pues bien, Baudrillard toleraria que se hable al respecto de esre modo: sociedades de donaci6n y contra-donaci6n diria 61. Se~, p.ero e~to~ces es n~cesario. que admi~ 10 siguiente: que el ~inter cumblO slmb6hco es tamblt~n un mtercambJo en el scntido de la economia politica. Pero aho:8. in tentemos esta otra proposici6n, y veamos qu~ results de el la.: este ~lstmulo de las inten ~idades en los valores y de los valores en las IOtensldades, no es menos activo en la sociedad capitalista. Asf como hay un orden que capitaliza a los salvajes (que el imperialismo de Uvi-Strauss autoriza pero, lqu~ imperialismo no esM autorizado por un gara.nle del orden, por un deseo de perecuaci6n, activos en la sociedad dommada mismf..l,?), hay potencias errantes en los signos del capital. No c~ sus mdrgenes y en sus marginales, sino disimuladas en sus intercambIOS mds "n ucleares", mas esencinles, mas "alien ados" 0 "fetichizados" segtin el punto de vista de Baudrillard. 8i no reconocemos esto, tendremos que recomenza r una nueva critica, la critica de la "critica de la economfa polftica del s~gno", de aqui a diez anos. Pero el deseo del capital, t.nl como puede ser m stado aqui y alia es extraordinariamente dificil de rcconocer; por ejemplo, sobre el trabajo en el sentido terrible y comun de 10 c~mba para la que no hay -el trabajador mismo hoy no las tiene8ll:ficl ente~ palabras de desprecio y desconsideraci6n; 0 sobre el objeto, e1 nl1smo obJeto que la fa scinaci6n de Baudrillard respecto de ~I nos ha oyudado a recuperar en su potencia a t raves de su poder: lei fetiehismo no es ocasi6n de inten sidades? lNo da acaso pruebas de una admirable fuerza de invenci6n, de adjunei6n a Ia banda libidinal, de ocurrencias que no pueden ser mas improbables? lDesde d6nde criticar{an u stedes el retichismo cuando saben que no se puede criticar 18 homosexualidad 0 el ml.lsoquismo sin se r un vu lgar cabr6n del orden moral? 0 bien incluso In carga de intensidades libidinnles en el tiempo del capital, esa extrana reso rve y gasto por anticipado, todo al mismo tiempo, que implica el sistema del banco y de la moneda; in tentaremos un analisis de esto mas edelonte. 0, mas simple,ln earga del sistema, como tal, en general, trato por 01 cual un Ge 1l Man, grnn fisico, co labora de pronto con un Wostmoreland, ~i ~ornble criminal "eientifico" de la guerra de Vietnam, trow do una d OC I81Vfl congruoncin y, sin duda no exclu s ivo on ro lnci6n 4
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con otros, entr e la ciencia y el capital. Pues bien: la ocupaei6n del sistema, del valor, de la constituci6n de pedazos de banda libidinal en terminos que s610 valen por "difcrencia" 0 remisi6n, y del dietado de las leyes de esas remisiones -es deeir la ocupaci6n furiosa de la relaci6n y de su com padre, la falta ("Drogs ni siquiera se pide por no tener mas faIts, pues Ia falta es un tener como cualquier otro">--,I& en el sentido de la economia libidinal freudiana, de la Metapsicoiog!a 0 del Ello y el Yo, les que eso no puede dar lugar a vertiginosas intensidades? lLas invenciones mas preciosas de Einstein no mudaban tambien por cste mismo deseo, por esta convicci6n de que Dios, como el decfa, no juega <;.iertamente a los dados? lY que es 10 que se haperdido alii dentro? Nada. Pero ustedes pueden deeirme: eso da lugar a poder y a dominaci6n, a explotaci6n, y aun a exterminio. Absolutamente cieroo; pero el masoquismo tambien; y el extrano convenio de la o.s. eon su ehamba y su maquina que tan n mcnudo hocc pcnsor cn cl dispos itiv~ de In histcria, tambien puede producir el exterminio de una poblaci6n: basta ver los proletarios ingleses, 10 que el capital, es decir su trabajo, ha hecho de sus cuerpos. Pero ustedes pueden deeirme: era eso, 0 morir. Pero siempre es eso morir, esa es la ley de la economia libidinal, no, la ley no: ~sa es la definici6n provisoria, muy provi soria y en forma de grito, de las intensidades de deseo, eso 0 moriT, que es: eso y morir de eso, siempre la muerte en eso, como si fue ra su corteza interior, su delgada piel de ave llana, 00davia no como su precio, sino por el contrario, como 10 que 10 hace impagable. lY quids ustedes creen que esa es una aLternatiua, eso 0 morir? Y S1 h acemos eso, si nos hacemos esclavos de su maquina, maquina de maquina, ching6n chingado por ella, oeho horas por dia, doce horas haee un siglo, les porque estamos obligados a hacerlo, constrefiidos, porque querernos vivir? La mucrte no es una alternativa a eso, es parte de eso, testimon ia el goce que hay en eso, los desocupados ingleses no se han hecho obrcros para sobrevivir, h an gozado -agarrense fuerte y escupanme encimu- el agotamiento hist~ rico, masoquista, y no s~ que m as, de aguantar en las minas, en las fundi ciones, en los talleres, en el infi erno, han gozado en y de la loea destruccion de su cuerpo organico que les era ciertamente impuesta, han gozado porque esta se les imponia, han gozado de la descomposici6n de su identidad personal, de aquella que la tradici6n cam pesina les h abia construido, gozado de la di soluci6n de las familias y de los pueblos, y gozado del nuevo anonimato monstruoso de los suburbios y de las cantin as de la manana y de la noche. Pero dejemos que tal goce sea: es semejante -yen esto la pequena Marx veia claro- es semejante en todo sentido al de la prostituci6n, goce del anonimato, goce de la repetici6n de Lo mismo en la ehamba, el mismo
°
lIS Sophl(l Podo l ~kl,
u
Pays oil tout estpermis, Picrre Bclrond, 1973, p.l04.
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gesoo, Jas mismas idas y venidas en e I tall . cudntas toneladas de carb6n cuantas b er, dcu~tas vanllas por hora, de mierda, no "producidas'" . ~as e erro•. cUMtos barriles les del, cuerpo u;a~~:,c~~:;O~~~~~i::;::~:; :ismas par· III vaglna y In boca de 18 prostituta tamb' . as? as, y como sensibilizadas, como Ia oreja de esc' obr H~n usadas, ~stenc~mente in· Z8, quien escribe tranquiJamente era que 'Ibmatls descnbe yanaHjunto a un altemador que funcio~~ :o~e~cio e:;:.cha los ~uidos m~s finos su audiograrna, comprueba que la l a ' , y cuan 0 'Ibmatis haee cionamiento del alternador a 20 ~ sont~a que cO,rresponde al fun. consiguiente, tratamiento histeri~o de un es n~utrahzada. sorda. Por puta organizaci6n usc libidinal exigid . a !:c16n del cuerpo auditivo, de trabajo", pero ~ue son las de la pr~~t~~e:Cj6n.e~;ie~~~ I~:~c;n~c~~es por supuesto, que 10 decimos sin ninguna condena ' . n n 0, cl contrario, descubriendo que alIi ha estado '. s~n m~gUn pesar, pOr extraordinaria, disimulada-disimulante d y qU,lZ per ura, la fuerza tencia, fuerza de goce en la locura his~~i e1 trabajador~ !berza de resisque los soci61ogos lIamaban parcelarias s: ~~~::ti~ondiclOnes d~ trabajo Pflreel~~:ueden ser, como tales, vehiculo de intensida~~s 1~~~:II:sa esas
utilizadas,
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c~da~::~~:r ~as::!~~:~:~~~ ~t~e~~!~;C~~~ ~u:ny :0
para ests. d'claro pued e proplsmente tener p to menu 0 no y mas porque cada cual 'e ues que ~e s~pone que ella es inconfesable, t.ra bajo capitalista aun el ~::~~~penencla ~ue porque no la tiene) del f'ia intensidad perversa or 10 0, que pue e hallar goce y una extraIlfl metamorfo~is "produ~~va" 0
~1!'to~:t~;~~~ ~~d:C~; ::::P;,~~~~a;;ols!f~~:~~a~,o~:;~~ ~:~t~~~~~~!~~ n ena, euan estti claro que h h b' d . ' 0
~a:a~:b~: ~~~~o~~c~~:r~~t;:~~i~~ll: r::6~ ~~~:!Sn: ~~~:~i~~ j:~~:
tidad ue ese en S mlsmo en su urudad y su idenh igi~~i~a = gri~;:~:::t:ayf::;esn;aat-Palsabl~m~nte libidinal, er6tica e 6 'y resentida en I '6 ura = cnsbana_, y que tod a rJenfiCI· n es pensada a del resentimiento, que es el senti::;;o n. con. :~a fantasia, en el sentido d0800 de retorno? Pero el cuerpo de los SUS~I , 0 po: e~ ~an Cero como
~~~~::re;o~~Ote~~~ el de los mineros escoc:as::J~= ~~~;~;OS~g~:: ~~ ~!; Comprender tambien, finalmente . 1'0 nl do los proletarios, no es de nin . ~ qU~ un goce ,semeJante, me retiey mds in,tensas rebeliones. EI goce e~ns:oor~ae:l~lu:;:o de las mas dur.as to r su dIgnidad que los obreros van a b , e s Dara reeonQuIs_ 60cuestrar a los jefes, cambiar los
dele;d~~~r~:~ rJ~~~:~O~~:Il~ll:,.Q~~n:~
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incendiar los palacios de gobierno y a degollar a los centinelas, no, es por algo muy diferente: alii no hay dignidad; 10 que Guyotat logro de manera tan admirable en tkrminos de escritura a prop6sito de Argelia. 16 Hay posiciones Iibidinables sostenibles 0 no, hay posiciones cargadas que, de golpe, se descargan y las energias pasan par otros pedazos del gran rompecabezas, inventan nuevos fragmentos y nuevas modalidades de goee, es decir de intensificaci6n. No hay dignidad libidinal, hay contactos libidin ales sin eomunicaei6n (a falta de "mensaje"), Es por eso que puede existir la mas profunda incomprensi6n entre los individuos que partiei. pan de un mismo combate, aunque est~n co]ocados en el mismo sitio en la sociedad y en la economia. Si ese argelino luch6 cuatro anos en la guerrilla a algunos meses en las redes urbanas es porque su deseo se volvi6 deseo de matar, no de matar en general, sino de matar una parte investida, no 10 duden, todau(a inuestida, de sus regiones sensibles. (,Matsr a su amo frances? Mas que eso: matarse como lacayo complaciente de ese amo, despejar la regi6n de su consentimiento prostituido, buscar otros goces en vez de la prostituci6n como modelo, es decir como modalidad predominante de la ocupaci6n, Sin embargo, al elegir la instancia del matar, su deseo quizas aun quedaba atrapado en la relaci6n punitiua que queria abandonar, quizas ese matar era todavfa un suicidio, el castigo, el precio exigido por el padrote, y la servidumbre. Pero en ocasi6n de la misma lucha par la independencia, ese otro argelino, "moderado", es decir centrista, que opt6 POt cl compromiso y la negociaci6n, buseaba una disposici6n gozosa muy diferente, excluyendo tal muerte de sus datos, incluyendo el calculo, alimentando ya el desprecio de los cuerpos y la exaltaci6n de las palabras que requiere Ia negociaci6n, por consiguiente tambien su propia muerte, pero como came en general, no como cuerpo prostituido, muerte rnuy admitida por el Occidente hablador. Etcetera, Ahara bien, estas separaciones, que son het.erogeneidades de ocupaci6n de los flujos er6ticos y mortiferos, cvidentemente aparecen en el interior de cualquier "movimiento" social, ya sea 6ste infimo, a escala de un taller, 0 inmenso, cuando se extiende a todo un pais 0 un continente. Pero, aparte de los momentos de la rcbeli6n abierta, veamos que estos goces singulares, "histerico", por ejemplo, 0 el que llamariamos de "potencial", tan emparentado can Ia cicntificidad modema, 0 incluso aquel mediante el eual un cuerpo se cncuentra situado en e] Iugar de la reproducci6n ampliada del capital, donde esta completamente subordinado al calculo del tiempo retenido y del tiempo adelantado, -pues bien, todas estas instancias (aqui esbozadas de manera salvaje), aun cuando la maquina capitalista ronronee en el aburrimiento general aparente y que cada uno parezca hacer su chamba sin historia, toda esta determinaci6n de 16 Thmbeau pour 500,000 Boldats, G.ul1imnrd, 1967.
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instancias libidinales, estos pequeftos dispositivos de retenci6n y de derrame de los influjos de deseojamds son francos y no pueden dar lugar a una lectura socio16gica 0 poUtica univoca, a un desciframiento en un lexi. co y una sintaxis deeidibles; el castigo suscita tanto la sumisi6n como ]8 rebeldia, el poder tanto 18 fascinaci6n del orguI1o como 18 depresi6n autodesvalorizadora; todo "oficio" demanda Ia pasi6n y el odic, aunque estos sean la indiferencia, en el sentido de Marx, de Quien 10 ejerce. Por consiguiente ambivalencia. diTia Baudr illard. Y nosotTos decimos: mucho mas que eso, todavia algo mas que eso, que ese condensado caso de arnOT y de disgusto 0 temor, que en definitiva podre desplomarse bajo el golpe de un and.lisis semio16gico 0 hermeneutico de los afectos -la polisemia no atemoriza a los in~rpretes-, al mismo tiempo y de manera indiscernible, algo que es un Mnnino que funClona 0 dis-funciona en un sistema, y algo que abruptamente es slegr!3 y dolor implacables; a la vez significsci6n ambivalente y tensi6n, disimuladas una en la otra. No sola mente et y/o, sino Ia coma silenciosa: ",".
TODA ECONOMIA POLITlCA ES LIBIDINAL (B1S)
Cuantas barras de hierro, toneladas de esperrna, decibeles de gritos de lecho y midos de fabrica, mas y mas aUn: ese mas puede ser investido como tal, 10 es en el capital , y hay que reconocer no s610 que es comptetamente imltil, eso 10 aceptamos plenamente, no es ni mas ni menos vano que la discusi6n polltica sabre el agora y que la guerra del Peioponeso, sino que hay que recanocer, sobr e todo, que no es ni siquiera una cuesti6n de producci6n. Estas "productos", no son productos; 10 que aqul cuenta, en el capital, es el hecho de que estos sean padecidos y padecidos en cantidad; es la cantidad, el numero impuesto 10 que en si ya es motivo de intensidadj no la rnutaci6n cualitativa de In cantidad, de ninguna manera, sino, en Sade, el aterrador numero de golpes que se recibe, el numero de posiciones y de rnaniobras que se exige. el numero de victimas que se requiere; en Mina Boumedine la abominable cantidad de vergas que penetran por vadas entradas en la mujer que trabaja acostada sobre et hule de una mesa en la sala trasera de un bar: "Ella chupa y masturba en una nebUna humeda mama las ubres que Ie ordei'ian sobre et rostro se estremece cuando las braguetas la lastiman la vista Ie da vueltas entradas y falsas salidas el despertar de hospital la puerta del bar rechina Mina es esa puerta diastole y sistole Ie va a estallar el palpitante ella se esfuerza en contar las aberturas de la puerta ella se dice que se masturbara otras tantas veces como pierde la cuenta y conserva el rechinamiento la obligan a heber coca tiene un gusto bien raro en et fondo de la garganta ella es un p8jaro heTido Que tirita arrugado ella yace sobre et borde de la ruta ha tenido un accidente (... ). Has contado bien no todo et tiempo has perrnanecido junto a mi sf todo el tiempo no te he dejado un solo instante la cuarentena nada mas que en el cofto Mina en cuarentena te doy asco dimelo que te doy asco hare de puts para ti hare mis cien por dia sobre el hule de cuadritos azules el olor de In 18mpara de acetileno el silbido de la Iampara el silbido de su sufrimiento ella esUi. muerta asesinada bajo la luz de los pobres ella est8. muerta ya desde hace meses anos el centenar por dia sabre el hule de la trastienda y el balde de agua cuando ella ha terminado por reanimarla el balde de agua helada y de golpe nuevamente el silbido de la iampara entonces no estaba muerta no estaba 10 suficientemente muertn ella deberfa recomenzarI7( ... )."
\7 MIIII U"IIIII\1II1"o, l: 0i8t:au. dam/la m(Jin, Bolfond, 1973, pp.152.155,
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Use erogenous zone numbers,I8 mas, siempre mas iNo es ~sta una instancia decisiva de la intensidad en el eapitalisqlo? i,Acaso nosotTos mismos, monsei'iores intelectuales, no activamos y pasifJuamos para "produciF' mas palabras, todavia mas, mas libros, mtts arlfculos lIensndo sin cesar Is marmita de la palabra. mas bien haciendonosl~ lIenar saltando sobre 108 libros y las "experiencias", para metamorfosearlos l~ mas Tapidamente posible en otTas paJabras, conectlindonos aquf, mientras estamos conectados alia, al igual Que Mina sobre su hule, ext.endiendo el "mercado" y el negocio de las palabras, ciertamente, pero tambien multiplicando las ocasiones de goce, Tascando por doquier donde sea posible las intensidades, nunea 10 sufidentemente muertos porque tenemos que pasar de 1a cuarentena al centenar por dia, y tampoco nosotros haremos 10 bastante de puta, nunca 10 bastante de muerta. Y he aqui la cuesti6n: lPor que ustedes, los intelectuales poifticos, se inclinan hacia el proletariado?, iPor conmiseraci6n hacia que? Comprendo Que los proletarios los odien a ustedes, pero no deberfan odiarlos porque sean burgueses, privilegiados de manos fin as, sino porque ustedes no se atreven a decir 10 unico importante que hay que decir, que se puede gozar traglfudose el semen del capital, las materias del capital, las barras de metal, los poHstirenos, los libros, los rellenos de las salchichas, tragnndo toneladas de todo eso hasta rcventar, y porque en lugar de decir eso, que tambUn cireula por e] deseo de los capitalizados, proietarios de las manos, de los cwos y de las cabezas, pues bien, adoptan una cabeza de hombres, una cabeza de tipejos, se incHnan y dicen: ah, pero eso es ]a aHenaci6n, no es bonito, esperen, vamos a liberarlos, vamos a trabajar para librarlos de ese malvado afecto por la servidumbre, vamos a devolverles la dignidad. Y de esta manera ustedes, moraHstas, se ponen dellado mlis in noble, aquel en eI que se desea que nuestro deseo de capitalizados sea plena mente ignorado, prohibido, pisoteado, ustedes son como los curas con los pecadores, les da miedo, tienen miedo de nuestras intensidades serviles, y necesitan decirse: jsufren y aguantan demasiado! Y seguro que sufrimos, nosotros los capitaHzados, pero eso no quiere decir que no gocemos, ni que 10 que ustedes creen poder ofrecemos como remedio ia que?, i.a que?, no nos disgusta todav{a ml1s; nos produce horror ]a terapeutica y su vaselina, preferimos reventar a causa de los excesos cuantitativos que ustedes juzgan como los mtis tontos. Y no esperen tampoco que nuestra espontaneidad se rebele. Aquf un parentesis de odio, una palabra bastarli, contra el gran drenaje profundo recolector de consuelos Ilamado espantaneidad y creatiuidad, que algunos osaron conectar en los recorridos, errantes, por cierto, pero hasta entonces nunca vulgares, que las impu]siones de Socialis18 Ibid., p. 61.
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rna 0 barbarie trazaron en el campo politico prl1ctico y te6rico. En 1964 rompimos, aparentemente por cuestiones de. Leoda y de 0.ri~ntaci6?, co~ Castoriadis quien, justamente harto de tamlzar el matenahsmo hlst6nco, diaIectico y cagtitico, proponia sin embargo poner e~ su lugar ese ~o minable objeto super-macho de la creatividad generalizada: en el capltalismo modemo explicaba (pero teanlo, ya public6 sus obras completas),19 el problema c~ntral ya no es la explotaci6n sino la destrucci6n ~e toda comunicaci6n humana verdadera, el aniquilamiento de la capacldad de los hombres de crear sin fin, por sf mismos, sponte sua, formas nuevas d.e relacionarse con el mundo y con los demlis. EI reiv.indic?ba, contra la ~~ vatizaci6n esta socializaci6n activa; contra la ahenacl6n, esta creabVldad siemp~e activo.. Por doquier y siempr~, creativid~d. iPor que sufTen los hombres (las mujeres, los ninos, no deJemos a ~a.dle de lado) en la so; ciedad de Ia "abundancia"? Por su soledad y paslVldad, i.pero por que. Porque su poder de comunicarse y de amar, su captlcidad de inventor respuestas nuevas a sus problemas mlis radicales, y d~ probarlas, han sido aniquilados, deda el, por la organizaci6n burocrlitic? no solamen~ de su vida de trabajo, sino de todos los aspectos de s~ VIda. Burocracla que no es un pequeno defecto en el cuerpo de una socledad ~or otro lado buena en el sentido en el que los poujadistas hablan pOr eJemplo de la buroc;acia administrativa, ni aqueUa burocracia .en l~ que Crozier v~ ~e nialmente los restos del viejo centralismo real y JacobiOo en las admlmstraciones (sic) 0 la que Trotsky denuncia como un cli~cer .que devora un Estado que por otro lado es proletario. No: la burocratizacl6n del mundo, como deda Bruno Rizzi.20 Ahora bien, por supuesto, bajo el nombre (a pesar de todo her~dado del trotskismo) de burocracia, estAbamos muy de acuerdo que habla ~ue eotender 10 siguiente: no un nuevo fen6meno politico, no u~a e~tens.16n de aparatos a nuevos sectores de la vida social, no la consohdacl6n Simple de una nueva c1ase social dominante, sino, ademlis de tad? eso, Ia producci6n de una humanidad diferente para .]a cual el pensamlento revolucionario de confecci6n que heredabamos bien que mal de Marx, aunque fuera el de todos los opositores de izquierda, ya no servia. Y estAbamos muy de acuerdo en que era necesario, en ~n sen.tido, "recomenzar 18 revoluci6n" 21 como titulaba e] texto de oTientac16n presentado por Castoriadis ~ su tendencia. No obstante, nos dirigi~os al campo adve.r~o, el cual continu6 Poder obrero un tiempo, campo claslficado como tradlclonalista en materia de diamat e histmat, y que ho.bria que haber Unmado 19 Cn.torindis La SodiU bureoucraliqu~, t. I, 2: l"E¥perurlfZ du mouvemen.1 outlrur, t. 1. 2, U.O.K., coli. i0l18, 1973 Y II. Tr. c.p.: fA. ,od~dad burocr6.tico, 2 vols., Bnrcclonn, Tu.qucts. 20 LA burwucroti$Jtiol1 du mOl1lU, PllriS, 1939.
21 SocWisme ou Ixlrbari~, 36, cncro de 1964.
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por el contra rio campo de. refugiados
0
de personas desp]azadns, tan di-
versas eran las preocupaClones de 105 que se encontraban en tll como se hizo evidente en los desacuerdos que estallaron desde las prim~ras tende investigaci6n te6rica y pr.!ictica, y en las renuncias. 8i digo una palabra sobre esto, y una palabra incluso Jiviana a designio. es I ' porque no h ay que rodear et asunto con 18 solemne pen~mbra que generalmente envuelve 18 Gran Politico y que es tan propicia para mantener el mito, ya establecido, de Socialismo 0 barbarie, mito que hay que maldccir mds que cualquier otTO mito; 211 para que nuestros lectoTes esten advertidos de que nuestros pesados antecedentes son tan Hvianos como nuestros consecuentes; 3' para que consideren ouestra huida hacia la economfa libidinal por 10 que es, es decir la resoluci6n de un largo dolor y la escapatoria de un calJej6n sin salida; 4' y para que entiendan estas breves !fneas de odio como una carcajada de c61era en reversa ante el agujero que Castoriadis creta h acer y hacia creer que h acia en el moro que bloqueaba todo, nuestro pensamiento, nuestra vida, nuestros actos de "mjJjtantes" (y no era este un ssunto menor, no se trataba de tener I~ credencial del partido en la bolsa ni de vender mansarnente Ie canard el domingo por la manana en los mercados), carcajada ante ese agujero que no nos conectaba con ninguna otra cosa que con 10 ya conocido, que nunca dejaba fugar nuestras cabezas ni nuestros cuerpos hacia disposiciones inauditas sino que los canalizaba prudentemenle hacia un a "nueva" vi8i6n del mundo, hacia un "nuevo" pensamie'lto, hacia un humani 8mo de creadores en el fondo pariente de aquel de algUn gran boss norteamericano fiJantropo, hacia una toorla una uez mds, teoda de la alienaci6n generalizada que forzosarnente implica, como su doblete, la teoria de la creatividad generalizada -siendo el ser dios el unice> modo conocido desde Hegel y sin duda desde Jesus, de no ser alienado-. "Nueva" reli~6n, en consecuencia, el hombre se hace dios, reJigi6n f4ustica, que ya incluso delataba su vejez, como nos 10 hizo notar una vez un casto amigo, en In inconsistencia de la expresi6n misma de "poder obrero". PorQue decir "obrero" deberfa haber sido la consideraci6n de la potencia mi sma de 10 Que es dominado, y no ofrecerle entonces la infamia del poder como un paliativo pa ra con solarIa 0 curarI a: no solamente porQue nadie puede juzgarJa (y no digo siquiera: si no 10 hacen los interesados mismos -ellos no mtis que otros, sin duda-); sino, ademtis, porque eramos nosotros, politicos, Qu!enes tendrfamos Que haber arriado bandera ante ella, Quienes tendriamos que haberla considerado cabalmente, y haber abandonado entonces el punto de vista del poder; no habra Que comenzar, apenas la percibiamos, y la percibfamos en su extensi6n, a comprend~r1a negativamente, como nihilista s, rehusando lIamarJa potencia, potencla de sostener 10 insostenibl e, y tambibl potencia de no sostenerl0 y de hacer saltar todo, incJuido uno mismo -apresurtindonos, por el contatiV8S
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trado, a Il amarla privatizaci6n, pasividad, alienaci6n, perdida de creatividad. es decir opresurltndonos a situarla como falta y a presentar 10 neno como aQuello Que habra que hacer venir 0 regresar. En fin, no era necesario decir: r ecomencemos la revoluci6n, habra Que decir, y esc habria sido el agujero: eliminemos tambien la idea de revoluci6n Que ha devenido, y Que tal vez siempre 10 haya sido. una peQuei'ia idea de nada, la idea de una cafda de posici6n en la esfera del poder econ6mico politico y por 10 tanto 1a idea de un mantenimiento de esa esfera, 0 incluso, para ser m4s justos respecto de CasLoriadis, la idea de una caida de posici6n en todas las esferas; aun este pensamiento de una cruda generalizada, habia a su vez Que atravesarlo, ya Que era de nuevo un muro, el mismo muro del mismo callej6n sin salida, puesto Que donde hay pensnmiento de la caida, hay teoria de In alienaci6n, nihilismo y te6ricos-salvadores, cabezas deposiLarias del saber. "Las cabezas pensnntes estan siempre Iigadas por hilos invisibles a1 body del pueblo", escribe encantado Marx a Meyer (21 de cnere de 1871). Ese era mi odio: se segufa en el saber, se creia tener el buen saber -joh, muy sofisticado! saber sabiendo no saber, saber presentandose sinceramente como no sabiendo, saber a ser construido, abierto, no promovido, promotor, saber de analista en ultima instancia-; y, como gracias a esLa sofisticaci6n, se esperaba escapar al adulterio -no a los esponsales muy legales y muy autorizados- de este saber con el poder, se decia: somos militantes que ya no son mas militanles, no traemos 10 buena nueva, nos ponemos al servicio de la genLe cuando desea hacer algo, huelga, boicot, ocupaci6n,etc., cuya forma no ha sido instituida; seremos sus agentes, sus go-between , fabricaremos sus pan fle tos, los difundiremos, casi no existiremos; y debo decir que era bastante bonito ver en h ombres nacidos amos este deseo de una posici6n de esclavos, esta busQueda de la hi steria, diria Lacon, en estos militantes basicamente paranoicos. Pero se continuaba 01 saber, porque el espfritu absoluto puede convertirse en esclavo; debe convertirse en el esclavo dia1ectico de todas las formaciones Que atraviesa; las palabras Que pronuncia no dicen 10 que ellas dicen, son equivocas, no en el sentido del disimulo, eQufvocas por el contrario porQue son intercambiables, la pinche pequei'ia ambivalen cia, el amo que se convierle en esclavo y que por ese hecho se convierte 0 vuelve a ser el verdadero amo, y el militante Que se suprime como jefe (0 incluso como soldadito de la revoluci6n) y Que por ese hecho sigue siendo el verdadero jefe; las palabras de la boca humildemente dirigida h acia el suelo ya eran las palabras del poder Que vendria, lanzadas desde la tribuna porQue son las del saber, la nueva revoluci6n recomenzada debia entonces girar como las precedentes si estos nuevos servidores se convorUlln en sus porta voces. Odlo IHH' osLo fllcsimi1. lQu~ imports ]0 que so digll si 10 posici6n del
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discurso sigue siendo 18 misma? (Eso 5610 10 comprendi6 Philippe Guillaume muy 81 cornienzo, en el seno del grupo.) Recomenzar Ia revoluci6n no ,es recomenz8rla. es dejar de veT el mundo alienado y 18 gente que se qUiere salvar 0 ayudar 0 aun servir, es abandonar la posici6n viTil entender 18 femjn~idad. la tonteria, la locura de una manera diferente' que como males. Odio por el padrote que se disfraza de puta sin deseaT serlo siniestra caricatura viTiI del noble travesti • Fin del parentesis. Renunciar, en consecuencia. a criticar y a consolar. Se puede investir 18 cantidad como tal, yeso no es una alienac~n (y, por ai'iadidura, ya existfa en el consumo "de prestigio" de las socledades lIamadas precapitalistas -pero Baudril1ard 10 sabe mejor que n~sotro.s-). Se puede investir la parcelaridad como tal, y eso no es una ahenacl6n. Es una fantasfa -no simplemente reaccionaria, sino constitutiva de la teatralidad occidental-: creer que bubo sociedades en las que el cuerpo no fue parcelizado. No hay cuerpo orgtinico para 18 economfa libidinal; y no hay tampoco cuerpo libidinal, exuaiio compromiso de un concepto proveniente de la medicina y de la fisiologia occidental con ~a idea de la libido como energfa sometida a los regimenes indiscermbles de Eros y de la muerte. Fran~ois Guery, en su comentario a la cuarta secci6n dellibro I de El Capital,22 sen ala que las protestas hurnanistas, tales como las de Friedman 0 de Marcuse, contra el trabajo fragn:entado desc~nsan en un error de Ioca1izaci6n de la escisidn del cuerpo: c~ert.amente, dice, el cuerpo del capital, al apoderarse del cuerpo prOOuc~lVO en ~a man.ufactura~ tal como Marx 10 describe, y a fortiori en la gran l~dustna s~r~uautomatica, rom~e el cuerpo organico en partes independlentes, eXlgtendo de tal 0 cual una sutileza casi sobrehumana" que '"va 8 la par de una mecanizaci6n cada vez mas intensa del gesto virtuoso'" pero, agrega, eso no es mas "que un fen6meno anacr6nico que afecta ei n~tiguo mixto de cuerpo biol6gico y productivo. La verdadera gran escisl~n del cuerpo no ests alIi. Se apoya sobre otra, practicada en el sene mlsmo del cuerpo bio16gico, aquella que esM entre el cuerpo, reducido entonces a una maquinaria, y las fuerzas intelectuales de la producci6n, In cabeza, los sesos, y cuyo estado actual es el software de los informatiCOS".23 i,C6mo entender que la linea de corte verdaderamente pertinente sen, para Guery, esta y no la primera? Lo que pasa es que el admite ciert.n imagen de la corporaci6n medieval 0 mas bien de la corporaci6n etern~, cfectiva "d~ toda antigiiedad", hasta la Edad Media, imagen que es la mlsma que forJa Marx, la de un "cuerpo que maquina fuerzas" Que son "las fucrzas organicas del cuerpo hurnano, incluida la cabeza". Y Guery 22 Didier n;1~.ultl.y. Fra~~i~ Gul!ry, u Corps productif, Marne, 1972, en partkvlar la Prl~a(lrll purto, L IOdlVlduoluJotion du corps productif", por Frnnp>ia Gul!ry. Ibid., pp. 37-39.
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insiste: "Eso tiene su importancia: la cabeza es maquinada por la corporaci6n, pero como una parle orga.nica del cuerpo: No se ~ata ento~ce~ de una jerarquia interna en la que la cabeza est8rla espaclal y cuahtabvamente colocada en la cima, mas arriba que la fuerza de las manos, de los pulmones, de los brazos, de los dedos, de las piemas, de los pies".~ Admitamos que en el campo del trabajo productivo la corporscl6n sea ese cuerpo no jedrquico; pero sucede que una caracterizaci6n semej&:nte no vale sino a condici6n de aislar ese campo, de separarlo de la orgamzaci6n polltica en la cual estS apresada, ya sea el despotismo orienta).o la ciudad abierla 0 la ciudad 0 el imperio y -para referirse 5610 a GreC18-, a condici6n de no tomar en cuenta la aparici6n de la paJabra como techne polUico, que, a cosas iguaJes, equivaJe a un proceso de cefaJizaci6n y ~un de capitalizaci6n que reduce cada oficio manual a una parcela su~rdma da del cuerpo politico. Pnra decirlo de oua manera, la cabeza ya exJ.ste en la era de 18 corporaci6n, no en 18 corporaci6n quizA. pero seguramente e,n el "cuerpo socia1". El cuerpo social no es tal vcz eJ cuerpo de la economlll politica en esta epoca, y el cuerpo productivo tal vez no reviste la forma. de circunversi6n de las pulsiones parciales (puesto que de elIas se trata), smo que es el cuerpo politico el que efectua esta circunversi6n, pero no par eso esta existe en menor medida, y la reducci6n sobre el Cero central, que no es necesariamente Ia moneda (en Esparta, por ejemplo), sino sicmpre el centro de la palabra y de Ia espada, no suscita en menor medida una jerarQuizaci6n de esas pulsiones y de las entidades sociales en las cuales estas tienen curso de manera privilegiada. Pod ria decirse 10 mismo de una sociedad no politica, por 10 tanto "primitiva" 0 salvaje, teniendo en cuents que 18 circunversion no se produce alii sobre la guerra y el discurso. al menos no sistematicamente. Lo que hay que enfOC8r aqui, mas a1la de un "error" que parecera de detalle, es la fantasia, tan poderosa y con stante en la mejor herencia marxista, de un estado dichoso del cuerpo que trabaja, una felicidad que serfa pensada (en la pura tradici6n de Occidente) como unidad consigo misma en todas sus partes. Ahora bien, esta fantasia, si se la examina, se vera que no es otra en distintos exteriores, que la de la sociedad primWva de Baudrillard. EI intercambio "simb6lico" es tambien un intercambio econ6mico politico, asi como la ley de la palabra cfvica en Atenas y del tetra10gos25 es tambien una ley de la mercantilizaci6n del discurso y, complementariamente, como la minuciosa parcelizaci6n de las tareas en los oficios reglamentados implica su subordinaci6n a un Cero central que, no siendo (quid) profesional, no es por eso menos el caput del presunto cucrpo social. 24 Ibid., pp. 23·24
26 In<:queline de Romilly, Histoire d raUM chez Thucydide, Les BellC!! Lettres, 1956, pp.180-240.
No HAY SOCIEDADES PRIMITIVAS Todavfa una palabra md-s sobre e1 intercambio sirnh6Hco. Concedamonos, derogando nuestTos principios, U08S p1tginas para criticarlo. Es esa una idea en 18 cual vienen a confundirse dos conceptos de 10 simh6lico: e1 concepto maussiano de la donaci6n cargado de efectos ambivalentes, et concepto lacaniano de un orden, de una marcaci6n en discontinuidad, que hace signi{icar los materiales (por ejemplo, los restos diumos en e1 trabajo del sueiio) por su mera y arbitraria inserci6n en cadenas. Pero dejemos que esta critica, un poco academica, libere, por 18 confusi6n de los conceptos, su intensidad en la forma en que se nos presenta a nosotros, una noche en 18 que, entre una musica de Kagel y una musica de Boulez, orim\· barnos en el mingitorio desierto de la Konzerthalle de Donaueschingen. ;.A d6nde va esto?, nos preguntAbamos. Y cobraba forma la idea de que el miedo a la impotencia se resume en esta pregunta: ;,.Y si no fuera a run· guna parte? Es decir: pedazos de cuerpo no conectados, fuera del circuito de las metamorfosis. iY si se perdiera? No, rntis bien a la inversa: eso ua a quedar. La impotencia (que no es el impoder, que quizd sea, por el can· trario, el poder) serfa por 10 tanto: eso queda, no se metamorfosea mas. No se trata de ningt1n modo de la castraci6n, sino de mantenerse aparte de las corrientes metam6rficas, la na.conexi6n en los pasos de intensidad, la depresi6n. Y bien, aqui aparece 18 cuesti6n del intercambio simb61ico: este miedo no es, como 10 habiamos crefdo, el temor de no poder dar mas. La categorfa de Ia donaci6n es una idea de teatro, perlenece a 18 semiologia, supone un sujeto, un limite de su cuerpo propio y de su propiedad, y la violaci6n generosa de esta propiedad. Cuando Lacan dice: amar es dar 10 que no se tiene, para el quiere decir: olvidar que se es castrado. Eso d17 beria decir: no se tiene nunca nada, no hay sujeto, y asi s610 hay amor; no solamen te nunca hay nada para dar porque no se tiene nunea nada, sino que no hay nadie para dar ni para recibir. Es en ]a teoria de los sig· nos donde el intereambio donador (0 la donaci6n. forma primitiua del in· Lercambio) puede ser representado como atribuci6n 0 devoluci6n de un objeto cargado de afectos a alguien que al principio de] cicio no 10 tenia: porque el signo es algo que para alguien, para el destinatario (y tambien pOTn el destinador). reemplaza otra cosa, oculta y manifiesta otra cosa. Eatn problemlitica que a Lacan Ie viene de Jakobson, es decir de la teoda do 10 comunicaci6n , vehiculiza con ella toda la fiIosofia del sujeto, 18 filo· lIofla de un cuerpo atormentado por la apropiaci6n de 51 mismo, y por la propicdod, puesto que, adem as. la teona de la comunicaci6n es evidente-
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mente una pieza de ]a teOrla econ6mica. No hay que leer a Mauss como oJ descubrimiento de un "antes de la economia capitalista" 0 mercantil al menos, sino como la invenci6n y la puesta a punto, en el seno de esta economia, de su indispensable complemento en anterioridad-exterioridad. Reemplacen la donaci6n por el intercambio simb6lico, y permaneceran ustedes en la misma esfera, porque e1 intercamhio se produce tambien entre cuerpos unitarios 0 con vocaci6n unitaria, auoque esten impedidos para siempre (por 1a "barra del significante") de efectuar ests unidad, y auoque pOT su desdoblamiento, por la Entzweiung, como decia Hegel, se vieran impelidos a intercambiar alguna cosa, esta no obstante no seria mas que fragmentos de sf mismos; los cambistas permanecen en Hnea de puntos, mas como polos 0 ideas de 1a raz6n (mercantil) que como cxistentes, ademas de que el intercambio exige esta polarizaci6n, ests cncefalizaci6n, y un movimi ento de ida y vuelta, un cicio de flujos, e1 circulo de un mercado y su equilibrio central. EI hecho de que se intercambien afectos no modifica esta configuraci6n, simplemente la dramatiza. Y vemos asi que no conseguiremos ajustar a la gran pelicula los enunciados nuevos que "Ie son necesarios" si trocamos el intercambio mercantil por el intercambio simb61ico. Criticar In producci6n es fOTZosamente criticar tumbien el intercambio, todo intercambio, su concepto. El intercambio no es menos "humanista» que la producci6n. Si hay que saHr de la producci6n, y es necesario hacerlo, eludamos tumbien el intercambio, evitemos establecer la instancia de los flujos y los afectos sobre esas entidades que son los cambistas. La circulaci6n no es menos sospechosa que la producci6n, no es, y Marx 10 sabfa, mas que un caso particular de la producci6n tomada en el sentido general. Sit.uemonos mas bien en Ia Ilcepci6n de esta producci6n en el sentido general, que es la metamorfosis general de todo 10 que pasa por el cuerpo y se inscribe en el cuerpo social y, atormentudos por la idea de una metamorfosis general sin resto, 0 de una producci6n general sin inscripci6n -que no es otra que la gran pelicula-, preguntemonos mas bien cul1les son los rasgos de la figura que permiten pasar de esta ultima a la producci6n in scrita, los rasgos del dispositivo de la inscripci6n que constituye la voluminosidad social. La moralidad del mingitorio de Donaueschingen se encontraba por tu1ticipado en un sitio similar: en los sanitarios para Hombres del deparInmento de Mntematicas e Informatica de la Universidad de Aarhus un I)oqueno dispositivo foto-electri co pone en marcha el sistema de agu~ en Ins tazas en el momento mismo en que uno, con la bragueta abier~, IICOTca el pene. He aqui un "enunciado nuevo" y la certeza de que alii no huy impotencia, salvo por depresi6n. Ahora podemos proseguir est.a "critica" del intercambio simb6lico siompre por placer, e incluso puede suceder, por afiadidura, Que hagllmo~ ciertos descubrimientos de importancia. Hayen esta idea del intorcom-
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bio una condensaci6n y es por eso una idea muy libidinal (y nos gusta tanto como a Baudrillard puede gustar1e, pero hay un deseo mucho mas fuerte que nosotros, un deseo latente en la sociedad capitalista, al que no Ie gusta esta condensaci6n, y es necesario escucharlo): condensaci6n, ya 10 dijimos, entre Mauss, que es una descripci6n fenomenol6gica de relaciones interhumanas, y Lacan, que es una teoria estructuralista de la segmentaci6n de elementos de "realidad" y de producci6n del senti do. En el intercambio simb6lico, en consecuencia, estD.n implicados al mismo tiempo la relaci6n de un sujeto con otros sujetos por la mediaci6n de objetos que s610 valen como sfmbolos de afectos ambivalentes, amor y muerte (el potlatch pasa a este respecto por un modelo), y una relaci6n eslructural que determina <arbitrariamente, segUn cada cultura) las catidades y las cantidades de objetos susceptibles de convertirse en tales simbolos. Cuando Baudrillard dice: no hay inconsciente salvaje, i,hace algo diferente que expresar de manera provocadora la condensaci6n mencionada: 0 sea afirmar que todo 10 consciente (intercambio entre personas) acoge y asume en las sociedades primitivas todo 10 inconsciente (organizaci6n que divide los sfmbolos y su intercambio), y que no hay alIi ninglin resto opaco? Estu condensaci6n en Sl es muy interesante: tolerada por la lectura lacaniana de Freud, remite a una "fuente" comUn de Laean y de Mauss, que es el capitulo IV de la Fenomenolog!a del Espiritu. La lucha por e1 reconocimiento, que es evidentemente el modelo, espontaneo 0 controlado, que permite a Mauss descrifrar el potlatch y entender su alcance, es tambien 10 que persiste en la imagen que se forma Lacan del inconscien"teo Ahora bien, en esa imagen ya hay una condensaci6n inicial entre la muerte en la dialectica hegelian a y Ia castraci6n en Ia dramatica freudiana. Si la conciencia aspira a salir de la simple certidumbre de si, es necesario que salte futra de la particu1aridad de su "vida natural", explica Hegel, y ese saIto s610 puede serlo a condici6n de que esta particularidad sea en efecto renegada. Como ella es mi vida, su negaci6n es mi muerte, y la conciencia no puede por 10 tanto acceder a la universalidad sino a condici6n de aceptar el riesgo de este dispendio irreversible que es dar la vida. lQue es, entonces, el Otro?, pregunta Lacan, sino el amo que hace temblar bastante la "conciencia" para que ella abandone su inquietud por ser "reconocida" y se repliegue en el equivoco de su particularidad arriesgada-defendida 0 de su universalidad esperada-frustrada. EI c1ivaje del sujeto que da lugar al inconsciente requiere de esta muerte suspendida, del terror ante la "castraci6n", de la amennza de la ley, es decir de la espada: eJ desasimiento es constitutivo del sujeto. Que en Hegel haya fina1mente Vergebung, Versahnung, remisi6n, reconciliaci6n, en el tema del saber absoluto 0 de la sustancia-sujeto, es aparente, aunque no sea sin duda iJegftimo mostrar hasta que punta la
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cntegoria misma de Au(hebung, de esc aniquilamiento l1eno de reserva, esta mucho menos aceitada de 10 Que parece, y puede enc,ubrir el riesgo extremo de una locura pOT el vacio. 26 A 18 inversa, podrfa esper8rse que en Lacan, lector de Freud, la irrecon ciliaci6n -Ia imposibilidad para eI Yo [Moi] de ve niT "alli clonde estaba el Ello"-, fu eTa insuperable. Pues bien, Ie haee falta mucha para eso, aun en el niveI tematico privilegiado que es el de ]n eficacia de la cura,27 enter8m ente pensada en tenninos de dialectica ; per o, con mas fuena todavfa, 18 Vergebung esta. presente en el pensamiento en calidad de esquema; que el inconsciente sea concebido (y practicado) no como el otro del discurso, sino como discurso del Olro, procede de un a simple inversi6n que asegura a l sujeto, si n embargo escindido [clive], una unidad de segundo rango, una meta-unidad que no es sin duda la de la conciencia mi sma , sino seguramente la dellenguaje (es decir del fil6sofo 0 del pensador). Pues si el inconsciente estS estrudurado a ]a manera de un lenguaje, y ni siquier8 la conciencia misma puede ya decir todo en raz6n de la escisi6n [clivage] consecutiva del encuentro con la muerte-castraci6n, que es 10 indecible, la "parte" del sujelo que se sumerge en ese miedo primitivo todavia ''habla''; dice por cierto otra cosa que 10 que dice la conciencia; inconsciente, no sabe 10 que dice; no obslante, se puede poner en pnictica un dialogo 0 una dialectica entre ambas mitades: 10 que Lacan llama cura. Con el silencio del amo se hace, pues, remisi6n de causa: cuando el rehusa el reconocimiento y uno no dialoga con el, cuando ~I no responde, sino que mata 0 amenaza, 0 se conforma, como Job cuando su amo col~rico r ecuerda a su Knecht que no aerfa nada sin ~ I , el Innom brabl e -y bi en, a pesar de todo, hay en Lacan las esperanzas de que el silencio se su spenda por el simple h echo de que la muerte sea asimilada a 18 vida del espiritu , a Ia palabra.28 AI decir: e] inconsciente es el discurso del Otro, Freud es reintroducido en Hegel, se recupera la judeidad, -por la cual este ultimo senUa ain embargo una gran aversi6n-, en el in termedio heleni co 0 cristiano. Recordemos un poco: los judios, para Hegel, son el fracaso de la dialectica, es decir el fracaso del amor, la ruptura, encarnada en la historia de Abrah am, de todo vi'ncul0 de patria, de par entesco, la soledad ante una naturaleza hostil y 18 impotencia de reconciliarse con ena como Nemrod, Ocucali6n y Pirrha 10 hicieron. "Los judios no podian, como otros exaltafioa habrian de hacerlo mas tarde, librarse al hacha 0 a la muerte por hombre, porque no estaban Iigados a una Idea, sino a una existencia ani-
mal; separados por completo de la naturaleza, creian en su dios porque velan en ~I, en virtud de una supr emacia, la reuni6n de esa naturaleza con ellos. "29 Los judios, a l no estar ligados a una Idea, sino a una existencia a nimal serian, por consiguiente, la bestialidad, una especie de bestialidad enferma, contranatural 0 desnaturalizada, que s610 puede subsistir por el recurso de la dominaci6n infinita, inmensa, de un Arno; y este prometerti la supervivencia animal, Ia satisfacci6n de las necesidades, pero a condici6n de que su dominaci6n sea aceptada y aceptada sin cesar, sin dialogo, sin arnor de palabra ni de acto, sin intercambio simb6lico, justamente, en el sentido de Hegel, pero solamente en la donaci6n sin contradonaci6n que serian, al parecer, la plegaria y el sacrificio hebraicos. Aunque Abrah am y su pueblo no son verdaderos servidores ni Jehova un verdadero amo, porque este amo no hace trabajar a su esclavo y, en consecuencia, ~ste no puede liberarse por el trabajo del terror a la ruptura con la natursleza, del terror a la muerte. La existencia de Abraham "es la impotencia de la dialectica del amo y del esclavo, 0 mas bien la impotencia de ser, ]a au sencia de esa dial~ctica, la fijaci6n reflejada en esta vida natural de]a cual deberia salir esta dialectica".30 iQui~ n no ve que en esta naturaleza desnaturalizada, en esta bestialidad que ha perdido los medios de sus necesidades, en ests a nimalidad dominada que se 505tiene por su servidumbre, se dibuja una de las principales figuras del inconsciente segUn Freud, 0 del Ello, Ia figura de su opacidad de cuerpo? Dialectizar el inconsciente, como hace Lacan, es convertir a los Judios al culto de] Hijo; disolver su cuerpo, surcado por las m arcas rituales y absurdas de la pertenencia, en 10 diafano de la insipida hostia; proscribi r la bestialidad negra y la tonteria, poner el espiritu alii donde estan las pulsiones. Pues bien, ubicar a los primitivos como criaturas sin inconscicnte es volver a hacer con los melanesios y los indios la misma operaci6n occidental de disoluci6n del cuerpo tonto 0 cucrpo de animal,* la operaci6n verdaderam ente cl asica-roma ntica que HOderlin y Hegel joven h acian con los griegos, de quienes tambi~n se supuso entonces que no ten ian inconsciente y que vivian en la reconciliaci6n y la limpidez. En resumen, genealogia de la "critica" de 10 simb6lico de Baudriliard: pedir en prestamo la posici6n del inconsciente a ]a fenomenologia de la conciencia, es decir que 10 que Ie falta al sujeto al mismo tiempo
2U J.L. Nancy, La /hmarqufI ,plculoliue, Gam~e, 1973, en particular el comc nlario en PI)' 152 sq., de la adcnda al par.!.grafo 462 de l'Encyclopidie. 27 "La Direction de la CUr"(! et Ics principes de lIOn pouyoir-, Ecrit&, $Quil, 1966, pp. 585
. q.
28 Sobro ostn funci6n di al~ct i ca de la Ilcgaci6n on 01 inconsciollt.c, v~aso Locan, Le indiuidual du nAvroNi ,C.D.W.
Mylh~
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29 Hegels theologi.sche Jugendschri{len, Nohl cd., Tabingcn, 1901, p.258; citado por B. Bourgeois, Hegel d Francforl, P.U.F., 1970, p. 39. Th. esp. de Jo~ Munn Ripalda. en EscriloB dejuventud, Mexico, F onda de Culturo Eoon6mica, 1978; "30 B. Bourgooie, Hegel d Fro. ncforl, p. 43. • E I outor jucga con el doble senlido de /)lIe, to nto y animal, y unu Ifnesa antes, con el deslizamiento clltre bltis.e y be.liaJiti, tontelia y bcalialidad (que, aportc del sentido de animalidad, conllova en espano! 18 falta de razOn, y otra8 cO DDotacionCl:l como crucld nd). (N. do la tr.)
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Que 10 constituye no es otTa cosa que 10 que cobstituye et discurso-diAlogo sin dejar de escaplirseJe, Is muerte, que para Hegel es et elemento en el que se bana Ia vida del espiritu, Ia misma a la que Freud va a conS8gr8T su texto sin duda el mas loco, el mas emocionado, Mds alld del principio de placer, en et que intents, sin embargo, tematiz8rla, bajo el Dombre de pulsiones de muerte, como aquelIo que, lejos de entablar con Eros-Logos una relaci6n dialectica, impulsa a repetir el desorden hasta destruir eJ cuerpo, hasta lornar "interminable" el analisis. Decil' que los salvaj es no tienen incon sciente es lI eval' una vez mas a un si1encio total el Imperia. lismo del rumor Que practica Eros y que, como lodos saben hoy en dia, es sirnplemente el lenguaje de 18 estructura. No, decididamente no; es preciso decirlo con c1aridad: no hay en abo soluto sociedades primitivas 0 salvajes, somos todos salvajes, todos los salvajes son capitaJistas-capitalizados. Ahora bien, no vAynn B creer que esta problematica del intercambio simb61ico es una fantasia ajena al deseo llamado Marx: es una de sus principales formaciones.
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Puesto que de 10 que se trata es del rumor verdaderamente ensordecedor de Eros-logos, jalemos un instante en Marx joven y viejo, mujer sin embargo de cualquier edad, el hilo del tema menor dellenguaje. EI modelo de esta tem~tica viene evidentemente de Feuerbach, como se puede ver en este texto de juventud: "EI dnico lengusje comprensible que podemos hablar unos con otros, escribe" MaTX,31 "son nuestros objetos en sus Telaciones mutuas. No estariamos en condiciones de comprender un lenguaje humano, y ~ste quedarfa sin efecto; serfa por un lade conocido y justificado como una plegaria, como una imploraci6n y, por 10 tanto, como una humillaci6n; serfa nsf proferido en la vergiienza y en el sentimiento de ser despreciado (Wcgwer{uflg); y serfu, por el oLro ludo, recibido y rechazado como algo desvergonzado y delirante (als Unuerschiimtheit oder Wahnwitz). Estamos hasta tal punto reeiprocamente alienados (entfremdel) del ser que el lenguaje inmediato de ese ser se nos aparece como una violaci6n de la dignidad humana, pese a Que el lenguaje alienado de los valores convertidos en cosas nos parece la dignidad humana misma en su plena Jegitimidad, en la confianza y reconocimiento de sf'. i.Qu~ Ie falta al lenguaje de estos /Jalores de cosa (sachliche Werle), de los valores convertidos en cosas? El afecto, 10 que Rousseau lIamaba et acento. En este lenguaje, el del lenguaje mercantil, y agreguemos: el del concepto, que es tambi~n et intercambio de 1a mercancia informaci6n, toda pasi6n parece delirio, incongruencia, la inmediatez de la demanda (plegaria, suplica) parece ser una obscenidad. Problernatica feuerbachiann, medio-luterana, medio-russoniana. Marx senalaba eso en 1a primavera de 1844, cuando comenzaba sus lecturas de economia politica, ya sabemos que en el marco de una problem~tica fundamentalrnente religiosa. Casi por la misma fecha publicara, en los Anales franco-alemanes, fragmentos de un singular texto de Feuerbach sobre In Esencia de La fe en el sentido de Lutero, en el cual no sera dificil volver a encontrar ese mismo terna de la inmediatez nevado 11 su terrnino: concluyamos el trabajo de Lutero; al destruir el papismo elimin 6 la mediaci6n alienada; al mostrar que Dios mi smo no es nada mas que el cumplimiento de m.i deseo se evitara al ser supremo el destino de Ent{remdung; digamos pues qu~ Dios es mi dios, es decir yo [moil, puesto que es rni goce y puesto que "la esencia de la fe es 1a esencia del arnor de s1".32 31 Auszilgc aus Jamcs Milia, "ElOmcntl d'l'!(:Onomio polltlquo~, M.K.W., ErganzuDgsband I, p. 461; tr. fr. in Marx, Oeuuru, Plciadc II, p. 32 (aqui modifieado). . . , 32 Fcucrbaeh, "OILS W(!IIcn deB C illuooni im Sinne Luthen. Em BeLtrag zum Wescn del Chrislentums'" ,in GU(1mmtl~ Wtrllt, Berlin, 1970, Bd. 9, p. 411.
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La inmediatez como supresi6n de Ia Miete, de 10 que se interpone, pertenece a Ia tradici6n reformada, que pasa tal c1,lal, a teaves de Feuerbach, a Ia izquierda hegeliana y a Marx, a su analisis de la economta inclusive: comparen 10 que acaban de leer sobre el lenguaje con 10
sa.mercancia esta siempre marcada por la barra, pero ~sta es borrada. Tal es la "tartuferia" de la economia politica Que Marx llama feticrusmo y Que corresponde a 10 Que Baudrillard interpreta como el ocultamiento de la castraci6n 0 de la ambivalencia en el "objeto" capitalista. La inmediatez perdida no puede sino disimular su retorno en la simplicidad aparen· te de la cosa: estatuto del fetiche. EI analisis del objeto que encubre la esciswn [clivage] propia del deseo establece una continuidad evidente con la nostalgia de este Marx: aIH donde este opone Ia inmediatez a la mediaci6n alien ada, el pensa· miento del signifieante castrador opone el reconocimiento de la escisi6n [elivage] y de la ambivalencia a su forclusi6n fetichista. No se diee la misma eosa ciertamente en los dos casos, pero no es poca cosa abrir un campo, en el que s610 reinaban el discurso del fil6sofo y el del econornis· ta, a la consideraci6n del deseo, 10 cual impliea al menos que se dejara de pensar Ia actividad exc1usivamente como productora y reproductora y que en principio se aceptars. dotarla de su potencia improductiva. Lo cual no arrastra la creencia, 0 sea que al mantener tal oposici6n, lIamese inmediatez/alienaci6n 0 escisi6n [clivage] Iforclusi6n, uno se sedentariza en el campo de la verdad, se confronta un estado de cosas y de deseo, ca· pitalista, juzgado final mente falso 0 al menos engafioso, con un estado auMntico; se aniquila 10 que se posee, que efectivamente es el capitalismo y las formaciones libirlinales que alIi trabajan, en beneficio de 10 Que no se tiene, In buena salvajerfa. Y asf vuelve a aparecer la connivencia entre una filosona de la alienaci6n y un psicoanalisis del significante, dos religiones nihilistas; pero el usa Que hace Baudrillard de este Ultimo 10 neva a deslizarlo hacia un optimismo, hacia la esperanza de una restituci6n del estado verdadero del deseo, mientras Que la versi6n estrictamente lacaniana, si bien implica una dialectica de la cura, excluye sin embargo que el senue10 del objeto a, en su funci6n de fijaci6n de la ambivalencia y de oclusi6n de la falta a significar, pueda ser alguna vez disipado: analisis interminable, revoluci6n permanente. Pero se trata de mahces en el interior de una misma teologia, de un mismo nihjlismo de la p~rdida: los judios tampoco esperan reconciliaci6n e instalan su dispositivo libidinal en la elecci6n, el desasimiento y el humor de los aplastados, mientras que los cristianos esperan diaIecticamente la remisi6n; no obstante, uno a otro se devuelven puntos en materia de nihilismo. En Marx, la alienaci6n del mediador, contrariamente a 10 que ~I piensa, es todavfa un esquema cristiano: el mediador debe ser destruido, sacri6cado, para que la alienaci6n Que ~1 combnte y compona desaparezca, iacaso hay algo que 10 diga mejor Que el relato de 18. Encarnaci6n y de la Pasi6n de Jesucristo? Ahora ustcdes vnn a decir que ~se tal vez sea Marx el joven, pero que, cunndo cnvcjecc, la mirada hncia la inmediatez y la referenda a
que Marx escribe, en ese mismo momento, sobre el dinero: "El dinero es el intermediario (der Kuppler) entre 18 necesidad y el objeto, entre la vida y el medio de vida del hombre. Pero 10 que mediatiza mi vida para mi, mediatiza tambien la existencia de los otTOS hombres para mf'.33 Vemos entonces que para el el dinero es el Ienguaje que hablan los valores de intercambio. Ya ese dinero Ie asigna un Tasgo, la indiferencia, que estd muy emparentado con la equivalencia segUn Braudil1ard. "En el dinero, en la indiferencia total tanto respeci;o de la naturaleza del material y de la naturaleza especifica de la propiedad privada como respecto de la personalidad del propietario privado, 10 que se manifiesta es la dominaci6n consumada de la cosa alienada sobre el hombre. Lo que era dominaci6n de una persona sobre una persona es ahora la dominaci6n universal de la cosa sobre la persona, del producto sobre el productor. Del mismo modo 10 equivalente: el valor determina la alienaci6n del propietario privado, asi como el dinero es la existencia sensible, aut6noma, objetiva, de esta alienaci6n."34 Donde se advierte que es feuerbachiano y cristiano es en el hecho de que la equivalencia es opuesta, no exactamente a la ambiualencia (aunque la plegaria, la stiplica, la humillaci6n, la vergiienza, la dominaci6n sean, jaguas!, una muestra de afectos pasablemente "arnbivalentes"), sino mas bien a la persona, y a la persona como pro
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una coexistencia significan te sin alienaci6n desapa recen . No es asf pa ra nada: son so]amente desplazadas. El aspecto feuerbach~ano desapar ece, e1 aspecto TOussoniano predomina. Sigue habiendo un parmso como sitio de apoyo para un a visi6n critics y Un pro)'ecto revolucionario. Es e1 pa· rafso del "cuerpo inorg.linico", en el presente: ese mismo paralso que F. Guery fantasea bajo las especies de la producci6n corporativ8 "de toda antigiiedad", que Baudrillard imagina como cuerpo apasionado de Ja s ambivalencias intensas, anterior a toda economfa politica, Y Que Marx -sunque Begue a ese mismo punto viniendo del otro lado, dellado de la economfa politics justamente- no obstante, tambi~n alcanza desde su perspectiv8 critica, porque 10 necesita casi como la extcrioridad sobre Ia cual se apoys toda critics para criticar su objeto; cuerpo inorganico que Marx t ematiza ex plfcitamente en un texto tan "tardio" como lo s Grundrisse en estos t~rminos: "Lo que Proudhon ll ama In g~ n esjs extraecon6mica de la propi edad ---que entiende precisamente como la propiedad r ural-, es la relaci6n preburguesa del individuo frente a las condiciones objetivas del trabajo y, e n primer lugar, frente a sus condiciones objetivas naturales. Teniendo en cuenta que el sujeto que trabaja es un individuo natural, una realidad natural, la primera condi ci6n objetiva de su trabajo a par cce como naturalez8, como t ierra, como su cuerpo inorganico; ~1 mismo no sola men te es un cuerpo orgsnico, sino que ~I , como sujeto, es esa naturaleza no organica". Ests condici6n no es producto del individuo; ~ste la encuentra ya li sts frente a ~I, como una realidad natur al anterior y exterior a ~1. 3e 5i a hor a no se comprende la ex presi6n: "~l, como sujeto, es esa naturaleza no orgtinics", hay de donde explicitar la funci6n de realizaci6n que cum pIe el cuerpo organico en la imaginaci6n de Marx: en todas Jas formas precapitalistas de la producci6n, que son las de la com una, "Ia tierra (es) a la vez instrumento primitivo de trabajo, laboratorio y r eser va de materias primas (...), y el individuo considera las condiciones objetivas del trabajo como suyas propias, como la naturaleza no organica de su subjetividad, como el vinculo y 18 ocasi6n en los cuales el mismo se re· aliza como sujeto".37 iEstamos en la inmedialez? Sf, pero esta inmediatez incluye la colectividad comunitaria (comWlista), que, por consiguiente, forma parte tsmbi~n ella de la naturaleza: "Esle comportamiento respecto de 18 tierra, propiedad del individuo que trabaj8, es inmediata mente mediatizada por la existencia natural, mas 0 menos desarrollada y modificada hi st6ri camenle. del individuo como miembro de la com una, y de su ex istencia natural como mi embro de un cla n, etc." Y en una nota en ese sitio, la siguiente observaci6n: "EI individuo que trabaja no apare-
ce por 10 tanto de entrada como tal, en su abstracci6n; posee en la propiedad de la tierra un modo de existencia objetivo, condici6n de su actividad y no simple r esultado de ~sta ultima. Esta propiedad es Wl a condici6n de su actividad con el mismo titulo que su piel, sus 6rganos sensoriales, que ~I reproduce y desarrolla, ciertamente, en el proceso vital, pero que presiden ese proceso de r eproducci6n mi smo".38 En consecuencia: 1') el cuerpo de la tierra es llamado inorgdnico 8610 para distinguirio del cuerpo organico del trabajador mismo; de hecho es un cuerpo organicamente relacionado con el cuerpo organico y desde todo punto de vi sta identico a el en 18 medida en que, como el, es dado y no producido; 2i) de ese gran cuerpo (in)organico fonna parte la comuna misma, ya que como miembro de esta el cuerpo "trabajador" (que par otro lado no aparece como tal) puede entrar en rel aci6n productiva con la tierra. Y la pertenencia a la comuna es tambi~n dada y no producida. Las tres instancias, coerpo propio, cuerpo social, cuerpo de 18 tierra, estsn articuladas juntas como otras tantas piezas de una unica maquinaria que es la naturaleza. En el senD de esta naturaleza es donde se efectua la "producci6n" o mas bien esta "prod ucci6n" es la naturaleza que se reproduce. , Esta lmaginaci6n es constante. Abran La Ide%gta alemana y haIla ran este largo texto perfectamenle explicito: "Aquf a parece la direren. cia entre los instrumentos de producci6n naturales y los instrumentos de producci6n creados por la civilizaci6n . EI campo cultivado (el agua, etc.) puede ser considerado como un instrumcnto de producci6n natural. En el primer caso, para el instrumento de producci6n natural, los individuos eslAn subordinados a la naluraleza; en el segundo caso, 10 son a un producto del trabajo. En el primer caso, la propiedad, aqui la propiedad rural apareee por 10 tanto tambien co mo un a dominaci6n inmediata y natur'al; en el segundo caso, ests propiedad aparece como una dominaci6n del trabajo y en especie, del trabajo acumulado, del capital. EI primer caso presupone que los individuos estsn unidos por un lazo cualquiera, ya sea la familia, la tribu, el suelo m ismo, elc. EI segundo caso presupone que son independientes unos de los otros y que s610 se mantienen juntos por el intercambio. En el primer caso, el in tercambio es esencialmenle un intercambio entre los hombres y la naturaleza, un inlercambio en el cual el trabajo de unos es trocado por el producto de la otra; en el segu ndo caso es, de manera predominante, un intercambio entre los hombres mi smos. En el primer caso, una inteligencia media basta para el h ombre, la actividad corporal y 18 actividad intelectual no estlin de ningu.n modo separ adas todavfa; en el segundo caso, 18 divisi6n entre el trabajo corporal y el trabajo intelectual ya debe estar prdcticamente realizada. En el primer caso, la dominaci6n del propictario sobre los no-propietarios pue-
36 Grundri88t, "Formes prccapitalil~ ...", tr. rr. in Pl4!iade II, p. 328. EI tcxlo e. de 18&7-1858. Tr. cap. de Wc nCCIJl1IO RoccIJ: Mon Grundrisu 1857-1858, MOxico, F ondo de Cuilurn Econ6mlcn, 1985. 37 Ibid., p. a24 .
38 Ibid.
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de descansar en vfnculos personales. e n una suerte de comunidad; en el segundo caso, debe habeT cobrado una forma material, encamarse en un tercer termino, e1 dinero; en el primer caso, 18 pequciia industria mixta, pero subordinada a 18 utilizaci6n del instrumento de producci6n natural Y. por ese hecho, sin reparto del trabajo entre los diversos individuos; en el segundo caso, 18 in dustria s610 existe en 18 divisi6n del trabajo y por ests divisi6n".39 Muy poea distancia entre 105 dos textos, a doce anos de intervalo; Y. si ]8 hubiera, sena en detrimento del mas joven, que habIa de la propiedad precapitalista como de una "dominaci6n" mientras que en 1857 r eina plena mente 18 gran figura del Cuerpo (in)org4nico, el cual excluye toda relaci6n de dominaci6n en el interior de sf mismo, y que s610 conoce los efectos de reali zaci6n inmediata de una funci6n parcial por las otr as partes. Y no se puede despachar este tema de la natura1idad perdida diciendo que Marx no hizo mns que ualerse de las formas precapitalistas de 18 producci6n para endurecer mejor su oposici6n a la forma capitalista y h acer aparccer ests ultima en su especificidad, aunque fuer8 al precio de una verdadera mitificaci6n de las primeras. 40 La presunta oposici6n no es s610 una; hay para Marx una mutaci6n, una revoJuci6n, como dice el Manifiesto, entre todas estas formas precapitalistas y el capitaJismo, una diferencia en el sentido de que, en este ultimo, 8610 existe opacidad, en este ullimo s610 Ia 80ciedad se equivoca respecto de Sl misma, en este ultimo el trabajo, que aparece precisamente como una r ealidad cotidiana, 8610 puede aparecer a condici6n de haber8e vuelto una abstracci6n plenamente desnaturalizada, 0, finalm ente, s610 en el capitalismo esta desnaturalizaci6n requi ere de una Spaltung, un a escisi6n no solamente de los objetos (en me rca ncias y en bienes de uso; en valores y en necesidades) sino tambi~n de Jos sujetos en cuerpos concretos y en fuerzas de trabajo oontabilizadas. A la inversa de la inmediatez "precapital ista", ests escisi6n es para Marx 10 que hay que explicar: "1..0 que rec1ama una explicaci6n no es 18 unidad de los individuos activos y de las condiciones no orglinicas de su metabolismo con Ia naturaleza de la que se ap ropis n; ests unidad no es el resultado de un proceso hi st6rico, 1..0 que debe ser explicado es mns bi en la separaci6n de la existencia humana activ8 de las cond iciones no-organicas de la existencia, separaci6n que es perfecta mente visible sin la relaci6n entre el trabajo asala riado y 01 capital".41 Pero hay aun mas: esta escisi6n no solamente tiene que ser cxpli cada, si no que pon e en evidencia que hay algo que necesita ser ex-
plicado, pues el discurso de 18 economfa politica se engendra a partir de la vacante 0 hiancia· que en a abre en el sujeto social: esto es 10 que Marx (mas bien el fiscal, esta vez) intenta hacer comprender en la Introducci6n (de 1857) a la Crttica de La economla poltti.ca, a1 decir que ciertamente ha habido trabajo antes que el salar iado y dinero antes que eJ capital, pero que es necesaria la prlictica del "trabajo en general", del "trabajo sin rodeos"; practica, dice Marx, que es la propia del trabajador norteamericano, la de la indiferencia por el "job", que "ha devenido un medio de crear la riqueza en general y ha dejado de ser una sola y misrna cosa con los individuos""2 - que es necesario entonces esta practica de la escisi6n propia del capitalismo para que vuelvan a sf mismas, como categoTias de la economfa polftica, pr4cticas muy "anteriores" a ests escis16n-. Lo que se necesita explicar ea 10 escisi6n, al mismo tiempo que es en y de la escisi6n que nace esta necesidad de exphcaci6n. No podria decir se que invocar la antipoda de un a sociedad no esci ndida sea s610 una facilidad expositiva en Marx: ell a rige su metodol ogfa (imposible, pero ese es otro asunto), y rige su politica que es, muy explicita y constsntemente, abolir ia escisi6n y establecer el gran cue rpo pleno y cornun de la reproducci6n natural, el comuni smo, Esto esM dicho, y no podrfa decirse ml1s claramente, en el Iibro I del Capital, que ademas introduce, bajo apariencias un poco vergonzosas: "Pueslo que a la economfa politica Ie gustan las robinsonadas, visite mos primero a Robinson en su 1sla",43 Siguen cuatro ilustraciones de la transparencia 0 naturalidad 0 inmediatez, cuatro fo r mas de las que esta ausente "todo ese misticismo que oscurece los productos del trabajo en el perfodo actual": Iimpidez de la economia polftica de Robi nson , vaya y pase; pero cla ridad no menor de la oscura Edad Media: "En la medida en que Ia sociedad esta basada e n la dependencia personal, todas las relaciones sociales aparecen como relaciones entre las personas. Los trabajos diversos y sus productos no tienen en consecuencia necesidad de asumir una figura fantastica di stinta de 1a real idad. Se presentan como servi cios, prestaciones y entregas en naturaleza"."" j.Esto quiere decir que Ia
tr. (r., EdIL. lIocialcs, l968, pp. 79-80. E80 dice PoulanuaJ, en Pouuoir politique rt c1anell lIOCia /u, Mnspcro, pp.
39 L'/diologia ollarncmda I,
40
134,
41
Grundriasc. "Fonnfl8 prectlpilnlist",·, p.
329,
25.26,
151
• TraducimOli btanct. termino filolonoo de In Icngun francesa, por hiancia. (btan· It/hiante) ficle8 ala decieion de 'l'om61 Segovia de vnler1le de un t.eenicismo de la rctO rica para cubrir un significado que en e1 cs patlol no tiene significantc asignabJe. VenSEl Nota de l lraductor, en uctura eslructur(~lista de Freud. p. VII , Mc!xioo, Siglo Veintiuno, 1971. "2 Crtliquc dr I'tconomic politit}tIC, tr. fr., Edit. Socialea, 1957, p. 168. Tr. eap . de WctlCClllao Roccs: El capital, M(\xic;o, Fondo de Culluro Econ6mica. 1946. Esle tema de la indiferencia es amplia mente desarrollado en el manu.crito titulndo ·Scxlo capitulo. Resultadoll del ptoOe80 de producci6n inmcdlnlo·, que habrfa de ler parte dcllibro I del Capital; traducida y prescntado por Dangeville, Un chapitre inl!dil du Cap~tal, u.G.£., 1008, 1971. en particular IIlI p4ginas 222 .... 231 l1li., 241 l1li. Este manuscnt.o dato. de 1863-1866, .f3 El Capital, I, 1, tr. fr., Editions lOCialea, p. 88. "" Ibid .• p, 89.
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realidad del deseo (suponiendo que consista en su ambivalencia) se exhibe anf! lPor que no? Marx no 10 dice, pero, en fin, las "relaciones entre personas" son, a los ojos de Marx como a los de cualquiera, relaciones plenamente transferenciales y constituyen un lenguaje humano verdaderamente apasionado. Baudrillard objetar4 que alIi de ningdn modo existe In transparencia con Ia que Marx suena; pero que ena es ]8 exhibici6n
sin maquillaje de 18 ley del valor: "Cada chambeador sabe perfectamente bien, sin recurrir a un Adam Smith, que 10 que el gasta al servicio de su amo es una cantidad determinada de su fuerza de trabajo personal".&6 Correctivo que serfs tambh~n valido para los dos ultimos ejemplos de 50ciedad en los que In economia politica es juzgada cristalina: Is realidad presente de Is industria rUstica y patriarca] de una familia campesina; y, finalmente,la imaginaci6n de "una reuni6n de hombres libres que trabajan con medios de producci6n comunes, y que prestan, de acuerdo a un plan concertndo, sus numerosas fuerzas individuales como una sola y misma fuerza de trabajo social".-w Robinsonada colectiva, dice Marx; i.no es acsso el comunismo? Ninguna duda de que este ultimo sea 1a (re)const.it.uci6n del gran cuerpo orgl1nico 0 inorglinico, tran sorganico 0 transitivo. Mas la objeci6n vuelve: ests transitividad esM ya situada en la economia politica puesto que s610 concierne a las relaciones de trabajo, producci6n y distribuci6n. Ahora bien, la sociedad sin inconsciente de Daudrillard no es solamente una economfa politica preburguesa, es una economia pre-politica, libidinal, 0 incluso una pre-economfa. Quid 18 frontera sea corrida en efecto aun antes en la arqueologia fanttistica, "antes" de la producci6n y no solamente, como parece serlo en Marx, antes del ocultamiento de la fuerza de trabajo en las relaciones capitalistas; desplazamiento de 18 Hnea de critics que admite entonces por criterio no solamente la forclusi6n del deseo en la pnictica capita Jista-capitnlizada, sino su negaci6n en la circunscripci6n misma de un campo de la economia. S610 que el desplazamiento de una frontera permite cambiar la denominaci6n de los paises que se encontraban de un lado y del otro; aqui eso ya no sucedera: economia capitalista versus economia capitalista sera: economfa politica 0 equivalencia versus intercambio simb61ico 0 ombivalencia; pero el sistema de oposiciones signe slendo el mismo, y la formaci6n de regiones distintas, y In constitucion de una teatralidad por exteriorizaci6n (del campesin o, de Robinson, del trabajador socialista, del marginal), y W. crit ics que ha side posible por la Qosici6n de un incriticado ("10 que reclama una explicaci6n no es la unidad de los individuos octivos y de las condiciones no organicas ... ") en ten dido como ellugar desde donde habla el criticante, y por consiguiente el nihilismo. Todo Mane descansa sobre ese nihilismo. ~5 Ibid. ..6 Ibld., p. 90.
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Marx todo entero: la joven y el te6rico; la joven que suena la reconciliaci6n y eJ fin de la miseria de la escisi6n y que por 10 tanto se distancia de la "realidad" (capitalists) para poder oponerle el cuerpo (in)organ ico y transparente, la joven que hace ese movimiento de desenganche. y de aniquilamiento de 10 dado, que rechaza 10 dado y se procura otro, Justamente el rechazado, el de la transparencia perdida. Ahora bien. j,que rechaza ella en 10 dado? La prostituci6n. Basta recordar el Mam(l.€sto: la familia burguesa descansn sobre el capital, s610 existe por la burguesia, "pero encuentra su complemento en la ausencia de familia, imp~esta a los proletarios, y en la prostituci6n pUblica"; as por eso que, ~ I el comunismo tenia el programa de instituir la comunidad de las mUJeres, no habia ani muche que hacer porque esta ya era la instituci6n de la burguesia, la cual no sola mente dispone de las mujere.s e hijas de lo~ proletarios sino que "el matrimonio burgues es en realldad la comumdad de las m~jeres casadas" burguesas. EI comunismo d~ las mujeres. no haria otra cosa que exhibir y descubrir su actual comurudad clnndestma. Pero, Ilgreglln los autores, "se da por supuesto que co~ la abolici6n ~e las r elaciones de producci6n actuales desaparece tnmblen la comumdad de las mujeres que resulta de elIas, es decir la prostituci6n oficiaJ y no 0~ciIlJ"."7 Ya en 1844 Marx awca el comunismo grosero que n() es, dIce, mas que generalizaci6n de la propiedad priuada~ instituci6n de un~ especie de comunidad priuada 0 priualiva, en partlcular para las mUJeres .. La misma posici6n que en 1848: la comunidad de las mujeres es la prostJtuci6n. EI secreto del capitalismo se revela: "Asi como la mujer. pasa (en la hip6tesis de este comunismo) del matrimonio a la prostitucl6n general. el mundo objetivo de la riqueza, es decir Ja esencia objetiva del hombre, pasa de la relaci6n de matrimonio exclusivo con el propietario privad? a la de In prostituci6n universal con la comunidad".48 Aqui una anotacl6n precisa: "La prostituci6n no cs mn s que unll c."pr~6i6n particular. de In prostituci6n general del obrero, y como la prostttucl6n es una relaCl~n en la que participan no s610 la prostituta "ino tambien quien la prostit~ye ---euya abyecci6n es aun mayor- el capitali sta, etcetera, cae tamblen bajo esta categorfa". .' . 1..0 que 1a joven sofiadora rechaza en el capltabsmo, b~o el no~bre de mediacion alienada, es 18 prostituci6n. "Es el circulo viclOso habItual 47 Mani{uk du parti communisk, lr. fr. Livre de Pochc, 48 Monuscrit'l ch 1844, tr. Cr. Edit. lIOCialc8,1962, p. 85 .
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973, pp.29·31.
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de la economfa politics: el objetivo es la libertad del espfritu; luego, para la mayona es Ia servidumbre embrutecedora. Las necesidades fisicas no son el Unico objetivo; luega, para la mayana son el Unico objetivo. 0, in· versamente: e] objetivo es el matrimonio; luego, para 18 mayoda, es la prostitucion. EI objetivo es la propiedad; Iuega, para 18 mayoria, ninguna propiedad,n49 Terna central y persistente y que incluso amplia su alcance cunndo se desdibuja 18 oposici6n, seiialada al comienzo, entre matrimonio y prostitucion. Por ejemplo, en 1857, en los Grundrisse, en una nota 81 pie de pagina todavia (evidentemente); "La intercambiabilidad de todos los productos, adividades, relaciones, por atTa cosa, POT un objeto a su vez indiscutiblemente intercambiable, por cualquier cosa, en resumen el desarrollo de los valores de cambio (y de las relaciones monetarias) es una sola cosa con la venalidad y Ia corrupci6n generales. La prostituci6n generalizada 0, para expresarnos de manera men os brutal, ei sistema general de la utili dad y del uso, aparece como una fase necesaria, etc".50 i,Ante que retrocede, en cualquiera de sus edades, la pequena Marx? Ante Ma.dame Edwarda. Bataille decia:
No ya un cuerpo, en efecto, sino una abstracci6n, no ya la unidad carnal, Uartistica", de un adentro y de un afuera, de un puna y de su herramienta, de una palma y de una playa de piel acariciada, de una casa y de un pais circundante, de una fatiga y de su reposo complementario, sino al "cuerpo del capital", que no es un cuerpo organico, que Ie parece un cuerpo gravado por enfermedades repugnantes, cuyos 6rganos estan separados por 10 que deber1a reunirIos, cuya unidad "mediadora" no es totalizadora-inmanente, sino trascendente-destotalizadora. El dinero del capital reune los incomposibles. No esta constituido por un lenta proceso de nacimiento y crecimiento como un ser vivo, sino par un acto discontinuo de vampirizaci6n: no ha hecho mas que apoderarse de 10 que ya estaba allf, presa de la disoluci6n, fuerza de trabajo por un Iado, masas de moneda por el otro, medios de trabajar de un tercero, para reorganizarlo de otra manera;54 el no puede ex.istir como unidad "organica", su unidad es ex.trlnseca, como 10 es la que forman la impaciente perversion de un cHente, la indiferencia de una prostituta y 18 neutralidad de un rufian. E I hecho de que el capital haga enttar en su cicIo de transformaciones indiferentemente todas las actividades y vuelva indiscernibles los usos, para Marx es como si, habiendo perdido la sexualidad su anclaje, su finalidad y su justificaci6n en Ia genitalidad y la reproducci6n, se desencadenara 18 infamia de las pulsiones parciales. En lugar de la sensibilidad amorasa, la sensualidad en el sin sentido. En lugar del orden natural e inmediato, quid la locura. "Sentada, ella mantenia en alto una pieroa separada: para ofrecer mejor la hendidura acababa por estirar la piel can las dos manos. Asi me miraban los "andrajos" de Edwarda, velludos y rosados, Benes de vida como un pulpo repugnante. Yo balbuceaba suavemente: -i,Por que me haces eso? -Ya 10 Yes, decia ella, yo soy Dios ... -Estoy loco... -Pero no, tienes que mirar: imira!"55 La vulva exhibida de Edwarda, su siocope en la calle (porque como mujer de burdel, ella puede no obstante salir, al igual que cualquier trabajador asalariado que no es un esclavo), su odio a su c1iente ("Me ahogo, grita ella, pero a ti, piel de cura, YO TE CHINGO ... "), su regreso en taxi, el coito con el chofer desconocido hasta con un orgasmo baboso y livido, eso es 10 que promete el capital a los enamorados y enamoradas de cuerpo organico y de armonias afectivas. El capital no es la desnaturalizaci6n de la relacion del hombre con el hombre ni de Ia relaci6n del h ombre can Ia mujer, es Ia irresoluci6n de la primacia (i,imaginaria?) de la genitalidad, de la reproducci6n y de 18 diferencia de sexos, es el desplazamiento
49 "Notas de Icetur8~ (inviemo 1843-1844), 50 Grun.drtsse, tr. fro PMiade II. p. 216. 51 CEuurt!s cQmpf~tes, III, Gallimard, p. 26. 62 Manuscrits fh 1844, pp.121_122.
/53 Ibid .. p. Sli.
tr. rr., PMiadc II, p.ll.
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54 Vl!ase Grundrtsse, "Formell ... ~ : -Ef capital no liene mds que una sola propierfud, la de reunir fa masa de brazos y de inslrumentos que encuentra {rente a it y que aglomera bo· jo sus 6rdenes. Eso eB todo la que en realidod Ire acumufa.· PMiBde II, p. 352. 55 M0d4mt Edwarda, p. 21.
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de 10 que estaba en su lugar, es el destape de las pulsion es mas insanas porque es el dinero como unica justificaci6n 0 vinculo y porque en la me~ dida en que el dinero puede justificarlo todo, desresponsabiliz; y desuaria absolutamente; es la sofisticaci6n de las pasiones al mismo tiempo qu~ su pr6tesis energet~ca, y si la "unidad" que quiere aplic8r al cuerpo socl.al I.e c ~u sa tan~o ml~ do .a Marx, es porque esta tiene ciertos rasgos anltuntlarws y antJtotaittarws en los cuales se advierte la gran pelicula efimera. EI descubrimiento de esta ultima, al menos el esbozo de su emergencia en las aguas frlas del capital, es 10 que hace r etroceder a la joven enamorada. lQue es 10 que queda por Bmar en esta sociedad c6mo vincularse en la relaci6n natural, inmediata, apasionada, cara ~ las almas puras? La tarea que la pequena fija al abogado Marx es descubrir un objeto de arnor, un fuera de precio ocuIto, olvidado en la subversi6n de los p,ecios , un mas alIa del valor en If! feria de los valores, algo as! como una naturaleza en la desnaturalizaci6n. Reencontrar una dependencia. natural, un Nosotros, una dialectica del Tti y del Yo, en la s6rdida soledad de la independencia pornogrMica a la que la funci6n capitalista del dinero y del trabajo condena todo gasto de afectos. 8 i es .ver~ad que el modelo de la relacian en la sociedad capitalista es ]a prostltucl6n, entonces de ahi se desprenden dos cosas: Ia primera, muy cono~ida, es que todas las relaciones son mediatizadas y aplastadas en. el Medlo de los rufianes-capitalistas; perc la segunda, escondida en ]a prlmera, es, desde el punto de vista de La consideraci6n de un cuerpo orgtinico, la desaparici6n de este ultimo, su remplazo por series de r elaciones ~ in gul ares , an6ni~as e indiferentes (per o solarnellte desde ese punto d~ VIsta), entre los chentes y las prostitutas. EI conjunto de los cuerpos ch~lltes no forma un. c~erpo organ ico, y tampoco el de los cuerpos prostitUldos. 8610. la colecbvldad de rufianes-capi tali stas hace cuerpo, un cuer* po clandestmo, u". estado-mayor, y es s610 por in stancia de las pulsiones, de to?as las pulslones s.obre su centro de poder, que los clientes y las prosbtutas, lo s consumldores y los productor es tienen una suerte de existe".cia colectiva. La "desaparici6n" del cuerpo organico, he aqui la aCllsaC16n que condena, en sum a, desde Marx h asta Baudrillard (per o eso va mas lejos, en los dos sentidos), al dispositivo del capital. Pues bien, muy lejos de que este rechazo nos aclare acerca de la funci6n libidi nal, 0 acerca de las funciones libidinales relativas a cada "posta" econ6mica del capital, manti ene, por el contrario, bajo la forma de una denegaciOn previa a todD anaiisis, la idea de que el capitalismo nos priva de las intensidades afectivas. Esta denegaci6n es 10 que introduce a la economia politica y a la semi6tica como "'cien-::ias" separadas es decir nbsurrlas y eiagos necrcn de sus presupuestos, pero C~ tambi~~ 10 que pors illto Oil subtcndcr In crllica de eS!lS "ciencios"; y 8i l\1/lrX, que
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quena hacer est a critica, no escapa al nihilismo de esta denegaci6n, no es por error, es porque toda su critica saca vjgor de la denegaci6n si· guiente: no, ustedes no pueden hacerme gozar. Baudrillard no se aparta de esa linea cuando agrega: ustcdes no pueden hacerme gozar sino como perue,sos, colocandome fu era de la ambivalencia, denegando la bisexualidad y la castraci6n. Pues no se ve por que esta lirnitaci6n sena la propia del capital. 8e advierte perfectamente, por ejemplo, cuales modos de goce estan excluidos de la circunferencia de la homosexualidad he1enica, o cuales de la organizaci6n jerarquica de los gremios medievales. Por el contrario, en el inmenso y viscoso circuito de los intercambios capitalis* tas, ya sean de mercancias 0 de "servicios", parece ser que todas las modalidades del goce son posibles y que a ninguna la golpea el ostracismo. Ademas, en estos circuitos puede decirse que es la banda libidinal 10 que sale a la luz en su polirnorfia enrnera y an6nima. Es necesario abandonar completamente la critica, en el sentido en que h ay que cesar de criticar 81 capital acusandolo de frialdad libidin al 0 de monovalencia pulsion aI, acusandolo de no ser un cuerpo organico, de no ser una natural relaci6n de los termin os que pone en juego; hay que cornprobar, exam inar, exaltar las posibilidades pulsion ales increib]es, inconfesables, que pone en juego y, a partir de alii comprender que all! nunca ha habido cue,po organico, relaci6n inmediata y de naturaleza en el sentido de un sitio establecido para los a(ectos, y que el cuerpo (in)organico es una r epresentaci 6n en el escenario del teatro del capital mis* mo. Reemplacemos la critica descolorida-por ~ actitud mas pr6xima de 10 que experimentamos efectivamente en nuestrus relaciones corrientes con el capital, en la oficina, en la calle, en el cine, sobre las carreteras, en vacaciones, en los museos, los hospitales, las librerfas, es decir una fascinaci6n horrorizada por la gama completa de dispositivos de goce. Es necesanoaecir: la pequeiia Marx invents Ia critica (e invents a su gordo fi scal barb6n) para de(enderse de esta fa scinaci6n horrorizada, que es la que nos produce el desorden pulsiona1. Es cierto que la prostituci6n es ademas un orden , un recorte y una distribuci6n de los movimientos pul sion ales sobre polos distintos, en lo s que cada uno cum pIe un a funci6n definida en la circulaci6n de los bienes y de los goces. Pero las inten sidades no se alojan allf menos que en toda la red posible. Madame Edwarda no es solamente una prostituta en este sentido de orden que autoriza una serni6tica y una sociologia de la prosti* tuci6n; ella es tambien una loco. lEn que consiste su locura? En el exceso de su goce en posici6n profesional. La r egIa de la frialdad no se respeta, por el contrario, 10 que ella osa procurarse en favor de su oficio es el desarreglo del furor y del orgasmo. No la disyunci6n de 10 que pertenece al am ante (eventual) y de 10 que pcrtenece al cliente; sino La ba,ra de disyunci6n que da vueltas sobre La (unci6n disyuntiua misma: la intensidad
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se produce sin ninguna referencia al sfuera. sino por el calentamiento al rojo blanco de 10 que pone en el afuera. EI chofer de taxi habni hecho su jugada en un triste turno; pero no habra pagado nada, su vehfculo habr.!1 hecho las veces de recamara de hotel, no habra pedido nada y. finalmen· te, 10 que habrli tornado y penetrado sera 18 demencia y no la neutra carne venal. La prostituta Edwarda viaja allende cualquier organizaci6n proxenetica. pero en el sitio, en eI terreno mismo de esta organizaci6n. por 18 circunstancia misma de su posici6n de cuerpo-mercancia. Su furor. que es arrancado a la harra disyuntiva, 8 10 que acota todos los furores entre client.es y cortesanas, ciertamente va a Is par de otro rasgo esbozado por Bataille, su autonomia en Is organizaci6n prosti. tutiva. Si la prostituta es su propia amante, si ella se ofrece sin la excu· sa siquie ro. de 10. maldad de los rufianes, si Jesus trepa pOl' 10. cruz sin haber sido invitado a hacerlo pOl' su padre, si, por ende , no h ay nadie para recibir el precio del goce-sufrimiento, no digo que todo se vuelva claro, pero , en fin, el velo de intenciones cuyas intensidades disimula la organizaci6n se levanta un poco, ya sea 18 orga nizaci6n del comercio de mujeres 0 la organizaci6n del trabajo y de su mercado, y revela que es necesario una nada, en el seno mismo del orden prostitutivo-salarial, para que In locura de Edwarda se levante pOl' doquier (10 Que Chaplin habio mostrado en Los tiempos modernos: el O.S. deviene una especic de dios loco cunndo su cuc rpo deja circular el goce que recihe de las m6.quinas y que 61 les transliere): eso nada es 10. destrucci6n del circulo de referenc.ia, del Medio y del tri~ngulo divino, 0 sea del capital como lugar de las cuentas. Eso no quiere decir que 10 ley, que la disyunci6n que separa a 18 mujer de su cliente desapo.rezca, POI' el contro.rio, queda una baITa infranqueable (que siempre podr~ dar lugar al retorno del poder, al retorno del contable, del semi610go), pero es sabre esla barra y de esla barro misma que va a provenir el extremo gocc, y este goce extremo es perfcctamente una intcnsidad en la medida en que no inflama 5610 a la clientela, sino al peraonal, no s610 al cliente, sino a la mujer, de manera tal que o.qui se dibuja, en la locura , la supresi6n de Ia religi6n (ya sea del suave Jesus, del 8cvero rulian 0 del capitali sta cualquiera). iNo era esto 10 que proyectaba Sade en sus instituciones de voluptuosidad, profunda mente igualitarias, y de una igualdad completamente clifcrente de 10. que el capital toma pOl' su cuenta y extravia en el peque1'10 miodo de aus ecuacjones, de una igualdad en la disponibi li dad de goZI'lT, no en la propiedad (el capitan, sino en el goce 0 aun en el "derech o do propiedad sobre el goce", como decia Sade? En esns casas de libertinaJo republicnnaa, no solamente "todos los hombres tienen el mismo dereeho de gozar de los mujeres", sino que "bajo 18 cIausul a especial de Iibl'ul'ao odcmds a todoa loa que 10 deseen, es necosa rio quo laa Illujeres lllll.:rm 10 libcrtad de gozar igualmontc dc todos llqUl'1I0. qua fl lln. conai-
deren dignos de satisfacerlas".56 Madame Edwarda ests. a punto de transformar el burdel donde se gana la vida en una de esas casas democraticas de voluptuosidad, sitio de emergencia de las intensidades en la isonomia politica. Y Marx. diseierne horrorizado(a) hasta que punto una igualdad disimula a la otra, hasta que punto la equivalencia mercantil estimula , aunque encubriendolo, el intercambio de voluptuosidades y pronto tambien la igualdad de los derechos sobre el goce, que es su vagabundeo sin Jimite. Una igualdad es el orden; y la otra, que es la misma pero sin el rufi~n y el dinero, es la suhversi6n de ese orden. Subversi6n pOl' condensaci6n: la puta es ella misma su rufilin, el trabajador su propio patr6n. Pero sobre todo e1 goce de fornicar 0 de trabajar no const.ituye su instancia sobre una ausencia, el Medio, el Capital. i,Fin de la alienaci6n? Tal vez nada de eso: Sade ve tambilm en su extrana instituci6n Iibertina un facto r de orden, per o de orden poUtico. El cfrculo de la deter minaci6n de instancias y de laa contabilidades se reconstituye al costado de los circuitos econ6micos, sobre el cfrculo politico. Se di d.: recuperaci6n, pero no de todo; las intensidades no circulan jamas como tales, sino disimuladas; POI' no hacerlo en la equivalencia mercsntil, se disimu l ar~n en la igualdad republicana. Este desplazamieoto. si se difundiera como queria Sade, seria un verdadero desplazamiento, de ninglin modo una derrota de las libertades 0 mas bien de las libidinnlidades, y Marx no se equivoc6 al respecto. En la prostituci6n capitalista, el den uncia el estupro; pero 10 que alU se denuncia es la perversi6n polimorfa sin amo, la 10cura de los "andrajos" de Edwarda que sus propias manos abren; locura y riesgo y anonimato puesto que, como en la masturbaci6n, man os en pezones, en clitori s, en el borde del giande, no son entonces mias ni de nadie, y puesto que 10 erecci6n y la detumescencio. que oblienen no se deben ni siquier8 a elias, oi man os de mujer oi manos de hombre, no soo su producto, son tensiones inasignables. o como en esta figura del apareamiento: posici6n en cuclillas pies sobre muslos, sodomizaci6n hasta la punta del pelo, pecho izquierdo alojado en la sangria de brazo izquie rdo, derecho en el hueco de palma izquierda, pez6n derecho pcllizcado y crguido cntre pulgaI' e indice izquierdos, cabeza boca arriba sobre hombro izquierdo, boca abier ta hasta las comisuras, sondeo del refu gio hiante pOl' tres dedos centrales unidos, irrigaci6n de lengua y paladar pOl' el li cor extraido. Quedan dos manos, cuatro pies, alientos, el sudo r de las caras internas banando el contucto espaldo. tor so. i,Que correspoode a qui~n?
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56 La Philosophie dona I, b<Judoir, "Franc;:ais, encore un effort...", Pauvert, 1972, pp. 215-217.
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o como en ests figuTa de 18 sepaT8ci6n: nevan bajo sus uiias restos de piel recogidos de tanto rascal' caminos sobre las crestas de las cade. ras, las axilas desplegadas, Is c81da de los hombros y la de los riiiones. No son dos identidades que se disyuntan en la separaci6n, dos cuerpos devueltos cada uno a si mismo. La barra de divisi6n atraviesa imprevisiblemente los campos de vista, de tacto, de olfato y de oido; 18 textura de la piel "pertenece" tambien a las lenguas que hernos amado U odiado, no solamente al presunto cuerpo que aquella envuelve. Las partes se entremezclan de manera inextricable en relaci6n con el orden de "esto es tuyo, esto es mio", Ese orden es el orden del capital, pero ese desorden es el desorden del capital. El orden cuenta y haee sus escrituras, el desorden se multiplica por esas cuentas y sufre sacudimientos. La figura de Madame Edwarda se repite en la del masturbador-escritor, dispositivo capitalista por excelencia: "Para la reflexi6n, dice Guyotat, no hay espeeU.culo m~b brutalmente excitante que el de un nino que can su mano izquierda se masturba en este aparato, y con su mana derecha escribe. Hay que ver en la perturbaci6n de entonces uno de los terminos de esta voluntad pulsional contradictoria de ser a la vez visto y fisg6n (c1arividente), rufian y puts, comprador y comprado, fornicador y fomicado".67 Ahora, lque hacia la mano izquierda del fiscal Marx mientras el escribfa Et Capital?
67 "LnngAgo du corpll-, cn Artaud 1MB, 1973.
LAFUERZA
La instancia de la crttica de la economia politica ha sido establecida 50bre el cuerpo (in)organico; es el, el cuerpo bello de la genitalidad reconciliada, 10 que permite caracterizar y rechazar el capitalismo y el salariado como propios de la prostituci6n. Toda la "critica" se articuJa sobre los siguientes enunciados simples: la ganancia oculta la plusvalfa, la plusvalia procede del ocultamiento del valor de usa de la fuerza de trabajo por su valor de cambio; 0 sea: del ocultamiento de su fuerza sustancial, sobreabundante, por su propiedad de mercancia intercambiable, suficiente; por 10 que el capitalismo tambien tiene que despreciar el origen de su crecimiento, y este desprecio es fatal para el. lEs esto disimulo de la potencia en el orden? No. lEs 10 mismo que habiamos querido mostrar respecto de los signos, el signo sensato, aquel del valor de cambio, que disimula al signo tensor, el cual se confundirfa entonces con el valor de uso, y a la inversa? De ninguna manera. EI valor de usa pertenece tanto al sistema de los signos sensatos como el valor de cambio, no es su exterioridad; pero Marx dice que sf 10 es, precisamente a prop6sito del valor de uso de la (uerza de trabajo. EI piensa que su exterioridad, su heterogenidad, es responsable, y la unica responsable de introducir los acontecimientos en el sistema: si el capital es amenazado, piensa el fiscal, es porque no puede al mismo tiempo reducir al minima el tiempo de trabajo {u} y segulr obteniendo ganancia de la explotaci6n de esta fuerza, en la medida en que el aumento de la composici6n organica c/u no cesa de hacer bajar la tasa de ganancis y Is incitaci6n a invertir. El capital capta la fuerza y la convierle en trabajo social medio, medido por reloj: "'ata" la fuerza. Se podria establecer una suerte de homologia entre este esquema y el de Freud: algo atenta contra el "aparato psiquico" 0 contra el capitalismo, una excitaci6n que pracede de la X pulsional 0 de la fuerza y en relaci6n a la cual el "'aparato" 0 el sistema reacciona no solamente atando los efectos perturbadores que resultan de la introducci6n de esta fuerza en un circuito de tension regulada, sino modificando, y en partic\llar subiendo la capacidad del regulador de tensi6n, a falta del cual el sistema se rompe. Es que para el fiscal al menos el capital consiste en un desvio de fondos, en 18 captura de la fuerza y en la puesta en circulaci6n regulada bajo la ley del valor y bajo 1a forma del trabajo acumulado 0 "muerte". La fuerza viva es la pulsi6n fuente del aconteci· miento, el capital es su muerte en la medida en que es su atadura . No obstante, Freud distribuira mas bien estos roles a la inversa: 10 que ha· 161
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ce acontecimiento es pu1si6n de muerte. el Eros de vida es 10 que haee sistema. Esta invcrsi6n de los signos pcrmite evidentemente senalar un "optimismo" de Marx y un "pesimismo" de Freud. Pero a su vez oculta 10 esencial: que ]a dial~ctica se cumple enteramente en el juego de In fuerza y del sistema; In acci6n, por mas indirecta que sea, de 18 primer8 sabre el segundo, es 10 que conduce a este a su punta de ruptura. En Freud, por el contrario, la oposici6n no es dialectizada y no es dialectizable (bajo In reserva de una acci6n de 18 cura) entre las pu1siones letales y In organizaci6n er6tica; pOT cieno, esta ata a aqueUas y, en un senti do, obtiene "beneficia" de elias eel famosa ''beneficia secundario"), pero las primeras no son exteriores al aparato regulado, sino que m~s bien la habitan, yesta cohabitaci6n impensable del regulador y del desarreglo bajo los mismos signos es propiamente el disimulo 0 disimilaci6n medinnte el cual todo signa intenso se ofTece como signo codificado, y algUn signa codificado (pero inasignable) encubre una intensidad. Aun cuando Freud mismo se haya equivocado al respecto, por ejemplo, a1 interpretar en El malestar en La cultura las pulsiones de muerte como agresividad, restableciendo, por consiguiente, una especie de binari smo pulsion aI, su invenci6n de 1920 da lugar u ocasi6n a un monismo di similador: nada equivalente en Marx; demasiado cristiano para eso. Un primer "efecto" determinable (y 10 es "de origen") para este Marx andr6gino, es la escisi6n [cliuageJ de In fuerza en fuerza viva y fuena muerta. Viva, la fuerza da m~s de 10 que toma, consume menos de 10 que produce, pequeno milagro meta-econ6mico de Ia donaci6n dispendiosa que seria el origen olvirlado de todo enriquecimiento. Lo que es matado en la reproducci6n es este exceso absoluto, improbable, negen· tr6pico. Ahi se trata del verdndero origen del capital, acontecimiento inmutable que sostiene sin cesar el proceso de acumulaci6n ampliada y Que debe dar lugar a su decreto de muerte. La fuerza de trabajo asf supuesta, fuerza que dispensa mas energia (traducida en valor en el sistema) que la que gasta, satisface plenamente In demanda formulada por Bataille del dispendio y de la consuncion. "Que es esta fuerza sino el regreso a la "critica" de un elemento indispensable al modelo de Ia donaci6n de prestigio? La fuerza se consume y es esta consunci6n misma 10 que per mite al capital acumularsc. Un modelo semejante se erige contra 01 del intercambio. Ustedes creen que hay intercambio, dice la pequena Mnnc, pero por debajo de todos los intercambios a igual valor hay una donaci6n de origen, una relacion irreversible de inegalidad que hace que Lodns las iguaJdades e igualamientos sean ilusorios. La fuerza de trabajo OSLd (llera de precia, 0 al menos fuera de valor, en la medida en que como OrifrOn do In plusvalin cscnpn a todo el sistema de eva lu acion09 nl mi smo LiI.'lllpo que 10 haec posiblc. Aunque csto no sen un porjuirlu /{1'1I('ral que
se Ie cause, sino un meta-perjuicio, un perjuicio que no es econ6mico sino ontol6gico. Entre el valor que esta fuerza ai'iade a la de los medios de producci6n utilizados, y su "verdadero" valor de uso, la distancia es ina· preciable. Eso no quiere decir que no se la pod ria fijar, de hecho 10 esta. por las discusiones continuas, las concertaciones y las protestas que ro* dean la definici6n de los salarios y de las condiciones de trabajo. Pero, si el precio de la fuerza en su funci6n donadora no puede ser establecido si* no nrbitrari amente respecto de 10 que pasa con las otras mercancias, es porque ella no es, porque se mantiene fuera de valor, y porque ese precio no podr~ ser fijado sino en un contexto extra·econ6mico, fuera del siste· rna del valor, en el contexto de la lucha de clases. Es par ahi que se escapa la fuerza en el enfoque economista, 0 sea por su funci6n origin aria, y es por eso mismo que ella es perturbaci6n y desorden, y que su evaluaci6n obliga a recurrir a los conflictos 0 a los organismos de concertaci6n, que ya no parecen proceder del cuerpo regulado del capital, sino del cuerpo socio-politico disparatado, incierto, equivoco, perturbado. La trascendencia de la fuerza respecto del sistema se marca, en consecuencia, en el traslado de su definici6n del campo de la reproducci6n al campo de las luchas. Prostitutas que se organizan para combatir la dominacion de los rufianes. La consecuet1cia "politica" viene sola, a los ojos del marxista: si es para obtener un mejor porcentaje sobre las tarifas del turno, permanecemos en 18 desnaturalizaci6n de la fuerzn, nos inscribimos en el sistema, encerramos alli la fuerza de trabajo por completo, asimilada a partir de ese momento a una mercancia. Eso ser~ denunciado como economicismo en la critica leninista de la reivindicaci6n sindi cal. La buena lucha apunta por el contrario a emancipar los cuerpos venales de las transas de sus presuntos rufianes (cuando son los primeros los que sostienen a los segundos) y a restablecer por doquier la magnifica tr8scendencia de Eso que daba (la fuerza), que enmascara la infamia de Aquello que redMa (el capital). La esperanza de 18 joven mujer politica es simplemente que las prostitutas vuelvan a ser virgenes fecundas, los miembros de un puro euerpo (in)organico del que elias en realidad forman parte. Y que su donaci6n sea repartida entre ellas, en proporci6n, finalmente, de sus necesidades respectivas, exactamente como sucede, segUn piensa Marx, entre 6rganos en un cuerpo o rg~nico sano. Capital 0 prostituci6n, enfermedad de un cuerpo social, parte que absorhe las fuerzas del todo, que altera la relaci6n de 10 que se da y de 10 que se toma, que derriba la relaci6n del donante y donatario, el "patr6n" que parece dar trabajo y supervivencia, cuand6 es el trabajador el que enignlliticamente da eI exceso de In pOLencia, la cual, en su exaltaci6n, se torna In sedicente "sabiduria" de la regulacion concertada de los empleos, los sa larios, los precios. Las emociones de odio 0 de desesperacion que pueden hacer presa de los miJi·
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tantes de izquierda 0 de los trabajadores mas exasperados cuando yen que "el proletariado" acepta luego de negociaciones nuevas tarifas para su prostituci6n, no tienen desde luego los motivos econ6micos que susteotan, en efecto, las quejas de los dueiios de las empresas, 105 sindicatos y los partidos (todos buenos rufianes), sino que se alimentan en la pasi6n de una otra parte, de un cuerpo oTganico escondido bajo el cuerpo abstracto del capital, de una potencia alojada par debajo 0 par fuera de las relaciones de poder. Pues bien, esta idea de una exterioridad trascendente de la fuerza respecto del sistema, que estaria en el origen de la plusvalfa y por 10 tanto de 18 ganancia, parece estar seriamente amenazada por el estado actual de 18 producci6n capitalists. Marx mismo 10 sabe, como asi 10 testimonia un texto de los Grundrisse,58 en el que dice claramente que la fuerza de trabajo individual en su uso inmediato deja de ser la fuente de la riqueza a medida que se desarrolla la gran industria, a medida por 10 tanto de que "el conjunto de los conocimientos (knowledge) se vuelve potencia productiva inmediata". Observaci6n que, en este punto decisivo de la acusaci6n que el fiscal se encarga de levan tar contra el capital, a saber la explotaci6n 0, como el dice, "el robo del tiempo de trabajo de los demas, base actual de la riqueza", no deja de desesperar a la pequefia Marx. Esta base es s610 actual, y muy 1ejos de que los miserables puedan esperar pedir venganza por ese robo mediante un derrocamiento (una revoluci6n) que permitiera finalmente que la fuerza de trabajo fuers honrada en su trascendencia inalienada, es el desarrollo mismo del capitallsmo 10 que los coloca "al margen (neben) del proceso de producci6n, del cual eran antes agente principal". De este modo, mAs trabajo suplementario como condici6n del desarrollo de la riqueza en general; mAs necesidad de la generosidad dispendiosa de una fuerza para asegurar el crecimiento. Es cierto que Marx, inquieto, sustituye de inmediato al sujeto miserable, asi puesto al margen, por otro "principal pilar de la producci6n y de la riqueza", el "individuo social", 0 sea "Ia inteilgencia y el dominio de la naturaleza por el conjunto de Ia sociedad". lC6mo entender este individuo social? lUna sociedad que deviene sujeto de la producci6n en su conjunto? lEs un conjunto de individuos cuya socializaci6n serA aumentada de manera inconcebible, 0 sea "el desarrollo artistico, cientifico, etc., de cada uno" gracias ala reducci6n al minimo del tiempo de trabajo y a la extensi6n de su tiempo libre? Las formulaciones del sabia fiscal sobre este tema son vacilantes; pero esta vacilaci6n no es aqui importante; peTO si 10 es el hecho de que Marx, situado ante la perspectiva de una pro-
ducci6n sin explotaci6n de la fuerza de trabajo inmediata y en consecuencia sin proletariado, lea todavia alIi la promesa de una fuerza de trabajo, pero an6nima y triunfante: "La apropiaci6n por el hombre de su propia fuerza productiva universal", tal es el nuevo sujeto social, consciente, sabio y pudiente. lSe trata siempre del mismo cuerpo unificado que reclamaba el amor de la genital pequeiis Renana? No, ya no es un cuerpo orgAnico, es un cuerpo sin came, un cuerpo de maquinas que obedecen a una cabeza inmensa. Las maquinas "son 6rganos del cerebra humano creadas por las manos del hombre: es la potencia materializada del saber".59 Ahora bien lese cuerpo serfa socialista 0 capitalista? Marx escribe: "A partir de a11i la producci6n fundada sobre el valor de cambio se derrumba C.')". Y, mils fuertemente: "El capital pone en movimiento todas las fuerzas de la ciencia y de la naturaleza, estimula la cooperaci6n y el comercio social para liberar (reTativamente) la creaci6n de la riqueza del tiempo de trabajo (...). Esas son las condiciones materiales que haran estallar los fundamentos del capital".60 lPor que este estallido? Porque el capital "pretende medir en tiempo de trabajo las inmensas fuerzas sociales aSl creadas, de manera que contenga, inmovilice y limite sus adquisiciones". Y esa es la "contradicci6n en acto": "Reducir al minimo el tiempo de trabajo, haciendo de el la Unica fuente y medida de la riqueza".61 Si, por 10 tanto, amigos, el capital debe reventar, seril por contabilizar toda riqueza como tiempo de trabajo, porque el patr6n y la base del valor son y siguen siendo la fuerza de trabajo medida en tiempos de reloj. Ahora bien lquien dice eso? En cuanto a la base del valor, no el capital, que no quiere ni puede saber nada acerca de su origen, sino el fiscal barb6n encarnizado con las causas; esta "contradicci6n" s610 es mortal, evidentemente, en la medida de su odib. En cuanto a la medida de los valores, el capitalista tiene pronta su respuesta: no contabilizamos en tiempo de trabajo, tom amos cualquier unidad susceptible de asegurar en los hechos un minima de consistencia a nuestro sistema (que es producir por producir); aunque el cuerpo de las maquinas coronado por una gran cabeza abstracta, que ustedes llaman sujeto social y fuerza productiva universal del hombre, no sea otra cosa que el cuerpo del capital moderno. El saber que alIi se pone en juego no es de ningtin modo cuesti6n de todos los individuos, esta separado, es un momento en la metamorrosis del capital, que Ie obedece tanto como 10 gobieroa. Y los salarios de hoy, continuani diciendo el defensor de los amos burgueses y bur6cratas, lacaso no contienen indistiotameote el precio de venta del tiempo de trabajo y una fracci6n del excedente redistribuido?
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68 Tr. fr., Anthrop06, n, pp. 233 Y sa.; PMiade, pp. 306 Y 88. El texto ruo tornado y discut ldo por MRTCU80 on L'HomrruJ unidimensionnel, Ed. de Minuit, 1968, p. 61; por Mattick, 01'1 Man tt lWynfl, 1009, tr. fr. pp. 234-236; por Navillc, on fA NOIl!WrJl' Uuloilloll, t. I.
u, p. Ibid., pp. 306.307. 61 Ibid., p. 806. 69 Ibid., PlCinde
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307.
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En cuanto a 18 formaci6n de capital adicional, ustedes saben hien que se ha vuelto imposible imputitrsela de manera vtilida a la diferencia metafi~ sica entre valor de uso y valor de cambio de una presunta fuena de trabajo, diferencia que serfa la unica en el origen de Ia plusvalia, perc que simplemente r equiere en general de una desigualdad 0 de una diferencia de potencial en alguns parte del sistema, diferencia que marea en ella orilla al mismo tiempo que atestigua que ese sistema no estarfa aislado sino que debe extraer sin cesar energias de las nuevas reservas para transformarlas en mds mercanc[as. Tal vez hays "debido" valerse primeTO de las energfas humanas, pero eso para el no es esencial y puede 50brevi vir muy bien a 18 explotaci6n en el sentido en el que usted, fiscal de los miserables, 10 entiende, y no exigi r, como todo sistema natural complejo, mis que un a superioridad irreversibl e en su r elaci6n metab6lica con el contexto bio-fisico-quimico del que extrae su energia. Exterioridad de esta ultima, en efecto y en consecuencia, perO de ningtin modo trascendente: simplemente natural. l Usted mi smo. fi scal, no dice: "'Inteligencia y dominio de la naturaleza pOr el conjunto de la sociedad"? lQue es esta naturaleza, fiscal? i.Un "'objeto" frente a un Usujcto" social productivo, 0 bien el contexto (natural) en el cual un siste ma, igualmente natural, extrae su energia? Y si esc fuera el caso, l de quien sena la culpa?
LA TAUTOLOGIA 8i el sistema del capital en definitiva es todo un conjunto natural, y Marx mismo no esta lejos de reconocer, en mis de una confesi6n, su supr ema traici6n a la causa que se supone dehe defender,62 muchas oposiciones, surgidas del deseo de escindir [cliver] los datos , deben caer. Dispondriamos de buenos elementos para arruinar, par ejemplo, aquella de las unecesidades fij as" versus necesidades artificiales;63 conformemonos can sacar consecuencias de 18 eliminaci6n de Ia pareja valor versus valor de usa. DeterminsT ]a primera no exige, al parecer, mis que dos casas: definir un patr6n de cuantificaci6n aplicable a wdas las mercancias que entran en Ia producci6n, y reglas de proporcionalidad para la r edistribuci6n de los productos en las diversas ramas productivas. Es asi como 10 entiende Piero Sraffa cuando, al postular un cuerpo de capital regulado en forma de bude (in self-replacing state), construye 10 que llama una mercancia-patr6n como una entidad compuests form ada de n ramas productoras que se redistribuyen ]a totalidad de sus n productos de acuerdo a una ley de proporcionalidad que permitir~ restablecer ]a distribuci6n anterior de los productos y r ecomenzar ]a producci6n de acueTdo a los mismos metodos. o sea un cuerpo de producci6n compuesto de dos ramas 0 empresas, 62 ·Si quisil!rnmo.B pretender, como dertos adversndOli Bentimentnlcs de Ricardo, que In producci6n como Lol no puooo. ser 0.1 o.bjclivo., o.lvidnriomos que 10 f6rmulo: 10 producei6n por 10 producci6n signilica simplemcnte: desarrollo. de todos los fu crzas productivas humonns, par 10 tonto desarrollo de la riquc~o 00 In nnluralel.a hUmaDa plantcado como su propin o.bjetivo. Si oponemos a eate objetivo el b ienestar dd individuo, que, por ejemplo, no es ncccsario hacer 10 guerro porquo los individuos serian matodos en ella ( ...), no. comprccdcmes que (... ) 0.1 desarrollo. superior del individuo no. 8C com pro sino mediante u n proccso hist6rico en 0.1 que lOB individuO$ son 8acrilicad08. Sin hoblor siquiero de 10 csterilidod do lodas estas considcracioncs, pucslo que en cI minD animal, tanto como en 0.1 vege tal, las ventajas de 10 espcde sicmpre triunfnn e n detrime nto de oqul!llns de los individuos. La brutalidad de Ricardo. no. era por Ie LonLO ~impl emenlo. honeBta desde e l punto do vista cienUfioo, sino ademns cienUlicamonto impuesta por au punt.o de vista. Poco Ie importa, cn co.nsccuend n, que 01 desarrollo de lo!! (ueru.s productivas mote la propicdod rund 0. los cbroroa (. .. ).- Histeire chs doctrines iCOtlcmiques, t r. fr. Costes, IV, p. 11; cilndc por S . Lot.ouche, EpisUmoiogie et iconcmie, pp. 569·570. 63 Msrx o.pono. a Stirno.r, en un pnsnje de La ldeolcg(o ruemu.na saco.do de In parle ·Snn Mllrx", III fijezo notural de los -dcsoos·, os decir de Jas nccesidodcB ali mcnLari aa y sexuolcs. E. Fromm dta (.'Slc tcxto en Marx·s Concept of Man, su introducci6n a 10 ooici6n de les MMwBcrilos de 1844, Nueva Ycrk, 1960. R. Kalivo.do mtema toda e8La discusi6n en una ](I.rgll ncto. de su Marx tl Freud, tr. fr., Anthmpos, 1971, pp. 81-84.
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una (T) productoTa de trigo, 18 otTa (H) de hierro; todo el trigo producido
S610 hay un valor de la relaci6n hierrO/trigo que pennite 18 reproducci6n homogenea, que aquf es 1/10. En efecto, T emplea para su reproducci6n 280 qx de trigo sobre los 400 productos; cede a H la diferencia, 0 sea 120 qx, los cuales H necesita para su reproducci6n. Inversamente, H va a ceder a T (20 - 8) = 12 t de hierro, Que T emplea para su reproducci6n. Por 10 tanto, a condici6n de que 120 qx de trigo se cam bien por 12 t de hierro, las composiciones de los medios de producci6n de las dos ramas seran as! reconstituidas en su estado primigenio. EI valor, dice Sraffa, es por 10 tanto la relaci6n de igualdad de 10 QX de trigo con 1 t de hierro. Se trata en efecto de un patr6n de medida, ya que "no existe mas que un solo conjunto de valores de cambio que, si es adoptado por el mercado, restablece la distribuci6n original de los productos y hace posible ]a repetici6n del proceso".64 La mercancfa-patr6n 0 el sistema-patr6n sera, en un conjunto complejo, este conjunto unico de vaJores de cambio que pennite volver a l1evar el cuerpo de producci6n a las proporciones iniciales. "Tales valores, agrega Sraffa, derivan directamente de los mt!.todos de producci6n", f6nnula que apunta evidentemente al neomarginaJismo por la demanda y 18 utilidad subjetivas de todas las teorias del valor, pero que no afecta en menor medida al marxismo y la teoria del valor por la cantidad de trabajo, puesto que semejante ca1culo excluye completamente ]a distinci6n entre "'forma fenQrnenal" y realidad sustancial del valor, distinci6n por el contrario indispensable para la teoria marxista. 65 Con Sraffa se abandona la escisi6n [clivage] y la teatralidad: y es que se abandona el anclaje en una exterioridad pre-sistemica, papel desempeiiado por la fuerza en la critica econ6mica de Marx y pOT el cuerpo (in)org~nico en su enfoque fiIos6fico.
Sraffa parte de hechos, CQrno Marx, pero no son los mismos hechos: el hecho de~Marx es_y sigue siendo, de una punta a la otra de la carrera de fiscal romantico, la alienaci6n del trabajo en la propiedad. en el capital, la cual no es por consiguiente un primer hecho, sino algo que hace referencia a un ''hecho'' todavia mas arcaico y oculto: 18 instancia perdi. da del trabajo y de las necesidades, por una mediaci6n inmediata, ~n una naturaleza social 0 en una sociedad natural: hecho nihilista que es materia de interpretaci6n. EI hecho de Sraffa es el sistema del capital como productor y consumidor de mercancfas: heche a construir, positivista. Aqui no hay punto de origen autentico ni punta de lIegada desrealizante; hay cIa usura, las mercancfas se transforman en mercancias y tanto e1 salaTia como la ganancia son tornados como variables, dependientes una de 18 otra cierlamente (ganancia = I-salario), pero ofrecidas a la observaci6n, que no necesitan ser explicadas 0 interpretadas; 10 que es necesario explicar, es decir construir, por el contrario, es de qut!. manera, con los "mt1todos de producci6n" (0 sea aproxirnadamente las "composiciones organicas") diferenles segun las ramas, el sistema puede sin embargo mantenerse en equilibrio, es decir subsiste como sistema. EI valor es simplemente el conjunto de las reglas de transformaci6n de todas las mercancias productos en mercancfas-bienes de producci6n. EI sistema compJeto de estas transformaciones pude ser tornado como unidad (= I), y el valor de cambio de cada mercancia podra ser expresado en Wrminos de esta "mercancla compuesta-patr6n", es decir de manera absolutamen. te cerrada; clausura por 10 tanto en el nivel del sistema de las ramas: "La relaci6n de intercambio (de un producto fundamental)66 depende tanto de 18 utilizaci6n que se hace de ella en la producci6n de otras mercancias fundamentales, como de la medida en la cual esas mercancias son utilizadas en la producci6n". Y bude en el nivel de cada rama: "En el caso de un producto fundamental los precios de esos medios de producci6n de· penden de su propio precio de la misma manera en que su propio precio depende de esto".67 Esos circuitos cerrados implican en particular que, para determinar el valor de una mercancia, no se considera, analtticamente, una cantidad de sustancia incluida en ella (1a fuerza de trabajo por ejemplo), sino su intercambiabilidad rio arriba (0 sea la relaci6n de su cantidad oon la de los medios de producirla) y rto abajo (1a relaci6n de su cantidad oon la de todas las mercanc{as que contrihuye a producir). Es 5610 sobre el conjunto de los circuitos (de productos fundamentales al menos) que puede leerse el valor: alh' se lee con claridad, sin remontarlo a las fuentes, sino por cons-
64 Production t:k mnrchandises par ies marchandi.ses. Prtlu.de It u.ne critiqlU de la tMorieiconomique, 1960, tr. fr., Dunod, 1970, p. 4. 65 Como Milne 10 ropite en Bua "Natali sabre el Tratado do Wngner" (1880), Pl6illdo IT, pp. 1532·15111.
66 Sc dice que el product.Q (!s fundamental cuando cntra, de manera directa 0 indirccta, on In producci6n de todo8 1011 bicnclI. 8610 tales product.oll pcrtencccn a In mcrcanda compUOBtll que pucde scrvir de patron. 67 Produclwn de morchondises .... pp.l0-ll.
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pOT T debe seT redistribuido entre T y H como medio de !>ubsistencia y co-
mo medio de producci6n (alimentaci6n de los trabajadores); 10 mismo para el hierro. EI valor, dice Sraffa, sera la proporci6n en 18 cual x quintales de tTigo se cambia ran pOT y toneladas de hierro de manera que uno y el otTO se redistribuyen enteramente entre T y H como 5i estuvieran al comienzo. 0 sea, por ejernpJo, el sistema de pToducci6n siguiente organizado en dos ramas: (T) 280 qx de trigo + 12 t de hierro> 400 qx de trigo CH) 120 qx de trigo + 8 t de hierro> 20 t de hierro
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EL DESEO LLAMADO MARX
trucci6n de un modelo te6rico que totaHza y articula los datos. La oposici6n meta-econ6mica del valor de usc y del valor de cambio, 0 mejor diche del valor de usc y del valor a secas, desaparece aqui oompletamente: no hay mas que valores de usa-cambia, que son los precios en su dependencia rec(proca 0 las relaciones cuantitativas de las mercandas. . lA qu~ tendriamos aceeso, en definitiv8, con el enfoQue de STaffa? A un discurso de tecds propiamente clicho, que expulsa de sf tode recurso a una exterioridad y a una dialectica del derrocamiento de 18 realidad econ6mica, que 8610 pone en juego las distancias, reguladas por Jeyes de transformaci6n, entre dos term inos de los cusles ninguno liene privilegio referencial, sin que importe cual mercanda del sistema pueda ser tomada como patr6n, y la mercancia compuesta descritn hace un momento s610 siendo, en el modelo te6rico, el equivalente mas saturado de 10 que efectivamente regu la los intercambios en el dominio de referencia 0 sistema empirico. Es ~ste un a c1ase de discurso analogo en todos sus puntos de vista al que Saussure ha elaborado par a el lenguaje, es la misma toma de partido epistemol6gica (lingi.iistica de la lengua mds que del habla, econ6mica del sistema de mercancias mas que de los sujetos 0 de los bienes). yes por 10 tanto el mismo concepto del valor como suma regulada puesta en ellugar de la significaci6n-designaci6n. Punto de vista pIenamenle sintactico. AI lado de Sraffa, el intento fallido lIevado a cabo por Marx de cerrar el sistema (y su libro sobre el sistema... ) s610 puede parccer bastardo, por mas que hagan los althuserianos: 10 que prohibe a Marx una tal descripci6n ucientifica", es que necesita cumplir la funci6n de fiscal que Ie asigoa su deseo de una integraci6n de los bienes, de los medios y de las personas en un solo cuerpo, su deseo de genitalidad armoniosa. EI "cuerpo" de Sraffa es inasible como el del capital, las mercancias mismas no estan alii presentes mas que como los terminos de una metamorfosis sin fin; 10 cual sugiere la congruencia del funcionamienro del capital con aquel de un sistema te6rico. De una aproximaci6n semejante se deduce evidentcmente que toda perspectiva de catastrofe estS exc1u ida: la muerte del capital no podria Il egarle desde adenlro, de una contradicci6n cualquiera, allf no hay contradicci6n, hay cuanto mas desequilibr ios, no hay muerte por rompim ienlo. E n el vocabulario de la pequefia Marx, Sraffa define el campo propio y la estrategia del grupo de los grandes rufianes: ideologfa econom icista que oculta bajo la exterioridad del r igor In prostituci6n de la gente y de las cosas en beneficio de los proxenetas. lHabIariamos nosotros asf? En la terminologia de Baudrillard, la acusaci6n estaria dirigida al felichismo completo de esta puesta en estructur a: ocultam iento de la castraci6n y de la ambivalencia en la posici6n del anonimato de bienes neutros. Nosol-ros tnmpoco diremos eso. Nosotros decimos: he olll uno sinl.llxis es·
tructural de la lengua que hablan los intercambios de mercancias; es, al parecer, una de las mas estrietas (pero no somos economistas para juzgarlo .. .). i,Deja algo fuera de sf misma? lLe reprochamos, como 10 hace S. Latouche,68 desconocer la heterogeneidad de la mercancia-fuerza de trabajo a cualquier otra mercancfa? Seria volver sobre nuestros pasos, buscar de nuevo una exterioridad, una sustancia, proseguir la teologfa (humanista, atea). Nos gusts, por e1 contrario, la maldad del sistema y su falta absoluta de elocuencia: el cuerpo del capital en un sentido 5610 habla ratio, corte y cuenta, tautologia. Si algo Ie falta a Ia descripci6n de Sraffa a este respecto, es eso mismo que la sostiene, sentar inslancia sobre esta ratio, la incandescencia que se obtiene de segrnentar el continuo llamado pelicula efimera y de permutar tautol6gicamente sus segmentos y, por fin: gozar del ualor, es decir de la suma, y de su anulaci6n algebraica. EI discurso de teoria no es menos gozoso que otro; 10 que ~ I goza se situa en la frialdad misma del modelo que construye y que, por hip6tesis, es un modelo de equilibrio (equi librio estatico 0 dinamico), 0 sea el maximo de relaci6n supuesto en el objeto del que habla, pero sobre todo obtenido efectivamente en su propia disposici6n de discurso. Palabra sin viscosidad, fljada a S1 misma por las tuercas de una axiomatica infalible, que se dirige por 10 tanto hacia un cuerpo de lenguaje inmovilizado 0 que se inmoviliza, cuerpo sobre el que podria debatirse infinitsmente si es de muerte 0 de vida, 10 cual es indecidible. Pero aun esta apreciaci6n del discurso de clausura, positivista, sigue siendo muy imperfecla para el punto de vista libidinal. La instancia del deseo en Is taut.ologia est! Jejos de ser la mas importnnte de las formaciones del deseo en dispositivo capitalista. Se produce alii Ia extrafia operaci6n que Marx llamaba acumulaci6n ampliada, la cual plantea a los economistas el problema Ham ado del crecimiento. Las dificultades que ofrece a la teoria econ6mica en su tautologia parecen exactamente aquellas que puede suscitar la presencia de un excedente de valor en un sistema regulado por homeostasia. "C6mo puede obtener un sistema, al cabo de un cicio, mas de 10 que ha obtenido durante el proceso de producci6n? En el fondo, la respuesta a esta pregunta h a sido siempre del tipo: el sistema no estd aislado, toma 0 recibe del exterior suplementos de energia que tra nsforms, integra a sus circuitos, y que Ie permiten diferenciarse aun mas. La exterioridad de los fisi6cratas se ll ama naturaleza, la de Marx fue rza de trabajo, la de much os marx istas 0 keynesia· nos 01 Tercer Mundo 0 el intercambio desigua1. 69 Pero de todas maneras
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611 Epillfdmolvolc et tc:onomle, pp. 547·560. S. Lnt.ouche es el lrnduclor del libro de Srtlrrn. 00 Rob", ()lito punto S, LAlouc:ho (pp. 500·1151) rompo unn V~ ,"II_ con Srnffn: lllle, he·
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es necesario introducir el concepto de una orilla que ponga en contacto el sistema en su tautologia con una reserva exterior de energias captables. DispositivQ de conquista, por 10 tanto de viaje mas aIM de las r eglas de tautologia, que no hay que imaginar solamente bajo exteriores evidentes del imperialismo militar 0 corneTcial, sino tambien en una mas sutH y mas interesante conquista del tiempo. Pueslo que la conquista misma no es un procese propio al capitalismo,los grandes estados desp6ticos siempre la han practicado, y sin duda ya la practicaban los n6madas; perc, para estos, no podia seT amenazante puesto que no era mas que pillaje de energfa pasajero, deducci6n discontioua Y. de esta manera, regulada-reguladora; en cuaota a aquellos, por el contrario, siempre les rue fatal porque creaba un rompimiento entre las cantidades de energia conquistadas y las cantidades de energia asimil ables: siempre demasiado mucho 0 demasiado poco de las primeras relativamente respecto de la s segund as. EI capitalismo incluye, por el contrario. bajo el nombre de acumulaci6n ampliada, de crecimiento, de desarrollo, etc., un dispositiva de regulaci6n de La conquista, dispositivo de conquista permanente. Este dispositivo tiene como pieza maestra cierto uso de la moneda, que es un juego sobre el tiempo. De este u so, h abria que captar la funci6 n libidinal; el examen del mercanWismo y, en primer lugar, del negocio, permite acercarse a el.
redero de Ricardo y de ·cierto Marx~ (aqu~l mismo quc sc ontroga a glnar ere la !Ir~ma, ROflI.ln nosotros), omitc, ·olvida~ Ip nccesidad, para que 01 Bistcma crelca, de cnrontrar "morcndos previo8~. E, nccosnrio, e n consecucncia, volver nllntcrcnmbio dC81gunl, declnrn Llltoucho.
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EROTICA A NICOMACO
No ESPEREMOS que los historiadores atestigiien el siguiente acontedmiento (tanto rotb cuanto que quids ya 10 han hecho .. ,) para hacer de el un nueleo de las cuestiones que nos preocupan, a n050t1'05, economistas libidinales: el meson que Detienne, Vidal-Naquet, Vernant, Finley colocan en el centro vado del colectivo de guerreros-habladores de la GTecia nreaiea, ese Iugar de dep6sito del OOtin de la razzia conjunta, esa tribuna cn el media del rnWldo civico, ese geometraI de Is isonom(a de los ciudadanos, ese eje en el que todos los rayos politicos se emplazan y todos los dilimetros del intercamhio se neutralizan, pues bien, ese cero, en suma, os el mismo que Arist6teles, con el nombre de moneda, instituye como el juez de los intercarnbios econ6micos. Su justicia, distributiva, consiste en primer lugar en anular los terminos del intercambio, asi como los pro· pios cambistas, en la medida en que uno quiere ("desea", tiene necesidad de, tiene ganas de, es motivado a adquirir, est8 interesado por) 10 que tiene el otro. Cuando Marx relee los textos de la Etica a Nic6maco estos Ie inducen 1a convicci6n de que una teOrla del intercambio, que en parti. cular se atiene a los precios y a las necesidades, es incapaz de compren· der por que habra que ofrecer dos sillas por una mesa, y no tres. Y dira: as necesario un valor objetivo, un elemente mensurable corntin a los dos t6nninos, es preciso par 10 tanto descender debajo del esccnario deJ mercado y encontrar en el subsuelo la maquinaria completamente objetiva y nccesaria de los intercambios subjetivos y contingentes. Al hacer esto, desualoriza el sitio del precio, evidentemente de manera intencional, haciendo de su superficie, Japiel del cuerpo econlimico, casi una ilusilin. Ahora bien, si se parte del cero de la moneda-juez, de su funci6n de anulacilin como la entendia Aristliteles (sin preocuparse, hay que repetirlo, por saber climo, y mucho menos todavia por que, la figura del circu10 isonlimico guerrero-politico se encuentra, 0 no, desplazada en la esfera econ6mica 0, mejor dicho, c6mo y por que en ellugar de los hombres por· tadores de annas y de palabras vienen, en el mundo aristotelico, mercaderes y mercancias), se toma absolutamente en serio esta pieJ del cuerpo justamente porque se dice: en economia libidinal no hay mas que piel en oJ interior yen el exterior, no hay mas que una superficie. la maquinaria no existe. no hay mas que una superficie de una sola cara, el cuerpo libidinal es una banda moebiana, y un dispositivo como este del meson no es unn maquinaria debajo del escenario 0 de los bastidores; muy par el cantrnrio, 01 ordena que se instancien eiertas impulsiones libidinales sobre I'll cucrpo-bnnda y detormina el bloqueo y 18 exc1usi6n de ciertas regio-
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nes: 881108 guerreros charlatanes y pederastas no muestran oi siquiera el culo a las mujeres, 8 los esclavos, a los metecos, a IQs niiles, a los extranjeros, a 1£1 naturaleza. si no su perfil, preocupados como estan pOT el cfrculo loco acumulador de deudas int.ernas en muertes, en vidas, en producci6n y en palabras, fascinados exclusivamente por la perecuaci6n de todo eso y su compensaci6n y su mantenimiento en el cero regulador. sin captar ya ninguna fuerza "exterior" sino en 18 medida en que ests va 8 poder encontrar en el mundo de los ciudadanos-calculadores su expre5160, Sll lugar y su neutraJizaci6n. De este modo el arreglo "politico" -y el nrreglo mercantil en el sentide mas lato de 18 palabra, aqueJ del mercado en el que los intercambios se hacen por moneda de pago-- no es tornado por nosotros como la expresi6n de otra cosa, por ejemplo de relaciones de produeci6n oeultas, de un orden subterraneo a deseribir, no, 10 tomamos como una modaJidad, una figura, un dispositivo por el cual Jas pulsiones que corren en la superficie de los "cuerposn j6ve nes y viejos, masculinos y fcmeninos, griegos y no griegos, se encuentran ya sea aplastadas hacia este centro, 0 se agregan, se combinan, conspiran y siempre deben por fin anularse, 0 sea, son primeramente rechazadas "al exterior". Esto entraila, sin metAfora, muchas cosas, entre otras la siguiente: el "cuerpo" del ciudadano, el famoso cuerpo griego, es un fragmento muy pequeno de la cinta polimorfa Oa banda con una cara), y In ciudad, la politeia, consiste en no hacer util, utilizable, mas que ese pequeno fragmento de la banda. La totalidad armoniosa voluminosa dcl aUeta es una parcialidad en relaci6n a los pedazos de superficie libidinal. ~Que es un cuerpo-ciudadano? La earga de las pulsiones sobre el pene y sobre el logos. Pero la verga y el lenguaje son aqui desuiados de los sitios de cargn que les ofrece la configuracion de otras sociedadcs. Muy ]ejos de reservar su semen para Ia matriz fernenina y por 10 tanto para la propagaci6n de In especie, los pederastas pitag6ricos se la reparten. Fecundaran por supuesto a su) mujeres, ese no serli mas que cl precio que hay que pagar para proveer a la ciudad de j6venes para cducar, annar, introducir y anular en el circulo homosexual. Una parte de esperma para la propagaci6n , una parte para el comercio viri!. Ellos invierten extranamente los termin os de un dispositivo que se podia creer natura]; es cuando se acuestan con sus mujeres cuando se prostituyen, porque la prostituta transforma el goce del cliente en dinero y convierte, por 10 tanto, flematicamente, la libido perversa 0 simplemente su empleo, el excedente de energia pulsional disperso en la sociedad, y peligroso para esta, morlifera porque es capaz de hacerla salir en todos los sentidos sin ninglin mirarniento por su unidad organica; ella convierte en consecuencia esas perversiones 0 desvios de energiD on moneda, y cstn en mcrcancfas (cs dccir en capitol), velando osf "Or In Nntvllt-,TtJnrdn dol
conjunto social, asumiendo la maldici6n sagrada de la esterilidad genital, pero provocando simultaneamente el regreso de esos gastos "8 perdida" al circuito de los intercambios sociales. La prostituta rescata por consiguiente la perversi6n (el desvfo de las pulsiones) reintroduciendo su producto, no el semen mismo, sino su equivalente, el dinero, en el canal, no de su utero, el cual estA necesariamente clausurado durante la frecuentaci6n de la clientela peniana, sino del mercado de bienes y, por 10 tanto, de ]a sociedad. Ahara bien, nuestro guerrero, cuando Ie hace hijos a su mujer, no actua de manera diferente que la prostituta puesto que esta Ie hace dinero 8 18 sociedad con la esWril perversi6n de su cliente. Y 8si como el cliente paga con dinero 18 esterilidad de su goce, rindiendo as! homenaje, a pesar suyo, a1 Eros social, del mismo modo el ciudadano paga con el semen dejo.do en 10. genitalidad de la mujer este verdadero goce esteril que s610 Ie procura ademc\s ]a realizaci6n de la homo-er6ti ca de 106 ciudadanos. No sa trata cntonccs de In cnpturn de In energfa marUfera bajo una fonna moneta ria, sino de su regulaci6n bajo la fonna ge· nital, pero esta aparece a partir de ese momento -y ese es el inmenso vuelco griego-, como la nueva y verdadera prostituci6n, la prostituci6n al reyes; a partir de entonces cualquier mujer, y ya no mas como esMril, sino como fecundoda, como maquina que transforma el espenna en hijo, en guerrero potencial, cua]quier mujer aparece por este hecho como un apendice detestable pero necesario al solo funcionamiento autorizado de goce que es aquf 10 sociedad de los ciudadanos locunces, pederastas y guerreros, para quienes es la propagaci6n 10 que deviene prostituci6n, es decir el rescate de las intensidades esWriles de] goce homosexual para 10. reproducci6n de hijos. ElIos pagan con el desvio del semen. Tienen por 10 tanto dos vergas, una para ese pago, 18 otra para el goce ciudadano. ~Que ocurre ahora con este en el interior del circulo de hombres y no ya del pago en sus fronteras? "Que es 10 que aquf se intercambia si yo no son mas hijos, es decir medios de reproducci6n? ~C6mo se organizan los acoplamientos de los cuerpos-bandas libidinales en el circulo de los guerreros? La identidad absoluta exigida de los miembros de este cfrcu10, 10 que se denomina la igualdad de los ciudadanos, la isonom£a, la distancia igual respecto del centro, en el meson, el hecho de que sean igualmente machos y habladores de lengua atica y hoplitas, que cada uno pueda venir al centro , a esta tribuna vacia que sin embargo nadie debe pader ocupar 0 apropiarse de ella de manera durable, el hecho de que las palabras de la decisi6n politica deban seguir la singular regIa del tetraLogos (yo habla, tu respondes, yo te respondo, tU me respondes) despues de 10 cual uno resuelve (buieusis), todes esos rasgos hacen de 10. politeia un cxtrailo dispositivo de La anulaci6n de las diferencias. Esta anulaci6n opera desde inicios del juego puesto Que este circulo de ciudadanos s610 noccsita de machos; y opera como regIa de todas las reglas de la admi-
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nistraci6n politica, caducidad de los aficios, elegibilidad de los respons~ bles revocabilidad de los cargos, deliberaci6n publica de todas las decIsion~s, recuento de los votos: en todo caso, retorno al cero, neutralizaci6n pOT el cera. Esta democracia, puede decirse. descansa sobre la ocultaci6n de la diferencia de los sexos y del trabajo. Pero ella impliea en su seno, por afiadidura, Ia configuraci6n geometriea de los cuerpos pulsionales. y mas atin, exige el algebra de las pulsiones, su contabilidad, su intercambiabilidad y su anulabilidad por media de algdn elemento neutro. La imposible relaci6n peligrosa de Alcibiades con S6crates (al menos la que PlaMo cuenta en El Banquete) no prueba solamente 10 que ya sabemos. hasta que punto es Eros 10 que esta en juego entre los ciudadanos nos ensena sabre todo que la organizaci6n circular de los cuerpos desea~tes en Ia politeia los inscribe necesariamente en un intercambio en paridad, en la equivalencia. Alcibfades se ofrece a S6crates para que este goce de su juventud y de su belleza, pero es para obtener a cambio el secreto de la sabiduria de los Viejos. Hay alli un mercado que supone, por 10 tanto la intercambiabilidad de los terminos que aqui son la regi6n pene-ano ~or una parte (Alcibiades) y, por la otra (Socrates), la regi6n boca discursiva. Es preciso ver bien en esta oferts de negocio una suerte particular de insinuaci6n amorosa. EI goce en su perversidad econ6mica politica cuenta con un ingreso y descuenta 10 que adelanla: descarguemos a 10 mas rentable y con la menor perdida. Alcibfades por 10 tanto calcula y S6crates, justificando su aparente rechazo de hacer negocio, de hecho sienta la teoria de todo mercado (en el mercantilismo simple que es politico) que es que no hay nada que ganar, que todo se intercambia, y que el s~ldo de cualquier cuenta es nulo. EI oro de mi sabiduria, dice S6crates, es cero. Esa es la virtud que la politeia exige: mantenerse derecho en el cero de los intercambios de impulsiones, vivir sin haber perdido ni ganado, regular la circulaci6n de las energias 1ibidi~ales al mCni,!"ax, al minimo de las perdidas y al rob-imo de las gananclas que permlte a una y otra de las partes un juego de sumn nula (las cantidades intercambiables son constantes) y con informaci6n completa (cada uno sabe 10 que el otro viene a pedir al centro): la partida nula de ajedrez, por ejemplo. Por consiguiente, esterilizaci6n de las vergas y compensaci6n del semen; y tambh~n limitaci6n en numero de los ciudadanos cambista.s y, ademas erotizacion de la palabra mediante la cual se haeen, en esos Jue
pleto, el kalos kagathos es una secci6n del cuerpo-banda pulsional, un pedazo de superlicie en el cualla carga de la libido y su derrame de descarga son estrictamente circunscritos. Pero eso no es todavia 10 mas sorprendente sino que las descargas de un cuerpo sobre otros deben compensarse, que, por consiguiente, todo el encaminamiento de las pulsiones a traves del circulo debe hacerse por el cera central y que despues de cada cicio, el quitus ---es decir la quies, el reposo de la nulidad- pueda ser pronunciado por el conjunto de los cambistas. Por 10 tanto no solamente parcelamiento del cuerpo-ciudadano -10 que en sf no es original puesto que el cuerpo pulsional jamas ha estado y jamas estara unido, unificado consigo mismo, y puesto que ninguna organizacion social puede apoyarse sobre su imposible totalidad-, sino la determinaci6n de la instancia del segmento util de ese cero sobre el cero-centro. Perversi6n anular: anular por movimiento sobre el anil10 de la ciudad. Circunversi6n. Con esta operaci6n polftica, a 10 que asistimos, en particular, es a la institucion misma de la division (cliuage] de los valores de uso y de cambio. EI cuerpo en juego en la politeia, y en Arist6teles los bienes y las necesidades en juego en la koinonia, si pueden ser intercambiados seglin la ley del cero final, es porque han sufrido en primer lugar la estricta "educaci6n" libidinal que va a permitir dejar en su lugar, en el agora, en el mercado, s610 segmentos de banda sobre los que el goce se instancia de manera convertible. La equivalencia mercantil es el doblete de la homosexualidad poJitica: los signos de mas y de menos pueden ser aplicados a esos pedazos de cuerpo y a los flujos que los atraviesan porque ellos son estimables en cantidad, habiendo sido planteados como homogeneos. 1,0 que Aristoteles, el primer economista politico, va a denominar necesidad, chreia, es eso que deviene Ia carga pulsional que empuja a gozar en un segmento de cuerpo ison6mico, circunverso. Y el valor de uso de un bien, que es su valor en goce en estas condiciones del circuIo, sera la capacidad que tiene ese bien, al insertarse sabre el segmento de cuerpo deseante, no sola mente de Ilevarlo a la descarga, sino de hacer rebajar de nuevo en el mercado el producto de esa descarga, anularlo en la compensaci6n final de las perdidas y ganaocias. Valor de uso, en consecuencia, inmediatamente subordinado al valor de cambio, goee que ya 10 es mas en el sentido de los economistas que de los erot610gos. La cual no quiere decir que no exista, que sea ilusorio 0 alienado. No, nada de eso, y Ie damos la espalda, de manera ostensible, a esa critica vieja. Una vez mas sena necesario, para sosteoerla, poder hablar de un cuerpo libidinal total, de una banda 0 colecci6n de 6rganos que se pudiera tomar en lodos sus puntos, apta para gozar por doquier sin resto, respecto de In cual cualquier goce cuya ins tan cia fuera fijada aqui a alia s610 10 serro. nl precio de una verdadera amputaci6n. Economistas libidino\e8, reconocemos eSa viejo imagineria, no S6 trata tanto del goce como
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fantasma (idea en suma muy t riste y nihilists), sino del im aginario de la totaliz8ci6n, de un Eros sin pulsi6n de muerte (0 Teconciliado con ella, Marcuse), de una unidad si n perdida. Idea que no estl1 alejada del mecanicismo, pOl' mas extrai'io que esto parezca: pues de ~ste y de cualquier teoTia fisica del rnovimiento esQi ausente POl' hip6tesis el principie de que un desorden insuprimible, irreprimible, pueda en instantes imprevisibles y de acuerdo a moda lidades inevaluables, veniT a desregular las organizaciones de movimientos y haeer que se desmembren los cuerpos mecanico$. Ahorn bien, 18 pul si6n de rnuerte de In que hablaba Fl-eud, y que sostiene nuestro economicismo libidinal propio, impli ca pOl' el contrario un fan tastico azar (no por si misma, sino por su indiscernibilidad), y si eI la Ilamaba de muerle es porque ese azar implica inevitablemente el desarreglo de los dispositivos alii emplazados, su letaIizaci6n. 10 misrno que e1 "huen" funcionn miento de esos dispositivos -por ejemplo, el de Ia isonom{a de los ciudadanos y de las mercancfas- sofoca bajo su m usica armoniosa los gem idos y los gritos de todos los segmentos del cuerpo-banda despojados de la cir culaci6n de flujo s libidin ales, desirrigados, esterilizados, sublevados: desamparados fuera de circunver si6n. 8i el valor de uso de pronto es instituido con el valor de cambio en la geometria y el algebra de la ciudad y del mercado, es porque sin este valor de cambio y sin esta isonomia no es nada y no se pod ria, como h ace Marx, apelar a uno contra el otro, como si se tratarn de a lga autentico contr a algo que es usurpado. Todo es falso y todo es verdadero. La utilidad y su "valor" son recortes sobre los cuerpos, que corresponden a1 intercambio y a su equilibrio. EI uso y la necesidad no son exterioridades 0 naturalidades a referencias desde donde se pueda criticar el intercambio, forman parte de el. "Es necesario que las cosas sean apreciadas: es eso 10 que todo e1 tiempo h ara posible el intercambio y, por ende, In comunidad. En verdad", aiiade Arist:.6teles, "es imposible volver conmcnsurables cosas tan diferentes, pero se puede lograrlo convooientemente si se tiene en cuenta In necesidad. Es necesario entonces ciena unidad, y esta unidad no puede ser establecida mas que por convenci6n (ex hypotheseos). Asi, se la lla ma moneda C.). La moneda puede por 10 tanto igua1a r todo, como una medida que h ace todas las casas conmensurables (...). La moneda se ha convertido de alguna m anera en un Mrmino medio (meson) C.. ). La moneda h a sido hech a como sustituto de las ncccsidades y por convenci6n." (Etica a Nic6maco, 5, 8.) En verdad , por 10 tanto, los terminos del intercambio no son intercambiab1es, cada segmento de la banda libidinal es absolutamente singular. Pero convenciona lmente se vol vera mensurable, bojo el nombre de necesidod, la puja de los fuerzas de deseo en tales 0 cun los puntos de esta banda, y convencionolmenta se Ie opondrd, por conoxi6n y dcacllTgo,
bajo e1 nombre de bien, una proporci6n de otro cuerpo 0 producto de cuerpo. lQuien se es? E1 dispositivo de la politeia-koinonia. Y, an cuaoto a la monada, ella as la unidad como moneda de cuenta y el e1emento neutro como moneda de pago: convenci6n de las convenciones de necesidad. La necesidad es 10 que puede aniquilarse en moneda. La moneda es eJ cero de Is necesidad. Pero 1a necesidad era ante todo ellugar medio de los deseos, la reabsorci6n de las intensidades como intenciones mensurables, del mi smo modo que el ciudadano ison6mico se obtiene por repres16n de las h eteronomias y de las anomias. La necesidad es necesidad del deseo mantenido en los canones de identidad, es intercambiable porque no es difer ente, 0 indiferente. "Hay que cons,i derar los intercambios futuros. 8i no se tiene por e1 momenta ninguna necesidad, llegara el dia en que se la tengs y en e1 que el intercambio sea posible; es preciso entonces que la moneda sea en ese caso nuestra garantia (egguetes)." Ese cero de 1a moneda es por 10 tanto, ademas, otra cosa: es una instancia temporal, el eterno presente del intercambio posible, por 10 tanto de la necesidad y del bien posibles. Es el "todo el tiempo" del mercado y de 1a comunidad. La rnoneda introduce una omnitemporalidad, 1a del cicIo econ6mico y la del pensamiento en la medida en que las instancias de uno y otro son fijadas sobre el media. El cero de la moneda es la regi6n de la anulaci6n, potencial, siempre posi~ b1e: yo tengo h ambre, yo com pro, yo como; alii donde habia exterioridad de una necesidad y de un bien, no queda nada mas (necesidad satisfecha, bien consumido) que e1 cero del dinero que ha sido pagado y ha pasado a las manos del vendedor. Este no experimenta ninguna necesidad, ese cero entre sus man os me do seguridad, nos asegura a todos (los que estamos sobre la circunferencia) de que el 10 voluera a poner en circulaci6n a cambio de nuestros bienes. Ese cero que es el del pasado del intercambio y que nos deja a mano es, al mismo tiempo, el cero de una provisi6n de pagos venideros. Entre la necesidad, esa forma politica eco n 6 mi ~ ca del deseo, cuyo rasgo esencial es la solvencia, es decir 1a resoluci6n 0 supresi6n posib1e en moneda, entre esa necesidad y esta supresi6n misrna, el cero del dinero abre la duraci6n de 10 durable, la permanencia. La necesidad, solventable, es, por elia, igualmente previsible. Y lodo 10 que hay sobre la perife ria del cfrculo mercantil politico se encuentra entonces en la instancia de 10 posible. Pues bien, para la pulsion que se engancha sobre estos pequenos segmentos de pelicula bidimensional nada es mas desconocido que 10 posible. Con 10 posible comienza el pensamiento. Por eso, con la polileifL y el mcrcado, comienza eJ logos. Es como si la voz 0 la escr itura, la produc· ci6n de sign os a los fines del intercambio, acaparara casi toda 1a libido de los cuerpos ciuda clanos-morcoderes. Pero cl cucrpo que habla, escribe, pionall, yo no cligo que no gOZll, cs un Rcgmcnto del cuerpo chalo de las
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pu]siones, sino que su carga, en lugar de hacerse con las intensidades regulares, viene a aplastarse no solamente sabre 18 necesidad del mercado y de 18 ciudad, sino sabre et cero en Is que esta y aquei se centran, sobre el cero de ]a moneda y del discurso. EI nihilismo prevalece: las necesirlades, se dira, y por 10 tanto los cuerpos que se supone las soportan, los bienes y sus propietarios, las bocas que hablan, todo eso no hace ml1s que transitar sin fin , y no hay actua1idad, 56]0 la muerte es inmorlal, ese meson vacIo alrerledor del eual gravitan los miembros de 18 koinonia. Ulises, mercancfa que transita de forma en forma, regresa a ltaca. Ulises, el hablador y el mentiroso. todas sus palabr8s se anulan, verdaderas 0 fal sas, en el reconocimiento final, todas esas pruebas en Ia iden· tidad final. mises es el espiritu hegeliano, Ia dominaci6n de 10 posible, la desvalorizaci6n de toda afirmaci6n en beneficio de una nada, el escepti· cisrno hegeliano que ya ha llegado a su plenitud vacfa. Viaje en circulo, para nada. Viaje de la rnoneda: ella se metamorfosea en todas sus encar· naciones pero no es ninguna de elias; elIas no son mas que los momentos de una cosa que no es nada, el dinero. Pero tambi6n viaje del concepto, que busca a tientas intercambiarse segtin la regIa de la 16gica Oa deter· minaci6n), y que r educe las singularidades afirmadas·afirmativas are· presentaciones 0 fonnacione s de sf mismo, as! como la moneda cambia todas las cosas en sus especificaciones posibles. Morir/no morir. En esa palpitaci6n del sf y del no (que, segUn A. Culioli, el infinitivo interro·r eflexivo: ;,uiajar... ? expresa perfectamen· te en franc~s), ellingiiista ve la modalidad de 10 posible, que todavia Ua· rna noci6n. Se puede pensar Que. bajo expresiones de superficie diferen· tes, esta existe en todas las Jenguas, pero 10 que logra el dispositivo -0 ]a figura que ya mencionamos respecto de los griegos-, es el predomi. nio de esta modalidad por sobre las demas, predominio de 10 negatiuo: el no en paridad con el sl, la negaci6n con Ia afinnaci6n, la afirmaci6n que no se afirma sino a condici6n de determinar, de excluir. Trabajo de S6crates, anaJisis binarios del tiltimo PJat6n. Ahora bien, el deseo como despJazamiento de potencias sobre el cuerpo 1ibidinal no conoce el no. Las exclusiones de ciertas regiones. los bloqueos de ciertas vias, los es· tasis que provocan que grandes cantidades de energia sean descargadas en unas especies de canalizaciones que irrigan esas zonas, ninguna de estas operaciones es negatoria 0 denegatoria, cada una procede de la so· ]a carga de la libido; y exceptuando los celos pulsionales, 5610 en el cuer· po memorizado, que crea sus instancias sobre la memoria y la perma· nencia, de hecho por 10 tanto sobre el concepto de su vida (su sobrevida). s610 en un cuerpo semejante y en relaci6n con el, en reJaci6n a la totaJi· dnd que se Ie supone, se podra decir que haber rljado In instnncia de las potencias de gozar en tales regiones "suyas" viano acompof'lndo de un dC80fccto por los otras y, por consiguientc, de unllllllfU10 ric clonegaci6n
que se inscribe sobre estas wtimas como si fueran objetos inaceptables paTa las primeras. Aqui es necesario tomar absolutamente en serio las metAforas de Freud, es decir no tomarlas como metMoras, 0 tomarlas tal como son, aquellas que Ie sirven para sugerir, con la ayuda de irnagenes de ciuda· des extraiias 0 de comarcas, como Roma, Egipto. que 60n las Prisiones de Piranesio 0 de los Otros Mundos de Escher, un inconsciente completa· mente afirmativo, que acumula simultaneamente sobre todos los puntos del cuerpo libidinal las cargas en apariencia (para ellogos) mas contra· dictorias. Lo que Freud pennite pensar mediante estas orgullosas viola· ciones de las reglns elementales del espacio·tiempo, es precisamente Ia afirmatividad de las cargas del terreno libidinal. EI nihilismo viene cier· tamente de S6crntes, no sin duda como Nietzsche 10 creia con la fe del dunlismo un poco ingenuo de El origen de La tragedia, sino Que viene del modelo de ciudadano guerrero, hablador y homosexual que exhibe el pri. mer S6crates plat6nico. Cuando Plat6n pone el nihil en la boca de 86crates r ehusando el trato con Alcibfades, no es (por una vez ...) el nihil de una trascendencia, de un estado de los afectos y de los pensamientos que se mantendria fue· ra de alcance, 0 Que estarla situado en otra regi 6n: es la negaci6n de esta regi6n, por 10 tanto, la n egaci6n de un sitio hipostasiado, la afinnaci6n de que no hay un sitio del discurso y del snber diferente de aquel del co· mercio y al cual seTin posible aproximarse pagando el pTecio mas alto; es, por 10 tanto, de galpe, las palabras de la 610 sofia devueltas a su sitio. en el intercambio anulador, consagradas de ese modo - como todos los objetos intercambiables- al aniquiJamiento; y, por otra paTte, tambi6n esos objetos presentados a partir de entonces como objetos aniquilables en el instante mismo en el que el deseo del cuerpo que se ha apoderado de ellos los toma como sus prolongaciones positivas; esos objetos que, al mismo tiempo que se los desea, se los destina al aniquilamiento por el cero de la contabilidad justa. 8i el oro de mi saber es cero, dice 86crates, no es porque no sea nada, es porque es la moneda, el vehiculo de los in· tercambios y el medio de anular las deudas, es decir las estasis de poten· cia sobre los cuerpos libidinales, las ilusiones y los errores. EI nihilismo, en consecuencia, reina en el interior del c1rculo. El predominio de la noci6n (en el sentido del lingiiista), es decir del concep· to (en el sentido del fi16sofo) 0 de Ia moneda, no afecta solamente los cuerpos transformando sus desplazamientos de energia en necesidades. no gravita solnmente sobre los objetos tran sformando su conexi6n de descarga en valor de uso, sino que va a afectar tambi6n la boca que h a· bla, imponiendole gazar no ya con la producci6n de rel atos de destinos, con la imagineria a paTtir de ese momento popular de los mitos, 0 con la puesta en escena a partir de ese momento artfstica de las tragedias, es
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decir, con los simulacros que son h omogeneos respecto del cuerpo libidi nal, con 10 que estos valen pOT las intensidades extrE:mas que transpor. tan, haciendo 1I0raT, regocijarse, gritar a quienes se lIama los espectadores y que son los cuerpos furi osamente conectados a esos simuJacTos para absorber de a IH y verter alIi Sll placer-dolor; no, In boca ciudadana debera gozar con el intercambio politico civiHzado de los argumentos, con los fa stidiosos Cara a cara y A igucles armas de los Is6crates, Lisias y analogos litigantes, de los Peyrefitte y los Marchais, con el huen tono que es In igualdad de tono y de humor, y In r egulaci6n ret6rica de las distancins de tono y de humor. En lugar de los relatos, los diseursos de argumentos. La boca debera gozar de ese modo, 10 cuaI no quiere decir que 10 lograni; Plat6n ya se quej a bastante de que ena no 10 haga, y de que lodos eslos dem6cratas sean unos pendejos, de que los Ca licles no hablen para alcanzar el minimax, sino para eliminar al adversario, y de que 1a ciudad tininica sea como un cuerpo seccionado en pola ridades 10cas. Sin embargo, a falta de Ia buena poHtica (nul a), es la palabra filos6fica 10 que va a saHr de esta exigencia, a tr8ves de los dialogos con funcion neutr alizadora, en los que la suerte de las palabras es acabar en una noci6n sobre In cual se ponen de acuerdo todos los protagonistas (cuerpo s ci udadanos descuartizados) y par In cual, en consecuencia, las rszones pa ra proseguir In discusi6n a l final desaparecen. Esta noci6n, este concepto, es una palabra que podra saldar las deudas entre los jugadores, que sera la moneda de bocas nuevas, el nihil en el cual estas habran de aniquilar las potencias lihidinales que las motivan. Y asf como el cuerpo-ciudadano rechnza et utero, las manos lahoriosas, las sintaxis y los fonemas barbaros, del mismo modo In boca ciudadana relegara los gritos y todos los signos de su pertenencia ala libido, en el cnlabozo de los nocturnos de Oionisos. Primer encierro: la noche, primera prisi6n, desde el punto de vista del bello sol cer6tico de los apolin eos. Su antimercado negro.
ELOGIO DE LOS LIDIOS
Herodoto (I, 94) dice: "Los Lidios son los primeros segUn nuestro conocimiento que acuiiaron y pusieron en uso 18 moneda de oro y de plata; los primeros tambien que hicieron eI comercio a l menudeo". Una Hn ea mAs arriba seiialaba que la Unics diferencia entre los griegos y los tidios acuI1adores y mercantiles, es que estos ultimos entregaban su s hijas a In prostituci6n. Es preciso adrnirar esta consistencia libidinal La moneda de pago es el cer o instalado en meson y la koinonia de los hombres (esta vez mercaderes) centrada sobre este cero, y la perversi6n homosexual establecida en el mercado bajo la forma de la nonna lidad homogenea de los cambistas y de los bienes a intereambiar. Esta nonnalidad es perversa en et sentido de que es esUril, puesto que todos los intercambios deben Hegar a la anulaci6n. Muy lejos de ayudar la propagaci6n, ella la compromete en et callej6n sin salida de un aJgebra improductiva. La instancia del mercado, centrada sobre el cero del a fin de cuentas, no puede sino latir al ritmo del pulso regularizador en 10 sucesivo de las necesidades que nacen aqui y alIa sobre la circunferencia del circulo mercantil, en el cuerpo de 10 que se denomina los comprador es. Estes vienen por 10 tanto a1 centro, al mercado, y confrontan 10 que cada uno puede (quiere) dar con 10 que cada uno quiere (puede) rccibir. Perecuaci6n de bienes aqui y alIa, y perecuaci6n de las necesidades, necesariamente, como 10 muestra el m arginalismo : pues todo intercambio de A can B es al mismo tiempo, en A mismo, un intercambio, una comparaci6n entre 10 que se tiene y 10 que se desea ten er. En consecuencia, se establece una proporcionalidad de 10 que se ofrece y 10 que se demanda, de 10 actual y de 10 posible. Asf va a establecer se la famosa curva lomo de bUTTO, que es la inscripci6n en los ejes de la "'utilidad" de las diversas opciones que, por otro lado , descifranin las matrices de Morgenstern y de Rapoport, sobre las que diremos una palabra mas adelante. Si, en definitiva, el juego es nulo, si todo 10 que puede ganar A es perdido por B, S1 por 10 tanto no h ay exterioridad respecto del cfrculo de los intercambios ciudadanos, y si se pennanece en el cera del medio, est.J1 claro que este sistema sigue sien do perfectamente infecundo. Esta sociedad de hombres mercader es es un dispositivo libidinal muy singular, un dispositivo de conservaci6n de la libido en una suerte de lesoro pulsional constituido par jos miembos de la koinonia, cuyas riquezas circulan de uno al otro sin saHr jamas del circulo y sin que sea introducido jamlis ningun 8um]lIOrtlonto libidinal. Par 10 tanto, no s610 disposit ivo muy selectivo, ail1l) IllIl Y cOr1sorvador en el scn tido pu lsionnl, y/l quo 01 coro do
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las anulaciones de intercambios es, entendido en t~nninos de intensidades, el signa -que la sociedad ciudadana mereant.i1 obedece perfectamente- de un r eguladoT de tensiones en si mismo programado sobre una unidnd de tensi6n que es la suma de las intensidades presentes alrededor del circulo. Si estes intensidades son contabilizables es porque ya han passdo por el filtro de la politeia, el cual excluye. y'8 10 dijimos. los enormes pedazos de 13 banda laberintica del cuerpo pulslOnal. De esa forma este mercado 0 esta ciudad funcionan como un conjunto regulado en re~laci6n homeostAticn, y el cerc marea el si mple retorno al estado anterior a 18 agitaci6n del intercambio. El cicIo econ6mico (perc sin dudn tambi~n politico y erOtico) estA asf detenninado por la reaHzaci6n de to· das las operaciones sobre un media, 0 meson, 0 Mitte, 0 media, 0 mini· max en el cual se anulan las diferencias. Pero las diferencias s610 pueden 'a nularse en Ia medida en Que 10 son simult.aneamente en la consti· tuci6n de parejas ciudadanos mercaderes amantes, cuerpos identicos en los Que el deseo, despojado de su vagabundeo cn virtud de ]ocalizaciones estrictas, y de sus saltos de tensi6n en virtud de rigurosos ajustes ed,:"cativos Oa paideia), va a poder intercambiarse consigo mismo en canttdades iguales. El cero de ]a cuenta hecha es por]o tanto a] mismo tiempo Ia esteri· Hdad de la koinonia. Cunndo la moneda funciona sola mente como mone· da de pago, ella logra Que no pase nada. Hasta tal punto Q~e la soci~dad no puede entonces reproducirse. De ahi Que exista esa franJ8 de mUJeres y de trabajadores que la proveen de j6venes cambistas y de bienes fres· cos. Pero esta franja no funciona, repitAmoslo, sino a condici6n de que las mujeres sean prei'iadas por los ciudadanos pederastas, los cu.ales se prostituyen entonces al reves: si ]a perversi6n homosexual devlene la normaHdad modelo, ]a heterosexualidad fecunda s610 podra rea1izars~ en la extrema desvalorizaci6n que acompaiia, en principio, a Ia prostituc16n. Al fecundar a su esposa, el ciudadano griego desvia del circulo de Ia po· liteia una parte de sus emociones y Ip.s consagra a algo que no tiene de· recho de ciudadania, que es otra cosa; perc esa otTa cosa, el utero, devol. vera, bajo otra forma -e] hijo-, a esta ciudad de la que esta ex~luido, 10 que la verga ciudadana desviada de su noble funci6n pederAsttca Ie ha concedido en semen. Ahora bien, la prostituta, 0 su propietario, r educe nsi, en 10 que se denomina el organismo social, bajo la forma del dinero que ha ganado con el ofi cio de su cuerpo, el goce inutilizable, perverso, de sus clientes. Todo eso: alienaci6n muy hegeliana. No obstante, en el caso "corriente" de la prostituci6n en la que es la mujer quien se prostituye, no es su matriz 10 que constituye la secci6n utii de su cuerpo, sino cualquier segmento (segu.n la demanda del cliente). Como tal (in·diferento), In prostitutn es, par 10 tanto, tambien un prostituto. Como la reducci6n y 01 retorno a In "comunidad" del cuerpo socinl no pucden hacerse
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bajo Ia forma de hijos (pues al cliente, el perverso, Ie horTOrizan y es eso 10 que viene a e]udir en sus brazos), deben h acerse bajo la forma de un equivalente de los hijos: e] dinero. Cuando los tidios prostituyen a sus hijas dan un enorme paso ade· lante respecto de los helenos. Estos no prostituyen mas que a sus vergas, s610 el tiempo de asegurar la reproducci6n de los ciudadanos, es decir, e] retorno, por la mediaci6n del utero, pudenda por excelencia, de una proporci6n de su gasto pulsional. Esta prostituci6n, en primer lugar, es el desvio fuera de la instituci6n civica de las pulsiones que pertcnecen a ~s ta; y, en segundo lugar, tambien el retorno a esta misma, en hijos, de esas cantidades pulsionales desviadas. En todo eso, simple calculo de supervivencia y de regulaci6n homeostatica. En el fondo, homosexualidad, que prosigue a trav~s de vagina y utero (al igual que la prostituta 0 su rufian: enriquedmiento que prosigue a trav~s de las perversiones de la clientela). Pero los lidios de Herodoto, suave sonador, que sin duda por otro la· do estan igualmente obligados a pasar por allf, de pronto extienden el mercado: prostituir a las hijas -y no a las esposas, que conservan ]a susodicha funci6n reproductora-, por una parte es condenarlas a la esteri· lidad y, por la otra, hacerlas entrar en el juego circular del mercado de los intercambios como bienes y como propietarias de bienes (no hay diferencia) que pueden pasar de mano en mano. La homosexualidad de 105 guerreros, como rasgo C8racteristico de la isonom{a, aqui falta. EI verdadero mercader intercambia tanto un "sexo" como el ol;ro. Cesa de concebir y de practicar el cuerpo femenino como mAquina de reproducir y puede conectarlo sobre la circulaci6n de los goces, pero siempr e con la condici6n (perversa, homosexual) de que ese cuerpo permanezca est~ril, que su fecundidad "natural" sea tachada y que se Ie sustituya una capacidad de rcproducci6n en dinero. E I ciudadano Hdio no embaraza a esa mujer (su hija), la indemniza, a ella 0 a su propietario, la paga, y esta moneda de pago es la misma Que In que circula en el mercado de bienes. Al pagarla puede, habil~ ndoIa consumido, anuIar su consumo (satisfacerse en ~1) ya que este dinero regresara al centro de una manera u otrn, cuando la hija o su propietario, teniendo alguna necesidad para satisfacer, vengan a buscar alIi el bien complementario. Y as! nada habra succdido. Este dispositivo, que ll amaremos "lidio", si creemos a Herodoto, "anticipa" el capitalismo, y es por eso que es aun mAs interesante Que el circulo aristocratico de los matadores pederastas del Atico. "Anticipa" el capitalismo dos veces. En primer lugar, extiende a otros segmentos de la banda·cuerpo pulsional la posibilidad de ser medida y comparada. Los gricgos al menos dejan fuera de la isonomia a las mujeres; no han inven· t.ado el a-sexismo. Los lidios afirman que el aparato femenino puede ser una ocasi6n de goce comparable a la que procura la homosexualidad, por
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10 tanto a 18 esterilizaci6n y a su puesta en equilibrio con otTO segmento bajo In condici6n de la perecuaci6n cuantitativa, Comprenden:i.n u stedcs que de 10 que se trata, en definitiva, es de la introducci6n de todas las partes del laberinto "enteron del cuerpo pulsional en el circulo de los intercambios, de toda esta superfici e torcida, replegada, estirada, de cuya inmensidad podriamos tener una idea si lIegaramos a haeer su proyecci60 plana -pero una proyecci6n "compJeta" que no esquive ninglin repliegue de la mucosa intestinal, ninguna valvula, ninguna aspereza util o ioutil de ninglin conducto, ninguna tigera textura de ] 8 mas minima envoltur8 epitelial, ningtin SUTeo de 1a corteza cerebral, ning'lln endurecirniento de Ia planta de los pies, cartograffa imposible, pero sin rna· quillaje, junto a la cuallas himinas de anatomfa pasarian por mer~s relevamientos academicos, en la que, para empezar, 13 distinci6n entre el exterior y el interior no hubiera sido todavfa ni siquiera interrogada, 505pechada y menos aun de5enmascarada, ni tam poco la distinci6n entre masculino y femenino-; por consigu iente, toda esa superficie del Iaberinto de las pulsiones es la que, con Ia prostituci6n de las hij as lidi as, presenta su candidatura a la mercantilizaci6n, porque si por la mediaci6n (Vermittlllng) de la moneda usted esta en condiciones de encontrar comprador para una vagina del mismo modo que para un ano, entonces hay que pensar que cada parcela de la gran banda laberfntica puede amonedarse en el medio (Mitte). Y de eso mismo se trata hoy en d!a en el capitalismo universal. Pero, evidentemente, eso no es posible, y desde ya no para los Ii· dios, si cada uno de los 5egmentos del cuerpo pulsional su sceptibJes de ven ir a intercamhiarse e n el mercado como ocasiones de goce a cambio del dinero no h a side el mismo sopesado y comparado con tal 0 cual otro, de manera que el propietario de esc segmento, su proxeneta (entendien· do que en esas condiciones del mercado el hombre normal es el proxeneta de todas las regiones posibles de su cuerpo, que no existe sino como pun to de referencia de la carga libidin aL.sohre una de ell as, como su "cultura" 0 su educaci6n , a tos fines de la soivencia), de manera tal por 10 tanto que ese propietario ya 10 haya por sf mismo sopesado, estimado, evaluado, preferido (todo eso evidentemente no de manera consciente) a cualquier otra regi6n, en una suerte de trahajo imposible de com paraci6n. Imposible porque esta ultima exige 10 Que la pulsi6n no puede hacer: anularse, posibilitarse, puesto que es afirmaci6n sin modalidad. Su ubi cui dad, el h echo de que haya sido descargada aqui y aIM sobre el cucrpo laberintico, su excitabilidad c1itoridiana y excitabilidad anal, por ejempJo,o bien su ccfaJalgia e irritabilidad genital, no tienen ninguna reII1ci6n con una modalizaci6n 0 modulaci6n del tipo si ... eflton,ce.~, 0 del tipo Qllizd. 0 dol tipo 0 bien. Para [os idioma s con conjur,'nci6n, como los nueah'oa. 01 infinit,ivo, yn [0 homos
la carga pulsional, pues el infinitiv~ siempre viene acompafiado, como si fuera su sornbra, de su negativo: serIno ser, por mas que 8,1 circunscribir 10 que es pen samiento, la noci6n, excluya de e1la todo 10 que no Ie pertenezca, en el modo de la Verneinung. Ypuesto que ya estamos en el proceso de pensamiento, esa determinaci6n tiene valor de posici6n de 10 posibIe: 10 que es pensamiento se concentra siempre sabre el fondo de 10 que ha sido dejado fuera de pensamiento como su opuesto y su diferido. Al decir que el suefio 0 la esquizofrenia tratan las palabras como cosas, Freud subrayaba precisamente la manera propia con Que 10 pul· siona1 senala su presencia hasta en el orden del pensamiento: produce efectos que son intelectualmente inadmisibles, figural en el sentido de paraiogismos, aporias, peticiones de principio, circulos viciosos, errores, olvidos, inconsecuencias, sin sentidos y, finalrnente, el extremo delirio por el cual 10 pulsional se eleva hasta parodiar, hasta confundir la organiza· ci6n del pensamiento racional, en un esfuerzo gigantesco por hundirnos en un a especie de terror situado mucho mas alta del escepticismo: lse puede pensar, es deck distinguir? Perc la pulsi6n que ocupa ese hueco de mano, ese pliegue de 1a axi· Ia del que habIa Be1lmer, al mismo tiempo que ocupa los labios de la vul· va, esta alojada aquf y alJa sin que su instancia tenga que estar aquf mas que alhi, despreocupada como esta par no unificar jamas 10 que ella reeorre consumiendolo. Es por eso que la comparaci6n, que exige la anu· laci6n de los terminos comparados a los fines de la unificaci6n, ya ejerce sobre las pulsiones y sus descargas singulares la presi6n apJastante del orden unitario. Es necesario llegar a vcr, y eso es 10 que lo s lidios dan a entender, que este orden unitario es en realidad una organizaci6n nular: sobre la banda del laberinto de Jas pul siones Ia unidad s610 se hare. a condici6n de que cada descarga sea comparable a otra y sea proporcionalmente estimable en relaci6n a ella, comparaci6n y estimaci6n que exigen que se anule 0 posibilite 10 que, en terminos de libido, siempre se carga afirmativamente. Por 10 tanto, la unidad del cuerpo organico, a la cual nos aproximamos a medida que son levantados y desasidos los dominios Iibidinales fonuitos que trituran y bloquean regiones de la banda, esta subordinada en la economfa pulsional a una suerte de anulaci6n de las descargas a los fines del equilibrio. EI sujeto sobre el circulo, el su· jeto-mercader-ciudadano, es contemporaneo de una especie de negocia· ci6n sobre las puntas de banda laberintica. Los psiquiatras, que tienen la misma honachona simplicidad de mi· ras que los agentes del orden, describen la normalizaci6n de la hi sterica en estos terminCls: golpiza clinica que obliga a la paciente a abandonar su compulsi6n, pero que Ie prohlbe tambien entregarse a la duda ante la compulsi6n (es decir abandonar se al delirio ... ). En consecuencia, ni carga compulsiva, ni carga delirante: es necesario (dicen los psiquiatras, siem-
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pre) lI evaT a 18 histerica 81 cero de los afectos, y como ~ste no se puede sostener, se terminar' pOT lograr algo asi como una transferenc:ia sobre el mMico, es decir 18 apenura a una comunicaci6n posible ... Lo que ha sido as! desc.rito es la paUkia: Ja educaci6n. con si1's gotpiZ8S, bloquea el cuerpo libidinal, abre ests via, permite comparar, introduce el interis alii donde no hay, pulsionalmente, ninguna consideraci6n de rentabilidad. Cuando ocurre que el medico habla de una ganancia, de un benefICia libidinal -Freud, a prop6sito de la tos de Dora-, cuando sospechn un beneficio primario de 18 enfermedad (que serfa el ohorro de esfuerzo, 18 ganancin que saca un obrero accidentado de su propia inmovilizaci6n) y por anadidura un beneficio secundario, comparable 01 alcoholismo, al cunl el accidentado en el trabajo no dejarli de dedicar, segUn Freud, et produclo de sus mendicidades (oja1t\ asi sea), esas comparaciones introducen en las consideraciones de Ia economfa libidinal la mds grave confusi6n, la mds perniciosa. Plantean et problema al reves, tematiznn el Inberinlo pulsionnl de Dora como si fuera administrndo por un ministro de finanzas 0 un banquero 0 incluso por un proletario desocupado, es decir por entidades que tienen lodas en comun, a pesar de sus extremas disparidades sociales, el hecho de pertenecer al circulo de la economia politica y a su cero central, de existir como poder de calcular utilidades y de elegir. De este modo In aeefaUa de la gran banda labedntica de una cara es suprimida, el psiquiatra 0 el psicoanalista la sustituye por un homo ceconomicus aplo para las comparaciones y las razones, por una cabeza lien a de ese negativo sobre e] que un !il6sofo alemlin ha osado finalmente decir que es quien haee todo el trabajo, entiendan ustedes: todo el negocio. Esta sustituci6n es la que exigen los lidios con su prostituci6n y su moneda. Las comparaciones y razones sobre et euerpo pulsional se harlin par moneds, y de esc modo el cuerpo cesara de ser ese paisaje imposible bsrrido por los influjos libidinales y pod,a intercambiarse parte por parte, parte contra parte: se centra sobre su propio cero, se vuelve capaz de lIevar a cabo juegos racionales consigo TOismo, de simular inversiones para poder medirlas y calcular In combinaci6n mas provechosa. Con la instalaci6n del cero sobre el cuerpo, obtenida forzosamente al predo de la elim inaci6n de regiones enteras, ]0 que esta en juego es la instituci6n del Yo. Ese Yo es el propietorio de los campos libidinales de ahora en adelante definidos y controlados y puede ir sobre la circunferencia mercantil a ofrecer y demand or tales campos y pedazos de campos. Sobre el circulo lidio, todo es mercado, la mercancia toma su vuelo de universalidad y el Yo es su proxeneta. Relato de la instituci6n del negocio, por Vera Schmi dt: "Los nii'iOS se ponon a recoger nores. Mientras recoge flores, Wolik (3 On08 3 moscs) ha eo locaclo sua cojoneitos no lcjos de ollf, sobre el pn8to. OnnJn (2 onoa 10
meses) se acerca para tornarlos; Wolik Ie grits desde ]ejos: 'iNo tienes derecho a lomar]os, son mios!' Genja, llorando: 'Pero yo quiero esos cajoncilos'. Yo Ie digo enlonees: 'T'I1 ves, Genja, euando Wolik no quiere prestart..e los cajoncilos, eso no te gusto; y bueno, a el tampoco Ie gusto euando tu no quisiste prestarle la carretilla. Otra vez dale ]0 que quiere, asf el tambien te 10 dani.' Wolik se acerca y escucha atentamente. Cuando termino de hablar, Ie tiende sus cajoncitos a Genja con un sire decidido: "Thma, Genja, te las presto sin mlis'. Genja estA feliz, toma los cajoncitos y se aprests a largarse, cuando de pronto cambia de opini6n y pregunta, amislosamente: 'Wolik, i,quieres mt carretilla?' 'iOh, 51, s1!' responde Wolik, contento. Genja corre hacia Ia carretilla, pero Wolodja (2 afios 10 meses) ya ]a ha agarrado, estA sumergido en su juego y no tiene ninguna gana de cedersela a Wolik. Genja se queda inm6vil y medita algo, con el entrecejo fruncido y los ojos fijos. Luego da un paso hacia Wolodja, se detiene, Ie da la espalda; hace algunos pasos en sentido inverso, da de nuevo media vuelta y corre rlipidamente hasta Wolodja. 'Wolor.lja, i,quieres mis cajoncitos?' Wolodja ests. de acuerdo, y cede la earretilla a Wolik. 'lbdos est8.n co;}tentos: Genja tiene un cajoncito, Wolodja tiene dos y Wolik tiene la earretilla".l Y Vera Schmidt tiene su cuerpo social.
t Vera Schmidt, ""Rapport aur Ie Home eKptlrimenlal d'enfanta de M08COU (1921. 1924)·, tnducldo.1 fran~a por Jean·Marie Matagne, "Lea Temps modcrncs", marto do 1969.
LA PROSTITUCION INSTITUCIONAL
Eso no es todo: que los Jidios extiendan el intercambio a segmentos que han quedado baldios es una cosa, perc otra es seilalar que, al hacerlo, extienden la perversidad. Porque si es verdad que de aM en adelante, potencialmente, como 10 sabemos y como los lidios "siempre" 10 han sabido, todo segmento del cuerpo gozador puede, a condici6n de su circunversi6n, ocupar lugar como "bien", es decir como objeto convertible segUn la "nada" (moneda). sobre el c1rculo de los intercambios; de ahi se deduce que al mismo tiempo es arrancado de la ilusi6n de un funcionamiento natural y preparado, POI' 10 tanto, para un usc perverso polimorfo (pero 5610 bajo la condici6n sefialada). Polimorfo puesto que cada segmento arbitrariarnente elegido tiene que poder venir a ocupar un lugar desde el imposible conjunto de la banda donde corren los flujos pulsionales hasta el circuito de los negocios, el cual, en consecuencia, ofrece, con su nulidad central, una ocasi6n sin precedente a la economia libidinal de manifestarse en la inD.nidad, 0 al menos en un numero muy alto, de sus posibles mversiones. Bajo 1a condid6n de la metamorna, enorme polimorfia, pOl' consiguiente. Esta condici6n fonnal de la conmutatividad que pesa sobre 10 incondicional en cuanto a los contenidos (a las significaciones, los va1ores, los c6digas, las creencias, es decir, a todos los ordenamientos estables y exclusivos de conjuntos de partes del cuerpo·banda) es "'siempre" la condid6n del capitalismo. Lo es tambien de 18 mstematica y de su 16gics. Cuando se dice que esta 0 aquel trabajan siempre en extensi6n, no se dice simplemente que descuidan el punto de vista de 1a comprensi6n -la comprensi6n no es menDs extensiva que la extensi6n, es su indispensable complemento, el interior de su exterioridad, como 10 es el valor de uso al valor de cambio -. No, queremos decir que 10 que se abandona pOl' principio es la inten· sidad, cuando ests es 10 incomparable, pues todo el negocio y la politica descansan sobre 1a incomparabilidad. Y esta exlge necesariamente que se establezcan las propordones de las intensidades, la cual es a estas uWmas 10 que era el encuadre de los primeros perspectivistas florentinos a las intensidades pIasticas de los antiguos acuaT"elistas chinos. 'Ibda medida de las intensidades es una especie de desmesura (1a cual a su vez no va a faltar en una alta potencia de intensidades: intensidad en relaci6n con eJ cero, con 10 imposible, con la conciencia y la mala conciencia). Esta desmesura se llama raz6n, y esta se obtiene por la busqueda del media 0 media proporcional, 0 minimax: instancias todas que regulan las circulaciones de intensidades, que las desintensifican 0 las sobreintensifican segun el C1l 80 pElra que el intercambio se baga "'convenientemente".
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'!'enemas un modele muy bueno de esta desmesur8 de la circunversi6n en ]8 teoria de los juegos, que es tambi~n 18 de 18 'Uamada "utilidad marginal" en economfa poiftica. A. Rapoport relata 7bsca: el jefe de polio cia, Scarpia, detiene a Caravarlossi, amante de '!bsca. Est! dispuesto a soltarlo con la condici6n de que ella se Ie entregue a (;1, Scarpia. Aqui clilculo de Scarpia: si juego el juego, deja la vida a un rival que destesto, pero poseo a Tosc8; 5i no juego el juego, puedo ganar en los dos tableros. Por su lado, Tosea h ace sus cuentas : entreglinrlose al horrible Scarpia, salva a su amante: score media; 10 mejor serfa obtener la gracia de Caravarlossi sin tener que ceder a las exigencias del policia. Uno y otTa, carla uno por su cuenta, quiere por 10 tanto haeer trampa, SC8rpia poseer a Tosca h aciendo matar a1 rival. Tosca rechazar a1 tira una vez que Caravadossi esM a salvo. Como dice Rapoport, "ningtin argumento dirigido individualmente a Tosca 0 a Scarpia los convencera de que mas vale respetar el mercado (=jugar sinceramente el juego) que traicionar al otro. S610 un argumento dirigido a los dos juntos seria 10 bastante fuerte. S610 el razonamiento colectivo podd ayudarlos a evitar la trampa de la doble traici6nn .2 Conclusi6n muy sabia, muy aroniana, muy aristoMJica: prudente y democrdtica. Pero, el argumento a los dos jugadores iqui6n 10 dirigira? Una instancia cer o, un mediador, un termino medio, un punto de calculo, un centro vacio. No importa quien pueda oficiar de concili ador. 1..0 importante no es el juez, sino el criterio de estimaci6n de las perdidas y las ganancias, de los dai'ios e intereses. Rapoport propone 18 siguiente matriz:.
Se vera, al rehacer 105 caIculos, que Ia matriz de Rapoport admite una flotacwn de los precios segtin la naturaleza del intercambio: asi, para Tosca, la situaci6n de buena fe compartida (Tb.SbJ Ie da un score de + 5; se puede concluir que Tb (acostarse con Scarpia) Ie cuesta a Tosca - 5, Y que Sb (Ia vida a salvo de Caravadossi) Ie aporta + 10. Pero entonces, en la hi p6tesis (Tm.Sb.) en la cual ella engai'iaria a Scarpia. si los precios siguieran siendo los mismos, ella deberia tener un saldo a favor de + 15 (+ 10 para Car avadossi y + 5 por haber escapado al abrazo de Scarpia). 8i Rapoport s610 cuenta + la, es porque soportar a Scarpia, en efecto, es desagradable, pero no soportarlo es simplemente nulo. (Tm.Sb) igual por 10 tanto: 0 + 10, y no + 5 + 10. Esta estimaci6n, por ejempl0, en su agudeza relativa, ies justa? Es indecidible. Lo que se puede decir es que el interes de un a decisi6n (Sb.Tm) para Tosca, calculada en + l a, es al mismo tiempo 10 suficientemente elevada como para tornarla interesante, y Lo su(£cientemente Modesta como para hacer vacilar a Tosca (+ 15 su scitarfa una preferencia inmediata). Este caracter razonable a la vez que ventajoso, que se obtiene si se aoota a y no + 5 el triunfo de haber escapado al lecho de Scarpia, es 10 que podria empujar a Tosca a hacer trampa. En todo caso es esla misma moderaci6n aparente la que, en otro sentido, in citara a 8carpia a hacer fusilar a Caravadossi, pese a haber obtenido de Tosca 10 que desea. Y de hecho tendria raz6n si no vin iera a la mente (?) de la joven mujer, dos veccs transada. la idea de malarlo. 10 cual no esta contabilizado en las matrices. Y 10 cual esta por 10 general excluido del circulo de las parejas de 18 politeia. Si tiene que haber alii muer te de alguno de .los dos, sera a partir del cero central que esa muerte debera ser deliberada y decidida: 86crates. Se ve aqui c6mo la negociaci6n de las inversiones sobre el cuerpobanda pulsional produce el sujeto negocioso.* Este no es el negociador sino el resultado inestable de una negociaci6n sin termino. Neg-oltum: fin de la fluencia ociosa de los influjos. i,Pondria yo mi intimidad en las manos y en eI vientre del tira para poder luego reservarla para mi querido ban dido? Pero, suponiendo que 10 hiciera, ino seria yo transada sin embargo, yo transa, puesto que habria pagado par a m.i amante esta posibilidad de 10 que j ustamente debe estar fuera de precio? iC6mo podria el sentirse bien de tener en sus brazos, bajo sus labios, sus dedos, sus ojos, enguantando su verga, esos pedazos de cuerpo desde el momento, no en que han sido compartidos con el tira y que Ie son remitidos como los reslos de un primer fesHn, 10 cual en sf seria mas piadoso. desde el momento en Que han sido negociados, puestos en relaci6n proporcional can el
Tosca
Scarpia
~
Sb
Sm
,~
Tb
+ 5
-10
Tb
+
Tm
+ 10
-
Tm
-10
5
Sb
Sm 5
+ 10
-
5
en Ia que 8 se lee "Scar pia", T "'Ibscan , 8 b "Scarpia es de buena fe", Sm "Scarpia de mala fen, Tb "'Ibsca es de buena felt, etc., y que r esume los calculos de los dos interesados. 2 A. Rapoport,
-I..c, 'Ibmps modcrnc!l~, oct.. do 1D63, pp. 704 -7011
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goce, e1 de mi amante, y con mi goce, desde el momento, en definitiva, en que me he prostituido? Ella no es un sujeto, es decil' una cuesti6n., sino en ia medida en Que se ha prostituido. Si entrega sus encantos a Scarpia, es para conservar a Caravadossi y conservarse para el. De repente, los investimientos incomparabJes -que conectaban en conjunto goces singulares (nos 10 imaginamos) en esns puntas de 18 banda an6nirna y que disponian el arnOT de la joven mujer y del joven bandido-, se han desol. dado, se los ha relevado, se han estabtecido sus instancias sobre la nada, sobre una permanencia necesariamente imposible puesto que en a es destruida pOl' et momento mismo de relevo que Ie confieTe seguridad. Conservsrse 0 reservarse para un goce ulterior, es fijar ]a instancia de esas intensidades sobre el cero de un continuo temporal, y aplanarlas como moneda. Cuando Klossowski habla de un "fuera de precio" del "fantasrna" (en su sentido), entiende precisamente que las intensidades bajas 0 sltss que se obtienen par conexiones de 6rganos parciales sobre el cuerpo perverso polimorfo Ham ado banda laberj"ntica, que esas intensidades son improporeionadas Y Que por 10 tanto nunca se deberfa poder saear ventajs de haber pagado demasiado caro su fulgurante paSo. Ahora bien, es necesario que Tosca hags descuento y detalle, ni mas ni menos que como una prostituta que tiene que educar un nino en provincia con sus ingre50S. Tasca hace la cuenta de las entradas y salidas, input y output, y eso que ya es prostituci6n y la convierte en la alcahueta. de las cargas y las descargas. Siempre la instancia cero, la del ingreso: de 10 compuesto, de 10 permanente, otro tiempo, tiempo del sujeto. Desde aquf podemos ver la pregunta: ihay acaso goce fuera de esta contabilidad, de ests determinaci6n de las instancias sobre el cero? Lacan dice: el goce es ell/O, la oscilaci6n interminable del deseo entre la instituci6n de un sujeto una rio (1) y la determinaci6n de las instancias sabre un no-ser de referencia (0). lNo es esto 10 mismo que dice Klossowski, en terminos de economia libidinal, cuando da a entender que el gace extrema no va sin esta aporia: comparar 10 inco,"parable? lapreciar 10 que ests fuers de precio? lanular 10 afirmativo? lEI fantasma, segun K1ossowski -que no es de ningun modo 10 mismo que para Freud, es decir una formaci6n de sustituci6n, si no la conexi6n rfgida, insuprimible y repetitiva de 6rganos parciales- no obtiene su fuerza, sin embargo, de la libido, de Eros y la muerte revueltos. ni de todo 10 que alii se derrama, en ese corredor, sino de la comparaci6n vertiginosa entre el presunto ser de una per· sana (la victima, el verdugo, segUn el C8S0), es decir de una unidad con vocaci6n universalista por un lado y, por el otro, la mezquindad decrepita, tonta, mortifera para todo aquelIo que podrfa presentarse como totalidad, de un pequeno dispositivo pulsional singular? Y si esta comparaci6n estl1 necessriamente implicsda en eJ goce, ina sent porque este ultimo siem1"'0 se enCtlcntr'o yfl locolizado por el pensamiento ncgoc ioso que trfltn de
apoderarse de el, y es concebido como una relaci6n en lugar de serlo como la anrmaci6n incomparable? Es preciso decir entonces que la prostituta Jidia (es deeir, asimismo -con las precisiones que aportaremos-, el capital), que como 'Ibsca en su total idad es la pesada de 10 que ests fuera de peso, tambien es todo aquello que se puede decir y resentir del goce. Y abandonar hasta el proyecto de una economia libidinal, cuya instancia es la sola intensidad del men as: puesto que pensar es amonedar, nquel que piensa en materia de pasiones es forzosamente puto. Pero vol vamos al mismo tema, que no es tan simple; los lidios, al acunar moneda, como ya 10 dijimos, no se contentan con regular las intensidades en el meson. de todas las mediaciones, tambien prostituyen a sus hijas, y de ese modo hacen entrar vulvas, clitoris, pechos y sus pezones, nalgas pletoricas, cabell er as, gritos soprani y contralti de eaTicias, olores de secreciones vaginales, granos apretados de la piel, sedas de las caras internas de los brazos y de los muslos, otros colores del pelo, del iris, otras texturas musculares, otras annazones 6seas, otras posiciones y encadenamientos en el cfrculo de los bienes cesibles. Extienden la cantidad de partes de la banda Iaberintica que puedeo ser estimadas e intercambiadas. Y, al mismo tiempo, no solamente conti nan la mujer (al menos la mitad, la hija) a su presunta naturaieza, sino que la exponen (prostituere) a lodas las desnaturalizaciones que pueden tramarse y ejecutarse en el ci'rculo mercantil. Pues bien, esas desnaturalizaciones son innumerables porQue han sido todas autorizadas, en principio con la unica condici6n, como ya senaJabamos, de Ia isomorfia a proporcionalidad entre los bienes intercambiados. Una fijaci6n de precio semejante, cuando implica la desva1orizaci6n de los pedazos del cuerpo libidinal considerados en su singularidad intensa, puede suscitar por el contrario una suerte de rebote en la circulaci6n de los influjos, ya Que nuevas rutas se abren para estos sobre la inmensa banda de los cuerpos, acrecentsndose por consiguiente la polimorfio. de las conexi ones para el goce, asf como el vagabundeo de la libido. Imaginen todos estos pedo.zos inauditos y er~ctiles de superficie en los que las cargas podran venir a acumularse para luego huir de golpe. No es suficiente verI os condenados a la ley del minimax, hay que ver tambien que concentraciones nuevas de deseos, aunQue sea en la unica forma autorizada de las necesidades, van a pader provocar y satisfacer. Pera adem as, esta forma autorizada de las necesidades no es, como podria creerselo, una forma utii. En esta prostituci6n lidia concomitante de la instituci6n monetaria vemos por el contrario que In utili dad, en su acepci6n corriente de valor de uso, no tiene precisamente ningUn sentido, que s610 es determinable relativamente can respecto a la regIa de intercambiabilidad, que el cuerpo de la hija Iidia no existe como alga que tuviera un destino natural y requiriera por 10 tanto un uso especifico, sino por el contrario que 5610 existe como la instancia vacia del negocio supuesta
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par las estimaciones comparativas sobre regiones pulsionales, como cuer· po cere con funci6n capitaJi sta, mientras que su presunto usa nunea es otra coso. que eJ comercio golpe por goJpe del intercambio entre 6rganos. Ni siqui era es necesario door que ese cuerpo entonces es pervertido 0 perverso, puesto Qu e no es ounea nada (perc ~I es esa nada) y no podria, por 10 tanto, ser desuiado de ning1in llSO predeterminado; de hecho ca circunvertido, inc1inado a apJastar sobre la instancia vacia de 18 permanencia mercantillas intensidades que, aqui 0 al1a, estallan y se apagan como soles en el uni verso. E n particular In prostituta, es decir la "mujer" de negocios moderna, que es tambi6n un "hombre" -y pOT esc mi smo-, no tiene oi debe tenc: ninguna relaci6n m lis con 10. fecundidad. Que produzca hij os en la ocaSlon de los goces que procura sign ificarla que h a recibido en su seno el semen fecund ante; pero ella no puede r ecibir m(is que dinero y en s u bol sa, ya que, primer argumento, este din ero es convertible en el m erca~ do, mientras que el hijo no necesariam en te 10 es. Va a ser necesa rio mu ~ cho "li cmpo dcspues" de los lidios para que el hijo mi smo sea in cor porado al cicio economico, para que cese de ser percibido como un don que se recibe (de otro Indo), para que se pague a In mujer que consienta tenerto (bajo la forma de salario famil iar, en primer lugar, luego bajo la forma del derecho a la jubilacion de los trabajadores, mas tarde simplemente bajo In forma de salario) y para que el centro mediador vacio pueda emprender la admin istracion de su propio panto de vista, el de las e quiva~ lencias siempre anulables, la introduccion y In circulacion de estos nuevas pedazos de l cuer po-banda laberin t ica e n el circui to del n egoc io. Circunversi6n de los cuerpos-hijos. Cosa curiosa: esta es la ullima e n fecha, en buena parle lodavfa por hacerse, cuando evide ntemente esos son los cuerpos m6.s afirm alivos y los mas discontinuos en la perversion los mas in tensos en la medida en que son los mas inusitados e n In expl~ra cion de las conex iones de goce. De mars sin embargo incomprensible si se piensa, en efecto, en su inocencia, en sd incapacidad de crear la instancia de la e moci on presenle sobre una permanencia que pronto ha rd: posible su negocio, en su insubjetividad 1ibidinal. Y segundo argumento: todas las luchas que conocemos y que libramos como economistas libidin ales tran sexuados para que, como so dice, las muj eres pueda n hacer libre usa de su cuerpo, on particular la Iibre deci sion de da r a luz 0 no , son consecuencias lidias. jC6 mo nos gusta n los !idios y sus hijas! En reaHdad no se trataria de un libre uso sino de ningun USO , libre 0 no. Lo que deseamos (y el capital tambien 10 desea) de hecho es que 10 que se llama una mujer pueda verdaderamente be n e fi~ ciarse del estntuto del negocio bajo dos aspectos: que toda crecd on _y delumcscencia- de cualqui er particula del cuerpo-banda que sea y que 80 10 ntribuyn, on primer lugar sea posible y luego, on 8<,cundo lugar,
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pueda ser comerciada. La supresion, en consecuencin, de las prohibiciones er6ticas y el levantamienlo del aulomalismo de la propagaci6n. A la vez el derecho a In pervcrsion y el derecho a la negociacion. Es decir In politeia. Hijo, sf, pero e ntonces objelo de un mercado, lennino de un intercambio que en principio debeni anular la car ga que el hijo representa, en t.erminos libidinales, las intensidades de ofectos que va a absorber. Por 10 tan to supresi6n de las m adres, y de las esposas que nunea son, dcsde los guerrcr os pederastas, mds que las madres de hijos que les han hecho. No es un libre uso, porque el uso, categoria de una finalidad natural, mantendria, s i fuera '1ibre", a la mujer bajo el concepto de esta finalidad reproductora, su liberlad se limitaria a elegir el momenlo y Ja par eja de In fe cundacion. Es In extension de In intercambiahilidad al presu nto cuerpo feme nino, es dec ir In inyecci6n de pedazos de banda desconocidos en el cicio de los inLercambios y en las estimaciones marginali stns. Lo que se llama las muj e res no puedo conquistar el pleno derecho civico si no conquista la esterilidad y la polimorfia perversa, propiedodes monetarias. Es la figura mi s ma del cfrculo extendiendose a lodos los fragmentos de In banda laberintica 10 que in stituye las medidas abortivas, puesto que ell a quiere todns las erradicac iones. 8i el cuerpo de la mujer deja de ser In tierra 0 algo parecido, un elemento, un recepUiculo, complementariamenle desaparece la prostitucion parcial de las vergas. La virilidad no debera. ser dividida como 10 es en Grecia, entre su goce anular y su tarea de fecundar las malric~s. Lo simelrico de las medidns nbortivas que HOOran al cuerpo femenmo de su destino considerado natural es, para 01 hombre de la politeia contempor aneo, la in slitucion de los ban cos de esperma : "Los procedimientos para congelar esperma human a en nit r6geno Iiquido permilcn h oy en dio preservar durante varios a~os, una produccion importante de espermatozOides' cuyo poder de fecundaci on es normal".3 Algunas condiciones son exigibles para que su esperma sea circunvertible: usled debera tener menos de cuarenta af\os, ser padre 01 menos de un hijo normal: costado cali~ dad del producto. Uno se excu sa de h acer eugenesia y selecci6n , confesando, por eso mi smo, cuan apremiante es In nnalogia con las practicas medicas nazis. Costodo in stituci6n familiar, se sal van las apariencias : usted liene que estar casado y h aberle nvisado a su mujer. Pero no ponemos en duda que 10 que vencerti sera la 16gicn. del producto: su caiidad es de manera inevitable independi ente del conscntimicnto de Ia esposa y del paso por cl Registro Civil . No parece h aber si n embargo muchos aficionados. L8era porque no se Ie paga ai donante? (LY por que no se les paga si no es porque se leme l a a.lraccion irresislible que puede tener 50-
3 Mnrline Allnin.R~gnault, U M ondf, 14 do rebrcro de 1973.
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bre los j6venes desempJeados 18 nueva profesi6n de espermador y el exce~o ~n bodega de 18 mereancia fabricada'! ) Se nos dice que no, que los pr lnClpnles factor(Js de oposici6n son: "La masturbaci6n necesaria para reeoger esperma, el c8r ticter adulterino del acto (sentido a menudo de ese modo POT Is mujer>, el hecho de no conocer el futuro del semen humano", Para el miedo del adulterio, respuesla ya preparada: que el donante no sea casado. En cuanto a la angustia (innoble, i,hay que decirio?) de seT padre sin saberl0. una vez m as procede de 18 instituci6n familiar por 18 cual padre y madre se Yen concediendo tods propiedad tanto sobre el hijo como sobre su producto. En cuanto 81 primer obstaculo flna lmente, sugerimos que el banco de esperma se asegure de prefere~cia el ooncur~o de ona~i stas: excelente il ustraci6n verosfmil, de que en el gran negOCIO del capital, todos los pequefios dispositivos todas las conexiones son comercializables. h asta tal punto que precisa~ente aqutil entre esos dispositivos que desde muy larga data, como sabemos, no s610 ha sufrido par doquier las cenSu ras de la moralidad y las sanciones por atentar a las costumbres, sino Que tambitin ha debido experimentar el desprecio de los espfritus Iibcrales. es decir revo lucionarios: gozar masturbtindose pueda en raz6n misma de La eSiterilidad ir remediable de su re.!:iultado (de: rramar ~I e~perma por el sueIo), devenir el vehiculo privilegiado , puesto que sustltUlble y negotiable, i1tdiferente, precisamente y diferib1e de la propagaci6n fecunda como sistema mercantil. Que al ~ismo tiem~o que desaparecen las mad res nos desembaracemos tambien de los padres con su preocupaci6n de renta espermtitica bajo la forma de sus hijos e hijas, eso es 10 que pronto implicarti la prostituci6n lidia extendida a nuevas regiones de la banda libidinal, gracias a la expansi6n del capital. Pero no por ello n08 libraremos del gran Cero, muy por el contrario.
E L PAGO D~ LA ESCAPAl'ORlA
lEstamos con el cero en los parajes de las tesis sadianas? lLa fue rza del {i.l6sofo maluado reside en haber comprendido este mecanismo del circu10 y de la rotaci6n? Asf podria creer selo si se 10 oye, en el panfleto que inserts en La filosofla en el tocador, justificar el homicidio en nombre de una concepci6n enteramente metam6mca de la natur aleza: "Si la eter nidad de los seres es imposible para la naturaleza, su destr ucci6n serti, en consecuencia, una de sus leyes. Ahora bien, si las destrucciones Ie son tan utiles que no puede en absoluto prescindir de elIas, y si ella no puede lograr sus creaciones sin extraer de esas masas de destrucci6n que Ie prepara la muerte, a partir de ese momento, la idea de aniquilamiento que Ie conferimos a la muerte ya no se ra real, y ya no habra mas aniquilamiento comprobado; 10 Que lIamamos el fin del animal que tiene vida no sen1 ya un fin real, sino una simple trasmutaci6n cuyn base es el movimiento perpetuo, verdadera esencia de Ia materia que nosotros los fiJ6sofos modernos admitimos como una de sus primeras leyes. La muerte, de acuerdo a estos principios irrefutables, no es por 10 tanto mas que un cambio de forma, un trtinsito imperceptible de una existencia a otra y eso es 10 que Pitagoras denom inaba In metempsicosis. Una vez admitidas estas verdades, pregunto si no 5e podni declarar que la destrucci6n es un crimen C.. ). La unica cosa que hacemos al librnrnos a la destrucci6n es operar una variaci6n en las formas ..... Investiguemos ah ora 10 siguiente: lc6mo se crea la instancia del goce sobre el circulo? EI naturalismo ostentado por Sade remite a Pitagoras y a la metempsico5is, incluso tambien presumiblemente a1Tao y a In Etica spinozista, se supone. Pero mtis alia de ese naturalis~o, p.erfectamente conocido por los fil6sofos, que es un gran paso en In dlreccl6n del desmantelamiento del sujeto, del cuerpo unificado, queda 0 puede quedar todavia una filosofia, puede quedar un medio de apiastar las intensidades rehusadas a los 5ujetos individuales sobre un hiper-sujeto inmensa que no ser~ en sum a otra cosa que el mismo cero central Que crea las instancias de gaces perifericos de los ciudadanos. Ahora bien, Sade dice muy bien que la pelOa de muerte es una infamia porque es una ley, es decir una regulaci6n de las intensidades, mientr as que el asesinato, si es apasionado, no serfa mtis cr imen Que un orgasmo. Y ofrece como gUla en la cuesti6n aquel j uicio de Luis XV en contra de un asesino: Te concedo gracia, pero concedo por adelantado gracia a quien te de muerte. Esta " La Philosophic dan' Ic boudoir , PaUV'Ilrt, pp. 231.232.
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naturaleza metempslquica es por 10 tanto tambi4n, 0 Quiere tambUn ser, 18 banda pulsional misma: no 18 salida razonable y alegre n las pasiones irracionales, sino In circulaci6n de esns pasiones y in puestn en curso de las intensidades. Aqui volvemos a encontr ar dos modelos. dos par adigmas, ya que debemos introducir otro cero, una segunda muerte, que no es ya In del centro, sino ]n Que va a circula r sabre In ci rcunferencia y a torcerJa, a rrugarl a, estirarla para aproximarJa 10 m~s cerea posible del cuerpo-banda laberintica. Mientras el cero este solamente situado en el centro, mientras In organizaci6n gTiega del meson prohiba toda h eteronomia y heterogeneidad pero requiera, con el n egocio, 18 compensaci6n de la s pulsiones y la constituci6n del cuerpo propio como caja de esta compensaci6n, estaremos en In racionalizaci6n y la amistad, In hom osexualidad desintensificada, la r egularizaci6n de las tensiones. En consecuencia, segUn Dataille, encontraremos, al margen de esta circunferencia, especies de canalizaciones que se dirigen h acia el exterior, h acia la supuesta exterioridad del cfrculo, mediante las cuales las intensidadcs que n o hayan sido liquidadas en 01 circulo, las puntas de cuerpo no erectil es en las condiciones del negocio, van a encontrar escapatoria. Se trnta de un dispositivo nparentemente general: el sacrifi cio, Ja prostituci6n, 01 psicoano.lisis son sus ilustraciones entre otr os cen tenares. En los tres casos se tratarfa de vo. lvulas que autori zan la evacuaci6n bajo nombres diversos: ofrenda, "echarse un poIvo", transferencia, cargas libidinales intercambiables en los ci rcuitos estabJecidos. En los tl'es casos cs el goce -en la medida en que es mortifero, gasto vano- 10 que se trataro. de desvi al' fuera del cfrcul o. Pero prestemos atenci6n a un aspecto de estas instituciones que se hn descuidado y que sin embargo es muy interesante: el encendido del vehiculo de los intercambios (los bienes que sirven para pagar al sacrificador, la prostituta y el psicoanalista) sobre la consumaci6n de este goce que de otro modo seria prohibido. En el sacrificio in dio tpl como 10 describen 16s viejos textos vedicos,5 la daksina con stituye el pago para los sacerdotes que oncia n. Coinciden alIi la ofrends propiam en te dicha , pequei'ios fragmentos vegetales, animales - que un fuego lI eva a los cielos, hacia las na rices de 10 divino-, y la especie de salario, en oro, vestidos, caballos, eventualmente mujeres, que los brahm anes reciben de los sacrificantes. (Es frecuente que el pago de los sacerdotes sea mucho mas importante que la ofrend a sacrificial.) Ahora bien, el ritual implica estn chiusula singular de pU1ificaci6n: que el sacrifi cante, el que ofrece el sacrifi cio a 10 divino, no sola mente sea despojado, durante el tiempo del sacrificio, de su cuerpo profa no que s610
recuperani despues, sino que ese despojo co nsiste en desmembrar ese cuerpo, para 10 cua! el donante dice a cada uno de los sacerdotes pOl' turno: a ti te doy mi s brazos, a ti mi vientre, a ti mis orejas (imagino). Ese nuevo cuerpo, muy pr6ximo de la banda aberrante de las pulsiones, es el cuerpo de goce, y su "in stituci6n" hace aparecer e1 sacrificio como goce y el tiempo del sacrifi cio como "bempo" del goce. Va en el mism o se ntido, evi dentemente, siempr e siguie ndo a Bataille y a Cai llois. 18 consunci6n a pura perdida de los ingredientes de la ofrend a (aquf los indios son bastante parsimoniosos ... ). Hay que decir todavfa que el fuego y su s volutas pertenecen tambien a los efectos de irreversibilidad libidinal ya que las ceni zas no ser~ n ni siquiera restos, y si se quiere la descarga a muerte, sin residuo, entonces habra que quemar -coso. que saben perfecta mente los indios (y los j6venes de la escuela secundaria)-. Aquf, en consecuencia, no hay ninguna ganancia con table; nun cu ando estn fuera descontada, aun cuando e1 sacrificante espera ra del sacrificio un efecto de retorno, una gracia divina 0 calculara un beneficio, seria en un orden en el cual el ca1culo, en esa hip6tesis, no se pod ria efectuar porque interes8ria a cantidades infinitns. Ya no es mas un c~lcul o , asf como podriamos decir que la apuesta de Pascal no es una apuesta ve rd adera , pueslo que los objetos que se pretende negociar de una parte y de In otra son inconmesurables. Pascal no queria decir apuestn, queria decir paradoja en el sentido kierkegaardiano, 10 cual es algo muy diferen te, y hace una vez m1is referencia a una alteridad del goce de 1a cual toda r eal id ad de un a ganancia, de un beneficio, esta en principio excluida. Pero al lado de esta quemaz6n inutil , se da 1a moneda a1 sacerdote brahm anico. ;.Y pOl' que, pues? Porque es necesario que aque1 que da sin retorno, pague. E I tiempo del goce se compra. El tiem po de su cuerpo deshecho, roto, jubi10so, sagrado, se amoneda (y caro). Cuando la daksina sea abonada, entonces recuperara su cuerpo organico, uniticado, que podra r eparlir en eJ cielo cerrado de los intercambios, en este caso c6smicos - no estamos en Atenas-, y pOl' eso este pago se hace bajo el sign o de Amaya, el dios de los hombres como mortaJes. EI pago 10 hace entrar en la ley, ·en el cicIo, es decir en la r eal idad, 10 cual implica la muerte, pero la muerte del cuerpo organi co, esa muerte cuya instanci a esta sabre el cer o central del cosmos, que no es muel'te si no de un sujeto epis6dico y evanescente qu e en la r ealidad es 5610 metabola. Y, pOl' consiguiente, vida. En con secu encia: porIa ofrenda, mu~te de gace; pOl' el salario del sacerdote, mu erte de orden. EI mismo tiempo inmensurable de 10 irreversible es descontado como t iempo de trabajo del sacer dote. Alii donde el sacrificante corre el riesgo de di sparar se al aire y de no regresar, en el Nirvana, alli precisamente, los h ombres del cero central y su intercnmbiabilidad toman la parte que les toca y fabrica n 10 general con 10 singu-
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Ii Ch. Mnlomoud, Clmunictlci6n inoditn prcsentndtl en 01 & m!nl'll'lo do hlll(J8lisnct6n do J.P. VOJ'nnnl. morzo de 1973.
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laT. E1 sncrificio es un crimen p8sional, la daksina es el precio por el cual se Bccpta que caiga en suerte dentro del circuito de las intensidades mi· nimaximisadas. Se conecta el cerc del exutorio sobre el cerc de las matrices input-output. "Salia en forma de llamas y humaredas? Es necesario Que r egrese en forma de bienes acunables. l.Eyacula ba? Fecundara. Desde ese pun to de vista se trata del mismo tipo de conexi6n que gobierns In prostituci6n: el desvio de la cnergia libidina l en el gace pervcrso se co mpone del pago de Is mujer venal del que recupe ra, bajo 18 forma de sus honora r; os, una parte en el circuito de los intercambios. De este modo 10. singu Jnridad del fantasma y In irreversibilidad de las ernociones que procur8 se encuentran pa rad6jicamente negociadas seglin el precio del turno. 5 i el turno es un turno, es porque el ticmpo abierto por el descuortizomiento del cue rpo cliente-sacrifi cnnte se vuelve a unir y nccesita uoluer a sf, regresar. No se hace otra cosa que pasar por el a niQuilami ento de la incandescencio. Es neces8rio que eso termine, es decir que el cido se reanudo, que eso recomience. Este relevo es 10 que se asegura con el precio. EI r elevo es del goce-muerte. Se han apartado, sobre 10 chimenea del hotel de paso, los billetes que so ldan el breve acost6n mortal. Tal es la fun ci6n de 10 daksina, tal es finolm ente el precio del a nali sta. En 10 situaci6n analitica, sin e mbargo, 10 rclaci6n es m}is complicada, el reenganche de la s pasiones se produce todavia m}is lejos que en la prostituci6n . Por cierto. el analista, como In prostituta, no debe gozar, esa es la regIa del control de la contraLran sferencia; y tambien como In prostituta, neutraliza el goce del otro y Ie crea una instancia mediata sobre el cero de 10 intercambiabilidad, y esto gracias 01 pogo. Usted gozan1. descargando su deseo en mi, me hara representar todos los papeles de personajes que usted haya podido asumir (es decir de hecho todos los pedazos de cuerpo-banda sobre los cuales las conexiones h oyan podido procura r cierts intensid ad a su Yo [Moil;cero, pedazos que u sted habra de design or con los nombres de aquellos a quienes h a n estado asociados, pero que en verdad no pertenecen a nadie, pues una persona no es persona); ya no es el analista el que dice eso; cl, por el contrario sigue diciendo : usted podrA por 10 tanLo subir horizontal desde su divan hasta el escenar io don de suceden estas ci rculaciones, y arrastrarme alii con usted, revistiendome alte rnadam ente de funciones: de un tio abuelo, de una joven sirvient3, de una madre r ica, de una h ermanita 0 de un viejo companero, y yo me presta ria a todo eso, como el sacerdote brahm ani co so pre sta a ese r esplandor de cosas vivas, hierbas, fl ores, carne, hueso, que es cl sacrifi cio. Pero al mismo tiempo que me presta rfa a eso, dice el nnali sta, 10 aliviaria de su s conexiones; voy a tratarla s como sintomas, como fnnt.o sma s, como vientos i1usorios, aquellos rni sm08 quo S6crates se doba 10 Wreo do ex traer de las cabezas de 108 j6V(!O('IH nlMionSC8 en el
error; en consecuencia, voy a da r a luz todo e50. Ahora bien i,que es aqu{ dar a luz? Es hacer que la singul aridad de las inversiones sea acuiiable. No sola mente Iimitar a un turno, a un tiempo de sacrificio, a una seswn, el in stante del goce asf descargado, sino apoderarse, aunque fuera bajo el nombre de fanta smas, de suenos despiertos, de sfntomas, apoderarse de las circulacion es de influjos y de los pasos de intensidades para acunarlos, esta vez sf en esta moneds que ya no consiste en bienes intercambiables, sino en palabras inteligibles. Pues va a ser necesario que las cosas se digan, que del gran laberinto r emovido y torpe salga una voz comprensible, que en el consultorio del a nali sta las violencias imprevi sibles de las salidas pulsion ales dejen lugar, poco a poco, iterativamente, de sesi6n en sesi6n, al retorno. Ahora bi en, se ve con cla ridad pa tente que este trabajo Hamado de transelaooraci6n, que es forzosamente un trabajo de instituci 6n de una instancia a la que hay que referir los avatares pulsionales y que a su vez podni. vehiculizarlos con palabras y aun con sentim ientos am ables, in stancia que es absolutamente la mi sma, llamesela individuo, 0 Yo [MoiJ, 0 persona social, 0 por el contrario, se insista en su nulidad. en su ausencia 0 en su calidad de cero, se ve con c1aridad que este trabajo de transelaboraci6n establece una diferencia con In prostituci6n 0 el sacrifico. La sesi6n es ciertamente una of rend a sacrificial y un turno de prostibulo, pero hace penetrar la eco nomia politica, si aSI puede decirse, en 10 libidinal mucho a ntes Lodavia que aquellos, puesto que 10 que quiere arrancar de la banda-cuerpo laberintica es el afecto mismo, para colocarlo sobre el circulo de las in tercambiabilidades. Pues bien: el afecto es perfecta mente el nombre que tiene en Freud 10 energ1a misma en sus descargas y sus desplazamienLos cuando opero sobre los "representaciones". Que Dora tosa, que haga un asma, Freud desea que ell a diga Lo qW! tose, y Lo que ella ahoga; lY en que sabra el reconocer que ella 10 di ce? (en la ocasi6n, por otro lado, no 10 supo, entiendo que relntivamente a su propio deseo incluso de decir.) Reconocer li en esa confesi6n que el sin tom a oral 0 respiratorio puede crear su in stancia en la genitalidad, es decir justamente en el cuerpo reproductor. Por 10 tanto no sola mente hablar de las inten sidades y asf acui'iarlas sobre 18 moneda de las palabras, sino referirlas al cuerpo organico, reparar en ell as sobre la cartografia del cuerpo de la fisiologia y de la quimica que es tambien el de la propagaci6n. No sola· mente hace que el Yo-cero de Dora confiese que M.K., Ia apretaba contra el en la tienda cerrada , es decir intercnmbiar esta conexi6n de una intensidad de terror curioso, esta estasis por la que la energia de lo s flujo s ha circul ado y se ha disipado y conservado a la vez completamente en el "tiempo" laberintico, sino, ademas, rormular 10 hip6t.esis de que su asma, su tos, sus sintomas or aJes y respirntorios proceden de un desplazamienLo de la sensaci6n de opresi6n que Is joven experirnentaba a causa del se-
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xo erecto de M.K., apoyado contra su vientre mientras la apretaba con. tra liI, desplazamiento en direcci6n del t6rax y del sistema respiratorio: apretada-oprimids, 10 cual impliea inversarnente que Ja regi6n respiTatoria (u oral) no puede seT investida, segtin Freud, mas que por sustituci6n y, por consiguiente, que 18 unica verdadera inten sidad es genital. Ese es eJ otTO senlido, casi propio, que se puede atribuir a] termino dar a luz. Si tomaramos 18 doctrinn de los estadios encontrariamos el misrno rebajamiento; si muttiplicaramos esos estadios, in cluyendo el del espejo, el del respiro, tendrfamos que 5610 a1 final, cuando las pulsiones llamadns parciales son por fin captadas y r eunidas bajQ el signo de la genitaUdad, todo anda ... Existe una correlaci6n estrecha entre la amonedaci6n del tiempo de "des-realidad", del tiempo consagrado a 10 "real" en el momento de 18 se· si6n, por una parte y, por la otra, la creaci6n, mediante la palabra, de 18 instancia de las parcialidades, encaminamientos de influjos perverso., divergentes, bloQueos imprevistos de tal 0 eual esquina de la superficie libidinal, sobre el euerpo de la genitalidad, es decir de la reproducci6n. Estn eorrelaci6n permite ver la proximidad y la distaneia de los dos ti· clos, el de la moneda y el de la propagaci6n de la espeeie. Si se paga 81 analista, es porque se corre el riesgo, en sesi6n, de dispararse al gocomuerte sin regreso, contra el cual previene el ritual del saerifieio indio y en general eualquier pago al sacri fi cador; si se Ie paga con moneda, con liquido, es porque se pertenece a un sistema moneta rio; si, en fin, se I. paga, ademas, con palabras, es porque en este caso el sacrificio obedcCf al dispositivo complejo de la judeidad y de la cientificidad: cientificidod que haee que el todo del lenguaje sea pensado con la categoria de la in· tercambiabilidad, 0 que se suponga que el todo de las cosas, comprendl· dos los afectos, pulsiones, desplazamientos, viajes de las cargas, descargas con perdida y tutti Quanti, puedan ser pensados con la categoria dol lenguaje: hay buenos ejemplos de elJo en In literatura filos6fica y cientfn. ca contemporcinea; no hay mas que agacharse para juntarlos; pero judol. dad que haec que las palabras no importen sino a condici6n, par el con· trado, de que no operen como signilicaciones, sino como dones; no como unidades, sino como recorridos que drenan sobre las s uperficies del len guaje las fluctuantes liquideces intercambiables de los afectos; por 10 tanto, mas como oraei6n que como raz6n. Hayen el analisis 108 dOl dispositivos y el paso se Ie concede ora al partido de los signos noulra· lizables, ora al costado de la deuda de las emociones. Pero en 10 que H refiere al cuerpo, en todos los casos, es anulado como banda orrugado in mensa, e instituido como bolsa de 6rganos apenas susceptibles do onfCtr marse (de desreglarse por causas 0 por exterioridades) micnlrulJ qUI cualquier erectibilidad de ese cuerpo es supuestamcntc bloquooda 8oh... vaginas y vergas. Estamos en las antfpodos dol cuerpo do In prooUtutn,
que es un cuerpo negociante, dispuesto a anular con moneda toeias las Ilorversiones de la clientela. Aqui, en el analisis, 10 puta es el analista (cn tanto se haee pagar para absorber el goce inintercambiable del paIlicnte y para transformarlo de ese modo en concepto), y el paciente no es Jlolamente su cliente, sino tambien su alumno, si el educador analista Iluiere obtener del paciente un cuerpo "normal", sexuado. Una cortesana Ilodagoga, un Moises venal De manera tal que en analisis la conexi6n de Ins intensidades sobre el circuito de los intercambios se hace en realidad t ros veces: Ia primera cuando el paciente paga para reactivar el goce, y I)or 10 tanto metarnorfosearlo en moneda; la segunda cuando dice 0 intllnta decir el deseo, y 10 conmuta, en consecuencia, por conceptos; la ter1'111"9 cuando en esta ocasi6n se supone que un trabajo de recuperaci6n y iltl determinaci6n de instancias sobre el sexo instituira un cuerpo norrl1ol, en el cualla libido sent sexo y el sexo gcnitalidad, 0 sea promesa de I"IIproducci6n.
GUERRA DE DINERO, MONEDA DE MUERTE : LA POLITICA MERCANTIL
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Abrir la instancia de la intensidad sobre eI circulo mismo de las equivalencias daria una primera idea, aproximativa, de 10 que puede seT el goce en el capital. Lo que ocun e an i con la moneda como fragmento libidinal o potencia pulsional, segUn su compleji dad 0 m.!1s bien seglin un disimuLo inicial y patente, preferimos percibirlo bajo el vidrio de aumento de la poUtica mercantilista en la edad eMsiea, encarnada en 18 pareja Luis XN-Colbert. 6 A11i se instancia doblemente un dispositivo valioso que permite a ]a vez confirma r 18 impr esi6n de que 18 economfa libidinal de ]a Que Marx habla como una de las premisas de 18 economia capitali sts es una suerte de eotidad inestabJe. casi imposible, una construeei6n de mo· delo te6rieo; y entender 10 que Ie falta a una aproximaci6n de indole eeon6miea a incluso hi st6rica del mercantilismo es justamente considerar otro modo de goce de la moneda y mercancfa diferente del que se llama comunmente interes. Leamos esta carta de Colbert al rey:7 "C .. ) El buen estado de las fl· namas y el aumento de las rentas de Su Majestad consiste en aumentar par todos los medios la cantidad de dinero en moneda que cireula conti· nuamente en el reino y en mantener en las provincias In justa propor· ci6n que elIas deben tener C.. ), aumentar el dinero en el comercio publico atraylmdol0 de los paises de los que proviene, eonservandolo dentro del reino e impidiendo que salga y dando a los hombres los medios de sacar provecho de el. Como en estos tres puntas reside Ja grandeza. la potencia del Estado y la magnificeneia del Rey por todos los gastos que los gran4 des ingresos permiten h acer, es por eso tanto mas relevante cuanto que reduce al mis mo tiempo a todos los Estados veeinos, teniendo en cuenta Que tiene 5610 1a mitad del dinero Que cireula por toda Europa, el eual es de tanto en tanto acrecentado pOT el que viene de las Indi as occidentales, es cierto y puede demostrarse que si no hay mas que 150 mil10nes de 1i4 bras de dinero que circulan entre el publico, no se puede llegar a aumen4 tarlo en 20, 30 Y 50 millones si a1 misrno tiempo no se quits la misma can tid ad a los Estados vecinos (...). Suplico a Su Majestad me permita decirle que desde que se ocupa de la administraci6n de las finanzas ha emprendido una guerra de dinero contra todos los Estados de Europa. lia vencido ya a Espana, Alemania, Italia, lnglaterrn, sobre los que ha 6 PiOITO Doyon, LA Mercanlilillme, Flammnrion, 1969. 7 Cltndn po r Deyon, pp. 101-102.
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arrojado una gran miseria y necesidad, enriqueciendose de sus despojos,
-Colbert da caza a los bullionnaires, fabricantes de moneda faIsa, apariencia de riqueza; no hablemos de las formas fiduciarias de la moneda-; e igualmente al cuantitatiuismo, doctrina extrana para nosotros, que sostiene que para ser rico hay que acumular La mayor cantidad posible de moneda; 10 que no se entenderia si esta no fuera en si misma considerada como un tesoro, Esta posici6n del dinero es 10 que desapareeeni en Ia extensi6n y la sofisticaci6n de la moneda fiduciaria moderna y, finalmente, en el desenganche completo de las tasas de cambio r especto del patr6n de referencia tradicional, el oro. EI otro rasge de la politica econ6mica de Colbert es que implica que la riqueza monetaria sea una cantidad finita: 'Teniendo en cuenta que tiene s610 la mitad del dinero que circula por toda Europa". 1.0 cual se lee segUn su efecto politico mas brutal en otra nota de Colbert en la cual concluye en estos Mrminos una pequefia evaluaei6n de los beneficios obtenidos por los holandeses de su casi monopolio sobre e1 comercio maritimo: "Sobre esta suposici6n, es flicil negar a la conclusi6n de que cuanto mas podamos sustraer las ganancias que los holandeses obtienen de los subditos del rey y del consumo de mercancias que nos aportan, tanto mas aumentarernos el dinero contante que debe entrar en el reino por medio de nuestros productos necesarios, y tanto mas aumentaremos la potencia, la grandeza y la abundancia del Estado".9 La misma posici6n que en la teoTia de los juegos se llama juego de suma nula: 10 Ia ganancia de uno es pagada par la perdida del advcr sario, por oposici6n a un juego can suma no-nula en el que existe la posibilidad de una ganancia simultanea de los dos adversarios. Los te6ricos de los juegos establecen, vale la pena recordarlo, que los adversarios de un juego de suma nula, si tuvieran una politica "racional", se comunicarian uno al otro todas las in formaciones sabre sus inteneiones Guego con informaci6n completa), y alcanzarian asi el mejor resultado razonabJemente descontable en ese juego, que es el minimax, 0 minimo de las maxima que se pueden componer. En el caso de Tesca,l1 vemos que si Tosea y Scarpia se hubieran "entendido", habTian podido obtener, una y el otro, una ganancia de cinco puntos. Tal es la idea general de la coneertaci6n, idea al parecer perfecta mente mercantilista, puesto que apunta a igualar las probabilidades de ganar de los adversarios y a repartir igualitnriamente, al final de la partida, la cantidad de riqueza o de placer a ser distribuida entre ellos. Una politica del minimax implica que de una parte y de Ia otra las jugadas son comparables, las apuestas conmensurables, los jugadores mismos, en definitiva, permutables:
los cuales Ie han dado los medias para hacer tantas grandee cosns como las que ha h eche y haee atin todes los dias. 8610 queda Holanda que combate todavia con gran des fuerzas: su comercio del Norte (. .. ), el de las Indias orientales (...), el de Levante C.), e1 de las Indias occidentales, sus manufacturas, su comercio de Cadiz, e1 de Guinea y una infinidad de atTos en los cuaIes reside y consiste tada su potencia. Su Majestad ha farmada compaiHas que los atac8n por doquier, como si fueran ejercitos C.. ). Las man ufacturas, el canal de transnavegaci6n de los mares y tantos otTOS establecimientos nuevos que Su Majestad haee, son atTos tantos cuerpos de reserva que Su Majestad crea y saca de la nada para cumplir bien con su deber en esta guerra C.'). EI fruto sensible del exito de todas estas cosas seTia que al atraer por el comercio una gran cantidad de dinero a su reino, no solamente lograrfa rnuy pronto restablecer esta proporci6n que debe existir entre el dinero que circula en el comercio y las imposiciones que son pag-adas por el pueblo, sino que incluso aumentarfa uno y otras, de manera que esos ingresos aumentarian y Su Majestad ponciria a esos pueblos en condiciones de poder asistirlo de manera mas considerable en caso de guerra 0 de otra necesidad C.. )". Declaraci6n en la que todo esta dicho. En primer lugar la moneda; tiene dos funciones, 0 m as bien dos posiciones: es un medio de pago, de Iiquidaci6n de deudas, el nomisma de Arist6teles, Los stibditos del rey necesitan de ella para saldar sus impuestos, el r eino mismo para liberarse de acreedores extranjeros si l1eg~l.ra a suceder que los tuviera. A esta funei6n de la moneda parece corresponder In nueva importancia acordacia a la producci6n de mercancias. Estas no son objetos recibidos de la naturaleza (sector "prima rio"), si no fabricadas a partir de objetos recibidos y que \levan por ese h echo la misma mal'ca arbitraria, humana, que el instrumento monetar10, No obstante, no en mayor medida que en la Grecia antigua,8 no son consideradas aquf bajo el aspecto del trabajo que ellas conticnen, como productos; S1 interesan a Colbert, es como maquinas de guerra, como medios de destrucci6n de los clientes extranjeros. Se puede saldar las deudas mediante el pago en moneda; se deberia, al parecer, poder saldar las deudas en mercancias, por trueque 0 compensaci6n sobre la balanza del comercio exterior -pero no, la mercancia no tendra esencinlm ente ese estatuto, en igual medida que la moneda no se disuelve en su papel de saldo de las deudas-. La moneda es, en efecto, tambien alga precioso, un tesoro que marea "la grandeza, la potencia del Estado y la magnificencia del Rey". Es como tal que el mercantilismo esta siempre asociado al metalismo 8 J ,Po Vcrnnnt, Mylhe ct pcnsee chez its Grus, Mnsporo, 1009,
9 Citado por Dcyon, p, 100, 10 Rapoport, Combats, dlbats etjeux, tr. 11 VdllJu.'I mil. IIl'1'lhn, p.l94 y sig,
rr. Dunod, 1967.
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nadamos, aparentemente, en el sistema (0 In fantasia) de la equivalencia generalizada, en la cua} las intensidades son corroidas cn beneficio de cantidades euyn instancia ha sido crcada sobre una unidad de referencia arbitraria, perc admitida pOT ambos adversarios. Yes sin duda una ingenuidnd, 0 mejor dicho una perversi6n del te6rico del juego, creer que existe en erecto un cuerpo organico semejante de referencia, cuerpo social, solidaridad razonable, mediador (que eI mismo, pOT supuesto. enenTnaria, y tambien su pagador) 81 que cada jugador tendria interes en recuniT para estar segura de obtener el m ejor resultado composible. Como 51 la pasion pOT el mejor resultado incomposible, que impliea por 10 tanto la destrucci6n del adversario y el final de todo juego, no fuera tambien un pathos habitual del deseo de jugar. La intercambiabilidad de los jugadores mismos, supuesta por una paUtica "racional" y marcada por los cambios de posici6n social 0 tempo· ral en los deportes de (ompetencia 0 en los juegos de sociedad, implica a la vez la recurrencia en principio infinita de las "partes". La visi6n "razo· nable" sabre e1 intercambio es que este es interminable, que el juego puede pro seguir si n fin. Es por eso que no conviene aniquilar al ad versa· rio, puesto que es un cornpailero, si n el cual el juego no serfa posible. Hay por 10 tanto una preocupaci6n por conservar los polos del intercam· bio que es 10 propio del negocio en general, y que aparece asociado nece· sariamente con la transacci6n mercantil. Aqui la moneda y la mercancia no son cosas, sino concreciones de relaciones intercambistas, y son tratadas como tales. Ahora bien, 10 que dice Colbert a su reyes todo 10 contrario de eso: siendo la cantidad de moneda metalica que "circu]a por toda Europa" constante , y siendo ese oro la riqueza misma, si el rey debe enriquecerse, tiene que apoderarse a1 mtfximo de ese oro. Eso es condenar a la pareja a perecer en un plazo mas 0 menos largo. Es contar el tiempo del negocio no hasta el infinito, sino limitarlo a) momento en e1 que todo e] oro de Europa estara en Versal1es. Yes identificar el oro con la forma tradicional de la riqueza, con la tierra. Atraer el oro a las fronteras del reino, es la misma cosa que extender las fronteras hasta las fuentes del oro. Siendo ]a tierra redonda, la conquista debe tambien ella por principio encerrarse sobre sf misma, los ejercitos que progresan hacia el este tienen que terminar par encontrar a los que marchan hacia el oeste y, dentro de esta barda, instituir el dominio del mundo. EI encierro del oro dentro de los Ifmites del reino es para Colbert la misma operaci6n relati· vizada: es 1a tierra-oro 0 la tierra de oro 10 que vendra a rematar su movimiento en los cofres del rey. En el primer caso, el reino se desplaza sobre la tierra, la envuelve y se torna su cofre, en el segundo el oro que se desplazaba viene a dejarse encarcelar en el reino. EI hecho de Que se trate perfectamente do una conquistn, Colbert
no 10 oculta: "La administraci6n de las finanzas (es) una guerra de dinero", dice, y en esta guerra las compai'iias comerciales francesas "como si fueran ejercitos" asaltan a las compaiHas holandesas ; las manufacturas, las obras de arte maestras son "otros tantos cuerpos de reserva mantenidos alerta en las retaguardias. EI reino es un campo, las fronteras son un frente. Las tarifas de protecci6n aduanera son las obras exteriores Que protegen la fortaleza francesa. En cuanto al principio de esta guerra, descansa sobre la imaginaci6n de que el adversario esta en estado de inferioridad, de necesidad. Vernos entonces que esta idea de necesidad Que va a hacer fortuna en el pensamiento econ6mico y social, inc1uido el de Marx, es simplemente la metMora organicista de Ia dependencia irreversible y jerarquica de una parte respecto de un centro. "Es la unica monarqufa Que puede prescindir de todos sus vecinos", afirma La Gomberdi~re; es necesario, aconseja Laffemas, Que el rey de Francia sea poderoso, "a fin de que nuestros vecinos no puedan prescindir de nosotros". "EI Teino no tiene nada que pedir prestado a sus vecinos, dice Montchretien, pues la Francia sola puede prescindir de todas sus tierras vecinas, pero las tierras vecinas de ninguna manera pueden prescindir de ena .... Y La Jonchere: uEI reino puede prescindir de toda clase de Comercios extranjeros, pero los Extranjeros no pueden prescindir de sus Vinos, Trigos, Sales, etc."12 En consecuencia, los terminos del intercamhio nun ca dejaran de serIes desfavorables. Sabre todo si a estas ventajas naturales, recibidas, Francia agrega, y es eso 10 que Colbert trabaja, aquellas Que resulten de la creacion de infraestructuras y de manufacturas. Podra vender sin. comprar, siempre. Podra imponer, exigir oro, y en cantidad, como pago. Y de ese modo el oro entrars. y quedara en el reino. Ahora, para proseguir la rlipida descripci6n de este singular dispositiuo econ6mico poUtico libidinal, nos preguntamos para Que sirve ese oro. No sirue casi para nada; principalmente no es reinvertido, sino consumido en fiestas, representaciones y gastos de prestigio. De ese oro esta hecho Versa lies, es decir el escenario 0 el altar del rei no, donde la riqueza es disipada, destruida y el tesoro dilapidado en goce. Y esta combinaci6n de la mercancia, moneda y manufactura, con el gasto vano no es 10 menos sorprendente. EI cuerpo mercantil es un "monstruo", una de cuyas partes es valor Que se hace girar y, la otra, oro que 5e destruye; parte inteligencia, parte tonteria, como un centauro. Yen cuanta a la mercancia de ese mercantilismo, es un ser con triple funci6n: concreci6n de reladones de intel'cambio, arma de una guerra de dinero, medio para un atesoramiento ruinoso. En el centro de esta fortaleza de tarifas, de aduanas y de ordenanzas pl'Oteccionistas, no reina la nada, ndeleo del capital 0 de
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12 1'oKto8 rcunldo~ por E. S ilbcrncr. cilndo8 on Doyon, op.
cit., p. 99.
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la sobri a civitas que rerustribuye las plusvalias 0 a nula los intercambios en ciclos sin fin , s ino un fu ego que los abr8sa y alim e ~t a el esplendor so. lar del rcy y de su co rte. Para tomar la medida libidinal del di s p os itiv~ , imagi nemos los cuntTO amos libertinos de los Ciento veinte dtas de Sodoma Que gozaban no sola mente de las conside rables r entas de la tierra como Sade 5uponia, sino de iogresos mercantiles. Imaginemos cuantos Colbert, cuttotos agentes (necesari amente h ay aquf una r esdistribuci6n de pode res entre dos in stancias puesto que se t rata de dos polos de gace) se oc upan en cu al· quieT ciudad vecioa (Paris) de tibr8r guerras de dinero, de pr acticar et comercio, de emplazar un a admin istraci6n fi scal y mili tar euyn fu nci6n sigue siendo por cierto esencialmente el piIlaje, pero mediante el subterfUgl o del negocio. Im agi nen complementariamente que Ver salles es ese castillo de los Dlas ; qu e el r ey y la corte son esos libertinos (un poco mlis jerarquizados) que se re tiran allf y se rnan tienen apartados de sus fuentes de ingresos, la ciudad y el campo, in stituyendo el castillo de la vo luptuosidad como un sitio e n el que todos los inter cambios y las cont ribuciones afl uyen s in r etorn o; que la poblac ion de las pr ovincias que form an Fra ncia son esos mismos ca mpesinos a qUlenes los Ii ber tinos de Sade extraen sus r entas al precio de in sopor tables miserias; y que, s dem tis, las manufacturns, los a rm adores, los ba nqueros, los contratistns que suscitan el celo de Colbert n o tienen otra funcion al vender su s rnercancfas que la de Ilevn r mlis lejos, de lIevar mas alla de cualquier medida, de est ira r h asta In ru pturn, las voluptuosidades sobre el escena ri o versallesco. i La moneda y In mer cnncia so n investidas por sf mismas en este dispositi vo? Quizd, pod r!i decirse, por aqueUos a quiencs se llama los burgueses, los fabr icantes y mercaderes; segura mente no por Is corte, puesto que elias no son mas que medios de goce. Per o no, hay que decir mas bien 10 contrario: que los mercantiJes por defin icion no invistcn jam!is el objeto por sf O1 ismo, sino sola mente por su valor, es deci r por su poder de rents y de inter6s; son Lui s XIV y 10s'Grandes quienes, justsmente porque destruye n si n r emanente mercancias y monedn , "aman" in tensnmente las primer as y deben hacer perecible la segunda: 10 cual es un a par adoja solo a ojos del capital, no de la libido dispendiosa. iQue pasa e ntonces en ma teria de in tensidades? KJ ossowski sei'lala que el goce de los libertinos necesita no solo de los cue rpos de su s victimas por asi decirlo inmediatas, sino tambilm del cuerpo mayor e indetermin ado de los campesi nos que sus a drninistradores estrujan : no es una a nalogia ni una metMor a que convenga establecer entr e el obj eto de las exacciones per versns y el de las peores explot aciones sociales; se trll ta en verdad del mismo cuerpo, cuerpo de r efer encia, ind ispensab le para el goce sadia no despot.ico, cu erpo pa ra ser destruido; aparte de Que el Que constituyen las victim as en el interi or del castillo, en "nlndon 01 cue rpo
exter ior de los campesinos, es a] mismo tiempo como cua]quier a de sus pa rtes y como su representante en el escenario de las voluptuosidades. Vamos a volver sobre este recorte de teatralidad, tan impor tante aqui: Fra ncia como teatro, los sUbditos del rey como espectadores cuyas contribuciones fin ancia n el especUculo, la Corte como un escenario, los cortesanos representando alii su tr agedia. Pero antes agreguen a ese cuerpo gris de los campesin os fra nceses, encar cela dos entre los muros teatrales del fi sco r eal y sei'lorial, el cuerpo todavfn mas lej ano de los Extra njeros, tambien campesinos, que. vienen ah ora a exprimir a las compaiHas comerciales y los contrates leoninos que imponen a sus amos los agentes de Colbert , a traves de gran cantidad de intermediarios. Es la riqueza que "ci reula por roda Europa" lo que necesita ellibertino de Versalles, y t endra por 10 tanto que extraer del cuer po gri s de la t ierra de t oda Eur opa, hasta deja rl o exangiie y blan co com o su banderin ojo, el or o que encubre con la s ar mas del negocio. El comer cio si rve en este caso para extender el alcance del cuerpo a destruir, in sta ncia referencial de un goce qu e tiene su modelo en Sa.de. Si es ci er lo que la voluptuosidad no t iene precio, la apli cacion de Ill. to rtur a y la mll. tanza en toda Europa por las guerras de dinero no es demll.siado cara para alimentar la gloria del r ey, es decir su goce. Este necesita Ia imaginacion de un cuerpo {inito, de un cuerpo economico que sea circunscrilo como un cuerpo orglinico, ya que solo con esta condici6n Ill. voluptuosiaad se unira a la destruccion que necesita par a intensificarse. lComo d estru ir un cuerpo infi ni lo? La hi p6tesis en a pariencia Mcnica Que hace Colbert de un a can tid ad con stante de dinero en Europa (hipotesis por cierlo congruente con ese "estaneamiento" 0 con la "contraccion" economica de los ai'l os 1680-1700) hay que ponerla a cuenta de la libido mercantilists. Porque esta, paradoja para nuestros ojos de capitalizados, hace un uso no benefi co sino dispendioso del negocio mismo. De nin glin modo h ay que entender enronces las curvas descendentes del tr ati co de merca ncfas 0 de las entradas de oro y de dlnero a mcricanos en Sevilla entre 1600 y 1650, 0 las de la fabricacion d e sayos y fustsnes 0 de sabanas en las ciudades del norte durante el segundo cuarto del siglo XVII, como las causas del di spositivo mercantili sta: elias son sus piezas. E I deseo mercantilista requiere 10 que 1l0sotros Il amam os el esta ncamiento 0 la penuria, pero que para el es la condici6n de un plu s de goce. Un cuerpo economico infini to abre la pe rspectiva de un crecimiento interminable y com pa rtible, y prohlbe en principi o la sombria voluptuosidad por comparaci6n Que Colbert pr omet e a su amo, la mism a Que estaba impHcada en la antigua denom in aci6n persa del rey de los reyes. Hume 10 dini: los celos estan en el centro de la politica econOmica del mercantilismo y. al desarroll ar sus efectos Ucontradicrorios", esperanl de mostrar su error. Si, en efecto, nfluye m ucho oro en un pais en detri -
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meow de otros, dir'. el primero vera aumentar sus preeios, CTecer sus importaciones y bajar sus exportaciones. Por et contr.ario, "supongamos que los 4/5 de tods 18 circulaei6n monetaria que existe en Gra n Bretan8 sean liquidados en una noche lcual seria 18 consecuencia de este hecho? lEI pretia del trabajo y el de las mercancfas no tendrfan que bajar en proporci6n? ,Que naci6n podria competir con nosotros sobre los me r~ cados extranjer os? iNo serfa necesar io bastnnte poco tiempo para hacer ingresar el dinero que habriamos perdido y para elevarnos hasta el nivel de todas las naciones vecinas?"13 E l razonamiento es poco con vincente, perc 10 que estalla en el es el arnor por 18 baJanza, en el cunl podemos recooocer perfectamente el pathos de Lavoisier y la pasi6n generalizada por la anulaci6n negociadora, En cuanto al "fondo", mejor convencer a los libertinos de que sus crimenes los conducen a la ruina, y de que por su propio interes, y aun por su supervivencia, seria mejor deuoluer de alguna forma In riqueza que extraen de la poblaci6n que les aporta beneficios. Mejor r ecomendar a In perversi6n que se torne mas democratica e igualitnria en el campo de sus objetos. En verdad, el cuerpo de Europa devino, en epoca de Hume, al menos para los ingleses, U ll cuerpo de capitalizaci6n dotado de las propiedades del goce, 0 de los goces, que el capital requiere; para Colbert era un cuerpo no menos gozoso, pero de una muy diferente manera, EI equilibrio de la s balanzas nncionales, es decir la regia del cero, no es tornado alii en consideraci6n, EI deseo no marca aqui la locura al darse las condiciones de la infinidad, la moneda no opera aqui como poder de cridito, como posibilidad ofrecida al adversario de anticipar sus co mpras de bienes 0 de servicios; en el lugar del credito, los celos, EI tiempo del mercantilista, como el del celoso, se cuenta en sentido cont rario: "S610 queds Holanda que combate todau(a con grandes fuerzas.,,", y cul mina en el blanco del cuerpo europeo vaciado de su potencia y en la tumefacci6n cannesf del smo de Versa lIes, Y el tiempo de ese amo mismo se cuenta a muerte: "Despues de mi,'C1 diluvio"; tumefscci6n no perpetua, porque In voluptuosidad no es buscnda en In intensidnd de una permanencia, sino en la int.ensidad de una consunci6n. EI capitalists, y desde ya Hume y su amigo A. Smith, ve Europa como un cuerpo de inversi6n que reports, Colbert y su a mo como un cuerpo de suntuosidad del que se extrae; para nada el llosotros, s610 la dicotomia yoNl. Los celos necesitan, como la perversi6n segUn KIossowski, una referencia organica, una vida, para hacerla perecer. "No se ha inventado jam.!is en el curso de la historia, escribe Keynes, un sistema mas eficaz que el del potr6n-oro para regir los intereses de las diferentes naciones unas contra
las otras."J4 Es que el patr6n-oro es 10 que persiste del cuerpo de oro, cuerpo organico de referencia para el mercantilismo hasta la era de la moneda fiduciaria, EI pntr 6n-oro es la marca de los celos. La moneda del verdadero capital es envidiosa, no es envidiable; en su funci6 n creruticia es s610 el permiso para emprender y sacar pr ovecho; y su tiempo no se cuenta h acia atr tis, por el contrario, ella no deja de reproducirlo por un relanzamiento interminable de los criiditos. La verdndera moneda del capital, lejos de ser un tesoro, una cosa terrena, es una relaci6n, relaci6n de poder, por cierto, puesto que es necesario poder dar el derecho de anticipar 81 acordar credito, y poder beneficiarse de el mostrandose solvente; pero tambi~n relaci6n de distanciamiento del deseo respecto de sf mismo, inhibici6n y rebote de las energias Iibidinales, cuyo esquema intentsremos armar mtis adelante. La moneda del capital en un sentido no es mas que tiempo que se da y se recupera, que se anlicipa y se retrasa. La moneda mercantilista es una cosa er6lica y letal. Regresemos al teatro mercanti li sta. Quid su analisis energetico permita inspeccionar mejor estos extrai'ios celos que, como 10 hemos visto, no guardan ninguna relaci6n con el interest bien 0 mal entendido. Si es verdad que al teatro c1asico Ie hace falta no un limite sino das -primero el recinto del teatro, y el marco del escenario despues; uno en el cual tiene luga r la representaci6n, que envuelve el conjunto sala y escenario, y otro en el que se circunscribe el espacio de la representsci6n-, se vera que el espacio mer cantilista tiene la misma conflguraci6n. La frontera aduanera delimits la entrada a ese tentro que es el reino: los espectadores de hecho son stlbditos del rey que llenan la sala, E n el interior del espacio fr ances, la Corte circunscribe un segundo limite, el de su propio escenario, en et cual tos actores son los Grandes. La congruencia del dispositivo teatral que da lugar entonces a la tragedia clasica francesa con el dispositivo politico econ6mico del mercantilismo es cierta. Sin embargo, la orgnnizaci6n con doble limite no es de ningtin modo 10 propio del espacio mercantilists. La Grecia antigun da un modelo mas fuert.e de ei: limite de la ciudadania y. en el interior, limite de la esfera politica, centro (meson) en el que el orndor viene a decir 10 que se ha hecho y 10 que se va a hacer y a traves del cual In ciudad sera, por 10 tanto, representada. Esquema no muy diferente del teatro tragico y c6mico. Pero el escenario poHtico griego no es el monarquico, en tanto yen cuanla ests, par construcci6n, vac(o. Cualquier ciudadano puede en principio di rigirse a el, h ablar en el y convertirse, por 10 tanto, en el espejo de la ciudad, en su reflejo, A estn constituci6n republicana se asocia una regolaci6n muy diferente de la destrucci6n: esta no tiene nunca lug-ar fuera
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13 «De 1m bnJmn(l(! du commcroo-, (Eullrt kOllOmiqut, lr. p.103.
~yon,
fr" Poris, p.
66: citmdo por
14 TMor~ N~,,~rnl fill j'l'mpfoi, del l'inUrll el dt la monnait (1936), lr, fr., 1942, p. 362. Th. oap. do E. Ilnl "",Iu, 'flp,.II'lo Rcneml rn, 10 ocupoci&t, cI i"'~rla)' el dinero, M¢x:ico, Fondo do Culluf/I ~;t'on""o" ft, I II·I ~I
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de los limites de In ciudad, por la guerra contra los enemigos 0 los alia· dos rcbeldes, Y pOT el imperiali smo contra los aliacjos. ;,Que se destruye aqw"? No el rey. sino el colectivo de los guerreros. Es el deseo de potencia (Macht ) 10 que empuja esa ciudad a In consunci6n de sus fuerzas y de sus riquezas en las guerras y las conqui stas de prestigio, como decimos nosotras. Perc este deseo no se instancia sabre una figura desp6tica que circunscribe una segunda cIausura (el escenario versallesco) interna de la esfeTa politica (Ia naci6n, la ciudad); todo ciudadano es r etenido en eL 8 i, no obstante, el segundo escenario existe de verdad en las republicas, es para distinguir un tesoro de palabras mas que de riquezas. 8 i 10 exclusivo propio de la determinaci6n del poder y de la representaci6n fija su barra en alguna parte, es alli, sobr e la piel del lenguaje molis que sobre la piel de los bienes; la tribuna pronto cesa de ser un medio vacio y accesible para convertirse en el teatro donde las palabras se atesoran y se dilapidan, procurando prestigio. No basta can vel' en la techne del habla de los r et6ri cos y de los sofi stas el sin toma de un profesionalism o que afecta al habla, habrla que considerarla tambien como la adquisici6n y el uso de una fortuna de e1lUnciados que dan acceso privil egiado al escenario de las asambleas, simplemente porque esos enunciados tienen credibilidad: 10 tribuna republicana seria un escenario en el que el lenguaje se gasta en puro prestigi o y a pura perdida. Al igual que en el mercantilismo; eso no excluye, si no que impli ca, la generalizad6n del comerdo (de las palabras); pero, tambien a1 igual que en el mercantilismo, 18 circulaci6n, ~quf lingiiistica, debe permitir, bajo la cubierta de liquidar las obligaciones contraidas igualitariamente con los conciudadanos, a los reyes de las palabl'as, a los r et6ricos y a los sofistas, arruinar eJ credito oratorio de S\JS pares y asegurarse la posesi6n exclusiva, pOl' 10 tanto necesariamente consuntiva, del tesoro de la palabra. El mercantilismo frances cInsico conoce otr a generalizaci6n del negada: comienza a extenderlo a1 trabajo multiplicando las manufacturas (aunque no 10 haga con el espiritu de la acumul aci6n del capital sino de la guerra pOI' comercio); sin emba rgo, erige en el cent ro de los intercambios un sitio sin reciprocidad que acapara las plusvalfas y Jas destruye. Este Estado desp6tico requier e de ese modo la moviHzaci6n de una par te importante de las energias disponibles a los fin es de constituir la doble clausura y de hacer fluir al centro, don de habr1in de perderse, los suplementos de impulsi6n captados de afuera. EI espacio "'polibco" que conocern os, con su capital bulfmica y nar cisista y su red-telarafia de policias y "'justicias", ha sido organizado par el mercantilismo: imperio profundamente guerrero y ladr6n en el que el trabajo y la em presa econ6mica nunca son otra cosa que arm as reales 0 potcndales en manos del despota, en el que las producciones no dan lugar al cred ito, sin o a los antojos del principe.
Europa es entonces ese monstruo de dos cuerpos: un cuerpo mercantil , 0 sea un circulo intercambista fonnado porIa circunversi6n de todas las intensidades de las que es capaz la gran pelfcula, y par su anuIaci6n gracias al equivalente general; pero es al mismo tiempo un cuerpo de oro, una Barbarie, aleman a, italian a, inglesa, a conquistar, robar, arruinar. Cuerpo del negocio y cuerpo vIctima, h echo de clientes que tambien son barbaros prometidos a la expoliaci6n y a la destrucci6n. Se les vende alguna cosa, se les roba su oro. La barrera proteccionista delimita 10 que es barbaro y 10 que es frances, 10 que es cJiente para aniquilar y 10 que es subdito para conservar. Deja filtrar en la exportnci6n las mercancias consideradas sin uso entre los subditos, en Ja importaci6n, los tesor os metfil:icos de guerra y de fi esta. Deja salir 10 que har fi sobrevivir a las Bestias de afuer a, que tienen necesidad de Francia y de quienes Francia puede "prescindir" holgadamente; deja entrar, "'a cambio", las materias de gloria y de destrucci6n, 10 fuera de predo, 10 inintercambiable. En el momento en el que el comercio comienza a hacer reinar la ley de las equivalencias y de los minimax, la politica mercantili sta da vuelta su funci6n en una f6rrnula imposible: c6mprame tu supervivencia, dice Colber t al Extranjero, pero al precio de perder todos tus medios de compra , y yo representare tu agonia en mi cass. Sobre la gran pelicula las pulsiones siguen corri endo; pero un flujo de exportaciones no aporta a las regiones destinatarias mas que 19 obligaci6n de reexpedir un fluj o de importaciones inconmensurables en in tensidad. De este modo se forma un "exterior" del otrO lado de las baTTeras aduaneras que no tiene otro papel que vacia rse en un "interi or", enorrne transferencia de energfas que corre sobre e1 cuerpo ambiguo de Europa, que alimenta la incandescenci a de la fi esta versallesca. Y, al mismo tiempo que se vacia, se representa nIH a medida que se destruye, puesto que nun ca es devuelto pOI' el rnovimiento del cornercio. La consunci6n en apari encia aberrante de los teso ros sobre el escenario de 1a Corte representa la destrucci6n del Extranjero. Si alIi hay dos Iimites y no uno en esta teatralidad, es porque el primero determina 10 que en exterioridad sufre la guerra y la destrucci6n de dinero, la victima de la pasi6n desp6tica, el cuerpo de oro de los palses ·atrasados, el Tercer Mundo de los bolirbaros, y el segundo, en interioridad, repitiendo de manera ritual este aniquil amiento de las riqueza.s : el m onarea y su corte repr esentan y hacen representar pOl' elIos, en el espacio sagrado del Cen tro, la potencia morUfera que devasta el espacio profano de la Periferia barbara. Tantos son los celos del despotismo que el mercantilismo aliments que este no se contenlaria con tomar y dcstruir, sino que necesita presentar como propio 10 que afuera aniquila. Todo Occidente, en raz6n de su imperislismo de conquista, no cesan'!. de importar, es decir de repetir sobre su propio cuel'po, 10 superfluo que despoja del cuerpo de la tierra. Pero este superfluo s610 aparece co-
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mo superfluo en In medida en que ha side estimado en ~Tminos meresntiles, medido scglio un supuesto valor minimo de In vida, descontado en presuntas necesidades. en 18 medida pOT 10 tanto en que e1 cuerpo de la tierra, cubierto pOT extra njeros ba rbaros de quienes use puede prescinruT", h a entrado en contncto comercial con los EUTop eos. La banda libidinal se enroses sobre sf misma, con in clusi6n pOT sustituci6n de 10 que esc cierre excluye. Retorno de 10 reprimido. 5i se prefiere: el Barbaro es e1 rcy. Pero e nt.cndido no como sustituci6n consecutiva a una falta (i,d6nde esM In falta en todo eso?) sino
pOT
recurrencia de las pul siones de muer-
te en e1 justo medio del Estado orgAnico que se delimita er6ticamente. De a hf In predom inancia de 10 tragico en el escenario central, y del Terror que a continuaci6n Ie sigue. La monedo se torna equivalente general para hacer que sea n co nmensurabJes los pueblos exteriores, sus riquezas ("productos") y sus pobrezas ("neccsidades"), en rel acion a la s mercancfas que ellos compran. Y, como tal, no cs evidcntemente nada mas que el ce ro central de In circunvers ion y que el cero fin al de cada cicIo mercantil. Ella determina de esta manera los procios puesto que determina las relaciones estimables ent re cantidadcs, oferta s y dem and as de bienes. La mon eda se exhibe en consccuencia como ratio, cuenta. Pero el mcrcantili smo traiciona uno de sus secrelos, 0 mejor dicho 10 hace publico: que ella no es so la mente un instrumento de Eros que contribuye a formar el cuerpo viable del mercado europeo, es decir mundial, sino que tambien es arma de envidia, medio de destruccion, agotamiento de ese mismo cuerpo qu e ella forma, sugestion de otras superfici es. No solamente la tierra de Europa unjda y ence rrada sobre sf misma por la ley de los intercambios, sino tambie n los frngmentos dispersos, pcdazos de gente que sufren la mordedura vamp!r ica. En el equivalente se disimula el vampir~, dini la critica liberal del mercant.ilis moj en eJ vampiro se disimula algo m1\s que el equivaiente, e1 cap ital por 10 pronto, dira la critica marxisla-keynesiana. Nosotros decimos: en el signo intercambiable, eJ tehsor, y a la inversn. Ahora "que queds de este disimulo (casi perfecta mente evidente) de la rnoneda mercanti l en el cnpitalisrno?
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COITUS RESERVK!'US
Los "GASTOS" esUin lejos de ser, 10 heroos ya visto, emancipaciones absolutas del ciclo reproductivo: el derrame de inten sidades pulsionales hacia un presunto exterior da lugar siempre a un doble proteso, u no pOT el cual una proporci6n mas 0 menos importante de estas cantidades libidinales es compensada por un retorno, la daksina, el pago del turno, de la sesi6n, las palabras mismas, cuando pertenecen a la moneda suelta del lenguaje, al concepto; el otTO que, por el contrsrio, deja escapar en calor, en humor en goce , una cantidad de pulsiones irreuersibles e inutilizables en ciclos de esta clase. Se trata por 10 tanto de efectos de transmutaci6n
,
sobre el cfTcul0, apenas entrecortados por gastos a pura perdida, que son goces dispendiosos, Pero la cuesti6n de Que ocurre con el goee sobre el c!rculo subsiste. Cuanto mas hemos lIegado a en tender que es perversa en relaci6n a aquel1as que tienen curso en la ofrend a sacrificial, analftica o prostitutiva, asf como estas, inversamente, 10 son si tomamos aquella como el punto en el que se instancia. Queda por captar afirmativamente este goce, del cual hemos dado como modele, con cierta arbitrariedad, Ia ciudad griega y su funci6n mercantil. Siempre por la misma via zigzagueante e inane que sigoen las impulsiones sobre la banda Jaberfntica, iremos a encontrar en la er6tica china el modo de aproximarnos a este goce, Aqui es necesario asestar el golpe sobre doclrinas que son sin embargo en trai'lables para nuestr a conciencin de occidentales: no conceder ni siquier a a l Tao, ni siquiera a su admirable doctrinn de la debilidad, el menor credito, apartar todo eso que esta todavia del lado del nihjJismo, pOT mas refinamicnto altanero que pueda signi licar en materia libidinal. "En el comercio sexual h ay que considerar "t!1 semen como In sustancia mas preciosa. Al ahorr arla, es la vida misma 10 que el hombre protege, Despues de cada eyaculaci6n, hay que compensar la perdida de semen absorbiendo la esencia de la muje r. [Pal'a economizar el semen], hay que hacer n ueve pausas despues de cada ser ie de nueve golpes, 0 incluso preven ir la emisi6n de sem'en mediante una presi6n [de los dedos de) Ia ma na izquierda sobre el pu nto situa do por d ebajo del miembr o, Entonces el semen retrocedera. y Ie hara bien a1 organismo. Para absorber la esencia de In m uj er, hay que dar a ltern ada mente nueve empujes poco profundos y uno mas, profunda. Al poner la boca sobre la boca de 'la ene miga' sa inh ala su a lien to y se ch upa su sa li va, Lo que se h a tragado desciende 81 cst6mago y desde alii cambia su esencia Yin en esencia Yang. Una vez que se hnyu repetido esto tres veces, sera necesario nueva mente dar em223
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pujes poco profundos, nueve pO T nueve, separados pOT una estocada pro. f';lnda, h asta que se haya alcanzado 18 cifra 81 0 9 yaces 9, que cubre la cln-a Yang."l En este Yi-hsin-fang se encuentran consignadas las grandes tesis de la er6tica china, que es taoista en 10 esencial. Y se ve que 81H actua un dispositivQ de conmutaci6n de los inOujos tan diferente de los que habiamos recorrido con la mirada. que merece una viva atenci6 n. Ya que , contrariamente a 10 que sucede con e1 turno, e1 sacrificio y la sesi6n, cuyo efecto para todes era r eunir en una forma pasible de intercambio (moneda, bienes como salario de los sacerdotes. lenguaje) una parte de la energfn gastada en eJ goce perverso, y dejar de alguna manera salir el resto del cicIo de la reproducci6n y de la comunicaci6n, en intensidades vanas que se pierdcn para todos y son, por asf decjrlo, h urtadas por el perverso (el sacrificante, el cHente, el anal izando) a la organizaci6n social, en este caso de la er6tica taoista el ar reglo es tal que operant de modo de susci. tar en la mujer -med iante un anali sis y u n respeto meticuloso de las posiciones y procedimientos adecuados para maximizar su goce-, la exaltaci6n de su energia Yin, con el objeto de robdrsela. Mientras que la prostituta, e1 sacerdote y el annlista observaban, frente a las impulsio. nes inadmisibles de sus pares respectivos, una regIa estrict a de minimi. zaci6n del goce que podian experimentar y del peligro que podian correr a menos que lastraran pesadamente su aventura mediante eT pago de los servicios demandados a la competencin de profesionales, In recamara china es e1 1ugar de una transacci6n muy diferente: muy lejos de que la mujer, que uno podria en este caso conside rar e1 sujeto del goce, si estas palabras t ienen sentido, -0 mas bien: 1a rcgi6n de la intensidad y, aun mas, h abria que decir: en un cuer po entera y exclusivamente tratado en su secci6n genital (10 que perm ite a Van Gulik ponde rar la «normalidad" de esta er6tica)-, muy lejos de que esta regi6n asf localizada de las erecciones y de las emociones sea desautorizada y sometida a sustituci6n (como en la indiferencia del vientre prosbtuido, de Ja ofrend a 0 de 10 que se hab1a en el divan, y par intermedio de los pagos descritos), ell a es exal. tada en la mayor medida posible por el juego de las palabras, de las rna. nos, de la boca, de las miradas. de la verga y de los riiiones del hombre. Aunque esta conexi6n - 8 traves de las nueve posiciones de l Hsuan.nuKing 0 las treinta del Tbng·hsuan-tze- no inter ese mas que a la penetraci6n del Tallo de jade en la Caverna en forma de grano a troves de 1a Puerta de Jade, e1 cui dado maniaco que rodea esta penetraci6n. su pre. paraci6n, su transcurso y su termino, obliga por de pronto a decir que no
se trata aqui para nada de 10 que Klossowski 0 Sade llamarian una operaci6n simple de propagaci6n de la especie. En particular, sea cual fuere el destino ulterior de su simiente, la verga china no actua de ninguna manera como la verga ateniense , preocupada solamente, cuando penetra la cavidad de la esposa, por depositar aUi 10 mas dpido posible 5U semen a los fines de la repr oducci6n, un acto en suma muy elemental: en Grecia el problema del orgasmo femenino no se plantea, y cuando e1 pene se heteroscxualiza, como ya dijimos, 10 hace en una casi prostituci6n, ya que la comunidad de los pederastas no podrfa reproducirse sin pasar por las mujeres. Parece ser que 10 mismo ocurre entre los chinos: los letrados, los funcionarios, los militares de cua1quier rango, los gobernadores, los principes y el emperador mismo (que por cier to no estAn reunidos en un circulo como ciudadanos, sino estamentados en una piramide burocnitica como e1 techo de una pagoda) no podrfan asegurar mediante 5U aparato estntal la reproducci6n simple de Ia poblaci6n. Por 10 tanto, aqui tam· bien es necesario pasar por las mujeres. Pero es rnucho mas que pasar par eIlas, y e1 hombre que se entrega al coito, muy lejos de prostitwr un instnnte su verga ciudadana al servicio de In propagaci6n y sin goce, persigue en su reca.mara una estrategia y una medicina que con el nombre de er6tica provienen de toda una cosmologia y se combinan con toda una politica. La punta de cuerpo femenino uti! no es tomada s610 por su posible capacidad de fecundar hijos. aunque por otr o lado asf 10 sea, como veremos mas adelante: aqui se la toma por su potencia intensiva en Yin, la cual se establece por los cinco signos de la mujer, por los cinco deseos de la mujer y las diez maneras de moverse de la mujer, por los nueve espfritus de la mujer segUn e1 Yi·hsin·fang. Que se trata de una medicina, todos los textos taofstas (e incluso los otros), aun cuando restrinjan sus alcances. 10 afirman: la intensificaci6n del goce femenino refuerza la energia masculina, el Yang. Las secreciones de la boca, de los pezones, de la vagina, son aspiradas por la boca y el meato del hombre, entran -en ese fragmento del cuerpo libi9,inal que es el- como un exceso de energia. Esta es indudablemente Yin, y Yin es el agua estancada que desgasta todo sin desgastarse nunca y es por eso que amen aza el pri ncipio Yang, que es fuego y por 10 tanto extinguible, y es por eso que la er6tica es tambien una estrategia en la que la mujer es design ada como "la enemiga". Pero el Yin, agitado por los espasmos del goce, es agua que hierve, se vuelve fuego y puede pasar a l costado Yang; se ha producido una transmutnci6n no 5610 de los elementos sino de Jos principios, uno en e1 otro, pues en uno siempre esta el nucleo del otro, y la expansi6n de ese nueleo en uno 10 conduce CI devenir e1 otro. Lo que esa mujer conducida al des· cUMtizamiento y 111 grito da [-a traves de los innumerables derrames do Irquid08 quo ciORCrihClO 108 'l'rntados-J ha sido sncudido tanto que ya
I "Prescriptions secrete8 pour In chnmbre couchcr" (c. 600 p. C.), rccogidas on fl_ hlli7l -f(mg (982.984). Citado por Vnn Gulik, fA Vi~ se%uell~ dans La Chi7l~ ancien7l11 Ollllimnl"d, 1971, p.191. '
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no es agua, y por esta raz6n, al apoderarselo, el hombre, que est8 en el costado Yang, podre. enriquecerse. Enriquecimiento pres,entarlo como con4 valecencia, terapiiutica de males benignos, pero tambi~ n de enfenneda· des graves (con prescripciones precisas que se r efieren a las posturas y a las maniobras susceptibles de r emediarlas), pero sobre todo enriquecimiento como potencia de inmortalidad, ya sea -en In versi6n laica y social, es decir confucioniana- por que de esta capitalizaci6n de las energias se espera obtener el beneficio de los hellos hijos vnrones, 0 ya sea cuando el usa de 18 er6tica se indina hacia 10 mistica taoista- porque se espera alcanzar, por 10 repetici6n de estos bombeos de Yin en plena actividad, la inmortalidad del Tao mismo identificanrlose con el Si n-Nombre que no cesa de transmutarse. Pero todo eso, en primer lugar, de cualquier manera que se 10 enticnda y se 10 practique, s610 vale a condici6n -completamente inver sa de la funci6n peniana del esposo ciudadano heIenico- de que el Tallo de Jade se mantenga en su erecci6n y que la eyaculaci6n no se produzca. En consecuencia, por un lado, las fuentes liquidas que nacen en las cavidades y repliegues de la banda-cuerpo pulsional en erupci6n Hamada mujer y, por el olro, una verga dura que bebe a boca lien a eslos lIquidos de agilaci6n y los conserva: coitus reseruatus. ,Que es ese dispositivo singular? Ala Muchacha Elegida que se sorprende de que el hombre pueda obtener alglin placer al frenar de ese modo la eyaculaci6n, P'ong-tsou responde que la emisi6n de semen procura sin duds un momento de alegria, pero flO una sensaci6n de voluptuosidad. "Si, por el contrano, el hombre practica el acto sexual sin eyacular, su csencia vilal se forta lecera, su cuerpo estara muy a gusto, su oido sera fino y su vista aguda; incluso si el hombre reprime su pasi6n, aumentara su amor por la mujer. Es como si nunea pudiera poseerla de manera suficiente."2 A partir de esta respuesta ambigua, dos lineas a seguir: en primer lugar ese es un punto de partida para los temas del amor plat6nico, cortes, imposible, rorclintico, en la medida en que en el lugar de la eonex.i6n de las energias libidinales sobre 6rganos, sobre pedazos de cuerpo laberintieo, la reser va de esperrna va a autorizar olra eonexi6n, esta vez sobre personas, y que el a mor por estas personas va a sustiluir la descarga sobre esas regiones an6nimas. Un desplazamiento semejante requiere la producci6n, tanto del lado de la mujer como del hombre, de sujetos, es decir de instancias un itarias y vacias que no seran, en efecto, por definici6n, jamas "poseidas" de manera suficiente, puesto que no son mas que un cero en creaci6n de instancias pulsionales. Si seguimos esla direcci6n nos enconlraremos muy cerca de problematicns lIamadas "modern as", como la de Lacan, por ejemplo, que caracteri-
zan las nociones de la falla de goce y de la incomprensibilidad del objeto libidinal. Observemos no obstante que elias estan de hecho dominadas por algo que precisamente no sobrepasa de ninguna manera el pensamiento y menos aun la er6tica taofsta: la categona del sujeto. Pues si el Tao tiene importancia para nosotros, economistas libidinales, no es por su nihilismo, 10 es por su refinamiento en la investigacion y la afirmaci6n de la mutabilidad , y de este hecho por Ia inexistencia que liene para ella cuesti6n del sujeto. Esa es precisamente In otrn linea a partir de In cual se puede seguir la respuesta de P'ong-tsou , y es ella la que acreditan lodos los texlos que presenta por otro lado Van Gulik: el fortalecimiento del cuerpo del hombre el refinamienlo de su audici6n y de su vision, su disponibilidad, ese alg~ que hace que despues del Zen, como decla Cage, estemos igual que antes, pero s610 que a tres pulgadas por encima del suelo -todo eso, que se obtiene por la retenci6n del semen y por la coacci6n a que se 10 somete, por medio de Mcnicas ya sea mentales 0 psiquicas (como la presi6n del dedo medio y del indice sobre eJ canal antes de la emisi6n), haciendo10 retroceder hacia la cabeza, lodo eso no proviene del nihilismo sino de la intensificaci6n-. A esle hombre Ie vale madre la mujer con quien se acuesta. Los Grandes chinos tienen gineeeos de mil mujeres: eso es el anonimato. Pero quiza tambien Ie valga madre el mismo. "Que es 10 que necesita? Mulliplicar las circulaciones, las conexiones, agilar el agua con ese fuego que Ie quem a los rinones, viajar en la extrema reserva, en el muy pequeno margen fijado por las reglas de los libros del Ars amatoria. Estas reglas, en su minucia, hay que enlenderlas y praclicarlas al igual que las que rigen la mim ica, el canto, la danza y la mUsica de un espectaculo No: elias ofician de guias s610 para los aprendices a quienes Iimitan a contrario el campo de las cosas que no hay que hacer. Pero el gran arte, como en la er6tica ta.oista, y como en la locura sin duda, consiste en subverlir todo el campo que elias delimitaban, haciendo de el una suerte de no·sitio que barren en lugar de eircunscribirlo, y en el cual no se lIegana a saber jamas si esta inclinaci6n del Lorso no esta un poco mas al18 o mas aca de la regIa, este golpe del tambor, este gesto del brazo. Al trastornar completamente la relaci6n del acto, escenico para el No, sexual para el Manual de a mor, con la medida, hasta que el primero sea el que determine por 51 solo su intensidad fuera de medida, entramos por fin en In singularidad incomparable e indecidible. La regIa no es mas una linea que pasa alrcdedor del campo don de 10 que debe hacerse es hecho y que exc1uye 10 que no debe hacerse, sino un torbellino sobre ella misma (y su punto axial de rotaci6n mismo se desplaza sobre este segmento de recta que es In regIa), en una rotaci6n osci lante que torna incomprensible e inmemorable 10 que pass (ya sea movimientos de la cabeza, cantos, en el No, ompujc8 de la verga, ondulaci6n de las nalgas, en el coito); ella no
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CiLndo por Von Gulik, pp.188-189.
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sirve mlts que para engendrar -por la imposibilidad de situar e1 acto c?n respecto a sf misma-. ese no-sitio 0 ese sitio no pensable que es preclsamente el paso de int.ensidad. Linea que engendra una regi6n evaneseeote en la que 5e enciende la emotiOn, regiOn que es por excelencia fragmento incomposible de 18 banda laberfntica. Cu~IQuiera sea 18 funci6n libidinal de las escrupulosas prescripcione~ .er6~lcas, no. 5e las puede negar. No obstante, elias no justifican el prlVlleg:.o excluslvo Bcordado al coitus reseruatus. Pareceria que todas las pasiones deberian seT en este caso igualmente capaces de crear el nuevo espacio de.l~s sin~laridades no mesurables. Por ]0 tanto, 5i el Tao y toda 18 tradlc~6n chma Teservan sin embargo tods la funci6n intensiva para la retenCl6n de esperma, es porque a trav~s de la intensificaci6n sigue despuntando 10 que Klossowski Uamma un a intenci6n, y no es un azar que se demande al semen r etomar en direcci6n del cerebro. La intenci6n sin duda ~o es, como podrfa cre~rselo, esencia1mente mis6gina; en otra parte se dIce que la mujer tambi~n tiene por su lado poder de ahorrar sus secreciones vaginales, y de absorber el principio Yang activo en su pareja. El Yu-fang-pi-kiue da al respecto consejos que permiten alas mujeres no gastar toda su esencia Yin en el coito y de diferir el orgasmo. EI Tratado Uega incluso a decir: "Si una mujer conoce la manera de alimentar su potencia y la de realizar la armonia de Jas dos esencias (yin y y~ng), puede tran~formarse en hombre. 8i durante el coito puede impedir que Jas secreClOnes de su vagina no sean absorbidas por el hombre estas refluiran en el organismo de su propio cuerpo y asi su esencia Yin' seni alimentada por el Yang del hombre.":! No se p'odrfa afinnar de manera mas vehemente que no existe diferencia insalvable entre los sexos que hay ~otencialmente en uno y en el otro su correlato, y por 10 tanto l~ eventuahdad de su paso al "enemigo". No, la cuesti6n no es la que se plantea e] feminismo, la intenci6n de reservar puede tambien h abitar ~nto en la cabeza de una mujer com9 en ]a de un hombre: en esa matena el Arte de arnar no establece diferencias; pero, en definitiva, hace falta una cabeza donde eso r efluya y se retenga. Una instancia de recepci6n y de relevo. Y la intenci6n de alcanzar un fm, e incluso varios fmes. En primer Iugar e] que ofrecen los mtis misticos y tambi~n los mtis popular~s, es la inmortalidad, es el retorno al vado de la mutabilidad y la perdlda de la falsa subjetividad en la endeblez, que es la verdadera fuena. "'Ibdos los hombres viven en la opulencia I 86]0 yo parezco necesitado como un pobre I Mi espfritu esta confuso al igual que el de un loco I Los vulgares saben discernir parecen i1uminados I 8610 yo parezco im.itil como quien no conoce ocupaci6n I Todos los hombres parecen tener algo que cumplir I Mi apanencia es la de un tonto desmaiiado I Pero me dire3 Cillldo por Van Gulik, p. 206.
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rencio de los demtis porque hallo la paz en la Madre que me nutre. "4 EI mar es el agua, ]a mujer, el Yin; el viento es el hombre, el Yang: ests confusi6n es tanto 18 del coito como Is del Tao, y cuando se est.8. "aIli" (allf donde yo no piensa, como dice Lacan), entonces 10 que pasa es justamente la intensidad, sin intenci6n, sin objetivo preciso. Pero la intenci6n es apenas desplazada un poco hacia un costado: queda la intenci6n de "nutrirse de la Madre". Esta Madre, la Madre del Universo, es el Tao: "Ob ligado a darle un nombre 10 llamar(a Trascendente I Trascendente signifies avanzar I Avanzar es Hegar mas anti I Llegar mas anti quiere decir retomar"'.5 Nutrirse de la Madre es bombear el Yin 0 el Yang, poco imports, recoger la mayor cantidad de energfa posible para inscribirse en la fluencia sin fin de la marea que se expande y regresa en su suprema vacuidad. 6 En consecuencia, mientras usted copula en medio de las intensidades, no oluide esa delicada presi6n de los dedos de la mano izquierda entre escroto y ano, esta suspensi6n del vaiven del vientre, que Ie permitirtin tomar con astucia 10 que su compaiiera Ie ofrece ",sin pagar?), y luego de robarle el excedente de su fuerza que a partir de ese momento pasa a usted, intente capitalizar el todo en la inanidad fluida que es el Tao: "Treinta rayos convergen en el circulo de la rueda, [pero es en espacio [vac(o] que hay entre ellos en donde reside ]a utilidad de la rueda":7 el cual viene a ser, en el orden cosmol6gico, el mismo dispositivo que el cero central mercantil griego y lidio. Usted estaba sobre la circunferencia, y al utilizar una intensidad extrema, calcula hacerse eyectar 0 inyectar hacia el centro vacio, fuera de la vida y de la muerte. Usted negocia. j,Este coito es una guerra? Alii no reside 10 importante. Lo importante es que se diga: entonces, h agamos estrategia, porque estrategia es mercado, y la muerte est.8. incluida en las eventualidades que se estiman. Y 10 que hasta hace un instante pasaba por refinamiento de los preceptos que permiten desocupar el no-sitio de 1a banda libidinal, ahora parece, por la moralizaci6n de la cuesti6n y el nihilismo que reduce los alcances sobre el vacio central, una simple maximizaci6n del provecho energetico. No es porque este sea considera4 Tao n King, xx. Existe una veraion en espaftoi: LaoT8e, Tao 'It King, prefacio y tradua:ion de Jos6 M.Thla, M6xio:), Premi' editora, La nave de los locos, 1977, p. 65, pero exc1uye las palabras mar y I)~nto que airven a la interpretacion de f#otard. Se la utilizarli. no obstante, aunquo cambiando 180 linea pertinente: "M] espfrilu estli. confuso at iguaJ que el de un loco· Be cambia por: "Mi espfritu eslli. confuso y flota como el mar, IIOpla como el viento". eN. do la tr.) /) Tao n King, xxv. En la version que utiliza 4-otard 01 U!nnino 71usc4!ndenu aparoce como grandoza (gronoUur); conservamos 01 de J0I6 M. Tola enlendiendo que no modifica el aontido quo f#otard loconflere. Op. cit., p. 75. (N. del tr.) 6 Ibid., xv. No nOI valem08 para e8ta cita delleJrto on olpadol. (N. de 180 tr.) 7 Ibid., Xl; ollubrayado os do ~tard, los o:)rchotes enciclTan 10 que Ie aftade a la ver,16n do Toln. Op. cll., p. 47.
230 do cosmo16gico
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U onto16gico que es menos interesante 0 temible. Hay un negocio Lnofstn, 1.0 vemos c1aramente en la ver si6n alqufmica que puede darse de los tcxtos er6ticos. Nada mas negociador que 18 alquimia: negocio de los simulncros de nfectos, cuantilicaci6n de la s pulsiones de vida y muerte, pesar los sexos, con fi nes de enriquecimiento y aun de riqueza absoluta: el oro. No sorprende que todo este dispositivo se vuelva a encontrar -por In bnlanza de Lavoisier y su posici6n de equilibrio para los intercambios de peso de cuerpo-, en In industria. La er6tica, In estrategis, In alquimia, In Hiea Tao: OlTOS tantas circunver siones profundamen. te analogas, por su nihilismo central , a In que preside el mercantili smo generalizado. Pero hay algo mas, 0 al menos mas llano y mas directamentc circunvertido: si el hombre (puesto que en defini tiva en la mayor parte de los textos a pcsar de todo es el hombre el que vampiriza) prsctica el coito reservado, 10 hacc no solamente para ser Tao, sino tambi6n, por otra parte, pora que todo cste semen asf acumulado produzca, cuando sea soltado a snbicndas, bell os y buenos hijos. Ser a necesario crear condiciones er6ticas, atmosf6ricas, estacionales, sociales favorables, por cierto; qucda algo mas: 10 que 61 reserua mediante su priapismo aprendido, no es solamente el aniqui lamiento sobre el cero central, sin o la propagaci6n - Ia mejor- en cl cicio de la economia politica chin a. Y entonces 10 cabeza hacia la cual remonta y en In que se recoge su semen como reservo no es una cabcza mfsLica, sino de las mas burocraticas, la cabeza de un jefe de familia, y esc jefe sen'i tanto mas poderoso cuanto mds varones tenga, y los horn tanto m6s numerosos y en6rgicos cuanto mas hnya atesorado su espermo, y su tasoro de esperma sent ta nto mas rico cuan to mAs concubinas longo, pOl' 10 tanto 61 mismo sera mas rico 0 mas capaz, militar, alto funcionario, de procu rarse mujeres en cnntidad. En pocns palobras, In mujcr cum pic obsolutamente 10 funci6n de una fuente de energia (usted podra decir suelo, subsuelo, fuerza de/trabajo, caida de agua, viento) a 10 que se Ie llpropia 10 fuena que puede dar optimizondo su rendimiento, y se la tran sforms en otra forma de energia (en este caso los hijos), que, a su vez, por transmutaci6n, dani un suplemento de energia (en este caso familia grande, heredcros varones, de caUdad y en cantidad, perm it.iendo extender los podcres de la familia y de sus clientelas a traves de los espacios supcrpuestos de la jerarquia burocnitica). Pcrspectiva confucioni ana sobre e1 coito reservado, perspectiva muy reservnda ell a misma, que juzga indccente la er6tica Tao y que habra de reprimirl a, pcro que so nos aparece claramente como el reverse y 01 complemento, 81 mi smo tiempo que 10 cafda en 1a vulgaridad del poeler, de la busqueda taofsts de las intensidades on iquiladoras. Nunca los grieges tuvieron ese punto de vista sobre la mujer y c1 hijo, un punto que a1 economista pulsional Ie permite diferenciar fuerto· ".
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mente ]a comunidad ciudadana y 18 sociedad "desp6tica oriental". i.,Que es este semen chino? i.,El objeto de un ahorro? Mas aun: de una capital izaci6n. Un shorro serfa simple mente r eservar semen en el momento del goce. El gesto del ahorro se reduciria 8 1a presi6n de los dedos izquierdos sobre el canal seminal. Pero la erotica ch ina requiere muchas otras cosas mas que ese gesto: quiere exlraer de la pareja la mayor cantidad de fuerza posible; introducir por 10 tanto en un cuerpo, que sera el cuerpo reproductor, nuevas cantidades de energia. No solamente la emisi6n, 0 sea e1 gasto, es suspendida, 10 cual seria el ahoTTo, sino que se busca el aumento de las fuerzas, para 10 cual In verga funciona no ya como un canal de salida para aquello que excede, sino, en el sentido inver so, como un conducto de perforaci6n mediante el cual las sustancias energeticas que duermen en los repliegues del cuerpo (de la tierra-mujer) son recogidos, almacenados (genitales, espina dorsal, cabezn; estaciones de bombeo, oleodudos, dep6sitos), y u llorio rmente pueslos en circulaci6n como medios de producci6n (emisi6n de semen fecundante, combusti6n de los hidrocarburos para fines llamados reproductivos). La analogia es incluso insuficiente: seria necesario imaginar que 1a perforaci6n, por sl misma, por la agitaci6n que provoca en las napas a las que Ilega y que el enorme glande sobado suscita en elias, es 10 que en principio multiplica la energin que contienen. Lo cual no seria verdad respecto de la perfora~i6n misrna (intromisi6n de 1a verga en la vagina), sino respecto del crackmg, algo asi como las maniobras er6ticas que rodean Is penetraci6n. La maximizaci6n del orgasmo de In pareja es objeto en este caso de una busqueda ajena a las preocupaciones de una reproducci6n simple. A 10 que apunta 1a inlenci6n del wofsta mfstico 0 burocratico es a una reproducci6n ampliada. U n elemento totalmente desconocido de 1a simple philia griega, del simple desco de la intercambiabilidad y de 1a pe~muta bilidad de los bienes y las necesidades, aparece senalado en esta mtenci6n de intensificaci6n. Esta no hace mas que defraudar cualquier intento de desempnte simple entre 10 libidinal y 10 politico. PQrque si bien es verdad que la intenci6n de rescrvar viene, con su calcu10 frio, a recubrir In ebullici6n de intensidades suscitada por In er6tica de las posturas y de los procedimientos, sucede Que en £Ii c{rcuio de las frialdades intencionaIl'S vuelve a surgir la ocosi6n de nuevas intensidades. Y al examinar este recorrido n os ace rcaremos a la pregunta: i.,Que ocurre por 10 ta nto con el goce sobre el c{rculo y, por consiguiente, que ocurre con e1 goce en el capitalismo mismo?
EL CERO DE LA CIRCUNVERSJON
"Que es 10 que goza en este goce que es a1 mismo tiempo la reserva y Ia maximizaci6n de las intensidades? No: ;"Quien goza? Sino: (,c6mo eso goza, en que lugar, bajo emil modalidad se produce Ia intensidad, cllal trabaja, deformaci6n, danza especial, sofisticaci6n. la intensidad Ie haee padecer a la gran pelicula efimera y Jaberfntica? EI hombre cuyas dedos izQuierdos retienen el semen (18 fuerza) y 10 reexpiden hacia la cabeza len que movimiento ha sido tornado: un movimiento poIim6rfico de ]a potencia, una pura inserci6n en el cicIo de las metamorfosis, en el cual no hay mas Que un paso de una forma a 18 otTa, oi siquiera: de una intensidad a 1a otTa en un laberinto, oi siquiera: en una colecci6n innumerable de laberintos surgidos cada uno de un encuentro (del hallazgo de una bella "adversaria" de la que se huye lIevandose su miedo y su fuerza), par 10 tanto de una huida, y despues una huida, la incandescencia del Yang, reencontrada, raptada, eSQuivada, transformada, perdida en otra incandescencia? i.0 bien 10 que este chino trae es una intenci6n de capitalizaci6n, de crear instancias sobre un centro, sin duda vacio, es decir inexistente como el Tao mismo, pero donde residiria el dominio sobre las metamorfosis? i.Tnmersi6n en la potencia de las metamorfosis? i.0 crear instancias sobre el poder de las metamorfosis? Esta v8cilaci6n osci la entr e dos clases de cero, y estas dos clases de cero se disimulan en el funcionamiento mismo del capital, puesto Que este ultimo funcionamiento no es de ninglin modo la maquinaria bien aceitada cuyo modelo trata de construir Sraffa, tampoco la maquina de contradicciones Que un Marx Qwere desmontar para demostrar que no es viable: es un funcionamiento que se instancia en principio sabre un cero central, sobre una mercancia-patr6n, sobre una ley general, estructural, de la equivalencia; guiado por 10 tanto por cierto usa (contable, pagador, acreedor) de 18 moneda; pero es tambien y de manera simult.anea, disimulado en este uso, indecidiblemente, un antifuncionamiento convulsivo que pone en peligro el sistema de la reproducci6n, bajo el nombre de 10 que se llama especuiacwn, por ejemplo, perc que es mucho mas que la especulaci6n, que es al uso productivo de 18 moneda 10 que la antimateria es a 13 materia. Hay dos usos de la riqueza, es decir de 18 potencia-poder: un uso reproductivo y un uso ladr6n. EI primero es circular, global, org.1nico; el segundo es parcial, morUfero, celoso. Son dos usos de 18 moneda, pero no hay que confundir esos dos usos de 1a moneda, eSBS dos monedas, si se quieTa, con las dos clases de cero concebibles y efectivamente operatorias 233
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en e1 sistema. Comencemos por ahi, pOT determinar (si, hombres del concepto...) un cero de la anulaci6n y un cera de la conquista, un cera del valor 0 del precia y un cero del beneficio 0 plusvalin. Luego podremos dividir dos c1ases de conquista, por anexi6n y por pillaje, que se disimulan en If fun cion de crMito de la moneda capitalists, es decir en el cera del beneficia. Este disimulo es ese mismo del que no hemos dejado de hablar aqui, e1 que rige todo 10 que hay de in tensidad del1ado del capital. El capitalista (que existe y no existe) es un conquistador, y el conquistador es un monstrua, un centauro: su cuartos delanteros se alimentan de reproducir el sistema regulado de las metamorfosis controladas bajo ]a ley de la mercancia·patr6n, y sus cuartos traseros de robar cnergias sobrexcita· das. Con una mana apropiarse, por 10 tanto conservar, es decir reprodu· cir en la equiva lencia, reinvertir; con la otr a, tamar y destruir, robar y huir, cavan do otro espacio, otro tiempo . Pero aun la simetrfa de estas formu l fl.~ p.~ enem"iosfl.. Los mismos signos, monelarios 0 mercantiles, que valen siempre como sign ifica ntes econ6micos, es decir como r emitentes a otros sign os, pueden tambien ser intensidades muy diferentes, gaces de destrucci6n. Reproducir disimula destruir, destruir puede disimular re· producir, pero los tiempos laberintieos de Ia destrucci6n fundamenta l. mente no son deducibles del tiempo unico de Ia reprodueci6n. Volvamos prirnero a1 cer o. En todo sistema cibernetieo h ay una uni· dad de referencia que permite medir Ia separaci6n producida por la in· troducci6n de un acontecimiento en el sistema, iuego, gracias a esta medida, tradueir este acontecimiento en informaci6n para el sistema, si se tram, finalmente, de un conjunto regulado en homeostasia, anular esa separ8ci6n y reeonducir el sistema a Ia cantidad de energia 0 de informa· ci6n qu e precedentemente era la suya. La mer eancia·patr6n de Sr affa cumple esa funei6n. Que el sistema sea regulado en crecim iento no modifica en nada el modelo del funcionamiento en bucle (feedback): si mplemente la magnitud de referencia y~ no sera u, sino 6u. E1 modelo es aquel mismo que bajo otros nombres tiene Freud ante los ojos cuando describe el funcionamiento del aparato psiquico, ya sea en el Esbozo en Mus all6 .. . Fun eionamiento er6tieo, sostenedor de conjuntos. Este Eros esta centrado sobre un cero: cero evidente de la regulaci6n homeostatiea, pero, de una manera mas general, imuIaci6n, por feedback (es decir por repetici6n con fun ei6n de relaci6n), de toda separacion no pertinente al siste ma, de tado aconlecimicnl:o amenazante. Detengamonos aqui un poco. Veamos c6mo la adopei6n de este punto de vista sobre la sociedad, 0 sea la fantasia desp6ti ca que bene el amo de colocarse en cl sitio presunto del cero central y de identificarse de esc modo a la Nada matricial (como podria decirlo Levi-Strauss), s610 puedc constrel1irlo a extender su idea de la amenaza y pOl' 10 tanto de la defen· sa. Porque .!.cual es el aconteeimicnto que no comporta rlu amtsza, dos-
de ese punto de vista? Ninguno; lodos, pOI' eI contrario, puesto que son perturbaciones de un orden circular, que reproducen 10 rnismo (u 0 tw. ), que exigen una movilizaci6n de la energia con fines de apropiaci6n y de eliminaci6n. lEs esto abstracto? lEs oecesario un "ejemplo"? Es el proyecto mismo que perpetra, en Francia y en un a1to luga r, la instituci6n de una Defensa operacional del territorio, garantizada por un Centro de operaciones del ejercito, euya especificidad es prevenir la amenaza "interna", la que surge en los oscuros repliegues del "cuerpo social", y de la que el estado-mayor pretende ser nada menos que su cabeza clarividen00: esta clarividencia se llama fiehero nacional; ]a amenaza se extiende entonces "en un sentido global, no solamenOO militar, sioo dip]omatico, eeon6mico, cientifico, interior, incluso cultural";8 la traducci6n del acontecimiento en informaci6n para el sistema se llama informe: (iste, "es decir el conocimiento previo", lno es acaso "Ia clave de cualquier decisi6n"? Consecuentemente, su busqueda "interesa a tadas las ramas del saber y de ]a actividad de los hombres C.. ). Se extiende a todos los campos: politi. co, militar, econ6mico, cientifico";9 en definitiva, ]a ejecueion de 6rdenes regu]adoras y su inscripci6n sobre el "cuerpo social", sobre todo cu ando uno se imagina esto presa de alguna intensa emoci6n , por ejemplo el miedo panico que 10 sacudiria en todo sentido en el caso de que se desencadenara la guerra nuclear (enti(indase ademss: vaya uno a saber d6nde se levantaria una ola, que se juzgara in sana, de protesta, impugnaci6n, deserci6n civil); esta ejecuci6n r equiere de la infiltraci6n asidua y frna de canales emi sores en la "carne" social, 0 sea, como 10 dice de maraviUa ese oficial superior:"Ia polida de los movimientos espontaneos".IO EI totalitarismo no es mas que el proceso de dominaci6n del conjunto arno sobre el conjunto esclavo. Este proceso no es epis6dico, coyuntural, ligado a la fortuna de tal 0 cual partido poHtico Oa "derecha") 0 de tal o cual c1ase soci al (1a "burguesia"): una izquierda, onida 0 no, que opera perpetuamente en nombre del proletari ado, hal'S este mismo trabajo de detecci6n de las amenazas, de centralizaci6n de los informes, de difusi6n de las 6rdenes, de eliminaci6n de los acontecimientos y de los hombres 0 grupos que se supone en eonnivencia con estos ultimos. Siendo la dimensi6n er6tica del deseo de la izquierda mas marcada que en otros grupos, podemos incluso preguntarn os si no puedc sellar Ja circulaci6n de energias, mas aUn de 10 que ninguna formaci6n que contiara en el poder uni ~ fi eador del capital 10 haria. En todo caso, lqu(i difer encia podemos hacer hoy en dia, mas de un medio siglo despues de la primera revoluci6n obre-
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6 Qonorni Benuval1et, Revue de 10 difellSl) national, ngosto.scliembro 1973. Citndo por G. Dupin on un documrJnto titulado La. Double Capture: I'armie contre la constitution. o Tcnionto coronel Jenn, in Forces o rm ~es {ront;aises, junio do 1973. 10 Genornl dol ej6rcito B. UsinORu, on Revul! de la defense national, agosto.scticmbro dol07:l,
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ra, entre Ia estatizaci6n por un par tido "comunista" de los circuitos eeo· n6micos y de ] 08 pensamientos culturaJes y politicos de un lado, y del otTO ]8 goipiZ8 y el encuadre de lodos los pedazos del cuer po social pOT la escuela. el cuartel, los medios masivos de comunicaci6n , la publicidad, el conformismo y el miedo a t fTaeaso, en un pais de "libre empresa"? Pequei'ios matices, aquf y all8.. en el terror por doquicr blanco, en comparaci6n con 18 roja violencia de las intensidades que mutan sobre Is gran peHcuJa pulsional. Matices en el totalitarismo y el poder de circunvertir. Lo importante no es decidirse entre el Este y el Oeste, por supuesto. Sino mtis bien advertir que el totalitarismo, que es el proceso mismo de Is circunversi6n, no pueda extenderse a medida que se incluyen en la circulaci6n del mencionado capital cantidades nuevas de energia que vienen a ex.tender sin cesar las superficies impljcadas y a multip licar las ocnsiones que se presentan a las pulsiones parciales de descargarse sobre el "cuerpo" social, haciendo aleatoria la unidad de este liltimo. Es este movimiento concenhacionaTio 10 que arruina las a ntiguas distinciones, por ejempJo entre 10 militar y 10 civil, 10 politico y 10 privado, 10 econ6mico y 10 cultural, 10 que despoja a estas regiones otrorn diversas de su dignidad especffica y las hace in scribirse con iguaI Utu lo en el CataJogo central de In informaci6n y de Ia deci5i6n. Y 5i hay una crisis de la economfa politica es en primer Iugar (pero no 501amente, ya 10 veremos) porque en ese proceso de integraci6n incesante que suscita el movimienlo de la expansi6n, la !lam ada "'eiencia" seguramente no sabe por d6nde anda, pero tam poco sabe cmil es su objeto: porque i,que es "riqueza", qu6 es "bien", que es "intercambio", que es "trabajo", eunndo el salario contiene evidentemente plusvalia, cuando los precios se determinan, fue ra de toda discusi6n, entre cambistas, de acuerdo a una mereancfa-patr6n complejo que nad ie (salvo WI te6rico despues de cuare nta ai\os de eslud io) Ilega a definir, cuando la palabra, el saber, una opini6n, una aptitud pueden y deben ser contaq;.Iizados en haberes, cuando la decisi6n sobre las inversiones de capital no pertenecen n ecesa riamente a los propietarios de este ultimo, cuando el militar se haee economista, el economists psicoanalista, el cientifico mili tar, el pedagogo informatico? EI espacio y el tiempo son el objeto de informadones y decisiones, a eseala del "cuerpo" del tr abajador en el taylorismo, a eseala del mapa ur· bano en las horas pi co de las gran des metr6polis, 0 del mapa nacional en los dfas de salida de vacaciones en los paises industriales. Esas son las lIamadas "'motivaciones", ultimo grito de las necesidndes, cuyas cantidades se registran y cuyas intenciones se miden sl es posible en los estudios de mercado y los con troles de venta por publicidad. El soci610go mas lucido se quejaba (y se reia) de no poder dotar a su funci6n de un exterior de dign idad cientifica. Pero ahora cualquier "disciplinan puede ali· men tar 10 misma gran sospecha acerca de su lugar propio. La ita de 10
cientificidad sucumbe dos veces: bajo e] sometimienlo de las funciones de la ciencia a las del capital como el gran circunversor, 0 incluso bajo ]a confusi6n de unas con las otras; y bajo el efecto de descompartimentaC16n que pr oduce sobre los campos de investigaci6n instituidos el paso del capital, en este caso como el gran perverso. Aunque la eiencia de hoy sea en virtud del primer aspecto s610 busqueda de eficacia, 0 bien de poder, y del segundo s610 producci6n de ficciones extranas y eficaces. No solamente no hay "cosa econ6mica", sino que tampoco hay "'cosa cientifica". EI gran circunverso quiere circuitos estables, cic]os iguales, repetidones pr evisibIes, contabilidades sin confusi6n. Quiere eliminar cualquier pu]si6n parcial, quiere inmovilizar el cuerpo. La ansiedad de aquel emperador del que habla Borges, que deseaba un mapa tan exacto del imperio que recubriera el territorio en todos sus puntos y 10 reprodujera a su escaIa: los slibditos del monarca tardaron tanto tiempo y gastaron tnnta energia en 8cahslTio y en mantenerlo que e] imperio "mismo" cay6 en Tuinas a medida que su relevamiento eartografico se fue per feccionando; esa es la locura del gran cero central, su deseo de inmovilizaci6n de WI "cuerpo" que 5610 puede ser representado. Y esa es la locura de la economia politica demostrada por las construcciones de Sraffa. Ahora bien, esa era ya Ia locura de la pequei'la Marx, el deseo de una genitalidad social en la cual lodas las pulsiones parciaIes se reabsorbieran, que tendria su unidad en si y desde donde dominarfa por fin la "verdad" de la economia politica 0 sea una reproducci6n conforme a 10 naturaleza. Hayen ese deseo de "naturaleza", que 10 es de una totalidad unitaria, un furioso empuje concentracionario.
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TEORIA NIHILISTA DEL CERO DEL CREDITO
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Veamos ahora el oiro cero, no el que en el centro procede, como la moneda de la Etica a Nic6maco, a la anuJaci6n equitativ8 de las relaciones entre los bienes y las necesidades, sino el Que arrojado, por 8si decirlo, sobre el circuito mismo de los intercambios, parece pennitir In extensi6n de sus alcances y el crecimiento de su volumen, el enriQuecimiento. No ya 18 moneda de pago, patr6n arbitrano de las anulaciones, sino la moneda de ererlito. En ]a PoUtica, Arist6teles, al que Marx no deja de leer en 1857 y despues, distingue tres crernatisticas, es decir tres clases de procedimientos de satisfacci6n de las necesidades. La primera es perfectamente org!1nica, se inscribe sabre eI cuerpo de una comunidad f.
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y ellimite del intercambio. De ahf Que esa especie de riqueza que proviene de la crematfstica asf defi nida sea verdaderamente sin limites."n Vemos asf aparecer In moneda de creruto. EI pequeno comer ciante se haee un adelanto a S1 mismo; es a Ia vez su deudar y su acreedor: como deudor tendni que devolver la m oneda que gast6 en 18 compTa de la manana con la que h abr.!1 ganado en Ia venta de Ia tarde; acreedor, retendra un interes sobre 18 suma "prestada", interes que en la ocurrencia consiste en Is diferencia neta entre In suma ganada y 18 suma gastada. Usa de In moneda que anticipa un r esultado por veniT, cuando 5U funci6n de page se limitaba h asta ese momento a sal dar una deuda presente 0 pasada. A ests inversi6n de los tiempos r esponde la inversi6n de las r ela· dones entre mercancia y dinero: este se toma aqui como fin, mientras que en la cr ematfstica interdomestica era un medio de satisfacci6n de las necesidades: D.M.D. en lugar de M.D.M. ;.No se vale exactam ente de ests misma inversi6n el coi'tus reservatus, que aI suspender la emisi6n pone en r eserva la riqueza en semen , en intensidades Tao por consiguiente (0 en cli entela burocnUica), mientras que par otro Iado excita las regiones (la mujer) capaces de abastecerl0 de energias? lEI comerciante no activa acaso, no extiende los circuitos del comercio, al suscitsr intercambios nuevos que al principio se consideran forzosamente inutiles e incluso desnaturalizados, y no suspende acaso, como el er6tico oriental, la emi· si6n, es decir el usc de los bienes que hace circular, unicamente en bene· fi cio de aquello que puede ponerlos en relaci6n , la energla monetaria , la energia como moneda? 8i se sigue esta descripci6n de la a utonomia del mediador (en este caso el dinero), pronto se encontrara, evidentemente, a HegeI,'2 la des· cripci6n que h acia en 1804 de la formaci6n de las Potenzen, de las Mitte, a partir de la inhibici6n (Ifemmung) del deseo. EI deseo en su inmedia· tez, dice Hegel, es destructor, su con sumaci6n aniquila siempre el objeto deseable y el sujeto deseantc, uno Yfotro como tales. Pa ra escapar a estc destino nihilista necesariamente inventa un termino medio entre el suje· to y el objeto. EI deseo sexual y las parejas se aniquilarian en el orgasmo S1 la in st1tuci6n de la familia (y del hijo) no viniera a relevar y reservar la fue rza que de otr o modo estaria destinada a la consunci6n. Del mi smo modo, la pulsi6n de denominaci6n, si se consumara tambien en la inmediatez de la expresi6n emotiva, no podria hacer otra cosa que desapare· cer sin resto en cada una de sus ocurrencias, incapaz de mantenerse de un in stan te al otro y no men os inca paz de reconocer el objeto designado por enunciaciones espor adicas: aqui tambien la Potenz del sistema do
signos de lenguaje, la lengua como instituei6n, viene a interponerse co· mo intermeruaria entre el emisor y la referencia. Lo mismo ocurre, final· mente, con el trabajo, en el cual el deseo productor se suprimirfa al mis· mo tiempo que destruiria toda su materia si Ia memoria del deseo·necesidad y la forma de la materia que se pone en juego contra la forma del objeto no se inscribier an ala vez en la Potenz de la herramienta. De est e modo, dice Hegel, la potencia simplemente nihilists del deseo se trabaria o disminuiria porque se habria instanciado sobre una Milte (un medio que se mantiene en la mitad: el hijo medio del amor, la palabra de 18 enunciaci6n, la herramienta del trabajo); y la instauraci6n de esta exige un retorno, ein Rackkehr), por el cual 18 fuerza que ha sido declarada destructiva invierte su curso, se desvia de su consumaci6n catastr6fica y se inhibe a1 fij arse en su medio mismo. Hegel emp1ea aqui el termino que despues empleara Fr eud: Hemmung, inhibici6n. Estamos tentados de decir que 10 que se describe en los exteriores de tal inhibici6n del deseo, en su potencia juzgada destructiva, es Ia capitali· zaci6n, Si el rfo abajo y el rio arriba del proceso de producci6n, que tam· bien es un proceso de "aniquiJamiento" de todas sus componentes, fuerza de trabajo, material, herramientas, pueden, no obstante, conservarse, lno es acaso gracias a una parecida inhibici6n de la pulsi6n destructiva en juego en la economia polftica? Y esta inhibici6n escinde (clive ] los objetos, cosas y hombres, que conserva, asf como la designaci6n escinde el objeto en su sign ificaci6n "intra" sistemica y en su representaci6n 0 percepci6n "extra" sistemica (sensible, fenomeno16gica, etc.); 0 como Ia familia desdobla la pareja en objeto libidinal y en c6nyuge dotado de poderes y derechos regulados. Cualquier ana1isis maT'Xista del desdoblamiento del trabajo en concreto y abstracto, del valor en valor de uso y valor de cambio, pertenece a la misma figura de aplastamiento de ]a potencia sobre el mewador y de su instauraci6n como Potenz. Figura de la alienaci6n tanto para Marx como para Hegel, mas aUa de que para el primero esta no estaria bien fundada por el segundo. Todo e] pensamiento diaJectico con su s dos grandes funciones de redoblamiento sobre la instancia mediadora y de desdoblamiento (Entzweiung, termino recurrente en los escritos del jo· ven Hegel) de las in stancias mediatizadas serin en rea1idad, desde el punto de la economia libidinal , un pensamiento de la inhibici6n. i.En que consiste, sin embargo, esta acci6n extr aiia de una inhibi· ci6n de la fuerza que se supone destructiva, de Ia que emanaria el poder mis mo? (Porque de 10 que se trata bajo e1 nombre de Potenz es cierta· mente del poder). Alii se encue ntran aglomeradas dos ideas por 10 me· nos. En primer lugar el poder es, como su nombre 10 indica, una potencia en el sentido de virLualidad operatoria, que no va sin una organizaci6n de los ocontecimientos en pasado y futuro y su conmensurabilidad 0 a] menos BU co·concebibilidad. En segundo lugar es correlativo de una in-
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11 Politico. 1,1257 a (trod. Tricot, rcvisada por Austin y Vidal-Nilquet, ECOlIomilJ1f ct 110' cieUs en Gnce ancienne, Armand Colin, 1972, pp. 189-190. Tr. csp. do Toolilo du LozoyM ECOllom(o y soeicd(1d en 10. Antigua Grecia, Bnroolonn, P nidos, 1986. 12 RcnlphilOlfOphifl/.
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hibici6n del deseo; el poder es deseo proyectado sabre un media 0 medium; perc es decir poco, como Marx sennla en 1843, puesto que en un pensarniento de la sfntesis todo puede seT medic; y asi todo es materia de pader. Serfa necesario decir entonces que el parler es del deseo en la medida en que se proyecta, simpiemente. (Y sin duda habria que concIuir igualmente aeerea del Yo [Moil en Freud: constituido de manera continua por duelos de objetos Y pOT vuelcos concomitantes, no es nada, no es esa "persona propian presuntamente previa sobre In cual vendria a vol. carse la pulsi6n, sino que es ese vucko inh ibici6n del objetivo pulsional. como senalaba Green en su estudio sobre eJ narcisiSffiO que no deja de producir el Yo [Moil como la instancia evanescente de su consumaci6n.) Estas dos ideas de orden de los acontecimientos (en el sentido matematico.en eJ que los tllrm inos son ordenados en un conjunto) y de inhibici6n del deseo se combinan por 10 tanto en la idea de Potenz 0 poder. La inhibici6n coi ncidirfn entonces con In abertura de la temporalidad que Freud llaman\ secundaria, con e1 desencadenamiento de ese tiempo que para Hegel es el concepto. Porque, a1 suspender su consumaci6n ("destructora", admitamoslo todavfa un instante), ella crearia una reserva 0 un dep6sito de cnergia al mismo tiempo que una falta que espera su hora para suprimirse. Esta espern nbril'fa el intervalo de un futuro, y se cargaria de la energia inhibida en un proceso acumulativo de retenci6n; asf se constituiria el orden cr6nico secundario. Como en el ejercito, la reserva es algo que puede ser vir de nuevo:13 ya ha servido si n haberse agotado en ese empleo precedente, y puede entrar en un proceso de uso para recomenzarlo 0 para proseguirlo. Pertenece a l pasado, ha pasado sus pruebas, puede volver a pasarlas, per tenece por 10 tanto a l futuro; pero, evidentemente, a un futuro igual a l pasado, que repite 10 mismo. Charles Malamoud muestra In importaneia que tiene la eategoria del resto tanto en la metaffsica vedica como en las practicas rituales de la a limentaci6n india: figura de la,.permanencia.H Esta reserva seria en eonsecuencia el poder como potencia l, como fuerza que se retiene en la descarga inmediata. (Y aqui, adem~s, podriamos establecer un paralelo con Freud, respeeto de la energia despiazable, /lolante, que Freud imagina desexualizada, es decir para el desinvestida, y mantenida en reserva bajo eJ control
del Yo [Moi]. Tanto como decir que toda disponibilidad -veremos su im~ pOI-tanci& para el funcionamiento de la moneda en el capital-, todo potencial pertenece a la instancia realista, Quier o decir: a la instancia Que detennina 10 que es realidad y 10 que no 10 es, exaetamente como en materia econ6mica s610 es realista la instancia del capital Ahora bien, esas masas flota ntcs de energia, si bien siempre pueden ser eontadas como reseTYa del Yo [Moil 0 del capital al ser vicio de Eros, puede suceder que tambien, imprevisiblemente, pasen al enemigo, al Ello, a las pulsiones parciales y a la mu erte por exceso; y tal es su capacidad de desplazarse: no limit8da a las funcio nes defens ivas que les asigna su amo, sino extendiendose hasLa negar a amenazar a este ultimo, como los pretorianos al emperador. La reserva de capital tambien puede lJegar a ser amenazante, y no en raz6n de una dialectica cualquiera. Pero me estoy anticipando ... ) iQue seria entonces el crldilo en la perspectiva de Hegel? No la monstruosa infinitud que Arist6teles entreve con la peor aprehensi6n, sino una regulaci6n inhibidora del deseo, que incluye reserva y puesta de nuevo en circu1aci6n de estas cantidades energelicas. La pregunta impllcita en el usc del credito es saber en que consiste eX8ctamente 10 que el aereedor adelanta a l que piJe presta do. Por ejemplo: ique adelanta el banquero en la operaci6n D.M.D? 8i se considera esta ultima no como el hecho de un indivirluo sino como un modo de funcionamiento econ6m ico libidinal, el capital financiero prestarfa restos energeticos retenidos antes del uencimiento que el capita l financiero prestaria. Y 10 que retendria en el transcurso de la operaci6n bajo el nombre de interes como diferencia entre D2 y D1 no seria m~s que el resultado de la sustracci6n que el deudor no pod r~ dejar de hacer a su vez, durante el tiempo de Teembolso, sobre su propio gasto energetico. E I presLamo con interes seria, por 10 tanto, s610 un adelanto actual de un suplemento de energia normal mente disponible mas tarde. Diremos entonces que 10 que da cre~ dito y a usted Ie da salven cia es su capacidad de inhibici6n prolongada; eJ prestnmista apuesta (y de hecho usted se ve forzado a aceptarlo) sobl'e la negatividad de segundo grado, negaci6n de negaci6n, potencia de hacer retroceder su semen que usted ejerce. Pero, siempre segUn Hegel, ningOn riesgo de mala in ft nilud en esta euesti6n; por el eon trar10, fecundidad de la reserva y relevo. Si el comercian te de dinero Ie presta hoy en dia 100 y Ie retiene 15 unidades de valor durante nanos, es s610 porque tiene poder de anticipar una formac i6n del capital (de energin reservada) que no dejar~ de producirse en el sitio de paso que ustedes eonstituyen. La teoda marxisla del origen de la plusvalia no es diferente de aqueIla: S1 la fuerza de trabajo puede se r la fue nte de un supleme nto, es porque e lla puede eostarle menos energia a su propietario, el t rabajador, quo la que c1ispe nsa a su com pradoI', 01 patr6n. iY pOl' que h abria de serlo do otro modo si no 08 cn raz6n de que el primero es Capaz de inh ibir,
13 "Ln. derensn opcraliva del tc~rilorio. dcs<:ansa sohrc el cmplaZllmiento rnpido de uni. dndes rclflonalcs homog~ neas . i.Qul~n, meJOr que vosolros, prcgu nLa R. Galley a los congrcsistns de In Union nndenal de olicio.lcs de rcserva, puede nscgurar In defensa de un sedor gcogTd.lico y de una poblati6n que uslcdeB conoccn pcrrectamentc? i.Qui~n mejor que usLedes podrfn provccr do cundros n una u nidnd de rcscrvistns en un rcclutamiento locaL.?: Se trala, 10 han adivinado, do formular la "policlo de los movimientos esponllinoos" (Forces armies (rr",~ojses,ju nio de 1973, cilndo on cl documenlo de G. Dupin). l~ Obscrvnciones sobrc 10. noci6n de "Testo· en cl bl'ohmnniH1ll0, Wiclltsr Zcitschri(t (IIr C/i8 Kunde SOdolliens, XV I, 1972. ,
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al menos durante un tiempo, su gasto "improductivo" en energi'a (su consumo y el resto.. .), y eJ segundo de activar. tarnbi~n por un tiempo, el gasto productiv~ del primero? 'Thdo 10 que se gana en el tiempo y ellugar de la producci6n lno ha sido acaso sush-aida 811ugar y al tiernpo de "1a vida", gracias a una terrible inhibici6n? Y si se puede demostrar que ~.sta no es solamente cuesti6n de los amos sino que es necesario tambien que sea deseada por los proletarios, como Reich 10 hace en la ocasi6n (y 0080tr05 mismos), a los ojos del begelianismo eso no sena un descubrimiento demasiado importante porque no se trataria de saber qui~n reprime, sino c6mo puede eso inhibirse. La debilidad de semejante amilisis salta a los ojos: si cualquier interes no es mils que un adelanto de resto energetico 8 futuro que se obtiene por inhibici6n, y si se supone un sistema cerrado de energias, seTti necesario que el capital no pueda de ninguna manera crecer, sino que -mediante el juego del interes y del beneficio-- s610 permita pasar a las manos de los acreedores cantidades energeticas repartidas primero al azar 0 en pie de igualdad en una imaginaria comunidad primitiva, sin que aumente la c.antidad total del sistema en potencia. 8i el suplemento que se pone en circulaci6n esUl ail! ya a su manera, si basta con suspender la consumaci6n del deseo para despejar nuevas fuentes energeticas, es porque estas se originan en el ahorro, ya sea obHgado 0 espontaneo. EI comerciante de Arist6teles, por ejemplo, llamemosle (0), al sacarle a Sll comprador (e) mas de 10 que el mismo paga a su vendedor (v) obliga a1 primero a reducir u]teriormente sus compras (0 sea su participaci6n en los circuitos econ6micos) para poder restablecer el equilibrio (que se supone con stante) de sus entradas y salidas. A menos que (e) tenga 18 oportunidad de hacer a su vez como e] comerciante (0) y recupere, ests vex como vendedor, sobre un comprad6r eventual, una parte 0 la totalidad de Jas energias de las que ha privado a su vendedor precedente (0). Pero, 5i el sistema es cerrado, el compr,ador en cuesti6n no es otro (a termino) que (v), el cual ya ha deducido su in teres en la primera transacci6n con el comerciante (0), de manera que el retiro de un suplemento energetico de (e) sobre (v) compensa el que (v) habia hecho sobre (0), y el sistema estara sin duda en equilibrio, pero no en expansi6n. o bien el ahorro es verdaderamente un ahorro, 10 que implica la tesis de la inhibici6n, a condici6n de que se la complete con la de una cantidad finita de riqueza libidinal ; 0 bien de 10 que se tratarla, bajo el nombre de ahorro, serfa en realidad de la introducci6n de cantidades nuevas de cnergia en el sistema, pero 10 importante entonces serfa que el sistema no este ais]ado, que encuentre su suplemento de riqueza no por inhibiciOn interna, sino por expansiOn externa, por expropiaci6n de fuerzos cnergcticas "exteriores". En esta segunda hipOtesis, 01 goce, 0 major dicho 1a intcnsidad, no estario alojada M cate misterioso bucle metante el
cual, al borde de la emisi6n, los dedos de la mana izquierda presionan ~I canal seminal para hacer retroceder el esperma en una costosa media vuelta 0 al menos no estarla exclusivamente alojado alii, sin que se pueda afi~ar que esta Iocalizaci6n t.enga algo que ver con la intensific.aci6n. Pero seria mucho m~s esencial reconocer, ante todo, el hecho de la irritati6n que suseita Ia er6tica 0 la crematistica "contra natura" en los dep6sitos de energia situados inicialmente al abrigo del sistema: estratos de Yin que duermen en los receptSculos de la femineidad, que vienen a sublevar las tareas de la er6tica masculina; masas de energias naturales (carb6n, agua, petr6leo, nuc1eos) 0 humanas (artesanos, campesinos SiD trabajo), que dormitaban en los alrededores del capital y de las que este viene a apoderarse para explotarlas. Entonces las intensidade5 de las que es capaz el capitalismo no esUln exclusivamente asociadas a la inhi· bici6n 0 a Ja reserva, sino necesariamente a 10 conquista y a Ia agitaci6n. En dcfinitiva es una ingenuidad 0 una perfidia creer que porque retorna sobre si mismo y se suspende, el deseo nbre el espacio de una reserva con la que es posible librar tetras de cambio a condici6n de reconstituir esta reserva a medida que se reembolsa (intereses). 8i el deseo es, como cree Hegel, puramente destructor,lPor que el incremento de su potentia negativa trocaria la naturaleza de sus efectos? lQue es por]o tanto 10 que se inhibe en et movimiento pulsional para dar lugar a la instancia-engano del Yo-Historia-Cap ital? lEsa es la potencia destructiva? ~~ es simp]emente su potencia, su fuerza? lQue es 10 que se toma de la bbldo y se constituye como instancia? lPor que la m~sm.a fuerza que se ~iri ge hacia su "objetivo", a su expansi6n, seria amqUlladora, destrucbva, mala y se volveria buena por el hecho de dar media vuelta, de retom~r sobre si misma y tomarse por objeto, de detenerse y amarse, de deveOlr reflexiva y tautol6gies? 8i ustedes aceptan esta idea del retorno institutivo de la instancia realista, entonces recojan junto con ella todo el plato: nismo de Hegel, por 10 tanto su cristianismo, su nihilismo. Puesto ~ue Sl de nihilismo 5e trata, ha llegado el momento de decirlo, no 10 hay clertamente en la potencia expansiva del deseo, la cual, muy lejos de destruir los polos contra los cusles era de supener que se tendia, no deja de inventar pedazos del patchwork que inviste de manera efimera. No, el nihilismo estS todo por entero en la idea de que el bien, 10 serio y la verdad, es 18 disminuci6n, el Rilckkehr, y la instituci6n de la Potenz; en la idea de que la inhibici6n cambia la naturaleza y los alcsnces de las fuerzas que la padecen, y que los cambia para mejor. Toda economia politics que se construya sobre esto serB. identica a las filosofias de la conciencia y sa apoyara en la siniestra "potencis de 10 negativo". Pues ~ien, Is cu~s ti6n del capital consiste en saber cOmo el deseo como potencla afirmabva se vuclve reserva e in stituciOn .
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LA MONEDA DE CREDITO EN SU USO REPRODUCTIVO
El adelanto del capitB l-moneda no es una simple puesta en circu]aci6n anticipada de reserves energ6ticas a reconstituir posteriormente mediante ahorro: disimula dos funciones libidinales casi incompatibles, una de acumulaci6n ampliada, la otra de pillaje; pero una y la otra de conquista, captura y apropiacion de pedazos inauditos del patchwork. Par el hecho de que estas dos funciones eshi.n en conjunto disimuladas en la moneda de credito, es imposible recubrir Ia acepcion de los dos ceros y la de I ~s dos monedas, como S1 se dijera por ejemplo que al cero de la anulaci6n central, de la circunversi6n negociadora, Ie corresponde ]a moneda de cuenta y de pago (y e] poder regulador de los ciclos), y que la moneda de credito implica por su lado el otro cero, aqueJ que, lanzado bajo la forma de adelanto (lode que?) sobre el circuito mismo de los intercambios, permitirfa hacer crecer su extensi6n. La moneda de credito implica de hecho tanto el cero con table como el cero acreedor, y s610 en ocasi6n de desajustes singulares, imprevisibles - las "crisis", que son como ataques hist~ricos- se puede discernir dos usos del crlidito: uno de reproducci6n y el otro de celos. Hay que ver que no se trata de dos monedas y dos funciones, sino de dos monedas y de tres funciones: el cero regulador no descansa s610 sabre los intercambios de un sistema homeostatico, estt1. ademas presente en este adelanto de capital que permite la reproducci6n ampliada; dicho de otro modo, la moneda de cr~d ito debe ser cunsiderada tambi6n como una moneda de pago que regula un regimen de crecimiento, y, final mente, esta misma moneda de credito puede, por el contrario, resultar un desregulador mayor de todos los circwtos capitali stas. Por 10 tanto, dos monedas: de pago, de credito; tres funciones: la homeostasis, el equilibrio dinamico, el desequilibrio. Acerca de la moneda de pago Arist6teles 10 ha clicho todo. Pero, lque ocurre con ella cuando ese pago se hace ell regimen de crecimiento? Los marxistas conocen esta cuesti6n bajo el nombre de realizacion de la plusvalia. 8i hay crecimiento es porque se introduce en el sistema un suplemento de energia (de cualquier fndole que sea, pero siempre bajo la forma de mercancia) en cada cido . Ahora bien, lcomo puede un sistema regu.lado por el unico axioma de la perecuaci6n virtual de los t~r minos que alli circulan (0, si se prefiere, de su anulaci6n, en principio siempre posible, en una contabilidad general), como puede, sin desajustarse, introducir en su sene terminos nuevas (mercancfas) que no tenchion su cont,·opartida monetaria? Pregunta que resulta familiar a los oconorni atas. 2r17
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He aqui 10 que a nosotros, libidinales, nos sugiere nuestra imaginaci6n: en primer Iugar invertir el problema, es decir no partir de 18 producci6n del beneficio, sino de 18 banea y del inter~sj comprender que si el em,presario puede efectivamente capturar (y posteriormente poner en circuito como mercancfas) fragmentos de zonas energeticas hasta ese momen to intocadas es porque pa ra el es licito gas tar antes de ganar (compTsr los medios de esta captura antes de vender sus productos); compr ender que no es esencia l, desde nuestro punto de vista, que se dinja mAs bien al financiamiento de 18 banca 0 mas bien 81 autofinancia miento, puesto que para el sistema 18 Unica cuesti6n es 18 siguiente: i,C6mo se pueden compTar los medias de 18 empresa siendo que la soja vents de los productos podra proveer su equivalente en moneda? Problema de tiempo ciclieo, repetitivo: el credito es sirnplemente la constituci6n prematura, bajo la forma de med ios disponibles, de la riqueza que s6lo se dara a posteriori en productos de la empresa. No hay que confundir esta funci6n de Ia moneda de erlidito con aquella Que sugerfa Keynes en la Thor{a general... Keynes se referfa a un sistema cuyos medios de producci6n, yo d:ldos, est.ahan solarnente vaca nt.es como consecuencia de la crisis de los anos 30. Su pl'oyecto era por 10 tanto una recuperaci6n. Pero nosotros nos preguntarnos c6mo se hace en periodos de expansi6n la conquista y la puesta en circulaci6n de nuevas unidades energeticas: 0 sea la creaci6n del capital Pues bien, ella no puede hacerse si n pasar pOl' In fonnn moneda, y sin empl earla en un uso especifico, que serfa una preduplicaci6n 0 preplicaci6n del sistema pOl' SI mismo. EJ prestamista Ie adela nta a1 prestatario algo que ni uno ni el otr o ni nadie en el sistema puede tener, pOl' hip6tesis, 0 sea un suplemento de medios. Este suplemento s610 se dara en el sistema si la empresa tiene exito, y gracias a ella. EI credito es el adelanto de esta riqueza que no existe, pr ecisamente para que exista. EI siste ma se h aee a sf mismo un adelanto, este ade lanto es un adelanto de nada si se piensa en tenn~nos de mercancfas; es un adelanto liso y llano, 0 sea un credito de tiempo. Pero un credito de tiernpo no t.iene en el nivel del sistema ninglin signo asignable: tendria uno si se admitiera que existe un reloj c6smieo en cuyo h orario el tiempo del sistema fu era con mensurable. Este patr6n puede tener una significaci6n cuando el adelanto es el que h ace un terrateniente , pOl' ejemplo, en semilla, a su . pe6n, porque gravitan\ sobre los productos del ano siguiente y por que el cicio del ailo no esta determinado pOl' el sistema de la producci6n agricola misma sino por el de las estaciones, que es un reloj independiente. Pero tal no es el caso de una producci6n Hamada secundaria y terciaria desarrollada, cuyo anclaje en el tiempo c6smico casi no exlste. En este caso, el credito de tiempo es solamente un proceso de regulaci6n expan siva, un acto arbitrario mediante cl cual se libera el poder in cluir
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nuevas energias en el sistema. La capacidad de liberal' tales poderes con stituye el poder de todos los poderes. No obstante, esta capacidad esbi en sf misrna subordin ada a la condici6n de producci6n; el acreedor dice al d eudor~ hay aqui una suma D, con la cual usted producini M, 0 sea terminos que entrar an en el sistema y encontrarlin alIi evidentemente (puesto que D ya h abrli sido di stribuida) su equivalente monetario. Se hace necesario producir. Es por eso que las propiedades de estos creditos no son cualesquiera: mediano 0 largo plazo, forzamiento de inversiones, tasa de interes inrlexada sobre la tasa de ganancia promedio. Estamos muy lejos del kapelikon, en el que el prestamo se hace a un plazo muy corto 0 incluso a la vista, en el que la tasa de interes parece extremadamente flotante, y en el que n o existe ninguna obligaci6n de producir impuesta pOl' el prestamista a l prestata· rio. Producir signifiea en este caso, precisamente, extender Ia reproduccion, h acer pasar el capital sobre regiones energeticas intactas, transformar en mercancias "objetos" que no 10 eran, emprender. Entonces, es un adela nto de nada, perc no para nada. Este sup lementa de energia que se aeuerda bajo 18 forma de prestarno dp. dinero debe anularse a realizarse (como se quiera, en este caso es la misma cosa) bajo la forma de mercancfas suplementaria s. Es asI que vemos que la moneda de credito utilizada de esta manera (productiva) continua operando como moneda de pago, como cero anulador, como instancia de la reproducci6n: simplemente, se trata de un a reproducci6n ampliada, la unidad de referencia no es con stante sino en creeimiento. Pcr mas que su uso este limitado por la (re)producci6n, el credito no contiene ninguna peligrosa infi nitud, en el sentido en que temia Arist6teles. En el fondo, la moneda opera aquf s610 como signa de otra cosa, signa del capital industrial 0 comercial invertido. Ena no es en si misma su fin ni su limite: estos no son las merconcias nuevas que vendran a intercambiarse can eUa al final del cicio. La irrealidad del adelanto es pOl' 10 tanto provisoria (provisional), se cambiarli por la buena "realidad" de las mercancias. POl' supuesto, estas no son a su vez mas que medios, y es bien sabido que pa· ra el capital s610 hay medios, medios de reproducirse en erecimiento. Pero es justamente esta funci6n retributiva, funci6n de signo, 10 que confiere estatuto de realidad en el sistema a cualquier cosa que uno quiera. La nada que adelanta 1a banca al empresario es una realidad porque sera intercambiada pOl' mercancias. Al h acer adelan to de nada, la moneda de credito no hace en suma mas que realizar la naturaleza del signa en un sistema, que no es otra que la de remitir, sin fin, a otros signos. En cuanto a la temporalidad que se pone en juego en este adelanto, es e1 tiempo de la roproducci6n, el cual en el fondo es aCl'6nico como el ticmpo de Ins estructuras. Ciert.omente, la cantidad de elementos en juego en (' I sistema no es constonto y, POl' consiguicnte, no podremos en con-
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tUT todas sus combinaciones posibles identicas a sf mismas de un cicio 01 otro. B. Russell necesita de una h istoria rigurQsamente ciclica para poder decir que "et estado ulterior es numericamente identico al anterior", Que "no podemos afirmar Que este estado se produce dos veces, pues eso impli carfa un sistema crono16gico", pero habria que enunciar mds bien esUl historia de 18 siguiente ma nera: "Consideremos el conjunto de todas Jas ci rcunstancias contemporaneas de una circunstancia determinoda; en ciertos casos, et conjunto por entero se precede a sf mismo".I ~ La historia del capital en crecimiento es 8610 am1.loga a sf misma: las nuevas mercanc!as que se introducen en el momento del cicIo n + 1 son a 10 moncds ade la ntada 10 que eran las del ciclo n a In moneda entonces en circulaci6n. EI credito en su uso (re)pr oductivo descansa en esta analogfa: el futuro que abre no es diferentc del pasado. Uno y otro son en principio identicos, es por eso mi smo que son r eversibles y es por eso que el acreedor puede compr8r futuro.
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115 An Inqlliry into Meanin8 (md 1l-uth, 1940, p.102; citlldo por Borgell a n "Et Tiompo ci rcul nr", fli /itorill c/ll la clcr"i(/od.
LA MONEDA DE CREDITO EN SU USO ESPECULATIVO: 1921
No existen "especuladores", gente mala que perpetra crimenes sobre las espaldas de los honestos gerentes del capital. El capital moneda es susceptible, a cada in stante, de un uso que s610 es ajeno 0 inesperado si uno se obstina, como los economistas, en no ver en el capital mas que su funci6n reproductiva, Pero existe el mercantilismo. Marx se ve obligado, para establecer In f6rmula general del capital , a proceder en primer lugar al anali sis de la moneda y a imaginar el sistema mercantil como una etapa indispensable en la formaci6n del capitalismo propiamente dicho. E I mercantilismo es en efecto constitutivo del capitalismo, pero no es su "etapa" formadora; alojado en In reproducci6n y definida su in stancia sobre su condici6n misma, 18 forma moneda, es una potencia de intensidades. El m ercantilisrno no es un sistema, cuanto mas seria un antisisterna incapaz como 10 es de mantenerse puesto que conll eva la muerte por ag~tamiento del cuerpo que explolll. Pero, ademas, es mas bien u~a virtualidad de conquista por rapii'la y disipaci6n, probablemente slempre presente en las organ izaciones econ6micas, pero que en este caso logra .Ia importancia de sus efectos par el hecho de que los celos (que son el mlS· rno) se ejercen ali i sobre la rnoneda, momento indispensable en Ins metamorfosis del capital y de que pueda, en consecuencia, alterar gravemente 18 circulaci6n de cste tiltimo. La especulaci6n es el mercantilismo en el capitalism o: persigue respecte del capital moneda la misma clase de intensidad que Colbert y Luis XIV obt.enian de Ia moneda metalica. Es i011ti l querer inducir los "picos de fiebre especulativa", como dieen los historiadores y los economistas, a partir del estado general de la economfa. Se ha podido imaginar que cunndo 18 incitaci6n a invertir se vuelve insuficiente el capita l se lanza a una vfa e n la que las tasas de inter~s prometido son mucho mds elevadas que cn la producci6n . Pero esta deseripci6n Tazonable ign ora todo de 18 difereneia libidinal que impli ea este desplaza miento de los capitales. La Bolsa no es entences la mejor inversi6n; no es de ningtin modo una inversi6n: es un terreno de guerra y de conqui sta por compra y venta. La moneda muy sofisticada con la que se haee alii negocio no se emplea para producir, sino para compr ar. Aunque este en juego una gran cantidad de fuerzas de destrucci6n en la historia, no son eli as, 0 no son nccesariament.e ell as, las que produ· cen In guerra. 16 La producci6n de 18 guerra es una produeci6n de guerra, to
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~As.pacffica! la muerte en la acumulaci6n de Is riqueza. No se puede oi slqwera ~eclr que el destino del capital sea conducir, pOl' su proceso de acumulacl6n, a 18 ruina de las sociedades. Esto no es seguro ests diaMctics es muy religiosa tanto respecto de 18 esperanza como dei temor de la catastrofe que promete. Asf como las pulsiones de muerte se disimulan en las de 18 vida, las fuerzas destructivas no son discernibles de las de Is produc~i6n. Y,asf como la funci6n litiea 0 letal no pertenece a ninguna mstanCla puIslOnal, no se podrfa tam poco decir Que is especulaci6n sea ~ortifera y l~ producci6n er6tica; Is inversa no es menos verificable. Lo Importante sm embargo no es maravil1srse de esta ambivalencia sino mtis bien advertir c6 mo se desliza 01 goce 0 intensidad de la reprod~cci6n hacia eI pil1aje. lAcaso 01 mercsntilismo es otra cosa que una politica del kapMihon elevada a la esca la del Estado? La infinitud de una crematfstica de la mon 7da, que tanto teme Arist6teles, no es ni puede ser una propiedad del capital en su uso reproductivo, el cual esta Iimitado por el cero de la anulaci6n. La infinitud del crecimicnto capitalista no implica por Sl misrna nada de aterrador ni de mortal puesto que esU1. regulada en principio sobre una mercanci's-patr6n. 8i sucediera que no se regulara seria en particular por el mercsntilismo, por un uso del capital del qU~ se podra ~erfectamente de~ir que no es "en verdad capitalista", porque se tiene Is Imagen de, un capita l que se:la es.encialmente modo de (re)producci6n, y que 10 sen a perfectamente Sl el pillnje de Jas riquezas que JIegs a hacer pe~jgrar la supcrvivencia del "cuerpo social n (tal como Is reproducci6n 10 eXlge) formar~ parte de las impulsiones activas -y quiz6..s indispensables- en el s istema. En el mercantilismo de los siglos xvn y xvm, se produce para vender y se vende para incrementar la cantidad de moneda. Hasta alii, nada mas capitalists; pero 10 menos capitalista seria 10 siguiente: esta cantidad de moneda es, sustancialmente, la riqueza que se pretender acumular (y gastar). I Tal es la desmesura, la falta de limites, que no es capital 10 que se acumula, algo que seria puesto en circulaci6n segUn las reglns de los ciclos y de las anuJaciones. Se acumula cantidades de metalico que constituyen tesoro de guerra y tesoro suntuario; al hacerlo asf se las sustrae a l~s ciclos y a la medida de los intercambios y se bloquea 10 que en principIO asegura la reproducci6n. La infinitud "mala" es propia de ese pillaje, que .no devuelve nada de 10 que toma, que no puede sino conducir al agotamlento del cuerpo reproductivo. Atesoramiento consuntivo que crea cntre una parte y la otra de ese "cuerpon una desiguaJdad cada vez mod.s aplas~n.te. de las riquezas: al crear entre un pedazo y eJ otro del patchwork libidinal celos cada vez mas rencorosos respecto de las intensid8dos. to infinitud de Arist6teles, si para el es mortifer8, es porque ese Cllorpo '111ft III IUOTCflnt.iJiHmo explota es finito y porquc un proces,de dis-
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paridad creciente entre partes del cuerpo harfa estallar este Ultimo: lu koinonia no puede soportar una fuerte diferencia de potencial entre sus 6rganos. Consideremos la crisis de 1929: alii se ve en gran tsmai'lo la mod.quina mercantil Que poderosas impulsiones de pillaje se produzcan de una punta a otra, que en el capital se ponga de manifiesto la desmesura de 10 que no tiene contrapartida: ese es el acontecimiento, ese es su caracter afirmativo. Lo mismo serfa valido respecto del acontecimiento mJis parecido, la especulaci6n sobre los cambios, que hoy en dia perturba eI funcionamiento del capitalismo mundial Para este, los datos no estan establecidos. La crisis del 29 por el contrario es actualmente una especie de grueso microscopio para deslizar el ojo en la libido del capital. Se advierte alii facilmente la duplicidad pulsional del uso de la moneda: inversi6n, especulaci6n; y del tiempo: iterativo-unico, puntual-multiple; y de la moneda misma: medio, tesoro y, por consiguiente, intensidad: acumulaci6n por retribuci6n, disipaci6n. Las dos incandescencias coexisten, s610 se las puede discernir por sus efectos, cada una vale en diferentes regiones, el mismo capital moneda opera en dos espacios-tiempos heterogeneos e indecidibles, colocados uno al lado del otro, pero en el mismo lugar: neben. Noporque el funcionamiento del capital reproductivo se haya vuelto imposible 0 dificil se pondrfa en marcha su funcionamiento especulativo: pero ique seria esa imposibilidad? lCuando no seria mas posible la reproducci6n de un sistema? Decir eso seria intentar tornar tragico a poco costa e inscribir en un destino diaJectico 10 que ha sido y es un episodio singula r, un acontecimiento: si este es prueba de algo 10 es de la dltplicidad de los signos econ6micos, aun de los mas abstractos y, parece ser, de los mas inocentes a los ojos del economists. La crisis del 29 demu ... stra que el presunto "cuerpo" social -de hecho los miles de jirones de patchwork unificados en principio bajo la ley capital paranoica de la reproducci6n- puede deshebrarse, deshuesarse y desaparecer en un cocido durante mucho tiempo (hasta 1950-1955, 0 sea un cuarto de siglo contado segUn el reloj de la Weltgeschichte), y de manera atroz (millones y millones de muertos, miles de minas), sin otra "raz6n" que las furiosas impulsiones celosas que a partir de la primera guerra mundial no cesan de traba;ar en el uso del capital en el sentido de la crematistica temida por Arist6teles. Despues de 1914, 10 que se llama el mercado mundial, 0 sea el "cuerpo" que el capitalismo intenta continuamente darse, ests muy alejado de su ideal organico. EI desequilibrio comercial entre Europa y los Estados Unidos es pesado: 11.000 millones de d61ares de excedente comercial para los Eslndos Unidos en 1922. Aqui viene a operar la moneda de credito en su funci6n en principio reproductiva: prestamos y crerlitos son acordndoB por los Estados Unidos, durante la guerra, a los Estados
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oliados, par n defender el valor exterior de su moneda: estos d61ares lea permiten vol veT a compr nr su propia moneda d~sva l orizndn que Ins Bolsas negocion por doquier a In venta, por d6lares u oro; y, despu~s de In guerr a, a los Estados surgidos de los Imperios centrales, para sostener las monedas nacionales golpeadas poT 18 innaci6n: 10 destrucci6n de los medios de reproducci6n de Europa central conduce a esos Estados a multiplicnr los signos m onetarios para hacer frente a sus pagos y para incentivar In recuperaci6n. Por su lado, las empresas europeas uliliz8n para sus tOmpT8S en los Estados Unidos las faci lidades de crMito que les ofrecen las sociedades industriales y comerciales estadounidenses. i,Qu6 sucede entonces en 1921? Un tipo de crisis que nnticipa en ciertos aspectos Ia del 29. Los prestamistas norteamericanos viene n a presentar con descuento las letras de cambio de sus client.es europeos; el Sistema fede r al de reserva, instituto de emisi6n, se las compra; por 10 tanto tiene que liber ar popel moneda como contrapartida de las letras descontodas. Es as! que desde junio de 1918 h asta diciembre de 1920 el valor de In cmtera cornercial del Sistema federal de r cserva paso de 435 a 1.578 millones de d6Ia res. Paralelamente, el porcentoje de las existe n ~ cias en oro caei a comienzos de 1921 es del 42,4%, cunndo el mini mo legal es entonces del 40%.17 La inflaci6n europea corre el riesgo de propagorse a los Estados Unidos, EI F.R.S. toma entonces una medida t~cnico en delin itivo modesto: eleva su tasa de descuento al 6% y luego al 7%. Los cr~ditos comercia les disminuyen entonces (a partir de junio de 1921) hasta el punto de que el valor de la cartera comercial del F,R.S. vuelve s caer a 659 en dicie mbre de 1921, y a 294 en junio de 1922. Por 10 tanto, simple medidn de estabilizaci6n del d6lar. Pero eso basta para desequilibrar de nuevo, y de manera grave, 10 distribuci6n de las fuerzas sobre el "'cuerpo" del capital. La restricci6n de creditos comerciales scarrea (ihe aqui causos y efectos!) una caida del volumen de las exportaciones norteoJTlericanas y fina l mente de los precios mundiales, 10 que, a su vez, desalienta cualquier inversi6n a mediano 0 largo plazo. La inflaci6n va a tomar en Europa el sesgo que conocemos: el marco-oro vale 17 marcos-papel en diciembre de 1920, 46 en diciembre de 1921, 1.778 e n diciembre de 1922, 45.000 en junio de 1923, 1. 000.000 en agosto de 1923. l Hay algo que explicar en todo eso? No es asunto del economi sta libidi nal. Consideremos dos cosas importantes: la primera es que al encontrarse los Estados Unidos en posici6n de haber agotado In r iqueza de una par te de Europa (centro y este), esta corre hacia su muerte orgd nica nl no poder insta ncia r sus intercambios sobre In base de u na u nidad de
r eferencia estable, el oro 0 el d6lar (que en esa ~poca es tambi~n indexado sobre el oro). Keynes describe como libidinal 10 que los economistas Ilaman hip6critnmente "rapidez de circulaci6n" : "En Moscll, en cier to momento, el deseo de no conservsr ninguna moneda por poco tiempo que fuera, alcanz6 u na scuidad increible. 8i un abar rotero vendia una libra de queso, se embolsaba los r ublos que acababa de recibir y corria 10 mas rapido que sus pier nas se 10 permitian al Mercado central para reconstituir su reserva, cambiando sus rublos por queso, a menos que hubiesen perdido su valor antes de que tuviera tiempo de lIegar",18 Schacht hace notar a este prop6sito que la palabra alemana par a e] valor monetario, 0 sea el titulo 0 tenor de una moneda en patr6n (por ejemplo en oro). es Wahrung, -wahren significa durar-. Y J. N~r~ observa: "La desopar ici6n de la dur aci6n desajusta los cerebros y los nervios de los h ombr es".1 9 A decir ver dnd , el aharrotero de Moscu con su desajuste ests en busca de un a regIa permanente, que es el queso: su perecibilidad es me~ nor que In del pape]-moneda. Lo fascinante de esta crisis de 1929 es que entramos en ese mom en to en otro tiempo, vertiginoso, en el que hay tan~ to tiempo como intercambios, muy parecido en esto a nuestro laberinto. Es un tiempo de la fuga en el que, durante cada transacci6n, aquel de los intercambistas a quien Ie toca el papel-moneda corre a desembarazarse de el, no para poder abordar una transacci6n u lterior en la misma posici6n mejorada, la del vendedor, que es por el contrario maldita, sino con la esperanza de constitui r una reserva (de quesos) y de restablecer una unidad de refer encia independiente de la moneda, y que podna valer co~ mo una buena moneda, Habr fa que imaginar cada encuentro del quesero con los rublos como un aconlecimienlo insoporlable del que huye, e im9ginar que su h uida no deja nunea de aportnrle mas lejos nuevos billetes, aun mas bil1etes. Y. de una hu ida a otra, no hay continuidad. De un mont6n de billetes al otro, tampoco hay identidod, ni siquiera la simple diferencia cuantitativa. Cada "intercambio" constituye un acontecimiento, inaugura una especie de nventura en la que esta en juego la muerte, No es solam ente e] poder de cr6dito 10 que detiene en principio 18 moneda abolida en esos laberin tos, sino ta mbi6n su poder de pago, pues la hu:da a nte la moneda nos recuerda , por la enl oquecedor a restr icci6n de las demoras, que el segundo poder en si mismo es un caso del pri mer o: el comprador, al pagar, no h ace mas que dar al benefi cinr io un crectito de valor sobre la ri queza gener al, 0 sea sobre un tercero. EI alza de In tasa de descuento en Wash ington produce en Moscu ese ver tigo, la trans-
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17 Thdu ellA.
inronnllCionCl (y mucho mas que ellllB) ha n sido t.o mllda8 e n pr(\slllmo dollibro do J tlcqUCl N6r6, La. crixde 1929, Armand Colin, 1971.
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18 J.M. Keynes, La RI{wme mOIl/loire, lr. rr., Parit, 1924, p. 64, noll!; cilndo porN~re, pp.29.:iO. 19 Ibid., p. 30.
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formaci6n de D.M.D. en M.DA, un abarrotero que s610 quiere queso y no quieTe dinero y que por 10 tanto no invierte mas el cr6dito y et tiempo de crMito implicados en el papel-moneda. Yugu1aci6n mortal en un 6rgano parcial del cuerpo del negocio. Es posible imaginar el equivaJente de este desorden en el campo del lenguaje: Is amnesia de un microlbico, sin iT mas lejos; este es una red semantics que garantiza un patr6n de sentido a traves de la multiplicidad de las enunciaciones. 0 sea por ejemplo el Uixico de los nombres de coloTes; Gelb y Goldstein, describen su amnesia, comentada por Cassirer y Merleau Ponty.20 Este escribe: "Nosotros podemos obt.ener una experieocio de este tipo (amnesics) si nos colocamos frente a un mont6n de muestras con una actitud de percepci6n pasiva: los colores id~nticos se juntan bajo nuestra mirada, pero los colores solamente parecidos no aoudan entre sf mits que relaciones inciertas", Y Gelb y Goldstein: "EI mont6n parece inestable, se mueve, verificamos un cambio incesante, una suerte de lucha entre varios agrupamientos posibles de colores se· gUn diferentes puntos de vista". Cassirer comenta: no hay, para el am· n~sico, un Icnguaje un ico de oolores sino varios lenguajes, tantos como experiencins cromiiticas, "cada impresi6n sensible es afectada por un vector de senti do, pero estos vectores ya no tienen direcci6n comtin, no se orientan miis hacia centros principales determinados, sino que divergen mucho miis que en 10 normal", No ya un clrcuio, el roset6n de los colores, sino muchos pequenos drculos sin que ninguno se comunique con el otro. Segundu cosa a observar: quiZlis allf hay el dolor de una amnesia incompleta, que conserva la hueUa de una exigencia unitaria, igual a la del quesero ruso, Se diTia que uno est.ii leyendo, en estos protocolos de experiencias, los efectos de la politica de Colbert sobre sus "clientes", Pues ese mismo vt'irtigo, bajo eJ nombre de innaci6n, atacn necesariamente las partes del "cuerpo" de las riquezas que habrii sido privado de oro, aunque fuera de manera muy il)directa (en 1921, por intermedio del d6lar), Amnesia de oro. Es en la medida en que el d61ar se defiende, es decir se trata a si mismo como In riqueza, Que con dena a Europa central al desierto de los laberintos. Por supuesto, et F.R.S. no es Luis XlV, la reserva de oro de Fort Knox no estii destinada en principio a financiar las fiestas de una corte, y In medidn de numentar las tasas de descuento no es un acto de beligerancia abierto, sino tambi~n de salvaguarda general: en pocas palabras, estamos ya en el capitalismo, no en la pritctica de estado mercantil. No obstante, vemos 10 siguiente, que es la hip6tesis misma de cualquier mercantilismo: que la riqueza que se ha despJazado hacia los bancos norteamericanos ha sido sustrafda al capital europeo, que la cantidad del
numerario que circula en Occidente es una cantidad finita, y que de este modo la acumulaci6n de signos de credito Oas letras de cambio europeas) hunde en un polo del "cuerpo" capitalista todo 10 que perlenece al otro polo en la sin-medida tan temida por Arist6telcs: amnesia, ametria, anomia econ6mica, Y esta posici6n sin-medida que vemos padecer a la Europa central de 1921, que veremos afirm arse por el capital norteamericano en los MOS 1925-1929, admitan ustedes que tiene un estrecho parentesco con el paso de los innujos sobre pedazos del patchwork libidinal, que ofrece todos los rasgos del -desorden" pulsional que afecta el cuerpo de la reproducci6n: el quesero moscovita que corre es un erecto de moci6n pulsional parcial
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20 VO/l8O Lo Ph47UJm41101o8i~ de Ie ptmlplioll, Gollimard, 1942, pp. 222·224,
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LA MONEDA DE CREDITO EN
su usa ESPECULATIVO:
1929
Si ustedes quieTen verla ahora positivamente. observen la Bolsa d. Nueva York, no solamente los 24 de oetubre de 1929, sino a partir de 1924, cuando en todo Occidente a la crisis de 1921 sigue la estabili.. ci6n. En los Estados Unidos Queda una masa significativa de capitalft flotantes; un movimiento de especulaci6n en bienes raices sabre tien•• de Florida es un fiasco en 1925-26. Los sign os de riqueza van a seplr principalmente dos vias: sustituir los ahorros y los fondos de circulacll1l1 de las empresas de Austria, Alemania e inclusa de Inglaterra,21 POT pli. tamas a corto plazo; sostener Ia especulaci6n en el mercado de 101 VI lores mobiliarios de Wall Street, en este caso tambien bajo 18 forma d. creditos a corto plazo, 0 aun a la vista. A comienzos de 1925, la taaG d, descuento practicada por la Reichsbank (Berlin), por ejemplo, el d.1 10%, la de la Federal Bank de Nueva York del 3 %: las inversionel qUI se hicieron en Europa con esas tasas, sobre todo cuando eran a corto pia zo, pueden llamarse "especulativas", aunque tambien sean reproduoU vas. En cuanto a aquellas que en Wall Street vienen a financiar laa com pras de vaIores norteamericanos fuera de cotizaci6n despues de 1& rue rra, como la de los ferrocarriles 0 de los servicios pubIicos (en pion. recesi6n), su destino prueba por sf solo que aspiran a obtener gananola. nipidas en capital fiduciario y no un in teres proportional 81 beneficio In dustrial que puede esperarse de estas empresas "en mal estado", Segundo rasgo, por consiguiente, de estas inversiones: en prim.r lugar se orientan no hacia el valor (re}productivo de las acciones U obll gaciones, sino hacia las posibilidades de sobreganancia que ofrecen on .1 unico rnercado bursa til ; los titulos inter esados no son tornados como ." nos (de medios de producci6n), sino como cosas a las que e1 mero ma" miento de intercambio al que se ven expuestas les confiere una plu•• una minus-valia, Hay una cantidad dada de tftulos negociables en I. Balsa; un movi miento de compra sabre un titulo basta para valorilarlo tan~o que sus adquirientes son percibidos como una minor(a bene(tc", ria, de la cual no puede sino tenerse ceIos; los celos cesan a partir d.1 momento en que la tendencia se invierte; dan lugar a la reserva y lu.... a la liquidaci6n, Lo que se llama -factores psico16gicos" del juego bura6LII consiste en esta extrana "perversi6n" (pero, nosotros in as atreveremOI I emplear esta palabra?) de la relaci6n con el capital: los titulos se convl.r ten en oro y es posible, como sobre el oro, ganar oro por el solo jucgo d. 21
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N~ri!.
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los celos. Y cunndo decimos celos no queremos decir sola mente: de sujeto a 5ujeto, los celos propietarios, sino en toda libido, esos celos que las partes de In gran pelicu1a sienten por aquel1as investidas de intensidad, celos pulsionales directos, sin mediaci6n de un limite propietario que hace que las masas de capital que fl otan sobre el cuerpo de los valores bursatiles nQ puedan repartirse allf equitativamente, en paridad, sino que se desplazan sin cesar, produciendo las mas grandes separaciones entre potenciates. Una vez mas 10 que aparece es el mercantilismo y el kapeli· hon, la desmesura forzosamente asociada a 18 cantidad finUa (el conjunto de los titulos negociabIesl, Y el segundo Tasgo: las cornpras de valores inmobiIiarios en Wall Street desde 1925 hasta 1929 se hacen, en una buena par te, "al margen", con el dinero tomado en prestamo a la vista (call loans); se trata, por consiguiente, para el prestamista, de una inversi6n rnuy m6vil, reembolsable sobre pedido. La tasa de interes de estos call loans en Nueva York sube desde 3,32 en enero de 1925 hasta 9,41 en julio de 1929; no se la puede comparar m~s que con las tasas practicadas en Europa "para atraer" los capitales norteamericanos. Pero en este caso la duraci6n de la in movilidad del capital prestado es todavia menor. Me im agino que el broker que tiene una influencia viene a solicitar un prestamo a la vista a algt3n representante de un banco (ya veremos que ni siquiera es eso), que Ie entrega ahi mismo un pagare, con la promesa de que si la operaci6n imaginada por el broker es beneficiosa, el fruto sent repartido entre ell os en esa proporci6n. La moneda de credito circula aqui segun un tiempo que no es el del capital productivo: no hay mas cicio natural, 0 asimilado. No hay de ningun modo cicIo, sino tendencias al alza, a la baja, y sus transformaciones, imprevisibles en periodo de turbulencia. Este credito a la vista dirigido a compras a muy corto plazo implica una desplazabilidad maxima. Ya no se trata del quesero que corre tras el queso a traves de los rublos, sino de! prestamista que corre tras el dinero a traves de los titulos. Esta desplazabilidad es, una vez mas, un rasgo del kapelikon: imaginen que el comerciante no hags una sino dos, sino diez operaciones D.M.D. en su jornada. Esto no agrega nada segurarnente a las capacidades productivas de su ciudad; es un pillaje del tiempo, 0 mas bien es un tiempo del pillaje, en el que la rapidez de desplazamiento es indispensable porque garantiza que uno sent el primero en el asunto, en las tierrss cuando es n6made de las estepas, sobre el oro cuando es el Gran Rey, sobre los titulos cuando es un gran corredor de Bolsa. EI mismo vertigo temporal, los mismos laberintos en los que la inflaci6n galopante hunde a Europa central en 1921. Es un tiempo pasion aI, un tiempo de disipaciones. Pues aun cuando los negociantes de tilulos no dan fiestas suntuo~ sas, I1cccsariamcntc son apresndos en esa extrana situnci6n propia del
ladr6n n6made: que la simple conquista de un paquete de acciones provoca de manera indefectible su desvalorizaci6n en cierio plazo, como la conquista de un territorio por los caballeros implica inmediatamente que tendran que abandonarlo, y contiene por 10 tanto su agotamiento. Las cosas que se conquistan de ese modo, por Tobo, ya estan muertas, y deben ser descartadas 10 mas pronto posible. En ese sentido toda conquista es una fuga hacia adelante, hacia otras cosas todav(a no desvalorizadas y sin embargo ya desvalorizadas, puesto que uno habra de apoderarse de ellas. Es de esta manera celosa que los tiempos dellaberinto se ignoran unos a otros y que cada uno tiene el sabor del fuego y la ceniza. Pero eso no es todo. Otro rasgo, aparentemente "tecnico", de la especulaci6n mobiliaria en Wall Street en esa ~poca muestra con claridad el caracter disimulado, indecidible de un uso de pronto intensivamente celoso del capital moneda. Los prestamos consentidos a los brokers no son esencialmente cuesti6n de los bancos, sino que tienen un origen principalmente no bancario. Por ejemplo, el 31 de diciembre de 1924, de 2.230 millones de d61ares prestados a los brokers s610 550 millones no provienen de ban cos. Pero, el 31 de diciembre de 1927, la cifras son rcspectivamente de 4.430 y 1.830; el 31 de diciembre de 1928, de 6.440 y 3.885 (mas de la mitad); y, el 4 de octubre de 1929, de 8.525 y 6.440 (0 sea alrededor de tres cuartos de prestamos no bancarios).22 Como senala Nere, los fondos que no provienen de bancos son rondos de circulaci6n de las sociedades industriales y comerciales. Esto quiere decir que capital "'normalmente" invertido en su propia reproducci6n por intermedio de las mercancias, "juega" en este caso a prestarse al precio mas alto para cambiarse por Utulos, a reserva de liquidarlos en cualquier momento a la tasa de interes mas alta. No basta entonces con decir que hay especuladores malvados: existe una compulsi6n a especular que puede incluso concernir al capital destinado a la reproducci6n; son los mismos hombres, directivos de em~ presns, presidentes de sociedades industriales y comerciales los que se complacen en aplazar y diferir y los que pueden brindarse las vo]uptuoai. dades que ofrece ese mercantilismo de segundo 0 tercer grado. Esa es la cuesti6n, como 10 dice muy bien Nere, que plantea la crisis de 1929: no tanto saber por que hubo especulaci6n en la Bolsa; siem· pre na habido, responder a el economista; nosotros agregarfamos: cuando se abre una instancia libidinal no se acepta ningtin "porque", no mas en todo caso que en el propio capitalismo (que no es menos misterioso lno 08 verdad?). "La verdadera dificultad proviene de la amplitud de la especulaci6n a credito -que por 10 tanto no se alimenta directamente de ingrosos excedentarios-. La cuesti6n es saber c6mo puede ser que eats OSpO-
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lIa I•. V. I 'IUIIUIIIlI, Il',vnmin Strt)llN, cUlltlm f'Upl'oduddo IlOr Nth.1, II 711.
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culaci6n en 18 Bolsa. eminentemente aJeatoria, haya implicado hasta tal punto a los fondos de circulaci6n de las empresas y c.omprometido los mecanismos nonnales del credito a corto plaza y de los pagos." Y J. Nere concluye: "Faltan los elementos para responder a 18 pregunta".23 En efecto. no hay respuesta a 18 pregunta de un desplazamiento de inscripci6n pulsionaI. EI hecho de que la intensidad 0 que la potentia se instancien sobre el comercio de los tltulos tornados como objetos intercambiables mas que sobre la producei6n de mercancias para el consumo, no es mas explicable que el hecho de que la libido alojada en la zona genital se desplace hacia el ano 0 la oreja. Lh\menle ustedes a esto regre5i60, 51 eso los tranquiliza. La erotizaci6n (en ese sentido trivial) de la Bolsa no necesita ser explicada, sino verificada. Las proporciones que alcanza en 1929 permiten solamente afirmar: esa es una manera en la que la potencia puede Uegar a intensificarse, en el capitalismo y del lado de los capitaUstas, aunque este dispositivo no pueda funcionar en principio mas que al margen, e induso al precio de la modalidad considerada "normal", que es la reproducci6n y el aplazamiento. Este ejempl0 nos basta para pensar que no hemos comenzado a describir la economia libidinal del capital. Estas pocas psginas no eran mas que una contTibuci6n minuscula a esa descripci6n. Aqui ustedes podrian decir: 10 que estas psginas muestran es una ambivalencia en el uso de la moneda de credito; hay un credito que da confianza y un credito que no da confianza, un credito que se juega segUn el tiempo de los adelantos y los retrasos de un "credito" que se juega fuera de cicio, en el golpe por golpe de los laberintos especuiativos. No piensen ustedes eso. Lo importante no es esa ambivalencia 0 sea que una rnisma inversi6n valga a la vez como reproductiva y especulativa; 10 imporlante es que en esas dos instanciss indiscernibles, estas se ofrezcsn a las intensidades, y que la voluptuosidad pueda ir de squl para alIa de manera imprevisible. No reemplacen }a dialectica optimista de unos, pesimista de otros Oa pequei'ia Marx, Mattick) por el secreto de Polichinela de la ambivalencia. La ambivalencia es copresencia de vectores de sentidos contrarios en un mismo espacio-tiempo. Pero la duplicidad de este credito capitalista es copresencia (j,pero presencia para que, para quien?) de tensores en signos y de signos en tensores. Ahora bien, signos y tensores no pertenecen al mismo espacio-tiempo: los signos dependen por definici6n del sistema en el que son transformables (conmutables, trsducibles, intercambiables); los tensores abren cada uno su tiempo efimero y su espacio laberintico evanescente. Es necesario comprender que la hip6tesis de la cantidad finita de riqueza que hace todo mercantilismo (toda especulaci6n) en sus celos es
constitutiva de los Iaberintos mismos de los que hemos hablado. Se huye de toda intensidad a muerte, es decir hasta ]a extenuaci6n; 18 energfa se gasts alii hasta el maximo de su potencia, explotando en consecuencia todas las reservas, destruyendo cualquier cuerpo organizado: los n6mades de las grandes invasiones, Luis XIV, los corredores de Bolsa de 1929. Que desde los primeros hasta los tlltimos los signos hayan cambiado, que se hayan trocado tierras por mobiliarios, no cambia en nada la fantasia de una "finitud" semejante, y de 10 serio de su crzuldad. Los signos no son tomatlos aquf como sustitutos segun los habitos de pensamiento verdaderamente sedentarios (estructurales), son paquetes de energia desplazables. EI caballo del n6made no es otTa cosa que la tierra, s610 que con una movilidad mayor. Cuando se pasa de la tierra al caballo, el cual no es instrumento ni arma, sino 10 mas importante: el vehiculo -cuando se va del caballo a la letra de cambio, y de esta al prestarno a la vista-, se va cada vez hacia 10 mds desplruuble posible. Hacia un tiempo y un espacio paulatinamente menos "mundanos", c6smicos, cada vez mas libidinales, laberinticos, efimeros. l.Existe acaso un espacio-tiempo de la especulaci6n cuyo relevamiento podamos hacer? lUna geografia y una historia de la Bolsa? AI contrario, en estas circulaciones hay siempre algo de salvaje que pone en peligro el espacio-tiempo de la reproducci6n, el cual es un espacio-tiempo reproducible. Otro ejemplo reciente. Arabia Saudita, Kuwait, Abu Dhali, Katar y Libia totalizan juntos 9.5 millones de habitantes. Despues del alza de los precios del petr6]eo que impusieron a sus compradores europeos en 1973, deben embolsar juntos en 1974 alrededor de 45 mil millones de d61ares. ·Ahora es Europa integra, incluida la Francia del Gran Rey, 1a que desempeiia el papel del cliente carenciado y de la victima. Porque, como los mercantilistas 10 entenruan muy bien, 10 que pueden vender como contrapartida a los amos del petr61eo es muy poco, teniendo en cuenta que estos no 10 necesitan: todos los paises arabes vendedores de petr61eo (y no solamente los cinco que hemos mencionado) no podrian absorber mas de veinte mil millones de d61ares de importaciones anuales. Agreguemos que el excedente de sus exportaciones se exige en d6lares, al igual que Colbert exigia metalico. Ests claro que de acuerdo a esas cuentas el capitalismll europeo rnuy pronto estaria en minas. (Sabemos bien que eso no es tan simple ... ) Imposible describir todo este zafarrancho en U!rminos de explotacion de la fuerza de trabajo l.es necesario decirlo? Pero tam bien inesencial, desde luego, 18 fantasia simplemente estructural de un Sraff'a. Porque el tlnico medio de evitar esta ruina, como sen ala G. Bosquet,2t seria evidentemente que se definiera una nueva mercancia-patr6n com ple-
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2:1 J . Nli~. p. OIS.
2~ U Nouvq/ Oblfflrlmfuur. 7 de cnem de 1974.
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ja, inc1uyendo el barril de petrol eo y In unidad autom6vil, por ejemplo, absolutamente segUn los puntos de vista de Sraffa. Pero el episodio de 73-74 muestrll precisamente que esta mercancia no tXiste y que en un
enternmente positiva que 5610 se diferencia de la energia fijada en la materia por sus efectos: cuando se encuentran, ambas se aniquilan. Al invertir en mercancias (incluido medio de producci6n), ustedes se someten a la regulaci6n de las metamorfosis: la producci6n es un consumo y los productos a su vez deben ser consumidos. Es en este sentido que el denominado "valor de uso", como ya 10 sugiere Arist.6teles al hablar de una cremnUstica que utiliza la moneda de pago entre unidades naturales de necesidades Oas familias), es una modalidad indispensable del sistema de la reproducci6n. Hay alH un tiempo lento, c6smico, el de la simiente y el fruto, de la gallina y el huevo, de la gestaci6n, y de la cliluci6n del azucar. Con los "signos" monetarios se escapa a este tiempo y a su espacio. Uno enJoquece con los signos: permiten varios tiempos, muchas tiempos, son aceleradores y frenadores, justamente porque no estAn constreiiidos a (re)producirse, es decir at con sumo, al nihilismo. Su mul· tiplicaci6n no deriva de su fecundidad, de la traducci6n de su valor facial en mercancias productivas, es decir de su inversi6n; es s6]0 una concentraci6n de riqueza en un polo de la circulaci6n que ha sido robada al otro polo, 5610 movimiento que barre y extenua las superficies. Estos mov~ mientos eston libres de las coacciones de cualquier con sumo reproducti· vo y hacen posible la disipaci6n de las superficies que recorren. lQue hacia entonces el chino con su riqueza espermatica? lEra puesta en reserva y capitnlizada con el fin de gannr el Centro metapsfquico 0 Tao, 0 incluso la cima de la jerarqufa burocr~tica? lNo era acaso tnmbien esta reserva suya en el coito la intensificaci6n de las energias y su pil1aje con objetivos de disipaci6n? La que el suscita en el cuerpo de la mujer, y en el suyo propio lno es acaso la misma irritaci6n que suscita el d6lar en el Mercado central de Moscu y en Wall Street? i,Por que esta reserva no daria lugar a un credito a largo plazo, invertido, reproductivo? lNo es tambien un prestamo a la vista, una especulaci6n sin intenci6n, una incandescencia de las superficies barridas sin preocupaci6n por reproducirlas ni 8umentarlas, un celo celoso y no una conquista del poder? Seguramente. Disimulo e in mortal duplicidad: lla de cualquier capitalizaci6n?
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sentido no debe existir. Si ex:istiera "de d6nde vendrfan estos des6rdenes? i.C6mo tendrlan lugar en una reproducci6n cuyo fin fuers ella misrna? Si 18 inversi6n estuviera regulada considerando 18 reproducci6n del sistema, tales golpes estarian exc1uidos. Esa es 18 reJigi6n que Ja economia politica induye, que postula, como Is erftica de 18 peque~a Marx, esta unidad organica del cuerpo del capital y que cree en ella. Y. sin duda. "la iZQuierda" ingles8, francesa, ita· Iiana cree en ens mucho ml1s que "Ia derechs", la cunl estA impedida de hacerlo porque sus privilegios sobre el manejo del capital Ie dan la pasi· bilidad de dejarse ir en las pasiones del despilfarra. La economla politica es por excelenciala ilusi6n de ":Ia izquierda". EI poder que ejercen directamente los "feudales" ~rabcs sobre la suerte de empresarios europeos muy importantes, e indirectamente (par In especulaci6n sabre el oro, porque la cambio de que quieren ustedes que suelten sus petrod6lares estos desdichados al borde de la disipaci6n?) sobre la suerte de la muy reproductiva Europa, no es de ninglin modo parad6jico. S610 hay paradoja cuando se cree en la ley del valor, asi sea bajo la forma de Sraffa, cuyn mercaneia-patr6n complcja, al em anciparse de la hip6tesis de un origen del valor no deja por eso de ali men· tarse de la creencia en e1 equilibria y el retorno. Este equilibrio estl1lejos de scr 10 esencial. Hayen el capitalismo m~s "moderno", bajo el nombre de mercantilismo, de especulaci6n, de irnperialismo, de intercambio desigual, una potencia que no es de orden, sino de celo: "celos" viene de zeius, "celo". Otro hecho a examinar desde 18 perspectiva del kapilikon: et abandono de la convertibilidad del d61ar, el desenganche de las tasas de cambio, la generalizaci6n del principio ~e flotaci6n de las monedns -todo eso en el sentido de una desplazabiHdad mayor, en principio mlis productiva, pero tambien mlis crispada, y que muy lejos de impedir las maniobras especulativas 0 mercantilistBs en el sentido que sellalamos, no hace mlis que desplazar la posibilidad (a reserva de volver, a falta de otra riqueza, al viejlsimo oro, como hacen los emires)-. Teniendo en cuenta es· ta desplazabilidad, la inversi6n, es decir la sedentarizaci6n, a veces a largo plazo, de energias sobre medios de (re)producci6n todav{n paraca una cuesti6n de naturalezn, eiclicn, regular en principio, algo que hace del cuerpo productivo una especie de tierra: la tierra de la revoluci6n neoHtica. Pero la especulaci6n 0 el mercantilismo no tienen modele natural; ni siquiera el siniestro segundo principio de la termodin~micn da cuenta de su vagabundeo; serfa necesario m~s bien algo como In cnigmrttica hip6tcsis de la antimateria, muy semcjante a la materia, encrgfn
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O.LIlI08:3: :3:.18:3::3:U VIWONOO:3:
ECONOMlA DE LO FIGliRATIVO Y DE LO ABSTRACTO
lQill: ES este discUTSO? lC6mo se legitima? lD6nde esta situado? leua] es su funci6n? lQuilm 10 autoriza a hablar de este modo? lEs usted el encargado de 18 gran pelicula? Pero, i.c6mo podria serlo si ella es effmera y no ofrece nada para guardar oi retener? iNo sera este asunto pura imaginaci6n y ret6rica? l,Busea oUsted 10 verdadero y pretende decirlo 0 baberlo dicho? l.Ha hecho algo mas que una nueva filosofia, que un sistema mas? l.Palabras, una vez mas? "Esas palabras tienen la pretensi6n al menos de cambiar el mundo? Si no es asi j,qu(; pretenden? iConfirmarlo, miserable! En verdad, se trata de una pura fabricaci6n imaginaria de su parte, consurnaci6n del deseo sobre Is "piel del lenguaje", como dina usted: esteticismo, elitismo. Responde mediante preguntas, aver, diles: y su discurso te6rico lque es? Todas sus preguntas se subtienden con referencia a ese discur. so, con referencia a la palabra de verdad. No nos vamos a dejar intimi· dar por esa referencia, ustedes no saben nada de la verdad y nunca sa· bnin nada; nosotros sabemos que es el arma de la paranoia y del poder, la garra de la unidad·totalidad en el espacio de las palabras, el retorno y el terror. Por 10 tanto, luchemos contra el terror blanco de la verdad, en favor para y por la cruel dad roja de las singularidades. Y vamos a res· ponderles con cuidado, no porque no tengamos cierla inquietud al oir sus preguntas, sino porque eso nos va a permitir coIocar este terror blanco (sobre todo cuando se presente como "de izquierdan , el mtb repugnante) sobre nuestra pelicula efimera y, al mismo tiernpo, desplazar, correr nuestra propia fuerza sobre esta misma banda de una sola cara. Oh mujeres, oh hombres j6venes, oh amigos que envejecen bafian. dose en plena juvencia, la incomp]aciente, la abundante, la vehemente, Ia blirbara, Ia soberbia, oh pederastas, oh dependientes, oh arabes, oh sangre, ayudennos ahora a soportar este Ultimo continuo asalto que vie· ne de la verdad odiosa y de la inteligencia, hagannos mas inteligentes que e:la, dennos Ia tonteria que ella no posee y ah6rrennos la que sf po· see; t6mennos de las axilas, desbraguetense, p6nganse erectos, l1evennos ante la Medusa para que Ie eyaculemos en la cara; extiendan ustedes el rojo, el azul, extendamos el tallo azul oscuro del cue110 que emerge de la nieve de una blusa, despleguemos tercipelo carmes! cavidad vaginal, sa· tin 6pera labios menores duros, taffetas cereza labios mayores arruga· dos, violeta azul glande, telas crudas prepucio acorde6n, playas impene· trables de plata, de oro, de marga, extiendan todo eso bajo las narices de 10. Medusa: asf es como se Ie habrli respondido. 269
ECONOMIA LIBIDINAL
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La Medusa inmovilizs, y es el goce. La teorfa es el goce sobre la inmovilizaci6n. Por 10 tanto es la harTa de disyunci6n investida de su func160 de disyunci6n misma, puesto que desunir es inmovilizar el esto en esto y el aquello en aquello: identidades. Cuando In disyunci6n produce intensidad, en 18 teorfa, esta barra a Is vez se inmoviHza para disyuntar 01 eslo y el aquello de una parte y otTO de sf, y estA animada de un movimiento gi ratorio de una tal r apidez que es imposible atribuir a esto 0 a aquello los espacios que engendra. Mas aUn, 18 barra girs en la medida cn que se inmoviliz8, en Is medida en que distingue que barre indistintamente. Lo que a ustedes los excita·, te6ricos, 10 que los arroja a nuestra banda, es 18 frialdad de 10 claro y distinto; de hecho, s610 de 10 distinto, que es 10 que puede oponerse. ya que 10 claro es s610 una redundnncia sospeehosa de 10 distinto. trndueido en filosofin del sujeto. Detener la barra -ustedes dicen : snlir de] pathos-. ~se es e] pathos de ustedes. Bella y medusante*"'. en efecto, la severa disyunci6n que suspe nde. La funci6n disyuntiva es ndemd.s y al mismo tiempo In funci6n sintktica. Ustedes dicen: es esto, no es aqueIlo; es decir: en la medida en que es esto, no es aqueno. Viejo principio que descansa en una sintesis. puesto que para disociar ellado de aqui dellado de alld. es necesario estar en los dos lados. En el momento en que u stedes desuncn, unen. Todo 10 que los fon610gos, por ejemplo, han elaborado con el nombre de oposicwn, supone esta sfntesis. Sintesis muy elemental, pero indispensable para la constituci6n del discUTSO consistente. Este exige su uso conti nuo: todo enuncindo se ndelnnta en el pathos para separnr, en el, el esto y el no esto, se adelanta por 10 tanto provisto de un cutter, de un doble filo, y corta. La consistencia que Bsf se asegura descansa sobre uno aceptaci6n previamente delinida, de monera nrbitraria. Ustedes conocen las propiedades formales de un discurso te6rico estricto, es decir axiomatizado: In mt\s elemental de las reglns que permilfn establecer esas propiedades es 10 de la exclusi6n bin aria: 0 bien un enunciado es aceptable, 0 bien no 10 os (en un ct\lculo de enunciados con varios valores, este meta-operador de exclusi6n no deja por ello de funcionar). Un texto te6rico. ideal mente, es un cuerpo orgdnico inmouilizado que satisface las propiedades formales de consistencia, saturaci6n, independencin de los axiomns y completud en cusnto al campo de referencia, 8i 10 hubicra. Un cuerpo orgt\nico es un conjunto (sfntesis) de elementos
distintos (disyunci6n) llamados 6rganos; que los 6rganos sean enunciados, y ese cuerpo un texto, s610 puede perturbar a los materialista! mensos, y solamente prueba que todo es materia para la libido. En un discurso narrativo puede haber un cuerpo or ganico tambi~n, pero ~ste se situa en el polo de referencia de ese discurso: el relato va a producir un efecto de cuerpo, va a suscitar la imaginaci6n de un tema, simple 0 complejo, de la historia que cuenta el relato, va a clavar con un alfi1er los acont.ecimientos que desarrolla sobre un soporte, del cual sen1n los atributos. Mientras que, en el discurso te6rico, 1a silueta de ese cuerpo esU colocada sobre el texto mismo: no es el campo de referencia 10 que se unifiea y totnliza a trav~s del discurso, es e] discurso mismo el que se vuelve unidad y totalidad. (lncluso sus pTOpiedades referenciales son propiedades formales.) El formalismo de ese discurso sobre la piel de las palabras es algo anli]ogo a 10 que sobre la piel de los colores es la l1amada pintura abstracta. Por el contrario, In pareja pict6rica del relata es la figuraci6n. La barrn disyuntiva trabaja en los dos casos, pero coando se trata de leorin ellugar de su trabajo de separaci6n y ellugar donde gira son el mismo: el cuerpo del texto; en la narraci6n, en la adividad que organiza el relato, las disyunciones y las sintesis elementales tienen lugar sobre el texto, el goce se instancin sobre la historia de referencia, en el mt\s alia del texto, en 10 que ~I muestra. i.Podemos entender estos dos modos de abrir instancias como economistas libidinales? Si, podemos. Decimos 10 siguiente: en toda organizaci6n figurativa -narrativa hay un polo de inmouilizaci6n, y nosotros sostenemos que las intensidades que pueden procurar cuadro vivo, posering, posturss de relatos sadicos 0 er6ticos en general, fotografia realista, pintura figurativa, ciertas peliculas underground, y quid toda narraci6n y figuraci6n, estallan como arcos el~ctricos tendidos entre ese polo de inmovilizaci6n de una victima (el cuerpo representado) y un polo de agitaci6n que hunde el cuerpo de aquel que l1amaremos el cliente, por razones evidentes, en el mt\s extremo desorden. Observen de paso que en la Iiguraci6n-narraci6n asi polarizada la sugesti6n de una relaci6n que inmoviliza 10 que aIH se muestra. se paga con ht ocultaci6n de los procesos mediante los cuales, sobre el texto, la pelicula, la tela, etc., esta sugesti6n puede ser obtenida. La piel del soporte y de sus marcas es borrada (pict6rica 0 cinematogrMicamente por ejemplo, es tratada como si fuera un vidrio transparente que da sobre un afuera situ ado a cierta distancia), y es la pie] de los objetos Iigurad08 10 que capta la emoci6n del cliente. La funci6n referencial 0 denotativa, para hablar en el dialecto de Jakobson, predomina sobre todas las otras. Pero, a continuaci6n, si tom amos justamente como eje de referencia la emoci6n, fS decir los movimientos pulsion ales, "Que podemos decir?
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• Dondt:r, Be bonder, (oin bonder, 8(ln todOlll ~rminoll relacionlldoll con la erccci6D, en (lIIKmlido de cxcitaci6n sexual. En elite callO la traduc-ci6n no pcrmite dar el juego enlro (airt: bander (provQCar cretti6n, hflOllr que lie "Ie pare- 0 tdguien) y bonde (banda como cin· la y bnndn como Krupo de gcnteorganizada am una finolidad). •• De m/ftlulfu, noolag. Producir un estupor comparablo al erecto quo producfn la cabo· In do Mcdu.n.
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Imaginen al cliente goloso de los posering, lector de relatos, espectador de westerns, afecto a los cundras: estn frente a In cosa representada inm6vil 0 inmovilizlindose, como ante una presa. Una presa es un cuerpo organico impedido de moverse: el envoltorio de una came viva impone silencio y produce insensibilidad. EI goce del cliente requiere en este caso de In organicidad y 18 mortificaci6n de 18 presa. EI movimiento extremo 0 emoci6n se instancia sobre el cuerpo del cliente: impaciencias loens. desiumbramiento, emisi6n de saliva, de lIantos, de semen, piel enchinada, imaginacioncs, tartamudcos, erizamientos, los afectos se colocan y se desplazan sin cesar sobre los fragmentos de la gran pelicula que constituyen "su cuerpo", Estos movimientos, lejos de volver a cenar este ultimo en un volumen completo que tuviera su centro y su unidad en sf mismo, 10 descuartizan en zonas heterog~neas, independientes, susceptibles de incandescencias aut6nomas: no son otra cosa que las Ilamadns pulsiones parciales, He aqui 01 dispositivo: un cuerpo organico unificado y prometido a In muerte par inmovilizaci6n Oa victima), sobre el cual se coneeta, bajo eI nombre de cliente y por intermedio de un soporte borrado desconocido, cl movimiento browniano de pulsiones parciales, En una pintura abstracta, un desplazamiento de importancia se produce: el cuadro no representa nada, no remite a un polo de inmovilizaci6n situado en el campo de referenda. EI polo de inmovilizaci6n se situn sobre cl cuerpo-c1iente: estn c1ase de cuadro reclama que se amarTen las pulsiones parcinles que estaban en estado de emoci6n en 18 figurnci6n, que In atenci6n se concentre e incluso que las facultades permanezcan pasivas, unn puestn en estado de dependencia. Por el contrario, es la piel del soporte, marcada cromaticamente Oa tela, los medios, los pigmentes), 10 que se pone en movimiente: no sola mente porque no se barra "detras" de 10 que representa (aunque en efecte no represente nadal, sino lambUin porque la in movilidad aparente, insignificante para un ojo que no la goza, las disposiciones de punto6, lineas, superficies, colores, es precisamente aquello con 10 que el deseo produce movimiento. Estamos aquf muy cercs de 10 que buscamos, Ia instancia de la intensidad en el texto te6rico, el movimiento inm6vil. Klee, Delaunay, Newman, Rothko, Guiffrey, fa lsos inm6viles, producen movimjento mediante muy pequei'las disparidades de color, Iineas, etc. Disparidades, no oposiciones. Aprender a dejarse poner en movimiento por ahi, par un azul que se aiiadc a un azul, par dos brillos del mismo blanco que se disimilan segUn 01 angulo de visi6n, mds alia de cuaIquier locuacidad y de cualquier didactica cromatlcas. POl'que un abstracto vulgar opera por sistema sola mente, es un te6rico, camina en el otro sentido, hacia la paralisis del cuerpo cromatico; poro los grnndes van hacia su movil izaci6n. EI cliente se vuelve In victiIIln dol cuadro (dol todo), y 6ste es 10 que so muove: emoci6n de los colo-
res, de los elementos phisticos. La fascinaci6n por 10 abstracto es una instancia de goee propio, la Medusa paraliza at c1.iente, pero la Medusa puede moverse. Ella se mueve par disparidades, el cliente victima la cree gelida, petrificada en oposiciones, no ve mas que el sistema, la barra en su funci6n disyuntiva, cortando y sintetizando, est8 ciego ante la cuesti6n principal: esta misma barra que se desliza entTe el azul y el azul, el blanco y el blanco, aparentemente para disjuntarlos y hacer reinar la distinci6n del concepto, gira indecidiblemente en una oscilaci6n que no es de ninglin modo una ilusi6n a una vacilaci6n de la percepci6n. sino una disimilaci6n de la energia, su furiosa Ianzamiento desde y sobre este lugar. La piel del cuadro no actua como una totalidad unificada, sino aqui y ali a, en los rincones, en esos contnctos imposibles entre playas cromaticas, sicmpre segmentaria 0 parcial mente, como un rompecabezas efimero de fragmentos de 10 pelicula pulsional. EI cuerpo del cliente se recoge. se unific3 bajo In dopcndcncin de esc rompecnbezas. lEs esto actividad 0 pasividad? Estn unificaci6n misma provoca un efecto de identidad, de subjetividad y por 10 tanto de otenci6n activa sobre el cl iente; pero diremos tambien que ~ste esta bajo la dependencia del cuadro y que, como el cazador, es atisbndo, cuando iii creia estar al acecho. EI es In presa, el cuerpo-victima que se constituye en totalidad recogida y suscita de ese modo movimientos perversos del lado de la disposici6n cromatica: el cuerpo-pintura sndiza el cuerpo-cliente, en favor de la fascinaci6n que ejerce. Por 10 tanto el dispositivo es aquf muy diferente del que opera en 10 figurativo: la emoci6n, la vuelta de la barra de exclusi6n. barre el cuadro, superficie polimorfa a In cunl esta conectada -par la tTampa de su unificaci6n- el cuer po-vfctima del cliente.
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LA TEORICA COMO LIBIDINAL
Vol vamos ahora al genero te6rico, aquel que aprovecha las propicdndCIi fermates mencionadas. Recordemos sus propiedades pulsionales: como 01 discurso narrativo-figurativo, comports una totalidad organica, pera quo no eshi situ ada sabre Is referencia sino sobre el texto mismo; como In abstracci6n, exige la inmovilizaci6n de su cliente, perc necesita tambi~n
su desafecto. Estas diferencias deben ser descritas. La abstracto no actua por efecto de simulacro, sino por Is sola orgnnizaci6n de su material. Pues bien, ese menlo es el mismo del que flO vanagloria la teolia, no hacer ilusi6n 0 ideologia. Es a 10 que oOOdads por ejemplo la estrategia de descomposici6n de los rnateriales Que I'll grupe "Soporte-superficie" 8plicaba en sus tiempos a los simulacros pict6ric08: la exposici6n de marcos, de leI as, de fondos uniformes coloreados, de ro110s tramados de madera ligera 0 de tarlatana colocados sobre cl suclo que presentaban una forma de banda de Moebius, creaba en el espacio sensible el equivalente exacto de una axiomatica de las pinturas en cJ cs" pacio del habJa; ~stas no serian otra cosa que enunciados aceptables en el lexico y la sin taxis determinados pOT esta axiomatica. Dezeuze y Cane formu laban, en efecto, bajo el titulo -"Por un programa te6rico picl6ri co"-, el discurso te6rico equivalente de esas expresiones. No podriamos decir 10 mismo de todas los abstraclos, respecto do 108 cuales "Soporte-superficie" no era por otro lado menos critico que en IU oposici6n a los figurativos. No obstante, el dispositivo libidinal resalta 01'1 cualquier abstracci6n, y en la te6rica en particular, porque frustra In transferencia del cliente sabre un objeto simulado, sabre una referenda . La transferencia no puede hacerse mas Que sobre el material y sabre IU ordenamiento: lEs esto correcto? ·lesta autorizado? lEs accptnblc oata enunciado? Esas son las "huenas" preguntas, las mismas que ustedos nOI plantean, te6ricos, y que a nuestra vez estamos cuestionanrlo. Preguntnl lIenas de preocupaci6n por 18 verdad, lIenas de derecho y de culpabilidl.ld l'tue ofrece a su cliente fascinado el texto te6rico? Un cuerpo inasiblc, on el sentido en que puede serlo un ladr6n, un mentiroso, un impostor: nun · ca tornado en falta. 'Ibdo 10 que se enuncia en ese texto es derivable on principio de su axiomatica. Thxto que se cohesiona firmementc coniligo mismo y se deriva de Sl mismo mediante pTOcedimientos explrcitos, cuer· po organico abierto, que el cliente puede ell principio recarrer sin solu · ci6n de continuidad, repith~ndo l 0 0 replicandolo sin elTor; cuerpo que no lolers que se yerre, que define aparatos de exclusi6n y cunnles do im plicnci6n. Para el, todo onuncindo que alli 80 encucnlrn Lione cI cLcrcclw
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para el: e1 cliente puede derivarlo en principio de los otros. Bello cuerpo
ria el nombre generico que se da a todas las vueltas en torbellino de la barra disyuntiva, el nombre comllo de las emociones. Y tambien decia) que la unica diferencia entre la invenci6n (pero aquf no hablamos para nada de ella) de una hip6tesis cientflica y In de un objeto plastico, musi· cal, etc., es que este u lt.imo es el vehfculo de intensidades afedivas, mientras que la regIa de In primern es que su trasmisi6n este despojada en principio de arecto y que su recepci6n se haga sin emoci6n. Por 10 tanto, a In inmovilizaci6n de la barra en disyunciones estables sobre el cuerpo de la teoda (conceptos) se eorresponde una similar inmovilizaci6n en la regi6n del contacto entre el cuerpo del texto y el cuerpo del cliente. EI texto te6rico no toma contacto con el cIiente sino a condici6n de que este este desafectndo, neulralizado, que se 10 suponga no movilizable, insensible, imparcial, es decir no teniendo parte en las ernociones disimuladas en el texto, ni en otras. Esta frialdad es el calor propio de 10 te6rico. No es una parodia, su canicter libidinal aparece mas bien en el anonimato que ella requiere. La famosa unilJersalidad del saber, generalmente entendida como condici6n a priori del discurso te6rico en su comunicabilidad. entendida pulsionalmente, es un rasgo de destrucci6n de las identidades personales. Sobre el discurso te6rico no se conectan mas que fragmentos an6nimos de la banda pulsional, fragmentos capaces de repetirlo sin transfonnaci60. No hay que sorprenderse, desde Freud en adelante, de que la repetici6n pueda procurar goce; queda aqui por destacar que una repetici6n {lel como la que implica el discurso te6rico procede tanto de Eros, por cuanto afirma un cuerpo consistente, el de In teoda, como de las pulsiones de muerte puesto que pasa por la destrucci6n de los dispositivos libidinales ya fonnados sobre el cuerpo del cIiente y su dialisis en anonimato. EI oivido implicado en 10 te6rico es ya la amnesia propia del Ello. De esta manera se vuelve men os opaca la paradoja de una barra de disyunci6n 81 mismo tiempo inm6vil y en rapida rotaci6n: disyunliva, suspende todo paso de energfa del cuerpo-c1iente al cuerpo-texto, y a la inversa; animada, abre paso sabre su funci6n disyuntiva misma, sobre In desconexi6n de los dispositivos clientes can relaci6n a l discurso, haee conexi6n ·de esta desconexi6n, sume al cliente y al texto en un goce por nocopulac.i6n y repetici6n an6n ima. La banda libidinal emerge en el punto mismo en el que pasa por excluida. Ahora bien, esta desconexi6n en el punto de la toma es el equivalente de la homogeneizaci6n interna que requiere el discurso te6rico para constituirse cn cuerpo. Del mismo modo que esta homogeneizaci6n puede ser cargada intensamcnte, la neutraIizaci6n de los cuerpos conectados puede acompai'iarse de su excitaci6n extrema. l.Teniamos que aprender esto, que el movimiento hacia la frial·
tautol6gico del texto te6rico, sin referencia externa, sin zona interior aleatoria en 18 que corrcria el riesgo de perder los eaminos y las huellas, modelo que cerrado en su idenlidad blanca, que se ofre<:e por repetici6n. El texLo te6rico es un modelo, alga a seT imitado, y el mismo tiene un modelo a imitar, su axiomlitica; y esta tiene su modelo, propiamente formalists. Y mas que intentar demostrar que Is c.Iausura de los modelos es imposible (teoTerna de GOde1) y que hay siempre una opacidad primera, del sfmbolo. del lenguaje ordinario, seria mejor consideror esta remisi6n a 10 mismo como un dispositivo pasional, ni mas ni menos que 18 remisi6n a1 origen que 18 hermeneutica quieTe oponerle. Aquf y alia se trata de semi6tica: la oposici6n gravita solamente sobre la rclaci6n entre signos. Comprendamos mas bien el modelo segUn su fuerza. Esta fuena se revela en su expansi6n por mimesis. EI maniqui (mannekijn, hombrecilo) presentn modelos de colecci6n. Es el vehiculo para el jubilo de repetir 10 mismo, cJ goce por la reproducci6n en serie. EI cuerpo cerrado del texto le6r ico suscita, como modelo, esle misrna goce. Su perfecci6n tautol6gica induce el entusiasmo de la fidelidad cn la replica. Va mucho mas lejos, idealmeote al menos, de la reproducci60 biol6gica en la que los efectos de singularidad propios del eocuentro de c6digos genelicos no solamente no est8n exc1uidos sino que son inevitables. EJ cuerpo organico te6rico cum pIe su funci6n mimetica por partenogenesis. Hay una afinidad de 10 te6rico y de 10 lJirgen. Los psicoanalistas diran: 10 te6rico implica la deoegaci6n de la difcrencia de los sexos. Pero esta "difercncia" a nuestros ojos es sospechosa de semioticidad. Nosotros dccimos: implica la denegaci6n de disparidades, de heterogeneidades de recorridos y bloqueos de la energia, implica la denegaci6n de la polimorfia. Necesita de una forma, de una buena y bella forma. Una forma semejante tiene su principio en una disyunci6n sinMtica estable. Esta disyunci6n gravita de tal manera en el interior del cuerpo tc6rico que conduce idealmente a su inmovilizaci6n. EI polo de pardlisis que habfamos encontrado en 10 figurativo 10 volvemos a encontrar aqui, desplazado desde la referencia hacia el material mismo. No es aquello de 10 que se habla 10 que se encuentra inmovilizado por el discurso, como en el relato; es el discurso mismo, sistema de en unci ados aceptables en la axiomatica "elegida", que trata de detenerse. Gran dife rencia con la insta ncia intensiva en la pintura de los gran des abstractos: en estos, las cosas pintadas inm6viJes se ponen en movimiento en ell ugar, en el umbra I de In percepci6n, sin cesar: estan en movimiento hacia el movimicnto. Pero los cuerpos te6ricos como tales estan en movimiento hacia el reposa, como las obras de los malos obstractos. Tienen un fin. Mednwor declo quo una hip6tesis cientffiea olivia una angustia. LOB discursos te6riC08 80n oparato8 do Iijoci6n y do d(1rrnmc do las intensidadc8, 10 ongust.in 8C-
1 TheAr! oflhe Solubl" Londrea, MClhucn, 1967,
pp. 145·146 Y 155 Y ss.
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dad y la muerte es quemante; que Jas intensidades no esMn ligadas a '18
Al contra rio, elIas la afinan y nos ponen a salvo de una ingenuidad evidente. La mimesis vuelve a cerrar el texto te6rico como poder de enunciados. El modelo es 10 que haee hacer y rehacer, hacer conforme al hecho: esa es et pader. EI robot tiene poder, el haeedor de robots tiene po· der a la segunda potencia, y el hacedor de hacedores de robots tiene poder a la tercera potencia. Lo que no bene poder es el enunciado mismo, en principio, puesto que 5610 es un t(ecto. Es por eso que nosotros luchamos contra un pensamiento regido pOl' causas: por poderes. A este respecto, la te6rica es un procedimiento mayor de invagina· ci6n y encerramiento de la gran pelfcula sobre Sl misma; procede por reo peticionea, transforma los enunciados inauditos en simples innovaciones, el gran dolor de deeir alguna cosa Que no se sabe en la pequena inquie· tud de modificar el edificio te6rico, por agregado de aIglin axioma 0 por derivaci6n, con forme a sus leyes de formaci6n, de alguna expresi6n que no por ser nueva esta menos bien (ormada. La te6rica no piensa en 10 que serfa una expresi6n mal form ada mas que para alejar su amenaza. La innovaci6n no es admitida sino en 10 medida en que dara Jugar a la repetici6n del modelo te6rico como organismo que se inmoviliza. (AI igual que el capital no toma en cuenta nuevas cantidades 0 caHdades de energia sino en la medida en que puede repet.ir sobre elIas su axiomatica de intercambios en paridad.) Nada entra en el sistema que no este ya alIi, que no tenga ya su doblet.e, es decir su modelo. Esta relaci6n mimetica hace pensar en la similitude agustiniana.Ditiere de ella en igual medida que la met.Mora di· tiere de la metonimia, que la dependencia en re1aci6n con un rr.odel0 pri· mero recibido, r evelado, trascendente, se separa de 10. condici6n de posibilidad (axiomatica) que el te6rico se da como autoridad trascendental para juzgar cualquier enunciado nuevo. En In similitudo, la autoridad no pertenece al te6rico, sino a quien (;1 se dirige: s610 el Verbo habla y el ver· dadero Locutor esM ausente; el verbo del locutor actual no es mas que la metMora del Otro; maYUsculas de la ausencia, presencia minuscula; pero en la mimesis e1 te6rico conquista el metalenguaje, 0 sea no sola mente la enunciaci6n, sino la enunciaci6n de las condiciones de la enuneiaci6n. Es por eso que todo enunciado bene su doblete de principio puesto en siste· rna aun "antes" de ser proferido, como posibilidad a priori. Leibniz 10 ha dicho todo al respecto, aunque en el dialecto de la antigua metafisica: que Alea jacta est es un enunciado ya cont.enido en la noci6n de Cesa!" que Dios se ha forjado y que la fortuna asf reencontrada por el vagabun. deo cesariano esta inc1uida en la axiomatica del omni·discurso divino. Pongan en ellugar del Dios de Leibniz la junta de los presidentes de los diez mas grandes ban cos mundiales, y comprendenin por que eso que ustedes haeen, cualquier cosa que hagan, no podra entrar en la "realidad" del capital mds que como recurrencia. Pensar algo es haber podido pen-
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vida" sino que pueden correr y detenerse en cualquier terns 0 pedazo del gran patchwork, incJuidos aquellos que, como el ruscurso te6rico, exigen
13 extrema frialdad y 18 replica muerta? No decimos que csto sea un error, una perversi6n, una ilu si6n, una ideologfa. Si 18 mimesis les provoca erecci6n, senores,l.Que podemos objetarle? Esto es 10 que nos interesa sobr e todo. El capital tambien es mimetico, mercancias que producen mercancias, es decir que se intercambian
con mercancins, 10 mismo conmutado en mismo de acuerdo a un patr6n inmanente, por ejemplo el de Sraffa. Si el "conocimiento" puede devenir fuens de producci6n, como decia Marx, es en raz6n de que siempre 10 ha side y que 10 es, en cuanto a que es construcci6n de identidades y de sis· temas de su replicaci6n. La producci6n capitalista es esta construcci6n de las condiciones del poder·repetir: producir para producir, comprar para vender para comprar para vonder, las series, las cadenas, los est/indo.· res, etc. La Tentabilidad obtenido. por 10. repetici6n (con una validez de 500 km y 3 meses, el precio de compTa de su carta de tarifa reducida se· ra amortizada despues de dos idas y vueitas) es, Iuego de su transcrip. ci6n en terminos de economia politica, ese mismo movimiento hacia la paralisis del discurso que encontr amos en el texto te6rico. EI modelo per· mite la serie, por 10 tanto el ahOTro de gasto energetico. Este ahorro no es necesariamente morUfero: Is amortizaci6n impJi. ea saldar una deuda que gravaba la desplazabilidad del capital en ener· gia, POT 10 tanto la liberaci6n de este ult.imo, llbre de nuevo para colocarse en otra parte. Se puede as! entender amortizaci6n como reviviscencia: la energia fijada en mtiquinas y empleos, dispuesta, y en este sentido muy ligada (en cuerpo del capital invertido), se escapa en parte de este dispositivo y va a disponerse de otro modo. La compulsi6n a la detenci6n, en el discurso te6rico, tiene tambi(;n est.a funci6n: circunscribe un campo de referencia, produeir un modelo eapaz de tratarlo previsionalmente, es decir segUn In identidad; y liberar potencia. Tanto en la fabricnci6n de In leoria como en la de maquinas productivas, el r obot es una implicaci6n necesaria, y 10 es doblemente: garantiza la replicaci6n del modelo, garantiza el ahorro de energia. Abre a aventuro.s y a encuentros. No queremos decir que Ia teona uiene del capital, ni 10 contrario. Nada proviene de n ada, nada es efecto de una causa. Pero el parentesco 08 estrecho: el capital es tan viejo como la t.eoTia, tan viejo como Occidente en tanto determinaci6n de identidades. Sin embargo, algunas objeciones: el capital no se detiene, mientras que el discurso teiSrico va hacia su inmovilizaci6n; el capital es tambien un cuerpo ina sible, per· verso, el discurso te6rico 8e vuelvo 8 cerrar en un bello cucrpo orgdnico: lcawa prop08icioncs no mBrenn UCAIIO divergencies que hacen imposible In onn locia?
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sarlo, producirlo es r eproducirlo. No hay primera vez, In repetici6n es 10 primcro en la medidn en que esUi inc1uida en la constituci6n misma del elemento : concepto, mercancia. Si no es repetible, intercambiable en pa4 Tidnd, no es un elemento sistemico. Y 8si es el poder democrdtico en el discurso te6rico, un pader que liga las potencias intensivas en potenci alidades repetitivas; democratico, puesto que las condiciones de formaci6n de esns potencialidades son en principia universal mente accesibles. La igualdad es In figura politica de Ia pari dad te6rica. Ella ejerce su coacci6n sabre cualquier discurso y cualquier producci6n. El te6rico, el cientifico va a quejarse de esc discurso (i.el nuestro?) porque no puede repetirlo, a l meno s rapidamente. Inutilizable; inintercambi abJe. EI pod er democratico es el poder de la propagaci6n identificatoria facil. No tenemos nada en su contra, a no ser su terrorismo, pues para el estl1 excluido que se pueda gozar de otro modo que en la repetici6n, en la dup1icaci6n y multipli caci6n ah orrativa. Por mas relajados que seamos, es necesario confesar que el ejercicio de ese poder de excluir cualquier modalidad intensa diferente de la que se instancia sobre Ia funci6n disyuntiva no es algo que se sobr eaiiadiria al discurso te6rico democnitico, que se adjuntaria a el por anadidura, que seria como una mala interpretaci6n suya, dejandonos a la espera de acepciones en 10 sucesivo ml1s abiertas. No, su terrorismo Ie es consustancial, el es ta h echo del uso de la bana y de la coacci6n de pari dad. Pero no nos dejemos intimidar por In t e6rica mortifera. Vayamos a Ia otr a muerte, al capital en su fu nci6n de agitaci6n revolucionaria y a la ciencia insolcnte, que cobra vigor de la teoda misma. En la muerte por repetici6n que transportan los signos con tables del capital, opera sil enciosa e inextricablemente un a funci6n casi identica y complctamente heterogenea: las dos muertes son indiscernibles, est8n en con ni cto . Ahora bien, consideren u stedes un instante 10 que se ll a ma la "h istoria" de las ciencias, por ejemplo de la matematica: es el desbordc continuo de las definiciones de objetos matematicos por nuevas imaginaciones que no s610 exti enden el conjunto formado por esos objetos a nuevos ser es, sino que modifican completamente la n aturaleza de la matematica: basta comparar los Elementos de Euclides y los Principios de la geometrla de Hilbert. l.C6mo entender tales desplazamientos dcsde el punto de vista energetico? Duplicidad. 8 i forman una historia, sens' como una hi storia de la naci6n, 0 de Europa, 0 de Occidente: una Bildung, el movimiento de la conquista, el viaje acumulador de si, e1 periplo de aprend izaje que es tambien la fenomenologfa del espiritu. La irreversibi lid ad, enteramente secundaria, del tiempo de esta hi storia, su "progreso" es, como CavailIes deda de la irreversibilidad de las mntematicns preci ~ sa mente, In esencia mi sma del cuerpo de la dencia: s610 la marca, cn su ospacio-tiempo pl"opio, del proccso do capiLalizaci6n de enuncil1dos pro-
nunciables y de la conquista de enunciados en principio matematicamente barbaros. Este progreso es en el tiempo 10 que es en el espacio del imperi alismo la extensi6n de las fronteras del imperio: desplazamiento de un borde (de una linea de llegada) mas alia del cual, esta accptado que se lJuelue inaudible. Pero apenas fijado ellimes, un francotirador, un ca· zador negro, un viajero solitario regresa y dice: es audible, oigan ustedes en que forma. Se puede describir ese momento como ces8rismo y explotaci6n de barbaros fronterizos; seria olvidar el momento de la locura cuando Lobatch ewsky dice: h ago una geometria sin recurrir al postulado euc1idiano de In paralela, cuando Cantor dice: yo incluyo el infinito en los mlmeros operatorios. Esos momentos no son los de la permanencia, sino de Ia discontinuidad; no de la inhibici6n, sino del delirio asumido y conducido a su termino. No reducen 10 que se desconoce a 10 que se conoce, hacen vacilar todo 10 que se creia conocer segu.n In pauta de 10 que no se conoda; por un instante se oye h ablar Mrbaro en el agor a; ellos son a la ciencia 10 que los ultimos cuartetos de Beethoven a Ia armonia . A cada instante, sobre el corpus de In teorla establecida , pasa la muerte, una tensi6n de rnuerte en la que todo el sistema pone en juego su ca pacidad de sobrevivir. Aqui In ciencia es fiction. 2 No se contenta con repetir, apela r a reservas para rehacer algo desde ya admitido, desde ya conocido, si no que forja nuevas superficies de inscripci6n ; agrega al cuerpo del saber, nl corpus, nuevos pcdazos que la libido ocupa y por los que circula, y al hacerlo desequilibra ese corpus, Ie hace la vida precaria; por la abundancia mi sma de sus hallazgos se ve oblignda a dudnr de su vocaci60 por In verdad, nbr e los ojos, no cr ee mas en nada, el espacio y el tiempo se lornan para ella infinitamente sospechosos, los conceptos que recibia como a priori son alca nzados por la obsolescencia. Despues de Heisenberg y de Bachelard se ha vuelto inutil insistir sobre este tema. Pero no hay que dejar se enganar por la expresi6n que designaba para Bachelard el pensamiento secreto de esta ciencia: la fil osona del no. Quedarse en ese negativismo seria r educir el alcance del "desorden" de ciencia a una funci6n crltica, a la funci 6n de criticnr el corpus de los enunciados posibles. Lo importante no estaria alIi sin embargo sino en el hecho de que esm ciencia es positivamente productiva 0 creativa 0 ficticia , como 10 es el arte. Es cada vez menos interesante como critica te6rica (10 que explica el desconcierto de miles de investigadores), y cada vez mas como deliri o operatorio. Este deliri o conlleva Ia muerte del sujeto sabio. i..Quien sabe en el saber de In ciencia de hoy en dia? Pregunta absurda, planl.enda dcsde un sitio en el que se supone Que el saber es asignable a un sujcto que en principio 10 poseer{a. EI barrido delirante del campo te6rico por In cioncin modorna no elimin n solamentc un sujeto de
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quien se 8upone que sabe, sino que descalifica 81 supuesto 8ujeto. Cualquiel' t6pica aparece como una ideologia perimida frente al recorrido de 18 econcm(a libidinal que se pone en juego en la invenci6n. El eientffico moderno no existe mas como sabio, es decil' como sujeto, sino como pequeila regi6n de transito en un proceso de metamorfosis energ~tica increiblemente refinado; existe 8610 como "investigador", 10 que quieTe decil' poT un lado, pOl' supuesto, como parte de un apaTato burocratico de poder cientffico, y pOl' et otTO parte indisociable como experimentador, incansable y no eselavizado, de nuevas urnones y combinaciones de enel'gfa; los enunciados que propone 8610 valen pOT su novedad. Y, en ese sentido, en su anornmato y en su vagabundez, no es menos el hombre del capital que en la subordinaci6n de sus trabajos a los designios del poder. El capital tam bien es delirio positivo. condena a muerte de las instancias e instituciones tradicionales, decrepitud activa de las creencias y Jas seguridades, cirugfa frankensteiniana de las ciudades, las imaginaciones, los cuerpos. En este caso tambi(;n In t6pica se vuelve irrisoria, porque In categoria del topos remite a un espacio-tiempo, aristot(;lico en In ocasi6n. que se supone estable y "nntural~, mientras que en ese barrido las intensidades precisamente no tienen ninguna permanencia que permita fijar sus momentos y lugares mediante el recurso a un referente comw: el hecho es que no sola mente todas las capas 0 gropos sociales no viven en la misma hora y en el mismo Iugar hist6ricos y algunas estAn en retraso 0 de punta en relaci6n con otras, sino que en la "esrera" ml1s desarrol1ada. en estas regiones (provisoriamente) muy ocupadas como 10 son tales ramas de la industria, tales seclores de la invcstigaci6n, tales mercados, tales zonas de urbanizaci6n. y en lodos los pedazos del presunto cuerpo social, en las profesiones. que entran en efervesceneia porque rozan esta "esfera", aun aUt por 10 tanto, no hay topos comdn, aun alii las inveneiones, los conflietos no pueden ser reducidos a una instituci6n, reconocida 0 no, a una instancia reconocible en una t6pica. Aunque si consideramos s610 ese aspecto del capital, no tendrfamos que cambiar casi nada de 10 que hay alrededor nuestro -mundo, vida, sociedad- para darle su alcance de ciencia-fidiva: tiene tanto cuerpo como la ciencia tiene teorfa. iQu(; tenemos que cambiar? Una nada que 10 es todo: que la conducci6n de intensidades pueda hacerse sobre lodos los pedazos del "cuerpo" social, sin exclusiva.
CUERPOS, TIlXTOS CONOUCTORES
En el seno de 10 te6rico hay un juego a jugar, juego apretado, que jugarfn un "discurso" de rusimulo: (iste no buscaria medusar un cliente parit.ario, capaz de repctir enunciados nuevos id(inticos a los que elle propane; no prejuzgaria de ninguna manera sobre 10 que su cliente esta en condiciones de recibir de los enunciados que oye 0 lee, ni sobre el modo en que va a conducirlos; buscaria el impoder; dejarin que la conexi6n de su borde incierto con el de su cuerpo-cliente se hiciera aleatoriamente, sin preocuparse de controlarla. Serfa como arrojar una botella en el mar, pero sin desesperaci6n, sin ultima verba, sin que su lanzamiento sea un ultimo intento por sei'ialar y hacer oir un mensnje que Ie habria sido confiado. No hubria mensaje en nuestra botella; solamente algunas energlas euya transmisi6n -y trnnsformaci6n- es dejada y deseada imprevisible. Puesto que creemos en las fuerzas no forzamos a nuestro c1iente a aparearse con nuestro modelo discursivo. iTenemos aeaso un modelo? Nos gustaria una multiplicidad de principios de enunciaci6n; ser juzgados por los efectos, como todo el mundo; pero conscientes de que nuestro discurso no es su causa, cualesquiera que aquellos sean. No scria entonces Tratado, como en la ~poca chisica, ni tampoco Ensnyo 0 Indagaci6n como hicieron Montaigne 0 Hume: no sola mente este "discurso" no seria tratamiento de un objeto definido, no seria ni siquiera investigaci6n de ese objeto, ni busqueda de un enunciado conveniente a 8U prop6sito. -iNo busca usted pues, sin embargo? podrian decimos-. Sf, si. Pero en el discurso te6rico la busqueda es como el suspenso y el apiazamiento de su clausura para ml1s tarde; del mismo modo la fronLera do los grandes Cesares no es nada ml1s que una marca provisoria dE' un CII t.ado de eonquista que serl1 borrada cuando un nuevo aHento lIeve elii mes mas alll1 del limes: itodavfa ml1s totalidad ... ! y por 10 tanto mas uni dad burocrl1tica que se construye par anadidura. Un discurso de disimu10 buscaria algo diferente: ni siquiera la disimilaci6n de 10 asimilablo~' 10 inintercambiabilidad en 10 cambiable, sino singularidades. No "iunovo· ciones" (derlucibles de un cuerpo de axiomas), sino cosas inauditas. E!llo discurso buscnria su locura en In snbidurfa de la investignci6n; un CCllfIr cnloquecido en et conquistador. Y no habria ninguna necesidad do ta pa rodia delirnnte de Heliog6balo. Este discurso de disimulo no podrfo tampoco eomplneerso en 1ft nmnrga satisfllcci6n "modernn" do In nusoncia do objoto y dol oclo: yn hAY UQuf ol{,'\.iOns pltginos en los que ge ronexionn n prop6silo do In p08j('16n do os to di sourso quO nOI pnroton brulnnln prolijn l , pAro no dnclr
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superfluas; no experimentamos ninglin placer. m~s bien aburrimiento (y csperamos que eso se sienta), 81 escrihir sobre nuestn escljtura. No que· Temos que nuestro cliente se quede rumiando sombriamente sobr e 18 Nada que sirve de coda a las muy chtsicas sinfonias del estructuratismo. Este escrito no seris un libro: no hay libro sino como ideal de cuerpo or· gnnico inmovi lizado. No habrfa aqui mas que pedazos diversos, siendo cada uno de tamai\o variable y dependiendo de su tiempo propio, que co· mienza y ter mina en el, que iria 0 no iria a situar se aqui y alhi 0, mejor dicho: soportsr 18 inco.ndescencia aqui y ana del giro de la barra. Que tal cuerpo-c]iente tambien se encuentr e alli, esta bien. Que no se encuentre nlli, ests. hien. No un libro, 8610 fasciculos de libido 00 cual serfa la oportunidad para que los perros guar dianes de cualquier laya trataran al "outor" de fascista, cuando en realidad esUi fasci n ado). "Habda que opera r las vergas, las vaginas, los culos , las pieles para Que el a mor se convier ta en la condici6n del or gasmo." Eso es 10 Que suefla el a mante, la amante, a fi n de escapar 0 10 terri ble duplicidad de las superficies recorridas por las pulsiones. Pero esta operatiOn seria una I.1propiaci6n 0 propiaci6n, como dice Derrida, y finalmente una semi6tica, cn la cual las erecciones y descargas sefialarian de manera infalible las mociones pulsionales. Pues bien, es necesario que no exista tal infabili~ dad, ~se es nuestro ultimo y mayor recurso contra el terror de 10 verda~ dcro y del poder. Que forn icar no este garantizado ni en un sentido ni en el otro, ni como pr ueba de amor ni como cauci6n de una intercambiabilidad indiferente, que el amor, es decir la intensidad, se deslice aW de rnanera aleatoria y que, inversamente, las intensidades puedan retirarse de las pieles de cuerpos (ino gozaste?) y pasar sobre las pieles de palabras, de son idos, de colores, de sabores de cocina, de olores de animal y de perfumes, ese es el disimu lo al cual no escapar emos, es la angustia y eso es 10 que debemos querer. Pero en la medida en que esta "voluntad" esUi ml1s aIM de cualquier Iibertad subjetiva, 5610 podernos encontra r este disirnulo lateralmente, neben, como ciegos y fugitiv~s, porque ella es insoportable y no se trata de volverl a grata. En la te6rica h ay el deseo de acabar con el disimulo: asi se presenta In s6lida y tranquilizante positividad del lIa mado trabajo del concepto. Es 10 mismo que en la forn icaci6n: ninguna seguridad de que esos t rabajos procuren intensidades, ni de que las intensidades h ahiten su ohra. La pretensi6n de 10 te6rica sc parece a la dernanda de los a m antes: que hayo. signos claros, que a un siendo equivocos se los pueda leer, a unque sea en una lectura doblc. Y ustedes observaran que esta legibilidad que demanda la er6tica 0 la te6rica supone la replicacion: los signos son claros cuondo, a fuerza de repetir su ocurrencia, permiten inducir un Iexico y unn sintruds, y preverlos, a nticiparJos. La pretensi6n te6rica es pretensi6n de poder, como cuaIqu ier dema nds de arnor por medio de signos.
Pero la demanda que dirigimos a las pieIes, a las palabras, a las co~ sas no puede volverse lfmpida, nuestro tiempo libidinal no puede tornarse previsional. Nuestro discurso no puede satisfaeer la exigencia de la te6riea, no hay ninguna seguridad ni en un sentido ni en el otro: ni de que la construcci6n te6rica vaya a asegurarnos la posesion de intensidades ni de que habra desconstrucci6n. La te6rica demanda 10 mismo que la amante enamorada, 10 mismo que la incomplaciente: que tu verga sea operada de manera que s610 se erija en eI acto de amor; que tus palabras sean trabajadas de manera que digan c1aramente que ocurre con su objeto, de manera que s610 se erijan conociendo. jQue la verga solo se yerga por amor, que la verdad 6610 se erija por la verdad! Tal era la demanda de Plat6n, como tnl permanece, aun en eJ aparente cinismo del discur60 modemo, de hecho muy religioso. No podemos creer que In desconstr ucci6n sea una seguridad mayor respecto de las intensinflnes CJue lit construcci6n. No es mas que el negativo de 10 negativo, se Queda en la misma esfera, alimenta la misma pre· tensi6n terrorista por la verdnd, es decir por la asociaci6n del signa -aqui, en su derrota, es la unica diferencia- y de la intensidad; exige la misma intervenci6n Quirurgica sobre las palabras, la misma separaci6n y las mismas exclusiones que exige la demanda amorosa sobre las pieles. Cualquier fijaci6n de un patr6n responde a una demanda de apropiaci6n, carga Ia barra disyuntiva en su funci6n de exclusi6n e induce la confusi6n de las intensidades con las identidades. La economia politica 0 el capital es eso mismo. No hay ley del valor en el sentido de Marx sino que, si hay una ley, capaz de fijar el aglomerado del signo y del tensor, hay al mismo tiernpo ualores que no son mas Que los signos inteligentes tornados segt1n su presunta funci6n de intensidad. Podriamos decir: entonces es a In inversa, busquemos entonces las intensidades en las ausencias de r eguJaridad, en los vertigos, en las tensiones inaprehensibles y hagamos la teoria antite6rica, un discurso en eI cuallas palabras no tengan ni puedan tener garantias sobre su carga esperada. Pero tampoco vamos a decir eso. Si hay un fracaso profundo, una imposibilidad de la poesia hoy en dia, no es porque estemos en un tiempo de peligro y el Ser se haya ,·etirado de nosotros. Por r azones profundas ese discurso nos chinga profundamente, al igual que el religioso. Nada se ha retirado, no hemos "olvidado" nada; los arcaicos griegos, Heraclito, en el medio entre la fe y eI saber, no son mas originales que Jan is Joplin. EI fracaso de la poesia es simplemente la imposibilidad de una antiteor ia; In figura no debe ser contrapuesta al discurso, asi como el sitio de las i n~ tensidades puede serlo al reino de las identidades. No hay sitio para las intcnsidadcs, no hay genero intenso; y si hoy que volverlo a decir, TepetiTcmos que In articulnci6n te6ricn mas cstricLa puedc dar ocasi6n a tr6ns itcH vertigin0608, Y (II cllpiLn l, on 8U ricidcz misma, hncer ,G'oznr.
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La demanda de claridad debe seT frustrada con fuena; ella exige a Quien ama 0 a quien habla, el poder sobre sus intensida4es. Ella deman· da: tengan porler, definan 10 intenso. No, recibamos esta demanda con terror; huir de ella es todo 10 que podemos haeer: ella es In primer8 marea del poder sobre In banda libidinal. Nosotros nos decimos incapaces de ga· rantizar el vinculo de nuestr8S palabras, de nuestros gestos, de nuestras miradas, con los barrirlos pulsion ales. Por 10 tanto, ninguna daodad: a1. gunas veces eso sucede. otTas no. Lo que ustedes nos piden, te6ricos, es que nos constituyamos en identidades, en rcsponsables. Pues bien, 81 de algo estamos segures es de que esta opcr8ci6n (de exclusi6n) es un engano, que las incandcscencias no son cuesti6n de nadie ni pertcnecen anadie, que ticnen efectos, no causas. Anonimato, potencia: palabras para que ustedes sacien su deseo de saber. Poco imports, pero yean al menos ]0 que quiere decir: e{ectos, no causas. Ustcdes asocion los dos como polos de una relaci6n unica, 10 causalidod. Pero, despues de Hume, no hay necesidad de insistir sobre el engaflo de esta pequeno organ izaci6n. Por 10 tanto, cuando decimos: ereetos, no se trow de efectos de causas. No se trata de descnrgar la responsabilidad del cfecto sobre la causa, de decirse: si tal discurso, tal rostro, tal musica producen tales efectos, es porque... Se trataria justa mente de 'lO analizar (ni siQuiera en "esquizo annUsis") en un discurso que forzosamente seni de saber, sino mlts bien de ser 10 baslante sutiles, de ser cuerpos 10 bastant.e an6nimos y 10 bastante conductores como para no detener los efeclos, para conducirlos a nuevas metamorfosis, para ngotar su fuena metam6rfica, Is fuerzn de efeclos que nos atraviesa. Vean ustedes entonces por que anonimato: s610 obtenemos esta conducci6n desocupando los dispositivos de canalizaci6n y de exclusion que se llaman el yo (mo,1, la propiedad, el cuerpo voluminoso cerrado. Vean ustedes entonces por Que pasividad: no vamos a juzgar causns ni a seleccionar los efectos, las ent.rgias nos pasan por dentro y las padecemos; 10 que hacemos es una filosona de cogidos y de mujeres, ocurra 10 que oeurra sin que hagas 10 que debes, Keats deClO que el poeta es un camalc6n y Hoffmanstahl que no hay yo [moi], pero eso no basla, no son los poetas los que tendrian ese privilegio que ya Plat6n les atribufa junto a los adivinos, dejen lodos pasar todo, sean todos ustedes conductores de ca lore.s y de frios, de agrios y dulces, de bajos y de agudos, de teoremas y de grltos, dejen que todo eso haga camino en ustedes, sin jam1\s saber si eso funcionarj, 0 no, si tendrlt un efecto inaudito, nunca visto, ni gustado, ni probado, impensado 0 no. Y si ese paso no implicn en efecto la adici6n de un nuevo fragmento al bello e incomprensible patchwork libidinal, entonces, por ejemplo, Iloren, y su llanto sera ese fragmento puesto que noda se pierde, y puesLo Que hasta la mlts dura decepci6n a su vez puccIo producir cfectos.
Vean ustedes entonces por que tedtrica de mdscaras sin rostra: todo efecto es una mascara, y como no hay causa, no hay rostro. Estas mltscaras no enmascaran ninglin origen perdido (noci6n de una causa, apenas un poco mlts sutH), se vuelven conductoras unas de otras, sin Que su orden de aparici6n sea asignable, sin ley de concatenaci6n, y por 10 tanto de acuerdo a singularidades an6nimas. Vean ust.edes entonces por que sin aruilisis: ni siquiern el de FTeud, el ml1s cercano sin embargo at discurso que buscamos. Muy cercano porQue precisamente son los ereetos 10 que la Hamada relaci6n analitica pretende Que se prociuzca, son precisamente los afectos 10 que se supone quiere liberar, y es precisamente como cuerpo buen conductor Que el analista se ofrece a las conexiones pulsionales, y tambien a ]a potencia de un cuerpo conductor an6nimo y libre expueste a las intensidndes Que pretende llevar el cuerpo anudado, aislado, yoico y superyoico, que se resiste, del paciente. Nos gustaria que la relaci6n analitica fuera esta relaci6n femenina, esta relaci6n de ductilidad y de ductibilidad, esta polimorfia. Pero no 10 es, es tambien bosqueda de causas, de responsobilidades, busqueda de identidad, ]ocalizaci6n del deseo, torna de conciencia, virilizaci6n, poder, saber: 0 sea anltli sis. Deseamos efectos de conducci6n y conducciones de efectos. Lisis, tesis. No tenemos ninguna mala conciencia les necesario decirlo? al bus· car esos efectos y esas conducciones por el lenguaje, como usuarios del lenguaje. Otros 10 hacen por pintura, otros por danza, por caricia, por dinero ... E I lenguaje no esta por at\adidura, no sustituye, y tampoco es 10 fundamental del acarreo de fuena. Por consiguiente: ni mala conciencia, ni senti mien to de una responsabilidad aplastante, dos r elaciones con el texte que circunscrihen y definen la relaci6n con 10 politico propia del Blanco de izquierda. Nosolros no entregamos ningtln mensaje, no detentamos ninguna verdad, no aportarnos ninguna revelaci6n, y no hablamos en lugar de Quienes se callan. Nadie se calla, no hay nadie, et silencio forma parte de 18 musica libidinal. Lo que es hermoso aquf es hacer el "libro"; apenas hecho, se cae de las manos, somos su efecto, originado en otra parte; y hacerlo son algunos instantes, una decena de instantes, distribuidos quizas en cinco 81'los o en tres dias, en realidad lodos co-presentes: cada uno es un signo tensor, un respla.ndor sobre una idea, sobre una imagen, sobre una palabra o una frase, sobre un olor de bomba locrim6gena 0 una denegaci6n de justicia intolerable, sobre un rostro, un libro; signo tensor al que habrfa Que dar continuidad, via y conducci6n en unns paginas, pronto, arreglor rapidamente palabras en frases, par1\grafos para que transmitan este calor y estc frio, esta fuena. Por 10 tanto ellibro no es un compendio, remcmoraci6n, testimonio ni anuncio. No hay necesidad de volverse profl!tico, no hay ni siquiera necesidad de parodiar la profecia como Nietzsche. Solamenle nos complaceria su prisa. lCarrera contra In mucr-
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te, contra Ia nache de Ia lacuTa que va a caeT sabre n050tr05? Pero no, no vale la pena dramatizar de esta pesada manera todavia occidental, puesto que lquien deberfa correr si se produjera e1 desorden que se teme? El yo [moil, el sosten . Esta prisa de 18 que hablamos no es la huida protectara, narcisista; mas bien prisa al encuentro de los terribles chorros de energia que vienen a tachar 01 trazado de la pluma, el avance de los pensamientos, Ia visi6n; correr hacia eso, strapar 81 vuelo sus puisiones, robar las palabras que necesita, hacerse cuerpo multiple conductor pluri-
vez abierta la banda libidinal, las capas de deseo extendiendose por intususcepci6n de un fragmento en otro como una sustancia en el in terior de las celulas, s610 queda trazar la pantalla de nuestros papeles para que a1 imprimirse en ella estos movimientos. se conviertan por un instante en pedazos de la banda. Por ultima vez: dejen de confundir entonces poder y potencja. Si hay un trabajo, para aiiadir a la banda esos breves instantes de intensidad, ese trabajo es de desasimiento, de impoder, un trabajo que abre a la potencia. EI poder as poder de un yo [moil, de una ins tancia, la potencia de nadie. Es incluso Ia violencia propia de la potencia, que procede a la erradicaci6n de cualquier subjetividad. Es su condici6n. Aunque cuando decimos dejen todos pasar torlo, no se trata de una p1egaria de no-violento, sino de la violencia misma. Dejen de confundir la vio1encia y e1 terror blanco. EI terror blanco es instanciado, destruye aqui pnra conducir en otra parte, alia; aplasta tales pedazos de la gran pelicula. pero para edifiear un centro. La violencia no es edifieante, oonsiste enteramente en Ia inedificaci6n Oa inutilidad), en ananar defensas, abrir recorridos. sentidos, espiritus. Este escombro es sangriento como una excavadora. La violencia, 0 crueldad roja, destruye las apropiaciones que se instancian, los poderes. ;,Es pura alguna vez? Y este "Ubro", ;,llega alguna vez a ser ese traje de arlequin de fragmentos Iibidinales que se deshace en jirones cuando es asimilado? ;,No seguini su carrera en las economias politicas de la edici6n, de la literatura, del pensamiento? ;,Su viol en cia roja no terminani por ser disimulada en el terror blanco? ;,No se dejara tomar como testimonio, como anuncio de verdad? lY de que manera, en efecto, pod ria darse 10 que es tensi6n fuera de 10 que es racionalidad; ductilidad a cubierto de regularidad? Toda palabra est:i revestida de un valor de verdad, sea 10 que fuere 10 que se entienda por esta expresion. Incluso para nosotros, economistas Iibidinales, y no solamente para ustedes. los te6ricos, 10 que se dice aqui vale como verdadero. Puesto que desde que hay yo [moil, nosotros. la instancia que espera la verdad esta lista, como un animal viejo espera su alimento. Par 10 tanto, ninguna sOrpresa, extrema serenidad en cuanto a esta cuesti6n. Se puede demostrar perfectamente que Nietzsche es siempre plat6nico. Desde e1 momento en que se quiere mostrar algo, se organiza el objeto del que se habla de acuerdo al campo de 10 verdadero y de 10 falso, y se muestra su verdad y su falsedad. Se trataria mas bien de no mostrar en ese sentido, de no hacerle seiiales al espiritu de 10 verdadero y 10 falso. lUna danza es verdadera? Siempre podremos decirlo. Pero alii no esto. su potencia. No tenemos por que abandonar el Iugar en el que estamos, tener vo rgucnza de hablnr en una universidad "pagada par el Estado", de escribir, de hncernos publicar y comercializar, do nmflr n linn mujcr, a un hOll'lbl'o. y do hnccrlo conyugalmentc; no hny [UWH hl1fH10, In s univer-
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direccional area polimorfo. El libra seria estos fragmentos obtenidos por
los efectos de las intensidades. No tenemos ninguna pretensi6n de lacuTa. Hacerse elloco es Ia cosa mas despreciable: hacer de indfgena para el encargado de asuntos indigenas. EI loco asf hecho es siempre el loco de un rey; los despotas tienen necesidad de sus locos: su justificaci6n, la representaci6n en la corte de 10 que est:i excluido de ella. Como los medicos de sus enfennos y los polit.icos de sus obreros. No pretensi6n de locura, sino busqueda de la 10CUTa. Pero aqui, atenci6n una vez mas: no la buscamos como algo que seria un bien propio y del quo alguna instancia malvada nos habria desposeido, como aIglin ser que nos perteneciera en propiedad y que hubiese huido: as! los padres miserables buscan a sus hijos escapadizos y se olvidan de buscarlos cuando creen t.enerlos. La locura no es un bien; detestamos que se grite: jviva Ia locura! La locura no es Ia conquista de la singularidad individual. Es 10 Que es insoportable en Ia intensidad. Buscar la 10cura seria hacerse -hacer de su cuerpo, en este caso hacer del lenguaje- un buen conductor de 10 insoportabIe. Seria un discurso que se desplaza hacia Ia irritaci6n y se reflna para ella; Ilse Barande dice justamente que es ese movimiento, sin embargo admirable, 10 que se intenta recubrir y desvalorizar bajo el nombre de perversi6n. 3 Una perversi6n, peTO que escaparia a la nosografia; que no es un dispositivo sino un Iaberinto. La conducci6n di scursiva de los afectos sobre la pie! de las palabras no seria continua/discontinua, como una derivaci6n 16gica, una articulaci6n; seria una y una y una eclosi6n 1aberintica por Ia que se fugaria a cada instante, de manera singular, la potencia de esos afectos. EI desorden, la desconstrucci6n, la figura no ofrecen ninguna garantia de buena conducci6n. Dejen ya de confundir servidumbre y dependencia. Nosotros querriamos un libro de absoluta dependencia: estas piezas de patchwork efimero se formarian y se pondrian en contacto sabre cuerpos, en la punta de dedas, a 10 largo de hojas; y estas formaciones de un in stante nos colocnrfan entonces bajo su dependencia. Si no hay causa, no hay autor. Una a "Nolro dupliciiO: Ice 'pervcrsions', leur chl1mps, leur origins·, on tJ~fl!a. Eludes psycharHI/;ytjquI'II, Ptlyo~.1972.
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Sexunlild
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sidades "libres" son como las otras, las ediciones saIvajes son como las dvilizadas , y ninglin a rnOT Iogra escapar a los celos. iEs pecesario que 11uestr o miedo a l sistema de signos. Y pOT 10 tanto nuestra descarga 50bre el, sea todavia muy inrnenso para que busquemos esas posiciones de pureza (desde cuya eima no dejar emos de dar lecciones por doquier a todos, 10 que sera una siniestra revoluci6n de paranoicos, otro golpe mas)! Lo inter esante ser fa quedarnos donde estamos, perc pudiendo aprovechar sin r uido cualquier ocasi6n de funcionar como cuerpos buenos conductores de in tensidades. Ninguna necesidad de declar aciones, de manifiestos, de organizaciones, de provocaciones, ninguna necesidad oi 5i(JlIiera de acciones ejemplares. Hacer actuar el disimulo en favor de las intensidades. Conspir aci6n invulnerable, sin cabeza, sin domicilio, sin programa ni proyect o, que despliega en el cuerpo de los signos los mil clinceres de los tensores. No inventamos nada, ya esta, si, sf, si, sf.
INDICE LA GRAN PELICULA EFIMERA
[7] Abertur a a la superficie libidinal .......................................................... 9 Teatrica pagana ...........................................................,.......................... 15 Giro de Ia barra... ................................................................................... 21 Duplicidad de los signos ............... ......... ...................... .......................... 25 Deducci6n del cuerpo voluminoso .................................................... ..... 29 Duplicidad de los dos principios pulsionales ......... ............................... 33 Ellaberinto, el grito. .............................. ................................................ 41
EL TENSOR
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Signo semi6tico.. ............. ....... ................. ............................... ................. El disimulo ............................ ............................................;.................... La intensidad, el nombr e.... .. ................................................................. "Usame" .............................................................. .............................. ...... Simul acro y fa ntasma.......... .................................................................. La sin taxis como piel ........ ..................................................................... Fuera de precio................. .............................................. .................. ......
53 61 67 73 79 89 97
EL DESEO LLAMAOO MARX
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Marx libidinal ......................................................................................... No hay r egi6n subversiva ...................................................................... Toda economia politica es libidinal ....................................................... Toda economia politica es libidinal (bis) .... ..... ...... .......... ................... ... No hay sociedades primitivas ............................................................... Cuerpo inorganico .......... ................... .... ................................................ Edwarda y la pequeiia Marx ................................................................. La fue rza ......... ......... ........................ ...................................................... La tautologia .................. ........................................................................
201
111 11 9 125 131 139 145 153 161 167
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ECONOMIA LffiIDlNAL EL NECOCIO
[173]
Er6tica a Nic6maco ................................................ ,............................... Elogio de los lidios .................................................................................. La prostituci6n institucionnl ................................................................. EI pago de la escapatoria ................................................... ,................... Guerra de dinero, moneda de muerte: la politica mercantil... .............
175 185 193 201 209
ELCAPfTII.L
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Coitus reseruatus ....................................... ".,. ..................... ............ ..... EI cero de In circunversi6n .................................................................... 'l'coria nihil ista del cero de l cr~d i to ....................................................... La moneda de cr~dito en su uso reproductivo ...................................... La moneda de credito en su uso especuiativo: 1921.. ........................... La moneda de credito en su uso especulativo: 1929 .............................
223 233 239 24 7 251 259
EcONOMIA DE ESTE ESCRI'ro
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Economfa de 10 figurativo y de 10 abstracto .......................................... 269 La te6rica como libidinal ....................................................................... 275 Cuerpos, textos conductores .................................................................. 283
Este libro sc lCrmin6 de imprim ir cn los Tallcres GrMicos LlTODAR, Vicl 1444, CapiLaI Federal en el mes de octubro de 1990
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ocasiones, e~rienclas
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