La clase obrera asturiana durante el franquismo: Empleo, condiciones de trabajo y conflicto, 1940-1975 (Historia)

Carmst, Benito delPozo

Laclaseobrera asturiarradurants elfranquismo

no editorO.Fes, sa siglo veintiu O, A, 248. 04310 MEXIC CERRO DEL AGU

sa espana editores, ntiuno de siglo vei NA ESPA ID MADR 28043 C! PLAZA, 5.

A David R uiz

I\ . :ri? '

e de Primera edición, septiembr

1993

EDITORES, S. A.

© SIGLO XXI DE ESPANA id Calle Plaza, 5. 28043 Madr o © Carmen Benito del Poz

OS CONFOR DERECHOS RESERVAD

ME A LA LEY

lmpreso y hecho en Espana Printed and made in Spain o Arjona D is� .fl!l� cubierta: Pedr

3 ·. r(iN: 84-3Z3�osol-. 22.2 3611993

D �j.'IÓSitQ lega l: M A. Fotocomposición: EFCA, S. Galí, 16. 28039 Madrid y io Rub erico Fed Avda. Dr. S.L. Polígono lgar sa lmpreso en Closas-Orcoyen, drid) Paracuellos de Jarama (Ma

ÍNDICE

AGRADECIMIENTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

INTRODUCCIÓ N

L

II.

. . . . . . . .. . ........... . . . . . . . . . . . . . . . . ................ . . . . . . . . . . .... . . .............

Fundamentos metodológicos : por una justificación dei tema . . . . . Valoración historiográfica de las fuentes . . . . .. . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . .. . . .. . . .. .

XI

XIII XIII XVI

PRIMERA PARTE

CARACTERIZACIÓN ECONÓMICO-LABORAL DE ASTURIAS, 1940-1975

1.

I.

II. I ll.

EVOLUCIÓN Y EFECTOS D E L A POL ÍTICA ECONÓMICA FRANQUISTA .....................................................................

3

LA AUTARQUÍA, 1939- 1 9 59 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

4

Política industrial autárquica .............................................

8

EL PLAN DE ESTABI LIZACI Ó N ....................... . .................... . ...... . ... PLANIFICACIÓ N ECONÓ MICA Y DESARROLLO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

16 19

!.I.

IV.

2. !.

y

planificación......................... ..............

23

EL INTERVENCIONISMO ESTATAL EN LA ECONOMÍA: UNA VALORACI Ó N DEL INI ........ ........................................... . ........ .. . ... . .......

28

EL FACTOR TRABAJO: ANÁ LISIS CUANTITATIVO . . ......

32

MOVIMIENTOS MIGRATORIOS Y MANO DE OBRA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

33

III.!.

!.1.

!.2.

Política industrial

E! exterior, recurso compensatorio de los desequilibrios regionales .. . ... . . . .. . . . . . . .. .. . ... .. . .. . ... ... . .. . .. . . . . ..... .. ... . . . . .. . .. ... . . .. . . Los desplazamientos intrarregionales .. . ..............................

33 38

VIII

.

..

3.

.

77

················ ··········································· LA HUL LA DE RÍA MINE LA .I ............... los benefícios autárquicos de cto efe o tiv nega El I.1 . ón concertada y ración sectorial: entre la acci ............ 1.2. La reestructu ada..................................... ......... .... la nacionalización forzen .... ...... ...... ..... el empleo ris is c la de ia denc Inci 1.3. ············· ··········································· GICA RÚR SIDE TRIA US IND II. LA o proceso hacia integral en Asturias: el lent . . . 11. 1 . La siderurgia . ... la estatalización de la reconversión ................... 11.2. Repercusiones laborales ................. ALY LOCAL DE LA CRISIS........ astuIII. VALORACIÓN SEC'fORI de la estructura empresarial co tómi dico ter carác El nu. nana

83 90

.

.

....... ......

.

. . . . . .......

...

.. .

98

.

101 107

... . ..... ...... .

....... ...... . . . . ...

. . . . . . ......

...............

...... . . . . . ..

·

114

.

.... ..... . .

..

78

.

...... . . .......

121

....... .... .

. ..................... .........

..................

SEGUNDA PARTE

RÉGIMEN CIOLABORAL DEL LA POLÍTICA SO RIO ITA MO AUTOR O EL PATERNALIS

4.

LA CLASE OBRERA

··········································································....

I. ANÁLISIS COMPARA'f!VO DE LAS CONDICIONES LABORALES FIJA­ DAS EN LA INDUSTRIA REGIONAL.... ············································ ' . 1 . 1 . Los Reglament �; de Regimen Interno de las empresas asturianas, 1 944- 59 · · .......... :···································· 1.2. Los efectos laboral�� d�Í desarro iiIsmo, 1 960- 1 975 .......... ......................................... 1.3. L a reivindicación obrera II. COS'fE DE VIDAy SALARIOS. SOBRE EL PODER ADQUISITIVO DE LA CLASE OBRERA................. ························································ � ��� · ············ ····· ······························· 11.1 . El concepto d sala : · � retn:buuvo Il.2. La flexibilización dei si�� ma autár quico ····:···· · . . Il.3 . Los ajustes salanales en los aiíos 50·. haC!a la recuperaC!Ón dei poder adquisitivo ........................................................ . III. LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA EN ASTURIAS . · , III.I. A propósito de la org�mzaci on «Científica» dei trabajo .... IIL2. Análisis de los convemos colectivos sindicales

76

ES E CONÓMIC AS

�������:-ES DE TRABAJO DE T

48 53 67

.

ANSFORM ACION COYUNTURA Y TR

5.

47

.......... NAL................................... GIO RE A CTIV A ÓN ACI II. LA POBL ............. orial de los activos ........dus y reparto sect trial in va 11. 1 . Evolución acti ión ón geográfica de la poblac .. iales ustr ind 11.2. Distribuci res ado trabaj al de los n esio prof n ació sific Cla 11.3.

IX

Índice

Índice

6.

LA PREVISIÓN SOCIAL ANTE LA CONTINGENCIA LABORAL y EL RETIRO OBRERO ······················.................

.I LOS RIESGOS PROFESIONALES· AC��� A DE!.A SEGURIDAD E HIGIENE EN EL TRABAJO........... :...... ·········································· ll. EVOLUCIÓNy COBERTURA DE LOS SEGUROS SOCIALES( 1 9 39-1963) 11. 1 . El Seguro de Enfermedad · ·· ........................................... Úd Il.2. El Seguro de Vejez e Inva ez........... ······························ . II3 El Sub SI.d.10 Famtliar ······································ II.4. El Seguro de Desem �i��::::::::::::::·:································· Il.5. El Seguro de Accidentes de Trab aJ?·································· p 11.6. El Seguro de Enfermedades rofeswnales .................. ······· III. EL SISTEMA DE LA SEGURIDAD SOCIAL(1963-1975) . . . . . . . . . . . . . .

.

·

LAS RELAÍ CO-INSTITUCION AL DE ·············· EL MARCO JUR DI ······· ··································· ······ CIONES LABORALES

131

NDAY REALIDAD AJO: !DEOLOGÍA, PROPAGA ORGANIZAI. ELFUERO DEL TRABDEL SINDI CALISMOFRANQUISTA: II. LA VERTEBRACIÓN OLA.......................................................... CIÓN SINDICAL ESPAN ticales ........................ ción de los sindicatos ver..... 11. 1 . Configura .............................. ismo de empresa ...................... 11.2. El sindical ........................... sindical en Asturias ..... 11.3. L a acción O: DE LAS RECONDICIONES DE'fRABAJ...... .............. IVOS III. LA REGULACIÓN DEALAS NVENIOS COLECT GLAMENTACIONES LOS CO 1958) ..... ... .. de la política laboral (1942-...... .... ... ....... .. III.\. La estatalizacióntutel ada (1958-1975) ..... ...... ación n1.2. La negoci .

.

.

.

. . .

1 32 138

...

. . . . . .. . . ....

139 149 155 171 171 178

·

187 187 188 241 251 259 259 264 268 275 276 282

307 308 325 327 328 331 332 333 336 340

TERCERA PARTE

LA CONFLICTIVIDAD L A TRAVÉS DE LAS MAGIS

AL EN ASTURIAS ���URAS DE TRABAJO

7.

EL CONFLICTO INDIVIDU CIOSAS ( 1 940-1958) ................

,

LAS DECADAS SILEN��. �.N···········································

349

AGRADECIMIENTOS

Índice X Ó . y SIGN IFIC ACI N . . . . . DE TRABAJO: ORI GEN LAS MA GISTRATURAS ···· ····· ····· ··············· E EN LA CLA SE OBR ERA EL MA LESTAR LATENT

r::

349 353

� + ��:���:���: : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : : :

III. IV.

ORA L VERSUS LA RONAL DEL ORDEN LAB EL MAN TEN IMIENTO PAT . . . . . . .. . . . . . . . .. . . . . . .. . . .. . . . . . .. . . . . . . IVA . .. . . . . . .. . .. . . . PROTESTA OBR ERA PAS CIONES SOC IAL ES D AL ANTE LAS OBL IGA LA ACTITUD PATRON ··························· . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .·········· LA EMPRESA . . . . . . . . . . . . . . .

�

o IVIDUAL .. . . . . . . . . . . . . . . . N • DEL CON FLICTO IND o LA "COLECTIV IZA CIO DIC AL· ·············· SIN N CIO IA D E LA CO NC ILIA II. SOBRE LA !NEFI CAC TO GEN ERA L! FLIC CON AL NTE ARI AL FRE Ó III. LA REA CCI N EMP RES . . . . . . . . . ... . . .. . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .·················· ZADO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

I·

......................... CONCLUSIONES . . . . . . . . . ···················· APÊND ICE S··················· FUENTES . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

····· ÍNDI CE DE AP ÊNDI CES···············

······· ÍNDI CE DE CU ADROS ···············o . ÍNDI CE DE FIG URA S . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

401

··············

409

·······

449

···

455

···················

465

···· ·············

467

··················

470

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .············

. . .···································

··································

376 397

405

·····································

................................. Í BIBL IOG RAF A . . . . . . . . . . . .

376

···············

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .·····

.................................

367 373

975) LO AUTORITARIO ( 1 959-1 LA QU IEB RA DE L MO DE

8.

355 357 358

···································

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .············

E! presente libro contiene e! texto, revisado y adaptado, de lo que fue mi tesis doctoral, defendida en la Facultad de Geografía e His­ toria de la Universidad de Oviedo en mayo de 1 990 y realizada bajo Ia dirección de David Ruiz González, a quien deseo expresar mi sincero reconocimiento por e! apoyo intelectual y personal demos­ trado a lo largo de todos estos aiios y de cuya línea de investigación me siento deudora desde que iniciara mi incursión en la práctica historiográfica. Los trabajos de David Ruiz sobre el movimiento obrero asturiano y la insurrección de octubre de 1 934 han marcado una definida temática histórica, comprometida y rigurosa, que me satisface continuar. Es precisamente el compromiso del historiador con su tiempo, con la actitud crítica que en e] ejercicio de su función social debe desarrollar, la faceta más destacada de la influencia que e! profesor David Ruiz ha ejercido sobre quienes hemos pasado por sus aulas. A él va dedicado este libro. La Unión Regional de CC 00, mediante la dotación económica de una beca de investigación que, a través dei Departamento de Historia de la Universidad de Oviedo, me fue concedida aliá por enero de 1986, otorgó e! primer impulso a un trabajo que desde la perspectiva histórica pretendemos contribuya a reforzar la identidad colectiva de los trabajadores asturianos, sabedores de su protagonis­ mo en la lucha reivindicativa contemporánea y hoy inmersos en un proceso de cambio socioeconómico que afecta a su práctica sindical y ai propio sentido de clase. A los miembros dei tribunal que juzgaron la tesis Guan Antonio Vázquez, Aladino Fernández García, Carmen Molinem Ruiz, Mary Nash y Antonio Baylos Grau) agradezco el ambiente de cordialidad con que supieron aunar su estimable crítica ante e! trabajo presen­ tado. En lo posible he tratado de plasmar las indicaciones y suge­ renci as que entonces me formularon. No es frecuente recordar con satisfacción un trámite que, como la defensa de una tesis, se presenta

XII

Carmen Benito dei Pozo

embargo, la actitud de todos tenso y crispado para el doctorado. Sin . ellos ha contribuído a que así sea. a desmteresada ·me fa­ . V anas h an s1"do las personas que de form 1 icas y documenta1 es sm 9ue cilitaron el acceso a fuentes archivíst e (esp llas aque �­ , así como compromiso alguno les obli gase a ello _ ws ago los en imos) que mente los amigos y familiares más próx r. tad alen o apoy un n ? . finales me prestaro o de Espana ag:ade�co Por último, a la edit oria l Siglo Vemuun libro sa�g� dei red�e1do am­ su interés porque el contenido de este . su sens1b1hdad hae1a la probito universitario, mostrando con ello blemática social contemporánea .

INTRODUCCIÓN

�

_

I. FUNDAMENTOS METODOLÓ GICOS: POR UNA JUSTIFICACIÓN DEL TEMA

Abordar el análisis de la historia social del franquismo, y en con­ creto de la clase obrera, requiere que la investigación se aparte del tradicional enfoque organizativo (<< historia del movimiento obrero>>) para centrarse en el nivel económico-laboral. Y ello tanto por exi­ gencias metodológicas como por las circunstancias históricas dei pe­ ríodo objeto de estudio ( 1 940- 1 975). Efectivamente, desde los presupuestos dei materialismo histórico, la interacción de los factores económico, social y político -con la economía como pieza fundamental pero no única- impone recon­ siderar las prioridades en el análisis de los distintos (aunque com­ plementarias) ámbitos de la realidad histórica cuando, teniendo como finalidad ofrecer una visión globalizadora dei hecho social, la com­ plejidad dei mismo no permite en una primera aproximación temá­ tica abordado en su totalidad. El historiador tiene, pues, que deli­ mitar su campo de investigación evitando que una parcelación de carácter instrumental derive en una correlativa compartimentación de la realidad que se pretende conocer. El presente libro tiene como objeto historiográfico el estudio de la clase obrera asturiana durante e! franquismo ( 1 940-1 975), centrado en la evolución dei empleo, las condiciones de trabajo y la manifes­ tación dei conflicto individual en los subsectores dei metal, combus­ tible y construcción, actividades que, además de resultar mayorita­ rias en ei conjunto dei sector secundaria asturiano, presentan un carácter netamente obrero. E! desconocimiento de la realidad social franquista, consecuencia tanto de su proximidad cronológica (lo que dificulta el análisis his­ tórico no en función de la pretendida falta de perspectiva temporal sino de las limitaciones institucionales ai uso de fuentes) como de la naturaleza política dei régimen establecido en 1 939 (las dictaduras

XIV

Carmen Benito del Pozo

contemporáneas se protejen a sí mismas median� � el hermetismo documental en distintos grados: desde la ocultaoon a l� destr�c­ ción), así como de los prejuicios ideológicos que todavia �u�ota, exige al investigador la tarea previa de establecer las condiciOnes económicas en que se desenvuelve la clase obrera (coyun tura, pre­ _ � es, etc.) cios, salarios, coste de vida, cobertura de los seguros sooa y el marco jurídico-ideológico que fi! a e� sis �ema de relaoo �es de producción (reglamentaciones y orgamzacw, � Interna del trabajo, �_ n­ _ _ _ laboral, regimen tervencionismo estatal en matena de contratacwn, despido, etc.) para, finalmente, abordar las condiciones la? orales que justifican una determinada manifestación del c_o�flicto social de clase. En función de estos criterios, el libro se divide en tres partes. En la primera de ellas se abordan las cu:stiones ec�nómicas, con espe­ cial referencia a la distribución sectonal y profesional de la mano de obra y a la evolución del empleo en los subsectores básicos d � la _ , industria asturiana. En la segunda parte se traza el marco JUndico­ institucional de las relaciones laborales (normativa reguladora, mo­ nopolio estatal en materia laboral, restricciones a la negociaci? � co­ lectiva, papel de la Organización Sindical, etc.) y las condiciones _ _ generales de trabajo d � 1� clase ob �e ra astu�Iana (J ? rnada, descansos, _ , salarios, seguridad e higiene, prevlSlon social, etcetera). Y en la � er­ , cera parte, casi a modo de epílogo, todos los factores economico­ , laborales que se han ido desgrana�do �n �o? capitulos precedentes concurren en la definición del confhcto mdividual obrero tal y como se nos manifiesta a través de los expedientes tramitados en las magistraturas de Trabajo. . . . ., El análisis del proceso de reorgamzacwn del movimiento obrero durante el franquismo -que había sido desma�tel��o en aras de u;r Estado nacionalsindicalista promotor de los pnncipws de «armoma social» y <
Introducción

XV

a�os del r�gimen y con escas os resul tados respecto a los objetivos _ fipd os- ttene , paradójicamente, su correlato en una profundiza ción de los desequilíbrios regio nales . De mod o que la polít ica econ ómic a _ franq uista prov oca efect os regio nales diver sos en func ión de las es­ t:ucturas sobr e las que incid e, lo que justif ica el inter és histo riográ­ fico de las mon ografías regi ona les. No obstante, el análisis socio econ ómic o de Astu rias ha sido abor ­ dado desis tiend o de todo enfoque estric tamente regionalista, dado que la coyu ntura astur iana se nos prese nta en sus diversas etapa s c?mo resul tado de la dinám ica econ ómic a nacio nal, y fuertemente vmculada a la política econ ómic a dei Gob ierno, toda vez que la prod�cción de los sectores básic os astur ianos -carbón y acero­ mantiene una estrecha depe nden cia de las cond icion es dei merc ado extrarreg�or:al y r quiere dei cons tante inter venc ionis mo estatal para � su soste mmi ento, Intervencionis mo que prese nta distin tos matic es en las sucesivas fases dei desarrollo econ ómic o asturiano, culm inand o con la nacio naliz ación de los subs ecto res men cion ados . Parti remo s, pues , de este cond icion ante histó rico no sólo en el orde� metodológico -an álisis de la estru ctura econ ómic a y de las _ condiciones laborales de la regió n en relac ión al marc o nacio nal en q�e �� insertan- sino también interpreta tivo, cons iderando la supe ­ drt�cion del proc eso astur iano a la estra tegia marc ada por la polít ica _ nacwnal, �m que por ello qued en marg inad os los factores prop ia­ ment e regwnales, cuya actua ción resul ta, a vece s, decis iva. Es la concurrencia de factores extrarregi onales en un ámbi to con e� tructu:as socio econ ómic as pecu liare s lo que proporciona el rasgo �Iferenci�dor, sin que pued a afirmarse que éste emerge de una rea­ lrdad regwnal desco necta da de la evolu ción general dei país. Bien es c�_ erto que la econ omía astur iana prese nta una dinám ica inter na, un ntmo, prop ios que la singu lariza n dei resto de las áreas indus triali­ zadas espaii olas (Cataluiia, País Vasco y, más tarde, Mad rid) y que la pobl ación obrera regio nal mani fiesta rasgo s socio lógic os distin ti­ vos, fru to de unos conc retos cond icion antes histó ricos -pe nsem os . _ r en e1 �m : � as� unano-, pero su conf igura ción resul ta depe ndien te de la dialecttca mterregion al 1 . 1 Para la constatación dei alto astunano y el nacional, véase grado de adecuación entre el proceso económico 1886-1973. Un análisis compa ]. A. Vázquez, «EI ciclo económico en Asturias, rativo », en Boletín del IDEA ' núm. 1 05-106 Ovied 1982. o' '

XVI

Carmen Benito dei Pozo

Justificada la acotación temática y e ��acial dei presen�e estudio, pasamos ai comentaria de las fuentes uuhzadas para el mismo.

II. VALORACIÓ N HISTORIOGRÁFICA DE LAS FUENTES

La primera fuente documental que atrajo �ues� ra atención: por su inaccesibilidad hasta fechas recientes y la mtmda relevancia de su _ contenido fueron los fondos de la Administración InstituciOnal de Servicios Socioprofesionales (AISS), organismo creado en oc�ubre de 1 976 con la finalidad de cubrir transitoriamente el hueco depdo por . los extintos sindicatos verticales, haciéndose cargo de la mgente do­ cumentación de la Organización Sindical. La AISS, fórmula adoptada para la liquidación institucional de aquélla, desaparece, a su vez, en junio de 1 977. . El fondo documental de la AISS asturiana se encuentra deposttado en ei Archivo Histórico Provincial (AHP), clasificado por comarca� es, circunscripciones supramunicipales de carácter si? di� al ( en Astunas, los 78 concejos se agrupaban en 1 8 comarcales smdicales). La riqueza informativa de esta fuente fu� menor de lo esperado, _ de 1 AISS es de ca­ dado que la mayor parte de la docu�entacwn � _ rácter administrativo, lo que obstaculiza el acceso mmed tato a los _ datos socioeconómicos que la Organización Sindical maneJaba en su calidad de institución gestora de la problemática laboral durante el período 1940- 1 975. . . . Sin embargo, reconocemos lo vahoso de 1� mformacwn propor­ cionada por Ia AISS -de ineludible referencia en nuestro tema­ cuando ésta ha sido posible rescatarla de entre el abundante papeleo burocrático en que se halla sumida, valor que ot�xgamos p �r cuanto _ . eran ciertos estudios e informes elaborados por el smdiCato oftCial de circulación exclusivamente interna y confidencial y, por tanto, reflejaban con realismo y sin ambages situacione� so� i olaborales de­ - Hemos de formadas u ocultadas por los medios de �omumca�wn. matizar que los fondos consultados han Sido selecciOnados en f�� ­ ción dei objeto de la investigación, de ahí que la documentaoon manejada proceda de las comarcales �indica� es d� la Zo �a Centro de _ Asturias, donde se concentra la actlvidad mmeromdustnal de la provmcia. · La sección «Secretaría General» es la que ha proporciOna d o 1 os ,

Introducción

XVII

�atos más interesantes, pue s acoge numero sos informes y estudios _ smd�_ cales de t1po estadístico, que si en algunos casos han pod ido susc1ta� fundadas � udas acerca de la veracidad y exactitud de su contemdo, en � caswnes, por su carácter cuando men os aproximat i­ vo, han permtt. 1do el avance en cuestiones don de e! silencio info r­ mativo � e otras fuentes es tota l. La interpretación que de la coy un­ tura regwnal hacen los distinto s sindicatos, Ia versión que de la mis ­ ma ofrecen los representantes de! pod er púb lico (jerarquías sind ica­ Ies, de�egado de Trabajo , gob ernador civi l, alca ides , etc. ), así como el amb1ente de malestar obrero y Ia capacidad de contro! dei mis mo por Ia Organización Sin dic al, apareceu expresa dos en los diversos mformes y comunicaciones de esta secc ión . En general, que da pat ent e el amp lio cam po de actu ació n sac io­ lab ora l de los sind icat os fran qui stas , pero tam bién su función mer a­ men�e informa iv y consultiva -burocratización que ent raií a � � una cons1derable per did a de poder real de Ia Organización Sin dica l res­ p �cto � su cometido normativo -, lo que explica el carácter adm i­ mst rativo que domina en Ia doc umentación de la AISS. Por últi mo , resaltar que el Iím ite cronológico inferior de tod a esta doc um ent ción se ncu ent ra a finales de los aiíos cincuenta � � (con algunas excepcwnes), s1en do e] período 1960-1 975 ei mej or docu­ n;tenta� o, caracterizándose Ia década de los cuaren ta por su cas i ine ­ XIst e? cia a efectos archivístic os. Est a lagu na informativa par a el de­ nommado prz mer fran uzsmo no pud o siqu iera ser cub iert a q con Ia documentación pro ced ent e de la comarca] sindica] de Ov ied o' de r��go p _rovi nci al (sin clas�fica � en e! momento de su consulta, lo que dificulto Ia tare a de Iocahzacw - n dei mat erial de inte rés) . L � �� ent e que co? ayo r exha stividad hem os utilizado, por su � � accesibi1Id �d y pec uha nda des , ha Sido Ia con stit uid a por los fon dos de Ias mag1stratur s de Tra bajo de Ov iedo y Gijón (depos � itados en e! AH P) y Ia Magistratura de Mieres (localizados en el arch ivo del pro pio orga is mo gen era dor ). Los datos aportados permiten ? _ un ri­ guroso � egm mie nto del den om inad o conflicto ind ivid ual obr ero _ . La c�ntm uidad � ronológica de los expedie ntes (cuya tipología se des ­ c�1be ai c I_TIIenzo de la tercera par te de! libro) refuerz ? _ a e] valor ?Istonog raftco de esta fuente has ta aho ra escasamente util izad a y de Inexcu sab le con sult a par a e! seg uim ient o cuantitativo y cualitativo de! malestar labo ral latente , canalizado a través dei conflicto · ituc ind ividuaI mst · wn · a1 izad o. Asi mis mo , algunos expedientes sor pre ndi ero n gratamente a! des info rma do investigador (des con ocí amo s el ai-

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cance real de esta docume ntación ) al proporcionar, de forma ajena a su propio conten ido, una suplem entaria y valiosí sima documenta­ ción : los reglamentos de régime n interno redactados por las empre­ sas, a través de los cuales se adaptaban a las peculiaridades de los el respectivos centros de trabajo las normas generales dictadas por ellas (todas s Ministerio de Trabajo en las reglamentaciones nacionale _ localizadas en el BOE corresp ondient e). Ciertame nte, no obtu �lmos todos los desead os, pues no era frecuente que apareciesen adJuntos a las deman das obreras, pero sí los suficientes para llenar de manera significativa el vacío documental de los anos cuarenta. La recogi da y elabor ación de la información procedente de _ las magistraturas resulta lenta y laborio sa, pues son miles los expedien­ tes consul tados referidos al período 1 938-19 75, pero recompensada por los resultados que de ella se obtienen. . . Reglamentaciones nacion ales concernientes a las actividades eco­ nómicas tratadas ( carbón , siderom etalurgia, construcción, cerám ca y vidrio), reglam entos de régime n interno y, desde 1 958, convemos s colectivos sindicales (también publicados en el BOE), así c? mo l ? d1al pnmor decreto s sobre norma tiva labora l, constituyen la fuente para el conoci miento de las condiciones legales de trabajo en los centros productivos. El grado de adecuación de las mis�as a la rea­ lidad, es decir, el incump limient o patronal de la legahdad l �boral vigent e, se sigue a través dei análisi s de los mencio nados expedientes de Magistratura y, en concreto, de las demandas obreras Y los ex­ pedient es gubern ativos (instru idos estas últimos por el INP o la De­ legació n de Trabajo contra las empresas que no realizan el pago de los seguros sociales o contrav ienen las normas sociolab orales) : . En cuanto a la docum entación procedente dei Gobie rno C1v1l de la provin cia, una parte se encuentra en el AHP y el resto fue co �sul­ tada en el propio archivo dei G obiern o Civil. El uso que de_ la m1sma hacemos en el presen te trabaj o ha sido escaso , pues no soha resultar pertinen te al tema, aunque -adelantamos- será i �e �timable para quienes se interesen por el análisis de aquellas actividades _qu� la autoridad gubern ativa califica ba de « alteración dei o :den pubhco» (huelga s, m anifest aciones, accion es de oposición al r g�men, etc.), _de las organiz aciones obrera s c landest inas y de la efect1v1dad de la tac­ tica dei entrismo practic ada por comunistas y católico s a través de las eleccio ne s sindica les. Sólo se conservan, no obstante, documentos corresp o ndientes a los anos sesenta y setenta pues, segú? los resp _on­ sables dei propio Gobier no Civil, lo anterior fue destrmdo atend1en-

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Introducción

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do a razones administrativas (pérdida de vigencia) y de espacio («tan­ to p �peleo ocupaba lugar»), contribuyendo a su desaparición los sucesivos traslados de local, que hacían incómodo para el personal el trasvase de documentación ya sin interés para la entidad genera­ dora. Finalmen te, h �n sido consultados los expedien tes de regulación e empl eo depositados en el archivo de la Delegación de Trabajo. _ Esto� solo e conservan desde 1 963 y los libras de registro (que _� p odnan ut1hzar �e en defecto de aquellos) desde 1 973 (sic). Los men­ _ Cionados expedientes dan cuenta pormenorizada de aquellas empre­ sas afectadas por procesos de reconversión, reestructuración, crisis . Y cierres (temporales o definitivos), así como del número de traba­ jadores i � pl ca �s y la solución laboral que se les ofrece (despido, traslad? , J �bilacwn o suspensió n temporal ), convirtiéndose, pues, en claros mdicador es de la coyuntura económic a por la que atraviesan _ los sectores estudiado s tras el proceso de liberalización económic a emprendido por el régimen a partir de 1 959 : crisis del carbón des­ pegue de la siderurgia y boom de la construcc ión. Nos int:resan también los efectos dei desarrollismo sobre las condicion es sociola­ borales de la clase obrera. Las estadística s oficiales o de organismo s privados constituyen o �r� fuente documental que, aunque elaboradas con criterios a veces distmtos a nuestro interés, aportan coordenadas de referencia y pun­ tos de contraste. AI respecto han sido consultados los anuarios es­ tadísticos y resenas provinciales dei INE. A escala regional, los in­ f? r� es de SADEI desde 1 966), y los ya mencionados de procedenc ia smdical, profundi Zan en la realidad asturiana . Ahora bien esta in­ forn:ación adolece, al igual que la de proceden cia archivfstica, de aluswnes a los anos cuarenta y, en menor medida, cincuenta . u �stro emp�no en acceder a los archivos de empresas privadas 0 publicas (especialm ente Hunosa y Ensidesa) no pudo ser satisfe­ cho, en unos casos porque la document ación existente en los mismos care cía de relevanci a para el tema que nos ocupa, y en otros porque los r�s t:onsables a quienes nos dirigimos no atendieron nuestros re­ quenmien tos en tal sentido . La valoración historiográfica de las fuentes descritas sería' pues ' la siguiente:

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-La documenta ción de la AISS aportó variada información aun­ qu e sin continuid ad cronológi ca, acerca de la situación laboral n los

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centros de trabajo y la problemática general que afectaba a la clase obrera según la actividad económica desarrollada. Asimismo, desvela el papel desempenado por los sindicatos verticales en tanto órganos de <<encuadramientO>> de los trabajadores ; e! contraste entre su poder real y su poder oficial; la tensión entre una cierta tendencia obrerista (sobre todo constatada en el Sindicato dei Combustible) y su carác­ ter de institución mantenedora dei orden laboral vigente. - Los expedientes de las magistraturas de Trabajo permiten co­ nocer con rigor el conflicto individual en el seno de la clase obrera, única vía de manifestación dei descontento laboral respecto a las condiciones reales de trabajo (salarios, jornada, vacaciones, disciplina y organización interna, etc.) durante las dos primeras décadas dei franquismo, por cuanto el conflicto colectivo no surge hasta los aiíos sesenta, eliminado por la represión y el fuerte control social. - La normativa laboral (reglamentaciones, reglamentos internos, convenios colectivos sindicales, leyes y decretos) establece de forma precisa los princípios jurídico-ideológicos reguladores de las relacio­ nes de producción en el marco de un fuerte intervencionismo estatal en materia laboral. - Los fondos dei Gobierno Civil facilitan el seguimiento, desde instancias oficiales, de la protesta social, de sus protagonistas y de sus consecuencias. Resultan claves para captar el grado de hundi­ miento de la Organización Sindical, la capacidad de atracción y ac­ tuación de las organizaciones obreras clandestinas y su implantación en los centros de trabajo. Su información, contrastada con fuentes no oficiales, permitiría un veraz conocimiento de la oposición orga­ nizada antifranquista. - Los expedientes de regulación de empleo procedentes de la Delegación Provincial de Trabajo matizan los aspectos económicos dei tema, especialmente los procesos de crisis, reconversión y rees­ tructuración sectorial. - Los informes estadísticos presentan el inconveniente de su fal­ ta de homogeneidad en los criterios técnicos de elaboración, lo que podría estar en parte justificado cuando procedeu de entidades dis­ tintas, pero tal defecto se constata con excesiva frecuencia en datos y series estadísticas realizadas por e! mismo organismo, de modo que provocan un cúmulo de contrariedades que obligan a una sistemática verificación de los mismos más aliá de los límites que la rigurosidad impone. Por otra parte, no todos los datos de interés merecieron en su tiempo el tratamiento cuantitativo necesario y, así, las lagunas

fntroducción XXI

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estadísti cas son evid en tes (la evol c . , d e los salar . de )as prestacion es eco �os y la cuantía nóm icas d . er egu ros soc iale � pnm s franquismo resultan, en . , durante e1 este senudo , paradIgm aucas) . El rasgo com ún de 1 as f ., uen tes consultadas y su . ' Cion, mayor hmi es 1 a manifiesta ausenc·Ia tad e re f · eren . c1as a 1 o que ya casi pod , mos den ommar na. aiios oscuros del fran qUis mo . , da de . . . · la d eca rema pnncip . 1os euaws de 1os cm h. , y , cuenta . La aproxim . . · · n al conoCim aCio Istonco de esta etapa resu iento , lta, po r e11 o' mas p ro bl , . . emauca, m ás parCia . 1 e mcompleta. ·

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PR!MERA PARTE

CARACTERIZACI ÓN ECONÓMICO-LABORAL DE ASTURIAS, 1 940- 1 975

1.

EVOLUCIÓ N Y EFECTOS DE LA POL ÍTICA ECON ÓMICA FRANQUISTA

Como es sabido, la evolución de la economía espaiíola entre 1 939 y 1 975 presenta dos grandes etapas, la autarquía y e! desarrollismo, establecidas en función de la política económica en vigor y atendien­ do, por tanto, a criterios no sólo económicos sino también políticos e ideológicos. El Plan de Estabilización de 1 959 marcaría la transi­ ción desde los viejos postulados de autosuficiencia económica hacia la apertura y liberalización. E! período autárquico coincide con las dos primeras décadas dei franquismo ( 1 939-1 959) ; se caracteriza por e! binomio introver­ sión/intervención -en expresión de Tuiíón de Lara-, y pese a la homogeneidad formal que presenta, contiene fases de distinto signo económico: estancamiento (aiíos cuarenta), lenta recuperación ( 1 95 1 - 1 955) y expansión contenida ( 1 956-1 959). En los aiíos cincuen­ ta, superados los índices macroeconómicos de posguerra, e! desa­ rrollo de las fuerzas productivas entrará en abierta contradicción con e! modelo autárquico, finalmente convertido en una rémora ai cre­ cimiento. El Plan de Estabilización de 1 959 revisa los princípios de la política económica hasta entonces vigente, rompiendo con e! ais­ lamiento exterior, frenando e! intervencionismo estatal y liberalizan­ do e! mercado nacional. La puesta en práctica de las medidas esta­ bilizadoras provocá _inicialmente una recesión económica superada en 1961 , aiío éste que marca e! inicio de un despegue industrial sin precedentes. Así, envuelta en la mística dei desarrollismo, la economía espa­ iiola alcanza un ritmo de crecimiento muy superior ai dei resto de los países europeos, y sólo inferior al de Japón, durante e! período 1 960- 1 974. La planificación indicativa es presentada oficialmente como la nueva panacea económica, y los polos de desarrollo como la solución a las regiones en declive o escasamente industrializadas 1 • ' La tasa de crecimiento de las principales economias occidentales

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nismo dia­ La articulación de estas etapas se realiza por un meca econó mica ca políti la de nidos léctico de super ación de los conte estr�ctura la fica �� mo que rollo precedente, tras un proceso ?� desar cuv� . �I produ sw expan la para �, inicial y genera nuevas condiciOnes UI­ contm de n solucw una tanto, por Plan de Estabilización no sería, ación adapt de t me instru el sino mico, �? dad en dicho proceso econó _ por su par­ de la economía espanola ai marco liberahzador exigido I, etc.- Y � F E, -:-OCD ionale a intern ismos � ticipación en los organ : Fue el mayor acercamiento a las economias capitalistas domm antes. una transición controlada 2 •

I. LA AUTARQUÍA, 1 939- 1 959

La bibliografía más reciente sobre el tema parte de l a revisión d� � as _ � e la polltl a , tesis clásicas que, o bien negaban el carácter autarquico � económica dei Nuevo Estado -argumentando que aquel era prop10 de una economía de guerra ya superada-, o bien consider� ban que el rumbo autárquico tomado por la economía espano!� ai fmal de la contienda civil vino impuesto por el conflicto internacwnal. La ma­ yoría de los investigadores actuales la consideran, sin embargo, como un principio estratégico en la política económica dei momento, que 4,5; Francia anos 1 960-1974 fue la siguiente: EE UU 2,9 ; Reino Unido 2,3; Bélgica de } · Apa­ m ados t Datos 8 8. Japón y 5,8 Espana 3,7; ia Aleman ? ; 4,0 a Holand � 4,4 ; . espano[,, en rício y ]. A. Martínez, «Los rasgos básicos dei crectmtento econ.omtco �- 25. 982, 1 , Madnd 980, 960-1 ]. L. García Delgado (ed.), Economía espano/a, 1 espano!: !J_e la tsmo Capztal , ai. et Clavera ]. ase é v a senalad zación Sobre la periodi n, Esteb M. . 1978;] , Madrid 59, : « La poltu�a autarquía a la estabilización, 1939-19 Me­ Espana , Preston P. en », etación interp Una smo: franqui ica dei . en crms, ­ � económ mterve e al mdustn amtento «Estanc , � Delgado García L. ]. xico, 1978, pp. 1 47-1 80; , Espana cionismo económico durante el primer franquismo», en ]. Fontana (comp.) Política eco­ bajo e/ franquismo, Barcelona, 1 986, pp. 1 70- 19 1 ; ]. Ros Hombravella: la econoa ccwn lntrodu es, Tamam R. 1979; nómica espano/a, 1959-1 973, Barcelona, ed.). (7.' 972 1 Madrid, espano/a, , . mia . o: «La falta de hmnogenetdad dei re?tmen 2 AI respecto, afirma García Delgad d actlVlda la e � balance prop10 ai franquista en lo que se refiere a política econ?mica y . n de un alta expres10 como rse t mterpre � debe no general, en ica, � . industrial y económ sttuaet� nes capacidad adaptativa y, menos aún, de senudo antlctpauvo a cambtanlatesreststeneta a ] es ... ( e sobresal que lo io, contrar el Por ]. ... ( es exterior y internas . 90-191 1 pp. », . cambiar,, en «Estancamiento . .

Evolución y efectos de la política económica franquista

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venía gestándose desde el período bélico, propiciado por diversos factores : regeneracionismo, valoración negativa de la subordinación de Espana en la división internacional dei trabajo, difícil situación de la balanza de pagos y prestigio de las doctrinas fascistas europeas -factor ideológico és te nada desdeõable en su momento 3. La autarquía se concibió, pues, como una manifestación dei na­ cionalismo económico, sin que ello resulte una novedad dei régimen franquista, puesto que la vía nacionalista dei capitalismo espaõol, iniciada en los primeros aõos de la Restauración y potenciada du­ rante la dictadura de Primo de Rivera, tenía ya una larga tradición, en la que confluían doctrinas diversas (regeneracionismo, maurismo, nacionalismo de entreguerras y fascismo). No era, por tanto, más que la expresión que el nuevo Régimen ofrecía de la vieja propuesta nacionalista 4• Aislamiento relativo de la economía; contracción dei comercio exterior e intervencionismo estatal se convertirán así en las claves dei denominado primer franquismo, configurando un modelo de creci­ miento que a lo largo de la década de los cuarenta mostrará su incapacidad para propiciar una rápida recuperación de los efectos económicos de la guerra, y en los aõos cincuenta, sus limitaciones para mantener un ritmo de crecimiento sostenido 5• Los aõos de la inmediata posguerra (1939-1 942) constituyen lo que se ha definido como etapa fascista, al presentar la ideología ofi­ cial elementos tan característicos como el totalitarismo, el antilibe­ ralismo y la supeditación de la economía a los fines políticos, con preferencia por la agricultura y los valores rurales frente a la indus3 Destacado exponente de la primera interpretación es Higinio Paris Eguilaz, en E! desarrollo económico espano/, 1906-1 964, Madrid, 1965; y de la segunda J. Velarde Fuertes, en M. Fraga Iribarne (comp.), La Espana de los anos 70, vol. II, Madrid, 1 973. Cf A. Vinas, Dinero, guerra y dictadura, Barcelona, 1 984, caps. 8-9. Este autor expone pormenorizadamente los argumentos a favor de lo que podríamos denominar voluntarismo autárquico dei régimen franquista. 4 En este sentido, García Delgado considera más apropiado hablar de nacionalis­ mo tradicionalizante que de nacionalismo fascistizante; ai respecto véase «Estanca­ mi ento ..... , pp. 1 80- 1 8 1 . Sobre los antecedentes dei nacionalismo económico franquis­ ta, e! mismo autor en Origenes y desarrollo dei capitalismo en Espana, Madrid, 1975, pp. 1 85-186; Fabián Estapé, Ensayos sobre economia espano/a, Barcelona, 1 972; y l Velarde Fuertes, Política económica de la Dictadura, Madrid, 1 973 (se refiere a la dtctadura primorriverista). 5 Término éste que la mayoría de los autores aplican ai período autárquico ( 1 939-1959), aunque García Delgado lo limita a los anos cuarenta.

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que e� fasci smo _europeo tria y las pautas urbanas. Es el período en franquista, necesitado de en auge deslumbra al incipiente régimen a al Nue vo Estado. una doct rina que dies e cohe sión socia l e ideo lógic de las it� l! anas, �efuerzan Surgen así instituciones que, a imit ació n gr. ServiciO Nacwnal del el control estatal sobre la economía --v. 6 • Trigo e Instituto Nacional de Indu stria licto internacional a A partir de 1 942, la decantación del conf de las actitudes marcada­ favor de los aliados prop icia un repliegue ón en el seno del régimente pro-Eje y el inicio de la desfascistizaci men franquista 7• o pers iste, justificado Hast a 1 95 1 el estancamiento econ ómic guerra civil , el aisla­ la oficialmente por los efectos destructivos de y el posterior blo­ dial miento derivado de la segunda guerra mun en el desenvolvi­ ieron incid queo económic o ; factores que, si bien explicaban por no a, fech esa miento de la economía espa nola hasta los dano s oca­ que ando sider sí mismos el hund imie nto de ésta. Con ma de co­ siste al te men seria aron sion ados por la guerra sólo afect strial y que, por otra par­ municaciones y escasamente al capital indu cción habí a finalizado te, fuentes ofici ales admitían que la reconstru lidado para explicar la en 1 945, el primer argumento qued aba inva nola . El estrangulamiento falta de crecimiento en la economía espa contribuyó a paralizar la del comercio exterior, si bien es cierto que mirse com o factor exó­ economía, sólo demagógicamente podí a esgri aislamiento cons tituía un geno del estancamiento, toda vez que el a 8• objetivo deliberado de la política autárquic a muy por debajo del ntrab enco se PNB el , enta cuar En los anos . La prod ucció� agrí­ 1 nivel de preguerra, que no se supera hasta 195 icos que refleJa con nóm cola es uno de los indic ador es macroeco . La gravedad de la anos may or intensidad el estancamiento en estos

.. . pp. 1 47-1 82; Claveraioetdea/., AI respecto, véase J. M. Esteban, • La política E. a clarificador e! estud result io Capitalismo espano/... Acerca dei fascismo agrar do en Espan a, Barce lona, 1 979, Sevil la-G uzmá n, La evolución dei campesina . . pp. 1 57-1 76. e, El regtmen co-ideológica dei Régimen, en Stanley G. Payn, en A. Vü'ias, 7 La evolución políti s de este giro ideológico de Franco, Madrid, 1 987; efectos económico . altsm . o ... , ss. 9 1 2 Dinero. .. , pp. política . . . pp. 1 16-11 7; Clavera et ai., Capuresponsa­ 8 Cf J. M. Esteban, .La en la consideración de la p. 1 48. La bibliografía especializada es unânime ngación dei estancamiento posbéprolo la en s quico autár bilidad de los presupuestos lico. 6

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crisis de � 945 -pro�oca a por la peor cosecha dei siglo- reduce la _ produccwn a unas cifras mferiores al casi 50% de las registradas en 1 93 5. Por otra p�; te, la política autárquica aplicada al sector agrícola _ . , hmito la e�panswn de los productos tradicionalmente destinados a la ex�ortación (cítricos, aceitunas ? etc.) incentivando la producción _ . garanuzados ; el objetivo era el autocon­ cereahsta mediante precws su�o . La recuperación de la producción agraria será lenta, no con­ . . sohdandose hasta bien entrada la década de los sesenta. as dificu tades en el abastecimiento de alimentos serán un claro refleJo ? e la Situ �ción por 1 � que atraviesa el sector: en mayo de 1 939 el Gobierno habia estableCido el racionamiento de alimentos dada la escasez de éstos. Tal �edida, pr� sentada como coyuntural, se man­ . tendra. hasta 1 952. Asimismo, el Intervencionismo estatal potenciaba el merc �do �egro: gran parte de los productos de primera necesidad se vendian Ilegalmente, escapando a los controles oficiales · así el estraperlo cubrió entre el 50-60% de la demanda durante l s aftos cuarenta, descendiendo al 20-30% en la década siguiente 9. En cuanto a la producción industrial, no comenzó a crecer hasta 1 4� pese al carácter prioritario que se otorgaba al proceso indus­ tnahzador en el programa económico dei Régimen. En los anos eua­ rema, 1� economí� espa ola se desenvolvió en un ambiente de escasez gener�l �z�da, racwnamiento y cupos de materias primas ; situación que Ificilmente podía propiciar un desarrollo competitivo de la in­ dus�na � una ; espuesta positiva de ésta en términos de crecimiento . . Y diversI Ica�wn. L a re ucida capacidad de ahorro no se dirigía a la _ . smo a la reposición o ampliación de las in­ prom oCio� mdustnal, . dustnas ex�s�entes, y a la compra de inmuebles y solares que ofrecían una �entabihd �d «segura Y cómoda>> pese a la congelación oficial de . . alqUile:e� ; El mtervencwmsmo y las restriccciones contribuyeron a . la apancwn de un tipo de empresario político con buenas relaciones en la Administración, dada la arbitrariedad y favoritismo existentes en la concesión de autorizaciones 1 0 • El proceso de industrialización se vio obstaculizado por la esca-

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9 J. M. Esteban, •La política . .. pp. 1 60-162. Las cifras sobre la magnitudo dei estraperlo están tomadas por este autor de J. Walker, Spain, Economic and Commer­ . czal Condlttons, Londres, 1 949. 10 García Delgado: •Estancamiento. . .», p. 1 85. Véase Miguel Boyer, •La empresa publtca en la estrategta mdustnal espano! a: e! INI» en ICE, núm. SOO abril 1975 '· Juergen B. Donges, La industrialización en Espa;1a, Barcelona, 1 976, p; . 45- ;7. »,

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n limitaban su sez de biene s de equip o (las licenc ias de importació la dispo nibili­ adqui sición ), de materias primas (los cupos reducían realiz ación de La dad de éstas) y de energía (restr iccion es eléctr icas). presupuesta­ déficit el fuertes invers iones públic as, comb inadas con provocaron rable, pigno rio y amplias emisio nes de deuda públic a ctivo, con­ produ to amien una elevada inflación que, junto al estanc franquisdel a décad ra tribuye a definir económicamente la prime 11• mo erra En definitiva, la renta per cápita no alcanz a el nível de pregu para anos trece tó necesi ola espaõ hasta 1 952. Así pues, la economía superar los efectos de la guerra civil. LI.

Política industrial au tárquica

inada a Durante la guerra, la política indust rial había estado encam Para tes. centralizar las decisio nes y controlar los recursos existen eto (Decr n icació ello se crearo n las Comi siones Provin ciales de Clasif ), 936 29-8-1 n (Orde 1 4-8-19 36 ) la Comis ión de Indust ria y Comercio rial Indust n izació Movil y la Comis ión Milita r de Incorporació n y a, San­ (Decreto 23-6-1 937). Estas comisiones funcio naron en Vizcay pro­ estas o cuand 938, 1 de tander y Asturi as, disolv iéndos e en mayo o pasand alista, nacion ando b del víncias ya estaban bajo el control rcio. Come y ria sus funciones al Ministerio de Indust s, Simultáneamente, se clasificaron las indust rias en cinco grupo mi­ 2) es, militar ) 1 : guerra de mía atendiendo al interés de la econo izadas , litarizadas, 3) totalmente movili zadas, 4) parcia lmente movil dían depen ros prime dos Los . izadas militar y 5) discipl inariam ente julio En ria. Indust de tes restan tres los y sa, del Ministerio de Defen temen te de 1 938, siguien do las directrices corpor ativist as del recien de doras aproba do Fuero del Trabaj o, surgen las Comis iones Regula Producción. el La normativa industrial propia mente de guerra finaliz a con pri­ dad propie decreto de desmo vilizac ión de tallere s y fábrica s de vada, promu lgado el 1 de abril de 1 939. La autarquía adoptó como estrate gia indust rializa dora a largo al, plazo la sustitución de importaciones por la produ cción nacion rial indust iento crecim de con ello se pretendía desvin cular el ritmo ,

11 R. Tamames, La República. La era de Franco, Madrid, 1 976, 5.' ed., pp. 459-460.

Evolución y ejectas de la política económica franquista

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d el comercio exterio �, a fin de potenciar aquél. El instrumento prin­ . cipal de esta estrategta sería el proteccionismo 12• Ahora bien, si hasta 1 936 la protección arancelaria había consti­ tuid? un factor clave en el proceso de industrialización espano!, a partir de 1 939 el arancel de tarifas elevadas como dispositivo de �rotección perdía relevancia ante el nuevo régimen de licencias, con­ tmgentes y controles de cambio, que suponían barreras mucho más �ólidas _ frente a la competencia exterior. Se trataba de potenciar la mdust�Ia espanola preservando el mercado nacional de productos extran! eros. �as le�es de industria de 1 939 ( <
n s básic os --:-hierro, a��ro y las empresas productor�s de ciertos b � � � , precws, someuen­ aciO? y cemento-- carecían de � 1bertad en la �IJ_ sten o . dose a las tarifas estableCidas por el m1m el pleno control de cam­ nte vige o estuv 959 Desde 1 939 hasta 1 proteccionistas que, com o bios y la contingentación -instrumentos aran cel hasta 1 960. Entre senalábamos anteriormente, sustituirán al ermaneció fijo, mante­ 1 939 y 1 948 el cambio oficial de la Reseta ? trados �� lo� merca os niéndose muy por debajo de los cambws regis a behca mternacw­ ntur internacionales de divis as. Fina lizad a la coyu déficit comercial del ón nal, la fuerte inflación interna y la reaparici que por ello se sin ta, pese impulsaron a la baja la cotización de la la exp�ma­ ultá dific que lo , modificase la polít ica de cam bios fijos se v1eron s ículo ar s cuy , ones � ? ción y presionó sobre las importaci mercado ado rswn disto el en sometidos a una fuerte espe culac ión ron que tuvie ones rtaci expo las 948 interno. Por ello,. entre 1 945 y 1 1 es I S . c1a espe tas cuen e d mantenerse medJante e1 sistema itió el paso a un El Decreto del 3 de dicie mbr e de 1 948 perm , con el que se trataba sistema más flexible, el de cambios múltiples io fijo y el cambio libre , de reducir distancias entre el anterior camb s manufac�� rados _Y la primando con ello la expo rtaci ón de prod ucto la exp ortacwn de estas importación de materias prim as, y gravando ras. m emba��o, no se y la adqu isició n en e! exterior de manufactu r 1� Im?ortacwn, da o cons iguió pote nciar la exportación y frena mfenor ai de cambiO que, inclu so, el tipo de camb io más elevado era 6 libre 1 • tituirá otro de los El Instituto Nacional de Industria (INI) cons i­ la s pu ca, � _ intervención pilares de la política industrial autárqu a u efect se zado stnah mdu � eso � recta del sector públ ico en el proc a ómiC econ ica polít la en ra inspi través de él. Su creación en 1 94 1 se ituto Inst el : to umen instr su en nte _ de la Italia fascista, y especialme ro de la estrategia de para la Reconstrucción Industrial (IRI). Dent al promoverá empresas susti tució n de impo rtaci ones , el holding estat

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. Donges, ob . cit . , pp. 45-47 . cuentas espectales conSIS­ EI tipo fue de 44,1 3 pesetas 1 libra. EI sistema de en la cual se abonaba el ador tente en la apertura de una cuenta ai expotador-import y se cargaba el de las que es tacion expor sus con cía produ que divisas las de valor R. Tamames, La Repúbliutilizaba en pago de sus importaciones. AI respecto, véase , ca. . , pp. 440-442. mercanctas, Vease Donges, ob. 1" E! tipo de cambio variaba según los grupos de cit., p. 443. .

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�n a�uello� sectores o ramas de la producción que, consideradas de mteres n �cwnal, no resultaran atractivas a la iniciativa privada; así, el absentismo de ésta ante la falta de benefícios justificará desde la óptica oficial la acción directa dei Estado en el sector industrial especialmente en carburantes líquidos, electricidad, minería' siderur� 17 gia y alumínio • Los objetivos del INI, aparte de contribuir a la realización del . Ideal autárquico, fueron, sintéticamente, los siguientes : apoyar el desarrollo de las I_ � dust�ias al servicio de la defensa nacional, romper _ con los monopolws pnvados y propiciar un aumento acelerado de la producción. Tras e] ca� �io e Gobierno en julio de 1 95 1 , se producen im­ portantes modJficacwnes en la política económica seguida hasta en­ to �ces, mo ifi�aciones que tendrán como principal finalidad reducir el mtervencwmsmo estatal en la economía. Así, se impone una ma­ �or o�tod?xia en la administración dei sector público, una tímida hbera Iz a�IÓ� del �omercio exterior, y una más amplia participación _ pnvada. Los efectos de la disminución del interven­ de la IniCiativa cionismo en e] mercado debían contrarrestarse con un amplio sumi­ _ de mercancías importadas a financiar con los créditos norte­ mstro americanos y las reservas de divisas 1 8 • n e! sector agrícola, se desistió de la pretensión de autoabaste­ . Cimiento a través de los precios garantizados, dejando que éstos ca­ yese� en relación a los industriales . La nueva política agraria mar­ cha:Ja po � la vía de la mecanización y la implantación de sistemas _ ; en d �fin tiva, capitalizar y tecnificar e! campo. de IrngaCión _ de este nuevo programa económico fue­ Los resultados IniCiales

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ron positivos : el mercado negro se redujo considerablemente se necesitó importar menos de lo previsto, el índice de precios ai co su­ mo descendió -estabilizándose hasta 1 954-, y la producción in-

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17 Dada la importancia de! sector público industrial en la economía asturiana, más adelante reahzamos �n análisis dei INJ, reseiiando aquí solamente los aspectos que tnteresan destacar a fm de valorar su papel en la política industrial autárquica. 18 Según ]. M. Esteban, la ideología económica que subyace en estos cambios se corresponde con el liberalismo capitalista, impulsado por EE UU y muy difundido en Europa occidental. AI respecto, véase ]. M. Esteban, «La política económica .. . p. 169. Para el mtsmo autor, las presiones d e E E U U influveron en e ! cambio de rumbo de la política económica espaiiola, así como la presiÓn ejercida por algunos grupos mternos -industriales y bancos con intereses en la industria- y el creciente desc ontento social . »,

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los cont�oles, dustrial aumentó. Sin embargo, no se eliminaron todosnda de �Ienes dema la � . el sector público se mantuvo deficitario, mcre­ del pesar a s, swne previ manufacturados no creció según las ión, inflac da eleva una así jo produ mento retributivo de 1953. Se del ron fu tas (és 1956 de ales � salari acentuada por las nuevas alzas eco­ la 195t en que modo -de ntó . ra­ 50%) ; el déficit comercial aume y la quieb nomía exterior se movía entre la suspensión de pagos �? acional.es . era y la devaluación de la peseta en los .m�r�ados inte constante. El sector exterior,. que en pnncip!O favorecw el creomien. to, después marcará sus 1,Imites 1 9 . . . i�O .a El camb io en la coyu ntura económica nacwna� a,acaec a la mo­ comienzo de los aiios cincuenta se debió , en gran medid ad �s credi­ dencia de la ayuda americana y a la obtención de facilid F��n­ na, Breta ticias en algunos países europeos (p rincipalme�te Gran pohu de tores c Fa. cia y Bélgica) para la compra de bienes de equipo. aron el camb�iOa internacional (guerra fría, conflicto de Corea) mouvdei rechazo a la de actitud de los EE UU hacia Espana, pasando n la ayuda dei cooperación : si en 1948 los nortea� ericanos �egaro 1951 E� UU Plan Marshall solici tada por el Gobierno espan o!, en la consigna­ a mutu idad segur de incluía en la autorización de la ley Bank ort t-Imp Expor dei p ara �a ción de un crédito a largo plazo maten olas, agrí ctos produ de ola, �s pn­ � adquisición, por parte espaii s. �olare de es millon 62, de tal � un por �� mas y bienes de equipo, ro p �Is otros Poco después, el mism o banco ofto.al concedia � nuest destmados a s, dolare de es millon 24 de te dos créditos por impor financiar las compras de algodón _3, tras La ayuda económica recibida por Espaiía ent:e 19511 4 8y, 1196 es millon 1 la suscripción de los acuerdos de 1953, ascen�JO otorgada se puso ad de dólares. Hasta 1958, sólo un 30% de la canud se dedicó a astos a disposición dei Gobierno espaiíol, pues un 1 0% -� de uccwn de la misión americana en Espana y un 60% a la constr las bases militares. A partir de ese aiío, Espaiía ya dispondrá dei 90% . de la ayuda concedida. . eqmCualitativamente, dicha ayuda fue escasa en la aportacwnende mate­ � po (35,4% dei total recibido entre 1951 y 1963) y e�eva� responucwn distnb Esta ). ,8% (31 rias primas (32,8% ) y alimentos 20 •

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19 J. Ros Hombravella, ob. cit., pp. 1 0 1 -1 04 ; J. M. Esteban, «La política econó­ mica. .. pp. 1 68- 1 73 ; Clavera et a!., Capitalismo.. . p. 443. 10 R . Tamames, Estructura . , p. 2 1 3 ; La Republzca , PP · 460-46 1 . •,

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dí� no sólo a los intereses económicos norteamericanos (v.gr. dar sahd � a sus elevados excedentes de algodón y aceite de soja), sino tamb �én. a las. necesid �des más inmediatas que el Gobierno espaiíol se vei� Impelido a sausfacer: el déficit de alimentos y la escasez de matenas primas para la industria La ayuda exterior hizo posible la superación dei estancamiento eco�ómico y permitió frenar la inflación hasta 1956, pero la persis­ tenc_Ja de actitudes intervencionistas contuvieron la expansión, dis­ torswnando el proceso de crecimiento (desequilíbrios sectoriales y estructura industrial desarticulada). La política industrial de este período presenta dos novedades: 21•

1:' r�lajación de los princípios autárquicos, al disminuir el inter­ vencwm_smo en el pr?ceso productivo y eliminar algunas trabas en las relaciOnes comeroales con e! exterior. 2.' un mayor esfuerzo por racionalizar la producción, suprimien­ do los estrangulamientos que limitaban el crecimiento (principalmen­ t� �n lo referente a transportes y energía) y fomentando la produc­ tlVldad por medio de la renovación de maquinaria, disminución de costes y elevación de la calidad dei producto 22 •

Las bases dei proceso industrializador en esta década serán las siguientes : - incentivación, vía precios, de la inversión industrial privada. . � aumento de la inversión pública, financiada por métodos infla­ cwmstas. - crecimiento protegido, basado en bienes de equipo sencillo pero apoyado en el auge inversor de los aiíos precedentes . La expansión bancaria de estos aiíos no contribuyó significativa­ m ent� a la creación de nuevas fuentes productivas, ya que el crédito Y la mversión se dirigieron, preferentemente, al control de las em­ presas existentes. El intenso desarrollo industrial que reflejan los indicadores eco­ nómicos del período 1951-1959 no fue, sin embargo, armónico: se de

21 Un análisis pormenorizado de la cuantía y distribución de la ayuda económica EE UU y la contrapartida espanola, en ibid., pp. 461 -464. 22 Clavera et al., Capitalismo , pp. 293 ss . ...

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produjo un fuerte crecimiento de las indust�ias básic.as (mayor que en Ia década anterior) y, por otra parte, las Imp�rt�ctones de ma�e­ rias primas y bienes intermedios estimularon, pnnCipalmente, la mdustna. de b'Ienes de consumo . . eco­ El bienio 1 957-1 959 es calificado, d.esde el � u� to de vista nómico, como preestabilizador. El ráp1d� crecimien�o �e 1� masa _ de monetaria, la inflación, las presiones salanales y la dJsmmucwn . _ Ias reservas de divisas provocaron el colapso dei modelo autarqmco. El Gobierno formado el 25 de febrero de 1 957 daba entrada en _ el gabinete a dos ministros dei Opus Dei, U:llastres Y. Navarro Ru?to, que, al frente de las carteras de Comercto � �a� 1enda respecu_va­ mente, tratarán de aplicar tímidamente los pnn� Iptos dei neocapita­ lismo liberal vigentes en los países dei área oc.Cident�l. El modelo de acumulación posbélico surgido a fmales de la s� ­ gunda guerra mundial modi�icó. profundamente la est:uctura �co�o­ mica de las formaciones capitalistas desarrollad�s. As1,. e?. e� ambao productivo, Ia renovación tecnológica y energéu�a .posibi.lito -�� pro­ ducción en masa y la mercantilización de la actividad CI�ntifica; la organización fordista dei trabajo alteró el proceso pro?ucuvo (mon­ taje en cadena, puestos fijos, etc.), y �1 Estado pa�� a regular de forma decisiva los mecanismos económicos. En funcwn de . este mo­ delo se produjo Ia fuerte expansión económica de los anos cmcuenta­ sesenta Las medidas preestabilizadoras y, posteriormente, �1 Plan �e Es­ tabilización tratarán de ajustar el ritmo de la econ? m1a espa�ola al contexto capitalista en que se desenvuelve, . desp?Jando al s1ste� a productivo �e Ias trabas intervencionistas y liberalizando las relaciOnes económicas. .. . El objetivo dei nuevo Gobierno ser�a, pues, 1� estabiliza eco­ .cwnadop­ nómica y la apertura comercial al ext�nor. La pnmera me�Jda . tada a tal fin fue Ia supresión, en abnl de 1 957, dei cambiO d1feren23

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23 M. J. González, La economia política dei franquismo, 1940-1970. Dirigismo: mercado y planificación, Madrid, 1 979, p. 1 30; Clavera et al., ob; Ctt., PP · 207-306, _ z a ... , pp . 436-438 ,· J. M. Esteban, «La polmca economtca ... R . Tamames, La R ePu'bl·c P · 1 72. 24 Cf E. Palazuelos (comp. ), Las economias capita1ts· :as durante el penodo de. expanswn, 1 945-1970 Madrid 1986. Desde la metodologta marxtsta, se hace un n · de f'ma1 es de l a a parttr . . . vtgente guroso análisis del modelo de acumulación capttaltsta segun da guerra mundial hasta la cnsts de los setenta. »,

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cial, fijando el cambio único en 42 pesetas el dólar -resultando, aun así, sensiblemente inferior al de libre cotización. No obstante, rea­ parecieron las primas y retornos para defender las exportaciones de los efectos de una inflación en alza (lo que, de hecho, implicaba una vuelta a los cambios múltiples). A lo largo de 1957-58 se aplicarán otras medidas de orden inter­ no: bloqueo de salarios y sueldos, elevación dei tipo de interés y descuento, topes máximos al crédito bancario, eliminación de la pig­ noración automática de fondos públicos, autorización de alzas sala­ riales ligadas a la productividad; liberalización de precios, disminu­ ción de controles sobre la productividad, y una legislación laboral más flexible. Conjunto de medidas que, en definitiva, paliaban la rigidez dei sistema económico 25 • El Gobierno contó con la ayuda financiera dei Fondo Monetario Internacional (FMI), de la banca privada americana y de los gobiernos europeos y norteamericano. En 1 958, Espana había ingresado en la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE), en el FMI y en el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento. Sin em­ bargo, a pesar dei apoyo exterior al cambio de 1 95 7- 1 959, la nueva ideología de mercado y sus preconizadores encontrarán una fuerte resistencia interna La situación de la balanza de pagos y la creciente inflación -re­ lacionada esta última con el déficit dei sector público, las alzas sa­ lariales y una rígida oferta agraria- a finales de 1 958, exigían una actuación inmediata que consolidase el incipiente proceso de estabi­ lización. Por ello, a comienzos de 1 959 se inician los preparativos dei Plan de Estabilización, plasmado en el memorándum enviado por el Gobierno al FMI y a la OECE el 30 de junio de 1 959 27. 26

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25 Cf Clavera et al. , Capitalismo . . , pp. 307-394; R. Tamames, La República .. , pp. 464-466. 26 AI respecto, véase M. J. González, ob. cit., pp. 347-349. Como seiiala A. Viiias, la autarquía no había sido una mera opción económica sino una propuesta sociopo­ lítica acorde con el ideal nacionalista; de ahí la dificultad de convencer a las máximas autoridades dei Régimen -incluido Franco- de la necesidad de adoptar un nuevo modelo económico : se temía que la liberalización económica socavase la estructura política existente (A. Viiias, Guerra .. , p. 245). 27 La inflación subió un 1 1 % en 1 957, otro tanto en 1 958, y era de un 5,5% en junio de 1959. Cifras recogidas por J. M. Esteban, «La política económica.. . p. 1 73. Acerca de la situación económica a finales de 1 958, véase M. J . González, ob. cit., pp. 347-349; sobre la gestación dei Plan de Estabilización, R. Tamames, La Repúbli­ ca . . . , p. 466. .

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16 Ó II. EL PLAN DE ESTABI LIZA CI N

9 continuaría la vía liberalizadoraiEl Plan de Estabilización de 195alte los desajustes económ iniciada anos antes, como única rnativa a · cos . había _ envtado e1 ente iam prev que io nar stio cue ai as uest resp Las es -Cámara de Com erc10 e Indu� ­­ Gobierno a distintas institucionos, etc.- a fin de conocer actl tria, Banco de Espana, sindicat rmaINI, económica, mostraban ahora _un tudes y propuestas sobre la refode libe �nd_o. an�eno­ � ación, superstgn apoyo mayoritario a la política ultarali ttva la , , sm embargo _lftca res reticencias ante tal proceso. Res al stn Ind i sterio �e _ �_ � aban­ persistente resistencia del INI y odeiqueMin _ stnahzacwn, 1mpulsada dono de la política dirigista: dad ía conlasegmdu _ables _ava��es;8am­ por las inversiones estatales, habn contran_uasidoa not rahzacwn . hbe la bas instituciones se manifestaba ador serán, por una parte, conte­ Los objetivos del plan estabiliz ilíbrio de la balanza de pagos ner la inflación y recuperar el s equ FMI-, y por otra, alcanzar un -siguiendo las recomendacione del omía . Algunas d_e l_as �-e­ mayor grado de liberalización en lajulioecon de 1959 : �sí, la _ eh�_macwn didas se pondrán en vigor ya enel mercado la hberahzacwn de la de mecanismos interventores en o exterior, ; yy el resto a lo lar�o de _ (1960 ), nac�ona­ inversión extranjera y del comerci ma arancelano _ los cinco anos siguientes: nuevo siste rswnes mve las de n ació raliz libe 2), (196 ana lización del Banco de Esp Trib de� ión _u�al bancario, crea� industriales e ingresos al negocio liza 1vo os1t 1mp ma Siste ción dei Antimonopolio (196 3), y raciona . regresiv? . . (1964 ), aunque és te seguirá siendopro s1. � n rece una ente talm mtc á voc . plan del tica prác La puesta en una caída del ctclo en otono económica, acentuada por coincidirnteconsupe rada h asta 196 1 . de 1958 , que no sería completame ,

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Velarde: «No creo que el �lan de Respecto al Plan de Estabilización, afirma J. te ; más bien creo que era mevtta­ enien Estabilización comenzado en 1959 fuese conv económica de Espana, Madrid, 1 969, ble» a. Velarde Fuertes, Sobre la decadcncianotas; M. J. Gonz ález, ob ctt., p. 30; Y : p. 423). Cf J. M. Esteban, ob. cit., p. 1 74 y dei INI (1941 -1976), Mad nd, 1 978. ria histo Una ález, Gonz J. M. P. Schwartz y d programa � sta­ es Dong Para . notas y 75 1 p. � cit., ob. 2 9 Véase J. M. Esteban, ridad (Donges, ob. ctt., p. 59). Anahsts bilizador fue, de hecho, un plan de austesu desarrollo temporal, en Clavera et al. , detallados de las medidas estabilizadoras y blica . . . , pp. 467-4 69; J. Ros HombraveCapitalismo... , cap. IV; R. Tamames, La Repú 28

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No obstante, las medidas fiscales y monetarias eliminaron e1 ex­ ceso de demanda interior y los precios se mantuvieron estables a pesar de _la elevación dei tipo de cambio y de la supresión de las mt_ervencwnes. E! resultado fue el control de la inflación en los si­ gmentes cuatro an�� y el au� ent� de divisas hasta 1960. Es preci­ samente _ 1 � contencwn de la mflactón lo que explica la disminución de la acu_vtd �d económica, especialmente en los sectores con dificul­ tades (mmena del carbón, construcción de maquinaria, textil y pa­ pel�ra). Desde e� ? unto �e vista laboral, el plan estabílizador impli­ cana la congelacwn salanal y la eliminación de horas extras. El balance fue claramente positivo, aun cuando algunos cambios estructu:ales �e i �portancia no llegaron a efectuarse, tales como una �ayor l � berahzactón dei comercio exterior, un cambio radical dei s_Istema �mpo�itiv?: una actuación más intensa contra los monopo­ del mercado de trabajo y la reforma agraria hos, la hberahza�IOn E! favorable_ mforme elaborado, a petición dei Gobierno, por e! Banco lnterna�1�:mal de Reconstrucción y Fomento (BIRF) en 1961 s�br� la evolu�IOn de la economía espanola, confirmaba el éxito eco­ nomlco obten��o P? r las �utoridades franquistas tras la ejecución dei . ��c�o informe, _ redactado desde los postula­ Plan de �stabt�lZacwn. dos del _hberahs� o e�o.nomtc� anglosaJÓn, insistía, sin embargo, en la necestdad d� mtenstftcar la hberalización, de seleccionar mejor los proyectos de mversión pública y de actuar con mayor ortodoxia en el sector público 3 1 • Los logros alcanzados en el terreno económico tuvieron una con3o.

!la, Política económic�· ··· PP· 32-37. Para M. J. González, La economia política... , PP· 348-353, la receswn d �ro menos �e un aiío. En Asturias, la coyuntura depresiva se � antuvo hasta 1962 �ve�se J. A. Vazquez, «El ciclo económico ... ob. cit.). 0 Recogemos la opmwn de algunos economistas acerca del Plan de Estabiliza. . ." El Plan de Estabilización fue sin duda, en su conjunto, la operación económica Cion: de mas alcance reahzada por el Estado en el período 1 939-1 959. [...] Los efectos dei �lan fueron mmedtatos, y en muchos casos realmente alentadores» (R. Tamames, La epubltca ... , p. 469); Ros Hombravella se muestra entusiasmado: «[ ... ] 1 959- 1963 re­ presentan, a . rr,t� entender, las más altas . cotas de coherencia, realismo, imaginación, altura y ambtcwn de futuro de toda la hlS!ona políuca económica franquista, a. Ros Hombravella, ob. ctt., p. 32). Esteban es más parco en palabras : «êxito evidente» a . M. Esteban, ob. cit., p. 1 73). 31 Dicho informe sería entregado al Gobierno en agosto de 1 962, publicándose . , gran alarde propagandtsuco en sepuembre de ese mismo aiío. Sobre las recomen con da cwnes del BIRF a la actuación dei sector público, véase M. Boyer, «La empresa ... », O b . Clt. ••,

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trapartida social: la emigración exterior. La recesión de 1 959-1 96 1 Y _ europeos la coyuntura expansiva por la que atravesaban los pa1ses desde 1 958, propiciaron la salida de un gran v?lumen de mano de obra espanola que contribuyó a contener las CI.fras de paro en Es­ pana y a equilibrar el déficit de pagos por medw de las remesas de los emigrantes La expansión inesperada o imprevista de alg�nas partidas de la Balanza de Pagos (las mencionadas reme� as de er:ugrantes, per.o. :am­ bién el turismo y la aportación de capitales pnvados) permitiO un crecimiento importante de la Rema Nacional. El cambio de rumbo que venimos describiendo en la economía espanola de los anos sesenta fue alentado por secto�es d� la ?urgue­ _ mterna­ sía y favorecido -como ya senalamos- por una Situacwn cional propicia, que se traducía en una oferta . de excedentes tecno­ lógicos y financieros y en una elevada y sostemda demanda de mano de obra. Este último aspecto constituía la base de dos factores claves en el proceso expansivo: movilidad espacial y utilización m�s pro­ ductiva del factor trabajo, y disponibilidad creciente de capital. La incidencia negativa en el desarrollo económico del excesivo control autárquico y el ascendiente del capitalismo liberal justificarían el apo­ yo de la patronal espanola al proceso liberalizador 32•

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32 El origen sectorial de los emigrantes era el siguiente: el 55,5% procedía de la industria y el artesanado (parte de ellos fueron jornaleros agrícolas o campe�tnos que previamente a la emigración habían trabajado en el sector de la construccwn; otros proceden de ramas productivas en crisis, tal como metalurgi� � textil); �1 28,9% de la agricultura (incluye temporeros); y el 6, 1 % del sector servtcws, espectal� ente del ramo de la hostelería antes del desarrollo turístico. Cifras dadas por M. Lotzu, Ca­ pitalismo europeo y emzgración, Barcelona, 1 975, pp. 23-26. Para este autor, la emi­ gración responde a las necesidades del capitalismo monopolista tanto nacwnal como europeo. . . . a 90, 1 mtllones de do lares cn 1 960; Las transferencias de los emigrantes ascendteron a 1 64,4 en 1 96 1 ; a 221 en 1 963; y a 257,9 en 1 964, manteniendo la tónica ascendente a lo largo de toda la década. Véase R. Tamames, Introducción ... , p. 386. Un nguro�o análisis de la evolución de las distintas magnitudes de la balanza de pagos en Espana en los anos sesenta-setenta, puede verse en E. Reig, «El sector exterion•, en J. L. García Delgado (ed.), Economía espano/a .. , pp. 208 ss. . 33 Véase F. Estapé, Ensayos sobre economia ... , p. 33 1 ; J. L. Garcta Delgado, Or� ­ genes y desarrollo ... , p. 245 ss. Abundando en esta idea, Malefakis afirm�: •los capi­ talistas espanoles actuaron en estos anos más como una fuerza hberahzadora que políticamente represiva. ( ... ) No dependiendo ya de la dtctadura en cuanto . a las relaciones laborales (tras la ley de Convenios Colectivos de 1 958), la eltte economtca tendió a abandonaria ideológicamente» . (E. Malefakis, «Espana y su herenCla fran­ quista» en Debats, núm. 1 5, 1 986, p. 40). .

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III. PLANIFICACIÓN ECONÓMICA Y DESARROLLO

Para la elaboración dei programa de desarrollo económico recomen­ dado por el Banco Mundial, el sexto Gobierno de Franco' formado el 1 � de julio de 1 96� -con significativa presencia en el área eco­ no, �m�a de .los. denommados tecnócratas del Opus Dei- llevaría a la pracuca, sigmendo el modelo francés, la planificación económica. Esta, concebida como un instrumento para evitar la incoherencia en la for�u�ación de las . políticas sectoriales y regionales a seguir, fija los obJetivos �conóm1cos a nível nacional, aunque en Espana más que como tal mstrument� , la planifícación se presentá como la pa­ nacea a los prob.len: as soc1ales y económicos Al r especto resultan elocuentes las s1gmentes declaraciones de López Rodó, artífice de los planes: 34.

U n Pia� de desarrollo h a de ser, fundamentalmente, la gran palanca de la . . soc1al, promocwn y ha de dar la batalla a las desigualdades en la distribución �e la renta, a lo� desequilíbrios regionales, a las estructuras defectuosas de! Sistema � roducuvo, a Ias prác :ic �s monopolísticas y a cuanto se oponga a . . de una soCiedad la crea�wn mas JUsta y a una convivencia más auténtica. La � gualdad de oportunidades, la adecuada distribución de la renta, la . . elevacwn de! mvel de .vida, la prioridad social de las inversiones, e! desa­ . rrollo regwnal, s� n ac�wnes instrumentales puestas a! servicio de la primaria Y permanente e�1�en� 1 � de! hombre como miembro de la sociedad que es tanto como dec1r mdlVlduo activo y libre de ella. Su movilidad social está presuponiendo la educación y la formación profesional. [ . . ] Por ello, la política de desarrollo ha de apuntar a raíces más hondas que las puramente económicas, ha de modificar actitudes mentales 35. .

Los planes de desarrollo partían del reconocimiento de la eco34• A Ullastr s y Navarro Rubio se les unen López Bravo en Industria, Romeo : Garcta en TrabaJo y Lara Tamayo en Educación. La subsecretaría de la Comisión del Plan de Desarr� llo � reada el 26 de enero de 1962- recaería en la que sería figura clave de la plamftcactón: López Rodó, también miembro de la Obra. Sobre la composición y funcionamiento de la Comisión del Plan de Desarrollo véase L. L?pez Rodó, Política y desarrollo, Madrid, 1970, pp. 67-71 ; y R. Tamames: lntrodumon ... , PP· 496-500. La Comisión del Plan se disolvería a mediados de 1 973 pasando sus funciones al nuevo Ministerio de Planificación del Desarrollo, que � fmales de 1 975 se transforma en subsecretaría. 35 L. López Rodó, ob. cit., pp. 74-75. Las cursivas son mías.

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nomía espanola como un sistema de libre empresa, de ahí su doble carácter: vinculantes y normativos para el sector público, e indica­ tivos para el sector privado. Sus objetivos generales, al margen de la retórica oficial, serían los siguientes : - maximizar el crecimiento del producto nacional, - alcanzar el pleno empleo, - programar el desarrollo dentro de la estabilidad, - integrar a Espana progresivamente en la economía mundial, - flexibilizar el sistema económico y - alcanzar una distribución más equitativa de la renta 36 . Cada plan tenía, sin embargo, un marco de actuación prioritario: así, el primer Plan de Desarrollo Económico y Social (1964-1967) se encaminaba a la consecución de un rápido crecimiento de la econo­ mía; el segundo Plan (1968-1971) hacía hincapié en el desarrollo reg�onal, y el tercer Plan (1972-1 975) daba preferencia a los aspectos soctales. Para hacer efectivo el cumplimiento de los planes se mar­ caban unas directrices generales, que para el primer Plan fueron las siguientes : prioridad del sector privado frente a la empresa pública ante la creación de empresas industriales (el instrumento utilizado sería la oferta previa, que implicaba un cambio de orientación en el principio de subsidiariedad del sector público) ; perfeccionamiento de las técnicas de elaboración estadística de cara a su utilización como fuente informativa de la planificación ; creación de polos de des�r.rollo y de �romoción industrial para un desarrollo regional más eqmhbrado; meJora del sector agrario; reestructuración de la indus­ tria por medio de la concentración empresarial y de la acción con­ certada coo la Administración; y finalmente, intensificación de la exportación 37. El segundo Plan presentó escasas novedades en sus directrices generales, entre las que cabe destacar la formulación de una política urbanística global encaminada a paliar las graves deficiencias en este ámbito de actuación. El tercer Plan mantenía la tónica continuista . p. 1 1 5. Un análisis crítico de la planificación indicativa 36 Vease ' D onges, ob . ctt., en F . Estapé y M. Amado, <
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en lo que a las directrices básicas se refiere, modificando los objeti­ v?s específicos en función de una mayor atención a las mejoras so­ ctal�s: pleno empleo, mayor participación de los trabajadores en la gesuón y benefícios de la empresa; potenciación de las cooperativas; mayor control de las subidas salariales para contener la inflación; �mpli�c.ión . y mejora de las prestaciones de la Seguridad Social; e mtensiftcaoón de la política de viviendas. En materia regional, se adoptó la teoría del desarrollo regional articulado. Las deficiencias técnicas de la planificación limitaron su efectivi­ dad. Así el primer Plan adoleció de coordinación entre las medidas a corto y largo plazo; la fuerte subida de la inflación en 1964 dio fio a la relativa estabilidad de precios mantenida hasta 1963 estabi­ lidad que constituía una de las premisas planificadoras. En 1cJ65 con­ cluía 1� ?nda expansiva de los anos sesenta, comenzando un período de P?hucas de stop and go (freno y arranque) que introdujeron in­ termitentemente medidas estabilizadoras: en abril de 1965, en octu­ bre ?e 1966 y en noviembre de 1967 (devaluación de la peseta). A c? t:uenzos de 1966 disminuyó el ritmo de incremento de la produc­ tiVIdad y el uso de una serie de materias y servicios intermedios. Igualm �n.t�, la b�lanza de pagos, coo superávit en 1960-1964, pre­ senta deficit contmuado entre 1 965-1969 (a excepción del ano 1 968). Como consecuencia de la intensa actividad inversionista del primer quinquenio de los sesenta (coo tasas entre el 12 y el 18% anual real), aparecen . en la segunda mitad de la década excedentes de capacidad que depnmen las expectativas de inversión en algunos sectores, ade­ más de contribuir a la inflación y reducción de la productividad tendencial 38• Estos factores, unidos a las dificultades coyunturales (inflación de 1964-1965; recesión de 1966-1967; desequilíbrios en la balanza de pagos en 1967 y 1969; estancamiento relativo en 1970-1971 y, final38 Un detallado estudio de las directrices de los planes, en R. Tamames, Jntro­ ducción ... , pp. 503-546. Como seiiala Donges (ob. cit., pp. 1 1 5 ss.), la Comisión dei Plan no dtsponía de funcionarias expertos en planificación ; carecía de estadísticas adecuadas; en la fase inicial no se hicieron ni diagnósticos detallados de la situación económica, ni proyecciones sectoriales desagregadas ; se carecía de criterias claros para la selección de inversiones públicas, y la ejecución de los planes no fue controlada. Véase también Luis Gamir, La política económica de los sesenta, Madrid, 1 974 y ]. Segura et ai., Cambias en la estructura industrial de la economía espano/a, 1 962-1970, Madrid, 1 974, pp. 46-50.

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mente, la c ris is de 1974) y a la falta de reformas estructurales -agra­ ria, fiscal, laboral- provocaron el parón económico de 1 965-1 974. Durante la vigencia dei primer Plan, el PNB presentá una tasa media de crecimiento del 6,6% anual, la inflación fue del 8,6%, la balanza de pagos deficitaria, y la inversión pública inferior a la pro­ yectada 39• Reconocida, incluso oficialmente, la falta de cumplimiento de los objetivos dei primer Plan, el segundo sería más realista, con fijación de tasas de crecimiento más modestas que permitieron una mayor adecuación entre proyección y realización, consiguiendo mantener la inflación en una tasa media anual dei 5,25% . Durante el tercer Plan, el PNB experimentá un mayor incremento y la formación bruta de capital rebasó ampliamente las previsiones (en casi cuatro puntos) aunque la inflación se disparó, pasando de 8,3% en 1 972 al 20% en 1974. La tasa de paro decreció durante la vigencia dei primer Plan (del 2, 1 en 1964 al 1,3 en 1 967), se mantuvo estable en bajos niveles durante el segundo, y aumentó ligeramente durante el tercer Plan (del 2,2 en 1 972 al 3,8 en 1 975). El saldo migratorio, con tendencia a la baja desde 1 965, es ya negativo desde 1 974 como resultado de la crisis mundial 40• En cuanto a los resultados obtenidos, en general, se estimulá la inversión privada, se logró cierto grado de racionalidad en el sector público, se impulsó el proceso de industrialización y se consiguió una mayor integración en el mercado internacional. Sin embargo, durante la vigencia de los planes, la falta de ade­ cuación dei sistema productivo a las tensiones de recursos disponi­ bles -propias de un rápido crecimiento económico-- provocó la presión alcista dei nível de precios y el fluctuante proceso de desa­ rrollo. La falta de medidas correctoras que ajustasen los planes a las imprevisiones coyunturales no permitió un mayor grado de adecua­ ción entre los objetivos fijados y las realizaciones efectivas 4 1 • 3 9 Un análisis d e l a coyuntura en J . Ros Hombravella, ob. cir. Las cifras de inflación están tomadas de J. M. Esteban, ob. cit., pp. 1 76-1 78. 4 0 AI respecto, afirma López Ro dó : «En la ejecución dei primero [se refiere ai Plan] se produjeron, como es sabido, determinados desajustes [ ... ]. Una demanda superior a las posibilidades de la producción provocó el alza de precios y, en los últimos anos, el déficit de la balanza de pagos» (L. López Rodó, ob. cit., p. 250). 4 1 Sobre los resultados de los planes, véase Donges, ob. cit., pp. 1 1 5-1 1 9 ; R . Tamames, lntroducción. . ., pp. 503 ss. ; J. M. Esteban, oo. cit., pp. 1 76- 1 78 ; F. Estapé Y M. Amado, ob. cit., pp. 2 1 0-214. Los dos primeros autores resaltan especialmente

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No cabe duda, por otra parte, que los planes de desarrollo se vieron favorecidos por la fase expansiva de la economía europea que permitió el incremento de ingresos por turismo, remesas de emigran­ tes, inversiones extranjeras y aumento de exportaciones. Así, a pesar de las limitaciones técnicas de la planificación, la economía espaiiola experimentá un fuerte crecimiento durante el período 1 960-1 974, con una tasa superior al resto de las economías europeas. La incre­ dulidad de unos y la admiración de otros otorgarían a dicho proceso el calificativo de mi/agro espano!. nu.

Política industrial y planificación

La consideración dei crecimiento industrial como factor clave de la dinámica del desarrollo económico llevó, desde el inicio de la plani­ ficación, a la adopción de medidas tendentes a optimizar la estruc­ tura empresarial, sectorial y regional de la industria espaiiola. Las acciones estructurales se dirigieron a paliar el minifundismo empresarial -fomentado por la anterior política autárquica- origen de la baja productividad y escasa competitividad de la industria es­ paiiola, máxime cuando un gran número de empresas presentaba un reducido nível técnico y una infraestructura obsoleta. Por ello, se favoreció la concentración empresarial, la reestructuración industrial y la modernización sectorial y, a partir dei tercer Plan, el fortaleci­ miemo de las empresas públicas como impulsaras dei desarrollo in­ dustrial. La fusión de empresas se estimulá con benefícios fiscales, arancelarios y financieros ; las acciones concertadas serían el instru­ mento utilizado para llevar a cabo el proceso de modernización y reestructuración senalado. Las empresas privadas concertadas con la Administración se comprometían a alcanzar los niveles de produc­ ción, exportación, empleo y tecnificación fijados en función de los objetivos dei plan -vinculante para ellas-, a cambio recibirían ayu­ das estatales crediticias y fiscales 42• El proceso de concentración se vio obstaculizado por el indivilos fracasos de los planes, mientras que los otros valoran más los logros económicos obtenidos a pesar de! Plan. 42 Cf Donges, ob. cit., pp. 1 1 9 ss. ; R. Tamames, lntroducción .. . , pp. 506-507; J. F . Arenas, «Política industrial>> en L. Gamir et a!., Política económica de Espana, Madrid, 1 975, 3.' ed., pp. 341 -359.

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dualismo empresarial ; la legislación laboral, que dificultaba la reduc­ ción de plantillas ; y los complicados trámit�s b� rocráticos. La Ac­ . ción Concertada fracasó en sectores como romena dei hterro y hulla, resultando positiva en construcción naval, industrias de curtido y calzado, y conservas vegetales -sectores que se convertirían en los de mayor capacidad exportadora 4 3• , . Por otra parte, la planificación trató de complementar la pohuca industrial con la política territorial en un intento de amortiguar los . desequilíbrios regionales . Para ello se crearon los denomm ados Polos de desarrollo, acompaiíados desde el segundo Plan por los polzgonos industriales y los polígonos de descongestión. El objet�vo de los polos . era propiciar un crecimiento económico autosostemdo y sectonal­ . mente equilibrado; así como la creación de puestos de trabaJO que . absorbiesen la mano de obra provincial, de otro modo tmpulsada a 1 . . ' 44 a emtgracwn . . . . ., La política de polos de desarrollo constsuo en la dehmttacwn de un marco territorial en el que se intensificaría la iniciativa económi­ ca, con supuestos efectos expansivos a su alrededo � . Las e�p �esas instaladas, previa concurrencia a los concursos púb�tcos penodtcos, obtenían una serie de benefícios tales como los denvados de la de­ claración de industrias de interés preferente ; subvenciones dei 1 O ai 20% de la inversión total -según se tratase de polos de desarrollo o de promoción industrial-, y preferencia en la concesión de cré­ ditos oficiales. En compensación, las empresas debían cumplir de­ terminadas condiciones (entre ellas, la fijación de mínimos produc­ tivos). Los polos se localizaban en zonas de escaso desarrollo pero con los recursos suficientes como para alcanzar los niveles adecuados de industrialización tras el impulso inicial 45. _

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43 Donges, ob. cit., p. 1 24, apunta ai respecto las siguientes razones lentitud : . . excesiva en la tramitación administrativa; cierta arbttranedad en la conceswn d� ?�­ neficios; autorización de proyectos de inversión deficientes, y falta de superviSlon administrativa en la ejecución de los conciertos. . . 44 Los desequilibrios regionales pueden constatars� en las pubhcacwnes dei B �nco de Bilbao: Renta Nacional de Espana y su diStnbuczon provme�al (sene homoge�ea 1 955-1975). Sobre la promoción de las economías regionales, véase Martínez <:=oruna et a!. , Regionalización de la economía espanola, Madnd, 1975; sobre los objetlvos de la política de polos, Donges, ob. cit., p. 1 28. . 45 Cf. R. Tamames, Jntroducción... , pp. 503-506; vv AA, Creczmzento economzco y crisis estructural en Espana, 1959-1980, Madnd, 1981, PP · 453-464. .

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Por otra parte, el Ministerio de Industria delimitó zonas de pre­ ferente localización industrial en el marco dei segundo Plan, a fin d e atenuar los efectos sociológicos y económicos e n áreas con desequi­ líbrios intersectoriales (las primeras zonas que se definieron como tales fueron Mieres y Langreo, en 1968). El tercer Plan intentó reestructurar ei marco de la política de desarrollo regional fortaleciendo la relación de los polos entre sí, con vistas a constituir los denominados ejes de desarrollo ; con este ob­ jetivo se crearon polos de proximidad estratégica a los ya existentes. Tornado dei modelo francés, el concepto de polo de desarrollo tendrá en Espaiía la particularidad de actuar más como foco de con­ centración que como impulsor de la actividad económica en el área circundante, fracasando en sus objetivos, pues no se produjo el efec­ to de polarización, aumento de la renta, creación de empleo o rees­ tructuración industrial en la medida que correspondía a la política seguida. Las causas de este fracaso fueron varias: insuficiencia de la ayuda estatal, falta de subvención directa en la creación de puestos de trabajo, criterios restrictivos en la selección de empresas a instalar en los polos, y retraso en la construcción pública de la infraestruc­ tura necesaria. Ante la falta de cumplimiento de los objetivos mar­ cados, el tercer Plan adoptó la nueva estrategia regional antes men­ cionada: creación de ejes de desarrollo dentro de áreas metropolitanas (las denominadas gran área de expansión industrial), que maximi­ zando las posibilidades que ofrecen las economías de aglomeración y escala, permitiesen un crecimiento más equilibrado de las econo­ mías regionales 46. Los resultados de la política industrial vigente durante los dos primeros planes fueron los siguientes : la tasa anual acumulativa en los aiíos 1 964- 1 972 fue superior a la etapa precedente (1958-1964), aunque con un índice para ei período 1 958-1 972, en cualquier caso, elevado (1 0,4 % ) ; sólo en los aiíos previos a la planificación hubo ramas industriales que experimentaron una caída de la producción (construcción de equipo ferroviario y fabricación de motocicletas y bicicletas). Las ramas que más contribuyeron al crecimiento total entre 1 958-1 972 fueron la industria automovilística y la química (1 3,34 y 12,49% respectivamente), que junto a la de construcción de maquinaria, representan ei 32% dei valor aiíadido total en 1 972 ( cuan46 Cf. vv AA, Crecimiento . , p. 464; Martínez Cortina et al., ob. cit. ; R. Tama­ mes, La República. . , pp. 456-457; Donges, ob. cit., pp. 131- 133. ..

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do en 1 958 suponían tan sólo el 1 8,3% ). Sin embargo, disminuyeron su participación las industrias de consumo no duradero (del 1 7,4 al 1 1 ,5 % ) y las de textil y confección (del 24,6 al 1 3,9%). En 1 972, la industria ligera generaba el 40,9% del valor aiiadido total, y la in­ dustria pesada el 59, 1 % , invirtiéndose la situación de 1 958 (58,5 y 4 1 ,5% respectivamente). De los datos expuestos se puede concluir que el desarrollo in­ dustrial, después del impulso del Plan de Estabilización, se intensificó durante la vigencia de los dos primeros planes, dándose paralelamen­ te un proceso de crecimiento en las industrias no tradicionales. Sin embargo, no se consiguió romper con los desequilibrios regionales. Así, si en 1 960 el 46,8% del valor aiiadido neto en la industria se generó en Cataluiia, País Vasco y Madrid, en 1 97 1 estas áreas se­ guían apartando el 48,9% de dicho valor, en tanto que comprendían el 32,2% de la población total, mientras que Andalucía, Castilla la Vieja, Extremadura y Galicia (donde se ubicaron seis de los siete primeros polos) contribuían en un 2 1 ,3% a ese valor aiiadido, de­ tentando similar porcentaje de población total (32,9) 47• El cambio estructural y tecnológico que se produce en la indus­ tria espaiiola entre 1962 y 1 970 merece un comentaria aparte, por cuanto que es este sector el protagonista del crecimiento económico durante la etapa del desarrollismo. Dicho cambio presenta las siguientes características: especializa­ ción sectorial, modificación de la importancia relativa de los secto­ res, aumento de la productividad y fuerte capitalización 48• El grado de especialización industrial varió según los sectores, con una tendencia claramente manifiesta en tal sentido en las ramas de maquinaria, material de transporte, energía eléctrica, transporte no ferroviario y comunicaciones. El resto de las ramas productivas presenta una tendencia estable o decreciente. El protagonismo del cambio tecnológico recae en tres grupos de actividad: química, ener47 Donges, en la obra reiteradamente citada, hace un análisis exhaustivo de los efectos de la planificación en el proceso de industrialización (2.' parte de! cap. IV). Cf. E. Reig, «Los desequilibrios regionales», en J. L. García Delgado, Economía ... , p. 167. 48 Un análisis detallado de estos factores puede encontrarse en Fanjul, Maravall et a/. , Cambios en la estructura interindustrial de la economía espano/a, 1962-1970, Madrid, 1975 ; J. Aparicio y J. A. Martínez, «Los rasgos básicos de! crecimiento económico espaii.oh> en vv AA, Economía .. , pp. 23-58 ; F. Pérez, «Crecimiento in­ dustrial y cambio tecnológico» en idem, pp. 8 1 - 1 19. .

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gética y construcción de maquinaria, que a su vez actúan como in­ ductores del cambio en el resto de la economía, dada su importancia en el suministro de bienes intermedios. La preeminencia de estas ramas industriales está justificada, pues la liberalización del comercio exterior a finales de los anos cincuenta se materializó, primordial­ mente, en la posibilidad de importar maquinaria que incorporaba tecnología inaccesible a escala nacional, y en la adquisición de pro­ duetos químicos inexistentes en el mercado interior. Los cambias tecnológicos en el sector energético no se produje­ ron, sin embargo, por los efectos directos de las importaciones, sino por una modificación en la demanda que reclamaba nuevas fuentes de energía, más modernas y baratas, cuyo consumo permitiría, a su vez, la absorción de tecnologías avanzadas en otras actividades indus­ triales. Respecto a los factores que propiciaron los incrementos de la productividad en la década de los sesenta, podemos resumidos en los siguientes : - La adopción de técnicas modernas mediante la adquisición de tecnología, bienes de equipo avanzado y métodos de gestión asocia­ dos a la inversión extranjera. - La reasignación sectorial de los factores productivos (capital y trabajo) : la disminución de la población agraria aseguró abundante y barata mano de obra a la industria. Una mano de obra subem­ pleada, y por ello de escasa productividad, fue expulsada a otros sectores de la economía interior, o al exterior, facilitando así el cre­ cimiento de la productividad del sistema. Por otra parte, las necesi­ dades de trabajo disminuyeron con carácter general en todos los sectores. - Y finalmente, la intensificación del proceso de acumulación de capital, que presenta una tasa anual acumulativa del 2,7% en el período 1966- 1 970 49•

49 La disminución de empleo presenta una tasa media anual de! 6,3% entre 1 962-1970, aunque con un mayor ritmo en el período 1 962-66 (7,4%). Datos apor­ tados por Fanjul et a/., ob. cit. Hasta 1969 la inversión requirió la aportación de capital extranjero l umen, pudiéndose prescindir de él a partir de 1 970 ante la caída de la dado su vo­ inversión y e] comportamtento e�table dei horro. La crisis de 1 974 y la recesión subsiguiem � e, ht�Ieron de nuevo tmprescmdible el recurso ai capital exterior para financiar la inver­ Slon. Véase Aparicio y Martínez, ob. cit., pp. 34-43. Un análisis de la estructura finan-

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IV. EL INTERVENCIONISMO ESTATAL EN LA ECONOM ÍA : UNA VALORACIÓ N DEL INI

Como senalábamos al establecer las bases de la política autárquica, la creciente presencia del Instituto Nacional de Industria (INI) en la economía asturiana hace ineludible una valoración de su actividad desde que fue creado en 1 941 hasta 1 975. La empresa pública espanola presenta un carácter fundamental­ mente concurrencial, encontrándose fuertemente implantada en el sector industrial. Gestionada mayoritariamente por el INI, su desa­ rrollo se vio mediatizado por dos factores, a saber, el relativo retraso del proceso de industrialización en Espana y la política autárquica 50 . En el marco de una economía capitalista, los costes que esta opción de desarrollo conllevan no podían cargarse sobre el c�pital . . _ privado, de ahí el protagonismo estatal en la acuvtdad e�onomtca y la especialización de la empresa pública en sectores someudos a fuer­ te competencia internacional o muy influenciados por ésta. Los criterios de intervención dei INI fueron cambiantes : desde la justificación del interés nacional durante la autarquía, a la afirmación de la complementación de la iniciativa privada (con actitudes de re­ traimiento) durante la etapa planificadora, pasando así de la acción directa a la indirecta a partir de 1 962 aunque manteniendo siempre el principio de subsidiariedad de la actividad �conómica del �stado 5 1 . E l INI, según l o concibió Suances -prestdente del Instituto des­ de su creación hasta 1 963-, debía ser el instrumento que propiciase el resurgimiento industrial desde postulados totalitarios tales como la integración vertical de los procesos en una sola empresa, la rup­ tura de los estrangulamientos y la autarquía 52 . ciera de la industria espanola, en J. M. Kindelan, «Política industrial y energética••, ICE, núm. 500, abril, 1 975. 50 La importancia dei sector público empresarial por actividades ( 1 966-1977) pu e­ _ de verse en F. Pérez, «Crecimiento industrial...», ob. Cit. p. 1 00. La dJstnbucwn sectorial de las inversiones brutas en las empresas dei INI (1 950-1 973), en R. Myro, «La estrategia de la empresa pública concurrencial en Espana», lnvestigaciones Ec� ­ nómicas, núm. 1 5, 1981, p. 3 1 . Una relación de las empresas en las que e! INI hab1a participado o participaba directamente (1942-1 976) en Schwartz y M. J. González, ob. cit., apéndice núm. 4, pp. 249-251 . 51 Cf R. Myro, ob. cit., pp. 23-49 y F. Pérez, ob. cit., pp. 1 00-104. 52 La influencia de Suances en los principios fundacionales dei INI, en Schwartz y M. J. González, ob. cit., pp. 33-35.

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Entre 1 94 1 y 1 948 la actuación dei INI se concentra en tres sec­ tores : combustibles, fertilizantes y electricidad. Su temprana presen­ cia en Asturias está vinculada a la importancia de las industrias bá­ sicas y de interés nacional en la región : así, en 1 942 el INI entra en la Sociedad Ibérica de Nitrógeno, situada en La Felguera (Langreo), cuya producción no era satisfactoria -la participación dei Instituto será en este caso minoritaria, retirándose anos después. La empre­ sa pública Aclaro (1 942) de investigaciones mineras, se dedicará a la localización de yacimientos de hierro y carbón en la región ; ENDASA (alumínio), creada en 1943, instalará una de sus factorías en San Juan de Nieva (Avilés) para la producción de alumínio en segunda fusión. La actuación del INI en las industrias básicas de metales derivaba de las dificultades de obtención de materias primas. En el saneamiento de empresas, e! Instituto interviene en Astu­ rias ya en 1 948, en Siderúrgica Asturiana, S. A. (SIASA), fundada en 1 944 para la obtención de chatarra artificial de uso siderúrgico, con el objetivo de salvar una empresa con una producción de pésima calidad pero imprescindible para el sector. A finales de los cuarenta, el INI tenderá a relajar los princípios autárquicos mediante el recurso a empresas extranjeras que le pro­ porcionan tecnología para sus producciones, en un intento de suplir las restricciones a la implantación de capital foráneo por un severo control del mismo 5 3 . En siderurgia, la restricción a las importaciones de chatarra obli­ gaba a utilizar procedimientos de bajo consumo de tal producto, incrementándose e! uso de mineral de hierro y coque, para lo cual se requería investigar nuevos yacimientos -puesto que los conoci­ dos eran utilizados por la siderurgia privada- y potenciar la pro­ ducción de carbón siderúrgico nacional, lo que conllevaba altos cos­ tes y elevados riesgos no asumibles por el capital privado. La creación de ENSIDESA (Avilés) en 1 950 respondía a la necesi­ dad de superar la escasa producción de acero que frenaba el proceso industrializador. Dadas las limitaciones a la importación, ENSIDESA venía a romper el oligopolio existente en el subsector del acero 54. En el período autárquico, el INI centró su actuación, en función del modelo de industrialización vía sustitución de importaciones, en aquellas actividades rechazadas por el capital privado -bien debido 53

54

SIASA se disolvió en 1 971 . Cf R. M;vro, ob. cit., p. 28. Cf Schwartz y M. J. González, ob. cit.

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a su alto coste o por la baja rentabilidad relativa de las mismas-, lo que en definitiva significaba una desvalorización de los capitales públicos. En los anos sesenta, el Instituto Nacional de Industria segmra manteniendo el espíritu fundacional representado por el mencionado principio de subsidiariedad, aunque éste a �optará un nu�v� caráct�r : la <<socialización d e pérdidas>> (transferenCla al sector pubhco d e m­ dustrias privadas con graves dificultades económicas a precio venta­ joso) y la <> . En este proceso se inserta la creación de HUNOSA y UNINSA tras el fracaso de la Acción Concertada en los sectores hullero y siderometalúrgico asturianos 5 5 • En 1962 el dictamen del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) -opuesto a la existencia de un Estado empresa­ rio- recomendaba que el INI no actuase en sectores donde la em­ presa privada manifestase interés, reservando a la empresa pública industrial el papel de precursora, especialmente en el desarrollo re­ gional, creando la infraestructura de los futuros polígonos industria­ les. Algunas de sus recomendaciones se llevaron a la práctica: así, la ley del Plan de Desarrollo garantizaba la preeminencia de la inicia­ tiva privada, y la supresión de benefícios tributarias y financieros a las empresas del INI restaba a estas posibles ventajas en el �mbito . competitivo. Resulta significativo al respecto, que durante la v1gene1a del segundo Plan las inversiones se dirigieran a empresas de nula o baja rentabilidad -el 78% de la inversión total se canalizó en este sentido- 56 • En 1969 López de Letona, desde el Ministerio de Industria, trató de reforzar el papel del INI como instrumento de política industrial, aplicando un concepto de subsidiariedad más beligerante en �avor de la empresa pública. La falta de apoyos a esta propuesta h1zo que fracasase, especialmente en sectores como el siderúrgico y el eléctrico. Posteriormente Boada, nombrado presidente del INI en 1 970 por López de Letona, intentará aplicar el criterio de rentabilidad a las empresas públicas con el objetivo de abordar la urgente reestructu­ ración que exigían algunas empresas del INI y de conseguir, a su vez, una mayor aportación patrimonial del Estado al Instituto. Paralela­ mente, se llevará a cabo un proceso de enajenación, concentración y reestructuración técnica de algunas empresas públicas. Un claro 55 Jbid. , pp. 1 33 ss. vv AA, Crecimiento... , 56 Cf M. Boyer, ob. cit.

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453 ss.

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e�?onente de la estrategia dei INI e n esta etapa l o constituye la fu­ s!O� de ENSIDESA y UNINSA en diciembre de 1973 , fusión que obli­ gara a proyectar la producción siderúrgica hacia el mercado exterior dada la relativa saturación interna, evidenciándose entonces la escas� competitividad de estas empresas fuera del mercado nacional 5 7 . El segundo informe del BIRF, realizado en 1 972, exponía la ne­ _ cesJdad d � reestructurar los sect �r�s del acero, minería del carbón y , naval del INI, sugmendo su reprivatización una vez construccwn . alcanzados mveles de rentabilidad aceptables 5 8 . E � pes� c �eciente de empresas deficitarias, la escasa capacidad de autofma? ClacJÓn, la renuncia a una mayor integración vertical de sus pro� uccw� es, � la aceptación de discriminaciones tarifarias (o de pr�ClOS mas ? aJOS o costes más elevados) respecto a las empresas . pn�adas, pus1eron en ev1dencia la caducidad de los princípios fun­ dacwnales del INI, sólo reconocida a partir de 1974, cu ando se re­ chaza la subsidiariedad en favor de la supeditación a los intereses generales y a la complementariedad de los sectores público y privado.

57 Sobre la cuestió n de la financ iación de las ob ras ya citadas, puede verse S. Esteban Coca, «La empresas públicas, además de las financiación de las inversiones dei INI.,, en Economia industrial, Madrid, 1971, pp. 43 ss. Una relactón de las empresas afectadas por dichos proces os entre 1 948 y 1 976, así como la constatactón de la imensificación de los mismo s a partir de 1971, aparece en Sch�artz y M. J. Gon ál z, ob. cit., p. 252. Cf R. Myro , ob. � � No fue hecho pubhco por desacuerdo de! Ministerio de cit., p. 35. Hacienda con algunas obse � acwnes sobre e! ststema ftscal y los incentivos a la industria. Cf M. Boyer, ob. clt.

2.

EL FACTOR TRABAJO: AN Á LISIS CUANTITATIVO

El factor trabajo: análisis cuantitativo

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fluctuaciones dei mercado laboral y su dinâmica interna a lo largo de estos aiios.

I. MOVIMIENTOS MIGRATORIOS Y MANO DE OBRA

Los movimientos migratorios inciden en el proceso de transforma­ ción de las estructuras regionales ai mantener una estrecha correla­ ci?n con los indicadores demográficos (natalidad, activos, envejeci­ mJento de la P ?blación etc.), económicos (v.gr. renta per cápita) y estructurales (mvel de rema agraria, equipamientos sociales, etc.), de manera que aparecen como efecto y causa en la dinâmica socioeconó­ mica

La estructura económica provincial ha venido determinada por el predomínio dei sector industrial, que ya en �? 62 generaba el 54,12°�o dei valor aiiadido bruto (VAB) total de la regwn. Los subsectores mas destacados eran Minería (3 1 ,6% dei VAB industrial) y Metálicas bá­ sicas ( 1 7% ), seguidos de Construcción y Obras públicas ( 1 1 ,_3 .% ), Electricidad (8,3% ), Químicas (7,7% ), Transformados metahcos (7,5%) y Cerâmica, Vidrio y Cemento (6, 1 °/� ) 1 • . , . El desarrollo histórico de los sectores mdustnales bas1cos en Asturias ha constituído, asimismo, un obstáculo al crecimiento dei resto de la actividad manufacturera, en especial de la industria de transformados metálicos, dado que el mayor volumen de inv�rsión -tanto pública como privada- se canalizó ha� ia las industnas de cabecera en detrimento de otras ramas producuvas. La i�dustria asturiana presenta, pues, una escasa diversificación sectorial y un bajo nivel de integración productiva, unidos . a una estructura empresarial muy dispersa -unas pocas empresas g1gantes y multitud de pequenas explotacione�-:-· así co� o un emp le? pola­ rizado hacia sectores de escasa rentab1hdad y ba1o valor anad1do. La situación de cuasi monoproducción ha creado en la economía astu­ riana una fuerte dependencia respecto a los cambias coyunturales que afectan a las actividades básicas, sometidas a una profunda rees­ tructuración en los aiios sesenta En este contexto económico situamos el estudio de la evolución dei factor trabajo entre 1 940 y 1 975, analizando el volumen de mano de obra disponible en el sistema productivo regional, así como las

3.

LI.

2•

perspec­ 1 Porcentajes obtenidos a partir de los datos de SADEI, Situación actual y 386. p. II, vol. 973, 1 Madrid, , Asturias en tivas de desarrollo 2 El panorama general de la economía asturiana durante cstos aiios en SADEI, i I, II Y !li Situación actual y perspectivas de desarrollo en Asturzas, �adnd, 1 973, v�ls. , asturzana economza la de aczon estructur la de a Una visión sintética en SADEI, Program Oviedo, 1 967, parte I, pp. 5-1 1 . •

.

,.

El exterior, recurso compensatorio de los desequilíbrios regionales

La movilidad de la mano de obra, en tanto ésta constituye un factor básico de la producción, responde a mecanismos de ajuste interno dei mercado laboral, de modo que la distribución de la fuerza de trabajo se realiza según criterios de aprovechamiento de dicho factor en el conjunto dei sistema productivo. Las tensiones socioeconómicas que la incapacidad de absorción dei to :ai de ma�o de obr� disponible generan en e! mercado regional, trataran de paharse med1ante la expulsión o canalización de dicho excedente, propiciándose así la emigración exterior -en este caso �ltramarin�, continental o peninsular- y la reasignación sectorial � mtersectonal de los activos (inducida por las remas salariales). P ?r otra parte, la flexibilización de las trabas institucionales que permiten un mayor dinamismo dei mercado interno de trabajo, pue­ den converur. a la rema salarial en inductora de una pérdida no deseada de cierto segmento de mano de obra --v.gr. la salida hacia Europa en los aiios sesenta de obreros cualificados atraídos por ma­ yores salarios. Asturias, durante 1 940-1 960 experimenta fuertes movimientos mi­ gratorios con saldo negativo en el decenio 1 941 - 1 950 (pérdida de 3

..

Cf SADEI, Situación . , vol. III.

I

I !i

Carmen Benito de! Pozo

34

2 244 efectivos) y positivo en el siguiente (las entradas superan a las salidas en 2 1 14 personas), de modo que uno y otro se compensan dando como resultado un balance final de 130 pérdidas para cl pe­ ríodo 1941-1960. El desglose de los datos por quinquenios desvela

la intensidad y cambios de signo habidos en la corriente migratoria de estos anos (véase cuadro 1). CUADRO

Fuente:

1.

SADEI,

Saldo migratorio en Asturias,

1 941-1960.

A nos

Saldo migratorio

1 94 1 - 1 945 1 946-1 950 1 95 1 -1 955 1 956-1 960

6 077 8 321 20 407 - 1 8 293

-130

Total 1 941 - 1 960 % población 1950

0,0

Situación actual y perspectivas de desarrollo en Asturias, Madrid, 1973,

t. 1 1 1 , p.

88.

La emigración ultramarina tiene especial relevancia entre 1946 y Iniciada débilmente en 1 946 (738 salidas re­ gistradas), mantendrá un elevado promedio anual durante el período senalado, representando el 5,5% dei total nacional de salidas trans­ oceánicas, y afectando al 30% de la población asturiana a lo largo de esos anos. No obstante, el fin dei conflicto internacional y la intensificación dei trabajo en las minas e industrias en la segunda mitad de los anos cuarenta, propiciaron la llegada de inmigrantes, que unidos al constante reflujo de emigrantes ultramarinos, permi­ tieron equilibrar, en parte, la corriente emigratoria transoceánica 4•

1957 (véase cuadro 2).

CUADRO

Fuente: 4

2.

Emigración transoceánica de Asturias,

1946-1960.

A nos

Emigrantes

Promedio anual

1 946- 1 950 1 9 5 1 - 1 955 1 956-1 960

1 0 353 13 716 9 1 00

2 071 2 743 1 820

SADEI,

Situación actual y perspectivas de desarrollo en Asturias, Madrid, 1973,

Jbid., pp. 84 ss.

t. 111, p.

89.

E! factor trabajo: análisis cuantitativo

35

A finales de los anos cincuenta se invierte la tendencia, y las sah. as a Ultramar comienzan a disminuir al iniciarse la emigración haCia Europa, aunque en Asturias, a diferencia dei resto de Espana -con excepción de Canarias y Galicia- la tradicional corriente ultramarina seguirá manteniéndose, incluso todavía con cifras su­ periores a la �migración continental, durante la vigencia dei Plan .. de Estabthzactón. Así, entre 1 959-1962 se registraron 5 868 salidas transoceánicas y 2 065 continentales. En 1970, Asturias era la oc­ tava provincia espanola en cuanto a emigración ultramarina, lo que r�presentaba una participación dei 2,7% en esa corriente emigrato­ _ na a mvel nacional. Los principales países receptores de emigrantes asturianos fueron _ Argentma, Australia, Canadá y Venezuela, que acogieron a casi las dos terceras partes de aquellos entre 1968 y 1970 5 . El número de regresos era también importante en Asturias' re­ gistrándose 1 3 ?46 �:tornos de Ultramar entre 1946-1962, lo que supone una emtgracwn neta para el período de 22 799 efectivos 6 . En 1957 se inicia la salida de trabajadores espanoles hacia Euro­ pa, proceso que se acentúa a partir de 1959 con la recesión econó­ mica subsiguiente al Plan de Estabilización. Entre 1962-1965 (anos en que 1� emigración continental adquiere mayor intensidad) salen de Astunas con destino a los países europeos un total de 5 932 per­ sanas, que representan el 2 1 ,7% de los emigrantes dei período indi­ cado (véase cuadro 3). A pesar dei considerable crecimiento económico espano! en los anos sesenta, la emigración, ahora canalizada hacia Europa, conti­ _ nuana en busca de más altos salarios y mejores oportunidades labo­ rales, aspecto éste dei que se hacían eco las fuentes oficiales : <<[ ... J e! aumento de la corriente emigratoria [un 100% de 1960 a 1961] no obedece a falta de colocación de estos trabajadores, sino más bien a su natural deseo de mejora, ai ofrecérseles en otros países más favo­ rables condiciones de trabajo» 7 . Las ��lidas afectaron, mayoritariamente, a campesinos y obreros . sm cuahficar, que partían con la idea de regresar a Espana tras ad-

�

5 Ibid., pp. 89-93. 6 El número de regresos mantiene una estrecha relación con el número de emi­ grados. AI respecto, véase García Fernández, La emigración exterior de Espana, Bar­ celona, 1 965. 7 AHP/Gobierno Civil, Memoria, 1961.

Carmen Benito de/ Pozo

36 CUADRO

3.

Destino de la emigración asturiana,

1962-1965.

Destino

Emigrantes

La propia región ...................................... . . Otras regiones .......................................... . Europa ...................................................... . Ultramar ....... ......... .................... .... . .......... .

7 556 9 446 5 932 4 366

27,7 34,6 2 1 ,7 1 6,0

Total extrarregional ................................. .. Total emigrantes ....................................... .

19 744 27 300

72,3 1 00,0

Fuente:

SADEI,

%

Situación actual y perspectivas de desarrol/o en Asturias, Madrid, 1973,

t.

lll, p. 94.

quirir en el extranjero una formación profesional -no teórica sino práctica- que a su vuelta les permitiese obtener . un empleo en la industria. Por ello, esta emigración puede ser considerada como una parte del éxodo general dei campo bacia la industria y servicios, aunque a escala continental 8• Los contratos laborales que en Europa obtenían los trabajadores espaiioles solían ser de duración anual, pro_r�ogables cinc? _o diez anos. La temporalidad laboral, unida a las dd1cultades del 1dwma e integración social, y las trabas al establecimiento familiar -especial­ mente en Alemania y Suiza- consolidaban la idea dei retorno 9. La emigración exterior asistida era controlada por la Oficina de Encuadramiento y Colocació n de la Organización Sindical en rela­ ción con el Comité Intergubernamental para las Migraciones Exte­ riores (CIME). Los equipos dei CIME seleccionaban a los trabajadores que solicitaban acogerse a dicba emigración, atendiendo a criterios profesionales y técnicos en función de la demanda de mano de obra por parte de los países receptores. En 1 960, la mayoría de los tra­ bajadores elegidos pertenecían a las actividades siderometalúrgica, ' o ' o 1 0. mecamca y e1 ectnca La emigración temporal a Europa -salida de trabajadores con 8

Cf SADEI, Situaczón. .. , vol. III, p. 90. . , . Un crítico análisis de la situación dei em1grante durante estos anos, en Max1m0 Loizu, Capitalismo europeo y emigración, Barcelona, 1 975. . . 10 La selección se efectuaba mediante entrevista personal con los soliCitantes pre­ viamente elegidos por la Oficina de Colocación. AHP/Gobierno Civil, Memoria dei Gobierno Civil de Ovredo, 1960. 9

_

E/ factor trabajo: análisis cuantitativo

37

contratos de 3 a 12 meses- se efectuaba a través de la Office Na­ cional D'Inmigración radicada en Irún. La Delegación Provincial dei Instituto Espaiiol de Emigración, situada en Gijón, efectuaba el re­ gistro total de salidas, reconociéndose, no obstante, por parte de los organismos oficiales la existencia de una importante corriente emi­ gratoria clandestina; así, dicba Delegación afirmaba que en 1 960 se registraron 957 salidas bacia Europa, de las cuales sólo 307 eran controladas y se realizaban tras contrato firme de trabajo en Alema­ nia y Australia 1 1 . Aunque coo una importancia cuantitativamente inferior, se regis­ tran también emigrantes procedentes de ciudades y zonas industria­ les atraídos por buenos contratos para trabajos similares a los suyos, evidenciándose la movilidad de ciertos sectores de mano de obra cualificada. La minería asturiana se vio afectada por este fenómeno ai producirse la emigración de mineros jóvenes coo alta cualificación (personal de arranque) en los aiios en que la crisis bullera amenazaba coo el cierre de explotaciones, presentando las empresas la paradó­ jica situación de estar efectuando recortes de plantillas por exceso de mano de obra (fundamentalmente peonaje de exterior) y deman­ dar, a su vez, obreros cualificados : El personal de arranque lo componen las categorías de picadores y vagone­ ros.· Esta plantilla, a pesar de ser fundamental en la mina, está en continua disminución debido a las siguientes causas : Picadores.-Por ser e! trabajo que realizan e! más duro y peligroso, la duración media de los obreros en este trabajo, es la menor entre todas las categorías, siendo necesario ir trasladando a este personal a otros trabajos más livianos, debido a la falta de facultades y a las enfermedades profesio­ nales; a esto se unen las bajas que ha habido últimamente en esta plantilla por marchas ai extranjero a otras actividades, ya que es gente joven, y a minas de mejor retribución [ . . . ) 1 2 •

Informes y memorias de organismos oficiales, especialmente dei Sindicato dei Combustible, bacían constante mención a esta pérdida de mineros cualificados en las cuencas asturianas en los aiios sesenta, 11 12

AHP/Gobierno Civil, oh. cit. y Memoria, 1965. La cita procede dei expediente de regulación de empleo presentado ante la Delegación Provincial de Trabajo por la empresa Hulleras de Turón en marzo de 1 964 solicitando autorización para reducir plantilla.

Carmen Benito de! Pozo

38

senalando su negauva repercusión en la productividad dei subsec­ tor En e! sector dei metal hubo, sin embargo, una rápida reaccwn empresarial a fin de evitar los efectos de una pérdida no deseada de trabajadores : <> La corriente emigratoria continental comenzará a perder intensi­ dad en Asturias a partir de 1964 (véase cuadro 4). Su peso en el total nacional fue débil, ya que e! flujo emigratorio europeo estaba muy repartido entre las regiones espanolas. Los principales países recep­ tores de la corriente migratoria europea fueron Suiza (80,4% de los emigrantes en 1 968 y 56,4% en 1 969), Alemania ( 14,9% en 1 968 y 3 1 ,3% en 1 969), Francia (7,4 % en 1 968) y Holanda (7, 1 % en 1 969) Como se observa en e! cuadro 3, la opción europea no fue la que prevaleció entre los emigrantes asturianos durante la década de los sesenta, pues 9 446 efectivos, es decir, e! 34,6% salieron con destino a otras províncias espanolas, siendo Madrid, Barcelona, León y Vizcaya los principales núcleos receptores de la corriente emigra­ toria peninsular. No obstante, la emigración exterior superará con­ juntamente (representa e! 37,7 % dei total) a los movimientos de población interprovinciales. 13.

14 •

1 5.

1.2. Los desplazamientos intrarregionales

La corriente migratoria intrarregional adquiere gran significación en los anos 1 950-1 960, afectando ai 27,7% de los emigrantes en e! pe­ ríodo 1 962-1965, y manteniendo una elevada participación en los 13 AHP/Gobierno Civil, Memoria, 1 961 . En el informe realizado por L H . Klaas­ sen en noviembre de 1 967, publicado por SADEI con e! título Aspectos económicos y sociales de! programa de reconversión para Asturias, Oviedo, 1 967, se recoge la si­ guiente afirmación: .. los expertos mineros [ ... ] parecen estar más preocupados por la escasez dei personal de interior que por la tendencia que debe esperarse de! desarrollo de la demanda de carbón» (p. 4). " AHP/Gobierno Civil, Memoria, 1962. 15 La emigración asturiana a Europa representaba el 0,3% de! total nacional en 1 968, y e! 0,5% en 1 969 y 1 970. Cf SADEI, Situación , vol. III, p. 93. ...

E! factor trabajo: análisis cuantitativo

39

movimientos migratorios de la província durante toda la década (véa­ se cuadro 4). CUADRO

Anos 1961 1 962 1 963 1 964 1 965 1 966 1 967 1 968 1 969 1 970

4.

Emigración exterior e interior en A sturias, Transoceânica 1

575 1 70 1 1 094 786 785 809 692 673 592 212

Continental Peninsular 590 1 362 1 650 2 225 1 277 803 417 584 1 078 1 1 59

1 726 2 419 2 960 2 34 1 1 276 1 947 2 394 2 1 75 2 1 75':·

1961 -1970.

Total extrarregional

Intrarregional

2 1 65 4 789 5 1 63 5 971 4 403 2 888 3 056 3 651 3 845 3 546

969 1 952 2 1 27 2 508 1 013 2 121 2 1 42 2 414

Nota: .. Cifra estimada. Fuente: SADEI, Situación actual y perspectivas de desarrollo en Asturias, Madrid, 1 973, voL ,

PP· 90 , 95 y 97.

III,

La zona centro de Asturias será la receptora de los afectados por e! éxodo rural en la región, fenómeno ya patente en la década de los cuarenta y potenciado en los anos cincuenta por la política nacional, tendente a rectificar los desequilíbrios sectoriales mediante e! tras­ vase de la población rural a los centros industriales, induciendo así la reasignación de activos. Dicha zona centro será e! área de inmigración regional en fun­ ción dei asentamiento industrial y e! desarrollo de las actividades terciarias, inmigración que adquirió tal intensidad entre 1 950-1 955 que, como vimos, convirtió en positivo e! saldo migratorio provin­ cial en e! decenio 1 95 1 - 1 960. En los anos cincuenta la fuerte atracción de mano de obra, de­ b_ida no s?lo a las actividades mineras e industriales ya existentes, smo tamb1én a la construcción de la factoría avilesina de ENSIDESA provoca una intensa oleada inmigratoria, reducida bruscamente a fi � nales de la década tras el cese de dichas obras y la implantación de m�didas estabilizadoras. Así, en 1950 las tasas de foráneos de Gijón, MICres y Langreo eran ya de 16,44, 12,56 y 1 3,22% respectivamente,

Carmen Benito dei Pozo

40

duplicando la media regional. Entre 1 95 1 - 1 957 los saldos de migra­ ción interior fueron muy elevados : en 1 953 se registran más de 1 O 000 entradas netas, duplicándose esta cifra en 1 955 y triplicándose en 1 957, de tal manera que en el período seiíalado ( 1 9 5 1 - 1 957) Asturias recibió 1 14 789 inmigrantes, procedentes en su mayoría de Andalu­ cía y Extremadura 1 6 • Estos contingentes de mano de obra fueron denominados despectivamente coreanos por la población autóctona, al coincidir su llegada con el desarrollo de la guerra de Corea. En 1 93 8 se había creado el Servicio Nacional de Inmigración para el control y regulación de los desplazamientos interprovinciales. Pos­ teriormente surgieron otros organismos en el seno de la Organiza­ ción Sindical -el más destacado sería el Servicio de Encuadramiento y Colocación- con semejante función. Sin embargo, su actuación resultará inoperante en el momento en que los flujos migratorios se intensifiquen 1 7 . En el cuadro 5 se observa la dinámica progresiva seguida por la población de los municípios del denominado acho asturiano (espacio definido por los municípios centrales de Gijón, Avilés, Oviedo, Mie­ res y Langreo ; vé ase figura 2, p. 56) entre 1 940 y 1 960, presentando incrementos porcentuales intercensales superiores al regional. El rit­ mo de crecimiento es más intenso en el conjunto de los concejos mineros, especialmente en Langreo, durante la década de los cua­ renta. A lo largo de los anos cincuenta destaca el fortísimo aumento de población en Avilés en relación con la afluencia de mano de obra para la construcción de ENSIDESA. Entre 1 960- 1 970, el crecimiento es mayor en Gijón y Avilés, donde se ubican las grandes empresas siderúrgicas de la región. La crisis hullera se refleja en el despoblamiento que afecta a los concejos de Mieres y Langreo a partir de 1 965, con clara incidencia a nível regional. El crecimiento de Oviedo está inducido por las actividades terciarias y por su condición de centro cultural y administrativo de la província. En general, el ritmo de crecimiento de la población asturiana desciende en el decenio 1 960-1 970 (la tasa de incremento decenal fue baja: 5,6%) lo que significa que la región, gran receptora de emipp.

16

42

17

Cf. C. Criado ss.

E! factor trabajo: análisis cuantitativo Vl

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R. Pérez, La población de Asturias,

AHP/AISS-Oviedo, Secretaría General,

1946-62.

1857-1 970,

Oviedo, 1 975,

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42

Carmen Benito dei Pozo

grantes en el período 1950-1960, se convierte en emisora de pobla­ ción por efecto de la crisis hullera. Las cuencas mineras presentaron un considerable ritmo de cre­ cimiento en la década de los cuarenta y primera mitad de los cin­ cuenta: las actividades hulleras e industriales convertían a esta zona en la principal receptora regional de inmigrantes, dada la atonía eco­ nómica por la que atravesaba el resto de la província. Así, la inmigración se convertiría en el factor clave del crecimien­ to poblacional, tanto por los efectos globales que conlleva, como por el comportamiento demográfico de los recién llegados (altas tasas en los balances vegetativos) 1 8. El flujo migratorio, de carácter predominantemente intrarregio­ nal, era doble : el más intenso procedía del exterior de las cuencas, y el otro tenía su origen en la aureola periférica. En 1 940, el 69,9% de los inmigrantes langreanos procedían de municípios asturianos, y el 1 3,3% de la Meseta Norte, principal punto de origen extrarregio­ nal. En 1 960 estas cifras son dei 43,9 y 1 6,4% respectivamente, des­ tacándose Andalucía como segundo lugar en importancia en lo que se refiere al origen de los inmigrantes langreanos ( 12,6% de los efec­ tivos) 19• Pese a la escasa importancia relativa de la inmigración extrarre­ gional en los anos cuarenta, hubo momentos en que la movilización de trabajadores hacia las cuencas mineras asturianas fue superior a la oferta de trabajo, creándose graves tensiones entre los recién Ue­ gados que no encontraban colocación. La falta de coordinación entre los organismos encargados de dirigir el flujo migratorio sería, en parte, responsable de dicha situación, que volverá a plantearse anos después -y con mayor intensidad- en el município de Avilés 20. A mediados de los anos cincuenta, las cuencas del Caudal, Nalón y La Camocha (Gijón) llegaron a un punto de saturación laboral 18 Sobre la evolución demográfica en las cuencas hulleras ver Ramón Pérez, ·El espacio industrial de las cuencas hulleras» en Geografía de Asturias, Salinas, 1 985, vol. 5, cap. I, pp. 40-45; y C. Criado y R. Pérez, ob. cit., pp. 42-45. 1 9 Un completo y riguroso estudio demográfico de Langreo en Aladino Fernán­ dez Garcia, Langreo: industrza, población y desarrollo urbano, Oviedo, 1 980, pp. 123-159. 20 Al respecto, entre mayo y junio de 1 949 hubo enfrentamientos entre el Servicio Nacional de Encuadramiento y Colocación y la Delegación Provincial de Sindicatos de Oviedo, atribuyéndose mutuamente la responsabilidad de los excedentes de mano de obra llegados a las cuencas. AHP/AISS-Oviedo, Secretaría General, 1946-62 .

I

El factor trabajo: análisis cuantitativo

43

que impedía la continuación del proceso de absorción de mano de obra inmigrada, entre la que predominaba el peonaje, siendo escasos los obreros especial istas y cualifica dos. Las minas de antracita de la �ue� ca d� Narcea, afectadas por la crisis, se cierran igualmente a la mmrgrac10n. En el decenio 1 960-1 970 el declive minero e industrial en las cuencas hulleras provoca la pérdida de efectivos por emigración. Así, en Langreo el saldo migratorio comienz a a ser negativo a partir de � 959-1 960. Estos emigrantes se dirigen, fundamentalmente, al extran ­ Jero (56,3% dei total, de los que un 23,9% parten hacia Alemania) ; otros optan por las áreas industriales espanolas ( 1 6,8%) o por Gijón y Avilés (12,6%) . Por tanto, el descenso demográfico en las cuencas tras el cierre de instalaciones fabriles o traslado de éstas, se debió exclusivamente al fenómeno emigratorio, que afectó a todos los municípios mineros, aunque con distinta intensidad: en Mieres la crisis económica fue más grave que en Langreo, sin embargo, el descenso demográfico fue más lento y prolongado 2 1 • L � J?érdida de mano de obra cualificada -traslado de personal a las ofrcmas centrales de HUNOSA en Oviedo, y traslados dei sector siderúrgico a Gijón- incidirá en la difícil recuperación económi­ ca de las cuencas hulleras, al privar a éstas del factor humano im­ prescind ible de cara a futuros asentam ientos industria les alternati­ vos 22• . �1 mu n_icipio de Avilés absorbió una parte considerable del flujo mmrgratono de los anos cincuenta, atraído -como ya senalábamos­ por la oferta de trabajo previa a la puesta en funcionamiento de la planta siderúrgica de ENSIDESA. El fuerte crecimiento se inicia en 1 ?53 con la llegada masiv a de obreros de la construcción pertene­ crentes, en su mayoría, a las empresas Entrecanales y Távora y Huar­ te y Cía, manteniéndose en la década siguiente, tras la total entrada en funcionamiento de la factoría. -�1 respect? , el Servicio Provincial de Encuadramiento y Colo­ cacwn de Ovredo, en su Memori a anual de 1 954, declaraba lo si­ gurente :

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21

Cf C. Criado y R. Pérez, ob. cit.; Aladino Fernández García, ob. cit., cua­ dro XI; SADEI, Informe socioeconómico de Mieres, Oviedo, 1978, pp. 46-55. 22 Archivo del Gobierno Civil!Secretaría Particular, «Necesidades más acusadas del Ayuntamiento de Langreo», marzo, 1 976; carpeta 4-3-5.

44

Carmen Benito de! Pozo

[ . ] du ra nte e ! a no 1 954 no se no s p la nteó e ! agudo p roble ma reg ist rado e n e ! a nte rio r, deb ido a la s avala ncha s de t raba jado re s que se p re se ntaba n e n nue st ra s of icina s, e spe cia lme nte e n Av il és, cegado s po r u na p ropaga nda ab ­ su rda que le s ha cía cree r que pod ría n e nco nt ra r u na co lo ca ció n f ácil y mu y b ie n ret ribu ida. Ello no qu ie re de cir que e n e ste a no no ha ya sido elevado e ! núme ro de inmig ra cio ne s 2 3 • ..

El número de trabajadores llegados a Asturias procedentes de otras províncias registrado por las estadísticas oficiales fue de 3 303 en 1 954, de los cuales tan sólo 427 estaban autorizados mediante la correspondiente instancia de traslado, lo que confirma el desborda­ miento de los organismos gestores de la inmigración, incapaces de controlar el intenso movimiento de mano de obra durante estos aiios 24. Las expectativas de trabajo creadas por la construcción de ENSI­ DESA fueron excesivas. La Delegación Comarca! Sindical de Avilés advertía en 1 954 de la necesidad urgente de frenar los desplazamien­ tos y desmentir las informaciones <> , cuando l o cierto era que dichos centros tenían y a cubiertas sus plan­ tillas, y en cualquier caso, las sucesivas ampliaciones pretendían ser cubiertas <> a través de los organismos oficiales de colocación obrera. <<Es imprescindible -continúa el informe del de­ legado sindical de Avilés- propagar en todas las províncias espano­ las esta realidad para evitar los desplazamientos desordenados que constituyen un grave problema social» 25. Los traslados de mano de obra no se efectuaron, por lo general, según el sistema de compensación, sino que los propios trabajadores en situación de paro en su província, al conocer las posibilidades de empleo en otras zonas, se trasladaban sin ningún asesoramiento, pre­ sentándose a las empresas directamente, o bien a las Oficinas de

2 3 AHP/AISS-Oviedo, Memoria anual de! Servicio Provincial de Encuadramiento y Colocación de Oviedo, 1954. 24 AHPIAISS-Oviedo, ibid., p. 6. 25 AHP/AISS-Oviedo, Secretaría General, 1954.

E! factor trabajo: análisis cuantitativo

45

Colocación de las localidades receptoras. En un 90% de los casos no se acreditaba ni la procedencia ni la condición de parado 26 • Como se aprecia en el cuadro 5, entre 1 950-1 960 Avilés aumentó en 27 233 habitantes, y en 33 207 en la década siguiente, pasando de 21 270 habitantes en 1 950 a 85 7 1 1 en 1 975. A partir de 1 970 el ritmo de crecimiento poblacional en este município desciende considera­ blemente al cesar la corriente inmigratoria. La inmigración avilesina fue espontánea, careciendo de protec­ ción pública; de carácter familiar y protagonizada por mano de obra de escasa cualificación. Una parte de los trabajadores llegados para la construcción y montaje de ENSIDESA serían absorbidos por la siderurgia tras finalizar sus contratos con las empresas constructoras ; el resto saldría del município por falta de empleo. La procedencia de los inmigrantes varió a lo largo de estos aiios : en sus inícios la mayor parte era de origen extrarregional, aunque una vez consoli­ dado el proceso industrial de Avilés, el município se convirtió en foco de atracción intrarregional, especialmente para la población de los concejos circundantes. Como seiiala expresivamente Guillermo Morales, <> 2 7 . La fuerte expansión demográfica en Gijón se inicia en los aiios sesenta, tras un moderado crecimiento en la década anterior (véase cuadro 5, p. 41 ). Dicha expansión está vinculada a la creación de UNINSA -en 1 961 comienzan las obras de infraestructura de la fac­ toría siderúrgica ubicada en Veriiia- y a la ampliación del puerto de El Musel 28• Entre 1 960-1970 la población del município gijonés se incremen26 Lo generalizado de esta práctica obligó a obviar dichos requisitos para la ins­ cripción de los inmigrantes en las oficinas de colocación. AHP/AISS-Oviedo, Memoria anual de! Servicio Provincial de Encuadramiento y Colocación, 1953. 27 Guillermo Morales Matos ha realizado un detallado estudio demográfico dei concejo y su área de influencia en Industria y espacio urbano en Avi/és, Gijón, 1982. vol. I. La cita en ibid., p. 1 36. 28 La evolución demográfica de Gijón puede verse a grandes rasgos en Ramón Alvargonzález, Gijón: industrialización y crecimiento urbano, Salinas, 1 977, pp. 54-62. Un análisis más pormenorizado dei crecimiento demográfico gijonés a partir de 1 950, en e! estudio de Berta López Fernández, «El espacio social de la ciudad de Gijón», 2 vols., tesis doctoral inédita, Sección de Geografía, Universidad de Oviedo, abril, 1988 (interesante ejemplo de la denominada Geografía Social).

46

Carmen Benito del Pozo

ta en 62 898 efectivos, duplicándose en diez aõos el número de ha­ bitantes. La inmigración es también, en este caso, el factor inductor de dicho crecimiento, aunque esta corriente migratoria resulta cua­ litativamente distinta a la de Avilés: los inmigrantes proceden en su mayoría de Langreo y Mieres, y su movilidad geográfica responde a las necesidades de trasvase de población desde los tradicionales centros siderúrgicos de las cuencas dei Nalón y Caudal -en fase de desmantelamiento- a las nuevas instalaciones fabriles de UNINSA. Así pues, la mayor atracción demográfica de Gijón se ha ejerci­ do, según Berta López, «sobre ese espacio industrial en declive que es la Cuenca Central hullera asturiana cuyos concejos más poblados (Mieres, Langreo, Aller, San Martín dei Rey Aurelio y Laviana) aportan en conjunto casi un tercio de los inmigrantes asturianos, o lo que es igual, casi una quinta parte de los foráneos totales>>, de tal modo, que el cambio de localización industrial conllevó un inme­ diato desplazamiento de la mano de obra empleada en las empresas trasladadas -Fábrica de Mieres y Duro Felguera- 29. A partir de 1 966, los 3 1 49 trabajadores de la planta siderúrgica Duro Felguera pasan a UNINSA, aunque en principio se les mantiene en el centro de trabajo de Langreo, efectuándose escalonadamente el proceso de integración en las nuevas instalaciones de Gijón. En la factoría de La Felguera el traslado de mano de obra a Veriõa comenzó a realizarse a finales de 1 970. A principias de 1 971 , UNINSA inició el traslado de personal de la Fábrica de Mieres (un total de 1 520 trabajadores). En 1 971 , 2 748 empleados de las anti­ guas faotorías siderúrgicas ubicadas en las cuencas mineras se habían integrado en la planta de UNINSA-Veriõa. La forma y condiciones de dichos traslados generó conflictos entre la empresa y los traba­ jadores, no porque éstos se opusieran a la movilidad geográfica, sino por la desinformación que tenían acerca dei proceso, y la inseguridad que ésta generaba: la población afectada temía no encontrar vivienda o ver descender su nivel de vida 30. La atracción de Gijón sobre la población migrante también se 29 Según Berta López, da oleada inmigratoria ocurrida entre 1960 y 1975 cons­ tituye una autêntica invasión» (ob. cit., p. 268). La cita en p. 253. 30 Se dio la posibilidad de rescisión de contrato a quien lo desease, y se previeron jubilaciones anticipadas para los que quedasen en las instalaciones en funcionamiento de la factoría langreana. Véase encuesta realizada en 1 969 ai personal de UNINSA en Mieres y La Felguera: SADEI, Estudio sociológico sobre el comportamiento del personal a trasladar a la nueva factoría de UNINSA en Veriiia, Oviedo, 1 969.

El factor trabajo: análisis cuantitativo

47

dejó notar en los municipios limítrofes -Villaviciosa, Siero y Ca­ rreõo--, así como sobre los concejos de Luarca, Tineo, Cangas, y dei oriente asturiano. Entre 1 960-1 975, el número de inmigrantes gijoneses ascendió a 84 328, de los cuales el 62,2% procedían de los concejos menciona­ dos; un tercio (el 34%) de otras provincias espaõolas -mayorita­ riamente de León y Lugo-- , y el 3,6% eran extranjeros 3 1 •

I I . L A POBLACIÓN ACTIVA REGIONAL

La cuantificación y distribución de la población activa asturiana en­ tre 1940 y 1 975 ofrece serias dificultades, derivadas de la discordan­ cia de los datos en función de las fuentes utilizadas. Por otra parte, sólo el Instituto Nacional de Estadística (INE) aporta una serie ho­ mogénea, de 1 950 a 1 975, que permite, con la debida fiabilidad, realizar el análisis diacrónico de los activos regionales. El silencio estadístico es total para 1 940 y el resto de la década 32• Nuestro análisis se centrará en el sector secundaria, por ser éste el que concentra las actividades industriales que interesan a la ma­ yoría de la población obrera. Asimismo, utilizamos el concepto clase obrera en sentido restrictivo, aplicándolo exclusivamente a la pobla­ ción obrera industrial, que, por otra parte, es la dominante cuanti­ tativamente entre los empleados dei sector secundaria. 31

Berta López Fernández, ob. cit., pp. 253-269. La comparación de las cifras dadas por SADEI en sus diversos estudios, por la Organización Sindical a través de sus informes, y por las publicaciones ya clásicas de Julio Fonseca Rodríguez, Análisis estructural de la economía asturiana, Oviedo, 1972, pp. 72, 74 y 84 ; y de L. M. Fernández Canteli et ai., E/ porvenir de Asturias, Oviedo, 1972, p. I O, sería una muestra significativa de la divergencia de las fuentes en cuanto a los datos sobre la población activa regional. Los datos porcentuales que para 1940, 1950, 1960 y 1 970 aparecen recogidos en C. Criado y R. Pérez, ob. cit., p. 60, basados en los censos de población, han resultado totalmente discordantes con otras fuentes estadísticas, y de ellos resulta una sobreestimación de los activos dei secundano. Sm embargo, es la única fuente que aporta datos de 1940, aunque dadas nuestras reservas hacia las cifras citadas por dichos autores -pues no pueden ser corroboradas con las absolutas de las que se suponen extraídas, y aquellas no concuerdan con otras fuen­ tes- no han sido incluidas en el cuadro 8, considerando, no obstante, de interés su conocimiento. Así, según Criado y Pérez, en 1 940 e! 40,27% de los activos re?ionales pertenecen ai sector primaria; el 38,45% ai secundaria, y el 27,3% ai terctano. 32

48

Carmen Benito de/ Pozo

11.1. Evolución y reparto sectorial de los activos

La inexistencia de datos precisos acerca de la población activa astu­ riana en 1940 no permite estimaciones concretas sobre su distribu­ ción sectorial aunque las cifras relativas de que dispone mos, junto con las aportaciones que ofrece el análisis del movimiento de la mano de obra en la década de los cuarenta, así como la situación reflejada estadísticamente para el decenio siguiente, confirmarían el predomi­ nio del sector primaria, con cifras en torno al 47% del total de activos regional es ; porcentaje que establecemos a partir de las si­ guientes consideraciones : si a nivel nacional dicho porcentaje era del 50,5% en 1 940 y en 1 950 del 43,3% en Asturias , la cifra relativa debe fijarse entre ambos parámetros, es decir, ser inferior a la na­ cional en función de la importancia del sector secundaria en Astu­ rias, y concretamente de la población activa minera, de considerable peso en el total regional -el número de obreros en las industrias extractivas era de 36 542 en 1 943, y el de empleados en el metal de 7 323-, y superior al de 1 950, dada la menor actividad industrial de los aiíos precedentes (véanse cuadros 6 y 7) 33. E! sector secundaria representaría, pues, en 1940 alrededor del 33% de los activos de la provin cia, y el terciario un porcen taje no superior al 20% . Valoraciones que, reiteramos, tienen un carácter meramente aproximativo. Los datos estadísticos de 1 950-1 975 reflejan , en general, para As­ turias una considerable presencia de activos en el sector primaria hasta 1 970; una sólida implantación del secundaria, y un lento cre­ cimiento del terciario -que mantiene una modesta participación en el total de activos hasta 1 970 (véase cuadro 8). En 1 950 el sector primaria acapara el 43,3% de la población el activa asturiana, aunque destaca la presencia del secundaria con al-, nacion nivel a a registr se que 35,8% -muy por encima del 26,5 en función de la expansión de las industrias extractivas (56 1 5 1 efec­ ia. tivos) y de la actividad fabril -fundamentalmente siderometalúrg a polític la por adas impuls s, minera ades El desarrollo de las activid ales sectori cias diferen las explica 950, 1 9401 autárquica de los aiíos as que desde el punto de vista del empleo se presentan en Asturi

33 La distribución sectorial de los activos nacionales en Ramón Tamames, Estruc­ tura económica de Espana, Madrid, 1 985, p. 32.

49

E! factor trabajo: análisis cuantitativo CUADRO

Número de obreros empleados en las mm as de A sturias,

6.

1943-1953.

A nos

interior

exterior

total

Total mmas carbón

24 747 25 751 27 909 29 654 28 309 30 380 31 988 32 655 3 3 323 33 865 32 9 1 3

1 0 554 1 1 276 12 8 1 3 1 1 772 12 221 1 4 634 1 5 850 16 364 16 809 16 6 1 2 1 6 986

35 301 37 027 40 722 41 426 40 530 45 014 47 838 49 0 1 9 50 1 32 50 477 49 899

36 1 8 1 38 042 41 856 42 950 42 1 58 46 842 49 732 5 0 807 51 637 52 297 51 875

Minas de hulla

1 943 1 944 1 945 1 946 1 947 1 948 1 949 1 950 195 1 1 952 1 953

Total % obreros industrias hullal extrac. extrac. >:· 36 542 38 492 42 1 97 43 3 1 5 42 523 47 240 50 1 89 51 357 52 241 53 201 52 685

96,6 96,1 96,5 95,6 95,3 95,2 95,3 95,4 95,9 94,8 94,7

Nota: Hulla, antracita, hierro, manganeso y wolframio. Fuente: INE, Reseiia estadistica de la província de Ot•iedo, 1950, Madrid, 1956. Elaboración propia. ,,.

CUADRO

7.

Número de empleados en la industria metalúrgica de Asturias, 1943-1953.

A nos 1 943 1 944 1 945 1 946 1 947 1 948 1 949 1 950 1 951 1 952 1953

Hierro acero

Otras >:·

Total

% hierro y acero del total

5 794 6 1 24 2 885 1 666 1 1 46 l 293 7 017 7 658 7 568 7 251 8 523

1 529 1 541 1 703 1 724 1 928 2 093 1 903 2 023 I 974 1 967 2 131

7 323 7 665 4 588 3 390 3 074 3 386 8 920 9 681 9 542 9 218 ! O 654

79, 1 79,8 62,8 49,1 37,2 38,1 78,6 79,1 79,3 78,6 79,9

y

,,. Cinc y cobre; desde 1948 también alumínio. Los empleados en la metalúrgica de! cinc representan cerca de! 70% de los trabajadores de estas industrias metalúrgicas minoritarias. Fuente: INE, Reseiia estadística de la província de Oviedo, ano 1959, Madrid, 1956. Elaboración prop1a.

Nota:

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E/ factor trabajo: análisis cuantitativo

51

respecto d e las cifras medias nacionales : si, e n general, durante las primeras décadas dei franquismo ( 1 940- 1 960) el sector primario aca­ para el mayor porcentaje de activos, con marcada distancia dei se­ cundario, en Asturias éste muestra una elevada participación en ei total de activos ya desde los anos cuarenta. El subsector de la construcción, que en 1 950 representaba e! 20,6% de los activos dei secundario en la región, experimentará un notable incremento durante la primera mitad de la década de los cincuenta, ai iniciarse la construcción de ENSIDESA, disminuyendo su número de trabajadores una vez finalizadas las obras de la factoría siderometalúrgica. La coyuntura expansiva de estos anos no se re­ fleja en los datos dei cuadro 8 por ser éstos de frecuencia decenal, pero sí la caída iniciada en 1957. Es, precisamente, la entrada en funcionamiento de la fábrica de Avilés ei factor inductor dei fuerte crecimiento de los activos dei secundario a finales dei intercenso 1 950-1 960, ai incrementarse no­ tablemente la mano de obra empleada en la siderometalurgia. Así pues, las ramas minera, metalúrgica y construcción son las dominantes desde ei punto de vista dei empleo en el conjunto de las actividades dei sector secundario, aunque ei puesto hegemónico que entre 1 940- 1 950 detenta, dentro de éste, la industria extractiva, se verá modificado en las décadas siguientes por efecto de la crisis de la minería de la hulla -actividad que monopoliza e! empleo de la industria extractiva asturiana, con ei 95,4% de los activos dei sub­ sector en 1 950 (véase cu adro 6 ). En ei intercenso 1950 - 1 960 se produce un cambio cualitativo en la distribución interna de los activos dei secundario, a saber : ei predomínio dei subsector del metal en cuanto a empleo se refie­ re, predomínio que se consolidará en la década siguiente, cuando la reestructuración hullera provoque la pérdida de 1 8 540 puestos de trabajo en la minería entre 1 960- 1 970, y la actividad sidero­ metalúrgica continúe su expansión con la creación de UNINSA en Gijón. Si en e! intercensal 1 950- 1 960 ei incremento de la población ac­ tiva asturiana -que fue de un 1 0, 12%- viene dado por ei aumento de empleo en reiación a la construcción y funcionamiento de ENSI­ DESA, en ei siguiente ( 1 960-1 970) la fuerte pérdida de activos en la minería de la hulla reduce el ritmo de crecimiento, no sólo dei sector sino también dei conjunto de la población activa regional, pues los considerables incrementos en los subsectores de la construcción

Carmen Benito de! Pozo

52

-muy favorecido por e! boom económico de los anos sesenta- y dei metal no consiguieron anular los efectos negativos que sobre el empleo regional ocasionó la crisis hullera, efectos que se manifiestan en toda su intensidad a lo largo de la década de los sesenta. Así, los activos regionales descienden un 1 1 ,1 7% , pasando de 391 1 1 7 efec­ tivos en 1 960 a 347 398 en 1 970 (véase cuadro 8). Es entonces cuando la fuerte caída de los activos dei sector pri­ mario beneficia directamente al terciario, que pasa a representar e! 3 1 ,4% de la población activa asturiana, ante la menor capacidad de la industria para generar empleo. El considerable trasvase de activos entre el sector agrario y el resto de las actividades económicas durante el período 1 960-1970, presenta en Asturias un carácter distinto al que se manifiesta en e! resto de las províncias espanolas : a nível nacional la distribución entre la industria y los servicios de aquella población afectada por e! êxodo rural, es más equilibrada, en tanto que en Asturias, la falta de dinamismo de la industria en los anos setenta -con los sectores básicos en proceso de reestructuración- y la relativa saturación de el_llple� �� el secundaria confieren al sector servicios una mayor d1spomb•hdad para absorber dicha mano de obra 34 . Durante e! quinquenio 1 970- 1975 se aprecia una ligera recupera­ . CIÓn de la población activa provincial, dei orden dei 2,7%, modifi­ cándose la tendencia decreciente de los anos anteriores. El sector primario continúa perdiendo efectivos, y la crisis económica prece­ dente seguirá sin cerrarse en la minería, en tanto que e! resto de las actividades industriales muestran un crecimiento contenido que no tardará en truncarse por la crisis general de 1 973- 1974. La expansión dei terciario prosigue a un ritmo superior al presentado en e! ante­ rior decenio, durante el cual la tasa de crecimiento de activos fue dei 2,8%, ascendiendo al 3,2 en 1 970-1 975. Las discrepancias de las fuentes estadísticas acerca dei volumen de activos regionales y su distribución sectorial, mencionadas al ini­ cio de este capítulo, resultan especialmente llamativas en las cifras globales de activos de la província referidas a los anos 1 970-1 975. As�, SADEI informa que en 1971 <
34 .cf

C . Cnado

Informe socioeconómico de Asturias, Oviedo, 1 976, pp. 1 0- 1 1 ; R . Pérez, ob. cit., pp. 58-62.

SADEI, y

E! factor trabajo: análisis cuantitativo

53

cuando, según datos dei INE, e! número de activos regionales un ano antes ( 1970) era de 34 7 398, lo que supone una tas a de actividad dei 33,2%, la más baja en Asturias desde los anos cuarenta y, por su­ puesto, inferior a la media nacional (véase cuadro 8, p. 50) 35• Por su parte, fuentes sindicales daban para 1975 la cifra de 437 800 activos en Asturias, lo que implica una diferencia por exceso de j 1 00 865 ! efectivos respecto a las estadísticas dei INE. La toma en consideración de estos datos supondría la inexistencia de pérdida de activos durante e! período 1 96 1 - 1 975 respecto a 1 960 (más aún, se habría producido un ligero incremento) así como la ausencia de re­ percusiones negativas sobre e! empleo regional de la reestructuración dei sector hullero. La veracidad de la información queda en entre­ dicho, pues las fuentes oficiales tendieron a encubrir las dimensiones reales de la crisis 36. 11.2. Distribución geográfica de la población activa industrial

La actividad industrial asturiana se localiza en la zona centro de la región, que comprende los 1 8 municípios situados al sur de Gijón y Avilés, y, más concretamente, en la demarcación que se ha dado en denominar ocho asturiano, integrado por las cuencas hulleras y centros fabriles dei triángulo Oviedo-Mieres-Langreo, y por los nú­ cleos industriales y siderometalúrgicos dei triángulo Oviedo-Gijón­ Avilés (véanse figuras 1 y 2, pp. 55-56). La existencia de yacimientos de bulia y e! efecto de atracción que ello provoca para el establecimiento de las actividades siderometa­ lúrgicas, constituye el origen dei proceso de concentración de la actividad industrial asturiana en dicha zona 3 7 •

35 La cita en SADEI, Informe socioeconómico de Asturias, Oviedo, s.f., p. 3. 36 Véase Consejo Económico-Social Interprovincial de la Cordillera Cantábrica,

Informe económico social de! área, Oviedo, 1 976. Para 1 974, SADEI hacía la estimación de 448 188 ocupados en la región: Informe socioeconómico de Asturias, Oviedo, 1976, p. 10. véase Ger­ 37 Sobre los orígenes y condicionantes de la industrializació n asturiana mán Ojeda, Asturias en la industrialización espaiíola, 1833-1907, Madrid, 1 984 ; L. M . Fernández Canteli e t a!. , E! porvenir de Asturias, Oviedo, 1 972 ; Juan Antonio Váz­ quez García, Aportaciones a! estudio de! proceso de industrialización en Asturias, ed. en microficha, Oviedo, 1984; Rafael Anes Álvarez, «La industrialización en Astu-

54

Carmen Benito dei Pozo

La crisis acaecida al final de la etapa autárquica y el desplaza­ miento de los tradicionales centros siderúrgicos, atend iendo a nue­ vos criterios de localización -que primaban la proximidad a las vías de comunicación, especialmente marítimas- son los factores deter­ minantes dei cambio de localización industrial dentro de la zona centro, a favor dei área Oviedo-Gijón-Avilés y en detrimento de las cuencas dei Nalón y Caudal, afectadas por ei consiguiente desman­ telamiento industrial en los anos 1 960-1 970. La reestructuración en los subsectores minero y siderúrgico de­ terminó una menor actividad industrial en Langreo y Mieres, por lo cual en 1 968 se designaron ambos municípios zonas de preferente localización industrial. Tal instrumento de política territorial, enca­ minado a potenciar económicamente áreas en declive, resultaría ine­ ficaz, pues las empresas acogidas a los benefícios derivados de esta calificación fueron escasas 38• La deiimitación geográfica del Polo de Desarrollo, concedido a la província en 1 969 -y que entraría en vigor ei l .o de enero de 1971- se corresponde, igualmente, con la zona centro de la región. Como puede observarse en ei cuadro 9, la concentración de la población activa regional en la zona centro de Asturias, y en, con­ creto en los municípios dei ocho asturiano, ha seguido una tendencia creciente entre 1 950 y 1 975, intensificándose dicho proceso en ei decenio 1 960-1 970 en reiación tanto al incremento del ritmo de in­ dustrialización de la economía asturiana, y a la consiguiente poten­ ciación de los nuevos núcleos industriales localizados en dicha zona -convertida en el área de éxpansión industrial de la província­ como al intenso desarrollo de las actividades terciarias. El sector primario tiene, pues, una escasísima presencia -con tendencia a disminuir- entre lo,s activos de estos municípios (Ovie­ do, Gijón, Avilés, Langreo y Mieres) de tradición industrial y fuerte presencia dei sector servicios. Este último es ei que experimenta un mayor grado de concentración de sus activos en los concejos men-

55

El factor trabajo: análisis cuantitativo

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rias•, en Historia económica y pensamienta social, Madrid, 1983, pp. 353-369; R. Anes Álvarez y G. Ojeda, « La industria asturiana en la segunda mitad dei siglo XIX• en Revista de Historia Económica, núm. 2, 1983, pp. 353-369; J. A. Vázquez y J. L. García Delgado, «La economía asturiana en su perspectiva histórica: minería e indus­ tria en Asturias>> en Enciclopedia temática asturiana, vol. VII, pp. 1 3-78. 38 Cf. Consejo Económico Sindical Provincial, Estructura y perspectivas de desa­ rrollo económico de la provincia de Oviedo, Oviedo, 1970, p. 73 .

TERCIARIO . . . . . .

Ext ra ct. .. . .... Fab rile s .......... Co nstru. . .. .. . . Otra s ,. ,,. . . .... . . .

SECUNDAR!O ..

Fuente:

322 773 197 252 1 00

123 790

46 0 1 0 480

71 27 30 12 1

6 458

núm.

L

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34,8

64,3 20,8

71 5 1 6 2 299 355 071

56,0 49,4 69,4 46,6 63,5

4,1

%

316 151 1 56 278 73 1

127 56 43 26 1

1 53 940

A sturias

1 950

730 610 956 688 468

1 46 396

52 227 6 847

81 23 42 13 1

5 592

núm.

391 1 1 7

80 6 1 6 12 42 1

146 4 1 5 5 4 854 65 463 23 428 2 670

1 5 1 665

A sturias

1960

37,4

64, 7 55,1

55,8 43,0 65,6 58,4 54,9

3,6

%

1 76 678

77 486

95 553

3 639

núm.

347 398

1 1 2 1 23

1 53 741

75 1 33

A sturias

1 970

50,8

69, 1

62,1

4,8

%

1 95 588

88 1 44

1 03 956

3 488

núm.

356 934

122 7 1 4

163 929

63 526

A sturias

1975

54,7

71 ,8

63,4

5,4

%

1 950-1975.

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Censo de 1 960). Elaboración propia.

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Resena estadística de la provinàa de Oviedo, ano 1950; Censo de la población y de las viviendas de Espana, diàembre 1966; Características de la poblaàón espano/a deduàdas dei padrón municipal de habitantes, diciembre 1975; SADEI, Informe socioeconómico de Asturias, s.f. (según

INE,

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,,.,,. Agua, gas, electricidad y saneamiento.

Notas: ,,. Excepto Avilés.

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A ct. mal e sp.

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Concentración espacial de los activos regionales en el conjunto de municípios dei <
PRIMARIO . . . . . . .

CUADRO 9.

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58

Carmen Benito dei Pozo

en 1 960, en un proceso que se acentuará a lo largo de la década con la expansión de ENSIDESA, la creación de UNINSA, y el impulso de las industrias de transformación. Según fuentes sindicales, en 1 970 las actividades metalúrgicas (básicas y transformados) daban empleo a 54 568 trabajadores, distribuidos en 1 936 empresas, que represen­ tan ei 68,8% de la mano de obra ocupada en la "industria fabril 39• El subsector de la construcción, favorecido por la concentración y expansión urbana de los municipios dei acho asturiano durante la etapa dei desarrollismo, atrae igualmente bacia éstos a más de la mitad de sus activos provinciales : ei 58,4% en 1 960, con tendencia a reforzar dicha acumulación en los aiíos siguientes. Los concejos de Mieres y Langreo, caracterizados por la activi­ dad minera, han visto disminuir su participación en ei total regional de activos dei subsector desde 1 960 por efecto de la aplicación de la política de Acción Concertada, que redujo sensiblemente el número de empresas hulleras en las cuencas dei Nalón y Caudal, potencian­ do la concentración empresarial, en ei marco dei ya reiterado pro­ ceso de reestructuración de la industria básica asturiana en los aiíos sesenta. Dado el peso de estos dos municipios entre los activos mi­ neros regionales, la incidencia de su declinante evolución económica se ha dejado sentir en ei conjunto de los municipios dei área estu­ diada, reduciéndose la concentración en ésta de la población activa minera de la región, que aparece distribuida más equitativamente entre las zonas antraciteras (cuenca dei Narcea, en ei interior occi­ dental) y de extracción de otros minerales, metálicos y no metálicos (zona oriental preferentemente). Durante ei período 1 950- 1 975 se han producido alteraciones sus­ tanciales en la distribución sectorial y por ramas de la población activa de los cinco municipios que venimos estudiando, configurán­ dose a lo largo de estos aiíos ei carácter socioeconómico de cada uno de eilos, en función de la evolución seguida. Los factores que han propiciado dichos cambios están estrecha­ mente vinculados al proceso de desarrollo industrial y urbano de la zona, que, como ya vimos, provocá modificaciones en la localiza­ ción industrial y en la reasignación sectorial de los activos (véanse cuadros 1 0, 1 1 , 12 y 1 3). Así, Gijón, que en 1 950 reparte por igual ai 80% de sus activos 39 Véase Consejo Económico Sindical de Asturias, Informe de la situación eco­ nómica de la provincia durante el aiío 1 970, Oviedo, 1971.

El factor trabajo: análisis cuantitativo

59

entre ei secundario (40,7 % ) y ei terciario (40,8 % ), con predominio en aquél de la mano de obra fabril (27,3 % de los activos dei mu­ nicipio) (véase cuadro 1 0), diez aiíos después v_e rompe� se la c? rre­ _ lación entre ambos sectores a favor de las actividades mdustnales, con fuerte peso entonces -por ei número de trabajadores emplea­ dos- de los transformados metálicos, construcción y cerámica y vidrio. La actividad industrial más destacada en Gijón a comienzos de los aiíos sesenta era ei metal, y dentro de ésta la siderometalurgia, representada fundamentalmente por Fábrica Moreda -dedicada a la producción de aceros laminados, trefilería y derivados- que en 1 961 tenía un censo laboral de 2 457 trabajadores 40• Existían trece fundiciones, cuya producción abastecía al mercado provincial. La siderúrgica propiciá ei desarrollo de la industria trans­ formadora y sus derivados. En este grupo de empresas destacan las de construcción naval, que disponían de seis diques secos y cinco astilleros, con un censo laboral de 1 600 trabajadores. La fábrica de motocicletas Avello, S. A. tiene un lugar preemi­ nente en la industria de transformados metálicos de Gijón, con 357 trabajadores, así como La Industria y Laviada (fundición y esmaltes) que ocupa a 404 empleados, Industrial Alonso (fundición y � aqui­ naria) con 2 1 7 trabajadores, y Adaro, S. A. (manufacturas metahcas) con 200. En 1968 la importancia de las actividades metálicas, construcción, y vidrio y cerámica en Gijón se había consolidado, acaparando ei 45,8, 26,0 y 26,7% respectivamente de los activos regionales de dichas actividades. En 1 975, ei sector secundario representa ya ei 54,9% de la población activa gijonesa, seguido del terciario con ei 42,4 (véase cuadro 1 3 ) . La definición de Avilés como ciudad netamente industrial, con más de la mitad de sus activos en ei sector secundario y ei predo­ minio de los trabajos fabriles, se retrotrae a comienzos de la década de los cincuenta, tras ei fuerte impulso experimentado por la side­ rometalurgia al eiegirse Avilés como centro de asentamiento de la factoría de ENSIDESA, empresa que actuará, a su vez, como inductora •o La cifra total de activos industriales de Gijón proporcionada por el Informe de la Delegación Sindical de Gijón para 1961, se aproxima � la recogid_a _ en el cua­ - por actlV!dades que dro 1 1 para 1960, por lo cual resulta indicativa la dJStnbucwn aquí se nos presenta.

Carmen Benito de! Pozo

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E! factor trabajo: análisis cuantitativo

61

diarias en la rama dei dei crecimiento de múltiples empresas subsi metal. plenamente conAsí, en 1 960 ei carácter fabril de la ciudad está necen al sector sefigurado: ei 63,3% de los activos de Avilés perte las actividades fabriles, cundario, y dentro de éste, el 45,6 se dedica a r presencia de transmayoritariamente metálicas básic as, con meno trucción (véase cuaformados metá licos , cerámica, vidrio y cons dro 1 1 ) . jadores siderometaAvi lés acoge en 1 968 al 56, 1 4 % de los traba de activos dei secundaria lúrgicos de la región. En 1975 ei porcentaje ( el 65,6 % de los trabajaaparece estabilizado, con 18 344 efectivos h a experimentado un nodores de Avil és), mi entras que el terciario de efectivos entre 1 960 y table incremento, duplicando su número 1975 (véase cuadro 1 3 ) . presentan una níLos municípios hulleros de Langreo y Mieres a ya desd e los ómic econ socio tida caracterización de su estructura ra y la escasa mine idad activ su anos cuarenta, dado lo tradicional de diversificación sectorial. evidente en MieEl mon ocultivo de la hulla resulta especialmente a eran mineros. activ ación pobl su de res, donde en 1 950 ei 69,5% ribuye mayoricont a) rurgi (side es Mier La presencia de Fábrica de ados a trabajos fabriles. tariamente al escaso 1 2,7% de los activos dedic trabajadores en las Langreo, no obstante ocupar al 50% de sus en su actividad indu sminas de hu!la, presenta un mayor equilíbrio l; entre ésta, detentan trial, con un 33,1 % de mano de obra fabri jadores de la planta cuantitativamente el puesto hegemónico los traba resto se distribuye en siderúrgica Duro Feiguera, mientras que ei formados metálicos numerosas pequenas empresas y talleres de trans (véase cuadro 1 0). ejos se encuentra En 1960 la población industrial de ambos conc número de miei ue estancada en torno a los 1 7 000 efectivos, aunq (véase cuadro te amen liger neros ya había comenzado a descender , para los dos sitúa se daria 1 1 ). En 1 970 la cifra de activos de! secun encia a la tend la dose enién municípios, en 1 3 000 trabajadores, mant es tiene Mier 975 1 en da: déca la baja durante el primer quinquenio de , ei decir es 482, 2 1 reo Lang y 1 1 389 activos en ei sector secundaria pérLa . total a activ ación pobl su 67,7 y 73,5% respectivamente de ra no ha supuesto dida de activos industriales debid a a la crisis hulle lutos sino tamabso inos térm en tan sólo una disminución de estos secto r secu ndei ión cipac parti la r cede bién relativos, haciendo retro

2 1 741 1 471

Ma l e spe ci f. . . . .... . . . . . . INE,

1 00

3,6

53,5

38,5 3,4 22,0 1 1 ,6 1 ,4

4,2

%

1 6 626

514

4 810

10 531 1 04 7 588 2 785 54

771

núm.

3,0

28,9

63,3 0,6 45,6 1 6, 7 0,3

4,6

%

1 00

A vi/és

453 975 830 292 356

46 276

3 009

18 934

21 1 14 4

2 880

núm.

6,5

40,9

46,3 4,2 32,0 9,2 0,7

6,2

%

1 00

Gijón

054 995 556 1 53 350

20 922

848

2 942

17 7 7 1

1 18

núm.

84

núm.

SADEI,

.

27 094

núm. PRIMARIO . . . . . . . . . . . . . . . . . .

53 79 1

1 00

27 955

447 18 344 9 1 58

1 ,2 33,0 65,7

1 00

1 ,6 65,6 32,7

%

80 070

2 081 43 974 34 0 1 3

núm.

2,6 54,9 42,4

%

1 00

Gijón

1 6 971

1 62 12 482 4 325

núm.

1 00

0,9 73,5 25,4

%

Langreo

1 6 803

131 1 1 389 5 292

núm.

% 0,7 67,7 3 1 ,5 1 00

Mieres

1975.

17 600

356 934

63 526 1 63 929 1 22 7 1 4

núm.

1 00

1 7,7 45,9 34,3

%

ASTURIAS

1 8 93 1

1 00

3,1

20,6

37,4 1 4,0 1 6,7 5,9 0,6

38,7

%

Fuente: INE, Características de la población espaiwla deduridas dei Padrón municipal de habitante>, diciembre 1975. Guillerrno Morales, Industria y espacio urbano en Avi/és, Gijón, 1982, vol. 1, p. 34. Elaboración propia.

TOTAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

SECUNDARIO . . . . . . . . . . . . .

núm.

A vi/és %

Oviedo

667 1 7 767 TERCIARIO . . . . . . . . . . . . . . . . 35 356

Sectores

6 2 357

Distribución sectorial de los activos en los municipios dei «acho asturiano•,

Informe socioeconómico de Asturias, s.f. (según Censo de 1970).

CUADRO 1 3 .

Fuente:

TOTAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

TERCIARIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

50 696

79 1 3 387 5 465 53 13 046 4 501 2 233 32 206 27 9 1 8 543 1 8 1 88 8 363 73 1 1 8 726 3 1 239

PRIMARIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

SECUNDAR!O . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Mieres Langreo Gijón Avilés

391 1 1 7

12 42 1

80 6 1 6

Oviedo

1970.

1 00

4,5

1 7,3

1 46 4 1 5 54 854 65 463 23 428 2 670

1 5 1 665

núm.

ASTURIAS

1 960.

Sectores

,

21 91 1

1 005

3 800

0,3

%

77,6 55,4 1 8,4 3,3 0,4

Mieres

1 7 022 12 1 48 4 043 732 99

Distribución sectorial de los activos en los municipios del «acho asturiano»

1 00

4,0

1 4,0

8 1 ,5 38,2 36,1 5,5 1 ,6

0,5

%

Langreo

Censo de la población y de las viviendas de Espana, diciembre 1960. Elaboración propia.

CUADRO 1 2 .

Fuente:

TOTAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4 0 6 2 1

670 388 947 726 609

TERCIARIO . . . . . . . . . . . . . . . .

Ext ra ctiva ..... ... .... . . . Fab ril. ....................... Con stru c. . . . . . . ... . . . . .. . Ot ra s ..... ... ... . ..... ..... .

15 1 8 4

1 739

PRIMARIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . SECUNDARIO . . . . . . . . . . . . .

núm.

Oviedo

Distribución sectorial y por ramas de los activos en los municipios dei «acho asturiano»,

Sectores

CUADRO 1 1 .

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64

Carmen Benito de/ Pozo

dario en la actividad económica general de ambos municípios, y propiciando el trasvase de trabajadores al sector terciario, así como la ya seiialada pérdida de población en un intenso proceso emigrato­ no. La mayor incidencia de la reestructuración hullera entre los ac­ tivos de Mieres deriva de la preeminencia económica del subsector en este concejo. Si, como vimos, en 1950, durante el auge de las explotaciones mineras, casi los dos tercios de los trabajadores de Mieres eran mineros , en 1 975, después de la profunda reconversión industrial, éstos representan algo menos del 50% . En cifras absolu­ tas, la reestructuración siderúrgica -desmantelamiento de las histó­ ricas factorías de Duro Felguera y Fábrica de Mieres- afectaría de modo similar a ambos municípios. Langreo en 1 975 presenta un reparto más equitativo de sus acti­ vos industriales entre los subsectores tradicionales : 28, 1 % en mine­ ría y 25,6 en siderometalurgia, situación que ya presentaba en 1 960, aunque con índices porcentuales más elevados (33,8 y 3 8,9% respec­ tivamente). Es decir, en Langreo la reestructuración de las industrias básicas no afectó tanto a la distribución interna de la población activa del secundario como a la pérdida global de trabajadores en el município ; ciertamente que las actividades terciarias se beneficiaron de la crisis de empleo industrial, pero en menor medida que en Mieres. La reestructuración sectorial de las ramas productivas más im­ portantes de la economía asturiana (minería y siderometalurgia), con­ dicionada, en primer lugar, por una política de concentración en zonas óptimas según su emplazamiento e infraestructura, tuvo pro­ fundas repercusiones socioeconómicas de signo contrario en las zo­ nas afectadas, a saber: - La potenciación local del triángulo Oviedo-Gijón-Avilés. - La depresión económica de los concejos de Aller, Langreo y Mieres, que evolucionan del estancamiento a la regresión a lo largo de los anos sesenta y comienzos de los setenta. Los efectos negativos de dicha reestructuración sobre la pobla­ ción activa de los municípios hulleros se cifran en una disminución del censo de activos motivada por el cierre de explotaciones mineras no rentables, de un lado, y por la incidencia de las enfermedades profesionales de la minería, de otro. Asimismo, se dio un elevado

E/ factor trabajo: análisis cuantitativo

65

índice de jubilados y pensionistas prematuros, y e� tra� lado d� con­ tingentes obreros a las nuevas áreas de concentraci�n mdustna� . . Langreo perdió unos 3 000 puestos de trabaJo en el tnemo 1 968- 1 971, con una disminución global de activos del 1 8,8% entre 1960-1 975. Por otra parte, el desarraigo de los trabajadores exceden­ tarios mineros y su traslado a otras zonas tropezaba con el obstáculo de que un 80% eran dueiios de las viviendas que ocupaban. La tasa bruta de actividad pasó dei 3 1 ,7% en 1 960 ai 28,2% en 1 975. Mieres sería uno de los concejos mineros más afectados por la crisis. Desde ei inicio de ésta hasta 1 968 se perdieron unos 5 000 puestos de trabajo en las actividades básicas. El número de activos descendió de 21 91 1 en 1 960 a 16 803 en 1 975, lo que supone una reducción del 23,3% en ei mencionado período (véanse cuadros 1 1 y 13, pp. 62 y 63), pasando el índice de población activa del 34,1 ai 28,3% 4 1 . Oviedo, centro geográfico dei acho asturiano, presenta en 1 950 una situación semejante a la seiialada para Gijón, es decir, una dis­ tribución equilibrada de su población activa entre los sectores se­ cundario ( 45,6%) y terciario (48,6% ), con relevancia en aquél de la industria fabril (22%) y la construcción ( 1 6,7%) (véase cuadro 1 0, p. 60). Sin embargo, el sector secundario ovetense. está más dive� si­ ficado que el de Gijón. En 1 960, y en un p r? ceso mverso al segmdo por la villa gijonesa, las actividades terCianas ya ap� ntaban como predominantes en la capital, con un 53,5% de l� s activos ove:enses empleados en ellas (véase cuadro 1 1, p. 62). A fmales de la dec� a, el sector secundario en Oviedo destaca en las ramas de construccwn, acaparando el 32,7% de los activos regionales dei subse� to�, y de cerámica y cemento, con el 27,4% de los empleados provmCiales en estas actividades. En 1 975 la capital había consolidado su carácter terciario como centro comercial, administrativo y cultural de la región (65,7% de los activos ; v éase cuadro 1 3). A mediados de los setenta, Oviedo aparece configurada como ciudad terciaria, con una población obrera relativamente inferior a la residente en el resto de los núcleos urbanos asturianos, Y con predomínio de la clase trabajadora en las zonas periféricas que bor-

�

4 1 Véase Delegación Provincial Sindical de Oviedo, Est �io para la reactiv ción � � desarrollo de Asturias, Oviedo � 9_6 8. En él se recogen smtetlcamente las dotacwnes ; en infraestructura de estos mumC!pws.

y

66

Carmen Benito de! Pozo

dean el núcleo de la ciudad. En Gijón, la población activa se distri­ buye entre el sector servicios y las actividades industriales, con no­ tabl� d �sarrollo de la siderurgia. Los diferentes grupos profesionales s� dtstnbuyen formando hábitats fácilmente diferenciables ; la pobla­ _ _ cwn obrera pre� omma en las zonas industrializadas de la periferia Y en todo el conJUnt� su �urbano ; las áreas que bordean el casco por el sur, acogen a los mmtgrantes extrarregionales y a las categorías _ _ _ procedentes de las cuencas mineras y otras profeswnales mas bajas, 42 zonas de Asturias • Avilés.' que experimentó un rápido e incontrolado crecimiento demográftc� r urbanístico a partir de los aiíos cincuenta, presenta un pred�mmw de poblados obreros, debidos tanto a la iniciativa empresanal �estatal o privada) como de organismos públicos, que ponen de reheve su carácter de centro industrial dominado por EN­ . SIDESA e mtegrado por todas aquellas actividades industriales resul­ tado dei eJecto �e arrastre de la factoría estatal siderúrgica 43 • Las zonas mmeras de Langreo y Mieres forman una trama con­ . tmua de núc!eos urbanizado s, con una población profesionalmente _ muy homogenea, lo que umdo a la pequeiía dimensión de los nú­ cleos r a su an�rquica estructura urbanística, no permite establecer con mudez la dtferenciación en áreas residenciales 44 •

67

E ! factor trabajo: análisis cuantitativo Il.3. Clasificación profesional de los trabajadores industriales

La confección del censo laboral regional, su composición y evolu­ ción a lo largo del período 1 940-1 975, resulta de gran interés para el seguimiento y análisis de la estructura socioprofesional de Astu­ rias, permitiendo establecer la importancia absoluta y relativa de las distintas categorías profesionales, así como el peso que desde el pun­ to de vista dei empleo tiene cada una de las actividades industriales de la región. Sin embargo, su elaboración ha presentado dificultades por la escasez -e incluso inexistencia- de datas, por el carácter parcial de éstos y por la discontinuidad cronológica de las fuentes informa­ tivas, a su vez poco homogéneas dada la diversidad de su proceden­ cia. Por ello, hay que valorar con prevención, desistiendo de afir­ maciones rotundas, las cifras estadísticas presentadas, optando por una interpretación general y reservada de los datas. Así, para los aiíos cuarenta sólo disponemos de cifras referidas al subsector de la construcción, y éstas escasamente desagregadas (véase cuadro 1 4). CUADRO 1 4.

Censo provincial de empresas ción, 1 948.

CONSTRUCCJÓN

y

trabajadores de la construc­ TOTAL

OBRAS P ÚBLICAS

Empresas Trabajadores Empresas Trabajadores Empresas Trabajadores

. 42 Acerca_ de la evolución demográfica y espacial de Oviedo, véase F. Quirós Lmar�s : _'' Ov1:do,, en Ge�grafía de Asturias, Salinas, 1 983, vol. 3, cap. n . Un estudio geograflw mas pormenonzado de Ov1edo en los anos 1940- 1 950 en serg10 · TorneF ernan - dez, _ Ovtedo, la formación de la ciudad burguesa, 1850-1950, Oviedo, 1988. Ex1sten reCJentes 1 nvest1�acwnes sobre población, industria y urbanismo en Gijón: _ ; Fehpe F rnandez _ , ob. �lt. _ Bert� Lope García, La franja periurbana de Gijón, Gijón, : � 198 � , Ramon M. Alvargonzalez, Industrza y espacio portuario en Gijón ' 2 vols., GIJon, 1 985. :: Sobre Avilés, vé�se Guill �rmo Morales Matos, ob. cit., 2 vols. Para Langreo, vease Aladmo Fernández García, ob. cit.; para Mieres, Ramón , Perez, <<MJeres» en Geografía de Asturias' Salinas' 1982 ' vol 2 pp 75- 133 . Una V!SJOn , . . genera1 de 1 as cara�tensucas socweconómicas de los principales núcleos urbanos a com1enzos de los �nos setenta, en SADEI, Situación actual y perspectivas de desarrollo en Astunas, Madnd, 1973, vol. m, pp. 3 1 0-3 1 3 . ·

·

•

·

·

· '

313

9 200

27

3 670

340

12 870

Fuente: AHP/ AISS-Oviedo, Secretaría General, Informe dei Delegado Provincial Sindical remitido ai Servicio Nacional de Encuadramiento y Colocación, Oviedo, 28 de junio de 1948.

De acuerdo con el cuadro 14, en 1 948 había en Asturias 340 empresas dedicadas a la construcción, aunque de éstas tan sólo el 8% realizan obras públicas, empleando para ello al 28,5% de los trabajadores de dicha rama productiva. La mayoría de las empre­ sas constructoras -exactamente 280-- están radicadas en poblacio­ nes importantes, y las 60 restantes en lugares alejados de los mayores

68

Carmen Benito dei Pozo

núcleos � e población, manifestando la vinculación de la actividad construcnva al proceso de desarrollo urbanístico -edificación El prome�io de duración de obras en las empresas constru�toras era de d?s anos, y en obras públicas de uno, lo que determina la temporahdad laboral en el subsector 45. El primer censo laboral completo de que disponemos correspon­ de a 1 954 (véase cuadro 1 5). CUADRO 1 5 .

Censo laboral de A sturias,

1954.

Trabajadores Actividad

Empresas

Obreros

Empleados

Total

45 1 07 23 1 09 285

1 577 43 1 72 519 361 45 629

71 3 729 39 22 3 861

1 648 46 901 558 383 49 490

5 1 4 10

2 296 1 820 320 4 436

1 64 16 6 1 86

7 750 2 460 1 836 326 1 2 372

481 848 852 980 161

80 1 38 1 72 556 946

2 2 18 24

4 993

COMBUSTIBLE

Antracita ..................... Hulla Coke ........ ................... Carbón río .................. Subtotal ... .. . . . . . . . .. . . . ... . . . ···························

METAL

Acero ... .. . . . . ... . . .... . . . . . . . . Hierro ,,_ Cinc ..... . .. .. . .. . . . . . . . ... . . . . . Cobre Subtotal .. . .. .. . . . . . ... . . . . . . . ······················

·························· .

CONSTRUCCI ÓN

Cemento ..................... Cerámica ..................... Vidrio .......................... Edificación .................. Subtotal .. . . . .. . . . . . .... .. . ... .

108

2 1 17 23

·························

402

73 226

TOTAL

2 88 18

561 986 024 536 1 07

85 969

''

Nota: Extracción e industria. Fuente: AHPIAISs-Ovie�o, Secretaria General, julio, 1 954; INE, Reseiia estadística de la provincia de Ovtedo. Ano 1950. Elaborac1ón propia.

4� AHP/A�ss-Oviedo, Informe dei Delegado Provincial de Sindicatos 'remitido ai _ NaciOnal de Encuadramiento y Colocación fechado en Ov1"edo a 28 d e JUmo ServiCIO · · d e 1 948. '

El factor trabajo: análisis cuantitativo

69

sas De acuerdo con el cuadro 1 5 , el mayor número de empre apre­ e, ustibl comb del tor industriales de la región pertenece al subsec ad hullera, ciándose una elevada concentración laboral en la activid del total 37,6% el n rebasa no pues si las empresas dedicadas a ésta del 94,7% el n genera go embar de las existentes en el subsector, sin unas con tiría coexis sarial empre o empleo del mism o. El minifundism sarial que pocas grandes empresas, configurando una estructura empre por el gnado propu uico autárq iento respondería al mode lo de crecim el pues ncia, existe su de as décad ras Régim en duran te las dos prime nas peque rosas nume de ión aparic la ció proteccionismo estata l favore empresas empresas que se beneficiaban del auge del subsec tor. Las fami­ dedicadas a la explotación del carbón de río, de dimen siones ctiva liares, son una clara expresión de cómo la marginalidad produ ilidad, se traduce, en el marco de una economía autárquica, en rentab a la coyuneso sí, bajo el riesgo derivado de su estrecha vinculación tura. ad geLa construcción es, en estos anos, una importante activid ción­ edifica de las neradora de empleo : 1 0 8 empresas -excluídas seis anos y 24 1 07 trabajadores, lo que supone haber duplicado en se de­ tor subsec del dores su fuerza laboral. El 76,8% de los trabaja sen­ este en ose, lidánd conso dica a la edificación (véase cuadro 1 5) re­ to cemen del ria indust La tido, la tenden cia manifiesta en 1 948. dores. trabaja 561 y sas empre dos sulta todavía incipiente, con sólo rial El subsector del metal representa la tercera actividad indust n, dedica se ella a que adores trabaj de de la región por el número tura estruc La fabril. ria indust la de cabeza aunque se encuentra a la el censo empresarial es similar a la del combu stible, a pesar de que en sas empre nas peque osas numer las das recogi de 1 954 no aparezcan (ferrería, -muchas de carácter familiar- vinculadas a la metalurgia la rama talleres de reparación, construcciones metálicas, etcétera). Es impor­ del acero la que proporciona el 62,6% del emple o, con tres ­ Felgue tantes empresas siderometalúrgicas : Fábrica de Mieres, Duro me­ os ormad ra (Langreo) y Fábrica de Moreda (Gijón ). Los transf . tálicos están representados por los astilleros de Gijón y Avilés Gijón en das radica En hierro destacan las empresas de fundición de zinc y Avilés (dond e en 1 955 se crea Inclus a). La producción As­ anía Comp Real corre a cargo de una sóla empresa, la histór ica , adores trabaj 836 1 de turiana de Minas (RCAM ), con una planti lla . A S. Zinc, pues hasta 1 957 no se crea Asturiana de ionadas Como s e observa e n e l cuadro 1 5 , las actividades menc

70

Carmen Benito de! Pozo

(com bust ible, metal y construccián) son neta men te obreras en cuan­ to a la composicián de su fuerza de trabajo: el personal obrero representa más del 90% del total emplead o, con escasas diferencias subs ectoriales : 96,0 en construccián, 95,2 en metal y 92, 1 % en com­ bust ib!e. Por otra parte, ya pusimos de manifiesto a] analizar Ia evo­ luciá n sectorial de los activos, el pred omínio de los asalariados mi­ nera s en el conj unto de] sect or. Les segu irían en 1 954, con un 50% men os de efectivos, los obreros de Ia construccián -incluídos los trabajadores de cerámíca y vidrio-, y por últim o, los metalúrgicos, que sálo alcanzan en esa fecha la mitad de la fuerza laboral existente en construccián, y la cuar ta parte resp ecto al com bust ible. Diez anos desp ués, la dist ribu ción de] emp leo por ram as indu s­ triales aparece oste nsib !eme nte mod ifica da: Ia min ería pier de en e] transcurso de 1 964 a 1 965 el pred omí nio en el conj unto dei sect or secundaria en cuanto a] volu men de man o de obra empleada, su participacián relativa se ha reducido a un tercio del total de asala­ riados; el metal h a pasa do a ocupar el prim er puesto, en tanto que los trabajadores de la construccián -in cluídos los de cerámica, vi­ drio y cem ento- constituyen una fuer za labo ral relativamente más déb il que en 1 954 (el 22,5 %). El incremento de obreros metalúrgico s, tanto en la rama de bá­ sicas como de transformad os, y el desc enso de los asalariados mine­ r�s caracterizan el censo labo ra] por actividades a med iado s de los anos sesenta. Por grupos profesionales, se aprecian importantes cam bias en los tf�s subsectores estudiados (véase cuad ro 1 6). Así, ei número de obreros respecto al total de empleados en cada actividad dism inuy ó con side rablemente desd e 1 954 a 1 965. Esta dism inuc ión ha sido especialmente inten sa entre los traba­ jado res metalúrgicos, don de el personal obrero desc iend e del 95,2 a] 79,9 % dei censo laboral dei subsector en el período 1 954- 1 965. La nece sida d de adap tar Ia com posi ción de las plantillas ai proceso de modernizacián tecnológico iniciado con la reconversión requería, es­ pecialmente en las ramas siderometalú rgica y de transformados, e] incremento de personal cualificado -té cnicos- redu cién dose , pues , en cifras relativas, el núm ero de obre ros del met al. AI respecto, la pue sta en func iona mien to de ENSIDESA constituía un prec eden te del mencionado proceso de tecnzficación de plantillas. En min ería, Ia reestructuración hull era afectá a la composicián de plantillas en el sent ido de que Ia redu ccián de éstas -por cierre

71

El factor trabajo: análisis cuantitativo CUADRO 16.

Distribución porcentual de la población obrera en el sector industrial, 1965.

A ctividad EXTRACTIVA ''· . . . . METAL . . . . . . . . . . . . . . . CONSTRUC. '''' OTRAS . . . . . . . . . . . . . . .

Personal de oficio

Personal semzcualificado

Personal no cualificado

% obreros de! total empleado

50,6 38,5 49,5 52,1

23,2 3 1 ,6 14,8 23,0

26,2 29,9 35,7 24,9

85,2 79,9 88,5 83,2

Minas y canteras. Un 48,6% dei personal obrero de la construcción es eve� tual. . Fuente: INE, Informe sobre dinámica de! empleo en 1965. Elaboracwn propta.

Notas:

•

0

fusián empresarial- íncidió especialmente en las categorí�s m e:10s _ cua!ificadas del personal ligado directamente a la produccwn �ve��e cuadro 1 7). La situación de HUNOSA en 1 967 es su �amente � Igmfi­ cativa de las modificaciones operadas en las categonas prof';s1�nales de las empresas mineras durante estas anos : el personal tecmc� y _ administrativo asciende al 1 5 , 1 % de la planull� ; los obr�ros de m­ terior representan el 66, 1 , con elevada proporc1án de mmeros cua­ lificados (picadores y barrenistas suman el 25,9%), en tanto se pr� ­ duce un descenso relativo de la mano de obra de menor categona en los trabajos de interior (40, 1 %) y exterior (1 8,7% ). En condusián, el ajuste de plantillas operado t �as la re�structu­ _ ración dei subsector minero consolida un mayor mve� tecmco Y de _ personal obrero cualificado en los centros d � produccwn. Esta ten­ dencia se venía manifestando desde 1 962 (vease cuadro 1 7) aun ��e su desarrollo se via obstaculizado por factores deriva os de la � ns1s _ estructural, que propiciá Ia pérdída de mineras cua!If� cados de mte­ rior por emígracíán, retardando el objetivo empre�anal de ele�ar a productívídad e incremen �ar l a re��abilida de las mmas de ca:b�n 4 _ En construcción, Ia dismmucion relauva de obreros es simi!ar a . Ia registrada en Ia industria extractiva -y en ambos· casos mfenor a

�

�

�

·

46 En Ia Memoria minera de 1964 (AHP/Gobierno Civil), se seõalaba como �na de las principales causas dei descenso de la producción en la minería du �ante ese ano, la escasez de mano de obra especializada, particularmente obreros de mtenor, Y en concreto picadores.

!

I I I

I

72

Carmen Benito dei Pozo

CUADRO 1 7.

Evolución dei personal empleado en la minería de la hulla' por categorías profesionales, 1957-1973 (en % ). PERSONAL OBRERO

Anos 1 957 1 958 1959 1 960 1961 1 962 1 963 1 964 1 965 1 966 1 967''' 1 968 1 969 1 970 1971 1 972 1 973

Técnicos Advos.

y

4,9 5,7 6,1 6,4 6,2 7,0 8,0 10,1 12,6 12,8 15,1 15,1 1 5,6 1 7,2 1 7,6 1 7, 5 1 7,7

PicaResto Barrenistas dores interior 1 9,0 1 8,6 1 9,9 20,0 20,5 1 9,2 1 9,8 19,1 20,7 22,8 2 1 ,2 1 7, 3 1 7, 7 1 8,0 1 7,6 1 9,0 1 9,0

4,7 3,7 3,7 3,8 3,5 3,7 3,4

48,7 48,2 47,1 46,8 47,5 48,2 46,6 46,2 42, 1 42, 1 40,1 42,2 42,5 40,5 40,7 41 ,o 4 1 ,3

Total interior

Obreros exterior

Total obreros

67,7 66,8 66,3 66,8 68,0 67,4 66,4 65,3 62,8 64,9 66, 1 63,3 64,0 62,3 62,0 63,8 63,9

27,4 27,5 26,9 26,8 25,8 25,6 25,6 24,6 24,6 22,3 1 8,7 2 1 ,5 20,3 20,4 20,4 1 8,6 1 8,3

95, 1 94,3 93,9 93,6 93,8 93,0 92,0 89,9 87,4 87,2 84,9 84,8 84,3 82,7 82,4 82,4 82,2

o

Nota: Desde 1967 los datos se refieren exclusivamente a HUNOSA Fuente: M. Díaz-Faes, La minería de la hui/a en Asturías, Oviedo, 1979 (según datos de Hunosa). •:-

la del metal. �1 índice de personal obrero sigue siendo, al igual que en 1 954, el mas elevado de los tres subsectores, con la peculiaridad de que un 48,6% dei personal es eventual 4 7 . De acu�rdo con la distribución de obreros por categorías profe­ . swnales (vease cuadro 1 6), el mayor índice de cualificación se ob­ serva en la minería, pues la mitad de la mano de obra está integrada . (50,6% ), y sólo el 26,2% son obreros no por P. ersonal de oftao . cuahficados -ya mencionamos que sobre esta categoría recayeron los efectos de la reducción de plantilla en las empresas hulleras. �ntre los obreros de la construcción, un tercio carece de cualifica­ ctón (35,7%) y cas � la mitad (49,5 % ) son trabajadores de oficio, estando, pues, polanzada entre estas dos categorías la mano de obra 47

Cf.

INE,

Informe sobre la dinámica dei empleo en

1965,

s.f.

73

El factor trabajo: análisis cuantitativo

equi­ del subsector. En las actividades metalúrgicas se da un mayor ; obrero al person el a clasific se que en ías librio entre las tres categor (pi­ minería en como elevada tan es no ida la especialización requer cadore s, barren istas, etc.) pero el mayor grado de tecnificación dei proces o productivo requier e una mano de obra más formad a, de ahí el alto índice de semicualificados (31 ,6% ) El nível de tecnificación de la industria asturiana, entendiendo a como tal el porcentaje de técnicos y cuadros medios, era bajo ali­ mitad de los anos sesenta, pues sólo en las categorías de semicu ficados y cualificados, Asturias se situaba por encima de la media nacional 48• .

CUADRO 1 8.

Distribución de los trabajadores industriales por grupos profesionales, 1975. A dmvos.

Especialistas

No cualificados

CONSTRUCCI Ó N" .

3 118 8 769 1 429

1 064 5 246 1 294

1 5 893 23 232 1 0 598

12 684 27 664 1 1 687

32 759 64 9 1 1 25 008

TOTAL . . . . . . . . . . . . . . . . .

13 316

7 604

49 723

52 687

122 678

Actividad COMBUSTJBLE . . . . . . METAL . . . . . . . . . . . . . . . . .

Técnicos

Total

Nota: No incluye cerámica y vidrio, que tienen 7 284 activos. dei área, Oviedo, 1976. Fuente: Consejo Económico-social Sindical, Informe económico-social ''

Elaboración propia.

El cuadro 1 8 revela que la distribución de activos industriales por grupos profesionales en 1 975 se mantiene sin apenas modificaciones respecto a la década anterior, habiéndose estabilizado el índice de participación dei personal obrero en el conjunto de empleados en los subsectores analizados : 87,2% en el combustible, 78,4 en metal y 89, 1 en construcción. Así pues, el ajuste de plantillas -modificaciones globales y distribución interna de los efectivos según categorías profesionales­ efectuado a mediad os de los sesenta, se consolidá a lo largo dei decenio siguiente, en relación a la nueva estructura productiva re­ sultante de las adaptaciones sectoriales operadas en la economía as48 Véase SADEI, «Análisis sociológico de las actitudes obreras y empresariales•• en Estudio de reconversión de la mano de obra en Asturias, Oviedo, 1967, voL I.

74

Carmen Benito de! Pozo

turiana a raíz de la puesta en marcha de la Acción Concertada y posterior proceso de nacionalización de los subsectores hullero y siderúrgico. El cuadro 1 8 confirma, igualmente, la apreciación que para los anos sesenta realizábamos respecto a la importancia adquirida por el personal técnico en el subsector del metal tras la introdución de tecnología más avanzada en el proceso productivo de las grandes empresas. Así, la composición de las plantillas de UNINSA y ENSI­ DESA a comienzos de los anos setenta resultan expresivas al respecto: el nível de empleo obrero era ligeramente inferior a la media del subsector, sobr·e todo en el caso de ENSIDESA que modernizó sus instalaciones, en tanto que el personal técnico representa más del 20% de la plantilla en ambas empresas, cuando en el total de traba­ jadores metalúrgicos esta categoría no rebasaba el 1 4 % . L a cualificación del personal obrero aparece incrementada e n los tres subsectores, y de manera destacada entre los metalúrgicos, pa­ sando del 38,5% en 1 965 al 45,6 en 1 975. La carencia de datos desagregados para el resto de las categorías obreras en 1 975 no per­ mite matizar si tal incremento se efectúa en detrimento de la mano de obra semicualificada o sin cualificación. No obstante, a comien­ zos de los anos setenta el nível de cualificación de los activos astu­ rianos resultaba todavía insuficiente. La región ofrecía, respecto a la media nacional, una menor proporción de cuadros superiores ( 1 , 1 % d e los activos regionales frente al 1 ,2% nacional y el 1 ,8 % d e las províncias más desarrolladas), y en concreto de personal técnico su­ perior. Asturias se situaba, igualmente, por debajo de las províncias industrializadas en cuanto al número de capataces y obreros cualifi­ cados, presentando mayor proporción de personal sin cualificar 49• Por otra parte, en Asturias, el bajo nível formativo de la pobla­ ción obrera y el excedente laboral producido por la reestructuración de la minería crearon un déficit de mano de obra cualificada que actuará como factor negativo en la atracción de nuevas industrias. Desde instancias sindicales se abogaba por la intensificación de la formación profesional entre los jóvenes y la readaptación profesional de los trabajadores en paro, como medio de paliar los efectos so­ cioeconómicos de los cambios sectoriales 5 0 • 49 Cf SADEI, Informe socioeconómico de Asturias, Oviedo, s.f., p. 52. 50 Véase SADEI, «Análisis sociológico», en Situación... , vol. III. Cf Consejo Eco­ nómico Sindical Provincial, IV Pleno. Asturias, Oviedo, julio de 1 965; Estructura y

75

El factor trabajo: análisis cuantitativo

OBREROS

Oviedo ............................. Gijón ...................... .... ...... Avilés ............................... Mieres .............................. Langreo ............................ ASTURIAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Fuente:

INE,

16 38 14 9 10

571 421 41 1 753 693

1 4 9 1 00

%

A CTIVOS 791 070 955 803 971

30,7 47,9 5 1 ,4 58,0 62,9

356 934

4 1 ,7

53 80 27 16 16

Características de la población espaiiola deducidas dei padrón municipal, diciembre

1975. Elaboración propia.

En resumen, en 1 975 la población obrera industrial constituye la mayor fuerza laboral de la región, representando el 4 1 ,7?� d �l total . , de de activos regionales (véase cuadro 1 9). El mvel de cuahf1cac10n la mano de obra se fue incrementando a lo largo de la década de los sesenta y princípios de los setenta, aunque resulta inferior a la media nacional. Gijón se perfila como el principal núcleo obrero de la província, con 38 421 efectivos, es decir, el 25,7% del total de la región, seguido de Oviedo ( 1 1 , 1 %), Avilés (9,6%), L �ngreo (7, 1 % ) y Mieres (6,5% ) , aunque siguen siendo los enclaves �meros lo� que ostentan mayor porcentaje de obreros entre sus acuvos: el 58 Yo en Mieres y el 62,9 en Langreo ; en los centros siderometalúrgicos de . Gijón y Avilés estos índices son del 47,9 y 5 1 ,4% respec�1vamente. Oviedo aparece como una ciudad terciaria, con una poblaC!Ón obrera relativamente inferior a la residente en el resto de los núcleos urba­ nos del acho asturiano y a la media provincial, pues los obreros industriales no exceden de un tercio de su población activa 5 1 .

perspectivas de desarrollo económico de la provincia de Oviedo, Oviedo, 1970, pp. 1 33-138. , o1 51 A nivel nacional la población obrera alcanzaba en 1976 la proporc.wn deI 27,6 to dei total de activos espaiioles : e1 19,4% trabajaba en industnas fabnles; el 7,5 en construcción y el 0,7 en industrias extractivas. AI respecto véase J. F. Ten�zos, Es­ tructura de e/ases y conflictos de poder en la Espaiía postfranqutsta, Madnd, 1978, pp. 276-278 ss. .

3.

COYUNTURA Y TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS

La minería dei carbón y la siderurgia constituyen la base dei proceso de industrialización asturiano. Su pertenencia ai considerado sector estratégico de la economía nacional ha justificado históricamente el intervencionismo estatal en dichas actividades. La especialización de la economía regional en las industrias básicas, potenciadas durante el período autárquico por una política proteccionista que permitía incrementos de producción con mínimas inversiones, hizo rentables empresas que tras la liberalización económica mostrarían su incapa­ cidad para competir en un mercado sin trabas, coadyuvando a la crisis estructural, iniciada a comienzos de los aõ.os sesenta, y agudi­ zando las deficiencias de una economía escasamente diversificada y dependiente de los mercados extrarregionales 1 • 1 E! estudio de! proceso de industrialización asturiano no ha sido objeto de aná­ lisis hasta fechas recientes (véase nota 37 de! capítulo 2), predominando en la biblio­ grafía a! uso las monografías acerca de la historia de la minería o la siderurgia, sin un tratamiento global de dicho proceso, en atención a los distintos factores socio­ económicos que han condicionado e! desarrollo de la industria regional. La tesis doe­ tora! de Francisco Erice Sebares, «Burguesía y desarrollo capitalista en la Asturias de! siglo XIX•, 4 vols., Universidad de Oviedo, 1988 (inédita), constituye, en este sentido, una valiosa aportación ai tema, de ineludible consulta. Algunas de las monografías a que nos referimos son las siguientes: Luis Adaro Ruiz Falcó, 175 anos de la siderometalurgia asturiana, Gijón, 1 968 ; Juan Antonio Cabezas, Dei martinete ai homo alto. Historia de una siderurgia, Oviedo, 1 975; Manuel Díaz-Faes, La minería de la hui/a en Asturias, Oviedo, 1 979; Pedro Figar, Informe sobre la industria carbonífera en Asturias, Oviedo, 1962 ; Laureano Pérez Albendea, «La industria carbonífera espaiwla, y especialmente asturiana, en e! si­ glo XIX• en BIDEA, Oviedo, 1 982, núm. 1 05-106 (pp. 467-496) y núm. 107 (pp. 875-893). Por sector estratégico se entiende a las industrias productoras de bienes indispen­ sables, carentes de sustitutivos, en e! consumo o la producción de otros bienes. Por ello, las industrias básicas se convertían en principales destinatarias de! apoyo público. AI respecto, véase Alfonso Novales et ai., La empresa pública industrial en Espana, Madrid, 1987.

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La actividad industrial y minera impulsada durante los aõ.os 1940-1 950, no tanto por la determinación de crear fuentes de riqueza estables en la región como por aprovechar las coyunturas favorables en orden a la obtención de rápidos y pingües beneficias, careció de una estrategia a largo plazo basada en la reversión a las cuencas mineras de la renta generada por la propia actividad productiva me­ diante la realización de fuertes inversiones que mejorasen la infra­ estructura existente e impulsasen la industria transformadora, genera­ dora de un mayor VAB y consumidora de productos básicos 2 • El sector industrial asturiano experimentó, en el período 1 962-1 969, un menor dinamismo en comparación con la evolución de la industria nacional, pues si en Asturias el crecimiento relativo de aquél fue dei 84,2 % , la media nacional se situaba en el 1 60,9 % . Asimismo, e n 1 962 Asturias aportaba e l 5,5% dei VAB industrial dei país, descendiendo al 4,2 en 1 969. La crisis de la minería y la redu­ cida expansión de la industria transformadora -pese al crecimiento que presenta en estos aõ.os- serían causa fundamental dei mencio­ nado retroceso, en gran medida contenido por el desarrollo de me­ tálicas básicas 3• En las páginas que siguen se analizarán los cambios acaecidos en las principales actividades industriales de la región (hulla y acero) que modificaron la estructura productiva asturiana en los aõ.os sesenta.

I. LA MINERÍA DE LA HULLA

Asturias, principal productora de carbón nacional desde finales dei siglo XVIII, se vio favorecida a partir de 1 939 por la política autár­ quica, tendente a consolidar la industria básica. El carbón (princi­ palmente hulla) se convirtió, tras la guerra civil, en fuente energética fundamental para la industria espaõ.ola que, debido al contexto bé-

2 Los numerosos estudios realizados por SADEI y el Consejo Económico Sindical de la Provincia de Oviedo (citados en la bibliografía general) coinciden en seii.alar la necesidad de corregir estos defectos de la estructura productiva asturiana, a fin de paliar los efectos de la crisis sectorial de los anos sesenta. En el Programa de la estructuración de la economía asturiana, realizado por SADEI en 1967 de cara a! Se­ gundo Plan de Desarrollo, se afirma que, en este sentido, «ha faltado una acción, tanto de poderes públicos y locales como de los grupos empresariales• (p. 38). 3 Cf SADEI, Situación . . , vol. II, pp. 381 ss. .

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lico internacional, la escasez de divisas, el posterior cerco interna­ cional y los propios postulados autárquicos debió recurrir ai abas­ tecimiento de materias primas en el mercado nacional. r.t.

El negativo ejecto de los beneficias autárquicos

Durante la primera década del franquismo ( 1 939- 1 948) la produc­ ción de hulla, que se incrementá de manera continua hasta 1 962, mantuvo un ritmo de crecimiento inferior al previsto, debido al bajo nível de mecanización de las minas, a las restricciones energéticas, las deficiencias en los medios de transporte y la escasez de mano de obra cualificada (personal de arranque). No obstante, la iavorable coyuntura permitió durante el período autárquico ese constante aumento de la producción, proliferando el número de empresas mineras ( en 1 945 se alcanza la cifra récord de 1 2 1 ) de escasa dimensión y de incierta permanencia en la actividad, pues entre 1 946 y 1 9; 1 el número de és tas fluctuó considerablemente. En la década de los cuarenta, el empleo en las minas de hulla creció a un ritmo superior al de la producción, dada la escasa mecanización de las explotaciones, presentando ambas variables in­ crementos similares en los aõos siguientes (195 1 - 1 957) ai haberse introducido algunas mejoras técnicas en los trabajos de arrastre y exterior, y disminuir el número de explotaciones marginales. El fomento de la producción hullera, en un marco de explotación basado en la utilización masiva de mano de obra, se realizó mediante incentivos al trabajador: concesión de primas de sobreproducción, exclusión del servicio militar a los mineras (1942) ; implantación del seguro de silicosis ( 1944); creación de economatos y viviendas obre­ ras, etc. Ahora bien, las mejoras sociales y salariales se hacían reper­ cutir directamente sobre los precios de venta del carbón, con el fin de evitar una disminución de los beneficias empresariales. Así, en 1948 se produjo un aumento de 50 pesetas/tm para compensar el sistema de primas de enganche concedidas a los mineras y los estí­ mulos a la asistencia laboral; en 1 954, tras decretarse la ampliación de las vacaciones en las minas de carbón y un incremento de 1 0 pesetas por tonelada d e hulla lavada, e l precio dei carbón experi­ mentá una subida de 60-76 pesetas/tm respecto al precio de venta anterior; en 1 962 ( el intervencionismo económico continuaba a pesar de las medidas liberalizadoras) se autorizan subidas en el precio del

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carbón que compensan las alzas salariales conseguidas tras las huelgas en la minería; y dos aõos después ( octubre de 1 964), el incremento de un 2% dei precio del carbón tiene el objetivo de contrarrestar los aumentos de salarios fijados en la nueva Ordenanza Laboral 4• El intervencionismo estatal en el sector minero se afianza con la constitución en 1 94 1 de la Comisión para la Distribución del Car­ bón, organismo que fija a las empresas las zonas de venta y cupos a los distintos consumos. Se establecía, asimismo, el volumen de producción y los precios de venta dei carbón ( el contrai fue estricto desde 1 940 a 1 948). En abril de 1 948 se permitió un precio diferen­ cial -aumento de 1 00 pesetas/tm para la producción que excediese del cupo--, que se incrementa en 1 95 1 (200 pesetas/tm) ; en 1 954 los precios varían según tipo de carbón. En 1 955 se concede libertad de precios para el 25% de la producción, elevándose al 30% al aõo siguiente. En 1 959, puesto en marcha el Plan de Estabilización, se liberaliza el precio de los granos, manteniendo el contrai sobre los menudos 5 . La histórica intervención pública en la industria dei carbón se ha venido efectuando por medio de distintos instrumentos proteccio­ nistas, con frecuencia simultaneados, tales como los mencionados controles de precios, aranceles, contingentes a la importación (me­ dida ésta de gran incidencia en la industria hullera asturiana, con una producción escasamente competitiva por la menor calidad dei carbón y los elevados costas de producción, como veremos más adelante) subvenciones y, durante la segunda etapa franquista ( aõos 1 960-1 9 70), la Acción Concertada entre empresas privadas y Administración, y la estatalización de esta rama productiva 6. 4

Véase UGT, El fraude de HUNOSA: génesis y desarrollo, Madrid, 1981, pp. 25-34. Sobre la evolución de los precios dei carbón, véase Gabriel Santullano, Historia de la minería asturiana, Salinas, 1978, pp. 1 82-1 85. La Comisión para la Distribución dei Carbón no desaparece hasta 1 964. 6 Una detallada exposición de las distintas formas adoptadas por el intervencio­ nismo estatal en relación a la política dei carbón en e! siglo actual, en Sebastián Coll y Carlos Sudriá, El carbón en Espana, 1 770-1961. Una historia económica, Madrid, 1987; ]. A. Vázquez García, La cuestión hullera en Asturias (1918-1935), Oviedo, 1985; Ignacio Herrero Garalda, La política dei carbón en Espana, Madrid, 1 944. Manuel Díaz-Faes, ob. cit., pp. 1 1 8-120, demuestra, en un exhaustivo análisis esta­ dístico de la industria hullera durante el período 1 940-1973, cómo e! auge autárquico se encuentra estrechamente vinculado a la limitación de las importaciones de carbón : 5

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Este fuerte intervencionismo pudo haber originado cierta resis­ tencia empresarial ante el encorsetamiento de la actividad industrial que conllevaba, pero las empresas mineras dispusieron de ventajas, tales como preferencias en la limitada importación de maquinaria, mano de obra barata, y mercado sin competencia. Por otra parte, un volumen considerable de la producción se canalizá ai mercado negro -hacia él se dirigía todavía en 1957- 1 959, un 30% de la pro­ ducción- donde se obtenían elevados benefícios que compensaban las desventajas de una economía intervenida. Fueron las grandes em­ presas mineras, controladas por la oligarquía financiera -presente también en los sectores consumidores (siderurgia, metalurgia y eléc­ tricas)- las beneficiarias de dicha política 7• El aiío 1 96 1 marca el punto de inflexión en la evolución de la actividad hullera asturiana. Entre 1 957- 1 961 e! volumen de produc­ ción de hulla alcanzaba su punto culminante, obteniéndose ese últi­ mo aiío casi 8 millones de toneladas, y la participación en la pro­ ducción total nacional más elevada desde 1 941 ; pero el número de empresas dei sector cae drásticamente desde 1 959 y las plantillas comienzan a disminuir, en un proceso de regresión económica sec­ torial irreversible. E! incremento de la productividad que se registra entre 1 959 y 1 96 7 responde a los efectos de la disminución de plan­ tillas y no a mejoras derivadas de mayores inversiones. La crisis era latente a finales de los anos cincuenta 8• éstas representaban un 1 5-20% dei consumo antes de la guerra, un I% entre 1 940- 1947 y menos dei I O% en 1948-1 959. 7 La actitud empresarial hacia el intervencionismo en la industria (aspecto éste todavía parcialmente estudiado) presenta matices bien distintos según sectores pro­ ductivos. Así, si el empresariado hullero asturiano se mostraba más que complacido con tal política, los industriales catalanes ya clamaban a finales de los anos cuarenta por una mayor liberalización de la economía (véase ai respecto C. Molinero y P. Y sas, «Los industriales catalanes durante el franquismo» en Revista de Historia Eco­ nómica, ano Vlll, núm. I , 1 990, pp. 105-129). Pedro Figar, ob. cit., evalúa las diferencias existentes entre los precios oficiales de venta de carbón y los alcanzados en el mercado negro: así, v.gr., en 1 957 e1 precio dei menudo asignado a los cupos (en teoría, el 70% de la producción) era de 322 pesetas/tm, cotizándose en el mercado libre a 800 pesetas. En UGT, E/ fraude ... , dei cuadro 5 (p. 22), pp. 73-76 y anexo 2 pueden inferirse las vinculaciones entre el sector bancaria y los intereses mineros y siderúrgicos antes y después de la constitución de HUNOSA. 8 Desconocemos las cifras referidas a las inversiones realizadas en el sector por no disponer de las Memorias de las distintas empresas ni documentación ai respecto, pero dei grado de obsolencia de las instalaciones y equipo existente en 1964, podemos

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Las características naturales dei yacimiento carbonífero asturiano aparecen descritas en cualquiera de los estudios citados y, por otra parte, no es éste el lugar apropiado para un detallado análisis de su configuración, pero una sucinta alusión a ésta se hace imprescindible para justificar algunas de las afirmaciones acerca de su rentabilidad económica 9• Dicho yacimiento está constituído por un conjunto de 40 vetas aprovechables, con una potencia media de 60-70 centímetros (que resulta haja respecto a la presentada en las cuencas europeas); su formación se encuentra alterada por abundantes falias, esterilidades y accidentes de todo tipo, de lo cual se derivan consecuencias que inciden negativamente en la explotación minera, a saber: 1 .' Discon­ tinuidades de la veta que dificulta (o imposibilita) la mecanización del arranque; 2.' El carbón bruto obtenido tiene un elevado conte­ nido de cenizas, dei orden del 40-50%, que encarece el proceso de depuración ; 3 .' Dificultades de entibación de los hastiales, que con­ lleva un consumo más elevado de madera y mayor riesgo de acci­ dentes ; y 4.' Elevada proporción de menudos y finos, con la consi­ guiente depreciación dei valor de venta. Además, gran proporción de capas tienen pronunciados cruzamientos que suponen una difi­ cu!tad suplementaria para la mecanización e incrementa el riesgo de accidentes. Dentro de la cuenca central asturiana se obtienen carbones co­ quizables -directa o casi directamente- en las minas de Mieres, Turón, Figaredo, Riosa y alto Nalón. Sin embargo, la presencia de azufre y fósforo por encima dei óptimo deseable obliga a la impor­ tación de cierta cantidad de carbones con bajo contenido de azufre cuya mezcla reduzca el contenido total. Otras cuencas son las de Quirós y Teverga (de menores posibi­ lidades) y el rico yacimiento de La Camocha, en Gijón. En la zona deducir e] baio nivel inversor: así, un 30% dei equipo de la industria carbonera en Espana tenía menos de diez anos, otro 30% entre 1 0-20 anos, un 25% entre 20-30 anos, y el IS% más de 40 anos (UGT, ob cit., pp. 34-35). Por otra parte, sorprende saber que la S. M. Duro Felguera -primera de las empresas mineras asturianas­ entre 1 938 y 1 957 realizó inversiones por valor de 241 millones de pesetas, es decir, una media de 8 pesetas por tm, cuando la media europea era superior a I , I O dólares (ai respecto véase M. Díaz-Faes, ob. cit., p. 1 26 y apêndice núm. 28). 9 En SADEI, Programa ... pp. 1 8-19 se recogen de forma sintética pero precisa los datas técnicos dei yacimiento carbonífero de la región; también expuestos sucinta­ mente en S. Coll y C. Sudriá, ob. cit., pp. 93- 102.

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occidental de Asturias existen, junto a la antracita, algunos yacimien­ tos hulleros. Dadas las dificultades mencionadas, la mecanización y automati­ zación de las minas asturianas resultaba problemática. Dicha meca­ nización se inició en Espana en cuanto fue posible la importación de equipos extranjeros o su fabricación bajo licencia (vagonetas GHH por la Sociedad Industrial Asturiana; cuadros metálicos por S. M. Duro Felguera, etc.), estancándose a raíz de la crisis de castos de 1 96 1 - 1 964 que dio lugar a una progresiva descapitalización de las empresas (con algunas excepciones, como Minas Rios a, propiedad del INI) 1 0• El deficiente nivel de mecanización de las minas espanolas, si nos atenemos al índice más habitual que se utiliza para su análisis, es decir, el rendimiento expresado en kg/jornal trabajo, queda en evi­ dencia al considerar que el rendimiento en 1 965 de las empresas con mejor estructura era similar al presentado en las minas belgas (país europeo con unos yacimientos semejantes a los espanoles) en 1 954 1 1 . En cuanto al mercado de la producción hullera, Asturias man­ tiene una fuerte dependencia dei mercado extrarregional: en 1 957 la província consumía el 34,2% dei total producido (doméstico e in­ dustrial), aunque en éste sentido, el autoconsumo mantuvo una ten­ dencia creciente entre 1 940-1 975, siendo ENSIDESA y las centrales térmicas las principales consumidoras regionales de hulla 1 2 • A nivel nacional, se constata una progresiva configuración dei mercado en torno a estas dos actividades consumidoras de carbón: si en 1 940-1 950 el mayor suministro de hulla se canaliza hacia los ferrocarriles (21 -22% dei consumo), seguido de la industria siderúr­ gica (18%) y navegación ( 1 4,8% en 1 940); la utilización dei carbón en la generación de energía eléctrica (centrales térmicas) se incremen­ ta de manera notable a partir de 1 950, de modo que en 1 960 es la segunda actividad industrial -detrás de la siderurgia- consumidora 1°

Cf SADEI, Programa.. . , p. 19. Véase SADEI, Programa... , p. 23. Considérese, asimismo, que la jornada belga era de 40 horas semanales (8 horas cinco días por semana) como promedio, frente a las 42 horas (7 horas, seis días por semana) en Espana. 12 Una exposición pormenorizada de la cuestión en M. Díaz-Faes, ob. cit., pp. 56-59. AI respecto, e! citado estudio dei SADEI afirmaba: «Es dei mayor interés, para e! porvenir dei sector hullero, que pueda garantizarse, en e! plazo más breve posible, e! funcionamiento de base de las térmicas de bocamina» (p. 27). 11

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de hulla, reforzando su participación en la cuota dei mercado hullero a lo largo de la década. La puesta en práctica dei Plan de Estabilización incrementó l �s importaciones de carbón extranjero (sobre todo hullas de coq� e SI­ derúrgico), procedente mayoritariamente de EE UU y Poloma; el carbón europeo no compite con el asturiano en los puertos de la región, pero sí lo hace el americano, que entra sin arancel, con bai os contenidos de azufre y fósforo y sin necesidad de mezcla; su meJOr calidad y menor precio puso a la industria hullera asturiana ante el reto de la competitividad. La modernización de la estructura pro­ ductiva era la única alternativa para la supervivencia dei subsector, 3 necesaria tanto por motivos económicos como sociales 1 . Así pues, si en el conjunto de la economía nacional, el Plan de Estabilización mostró a corto plazo los efectos saneadores de tal política (véase capítulo 1 , apartado 2), su ap!ica�i ón en un sector �o n . . _ producttvt­ - ba1a graves deficiencias estructurales (descapttaltzacwn, dad y elevados costes de producción) no hizo más � ue desvelar la . _ precariedad de una industria hullera sostenida con cntenos propws de un dirigismo económico que se desmoronaba y en un contexto general de renovación de las tradicionales fuentes energétic�s. La explotación carbonífera como principal fuente generadora de nqueza en la región se debilitó, pasando de aportar el 3 1 ,6% dei valor ana­ dido bruto industrial en 1 962 ai 1 3 ,9 en 1 969. 1.2. La reestructuración sectorial: entre la acción concertada y la nacionalización forzada

La crisis de la minería dei carbón, que no es exclusiva de la región asturiana sino que se plantea a escala internacional provocada � or la competencia de otros productos energéticos -petróleo, gas, htdr� ­ electricidad y energía nuclear- adquiere en Asturias, por las condi­ ciones mencionadas, mayor gravedad, requiriendo por parte dei Go1 3 La evolución de las importaciones de carbón en e! período 1 93 8-1973 �uede seguirse en M. Díaz-Faes, ob. cit., apén.dice 1 7, p. 21 1 . Desd� 1962, las .tmportacwnes se incrementaron espectacularmente: st en 1 960 e! porcenta)e de �_ stas respec�o a la oferta total de hulla era dei 3%, en 1 962 asciende ai 1 3,2, mantemendose el mvel de importaciones en torno a este porcentaje en aiios sucesivos. Cf UGT, El fraude de HUNOSA . .. , p. 37; SADEI, Programa . .. , p. 36.

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bierno la adopción de medidas a corto y largo plazo tendentes a corregir las deficiencias sectoriales . En este contexto se sitúa la Ac­ ción Concertada entre la Administración y las empresas hulleras pri­ vadas, cuyas Bases, previstas en la misma Ley que en 28 de diciem­ bre de 1 963 aprobó el Primer Plan de Desarrollo ( 1 964-1 967), no entran en vigor hasta el 30 de marzo de 1 965 (finalizando el 3 1 de diciembre de 1 973 ). Según las previsiones dei Primer Plan, durante los aõos 1 964-1 966 debían haberse concedido créditos por valor de 1 2 1 5,5 millones de pesetas, haciéndose efectivo tan sólo el 55,6% (es decir, 676,5 mi­ llones). Como paliativo a la lentitud en la tramitación de éstos, el Gobierno recurrió a otros mecanismos de ayuda al capital privado : el Fondo de Fomento de la Minería de la Hulla (abril de 1 965 ), dotado de 1 591 millones de pesetas a repartir en cuatro aiíos ; y subvenciones y primas (junio de 1 966) por valor de 2 363 millones de � esetas. �odas estas cantidades estaban destinadas a compensar subtdas salanales, en el marco de la política -ya comentada- de apoyo a la empresa privada mediante el aligeramiento de los costos del factor trabajo. Respecto a la producción hullera prevista, el grado de cumpli­ miento dei Plan fue del 79,29% en 1 964, del 80,69 en 1 965 y del 68,53 en 1 967, el más bajo en relación a otros sectores energéticos 1 4 . Los objetivos de la Acción Concertada en el subsector de la hulla eran los siguientes : - Aumentar la producción en un 20% en el plazo del concierto. - Incrementar la productividad hasta alcanzar un rendimiento de 1 1 00 kg jornada/hombre. - Lavaderos con rendimientos orgánicos no inferiores ai 90% . - Conseguir una estructura sectorial integrada por unidades de explotación, coo una capacidad de producción bruta anual no infe­ rior a 1 50 000 tm y reservas suficientes para permitir una amortiza­ ción de 75 ptas/tm. - Mejorar las retribuciones al trabajo y ai capital.

14 La descripción de las previsiones y realizaciones del Primer Plan, en UGT, ob. cit., pp. 45-47. Los datos salariales de la Ordenanza Hullera, en SADEI, Programa.. . , P· 4 1 .

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La Administración otorgaba, a cambio de las obligaciones con­ traídas por las empresas concertadas, los siguientes beneficias : - Régimen de ayuda a la minería, de cuatro aiíos de duración ( 1964-67), que comprendía, en función de las producciones alcanza­ das, incremento del precio de los carbones sometidos a tasa y una compensación adicional. - Crédito oficial de hasta un 70% de las inversiones proyecta­ das, al 6,5% de interés y a devolver entre los aõos séptimo y decimo­ sexto. - Facilidades complementarias : absorción de ampliaciones de capital por el Instituto de Crédito a Medio y Largo Plazo ; reduc­ ciones fiscales ; expropiación forzosa; ayudas para ingeniería contra­ tada y labores de investigación, etcétera 1 5 • En los tres meses de plazo concedidos a las empresas para la presentación de proyectos de concertación, la Administración reci­ bió, a nivel nacional, un total de 80 que venían a cubrir el 93% de la producción total. El excesivo número de proyectos ponía de ma­ nifiesto que individualmente no se alcanzaría una de las aspiraciones clave de la concertación, cual era conseguir una mayor integración empresarial. Por ello, el Gobierno trató de imponer un sistema de integraciones que redujese considerablemente el número de solicitu­ des . Así, fueron aceptados algunos proyectos de medianas empresas, rechazados otros de pequenas minas y devueltos otros de grandes y medianas coo la recomendación de estudiar posibles agrupaciones 1 6 . Entre este último grupo de empresas estaban S. M. Duro Fel­ guera, Fábrica de Mieres, Industrial Asturiana Sta. Bárbara, Hullera

15 Los objetivos e instrumentos de la Acción Concertada en la minería de la hulla se encuentran recogidos en la bibliografía sobre e! tema que venimos citando. Una exposición más técnica en SADEI, Programa . . , pp. 39 ss.; una valoración oficial y más política en Consejo Económico Sindical de la Provincia, Estructura y perspectivas de desarrollo económico de la provincia de Oviedo, Oviedo, 1 970, pp. 190 ss. El Grupo Nacional de Hulla, convocado por e! Sindicato Nacional, ofreció su colaboración para e! desarrollo de la concertación, siempre que se tuviese en consi­ deración la participación de los trabajadores (jurados de empresa) y los intereses de éstos no se vieran lesionados en temas como e! reajuste de plantillas, promoción social, vivienda, economatos y jornada laboral (AHPIAISS-Riosa, caja núm. 9282). 16 Cf SADEI, Programa... , pp. 39-40 y Consejo Económico Sindical de la Provin­ cia, Estructura . . , pp. 1 90-191 . .

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Espaiíola, y Carbones Asturianos. Respecto a las cuatro primeras, existió el proyecto en 1 966 de concentración y posterior constitu­ ción de una nueva Sociedad, Hulleras y Energías dei Norte, S. A. (HENOSA), de carácter mixto, con el 50% dei capital suscrito por e! Estado. La finalidad de esta empresa sería la explotación conjunta de minas y centrales térmicas, con previsibles elevados benefícios que -en buena lógica capitalista- las empresas privadas no acce­ derían a compartir.

Lo cierto es qu e esta em presa n o se v io m ateriali zada y e! m otiv o, a pesar dei sil en ci o tan to ofi ci al com o de fu en tes em presari al es, bi en podríam os en con traria en la propi a reacción de l os g ru pos f in an ci eros oponi én dose rápi dam en te a qu e las cen tral es term oel éctri cas pasasen a con trai de la pre­ ten di da soci edad, dado qu e los b en efi ci as g en erados por éstas ai di spon er de un a m ateri a pri m a in situ y a un os preci os políti cos mu y por deb ajo de su coste, con sti tu ían un a fu en te de acumul ación de la qu e la ini ci ativ a pri ­ v ada n o estab a di spu esta a despren derse 1 7 • A lo largo dei mes de junio de 1 966 se fue conociendo la relación de empresas concertables y no concertables. Las primeras comenza­ ron a firmar sus Actas con la Administración a partir de esa fecha (en Asturias, un total de 1 7 empresas) y las segundas (un total de 24) emprendían el inevitable proceso de reestructuración que, en su caso, dada la dificultad de su integración productiva, el sistema de subvención estatal decreciente aplicado y e1 incremento de cargas salariales derivado de la nueva Ordenanza Hullera, les abocaba al cierre de explotaciones o, en e! mejor de los casos, a la tramitación de expedientes de regulación de empleo 1 8 • Tras e! fallido intento dei Gobierno de evitar la nacionalización 17 UGT, ob. cit., p. 72. 18 Las empresas no concertadas pueden clasificarse en dos grupos: empresas de cierta importancia en la explotación minera, tales como Cementos Fradera, Pozo San Vicente, Mina Ortiz Sobrinos y Mina Vicentina; y empresas con explotaciones oca­ sionales o macizos marginales de dimensión insuficiente desde el punto de vista técnico. La bibliografía disponible no suele aludir a este tipo de empresas no concertables, por lo que los datas económicos a ellas referidos nos son desconocidos. Las escasas referencias proceden dei citado estudio de SADE!, Programa ... , p. 44. Fuentes sindica­ les (AHP/AISS-Oviedo, Sindicato de! Combustible, 1965) aportan relación de empresas mineras que presentaron proyecto para acogerse a la Acción Concertada, distinguien­ do aquellas que, con fecha de 10 julio de 1 965, debían modificar el proyecto (siete); las aceptadas (veinte) y las rechazadas (cuarenta).

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dei subsector de la hulla alentando la concentración de empresas privadas en torno al proyecto HENOSA -lo que debe valorarse como un fracaso de la Acción Concertada en este ámbito de actuación­ la estrategia de las empresas hulleras se dirigió a la transferencia al sector público de aquellos negocias poco lucrativos, una vez que la tasa de ganancia entraba en fase decreciente y se incrementaba el riesgo de acumulación de pérdidas. Así, apoyándose en e! principio de subsidiariedad de la empresa pública respecto a la iniciativa pri­ vada y utilizando la fórmula de la socialización de pérdidas, el sub­ sector hullero asturiano pasaba a manos dei Estado por Decreto de 9 de marzo de 1 967: había nacido HUNOSA. Hulleras dei Norte, S. A. ( HUNOSA) se constituyó con un capital social de 3 380 millones de pesetas, con una participación dei INI dei 76,97%. Entre las empresas incorporadas a HUNOSA, algunas esta­ ban orientadas fundamentalmente a la siderurgia (Duro Felguera, Fábrica de Mieres e Industrial Asturiana), otras eran exclusivamente mineras (Hullera Espaiíola) y finalmente, Carbones Asturianos y Nueva Montaiía Quijano representan intereses hulleros de empresas de otras actividades 1 9 . El proceso de integración de empresas privadas en HUNOSA no se cerró hasta 1 970, llegando a agrupar a un total de 18 entidades. Las sucesivas incorporaciones se realizaron según e1 calendario si­ guiente: 1 .o de julio de 1 968 : 1 . o de enero de 1 969 : 1 ." de marzo de 1 969 : 1 ." de abril de 1 969: 1. o de julio de 1 969 : 1 8 de diciembre de 1 969 :

Carbones La Nueva Hulleras de Veguín y Olloniego Hulleras dei Turón Minas de Langreo y Siero Minas Tres Amigos Carbones de Langreo Nespral y Cía. Minas de Riosa Joaquín Velasco y Cía (Coto Musel) Minas La Encarnada

Sólo tres de las dieciocho grandes empresas hulleras asturianas quedaron, pues, al margen dei sector público: Minas Figaredo, Sol19

Datas tomados de SADEI, Programa. . . , p. 4 1 .

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vay y Cía. y S. A. Felgueroso (absorbida por la Minero Siderúrgica de Ponferrada en junio de 1 966) 2 0• El proceso de adquisición y valoración de las empresas integradas en HUNOSA se realizó con tal discreción por parte de la Comisión Interministerial creada al efecto, que no es posible su análisis con un mínimo de ri �or, dada la escasa y parcial documentación cono­ cida al respecto. Esta se limita a las valoraciones de activos y pasivos de las empresas integradas y a los valores fijados por la Comisión Interministerial, desconociéndose, asimismo, los criterios aplicados por ésta. La bibliografía sobre el tema coincide en seõalar que hubo una sobrevaloración de los activos y un elevado pasivo que despierta la sospecha de que <<el INI ha sido víctima y cómplice de colosales engaõos por parte de los empresarios hulleros a la hora de adquirir sus minas. Muchas de las sociedades agrupadas inventariaron mate­ rial inexistente y obsoleto y valoraron como materiales nuevos aque­ llos que estaban destinados a chatarra» 2 1 • Cumplicia la fase de integración empresarial, los primeros aõos de funcionamiento de HUNOSA se caracterizan por una sucesiva acu­ mulación de pérdidas que obligan a reducir el capital a cero y rea­ lizar una nueva suscripción entre los socios. Dadas las escasas pers­ pectivas de ganancias, los accionistas privados se retiran y el INI se queda con la totalidad de las acciones. La transferencia al Estado dei dudoso negocio hullero estaba consumada. En 1 969 se elaboró el Plan de Reestructuración de HUNOSA, con una proyección de diez aõos. En él se preveía incrementar la pro­ ducción en un 40,2 % , reducir las plantillas en un 27,3% , elevar el rendimiento en un 6,5% anual acumulativo, así como, en el período 1 969-1 979, realizar una inversión de 8 365 millones de pesetas, fi­ nanciar unas pérdidas de 9 900 millones (ambos conceptos suponen un desembolso total de 1 8 265 millones de pesetas) y convertir a HUNOSA en principal suministradora de carbón siderúrgico (que dei 55% de la producción total pasaría a representar el 80% ). 2°

Cf UGT, oh. cit., cuadro núm. 46, p. 82. 21 Dicha documentación está reproducida en M. Díaz-Faes, oh. cit., apêndice 36, p. 230 y en UGT, oh. cit., cuadros 43 y 44 (pp. 79-80). El total de activos ascendía a 7 147 millones de pesetas, y el pasivo a 5 884 millones; el valor fijado por la Comisión fue de 6 378 millones de pesetas; el inmovilizado suponía 454 millones, e1 activo circulante 322 millones y la cuenta corriente presentaba un balance negativo cifrado en 8 millones de pesetas. La cita en UGT, oh. cit., p. 8 1 .

Coyuntura y transformaciones económicas

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Sin embargo, el cumplimiento dei Plan hasta 1 975 dejó mucho que desear, constituyendo un absoluto fracaso en cuanto a produc­ ción y rendimientos, que en vez de aumentar disminuyeron (y a un ritmo mayor a partir de 1 973). El carbón de coque se incrementá en tan sólo algo más de la mitad de lo previsto, siendo la reducción de plantillas el único parámetro cuya evolución se ajustó al Plan, pues en el aspecto financiem éste quedó completamente desbordado : las pérdidas ya alcanzaban un valor de 25 1 6 1 , 1 millones de pesetas cuatro aõos antes de finalizado el Plan y las subvenciones recibidas ascendían a 22 1 70 millones 22 . En cuanto a los planes generales de desarrollo, el Segundo Plan estableció para la hulla un objetivo de producción de 1 1 millones de tm para 1 971 , alcanzándose 7,8 millones ( el 71 % de lo previsto), y un rendimiento de 1 1 00 kg/jornada que en la práctica llegó a 877 kg/jornada (el 79,72% ). De lo que se concluye que, si bien los ob­ jetivos quedaron recortados, se consiguieron mejores resultados que durante el Primer Plan. No por ello la patronal minera asturiana se dio por satisfecha, manifestando abiertamente su disconformidad con la política hullera dei Gobierno, a la que calificaba de <>, y exigiendo una <> 2 3 • En general, el sistemático incumplimiento de los planes anterio­ res -y no sólo en la industria hullera, como vimos en la parte correspondiente dei capítulo 1 , aunque aquí los desajustes entre pro­ yecciones/realizaciones fuesen más acentuados- indujo a los gesto­ res de la economía nacional a la elaboración, en el marco dei Tercer Plan de Desarrollo, de un Plan Nacional de la Minería ( 1 97 1 - 1 980) cuyos objetivos en cuanto a producción mantuvieron mayor corre­ lación con las posibilidades reales dei subsector, por lo menos en lo que respecta al período 1 972- 1 975 24•

22 Para completar el somero balance que ofrecemos dei Plan de Reestructuración de HUNOSA en cifras, véase UGT, oh. cit., pp. 88-95. 2 3 La valoración de los planes, cf en UGT, oh. cit., p. 48. La postura de la patronal minera asturiana en AHP/AISS-Oviedo, Secretaría, «Informe emitido por la Câmara Oficial Minera de Asturias, 1 971 >> (material sin clasificar). 24 En el subsector de la hulla, el cumplimiento dei Plan en dichos aiios fue, porcentualmente, el siguiente: 1 972, 95% ; 1 973, 78% ; 1974, 8 1 % ; y 1975, 79% . Datos tomados d e UGT, ob. cit., cuadro núm. 32, p. 5 1 .

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90 1.3.

Coyuntura y transformaciones económicas

Expedientes de regulación de empleo presentados por empre­ sas extractivas hulleras entre 1963 y 1975.

CUADRO 20.

Incidencia de la crisis en el empleo

AI margen de los problemas estrictamente económicos, el proceso de reestructuración de la minería de la hulla produjo un fuerte im­ pacto laboral, consecuencia de los numerosos cierres (totales y par­ ciales) de explotaciones y de los considerables recortes de plantilla efectuados tanto por empresas concertadas y no concertadas, como por HUNOSA. El análisis de los expedientes de regulación de empleo tramitados por la Delegación Provincial de Trabajo hace posible un seguimiento puntual y exhaustivo de las empresas y trabajadores afectados. La cuantificación de los datos apartados ha permitido la elaboración del cuadro 20, que resulta sumamente expresivo dei carácter de la re­ conversión en el subsector de la hulla: más de la mitad de los expe­ dientes de regulación de empleo tramitados y aprobados por la au­ toridad laboral competente (Delegación de Trabajo) entre 1 963 y 1 975 corresponden a los cuatro aõos subsiguientes al plan de con­ certación hullera ( 1 966-69) y el 8 1 ,4% de ellos afectan a cierres to­ tales o parciales de explotaciones mineras . Aunque en este cuadro no se refleje, las pequeõas empresas dedicadas al aprovechamiento del carbón de río, lavado de hulla y escombros --con estructura mayoritariamente familiar- se vieron indirectamente afectadas por la disminución de explotaciones mine­ ras : en el período 1 963- 1 975, relacionados con estas actividades, se presentaron 29 expedientes de cierre y tres de reducción de plantilla que ocasionaron 147 despidos y 41 suspensiones temporales de con­ tratos; los motivos alegados eran la escasa rentabilidad dei negocio o la falta de materia prima (hulla). Los cierres de minas producidos durante 1 966-1 967 (que repre­ sentan nada menos que el 39,7% de todos los realizados en el pe­ ríodo 1 963-1975) corresponden mayoritariamente a empresas no con­ certadas, en tanto que las firmantes de actas de concertación venían efectuando cierres de explotaciones <<por escasa o nula rentabilidad>> de forma escalonada desde 1 963. El agotamiento de las capas de hulla y la falta de recursos económicos para mantener en activo la explotación -ai quedar excluídas de las ayudas estatales- son los principales motivos de cierre esgrimidos por las empresas no concer­ tadas. El caso de Cementos Fradera resulta paradigmático al respecto :

Núm. de expedientes ,,_ Cierre Reestr. Total 1 963 1 964 1 965 1 966 1967 1 968 1 969 1 970 1971 1 972 1 973 1974 1 975 TOTAL

91

10 14 6 34 20 8 9 3 7 IS

9 1

2 5 8 2 4 1

6 1

lO

16 11 42 22 12 10 3 8 21 10

Despido 209 891 590 1 1 39 I 068 254 39 14 1 92 40

Afectados Susp. jubil.

36 1 2• 245• 24• 4• 603 . 1 475

1 431

732 40 93 39

107 148 28

Trasl. ''_,,_ 1 75 334 238 330 350 1 092 806 228 1 019 1 202 4 14

1 36

31

167

4 436

3 794

1 223

5 792

•:- No incluímos las solicitudes de cierres temporales por averías o dificultades climatoló­ gicas y por conflictos colectivos. ,,_,,_ Y otras modificaciones de] contrato. ' Estos afectados han sido desagregados de los incluídos en los respectivos expedientes de reducción de plantillas como despedidos. Fuente: Delegación Provincial de Trabajo, Expedientes de reestructuración de plantillas, arios 1963 a 1975. Elaboración propia.

Notas:

dicha sociedad presentó expediente de crisis en marzo de 1 967 soli­ citando el cierre total de sus minas de hulla (ubicadas en Laviana) y la rescisión de contrato a los 379 trabajadores de plantilla, dado que el elevado costo de su producción le cerraba el acceso al mercado de consumo siderúrgico y térmico, <<no obstante ser la exclusión dei régimen de concierto factor transcendental en la grave situación que padecemos>> y [ . . .] llam ém os la a nóma la , s it ua cw n en q ue nos encont ram os resp ect o a la a yuda q ue la Admi nis tra ció n ha v enid o p res ta ndo a es tas m inas. E n nuest ro cas o s e da la pa rad oja , trist em ent e curiosa, d e q ue la p rima q ue la emp resa viene satis fa ci end o ai p ers ona l en v irtud d ei D ecret o d e 22 d e ma yo d e 1 962 ha s id o y vi ene si end o sa tisf echa s ob re la tota lidad d e la p rod ucció n b ruta , lo mism o q ue ocurre con la d e 20 pta , con nuest ra cont rib ució n a la Caja

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Carmen Benito dei Pozo

d e Jub ila cion es y Subs id ios d e la Min ería y el cum pl im ien to d e nu es tros d eb eres f is ca les , la a yuda qu e s e v ien e recib iendo d e la Adm in ist ra ción es so lam en te d ei 50% po r tra ta rs e d e ca rbon es no lavados 25• En este sentido, se constata que las medidas de reestructuración tendentes al saneamiento de la industria extractiva hullera mediante la clausura de minas marginales y de escasa rentabilidad -comen­ tadas en el apartado anterior- surtieron efecto. El paso siguiente sería la concentración empresarial y el reajuste interno de las grandes y medianas empresas ; el instrumento utilizado entonces fue la rees­ tructuración de plantillas. La escasa importancia relativa del número de expedientes tramitados por tal motivo es consecuencia directa de las pocas empresas hulleras resultantes de esta segunda fase del pro­ ceso reestructurador. Ahora bien, si el balance de 1 36 cierres de exploraciones hulleras en doce aiíos y en un ámbito espacial muy reducido -circunscrito prácticamente a las cuencas del Nalón, Caudal y Aller- nos apro­ xima a la gravedad económica del problema minero en Asturias, la . cifra de 4 436 despidos y 3 794 jubilaciones anticipadas ( es dem, 8 230 rescisiones de contratos de trabajo) nos concede una idea exac­ ta de su magnitud. Los despidos (y en general, las rescisiones de contrato) están estrechamente vinculados a los cierres : la correlación temporal de ambos hechos lo demuestra a simple vista, pues el 49,7% de los despidos se produjeron en 1 966-1 967. Tras la creación de HUNOSA, los despidos disminuyen considerablemente, en tanto se incrementan las jubilaciones anticipadas, escasas -excepto en 1 965- en aiíos anteriores. Es más, estas jubilaciones anticipadas son resultado ex­ clusivo del proceso de reajuste de plantillas en la empresa pública: los 603 afectados de 1 968 y los 1 4 75 de 1 969 proceden de sendos expedientes promovidos por HUNOSA; el 95,7% de las jubilaciones anticipadas registradas en 1 972 son fruto de tres expedientes de HUNOSA, y el resto del promovido por la empresa Solvay y Cía., que con la remodelación interna de su plantilla, efectuada en 1 972, generó unos excedentes laborales resueltos con 61 jubilaciones antici­ padas. Las suspenswnes temporales de contratos afectan especialmente 25 Delegación l'rovincial de Trabajo, «Expediente de reestructuración de planti­ lla», núm. 64/67.

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a trabajadores de empresas no concertadas que atraviesan por difi­ cultades económicas coyunturales ( disminución de la fertilidad de las capas en explotación, acumulación de stocks, etcétera). En 1 966 se registra una elevada cifra de suspensiones dado que, a comienzo de los cierres, una parte importante de los trabajadores afectados tenía expectativas de recolocación laboral en otras empresas, por lo cual no se les rescindía el contrato. Tal es el caso de la plantilla de Minas Escobio: de 264 mineros con suspensión temporal de contrato, los 1 90 de interior fueron transferidos a S. M. Duro Felguera; en 1 967 la empresa Ortiz Sobrinos trasladó a 1 49 de sus 1 60 trabajadores (el resto fue despedido con anterioridad) a Fábrica de Mieres 26• En empresas concertadas, las suspensiones obedecían, por lo ge­ neral, a cierres parciales, de modo que los afectados permanecían en espera de reiniciación de las labores o reajustes de plantilla que per­ mitieran su incorporación activa. En cuanto a traslados y modificaciones de contrato (és tas son escasas), con anterioridad a 1 967, el 7 1 ,3 % de los afectados perte­ necía a las grandes empresas hulleras posteriormente incorporadas a HUNOSA. Su cambio de centro de trabajo o sección estuvo motivado por cierres de instalaciones o reducción de plantilla (excedentes pro­ ducidos por reconversión tecnológica o mecanización de labores). Las modificaciones de contrato suelen referirse al establecimiento de turnos o alteración de la categoría profesional. Después de 1 967, la totalidad de trasladados -excepto 65 traba­ jadores de Mina Fortuna cerrada por agotamiento de la explotación en 1 968- pertenecen a HUNOSA. La mayor intensidad de esta mo­ vilidad interna de mano de obra se produce en 1 968 y 1971 - 1 972 (ver cuadro 20, p. 91 ). En 1 968, 778 trabajadores fueron trasladados por concentración de instalaciones ( almacenes y talleres), los 3 1 4 restantes a consecuencia d e cierres. A l respecto, e l expediente que afectó a un mayor número de empleados fue el tramitado en no­ viembre de 1 968, en solicitud de autorización para el traslado de 520 trabajadores con ocasión de la concentración de talleres en Santa Ana (Langreo) y Turón (Mieres) : 26 Esta absorción de excedentes laborales por parte de las minas en activo res­ ponde ai fenómeno comentado en el capítulo 2 de la necesidad de mano de obra especializada de interior (picadores, vagoneros, etc.) frente ai exceso de personal de exterior.

.,.

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[ ... ] en tr e lo s obj etivo s de la Empr esa , se tien de a una m ejor pro du ctiv ida d tan to por m ejora de m éto do s, como por una agrupa ción y r econv er sión de to da s la s un ida des de explo ta ción y serv icio s ; qu e en la a ctual ida d lo s Ta ­ ll er es de Man ten im ien to con una disp er sión g eográf ica ha cen dif ícil el cum ­ pl im ien to ef icaz de su s f in es fun dam en tal es, y por ello el subv en ir �o da s y ca da una de la s n ecesida des de la s m ina s, pozo s, etc. En con secu en cJa , para ev itar lo s tra storno s de mov im ien to y enla ce en tr e lo s Tall er es y un ida des de explo ta ción , se pr eten de con cen trar to do s lo s trabajo s de lo s m ismo s en do s tall er es g en eral es qu e por su situa ción g eográf ica pu edan a ten der a to da la Empr esa , por lo qu e se situaron en San ta Ana y Turón ; [. .. ]la a dscr ip ción de lo s trabaja dor es obj eto dei tra sla do a lo s dif er en tes pu esto s de trabajo de lo s cita do s Tall er es C en tral es, se ef ectuará conjugan do en la m edida n ece­ sar ia , tan to su esp ecial ida d como su dom icil io , a lo s ef ecto s de qu e el tra s­ la do , qu e en alguno s ca so s se l es impon e, l es cau se lo s m ín imo s in conv e­ n ien tes po sibl es [. .. ] 27• En 1 971 , sin embargo, más del 85% de los traslados obedecen al cierre de minas, pozos y secciones ; y en 1 972 el porcentaje se eleva al 94% . Existe, pues, una diferencia cualitativa entre los primeros trasla­ dos realizados por HUNOSA, fruto de una inicial racionalización de las explotaciones basada en la remodelación de las instalaciones he­ redadas, y los efectuados con posterioridad a 1 970, una vez en vigor el Plan de Reestructuración de HUNOSA de 1 969, estatalizada la em­ presa y puesta de manifiesto la necesidad de adaptar su estructura productiva a los objetivos económicos previstos. Para ello hubo de emprenderse el cierre de minas y centros de trabajo de escasa ren­ tabilidad. En razón de dicho Plan se justifica, asimismo, el recurso a las jubilaciones anticipadas para efectuar las reducciones de plan­ tilla fijadas. Y fueron, precisamente, los objetivos de amortización de puestos de trabajo los únicos alcanzados por el Plan entre 1 969-1 975. 27 Deiegación Provincial de Trabajo, Expediente de regulación de empleo, núm. 142/68. Se dictó resolución favorable a dicho expediente ei 24 de abril de 1969. AI expediente se unen los informes emitidos por ei Jurado de Empresa �opuesto a los traslados dei personal de exterior por temor a que la empresa promov1ese un futuro expediente de crisis para despedir a los excedentes que, por no tener a�ignada . ocu­ pación concreta, ahora se integraban en una Bolsa de TrabaJO), Deiegacwn Provm��al de Industria (favorable), Sindicato dei Combusuble (mforme no v1sto), e lnspeccwn de Trabajo (partidaria de no autorizar todos los traslados de golpe sino escalonada­ mente).

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Los criterios utilizados por las grandes y medianas empresas para efectuar las rescisiones de contrato fueron los siguientes : - En caso del cierre de grupos, por tratarse de centros de tra­ bajo independientes, quedaba afectada la totalidad de la plantilla. Se ofrecía, sin embargo, a una parte de ella el traslado con la misma categoría a otro grupo de la empresa, aceptando las condiciones de trabajo vigentes en el nuevo centro y con renuncia de los derechos adquiridos ; no se les concedía indemnización (primas por desplaza­ miento ni dietas de salida) aunque conservaban la antigüedad. - El ofrecimiento de traslado solía realizarse a la plantilla de arranque, preparación y transporte, es decir, a picadores, posteado­ res, vagoneros, barrenistas, ayudantes de barrenistas, artilleros y ma­ quinistas de tractor. El resto de personal de interior y exterior era cesado. Hay que tener en cuenta que dentro de las categorías a las que se ofrecía la posibilidad de traslado, se encontraban trabajadores con enfermedades profesionales que, por sus condiciones físicas, no podían realizar trabajos propios de su categoría; éstos pasaban a completar las plantillas de los restantes trabajos dentro de los nuevos centros . - En el caso de cierre parcial de un grupo o de los servicios generales del exterior, subalternos y empleados, el cese se iniciaba dentro de cada categoría por los mayores de 50 anos, continuando por los incorporados más recientemente. Este criterio mixto tenía como finalidad evitar el envejecimiento de la plantilla que resultaría de la aplicación exclusiva del criterio de menor antigüedad en la empresa, <> . Entre los cesados s e incluían también a los trabajadores que, por presentar condiciones físicas deficientes, apenas realizaban labores productivas 2 8 • 2 8 Deiegación Provincial de Trabajo, expediente tramitado en marzo de 1964 por la Sociedad Hulleras dei Turón, anexo núm. I (la cita en p. 16 de éste) ; expediente núm. 1 12/65 promovido por S. M. Duro Feiguera en diciembre de 1 965. En este último se justificaba también con argumentos de carácter social la aplicación dei cri­ terio mixto en los despidos: «Por otra parte, desde ei punto de vista humano parece p referible una solución a base de una jubilación decorosa para personal prácticamente

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Los despidos por reajuste de plantillas se realizaban aplicando los criterios anteriores de forma que se mantuviese la adecuada pro­ porción de ofícios y categorías profesionales. Las reducciones de plantilla recaían preferentemente sobre e! personal de exterior, por ser éste e! más numeroso y menos productivo. - Las condiciones económicas generales para los afectados por rescisión de contrato eran las siguientes : a . AI personal jubilado forzoso, la obtención de una jubilación similar a la que percibirían si tuvieran la edad media de jubilación dei personal de exterior de Minas de Carbón; b . A los cesados por condiciones físicas dismi­ nuidas, una pensión vitalícia por invalidez o compensación econó­ mica por una sola vez; c. A los despedidos por menor antigüedad, indemnización de un mes por ano de servicio, hasta un máximo de 12 meses 2 9• Cuando los cierres afectaban ai total de explotaciones de una empresa de pequena o mediana dimensión y no concertada, la im­ posibilidad de efectuar trasvases internos de plantillas, no permitía otro recurso que e! despido de todos sus empleados y, en el mejor de los casos, la realización de gestiones con empresas más sólidas a fin de recolocar a una parte de los trabajadores -lo que no resultaba difícil para el personal de arranque, pero era, precisamente entre éste, donde los excedentes laborales eran menos cuantiosos- 3 0 • HUNOSA ofreció ventajosas condiciones al personal de exterior mayor de 55 anos que en 1 968 y 1969 se acogió a la jubilación anticipada (los comprendidos entre 55 y 60 anos de edad) y volun­ taria (con 60 ó más anos). Entre ellas, cabe senalarse la garantía de percepción de la diferencia que pudiera existir entre la pensión o subsídios por todos los conceptos a que tuvieran derecho y e! total de los ingresos líquidos percibidos en e! ano anterior por razón de su trabajo, a excepción de lo devengado por horas extraordinarias, en edad de jubilarse, que el despido masivo a personal joven o de edad media con los problemas de adaptación a otro trabajo que en muchos casos pudieran presentarse». 2 9 Delegación Provincial de Trabajo, <<Expediente de reestructuración de plantilla>>, núm. 1 12/65, presentado por S. M. Duro Felguera. La Circular núm. 6/1966 de la Dirección General de Empleo establece los criterios de resolución y normas de pro­ cedimiento a seguir en los expedientes de crisis de empresas hulleras durante el pe­ ríodo 1966-1969 (AHP/AISS-Turón, caja 4496). 30 Delegación Provincial de Trabajo, <<Expediente de reestructuración de planti­ IJa,, núm. 64/67, presentado por Cementos Fradera.

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rema de casa, salidas, viajes, prima exceso de 600 kg, vacac10nes trabajadas y ayuda familiar 31 . Según los informes de HUNOSA, las plantillas de exterior de la empresa estaban sobrecargadas -presentando un excedente de efec­ tivos dei 30% en 1 968- y envejecidas, por lo cual la Sociedad con­ sideraba necesario combinar una reducción de personal de exterior de menor antigüedad (pero no mediante despido sino por readapta­ ción a trabajos de interior) con una reducción a través de jubilacio­ nes anticipadas. En e! expediente de regulación de empleo instruido a petición de HUNOSA en 1 972 para la rescisión de 1 3 1 3 contratos por jubilación anticipada, a los afectados se les garantizó, igualmente, e! comple­ mento preciso para alcanzar el 1 00% de sus salarios reales, fijados éstos según los vigentes en aplicación dei Convenio Colectivo del 1 . o de marzo de 1 972 -que modificó notablemente los salarios del mencionado personal. Con ello se cumplían los requisitos exigidos por e! Jurado de Empresa para dar su conformidad al expediente 32• La política de traslados en HUNOSA se atuvo a los siguientes criterios : - Establecidas las necesidades d e cada centro d e trabajo por categorías, se destina al personal de acuerdo con sus domicílios y antigüedad, y en tal número que cubra las necesidades de dichas categorías. - AI personal excedente se le destina al Servicio Auxiliar de Trabajo de aquellos centros donde se prevén futuras necesidades de personal de las categorías respectivas. - Los trabajadores aptos, desde el punto de vista médico, para desempenar tareas de picadores, barrenistas o ayudantes, con menos de 35 aiios, aunque se les fija puesto de trabajo en los diferentes centros, se les propone para su reconversión laboral en Formación Profesional y con destino en dichos centros antes y después de la reconversión. - Se procura destinar al mismo centro de trabajo a los emplea3 1 Delegación Provincial de Trabajo, <<Expediente de reestructuración de planti­ IJa,, núm. 48/68, promovido por HUNOSA. 32 É stos eran, 689 trabajadores con silicosis en puesto compatible mayores de 56 aiíos y 624 trabajadores de exterior con más de 58 aiíos de edad (Delegación Provin­ cial de Trabajo, expediente núm. 97/72).

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dos con domicilias iguales o proxtmos, a fin de adaptarles a los transportes ya establecidos de la empresa. En conclusión, la reestructuración hullera tuvo un alto coste la­ boral, con miles de puestos de trabajo amortizados a través de res­ cisiones de contrato al personal activo, que en el caso de empresas no concertadas se realizó mayoritariamente por medio del despido, siendo la jubilación anticipada la fórmula aplicada por HUNOSA a tal fin . Los traslados de mano de obra fueron -en este contexto-- la opción menos traumática, al producirse los desplazamientos dentro de la misma área socioeconómica, sin necesidad de cambios de domi­ cilio del personal afectado. La recolocación de los despedidos en otras actividades se vio dificultada por el correlativo desmantelamiento industrial de los cen­ tros siderúrgicos de la zona, de modo que la considerable pérdida de efectivos laborales (véase el apartado II.2 dei cap. 2, pp. 53-66) y el paro obrero en los concejos hulleros son factores estrechamente vinculados al declive de la minería del carbón.

II. LA INDUSTRIA SIDERÚRGICA

La industria siderúrgica espanola, condicionada por el aislamiento internacional, la falta de divisas y la ausencia de una política plani­ ficadora por encima de criterios puramente intervencionistas, atra­ vesó por una etapa de atonía de la que no comienza a recuperarse hasta princípios de los anos cincuenta. La escasa previsión del em­ presariado privado acerca del crecimiento de la demanda, inversio­ nes, consumo, etc., contribuyó igualmente ai estancamiento del sub­ sector, caracterizado a mediados de los anos cincuenta por el retraso tecnológico, obsoletas instalaciones y escasa capacidad productiva 33• 33

Un detallado análisis de la industria siderúrgica espaiiola en estos aiios, en Estudio de reconversión de la mano de obra en Asturias: «Aspectos técnicos y económicos de la reestructuración dei sector siderúrgico», Oviedo, 1 967, vol. 111. Como dato significativo de! desfase tecnológico de la siderurgia nacional, basta considerar que el consumo de coque en la producción de arrabio en Espaiia ascendía a unos I I 00 kg por tonelada producida, en tanto que este consumo era de 696 kg en Alemania, 700 en Bélgica, 6 1 1 en Italia y 700 en Reino Unido. El proceso de modernización de la industria espaiiola exigía, pues, el desmantelamiento de casi to-

SADEI,

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La puesta en funcionamiento de la Empresa Nacional Siderúrgica (ENSIDESA) en 1 957 rompió la estructura monopolística de la oferta, incitando a la modernización de las empresas, mejora de sus calida­ des y mayor adaptación a las exigencias del mercado, aunque el eJecto corrector de la gran empresa pública sobre las deficiencias estructurales de la siderurgia nacional se mostraría insuficiente. En los anos cincuenta el crecimiento del consumo había sido lento, con un aumento medio anual del 8, 9% ; en 1 960 se produce el despegue y el consumo se incrementa a un ritmo del 1 2% anual : ante la in­ capacidad de la producción interior de satisfacer una demanda en expansión, las importaciones aumentaron espectacularmente (véase cuadro 2 1 ). CUADRO

21.

1960 1961 1 962 1963 1 964 1 965 1 966 Fuente:

SADEI,

Importaciones de productos siderúrgicos, 1960-1966. lmportaciones

% sobre consumo

% sobre producción

195 062 169 3 75 581 0 1 5 965 037 1 2 1 5 554 2 850 362 2 3 1 7 05 1

10 10 30 33 35 52 39

10 11 36 44 50 81 60

Programa de la estructuración de la economía asturiana, 1967, p, 66,

El bajo costo de la mano de obra permitió incrementar la pro­ ducción mediante el recurso de ampliación de plantillas -en un proceso similar al senalado en la minería-, en tanto que el estado de descapitalización de las empresas limitaba su capacidad de inver­ sión en mejora de procesos; en consecuencia, la siderurgia espanola mantenía un bajo nível de productividad, pese ai aumento experi­ mentado en los anos sesenta 34. dos los altos hornos en funcionamiento (excepto los de ENSIDESA, susceptibles de reforma) para lograr aproximar el consumo de coque al nivel europeo. AI respecto, véase SADEI, Estructura .. . y Programa.. . (pp. 62-64). 34 En 1 961 el personal ocupado en la industria siderúrgica era de 69 201 personas, elevándose a 79 059 en 1 966 ; para los mismos aiios, la productividad media (produc­ ción de acero por persona empleada) era de 40,4 y 55,7 respectivamente. Cuando en

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Carmen Benito de/ Pozo

1 00

Así pues, ante la inadecuada estructura productiva del sector y su incapacidad para abastecer el mercado interior, la Administración emprendió la reestructuración de la industria siderúrgica por medio de dos instrumentos : la Acción Concertada y el Programa Siderúr­ gico Nacional. Las bases generales para la Acción Concertada en la siderurgia se establecieron el 22 de agosto de 1 964, acogiéndose a nivel nacional un total de 19 empresas (para ENSIDESA la concertación era obliga­ da). A través de la concertación, el Estado concedía créditos a la siderurgia privada por valor de 40-45 mil millones de pesetas, que representan el 70% de las inversiones previstas en el subsector hasta 1 972. Los benefícios otorgados a las empresas concertadas son los mismos que los descritos para la industria hullera. Se preveía para 1972 alcanzar una capacidad de producción de 6,6 millones de to­ neladas de acero (es decir, triplicar la existente en 1 964) además de los 3,3 fijados para ENSIDESA 35. La siderurgia integral cumplió con retraso los planes previstos en la concertación debido a la tardanza en el suministro de equipas extranjeros y el desfase entre la concesión del crédito oficial y la inversión real programada. E! 12 de noviembre de 1 964 el Ministerio de Industria hizo pú­ blico el Programa Siderúrgico Nacional, que en el contexto de la planificación indicativa en boga, marcaba las directrices a las empre­ sas concertadas y no concertadas, seíi.alando producciones, tipos de producción, capacidades de producción, sistema de precios, grado de abastecimiento del mercado, empleo, productividad, comercio ex­ terior, importaciones, etc. Su aplicación en la siderurgia integral es­ tablecía la consecución de una producción de acero de 6,2 millones de toneladas en 1972 36 •

Coyuntura y transformaciones económicas

II. ! . La siderurgia integral en Asturias: el lento proceso hacia la estatalización

En 1 940 funcionaban en Asturias tres plantas siderúrgicas, propiedad de S. M. Duro Felguera, Fábrica de Mieres y S. I. A. Santa Bárbara, localizadas en La Felguera (Langreo), Mieres y Gijón respectivamen­ te, que en conjunto producían 222 2 1 2 tm de lingote, 245 689 tm de coque, 1 30 1 46 tm de acero y 1 02 202 tm de laminados. El tradicio­ nal control ejercido por la empresa privada sobre la producción si­ derúrgica regional se quebró a comienzos de la década de los cin­ cuenta con la creación de la Empresa Nacional Siderúrgica, ubicada en Avilés 37. La construcción de una gran planta siderúrgica integral de carác­ ter público respondía a la necesidad -ya seíi.alada- de incrementar la producción de cara a un mercado interior en alza desabastecido por la escasa oferta privada. Su creación en 1 951 no dejó de tener detractores que pronosticaban una superabundancia de productos siderúrgicos. Y su definitiva ubicación en Avilés también fue discu­ tida: oficialmente se argumentá en favor de esta villa asturiana por su proximidad a las minas de carbón, fácil acceso marítimo y dis­ ponibilidad de terrenos, pero la conexión en 1 965 con el puerto gijonés de El Musel reforzaba iniciales reticencias acerca de la ido­ neidad de la ría de Avilés como lugar de asentamiento de ENSIDESA 38. 1' 37 Las características productivas y técnicas de las tres empresas siderúrgicas as­ turianas en los aiios 1 940-1950 pueden verse en L. Aclaro Ruiz-Falcó, 175 aiios de la siderometalurgia asturiana, Gijón, 1 968, pp. 261 ss., y en J. A. Cabezas, De/ marti­ nete a/ horno alto . . , pp. 87-88. En aquellos aiios, la fábrica de S. M. Duro Felguera en Langreo aportaba el 70-75% de la producción total siderúrgica regional. 3 8 Cf SADEI, Programa . . , p. 75. La polémica en torno a la oportunidad de ENSI­ DESA no fue, ciertamente, desinteresada, pues las empresas dei subsector eran cono­ cedoras de la situación dei mercado interior de productos siderúrgicos, aunque cons­ cientes de la fuerte inversión que conllevaba una reestructuración de las plantas side­ rúrgicas existentes y de las dificultades de su realización -dada la generalizada descapitalización que les afectaba- así como la desinformación acerca de la tendencia dei consumo siderúrgico a medio plazo, hacían fácil la crítica a un proyecto de la envergadura de ENSIDESA. Las tesis oficialistas relativas a esta cuestión estan expuestas en la obra de Labadie y Cerezo La hora de Asturias, Oviedo, 1 956, p. 1 27, y en F. Aranguren Sabas, ,,fines de la Empresa Nacional Siderúrgica• en IDEA, Conferencias sobre economía asturiana, Oviedo, 1 955, pp. 1 03-1 04. Guillermo Morales en su «ln­ troducción ai estudio geográfico de la siderurgia asturiana•, BIDEA, núm. 88-89, .

.

Espana el índice de productividad era de 46,6, en e! resto de Europa oscilaba entre el 1 23,4 de Francia y e1 2 12,0 de Luxemburgo. Cf SADEI, Programa .. , PP · 64-65. 35 Las bases de la Acción Concertada en la siderurgia pueden verse en J. R. Expósito y A. Muiioz, Asturias frente a su reconversión industrial, Madrid, 1968, pp. 55-56. A. Munoz, ob. c1t., p. 56. El 36 Cf SADEI, Programa ... , p. 69; J. R. ExpoSJto y Programa Siderúrgico se abandonaría en 1 978. .

.

.

_

.

101

102

Carmen Benito dei Pozo

Entre 1 956 y 1 960 se pone en funcionamiento la primera fase de producción de la nueva fábrica: batería de coque, horno alto núme­ ros 1 y 2, y hornos de acero. En el período 1 960-1 972 continuaron las ampliaciones de la factoría en lo que constituye la segunda fase de producción : funcionamiento de los cuatro hornos altos, acería de conversión por oxígeno y laminación en frío 39• Concebida inicialmente para producir 1 ,4 millones de tm de ace­ ro, ENSIDESA fue incrementando paulatinamente su producción has­ ta conseguir 2,1 millones en 1 970, superando los 3 millones de to­ neladas en 1 974. Sin embargo, el desequilibrado crecimiento de las diversas producciones (arrabio, acero y laminados) se acusó en la estructura de la fábrica, donde ciertas instalaciones se encontraban infrautilizadas y otras a pleno rendimiento, así como en el aumento de las inversiones previstas 40 . La incidencia de ENSIDESA en la economía regional fue conside­ rable, tanto por el ejecto de arrastre en el subsector siderúrgico y refractarias como por el volumen de empleo generado desde el mo­ mento en que se inicia su construcción. La concurrencia ai mercado de los productos siderúrgicos de ENSIDESA estimuló la actividad de las tres siderurgias privadas, que aunque limitadas en su capacidad productiva por los problemas generales apuntados para la siderurgia nacional (antigüedad del equipo, falta de modernos métodos de pro­ ducción y escasa rentabilidad de las instalaciones), incrementaron sensiblemente su producción y aumentaron los rendimientos -a lo Oviedo, 1976, pp. 309-430, realiza un análisis comparativo entre las condiciones de la ría de �vilés y el puerto de E! Musel en Gijón, llegando a la conclusión de que la compleJidad de los trabajos de acondicionamiento dei terreno y la insuficiencia dei muelle en la ría avilesina demostraban que, técnicamente, la decisión de construir aquí la planta siderúrgica no fue la más acertada. E! mismo autor, en Industria y espacio urbano en Avi/és, Gijón, 1982, vol. I, p. 1 98, expone con detalle las razones técnicas que en su mo�ento se esgrimieron en favor de la opción de Avilés, apuntando, _ as1m1smo, la ex1stenC!a de mtereses en torno a la especulación de terrenos sobre los que se instaló ENSIDESA. 39 Una descripción de la puesta en marcha de las diversas instalaciones, en J. A. Cabezas, ob. cit., pp. 107 ss. 40 La evolución de la producción de acero de la factoría de Avilés durante 1 957-1975, en G. Morales, Industria. . , vol. I, p. 2 1 1 . El aprovechamiento de las ins­ talaciones de ENSIDESA a comienzos de los anos setenta era, aproximadamente, el siguiente: hornos altos, 75% ; acerías, 65% ; semiproductos, 55% ; y trenes de lami­ nación 80-98% . Destacaba la escasa capacidad de] tren de laminación en frío en comparación con la dei tren productor de coils. Cf SADEI, La industria siderometa­ lúrgica en Asturias, Oviedo, 1 97 1 , pp. 1 8 y 22. .

Coyuntura y transformaciones económicas

103

que no es ajeno la paulatina reducción de plantillas- (véase cuadro 22). Sin embargo, hacer realidad las previsiones de la planificación estatal en la industria siderúrgica requería algo más que un esfuerzo individual de última hora: la concentración productiva (técnica y financiera) de las empresas privadas 4 1 • CUADRO

22.

Situacíón previa a la concertacíón de las empresas siderúrgicas privadas de A sturias. S. M. Duro Felguera 1963

1 964

1965

Fábrica de Mieres 1963

1964

1965

Fábrica Moreda 1963

1964

1965

120 121 80

1 75 1 55 1 04

PRODUCCIÓ W . .

Arrab io.... . .. . . .. Ace ro.... ... ......... L am in ad os... ... . .. . . . . .

EMPLEO

.

....

1 22 131 74

137 1 67 112

1 73 1 88 1 16

82 1 02 79

66 87 57

90 1 22 74

108 1 20 85

3 321 3 263 3 206 2 666 2 494 2 3 1 0 3 1 86 3 024 2 9 1 7

RENDIMIENTO'·•:-

40

51

59

38

35

53

33

39

60

Notas: ,,_ Miles de tm. --- ··-

Fuente :

Toneladas de acero por persona empleada. Programa de la estructuración de la economía asturiana, Oviedo, 1967, pp. 71 -74. Elaboración propia.

SADEI,

La constitución de Unión de Siderúrgicas Asturianas, S. A.

(UNINSA) el 30 de mayo de 1 96 1 por las tres empresas privadas dei

subsector tenía por objeto construir y explotar conjuntamente un moderno tren laminador que, instalado en Veriõa (Gijón), comenzó a 41 En la obra citada de Labadie y Cerezo (pp. 1 32 ss.) se recoge la relación de empresas dedicadas a estas actividades en Avilés, Gijón, Langreo y Mieres a mediados de los anos cincuenta. En SADEI, La industria siderometalúrgica... (p. 1 8) se hace un sucinto balance dei impacto productivo de ENSIDESA en el contexto siderúrgico re­ gional entre 1954 y 1 970. AI respecto, J. A. Cabezas ( ob. cit., p. 1 19) concluye afir­ mando, con ciertas resonancias triunfalistas, «el acierto dei INI ai crear la hiperfactoría siderúrgica avilesina», tras dejar de manifiesto el efecto benefactor de ENSIDESA sobre la siderurgia privada. En SADEI, Programa... pp. 71 -74, se describen las instalaciones de las tres siderurgias privadas, con mención dei ano de su puesta en servicio, lo que permite constatar su grado de obsolescencia. No deja de sorprender que, en 1 965, en Fábrica de Mieres, de los cinco trenes de laminación en funcionamiento, tres de ellos databan de 1 879, otro de 1 932 y el más reciente de 1 955.

Carmen Benito del Pozo

1 04

funcionar en 1 964. <<Esta determinación -y así consta en los docu­ mentos fundacionales- fue tomada como el primer paso en el pro­ gama a abordar por las tres siderúrgicas en conjunto con todas las ampliaciones necesarias, para así hacer frente a una reestructuración industrial que las circunstancias ya en aquel momento exigían», se­ gún declaraba, aõos después, el jefe de la División Social de UNIN­ SA

42.

La favorable coyuntura dei mercado consumidor de aceros -su­ perada la recesión de 1 962 provocada por la entrada de productos importados a bajo precio- propicia en 1 966, mediante acta de con­ certación, la integración de las factorías de S. M. Duro Felguera, SIA-Fábrica Moreda (ambas parcialmente), Fábrica de Mieres (acti­ vidad siderúrgica) y UNINSA-V eriõa en una sola, para construir en Gijón una planta siderúrgica integral, aprovechando de las antiguas instalaciones aquellas que por su modernidad o rentabilidad pudie­ sen seguir funcionando. Así, la tradicional localización de la activi­ dad siderúrgica en los centros hulleros de Gijón, Langreo y Mieres se ve alterada por el traslado al eje costero Avilés-Gijón. En 1970, tras varias modificaciones, se fija definitivamente la producción de UNINSA : inicialmente ésta sería de 2,02 millones de tm de acero, para alcanzar los 2,6 en 1 975 43• La producción siderúrgica asturiana estaba orientada principal­ mente bacia el mercado extrarregional, que en 1968 absorbía el 72,6% 42 Delegación Provincial de Trabajo, Expediente de reestructuración de plantilla, núm. 109/70: •Informe de! jefe de la División Social de UN!NSA», realizado con fecha de 19 de septiembre de 1 970. 4 3 Cf SADEL, Programa ... , p. 75. Las negativas consecuencias económicas derivadas de la liberalización de ciertos productos siderúrgicos fueron denunciadas por la Sec­ ción Económica dei Sindicato Provincial dei Metal en escrito dirigido el 1 O de agosto de 1 961 al gobernador civil de Oviedo y al delegado provincial de Trabajo (AHP/A!SS­ Oviedo, Sindicato del Metal, 1 961). El proceso de creación de UN!NSA, en J. A. Cabezas, ob. cit., pp. 1 25 ss. y J. R. Expósito y A. Mufioz, ob. cit., pp. 56-57. UNINSA se constituyó con un capital social de 300 millones de pesetas, apartadas a partes iguales por las tres sociedades fundadoras y completado con un crédito dei Export­ lmport Bank. Con esta base financiera, la sociedad procedió a la compra e instalación de un tren de redondos y perfiles comerciales. Efectuada la integración empresarial, el capital social, que ascendía a 5 000 millones de pesetas, se repartió como sigue: 3 000 para las empresas fundadoras y 2 000 repartidos, a partes iguales, entre el !NI, la empresa alemana Krupp, la banca privada (Banco Espano! de Crédito, Bilbao y Urquijo) y las Cajas de Ahorros. Véase también G. Morales, «
»,

Coyuntura y transformaciones económicas

1 05

de las ventas. El bajo consumo regional de productos siderúrgicos responde al escaso desarrollo de la industria de transformados, como ya se apuntó anteriormente. En este sentido, resultan expresivos los datos siguientes : en 1 965 Asturias consumía tan sólo el 32,8% de los laminados, ocupando el noveno lugar de las provincias siderúr­ gicas en el consumo característico de la industria transformadora: chapa laminada en frío (0,6%) y hojalata (0, 1 % ). Igualmente, el con­ sumo de chapa fina ( 1 ,5 % ) y angulares (0,4% ), relacionado con la industria constructora de bienes de equipo y manufacturas metálicas de alto valor aõadido, es poco relevante. Destaca, sin embargo, el consumo regional de productos primarias (perfiles, redondos y fer­ machines; 1 2,8, 7,2 y 1 0,2% respectivamente de la producción na­ cional), poniendo de manifiesto que la actividad transformadora se realiza en el primer escalón y con productos de poco valor aõadido, así como que el volumen de construcción de obras públicas y edifi­ caciones es elevado (ya vimos, efectivamente, que el sector de la construcción era la tercera actividad productiva regional en relación ai empleo generado) 44 . En cuanto a la productividad de la siderurgia asturiana (tm de acero bruto por persona y aõo), se constata un notable incremento, pues si en 1 960 el índice mencionado se situaba en 40, en 1 970 alcanzaba el valor de 1 27, es decir, en una década se triplicaron los rendimientos, aunque tal dato encubre un fuerte desequilibrio entre las siderurgias privadas y ENSIDESA : en aquéllas la productividad conjunta en 1 970 era de 78, mientras que la empresa pública obtenía 1 54. En el conjunto del país el índice estaba en 96. No obstante esta favorable evolución, el rendimiento era muy inferior a la media de los países europeos, situándose la siderurgia asturiana a comienzos de la década de los setenta al nivel que aquellos tenían en 1962 4 5 • A los planes de expansión de UNINSA (que le asignaban una capacidad final de 7 millones de tm) se antepuso en 1 971 el proyecto de construcción de la llamada IV Siderúrgica de Sagunto (Valencia), decisión que tuvo amplio eco en la prensa regional de entonces, y que se justificó oficialmente alegando lo inadecuado de la infraes­ tructura asturiana 46 • 44

SADEI, La industria siderometalúrgica .. , p. 7 y Programa ... , p. 67. Cf SADEl, La industria siderometalúrgica ... , p. 19 y J. Fonseca, ob. cit., p. 338. 46 L. M. Fernández Canteli et al. , El porvenir de Asturias ... , pp. 13-15, recoge las polémicas afirmaciones del presidente de UNINSA, Salís Balzola, en la primavera de 45

.

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1 06

UNINSA, en su primera fase de Veriiia con el aprovechamiento de algunos laminadores de La Felguera y Gijón y el des:n a�tela­ miento de los antiguos hornos altos y acerías (ex�epto l�s electncas ), aparece como un conjunto de instalaciones meJor a�uculadas q �e ENSIDESA. Ésta, para el equilibrio de su factoría, neces�tab � produCir más acero bruto y ampliar su laminación en frío -mex1ste?�e en UNINSA- (incluyendo chapa galvanizada Y. chatarra). «La fuswn de _ ambas empresas podría traer algunos beneficios, pero no espectac� ­ lares en un corto plazo, ya que ENSIDESA no puede buscar su eqUI­ librio en UNINSA a no ser en la producción de acero bruto, lo cual presenta por otra parte gr�ves i?convenientes, exi � tiendo otras po­ _ _ sibles ventajas en la coordmacwn de la produccwn de estructura47 les>> • Pero no obstante las manifiestas reticencias de algunos sectores a la fusiÓn de ambas empresas, el camino bacia ésta quedó abierto cuando el INI en marzo de 1 970, mediante una ampliación de capital necesaria par� afrontar el total de la inversión prevista en la nueva planta, se hace con el 60% de uNI_NSA. El 22 d � dic�embre d � 1 973 _ se consuma la integración. El objetlvo es produ�1r mas de 5 m1llon �s de toneladas anuales de acero -cantidad considerada entonces mi­ nima para que una siderurgia integral fuera competitiva inter�acio­ nalmente-; convertir El Musel en el puerto de ENSIDESA (umendo por ferrocarril las factorías de Gijón y Avilés) ; y completar la gama de productos de la planta avilesina. . Tras la fusión, la gran ENSIDESA contaba con 25 348 trabaJad �r � s y producía 4,91 millones de tm de acero al aiio, pero la p�oductiVI­ dad global experimentó un descenso y los resultados (m11lones de pesetas/ano) disminuyeron porcentual� ente respecto a las ventas (dei 7 al 5% ). La dispersión de las instalacwnes y los elevados gasto � de producción heredados, se apuntaban como causas de las negauvas consecuencias iniciales de la integración 48 . La situación de descapitalización que caracterizaba a la industria básica asturiana a comienzos de los aiios sesenta (bien por una ac-

Coyuntura y transformaciones económicas

tuación, en aiios anteriores, claramente especulativa en el caso de la hulla, bien por la atonía y escasa iniciativa empresarial en el acero) marcó el camino bacia la estatalización de un sector estratégico en la política económica del momento. Las fuertes inversiones inheren­ tes a la profunda reestructuración sectorial emprendida a mediados de la década, con dudosos resultados compensatorios en la minería y un considerable esfuerzo financiero en la siderurgia, acabó por apartar al capital privado de unas actividades industriales que tradi­ cionalmente había controlado. La titularidad pública de las mayores empresas industriales dejaba tras de sí una estela de fracaso en el panorama económico regional. 11.2.

Repercusiones laborales de la reconversión

A comienzos de los aiios sesenta, las empresas siderúrgicas privadas, en el intento previo a la concertación de sanear tímidamente su es­ tructura productiva, recurrieron a una decidida reducción de plan­ tillas (véase cuadro 22), que entre 1 963 y 1 965 supuso una disminu­ ción global de 740 puestos de trabajo en los centros de La Felguera, Mieres y Gijón. Considerando que antes de la fusión, la planta de UNINSA-Veriiia tenía 295 trabajadores, el balance de empleo en la siderurgia básica privada en el período 1963 - 1 965 es negativo al per­ derse un total de 445 empleos, pues los 9 1 73 trabajadores ocupados en 1 963 (todavía no funcionaba el tren de laminados de Veriiia), pasan a 8 728 (con Veriiia) tres aiios después. El ritmo seguido por este proceso de reducción de empleo en la siderurgia privada puede apreciarse en el cuadro 23. CUADRO

23. Índices de la evolución de plantilla en las empresas siderúr­ gicas privadas, 1961-1966. 1 96 1 1 962 1 963 1 964 1 965 1 966

y

la réplica que, a modo de informe, se elaboró en defe�sa de los intereses de UNINSA, polémica que tuvo amplio eco en la prensa regwnal (vease Asturtas Semanal, núm. 1 00, 24-4-1971, pp. 54 ss.). 47 SADEI, La industria siderometalúrgica. , p. 22. 4 8 Cf Schwartz y J. M. González, Una historia de/ IN! , p. 1 68. Estos autores ofrecen una visión crítica del proceso de fusión. 1971

1 07

..

...

Fuente:

SADEI,

S. M. Duro Felguera

Fábrica de Mieres

1 00 97 95 92 88 87

1 00 98 97 91 85 83

Programa de la estructuración de la economia asturiana, Oviedo, 1967, pp. 80-8 1 .

1 08

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trami­ De acuerdo con los expedientes de regulación de empleo 1 965 9631 o períod el en jo, Traba de cial tados en la Delegación Provin rees­ de iente exped tá presen eradas sólo una de las empresas consid solicita tructuración de plantilla: la SIA Santa Bárbara, que en 1 964 tecno­ ersión reconv do alegan Gijón, de rgica para su fábrica siderú concefue le que dores, trabaja 124 de ada lógica, la jubilación anticip dida 49 • estiAsí pues, de los 445 puesto s de trabajo amortizados, según del ción mación anterior, 321 obede cerían a hajas vegetativas (jubila ora­ corrob personal por edad o retiro por invalidez), interpretación de todo ble, por otra parte, con el análisis de la pirámide de edad 965 : se 1 en na el personal empleado en la siderurgia privada asturia de 35% el donde trata de una plantilla ya enveje cida en esa fecha, 15% el y 50 de más los trabajadores tenía más de 45 anos, el 23% . más de 55 ( estos último s suponían 1 265 trabajadores) 50 de su antes as privad s El personal total ocupado en las fábrica trans­ rgica siderú la de los ahora integración en UNINSA -incluyendo , 7 892 formadora-, ascendía a 9 981 trabajadores. Tras la fusión ción integra La 24). cuadro (véase A pasan a forma r parte de UNINS 1 77 1 tanto en , Mieres de a Fábric de la afectó al total de la plantil (es a Mored a Fábric de 849 y ra Felgue Duro trabajadores de S. M. ads­ o eciend perman , margen al on quedar 026) 2 decir, un total de o de critos a las instalaciones no integradas. Por tanto, en el proces fusión se perdieron 63 puestos de trabajo (48 en Fábrica de Mieres a y 15 en Fábrica Moreda). UNINS A absorbió al 79% de la plantill de las siderurgias integrales privadas . SA con­ La integración de las tres siderurgias privadas en UNIN el pau­ y ciones instala llevó la paralización progresiva de las antiguas y Lan­ s Miere de s centro latino traslado de mano de obra desde los . 38-47) pp. I.2, do greo a la factoría de Veriõa (véase capítulo 2, aparta 49 Delegación Provincial de Trabajo, «Expediente de reestructuración de planti­ lla», núm. 1 64/64. Tal reducción de plantilla no es ajena a los resultados de un estudio realizado entre 1 962- 1 964 por la Sociedad Ibérica Bedaux a instancias de la SIA Santa Bárbara para implantar los sistemas de control de productividad en Fábrica Moreda: el informe concluía que, efectuada la reorganización interna de las tareas productivas, se daba un excedente laboral en 1 964 de 208 trabajadores (78 en siderurgia y 130 en talleres, trefilería y servicios generales). El mencionado informe se adjunta en la do­ cumentación que acompaiia al expediente. 50 La distribución porcentual por edades en SADEI, Programa. . . , p. 78.

Coyuntura y transformaáones económicas CUADRO

24.

1 09

Personal ocupado en la siderurgia privada antes de la integración en UNINSA. Antes de la fusión

y

después

Después de la fusión':· UNJNSA Resto

S. M. Duro Felgu era ........ Fábr ica de Mier es............. Fábr ica Mor eda ................ UNINSA- Ver iiía .................

4 326 2 414 2 946 295

3 149 2 366 2 082 295

1 1 77

TOTAL . · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · ·

9 981

7 892

2 026

849

Nota: , . AI 31 de diciembre de 1966. Fuente: SADEI, P��grama de la estructuración de la economía asturiana, Oviedo, 1967, p. 77. Elaboracwn prop1a.

Las repe :cu � iones que sobre el conjunto de la población activa de _ los mu�Ic1p10s afectados tuvieron estos desplazamientos masivos de trabajadores y su incidencia económica general' se analizaron en el capítulo anterior (apartado II) . Ahora bien, interesa conocer más detalladamente el calendario de . d1eh? proceso y el grado de cumplimiento de las estimaciones que . se hicieron al respecto. La J?rimera fase de la nueva siderúrgica de Veriõa entró en fun­ . cwnamien �o en 1971. Para su mantenimiento, las necesidades de per­ sonal se c1f�aron en unas 4 000 personas, que habrían de proceder de las factonas de La Felguera (1 000), Mieres (2 000) y Gijón (1 000). En el caso d� los trabajadores de Fábrica Moreda de Gijón que p��asen a VerI�a, �o hablar�mos de traslado -al no producirse mo­ _ vil �dad geografica mtermumcipal- sino de cambio de centro de tra­ b �J O dentro del �ismo municipio (a efectos de compensación eco­ . para los mteresados, la distinción es necesaria). nomica De acuerdo con los expedientes de reestructuración de plantillas . de la Delegac1ón Provincial de Trabajo, la regulación de empleo en UNINSA, hasta 1 973, se efectuó como sigue : 1 966 : Se autoriza traslado a Veriõa de 63 trabajadores de Fábrica de Mieres.

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Se autoriza traslado a Verina de 65 trabajadores de S. M. Duro Felguera. 1970 : Parada de las instalaciones de Fábrica de Mieres y traslado de 1 585 trabajadores a Verina. El traslado se verificá a princípios de 1971. A 65 de los afectados (mayores de 60 anos) se les aplicá la jubilacián anticipada. Traslado de 1 1 00 trabajadores de La Felguera a Verina 5 1 . 1 971 : Reduccián de plantilla en la factoría de Fábrica Moreda (Giján) por parada parcial de instalaciones, afectando a 5 1 7 trabajadores : 326 se trasladarían a Verina y a 1 9 1 (mayores de 59 anos) se les impon­ dría la jubilacián anticipada 52• De acuerdo con estos datos, a finales de 1 971 se habrían efec­ tuado un total de 2 939 traslados a Verina. De ellos, 2 748 procedían de las factorías de La Felguera ( 1 1 65) y Mieres (1 583). Las jubila­ ciones anticipadas en las factorías de UNINSA ascendían a 256, que suponían otros tantos puestos de trabajo amortizados. Los traslados ya habían sido previstos en el Acta de Concierto firmado por UNINSA el 1 8 de marzo de 1 966, que consideraba

ab solutam ent e n ecesa ria pa ra l leva r a bu en f in e! log ro d e los ob jet iv os qu e p rocedan, la ad op ción p or la Ent idad C on certada d e la s sigu ient es m ed ida s : 5 1 Delegación Provincial de Trabajo, «Expediente de reestructuración d e planti­ lla», núm. 109/70. La parada de instalaciones no fue total, permaneciendo en funcio­ namiento la sección de subproductos, hornos de coque y tren de chapa; su manteni­ miento corría a cargo de 520 trabajadores, no afectados por este expediente. No hemos localizado el expediente correspondiente al traslado mencionado pero el in­ forme emitido por la representación social del Jurado de Empresa de UNINSA-Mieres, adjunto al expediente núm. 1 09/70 citado en nota anterior, hace mención explícita al traslado de 1 1 00 trabajadores de la factoría de La Felguera a Verina. 52 Delegación Provincial de Trabajo, «Expediente de reestructuración de planti­ lla», núm. 126/71 . Las instalaciones paradas fueron las siguientes : un homo alto, el taller de acero, el tren Blooming y la sección de fundición. La plantilla de Fábrica Moreda antes de la aprobación del expediente era de 2 O 15 trabajadores; con la re­ ducción solicitada quedaba en 1 498 trabajadores.

Coyuntura y transformaciones económicas

111

R eorgan iza ción ra cional d e la s p lant illa s d e la s Fa ct oría s a ctual es y con t ra slad o d ei p ersona l sob rant e a la nu eva Fa ct oría. C ont rat �ción, com o p ersona l ev entual, d e los p rodu ct ores p recisos pa ra - Y u esta en ma rcha d e la s nu eva s in stala cion es, y reemplaz o la con st ru ccwn p p or el p ersona l f.iJo p roced ent e d e la s in stala cion es qu e se pa ren 5 3 . La actualizacián dei Acta de concertacián de UNINSA en julio de 1 970 no implicá modificacián alguna de las previsiones anteriores ' por lo cual la empresa iniciá el proceso de traslado que, en principio ' pretendiá fuese voluntario y no forzoso :

C on scient e la E �p resa d e la s rep ercu sion es qu e en su s p rodu ct ores orig i­ naba est e n ecesan o Plan d e reest ru ctu ra ción, y mu y esp ecia lm ent e d e t od o e! p rob lema human o qu e iba a t ra er con sig o e! t ra slad o d ei p ersonal sob rant e en la s .Fa ct oría s, . in. ició una p ol ít ica d e t ra slad os v olunta rios, g en erosa en con ceswn es, p restd tda en t od o m om ent o p or la id ea d e da r la f orma m ás n ob le.ai p orv en ir d e l os homb res y qu e, si b ien fu e con sid erada p or un redu ctd o sect or d e los af ectad os, n o log rá al canza r la f ina lidad p ersegu ida d e l leva r a ef ect o e! t ra sieg o p reciso d ei p ersona l, d ent ro d ei a cu erd o b ila ­ t era l ent re emp resa y t rabajad ores. Precisam ent e ell o n os ll eva a la f ormal iza ción d e est e exp ed ient e, qu e si b.ten �a d e s�r t otal, af ectand o, p or tant o a los t res cent ros d e t rabaj o qu e I� S oct edad t ten e a ctua lm ent e en la s local idad es d e Gijón, Felgu era y Mieres, sm emba rg o la s n ecesidad es d e coord ina r la s su cesiva s y p rog ramada s pa ra ­ da s. :n la s a ctua �es in stala cion es con la pu esta en ma rcha d e la s nu eva s en V en �a, n os ob hga a u � plant eam ient o escal onad o, circun scrib iend o, p or . e, en est e pnm er m om ent o, e! a lcan ce d e est e exp ed ient e a la con stg lllent Fa ct oría d e Mieres 54• UNINSA realizá los traslados de personal ateniéndose a la Orde­ nanza de T�abajo de la Industria Siderometalúrgica, en vigor desde . de 1 970, en las condiciones siguientes : el 29 de juho

- Jubilacián anticipada de todo el personal de plantilla a tras­ ladar con 60 á más anos cumplidos. Trasla� o ��rzoso de todo el personal no incluído en el expe. _ dtente de JUbtlacwn a los nuevos puestos de trabajo en Verina. 53 Delegación Provincial de Trabajo, expediente núm. 109/70: <
Carmen Benito dei Pozo

1 12

Rescisión del contrato de trabajo para los que, estando afec­ tados por el traslado, así lo soliciten. En caso de jubilación anticipada, la empresa completaría las pen­ siones 0 subsídios correspondientes, con unos ingresos reales globa�es hasta alcanzar el 80% de lo que percibían en activo. A los trabaJa­ dores que desempenasen cargo electivo sind�cal, se les �econ�cería, en caso de disconformidad, el derecho a contmuar en acuvo, sm que les afectase el cese de relación laboral que suponía la jubilación an­ ticipada. Todo ello sin perjuicio de conceder a los afectados el de­ recho a percibir las prestaciones del Seguro de Desempleo o del Fondo Nacional de Protección al Trabajo. A los trasladados se les garantizaba el mantenimiento de su ca­ tegoría profesional y salario ; la fo �mación profesional adecuada para _ _ adaptarse a las innovaciones técmcas mtroductdas ; ayuda mensual para gastos de vivienda (2 700 peset�s al personal obrero) e� tanto . no estuviesen terminadas las 2 0 1 9 vtvtendas que UNINSA tema pro­ yectado construir en Gijón ; trar:spor�e a cargo � e 1� empresa de los . que mantuviesen su lugar de restdencta; mdem ntzact _ n de 5 000 pe­ _ _ _ ? de dos mensetas en concepto de gastos de traslado y grauftcaoon sualidades del salario reglamentario. , Los representantes sociales en el Jurado de Empresa de la factona de Mieres de UNINSA consideraban prematuro el traslado, puesto que la empresa no disponía de viviendas �� centros de ensenanza suficientes para los trabajadores y sus famthas. Rechazaba 1� so�u­ ción de traslados en autobús del personal, ya que esta medtda m­ crementaba sensiblemente la jornada laboral y ocasionaba perjuicios a quienes trabajaban a turnos; y solicitaba el 1 00% del salario real para los jubilados 55. . . . El traspaso de trabapdores de Fabnca � oreda se reahzo en co� ­ . _ diciones similares, exceptuando los beneftcws denvados del cambw de domicilio. En las instalaciones no desmanteladas de S. M. Duro Felguera en Langreo se aplicó la jubilación anticipada a 1 33 trabaja��res de La Felguera en 1 973 . Al ano siguiente, Talleres Moreda sohctta -y se le concede- jubilación anticipada para 31 empleados alegando ,

,

55 Delegación Provincial de Trabajo, expediente núm. 1 09/70: «Informe de la Representación Social del Jurado de Empresa».

Coyuntura y transformaciones económicas

113

<> 56. No obstante la pérdida de puestos de trabajo en el proceso de reestructuración de la siderurgia privada, el empleo global en la in­ dustria siderúrgica regional experimentá un lento pero continuado incremento entre 1966 y 1 973. La plantilla de ENSIDESA-Avilés no dejó de aumentar en este período, en tanto que la de UNINSA per­ maneció relativamente estable hasta 1 970. A partir de 1 971 , en que comienza a funcionar la nueva planta integral de Verina, a las incor­ poraciones de personal de las antiguas factorías de Mieres, Langreo y Gijón, se suman nuevos trabajadores que contribuyen a engrosar la plantilla de UNINSA-Verina, de modo que resultan sobradamente compensadas las pérdidas de empleo (que ascienden a 764 en 1971) del resto de las factorías de esta empresa. En 1973, ano de la absorción de UNINSA por ENSIDESA, el nú­ mero de trabajadores ocupados en la siderurgia integral asturiana era de 24 046. El proceso de absorción no planteó inicialmente proble­ mas de reestructuración de plantillas, aunque la crisis económica posterior obligaría a una reducción del personal productivo. En 1 975 la plantilla de ENSIDESA era de 27 244 trabajadores, a saber: 14 670 en Avilés, 8 000 en Verina, y 4 574 en otras instala­ ciones. En diciembre de ese ano, ENSIDESA promovió expediente de reetructuración de plantillas : [. . ] la v ista de lo s im po rta nte s increme nto s de la s exi ste ncia s de stocks q ue se re seiía n, im po ne a la em pre sa e ! camb io de e stra tegia pro ducto ra, a de ­ cuándo la a la co yuntura a ctua l y e n prev isió n de la q ue se prev é. Entre la s me di da s a toma r pa re ce n la s m ás lógi ca s e n térm ino s técni co s : pa ra da de la s i nsta la cio ne s m ás a ntig ua s y de me no s re ndimie nto dei co nj unto de sus fa cto ría s, ma rcha inte rmi te nte o a lte rna da e n la s q ue sea po sib le y re ducció n de la pro ducció n de lo s pro ducto s de me no s sa lida a la vi sta. [... ] e ste camb io de e stra tegia pro ducto ra ob liga a lleva r a e fe cto, ló g i­ came nte, la ree structura ció n de la s pla ntilla s dei pe rso na l de la em pre ­ sa 57. .

El personal afectado ascendía a 1 1 13 trabajadores, repartidos como stgue: 56 Delegación Provincial de Trabajo, expedientes núms. 89/73 y 92/74 respectiva­ mente. 57 Delegación Provincial de Trabajo, expediente núm. 1 3 1 /75.

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Factoría de La Felguera . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Factoría de Mieres .. . . . . . .. . . . . . . .. . . . . . . . ..... .. .. .... ...... . . . . . .. . . . . . .. .. . . . Factoría de Gijón. . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Factoría de Avilés . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Oficinas centrales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . .. . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

1 97 79 135 679 23

La Delegación de Trabajo autorizó, con fecha de 1 de marzo de 1 976, la reducción solicitada. El proceso de reajuste de la mano de obra a las necesidades pro­ ductivas en la siderurgia (cierre de instalaciones generalmente) con­ tinuó en anos sucesivos 58 • En consideración a los datos presentados, podemos concluir que el proceso de reestructuración en la siderurgia asturiana iniciado a comienzos de los anos sesenta no reportó problemas de paro obrero, dado que los ajustes de plantillas se realizaron mediante jubilaciones anticipadas y traslados de mano de obra; no hubo pérdida global de puestos de trabajo, aunque los cambias operados tuvieron negativas repercusiones en los tradicionales centros productores de acero. Des­ de la perspectiva regional hubo reconversión industrial y cambias de localización laboral; desde la perspectiva de Mieres y Langreo, pér­ dida de efectivos laborales, alteración de la estructura socioprofesio­ nal del concejo y depresión económica.

III. VALORACIÓN SECTORIAL Y LOCAL DE LA CRISIS

Como venimos mencionando reiteradamente, los cambias en la es­ tructura productiva asturiana experimentados a comienzos de los anos sesenta afectan de manera generalizada ai sector secundaria -in ­ dustria y construcción- que por su peculiar configuración econó­ mica y laboral tiene gran incidencia en el conjunto de las actividades regionales. Siguiendo con el análisis de los datos apartados por los expedientes de regulación de empleo, la proyección sectorial de éstos (véase cuadro 25) confirma anteriores apreciaciones y desvela aspec­ tos que permiten matizar ciertos rasgos de la crisis, a saber: el fuerte 58 Aladino Fernández en ob. cit., pp. 81 -90 describe el proceso de desmantela­ miento de la siderurgia langreana hasta 1 978, !legando a la conclusión de que, desde su integración en UN!NSA hasta ese ano, la fábrica de La Felguera no dejó de perder puestos de trabajo : 1 1 94 en total, es decir, casi el 40% de los existentes en 1967.

Coyuntura y transformaciones económicas

115

declive hullero (49,7% del total d e expedientes presentados en los tres subsectores es�udiados), e1 carácter subsidiaria de la metalurgia, _ perd1da _ Y la p aulatma de empleo en las industrias de construcción a com1enzos de los aiíos setenta. El primero de los supuestos ya ha sido comentado en el apartado CUADRO

25. Expedientes de regulación de empleo, 1963-1975

dad ).

(p or ac tiv i-

Afectados Núm. de expedientes Cierre Reestr. Total Despido jubil. Susp.

Trasl. ':·

CARBÓ N ,,.,,. .. . . . .... .. Antrac ita ..... ....... . Hulla ............... . .. C oq ue ... ...... .. .....

25 1 99 5

6 34 3

31 233 8

628 4 583 1 74

3 513

1 69 3 004 31

25 7 125 75

S ubt ota l.. ... .........

229

43

272

5 385

3 794

3 204

7 230

S ide rurg. .. . . . . . . . . . . Metal . y t ra nsf. . . M'ma s me t. . .... ....

7 56 34

13 32 9

20 88 43

11 1 470 225

1 56 1 557 8

65 1 60 1 101

3 466 585 137

S ubto ta l ...... .........

97

54

151

1 706

2 1 26

1 326

4 1 88

C onstr uc . Cer ámica • ........ ... Ca ntera s b ... .......... Otra sc ....... . ....... .

38 29 30 6

5 9 3 4

43 38 33 10

621 562 274 35

68 249 93 15

3 1 80 13 34

S ubtota l ........ .... . .

1 03

21

124

1 492

19

425

230

TOTAL . . . . . . . . . . . . . . . . .

429

118

547

8 583

5 939

4 955

1 1 643

METAL . . . . . . . . . . . . . . . . .

CONSTRUCCI Ó N . . . ···········

Notas:

''

19

lncluye otras modificaciones dei contrato. No contabilizamos aquí los expedientes tramitados por conflicto laboral. cerámica, baldosas, reja� , mosaico, loza, ladrillos y refractarias. . _ P1edra, arena, grava, ardia. caolín y espato flúor. l Fábricas de cal, yeso, escayola, cemento y vidrio. Fuente: Delegación Provincial de Trabajo, Expedientes de reestructuración de plantillas' anos 1963 a 1975. Elaboración propia. ,,_,,

:

1 16

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anterior, en tanto los otros dos requieren una explicación más porme­ norizada. En e! subsector dei Metal, más de la mitad de los cierres (totales o parciales) de centros de trabajo y el 86% de los despidos pro u­ cidos durante el período 1 963- 1 975 procedeu de empresas metalur­ gicas y de transformados. Entre 1 967-1 970 se constata el mayor nú­ mero de cierres y un tercio de los despidos, aunque, por sus efectos sobre el empleo, el ano negro sea 1 974, fecha dei cierre de instala­ ciones de Montajes Asturias en Avilés (448 despedidos) y de COMESA en Gijón ( 1 3 1 despedidos). La falta de rentabilidad, las dificultades de venta dei producto y los escasos recursos económicos son las causas que propician el cierre de estas, mayoritariamente, pequenas empresas (menos de 1 00 empleados). . . La vinculación de la industria metalúrgica a un mercado mtenor (generalmente de ámbito local, pues se trata de talleres que sirven ai consumo de determinadas empresas siderúrgicas y mineras) con una demanda muy específica y restringida !e hizo especialmente vulne­ rable a los cambios coyunturales : tal es el caso de la desaparición de talleres en Langreo y Mieres, aunque los cierres en Gijón y Avilés revisten un carácter menos ligado a la marcha de la actividad indus­ trial en los concejos respectivos y más relacionado con la incapacidad de empresas de cierta envergadura, dedicadas a montajes o construc­ ción naval, para renovar sus instalaciones y competir en un mercado liberalizado. En Construcción hubo 1 492 afectados por despido -cifra simi­ lar a la registrada en el Metal. El equilibrado reparto dei número de expedientes, por cierre o reestructuración, y de las rescisio? es de contrato al personal empleado (cabría destacar, en este sentido, el predomínio casi absoluto dei despido frente a la jubilación anticipa­ da, propio de una actividad con plantillas más inestables y menor tendencia al envejecimiento) entre las diversas industrias, hacen pen­ sar en una crisis general dei subsector a comienzos de los anos setenta. En las empresas constructoras (edificación y obras públicas) la falta de actividad y sus negativas repercusiones sobre el empleo se dejan sentir en estos anos, acentuándose la crisis según avanza la década. En cerámica y afines, el mayor número de cierres se registra en 1 971 , aunque en la década anterior, empresas con gran arraigo en la región como La Industria y Laviada (factorías de Gijón y Langreo), Fábrica San Claudio (Oviedo), La Asturiana (Gijón) o Cerámicas

�

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Guisasola (Llanera), hubieron de afrontar la disminución de ventas y acumulación de stocks mediante cierres parciales y reducciones de plantilla. La-Asturiana, incluso, dado el estado de descapitalización de la empresa, cerró sus instalaciones en 1 967. La crisis de los anos setenta no incidió tanto en empresas cuya producción se destínaba al consumo doméstico (loza, porcelana) como en aquellas dedicadas al suministro de material refractaria y gres -consumido por indus­ trias siderúrgicas, cemento y vidrio- y de construcción (tejas, la­ drillos, etcétera) 59 • La industria extractiva de materiales de construcción (piedra, are­ na, graba, arcilla, etc.) ya presenta indícios de recesión económica en 1968, con cierres (por agotamiento de la explotación y acumula­ ción de stocks) que se incrementan en 1 971-1 973 ante la falta de rentabilidad económica de las empresas. Los cierres temporales por avería o climatología adversa (inclui­ dos en el cuadro 25) son frecuentes en e! caso de la minería de la hulla (34 expedientes con 1 740 trabajadores afectados por suspen­ sión de contrato, 753 trasladados de centro y 580 por modificación de contrato) y extracción de minerales metálicos ( 1 4 expedientes con 672 suspensiones de contrato, que generalmente recaían sobre los trabajadores de las minas de cinabrio en Cangas de Onís y las de hierro en Somiedo). La nieve es el principal obstáculo natural para el desarrollo de tareas en minas de montana. El cuadro 26 refleja en qué medida los cambios habidos en la estructura productiva asturiana repercutieron en los principales con­ cejos industriales de la zona centro, aunque quedan excluídos im­ portantes municípios hulleros de las cuencas dei Nalón y Caudal (Lena, Morcín, Aller, San Martín dei Rey Aurelio, Siero, Laviana, etcétera) donde la crisis dei carbón influyó notablemente sobre su economía y población. En A vilés los cierres y reestructuraciones están vinculados a las actividades metalúrgicas y a la presencia de grandes empresas dei subsector: ENDASA (aluminio), ENSIDESA (siderurgia), y Real Cía. Asturiana de Minas (factoría de zinc ubicada en el concejo de Cas­ trillón pero situada en el área de influencia económica de A vilés). La existencia de canteras e importantes industrias de cerámica y vi­ drio (La Industria y Laviada, Cristalería Espanola) justifican los ex59 Delegación Provincial de Trabajo, expediente núm. 38/67. E! cierre provocó e! despido de la totalidad de su plantilla: 372 trabajadores.

Carmen Benito dei Pozo

118 CUADRO

26.

Distribución de los afectados por expedientes de regulación de empleo en los municípios dei «ocho asturiano», 1963-1975. Expedientes por actividad•:· Carbón Metal Constr.

Av ilés.. .... .... .. Gijón.. .. . .. . .. . Ov iedo . ....... .. Lan greo ..... . .. Mieres .... ... . . . Cu en ca s•......... TOTAL . . . . . . . . . . . .

%

regiona l.....

22 21 77 10 130 54,6

14 36 16 18 8

10 26 33 5 4

92 67, 1

78 1 4,3

Afectados Despido jubil.

Susp. Trasl. •:·•:·

276 620 724 1 854 3 008 13 739 3 391 945 7 221 5 744 5 073 8 1 ,7 85,4 37,1 66,9 1 1 1 1

628 132 137 228 619

1 229 440

30 300 1 83 93 339

,,. No contabilizamos aquí los expedientes

tramitados por conflicto laboral y cierres tem· porales por averías y dificultades climatológicas. No incluye otras modificaciones dei contrato. ·· ' Expedientes presentados por HUNOSA que afectan a los concejos mineres dei área. Fuente: Delegación Provincial de Trabajo, Expedientes de reestructuración de plantillas, anos 1963 a 1975. Elaboración propia.

Notas:

...

pedientes de crisis relacionados con las actividades de construcción. En Gijón, la numerosa presencia de talleres y centros metalúrgi­ cos de transformados, así como fábricas de productos cerámicos y empresas constructoras explican que en coyunturas desfavorables a estas actividades se produzcan los cierres y despidos de personal resenados ( 529 y 603 afectados respectivamente). Apuntemos, por otra parte, que Mina La Camocha (propiedad de la Sociedad Mine­ ro-siderúrgica de Ponferrada), dedicada a la extracción de hulla, no tramitó ningún expediente de reestructuración de plantillas durante el período 1 963- 1 975 60. Oviedo presenta un reparto intersectorial más equilibrado de los expedientes de crisis, que si bien en cifras absolutas superan a los procedentes de empresas gijonesas, su repercusión en el empleo no es mayor, y la cifra global de despedidos resulta casi idéntica, repar­ tiéndose éstos como sigue : 377 en Construcción, 487 en Carbón y 273 en Metal. La existencia de importantes centros hulleros en la 60 Un interesante comentaria sobre algunas de las causas que propiciaron la crisis de la construcción en Gijón se encuentra en Asturias Semanal: «Gijón : la construc­ ción, dei boom ai colapso », núm. 5 1 , 9-5-1 970.

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1 19

zona de Olloniego y Tudela contribuye considerablemente ai des­ censo dei empleo en el município. La crisis hullera provocó mayor número de cierres en Mieres que en Langreo y casi el doble de despidos : 1 522 y 8 8 1 respectivamente. No disponemos, sin embargo, de datas desagregados por concejos de las jubilaciones anticipadas realizadas por HUNOSA, por lo cual nos limitamos a senalar que éstas ascienden a 3 391 en la zona dei Caudal y Nalón (afectando, con seguridad, a concejos limítrofes de Langreo y Mieres). Los traslados de mano de obra en ambos mu­ nicípios afectaron a un número similar de trabajadores dei subsector hullero ( 1 476 en Langreo y 1 339 en Mieres), mientras que en el metal el cierre total de Fábrica de Mieres en 1 970 dispara el número de trasladados : 1 1 69 frente a los 346 de Langreo. La modificación de algunas de las condiciones laborales fijadas en los contratos, que en la totalidad de los expedientes estudiados dei período 1 963- 1975 afectó a 1 4 77 trabajadores, adquiere en el subsector metalúrgico de Langreo especial relevancia, pues 1 1 52 em­ pleados de las instalaciones siderúrgicas de Duro Felguera vieron parcialmente alterados sus contratos entre 1 969 y 1 974, principal­ mente por modificación de los horarios de trabajo ( establecimiento de turnos). En definitiva, de los cinco principales concejos industriales astu­ rianos, el de Mieres fue el más castigado desde el punto de vista económico-laboral, tanto por la crisis hullera como por la reconver­ sión siderúrgica, tal y como se deduce dei número de despedidos como dei volumen de mano de obra siderúrgica trasladado a las nuevas instalaciones de Gijón. En el concejo costero, la pérdida de empleo en actividades metalúrgicas subsidiarias y en construcción quedaría paliada con la creación de puestos de trabajo (directos e indirectos) tras el establecimiento de la factoría siderúrgica de UNINSA en Verina. Mieres y Gijón se constituyen, por tanto, en los antagonistas dei proceso de reestructuración de la economía asturiana en los anos 1 960-1970. El primero, enclave histórico de una industria carbonera y siderúrgica desarrolladas a la sombra de un proteccionismo encu­ bridor de prácticas empresariales más vinculadas a la especulación y búsqueda de un inmediato y fácil beneficio que a una rentabilidad basada en la inversión y renovación tecnológica dei equipo produc­ tivo. El segundo, centro de una industria ligada a nuevas fuentes de energía, consumidora de fuertes inversiones de capital y dependiente

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de un mercado abierto y compeuuvo, imagen de la modernización y pujanza económica del desarrollísmo, tan grata a la tecnocracia política de los anos sesenta. Conocidos los efectos sobre el empleo, un análisis del número de activos en situación de paro según ramas de producción, permi­ tiría profundizar en la incidencia sociolaboral de la crisis en los con­ cejos más afectados. Ahora bien, para la realización de tal estudio la base estadística disponible es muy precaria: las fuentes oficiales sindicales (el Servicio de Colocación dependía desde 1 943 del Sindi­ cato) no proporcionan información precisa al respecto hasta los anos setenta; para anos anteriores sólo se dispone de cifras difíciles de contrastar, dispersas en los numerosos informes existentes y sin con­ tinuidad temporal ni espacial y, en cualquier caso, el «desempleo oficial» (Ministerio de Trabajo) resulta sensiblemente inferior al paro real. Las publicaciones del Instituto Nacional de Estadística aportan datos de mayor solvencia, aunque igualmente tardíos y sin desagre­ gar por actividades ni municípios. Con estas limitaciones, sólo podemos ofrecer una visión aproxi­ mativa y genérica del paro en la província desde 1968 (véase cuadro 27). En 1 972 es cuando se registra un mayor número de trabajadores en paro, que disminuye en los dos anos siguientes, incrementándose de nuevo un 56% respecto al ano anterior en 1 975. La industria contribuye a la mitad de los parados en 1 974-1 975, en tanto que la construcción proporciona algo más de la cuarta parte, de modo que el sector secundaria se convierte en la principal bolsa de paro de la región, con el 75% de los desempleados. Para los anos sesenta pre­ sumimos un reparto intersectaria! del desempleo más desfavorable a la industria, al encontrarse en pleno proceso de reestructuración, mientras la construcción se mantiene en auge hasta finales de la dé­ cada. En cualquier caso, la tasa de paro regional era tan sólo del 1 ,58% en 1 975. En el informe que sobre la economía provincial elaboró en 1 973 el Secretariado Sindical de Asuntos Económicos, las cifras sobre desempleados en 1 972 y 1973 -desagregadas por sectores- eran sen­ siblemente inferiores a las del INE : 4 540 parados (de ellos, 3 730 en Industria) en 1972, y 2 790 (el 70% de Industria) en 1 973 6 1 • 61

AHP/AISS-Avilés, Secretaría General, «Asuntos sociales» 1 974, caja núm. 3320.

Coyuntura y transformaciones económicas CUADRO

27.

121

Evolución de! paro registrado en la provincia, 1968-1975. 1968 1969 1970 1971 1972 1973 1974 1975

En ero . .. . ... . . . . . . . .. . .. .. . . . .. 2 309 4 470 3 465 Feb rero . . ... ...... .. . ... . .. ... 2 338 3 843 3 390 Ma rzo . . . .... .. .... .. .. ... ... .. 2 407 3 8 1 7 3 1 58 Ab ril . . . .... .... . . ..... .. . . . . . .. 2 680 3 7 1 0 3 072 Ma yo . . . . ... . . .. .. . ... . ... .. . .. . 2 680 4 360 2 256 Jun io . . ... . . . ... .. . . . .. .. . . . . . .. 4 642 4 349 2 1 59 Jul io .. .. .. .... . . . ... . ... . ... . .. . 4 692 4 350 2 50 1 Agos to .. . .. . . ... . . .. . ... . . .. .. 4 584 4 426 2 03 1 S ept iemb re .... .. .. . . .. .. . . . . 4 608 4 2 8 9 2 276 Oc tub re . ... . . ... . ... .. . . ... . .. 4 401 3 142 2 642 Nov iemb re .. . . . . . ... . . . . . .. . 4 322 3 3 75 2 642 D ic iemb re ..... .... . . ..... ... 4 288 2 483 2 807 Media /m es .. . .. . . ... . ... . . . .. 3 658 Fuente:

Ill. l .

2 962 2 970 3 050 3 326 3 318 3 618 3 398 3 556 3 675 3 884 5 123 4 368

5 710 6 258 6 697 7 032 7 1 25 6 291 5 996 5 716 6 1 73 5 614 5 066 5 397

5 601 5 234 4 801 4 748 4 525 4 095 3 866 3 816 3 605 3 222 2 936 2 889

3 478 3 120 3 1 70 3 220 3 520 3 470 3 470 3 520 3 620 3 820 4 200 5 020

5 315 5 012 4 960 4 962 4 915 4 915 5 11 5 5 415 5 590 5 985 7 665 8 267

3 884 2 699 3 600 6 089 4 1 1 1 3 633 5 672

INE,

Reseiia estadística de la província de Oviedo, 1975; Consejo Económico Sindical, Informe económico social dei área, Oviedo, 1 976. Elaboración propia.

El ca:ácter dicotómico de la estructura empresarial asturtana

La dinámica de reestructuración en el sector carbonífero conllevó la desaparición de numerosas pequenas y medianas empresas entre 1 963 y 1 967, fecha esta última que, con la creación de HUNOSA marca el inicio de una nueva estrategia sectorial encaminada a la est;talización de las explotaciones hulleras 62 . Así pues, en un proceso que se inicia en marzo de 1 965 bajo la , . de la concertación, las 1 2 1 empresas carboníferas existentes en eg1da 1 963 quedaron reducidas a 88, por cierre o fusión, en 1 967. 6 2 Siguiendo e! :r! terio de ] ulio Fonseca, de acuerdo con e! número de empleados, las empr�sas se claslftcan en tres grupos : pequenas empresas : entre 1 y 99 trabajado­ res; �edtanas empresas : entre 1 00 y 999 trabajadores ; grandes empresas: más de 1 000 traba1adores. Véase Julio Fonseca, Análisis estructural de la economía asturíana, Oviedo, 1 972, pp. 293-294.

1 22

Carmen Benito de/ Pozo

El principal efecto sobre la estructura empresarial minera lo cons­ tituyó el cierre de explotaciones marginales. A lo largo dei ano 1 966 desaparecen 22 empresas -con un total de 1 5 1 8 trabajadores- y durante los meses de enero y mayo de 1 967 fueron 1 1 las afectadas. En el conjunto de pequenas empresas, este fenómeno tuvo más in­ cidencia en las de mayor dimensión, es decir, aquellas que emplea­ ban entre 5 1 - 1 00 trabajadores, en tanto la reducción numérica de las medianas empresas recayó especialmente en aquéllas de menor ta­ mano (de 1 01 a 250 trabajadores). En total desaparecen 27 pequenas empresas y 1 3 de tamano medio 63• En minas metálicas la Acción Concertada se dejó sentir sobre las pequenas empresas extractivas, quedando reducido en algo menos de la mitad el número total de és tas entre 1 963 y 1 967. Sin embargo, no puede afirmarse que la concertación produjese modificaciones drásticas en la estructura dimensional de las empresas carboníferas. En términos relativos, dicha estructura apenas varió, a pesar de la disminución dei número de pequenas y medianas empre­ sas. El hecho de que gran parte de éstas quedaran al margen de los beneficios de la concertación provocó un efecto de selección natural, de modo que sólo aquéllas con los suficientes recursos económicos como para afrontar la renovación de sus estructuras productivas no sucumbirían a la crisis. En 1 967, el 93,07% de los establecimientos industriales asturia­ nos tenían menos de 1 00 trabajadores; el 5,45% ocupaban de 1 00 a 1 000 trabajadores, y tan sólo el 1 ,48% de las empresas superaban los 1 000 empleados. El predominio de la pequena empresa era tal que, incluso, el 48,9% de los establecimientos industriales daban ocupación a menos de seis personas y el 64,7% a menos de once. De ahí que la estructura empresarial dei sector secundario en Astu­ rias ofreciese, en conjunto, una imagen netamente minifundista 64• No obstante, la dimensión media de los centros industriales era superior a la nacional en las actividades extractiva, metalúrgica y de materiales de construcción, sin que por ello pueda hablarse de la existencia de una estructura dimensional mediana más que en los subsectores de metálicas básicas (928 empleados de promedio) y ex63 Cf J. R. Expósito y A. Muíi.oz, As turias frente a su reconversión industrial, Madrid, 1 966, pp. 61-68. 64 Cf Julio Fonseca, ob. cit., p. 297.

Coyuntura y transformaciones económicas

1 23

tracción de carbones (promedio de 438 trabajadores), en tanto el resto se configuran como actividades dominadas por la pequena em­ presa, lo que resulta especialmente significativo en <
ano

65 AHP/AISS-Oviedo, Informe de la situación económica de la provincia 1970, Oviedo, Consejo Económico Sindical de Asturias, 1971.

durante e/

Carmen Benito del Pozo

124

Cerámica y Transformados metálicos, el nivel era apreciablemente . 66 supenor . . . ,. . De las veintiocho empresas con más de 500 trabajadores, ��ciseis (es decir, el 5 1 , 1 %) pertenecían al subsector del � etal ( 5 bas1cas y 1 1 de transformados) ; cuatro (el 14,2%) a Extraccwn de hulla, y dos (el 7,1 % ) a Cerámica , Vidrio y Cemento . En 1 972, la estructura dimensio nal de las empresas en los sub­ sectores del combusti ble, metal y construcción se define por el pre­ domínio de la pequeõa empresa (en las tres ran:as �ita� �s, ésta :e­ presenta más del 90% de las existentes), una d1smmucwn rela.uva le- de la mediana -e incluso absoluta en el caso del combustib emp :esas, aunque grandes de empresa, y una escasísima presencia a, merezcan producuv capacidad y éstas, por su volumen de empleo esas. _ el calificativo de hiperempr . El sector de la construcción aparece dommado por la pequena empresa, tanto en lo que respecta al número e importancia de las existentes (1 385, que suponen el 97,5% del total) c?mo por el vo­ lumen de empleo que acaparan (el 61 % ) . Las medianas y grandes empresas son aquí escasas, aunque su participación en .el empleo sectorial no sea desdeõabl e: el 20,3% y el 1 8,5% respecu�amente. En el ámbito metalúrgi co (básicas y transform ados), al 1gual que en el combustible, disminuyó la mediana y gran empresa en favor

�

CUADRO

28.

Tamaiio medio de los centros productivos en 1971

de a ctiv idad ).

(po r rama s

Asturias

Espana

Alimen ta ción , beb ida s y taba co . ...... ... ....... ........ . Te xtil ..... . ...... .. ............. . .... . ... . . . .... ........... . ..... Made ra y co rcho................ ............. ... ............... . Pape l, p ren sa y a rte s g ráf ica s... .... .................. . ... Cue ro , ca lzado y confe cción............................... . Quím ica s ........................... ................. .............. . . Cemen to, vid rio y ce rám ica . ........ ... ....... . . ........ Me tálica s no b ásica s.. ...... . ... . .. .. ...... ........... . ..... .

13 44 7 10 28 26 59 63

19 52 5 15 15 23 14 31

.

24

17

TOTAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. .

Fuente: 66

SADEI,

Cf

Informe socioeconómico de Asturias, Oviedo, s.f.

SADEI,

Informe socioeconómico de Asturias, Oviedo, s.f.,

PP ·

30 ss.

Coyuntura y transformaciones económicas

125

de aquéllas de pequeõa dimensión (menos de 1 00 trabajadores) que experimentaron un espectacular incremento -sobre todo en el me­ tal- durante el período 1 967-1 972, si bien entre las empresas me­ talúrgicas el reparto del empleo del subsector está más equilibrado (32,7% en pequeõas empresas, 14,8% en medianas y 52,4% en gran­ des) que entre las dedicadas al carbón (7, 1 %, 27,8% y 64,9% respec­ tivamente). Correlativamente, se observa en ambas actividades una fuerte con­ centración empresarial a nivel de grandes empresas, factor que re­ duce el número de éstas y refuerza su control económico sobre los subsectores en los que se desarrollan. Así, en Combustible, las tres únicas empresas con plantillas superiores a mil trabajadores -Minas Figaredo, Minero Siderúrgica de Ponferrada (La Camocha) y HU­ NOSA- acaparan el 63,3% del empleo minero, del cual el 86,5% corresponde a la empresa estatal HUNOSA. En el Metal, una única empresa, ENSIDESA (tras absorber a UNINSA) , representa el 42,9% del empleo en esta rama productiva. El incremento de las industrias de transformación justifica el menor grado de monopolización de! empleo en la industria metalúrgica respecto a la hullera. Ya vimos que la reestructuración económica iniciada a mediados de los aõos sesenta, tanto en el acero como en el carbón, concluyó con la estatalización sectorial de la industria básica asturiana, ante la falta de iniciativa, e incluso retraimiento, del capital privado. Por tanto, monopolización productiva, hegemonía de las grandes empresas en el empleo industrial y estatalización sectorial, caracte­ rizan a la industria básica regional a comienzos de 1 970. Dado el peso de ésta en el conjunto de la economía regional -así desde el punto de vista del valor aõadido bruto como de! empleo-, la ato­ mización empresarial en el resto de las actividades industriales y la polarizada estructura dimensional de las empresas del sector secun­ daria, podemos calificar la estructura empresarial asturiana como dicotómica. Dicha dicotomía, fundamentada en el desigual desarrollo de las distintas ramas industriales, se combinaba con una estructura pro­ ductiva también dicotómica (carbón/acero) sustentada en la escasa diversificación sectorial que, a pesar de los cambias operados, seguía manteniendo a la economía asturiana estrechamente dependiente de 7 las industrias básicas 6 . 67

En 1 962 las actividades de metálicas básicas

y

minería generaban el 53,6% dei

1 26

Carmen Benito dei Pozo

Entre 1 972 y 1974 se produce un ajuste coyuntural que incide apreciablemente en la dimensión de las empresas industriales de los subsectores considerados. Así, en Combustible desciende el número de pequenas empresas (de 1 87 a 60) y el empleo generado por éstas (dei 7, 1 % al 4,0%) ; las medianas empresas incrementan s u importancia relativa, aunque desde el punto de vista laboral su participación desciende un tercio en términos absolutos y algo más de la mitad en cifras porcentuales. Sin embargo, las empresas con más de mil trabajadores pasan de tres en 1972 a siete en 1 974, acaparando el 78,7% dei empleo minero, lo que se explica por la incorporación a la categoría de grandes empre­ sas de aquellas que en 1 972, con una dimensión entre 500 y 1 000 trabajadores, no superaban el umbral de medianas empresas por su volumen de empleo, pero que en 1 974 han podido consolidar su posición económica en el subsector. Es decir, desde el punto de vista de la estructura dimensional, en el Combustible se retorna a una situación similar a la existente en 1 967, y en el Metal apenas hay modificaciones en lo que a dicha es­ tructura se refiere entre 1 972 y 1 9 74 68. En Construcción habría que senalar una disminución global dei número de empresas, que afectaría ai 50% de las de pequena dimen­ sión existentes en 1 972 y a las empresas con más de 500 empleados (que se ven reducidas a dos, y ninguna de ellas supera la plantilla de mil trabajadores), disminuyendo, asimismo, su volumen de em­ pleo, que pasa dei 1 8,5 al 4,9 % . Tan sólo las medianas empresas constructoras parecen beneficiarse de la coyuntura descendente que afecta a su actividad. Los datos sobre la estructura empresarial industrial por municí­ pios no hacen sino confirmar los rasgos que a nível regional venimos senalando, mostrando a su vez la intensa concentración espacial de las principales aCtividades productivas y la existencia de una elevada

VAB industrial de la región. En 1971 ambos subsectores acaparaban e! 48% de dicho VAB y el 39% dei empleo sectorial. Entre los anos 1 962 y 1971 las actividades de transformados metálicos llegaron a duplicar su participación en e! VAB industrial ai pasar dei 6% ai 1 3,5. Cf SADEI, Situación actual y perspectivas de desarrollo en Asturias, vol. 111, Madrid, 1 973, p. 382; y SADEI, Informe socioeconómico de Asturias, Oviedo, s.f., p. 23. 68 AHP/AISS-Oviedo, Memoria de la Organización Sindical, 1973 ; Censo de Em­ presas, 1974.

Coyuntura y transformaciones económicas

127

especialización económica sectorial en los principales núcleos de la zona centro de Asturias 69 . Otro aspecto a considerar, no tanto por su trascendencia econó­ mica como laboral, sería el grado de dispersión empresarial atendien­ do ai número de centros de trabajo existentes. En este sentido, se observa una relación directa -con peculiaridades sectoriales- entre la dimensión de la empresa (según plantilla) y los centros de trabajo que la integran (véase cuadro 29). CUADRO

29.

Relación entre número de empresas y centros de trabajo en 1972 (seg ún d imen sión y po r a ctividade s). < 100 E

Co mbust. . .... . Meta l........ . ...... Con str. ..... .......

c

101-500 %

187 2 1 9 85,3 834 1 891 44,1 1 385 1 524 90,8

> 500

E

c

%

E

c

%

14 39 29

39 41 35

35,8 95,1 82,8

4 10 5

24 13 11

1 6,6 76,9 45,4

Fuente: AHPIAISS-Oviedo, Memoria de la Organización Sindical, 1973. Elaboración propia.

En general, en el contexto de la pequena empresa, la correspon­ dencia entre el número de éstas y los centros de trabajo es elevada, ya que son escasas las empresas con más de un centro productivo. Es el subsector de la Construcción el que presenta menor grado de dispersión (90,8%), seguido dei Combustible (85,3) y Metal (44,1 ) ; en esta última actividad s e registra un promedio d e algo más d e dos centros de trabajo por empresa (véase cuadro 29), situación que se invierte al referimos al ámbito de la mediana empresa metalúrgica, pues aquí la correspondencia entre empresa/centros de trabajo es casi total (95, 1 % ), mientras que en Combustible hay una media de tres centros de trabajo por entidad empresarial de tamano medio (35 ,8% ), y en Construcción se mantiene un bajo nível de dispersión (82,8%) 70 • 69 Los datos para 1 974 están tomados dei Censo sindical de empresas con seis o más trabajadores en 30 de junio de 1 974, AHP/AISS-Avilés, caja núm. 3 329. 70 Dicha correspondencia puede expresarse porcentualmente, de modo que e! ma­ yor grado de dispersión empresarial se refleje en un porcentaje empresa/centros de trabajo más reducido.

128

Carmen Benito dei Pozo

Entre las grandes empresas se refuerza la tendencia a una fuerte dispersión en el subsector del Combustible, pues en 1 972 cuatro empresas se distribuían en 24 centros de trabajo; en Construcción, donde apenas alguna empresa superaba los 1 000 trabajadores, la relación era de 2 centros por empresa; y en Metal la dispersión era muy reducida : 10 empresas y 13 centros de trabajo. Así pues, podemos afirmar que el grado de dispersión empresa­ rial en el subsector del Combustible se incrementa notablemente conforme aumenta la dimensión de la empresa (por motivos deriva­ dos de la propia naturaleza de la actividad extractiva). Contraria­ mente, en el Metal la concentración empresarial es mayor entre las grandes empresas, multiplicándose el número de centros de trabajo según se reduce la dimensión de aquéllas. En Construcción, el grado de dispersión es comparativamente bajo en el conjunto de las em­ presas dedicadas a esta actividad. Dado que la articulación interna de la empresa en uno o más centros de trabajo (según sus dimensiones) incide directamente en la organización de la mano de obra disponible, y dicha articulación está mediatizada por las condiciones de producción específicas de cada una de las actividades económicas, el análisis anterior interesa por cuanto a partir de él es posible establecer hasta qué punto la capa­ cidad de alteración o resistencia de la fuerza de trabajo a las condi­ ciones laborales impuestas aparece vinculada al grado de concentra­ ción de la mano de obra en los centros de producción, a su perte­ nencia a una gran empresa, o a una determinada rama productiva.

SEGUNDA PARTE

LA POLÍTICA SOCIOLABORAL DEL RÉGIMEN O EL PATERNALISMO AUTORITARIO

4.

EL MARCO JURÍDICO-INSTITUCIONAL DE LAS RELACIONES LABORALES

El sistema de relaciones laborales en la Espaõa franquista presenta dos etapas claramente diferenciadas : La primera, coincidiendo coo el período autárquico, se abre en 1 938 coo la promulgación dei Fuero dei Trabajo, prolongándose hasta finales de los aõos cincuenta. Se caracteriza, a grandes rasgos, por el dirigismo estatal en materia laboral, ejercido a través de las Reglamentaciones de Trabajo ; la existencia de un mercado de trabajo artificial y rígido ; la imposición de niveles salariales próximos a los mínimos de subsistencia ; una elevada tasa de explotación de la fuerza de trabajo que impulsa un proceso de acumulación intensa -al que no es ajeno el descenso constante dei poder adquisitivo de los sala­ rios-; y finalmente, la inexistencia de contratación colectiva. La segunda fase se consolida, después de unos aõos de transición (bienio 1 956-1 958), a partir de 1 958 coo la instauración de la nego­ ciación y contratación colectivas. La aplicación dei Plan de Estabili­ zación retrasó, sin embargo, hasta 1 962 los efectos de la Ley de Convenios Colectivos que, por un lado, permitía la flexibilización dei anterior marco de relaciones laborales, y por otro, introducía mecanismos que hacían posible la extracción de plusvalía relativa en el contexto de una contratación colectiva sujeta todavía a fuertes condicionantes institucionales 1 •

1 Acerca d e l a caracterización d e estas dos fases, véase Serrano y Maio de Molina, Safarias y mercado de trabajo en Espana, Madrid, 1979.

1 32

Carmen Benito del Pozo

I. EL FUERO DEL TRABAJO : IDEOLOG Í A, PROPAGANDA Y REALIDAD

El Fuero del Trabajo constituye, sin duda, la pieza clave del orde­ namiento laboral franquista; en él están contenidos los princípios ideológicos, políticos y sociales que conforman e! todavía incipiente Nuevo Estado. Promulgado el 9 de marzo de 1 938, leyes posteriores desarrollarán sus postulados, primero atendiendo a una mayor ob­ servancia de la doctrina nacionalsindicalista que inspiró el texto y, posteriormente, en abierta contradicción con el espíritu del mismo 2• El franquismo, cuyos fundamentos descansan en una concepción sociopolítica de corte tradicional, antiliberal y antimarxista, buscó en la doctrina falangista el instrumento ideológico necesario para elaborar una teoría general del Estado acorde con e! régimen auto­ ritario que se pretendía instaurar 3 • En materia laboral, tanto el cor­ porativismo de arraigo carlista como el sindicalismo católico y falangista concurren en la definición de una alternativa -autocalifi­ cada de «revolucionaria>>- que zanje drásticamente la denominada cuestión social. Dicha alternativa conllevaba la destrucción del mo­ vimiento obrero, como ponen de manifiesto las primeras disposicio­ nes que ai respecto se dictan en la zona naciona/ 4• En este sentido, el Fuero del Trabajo adquiere un notable valor propagandístico, al preconizar un futuro orden social armónico donde la lucha de clases habría sido eliminada y donde las organizaciones obreras se susti2 El Fuero dei Trabajo fue objeto de numerosos estudios monográficos poco des­ pués de su promulgación. Así, los de Prieto Castro y Sancho Izquierdo, Ilustración popular al Fuero del Trabajo, Zaragoza, 1 938; Serrano, El Fuero del Trabajo, Valladolid, 1939; Gallart Folch, Los principias fundamentales del Fuero del Trabajo, Barcelona, 1939; Garrigues, Tres conferencias en !talia sobre el Fuero del Trabajo, Madrid, 1939; etcétera. 3 Como senala S. G. Payne, «el Caudillo no necesitaba una rigurosa doctrina ideológica dei Estado; le bastaba con una teoría general de los principios autoritarios. Su fórmula ideal era un sindicalismo conservador, unido a un control directo dei Estado en materia económica, vinculado espiritualmente ai catolicismo y siempre dispuesto a toda clase de compromisos tácticos» (Falange. Historia del fascismo es­ pano!, Madrid, 1 985, p. 220). 4 Sobre las disposiciones sociales emanadas de la Junta de Defensa y la Junta Técnica de Estado desde 1936, véase Julio Aróstegui, « Los componentes sociales y políticos» en vv AA, La guerra civil espano/a, 50 anos después, Madrid, 1 986, 2.' ed., pp. 98 ss.

j

El marco jurídico-institucional de las relaciones laborales

133

tuirían por sindicatos verticales superadores de los viejos antagonis­ mos interclasistas 5• El ideal falangista de crear un Estado nacionalsindicalista basado en la titularidad sindical de los medios de producción y en la corre­ lativa desaparición de las categorías de patrono y obrero, subsumidas en la única de productor, se truncó en 194 1 . No obstante, dejó su huella en importantes normas del ordenamiento jurídico laboral como son el Fuero del Trabajo, la Ley de Bases de la Organización Sin­ dical (194 1 ) y el Decreto sobre Reglamentaciones de Trabajo ( 1 942). Por ello consideramos de interés aludir someramente a la propuesta 6 nacionalsindicalista en materia laboral . Según Sempere Navarro, el nacionalsindicalismo interpreta el De­ recho del T.rabajo dentro de la corriente anticontractualista, opo­ niéndose tanto al contrato individual como al colectivo, abogando por la teoría de la relación de trabajo donde el igualitarismo dei contrato (concebido como instrumento de mercantilización de la ac­ tividad humana e instigador de los enfrentamientos de clase) se sus­ tituye por una inserción jerarquizada dei individuo en la empresa, entendida ésta como <> 7. La Ley del Contrato de Trabajo de 1 944 consolida definitiva­ mente el abandono que ya desde 1 942 experimenta la tesis relacio.. .

s Cf Miguel Á ngel Aparicio, «Sobre los comienzos dei sindicalismo franquista» en J. Fontana (comp.), Espana bajo el franquismo, Barcelona, 1 986, p. 79. También el mismo autor en El sindicalismo vertical y la formación del Estado franquista, Bar­ celona, 1980, pp. 53-55. 6 En esta cuestión nos valemos dei excelente estudio de A. V. Sempere Navarro, Nacionalsindicalismo y relación de trabajo, Madrid, 1 982. 7 Ibid. , p. 304. Acerca dei significado técnico de la categoría doctrinal relación de , trabajo y la concepción política que la sustenta, véase también Efrén Borrajo Dacruz, «La teoría de la relación de trabajo en el Fuero dei Trabajo», en Revista de Trabajo, núm. 2, Madrid, 1963, pp. 1 8 1 -202.

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nista entre los juristas espaiíoles, imponiendo la figura contractual como fuente constitutiva de los vínculos jurídicos de trabajo. En su preámbulo, el Fuero del Trabajo se declara a favor de un sistema económico << sindicalista» que rechaza tanto el capitalismo liberal como el materialismo marxista 8 • La definición, no obstante, de esta pretendida tercera vía fue siempre ambígua, incluso en los textos joseantonianos de donde procede: Las personas que suponen que e! régimen capitalista está en quiebra, en sus últimas manifestaciones, entienden que este régimen capitalista tiene que dar paso a una de estas dos soluciones : o bien a la solución socialista, o bien a la solución sindicalista. Poco más o menos, los socialistas entregan la plus­ valía, es decir, ei incremento de valor dei trabajo humano, a la colectividad organizada en Estado. En cambio ei sistema sindicalista adjudica esta plus­ valía a la unidad orgânica dei mismo trabajador. Se diferencian los dos dei · sistema capitalista actual en que éste la adjudica ai empresario, ai que contrata e! trabajo. [ ... ] la Falange Espanola [ ... ] optó por ei sindicalista, porque creo que conserva, en cierto modo, ei estímulo y da una cierta alegría a la unidad orgánica dei trabajador 9•

La retórica falangista, con una fuerte carga demagógica, no hacía más que encubrir una propuesta política que en sí misma no impli­ caba alteración alguna de las bases estructurales, económicas, del capitalismo sino que simplemente renegaba de un liberalismo que en los aiíos treinta había mostrado su incapacidad para superar sin al­ teraciones sociales la crisis cíclica del sistema. Frente a la amenaza de revolución obrera, el intervencionismo estatal se presentaba como única garantía, no de un «orden nuevo» sino del status quo de la vieja clase dominante. De ahí que la falangista fuese siempre la re­ volución pendiente 1 0 • Los apologistas del nacionalsindicalismo a comienzos de los aiíos 8 Sobre la aportación doctrinal de Falange ai Fuero dei Trabajo, véase S. Ellwood, Prietas las filas. Historia de Falange Espano/a, 1933-1983, Barcelona, 1 984, pp. 1 1 7- 1 19. 9 Palabras de José Antonio Primo de Rivera, fundador de Falange, en noviembre de 1 936, recogidas por José M.• Mancisidor, en Frente a frente. José Antonio ante el Tribunal Popular, Avila, 1 963, p. 60 ; citado por Carlos Iglesias Selgas, Los sindicatos en Espana, Madrid, 1 966, 2.' ed., pp. 1 5- 1 6 (nota 1 ). E! subrayado es nuestro. 1° Cf S. Ellwood, ob. cit.; S. G. Payne, ob. cit. y M. A. Aparício, «Sobre ... (pp. 78 ss.) y El sindicalismo . (pp. 54-55). »

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cuarenta tampoco avanzaron en la clarificación de su alternativa. Sirva de ejemplo Guillén Salaya: A las etapas dei capitalismo hemos de ir oponiendo las etapas de! nacional­ sindicalismo, y a la conciencia profesional basada en la defensa de intereses homogéneos y a la solidaridad de clase, patronal u obrera, urge yuxtaponer la disciplina colectiva, ei sentimiento comunitario y la solidaridad nacional 1 1 •

Según l a Declaración I del Fuero, e l trabajo n o puede reducirse a un concepto material de mercancía puesto que constituye la «par­ ticipación del hombre en la producción mediante el ejercicio volun­ tariamente prestado de sus facultades intelectuales y manuales, según la personal vocación, en orden al decoro y holgura de su vida y al mejor desarrollo de la economía nacional>>, comprometiéndose el Estado (Declaración II) a velar por la defensa del trabajador, su vida y su trabajo, regulando la jornada laboral, el trabajo a domicilio, el descanso dominical y festivo, las vacaciones retribuídas y el disfrute del ocio. El salario será el suficiente para garantizar «al trabajador y su família una vida moral y digna>> (Declaración III). Partiendo del presupuesto histórico de una ley de mercado per­ judicial para el trabajador, se proscribe, en consecuencia, la libre cotización del trabajo, siendo el Estado quien fija las remuneraciones salariales (aspecto éste desarrollado posteriormente en la Ley de Re­ glamentaciones de 1 942), con lo cual se pretende no sólo evitar el enfrentamiento entre patronal y trabajadores en materia salarial, sino reforzar el dirigismo económico, sentando las bases del monopolio estatal en la regulación de las relaciones laborales. Se establece, asi­ mismo, que el contenido primordial de éstas será «tanto la presta­ ción del trabajo y su remuneración, como recíproco deber de lealtad, la asistencia y protección en los empresarios y la fidelidad y subor­ dinación en el personal>> 1 2 . La negación del carácter mercantil del trabajo proporcionará aiíos después el fundamento ideológico para imponer una política de ab­ soluto intervencionismo en materia salarial como medida antiinfla­ cionista: los llamados decretos de política de salarios de 1 944, donde se fijará no ya un salario mínimo sino máximo. 11

Guillén Saiaya, Historia de! sindicalismo espano!, Madrid, 1 94 1 , pp. 99- 1 00. 12 Declaración m.4 dei Fuero dei Trabajo. Cf Carlos Molero Manglano, Funda­ mentos de las relaciones laborales colectivas, Madrid, 1 986, pp. 238-239.

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Ahora bien, el control estricto de los salarios tal y como se p :e­ veía en el Fuero no fue efectivo, según Gaspar Bayón, por vanos factores : 1 .0 No se prohibió con carácter general la elevación espontánea de los salarios sino sólo cuando ésta tuviera cierto grado de genera­ lidad por rama de actividad y en cierta �on� t�r�itorial : Es decir, � e . admite la subsistencia de una contratacwn mdtvtdual hbre a condtción de que ésta fuese de escasa trascendencia eco�ómica. . 2 . 0 El Estado no pudo impedir las mejoras salanales cla��estmas, reconocidas explícitamente anos después con las alzas ohe1ales de 1 956. A partir de esa fecha, las normas salariales estat�les recobrarán . el carácter de mínimos, de modo que, mantemendo vtgente el punto 2 de la Declaración I dei Fuero, el salario suficiente teórico no se sometía a la ley de la oferta y la demanda pero sí lo hacía el salario real en cuanto excedía de aquél 13• . Dado que la coyuntura económica no permití: �n ajuste salanal . constante que asegurase al trabajador ese grado mtmmo de bten� star personal y familiar que el Fuero pr�clam �ba, la empresa� a traves e diversos servicios asistenciales (obhgatonos o voluntanos) debena contribuir no sólo a la mejora de las condiciones de trabajo sino también a la dignificación de la vida de sus trabajadores (Declaración VIII, 4). Al respecto, hay que seiíalar que una d � las fó:�ulas que acompaiía a los bajos salarios en los paí�:s poco md�stnahzados es la propensión a completar la remuneracwn monetana d � los :raba­ . jadores con un conjunto de servicios, que con la denoi?� naCl�n ge­ . nérica de asistencia social, ofrecen las empresas : serv1c1o medtco, comedor, vivienda, economato, becas de estudio, residencias veranie­ gas, etc. Esta forma de salario encubierto se atenúa con el desarrollo económico, siendo las grandes empresas las que prestan mayor aten­ ción a esta vertiente social 14. La figura dei jefe de empresa (VIII, 3) -tomada de la normativa

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1 3 Cf Gaspar Bayón Chacón, «lnterpretación dinámica dei Fuero dei Trab �jo», en Revista de Trabajo, núm. 2, 1 963, pp. 29-69 y 3 1-39. Dtchas normas sal�nales serían, entre otras, el Decreto 2 1 -3-1958 sobre absorción de mejoras :oluntanas; la Ley de Convenios Colectivos de 1958 ; e! Decreto 21-9� 1 96� sobre me�oras volunta­ . rias absorbibles, reducibles y suprimibles; e! salano mmtmo mterprofeswnal de 1 963, etcétera. 1 4 José Jané Solá, El problema de los salarios en Espana, Barcelona, 1 969, pp. 1 98- 1 99.

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laboral de la Alemania nazi y la ltalia fascista- expresión dei diri­ gismo estatal en la economía, aparece en el Fuero dei Trabajo sin definición precisa, pues no sabemos si tal figura alude a un repre­ sentante dei Estado en los centros de producción distinto dei pro­ pietario de la empresa, o si sobre éste recaía tal función. De cual­ quier manera, como seiíala M. A. Aparício, ,,eJ jefe de empresa, en el sentido político dei término, no llegó a funcionar nunca en la práctica concreta de las relaciones industriales» sino que el mismo se identificá siempre con el empresario 1 5• La Declaración XI seiíala que « Los actos individuales o colectivos que de algún modo turben la normalidad de la producción o atenten contra ella, serán considerados como delitos de lesa patria>>, aludien­ do al sabotaje, cierre patronal, huelga u otra manifestación dei con­ flicto laboral, afirmación que, según Molero Manglano, no es nin­ guna originalidad en el contexto de los regímenes autoritarios, y de hecho sería posteriormente sancionada por el Código Penal 1 6 • Es en la Declaración XIII donde el Fuero de! Trabajo se vincula directamente a los postulados falangistas, donde el partido único FET y de las JONS puede satisfacerse en el reconocimiento normativo de su proyecto de organización estatal sindicalista. Es también la decla­ ración cuyo espíritu, por avatares políticos venideros, quedará des­ figurada en mayor medida, volviéndose contra el franquismo en tér­ minos de revolución traicionada. En ella se afirma que «la organización Nacionalsindicalista dei Estado se inspirará en los princípios de Unidad, Totalidad y Jerar­ quía>> (XIII, 1 ) . El sindicato vertical se define como una corporación de derecho público que acoge tanto a empresarios como a trabaja­ dores, ordenado jerárquicamente bajo la dirección de! Estado y con­ trolado por Falange (XIII, 3 y 4). Como instrumento de la política económica estatal, el sindicato disfrutará de amplias atribuciones eco­ nómicas, sociales y asistenciales -conocer los problemas de la pro­ ducción y proponer soluciones; intervenir en la reglamentación, vi­ gilancia y cumplimiento de las condiciones de trabajo; atender la formación profesional, oficinas de colocación, etcétera. Las dos últimas Declaraciones dei Fuero son puramente coyun15 M. A. Aparicio en El sindicalismo. . , pp. 64-67, hace un interesante comentario interpretativo de tal figura. La cita en p. 65. 1 6 Carlos Molero Manglano, ob. cit., p. 239. .

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turales y propagandísticas, impregnadas de halago y promesas para quienes luchan por la causa nacional: En la fecha en que esta Carta se promulga, Espaiía está empenada en una heroica tarea militar, en la que salva los valores dei espíritu y la cultura dei mundo a costa de perder buena parte de sus riquezas materiales [ ... ] (XV, 1). E! Estado se compromete a incorporar la juventud combatiente a los puestos de trabajo, honor o de mando, a los que tienen derecho como espaiíoles y que han conquistado como héroes (XVI, 1).

II. LA VERTEBRACIÓN DEL SINDICALISMO FRANQUISTA: LA ORGANIZACIÓN SINDICAL ESPANOLA

Creada formalmente en enero de 1 938, la Organización Sindical Es­ paiiola (OSE) fue desde sus comienzos monopolio oficial de Falange, constituyéndose en el principal canal de influencia dei partido en la organización estatal franquista. Dicho control, previsto ya en los estatutos de unificación de FET y de las JONS en agosto de 1 937, 7 sería ratificado, como vimos, por el Fuero del Trabajo 1 . La construcción normativa de los sindicatos verticales sigue un proceso correlativo a la supresión de los sindicatos históricos exis­ tentes en 1 936. El Ministerio de Organización y Acción Sindical, creado en octubre de 1 938, asumió las competencias sindicales que en principio tenía asignadas la Falange; en abril, se habían consti­ tuído las Centrales Nacional-Sindicalistas con las que se ponía fin ai dualismo que representaba la existencia de los sindicatos falangistas, no afectados por los decretos abolicionistas : las Centrales Obreras Nacionalsindicalistas (CONS) y las Centrales Empresariales Nacional­ sindicalistas (CENS), organizaciones que todavía mantenían una es1 7 El capítulo VII de los estatutos de FET de las JONS contiene los artículos 29 y 30 referentes a los sindicatos. Las modificaciones introducidas en el Fuero del Trabajo en 1967 darían fin ai acaparamiento falangista de los puestos administrativos de la Organización Sindical. Las obras citadas de Ellwood (pp. 1 1 7 ss.) y Payne analizan detalladamente estas cuestiones. AI frente del Ministerio de Organización y Acción Sindical dei primer Gobierno franquista (febrero de 1 938-agosto de 1 939) se situó ai falangista Pedro González Bueno, y como primer delegado nacional de la OSE se nombra en septicmbre de 1939 ai jerarca dei partido, Gerardo Salvador Merino.

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tructura derivada de la concepción horizontal y clasista de los sindi­ 1 catos 8 • II. ! . Configuración de los sindicatos verticales

La LeY_ de f!ni�ad Sindical de 26 de enero de 1 940 dispuso que <
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�abiendo a�optado e! si�dicalismo espaiíol, por imperativo de la legislación vigente, e! sistema umtano, no parece lógico que, mientras los trabajadores no disponen más que de las organizaciones incorporadas a las entidades sindicales, puedan los empresarios disponer, para las mismas finalidades, de dos organizaciones distintas, faltas de la necesaria articulación 20. Poco después, la Ley de Bases de la Organización Sindical (6 de . _ dlClembre de 1 940) trazará -tal y como declara en su preámbulo­ l�s líneas fundamentales dei orden sindical, la jerarquía de sus orga­ msmos, la índole de sus funciones y su articulación con el Estado y 18 M . . A. � paricio («Sobre... pp. 82-92) nos ofrecc una exhaustiva recopilación de la leglslacwn que se d1cta en e! bando franquista encaminada a eliminar todo vestigi? de las organizaciones políticas y sindicales que actuaban durante e! período republicano, a la vez que se va articulando e! sindicato único y vertical. 1 9 Artículo ! .o de la Ley de Unidad Sindical, en BOE, 31- 1 - 1 940. 20 C. Iglesias Selgas, ob. cit., p. 433. Similar crítica se recoge en El Sindicato como institución jurídica, Madrid, OSE, 1966, p. 59. »,

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el Movimiento 2 1 • Los princípios inspiradores de dicha ley se resu­ men en los siguientes : Principio de la Comunidad Nacionalsindi��lista : � xpr: sa la uni­ dad profesional y económica de la produccwn, arnculandose sus diversas ramas en una sola entidad. Principio de la empresa como unidad ;:erarquizada : la empresa _ como un como unidad de producción y célula sindical se conClbe todo unitario y jerarquizado en el que se integran los distintos elementos de la misma (capital, técnica y trabajo). Principio dei dualismo económicosocia_l; la ley :scmde lo ec? n� ­ _ a los �mdt­ mico y lo social, atribuyendo la ordenacwn economtca catos nacionales y encomendando la ordenación so�ial a los orgarus�os _ _ locales y provinciales. Consecuentemente, se escmde la st� dtcaciOn : _ tcatos na­ la empresa como unidad económica se integra en los Smd _ cionales de manera directa, y la sindicación de los trabajadores (o productores) se atribuye a las CNS y org�nismos locales. En tal es­ tructuración subyace la división interclaststa que, aunque aten��da por el verticalismo y rotundamente negada por el discu� so �ftClal, _ _ J Undtco. persistió de forma soterrada incluso en el ordenamtento Principio jerárquico o de mando: presente en la ya come�tad� Declaración XIII del Fuero del Trabajo, la Ley de Bases lo aphcara tanto a la empresa como a la compleja estructura si?dical, artic� lada ésta por relaciones de subordinación e� tre sus � �e� bros Y Jerar­ quías, que culminan en el Delegado NaciOnal de Smdtcatos, a su vez subordinado a las autoridades superiores de Falange. Principio funcional de la Organización Sindical: se regula la ac­ tividad de los organismos sindicales, atribuyéndoles una esfera pro­ pia de actuación en e! ámbito económico, social y asistencial. .

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La destitución en julio de 1 94 1 de Gerardo Salvador Meri�o, primer delegado nacional de Sindicatos, p� r el r� ic�lism� falangtsta _ mostrado durante su gestión, marca una mflex10n tdeologtca en el seno de la Organización Sindical tendente a su despoliti�ación. Si _ bien no se cuestionó el control de la Falange sobre los smdtcatos,

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21

ori­ Ley de Bases de la Organización Sindica l, BOE, 7� 12� 1 940. Un� pormen se que ttcales ve os smdtcat los de ra ; zada exposición de la organización y estructu Es­ Szndzcal aczon Organzz La es, Sindical s Estudio de Centro en 940 1 en configuran paiiola, Madrid, 1 957.

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se produjo una modificación de los órganos de dirección central de la OSE mediante la previa reorganización de la Secretaría General del Movimiento (Decreto de 28 de noviembre de 1 94 1 ) y de la Delega­ c_ión Nacional de Sindicatos (Orden de 29 de noviembre de 1 94 1 ). Esta pasaría a estar integrada por una Secretaría Nacional y cuatro Vicesecretarías N acionales : Ordenación Social, Ordenación Econó­ mica, Obras Sindicales y Ordenación Administrativa. Se dota a la OSE de una estructura orgánica unitaria, fundiendo la vertiente eco­ nómica y social, e incrementando sus tareas asistenciales 2 2 • Se trataba de delimitar estrictamente la línea política de mando y la línea económico-social o representativa : las CNS constituirían la línea política, depositarias de las consignas del Movimiento o parti­ do, y los Sindicatos la línea económico-social, encargados dei encua­ dramiento y disciplina de los trabajadores. Ambos organismos apa­ recían como autónomos entre sí, pero en realidad los Sindicatos se subordinaban políticamente a la Falange. Para una mejor compren­ sión del entramado organizativo de la OSE, véase el apêndice 1 , pp. 4 1 1 -4 1 3 . Los organismos sindicales eran entidades d e encuadramiento no de afiliación de los productores, de ahí que formalmente la sindica­ ción no fuese obligatoria, aunque legalmente las organizaciones pa­ tronales y las empresas sí debían integrarse en los Sindicatos nacio­ nales. En su vertiente obrera, el sindicalismo franquista se basaba fundamentalmente en el sindicato de Industria, siguiendo el criterio de rama económica, de ello se deriva que las agrupaciones sindicales tuviesen como referencia la actividad económica y que en la distri­ bución de puestos en las Juntas se tomase en consideración la cate­ goría profesional -empresarios, técnicos, administrativos y obre­ ros 2 3 . La pretensión de que la acción sindical -«tan vasta y transcen­ dente»- alcanzase a Ia totalidad de los problemas de la producción 22 Con relación a los motivos y consecuencias dei cese de Salvador Merino, véase S. Ellwood, ob. cit., pp. 124- 126 y M. A. Aparício, El sindicalismo . . , pp. 1 69- 1 74 y 1 79 ss. Según Aparício, la salida de Salvador Merino de la Delegación Nacional de Sindicatos no fue una cuestión de disidencia ideológica -rebatiendo el pretendido izquierdismo de este falangista- sino una cuestión de absorción de poderes ( «So­ bre ... pp. 96-97). Cf Carlos Iglesias Selgas, ob. cit., pp. 254-255 y M. A. Aparício, E/ sindicalismo... , p. 1 84. 2 3 Cf M. A. Aparício, El sindicalismo . . , pp. 133-137 y C. Iglesias Selgas, ob. cit., p. 90. .

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llevó a dotar a los sindicatos de un triple ámbito de actuación, 4 reflejado en su estructura interna 2 • Así, los sindicatos franquistas asumían funciones económicas, sociales y asistenciales, que se con­ cretaban en lo siguiente : Función económica : consiste en << dirigir y ordenar la producción nacional>> mediante la regulación dei comercio exterior; creación, ampliación y clasificación de industrias ; fijación de precios; regula­ ción de mercados; formación de censos profesionales e industriales ; elaboración de estadísticas de producción y consumo ; fomento de la riqueza nacional y orientación fiscal. Tal función competía a los Consejos Económicos Sindicales, creados en 1 944 ( en realidad, és tos eran organismos mixtos de carácter oficial y sindical). Ahora bien, el papel dirigista en política económica que tales atribuciones conferían a los Sindicatos era más aparente que real: si la OSE desarrolló algún papel estrictamente económico, éste no con­ sistió, en absoluto, en la realización de programas interventores que habrían hecho realidad la pretensión nacionalsindicalista anterior a 1 94 1 de convertir al sindicato en eje de la economía, sino, más mo­ destamente, en labores de asesoramiento técnico. El discurso oficial -haciendo abstracción dei componente adulador consabido- no deja dudas ai respecto :

He

de referirme [habla José Solís] a la función colaboradora de los Sindi­ catos Verticales en e! estudio y en la realización de la política económica. Sobre la conveniencia -y aun sobre la necesidad- de que los Sindicatos presten efectivamente al Estado esa función colaboradora y auxiliar en ma­ teria social-económica, sobre la que hemos insistido reiteradamente. Las rea­ lidades económico-políticas vienen confirmando plenamente las previsiones de la doctrina falangista. La dirección estatal dei desenvolvimiento econó­ mico para no incurrir en e! camino de las socializaciones marxistas, ha de desarrollarse en último diálogo con los sectores de actividades interesadas en los resultados óptimos de la ordenación. E! exacto conocimiento de las posibilidades y de las características dei cultivo o de elaboración de produc­ tos o artículos manufacturados -costos, materias primas, consumo interior, etc.- es absolutamente imprescindible en nuestro tiempo para llevar a cabo 24 AHP/AISS-Riosa, caja 9277, Hajas Informativas: «Las funciones de la Organi­ zación Sindical>> ; Centro de Estudios Sindicales, ob. cit., pp. 1 1 7 ss. ; AHP/AISS-Gijón, Secretaría, Varias 1 967-1975: <<Estructura interna de los servicios centrales de la Or­ ganización Sindical».

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una adecuada política de comercio exterior, y todo ello está necesitado de nuestra colaboración, de la colaboración de los protagonistas dei hecho eco­ nómico que sois vosotros [los Sindicatos] 25•

Función social, « encaminada ai logro de la justicia social, velando por la armonía y conjunción de los intereses, aparentemente dispa­ res, dei capital _ r. tra�ajo», a través de la intervención en las Regla­ . Il_l�nta��ones ; vig�lancia � e � as . condiciones laborales (inspección, cla­ sificacwn profeswnal, dJsciplma, política salarial, etc.), jurisdicción laboral Cinformación y asistencia jurídica, conciliación sindical y co­ . laboraCión con las Magis �raturas) ; gestión de los seguros sociales ; . encuadram1ento y colocac1ón obrera y formación de dirigentes sindi­ cales. La competencia efectiva de la OSE en materia de tal importancia laboral como era la regulación de las relaciones de trabajo a través de las Reglamentaciones, fue, sin embargo, escasa, pues sólo se le recon? cía la facultad de propuesta (iniciativa para el estudio y ela­ _ de una Reglamentación y competencia para solicitar la adap­ boracwn tación de una Reglamentación nacional a las circunstancias de una determinada zona o localidad) y de asesoramiento (siempre que la Reglamentación fuese de ámbito nacional). La participación sindical fue, en este sentido, meramente testimonial frente al omnipotente Ministerio de Trabajo 26 • En cuanto a la función de vigilancia y cumplimiento de las con­ diciones laborales, la acción sindical estuvo muy mediatizada : ni las Juntas sindicales (con competencias en el tema) escapaban al control empresarial, ni los informes preceptivos de la OSE -en cuestiones que sobre esta materia se planteaban en las Delegaciones de Traba­ jo- eran determinantes. Ni que decir, que en política salarial los informes sindicales (preceptivos igualmente en expedientes origina­ dos como consecuencia de propuestas de aumentos de salarios sobre las escalas mínimas legales) eran completamente ignorados. Y en cues­ tión de faltas y sanciones impuestas a los trabajadores, la actitud 2 5 Cf ibid. y M. A. Aparicio, El sindicalismo ... , pp. 196 ss. La cita está tomada de Centro de Estudios Sindicales, La Organización Sindical... , oh. cit., p. 135: pala­ bras de José Solís, secretario general dei Movimiento desde 1 957 hasta 1965. E! subrayado es nuestro. 26 Véase Ley de Reglamentación dei Trabajo de 16 de octubre de 1 942, BOE, 23-10-1 942.

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patronal solía hacer caso omiso de los llamamientos sindicales a una justa aplicación de éstas 27• La colaboración con la Magistratura de Trabajo se limitaba a la posibilidad de los Sindicatos de presentar demandas cuya cuantía no excediese de 250 pesetas, y en localidades donde no hubiera Magis­ tratura, ante el juez municipal o ante el delegado sindical local. Ma­ yor importancia jurídica reviste la conciliación sindical en los con­ flictos individuales de trabajo, establecida como trâmite previa para acudir a la Magistratura. Sin embargo, en información y asistencia jurídica al productor la acción sindical tendrá gran relieve, pues del asesoramiento al traba­ jador (desconocedor casi absoluto de las más mínimas nociones del Derecho laboral vigente) y de la capacidad de los abogados del Sin­ dicato para defenderle jurídicamente en las demandas planteadas por incumplimiento patronal de la legislación laboral -o aplicación ex­ cesivamente rigurosa de los reglamentos internos-, dependerá que la dialéctica conflictiva de las relaciones de trabajo se resuelva en atención a un mayor respeto al ordenamiento laboral que, si bien concebido para ejercer un rígido control sobre la mano de obra, establecía (fruto del paternalismo que lo inspira) vías de actuación jurídica para contener el abuso empresarial. En la gestión de los seguros sociales obligatorios, la OSE colabo­ raba a través de tres organismos : Servicios Sindicales del Seguro de Enfermedad, Obra Sindical 1 8 de Julio y Obra Sindical de Previsión Social; contaba también con representación en el Instituto Nacional de Previsión (INP) y en las Mutualidades Laborales. La organización, dirección y funcionamiento de las Oficinas de Colocación se enco­ mendá a la Organización Sindical en 1 940 2 8. Función asistencial: «busca un mejoramiento de las condiciones de vida de los productores, especialmente en el orden moral y espi2 7 El estudio de los expedientes de regulación de empleo y crisis tramitados por la Delegación Provincial de Oviedo, nos ha permitido constatar la casi nula influencia de los informes sindicales en la resolución final de los mismos. Por otra parte, en la documentación de la AISS son constantes las quejas sindicales ante el escaso eco que tienen sus denuncias o propuestas sobre esta materia en instancias superiores. 28 El Decreto de 3 de mayo de 1940 traspasó los Servicios de Colocación Obrera a la Delegación Nacional de Sindicatos. El 10 de febrero de 1943 se promulgó una nueva Ley de Colocación que unificaba todas las disposiciones sobre la materia. Existían Oficinas de Colocación a nível local, comarca! y provincial.

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ritual. Supone una acción superadora de la propia función social » . La función asistencial s e ejerció a través d e los Patronatos d e las Obras Sindicales, creadas entre 1 939 y 1 943 por el siguiente orden: Artesanía, Hogar, Educación y Descanso (primero denominada Ale­ gría y Descanso), 1 8 de Julio, Colonización, Formación Profesional Previsión, Cooperación y Lucha contra el Paro. Todas ellas se regía� por el Estatuto de la Función Asistencial de 1 946 29• Por lo que a nuestro tema de estudio interesa, comentaremos brevemente las atribuciones de algunas de ellas. La Obra Sindical << 1 8 de Julio>> se fundó en 1 940 con el fin de prestar asistencia sanitaria a un amplio sector de población que en­ tonces dependía de la beneficencia estatal. Establecido el Seguro de Enfermedad en 1 942, la prestación de los servicios médicos siguió realizándose a través de la Obra en ausencia de otros centros con­ certados públicos o privados, aunque al ano siguiente se restringió su âmbito de actuación. A partir de 1 944, los Servicios Sindicales del Seguro de Enfermedad asumen las tareas de recaudación de las eua­ tas de empresarios y trabajadores para el Seguro de Enfermedad, y las prestaciones económicas y sanitarias pertinentes. En 1 947 el Con­ sejo Nacional de la Obra « 1 8 de Julio» acuerda la creación de un S�puro Li? re de Enfermedad del que se beneficiaba aquella pobla­ . en el Seguro anterior. Desde 1 950 la cwn trabajadora no mtegrada Obra expande su acción sanitaria en virtud de un concierto con las Mutualidades Laborales. A mediados de los anos sesenta, la extinción de la gestión dele­ gada del INP que venían realizando los Servicios Sindicales del Se­ guro de Enfermedad dejaba expédito el camino para una paulatina desaparición de la Obra << 1 8 de Julio» . Se trataba, en última instan­ cia, de definir en qué medida la OSE seguiría contribuyendo a la realización efectiva de la Seguridad Social una vez presentado el pro­ yecto de Ley de Bases -aspecto que, por otra parte, también afec­ taba a la Obra Sindical de Previsión. La Obra Sindical «Educación y Descanso>> creada el 14 de diciembre de 1 939 tenía como finalidad «proporcionar a los produc­ tores los medias necesarios para su expansión y formación, abrién­ doles los ho�izontes del arte, de la cultura y dei deporte, organizan­ do sus vacacwnes y reposos de tal manera que se consiga el máximo 29 AHP/AISS-Riosa, caja 9277, Hajas Informativas: «Las funciones de la Organi­ zación Sindical».

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bienestar, no tan sólo para ellos, sino para los familiares dependien­ tes económicamente de los mismos>> 30 . Sus funciones consistían bá­ sicamente en lo siguiente : Organización de los Grupos de Empresas o asociaciones de los trabajadores de éstas, relacionados según sus respectivas aficiones. Formación cultural y artística mediante el establecimiento de es­ cudas, academias y bibliotecas. Creación de albergues y residencias de descanso para trabajado­ res en período vacacional. Organización de viajes y excursiones durante el descanso sema­ nal. Acondicionamiento de los centros de producción. Instalación de Hogares dei Productor (centros recreativos y de reunión). Fomento de grupos folklóricos 3 1 • La Obra Sindical «Formación Profesionab, creada e l 8 de junio de 1 94 1 , se dedicó en un primer momento a la confección de censos laborales a partir de los cuales establecer las necesidades profesiona­ les de una zona o localidad determinada y a la promoción de los centros de formación adecuados, especialmente en áreas industriales. La formación profesional acelerada, destinada a la especialización de obreros no cualificados mediante cursos intensivos de seis meses de duración, adquirió gran relevancia a partir de 1 957, en relación al mayor interés oficial por la planificación de los recursos ( en este caso, mano de obra). La enumeración de los sectores destinatarios de dicha formación acelerada resulta elocuente al respecto : Especialización de jóvenes obreros de más de 1 8 anos, y adultos sin oficio con menos de 25 anos. Readaptación de obreros a nuevas técnicas u ofícios. Canalización de los movimientos migratorios de peones afectados por paros estacionales hacia núcleos industriales una vez instruidos profesionalmente. Readaptación de obreros con taras físicas 32. 3° Carlos Iglesias Selgas, ob. cit., p. 198. 31 AHP/AISS-Avilés, Educación y Descanso, cajas 3214, 3225, 3253, 3262 y 3282. 32 Por Decreto de 18 de octubre de 1 957 se creó la Oficina Sindical de Formación Profesional Acelerada.

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La Obra Sindical <> (que data de julio de 1 943) tenía, según los Estatutos de la Función Asistencial de 1 946, un amplio campo de actuación en esta materia que de hecho quedó reducido a las funciones que posteriormente asumió el Servicio Na­ cional de Encuadramiento y Colocación, a saber: Encuadramiento profesional de todos los trabajadores, a los que se les provee de una cartilla profesional. Promover la colocación de los trabajadores por medio de las oficinas provinciales, comarcales y registras de colocación. Registrar los contratos de aprendizaje. Informar acerca de cuestiones profesionales. Los servicios de colocación sindicales desarrollaban su actividad en coordinación con la Dirección General de Empleo dei Ministerio de Trabajo. La Obra Sindical <> fue creada el 1 1 de agosto de 1 94 1 con la misión de «colaborar con espíritu falangista y desde el plano sindical a la realización efectiva y práctica de los amplios cometidos que tiene asignados el Instituto Nacional de Previsión y, además, fomentar y dirigir por sí misma las Mutualidades de sindi­ catos o empresas,,, teniendo asignados los siguientes fines : Protección al asegurado sindical en materia de previsión. Incremento de los seguros sociales obligatorios. lnversiones sociales y fomento y apoyo económico de las Mu­ tualidades y Montepíos voluntarios de Previsión Social 33. El papel asistencial de dicha Obra fue, sin embargo, de escasa trascendencia pues como bien expresa Iglesias Selgas, <<[ . . . ] como quiera que ei Instituto Nacional de Previsión mantuvo, a todo lo largo de los últimos anos, su carácter de institución estatal y las propias Mutualidades se desenvolvieron fuera dei ámbito sindical, las posibilidades de acción de la Obra se vieron muy reducidas>>, vin­ culándose casi exclusivamente al área de la Seguridad Social Agra­ ria 34• Finalmente, la Obra Sindical dei Hogar, creada el 1 0 de diciem33

34 Carlos Iglesias Selgas, ob. cit., p. 222.

Centro de Estudios Sindicales, ob. cit., p. 161 (la cita, de igual procedencia).

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bre de 1939, cubría una de las facetas asistenciales de mayor reclamo social : la provisión de viviendas. En una primera etapa ( 1 939- 1 954) su actuación se caracterizó por la construcción de pequenos grupos de viviendas (no superior a 1 00) financiadas por distintas entidad�s �e crédito y por el Instituto Nacional de la Vivienda (INV) ; la adjudt­ cación seguía el sistema de «cartillas de ahorro para el hogar>>, designándose de antemano los beneficiarias de aquéllas, sin que fue­ se condición necesaria el estar sindicado. En una segunda etapa (1954-1 960) se trazan los Planes Sindi cales � e Ia Vivi�nda, constru­ . . . yendo con más intensidad y a mayor ritmo vtvtendas Jmanctadas � o r _ las Mutualidades Laborales y el INV; se adopta el ststema de adju­ dicación mediante sorteo, suprimiéndose las cartillas de ahorro para el hogar. Entre 1 96 1 y 1 964 es la Obra Sindical dei Hogar quien, en solitario, asume las construcciones programadas por el Plan Na­ cional de la Vivienda, financiadas exclusivamente por el INV. Así pues, la Obra fue transformándose en una entidad cada vez más dependiente dei Ministerio de la Vivienda 35• En general, podemos concluir que la Organización Sindical no consiguió sus objetivos autónomos, pasando progresivamente a con­ vertirse en organismo gestor de las entidades estatales por un m�ca­ nismo de absorción funcional. Se verifica un proceso de estatahza­ ción de las funciones socioasistenciales que vacía de contenido a la OSE, convirtiéndola en una compleja estructura burocrática a veces, incluso, en contradicción con el sistema general de intereses defendido por el Estado. . La falta de desarrollo de los princípios contenidos en las dtspo­ siciones legales limitaron, asimismo, la intervención sindical, lo que no dejó de causar malestar en sectores franquistas, partidarios de un mayor papel de la Organización Sindical en cuanto entidad interme­ dia entre el individuo y el Estado. Las afirmaciones de Herrero Te­ jedor -entonces fiscal dei Tribunal Supremo-- en 1 966, resultan elocuentes en este sentido : [ . .] buena parte de la legislación vigente y no pocas decisiones y a�tos ?e . gobierno vienen considerando desde hace algún tiempo a la Orgamzacwn Sindical simplemente en su condición de órgano de representación de los intereses profesionales y, cuando más, como órgano asesor dei Estado y la Administración pública en materia económico-social. .

35

Ibid. , pp. 214-218.

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Es indudable que esta política implica una desnaturalización patente dei sindicalismo, tal como está concebido en la legislación fundamental o en las leyes básicas que la estructuran 36•

No obstante, como instrumento de control obrero, el encuadra­ miento sindical logrará mantener en los cauces institucionales el conflicto social. Es en este aspecto donde su presencia tenderá a reforzarse como factor compensatorio dei menor intervencionismo ministerial en las relaciones laborales a partir de 1 958. Pero será precisamente la actuación de la OSE como simple asociación profe­ sional lo que suscitará las reacciones más críticas entre los defen­ sores de las <
En 1942, en un intento de aproximación dei sindicato oficial a los trabajadores, se crea la figura dei enlace sindical. Sin embargo, las primeras elecciones para la provisión de cargos sindicales no se efec­ tuaron hasta el 22 de octubre de 1 944 y su representatividad resultó sumamente mermada por el sistema electoral entonces impuesto . Así, por elección directa, los miembros de los Sindicatos escogían � quie­ nes iban a cubrir los puestos de primer grado entre una hsta de candidatos elaborada por el delegado local de Sindicatos; dicha lista contenía el triple de nombres de los enlaces a elegir. Posteriormente, una nueva normativa amplió el marco de representación sindical den­ tro de la empresa al conceder otras fórmulas menos restrictivas para la designación de candidatos. Según el Reglamento General de Elecciones Sindicales de 1 966, se celebrarían elecciones de enlaces sindicales en empresas o centros de trabajo con más de cinco trabajadores. El número de enlaces se atenía a la siguiente proporción : Empresas d e 6-25 trabajadores, un enlace . De 26-50 trabajadores, dos enlaces. 36 Fernando Herrero Tejedor, • La naturaleza de la Organización Sindical Espa­ iiola en el Derecho positivo vigente», en El Sindicato como institución jurídica, Ma­ drid, OSE, 1 966, p. 21 . 37 Jbid., pp. 1 7- 1 8 y Carlos Iglesias Selgas, oh. cit., pp. 1 7- 1 8 y 45-63.

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5 1 - 1 00 trabajadores, tres enlaces. 1 0 1 -250 trabajadores, ocho enlaces. 251 -500 trabajadores, dieciséis enlaces. 501 - 1 000 trabajadores, treinta y seis enlaces. más de 1 000 trabajadores, cuarenta y ocho enlaces.

Dicha escala supone un incremento global dei número de enlaces a elegir, según tamaiío de la empresa, respecto al fijado en el Regla­ mento de 1 947. En los centros de más de 1 00 trabajadores -y en los siguientes de la escala- todas las categorías (técnicos, administrativos, especia­ listas y no cualificados) deberían elegir, cuando menos, dos enlaces, cualquiera que fuera el censo respectivo. Hasta 1 957 cada categoría profesional elegía el mismo número de enlaces, lo que implicaba una suprarrepresentación de técnicos y administrativos frente a obreros cualificados y no cualificados, desequilíbrio que se corrigió parcial­ mente -pues el número de enlaces nunca fue estrictamente propor­ cional al número de integrantes dei grupo profesional- a partir de ese aiío. Podían ser proclamados candidatos a enlaces sindicales los tra­ bajadores que, reuniendo las condiciones de elegibilidad 3 8 , lo soli­ citasen o aceptasen la propuesta formulada a su favor por medio de alguno de estos mecanismos: Ser propuesto por dos vocales sociales de su Sindicato o por un procurador sindical en Cortes de la província respectiva. Ostentar o haber ostentado algún cargo sindical electivo, sin ha­ ber sido desposeído de él en virtud de expediente disciplinario. Ser propuesto por tres electores de su empresa, como mínimo. Esta propuesta se formulaba por escrito, acreditando la empresa la autenticidad de las firmas de los proponentes. 38 Según el artículo 1 1 dei Reglamento General de Elecciones Sindicales de 14 de mayo de 1 966, eran elegibles para el cargo de enlace sindical los trabajadores que cumpliesen los siguientes requisitos: ser espano!; tener 2 1 anos; saber leer y escribir; haber trabajado en la empresa durante un ano, por lo menos, antes de la convocatoria electoral y acreditar tres en el oficio o profesión; estar incluido en la sección 2.' dei censo de la entidad sindical respectiva, en el grupo y categoría profesional a que afecte la elección; reunir las debidas condiciones de idoneidad legal, moralidad y aptitud profesional (requisito éste que será profusamente aplicado por los Sindicatos asturia­ nos para evitar la designación de «desafectos» a la os).

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L a duración dei cargo era, según el Reglamento Electoral d e 1947, de tres aiíos. Las funciones a desempenar por los enlaces sindicales no se en­ cuentran recogidas en un texto legal concreto, dada la inexistencia de un estatuto o reglamento de los mismos aunque, según Iglesias Selgas, de las distintas normas y prácticas sindicales se extrae que las principales atribuciones de los enlaces eran las siguientes: Vincular a los trabajadores de la empresa coo el Sindicato me­ diante el fomento de la acción sindical. Representar a los trabajadores cerca de la empresa. Es la función que de manera directa realizaban cotidianamente los enlaces y la que les originaba mayores dificultades : «Es en el ejercicio de esta función donde los enlaces tienen que dar más prueba de su espíritu sindical, 9 de su independencia y de su rectitud» 3 . Elegir a los vocales de las juntas sociales locales que, a su vez, serían electores de los vocales de la Junta Social Provincial. Representar a los trabajadores en el otorgamiento de convenios sindicales colectivos de empresa a partir de 1958. Si los enlaces sindicales constituyen el primer paso en e! proceso de ioserción de la OSE dentro de la empresa, la creación de los Ju­ rados de Empresa viene a significar la institucionalización de la pre­ sencia de los Sindicatos en el ámbito empresarial: será el instrumento decisivo de la acción sindical 40• El Decreto de 1 8 de agosto de 1 94 7 recoge la creación de los Jurados de Empresa aunque no se constituyen hasta seis aiíos des­ pués, cuando se aprueba el Reglamento Regulador (septiembre de 1 953 ). Tal retraso fue justificado por José Antonio Girón de V elasco, ministro de Trabajo, en atención a «la anormalidad económica en que la nación venía desenvolviéndose por causas imprevisibles» lo que aconsejaba «no poner en marcha un instrumento tan delicado y 39 Carlos lglesias Selgas, ob. cit., pp. 321 -322.

40 Según el artículo 79 dei Reglamento de Jurados de Empresa de 1 953, «los Jurados de Empresa, como células básicas de la Organización Sindical, formarán parte dei Sindicato local al que la empresa respectiva se halle incorporada». La normativa referente a los Jurados de Empresa está recogida en diversas publicaciones de la OSE, entre ellas, jurados de Empresa, Serie Legislativa, Madrid, 1 967 (7.' ed.); jurados de Empresa, Madrid, Consejo Nacional de Trabajadores, 1975.

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de tanta novedad política como los Jurados de Empresa, que no podían exponerse a un fracaso por su prematuro establecimien­ tO>> 4 1 . E! Decreto de constitucián de los Jurados disponía que éstos se implantarían en empresas con más de 50 trabajadores fijos, pero lo cierto es que en 1 953 sálo se celebraron elecciones a vocales jurados en empresas con más de mil trabajadores, extendiéndose la obliga­ cián de constituir Jurado a las empresas con más de SOO en 1956; con más de 250 en 1 959; con más de 1 00 en 1 960 y, por fin, a las de 50 trabajadores en 1 971 . Es decir, fue éste un Decreto que tardá veinticuatro anos en aplicarse plenamente. Según e! Reglamento de 1 953, el número de vocales a elegir sería proporcional ai número de trabajadores de la empresa o centro, ate­ niéndose a la escala siguiente : Empresas de 5 1 -250 trabajadores, cuatro vocales. De 251 -500 trabajadores, ocho vocales. De más de 501 trabajadores, doce vocales. Cada Jurado estaba constituído por un presidente, un secretario y los vocales correspondientes. La presidencia recaía en e! propieta­ rio de la empresa, gerente o delegado de la misma (las atribuciones que el art. 1 4 !e conferían permitiá el control patronal dei Jurado); el secretario sería un vocal dei grupo administrativo (en su defecto, el designado de su seno por el Jurado). E! sistema de eleccián de vocales jurados experimentá modificaciones : en 1 954 fueron elegidos directamente por los trabajadores ; en 1 957 se impone la designacián indirecta a través de los enlaces, y a partir de 1 963 actuarían de vocales por sus respectivas categorías profesionales los que hubieran obtenido el mayor número de sufragios emitidos en las elecciones celebradas para enlaces sindicales. En 1 964 se regula la constitucián de Jurados Únicos y Centrales, ya existentes desde 1 958. Dichos jurados eran propios de grandes empresas con elevado censo laboral y distintos centros de trabajo. En los Jurados Únicos, los vocales eran elegidos por los enlaces de los diferentes centros de la empresa, según las respectivas categorías. 4 1 Texto que precede al Reglamento de Jurados de Empresa de 1 1 de septiembre de 1953 en jurados de Empresa, Madrid, Consejo Nacional de Trabajadores, 1975, p. 19.

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En los Jurados Centrales, por los vocales de los distintos jurados de los centros de trabajo de la empresa, también según categoría pro­ fesional. En ambos casos, los candidatos que obtuviesen mayor nú­ mero de votos eran proclamados Vocales Jurados Electos 42. La duracián en e1 cargo de vocal era de cuatro anos, con posi­ bilidad de reeleccián. El Jurado se renovaba por mitad cada tres anos. En cuanto a las funciones dei Jurado de Empresa, e1 Reglamento de 1 953 le atribuye la doble condicián de árgano de participacián dei personal en la gestián de las empresas y de representante sindical en las mismas, al igual que los enlaces. Las numerosas competencias de los Jurados han sido sistematizadas por Maravall, quien las cla­ sifica en ocho grupos : De iniciativa : sobre materias relacionadas con la produccián (in­ cremento dei rendimiento, perfeccionamiento de instalaciones, utili­ zacián de las máquinas, evolución costas de produccián, etc .) ; me­ joras en las condiciones de trabajo ; formacián profesional y cultural de los trabajadores e inversiones destinadas a la accián social de la empresa. De información : recibir anualmente de la direccián datos acerca de la situacián financiera y mercantil de la empresa. De control: aplicacián de la legislacián laboral y cumplimiento efectivo de los deberes empresariales con la seguridad social de los trabajadores. De intervención en la administracián y distribucián dei plus fa­ miliar; seguridad e higiene en e1 trabajo (aunque en 1 971 se volvie­ ron a organizar los Comités de Seguridad e Higiene en e1 Trabajo como entidades independientes dei Jurado) y despidos. De asesoramiento en la fijacián de tarifas de las remuneraciones con incentivo ; modificaciones de Ías condiciones de trabaj o ; expe­ dientes de crisis ; elaboracián de reglamentos de régimen interior y en los asuntos que la direccián lo solicite. De conciliación en las reclamaciones planteadas por los trabaja­ dores en cuestiones de clasificacián profesional. De negociación en los convenios colectivos, desde 1 958. 4 2 Así, en HUNOSA se constituyó primeramente un Jurado Único, que en 1 971 se solicitá fuese transformado en Jurado Central (AHP/AISS-La Felguera, caja 5613, Se­ cretaría General: .Qrdenación Social, 1971 » ) .

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De reivindicación representativa, canalizando las peticiones de los trabajadores 43• Así, con la posibilidad de elegir representantes en la empresa se inicia una política de integración activa de los trabajadores en la Organización Sindical que intenta superar la desconexión entre su estructura organizativa y las masas trabajadoras, aunque el carácter indirecto de la elección de los vocales jurados (hasta 1 963) y repre­ sentantes sociales en la Junta Sindical, así como las normas restric­ tivas que se imponían para la designación de candidato a enlace -que si bien fueron disminuyendo no llegaron a desaparecer- y la lenti­ tud con que fueron implantados los mecanismos de representación en los centros de trabajo, dan la medida dei escaso alcance de esa democracia orgánica sindical con la que el régimen pretendía encu­ brir su talante autoritario 44. Por otra parte, la actuación dei Jurado respecto de las materias atribuídas a su competencia, carecía de valor efectivo por cuanto se limitaba a una facultad de propuesta ante la dirección de la empresa que era quien, sin posibilidad de debate, decidía la puesta en práctica dei acuerdo dei Jurado, incluso en cuestiones de carácter social. No obstante, el Jurado de empresa, por la relativa representati­ vidad que adquiere a comienzos de los anos sesenta y su carácter de órgano obrero a nível de empresa en la negociación colectiva, se convertirá a menudo en protagonista dei conflicto laboral, punto de enfrentamiento con la patronal, que entre 1 963 y 1 965 se saldó con el despido de 1 800 enlaces y vocales jurados, a falta de un régimen de garantías de los trabajadores con cargo electivo sindical que no fue convenientemente establecido hasta junio de 1 966, desprotección incluso denunciada por los propios organismos sindicales : Sin dejar de reconocer la importancia de las actuales garantías, estas dejan grandes lagunas, por lo que puede decirse que son insuficientes; decenas de representantes de los trabajadores de entre los más entusiastas y eficaces, 43

José María Maravall, Trabajo y conjlicto social, Madrid, 1968, pp. 132-133. Un análisis de los mecanismos creados a tal fin y su efectividad real, en M. Payet, La integración de! trabajador en la empresa, Barcelona, 1964. Véase también Manuel Ludevid, Cuarenta aiios de sindicalismo vertical, Barcelona, 1976. Desde la perspectiva oficial sindicalista, y con idêntico título ai de la obra de Payet, La inte­ gración dei trabajador en la empresa, Madrid, Instituto de Estudios Sindicales, So­ ciales y Cooperativos, 1966, pp. 79-88. 44

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sufren de una u otra forma los efectos de las represalias encubiertas por parte de las empresas, por el solo hecho de destacarse en el cumplimiento de su deber 45•

Asimismo, la Ley de Convenios Colectivos de 1 958, al introducir el conflicto en el seno dei ordenamiento jurídico, potenció la acción reivindicativa de los cargos sindicales electivos frente a la originaria acción colaboradora de los mismos, colaboración que se entendía en un doble sentido: con la empresa y con la Organización Sindical. II.3. La acción sindical en Asturias

El Sindicato Provincial de Asturias reproducía, como todos los de su rango, la estructura organizativa y funcional de la línea económi­ co-social o representativa encarnada por los Sindicatos nacionales, a saber: -Jefe -Secretario -Junta sindical -Sección económica (grupos y subgrupos). -Sección social, subdividida en los siguientes Departamentos : -Reglamentación. -Contratación. -Calificación. -Censo. -Legislación y normas. -Inspección y disciplina de trabajo. -Obras sindicales. 45 Cf J. M. Maravall, oh. cit., p. 146 y Juan José Caballero, «Clase obrera y relaciones de trabajo», en La Espana de los aiios 10, vol. I, p. 663. El Decreto 2 de junio de 1966 (BOE, 14-6-1 966) establece el régimen de garantías mencionado. La cita procede de AHP/AISS-Riosa, caja 9283, « Informe dei Consejo Provincial de Tra­ bajadores de Asturías•, junío de 1965, p. 3. Un pormenorizado análisis dei orígen y evolucíón dei sistema de protección a cargos sindicales durante e! franquismo en Gregorío Tudela Cambronero, ••Ürigen de las garantías de los representantes de los trabajadores en la empresa», Revista de Trabajo, núms. 85 y 86, Madrid, 1987.

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En dependencia jerárquica se encontraban las sindicales comar­ cales, los sindicatos locales y las células sindicales, entre ellas la em­ presa. La célula empresarial estaba integrada por empresarios, pro­ ductores y juntas de jurados. Asturias comprendía dieciocho comarcales sindicales (véase figu­ ra 3) que la Delegaéión Provincial de Oviedo propuso se redujesen a once en 1 973 . La Ley de Bases de 1 94 1 estableció veinticuatro Sindicatos (am­ pliados en tres más posteriormente) siguiendo el ya mencionado cri­ teria de rama económica. La relación nominal de representantes sindicales asturianos -Sec­ ciones Económica y Social- con veinticinco o más aõos en el de­ sempeõo del cargo (véase apéndice 2) arroja conclusiones de interés : En 1969, un total de treinta y tres cargos sindicales llevaban desempeõando el puesto de presidente o vocales (28 con rango pro­ vincial, 4 local y uno nacional) durante veinticinco o más aõos. De ellos, veinticuatro (es decir, el 72% ) pertenecían a la Sección Económica, lo que supone un elevado índice de estabilidad de los empresarios en los cargos sindicales provinciales, especialmente en las ramas de «Construcción, vidrio y cerámica>> y «Ganadería» y en pequeõas y medianas empresas, en tanto son escasos los represen­ tantes sociales que cubren tan prolongado período como vocales y no tienen éstos tampoco una adscripción sindical preponderante se­ gún actividad económica. De modo que si la legislación reguladora de las elecciones sindi­ cales permitía la constante reelección de los cargos, es obvio que ello contribuyó al anquilosamiento de la Organización Sindical en su vertiente empresarial, prueba del escaso interés patronal en participar directamente en la gestión sindical, sobre todo en medianas y pe­ queõas empresas donde la patronal podía ejercer un control más directo sobre la mano de obra. Nótese, asimismo, que en dicha relación no aparecen los Sindi­ catos que en Asturias encuadraban a un mayor número de trabaja­ dores y a la mayoría de las grandes empresas de la región -Com­ bustible y Metal-, lo que puede ser indicativo del necesario re­ forzamiento de la acción sindical en los grandes centros de trabajo, donde la dialéctica conflictiva se agudiza y, en consecuencia, el re­ curso empresarial al aparato coercitivo sindical no es desdeõado. El mayor dinamismo de las Secciones Sociales que se despren-

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dería de una más frecuente renovación de los cargos electivos, debe interpretarse en función de la nula disponibilidad de los trabajadores de un instrumento de presión social ai margen de las posibilidades, siempre limitadas, que pudiera ofrecer la estructura sindical. La línea política de mando en Asturias estuvo ejercida entre 1 938 y 1970 por doce delegados de la CNS provincial (véase apéndice 3). Dicho cargo recayó mayoritariamente en titulados superiores y fun­ cionarias dei Estado militantes de FET y de las JONS (los represen­ tantes sindicales nunca tuvieron acceso a la línea política). La dura­ ción en el desempeno dei puesto pasó de 1 -2 anos en el período 1 938-1946 a una mayor estabilidad en las etapas siguientes, en que los nombramientos se sucedían cada cuatro anos aproximadamente. Interesa en este apartado poner de manifiesto la realidad sindical que la documentación de carácter provincial desvela en lo referido a las competencias de los sindicatos. Así, el funcionamiento de las centrales sindicales comarcales y locales de Asturias deja traslucir los enfrentamientos entre la Organización Sindical y las distintas insti­ tuciones de gobierno y administración dei Estado; las dificultades de los Sindicatos para ejercer sus funciones ; las limitaciones reales de aquéllos como órganos de representación social y los obstáculos em­ presariales a la acción sindical. A mediados de los anos cuarenta, la deficitaria infraestructura de los Sindicatos locales y e! escaso desarrollo de la normativa regula­ dora impedían e! fluido desenvolvimiento de la actividad sindical, aunque sorprende constatar que tales deficiencias organizativas per­ sistían todavía a mediados de los anos sesenta, y nada menos que en una de las comarcales con mayor número de trabajadores de la pro­ vincia como era Gijón : La actuación de los Sindicatos comarcales de Gijón puede considerarse en conjunto de escasa trascendencia en el desarrollo de su triple función : Eco­ nómica, Social y Asistencial. Realizada una somera Inspección en la documentación, ficheros y demás documentación que en la actualidad disponen los Sindicatos, se aprecia una irregularidad de conjunto, tanto en la labor burocrática como de acción 46. 46 AHP/AISs-Gijón, caja 396 1 , «
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Concluía el informe senalando la necesidad de una mayor dota­ ción material (libros de Actas, ficheros, censos profesionales, etc.) y personal de los Sindicatos, la creación de una oficina técnica, una mayor diligencia de los secretarios en su tarea burocrática y la po­ tenciación de la acción asistencial que era <<más gris y anodina si cabe que las anteriores>> . La ingenuidad sindical d e primera hora todavía hacía creer en 1 946 a las secciones sociales que el igualitarismo interclasista era algo más que una proclama demagógica, esperando que el mismísimo Franco lo ejercitase: Queremos que recabes dei Caudillo para que reciba a los Representantes de los trabajadores, a fin de que estos le puedan informar sobre la marcha de la producción y otros extremos de cometido social, al igual que lo hacen los empresarios 47•

En 1 947 encontramos manifestaciones dei desinterés, tanto de empresarios como de trabajadores, por la buena marcha de la acción sindical en los centros de trabajo: [ .. . ] para que las Juntas Sindicales respondan eficazmente al cometido asig­ nado por el mando sindical, es decir, para que puedan resolver dentro del mayor espíritu de armonía y concordia los problemas laborales suscitados entre los elementos de la producción, deberán estar animados sus compo­ nentes del mejor deseo y disciplina. Sin embargo, todo ello queda desvir­ tuado si las Empresas o Vocales de las mismas elegidos por elección directa, envían representantes sin poderes para resolver con aquella flexibilidad y rapidez los asuntos a tratar [ . . . ]. Las Juntas Sindicales ai no poder actuar por tales razones, se verían obligadas a dar cuenta a los Organismos superiores o laborales para que

comarca! de Gijón afirmaba que: «[ ... ] quizá sea Gijón por su acentu�do Y . rá�ido desarrollo industrial, una de las comarcas de mayor y más completa actlvtdad smdtcal, al abarcar sin excepción todas las esferas -política, económica, social y asistencial­ de aquella actividad» (caja 3912). Sin embargo, en la Memoria de activida1es de 1963 ya se planteaban «sugerencias encaminadas hacia el logro de una acc10n . soctal Y sindical más dinámica y efectiva, que una población laboral de la tmportancta y den­ sidad de esta comarca evidentemente exige» (caja 3901 ) ; y ese mismo ano el Informe de problemas y necesidades con que tropieza la Delegación Comarca! de Sindicatos de Gijón dejaba traslucir el mal funcionamiento de dicha comarca! (c�ja 3927). Smdtcato de Indus­ 47 AHP/AISS-La Felguera, caja 555 1 , Sección Social: «Actas dei trias Químicas, 1 946-1 974».

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F I marco

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adopten las medidas pertinentes o resuelvan directamente las reclamaciones planteadas [ . . . ] 48•

i regió1 , pues e n acta d e 25 d e noviembre d e 1 96 8 consta ,.,,• cas d e la

Hay que senalar que, si bien por razones muy distintas a las que pudieran justificar el rechazo obrero hacia los sindicatos verticales, la actitud empresarial con respecto a la OSE fue siempre de descon­ fianza. En principio, porque se d u d ó de la capacidad técnica de los Sindicatos para efectuar gestion e s de tipo económico, y después, porque las tareas de control ejerci das por éstos no dejaban de ser consideradas por la patronal como una injerencia en los asuntos internos de la empresa :

torizado El vocal J . c. P. r.Ja� ifiesta que �or parte de HUNO�A no se ha au _ ir a los disti ntos taJOS para realizar las comprobacwnes correspo nd1entes l Junta de la Sección Social [ . . . ]. .I ningún vocal de a .I

[ . . . ] L a ausencia d e las empresas a los actos d e conciliación s e puede consi­ derar como una falta de colaboración sistemática con la Organización Sin­ dical, pues si acudiesen a los actos d e conciliación la mayoría de los pro­ blemas que se plantean no precisarían pasar a la Magistratura de Trabajo, dada la claridad de los mismos 49•

Tales receios desembocaron con frecuencia en prácticas obstruc­ cionistas :

[ ...] la empresa MINA LLAMAS, de Nueva Montaiia Quijano S. A., a pesar de la promesa formulada ante su Superior Autoridad en la maiiana de hoy de que a primeras horas de esta tarde nos entregaría la relación de los trabaja� _ 'dores que han solicitado, individualmente, su reincorporación a la m1sm · no sólo no lo ha hecho sino que el lngeniero de la misma, [ . . . ], ha mam-; festado que lo más pronto que puede hacerlo será maiiana a las once, ale�. gando como excusa que tales relaciones las tiene un empleado bajo llave . . que el mismo no se encuentra a estas horas en las oficinas. Naturalmente, entendemos que e l l o obstaculiza gravemente la labor esta CNS ha de desarrollar para lograr que se normalice la situación . en dicha empresa y tal actitud de la m isma es, a nuestro juicio, contrana criterio de la Superioridad, que conocen las empresas afectadas por el a través de ese Gobierno Civil 50•

A ello no fueron ajenas las grandes empresas mineras y 4" AHP/AISS-Üviedo, Secretaria General: « Informe reservado••, 1 963.

49 La cita en AHP/AISS-Oviedo, escrito enviado por el Delegado Loc al de dio ai Delegado Provincial el 15 de marzo de 1961. . 50 AHP/AISS-Üviedo, Secretaría General: « Informe dei Delegado ProvmcJ. aI de dicatos» enviado ai Gobernador Civil de Asturias el 7 de agosto de 1 962.

,Jue :

Denuncia qu� se reitera el 20 de enero de 1 970 : <<[ ... ] lo s enla�es ·. d icales est;Ín siendo únicamente fuerza de choque con sus p_ro�ws mpaneros, ai no dejar las empresa� que la Orga�iz_ación Smdt� al as que le son prop1as y que prest1g1an las funcwJ U egue con l as baz [ . . . }• S i s n tan n es represen . . Las represahas patronales_ contra carg?� SI�dt�ales era� otra ma­ n i festación más de la molestta que la accwn smdtcal podta s uponer para la empres a :

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[. . . ] e! trabajador mcal social de la Junta dei Combustible de Turó � J. A. G. ha pretend ido se r represaliado por esta empresa (Hulleras dei T�t ron) por su actuación c,,rrecta, inteligente, firme y digna en todo momento cerca de la empresa y en cumplimiento de la �epresentación. que_ ostent.a. d El enlace sindical ( e UNINSA) Juho O. C. mamfesto repetidamente a la Secretaría dei J urado d e Empresa, que no se le permitía trasladarse a la se?e de! Jurado pa r.! exponer los problemas que tenían planteados, y qu� ademas, dad a su preocupación por los mismos, era víctima de persecucto_ '_l Y de obstrucción permanente al ejercicio de sus deberes como cargo sind ical 52•

Ac titudes menos beligerantes y más cotidianas consistían en_ ha­ cer << o ídos 50rdos » a las frecuentes protestas de abusos de a u tondad de i ngenieros. capataces o mandos _ intermedios y dese� tim � r las pe­ ticio nes que [os representantes soc1ales elevaban a la dtrecct o- n de la el1)presa 53. " A HP/

AISS-l1\ledo, Sindicato de/ Combustible de Turón : « Actas de la Sección So, ,al,, 1967-19o9: AISs-Turón, caja 4513. ">2 A -L1"edo, Secretaria General, 1 946- 1 962: Informe del Dele gado Pro HP/AISS de 1 962. VJn, ial de SindicJWS» en viado al Gobernador Civil el 25 de septiembre Alil·fMagi straturJ Je Trab ajo núm. 2 de Gijón, caja 2939, exp. 1 085 , • I nfo rme del Prt\idente del S:ndKato d el Metal» enviado ai Delegado Provincial de Si n d icatos el •

•

24 • le agosto d e !9'3.

. . , dei Smd1cato . . ·" Abundan•''' en esta 1dea, en el Acta de reunwn Local del Com­

bu\ti ble de La [;'l�uera, .:on fecha de 27 de noviembre ll1a, tón de vari,·• productores de la empresa Carbones

de 1 950, se recog e la rec.la­ de Lan�reo q ue d enunClan

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Carmen Benito dei Pozo

Pero no sería sólo a nível empresarial donde el Sindicato hubiera de exigir el reconocimiento de sus competencias. También en este caso, un informe reservado dei delegado provincial de Sindicatos al Jefe Provincial dei Movimiento en 1 963, es muestra de ello : Tengo e! honor de poner en conocimiento de tu Superior Jerarquía que e! limo. Sr. Delegado Provincial de Trabajo [ ... ] nos dice lo siguiente :

Esta Delegación tiene conocimiento de que se ha convocado en la Co­ marca! de Sindicatos de Moreda, a las representaciones de Empresa y traba­ jadores del pozo Santa Bárbara de la «S. I. A sturiana Santa Bárbara», a eJectas de dictar un laudo relativo a retribuciones del personal destajista, y como quiera que según la información recibida, continúa manteniendo, en dicho centro de trabajo, la anormal situación en rendimiento, he de signifi­ car/e que no se autorice la comparecencia interesada, en tanto no se resta­ blezca la normalidad, y en este sentido se han cursado instrucciones concretas a la empresa [. . .}. No debemos ocultar la sorpresa que tal comunicación nos ha causado, por cuanto supone una grave interferencia en las funciones de la Organiza­ ción Sindical, que de modo alguno está justificada. En e! caso a que se refiere en su escrito e! Ilmo. Sr. Delegado de Trabajo, nuestra Local de Moreda ha actuado correctamente en uso de las atribucio­ nes que le confiere e! artículo 49 de la vigente Reglamentación de Trabajo en Minas de Carbón, tratando siempre de conciliar a los trabajadores recla­ mantes con su empresa [ ...� y también en uso de sus facultades de mediación, conciliación y arbitraje reconocidas por e! Decreto 2354/1 962 dei Ministerio de Trabajo y Orden de la Secretaría General dei Movimiento de 16 de Noviembre de 1 962 [ ... ] 54.

Similares conflictos se planteaban entre los ayuntamientos y la abusos de autoridad por parte dei vigilante, abusos sobre los que la Junta Sindical ya había advertido a la dirección de la empresa sin que ésta tomase las medidas oportunas para evitado (AHP/AISS-La Felguera, caja 555 1 , «Actas dei Sindicato Local dei Com­ bustible» ). En 1 956 los vigilantes de minas de la empresa Nespral y Cía denuncian, asimismo, «el inhumano proceder dei capataz dei Grupo Oscura, con la pasividad de la citada empresa [ .. }• (AHP/AISS-Oviedo, «Informe dei Delegado Provincial de Sin­ dicatos» enviado al vicesecretario nacional de Ordenación Social el 23 de octubre de 1 956). La empresa Ortiz Sobrinos comunica en marzo de 1962 a la Sección Social dei Combustible de Mieres que «Sentimos decide que no podemos aceptar las propuestas que hace en lo que respecta a la modificación de los precios de las labores que realizan a destajo» (AHP/AISS-Üviedo, Secretaría General). 54 AHP/AISS-Oviedo, Secretaría General: ·Informe reservado•, 1 963.

El marco jurídico-institucional de las relaciones laborales

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Organización Sindical, en materia de asistencia social primordial­ m ente (viviendas, centros recreativos y culturales, etc.), sin que la existencia de concejales sindicales sirviera en este caso para evitar tensiones, dada <
La responsabilidad que contraemos los que constituímos los primeros Jura­ dos de Empresa es doblemente grave; por un lado podemos perturbar con nuestros desaciertos la vida de las empresas, y por otro podemos retrasar la deseable elevación dei trabajador espano! a zonas de mayor responsabilidad. Creo sinceramente que debemos hacer todo lo posible porque los Jura­ dos tengan éxito y por conocer el origen de los fallos y dificu!tades que tengamos para poder informar a! legislador de las correcciones que sea pre­ ciso establecer, porque como toda obra humana no ha de carecer de defectos. En primer lugar tenemos que imbuirnos de la idea de que no es un órgano clasista, sino un órgano de colaboración, de que es un órgano que con distintos matices va presentándose en todas las naciones, por lo que hay que considerarlo como una manifestación de la evolución histórica de la sociedad [ ... ]. Vamos a tratar de aplicar estos Jurados con un criterio constructivo, con el mayor interés y fidelidad. ·En honor de esa fidelidad hemos de compro­ metemos todos a utilizar el Jurado con arreglo a las normas que lo regulan cumpliendo escrupulosamente lo que esté establecido 56•

Temores que no tardarían en ser disipados : la falta de operancia de los Jurados, especialmente en cuanto a la acción social que tenían encomendada, fue prontamente aireada por los propios organismos sindicales, seíi.alándose como defectos más acusados los siguientes : Escasez de atribuciones y facultades. 55 AHPIAISS-El Entrego, caja 5 1 57, Secretaría General, 1969-1977: <
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Conformismo de los vocales ante la situación de la presidencia que, con más datos en su poder y mayor conocimiento de causa, les abruma con razones, logrando su aceptación. Escaso contacto del propio Jurado con los trabajadores. En 1 956, el delegado provincial de Oviedo manifestaba las aspi­ raciones que, en el sentido de mayores competencias para los Jura­ _ : dos de Empresa, tenía la Organización Sindical en Astunas 1 ."-Que los Jurados tengan facultad resolutiva en todos los casos de faltas leves. 2.0-Que la comisión correspondiente dei Jurado tenga plena fac� ltad para intervenir en los economatos, disponiendo las compras y los precJOs e _ incluso interviniendo en los concursos o gesuones que a efectos de compras se realizan. 3."-Facultad de los vocales para, previo acuerdo dei Jurado en todo caso, desplazarse ai lugar correspondiente de la Empresa para comprobar por sí mismo el hecho que se halla (sic) en debate. . 4."-Volver a la antigua red de enlaces sindicales de forma que coex1stan con los vocales dei Jurado. [La constitución dei Jurado conllevó la desapa­ rición de los enlaces en los centros de trabajo donde éste se implantó hasta 1 957J . 5."-Que en cada caso de reclamación se admita la comparecenc1� de _ enlace sindical dei tajo o taller a que pertenezca el trabajador acompanado incluso, si se considera necesario, dei trabajador. 6."-Por último, considerar obligatoria una reunión semestral, una asam­ blea de todos los trabajadores de la empresa para que escuchen un informe de la labor llevada a cabo por e! Jurado de empresa y expongan sus quejas y sugerencias en relación con el desarrollo dei � ismo. . 7."-Asimismo, pretendemos que nos autoncen la creac10n de Jurados en aquellas empresas que voluntariamente lo qui� ran i� plantar. S�n va�_Ias . en la Província las que lo han solicitado, y las qlllero Citar para sausfacc10n de las mismas : Nueva Montaiza, Solvay y Minas de la Encarnada. Sin duda hay otras que no lo han solicitado por desconocer la posibilidad actual de constituirse 57• .

Nueve aõos después, el Consejo Provincial de Trabajadores se pronunciaría en favor de una reforma del Reglamento de Jurados de Empresa en el sentido de vitalizar dicho órgano sindical, pues la 5 7 AHPIAISS-Oviedo, Secretaria General: «Pian de acción de la Organización Sin­ dical Asturiana para el ano 1 956». Recordamos que en 1956 se extiende a las empresas con más de SOO trabajadores la obligación de constituir el Jurado.

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inoperancia del mismo (expresada con harta frecuencia en los Libros de Actas de los Jurados) no dejaba indiferente, al menos d esde el 5 punto de vista formai, a la OSE 8 . Las actas de reunión del Jurado de Empresa de S. M. Duro Fel­ guera (Sección Metal) de 1 954 a 1 960 ponen de manifiesto que el mayor número de reclamaciones presentadas por los trabajadores de la fábrica siderúrgica langreana se referían a cuestiones de categoría profesional, seguidas de reclamaciones de pluses (familiar, peligrosi­ dad, toxicidad, distancia, etc.) e incentivos, es decir, todas ellas de contenido económico. No es de extraõar, por ello, que el 23 de noviembre de 1 959, ante la difícil coyuntura por la que atravesaban especialmente las actividades minera y de construcción naval, los representantes empresariales recomendasen al Jurado que «antes de tomar acuerdo en las reclamaciones [ ... ] reflexione sobre las conse­ cuencias económicas en momentos en que hay que reducir gastos y 59 extremar las medidas de prudencia>> . En el sector de la hulla, y tomando como muestra las 1 64 recla­ maciones formuladas en 1 969 ante los Jurados de Empresa de la zona de El Entrego (concejo de San Martín del Rey Aurelio), las peticio­ nes de los mineros no diferían sustancialmente de las realizadas por los obreros del metal : 55 de ellas se refieren a la categoría profesional reconocida; 30 a pluses y dietas ; 27 a incentivos y horas extra; 24 a diferencia de salarios ; y el resto a otras varias 60 . En general, la documentación referente a los Jurados de Empresa deja traslucir no sólo la necesidad de llenar de contenido la función de los mismos, sino también su escasa representatividad real : En Mieres siendo las 1 8 horas dei día tres de febrero de 1 964 se reúnen los trabajadores que ai margen se relacionan [ un total de veinte ], para considerar el momento actual en que se está confeccionando una nueva Reglamentación para minas de carbón y que en algunos centros de trabajo se carece de 58 AHP/AISs-Moreda, Acta núm. 5 dei Pleno dei Jurado de Empresa de la Sociedad Industrial Asturiana (28 de febrero de 1 961 ). En octubre de 1970 el delegado comarca! de Mieres comunicaba que «[ .. .] los vocales de la Comisión Delegada dei Jurado de Empresa dei sector Caudal de HUNOSA habían decidido unánimemente no asistir a más reuniones ante [ ... J los defectos y anomalías que se vienen observando en el funcionamiento de la misma» (AHP/AISS-Oviedo, Sindicato de/ Combustible). 59 AHP/AISs-La Felguera, caja 555 1 , «Actas dei Jurado de Empresa de Duro Fel­ guera•. 60 AHP/AISs-El Entrego, caja 51 57 Secretaria General, 1 969-1 977: «Resumen anual de actividades de la Asesoría Jurídica de la Delegación Local de El Entrego».

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autêntica Representación Sindical para llevar a cabo la aprobación de la misma en nombre de los trabajadores [ ... ). [ .. . ] e! pasado día 3 1 se celebraron elecciones para enlaces en Mina Bal­ tasara. [ ...] dichas elecciones han sido nuevamente una nulidad; una vez que la mayoría de los trabajadores por nosotros considerados como hombres serios y conocedores dei problema, no han acudido a las elecciones por ser estas sólo para elegir Enlaces Sindicales y continuar e! Jurado de Empresa y Juntas sociales constituídas en la forma que en e! escrito que acabamos de dar lectura se manifiesta. [ . . . ] Por ello los que no hemos acudido a las elecciones y firmamos e! presente escrito reiteramos una vez más la solicitud de autorización para celebrar nuevas elecciones sindicales en las Minas de Fábrica de Mieres, S. A., que radican en Mieres, queremos decir; elegir Enlaces Sindicales en e! número que estime necesario y que estos a su vez elijan e! Jurado de Empresa y que Enlaces y Jurados elijan aquellos que hayan de ocupar las plazas que en la actua!idad les corresponden en la Junta Local, Provincial y Nacional de Sindicatos. Manifestaciones estas que hacen suyas los demás trabajadores presentes y que también trabajan en Mina Ba!tasara-Polio, ambos de Mina Nicolasa, quienes manifiestan que si en la misma forma en que se acaba de celebrar elecciones en Ba!tasara se pretendieran celebrar en Mina Nicolasa, no votaría un 3 % , ya que de nada serviría tener enlaces sindicales de las distintas categorías profesionales tanto dei exterior como dei interior cuando e! Ju­ rado de Empresa [está] constituído sin que en él figuren trabajadores dei interior e incluso dei exterior en aquellas categorías profesionales más nu­ méricas e importantes por su calificación (especialidad) [ . . . ] 61 .

Los desacuerdos habidos en e! seno de la OSE entre los represen­ tantes empresariales y los trabajadores en torno a Ia redacción de un texto definitivo de la Ordenanza Hullera de 1 964, condujeron ai arbitraje dei Ministerio de Trabajo que fue quien finalmente impuso la Ordenanza correspondiente 62 . E! tema de la adaptación de Ia Reglamentación de Trabajo vigen­ te en esta rama de actividad, en e! sentido de otorgar mejores con­ diciones laborales -y no sólo salariales-, fue uno de los que mayor interés despertá siempre entre los representantes sindicales de la mi­ nería. Con este objetivo, Ia Junta Sindical dei Combustible de La 61 AHP/AISS-Gijón, caja 396 1 . 62 AHP/AISS-Gijón, caja 4014, «Informe sobre algunas de las líneas básicas dei ordenamiento laboral espaii.ol» emitido por Roberto Vega Alonso en octubre de 1 964 a requerimiento de la Câmara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de Gijón, P · 4.

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Felguera elaborá en 1951 una ponencia para la modificación dei Re­ glamento Nacional de Minas de Carbón (en vigor desde 1 946), en uso de la facultad de propuesta que en tal cuestión se concedía a los Sindicatos. El trabajo resultá vano, pues habrían de transcurrir doce anos para que e! Ministerio decidiese la modificación de la mencio­ nada reglamentación 63 • Si como apuntábamos en páginas anteriores, la función econó­ mica de los Sindicatos quedó en Ia práctica muy mermada, la docu­ mentación de la AISS muestra hasta qué punto en tales competencias, como fijación de precios, regulación de mercados o control de la política salarial, la Organización Sindical fue un mero vehículo de transmisión del malestar social, con poca audiencia en las institucio­ nes dei Estado responsables de la política económica: La Organización Sindical de la Província se ocupó especialmente dei pro­ blema de precios y salarios recogiendo la justa aspiración de las Juntas So­ ciales de aumentar e! poder adquisitivo de los trabajadores que se han visto seriamente perjudicados en sus econornías familiares con e! notable encare­ cirniento de los artículos de prirnera necesidad que acusa el mercado. En torno a este problema se han elevado a la Superioridad documentados estu­ dios y se ha informado ampliamente al Ilmo. Seiíor Director General de Trabajo [ ... ] 64•

Malestar que en algunos momentos se expresó con escaso recato verbal. Así, e! alza de precios en 1 956 produjo airadas protestas de los Sindicatos locales : [ .. . ] Si e! Sindicato es el único rnedio de cornunicación con los gobernantes, es é] e! que tiene la sagrada obligación de defender los intereses de sus afiliados, precisamente por esta circunstancia de no contar con otro rnedio de cornunicación. La gente está totalmente desmoralizada, ya que se considera completa­ mente desamparada contra e! explotador comerciante, patrono, rnercader o corno se liame. Todos, absolutamente todos, ponen las rnercancías a la altura que les da la gana, con precios abusivas y ante los ojos de las rnisrnas autoridades [ . .. ]. Nosotros corno representantes de los trabajadores, desde nuestros humildes puestos de trabajo [ . . . ] exigimos de los mandos sindicales, no suplicamos, la máxima atención a este palpitante problema [ ... ].

63 AHPIAISS-La Felguera, Sindicato de/ Combustible, «Actas 1 947- 1 977». La po­ nencia se recoge en el acta de reunión dei 28 de diciembre de 1 95 1 . 64 AHP/AISS-Oviedo, «Memoria d e actividades, 1 955». El subrayado es nuestro.

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La primera medida que deben tomar los que tienen sobre sí la tarea de gobernar, es congelar a costa de lo que sea, los precios de los artículos llamados de primera necesidad [ ... ]. Queremos tener confianza en el Sindicato y ha de dársenos la ocasión de no salir defraudados. Nuestros representados nos exigen acción y trabajo en defensa de sus intereses, y no podemos ofrecerles otra cosa que promesas, trasladando las que nosotros recibimos. [ . .] 65• .

Al aiío siguiente, problemas en el suministro de alimentos y ele­ vados precios en productos de primera necesidad, siguen acuciando a las Juntas sociales, que en tono más comedido, hacen llegar su preocupación al Delegado Provincial: La Junta Social dei Combustible de Santa Cruz de Mieres, en reunión ce­ lebrada el 25 de enero ha acordado solicitar de mi Jerarquia me dirija a V.E. haciéndole ver la escasez de aceite que se padece en aquella localidad rogán­ dole gestione dei Gobierno la normalización en el suministro de tan precia­ do artículo 66 •

Las reiteradas denuncias que en este sentido formularon los dis­ tintos sindicatos locales no podían dejar de inquietar a los represen­ tantes provinciales que, incapacitados para actuar directamente, de­ bían de limitarse a emitir los preceptivos informes reservados donde expresan su temor a una protesta generalizada: En nuestros diarios contactos con representantes sindicales y población en general de todas las poblaciones y zonas industriales y mineras de la pro­ víncia observamos una gran tensión e insatisfacción centradas unicamente en los precios de artículos alimentícios, vestido y calzado, así como carencia absoluta en determinados momentos de aceite y azúcar. [ . . . ] La situación de no obtenerse alguna mejora inmediata, pudiera de­ sembocar en conflictos de tipo laboral 67 •

La escasa influencia de las peticiones remitidas por los represen65 AHP/AISS-La Felguera, Sindicato dei Combustible, «Actas, 1 947- 1 977» ; extracto dei acta de noviembre de 1 956. 66 AHP/AISs-Oviedo, Secretaria General; escrito dirigido al delegado provincial de Sindicatos e! 1 de febrero de 1 957. 67 AHP/AISS-Oviedo, Secretaria General, «
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tantes sindicales <
Pero es, quizás, el recuemo de actividades realizadas por el Con­ sejo Económico Provincial de Asturias (constituído el 21 de enero de 1947) la más evidente manifestación de que tal organismo no actuaba como organizador de la economía regional -y que, por tanto, las funciones económicas de la Organización Sindical eran más aparentes que reales- sino como simple asesor técnico median­ te la elaboración de informes económicos sectoriales, confirmando 9 así lo que al respecto venimos exponiendo 6 . La restringida eficacia de las instituciones representativas sindi­ cales (enlaces, Juntas sociales y Jurados) habría que relacionaria no sólo con el alejamiento existente entre la normativa legal y la reali­ dad social sino con un factor de carácter político-ideológico : su in­ serción en la estructura sindical verticalista. La OSE, defensora de sus prerrogativas institucionales en el ejercicio de la actividad sindi­ cal (lo que generaba fricciones tanto a nível empresarial como con entidades estatales) debía velar también porque la tensión laboral no desbordase sus estrechos cauces y el malestar obrero no se manifes­ tase colectivamente, es decir, mantener la «armonía» social, solapar la lucha de clases. El carácter represivo que el aparato sindical encerraba se mani68 AHP/AISS-Oviedo, Secretaría General: «Acta de reunión de la Junta Social de! Sindicato dei Combustible» (8 de marzo de 1 956). El subrayado es nuestro. 69 AHP/AISS-Oviedo, Secretaria General: Informe dei Consejo Económico Sindical de Asturias sobre «Actividades de! Consejo Económico Provincial de Asturias desde sus inicios», realizado en junio de 1 961 .

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festó durante los anos 1 940- 1 950 en la anulación de toda disidencia ideológica que pudiera expresarse tanto de forma individual como colectiva. En este sentido, las elecciones sindicales constituyeron has­ ta 1 954 <> . Tal descrédito dei proceso eiectoral se reflejaba en una escasa participación de los trabajadores, desinterés que oca­ sionalmente remitió ligeramente en la convocatoria de 1 957 al con­ currir en ella diversos factores, como mayores garantías electorales, promesas sindicales de aperturismo ideológico y el comienzo de la táctica entrista por parte de los comunistas. Los conflictos laborales de finales de la década se saldaron con una depuración de cargos sindicales que habría de incidir directamente en el retraimiento de la participación obrera en las elecciones de 1 960 70• Los conflictos en las cuencas mineras a comienzos de los anos sesenta pusieron en entredicho la efectividad de los resortes sindica­ les franquistas para responder a las presiones de los trabajadores. Entonces el Sindicato hubo de frenar desde dentro los mecanismos de representación para evitar en lo posible convertirse en instrumen­ to de expresión de las reivindicaciones obreras : En la tarde dei día seis de los corrientes [octubre de 1 964], víspera dei viaje dei Sr. Ministro de Industria a esta Província, se reunió la citada Junta Social Local [dei Sindicato dei Combustible de Mieres], convocada para tratar de diversos asuntos y, entre ellos, la elección de su Presidente, por dimisión dei anterior, y, ai principio de la misma, uno de los vocales -sin duda presionado por los despedidos de su Empresa- pretendió plantear fuera dei orden dei día, y como cuestión previa, la situación de los despedidos, ne­ gándose a ello e! Delegado Local, manifestando que era un asunto que no constaba en e! orden dei día y que había sido ya debatido suficientemente en otras reuniones y que, en definitiva, la actitud de los despedidos de exigir su readmisión en bloque y a los mismos puestos de trabajo que tenían, como se había informado suficientemente, hacía imposible resolver tal problema y que, también, todos saben que, a pesar de tal actitud, la Organización Sindical viene haciendo gestiones para obtenerles colocación y, especialmen­ te, a los que se encuentran silicóticos. 70 AI respecto véase el estudio de Ramón García Pineiro, " Los mineras asturianos bajo e! franquismo (1937-1962)», vol. I, pp. 222-23 1 ; Tesis doctoral, Universidad de Oviedo, 1989. Los entrecomillados son expresiones literales dei autor. Recientemente la Fundación t .o de Mayo ha publicado en forma de libra y con idêntico título la tesis de García Piiieiro (Madrid, 1 990).

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Ante estas manifestaciones, e! vocal de referencia, pidió que la Junta firmara un escrito dirigido a la Sección Social Provincial, en e! que se exigían nuevas gestiones en favor de los sancionados, a lo que también [ ... ] se opuso e! citado Delegado Local, aíiadiendo que no podían recogerse las firmas en plena Junta, pues ello podía suponer una coacción para aquellos que no estuvieran de acuerdo con tal petición [ . . . ] 71 •

El obrerismo sindical tenía un límite.

III. LA REGULACIÓN DE LAS CONDICIONES DE TRABAJO: DE LAS REGLAMENTACIONES A LOS CONVENIOS COLECTIVOS

Al comentar el Fuero dei Trabajo, senalábamos cómo la Declaración III, 4. otorgaba al Estado la facultad de fijar las bases reguladoras dei trabajo con la pretensión de soslayar así la lucha de clases y marcar las pautas de la política social. Pero, apuntábamos también, que tal potestad se convirtió en instrumento dei dirigismo económi­ co franquista a través de las Reglamentaciones de Trabajo, dirigismo que empezará a quebrar con la Ley de Convenios Colectivos de 1 958 que, no sin dificultad, habrá de buscar una fórmula conciliato­ ria con dicha Declaración. III.!. La estatalización de la política laboral (1942-1958)

La Ley de Reglamentaciones de Trabajo de 1 6 de octubre de 1942 sienta las bases dei intervencionismo estatal en materia laboral. Sin embargo, las primeras reglamentaciones son anteriores a dicha ley (v .gr. la Reglamentación Nacional para Minas de Carbón de 6-6-1 942 y la Reglamentación Nacional de la Industria Metalúrgica de 6-7-1 942) por lo que fueron posteriormente modificadas, ajustándo­ se igualmente a la Ley dei Contrato de Trabajo de 1 944. Entre 1 945 y 1 948 puede decirse que las principales actividades económicas es­ taban ya reguladas por sus respectivas reglamentaciones, la mayoría 71 AHP/AISS-Oviedo, Secretaría General: «Informe confidencial>> dirigido por el delegado provincial de Sindicatos ai gobernador civil de Asturias el 19 de octubre de 1964.

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de âmbito nacional, aunque jurídicamente existía la posibilidad de _ circunscribirse a niveles territoriales más reducidos (interprovinCta­ les, provinciales, e incluso de empresa, como la Reglamentación de RENFE) 72. Todas ellas emanaban del Ministerio de Trabajo y sus normas no podían quedar sin efecto por la voluntad d � empresa�ios o �rabaja­ dores. La modificación de las Reglamentacwnes pod1a reahzarse a iniciativa del Ministerio, por sugerencia de otro departamento mi­ nisterial o a propuesta de la Organización Sindical, aunque en ��s _ dos últimos supuestos se precisaba «solicitud razonada» que jusuh­ case la reforma de las normas vigentes. Asimismo, correspondía a las Delegaciones Provinciales de Trabajo la propuesta de las medid�s convenientes para adaptar las Reglamentaciones nacionales al tern­ torio de su jurisdicción. Parece, no obstante, que las Reglamentaciones de trabajo dieta­ das en los aiíos cuarenta lo fueron ante cierta indiferencia empresa­ rial, manifiesta en la inhibición de la patronal a participar en la discusión de los anteproyectos correspondientes. AI menos, fuentes sindicales abonan esta interpretación, no sin cierto tono de reproche por las posteriores críticas empresariales a la normativa ministerial (véas e apéndice 4 ) . . . , . El contenido de las ReglamentaCtones es umforme y uene carac­ ter general; de forma esquemática podemos agrupar sus preceptos en los siguientes apartados :

Ámbito de vigencia a.

Funcional: actividades o industrias a las que va a afectar; en este sentido hay que considerar el principio de unidad de empresa, en virtud del cual la norma que sirve para la actividad fundamental lo es también para el personal de actividades complementarias, aunque pertenezcan a otras actividades laborales. 72

Entre ellas, destacamos las Reglamentaciones Nacionales de Trabajo de Minas Metálicas, de 12-4-1945 (BOE, 29-4); Siderometalúrgia, do: 27-7-1946 (BO � , 2-8); Minas de Carbón, de 26-2-1946 (BOE, 1 -3); Construcción y Obras Púb!IC�S, de 2-4-46 (BOE, 1 4-4); Derivados del Cemento, de 1 6-7-1 946 (BOE, 1 8-7) ; ��d�10, de 29-9-1 946 (BOE, 29-9); Tejas y Ladrillos, de 26-9-1946 (BOE, 5-10) ; Ceram1ca, de 26- 1 1-1946 (BOE, 4-12) y Cemento, de 14-4-1947 (BOE, 25-3).

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Territorial. Temporal, seiíalando la fecha de entrada en vigor, ya que su duración es indefinida mientras no se modifique o derogue.

b. c.

Organización dei trabajo En principio, es función que se atribuye a la empresa. El texto varía de unas Reglamentaciones a otras, siendo el de la Construcción y Obras Públicas (artículo 5.0) uno de los más explícitos al respecto: La organización técnica y práctica dei trabajo corresponderá a la dirección de la empresa dentro de las normas u orientaciones de este Reglamento, y de las disposiciones legales, respondiendo de su uso ante e! Estado. No podrá adoptarse ningún sistema distributivo dei trabajo que pueda perjudi­ car la formación profesional y técnica dei personal, antes bien éste tiene e] deber y la empresa !e facilitará e! medio a ello conducente de completar y perfeccionar sus conocimientos con la práctica diaria, no olvidándose que la eficiencia y e! rendimiento dei personal y , en definitiva, la prosperidad de la empresa depende de la satisfacción que nace no sólo de una retribución decorosa y justa, sino de que las relaciones todas de trabajo, y en especial las que son consecuencia dei ejercicio de la libertad que se reconoce en la empresa, estén asentadas en los principias de justicia social. ·

El paternalismo estatal en materia laboral que inspira tal dispo­ sición no se corresponderá, sin embargo, coo la existencia de efec­ tivos mecanismos de control que aseguren el cumplimiento empre­ sarial de la normativa establecida. Esa distancia entre el texto legal y la realidad laboral constituye uno de los rasgos definitorios de las relaciones de trabajo durante el franquismo, proyectada -como vi­ mos- sobre la estructura orgânica y funcional de los Sindicatos.

Personal Clasificación en grupos y categorías profesionales de los trabajado­ res, definiendo las funciones propias de cada una de aquéllas.

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Ingresos

y

Premias, faltas

ascensos

Se determinan las condiciones y form as para e[:rar a prest�r servtcw en las empresas, el régirl't e n de a cceso a categorías supenores Y el turno de ascensos.

Jornadas

y

descansos

Junto a las normas gen� r.ll c s q u e regulan esta materia, la Regl��en­ . o actlVldad tación seiíala las pecuha rid. ades p ropias de la md�stna , favo a­ interesada, fijándose con ft.ecue-nc..::ia jo rnadas espeClales mas � bles para ciertas categorÍ<'� s 0 en d�te rm inadas condiciones de trabaJO.

Retribución En las tablas salariales s � refle � an m inuciosamente las retribucion� s correspondientes a cada ·,;a tego;Í:ll profesional. A efectos de determt­ nación de los salarios, se dividÍ! a e 1 territori o nacional en tres zonas, incluyéndose Asturias er:1 l a zoma p r im era. Lo1 salarios �ijados en t: s . Reglamentaciones fueron m od ifi• cado s en 1 956 tras la tmplantacwn de retribuciones más ele" a .Jas ( di!sposiciones del 26 de octubre). P�s­ teriormente, esta materia.. s erá obii eto de regulación e� los Convemos . Colectivos Sindicales y at e l1diet::1d· 0 al s alario mínimo mterprofeswnal. Las Reglamentacione- s se rdieeren también a la retribución de los trabajos a prima, tarea c1 dest;-ajc J, as í como gratificaciones �e " Na­ .. vidad» y > ( dt:'sde almil de 194 7), premios de anuguedad y pluses (penosidad, peliig rosidacd, wxicidad. etcétera) .

Permisos, licencias

y

y

1 75

sanciones

Se concede potestad disciplinaria a la empresa, fijándose las sancio­ nes aplicables según la gravedad de la falta, siendo necesaria la ins­ trucción de expediente para la imposición de sanciones por falta grave o muy grave. Los aspectos procesales quedaron derogados y fueron sustituidos por el Texto Refundido de Procedimiento Labo­ ral de 21 de abril de 1 966.

Reglamentos de Régimen Interior Se impone a las empresas con un determinado número de trabaja­ dores la obligación de redactar dicho Reglamento.

Disposiciones diversas Se regulan en este capítulo materias de diversa índole, tales como prendas de trabajo, servicio militar de los trabajadores, salidas y dietas, Mutualidad, etcétera. En la práctica, la rigidez normativa y, en consecuencia, la falta de adaptación de las Reglamentaciones a las peculiaridades de las distintas actividades según la región, província, comarca o empresa, así como el hecho de que la mayoría de las cuestiones que expresa­ mente recoge la ley como objeto de reglamentación pudieran haberse regulado por disposiciones generales (v . gr. descansos, vacaciones, sanciones, etc.) tuvo como resultado que profesiones y ofícios simi-

t::.'x ce dcen tcias

La regulación de estas s
E/ marco jurídico-institucional de las relaciones laborales

En este sentido, la R egl?.u-..1 en ta·�inn Naci,10al dei Trabajo de la Industria Side-

rometalúrgica de 1 946 establece en su artículo 72 lo siguiente: «Las mujeres [ ... ], si contraen matrimonio quedarán automáticamente en excedencia forzosa; tendrán de­ recho a una dote de tantas mensualidades de su sueldo o jornal base como aiios de servicio hayan prestado en la empresa, sin que puedan exceder de nueve mensualida­ des [ ...]. Estas mujeres tendrán derecho a reingresar únicamente en caso de incapaci­ dad o fallecimiento dei marido» . Sólo en empresas donde la mujer efectuase trabajos tradicionalmente reservados a la mano de obra femenina, sería potestad de la empresa acogerse o no ai régimen de excedencia forzosa; pero la discriminación -en este caso vía salarial- persistía como se verá en e! capítulo 5 (apartado I).

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lares presentasen condiciones laborales distintas en función de la reglamentación aplicada. Por lo que respecta a las retribuciones, se fijaban los salarios mínimos y obligatorios. Tal criterio ignoraba las condiciones del trabajador, de modo que no se tenía en cuenta ni la calidad del trabajo ni el rendimiento del operaria. Asimismo, el concepto de salario era variable, no guardando relación las tablas de salarios de las Reglamentaciones con el concepto de salario a efectos regulado­ res de las cuotas de seguros de accidentes o seguros sociales y mon­ tepíos, redundando en perjuicio del trabajador. Por otra parte, si bien la ley contemplaba que las condiciones fijadas tendrían el ca­ rácter de mínimas, siendo susceptibles de mejora por libre y espon­ tánea determinación de los empresarios o en las relaciones de trabajo convenidas con su personal, disposiciones posteriores restringieron esta facultad hasta 1 956, aiio en que el régimen de reglamentaciones se flexibiliza en tal sentido 74• Si las Reglamentaciones de Trabajo regulan la relación laboral en una actividad industrial o rama de producción, los Reglamentos de Régimen Interior tenían por objeto adecuar las normas laborales obligatorias a las características peculiares de la empresa. Aunque generalmente no eran preceptivos para empresas con menos de 50 trabajadores, encontramos en las Reglamentaciones de Siderometa­ lurgia y Vidrio la obligatoriedad de su existencia en toda fábrica, factoría o taller. En su elaboración, se consideraban materias de competencia di­ recta de la empresa la ordenación técnica (régimen de explotación ; organización y jerarquía del trabajo ; prescripciones sobre uso o ma­ nejo de máquinas e instrumental y mantenimiento de aparatos; con­ diciones de entrega de la obra realizada, etc.); el censo laboral; ad­ misión, períodos de prueba, suspensiones y despido de personal ; jornada laboral; régimen de descansos y vacaciones ; permisos y li-

74 Cf Delegación Provincial de Sindicatos, Ponencias y consideraciones dei I I Ple­ no de/ Consejo Económico Sindical Provincial, Oviedo, 1 955, pp. 280 ss. (AHP/AISS­ Oviedo). Como veremos más adelante, los Decretos de 16 de enero de 1948 y 23 de octubre de 1953 sobre política salarial, restringían dichas facultades : hasta e! Decreto de 8 de junio de 1956 no se concede libertad a las empresas para establecer mejoras volunta­ rias a su personal sin necesidad de autorización dei Ministerio de Trabajo.

E/ marco jurídico-institucional de las relaciones laborales

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c�n�ia� ; condiciones para hacer efectivos los salarios; régimen de . . disciplma en el trabaJO y Sistema de recompensas y sanciones. lnstitu�d ? s los J u�ados de Empresa, éstos intervenían en la fija­ ., . cwn del regimen retnbuuvo de cada categoría profesional ; determi­ nación de los rendimientos mínimos y cualquier concepto de carác­ ter económico que afectara directamente a los trabajadores, así como seguridad e higiene, formación profesional y servicios sociales. El proyecto de Reglamento de Régimen Interno -redactado por l � :mpresa- debía ser aprobado por la Delegación de Trabajo, de­ Cidiendo también en caso de discrepancia del Jurado con la patronal . en matenas en que éste debía ser oído 75• La necesidad de un cambio en las relaciones laborales se hará sentir a partir de 1 956, aiio en que la brusca subida de precios generó un fuerte malestar social, estrechamente vinculado al incremento de la conflictividad en los centros de trabajo durante 1 956-1 957. El Ministerio hubo de aceptar las primeras negociaciones colectivas, am1 �ue sólo a r:ivel de fábrica. La entrada de Espana en la Organi­ _ zacwn InternaciOnal del Trabajo (OIT) en 1 958 haría inevitable el reconocimiento por parte de los organismos estatales franquistas de la contratación colectiva 76• Ahora bien, la introducción de nuevos mecanismos en las rela­ cj�nes labo:a� es no fue c? rrelativa a la modificación del sistema po­ _ , lmco-Ideologico del Regimen: con la Ley de Convenios Colectivos no se pret �?d �a sustituir el sistema de Reglamentaciones -que de . hecho sigmo vigente- por una regulación descentralizada de la con­ tratación colectiva, sino de yuxtaponer ambos mecanismos. Los Con­ venios Colectivos Sindicales serán complementarios de las Ordenan­ zas de Trabajo dictadas por el Ministerio: los primeros regularán las cuestiones salariales y retributivas, y las segundas el resto de las condiciones laborales. El Estado perdía, bien es cierto, el monopolio detentado hasta entonces �n materia laboral (más concretamente, salarial) pero, en contrapartida, se aseguraba el control de la negociación colectiva. 75 AHP/�ISS-Gijón caja 4064, Haja de formación e información núm. 1 1 2, julio de � 1 973, Madnd, Orgamza c1ón Sindical. 76 Cf Ramón Tamames, «Prólog · en Serrano y Maio de Molina, Safarias y � _ Madnd, mercado de trabaJO. en Espana, 1 979. La contratación colectiva era una de las exigencias mínimas que imponía la pertenencia a la OIT.

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n1.2. La negociación tutelada (1958-1975)

En consideración a las causas que proptCiaron la apanc10n de la contratación colectiva en Espana a finales de la década de los cm­ cuenta, la bibliografía al uso presenta dos tendencias: Aquellos que argumentan que la contratación colectiva surge por propia exigencia y necesidad del sistema económico-social, con una finalidad estrictamente económica (v.gr. Pérez Botija, Jané Solá, etcé­ tera). Y quienes mantienen que es fruto de la actuación dei movimiento obrero, que obliga al capital a una nueva estrategia basada en el diálogo como medio más eficaz para fijar las relaciones laborales. A través de la negociación se trataría de institucionalizar e1 conflicto obrero latente aunque la negociación podía convertirse también en instrumento de la clase trabajadora para potenciar dicho conflicto (Serrano, Cruz, Barón y Maravall) 77• Los Convenios Colectivos fueron regulados por la Ley de 24 de abril de 1 958, el Reglamento de 22 de julio y las Normas Sindicales de 23 de julio del mismo ano. La definición de Convenio Colectivo se contiene en el artículo t .o de dicho Reglamento : <<Son Convenios Colectivos Sindicales los acuerdos entre las representaciones sindicales de los trabajadores y empresarios concertados en e1 seno de la Organización Sindical>>. El artículo 2.0, todavía con reminiscencias nacionalsindicalistas, senala como fines del Convenio Colectivo los siguientes : Fomentar e1 espíritu de justicia social. Fomentar el sentido de unidad en la producción y comunidad de trabajo. Mejorar el nivel de vida de los trabajadores. Incrementar la producción. 77 La contratación colectiva en Espana se remonta a {inales dei siglo XlX. Desde 1904 hasta mediados de los aiios treinta, los pactos o contratos colectivos se sucedie­ ron ininterrumpidamente; desde 1939 hasta 1958 desaparecen dei panorama laboral espaiiol por las consideraciones ya seiialadas.

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Las condiciones de trabajo establecidas en los Convenios Co­ lectivos tenían el carácter de mínimas y serían nulos los pactos o cláusulas que implicasen condiciones menos favorables para los tra­ bajadores. Las materias objeto de Convenio Colectivo pueden clasificarse como stgue : a. De carácter económico : cuadros y sistemas salariales, incen­ tivos a la producción, pluses retributivos por diversos conceptos, premios y comisiones por rendimientos individuales o de grupo, sistemas de participación en los benefícios y en los rendimientos productivos. b. De carácter profesional: criterios sobre clasificación profesio­ nal, ingresos, ascensos, sustituciones y perfeccionamiento profe­ sional. c. De carácter técnico : cambios en los métodos de trabajo por introducción de mejoras técnicas o adaptación a las necesidades del mercado, reducciones de la jornada sin merma de la producción, perfeccionamiento en los métodos de trabajo, cómputos para la va­ loración de rendimientos, adaptación de calendarios y horarios de trabajo. d. De carácter social : complementos de compensación por en­ fermedad, accidente o similar; mejoras en el régimen de seguridad e higiene en el trabajo y determinación de los períodos de vacaciones. e. De carácter humano : agrado, comodidad y satisfacción en el trabajo; perfeccionamiento cultural y de toda clase de acción asis­ tencial en favor del trabajador y la empresa.

Podían ser igualmente objeto de negociación colectiva los acuer­ dos sobre modificación y compensación de condiciones más bendi­ ciosas adquiridas; criterios de preferencia en casos de reducciones colectivas de plantilla o de traslados colectivos, y otras medidas que afectasen a la organización de la empresa. El período de vigencia de los convenios sería fijado por las par­ tes; de no ser así se entendía por dos anos de duración, prorrogables tácitamente de ano en ano si no se denunciaba proponiendo su res­ cisión o revisión a la Delegación Provincial de Trabajo. En cuanto al ámbito de aplicación, podían ser locales, provinciales, interprovin­ ciales o de empresa, e incluso afectar a un grupo o sección de tra­ bajadores de una sola empresa. No se mencionaba Ia posibilidad de

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Convenios Colectivos de ámbito nacional, pero de hecho existían (así los de CAMPSA, Telefónica, etcétera). Las partes deliberantes en el Convenio Colectivo eran las repre­ sentaciones de empresarios y trabajadores en el marco de la Orga­ nización Sindical. Cuando el convenio afectaba a una sola empresa, eran partes en la negociación la representación empresarial y los vocales del Jurado, y en su defecto, los enlaces sindicales represen­ tantes dei personal afectado por el convenio. La iniciativa para establecer un convenio correspondía a las res­ pectivas representaciones sindicales según el ámbito dei mismo: En convenio que afectase a una sola empresa, se requería por parte de los trabajadores el acuerdo por mayoría simple de los Vo­ cales Jurados de la empresa y, si no existiesen éstos, de los enlaces sindicales. Por parte empresarial, el acuerdo de la dirección. Tal ini­ ciativa se otorgaba a empresas con más de 1 00 trabajadores fijos. En convenios que afectasen a más de una empresa era necesario el acuerdo por mayoría simple de las Juntas Sociales o Económicas de grupo o subgrupo local, comarca!, provincial o de varias provín­ cias, según el ámbito dei Convenio Colectivo. Las propuestas de iniciación de las deliberaciones para un con­ venio se formulaban al delegado provincial dei Sindicato respectivo o al jefe dei Sindicato Nacional si se trataba de un convenio de ámbito interprovincial. Las Comisiones Deliberantes estaban inte­ gradas por un presidente (elegido por el Sindicato correspondiente), los vocales empresariales y sociales en igual número, los asesores autorizados por el Sindicato y a petición de las partes interesadas, y el secretario (designado por el Sindicato entre sus funcionarias). La autoridad laboral podía dictar Norma de Obligado Cumpli­ miento (NOC) en caso de que por una de las partes se empleara el dolo, fraude o coacción ; si no se llegaba a un acuerdo en la nego­ ciación; por incomparecencia de una de las partes y en casos de extinción, rescisión o nulidad dei convenio a peticion de la Organi­ zación Sindical. Así pues, la negociación colectiva restituía aparentemente un con­ siderable poder a los trabajadores, pero como puede observarse, el proceso negociador se mantenía dentro dei marco de la Organiza­ ción Sindical, excepto en la negociación a nível de fábrica. El desa­ rrollo de los Convenios Colectivos permanecía estrechamente con-

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trolado por los Sindicatos ; los términos dei convenio no podían afectar a los intereses empresariales, ni a la disciplina ni a la econo­ mía nacional; se fijaban procedimientos obligatorios para su elabo­ ración ; era necesaria la aprobación dei convenio por la autoridad laboral y el fracaso de las negociaciones se saldaba con una NOC. AI comienzo dei capítulo aludíamos a la contradicción existente entre la Ley de Convenios Colectivos de 1958 y la Declaración III, 4. dei Fuero dei Trabajo tal y como en principio se interpretó. Efectivamente, la ley, la reglamentación general o profesional y el reglamento de régimen interior eran las únicas fuentes reconocidas de regulación de la relación laboral, cuyas condiciones se aplicaban automáticamente al trabajador que ingresaba en la empresa. El Con­ venio Colectivo y, lo que es más significativo, el propio contrato individual de trabajo, quedaban excluídos de la tabla de fuentes re­ guladoras. Esta interpretación empezó a quebrar a partir de 1 956 y culminó con la Ley de Convenios Colectivos. La búsqueda de la conciliación jurídica entre el Fuero dei Tra­ �ajo y el texto legal de 1958 sigue básicamente dos líneas interpreta­ uvas : La defendida por Gaspar Bayón, según la cual entenderíamos la Declaración III, 4. dei Fuero como fijación de condiciones mínimas por parte dei Estado y no como monopolio legislativo de éste sobre el contenido de tales condiciones 78. Y la representada por Efrén Borrajo, que busca compatibilizar ambas normas argumentando que el Fuero del Trabajo no cerraba la posibilidad de que la regulación de las condiciones laborales se estableciese por Convenio Colectivo : «La teoría de la relación de trabajo en su dimensión política, tal y como está en el Fuero, admite, pues, al Sindicato como fuente de producción jurídica, y con él ad­ mite el convenio colectivo de trabajo como fuente jurídico-positiva>>, de modo que el monismo estatal en esta cuestión se resolvía en virtud de una delegación de facultades en la Organización Sindical 79. La contratación colectiva estuvo sujeta a una serie de condicio­ nantes estructurales que la desvirtuaron. AI respecto, seiiala Jané 78 Gaspar Bayón Chacón, «lnterpretación dinámica dei Fuero dei Trabajo», en Revista de Trabajo, núm. 2, Madrid, 1 963. 79 Efrén Borrajo, «La teoría de la relación de trabajo en el Fuero dei Trabajo•, en Revista de Trabajo, núm. 2, Madrid, 1 963.

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Solá que en Espana más que negociacián colectiva lo que existía era una «relacián colectiva>> dado que no puede hablarse de contrato colectivo cuando una de las partes está en inferioridad (por falta de representatividad, desconocimiento de la contabilidad y marcha de la empresa, etc.) ni cuando un mismo sindicato aglutina a las partes con intereses contrapuestos (o se deja mediatizar por el poder polí­ tico). Por otra parte, los trabajadores carecían de medi os efectivos de presián en la negociacián : la ilegalidad de la huelga era la expre­ sián más rotunda de ello 80 • Las Reglamentaciones se utilizaron como elemento orientador dei contenido de la negociacián en temas como duracián de la jor­ nada laboral, período vacacional, etc . ; los convenios limitaban en la práctica su contenido a salarios y productividad y el intervencionis­ mo estatal seguía ejerciéndose a través de las Normas de Obligado Cumplimiento, las revisiones automáticas o prórrogas y la congela­ cián salarial. Entre 1 964 y 1 968 la aplicacián de la NOC llegá a afectar a más dei 20% de los trabajadores sujetos a contratacián colectiva. Los sectores productivos donde se aplicá con más frecuencia fueron trans­ portes, metal, industrias extractivas y construcción, lo que confir­ maría que un objetivo esencial de la NOC era «congelar situaciones de excesiva combatibilidad o presián dei sector trabajo. Serán las ramas más proletarizadas y con mayor fuerza negociadora las que estén reguladas con Norma>> 8 1 . La proliferación de las NOC ha llevado a algunos autores a con­ siderar el hecho como una manifestacián de la quiebra de la nego­ ciacián colectiva al destruir un elemento esencial de la misma: la voluntariedad 82• 8° 81

Cf Jané Solá, ob. cit., pp. 224-227. Cf Roberto Carballo, •Salarios», en Anuario de Relaciones Laborales en Es­ pana, 1975, Madrid, 1 976, pp. 1 76 ss. ; Serrano y Malo de Molina, ob. cit. (la cita, en p. 58). 82 Cf A. Serrano e Ignacio Cruz, «Economía laboral espanola: negociación co­ lectiva y visión global de 1 972» en Muiioz, Roldán y García Delgado, La economia espaiiola, 1972, cap. II (pp. 91-252); Cruz, Barón y Serrano, •La quiebra de la con­ tratación colectiva», en Cuadernos para el Diálogo, núm. 1 04, 1 972, pp. 322-331 ; Enrique Barón, «Salarios, conflictos y coste de vida,, en Cuadernos para e! Diálogo, núm. 9, 1968. A partir de 1 969 se constata una disminución de la utilización de la NOC explicable por varios factores : el fin de la congelación salarial favorecía las reivindicaciones de los trabajadores ; las denuncias por parte de la OIT de las NOC como contrarias a la

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183

La revisián automática de los convenios y la posibilidad de pro­ rrogar la vigencia de los mismos con el consentimiento de ambas partes actuaron como instrumentos restrictivos de la negociación co­ lectiva cuando la presián de los representantes sociales era escasa y fácilmente manipulable por la empresa. Afectaba casi exclusivamente al salario mediante el establecimiento de pluses especiales u otras formas de compensación no consolidables. La congelación salarial constituye otro mecanismo desvirtuador de los Convenios Colectivos. La política de congelación y topes salariales se denominá política de rentas y aparece en 1 964 con la entrada en vigor dei Primer Plan de Desarrollo. Significa la supedi­ tacián de los salarios al proceso de acumulacián dei sistema econó­ mico, que la demagogia oficial acompaiíaba con irrealizables medidas de <
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tos de <
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Sindicales en diciembre de 1 973 no sólo respondía a la necesidad de perfeccionar técnicamente e! texto de 1 958 y adaptado a la recie? te _ _ Ley Sindical de 1971 (tal y como expresan fuentes oftetales), smo que tenía mayor alcance político : se pretendía desvincular la con­ flictividad laboral de la contratación colectiva, reducir el interven­ cionismo estatal y reforzar e! papel de la Organización Sindical. Para ello se recurre a una reforma de los mecanismos de negociación 8 7 • La disminución dei conflicto se tratará de conseguir agilizando las deliberaciones, elevando a dos anos e! período mínimo de vigen­ cia de los convenios y poniendo restricciones a los convenios de empresa (donde la presión obrera era más directa). El distanciamien­ to de la intervención estatal en el proceso negociador se plasma en la sustitución de la NOC por la Decisión Administrativa Obligatoria (DAO), que abre la posibilidad de arbitraje dentro de la OSE antes de la actuación administrativa. Y finalmente, se incrementan las atribu­ ciones sindicales en la contratación colectiva (iniciativa, arbitraje, con­ trol, etc.), reforzando las prerrogativas tutelares de la Organización Sindical en esta materia 88 • No cabe duda que los convenios colectivos representaron un cierto grado de aperturismo en las relaciones laborales cuyo proceso no puede desvincularse de la necesidad de adaptar la mano de o? ra al proceso de industrialización y racionalización de Ia ec�nomí� (mt�? ­ _ _ _ _ ducción de nuevas técnicas de producc1ón, mcenuvos, mtensiÍicacwn 87 AHP/AISs-Gijón, caja 4064, Hoja de formación e información, núms. 1 1 9 Y 120 : •Ley de Convenios Colectivos Sindicales de Trabajo» y <
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de los ritmos, etcétera). Por otra parte, la negociación colectiva se convirtió en plataforma reivindicativa de los trabajadores y favoreció el conflicto, pues la propia dialéctica del desarrollismo impulsá exi­ gencias sociolaborales que desbordaban el marco de una negociación tutelada, evidenciándose, una vez más, la inoperancia del sindicalis­ mo interclasista. Por todo ello, y pese a las limitaciones senaladas, puede afirmarse que los antagonistas sociales (patronal y trabajado­ res) se vieron favorecidos por la negociación colectiva.

5.

CONDICIONES DE TRABAJO DE LA CLASE OBRERA ASTURIANA

I. ANÁLISIS COMPARATIVO DE LAS CONDICIONES LABORALES FIJADAS EN LA INDUSTRIA REGIONAL

El estudio de los reglamentos de régimen interno de empresas que desarrollan su actividad en las ramas productivas aquí tratadas, pro­ porciona un conocimiento detallado y exhaustivo de las específicas condiciones en las que el obrero minero, industrial o de la construc­ ción aporta su fuerza de trabajo. Las Reglamentaciones nacionales aplicables a los subsectores eco­ nómicos senalados (todas ellas dictadas en 1 946) nos sirven de marco referencial, preferentemente en aquellos casos en los cuales el regla­ mento interno fue elaborado antes que la Reglamentación del ano 1946 (industrias dei carbón y loza), puesto que se constata que esta última fija unas condiciones mínimas más favorables, en algunos as­ pectos, al trabajador y -en cualquier caso- nunca inferiores a las contenidas en los reglamentos internos preexistentes. La modificación que experimentan las condiciones laborales en las décadas siguientes se establece a partir del seguimiento de la nor­ mativa que al respecto dieta el Ministerio de Trabajo, pues las nuevas Ordenanzas que sustituyen a las Reglamentaciones de los anos eua­ rema datan, excepto la de Minas del Carbón, de fechas tan tardías como 1 970 y 1 973. Por otra parte, los cambios habidos en política salarial a partir de 1 956 y la existencia desde 1961 de Convenios Colectivos que detraen de la competencia estatal la regulación de los salarios, nos ha inducido a considerar más pertinente realizar el análisis de esta cuestión al margen del resto de las condiciones generales de trabajo .

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1 . 1 . L os � eglamen tos de Régimen Interno de las empresas asturtanas, 1944-1959

Basándonos en los Reglamentos de Régimen Interior de SIA Santa Bárbara (Fábricas de Moreda y Gijón, siderurgia), Minas de Carbón de Asturias, Fábrica de Loza de San Claudio (cerámica) y Construc­ tora Internacional, S. A. -redactados el primero en 1 947, los dos siguientes en 1 944 y el último en 1 949- pretendemos establecer las diferencias y similitudes de las condiciones de trabajo del personal obrero a comienzos del franquismo, así como los cambias que las mismas pudieran haber experimentado en la década siguiente 1 • Para ello, comenzamos con una exposición sistematizada de las condiciones laborales fijadas en los mencionados reglamentos, reali­ zando posteriormente una síntesis valorativa de las mismas.

Condiciones de trabajo en las minas de carbón

2

1 . Admisión y condiciones generales de trabajo Los trabajadores aspirantes a ingresar en un centro minero debían presentar informe previo del médico de la empresa declarándoles útiles para el trabajo, y un certificado de vacunación. A los menores de 1 8 aõos se les exigía la oportuna acreditación de tal condición. Los obreros no podían comprometer sus servicios para trabajos 1 Los textos de los Reglamentos de Régimen Interno de los que hacemos uso en este capítulo, proceden de los originales adjuntos a los expedientes (demandas pre­ sentadas por los trabajadores) de las Magistraturas de Trabajo de Asturias. No era frecuente que tales Reglamentos apareciesen entre la documentación que se conserva ai respecto, por ello hemos de ceiiirnos a la restringida aportación de las fuentes en este sentido. No obstante, para el análisis que sigue se han seleccionado de entre los Reglamentos disponibles aquellos pertenecientes a las empresas más relevantes dei sector, siempre dentro de la limitación seiialada. 2 AHP/Magistratura de Trabajo núm. 1 de Oviedo, 1 945. «Reglamento de Régimen Interior de las Minas de Carbón. Asturias.», s.f. El texto de este reglamento no aparece fechado, aunque en atención a las referencias legislativas que contiene y ai hecho de que aparezca en un expediente de 1 945, es posible datado entre finales de 1 944 y 1 945. ·Reglamentación Nacional de Trabajo en las Minas de Carbón•, 26 de febrero de 1 946 en Aranzadi, Repertorio cronológico de legislación. 1946, Pamplona, 1 947 (1.' ed.).

Condiciones de trabajo de la e/ase obrera asturiana

1 89

distintos a los de su capacidad profesional, estando a cargo del ]efe de Servicio supervisar el rendimiento laboral correspondiente a las condiciones de la labor ejecutada, <<estando los obreros obligados a emplear toda su energía y capacidad productora» (art. 8). Según la Reglamentación nacional de 1946, el período de prueba antes de considerar definitivo el ingreso del trabajador en la empresa minera era de 1 5 días para los obreros de oficio y de 7 días para peones especialistas y resto del personal. No obstante, dicho período de prueba no era de carácter obligatorio, pudiendo las empresas admitir al personal con renuncia total o parcial de su utilización. El trabajador que descase ascender de categoría debía solicitado a la Dirección de la mina, que decidiría previa informe del jefe in­ mediato del solicitante y la realización por parte de éste de una prueba práctica. La asistencia diaria de los obreros al trabajo era obligatoria. El que por causa justificada tuviera que faltar uno o varios días conse­ cutivos, pediría permiso a su jefe inmediato o justificaría la ausencia lo más pronto posible. La ausencia injustificada durante tres días consecutivos o seis alternos en un mes se entendía como un cese volumaria. Tanto los obreros de interior como de exterior habrían de tra­ bajar en el lugar y ocupación indicada por el vigilante (jefe inmediato del personal obrero ), a quien debían obediencia en lo concerniente a la buena marcha y seguridad del servicio. Las empresas mineras procurarían que los obreros trabajasen lo más cerca posible de sus viviendas ; en todo caso, éstos podían soli­ citar traslado de centro de trabajo por causa justificada. Se imponían limitaciones al traslado forzoso de los mineras que trabajando a destajo fuesen destinados a tareas realizadas a jornal por el evidente perjuicio económico que les ocasionaba. Se prohibía expresamente leer durante la jornada de trabajo ; in­ terrumpir el trabajo en el exterior para fumar y fumar en el interior, e incluso portar tabaco, cerillas o mecheros. Como obligaciones de los obreros se seõalan las siguientes: Ejecutar los trabajos conforme a las ordenes de los vigilantes. Obedecer a los jefes en todo lo concerniente a la buena marcha y seguridad del servicio. Conservar e intensificar, en lo posible, las relaciones y vínculos cordiales entre los compaõeros.

1 90

Carmen Benito de! Pozo

Observar las medidas de precaución usuales y legales. En caso de peligro, utilizar los medios necesarios para prevenir . dei nesgo a los companeros. Se respondía ante la dirección de la mina dei deterioro, extravío o destrucción injustificado de los útiles o herramientas de trabajo y de los locales utilizados. 2. jornada laboral A . En las labores de interior, la jornada ordinaria era de siete ho­ ras, contadas desde la entrada dei obrero en el pozo ; y de cinco horas como máximo en tareas donde el minero hubiera de trabajar mojado 3 • Cuando los mineros tuvieran que efectuar a pie el recorrido des­ ?e la ?ocamina o pozo hasta el lugar dei tajo, o viceversa, el tiempo mverudo debería ser abonado por la empresa, pudiendo ésta poner a disposición dei personal medios de transporte para reducir el tiem­ po de desplazamiento. Para efectuar la comida se concedía un descanso intermedio de duración variable: desde 1 5 hasta 30 minutos <<según las necesidades y condiciones de las minas, a juicio de la Dirección>>, incluido el tiempo para subir y bajar a los tajos, siendo la mitad de dicho des­ canso por cuenta dei minero y la otra mitad de la empresa. En los trabajos que no pudieran ser interrumpidos, el momento de la co­ mida se fijaría de mutuo acuerdo entre el personal y la empresa ( en caso de disconformidad entre ambas partes, resolvía la Delegación de Trabajo). El director de la mina, previa aprobación de la Inspección de . TrabaJo, establecía el horario de los relevos, <<procurando cambiar los turnos siempre que sea posible>> (art. 45). Los mineros estaban obligados a trabajar, en situaciones excepcionales, mayor número de horas que el senalado para sus respectivas jornadas, tanto si la segu3 La jornada ordinaria de siete horas en e! interior de las minas -vigente con anterioridad a 193&-- experimentá continuas modificaciones entre 1938 y 1 945, flue­ mando entre siete y nueve horas diarias al socaire de las disposiciones coyunturales. Durante estos anos, los incrementos de la jornada de trabajo se abonaban con un recargo dei 30-40% sobre e! salario base. AI respecto véase Ramón García Pineiro, ob. cit., pp. 59-60.

Condiciones de trabajo de la clase obrera asturiana

191

ridad de las labores lo exigía como si la empresa lo juzgaba necesario para finalizar trabajos indispensables. Las horas de exceso sobre la jornada ordinaria se retribuirían de acuerdo con las disposiciones legales vigentes, es decir, las dos pri­ meras horas extraordinarias se abonarían con el recargo de un 30% y las siguientes con el 40%, prohibiéndose la realización de más de cuatro horas extras diarias. En junio de 1 940 se autorizó el trabajo dominical en las explo­ taciones mineras, compensándose en metálico el día de descanso se­ manal. La Orden de 16 de enero de 1 946 lo suprime : <> 4 . B. Para los trabajos de exterior, la jornada era de ocho horas efectivas, distribuidas según criterio de la empresa previa aprobación de la Inspección. Quedaban excluidos dei régimen de jornada legal los guardas jurados con casa-habitación dentro de la zona de su vigilancia. El descanso para comer era totalmente a cuenta dei obrero, sien­ do su duración de 30 a 60 minutos en los trabajos a relevos. El trabajo realizado en domingo se abonaría según lo dispuesto en la legislación vigente. 3.

Clasificación de/ personal

El personal empleado en la minería dei carbón aparece subdividido en cmco grupos: Personal obrero. Personal subalterno. Empleados administrativos. Empleados técnicos no titulados. Personal titulado. Dentro de cada grupo se fijan las categorías profesionales en 4 Orden 16 de enero de 1 944 (BOE, 24 enero). La legislación en adelante citada procede de la mencionada obra de Aranzadi en los anos correspondientes, o de vv AA, Enciclopedia jurídica espaiiola, Barcelona, apéndices anuales.

192

Carmen Benito dei Pozo

Condiciones de trabajo de la e/ase obrera asturiana

atencwn a las tareas realizadas, y en el caso del personal obrero, según se trabaje en el interior o exterior de la mina. La tabla salarial recoge la jerarquía funcional establecida al respecto (véase cuadro 30): la peculiaridad de la organización productiva minera y la espe­ cialización de los trabajos de interior genera una diversificación pro­ fesional tal, que se contabilizan dieciséis categorías distintas entre los obreros de interior, a las que se anaden las seis correspondientes a la mano de obra de exterior. CUADRO

30.

Exterior

Tabla salarial (retribución fija por jornada) de! personal obrero de las minas de carbón. 1944-1945 Jornal

Plus

1946 Total

jornal

Interior

1 93

�

I

Obreros de oficio l .' Obreros de oficio 2: ....................... Obreros de oficio 3 .' .. . .. . . .. . . ....... . .. . . ·······················

1 0,00 10,00 1 0,00

4,75 2,75 1 ,50

1 4,75 12,75 1 1 ,50

1 7,00 16,00 1 4,00

Ayte. 1 6- 1 8 anos ............................. Ayte. 1 8-20 anos ............................. Ayte. más de 20 anos ......................

7,50 9,00 9,50

0,00 0,25 0,50

7,50 9,25 10,00

8,00 10,00 12,00

Peones especialistas .................. ....... Peones .............................................

9,50 9,50

0,50 0,00

1 0,00 9,50

1 2,00 1 1 ,50

Pinches 1 4 - 1 6 an os Pinches 16- 1 8 anos .......................... ··························

4,50 4,50

1 ,00 1 ,50

5,50 6,00

7,00 8,00

Escogedoras .....................................

6,65

0,35

7,00

7,20

Mujeres en labores pesadas . . ...........

7,50

1 ,00

8,50

Mineras de 1 .' Barrenistas ....................................... Picadores ......................................... Entibadores de 1 . Entibadores de 2.' ............................ Camineros de 1 .' Camineros de 2.' . . . . .. . . .. . .. ..... .. . . . .. ... Caballista de 1 .' Caballista de 2 .' .. . ..... . . . . . ...... ... . . . . . . . Ayte. barrenista ............................... Ayte. picador ..................................

1 2,00 1 1 ,00 1 1 ,00 9,50 9,50 9,50 9,50 1 1 ,00 9,50 9,50 9,50

3,25 3,25 2,75 4,25 1 ,75 3,75 2,25 1 ,25 1 ,50 1 ,75 1,50

1 5,25 14,25 1 3,75 13,75 1 1 ,25 1 3,25 1 1 ,75 1 2,25 1 1 ,00 1 1 ,25 1 1 ,00

22,00 20,00 1 6,50''" 1 8,00 1 5,00 1 7,00 1 4,00 1 7,00 14,00 1 5,00

Ayte. entibador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Ayte. caminero ................................

9,50 9,50

0,50 0,50

1 0,00 1 0,00

1 2,00 12,00

En la Reglamentación se seiiala que las empresas estaban obliga­ das a clasificar a los obreros de oficio en la siguiente proporción: un 3 0% de oficiales de primera y otro tanto de segunda, y un 40% de oficiales de tercera.

Vagonero ................. ........................

9,50

1 ,00

10,50

1 4,00

4.

Ramperos 1 6- 1 8 anos ...................... Ramperos 1 8-20 anos Ramperos más de 20 anos ...............

7,00 9,00 9,50

1 ,00 0,00 0,25

8,00 9,00 9,75

1 0,00 1 1 ,00 1 1 ,00

y prima por producción. En todo caso, las tarifas de estas dos últi­

Peón especialista 1 .' Peón especialista 2.' ........... .............. Peón especialista 3.' ...... ...................

·························

9,50 9,50 9,50

2,50 2,00 1 ,50

1 2,00 1 1 ,50 1 1 ,00

Pinches ...................... ......................

5,00

1 ,50

6,50

· · · · · · · · · ························

•. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

····························· .

·········· · · · · · · · · · ············ .

.

······················

8,00

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,,. En la Reglamentación se distingue entre picador de primera (18 pesetas de jornal) y de segunda (IS pesetas); la cifra indicativa para categoría única responde a la media aritmética de ambos valores. Fuente: Reglamento de régimen interior de/ traba1o en las minas de carbón. Asturias, s.f. [1 944-1945]; Reglamentación nacional de trabajo en las minas de carbón, 1946. Elabo­ ración propia.

Nota:

Retribuciones y pagos

El trabajo podía ser retribuido a base de salario fijo, destajo, tarea

i

\ii

mas modalidades se calculaban de suerte que el obrero de normal capacidad y rendimiento obtuviese una retribución superior, al me­ nos en un 25%, al jornal mínimo fijado para su categoría. El plus de cargas familiares representaba el 10% de la nómina de la empresa (el 1 5 % a partir de 1 946 ), y se repartía por el sistema de puntos, computándose la esposa e hijos menores de 23 anos que no

I I li

1 94

Carmen Benito de! Pozo

trabajasen. Dicho plus se percibía en relación ai número de días (u horas) trabajados, conceptuándose como tales las faltas por enferme­ dad y excluyéndose las ausencias injustificadas, y se abonaría, cuan­ do menos, cada tres meses. Para e! contrai dei reparto de este plus existía en las empresas una comisión integrada por un representante empresarial, el jefe de personal y tres representantes de los trabaja­ 5 dores, uno por cada grupo profesional . E! plus de cargas familiares se estableció en 1 942 aunque hasta junio de 1 945 e! Ministerio de Trabajo no dieta la norma reguladora que lo hace extensivo a todas las empresas dedicadas a la industria y comercio ; en la misma, se fija en un 10% e! porcentaje mínimo de la nómina de las empresas que se repartiría entre los trabajadores por este concepto, y se explicita su finalidad, «tendente de modo primordial a reintegrar al hogar a las mujeres casadas que trabajan por cuenta ajena>> . El plus de carestía de vida tenía carácter coyuntural y se revisaba cada seis meses, «debiendo desaparecer tan pronto se superen las circunstancias que lo motivan>> (art. 1 25). Su cuantía oscilaba, para el personal obrero, entre las 4,75 pesetas que percibía e! oficial de 1 .' de exterior y las 0,25 de ramperos o ayudantes mayores de 20 aõos. Peones, ramperos de 1 8 a 20 aõos y ayudantes de exterior entre 1 6 y 1 8 aõos no percibían cantidad alguna por este concepto (v�as � cuadro 30). Se aprecia que su distribución se guía por un cnteno que podríamos denominar de compensación salarial interca­ tegorial, encaminado a mantener la distancia retributiva entre las diferentes categorías profesionales cuando e! jornal base tendía a la uniformidad en tal sentido. Dicho plus se convierte de facto en un mecanismo de ajuste ai 5

El sistema de puntos por el que se regía la asignación de! plus familiar, era e! siguiente: Casados ........... . ........................ . . ............................................. . Casados, con I hijo ............ ................................. .... ............... . Casados, con 2 hijos .............. ... . ... . . . . ... . .. ........... . .. . . . . ......... . . Casados, con 3 hijos .......................................... . . .................. . Casados, con 4 hiJOS ............................................................... . Casados, con 5 hijos ...... ... .................................... ................ .

5 puntos 6 puntos 7 puntos 8 puntos 10 puntos 13 puntos

························· ··················· ························ ···············································

Casados, con 1 6 hijos ........ ................................. . ................ ...... 60 puntos Fuente:

«Reglamento de régimen interior dei trabajo en las minas de carbón. Asturias•, s.f., artículo 125 (pp. 57-58).

Condiciones de trabajo de la clase obrera asturiana

195

, conce bido alza de los bajos salarios fijados en las Reglamentaciones os. Pero se '?ism los de sitivo adqui para mitigar la pérdida de poder de modo e, hdabl conso no ución trataba, por otra parte, de una retrib able. inalter nece que e! salario reglamentado perma . n tres El precio de los destajos y primas podía ser_ revisado . � . , n tcacw modtf o O trabaJ de os métod los supuestos : a. Por mejora de . cia ganan la do Cuan c. y ; o cálcul su en de instalaciones ; b. Por error . Posterior­ normal de! obrero excediera dei salario base en un 75% el 1 00% . en ntaje porce este fijó al nacion mente, la Reglamentación rel�­ El personal que trabajase en el turno de noche y _no fuese el trabaJo vado en el plazo de un mes o realizase de forma contm ua 946, a una nocturno, tenía derech o, según la Reglamentación de 1 bonificación de! 20% del sueldo base. men­ Otras percepciones complementarias fijadas por dicha Regla tación eran : Prima por asistencia al trabajo (ya establecida en 1 944 ). La falta injustificada de asistencia durante un día a la se'? ana daba l� gar a la , pérdida de esta prima, por importe correspondtente a los stete dtas de la semana en que se hubiera producido la ausencia. La cuantía de la misma era de 2,5 pesetas diarias. Prima a la producción, consistente en 1 ,50 pesetas por tonelada comercial útil vendida o consumida en usos propios. Esta prima se entendía como participación en benefícios. Los fondos totales pro­ cedentes de la prima mencionada se destinaban a engr?sar los c� ­ rrespondientes a las instituciones de previsión (Mutuahdad o Cap de Previsión). La prohibición expresa que el reglamento hace de! empleo de mujeres en trabajos pesados tales como carga de carbón, descarga de madera y <<demás operaciones anál� gas propias del hon:bre por esfuerzo físico y muscular que reqUieren>> (art. 1 55) !levo a la dect­ sión de amortizar todas las vacantes que entre dicho personal feme­ nino se fueran produciendo (y que en e! cuadro anterior �parecen como <<Mujeres en labores pesadas>>). En tanto, se les �st�no, un . salario inferior en un 20% ai del personal masculmo de stmtlar ca­

�I

tegoría. No obstante, la mujer permaneció realizando la� ores en el _ exterior de la mina: selección dei carbón y otros trabaJOS hgeros propios de! personal obrero, así como los característicos de limpieza (personal subalterno).

1 96

S.

Càrmen Benito dei Pozo

Obligaciones de la empresa

La primera obligación que para la empresa seõala el Reglamento es «disponer lo necesario a fin de que los obreros, sin derecho al cobro del jornal, puedan cumplir sus deberes religiosos y civiles>>, aunque en caso de trabajar en domingo o festivo, el minero dispondría de una hora libre remunerada para acudir a los actos religiosos (de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 6.0 de la Ley de 1 3 de julio de 1940). Asimismo, la empresa debería conceder permisos (no retribui­ dos) durante las horas de trabajo a los obreros que desempeõaran cargos públicos ; atender a la higiene de los talleres o grupos e ins­ talar servicios, lavabos con agua corriente, guardarropas, etc., según prescripción legal, y suministrar carbón mensual y gratuitamente (300 kg en los meses de otoiio-invierno y 250 kg el resto dei aiio) a todo su personal en activo que fuese cabeza de familia y al subsidiado, jubilado o pensionista que ostentase dicha condición. La gratificación navideõa equivalía a siete jornales para obreros y subalternos (un mes para el resto de los empleados). La Reglamen­ tación nacional de 1 946 establecía ya el derecho a percibir dos gra­ tificaciones anuales, de diez días para los obreros de interior y de siete para el resto dei personal cada una de ellas. Las vacaciones anuales retribuidas eran de siete días laborables que la Reglamentación de 1 946 amplió a diez para los obreros de interior -el período de vacaciones podía ser disfrutado o compen­ sado en metálico. Para los menores de veintiún aiios los días de vacaciones se ampliaban al período de tiempo que permaneciesen en campamentos o cursillos dei Frente de Juventudes. En septiembre de 1 943 se había autorizado la compensación en metálico de las vacaciones a los trabajadores de Ias minas de carbón, en uso de la facultad que confería la Ley de 2 1 de septiembre de 1 942 para los casos en que «los altos intereses de la Economía Nacional así lo aconseJen>> . La Reglamentación de 1 946 seõalaba, asimismo, que cuando las faenas se realizaran en lugares totalmente encharcados o fangosos, Ias empresas facilitarían a sus trabajadores vestuario adecuado.

1 97

Condiciones de trabajo de la clase obrera asturiana

6.

Seguridad en el interior de las minas

Dado el peiigro de explosiones en el interior de la mina por la p �e­ senCI· a del gas grisú ' se hacían explícitas y detalladas recomendacw· 1 IC!On d e fumar e nes acerca dei Uso de las lámparas ' rotunda proh"b" · 11a· pro ra ducir pudie que medio otro cualquier o cerillas introducir . _ mas 0 chispas, y otras medidas de segundad rela� wnadas con l as peculiaridades dei trabajo subterráneo : uso de las «Ja� las>�, carga de cubas, seõalizaciones, circulación de personal en �1 mtenor,_ tr��s­ _ porte dei material, suministro y maneJO de explosivos, venulacwn, etcétera. . Ningún minero podía abandonar ei trabaJO sin autorización de su jefe inmediato. '

Enfermedades y accidentes

7.

E! personal enfermo debía acreditado mediante certificado ex�edido por ei médico de empresa o del Mo ? te�ío: En �aso de acCide��e laboral, por leve que fuese, se comumcana m�ed1atamente a� vigi­ . se lante, indicando los testigos del suceso ; cumphdo este re��ISlto, entregaba ai lesionado la papeleta de accidente para la Of! cm� de la - de mma. En el plazo de 24 horas, la empresa tenía la obhgacwn . comunicar los accidentes a la autoridad gub ernat1va. En to d o centro . _ de un · con mas de 1 00 trabaJ" adores la empresa d1spondna mmero . botiquín de urgencia con personal apto (médico o practJcant �) . Para evitar la pérdida de sus derechos, los obrer� s enferm�s o leswn�d�s . debían cumplir escrupulosamente las disposicw� es sen aladas. ��1st1a _ la obligación para cualquier operaria de prestar ! nmed1ato au�1ho en caso de accidente grave; los vigilantes adoptanan en tales circuns­ tancias las disposiciones pertinentes. ·

'

8. jerarquía organizativa A . En e! interior. AI frente de los trabajos de interior se enco� traba _ ei capataz-jefe y a sus órdenes inmediatas un determmado � u� ero de vigilantes de primera. E! capa�:z-je�e _resp? ndía _dei semc� o de vigilancia, atendiendo a la inspeccwn d �ar� a e mmed1ata de� �usmo. Las labores en marcha serían visitadas d1anamente por los vigilantes,

1 98

Carmen Benito dei Pozo

se� analmente por el capataz y mensualmente por el ingeniero de la mm a. Asimismo, correspondía al capataz-jefe llevar el libro de registro dei personal y los cuadernos de avance mensual (cuyas mediciones reahzaría él y los vigilantes-jefes), teniendo a su cargo la observancia de las leyes de trabajo. Era misión de los capataces y vigilantes velar por la ejecución dei Reglamento, mantener las medidas de seguridad, denunciar cualquier infracción, vigilar las labores, distribuir el tra­ bajo y dar cuenta inmediata de los accidentes. B. En el exterior. AI frente de los servicios exteriores de la mina se encontraba, igualmente, un capataz-jefe y a sus órdenes inmedia­ tas un determinado número de vigilantes. Los obreros de exterior se subordinaban directamente a! vigilante encargado dei trabajo corres­ pondi �nte. Los capataces de exterior tenían la obligación de hacer cumpl �r, ror sí y por medio de los vigilantes, e! Reglamento ; dar _ cumphr�u�nt? a las órdenes de la dirección respecto a la organización del servJcw ; mformar sobre cualquier obstáculo a los trabajos y velar por la conservación de las instalaciones, maquinaria y herramientas. En un sistema de organización jerárquica del trabajo donde la empresa ejerce un riguroso control de la mano de obra, no sólo en cuanto ai rendimiento productivo de la misma sino en prevención de cualquier manifestación de conflicto, el mantenimiento de la disciplina laboral encuentra en el régimen militar el modelo más efectivo de funcionamiento interno. En las minas, la estructura de subordinación jerárquica de las distintas categorías profesionales res­ pond ía a una concepción militar de la organización dei trabajo pero . tamb1én a una efectiva militarización de la producción, impuesta desde 1 93 7 y nunca formalmente derogada, a pesar de que los esta­ blecimientos penitenciarias mineros implantados en 1 938 -donde los presos redimían la pena por el trabajo-- desaparecen a finales de l?s aõos cuarenta, y con ellos, el único argumento que podría justi­ ficar formalmente la prolongación de una situación de excepcionali­ dad como aquélla 6 • 6 E! Reglamento de Militarización de Industrias data de marzo de 1 938 · e! De­ creto 1" de abril de 1 939 establecía las normas para la desmovilización de las i;dustrias que, según Orden de 3 de abril debía dar comienzo dos días después. Por otra parte, la Ley de 24 de nov1embre de 1 939, que clasifica a las industrias nacionales en cuatro grupos, no incluye a las carboníferas entre las «industrias para la defensa nacional», las umcas, en todo caso, susceptibles de permanecer militarizadas. Sin embargo, tal

Condiciones de trabajo de la e/ase obrera asturiana

9.

1 99

Faltas y sanciones

Ya mencionábamos en el capítulo anterior la potestad disciplinaria de la empresa. En las minas de carbón será el vigilante, superior jerárquico de los obreros mineros, quien asuma la función de sus­ pender momentáneamente en el trabajo a quienes cometieran falta, dando parte dei hecho al capataz, que, a su vez, lo comunicaría al ingeniero o director de la mina, el cual fijaba definitivamente la san­ ción procedente. Las faltas se clasifican en leves, graves y muy graves. Se consideraban faltas leves la impuntualidad, ausencia no justi­ ficada de un día al trabajo, desconsideración hacia los compaõeros, desinterés probado por la buena conservación de los materiales y por la economía de los artículos que se consumen en el trabajo, y cualquier infracción reglamentaria no estimada específicamente como grave o muy grave. Como faltas graves se tipificaban el deterioro, extravío o destruc­ ción injustificada de los útiles de trabajo e instalaciones ; fumar o producir llamas en el interior de la mina (imprudencia temeraria) ; ausencia injustificada al trabajo de dos a cinco días ; desconsideración grave hacia compaõeros ; falta de disciplina, respeto y consideración a los jefes ; rendimiento inferior a! mínimo o normal ; fraude o abuso de confianza; derroche claramente advertido de materiales y presen­ tarse al trabajo en estado de embriaguez. Faltas muy graves eran la reiterada e injustificada impuntualidad y ausencia; portar explosivos fuera de! lugar de trabajo (tentativa de hurto) ; indisciplina o desobediencia a los Reglamentos ; embriaguez situación persistió en las explotaciones carboníferas, y en este sentido la Junta Sindical dei Combustible de La Felguera, en reunión celebrad.a e! 2 de abril de 1 948, reclamaba la anulación de la militarización de las minas asturianas, «dejando en plena libertad a! trabajador para cambias de empresa» (AHP/AISS-La Felguera, Sindicato dei Com­ bustible, Actas 1947-1 977). Incluso, a la altura de 1 964 encontramos alguna norma legal que alude a la militarización de iure en algunas empresas, pues la Orden 16 de marzo de ese ano sobre servicio militar dei personal minero dice textualmente que «en caso de que las empresas estuviesen movilizadas o militarizadas, los capitanes Generales solicitarán informes y darán cuenta de las resoluciones que adopten a las Comisiones Regionales de Movilización Industrial>>. De todo ello puede concluirse que formalmente la militarización en las minas no fue derogada, aunque de hecho en los anos cincuenta ya no era efectiva. Cf García Pineiro, ob. cit., pp. 95 y 1 07.

i I

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Carmen Benito de! Pozo

habitual ; maltrato al empresario, a su familia, a empleados o com­ paõeros ; ineptitud respecto al trabajo para el que se fue contratado ; fraude o abuso d e confianza en las gestiones encomendadas por la empresa; disminución volumaria y continuada del rendimiento ; in­ subordinación ; sabotaje ; incumplimiento de las prescripciones mé­ dicas dadas al obrero para su curación cuando estuviese de baja por accidente laboral ; pretender hacer pasar por accidente de trabajo lesiones producidas en otras circunstancias ; y en general, todas las infracciones del Reglamento en las que concurran la agravante de prohibición, violencia, mala fe o menosprecio. Cuatro faltas leves cometidas en el transcurso de un aõo se con­ tabilizaban como una grave, y dos graves como una muy grave. Las faltas leves se sancionaban con amonestaciones o suspensiones de empleo y sueldo hasta un día. Las faltas graves, con suspensión de jornal por plazo inferior a siete días ; disminución o pérdida total del período de vacaciones ; multa no superior a la séptima parte del sa­ lario mensual ; traslado de servicio, grupo o zona; recargo, hasta el doble, de los aõos que la Reglamentación determina para aumento de sueldo ; pérdida total de la antigüedad ; pérdida total o definitiva de la categoría; reprensión pública; o suspensión de empleo y sueldo por tiempo no inferior a 1 5 días ni superior a dos meses. Las faltas muy graves se sancionaban con la pena máxima: el despido. En la instrucción del expediente -previo en caso de faltas graves o muy graves- debería oírse inexcusablemente al interesado, admi­ tiendo las pruebas de descargo, y tramitándose el expediente en un plazo mínimo de cinco días y máximo de un mes. La empresa podía acordar la suspensión de empleo y sueldo del afectado durante la tramitación del expediente <<cuando las circunstancias lo exijan>> ( art. 1 40). En caso de faltas muy graves, la sanción era recurrible ante la Magistratura de Trabajo; la resolución de faltas graves se comunicaba a la Delegación de Trabajo, quien la ratificaba o desesti­ maba. El importe de las multas y de cuantas sanciones significasen in­ gresos económicos para la empresa, se destinaba al Montepío. Si el trabajador consideraba que había sido injusta o excesiva­ mente sancionado, podía formular por escrito sus descargos a la dirección de la empresa, que procedería a nuevo esclarecimiento, <> (sic). La única falta reconocida expresamente a los jefes, catalogada de

Condiciones de trabajo de la clase obrera asturiana

201

muy grave, era el abuso de autoridad : <<El que lo sufra lo pondrá inmediatamente en conocimiento del Director de la Empresa, el cual deberá ordenar la instrucción del oportuno expediente>> (art. 1 42). No obstante, como ya pusimos de manifiesto en el capítulo 4 (epí­ grafe 11.3), la acción empresarial contra los abusos de autoridad de capataces y vigilantes era de tan escasa contundencia -si llegaba a ejercerse-, que en la práctica puede afirmarse que la coerción em­ presarial sobre la mano de obra tenía en el abuso de autoridad de los mandos intermedios, junto con la inexistencia de garantías al respeto de los derechos de los trabajadores, su más eficaz in� tru­ mento. La propia Disposición final 5.' del Reglamento que vemmos comentando no era ciertamente disuasoria respecto a tales excesos : Tanto los Capataces como los Vigilantes y encargados de los trabajos, han de tener muy en cuenta que, dependiendo la vida de los productores, el adecuado laboreo y subsistencia de la mina, dei cumplimiento de las obli­ gaciones que conciernen ai personal, todo rigor en hacerlas cumplir está justificado por el alto fin que se persigue; y, en su consecuencia, deben ser inexorables en la corrección de cualquier falta que por ignorancia o mala fe pudiera cometerse.

10.

Premias

Así como la empresa sancionaba cualquier infracción del orden es­ tablecido, también recompensaba a aquellos productores distinguidos por su alto rendimiento y comportamiento ejemplar: anualmente otorgaba un premio por cada cien obreros de la misma categoría, consistente en el importe de siete días de jornal, a quien se hubiera destacado por su rendimiento, asistencia, conducta, laboriosidad, dis­ ciplina, seguridad y prevención de accidentes. Al resto del perso� al se le premiaba mediante gratificaciones, aumentos de sueldo o dts­ minución de los aõos necesarios para alcanzar la categoría, consig­ nando estos premios, al igual que las faltas, en el expediente de cada trabajador a fin de tenerlos en consideración en concursos y ascen­ sos, y para anular (si procedía) las notas desfavorables.

202

Carmen Benito de! Pozo

Condiciones de trabajo en la industria siderúrgica 7 1 . Admisión y condiciones generales de trabajo <<El trabajo prestado al servicio de esta Empresa, estará inspirado en los principias de lealtad, hermandad entre los productores y asisten­ cia recíprocas y subordinado a los altos intereses de la Patria Espa­ iiola» (art. 4 ). La admisión debía ser solicitada por escrito a la dirección de la fábrica. En la papeleta de admisión constaría que el obrero había sido reconocido por el médico de la empresa y considerado útil para el trabajo ; asimismo, presentaría certificado de vacunación y de no padecer lesión de pulmones ni corazón. AI igual que en la minería, se acreditaría edad y, en su caso, autorización de trabajo de menores. Con todos los menores de 20 aiios se suscribía contrato de aprendi­ ZaJe. El período de prueba para el personal obrero se fijaba en tres semanas para los oficiales, dos para los especialistas, una para pin­ ches y peones ordinarios y un mes para los aprendices. Las admisiones podían efectuarse por obra determinada o por tiempo limitado, extendiéndose por escrito el contrato de trabajo de obreros eventuales. Era obligatoria la asistencia diaria al trabajo. Las ausencias por uno o varios días debían comunicarse por anticipado al encargado o maestro, el cual, si la consideraba justificada, solicitaba el permiso oportuno al jefe inmediato. Si la causa surgía después de la salida dei trabajo, el obrero estaba obligado a ponerla en conocimiento de aquél en el plazo de 32 horas. Quien sin permiso o causa justificada faltara al trabajo cinco días consecutivos o seis alternos en un mes, se consideraba que volunta­ riamente dejaba de prestar sus servicios a la fábrica, pudiendo ser dado de haja. Se consideraban deberes primordiales dei trabajador los siguientes : 7 AHP/Magistratura de Trabajo núm. 1 de Gijón, caja 2326, 1 948, «Reglamento de Régimen Interior. Sociedad Industrial Asturiana Santa Bárbara. Fábricas de Mo­ reda y Gijón•, 30 de abril de 1 947.

Condiciones de trabajo de la e/ase obrera asturiana

203

Diligencia en el trabajo y colaboración en la buena marcha de la prod ucción. Sustituir provisionalmente por el tiempo necesario y mediante la retri bución reglamentaria el puesto de otro obrero de cualquier ca­ tegoría, siempre que a juicio de sus jefes fuese imprescindible. Ejecutar los trabajos conforme a las órdenes recibidas de sus jefes inmediatos o de los que a su vez lo fueran de éstos. Obedecer a los jefes en todo lo concerniente a la buena marcha y seguridad dei servicio, así como a la observancia dei Reglamento. Tomar las medidas de precaución usuales y las dictadas legalmen­ te para garantizar la seguridad de las personas y cosas. En caso de peligro, utilizar los medios a su alcance para prevenir dei riesgo a sus compaiieros. Comunicar a la empresa todo cambio de domicilio o residencia. Los obreros y empleados respondían personalmente ante el di­ rector de los perjuicios producidos por la deficiente ejecución de los trabajos y de los derivados dei abandono injustificado de los mis­ mos, así como dei derroche de materiales. 2. Jornada laboral La jornada era de ocho horas para todo el personal de los distintos servicios de la empresa, excepto guardias, vigilantes y porteros, es­ tableciéndose tres turnos de trabajo continuado (de 5 a 13, de 13 a 21 y de 21 a 5) y un servicio a jornada partida (de 8 a 1 2 y de 1 3 a 1 8). Era facultad privativa de la dirección organizar los turnos y re­ levos y modificar aquellos cuando lo considerase necesario, sin más limitaciones que obtener permiso de la lnspección cuando hubiera cambio de horario. Cuando se trabajaba en un solo turno diario, el descanso para el almuerzo era como mínimo de una hora. Si los productores efectua­ ban la jornada ininterrumpidamente durante ocho horas, tendrían un descanso de 20 minutos retribuidos para comer. Para la realización de horas extraordinarias que excediesen la jor­ nada normal, la empresa requería autorización de la Delegación de Trabajo. Las horas extraordinarias se pagaban con el 30% sobre el salario tipo de la hora ordinaria y con el 50%, como mínimo, si excedían de las diez primeras horas diarias. Si se verificaban en do-

Carmen Benito dei Pozo

204

mingo o festivo no recuperable, se abonaban con el 75% de recargo entre las diez de la noche y las seis de la manana, y con el 50% si se habían efectuado en jornada diurna (Orden 4 de diciembre de 1 946 ). La realización de horas extraordinarias sería voluntaria para el trabajador, excepto en casos de fuerza mayor o averías de reparación perentoria que afectasen a la producción 8 •

Condiciones de trabajo de la e/ase obrera asturiana

El reglamento de régimen interno de las Fábricas de Moreda y Gijón no incluye las tablas salariales, remitiendo a la Reglamentación Nacional del Trabajo en la Industria Siderometalúrgica (véase cuadro 3 1 ) . De acuerdo con és ta, la retribución dei personal obrero podía establecerse sobre la base de salario fijo o de un sistema con incentivo. CUADRO

3.

Aprendices. Pinches. Peones ordinarios. Peones especialistas. Profesionales de oficio. Jefes de equipo. De acuerdo con la Reglamentación Nacional de esta rama de actividad, el 40% de los obreros especialistas lo serían de primera; de los oficiales, el 25% de primera, el 30% de segunda y el 45% de tercera. Los �ficiales de primera categoría eran designados por la empresa en atención a su preparación técnica y los de segunda, de acuerdo con la antigüedad ai servicio de la empresa. 4.

31.

Clasificación de/ personal

AI igual que en las empresas mineras, ei personal de la industria siderometalúrgica se clasificaba en cinco grupos: obreros, subalter­ nos, empleados administrativos, empleados técnicos e ingenieros y licenciados. En ei grupo obrero se distinguían seis categorías :

Retribuciones

<> (art. 21). 8 L o relativo a horas extraordinarias n o aparece en e ! Reglamento Interno, remi­ tiendo éste a la Reglamentación Nacional de la Industria Siderometalúrgica de 27 de julio de 1946, artículo 68.

205

Pinches Pinches Pinches Pinches

de de de de

Aprendiz Aprendiz Aprendiz Aprendiz

14 15 16 17

Tabla salarial (retribución fija por jornada) de! personal obre­ ro de la industria siderometalúrgica, 1964. anos ....... . . . . . . . . . . . .............. . . . . . . . . . . . . . . . . . ........... . . . . ............ 5,20 anos . . . .. . ....... .................... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..................... 8,20 anos . . . . . . . . ......................... ........... . . . . . . . . . . . . . . . ................. 1 0,25 anos. . .......................... ...................... .............................. 1 2,40

primer ano ............................................ ................................ 5,20 8,45 segundo ano ........ . . . . . . . ............. .... ...................................... tercer ano ........................ .................................................. 1 0,70 cuarto ano ..................................... . . . . . . . . . . . . . ....................... 1 2,95

Peones ordinarios . . . . . . . . . . . . . . . ...................... . . . . . . . . . . . . . . . . .......... .............. . Especialistas de 1 .' ........................................... ................... .............. . Especialistas de 2.' . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . .......... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . ................... .

1 4,00 1 6,80 1 5,40

Oficial de 1 .' . . . .. . .. . .. . . .. . ... ... . ... ... .. ... . ... ... . .. . ..... ... .. . . ... . . ... .. . . . . ... . .. . ... .... Oficial de 2.' . . . . . ................................................. . . . . ........................... Oficial de 3.' ............................... ................. ....... . . . . ..........................

22,00 1 9,75 1 7,50

Fuente: Reglamentación Nacional dei Trabajo en la industrU. siderometalúrgica, 1946.

El jefe de equipo percibía un aumento del 20% dei jornal base de su categoría. El personal obrero femenino de fábrica o taller re­ cibía un jornal equivalente al 80% dei fijado para su correspondiente categoría al personal masculino. El plus de cargas familiares en la industria siderometalúrgica re­ presentaba el 1 5 % de la nómina de cada empresa y se distribuía por ei mismo sistema de puntos que en la minería, según lo preceptuado en la Orden de 29 de marzo de 1 946. Todo ei personal disfrutaba de aumentos periódicos por anos de servicio (quinquenios), que representaban un incremento dei S% acu­ mulativo de su jornal base. Por trabajos penosos o peligrosos (reparación de hornos, lami-

Carmen Benito dei Pozo

206

nación de hojalata, etc.) se cobraba una bonificación del 20% ; por trabajo nocturno (entre las 21 y las 5 horas) el mismo porcentaje. La determinación de emplear el sistema de trabajo a prima, tarea o destajo era de libre iniciativa de la empresa. Las tarifas de esta modalidad de trabajo se establecerían de manera que <<el productor laborioso y de normal capacidad de trabajo obtenga, con un rendi­ miemo correcto, al menos, un salario superior en un 25% al jornal base fijado para su categorÍa». En el cálculo de tarifas se tendrían en cuenta, fundamentalmente, los siguientes factores : El grado de especialización que el trabajo a realizar exija. El desgaste físico que al verificado ocasione al productor. La dureza del trabajo encomendado. La peligrosidad. La importancia económica que la labor tuviera para la empresa. Cuando las tarifas fijadas por la empresa lo eran de conformidad con los trabajadores, entraban en vigor inmediatamente; en caso de disconformidad también, pero en el plazo de ocho días se sometían a la consideración de la Delegación de Trabajo. La revisión de destajos, primas o tareas (previa petición y apro­ bación de la Delegación de Trabajo) podría efectuarse por las causas siguientes : Mejora en los métodos de fabricación o modificación de instala­ Clones. Error de cálculo al establecerlas. Aumento o reducción del equipo de trabajo existente en un De­ partamento o por modificación de las condiciones de trabajo o de abastecimiento de materiales. 5.

Obligaciones de la empresa

La empresa debía facilitar a todo el personal que realizase labores a la intemperie en días de lluvia o en lugares encharcados y fangosos, impermeables y botas de goma. Estas prendas eran propiedad de la empresa y no podía hacerse uso de las mismas fuera del trabajo. Correspondía percibir a los trabajadores dos gratificaciones anua­ les, de <> y << 1 8 de Julio>>, equivalentes a diez días de retri­ bución cada una.

Condiciones de trabajo de la e/ase obrera asturiana

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Cuando un obrero fuera despedido por causa no generadora de sanción o no motivada por su conducta, sería indemnizado con el importe de los jornales de una semana. En caso de despido por falta de trabajo, la empresa solicitaba autorización para la rescisión de contratos a la Delegación de Trabajo, comenzando los ceses por el personal más moderno en las respectivas categorías. Los obreros de trabajos no continuas tenían descanso semanal los domingos; los ocupados en tareas no interrumpibles descansaban en los días restantes. Las vacaciones anuales serían, como mínimo, de diez días laborales, en ningún caso compensables en metálico, y se concederían preferentemente en verano. Para el personal mascu­ lino menor de veintiún aiios y el femenino menor de diecisiete, el período de vacaciones se ampliaba a 20 días laborales siempre que esos días fueran para asistir a campamentos, cursos, viajes, etc. del 9 Frente de Juventudes . Las empresas siderometalúrgicas productoras de coque estaban obligadas por la Reglamentación nacional a suministrar éste a todo su personal en activo que tuviese la condición de cabeza de familia, jubilado e incapacitado por accidente. El suministro mensual de me­ nudo de coque era de 1 00 kg a precio inferior al oficial de venta, y otros 1 00 kg a precio oficial. Esta circunstancia no se daba en el caso de la empresa SIA <<Santa Bárbara>> pero sí en las dos más importantes del sector en Asturias : S. M. Duro Felguera y Fábrica de Mieres. Pese a que la Reglamentación aplicable a la actividad siderome­ talúrgica prescribe que en los Reglamentos de Régimen Interior se concreten las causas y duración de las licencias y permisos que se deban conceder al personal, el de Fábricas de Moreda y Gijón ni siquiera alude someramente al tema. 6.

Seguridad e higiene en e/ trabajo

En atención a la seguridad del personal de fábricas y talleres, se hacía una pormenorizada descripción de aquellos actos o comportamien­ tos que por el riesgo que entraiiaban de accidentes y lesiones que­ daban prohibidos, exigiendo al personal la observancia de las normas dictadas por el Comité de Seguridad e Higiene (según Reglamento de 3 1 de enero de 1 940). En prevención de accidentes, se pondría en conocimiento de los 9

Lo referente a vacaciones en ibid., artículo 69.

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superiores la existencia de máquinas, herramientas o útiles defectuo­ sos. Los obreros darían parte inmediatamente de cualquier herida causada en el trabajo, indicando los testigos del accidente; al igual que en minería, los accidentes laborales se comunicaban a la autori­ dad competente y el afectado seguiría rigurosamente las indicaciones médicas recibidas. En el mantenimiento de la higiene y limpieza de las instalaciones se responsabilizaba a maestros, encargados y trabajadores; la empre­ sa dispondría del suficiente número de servicios, duchas, lavabos y armarios para uso del personal, así como de que las salas de trabajo fueran amplias, bien iluminadas y ventiladas. 7. Faltas y sanciones <> (art. 47). La calificación de las faltas ( <
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Faltas consideradas graves: Más de tres faltas de puntualidad no justificadas cometidas en un período de 30 días. Si tuviera que relevar a un companero, una sola falta de puntualidad sería considerada grave. Faltar dos días al trabajo durante un mes sin causa justificada. �o comunicar en su momento los cambios experimentados en la fam1ha que puedan afectar a los seguros sociales obligatorios y al plus de cargas familiares. La malícia en este tema se considerará falta muy grave. Entregarse a juegos durante la jornada laboral. Falta de atención al trabajo. Simulación de enfermedad o accidente. D �sobediencia a s uperiore� en ma teria de trabajo; si implicase . . . . . . mdJSCiplma o pequicJO notono para la empresa o companeros de trabajo, se consideraba falta muy grave. Simular la presencia de otro trabajador firmando o fichando por él. Negligencia o desidia en el trabajo. Imprudencia en actos de servicio; si implicase riesgo de accidente para el personal o peligro de avería para las instalaciones, se consi­ deraba falta muy grave. Realizar sin permiso trabajos particulares durante la jornada, así como emplear para uso propio herramientas de la empresa, aun fuera . de la JOrnada de trabajo, sin autorización. Disminución volumaria del rendimiento normal de trabajo. Se tipifican como faltas muy graves las que siguen : Más de diez faltas injustificadas de puntualidad cometidas en un período de seis meses, o veinte durante un ano. Faltar al trabajo durante cinco días al mes sin causa justificada. El fraude, deslealtad o abuso de confianza en las gestiones enco­ mendadas, y el huno o robo tanto a companeros como a la empresa. H �cer des�parecer, inutilizar, destrozar o causar desperfectos en matenales, úules, herramientas, máquinas, instalaciones o documen­ tos de la empresa. La condena por delito de robo, estafa, huno, o cualquier otro . fuera de la empresa que pueda implicar para ésta descon­ comeudo fianza bacia su autor y, en todo caso, las de duración superior a seis anos.

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Continuada y habitual falta de aseo y limpieza de tal índole que produzca queja justificada de los companeros. Embriaguez durante el trabajo o fuera dei m1smo, s1empre que en este segundo caso fuera habitual. Violar el secreto de la correspondencia o documentos reservados de la · empresa y revelar a personas ajenas a ésta datos de reserva obligada. Dedicarse a actividades que impliquen competencia a la empresa. Maltrato de palabra u obra o falta grave de respeto a jefes, companeros y subordinados. Blasfemia habitual. Causar accidentes graves por negligencia e imprudencia inexcusable. Abandono dei trabajo en puesto de responsabilidad. Disminución volumaria y continuada dei rendimiento normal de trabajo. Originar frecuentes e injustificadas rinas con los companeros. La reincidencia en falta leve (excluida la puntualidad) dentro de un trimestre y habiendo mediado sanción, constituye falta grave; la reincidencia en faltas graves dentro de un semestre y también me­ diando sanción, era falta muy grave. No se especifica el número de faltas que por acumulación daban lugar a otra de grado superior. Las sanciones máximas a imponer que el Reglamento de Régimen Interior sena! a, son : Por falta leve, amonestación verbal o escnta y suspensión de empleo y sueldo hasta dos días. Por falta grave : multa de uno hasta seis días de haber; suspensión de empleo y sueldo de tres hasta quince días ; pérdida dei plus de cargas familiares hasta tres meses. Por faltas muy graves : suspensión de empleo y sueldo de 20 a 60 días ; pérdida dei plus de cargas familiares de tres meses a un ano ; inhabilitación por un período no superior a cinco anos para ascender de categoría; traslado forzoso a distinta localidad, sin derecho a in­ demnización; despido. Correspondía a la dirección de la empresa la facultad de otorgar permisos o imponer sanciones, pudiendo delegar en el ingeniero o en el jefe de taller para imponer las sanciones correspondientes a faltas leves. Todas las sanciones se comunicarían por escrito ai inte-

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resado, expresando las causas que l a motivan. Todas las sanciones graves o muy graves eran recurribles ante la Magistratura de Trabajo en un plazo de 1 5 días. El importe de las sanciones de carácter económico se destinaba a incrementar el fondo dei plus de cargas familiares. En caso de faltas graves era obligatorio la instrucción de expe­ diente por parte de la empresa en el plazo de un mes, con derecho dei inculpado a presentar sus descargos ; durante la tramitación dei mismo, la empresa podía suspender de empleo y sueldo al trabajador si la falta cometida era muy grave y pudiera dar lugar al despido. La buena conducta durante seis meses anulaba dei expediente dei trabajador las faltas leves ; durante dos anos las faltas graves y du­ rante cuatro anos las faltas muy graves, excepto el despido. En la industria siderometalúrgica, el abuso de autoridad por par­ te de los jefes se consideraba, como en las empresas mineras, una falta muy grave. En la Reglamentación nacional de la actividad -el Reglamento de Régimen Interior consultado nos remite a ella en esta precisa cuestión- se entiende que existía abuso de autoridad «siem­ pre que un superior cometa un hecho arbitraria con infracción ma­ nifiesta y deliberada de un precepto legal, en perjuicio manifiesto de un inferior>> . Tal imprecisión contrasta ostensiblemente con la mi­ nuciosa descripción que se hacía de las faltas cometidas por los su­ bordinados. Por otra parte, los trámites senalados para sancionar dicha falta constituían en sí mismos un factor de disuasión para todo trabajador que se aventurase a presentar denuncia contra sus supe­ riores, reconociéndose en la Reglamentación la posibilidad de que la empresa declinase en estas casos ejercer su potestad disciplinaria: [ . . .] el productor perjudicado la advertirá por escrito a su Jefe inmediato, y teniendo éste la obligación de tramitar la queja por e! conducto inmediato superior para que llegue hasta la Dirección de la Empresa. Si cualquiera de ellos no lo hiciera, o a pesar de hacerlo se insistiera en la ilegalidad cometida, e! así perjudicado dará cuenta por escrito, en plazo no superior a quince días, y por conducto de la Organización Sindical, a la Delegación Provincial de Trabajo. Si ésta creyese que existía infracción, ordenará a la Dirección de la Empresa e! envío de los antecedentes dei asunto, y si previos los asesoramientos que estime oportunos resultara probado e! hecho, resolverá lo que proceda.

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8 . Premias El Reglamento establecía primas extraordinarias para los jefes de taller, empleados y trabajadores que durante cada aiio demostrasen buena conducta; avances calificados en la capacidad para ei trabajo; rendimiento superior a! normal ; cualidades sobresalientes ( educación, puntualidad, asiduidad, etc.); actuación eficaz en la disminución de accidentes de trabajo ; invención de aparatos preventivos y distinción en ei cumplimiento de las medidas sobre seguridad e higiene ; etcétera. Los premios podían acumularse por distintos conceptos y con­ sistían en cantidades en metálico, aumento de sueldo, disminución de los aiios necesarios para alcanzar la categoría o ei aumento de sueido inmediato. Todos los premios se harían constar en la ficha de los trabaja­ dores. La concesión de un premio en metálico cancelaba las anota­ ciones por faltas leves ; ei otorgamiento de premios de mayor im­ portancia anulaba las anotaciones por faltas graves o muy graves.

Condiciones de trabajo en la industria cerámica 1 0 1 . Admisión y condiciones generales de trabajo Para ser admitidos en la Fábrica de Loza de San Claudio de Oviedo, los trabajadores se sometían previamente a reconocimiento dei mé­ dico de la empresa, quien hacía constar si el solicitante era útil para ei trabajo; ei trabajador presentaría el certificado de vacunación. La edad se acreditaba como en las empresas ya estudiadas. E! trabajador ingresaba en la empresa, o bien para incrementar la plantilla dei personal fijo, o bien con carácter eventual; no podía comprometer sus servicios para trabajos distintos a su cualificación profesional, siendo competencia de los encargados determinar lo que proceda en este sentido, así como que ei trabajador rinda de acuerdo con las condiciones de la labor desempenada. Era obligatoria la asistencia diaria al trabajo. Quien por causa justificada tuviera que faltar uno o varios días consecutivos, pediría 10 AHP/Magistratura de Trabajo núm. 1 de Oviedo, caja 80, 1 946, <
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permiso a su jefe inmediato o justificaría las ausencias lo antes posible. En caso de enfermedad, ésta se acreditaría con certificado facultati­ vo. Faltar al trabajo sin permiso ni justificación tres días consecuti­ vos o seis alternos en un mes, se entendería como cese voluntario. Se prohíbe la entrada en la fábrica en estado de embriaguez (res­ ponsabilizándose dei cumplimiento de esta disposición a los encar­ gados de servi cio correspondientes ), la lectura durante la jornada laboral, la interrupción dei trabajo para fumar y dormir en horas de trabajo. Se prohibía terminantemente a los empleados y personas con autoridad sobre ei resto de los productores, tener a su nombre o al de sus familiares hospedajes para trabajadores, tabernas, cafés, tiendas de comestibles y establecimientos análogos ; tampoco podían . tener mtereses o participación en negocias de esa naturaleza. Eran obligaciones dei personal obrero las siguientes : Ejecutar los trabajos conforme a las órdenes de sus superiores. Obedecer a los jefes en lo concerniente a la buena marcha y seguridad dei servicio. Intensificar los vínculos cordiales y de mutuo respeto con los compaiíeros. Observar las medidas de precaución usuales y reglamentadas que garanticen la seguridad de las personas y de las cosas. En caso de peligro, utilizar los medios para prevenir dei riesgo a sus compaiíeros. L ?s trabajadores responderían ante la dirección de la empresa de! detenoro, extravío o destrucción injustificada de los útiles de trabajo Y locales ; de los perjuicios derivados de una deficiente ejecución de la tarea encomendada y de! abandono injustificado dei trabajo, así como dei empleo abusivo de materiales. Cinco minutos antes de finalizar la jornada, se daba un toque de . . sirena al obJeto de que el personal obrero recogiese y ordenase los e! ementos dei trabajo y se asease; la salida se verificaría por ei mismo Siti. o de entrada, dejando la ficha en ei lugar correspondiente a cada trabaj ador. No se permitía a ningún operario entrar en las depen­ denCias donde no prestase servicio, excepto con autorización dei encargado. Cuando resultase personal excedente por crisis, disminución de 1� producción, reorganización de servicios, etc., se respetaría la an­ tJg üedad en ei trabajo.

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2 . jornada de trabajo La jornada normal diaria de trabajo en Fábrica de Loza de San Clau­ dio era de 8 horas diarias y de 48 semanales, distribuídas a criterio d � la �mpr�sa <
3.

Clasificaàón dei personal

En la industria cerámica se establecen cuatro grupos profesionales : técnicos, administrativos, subalternos y obreros. El personal obrero -<<el que ejecuta trabajos de orden material Y mecánico»- se compone de cinco categorías : Profesionales de oficio. Peones especialistas. Peones. Pinches. Aprendices. La Reglame?tación nacional fija el período de prueba en tres semana� pa�a ofin. �les, dos semanas para especialistas, una para peo­ nes ordmanos y pmches, y un mes para aprendices 1 1 . Los �scalafones dei personal obrero se formaban con arreglo a la� �ecestda�es d � la especialidad d e la industria, pero las categorías ofictales debtan ajustarse a las siguientes proporciones mínimas : 20% d_e oficiales de primera, 30% de oficiales de segunda y 50% de ofi­ Ciales d � tercera. Los ascensos a oficiales de segunda se verificaban por anugüedad ; los oficiales de primera eran designados libremente po� la empresa de entre los de segunda mediante una prueba de . aptttud o recurnendo a personal ajeno a la plantilla si los empleados no demostraban capacitación. 11

Reglamentación Nacional de las Industrias de Cerámica 26 de noviembre de ' 1946, artículo 2 1 .

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Con diciones de trabajo de la e/ase obrera asturiana

4.

Retribuciones

La retribución dei personal podía establecerse _ sobre � alario fijo o de , _ a sistemas con incentivo. El salario base en las mdustnas de ceramt � en 1 944 (antes de dictarse la Reglamentación de esta rama de actt­ vidad) y en 1 946 (según fija la Reglamentación) se recoge en el cua­ dro 32. El personal femenino percibiría el 70% de los salarios estableci­ dos en las categorías correspondientes de acuerdo con el Reglame?� o Interno. Este porcentaje fue elevado ai 80% en la Reglamentacwn nacional de 1946. Los obreros fijos, con excepción de pinches y aprendices, dis­ frutaban desde 1 948 en concepto de antigüedad, de dos bienios y � e cinco quinquenios equivalentes cada uno de ellos ai 5% del salano reglamentario. . , La retribución dei trabajo a prima, tarea o destaJO sena propuesto por la empresa y las tarifas se calcularían de modo �ue con un rendimiento normal de trabajo se obtuviese, como mímmo, un sa­ lario superior ai 25% dei jornal fijado para su categoría 1 2 . En e! cálculo de tarifas la empresa tendría en cuenta fundamentalm ente: Grado de especialización dei trabajo a realizar. Desgaste físico que ocasiona ai trabajador. Peligrosidad. . Importancia económica que la labor uene para la empresa. .

Sólo sería procedente la revisión de tareas, primas y destajos por mejora en los métodos de fabricación, modificación de las instal� ­ ciones o cálculo erróneo, aunque el Reglamento Interno que vem­ mos comentando (elaborado antes de la Reglamentación nacional) estipulaba que los sistemas de incentiv� s se re; is�rían si e! productor excedía dei salario base en un 70% (vease apendtce 5). Desde 1 946, los obreros percibirían e! plus de cargas familia�es. La cuantía de este plus se fijaba en el 1 0% dei importe de la nómma de cada empresa. 2 1 En lo referente a esta cuestión y a suplementos salariales, nos atenemos a la _ de Loza de Reglamentación de 1946 puesto que el Reglamento Interno de «Fábnca San Claudio» no menciona estos aspectos.

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216 CUADRO

32.

Tabla salarial (retribución fija por jornada) dei personal obre­ ro de la industria cerámica. 1944

1946

Pinches de 1 4- 1 6 aiíos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ........... . Pinches de 1 7- 1 8 aiíos ........... . . . ................. ...... . . .. . . . . . . ... . . Pinches de 1 9 aiíos ....... ............. .................................... .

5,50 6,00 7,50

5,00 7,50 1 0,00

Peones ordinarios . . ............. . . . . . . . .... ................ ................ . Peones especialistas . . . ............. . . . . . . . . . . . . . . . ........ . . . . . .. . . ....... .

9,50 1 0,50

13,00 1 4,50

Oficial de 1 .' . . .. . . . . . . . . . .. .. . ... . . .. . .. . .. .. .. . .. . .. . . .. . .. . . .. .. ... . ... . . . . . Oficial de 2.' ......... ........................................................ . Oficial de 3.' ................................................................. .

1 5,00 1 3,00 1 1 ,75

1 9,50 1 7,50 1 5,50

Fuente: Reglamento de Régimen Interior de «Fábrica de Loza de San Claudio, S. A.•, 1944; Reglamentación nacional de la industria cerámica, 1 946. Elaboración propia.

Los trabajadores manuales a quienes se obligase a utilizar herra­ mientas de su propiedad recibirían una indemnización por el des­ gaste de las mismas de la siguiente cuantía: a quienes aportaban esponjas, 6 pesetas semanales ; a los demás obreros, 1 0 pesetas men­ suales. El plus de nocturnidad era percibido por quienes trabajasen entre las veintidós y las seis horas ; suponía el 20% del jornal base. De él quedaban exceptuadas aquellas labores que por su índole se realiza­ ban normalmente de día y de noche (turno para vigilancia de hornos, secado de piezas, etcétera). Cuando el lugar de trabajo distaba más de tres kilómetros de todo núcleo de población o vivienda, o de todo media mecánico de transporte, se concedía un plus de distancia de 0,30 pesetas por ki­ lómetro. Esta circunstancia no concurría en el caso de la Fábrica de Loza de San Claudio. 5.

Obligaciones de la empresa

El personal obrero tenía derecho a unas vacaciones anuales retribui­ das de siete días laborables consecutivos, que fueron ampliados a diez a partir de 1 946. Este reglamento no hace mención (por ser anterior a la norma reguladora de 1 945) a que los menores de 2 1 aõos pudieran prolongar el período vacacional en las condiciones

Condiciones de trabajo de la clase obrera asturiana

217

seõaladas para las actividades industriales mine� a y siderometal� rgi­ ca, pero la Reglamentación Nacional de TrabaJO en la Industna de Cerámica sí lo contempla. En cuanto a permisos, según el Reglamento de Interior sólo se concederían si no perjudicaban la marcha de las labores, a menos que existiese un motivo muy justi�icado. El p� rsonal que desemp� ­ . iiase cargos públicos estaba autonzado a ped1r perm1sos (no retn­ buidos, salvo las excepciones marcadas leg�lmente) durante las horas __ de trabajo para el desempeno de sus funcwnes. La Reglamentacwn nacional restringe la potestad empresarial en este aspecto al es:able­ cer claramente los casos en que la empresa debía conceder obhgato­ riamente permisos y licencias a sus trabajadores. En el caso de la Fábrica de Loza de San Claudio, se facilitaba al personal «a precio económico» la tela para la c? nf� cción � e prendas de trabajo (monos, batas, etc.), las cuales al fmahzar la JOrnada se dejaban depositadas en los armarias o locales destinados � tal �in. . La empresa pagaría a todos sus empleados dos gratlflcacwnes anuales, la de «Navidad>> y « 1 8 de Julio>>, por importe de 1 O días cada una para el personal obrero y subalterno. Para técnicos y a� ­ ministrativos, la cuantía de las pagas equivalía a un mes de salano en navidad y a quince días en julio. Tal discriminación profesional se observa igualmente en la industria siderometalúrgica y en minería, y no sólo a efectos retributivos puesto que también el período de . . vacaciones anuales era para el personal obrero y subalterno mfenor (la mitad o algo menos) al disfrutado por administrativos y técnicos.

6. Seguridad e higiene La empresa, de acuerdo con el Reglamento General de Seguridad e Higiene en el Trabajo, estaba obligada a poner en prá� tica todas �as medidas necesarias para proteger al trabajador de los nesgas propws de su profesión, instruyéndoles en el manejo de los d�v� rsos � lem� n­ tos de trabajo. En este sentido, el reglamento de reg1men mtenor seiialaba expresamente que quienes trabajasen en talleres donde se produjese polvo nocivo utilizarían caretas protectoras ; la empresa, por su parte, instalaría los aparatos de extracción y ventilación ne­ cesarios. Se recomendaba meticulosidad en la higiene personal a los operarias del taller de Baõos que manejaban productos tóxicos. Estaba prohibido el empleo de mujeres y menores d e 16 anos en _ los trabajos de hornos, preparación de primeras matenas y, en ge-

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Carmen Benito dei Pozo

neral, en aquellos otros en que existiese ambiente pulvígeno o ma­ nipulación de productos tóxicos. Los obreros dispondrían de un local para comedor y de las obli­ gadas instalaciones higiénicas (lavabos, duchas, vestuarios, etcétera). <<En general, tanto por higiene como por estética, todo ei personal procurará ser cuidadoso y ordenado en la realización de su labor» (art. 46). 7.

Enfermedades profesionales y accidentes

Los trabajadores de talleres con riesgo de contraer enfermedades profesionales debían observar estrictamente las medidas de preven­ ción dictadas por la empresa; asimismo, debían acceder a un reco­ nocimiento médico siempre que la empresa o los organismos oficia­ les lo estimasen oportuno. En caso de lesión, ésta se comunicaría inmediatamente, seiialando los testigos dei accidente; la empresa da­ ría parte a la autoridad gubernativa de los accidentes ocurridos en ei plazo de 24 horas. La fábrica contaría con un botiquín de urgen­ cia. Los trabajadores lesionados, para preservar sus derechos y evitar sanciones, se atendrían a las indicaciones médicas durante el período de curación. 8. ]erarquía organizativa La dirección de la empresa era asumida por ei director-gerente, que tenía a sus órdenes directas a un director-técnico como jefe de los servicios de fabricación y a un jefe administrativo. Todo ei personal de la Fábrica, indistintamente, <<debe a estos jefes superiores ei má­ ximo respeto y acatamiento>> (art. 1 7). El director-técnico tenía a sus órdenes inmediatas a los técnicos, jefe de talleres y encargados de servicios; ei jefe administrativo, al personal de administración y a los encargados dei servicio de Em­ paque, Almacenes de Loza y Efectos. El jefe de taller ejercía ei mando directo sobre encargados y ca­ pataces y, a las órdenes dei director-técnico, era responsable dei trabajo, disciplina y seguridad dei personal. Los encargados dirigían y controlaban las labores de una sección; eran los jefes inmediatos dei personal obrero.

Condiciones de trabajo de la clase obrera asturiana

219

9. Faltas y sanciones Toda falta cometida por un productor en la Fábrica de Loza de San Claudio era castigada previamente por ei encargado dei servicio co­ rrespondiente quien, acto seguido, daba cuenta dei hecho ai jefe de talleres, y éste al director-técnico, ei cual fijaba definitivamente la sanción. Las faltas muy graves eran sancionadas por la dirección de la empresa. Se consideraban como faltas leves las siguientes : Falta de puntualidad. Ausencia injustificada de un día. Desconsideración hacia los compaiieros. Falta de interés por la buena conservación de los materiales y por la economía de los artículos consumidos en ei proceso producti­ vo. Como falta grave se tipifica: Ausencia injustificada al trabajo de dos a cinco días. Falta grave de consideración hacia los compaiieros. Falta de disciplina, respeto y consideración a los jefes. No alcanzar ei rendimiento medio de trabajo igual ai mínimo seiialado en cada caso, o al normal. Fraude o abuso de confianza. Derroche de materias primas claramente advertido. Faltas muy graves eran: Reiterada e injustificada impuntualidad y ausencia. Indisciplina o desobediencia a los Reglamentos de trabajo. Maios tratos o falta grave de respeto ai empresario, miembros de su família, a su representante y a los compaiieros de trabajo. lneptitud para ei trabajo contratado. Fraude y abuso de confianza. Disminución volumaria o continuada dei rendimiento laboral. Hacer negociación de comercio o industria sin autorización expresa dei empresario.

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Carmen Benito de! Pozo

Presentarse a trabajar en estado de embriaguez o hallarse en la fábrica en manifiesta insubordinación. Realizar actos de sabotaje o maltrato de máquinas, herramientas, etcétera. Incumplimiento de las prescripciones médicas en caso de baja por accidente laboral; prolongar voluntariamente o por medios ilí­ citos las lesiones producidas en accidente de trabajo; lesionarse deliberadamente; hacer pasar como accidente laboral lesiones pro­ ducidas fuera dei trabajo ; e infringir las normas sobre accidentes y enfermedades profesionales. Todas las infracciones al Reglamento de Régimen Interno en las que concurran la agravante de prohibición, violencia, mala fe o me­ _ nosprecto. Cuatro faltas leves cometidas en el transcurso dei ano equival­ drían a una grave, y dos graves a una muy grave. Las faltas leves se sancionaban con amonestaciones o suspensio­ nes de trabajo o salario hasta un día. Las faltas graves podían ser motivo de suspensión de sueldo por plazo inferior a siete días ; dis­ minución o pérdida total de las vacaciones; pérdida total de la anti­ güedad; pérdida total o definitiva de la categoría y suspensión de empleo por tiempo no inferior a 15 días ni superior a dos meses (rebajado a 2-1 5 días por la Reglamentación). Las faltas muy graves se sancionaban con despido, previa ins­ trucción de expediente en el que el interesado presentaría las pruebas de descargo. El expediente se tramitaría en un plazo de cinco a treinta días ; e� tre tanto, la empresa podía suspender de empleo y _ sueldo al trabajador sancwnado. La Reglamentación de 1 946 ofrecía ot�as opcion �s penalizadoras de faltas muy graves, ai margen dei _ desptdo, a saber: pérdida temporal o definitiva de la cate­ drasttco goría y suspensión de empleo y sueldo entre 15 y 60 días. Si el sancionado creyera haberlo sido injusta o excesivamente, podía formular por escrito sus descargos al director-gerente, quien procedería a un nuevo esclarecimiento. Como en los Reglamentos ya comentados, el abuso de autoridad por parte de los jefes era considerado falta muy grave, debiéndolo denunciar los afectados. Este aspecto no aparece desarrollado en el Reglamento de Fábrica de Loza de San Claudio.

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Con diCiones de trabajo de la clase obrera asturiana

10.

Premias

La dirección de la empresa establecía varios premios en metálico para aquellos trabajadores más destacados en el cumplimiento dei Reglamento, sin que se especifiquen los mismos. En general, las Reglamentaciones de trabajo suavizaron las me­ didas sancionadoras que la patronal aplicaba en los anos anteriores a 1946; establecieron un marco laboral más preciso para la actuación empresarial y consolidaron, al hacerlos obligatorios, ciertos concep­ tos retributivos. El intervencionismo estatal a través de las reglamen­ taciones es evidente que supuso un freno al abuso y arbitrariedad patronal característicos d� los primero� anos d� posguerr�, bien es cierto que con escasa dosts de generostdad haCta los trabapdores y con una clara discriminación hacia el personal obrero. El paternalis­ mo emanado de la legislación laboral franquista en absoluto se co­ rrespondió, excepto en la retórica oficial, con una sincera vocación de justicia social: la pretensión era garantizar unas mínimas condi­ ciones de trabajo a cambio de bajos salarios y disciplina laboral es­ tricta (mantenida por medios coercitivos). El trabajador era un pro­ ductor tanto para el empresario como para el Estado.

Condiciones de trabajo en construcción

y

obras públicas

13

La actividad de construcción y obras públicas en la región fue de­ sarrollada, cuando de medianas empresas se trataba, por sociedades de ámbito nacional mayoritariamente (Constructora Internacional, Construcciones Govasa, Entrecanales y Tavora, Huarte y Cía, etc.) por ello, para el estudio de las condiciones generales de trabajo en este subsector económico, utilizaremos el Reglamento de Régimen Interior de una de ellas, Constructora Internacional, elaborado en 1949. 1 . Admisión y condiciones generales de trabajo Teniendo en cuenta las modalidades específicas dei trabajo en la construcción, la contratación se podía efectuar de forma directa -sin previa petición ante las Oficinas de Colocación Obrera-, pero en 1 3 AHP/Magistratura de Trabajo núm. I de Oviedo, 1950, « Reglamento de Régi­ m en Interior de Constructora Internacional, S. A.,, septiembre de 1949.

222

Carmen Benito de! Pozo

este caso la admisión tenía carácter provisional y no eximía de acre­ ditar la condición de parados a los obreros así contratados. En el momento de ser admitido al trabajo, todo productor apor­ taba, con carácter de declaración jurada, los datos referidos a sus condiciones familiares, referencias, lugares y clases de trabajo ejecu­ tados anteriormente, títulos profesionales o garantía de experiencia y práctica. Los cambios de domicilio y modificaciones familiares se comunicarían inmediatamente. La Reglamentación nacional fijaba como período de prueba dos semanas para el personal de oficio, diez días para peones especialis­ tas, una semana para pinches y peones ordinarios, y un mes para aprendices. Se seõalan como deberes generales de los trabajadores de la em­ presa: el mantenimiento de buenas relaciones entre los compaõeros; dedicarse con asiduidad a las tareas encomendadas, sin inmiscuirse en las ajenas ; ser atento y respetuoso con los superiores ; compren­ sivo, benévolo y correcto con los subordinados, tratándolos afable­ mente, aconsejándoles y despertando en ellos confianza en su man­ do, y hacer al jefe respectivo -sin faltar a la subordinación- las observaciones necesarias o convenientes para la buena marcha de la empresa. Como deberes específicos dei personal obrero y subalterno, los siguientes : Observar rigurosamente el horario establecido. Cumplir las órdenes superiores, solicitando las instrucciones con­ venientes en caso de dificultades. Advertir de los defectos de las máquinas, herramientas y útiles que puedan comprometer la seguridad dei personal o el desarrollo normal dei trabajo. Poner diligencia y actividad en el trabajo. Mantener la maquinaria a su servicio en buen estado. Evitar gastos inútiles de energía, material, sueldos o jornales. No abandonar el puesto sin causa justificada y sin autorización. Utilizar los medios de protección y defensa contra accidentes que la empresa ponga a disposición. Guardar los útiles de trabajo y herramientas y vestuario en el lugar asignado. Facilitar con diligencia y exactitud cuantos datos informativos les fueran pedidos por la dirección o por su representante.

Condiciones de trabajo de la clase obrera asturiana

223

Excepto para asuntos de servicio, los trabajadores no podían tras­ iadarse durante la jornada de un lugar a otro, ni despachar asuntos particulares propios o ajenos. La empresa proveía a su personal de los útiles de trabajo nece­ sarios, proporcionados diariamente al comienzo de la jornada por el encargado, que se ocupaba asimismo de recogerlas (convenientemen­ te limpias) al finalizar las labores. Se hacían extensas consideraciones acerca dei uso y cuidado de la maquinaria y herramientas. La dirección podía ordenar a los productores la prestación de su trabajo en lugares distintos al habitual sin que éstos tuvieran derecho a negarse, aunque se les pagarían los gastos de traslado propio y de su familia, así como las dietas establecidas en la Reglamentación. El personal eventual podía ser despedido sin otro requisito que el previo aviso de una semana; al personal fijo de obra se le podía rescindir el contrato antes de la terminación de la obra previo aviso de una semana y abono de indemnización equivalente a siete días de jornal. En caso de ceses por crisis, se seguiría el criterio de antigüe­ dad (el personal incorporado más recientemente). La Reglamentación dei ramo implantá con carácter obligatorio la cartilla de identidad profesional (creada en mayo de 1 940) para los trabajadores de construcción y obras públicas ( empleados, pro­ fesionales de oficio y aprendices). Este documento servía para la contratación de personal, reconocimiento de su categoría y disfrute de los beneficias del Montepío. Las empresas no podían contratar personal de las categorías mencionadas si éste carecía de dicha car­ tilla; el resto dei personal podía proveerse de la misma a fin de acogerse al Montepío, aunque no se les exigía en la contratación. En realidad, se utilizó como sistema de control dei paro obrero forzoso, siendo la Oficina de Colocación la encargada de su tramitación y supervisión. 2. jornada de trabajo

La jornada normal era de 48 horas semanales, dividida en ocho horas diarias. El horario habitual era el que regía en Madrid para el ramo de la construcción, pudiéndose establecer turnos especiales. Cuando para la recuperación de las horas no trabajadas en los días de fiesta era necesario ampliar la jornada de trabajo, dicha recuperación se efectuaba a razón de una hora diaria (abonada como ordinaria), co-

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224

menzando media hora antes por la maiiana y finalizando media hora después por la tarde. La Reglamentación nacional seiiala que en los trabajos subterrá­ neos o a turnos y en las tareas efectuadas en agua o fango, la jornada sería de 7 horas aunque se abonaría como de ocho. La Circular de 28 de junio de 1 946 matizaba que tal reducción de jornada no se aplicaría en el último caso si se trabajaba con botas totalmente imper­ meables. Los centros de trabajo se abrían quince minutos antes dei inicio de la jornada; cinco minutos después de la hora de entrada se cerraba el acceso al mismo, abriéndose de nuevo cinco minutos más tarde -durante otros quince- para que entraran los retrasados. Otro tanto se hacía en las obras, donde después de pasar lista, se conce­ dían treinta minutos para la incorporación dei personal que se retra­ saba. Las horas extraordinarias (no más de cuatro diarias) se pagaban con un recargo dei 25% las dos primeras y dei 40% las siguientes y las horas trabajadas en domingo o por la noche. Todo trabajador tenía derecho a percibir el salario íntegro dei domingo o día de descanso obligatorio, siempre que durante la se­ mana no hubiera faltado al trabajo, en cuyo caso se le descontaba la parte proporcional al tiempo de ausencia. Cuando la empresa utilizaba medios propios para el traslado dei personal al lugar de trabajo, ei tiempo invertido se computaba como jornada ordinaria según la Reglamentación. 3.

Clasificación dei personal

En ei sector de construcción y obras públicas se distinguían cinco grupos profesionales que se corresponden con los ya mencionados para minería y siderometalurgia: personal superior, titulados, em­ pleados, operarios y subalternos. Para ei personal obrero se establecen seis categorías : Especialistas. Oficiales de primera. Oficiales de segunda. Ayudantes. Peones especializados. Aprendices.

Condiciones de trabajo de la clase obrera asturiana

225

La Reglamentación nacional seiiala las proporciones mínimas de obreros de oficio que las empresas debían respetar en la constitución de los escalafones : 20% de oficiales de primera, 30% de oficiales de segunda y 50% de ayudantes; los peones serían contratados según las necesidades de los trabajos a realizar. Según su permanencia, el personal ocupado se clasifica como si­ gue: Personal eventual : es el que se contrataba para trabajos cuya duración no excedía de seis meses. Personal fijo de obra: es aquei que, contratado para una obra o trabajo determinado, sus relaciones laborales con la empresa exce­ dían de seis meses. Personal de plantilla fija: personal que de modo permanente uti­ liza la empresa para realizar los trabajos exigidos por la actividad normal de la misma. Adquirían esta condición los trabajadores con más de cuatro aiios de servicio en una o más obras de la empresa. El ascenso dei personal obrero cualificado a categoría superior realizaba, o bien a discreción de la empresa en atención a los conocimientos adquiridos por el trabajador en la práctica dei oficio, o bien a petición dei obrero que considerándose capacitado para ei ascenso, lo solicitaba ante la dirección. En ei supuesto de que la empresa no aceptase la petición de ascenso, ei solicitante podía re­ clamar ante la Junta Clasificadora Profesional. Se estimaban como méritos para ascender : haber propuesto mo­ dificaciones sustanciales en el trabajo que significasen ahorro de tiem­ p o o de trabajo; contar con certificados de capacitación prof�sion�l ; destacada competencia en las tareas asignadas ; leal y reconoCida dis­ ciplina laboral ; ejemplar comportamiento en ei trabajo ; regularidad en la asistencia y escrupulosa puntualidad. se

4.

Retribuciones

Como en el resto de las actividades industriales analizadas, en la construcción la remuneración dei personal se establecía sobre la base de salario fijo por jornada u otro sistema que <<estimule al rendi­ miemo y a la eficacia>> . La cuantía salarial d e los obreros y demás empleados d e empresas de construcción no se recoge en ei Reglamento Interno correspon-

Carmen Benito de! Pozo

226

�ente, sino que és�os remiten a la Reglamentación nacional dei ram e acuerdo c �n �sta, las retribuciones percibidas por la mano o bra eran las s1gmentes : CUADRO

33.

J·e

Tabla salarial (r�tribución fija por jornada) del personal obre­ ro de construcaon y obras públicas, 1946.

Aprendiz primer aiío ···· · ···· · ···· ······ ···· · ···· ····· ···· · ············· ··· Aprendiz segundo aii�-� � � ���� ���� �� � � ....................................... ·· · .. ·· ....... .. Aprendiz tercer aiío · ···· · ···· ········· .... ...... .... ........................ .... .... . Aprendiz cuarto aiío :::: ::: : ·································································

5,00 6,75 8,25 1 0,00

Pinches de 1 6 a 17 aiíos ············································ ··· ··· ··· ·· · ··· · ··· ···· · Pinches de 1 7- 1 8 aiios ...................................................................... . peon ' ................................. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .. .. . . . . . . . . .. . . .. . . . .. . . . . . . . . . .. .. . . . . . .. . . Peón especializado... ··········································································

7,75 9,50 1 1 ,00 12,50

Ayudante ................ . ··········································································

1 3,50

Oficial de 1 .' ···················································· . . . .. . ... .. .. . . . . . . . . . . . . .. .. . .. . Oficial de 2 .' ······················ ·····················································

1 7,00 1 5,00

Barrenero o rozador ......................................................................... . Entibador ·· ............. · ···. ·· · ··· ·· ··· ···· ··· · ··· ·· · · ·· · · ·· · · ·· · · ···· ··· · · · ··· ··· ··· ·· ·· ·· Contrama���;� : .. . ......... .............. · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · .. · · · · · · · .. · · .. · · · · · ]efe de· tal!er ... ·············································· ................................... . Ado t : ......................................... . ········· ·· ····· .. ·· Mod:7::r:: : :: ::: ::::: :: : ::: ···································· ························

20,50 20,50 22,50 25,50 23,50 28,50

·

Capataz .............................. . . ·. · · · ... · ·· · ··· ... · ·· · ·· · · · ·· · · ·· · · ···· · · · ··· ··· · Encargado de obra ························ ··········································

20,50 24,50

. · dustrzas de la Construcción y Obras PúbliFuente: Reglamentación Nacional de TrabaJO · en 1as m cas, 1 946.

Los jefes de equipo cobraban dos pesetas más por jornal que las _ correspondlentes a su categoría. Según I� Circular de 28 de junio de 1 946 (aclaratoria de la Re_ , gIamentacwn de Construcción y Obras Públicas) , <<S e enten d eran · . . . equipar�d os en su retnbucJÓn varones y hembras si real"IZan trab aJOS . . , de la misma índole>> . No o b stante, este aparente Igualitarismo sala. · . . naI d e h ech o, en nada venía a af ectar a 1 a genera1 .dJscnmmación . . . . retn b utJva d e I a muJ er como mano d e o bra mdustnal, pues en ei •

Con diciones de trabajo de la clase obrera asturiana

227

su bsector de la construcción no existe personal obrero femenino, aunque, evidentemente, beneficiaba a la mujer integrada en otros grupos profesionales. En este sentido, también la Reglamentación de siderometalurgia (pero no las de minería o cerámica) concedía al personal femenino de categoría no obrera el 1 00% dei sueido mascu­ l ino. En Constructora Internacional los jornales se liquidaban semanalm ente, abonándose en cada obra al finalizar la jornada dei sábado. El salario reglamentado se incrementaba por otros conceptos re­ tributivos: Plus de carestía de vida, equivalente al 20% dei salario base. Se pagaba junto con ei jornal y tenía carácter circunstancial, transitorio y revisable a juicio de la Dirección General de Trabajo. Las canti­ dades devengadas por este plus -ya lo seiíalábamos en ei apartado de minería- no eran computables a efectos de cuotas de seguros sociales. Antigüedad. Los trabajadores de plantilla fija disfrutaban de au­ mentos por aiíos de servicio consistentes en dos bienios y tres quin­ quenios, equivalentes cada uno al 5% y al 10% respectivamente dei salario base. Participación en beneficias. De manera provisional (dada la ine­ xistencia de legislación general al respecto) en 1949 tal participación consistía en la distribución entre los productores de una cantidad equivalente al 0,5% dei importe de las facturas o certificaciones de obras hechas efectivas por la empresa anualmente en todos aqueiios trabajos donde hubiera intervenido ei esfuerzo o capacidad dei tra­ bajador. Tenían derecho a su percepción el personal fijo de obra y e! de plantilla fija. La participación de cada trabajador en dichos benefícios era proporcional a su salario base y al tiempo de servicio en la empresa durante el ejercicio económico ; de su reparto se en­ cargaba la Comisión dei Plus de Cargas Familiares. Plus de cargas familiares : por el sistema de puntos se reparte entre los trabajadores una cantidad equivalente al 1 0 % de la nómina de cada empresa.

La Reglamentación nacional recoge otros pluses que no se men­ cio nan en ei Reglamento de Constructora Internacional: Plus de nocturnidad: el personal que efectuaba su trabajo entre

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Carmen Benito de/ Pozo

las 22 y las 6 horas cobraba un suplemento del 20% del sueldo base. Plus de distancia. Cuando la obra donde el trabajador prestaba sus servicios distaba más de dos kilómetros del casco de población donde residía, se le concedía una prima de distancia de 0,30 pesetas por kilómetro siempre que no hubiera transporte público urbano o la empresa no tuviera a disposición de los trabajadores medio propio de transporte.

, .

Según la Reglamentación nacional, las tarifas por trabajo a des­ tajo se calculaban de modo que el trabajador con rendimiento nor­ mal obtuviese un salario superior, como mínimo, al 25% del base. Para el cálculo de los rendimientos medios se tenían en cuenta los siguientes factores : Grado de especialización del trabajo a realizar. Desgaste físico que ocasiona al operaria. Naturaleza del trabajo. Peligrosidad. Medio ambiente y condiciones climatológicas en que se desarro­ lla el trabajo. Calidad de los materiales a emplear. Importancia económica del trabajo para la empresa. Las tarifas podrían ser revisadas cuando con ellas no se obtuviese el aumento mínimo fijado y cuando la retribución del obrero exce­ diese en un 1 00% el salario base de su categoría. Iguales límites máximos y mínimos regían para los trabajos a tarea y con prima a la producción. 5.

o de la clase obrera asturiana con diciones de trabaj

te, y la fecha de su disfrute se fijaba de acuerdo p ercibo de su impor . ador. ., . . e n tre la empresa y el trabaj etnb ias licenc las �1das de _ c �ncesw n � El reglamento especifica empresa (matn mom o, falle_omiento �e ob ligatoria por parte de la los casos de excedenc� a v�lu�t�na familiares, deberes públi cos, etc.), _ por motivo JUStiÍicaforzosa y la posibilidad de obtener perm1sos (no excediendo en total de 1 O días al ano). . herram1entas de No era habitual que los trabajadores aportasen que ad, pero si esto ocurría, la Regla�entació? e�t:blecía s u p ropied des­ por n pto de mde�n.!Zaoo la empresa habría de abonar en conce ales a los ohoales y 1 ,50 a los seman s peseta tres as ste de las mism ga ay udantes y peone s espeo a 1"1zad os.

�0

o

6.

La empresa facilitaba a su personal -siempre que lo estimase opor­ tuno-- ropa de faena que no podía ser usada fuera del lugar de trabajo y se consideraba propiedad de aquélla. La duración de los monos de Mahón (prenda más utilizada) se estimaba en un aíi.o. Los encargados y personal obrero y subalterno disfrutaban de diez días de vacaciones anuales retribuídas, ampliándose este período para los menores de 2 1 anos en las condiciones ya senaladas. Las vacaciones, salvo despido o cese, no podían ser sustituidas por el

Seguridad e higiene

instruir a los Los ingenieros, jefes o encargados de cada obra debían de� tra­ pect a este en nes � jefes de cada grupo sobre sus obligaci� .� vigen­ acwn le�Isl la or eCldas � bajo, con sujeci ón a las normas establ _ o nte la en te , asumiendo la responsabilidad total de s� mcum phm1 � � cons e s s adore trabaJ 50 de :ItUian los empre sa. En los centros de más _ _ naClo cwn menta Regla La ne. ���- hace Comités de Seguridad e Higie sion de provi la e y ios andam los de as � hincapié en las característic con zonas en Jen traba que os obrer los para cinturones de segur idad . peligro de caída. . IstenCla de Las condi cione s generales de higiene se referían a la _ e� s. En tra­ vestuarios, agua corriente, cuartos de ase� � otros s � rvicw la pro­ para bajos en desca mpad os, la empresa construma coberuzos tección de los obreros en caso de lluvia. 7.

Obligaciones de la empresa

229

Accidentes laborales

En caso de sufrir un accidente de trabajo, el lesionado debía acudir inmediatamente al botiquín, y si era grave, a la clínica indicada � or la empresa. En todo caso, cumpliría las instrucciones del � acultauvo para la correcta curación de la herida. El seguro de ac� 1dent� s de Constructora Internacional estaba concertado con la CaJa NaciOnal de Accidentes de Trabajo.

230

Carmen Benito del Pozo

8. ]erarquía organizativa

En constru� ción y obras públicas la organización práctica del trabajo correspondta, como en el resto de las actividades industriales, a la _ empresa. propta Todo productor atendería las instrucciones de la dirección, jefes y encargados de la empresa; sobre éstos recaía la responsabilidad de que el personal a sus órdenes obtuviera e! adecuado rendimiento en el trabajo, se cumplieran las instrucciones de la empresa, se obser­ _ varan las ��dtdas de seguridad e higiene pertinentes y que las labo­ res <<se venft9uen dentro de las condiciones normales de producción>> . L �s relaciOnes dei personal d e u n escalafón inferior con e ! d e otro s�per�or se m�ntendrían siempr� a través dei inmediato superior je­ . rarqUico; las ordenes e mstruccwnes se canalizarían en sentido in­ v�rso, es decir, a través de los inmediatos subordinados. Las rela­ Ciones entre e! personal durante las horas de trabajo se limitaban a _ las funciOnes de su respectivo servicio.

Encontramos en e! Reglamento de Régimen Interior de Cons­ tructora Internacional una enumeración de los deberes de los j efes con personal a sus órdenes que se concretan en siete puntos :

. 1 . Organizar, coordinar y vigilar e! trabajo dei personal subor­ d t�ado, de acuerdo con el reglamento y las instrucciones de la direc­ _ cwn. 2. Mantener la disciplina y hacer cumplir e! reglamento a todo e! personal a sus órdenes, proponiendo a la dirección las sanciones que creyeran pertinentes ai caso. . , 3. Obligar a los productores a utilizar los elementos de protec­ cwn personal contra accidentes. 4. Vigilar y comprobar �I buen estado de limpieza y orden de las s �las o lu?ares de trabaJO, máquinas, herramientas y útiles de trabaJO, estudtando las modificaciones convenientes. 5. Extender las autorizaciones de salida dei personal, determi­ nando las causas que las motivan y comunicándolo a la Sección de Personal. 6. E� tender o firmar los vales correspondientes a la salida, en­ . trada o mtercambw de materiales dei almacén, talleres u obras. 7. Dar cuenta a la dirección de todos los extremos referentes a los trabajos a su cargo.

23 1

Con diciones de trabajo de la clase obrera asturiana

Las peticion es, quejas, observaciones o recla_macione s que por cualquier motivo hubieran de formular los trabaJadores.' se reabza­ rían por medio dei superior inmediato, quedando termmantemente prohibidas las manifestaciones colectiv as. . . , Todo e! personal directivo de la empresa tema obhgacwn de po­ ner en conocimiento de la misma un informe anual de la conducta, rendimiento, laboriosidad o condicio nes destacadas dei personal a sus órdenes. ,

9.

Faltas y sanciones

E! Reglamento establece como conductas sancionables las siguientes :

Faltas leves : embriaguez ocasional; de una a tres faltas de pun­ tualidad en la asistencia ai trabajo; no comunicar con antelación una ausencia justificada; abandono dei trabajo sin motivo aparente; des­ cuido en el empleo de herramientas y materiales ; falta de l �mpieza en los útiles de trabajo ; falta de aseo personal ; no comumcar los cambias de domicilio o de situación familiar; discutir sobre asuntos extraiíos ai trabajo; uso inadecuado dei vestuario suministrado por la empresa; permanecer en e! lugar de trabajo fuera de las horas seiíaladas ; no seguir la vía jerárquica para presentación de quejas, reclamaciones, etc . ; falta de atención y esmero en operaciones en que resulta fácil la pérdida de materias primas (cemento, masas, etc.) y actos leves de ligereza e indisciplina. Faltas graves : indisciplina y falta de respeto a los superiores, compaiíeros o subordinados ; falta de aseo que produzca � U�J_ �S �e los compaiíeros; repetidas faltas de puntualidad; la ausenCia m ! usu­ ficada durante dos días al mes ; simulación de enfermedad o acoden­ te; quebranto dei secreto obligado ; realizar durante la jornada tr�­ bajos particulares y hacer uso de herramientas de la en:pr�sa s1n _ permiso; imprudencia con riesgo de accidente ; ausentarse sm hcenoa o pedir permiso alegando causa inexistente ; aconsejar a los obreros el incumplimiento de sus deberes; escribir letreros en las paredes ; . encubrir al autor de falta muy grave y tolerar a los subordmados el uso indebido de máquinas y herramientas. Faltas muy graves : embriaguez o blasfemia habituales ; realizar trabajos que supongan competencia a la empresa ; maltrato d e pala­ _ bra y obra a los j efes y sus familiares, compaiíeros y subordmados ; violar secretos de l a empresa que la perjudiquen; lesionarse volun-

232

Carmen Benito dei Pozo

tariamente ; disminución volumaria y continuada dei rendimiento en el trabajo; tener negociaciones de comercio o industria por cuenta propia o de otra persona sin autorización de la empresa; deslealtad y abuso de confianza; negligencia o ignorancia inexcusable cuando de ella deriven danos graves ; actos de sabotaje; incumplimiento de las prescripciones médicas en caso de lesión, prolongar intenciona­ damente la curación de ésta y hacer pasar por accidente laboral el ocurrido fuera de! trabajo ; en general, todas las infracciones en las q ue concurran las agravantes de desobediencia, mala fe o menospre­ . CJO. Las faltas leves se sancionaban con amonestación (verbal o escri­ ta) o multa de un día de habcr. Las faltas graves, con disminución o pérdida total dei período de vacaciones; multa de uno a seis días de haber; suspensión de empleo y sueldo de uno a quince días; recargo hasta el doble de los anos establecidos para incrementos retributivos por antigüedad; inhabili­ tación temporal por plazo no superior a cuatro anos para ascender de categoría; o reprensión pública. L faltas muy graves se penalizaban con la pérdida temporal o . �� defmltlva de la categoría ; suspensión de empleo y sueldo de veinte a sesenta días ; inhabilitación definitiva para ascender o despido. Los expedientes instruidos como consecuencia de faltas graves 0 muy graves se remitían a la dirección de la empresa en el plazo de die� días ; constaban de! pliego de cargos y pruebas y de la contes­ tación y declaración de! inculpado ; su tramitación no podía exceder de un mes. Entre tanto, la empresa tenía potestad para acordar Ia suspensión de empleo y sueldo dei expedientado cuando «razones de ejemplaridad, disciplina y orden en el trabajo así lo aconseJen» (art. 1 8). 10.

Premios

<> (art. 1 8). Los premios consistían en menciones honoríficas, licencias ex­ traordinarias, viajes o bolsas de estudio, cantidades en metálico, so­ bresueldos, etc. Los premios se anotaban en el expediente dei tra-

Condiciones de trabajo de la clase obrera asturiana

233

bajador a efectos de determinar el grado de preferencia que se le concedería para el ascenso de categoría o para anular las notas des­ favorables derivadas de faltas cometidas con anterioridad, e incluso dar lugar, en proporción a los méritos, a la disminución o revocación total de la sanción impuesta. Vistas las condiciones particulares de trabajo en las actividades minera, siderometalúrgica, cerámica y construcción establecidas para el personal obrero en 1 946, podemos senalar ai respecto una serie de consideraciones. En general, las Reglamentaciones laborales y Reglamentos de Ré­ gimen Interno se atienen a la Ley de Contrato de Trabajo, vigente desde enero de 1 944, donde se contienen las normas reguladoras de las relaciones laborales contractuales y las condiciones mínimas a las cuales éstas se someten. En este sentido, los requisitos para la ad­ misión de trabajadores en una empresa y los deberes dei personal empleado, responden a las directrices marcadas por la legislación. La Ley de Contrato de Trabajo de 1 944 (texto refundido dei Libro I de La ley republicana de 1 93 1 ) se mantuvo en vigor durante todo el período franquista, aunque sus preceptos fueron actualizán­ dose a la luz de nuevas interpretaciones y normas jurídicas. A las empresas se les exige previa autorización de la Delegación Provincial de Trabajo para cualquier modificación de las condiciones de los contratos individuales de trabajo, así como para la amortiza­ ción de vacantes o variación de plantillas, lo que en la práctica limi­ taba la proclamada competencia empresarial en materia organizativa. La jornada laboral de 48 horas semanales, repartidas en ocho horas diarias con descanso dominical, sólo presenta la excepción de reducirse a siete horas diarias en los trabajos subterráneos de minería y construcción, y a cinco horas cuando la jornada se desarrollaba entre fango o agua, aunque en este último caso tal reducción fue sólo efectiva en las minas, pues en construcción se hizo una inter­ pretación más restrictiva de esta disposición. Observamos que la industria siderometalúrgica es la que mejor retribuye las horas extraordinarias, en tanto en cerámica y construc­ ción el recargo sobre el jornal base es el más reducido. Legalmente no podían realizarse más de cuatro horas extraordinarias por jornada en ninguno de los subsectores analizados. Los mineros disfrutaban de un tiempo de descanso para comer inferior al concedido a los obreros industriales, incluso los trabaja-

Carmen Benito de! Pozo

234

dores de interior disponían para tales menesteres de la mitad de tiempo que sus compafieros de exterior, que tenían fijado en 60 minutos el tiempo máximo para comer (que era el mínimo en side­ �om�talurgia). En este aspecto, sólo una ventaja para los mineras de I?tenor respecto al resto de los obreros en general: la mitad dei tiempo así empleado les era retribuído por la empresa. En 1 946 ya están plenamente establecidas las dos gratificaciones extraordinarias de <
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cfase obrera asturiana

. , ridaci en el interior de las minas es motivo de especial descripción que el . , ,'�n e el sector h1 _ ullero, de ahí la detallada . atenlc Jo habría lnte:no hac c.:e, dei comportamtento que el. personal n1e::, . to I en , . . Reg a tiene que On ffeYenc:=: tOn de aCCl dentes, preocupaci de bs -e:·• ar de -: de accidentes laborales por manipulación c;esnón la . . , . trab aJO co rrela tL en . y he: ami. ern-: nas en 1 a m . st'd erometa1 urgtca, d ustna maq uir1;:, a y cor..:trucct•�·on, · ' y mampu · 1 acton de pro d uctos toxtcos en . 'empresarial en a!t r. en - ohtan�e c�sta preocupactón porque el obrec erámi�; No on el �ímm o riesgo de producir accidentes por descuido o ro alcm aot cor' no e:Jstía, c:omo veremos, un riguroso cumplimiento pa­ g ige· ,: a de . seguridad e higiene en los centros productivos. �r�nal d: l;s r r'�tanom�s dVJSIÓn dei trabajo define lo que podríaLa e::trict ,:mar lír..--,;Jejerárquica tanto por su similitud de laboral a mos d er,�mir;•ctur• �e! sir:r:rndicato verticalmando, sus concomitancias como por con la e- : quie­ encargados, y capataces vigilantes, uyen o t labón i t'rio e! di-ecto C•:- ontrol l bor l y disciplinaria sobre n dete : eTm �­ � � � e nes ej , de la empresa es la mstancta o o re dtreccwn la b ros; d: p •• � o minad rup d ra del _:. den económico y responsable dei normal �� superio ' def1é ens d desarro:·,) de .lei en,la Jstro uc ;.;::cwn. se esboza en la Ah bi c : a elírtnea laboral de mando apenas Reglam::1 tac:; ción d mn.ás normativa aplicable a la industria sidero­ nq ue sí aparece claramente definida en construcción metalú r;•Ca, , au y c eráru1 a. E Es, por tamn to, un factor más ideológico queenestrictamen­ organi­ te ec onc'1 oico lo que daii etermina el contagio militaristatenía latanta im­ acero p dei tria subsector el que z acwn :,.lus 1ts . uest; ;tto el como ica autárqu económica t'strate;�ca política la er�:n portan ca es preocu­ similar merecido co hubiera ello a mdera•n.ción ' n c arbó , en pación :•'r p trp arte l e las autoridades laborales en orden a aplicarle un régime ; _te fI func 'mJmi .i ento productivo férreo. a- no fueron Sin ;!'tba.r a rgo -: acl quí bailamos lac clave explicativ de la clase combativo id más tor se s el s nmeta.uJúrgicos los ob n,,> civil, guerra la de ,,, uri.;:-iana al d estallido anterior Ftperíodo obrera más era laboral tre ellc> conflictividad de don�;)t nivel el de ' ! : no era. Santa y Mieres era Felguera, Duro de las fábricas elevado B árbara 1 e C Gijó: clone� de la práctica política y sindi cal socialista al­ c anzó n·' yor:•r ar:1i go. � iodos esos factores concurrían en un deter­ ent de la � población obrera: los mineros de las cuencas minado :i,elgmrn h ulleras r Nalm detu el Caudal. La

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Franco había dirigido la represión dei movimiento insurreccional de Octubre de 1 934 en Asturias. En la vanguardia revolucionaria de entonces se encontraban los mineros 14• Por otra parte, el régimen de sanciones y la tipificación de faltas cometidas en el trabajo apenas difieren -salvo las peculiaridades derivadas de la diversidad de las tareas- de unas empresas a otras, por lo cual la excepcional situación de militarización de las minas de carbón (persistente de manera efectiva, por lo menos, durante los aiíos cuarenta) no parece que restringiese la potestad patronal en los centros de trabajo afectados 1 5. A la luz de los datos aportados, no puede afirmarse que las con­ diciones laborales fijadas por los Reglamentos Internos fuesen infe­ riores en las empresas hulleras respecto al resto de los centros in­ dustriales. Ahora bien, la organización militarista dei trabajo, la línea laboral de mando, imponía en aquéllas unas particulares relaciones productivas entre el personal obrero y los responsables de los dis­ tintos grupos de trabajo, caracterizadas por la mediatización que ejerce el principio de autoridad o disciplina sobre el comportamiento estrictamente laboral. En este sentido debe interpretarse la peculia­ ridad dei trabajo en las minas de carbón durante el período autár­ quico. El temor de las autoridades laborales a cualquier alteración dei ritmo productivo en un sector económico considerado entonces es­ tratégico, justificá la imposición de especiales mecanismos de control para doblegar a una mano de obra minera cuya trayectoria histórica hacía presumir su total desafección a los princípios ideológicos inspiradores dei régimen franquista. Y aun así -como veremos en capítulos posteriores- actitudes que podríamos denominar de opo­ sición pasiva no dejaron de manifestarse entre los trabajadores mine­ ras 1 6 • 1 4 Los estudios -citados en la bibliografía general- de David Ruiz González, Adrián Shubert, Enrique Moradiellos, Ángeles Barrio, Faustino Miguélez, Martín Angulo, Juan Antonio Sacaluga y García Piiieiro nos ilustran acerca de la ideología y características dei movimiento obrero asturiano antes de la guerra civil y de las actitudes y tendencias combativas de los mineras durante el franquismo. ts En este sentido, ni la Reglamentación nacional ni el Reglamento Interno apli­ cables a la minería del carbón hacen alusión alguna a cualquier limitación empresarial derivada de la militarización. Tampoco hemos encontrado cláusulas o disposiciones restrictivas al respecto. 16 Cf Ramón García Piiieiro, ob. cit., p. 67.

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Los datos referidos a retribuciones ponen de manifiesto, en las acti vidades para las que se dispone de cifras comparables, un notable incremento salarial entre 1 944 y 1 946. Así, el salario base reglamen­ tado aumentó en la industria cerámica un 25-38%, según categorías profesionales (excepto para los pinches de menor edad, que descen­ dió ). En el subsector hullero, el jornal dei personal de interior ex­ perimentá un alza superior ai 50% (excepto para ayudantes, peones y pinches), y en el caso concreto de los mineros ligados a tareas de arranque, los salarios casi se duplican (subida en torno al 80%); entre los mineros de exterior, sólo el personal de oficio obtiene in­ crementos por encima dei 50% . El jornal dei personal obrero feme­ nino de minas es el que experimenta un crecimiento más bajo: casi insignificante para el grupo de «escogedoras>> (el 5,2%) y muy infe­ rior ai masculino en el caso de <<mujeres en labores pesadas» ( 1 3,3% ), lo que interpretamos como una medida más tendente a restar incen­ tivos ai trabajo femenino en esta concreta rama productiva 1 7• Cotejando las tablas salariales de 1 946 (nos referiremos, por tan­ to, ai salario base reglamentado) dei personal obrero en las cuatro actividades estudiadas, se obtienen las siguientes conclusiones : En las categorías equiparables (aprendices, pinches, peones y ofi­ ciales), son los obreros siderometalúrgicos los mejor remunerados, seguidos (por orden de mención) de los trabajadores de industrias cerámicas, construcción y minería. En estas dos últimas actividades, el jornal obrero es de cuantía muy similar. En las ramas productivas que, como minería y construcción, em­ plean mano de obra dedicada a tareas especializadas de arranque o excavación en medios subterráneos, pozos, túneles, etc. -es decir, en condiciones de trabajo especialmente penosas y arriesgadas- exis­ te una evidente distancia salarial con respecto ai personal obrero dedicado a trabajos de exterior u ordinarios, de modo que los pro­ fesionales de oficio en la construcción perciben un salario base me­ dio equivalente al 67,7% dei asignado al personal especializado. En minería dei carbón son concretamente cuatro categorías de arranque (mineros de primera, barrenistas, picadores y entibadores) las que marcan la mayor diferencia salarial entre mineros de interior y ex1 7 La Reglamentación dei carbón de 1 946 no hace mención expresa a la categoría de «mujeres en labores pesadas• pero seiiala que el incremento salarial para el per­ sonal femenino en general, sería de una peseta diaria.

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terior: estas cuatro categorías profesionales tienen un salario base medio de 19,12 pesetas, de manera que el jornal de los oficiales de exterior representa el 8 1 ,9% de la retribución de aquéllos. Existe, pues, menor distancia salarial entre las categorías referidas en el sub­ sector del carbón que en construcción y obras públicas. El salario base reglamentado del personal obrero especializado empleado en los trabajos mejor remunerados resulta ser más elevado en el subsector de construcción que en minería del carbón : la media retributiva en aquél es de 23,5 pesetas/día, en tanto que -como senalábamos en el párrafo anterior- para las principales categorías de mineros dedicados a tareas de arranque, el jornal medio era de 19,12 pesetas. Sin embargo, la generalización entre los mineros de interior del trabajo a destajo (que como mínimo incrementa un 25% el salario base) y los incentivos a la productividad que se conceden al personal minero, aumentan notablemente el salario total percibido por éste. La falta de disponibilidad de datos referidos a los salarios nomi­ nales abonados por las empresas no permite una valoración más precisa y pormenorizada de esta cuestión. Ahora bien, a partir de un extracto de los haberes percibidos por un picador de Minas Fi­ garedo, S. A. en el último trimestre de 1 945 (véase apéndice 6), se deduce que el trabajo a destajo proporciona, en este caso, un incre­ mento del 54,5% del salario mínimo reglamentado (de 1 1 a 1 7 pe­ setas diarias). Por otra parte, los conceptos retributivos no básicos (horas extraordinarias, domingos, pluses, primas y vacaciones) re­ presentan, nada menos, que los dos tercios ( el 63,3% ) del salario total percibido durante el trimestre de referencia. Así pues, el pica­ dor a destajo consigue en 1 945 un jornal promedio de 25,90 pese­ tas/día que casi duplica el salario fijado para su categoría -13,75 pesetas/día incluyendo el plus de carestía de vida- (véase cuadro 30, pp. 1 92- 1 93). Por tanto, puede concluirse que las condiciones salariales en el subsector de la minería del carbón no son, en principio, superiores a las del resto del personal obrero de la industria y construcción. Si el minero obtiene una retribución global más elevada, ello es debido a los incentivos a la producción que aparentemente privilegian una actividad de gran interés para la economía nacional ; a la generaliza­ ción del trabajo a destajo en las tareas de interior y a la compensación en metálico de las vacaciones y del descanso dominical. Tampo­ co -como vimos- mejores condiciones generales de trabajo re-

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sarcirán al minero de interior del riesgo diario -para su salud, e incluso para su vida- de bajar al tajo. En este sentido, hacemos nuestra la afirmación de García Pineiro : «[ . . . ] no parece fundamen­ tada la opinión, originada en buena parte por la propaganda oficial de la época, que senala a los mineras como un grupo privilegiado por la legislación laboral franquista>> 1 8 . En general, resultan ser los obreros siderometalúrgicos quienes disfrutaban de un trabajo mejor remunerado, desarrollando su acti­ vidad en un ámbito laboral menos jerarquizado y con una disciplina interna menos rígida, exentos de los riesgos profesionales que se derivan de las tareas extractivas y con unas condiciones laborales mínimas en algunos aspectos más favorables al resto de los trabaja­ dores industriales. En este sentido, resulta significativo el que sólo los obreros siderometalúrgicos tengan reconocido pluses de penosi­ dad y peligrosidad que no se concederán en cerámica y construcción hasta 1 970 y que los mineros no llegaron a obtener, a pesar de sus reclamaciones. En cuanto a posibles mejoras de las condiciones de trabajo en las grandes empresas, del estudio del reglamento de régimen interior de ENSIDESA se desprende que apenas hay variaciones sustanciales al respecto, aunque de la comparación del mismo con la Reglamenta­ ción Siderometalúrgica de 1 946 se extraen las siguientes diferencias : En las condiciones generales de admisión, se fija una edad límite, establecida en 50 anos para el personal masculino, en 40 para el femenino y en 16 anos para los aprendices. Entre los deberes del personal se encuentra la obligación de to­ dos los productores de someterse a un reconocimiento médico anual, que será semestral cuando el trabajador realice esfuerzos constantes, se encuentre en ambiente pulvígeno, manipule disolventes o aparezca expuesto a la inhalación de gases tóxicos. Los obreros sometidos al aire comprimido harían el reconocimiento médico una vez al mes. El personal femenino obrero queda excluído de la excedencia forzosa en caso de matrimonio, aunque voluntariamente puede aco­ gerse a la misma en idénticas condiciones que el resto de las traba­ jadoras de la empresa. 18 Es de gran interés ai respecto consultar las páginas que García Piõeiro dedica ai análisis de las condiciones de vida y trabajo de los mineras asturianos en la obra

reiteradamente citada (pp. 50-65).

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Se establece un premio de puntualidad, que para los obreros con­ siste en 4 pesetas por día de trabajo. ENSIDESA ponía a disposición de sus trabajadores los comedores de fábrica y los economatos. Por último, el Reglamento mencionado no alude a la necesidad de que la empresa instruya expediente en caso de faltas graves o muy 9 graves 1 . Las Reglamentaciones de Trabajo de 1 946 se mantuvieron vigen­ tes hasta 1 964 en las minas de carbón de Asturias y hasta 1 970 en las actividades de siderometalurgia, construcción y cerámica. En 1 973 se dieta una nueva ordenanza hullera. La fijación estatal, sin parti­ cipación (siquiera mediatizada por la Organización Sindical) de las fuerzas sociales afectadas, y el carácter imperativo de la normativa laboral durante las dos primeras décadas dei franquismo, justifican el estancamiento de la legislación laboral en ese período. Sin embargo, y pese a la ya comentada indiferencia institucional ante las reclamaciones sindicales, el Consejo Económico Sindical de Asturias puso de manifiesto en 1 955 la rigidez laboral derivada dei sistema de reglamentaciones y, en consecuencia, solicitá una profun­ da modificación dei mismo, solicitud que resultaba tanto más signi­ ficativa por su procedencia como por el rechazo que se trasluce de las relaciones de trabajo generadas por el intervencionismo estatal 20 . En los anos cincuenta, medidas tendentes a elevar la productivi­ dad en las minas de carbón propician el incremento de incentivos como la implantación de una nueva prima de asistencia ( compatible con la ya existente) de 6,75 pesetas/día para los mineras de interior y de 4,50 para los de exterior, cuya percepción estaba condicionada a la asistencia diaria al trabajo, pues una sola falta ocasionaba su pérdida semanal; la prima suplementaria dei 5% de la anterior (abo­ nable sólo cuando el aumento de producción alcanzaba como míni­ mo el 3% de las cifras base) estimulaba el rendimiento. Se fomen­ taba, asimismo, el cambio de actividades de la mano de obra minera 1 9 AHP/Magistratura de Trabajo núm. 1 de Gijón, caja 2587, expediente 875/876, 1 962 : <
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hacia ofícios de interior de mayor importancia productiva (personal de extracción). La O rden de 29 de abril de 1 950 elevó el plus de carestía de vida _ en las m1�as de hulla al 25% dei salario nominal (no computándose para �1 m1smo 1� pn_ ?Ia de asistencia). En enero de 1954 se asigna a los mmeros de 1ntenor u?� prima de producción de 1 0 pesetas por _ tonelada produoda, condiciOnada a la asistencia diaria y a la obten­ ción de un rendi n:iento mínimo. En 1 955, tras suprimirse la prima _ _ la cuantía de la prima de asistencia de sobreproduccwn, se duphca semanal. Un ano después, desaparecen las primas de asistencia. En 1 954 los mineras ven incrementado su período vacacional anual en 1 5 días para los obreros de interior y en diez días para los _ de extenor (Decreto 12 de noviembre). En 1958 se modifican algunos artículos de la Reglamentación Sider�metalúrgica referentes a la clasificación dei personal (oficiales de pn??era y segu�da pasan a constituir una única categoría) y a la e�evacwn dei salano femenino, que se equipara al 90% dei estable­ CJdo para los varones que desempenan igual trabajo. Por tanto, las condiciones g�nerales de trabajo -con excepción de las al� as salan_ ales que an �hzaremos en el capítulo siguiente­ _ _ permaneoeron pracucamente malterables durante los anos cincuen­ ta, rues sólo el personal minero se beneficiá de alguna importante _ meJora laboral de carácter meramente retributivo, pues las vacacio­ nes anuales siguieron siendo compensables en metálico. 1 . 2. Los ejectas laborales del desarrollismo, 1960-1975

Es en la década de los sesenta cuando, en sintonía con el crecimiento económico general y la elevación dei nivel de vida de la sociedad espanola, se observa un progreso de las condiciones laborales no estrictamente salariales. E 1 960, en construcción y cerámica las gratificaciones extraor­ . � dmanas ascienden, cada una de ellas, al equivalente a 1 5 días de trabajo para el personal obrero y subalterno. En 1962, en el subsec­ tor de la c?�strucción, las vacaciones anuales se amplían a 1 5 días y _ la retnbu �wn en concepto de participación en beneficias se integra en e� salan? base, de modo que éste aumenta un 6 % , lo que implica _ una mmed1ata meJora a efectos de previsión social. También a partir

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de diciembre de 1961, los obreros siderometalúrgicos disfrutarían de 1 5 días de vacaciones anuales 2 1 . En enero de 1 962 se reduce la jornada efectiva de trabajo al declarar la Dirección General que ésta sería de siete horas y media, que coo los treinta minutos de descanso preceptivos para la comida, totalizaban las ocho horas por las que el trabajador tenía derecho ai salario por jornada completa. La disposición afectaba a la jornada continuada. La exención del servicio militar que en 1 942 se concedió a picadores, vagoneros, entibadores y ramperos (ampliada en 1 945 a tod o _ el personal minero de interior) se renovó en 1963, ai quedar exclui­ dos del sorteo los mozos que voluntariamente se acogiesen a los benefícios del Decreto de 2 1 de noviembre, por el cual sólo perma­ necerían en filas tres meses ; ahora bien, durante dos aiios no podían abandonar el puesto de trabajo en el interior de la mina, aunque sí cambiar de empresa. Dicha exención era de exclusiva aplicación en empresas mineras de carbón, plomo o potasa <<cuya producción anual lo aconseje en interés de la economía nacional» 22• La emigración de mano de obra cualificada -aspecto éste comentado en la primera parte del libro-- es el factor inductor en los aiios sesenta de me­ didas tendentes a evitar la disminución de trabajadores en el inte­ rior de la mina, pues ello afectaba directamente a la producción carbonífera. En 1 966 se modifican las Reglamentaciones de cerámica y cons­ trucción : la primera en los artículos concernientes a pagas extraor­ dinarias (se elevan a 20 días de salario cada una) y vacaciones ( 1 5 días anuales y un día más a partir del segundo aiio d e servicio en la empresa, sin rebasar los 20 días por este concepto) ; en construcción, los artículos relativos a clasificación de personal según tiempo de permanencia ( eventuales, interinos, fijos de obra y personal de plan­ tilla), condiciones del cese, y pagas extras (equivalentes a 20 días para los obreros). La elaboración de una nueva Ordenanza de Trabajo para la mi­ nería del carbón en 1 964, constituye, sin duda, el factor más rele­ vante en la dinámica de cambio de las condiciones laborales de la 21 Ó rdenes 2 de mayo de 1 960, 2 1 de diciembre de 1 96 1 , 6 de enero de 1 962 y 28 de mayo de 1 962. . 22 Decretos 24 de julio de 1 942, 1 3 de septiembre de 1945, 21 de novtembre de 1 963 y Orden 6 de marzo de 1 964. La cita, en artículo 16 de esta última .

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clase obrera asturiana en los aiios sesenta, tanto por la importancia numérica dei colectivo afectado como por la trascendencia y signi­ ficado de las modificaciones introducidas, toda vez que -como ve­ remos más adelante- la negociación colectiva en la industria hullera no prosperá hasta la década siguiente. El texto de 1 964 elimina toda referencia a la ordenación jerár­ quica y militarista del trabajo en las minas; las alusiones que se hacen concernientes a la organización dei mismo están relacionadas coo tareas de seguridad y prevención de accidentes. Se reconoce al Jura­ do de Empresa, o enlaces sindicales, su capacidad de intervención en las cuestiones económico-sociales de la empresa que legalmente les soo conferidas, y se racionaliza el sistema de clasificación del personal por grupos y categorías profesionales, lo que redunda en una mayor homologación salarial de los obreros de interior (clasifi­ cados ahora en cinco categorías) y exterior. Se dictan medidas encaminadas a elevar el nível de cualificación de la mano de obra, profesionalizando las plantillas y dotándolas de mayor flexibilidad interna. En este sentido, se admite que los obre­ ros de oficio del exterior puedan ser destinados circunstancialmente a labores dei interior relacionadas con su oficio y adecuadas a su estado físico y aptitudes. Las empresas, coordinando sus programas con los de formación profesional industrial y los de promoción obrera (PPO), debían aten­ der a la formación técnica de sus trabajadores, instalando escuelas de picadores y readaptando a los afectados por incapacidad laboral derivada dei trabajo en la mina. El período vacacional se eleva a 15 días para los obreros de ex­ terior y a 20 para los de interior, suprimiéndose la ampliación de vacaciones que antes se concedía a los menores de 2 1 aiios en con­ cretas circunstancias. El aspecto más relevante, por su incidencia en el bienestar de los trabajadores, es la prohibición expresa de la po­ sibilidad de compensar en metálico las vacaciones. También se aprecian avances en la consideración laboral de la mujer: la Ordenanza de 1 964 otorga a la trabajadora que contrae matrimonio la opción de pasar a la situación de excedente forzoso con derecho a dote, o permanecer en la empresa. Asimismo, todo trabajador que contrajera matrimonio podría dis­ frutar de un permiso retribuído de diez días. Y avisando con la antelación debida, podría faltar al trabajo durante tres jornadas al ano sin necesidad de justificar la ausencia.

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El capítulo de faltas y sanciones sigue, casi ai pie de la letra, el texto de 1 946, coo dos importantes excepciones : se exime a la em­ presa de instruir expediente en caso de imponer sanciones por faltas graves y muy graves, y se recoge como falta muy grave el abandono colectivo dei trabajo, la disminución volumaria o colectiva dei mis­ mo, o la incitación a tales hechos. Parece, pues, que después de las huelgas mineras de 1962 la supuesta armonía de las relaciones labo­ rales quedó en entredicho y el legislador hubo, en consecuencia, de prevenir ai respecto. La Ordenanza recoge las modificaciones que en lo relativo a estructura salarial venían produciéndose desde 1 956, esto es, la uni­ ficación de los conceptos retributivos en un salario simplificado y la desaparición de pluses y primas. Por otra parte, se afirma que <> (véase apartado I II.2 de este capí­ tulo). Todos los trabajadores, destajistas o no, estaban obligados a acep­ tar cronometrajes y estudios técnicos sobre su trabajo personal y a mantener, mientras éstos durasen, el rendimiento y esfuerzo normal en la labor correspondiente. La empresa se comprometía a extender en e] plazo de seis meses el sistema de incentivos una vez concluida la valoración de tareas. Sin embargo, las facultades de organización del trabajo y remu­ neración coo incentivos que la Ordenanza otorgaba a las empresas se vieron limitadas por no haber sido derogado el Decreto de 1 944 antes citado. En este sentido, la sección Económica del Sindicato dei Combustible de Asturias reclamaba en 1 968 la supresión de tan ana­ crónica disposición, incompatible coo algunos preceptos de la Or­ denanza hullera 23 . 23 AHP/AISS-Oviedo, Sindicato dei Combustible. Informe enviado por e! presiden­ te de la sección Económica al Sindicato Provincial dei Combustible el 20 de enero de 1 968. El texto de la Ordenanza de Trabajo en la Industria Hullera se contiene en la Orden 2 1 de agosto de 1964.

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A la vista de lo expuesto, resulta obvio que la Ordenanza de 1964 pretendía racionalizar el sistema productivo en el subsector dei car­ bón cerrando el ciclo especulativo que tan sustanciosos beneficias había procurado a la patronal minera durante el período autárquico. Los resultados, como se sabe, no fueron los esperados. La crisis hullera ya era entonces manifiesta y los conflictos laborales sacaban a la luz un malestar latente, derivado de las escasas mejoras sociales experimentadas por el personal obrero a lo largo del decenio ante­ rior, pues los incentivos económicos vinculados a la producción no habían sino incrementado el tiempo de trabajo en detrimento dei descanso y la salud dei minero, degradando sus condiciones de vida. Ahora se trataba de paliar los efectos de aquella sobreexplotación de la mano de obra asegurando unas mejoras laborales coo las que aca­ llar la protesta colectiva. Sin embargo, ni la patronal hullera estaba ya interesada en abordar profundas reformas en un negocio tan poco lucrativo, ni la clase obrera minera dispuesta a conformarse con in­ �ediatas concesiones salariales. Se abría para ella el ciclo reivindica­ tivo. La creación de HUNOSA en 1 967 conllevó la elaboración, dos anos después, dei preceptivo reglamento interno, pues las particula­ res estructuras salariales de las diversas empresas integradas obliga­ ban a uniformizar criterios en tal sentido. Para llevar a cabo la ni­ velación salarial existían dos instrumentos : el Convenio Colectivo o el Reglamento de Régimen Interno. Coo la elección por parte de HUNOSA de éste último procedimiento, la empresa esquivaba la po­ sible intervención directa de la Organización Sindical y cualquier conflicto laboral derivado de la negociación colectiva. Coo esta finalidad, se confecciona un proyecto de bases que fue sometido a la aprobación dei Jurado de Empresa y posteriormente enviado a la Delegación Provincial, que a su vez solicitá el obligado informe a la Organización Sindical, cuya sección Social, imposibili­ tada de intervenir en lo referente a los niveles salariales, hubo de conformarse con resaltar aquellos artículos dei Reglamento elabora­ do por HUNOSA que infringían los preceptos legales, a saber: no se regulaban aspectos como altas y bajas dei personal, premias y san­ ciones y formación profesional, y existían importantes defectos de procedimiento referidos a la participación dei Jurado de Empresa en la elaboración dei Reglamento. Por todo ello, el Sindicato dei Com­ bustible reclamá la nulidad dei texto propuesto. Y razón tendría, pues la Delegación devolvió a la empresa el proyecto presentado,

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exigiendo se redactase según lo establecido en la Ordenanza labo­ 4 ral 2 • Aprobado el Reglamento de HUNOSA en noviembre de 1 969, no dejaron de suscitarse numerosas quejas entre los trabajadores afec­ tados, la mayoría referidas a la clasificación dei personal minero de 5 interior 2 • Aparte la cuestión salarial, el Reglamento mejoraba las condiciones laborales fijadas en la Ordenanza en un destacado tema, el período vacacional : éste sería de 20 días para todo el personal, dando fin a la discriminación hasta entonces existente entre obreros de interior y exterior. El predomínio de personal obrero masculino en las actividades industriales consideradas no hace pertinente un análisis específico de las condiciones laborales de la mano de obra femenina en la indus­ tria, aunque ello no nos exime de aludir a situaciones que, reflejadas en la normativa general de trabajo, evidencian el trato discriminato­ rio con que la legislación franquista penalizaba la presencia de la mujer en fábricas y centros de trabajo. Factores de índole social e ideológica restringían la acción femenina ai ámbito de lo doméstico, reforzando el tradicional papel de la mujer como mantenedora y transmisora del orden establecido a través de la «célula básica>> que era la família 26 • 24 AHP/AISS-EI Entrego, caja 5 1 57, Secretaría General, «Actas de Juntas de la Sec ­ ción Social dei Sindicato Provincial dei Combustible•, 1 5 de noviembre de 1 969. AHP/AISS-Oviedo, Sindicato dei Combustible, informe emitido por la sección social provincial sobre e! Reglamento de Régimen Interno de HUNOSA e! 28 de junio de 1 969. En 1 96 1 había entrado en vigor una nueva normativa reguladora de los Regla­ mentos Internos: e! Decreto 12 de enero y la Orden 6 de febrero. 25 AHP/AISS-Oviedo, Sindicato dei Combustible, escrito firmado por los tuberos y camineros dei Pozo Montsacro (RIOSA) y dirigido a la sección social provincial el 1 9 de noviembre de 1 970; otro, en similares términos, era enviado ai presidente d e la sección social el 23 de diciembre por los camineros de interior de HUNOSA. En no­ viembre de 1 974 se estaba discutiendo la revisión de! Reglamento de HUNOSA en el seno dei Jurado Central de la empresa; en esa fecha no hubo acuerdo sobre el tema entre la empresa y la Unión de Trabajadores y Técnicos dei Sindicato Local (AHP/AISS­ La Felguera, caja 5650, Secretaría General, Acta de reunión de la UTT, 23 de noviem­ bre de 1 974). 26 Sería necesario un profundo estudio de la condición de la mujer trabajadora durante el franquismo por ramas de actividad y en atención ai papel social que la ideología dei régimen le otorgaba. La bibliografía actual ai respecto es casi inexistente, aunque estudios como e! de M.' Teresa Gallego, Mujer, Falange y franquismo, Ma­ drid, 1 983, constituyen un valioso punto de partida. Con referencia ai período ante­ rior, Mary Nash ofrece una interesante visión histórica dei tema en sus obras Mujer,

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No obstante, la legislación franquista hubo de adaptarse a las exigencias que su incorporación a Ia Organización Internacional dei Trabajo imponía en materia laboral. En este sentido, la Ley de 22 de julio de 1 96 1 reconocía los derechos políticos, profesionales y laborales de la mujer, <<suprimiendo restricciones y discriminaciones basadas en situaciones sociológicas que pertenecen al pasado y que no se compaginan ni con la formación y capacidad de la mujer es­ paiwla ni con su promoción evidente a puestos y tareas de trabajo y responsabilidad>>. Ahora bien, si legalmente se admitía la no dis­ criminación por cuestión de sexo, los derechos de la mujer casada seguían estando limitados por la concepción patriarcal de la família: «El matrimonio exige una potestad de dirección que la naturaleza, 7 la religión y la historia atribuyen al marido>> 2 • A partir de 1 962 las disposiciones laborales (ordenanzas, conve­ nios colectivos, NOC y Reglamentos Internos) debían recoger el prin­ cipio de igualdad de la mujer en el trabajo. La relación de los dere­ chos entonces adquiridos nos da idea de la inferioridad existente en Ias décadas anteriores : Posibilidad de celebrar toda clase de contratos de trabajo, con­ certar convenios colectivos y ejercer funciones laborales propias o en representación ante las empresas en que trabaja. El cambio de estado civil no rompe la relación laboral, pudiendo la trabajadora que contrae matrimonio optar por lo siguiente : con­ tinuar trabajando, rescindir el contrato percibiendo indemnización, o quedar en situación de excedencia volumaria por período superior a un aiío e inferior a cinco. La mujer disfrutará dei mismo salario que el hombre a trabajo de igual rendimiento. família y trabajo en Espana (1875-1936), Barcelona, 1 983 y Mujer y movimiento obrero en Espana, 1931-1939, Barcelona, 1 98 1 . De reciente publicación es el artículo de Rosario Sánchez López, .E! discurso oficial sobre la mujer durante e! franquismo. Componentes básicos de la ideología de Sección Femenina•, en Actas dei Congreso de jóvenes Historiadores y Geógrafos, vol. II, Madrid, 1 990, pp. 1 00 1 - 1008, donde se resalta e! fomento en estos anos de un estereotipo femenino vinculado ai hogar y alejado dei •masculino>> mundo laboral. 27 La Ley 24 de abril de 1 958 introduce modificaciones en el Código Civil ten­ dentes a la equiparación jurídica de la mujer con e! varón. Las citas proceden dei preâmbulo a la Ley 22 de julio de 1961. E! Decreto 1 de febrero de 1 962 concede igual trato laboral a los trabajadores de ambos sexos.

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Las normas reguladoras dei aprendizaje, admisión, período de prueba, clasificaciones, ascensos, retribución de trabajos especiales, premias, pluses, primas y demás de carácter análogo se adaptarán al criterio de igualdad entre ambos sexos, sin más excepción que las que impongan las normas protectoras de la mujer 28• Sin embargo, y como es habitual durante el franquismo, la norma suele anteceder en varias anos a su aplicación efectiva, de modo que habrá que esperar hasta 1 970 para ver regulados los derechos labo­ rales de la mujer trabajadora 29• Las Ordenanzas de 1 970 referidas a construcción y siderometa­ lurgia se hacían eco de las mejoras laborales experimentadas por la clase obrera en los anos precedentes. Su tardía elaboración parece responder a la necesidad de unificar en disposición de más elevado rango la dispersa normativa promulgada en el decenio anterior y actualizar las condiciones de trabajo del sector en función de los benefícios conseguidos en la negociación colectiva, generalizando és­ tos a los trabajadores menos favorecidos en los convenios o margi­ nados de la contratación colectiva. En esta ocasión, se dictó una Ordenanza común para construc­ ción e industrias del vidrio y cerâmica. En ella se hace extensa alu­ sión a los princípios de la organización científica del trabajo; se respeta la citada igualdad laboral de la mano de obra femenina, y se pormenoriza acerca del contrato de aprendizaje y normas sobre se­ guridad e higiene en los centros productivos. La jornada laboral se fija para construcción en 45 horas semana­ les (repartidas en 8 diarias de lunes a viernes y 5 el sábado por la manana), manteniéndose las 48 horas en el resto de actividades. Las vacaciones serían de 21 días para todo el personal. Los salarios establecidos en la Ordenanza tienen el carácter de mínimos y obligatorios, pudiendo ser mejorados por convenio co­ lectivo, NOC, Reglamentos Internos o contrato individual; dichos salarios servirían de base para el cálculo de pagas y horas extraor­ dinarias, abonadas estas últimas en construcción y obras públicas 2 8 El Decreto 22 de junio de 1 956 y la Orden 26 de julio de 1957 regulan el trabajo de la mujer en tareas tóxicas, peligrosas, penosas e insalubres. 29 Decreto 20 de agosto de 1 970 (derogatorio del de 1 962). Tres anos antes, Espana había ratificado el convenio de la OIT relativo a la igualdad salarial entre la mano de obra masculina y femenina (Orden 26 octubre de 1967).

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con un recargo dei 30% las dos primeras y dei 40 las dos siguientes y las realizadas en festivo o nocturno ; en las industrias, los porcen­ tajes se elevan al 40, 60 y 75% respectivamente. Las gratificaciones anuales ascienden, para todo el personal, a 30 días en Navidad y 20 en verano. Los pluses (penosidad, toxicidad, peligrosidad, altura y nocturnidad) equivalen a un 20% del salario, y la participación en benefícios a un 6% de la retribución anual. La Ordenanza de Construcción otorga al trabajador una serie de benefícios como préstamos, socorro por fallecimiento, ayuda para construir o comprar vivienda propia, organización del tiempo libre (excursiones, residencias de descanso, etc.), comedores en centros con más de 50 trabajadores, y organización de actividades recreati­ vas. Es decir, se amplía la acción social de la empresa. La Ordenanza de la Industria Siderometalúrgica de 1 970 se ajusta a lo descrito en construcción, con los matices siguientes : La jornada es de 48 horas semanales, aunque organizadas de ma­ nera que deje libre la tarde del sábado, sin que por ello el trabajo diario exceda de 9 horas. Las horas extras también aparecen mejor retribuídas que antano : 40% de recargo para las dos primeras y 60% para las siguientes ; en domingo o nocturno, el 75% . Las vacaciones serán, como mínimo, de 20 días laborables anua­ les, quince de ellos sucesivos y el resto a convenir con la empresa. Las pagas extraordinarias son proporcionalmente inferiores a las establecidas en construcción, pues la de verano continúa siendo equi­ valente a 10 días y la de Navidad sólo asciende a 20 días para el personal obrero (treinta días para el resto). La negociación colectiva, en convenios provinciales o de empre­ sas del metal, ya había superado ampliamente las mejoras que en concepto de vacaciones y pagas extras otorgaba la Ordenanza (véase epígrafe III.2 de este capítulo). En la Ordenanza siderometalúrgica no se recoge la tabla retribu­ tiva, senalando al respecto que «los salarios mínimos de las distintas categorías profesionales del personal obrero incluído en esta Orde­ nanza mantendrán, por lo menos, sobre el salario mínimo interpro­ fesional e! doble de la diferencia en pesetas que existía entre el salario base del peón ordinario y el de cada una de las demás categorías profesionales en la escala de salarios base, para la entonces zona

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primera, aprobada por Orden de 26 de octubre de 1 956» ( art. 67). Como en el caso de la Ordenanza hullera de 1 964, los textos de 1970 eluden cualquier mención a la organización jerárquica dei tra­ bajo, a la concepción armónica de las relaciones laborales y a los deberes dei trabajador hacia la empresa; desprovistos de la retórica ideológica de los aõos cuarenta, enuncian las condiciones generales de trabajo con mayor precisión y rigurosidad. Las instituciones sin­ dicales representativas (enlaces y Jurados) tienen reconocida su in­ tervención en determinados asuntos de la empresa que afectan di­ rectamente a los trabaj adores ; la intervención de la Delegación de Trabajo en materia laboral sigue existiendo aunque de forma más atenuada, de modo que la gestión empresarial se despoja de ciertos controles estatales. En 1 973, una nueva Ordenanza de Trabajo para Minas de Car­ bón sustituye a la dictada nueve aõos atrás. Las modificaciones ob­ servadas se refieren a disminución de la jornada laboral a 45 horas semanales para el personal de exterior y 40 para los de interior (a distribuir en cinco o seis días), y al incremento de las vacaciones a 23 días como mínimo. Por lo demás, y excepto en las cuestiones retri­ butivas, esta Ordenanza no supone cambio alguno respecto a la de 1964. En cuestión de faltas y sanciones, las ordenanzas laborales dic­ tadas en los aõos setenta eximen a la empresa de instruir expediente cuando impone sanción por falta grave o muy grave, y hacen mayor hincapié en el proceso de sanción a las empresas que infrinjan la Ordenanza, pero solamente la de minería de! carbón -como ya lo hiciera en 1 964-- incluye en la relación de faltas muy graves la mani­ festación colectiva de actitudes conflictivas en los centros de trabajo. Aunque la jornada máxima legal sigue fijada en 48 horas sema­ nales, a partir de 1973 se va generalizando la jornada de 45 horas con descanso desde el sábado por la tarde. En cuanto a horas ex­ traordinarias, no podían realizarse más de 50 horas mensuales y 120 anuales; la retribución mínima legal de éstas era de un recargo del 25% sobre el salario-hora individual y de! 40% para las que exce­ diesen de las diez horas diarias y las prestadas durante la noche o en festivo; al personal femenino se la abonarían a! 50%, sin que su jornada pudiera exceder de diez horas ; por tanto, los reglamentos de trabajo retribuyen por encima del mínimo las horas extras 30•

30 AHP/AISS-Gijón, caja 4064, Haja de formación e información, núm. 124, julio de 1 974.

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En 1974 las vacaciones anuales en las ramas de construcción y obras públicas eran en Asturias, por Convenio Colectivo pactado en 1 971, de 30 días, cinco más que en el resto de las províncias 31• Así pues, a finales del franquismo las condiciones legales de tra­ bajo habían mejorado notablemente. AI estancamiento de la norma­ tiva laboral en la etapa autárquica sucedieron rápidos cambios en los aõos del desarrollismo que contribuyen a elevar la calidad de vida de la clase obrera. La negociación colectiva actuará de manera decisiva en este proceso. u.

La reivindicación obrera

Ni la normativa laboral se aplicaba siempre en todos sus preceptos en las circunstancias debidas, ni la misma tenía por qué satisfacer las expectativas obreras en lo relativo a las condiciones en que prestaba su fuerza de trabajo. Sin embargo, difícilmente el malestar obrero encontraba cauces de expresión al margen del conflicto individual o colectivo. Las reivindicaciones laborales, el descontento ante determinadas condiciones de trabajo, generalmente retributivas, y la protesta ve­ lada se traslucen (jcómo no!) en la documentación procedente de los sindicatos verticales, pero los resultados obtenidos de su estudio ado­ lecen de la precisión, exhaustividad e imparcialidad derivada de las propias características de la fuente informativa. No obstante la es­ casez y limitaciones de la documentación referida, los datos que de ella obtenemos para el conocimiento, siquiera aproximado, de las inquietudes obreras en materia laboral, adquieren el valor historio­ gráfico que la misma parquedad documental confiere. AI analizar la acción de los Jurados de Empresa quedó patente, a través de las reclamaciones formuladas ante éstos, la disconformi­ dad de los trabajadores con las irregularidades mostradas por la em­ presa en la aplicación de la normativa laboral de carácter económico (véase apartado II.3 del capítulo 4), de manera que indirectamente podía percibirse el malestar obrero a nível de fábrica o taller en cuestión de interés tan inmediato como la cuantía de los haberes percibidos. Con los datos que ahora aportamos, extraídos también de fuentes sindicales pero de ámbito supraempresarial, pretendemos 31

Jbid., núm. 1 25, agosto de 1 974.

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completar y generalizar la visión de la problemática y aspiraciones laborales desde la óptica dei trabajo. Los primeros datas disponibles sobre el tema datan de mediados de los anos cincuenta y proceden dei Sindicato dei Combustible que, en el caso de Asturias, resulta ser el más activo en su papel de organismo canalizador dei malestar obrero, pues no en vano encua­ draba al colectivo laboral por entonces más numeroso pero, ante todo, más reivindicativo de la clase obrera asturiana. La forma de pago que ciertas empresas mineras de Moreda ve­ nían realizando de la prima de enganche, que incentivaba la incor­ poratión de mano de obra a las tareas de arranque, generó protestas de la sección social dei sindicato, que en 1 954 exigía una correcta aplicación de la norma reguladora de 1 950, dado que la patronal hacía una interpretación restrictiva de la misma que perjudicaba a los trabajadores incorporados con posterioridad a su promulga­ ción 32• Mayor descontento provocó ese mismo ano la concesión a los mineras de interior de la prima de 1 0 pesetas por tonelada produ­ cida, pues el personal de exterior -muchos de ellos antiguos desta­ jistas que por motivos de salud habían sido trasladados a trabajos en el exterior- consideraba injusto el no participar de ella en la pro­ porción adecuada. Asimismo, las diferencias retributivas que por tal concepto existían entre el personal que unía a su condición de des­ tajista los beneficias derivados de las tareas de arranque, y el resto de los mineras de interior (ramperos, caballistas, etc.) creaban ma­ lestar entre estas últimos, que reclamaban una participación porcen­ tual más elevada en dicho incentivo que redujese la distancia salarial intercategorial. Finalmente, el sindicato, haciéndose eco de las de­ mandas de los trabajadores, solicitaba se ampliasen las causas justi­ ficatorias de ausencia al trabajo que evitaban la pérdida de la con­ trovertida prima de producción 33• En 1 956 se denunciaba el que numerosas empresas ofreciesen resistencia a la colocación de trabajadores padres de familia, prefi­ riendo la contratación de solteros, puesto que estas últimos no par­ ticipaban en los beneficias dei plus familiar. Tal práctica patronal era 32 AHP/AISS-Oviedo, Secretaría General. Informe enviado por e! delegado local de Moreda ai Delegado Provincial e! 15 de junio de 1954. 33 Ibid., Informe enviado por e! delegado provincial de Sindicatos ai ministro de Trabajo e! 30 de abril de 1 954.

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más frecuente en pequenas empresas donde el alta de un nuevo tra­ bajador con varias hijos podía ocasionar notables variaciones en el valor dei punto ; en grandes empresas la repercusión en la cuantía dei plus era menor 34. El sistema de reparto dei plus familiar sería modificado en 1 966, tanto por constituir un freno a la contratación de trabajadores con familia numerosa como por la desigualdad de la cuantía que suponía para cada sector. Desde entonces hasta 1 972, el valor dei plus pasó de 200 a 250 pesetas por cada hijo, y de 300 a 375 pesetas por la mujer, siendo su progresión cuantitativa inferior al coste de vida. El traslado diario dei trabajador desde su domicilio al centro de trabajo, problema cotidiano que sólo en las zonas rurales de Siero y Norena afectaba a más de dos mil trabajadores que desempenaban sus labores en los centros minero-metalúrgicos de Carbayín y Lan­ greo, reclamó siempre por parte de los interesados solución que sólo algunas grandes empresas aportaron con la puesta en funcionamiento de servicio propio de transporte, en tanto el resto hubo de confor­ marse, en el mejor de los casos, con utilizar diariamente el tren; lo habitual, hasta bien avanzada la década de los sesenta, era el traslado individual en bicicleta o el colectivo en camiones 35. En 1 962, representantes sindicales de los trabajadores de Fábrica de Mieres y Nueva Montana Quijano exponían con nitidez los tér­ minos en que esta cuestión se planteaba:

[ ... ] es necesario buscar urgente solución ai problema de transportes entre la villa de Mieres, centro natural de toda la comarca, y esta localidad de Ablaiía, problema que afecta a un importante núcleo de productores de nuestra plantilla y de las otras empresas [ ... ]. Los horarios de trabajo que la Dirección de esta Mina se ve precisada a establecer por exigencias de la organización interior, difícilmente cuadran con los de los trenes de viajeros de VASCO y RENFE, únicos medios de desplazamiento adecuado de que se dispone en la actualidad [ ... ]. A esta no coincidencia de horarios, h a de aiíadirse, en efecto, inconvenientes tales como que algunos trabajadores no tengan asignada parada [en la estación de Ablaiía]; otros solamente admiten viajeros de clase superior, no adecuado para quienes a diario han de despla­ zarse a su trabajo y, finalmente, en e! que la RENFE sólo expide billetes por 34 Ibid. , Escrito dei delegado provincial de Sindicatos ai vicesecretario nacional de Ordenación Social el 25 de febrero de 1956. 35 Ibid., Informe de una cooperativa de transporte de trabajadores de Siero, emi­ tido e! 29 de abril de 1 958.

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un mmtmo de kilómetros a recorrer, en este caso superior ai que sería necesario para viajar entre Ablaiia y Mieres, lo que encarece sensiblemente los desplazamientos 36 . En 1 960, y de cara a la elaboración dei primer Convenio Colec­ tivo para la minería dei carbón, las Juntas locales dei Combustible exponían las mejoras laborales que los trabajadores esperaban ver satisfechas : Régimen de destajos : la general aspiración obrera de elevación de salarios y la correlativa necesidad empresarial de incrementar la pro­ ductividad en las minas de carbón, requería, según las secciones so­ ciales, la implantación de destajos o sistemas con incentivo en la mayor parte de los trabajos mineros. Pagas extraordinarias : dada la congelación salarial impuesta por el Plan de Estabilización, el creciente aumento dei índice de carestía de vida debía ser compensado mediante la concesión de cuatro pagas extraordinarias anuales, consistentes en una mensualidad cada una de ellas, lo que representaría una elevación dei 25% dei total de los mgresos. Ampliación de los premi os de antigüedad a seis quinquenios ( en esa fecha limitados a cuatro en el subsector hullero ), pues la reali­ zación dei cómputo de antigüedad desde 1 939 impedía que muchos mineros pudieran seguir adquiriendo nuevos aumentos por tal con­ cepto. Sistematización dei régimen de vacaciones en la minería y au­ mento de los días concedidos. Acoplamiento dei personal con capacidad disminuida como con­ secuencia de accidente o enfermedad profesional a puestos aptos den­ tro de la empresa, pues la Reglamentación era poco precisa en este aspecto. Mejoras para los obreros afectados de silicosis de primer grado que, según la legislación vigente, eran trasladados a tareas compati­ bles con su enfermedad con derecho únicamente al salario base de la categoría de procedencia. Este grupo de afectados procedía ma­ yoritariamente de categorías que trabajan a destajo, por lo que la solución legal a su incapacidad les comportaba un notable descenso 36 Ibid. , Acuerdo de los Jurados de ambas empresas enviado por la delegación comarca! de Mieres ai Secretario Provincial el 20 de diciembre de 1 962.

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de las percepciones salariales, además de un trato discriminatorio con respecto a los enfermos por nistagmo, que cobraban el prome­ dio de los salarios obtenidos con anterioridad a la declaración de su enfermedad. Establecimiento de pluses en función dei tonelaje producido y dei rendimiento de cada obrero, de modo que los salarios se elevasen a utomáticamente al mejorar los rendimientos. lmplantación de pluses de peligrosidad y toxicidad para los tra­ bajos de interior. Bolsas de estudio para hijos de mineros a conceder con carácter obligatorio por las empresas (algunas venían haciéndolo por inicia­ tiva propia). Régimen de jubilación volumaria. Ciertas empresas habían adop­ tado ya el sistema de completar a los trabajadores que cumpliesen los 60 aõos de edad la pensión que percibían de la Caja de Jubila­ ciones con un porcentaje voluntario variable en cada caso. Se exigía, por tanto, la generalización de este beneficio 3 7 . La mayoría de estas reivindicaciones fueron total o parcialmente recogidas por la Ordenanza hullera de 1 964. A partir de 1 962 la posibilidad de manifestación colectiva dei conflicto laboral modificó radicalmente los planteamientos reivindi­ cativos, no tanto en el fondo como en la forma. He aquí un ejemplo elocuente:

Los picadores mineros [sigue nombre y apellidos de los seis reclamantes] destinados en las capas 12-2." y 8-2.0 dei Centro San Victor (sector Turón), representados por los enlaces sindicales adscritos ai mismo centro [sigue nombre de estos], EXPONEN: Que las tarifas recientemente impuestas por la Empresa para retribuir sus labores de arranque en los talleres de referencia, han hecho reducir sus ingresos anteriores arrancados en los mismos tajos, en la cuantía general de 1 /3 aproximadamente. Que sus esfuerzos por verse compensados resultan estériles dadas las ano rmalidades demasiado frecuentes de los frentes, y la magnitud de deter3 7 AHP/AISS-Oviedo, Secretaría General. Informe dei delegado provincial de Sin­ dicatos enviado ai Sindicato Nacional dei Combustible el 29 de septiembre de 1 960.

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minadas potencias, las cuales no presentan justa y debidamente diferenciada en los precios asignados para cada una. Q�e los preci� s entre las 750-850 pta por jornada los mtsmos trabaJadores en las capas de referenci fueron alcanzados por a, practicada previamente la inyección de agua, y sin que sus colocación de un bastidor ai muro. características exigieran como ahora la Que los diferentes tipos de mad la ampliación de las medidas de seguridad en e! posteo, las deficienciasera, en la inyección de agua , etc. han sido tenidas muy poco o nada en cuenta a la hora de preciar las unidades de! avance. Que solicitada revisión de las tarif la Sección de Incentivos y Destajos de la C�misión Delegada dei Sector yas, una vez emit ido e! oportuno informe, ; fueron Incrementadas en porcentaJes dei 1 0- 1 2 %, que en ningún modo colman las aspiraciones de los firmantes, y sin posibilidad de que la Empresa �ay� �edido, digo, querido reanu dar las gest ione s para razonar con la mayor . nale JUSticta sus esfuerzos profesw s, los cuales, estiman deberían ser cont ra­ prestados en las siguientes cuantías y condicion es [ ... ]. Así, a tenor de cuanto dispone e! Decreto 1 3 76/7 0, de fecha 22-5 -70 para la resolución de los Conflictos Colectivo s, ruegan a su jerarquía ordene Ia iniciación dei correspondiente procedimient o conciliatorio 38•

Las causas más inmediatas

dei malestar de los mineros de HU­ NOSA en 197 1 , en relación excl usiva a sus condiciones de trabajo,

pod ríamos resumirias en lo siguient e:

Descontento ante el siste ma de dest ajos . Los estudios teoncos previos a la implantación de los mis mos no siempre se adaptaron a las condiciones reales de los talleres de explotación, distintos uno s de otros, ocasionando dife ren cias sala riales a pesar dei igual esfuerzo dei obrero y peiigrosidad dei trabajo. La frecuente recalificación dei valor dei puesto generó, asim ism o, desconfianza entre los mineros hacia los sistemas utilizados para tal fin. La falta de seguridad en las minas, especialmente por la descoor-

38 AHP/AISS- Turón , c aja 451 1 . Escrito Víctor ai delegado provincial de Sind icato enviado por los picadores dei Centro San los picadores dei Pozo Santa Bárbara (sects e! 1 5 de junio de 1970. Similar actitud de or Turón) de HUNOSA, también motivada por e! precio de los destajos, propiciá la sanc ión empresarial de suspensión de empleo y sueldo durante 20 dias a los protagonistas explotación en febrero de 1 971 (AHP/AISS de la misma y e! cierre temporal de la los barrenistas dei mismo pozo reclamaba-Oviedo, Secretaría General). Igualmente, los destajos (AHP!AISS-Turón, caja 451 1 , n, meses después, mejoras retriburivas en 20 de junio de 1 971).

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dinación de los servicios y la supeditación de la �eguridad a los planes de producci ón (cu�ndo debería ser lo contrano ). . . . . Las excesivas diferencias salanales entre el personal de mtenor Y el resto de la plantilla. . . La relación entre el personal obrero y los mandos mtermedws solía caracterizarse por una continua tensión que desembocaba, cuan­ do menos, en el descontento y malestar dei trabajador, llegando a . . " to 39 . d e confi1c crear Situacwnes La documentación disponible procedente dei Sindicato dei Metal no ofrece constancia de las inquietudes específicas dei Personal obre­ . . TO dei subsector hasta fechas muy avanzadas, b1en es c1erto que es e . : sindicato tuvo en Asturias un funcionamiento mucho menos cima­ mico que el dei Combustible, pero también que agrupaba a una mano de obra menos conflictiva. , . s n 1 970 La problemática laboral de los obreros sid�rom etalurgic � � . , econom1ca se centraba en dos cuestiones básicas: la Situacwn dei personal jubilado y la reducción de la jornada a 4� horas semanal�s 40 . El primero de ellos constituía el tema pnnc1pal de las reumones sindicales de las secciones sociales dei metal, que recla�aban una inmediata revalorización de pensiones y cuantía de las m1s� as, es­ timando que debían ser equipara?Ies económicamente a los mgres � s . . salariales de un trabajador en activo. Por otra parte, la mcomp � tibi­ lidad de pensiones sólo debería ser apli�ada cuando e1 trabajador . retirado percibiese el 1 00% dei sueldo as1gnado en ac�1vo. La solicitud de la jornada semanal de 44 horas en sideron:etalur­ . gia se fundamentaba en que ésta ya er� reahdad en la mayo�I � de la contratación colectiva, en el alza contmuada de la producu:�dad Y en Ias comparaciones internacionales en cuanto a la durac�on del trabajo habiendo causado malestar el que dentro dei texto articulado de Ia O rdenanza Laboral de 1 970 la misma no fuera promulgada. No faltaron, incluso, argumentos historicist�s en fa: or d � las 44 horas semanales : <<jornada que nuestra industna ya d1sfruto en el pasado y que si fue suprimida la Orden de 5 de m arzo � e : 936 [que . . Ia implantaba] fue motivada exclusivamente por la ImposiCion de una ·

39 AHP/AISS-Oviedo, Secretaría General, «• elaborado por la Organización Sindical, noviembre de 1 97 1 . . . .
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economía deprimida por la guerra, situación que hace largo tiempo que ha cambiado>> 4 1 • La principal razón por la que la patronal dei sector no accedía a la reducción de las horas de trabajo residía en el temor de que los costos temporales dei período de adaptación a las nuevas condicio­ nes pudieran ser notables en tanto no fuese acompanado de un cre­ cimiento de la eficiencia. El Sindicato provincial dei Metal apoyaba la reivindicación «de una semana más racional, más corta, más flexible que, en definitiva, revertirá en una mayor productividad y en un mejor clima labo­ ral [ ... ]>• 42• Otras eran también las reivindicaciones de los trabajadores de esta industria, a saber: Establecimiento por parte de la Mutualidad Laboral Siderometa­ lúrgica de pensiones o prestaciones complementarias para los afec­ tados por enfermedad profesional. Que los fondos económicos de las Mutualidades se dediquen preferentemente a pensiones. Computar la baja por enfermedad a efectos dei período de ca­ reneta. Creación de Comisiones Calificadoras en diversas localidades de la província. Disfrute de las vacaciones anuales preferentemente en los meses de verano. La equivalencia dei salario mínimo interprofesional al promedio resultante de los salarios comparados de los diversos convenios sin­ dicales vigentes. Fijación por parte dei Gobierno de varios niveles de coste de vida, siendo uno exclusivamente para artículos de primera necesidad, otro para artículos de lujo y un nível intermedio. La actualización de la ayuda familiar, pues el sistema de puntos dei plus familiar de 1 966 se consideraba regresivo 43• 4 1 AHP/AISS-Oviedo, «Memoria-resumen de actividades de la UIT provincial dei Metal, 1 973>>. 42 La cita en ibid. En septiembre de 1 974, un informe enviado por la UIT dei Metal ai ministro de Relaciones Sindicales, Alejandro Fernández Sordo, seguía ha­ ciendo hincapié en la aspiración de la jornada de 44 horas para la industria sidero­ metalúrgica (AHP/AISS-Avilés, caja 332 1 , Secretaría General). 43 AHP/AISS-Avilés, caja 3255, <<Movimiento ... • ; Atss-Oviedo, <<Memoria-resu­ men ... ».

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Si, en general, el Sindicato de la Construcción deja escasa cons­ tancia documental de su actividad en la província, ésta es nula en lo referente a cualquier manifestación dei descontento laboral de los obreros dei sector, de modo que sólo a través dei conflicto indivi­ du al -lo que trasciende ya el ámbito sindical- es posible un acer­ camiento al tema. Por tanto, de lo expuesto se concluye que los mineros siguen conservando su histórica iniciativa reivindicativa en el seno de la clase obrera asturiana, a pesar de las distintas coyunturas económico­ sociales por las que atravesó la industria del carbón a lo largo de esta s anos. Si en el período autárquico, etapa de expansión hullera y fuerte contrai de la mano de obra, el trabajador minero no dejó de manifestar su descontento con las condiciones generales de tra­ bajo, en los anos sesenta, época de crisis en la minería pero también de menor rigidez laboral, la protesta desbordará los cauces institu­ cionales y se planteará abiertamente el conflicto colectivo. En otros sectores de producción, la atonía económica que para ellos supuso la autarquía y el clima generalizado de quietud laboral impuesto por los mecanismos de dominación social, anularon cual­ quier actitud de disconformidad entre un sector obrero sometido a un menor nível de explotación económica, sin tradición de lucha y, por ello, más renuente al conflicto. Con el desarrollismo vieron me­ jorar sus condiciones de trabajo y disfrutaron de la certidumbre laboral que se deriva de su inserción en actividades económicas que, como construcción y siderometalurgia, se beneficiaron directamente del ciclo expansivo iniciado en los anos sesenta.

II. COSTE DE VIDA Y SALARIOS. SOBRE EL PODER ADQUISITIVO DE LA CLASE OBRERA II. t .

El concepto de salario

Entendiendo por relación laboral aquella que se deriva dei vínculo contractual de los dos factores básicos de la producción, capital y trabaj o, la expresión material de la misma sería el salario. Las rela­ ciones laborales están, por tanto, estrechamente vinculadas a los me­ canismos de fijación salarial, como ya poníamos de manifiesto en el capítulo 4, epígrafe III.

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La noción jurídica de salario admite una doble interpretación : En sentido estricto, ei salario se identifica con la retribución di­ recta o inmediata debida al trabajador por los servicios prestados. En sentido amplio, ei salario sería la totalidad de los bienes per­ cibidos por ei trabajador como consecuencia de su trabajo 44. La Ley de Contrato de Trabajo de 1 944 opta por esta última acepción cuando establece que: <<Se considerará salario la totalidad de los benefícios que obtenga el trabajador por sus servicios u obras, no sólo lo que reciba en metálico o en especie como retribución directa e inmediata de su labor, sino también las indemnizaciones por espera, por impedimentos o interrupciones dei trabajo, así como la obtenida por uso de casa-habitación, agua, luz, manutención y conceptos semejantes, siempre que se obtenga por razón o en virtud de! trabajo o servicio prestado>> (cap. V, art. 37). Según la misma ley, en la retribución dei trabajo por unidad de tiempo sólo se atenderá a la duración dei servicio, independiente­ mente de la cantidad de obra realizada, salvo contrato en que expre­ samente se estipule un mínimo de obra. En los trabajos por unidad de obra (v.gr. ei destajo) se tendrá en consideración la cantidad y calidad dei trabajo realizado, pagándose por piezas, medidas, trozos o conjuntos determinados, independientemente dei tiempo inverti­ do ; en caso de haberse estipulado plazo para la conclusión dei tra­ bajo u obra, éstos deberían terminarse dentro del mismo pero no podrá ser exigido un rendimiento mayor al normal. El trabajo por tarea (fórmula mixta de las anteriores) consistía en la obligación del obrero de realizar una determinada cantidad de obra en la jornada u otros períodos de tiempo, entendiendo cumplida dicha jornada o tiempo de trabajo cuando se hubiera ultimado el trabajo fijado en la tarea. Cada uno de estos sistemas de trabajo deviene una modalidad de salario : a) Salario a tiempo. b) Salario a resultado, con cuatro variantes : 4 4 Luis Enrique de la Villa trabajo, Madrid, 1977, p. 636.

y

Carlos Palomeque, lntroducción a la economía dei

Condiciones de trabajo de la clase obrera asturiana

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1 . Salario por unidad de obra. Según ei método de fijación de tarifas, se distingue el safaria a destajo (basado en métodos empíri­ co s ) y ei salario a rendimiento (estudio previo de tiempo y tarea). 2. Participación en benefícios. 3. Comisión. 4. Primas a la productividad. c) Salario mixto : régimen de incentivos o primas al rendimiento (vin culado a los princípios de la Organización Científica dei Traba­ jo ). El sistema de trabajo con incentivo utilizado en las actividades industriales analizadas es el BEDAUX 45 . La normativa de 1 962 (Decreto 1 5 de febrero) fijaba con claridad los conceptos retributivos que no tenían la consideración legal de salario: Las prestaciones de carácter familiar. Las asignaciones de carestía de vida. Indemnizaciones o suplidos por gastos realizados por e! trabaja­ dor como consecuencia de su actividad laboral (quebranto de mo­ neda, desgaste de herramientas o útiles, adquisición de prendas de trabajo, plus de distancia, dote por matrimonio, etcétera). La participación directa en los benefícios de la empresa, salvo que se hubiera convenido lo contrario. Las cantidades en especie o metálico que libremente concedieran las empresas. Las prestaciones e indemnizaciones de la Seguridad Social. Indemnizaciones por traslado, suspensión o despido. Eran, sin embargo, computables a efectos de salario los períodos de descanso tales como ei descanso semanal, las vacaciones anuales, el descanso en jornada continuada, las ausencias justificadas y per­ misos o licencias con derecho a retribución, las ausencias permitidas y la interrupción dei trabajo por causas ajenas a la voluntad dei trabajador 46• En cuanto a la estructura salarial, ésta se fundamenta en la desi45 Sobre tipología salarial resultan sumamente clarificadores y de ineludible con­ s ulta los estudios recogidos en la obra colectiva vv AA, Dieciséis lecciones sobre salarzos y sus clases, Madrid, Facultad de Derecho, 1 971 . 46 Cf Orden 22 de noviembre de 1973.

262

Carmen Benito dei

gualdad remunerativa entre los distintos trabajadores, lo que p hablar de un salario diferencial determinado por factores nales (ocupación del trabajador), sectoriales (actividad y empresa que se trabaja), territoriales (área geográfica en que se realiza el bajo) y personales ( edad, sexo etcétera). Los estudios que sobre el tema realizó Perpiná Rodríguez, ponen de manifiesto la tendencia a la reducción del salario diferencial en la estructura salarial espanola a lo largo de los anos 1 940-1 950, aunque no por ello el análisis de los salarios reales deja de revelar el acen­ tuado desigualitarismo de la misma. Las discrepancias en los índices· de salarios reales quedarían, en cierta medida, paliadas por el efecto ' nivelador del salario social (también llamado salario diferido o indirecto), que se calcula supondría en torno al 1 1 , 1 7% del salario real 47. . 47 Cf Antonio Perpiná Rodríguez, La estructura de los salarios en Espana, Ma­ dnd, 1 962, pp. 48-63 (enfoque sociológico). Refiriéndose ai salario real, Perpiná afir­ ma: .".Uno de los secretos mejor guardados, comparable incluso ai sigilo diplomático o milttar, es e! que cubre y oculta lo que los espanoles ganan con su trabajo y fuera de su trab�J o. St es�o �onstttuye de entrada una dificultad y un obstáculo para la _ cuantttattva de la estructura económico-social de Espana, significa, en determmacwn compensación, un dato positivo para e! conocimiento cualitativo de esa estructura, ya que nos da algunas de sus características más relevantes: su irregularidad, su inesta­ bilidad y su clandestinidad. (p. 5 1 ). José Jané Solá en El problema de los salarios en Espana, Barcelona, 1 969, capítu­ los IV y v, tras realizar un análisis comparativo de los salarios reales por rama de actividad -au.nque prescindiendo de las estadísticas oficiales-, concluye que las di­ ferenctas salanales están en relación directa con la cualificación de la mano de obra y con e! nivel de beneficias de cada sector. Análisis más pormenorizados de la estructura salarial en Fernando Maravall, «Ür­ ganización industrial, estructura salarial y estabilidad de la inversión : e! caso espano!• en ICE, núm. 570, 1981, pp. 5-23; Juan Badosa, <
Con diciones de trabajo de la clase obrera asturiana

263

L os servicios sociales prestados por la empresa son considerados com o una forma de salario encubierto que tendría como finalidad compen sar el bajo nivel del salario monetario. La opción asistencial -fomentada por el Estado- frente a una subida de las retribuciones no minales se explica tanto por factores vinculados a una concepción paternalista de la política social de la empresa como a la obligación de ésta de dar respuesta a necesidades inmediatas de la mano de obra (vivienda, formación profesional, etc.) en momentos en que la ac­ tuación pública resulta insuficiente. De un estudio realizado en 1 963 respecto a los servicios sociales q ue las empresas prestaban en Espana, se !lega a la conclusión de que la asistencia más frecuente era la médica (55% ), seguida de co­ medores ( 45% ), vivienda (44% ), economatos (3 1 % ), escuelas de aprendizaje (22% ), becas (21 % ), etc. Asturias se encontraba por en­ cima de la media nacional en cuanto ai índice de asistencia social patronal, siendo el subsector dei metal el más destacado en esta prác­ tica 48. La creación de economatos laborales durante el franquismo tuvo carácter obligatorio, estando vinculados a la coyuntura económica: aparecen como factor amortiguador de tensiones sociales en circuns­ tancias de escasez de alimentos, desabastecimiento de mercados o fuerte inflación. Así, en 1 94 1 se impone a las empresas mineras, siderometalúrgicas, textiles, de cemento y ferroviarias con más de 50 trabajadores la apertura de economatos que, dada la magnitud del mercado negro durante esa década, resultaron poco eficaces, pues sólo eran de obligada disposición en los mismos los artículos que no estaban intervenidos por organismos oficiales. En 1 946 se amplía la obligatoriedad de crear economatos a empresas de otros sectores productivos, y en 1 958 toda empresa con más de SOO trabajadores en una misma localidad debía disponer de él 49. No es objeto de este trabajo el específico análisis de las condi­ ciones de vida de la clase obrera que justificaría una profundización

comienzo dei artículo, sino de los factores que determinan e! salario diferencial (cosa bien distinta). El artículo de Ferrer destruye la historia económica. 48 Véase ]. J. Linz y Amando de Miguel, <>, en Revista de/ Trabajo, mayo/junio de 1 960, pp. 28-38.

264

Carmen Benito de/ Pozo

en el tema anterior, aunque la proyección social de la realidad labo­ ral dificulta, con frecuencia, la forzada delimitación teórica que aquí pretendemos. 11.2. La flexibilización del sistema retributivo autárquico

Ya vimos cómo la acción estatal, en atención a garantizar la sufi­ ciencia salarial declarada en el Fuero del Trabajo, se plasmó en una política de salarios mínimos profesionales a través de las Reglamen­ taciones, mínimos que a su vez constituían el tope máximo de las cuantías salariales dado que su incremento requería autorización sin­ gular y expresa de la autoridad laboral. En 1 956 se produce un «giro autonómico>> en la política salarial al concederse· a las empresas li­ bertad para establecer condiciones salariales superiores a las mínimas reglamentadas. A partir de 1 958, los salarios convenidos colectiva­ mente tendrán el carácter de mínimos profesionales, coexistiendo con los fijados en reglamentaciones u ordenanzas 50• Por presiones puramente sociales -en expresión de J ané Solá­ en 1 956 se puso en marcha un tímido intento legislativo de salario mínimo, que no se consolida hasta 1 963. El Salario Mínimo Inter­ profesional Garantizado (SMIG), según el decreto que lo instaura, se concibe <> y «como sueldo salarial uniforme para todas las cate­ gorías laborales, eliminando así rigideces en la estructura salarial» . Garantizar l a satisfación d e las necesidades sociales básicas sería la justificación teórica de la implantación de un mínimo salarial que paliase la situación de indefensión del factor trabajo en la dinámica del sistema productivo. Sería, pues, un correctivo frente al desigual reparto de la riqueza 5 1 . La fijación del SMIG en 60 pesetas diarias para los mayores de 1 8 aiíos de ambos sexos, de cualquier sector o categoría y sobre la 50 La política de tasas salariales simultâneamente mínimas y máximas se desarrolla en los decretos ya citados de 1944, 1 948 y 1953. Cf Villa y Palomeque, ob. cit., pp. 649-650. 51 Jané Solá, ob. cit., p. 1 75. Con e! Decreto 17 de enero de 1963 se inaugura la política de fijación dei salario mínimo interprofesional. Cf Ignacio Cruz y Ángel Serrano, «Ante una nueva cuantía dei salario mínimo••, en La economía espano/a, 1971, Madrid, 1972, pp. 161 -162.

Con diciones de trabajo de la e/ase obrera asturiana

265

jo rn ada ordinaria, causó un profundo descontento social por su des­ fase con la realidad laboral. El Consejo Nacional de Trabajadores d eclaró que esa cifra «no obedeció a un criterio razonable y justo de acuerdo con las necesidades mínimas de la época>>, a pesar de lo cual su cuantía no fue revisada hasta 1 966, comprometiéndose en­ wnces el Gobierno a su actualización anual que, en realidad, no sería prec eptuada hasta la Ley aprobatoria del II Plan de Desarrollo en 1 969. El discurso oficial, no obstante, encubría con la demagogia p aternalista que le caracterizaba, los auténticos objetivos económicos del SMI :

Desde que fue establecido [ ... ] el Salario Mínimo Interprofesional con carácter general para todas las ramas dei trabajo -se comenta en ei preámbulo dei Decreto 21 de septiembre de 1 967 que revisa ei SMI de 1 963-, ha sido preocupación constante dei Gobierno su periódica actualización (sic), no sólo con el fin de garantizar su poder adquisitivo sino, además, para que los trabajadores situados en estas niveles profesionales participen en el creci­ miento económico dei País. Si bien es cierto que los salarios pactados a través de los Convenios Colectivos Sindicales, así como las mejoras volun­ tarias concedidas por las Empresas, han supuesto una eievación notable de las remuneraciones, es evidente también que ei progreso social general no puede olvidar aquellos trabajadores que, aun siendo cada vez más reducidos en su número, no han obtenido las mejoras que prácticamente ha logrado la casi totalidad dei Censo Laboral. Por otra parte, ai seiíalar la Ley de Seguridad Social que la base inferior de la tarifa de cotización habrá de coincidir con el Salario Mínimo, indica claramente la necesidad de acompasar la cuantía de las prestaciones parale­ lamente a las variaciones salariales. Por todas estas razones y en armonía con las directrices contenidas en nuestro Plan de Desarrollo Económico y Social, se ha procedido a la revi­ sión dei Salario Mínimo [ ... ]. La revisión, que primeramente se realizó en función de los au­ mentos oficiales del índice del coste de vida, incorporá posterior­ mente otros factores como la productividad y la evolución general de la economía. Aun así, el SMIG no respondió al nivel de retribución nec esario para cumplir sus objetivos teóricos 52. Del cuadro 34 se deduce que el incremento porcentual del SMI 52 La declaración dei Consejo Nacional de Trabajadores en AHP/AISS-Oviedo, 5 anos de/ Consejo Nacional de Trabajadores, 1965-1970, ed. OSE, marzo de 1971, p. 56. Jané Solá (ob. cit., pp. 175-1 80) expone distintos ejemplos de la insatisfacción provo­ cada por la reducida cuantía dei SMIG, así como de las constantes peticiones, espe-

Con diciones de trabajo de la clase obrera asturiana

Carmen Benito de! Pozo

266

fue siempre superior al crecimiento del coste de vida, pero no por ello consiguió remontar la distancia que, ya desde su creación, man­ tuvo respecto al considerado safaria vital, pues el salario mínimo real -muy devaluado- experimentá un exiguo crecimiento. Con la disociación de salario mínimo/salario vital, el sistema sa­ larial espaõol generaba lo que algunos economistas han definido como «el salario mínimo, pero entendido como el salario máximo que podía o quería tolerar la economía espaõola, debido a la deficiente estructuración empresarial» 53 . Parece, pues, que la verdadera función dei SMIG consistió en fijar bajos niveles salariales s �sceptibles de ser aumentados con el rendi­ miemo y la intensificación dei trabajo, dado que, ciertamente, lo que CUADRO 34.

el trabajador percibía era generalmente muy superior al SMIG debido a las horas extras, primas, pluses y otros «flecos salariales>> (enten­ diendo como tales las retribuciones complementarias dei salario base). Se potenciaba así la contención salarial y el incentivo. Según Serrano y Cruz, <<esta importante influencia del SMIG en la contratación co­ lectiva junto con su papel básico en la estructura económica de la Seguridad Social y repercusión indirecta, a través de la misma, en los costes del factor trabajo, es la esencia de este mecanismo, que se convierte así, en la piedra angular del sistema salarial» 54 . Por tanto, el crecimiento económico posterior al Plan de Estabi­ liz ación de 1 959 conllevó la modificación del modelo retributivo autárquico en el sentido tanto de incrementar los niveles salariales (ligando el alza salarial a la productividad) como de flexibilizar el sistema de fijación de salarios (mediante la implantación de incenti­ vos). Para ello el mercado de trabajo debía recuperar parte de su función como mecanismo de asignación de recursos, movilizando la mano de obra hacia los sectores en expansión y adecuando la fuerza de trabajo a las nuevas relaciones técnicas de producción 55 • La tendencia en la industria a la utilización creciente de horas extraordinarias a lo largo del período 1960-1 975 (aspecto éste am­ pliamente documentado en la bibliografía económica) se configura, según los expertos, como una variable consustancial del sistema de relaciones laborales durante el desarrollismo que, junto con las pagas no estrictamente salariales (v.gr. gratificaciones anuales), actúa como factor compensatorio frente a la rigidez institucional del despido. No en vano, es en las actividades de mayor dinamismo económico y volumen de empleo donde más número de horas extraordinarias se contabilizan 56 .

·

Evolución de! Salario Mínimo lnterprofesional, 1963-1975.

A no

Cuantía':-

A umento %

Coste de vida aumento %

1963 1966 1 967 1 968 1970 1971 1972 1973 1974 1975

60 84 96 102 120 136 156 186 225 280

40,00 14,29 6,25 1 7,65 13,33 14,71 19,23 20,97 24,44

6,2 1 6,44 4,92 5,74 8,22 8,29 1 1 ,40 15,68 1 6,96

Salario':- >:mínimo real 60,0 65,3 70,1 69,4 73,1 79,9 87,9•

,

Notas: .. Pesetas/día mayores 18 anos. ·•·•

En pesetas de 1963. 1972. Fuente: AHP/AISS-Oviedo, Sindicato de lnformación, «Situación económico-social de la rama en­ cuadrada en este Sindicato Nacional», Madrid, 1 975. Los datos del salario mínimo real proceden de VV AA, La economía espaizola, 1971, p. 165. Elaboración propia.

54

' A febrero de

cialmente sindicales, que se hicieron para su incremento. Sobre la revisión dei SMIG véase Roberto Carballo, <<Salarios», en Anuario de Relaciones Laborales en Espana, 1975, Madrid, 1976, pp. 1 73 ss. ; Villa y Palomeque, ob. cit., pp. 603 y 651 ; Cruz y Serrano, ob. cit., pp. 162-167. 53 Cf Muiioz, Roldán y García Delgado, La economía espano/a, 1971, Madrid, 1972, p. 165. El término <<salario máximo» así entendido fue acuiiado por Antonio López Muiioz (seudónimo dei trío anterior) en <•, en Cuadernos para e! Diálogo, núm. 59-60.

267

Cruz y Serrano, ob. cit., pp. 1 84-185. Cf Ángel Serrano y J. L. Maio de Molina, Salarios y mercado de trabajo en Espana, Madrid, 1979, pp. 37-39. 56 Ibid. , pp. 140-152. La evolución porcentual de las horas extras sobre e! total de las trabajadas, fue entre 1 963-1975 la siguiente: 55

'

C arbón ............. ............................

Metal. ........................... ................ Constr. ... . . . . . ............ . ... . .. . .. . . . . .. . ..

Fur me:

1963

1968

1970

1972

1974

1975

4,78 5,1 1 4,79

3,14 4,97 4,55

3,05 6,55 4,87

3,23 6,78 4,50

5,18 7,79 6,49

5,62 6,81 5,88

Serrano y Maio de Molina, ob. cit., p.

148.

Elaboración propia.

268

Carmen Benito de!

La política de remas -a la que hacíamos mención en el anterior (apartado III.2)- constituyó otro de los instrumentos de política salarial iniciada con la expansión económica de los aõos senta. Ahora bien, si el objetivo de toda política de remas es seguir la redistribución de la Rema Nacional en el sentido de mentar la participación de los trabajadores en la misma, en se utilizá, tanto por motivos políticos como técnicos, como un canismo de contención salarial 5 7 . Ciertamente, se produjo un incremento de las remas nominales de los trabajadores, pero el fracaso en el control de precios redujo e! efecto redistributivo de dicha po­ lítica (véase cuadro 35). CUADRO 35.

1 963 1 964 1965 1 966 1 967 1 968 1 969 1970 1971

EJectas de la política de rentas, 1963-1971. RN índice

Per cápita índice

Salarios índice

Safarias/RN (% )

100,0 1 12,5 1 32,9 1 5 1 ,5 1 66,5 1 84,5 203,0 226,7 258,0

1 00,0 1 1 1 ,3 130,1 146,8 1 59,6 1 75,0 1 90,5 2 1 0,6 236,9

1 00,0 1 1 3,9 133,5 157,6 1 66,6 1 82,0 204,8 234,6

48,9 49,9 49,6 5 1 ,3 49,1 48,2 49,3 50,0 50,9

Fuente: AHP/AISS-Oviedo, Sindicato de lnfonnación, «Situación económico-social de la rama en cuadrada en este Sindicato Nacional», Madrid, 19 75; Secretaria General, •Informe sin­ dical sobre desarrollo económico y social de Espana»,

1973 . Elaboración propia.

II.3. L os ajustes salariales en los anos 50: hacia la recuperación del poder adquisitivo

Hasta 1 953 no se modificaron las tablas salariales de las Reglamen­ taciones de trabajo vigentes desde 1 946, en tanto e! índice general del coste de vida aumentaba aõo tras aõo, registrándose las mayores 57 Sobre la política de rentas, véase N. Esteve, ·Política salarial y de empleo» en Luis Gamir (coord.), Política económica de Espana, Madrid, 1 975 (3.' cd.), pp. 232-233; F. W. Paish, <
269

o ndiciones de trabajo de la clase obrera asturiana

1 as en alimentación y vestido. E! lig�ro descenso dei coste de vida z e 1 bienio 1 952-1953 ( consecuencia de los ajustes económicos de 51 ) se debió a la caída de los precios en alimentació� , lo que _ . cidiría favorablemente en las economias obreras, ai destmar estas l m ayor porcentaje de sus ingresos a dicho concepto. . E l poder adquisitivo de los salarios industriales ya venía deteno­ ándos e desde el final de la contienda civil, pues si en e! período 939 -1947 los salarios nominales crecieron más del 50% , los salarios eales (partiendo de valores absolutos inferiores en casi la mitad a s nominales) disminuyeron en torno ai 28%, dada la fuerte infla5s - I a en Ios anos cuarenta . ión que presenta I a economia espano Careciendo de fuentes informativas empresariales para e! estudw e los salarios en Asturias, no podemos realizar una pormenorizada uantificación de las divergencias entre salarios oficiales y los refle­ dos en las nóminas de los trabajadores, aunque los datos recogidos n e! apartado I y la ya seõalada importancia de los [!ecos salariales luses, primas, gratificaciones, horas extras, etc.) contenidos en las ropias reglamentaciones de trabajo, corroborarían lo que otros es­ dios regionales vienen demostrando : que los salarios oficiales eran feriores y mucho más estables que las remuneraciones declaradas or las empresas 59. La revisión en 1 953 de los salarios reglamentados se justificá ficialmente por <> , En el caso con­ reto de los mineros, se pretendía asimismo compensar el retorno a recios normales del pan, que hasta ese momento venían adquirien­ o a precios reducidos en los economatos 60 •

�

.

ss

-

.

Higinio Paris Eguilaz confeccionó la tabla de salarios reales por actividades roductivas correspondiente ai período 1 939-1947, de la cual se deduce una conside­ ble y generalizada caída de los mismos en tanto los salarios nominales aumentar�n. I respecto, véase la obra de H. Paris, Diez aiíos de polítzca económzca en Espana, 39-1949, Madrid, 1 949, pp. 1 77 y 1 8 1 . El autor, desde los presupuestos nacional­ n dicalistas, expone en e$te libro los criterios político-económicos que �ebe� gUiar intervencionismo estatal en la industria una vez creado el INI, con la fmahdad de itar los desequilibrios que la economía franquista evidencia en la década de los arenta. Resulta, pues, un interesante enfoque doctrinal dei tema, además de apor­ rnos la única tabla de salarios reales de que disponemos para la etapa md1cada. >• Carmen Molinero y Pere Ysas, ·Patria, ]usticia y Pan•. Nivell de vida i con­ cions de treball a Catalunya, 1939-1951, Barcelona, 1985. 60 Preámbulo de la Orden 27 de noviembre de 1 953 que modifica los salarios de Reglamemación dei Trabajo en las Minas de Carbón.

270

Carmen Benito dei Pozo

El alza representó un aumento dei 1 5% dei salario base más un 10% sobre la nómina, <> , En el caso de la minería dei carbón, este incremento salarial se establecía sin perjuicio de una posible mejora de las retribuciones de los trabajadores que más directamente parti­ cipaban en la producción, con la cual -siguiendo con la argumen­ tación oficial- «a la par que se corresponde al esfuerzo material y al aumento de producción, se da jerarquía a la misión de este tipo de obrero y se eleva en la consideración económica y social con todo el respeto que merece>> , Finalmente, se fijaba un estímulo para los mineros más laboriosos. De acuerdo con el Decreto de 23 de octubre de ese mismo ano, los aumentos retributivos podían ser absorbidos o compensados por las remuneraciones que voluntariamente hubiesen establecido las empre­ sas en favor de sus trabajadores. El plus familiar se elevaba ai 25% de la nómina de cada empresa (tal aumento se había hecho efectivo en la minería tres anos antes), subsistiendo el plus de carestía de vida, fijado en noviembre de 1 950 en el 25% de los salarios mínimos legales (el incremento de aquel ano no tenía efectos en la cotización de seguros sociales, excepto accidentes ). En función de los salarios base vigentes tras el alza de 1 953 (zona 1 .'), estimando que el total de pluses percibidos por un peón ordi­ nario (incluyendo el plus familiar y dos quinquenios por antigüedad) incrementa su salario base en un 50% como mínimo -excepto en minería de carbón, donde las primas de asistencia y producción du­ plican con creces el salario mínimo reglamentado-, suponiendo que el obrero realice una media de dos horas extras diarias (abonadas al 30%) y aplicando el incremento de un 10% de la nómina que con­ cede la Orden 27 de noviembre, resulta que el jornal nominal teórico obtenido por un peón en 1 954 (véase cuadro 36) no permite a un matrimonio con dos hijos subvenir a los gastos familiares reflejados en el cuadro 37, que aunque referidos a 1 956 no desvirtúan la de­ sequilibrada relación ingresos/gastos dei obrero no cualificado en los tres sectores productivos analizados. Aunque las cifras resultantes dei cuadro 36 deben considerarse

Condiciones de trabajo de la clase obrera asturiana

271

CUADRO 36. jornal nominal teórico de un peón en 1954

casado con dos hijos). Base

Carbón .... . ........ Metal ................ Cerámica .. . ........

1 3,2 1 6, 1 14,9

,,.

Pluses Horas extras 15,1 8,0 7,5

47,5 57,9 53,8

(cálculo para un

Subtotal

TOTAL ''·

75,8 82,0 76,2

83,3 90,2 83,8

Nota: Incremento del I O% del salario nominal. Fuente: Retribuciones oficiales vigentes según Reglamentaciones y Orden 27 de octubre de Elaboración propia.

1953.

como meramente descriptivas por aproximación a la realidad a que hacen referencia, de ellas se deduce la insuficiencia dei alza salarial de 1953, incapaz de compensar el constante incremento de los pre­ cios de artículos de primera necesidad, especialmente alimentación (donde se destina más de la mitad dei gasto total de una família obrera) y el bajo poder adquisitivo de los salarios obreros a media­ dos de los anos cincuenta 6 1 • Se incumplían, pues, los propósitos del Gobierno de llegar a un salario suficiente para cubrir las necesidades familiares. En 1 956 el Gobierno hubo de adoptar una serie de medidas en­ caminadas a flexibilizar la política salarial ante el resurgir de los desequilíbrios económicos internos. Para ello se derogan los Decre­ tos de 1 948 y 1 953, permitiendo a las empresas establecer libremen­ te, sin autorización previa dei Ministerio de Trabajo, condiciones superiores a las generales y mínimas reglamentadas. Unos meses antes (23 de marzo) por orden ministerial se incre­ mentaron en un 25% los salarios base aprobados en 1 953 (no se modificaba la cuantía de pluses y primas), suprimiéndose el plus de carestía de vida (excepto en la Reglamentación de Minas de Carbón y Construcción y Obras Públicas) e implantándose un plus especial equivalente al 20% dei salario base (sólo computable a efectos dei Seguro de Accidentes de Trabajo). No obstante, seguía sin darse satisfacción a la necesidad social de mejorar el nível de vida de los trabajadores. Así, en relación a las disposiciones salariales de marzo, las secciones sociales dei Sindicato Provincial de Asturias, manifestaban lo siguiente : 61 El estudio de García Piiieiro, citando fuentes empresariales, corrobora nuestras afirmaciones (ob. cit., p. 56).

Carmen Benito dei Pozo

272 CUADRO

37.

Coste de las necesidades vitales de un trabajador en

1956

(cálculo efectuado para un peón casado con dos hijos de y 1 4 anos). Diario

Mensual

Alimentación ............................................. . Limpieza ................................................... . Calzado ..................................................... . Combustible ............................................. . Vestido ..................................................... .. Vivienda .................................................... . Otros ........................................................ .

49,5 2,3 3,3 6,5 1 0,8 1 1,1 10,8

1 487,4 69,9 99,0 1 95,0 326,1 335,0 324,9

.

94,5

2 837,3

TOTAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

10

Fuente: AHP/ AISS-Oviedo, Sindicato dei Combustible. t .o Que e! aumento dei 20% no ha venido a cubrir las necesidades de los trabajadores en relación con e! nivel de vida actual, ya que si e! referido aumento es para compensar la carestía que se sufre, este sistema viene a suponer una mayor diferenciación entre las categorías laborales, a la vez que una menor posibilidad adquisitiva en las clases inferiores. Razón por la cual los Presidentes de las Secciones Sociales de Asturias propusieron ai limo. Sr. Director General de Trabajo en su visita a Asturias, un sistema de re­ parto igualitario, o bien sobre la aplicación de un tanto por ciento inversa­ mente proporcional, ai igual que e! propio Gobierno propugna para sus funcionarias. 2.0 Que la decepción de la clase trabajadora nace precisamente, aparte de la insuficiencia de la elevación aplicada, de la propaganda llevada a cabo por la prensa, anunciando un amplio reajuste de precios y salarios, invocan­ do promesas de las más altas Jerarquías dei Estado; y que esta decepción resulta en la actualidad más acusada ai conocer los trabajadores que e! Go­ bierno de la Nación proyecta imprimir en favor de sus funcionarias una política de salarios mucho más elevada y a la vez más justa y más cristiana, con cuyo sistema hubiesen quedado colmadas las aspiraciones de los hom­ bres dei trabajo. 3.0 Que, no obstante, y con la serenidad característica de los trabajadores asturianos siempre puesta de manifiesto, esperamos que para la anunciada revisión de Reglamentaciones Laborales para e! próximo mes de octubre, e! Gobierno adopte las medidas pertinentes que subsanen la injusta situación creada con e! aumento de salarios a que se hace referencia 62•

62 AHP/AISS-Oviedo, Secretaría General. Acuerdo adoptado por la Junta de pre­ sidentes de las secciones sociales el 24 de abril de 1956.

Co n diciones de trabajo de la clase obrera asturiana

273

La enorme distancia entre salarios y precios, así como la dificul­ rad de llegar a una equiparación de los mismos a corto plazo, era recon ocida por el propio delegado provincial de Sindicatos que, en con testación a un requerimiento de la Vicesecretaría Nacional de Ord enación Social, declaraba en agosto de 1956 que no existía po­ sib ilidad alguna de lograr un incremento de salarios eficaz en rela­ ción al nível de vida mientras no se consiguiese la estabilización monetaria, <<por lo cual -afirma textualmente- creemos que sin perj uicio dei aumento necesario, previsto para el mes de octubre, debe el Gobierno procurar por todos los medios a su alcance ir consiguiendo aquella meta>> 63• El rebrote inflacionista de 1 956, con especial incidencia en los precios de alimentación, coadyuvó al incremento de los conflictos laborales que se registran en esa fecha, lo que obligó a las autorida­ des franquistas a efectuar una segunda revisión salarial, esta vez de mayor envergadura. Las modificaciones retributivas de octubre de 1 956 implicaron un aumento medio dei 50% de los salarios base implantados en marzo dei mismo ano, además de tender a una simplificación de los con­ ceptos salariales, pues quedaron derogados con carácter general el plus especial establecido meses antes y el plus de carestía de vida, hasta entonces todavía vigente en minería dei carbón y construcción. El plus familiar se fijó en el 20% de la nómina en empresas siderometalúrgicas, de construcción y cerâmica, manteniéndose en e! 15% en minería dei carbón. En esta última actividad también desa­ parecen la prima fija de 2,5 pesetas establecida en 1 950 y las primas de asistencia decretadas en febrero de 1 950 y marzo de 1 955 ( equi­ valentes a 9 pesetas para obreros de exterior y 1 3,5 para los de interior). El cuadro 38 revela, asimismo, un importante cambio en la es­ tructura salarial intersectorial: ya no serían, como en 1 946, los obre­ ros dei metal los mejor remunerados (en atención exclusiva al salario base) sino los de construcción y obras públicas. Es más, el personal de la industria siderometalúrgica tiene asignado en las cuatro cate­ gorías analizadas el más bajo de los salarios base de las actividades consideradas. 63 AHP/AISS-Oviedo, Sindicato dei Combustible. Informe enviado por el delegado provincial de Sindicatos a la Vicesecretaría Nacional de Ordenación Social el 31 de agosto de 1956.

274

Carmen Benito dei Pozo

CUADRO

38.

Safarias base reglamentados en octubre de 1956, por actividades (pesetas/día zona 1.'). Carbón

Metal

Oficial 1 .' ... .... ... .. .... .. ... .. . Oficial 2.' ......................... Oficial 3.' .........................

47,25 45,50 42,50

47,50 44,00 40,25

48,50 45,25 42,00

50,75 46,75 42,75

Especialista ....................... Peón ordinario .................

38,75 38,00

38,12''" 36,00

40,12''" 36,00

39,75 36,00

3 1,75 26,25 20,75 12,75

33,25 26,25 19,50 13,75

32,75 28,00 21 ,75 16,25

27,8r 16,37''"

30,50 22,25 16,50

29,25 24,75

.

Aprendiz 4.0 ano .............. Aprendiz 3." ano ............. Aprendiz 2. ano .............. Aprendiz 1 ." ano ............. o

Pinche 18-20 anos ............ Pinche 16-18 anos ............ Pinche 14-16 anos ............

32,25 30,50

Cerámica Construcción

''

Nota: Jornal promedio cuando se distinguen dos subcategorías. Fuente: Tablas salariales contenidas en la Orden 26 de octubre de 1956. Elaboración propia.

Los obreros de la industria cerámica ocuparían el segundo puesto en cuanto a las retribuciones mínimas fijadas, seguidos del personal minero de exterior. Caben, sin embargo, matices a esta generaliza­ ción : los peones ordinarios de las minas de carbón tienen un jornal base superior en 2 pesetas al resto de los trabajadores de igual cate­ goría, y son también los pinches empleados en esta actividad los mejor retribuídos (y con notable diferencia). Se produce, pues, una mayor aproximación salarial entre los obre­ ros siderometalúrgicos y los mineros de exterior, y un distanciamien­ to entre éstos y el personal de construcción, con lo que resulta una inversión de la tendencia existente en la década anterior. También se observa una reducción general de las diferencias salariales intercate­ goriales, de modo que se acortan los intervalos retributivos que las Reglamentaciones de 1 946 marcaban entre trabajadores dedicados a tareas especializadas en minería y construcción y los destinados a labores menos específicas. No obstante, el abanico salarial sigue sien­ do muy abierto en las empresas dedicadas a extracción de carbón. Se mantiene más elevado el salario base de los obreros especiali-

275

Con diciones de trabajo de la clase obrera asturiana

de interior de arran­ z ados de la construcción que el de los mineros e aunq 946, 1 de la a lar � sim � ést_os co� servan las qu e, en pro�orción . _ e mcentlvos, com­ desta)O del as denvad vas retnbuu obvias ventaJaS apéndic e 7). (véase inicial inación discrim e aparent pen sando la otros facto­ entre ado, provoc ico autárqu modelo dei El colapso e en el requier 956, 1 de s salariale es presion las y n res , por la inflació ico económ ajuste de s medida nuevas de n adopció la e bienio siguient alzas de tales como el bloqueo de salarios y sueldos, la autorización legisla­ la de ización flexibil la y tividad produc la a ligadas iales salar ción laboral (Ley de Convenios Colectivos de 1 958). El coste de vida, que experimentá un incremento porcentual anual medio del 6,9% en el período 1 954-1 957, se disparó un 12,6% en 1958. Por impacto del Plan de Estabilización, se reduce el aumento al 7,0% en 1 959 y al 2,4% en el aõo siguiente 64• Superados en 1 96 1 los efectos recesivos provocados en un primer momento por las medidas estabilizadoras, se inicia una nueva etapa en las relaciones laborales caracterizada por la negociación colectiva, la racionalización de la producción, las mejoras retributivas, la ex­ plotación más intensiva de la fuerza de trabajo y la agudización y exteriorización del conflicto.

III. LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA EN ASTURIAS

Antes de abordar el tema de los Conven ios Colecti vos sindicales en la província, creemos necesario el planteamiento de una de las cues­ tiones que aparece íntimamente ligada a la negociación colectiva y es pieza clave del modelo retributivo que se configura en la década del desarrollo : la productividad. Desde la óptica empresarial, existía una relación directa entre salarios, poder adquisitivo y productividad:

E! problema dei poder adquisitivo de los salarios es uno de los más graves de nuestra época. Tiene no solamente una gran importancia económica, ya que de él depende la crisis o la prosperidad, sino que también tiene una gran importancia social ai constituir necesariamente e! objeto de reivindicaciones sindicales, y más particularmente hoy día, en que e! nivel de vida de la clase 64

J. B. Donges, La industrialización en Espana, cuadro 7,

p.

60.

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Carmen Benito de! Pozo

obrera permanece, en su conjunto, inferior ai de 1 936, y en que la inesta­ bilidad de los precios tiende constantemente a bajarlos aún más, dando ori­ gen a conflictos sociales. [ ... ] se espera que incrementando la renta salarial se aumentará e] consumo. Pero tal conclusión resultaba errónea según la lógica argumental de! discurso precedende, que concluía afirmando que el poder ad­ quisitivo dependía, si no exclusivamente, al menos de modo prepon­ derante, del progreso técnico realizado en la producción, de tal for­ ma que <<el aumento de la productividad del trabajo es prácti camente el único medio �e que disp� nemos para aumentar el poder adquisi­ _ de los uvo asalanados y el mvel de vida del conjunto de los ciudad a­ nos» 65 Aunque a mediados de los anos cincuenta parece que trabaj ado­ res y patronal se mostraban suspicaces -cierto que por motivos bien distintos- ante el nuevo tema de la productividad auspiciado por el Ministerio de Industria: [ ... ] e! obrero mira receloso e! aumento de la productividad. Producir más significa siempre, para sus concepciones primigenias, rudimentarias dei tra­ bajo, realizar un mayor esfuerzo. E! viciado por e! aire sindical, considera que no ha de esforzarse más. A veces, ni consiguiendo un mayor salario. También existen receios por parte dei empresario, fundados principalmente en e! temor de que e! ambiente social en que ahora se mueve e] obrero anule su esfuerzo, que ha de ser cuantioso, pues requiere: planeamiento técnico, gast�s de organiz�ción, costos de la maquinaria, nuevos capitales y la an­ _ gustia de la mcerudumbre en cuanto ai éxito 66•

III.!. A propósito de la organización « científica» del trabajo

El r� gim �n de incent�vos o primas al rendimiento (paradigma del salano mixto) se relaciOna con los estímulos al esfuerzo de! trabaja­ dor; si a ��lo asociamos el cronometraje (o medición de tiempos) y la valoracwn de puestos, nos encontraremos con los princípios bá65 «Salarios y productividad », en Tesón (revista mensual destinada a empresarios)' Oviedo, diciembre de 1956, pp. 1 7- 1 8. 66 Tesón, Oviedo, septiembre de 1 955, p. 24.

Condiciones de trabajo de la clase obrera asturiana

277

sicos de la organización científica del trabajo o taylorismo por anto­ nomasia. Los estudios de Taylor acerca de la normalización de métodos y tiempos de trabajo, así como de la posibilidad de valorar <> las tareas, se remontan a finales del siglo pasado aunque su desarrollo y difusión acontece en el período de entreguerras, vin­ culado al desarrollo de la producción en serie 67• El taylorismo se introduce en Espana con lentitud y cierto retra­ so: hasta los anos veinte no aparecen los estudios de tiempos ; la valoración de tareas comienza a realizarse dos décadas después, y no es hasta mediados de los cincuenta cuando se aplican todas las téc­ nicas características de la organización científica del trabajo, divul­ gadas por los técnicos estadounidenses que llegan a Espana tras la _ firma de los Tratados de 1 953. El cambio de política económica iniciado con el Plan de Estabilización sienta las bases del desarrollo ' 68 en nuestro pais . del neotaylorzsmo . . . En 1 955 se crea en Asturias la Comisión de ProductlVldad Industrial, que había estado precedida por la orga�ización de unas _ . de conferencias sobre el tema a cargo de la Delegaoón Provmoal Sindicatos, celebradas en Oviedo en enero de 1 954 6 9. 67 Cf Bernard Mottez, La sociologia industrial, Barcelona, 1 ::2, PP · 9 -15. En _ 1927 se creó en Gincbra el Instituto Internacwnal de Orgamzacwn Ctenttftca dei Trabajo; poco después surge un movimiento de reacción con�ra los excesos de� tay­ lorismo, movimiento que, impulsado por Elton Mayo y baJO la denommacto? de Relaciones Humanas, se desarrolla entre los aiios 1930- 1 950. Dentro de la cornente marxista, Friedmann reformula la crítica ai taylorismo en 1 945. . . 68 AI respecto, véase J. M.' Vegara, La Organización Científica dei TrabaJO, �ctencia o ideologia?, Barcelona, 1 970, pp. 42-45. . En julio de 1 956, W. E. Miller, ingeniero de la companía norte�men�ana General Electric, estuvo en Avilés visitando ENSIDESA. Su presenoa en Espana tema por ob)eto asesorar en los planes de expansión siderúrgica (Tesón, julio de 1 956, pp. 24-2!) · En diciembre de 1 958, Samuel J. Creswell, vicepresidente de la Harman Cor�orauon de Chicago, estuvo en Espana invitado por la Comisión !'laciona! d� Pr� duct!VIdad para . informar sobre el modo de mcrementar la produccwn stderurgtca sm aumentar los equipas existentes (Tesón, diciembre de 1958, pp. 50-51 ) . Nueve meses de�pués, Ri­ , Industnal (pro�e­ chard P. Banho!, especialista en Relaciones Humanas y Pstcologta sor de la Universidad de California), pronunciá varias conferencias en Ovtedo ( Teson, septiembre de 1 959, p. 54) . Ciertamente.' .no puede afirmarse que la presencta de técnicos norteamericanos pasase desaperctbtda en Astunas. 69 De la creación de tal Comisión nos informa Labadie y Cerezo en La hora de Asturias, Oviedo, 1956, p. 1 09. Según testimonio de personal laboral que estuvo ads-

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Carmen Benito del Pozo '

Sobre el tono descriptivo e instructivo dominante en las ponen­ cias desarrolladas a lo largo de las cinco jornadas del curso (desti­ nado a empresarios, técnicos y estudiantes) no dejaron de verterse críticas directas a las trabas institucionales que dificultaban en Es­ pana el desarrollo de los sistemas de la organización científica del trabajo, desvelando el enfrentamiento de intereses entre las nuevas estrategias empresariales y el ordenamiento laboral franquista. Así, se pone de manifiesto que las restricciones económicas como cupos a la importación, reducciones energéticas, desfase entre los suministros, etc., limitaban la competitividad de los productos na­ cionales : «Un carbón de baja calidad, un producto químico impuro, un acero con azufre y he aquí que la calidad disminuye, el rechazo aumenta, y se sufre una gran derrota en la guerra de los costes>> 70• Las Reglamentaciones de trabajo vigentes contenían, as1m1smo, disposiciones opuestas a la ortodoxia productivista: El cálculo de tarifas de modo que el trabajador de capacidad y rendimiento normal obtuviese, al menos, un salario superior al 25% del jornal fijado para su categoría sin que para ello se exigiese al operaria un ahorro similar de tiempo, redundaba en una baja pro­ ductividad. Esta disposición actuaba, pues, como freno a la implan­ tación en las empresas del salario con incentivo. La continuidad en el trabajo, la seguridad de la no separación del puesto, la invariabilidad de la labor realizada, en definitiva, la garan­ tía de permanencia en el trabajo que las Reglamentaciones otorgaban al obrero era también contraria a la política productivista: <<El que sabe que es muy difícil, salvo en caso muy grave, que se le separe, o que se le cambie, de ocupación, carece de ese estímulo, impres­ cindible para una elevada productividad» 7 1 • Los temores ante los efcctos sociolaborales que la reducción de plantillas (inherente al proceso de racionalización productiva) concrito a dicha Comisión en Oviedo, ésta desaparece en 1 967 y la documentación ema­ nada de la misma fue enviada a Madrid. Las doce conferencias pronunciadas fueron publicadas con el título Conferencias sobre productividad, Oviedo, Delegación Provincial de Sindicatos, 1954. 7° Fernando del Castil lo Saldívar, •factores negati vos de la productividad., en Conferencias. . . , p. 147. 7 1 Ibid. , p. 155.

con dI·ciones de trabajo de la dase obrera asturiana

279

Jl ev aría, tra_taban �e . des�ejarse con ?ptimismo, apelando a que la relativa mdustnahzacwn absorbena la mano de obra desplazada. c or · ' · · adveruan con rotund 1" d ad fren..,., bargo ' representantes ohc1ales Sm e... .' · reclamación empresanal de una mayor fi ex1· b·1· 1 1zac1on te a cualquier d ei despido :

s debo decir que no cabe sonar �on_ ello. [ ... � no se puede avanzar más, otorgar otras facilidades para prescmd1r de pos1ble personal sobrante, por nto ello significaría la vulneración de uno de los postulados dei Fuero ��� Trabajo, cual es la garantía de la permanencia dei trabajador en la E�­ p resa y que ha servido para modelar en este arde� , las normas � obre � lasi­ fic ación y ceses que se contienen en las Reglamentaci_ones de TrabaJO en v�gor. Los que abogan por tan ansiada libertad de acc1ón y ponen co�o eJem­ p lo lo que sucede en otros países, olvidan que en estas, se autonza t';ente ai arbitrio dei empresario, el freno indudable dei derecho a la huelga A e

ni

ta

·

En 1961 las empresas mineras asturianas ya estaban tratando de implantar el sistema de raci� naliza�ión, comenzando por las opera­ _ , . ciones de cronometraje ; las mdustnas s1derometalurg1cas efectuaban poco después ajustes d � plant�l a (en �aso de generarse excedent�s _ _ laborales se acudía a la )Ub1lacwn anUClpada o traslado no al despi­ do) tras la reorganización interna del trabajo, y l � Sociedad Ibérica Bedaux realizaba los estudios previos en las pnnClpales empresas de 7 la región 3 • . . Dado que el sistema B edaux fue el más generahzado �n el trabaJo , con incentivo ' describiremos brevemente sus caractensucas. En dicho sistema, la unidad de medida del trabajo es el punt?, definido como <
}

72 José Ramón Cárdenas (subdirector general de Trabajo), • Los sistemas de organización científica del trabajo», en Conferennas. : · • PP· 1 88- 1 89. . regulacwn . . de 73 Archivo de la Delegación Provincial de Trabajo, expediente de . empleo núm. 1 64/64 (relativo a la racionalización de tareas en la Fabnca Moreda de Gijón). AHP/Gobierno Civil, •Memoria ano 1961 de la Bngada Regwnal de Infor­ mación>•, Oviedo, enero de 1 962.

280

Carmen Benito de/ Pozo

físicas o mentales dei trabajador, por lo que tampoco interesaba un rendimiento excesivo si conllevaba un rápido agotamiento. En gene­ ral, se aplicaba el siguiente baremo 74: lnadmisible . . . . . . . . . . . . ............... . Muy baja . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ....... . Baja ........ . ...... . . . . .. . . . . . . . . . . ..... . . . Normal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Alta . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Muy alta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ....... . Excepcional . . . . . . .. . . . . . . . . . .. . . . . . . . .

< 35 35-45 45-55 55-65 65-75 75-85 > 85

El salario mixto percibido por el trabajador consistía en un jornal base más una prima igual al 75% de puntos ganados en exceso de 60 por hora. El valor dei punto dependía de las condiciones fijadas por la empresa o pactadas en convenio. Hay que senalar que el Bedaux es uno de los sistemas de retribución a prima en el cual las ganancias de los trabajadores varían en proporción menor que su rendimiento. Las técnicas propias del taylorismo, referidas a la fijación de rit­ mos, reconocimiento de la calificación profesional, determinación de los rendimientos, remuneración por incentivos, etc., suscitaron el receio -cuando no la abierta oposición- de los trabajadores a quie­ nes, en aras de la productividad y en nombre de la «cientificidad>> , s e les imponía u n más estricto control d e s u fuerza d e trabajo. En 1955, fuentes sindicales afirmaban que se percibía <>, seiíalando que trabaja­ dores de Fábrica de Loza << La Asturiana>> se mostraban contrarias a varios aspectos de su implantación, por lo que habían llevado a cabo algunos paros en seiíal de protesta. Ó rganos de expresión patronales denunciaban <
74 Tomado de un informe sobre el sistema Bedaux en ENSIDESA-Avilés (AHP/Ma­ gistratura de Trabajo de Gijón, 1974).

Condiciones de trabajo de la e/ase obrera asturiana

281

riv idad dei Ministerio de Trabajo, se desplazase a Asturias para dic­ raminar sobre los problemas planteados 75 . Uno de los principales motivos de descontento laboral en ENSI­ DES A a lo largo de 1 96 1 fue, precisamente, la valoración de puestos. En los talleres generales se produjo una disminución colectiva dei rendimiento por no habérseles pagado la valoración según lo esta­ blecido; la normalidad volvió al centro de trabajo tras efectuarse por p arte de la empresa los cálculos correspondientes 76 • La Ordenanza Hullera de 1 964 (y ya con anterioridad el Con­ venio Colectivo de 1 960) establecía la obligatoriedad de todos los mineros de aceptar cronometrajes y estudios técnicos sobre su tra­ bajo, previniendo ante cualquier resistencia obrera a la introducción de los nuevos sistema de organización. En 1 972 picadores del Pozo Lláscaras de HUNOSA plantearon ante la Asesoría Social de Productividad (dependiente de la OSE ) su disconformidad con la valoración de las labores que, debido a des­ fases en los coeficientes de descanso o recuperación, les causaba per­ juicio económico. El informe abierto al respecto concluía recomen­ dando a la empresa la revisión de dichos coeficientes de acuerdo con las normas de la OIT 77• El Tribunal Supremo aclaró en sentencia de 4 de octubre de 1 968 el tan debatido tema de la no obligatoriedad de los trabajadores a realizar tareas a rendimiento superior al normal si no era como con­ secuencia de su libre voluntad y acuerdo con la empresa 78. El carácter ideológico que el taylorismo conllevaba como teoría legitimadora dei reforzamiento de la autoridad patronal en materia de organización de trabajo, se manifiesta precisamente en que las técnicas que se aplican inciden sobre los aspectos más conflictivos de las relaciones laborales. No en vano, el taylorismo en su formu­ lación original negaba el carácter antagónico de las relaciones de producción capitalistas y afirmaba que <<por el contrario, el sistema de la dirección científica tiene como base la firme convicción de que los verdaderos intereses de las dos partes son únicos e idénticoS>> 79. 75 AHPIAISS-Oviedo, "Memoria, 1 955» realizada por la Vicesecretaría Provincial de Ordenación Social. Tesón, noviembre de 1 955, p. 27. 76 AHP/Gobierno Civil, «Memoria, aiío 1 96 1 . ..». 77 AHP/AISS-Oviedo, Ordenación Social, «Expediente de productividad. Empresa HUNOSA», 15 de marzo de 1 972. 78 AHP/AISS-Avilés, caja 3272, Secretaría General, 1 972. 79 Cf J. M.• Vegara, ob. cit., pp. 169-170 (la cita en p. 19). E! análisis que dei

282 nu.

Carmen Benito del Pozo Análisis de los convenios colectivos sindicales

El primer Co1_1venio Co �ectivo Sindical celebrado en Espana tuvo lugar en Astunas, en novtembre de 1 958, entre la empresa Astilleros del �antábrico (Gijón) y los representantes obreros, afectando a 300 trabapdo_res. El convenio tenía carácter provisional : si después de transcurndo un mes no era denunciado por las partes, se prorrogaría otros tres meses, como así sucedió 8 0 . Ya con anterioridad Astilleros d el Ca�tábrico había implantado un sistema de primas :conómicas . smcroOJzadas con el aumento de la produccción, adaptando el sis­ tema Bedaux a las condiciones específicas de la empresa: durante el verano los obreros realizaban diariamente dos horas extras que se les abonaban a razón de tres. Tras la firma del convenio, el aumento . de ! ornales en un 25% (exento de recargas por mutualidad, seguros, acctden�es, etc. y no computable a efectos del plus familiar) sería correlativo al aumento de ese mismo porcentaje en el incremento de la producci�n, de modo que la mayor productividad impediría que el alza salanal elevase los precios de coste 8 1 • La iniciación de la �st�ndarización de tareas con vistas a un pro­ grama total de I.'ro ucttvtdad en unos astilleros no dejó de sorpren­ . der e� los medtos mdustnales del sector metalúrgico, dado que el . . trabajo de especialistas y peonaje no cualificado (es decir, la mayoría d � la mano de obra emplead� no era su� ceptible de control perió­ . . dico a efe�tos d e racwnaltzacwn producttva. Por otra parte, las pri­ . eras deltberacw�es tendentes a la consecución ?e un convenio ha. tan stdo promovidas por ENSIDESA y sus trabajadores en septiem­ bre de 1958. . · que se otorgó a los enlaces sindicales en el El pap e1 d e vtgt· 1 ancta cu�pltmtento de aquel primer convenio -cláusula con similar con­ tem o no se incluye posteriormente- resulta expresivo de la des­ c?nft�?za patronal bacia la actitud obrera respecto a la nueva orga­ mzacwn del trabajo:

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con! icto individ�al realizamos e n l a tercera parte permite profundizar e n este tema. E! convemo fue aprobado por resolución de la Delegación Provincial de Traba·J0 e! 7 de nov1embre de 1 958, estando vigente desde e! I de diciembre de !958 h asta e! 3 de marzo de 1959. 81 Tesón, diciembre de 1 958, pp. 32-37.

283

Condiciones de trabajo de la clase obrera asturiana [. . . ]

los Enlaces Sindicales representantes de los distintos grupos laborales, deberán prestar, en todo momento, su colaboración para evitar que pueda in terrumpirse la buena marcha de los trabajos, comprometiéndose a denun­ ciar las irregularidades observadas, dando los nombres de los productores que no desarrollen el rendimiento debido, alteren la disciplina, o perjudi­ quen el nuevo sistema que se pretende implantar, testificando en tal sentido, c aso de que así conviniese a los intereses de la empresa 82.

Para las autoridades franquistas toda innovación en normativa labo ral debía ir acompanada de los correspondientes mecanismos de protección que asegurasen el éxito de su puesta en práctica, además de disponer de un ensayo controlado previo a su implantación ge­ neral (recuérdese lo sucedido al respecto con el Jurado de Empresa). Se pretendía con ello verificar sin riesgos los efectos de cualquier nuevo instrumento regulador de las relaciones de trabajo. De los datos contenidos en el apéndice 8 se concluye que en el subsector de la minería del carbón los Convenios Colectivos reali­ zados en los anos sesenta son de ámbito interprovincial, con dos excepciones de escasa incidencia en el total de trabajadores afecta­ dos : los de Minas La Camocha y Minas Riosa. Habrá que esperar hasta marzo de 1972 para que la principal empresa hullera de la región, HUNOSA, establezca el primer convenio de empresa, pues hasta entonces había rehusado la negociación colectiva para evitar tanto la injerencia de la OSE como un posible conflicto laboral. Las actividades siderometalúrgicas y de transformados metálicos optan de forma generalizada por los convenios de empresa, e incluso de centro de trabajo en caso de diversificación de tareas (v.gr. S. M. Duro Felguera, con distinto convenio para la fábrica de acero, asti­ lleros o minas metálicas) o dispersión geográfica (UNINSA). Igualmente, en las fábricas de vidrio y cerámica se firman con­ venios de ámbito empresarial que las primeras sustituyen en la se­ gunda mitad de los anos sesenta por pactos de carácter provincial. Las grandes empresas de construcción, obras públicas y cemento se iniciaron en la contratación colectiva a través de NOC o convenio de empresa (Entrecanales y Távora, Huarte y Cía., Tudela Veguín) para aco gerse después, en 1 965 y 1 966 respectivamente, a convenios pro­ vinciales. 82 BOP, 1 4- 1 1 - 1 958. Texto dei Convenio Colectivo Sindical de Astilleros dei Cantábrico.

284

Carmen Benito del Pozo

La Norma de Obligado Cumplimiento como instrumento de ini­ ciación en la negociación colectiva se utilizá frecuentemente en e] sector de la Construcción donde, incluso, la falta de acuerdo entre representantes empresariales y sociales no sólo se constata en nego­ ciaciones de ámbito empresarial, sino también en las deliberaciones previas ai convenio provincial, que acabá en NOC. Sin embargo, en e! sector dei Metal son escasas las NOC a comienzos de Ia contrata­ ción colectiva. En Combustible, una de las dos empresas mineras que optaron por la negociación a nível de centro de trabajo hubo de recurrir a Ia NOC (véase apéndice 8). Dei total de 61 convenios o NOC iniciados en Asturias en e! período 1958-1 971, 33 pertenecían ai Metal, 22 a Construcción y 6 a Carbón. Casi la mitad se firmaron en e! bienio 1 962- 1963 (e! 47,5% ) un tercio entre 1 964- 1 967 y e! resto después de 1 968. Los convenios de ámbito empresarial o de centro de trabajo representan los dos tercios, seguidos a considerable distancia (e! 1 8%) por los provinciales. A nível nacional, la estadística sobre Convenios Colectivos ini­ ciados entre 1 958 y 1 967 presenta diferencias respecto a lo seiíalado para la província: en e! sector secundaria es, igualmente, la industria dei metal la que mayor número de convenios (incluídas NOC ) pacta, pero es también en ésta donde se registra con más frecuencia la NOC ; los convenios provinciales representan e! 37% dei total frente al 29,3% de los de empresa. En 1 967 un 73 % de la población asalariada espaiíola estaba regulada por convenios o NOC, en tanto que Astu­ rias presentaba una cifra mucho más baja: e! 45%, explicable por la ausencia de negociación colectiva en e! sector dei carbón a partir de 1 964 83. La experiencia pionera en e! subsector dei Metal tuvo en Asturias su continuidad fuera de éste, en la minería de Ia hulla. Fue e! 22 de diciembre de 1 960 cuando la Dirección General de Trabajo aprobó e! texto dei Convenio Colectivo Sindical pactado por las empresas hulleras de Asturias, León y Palencia y la repre­ sentación social de sus trabajadores, texto que estaría vigente desde e! 1 de enero de 1 961 hasta e! 30 de junio de 1 963. En e! convenio hullero las empresas se comprometieron a exten­ der e! sistema de incentivos ai mayor número posible de obreros de ,

83 AHP/AISS-Oviedo, Estadística de convenios colectivos de trabajo, drid. OSE, s.f.

1958-67,

Ma-

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in terior y exterior de las minas, fijando módulos de incentivo (e! incremento mínimo sería dei 25% dei salario base) que retribuían ei mayor rendimiento personal, e! ahorro de tiempo o la perfección dei rrabajo. Entre e! personal que por la labor realizada no fuese inclui­ do en régimen de incentivo, se distribuiría una suma total que indi­ vidualmente suponía para cada trabajador un 1 5 % dei salario base de su categoría, no computable para seguros sociales y plus familiar pero sí para montepíos o mutualidades. E! convenio derogó la limitación existente acerca dei número de quinquenios abonables en concepto de antigüedad y redujo la jor­ nada en trabajos de interior realizados en contacto directo con agua a cinco horas. Se establece un premio de vacaciones para e! personal obrero, consistente en un día más por cada aiío de servicio que exceda de diez (sin que en total este complemento sobrepase los cinco días) ; no obstante, por cada día de falta injustificada ai trabajo o por cada sanción grave o muy grave e! obrero perdía un día del premio de vacaciones. Este complemento vacacional podía ser compensado en metálico. Se concede también un premio de permanencia : abono de una gratificación de ocho días de salario base y antigüedad, devengable el día 1 de mayo de cada aiío ; para tener derecho a su percepción, e! beneficiaria debía haber pertenecido a Ia plantilla de la empresa durante los tres meses anteriores ai día dei devengo, y haber pres­ tado trabajo efectivo durante 252 días en e! aiío. Faltas de asistencia o sanciones graves impedían e! cobro de este premio. Las empresas no podrían hacer repercutir en e! precio de la hulla los incrementos salariales derivados dei convenio. Resulta, pues, que todas las mejoras obtenidas en e! convenio de 1 961 pasarán a consolidarse en la Ordenanza hullera de 1 964 (véase apartado 1.2 de este capítulo). Este primer convenio para la hulla denota que su objetivo no era tanto adaptar los salarios a un nuevo sistema de organización dei trabajo (pues no se menciona proceso alguno de racionalización pro­ ductiva, excepto Ia intención de generalizar los trabajos con incen­ tivo) como revisar ai alza las retribuciones dei personal obrero fija­ das en octubre de 1 956. Sin que los términos dei convenio dieran plena satisfacción a las aspiraciones de los mineros, éstos mostraron inicialmente una acti­ tud de conformidad bacia e! mismo, reconociendo, en general, que

286

Carmen Benito dei Pozo

las empresas, sin aumento de precios, no podían pactar condiciones más ventajosas. Pero la difusión en la prensa, en octubre de 1 96 1 , d e que el Convenio Colectivo d e Altos Hornos d e Vizcaya fijaba un salario mínimo garantizado para el peón ordinario de 1 00 pese­ tas/día, anulando la ligera ventaja salarial que entonces los mineros mantenían respecto al personal de la industria siderometalúrgica, creó un fuerte malestar en los centros hulleros, especialmente en la em­ presa Hulleras del Turón, filial de Altos Hornos de Vizcaya 84 . En diciembre de 1 96 1 se inician las negociaciones para el Con­ venio Colectivo de ENSIDESA, que a princípios de enero de 1962 pacta un salario mínimo de 38 SOO pesetas anuales, y de Fábrica de Mieres (factoría siderúrgica) que acuerda un mínimo de 32 800 pe­ setas anuales para 1 962 y de 36 000 para 1 963, retribuciones que superaban las obtenidas en convenio por los obreros mineros. É stos se sintieron discriminados salarialmente (máxime en el caso de tra­ bajadores de una misma empresa dedicada tanto a la extracción de carbón como a la producción de acero, lo que se verificaba en las principales empresas asturianas del sector) y, en consecuencia, exi­ gieron del Ministerio de Trabajo -a través del Sindicato- la con­ cesión de un salario mínimo de 38 SOO pesetas para los peones de exterior y de 42 000 para los vagoneros de interior. Simultáneamen­ te, se solicitaba la mejora de las prestaciones de la mutualidad, la supresión del tope de 40 000 pesetas/ano a efectos de indemnización por accidente laboral y la publicación de las normas complementa­ rias del Decreto sobre silicosis de abril de 1961. Las peticiones retributivas y asistenciales de los trabajadores mi­ neros eran calificadas de <<justas>> por el Sindicato Nacional del Com­ bustible, que apuntaba como solución la libertad de carbones o la modificación de los precios de cupo en cantidad suficiente para po­ der satisfacer las demandas obreras. A mediados de marzo de 1 962 se notificá a la Organización Sindical asturiana <> 85• 84 AHP/Gobierno Civil. Informe elaborado por e! Sindicato dei Combustible so­ bre los antecedentes de modificación de salarios para trabajadores de las minas de hulla en Asturias, fechado en Oviedo e! 24 de abril de 1 962. 85 Ibid.

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Así, el 16 de abril comenzaron los trámites para negociar un n u evo Convenio Colectivo provincial para la hulla que recogía el salario mínimo autorizado por el Gobierno : 32 800 pesetas/ano para obreros de exterior y 36 000 para los de interior, cantidades, pues, in feriores a las solicitadas por los representantes sociales. Unos días an tes, el 7 de abril, había estallado el conflicto en el Pozo San Ni­ colás de Fábrica de Mieres ; la negociación colectiva quedó paralizada. Si bien, como hemos visto, la revisión del Convenio Colectivo e fu uno de los factores desencadenantes del primer gran conflicto minero de los anos sesenta, a partir de entonces la negociación co­ lectiva no podrá esgrimirse como elemento propiciatorio de las lu­ chas reivindicativas en esa década. Efectivamente, agotado el período de vigencia del primer convenio para las minas de hulla en junio de 1 963, el Ministerio de Trabajo optó por la prórroga del convenio interprovincial -denunciado meses antes de su extinción por los representantes sociales- frente a la posibilidad de negociar un nue­ vo convenio de ámbito provincial y retrasando la autorización para efectuar deliberaciones de cara a la firma de algunos convenios de empresa 86 • La crisis económica del sector hullero y la tensión laboral en las minas asturianas justificaban para la patronal su rechazo a la con­ tratación colectiva y el apoyo a la vieja fórmula del intervencionismo estatal a través de una nueva Reglamentación de Trabajo :

la hora prevista se celebró la reunión en la que el Director General se refirió ai propósito dei Ministerio de restablecer la disciplina, ofreciendo todo su apoyo a las empresas para que actuaran con plena autoridad. AI hablar dei proyectado Convenio, el Seííor Martínez Bordiú, consejero de Duro Felguera, advirtió que dada la situación de la minería asturiana no se podía ser optimistas en cuanto a posibles concesiones. Este criterio fue, en general, el de los empresarios presentes, que también se inclinaron por una Reglamentación de Trabajo 87.

A

Los vocales sociales se manifestaban, por el contrario, partidarios del convenio en un momento en que se estaba reivindicando la paga extraordinaria de 30 días para el personal obrero y existían favora­ bles expectativas de conseguiria en la negociación colectiva. 86 AHP/AISS-Oviedo, Secretaría General. Informe <<muy reservado» enviado por e! delegado provincial de Sindicatos ai Delegado �acional e! 1 1 de julio de 1 963. 87 Jbid.

288

La promulgación de la Ordenanza Hullera de 1 964 vino a ver el conflicto de intereses entre patronal y trabajadores en de la primera: la mayoría de los obreros mineras asturianos al margen de la contratación colectiva hasta comienzos de la siguiente, pues con la nueva reglamentación de trabajo se excluyó Convenio Colectivo como mecanismo regulador de las laborales en la industria hullera. En 1 971 ya se firmaron convenios de empresa (Minas Figaredo y HULLASA), pero (con una plantilla superior a los 25 000 trabajadores) no firmó venio alguno hasta marzo de 1 972. No obstante, las mejoras laborales introducidas por la za -superiores, incluso desde el punto de vista retributivo, al venio interprovincial de 1 961- llevó a los mineros de La "-'a'u"J"''' acogidos a NOC desde marzo de 1 963, a plantear a través del de Empresa la extinción de las condiciones vigentes menos be1net ciosas y la consiguiente aplicación de la Ordenanza <<por ser favorable, en general, a los trabajadores>>. Los representantes sariales en la Comisión de Vigilancia dei Convenio accedieron a petición de los vocales jurados 88 . La ausencia de Convenios Colectivos en la minería obliga a lizar el estudio de los salarios del sector a través de la de 1 964 y dei reglamento interno de HUNOSA de 1 969. En el aspecto retributivo, la Ordenanza de 1 964 dio "'1\·'"'""''v a la reclamación que desde aiios atrás se venía formulando res;oe,ct a la simplificación de los salarios, que en adelante integrarían percepciones económicas s1guientes: ·

a.

nor.

Composición del salario simplificado de los mineras de

Salario base fijado en octubre de 1956. Parte alícuota de la retribución dominical. Parte alícuota de la retribución de los días festivos, teniendo totalidad de ellos carácter de no recuperables. El 1 5% dei plus de convenio de 1 960. La participación de los trabajadores en el devengo por •v'"'-'·"... 88 AHPIA!SS-Gijón, caja 396 1 . Acta de reunión de la Comisión de Vigilancia Convenio Colectivo Sindical de la empresa S. A. Felgueroso, celebrada en Gijón 28 de septiembre de 1 964.

con dicion

es de trabajo de la e/ase obrera asturiana

289

el 22 de mayo de 1 962, sobre la base de estimar con est �blecido para todas las minas una producción de 600 kg ven­ general r ct e cara b re/día. hom por dib les b. Composición del salario simplificado de los mineros de inte­

rior.

Los mismos conceptos anteriores más lo siguiente: 5,90 pesetas/día del antiguo premio de estímu.lo. La participación en el premio de estímulo vanable por tonelada.

E l salario simplificado dei peón de exterior quedaba estipulado 95 pesetas/día, y en 1 OS para el peón especialista de interi or con . más baja retribución (enganchador). El picador tenía un salano base de 1 1 9,5 pesetas/día y el oficial de primera de exterior de 1 07 pese­ en

tas 89.

Con independencia del salario simplificado, subsistía la participac ión de los trabajadores en el devengo por tonelada dei 22 de may o de 1 962 cuando el rendimiento superase los 600 kg por hom­ bre/día. Todos los conceptos dei salario simplificado (excepto el plus del convenio) se integrarían en las correspondientes tarifas de las remuneraciones de trabajo a destajo. La Ordenanza establecía, asimismo, un incremento escalonado de los salarios para los cuatro aiios siguientes, a saber: Durante el primer ano de vigencia de la Ordenanza: 25 pesetas día efectivo de trabajo para el personal de interior y 1 2,50 para exterior. Durante el segundo aiio : 50 y 25 pesetas respectivamente. Durante el tercer ano : 75 y 37,50 pesetas respectivamente. Desde el cuarto aiio : 1 00 y 50 pesetas respectivamente.

por

La cuantía de los quinquenios sería de 3 pesetas diarias para peones ; 3,5 para especialistas y oficiales que no fueran de primera, y de 4 pesetas para el resto de los trabajadores. Las gratificaciones de <> y << 1 8 de Julio>> se fijaban para tria

8"

Resolución 30 de mayo de 1 964: relación de salarios simplificados de la indus­ hullera.

290

el primer aíio de vigencia de la Ordenanza en 1 200 pesetas para peo� nes ; 1 400 para especialistas y oficiales no de primera; y 1 600 p e. setas para los demás trabajadores. Se incrementarían a partir dei se� gundo aíio en 600, 700 y 800 pesetas respectivamente. La nueva paga extra de « 1 .0 de mayo>> equivalía a 480, 560 y 640 pesetas según categoría 90• Las Reglamentaciones de trabajo dictadas en los aíios cuarenta no fijaban, ni siquiera preveían, mecanismos de actualización salariaL como los incorporados a la Ordenanza Hullera de 1 964, y tampoco reglamentaciones posteriores (referidas tanto al sector dei carbón, : metal o construcción) contenían disposiciones reguladoras de algo que, ya desde 1 958, constituía ma teria pro pia de los Convenios Co- .• lectivos, limitándose a seíialar los mínimos salariales profesionales. Por ello, la Ordenanza de 1 964 constituye un rara avis de la nor· mativa laboral emanada dei Ministerio de Trabajo, una híbrida pre­ tensión de asegurar las mejoras retributivas que se derivan de la •. periódica negociación colectiva pero ai margen de ésta; un intento de aplicación imperativa de la recién estrenada política de remas; una norma de obligado cumplimiento sin la previa oportunidad de las partes de demostrar siquiera la imposibilidad de llegar a un acuer­ do ; una fórmula, en definitiva, que institucionalizando la resistencia patronal a una contratación colectiva que, se presumía, revalorizaría el factor trabajo, conjurase ai mismo tiempo el temor a una desbor­ dada conflictividad laboral de consecuencias políticas imprevisibles. El Reglamento de Interior de HUNOSA de mayo de 1 969 recoge la tabla salarial aplicable a los trabajadores mineros en atención ai sistema de incentivo Bedaux implantado por la empresa. De acuerdo con éste, el salario base o simplificado de un peón de exterior era de 200 pesetas/día y el salario de referencia -<<el obtenido por un obrero cualificado y de normal rendimiento (70 puntos hora Be­ daux)»- de 250 pesetas; la retribución de un minero de interior de igual categoría y normal rendimiento se incrementaba notablemente, pues al salario base se incorporaba la prima por puesto de trabajo concedida a los mineros de interior (70 pesetas para esta categoría) y el salario de referencia incluía un coeficiente de incentivo medio más elevado (67 pesetas frente a las 50 de exterior), de modo que ascendía a 337 pesetas/día. El salario de referencia era el que se utilizaba para el cálculo de ·

.·· ·

9°

Capítulo II de la Ordenanza hullera de 21 de agosto de 1 964.

291

Condiciones de trabajo de la clase obrera asturiana

Carmen Benito dei

·

de staj os, incentivos y primas. Los contratos de destajo se revisaban c ada tres meses para adecuarlos a las nuevas condiciones de trabajo. De modo indicativo seíialaremos que, por el sistema Bedaux, un pi cador de HUNOSA tenía en 1 969 un salario base de 432 pesetas di arias y un salario de referencia (para un rendimiento medio) de 562 pesetas. Este último era de 375 pesetas para un oficial de primera de exterior. Se aprecia, pues, un importante aumento salarial vincu­ lado al rendimiento, en observancia de los princípios de la organi­ zación científica de! trabajo. La firma de! Convenio Colectivo Sindical de HUNOSA en 1 972 pudo por menos que presentarse con una aureola de triunfalismo no por cuanto que, ciertamente, rompía con la pertinaz resistencia em­ presarial a la negociación colectiva en el sector hullero :

La gestación dei Convenio Colectivo de HUNOSA, ha sido muy laboriosa y ello es importante. En este carácter dialéctico que hace aplicables ai Con­ venio los adjetivos de DURO, LARGO y LABORIOSO, estriba su importancia. A lo largo de los 14 días que duraron las deliberaciones y las 70 horas de discusión dei Convenio [ ... ] la parte Social mostró una singular madurez. Existió una capacidad de diálogo y convivencia que hay que senalar. No ha sido un acto de trâmite, sino una labor fecunda, de trabajo, contraste de ideas, busca de puntos de acuerdo, etc. cuyo desarrollo culminó con la firma dei Convenio 91 • Los resultados económicos más destacados dei convenio en aten­ ción a los intereses de los trabajadores fueron los siguientes: Un plus de convenio igual para todo el personal de 55 pesetas diarias durante el primer aíio de vigencia y de 1 OS pesetas/día para los mineros de interior y 95 para los de exterior durante e] segundo aíio. Elevación dei nível retributivo a los tuberos y camineros de pri­ mera. Incremento de las pagas extras hasta 1 000 pesetas la de << 1 ." de Mayo» y de 5 000 a 5 300, según categorías, las de « 1 8 de Julio» y «Navidad». Premio de seguridad de 15 pesetas/día para obreros de interior y 1 O para los de exterior y conductores. 91

1972.

Preâmbulo a la edición dei Convenio Colectivo Sindical,

HUNOSA,

marzo de

292

Carmen Benito dei

· Premio de asistencia al trabajo en cantidad variable para el per� sonal de interior según categorías. . Participación en resultados de un 10% el primer aíio y 1 5 % el segundo (no en benefícios, pues HUNOSA era deficitaria, sino en la cantidad que se reduzcan las pérdidas). Una garantía anual de ingresos mínimos de 1 1 0 000 pesetas para el primer aíio y 125 000 para el segundo. Parte de las concesiones del convenio se ligaban a la asistencia al trabajo con normal rendimiento como medio de lograr una mayor productividad que permitiese cumplir los objetivos del Plan de Reestructuración aprobado en mayo de 1 971 . Los incrementos salariales se calculaban partiendo de la tabla retributiva de 1 969. Durante el primer aíio de vigencia del convenio se cumplieron los compromisos pactados, pero en 1 973 conflictos laborales y ab­ sentismo redujeron la producción. La dureza del trabajo minero, la seguridad en el mismo, la prevención de accidentes y enfermedades eran cuestiones que, según los representantes sociales, estaban pen­ dientes de solución por parte de HUNOSA. Un nuevo convenio de empresa en marzo de 1 974, rebasando esta vez el ámbito estrictamente salarial que caracterizá la negocia­ ción colectiva anterior, se extiende en la regulación de las condicio­ nes generales de trabajo en las minas de carbón. Las mejoras económicas pactadas fueron las siguientes: elevación de los salarios base para adaptados a la Ordenanza del Carbón de 1 973 ; garantía de unos ingresos mínimos de 1 80 000 pesetas anuales en el primer aíio de vigencia y de 200 000 en el segundo; un premio progresivo de producción por zona; reforzamiento del premio anual de asistencia, extendiéndolo a todo el personal obrero; complemento unificado de convenio de 67 pesetas por día de trabajo el primer aíio y de 1 02 pesetas el segundo; y elevación de la paga extra de << 1 . o de Mayo>> e incremento de todas ellas en un 25% el segundo aíio. El convenio recogía la clasificación del personal de HUNOSA (ele­ vando el nivel de algunas categorías). La jornada laboral sería la fijada en la Ordenanza, sin más modificación que la de reducir la dei personal de exterior a 7 horas 53 minutos diarios, con derecho, si fuera continuada, a un descanso de 23 minutos hacia la mitad de la jornada para realizar la comida. Se conceden 25 días de vacaciones anuales para todo el personal (dos días más que los reglamentados). El jornal mínimo (salario de referencia) de un peón de exterior

293

Co ndiciones de trabajo de la e/ase obrera asturiana n

rendimiento normal era de 328 pesetas (262 de salario base

+

+

87

�� de complemento personal); un minero de interior �e igual catego ría

y rendimiento obtenía 433 pesetas (346 de salano base

· de complemento personal); un picador 661 pesetas (528 de sa1 ano

·

b ase + 133 de complemento personal); y un oficial de primera de e x terior 453 pesetas (362 de salario base + 91 de complemento per­ sanai) 92• Comparando estos salarios medios con los mínimos fijad� s en la O rdenanza de 1 973 (véase cuadro 39), se observa que el salano base de convenio es ligeramente superior al reglamentado en las catego­ rías más bajas del personal obrero (tanto de interior como de exte­ rior) y notablemente más elevado (casi un 50%) para la� categorías superiores. Considerado el incentivo personal, los salanos de HU­ . . NOSA resultan, como mínimo, un 20% supenores al salano total reglamentado. cUADRO

39.

Salarios reglamentados para minas de carbón, 1973

tas/día).

(pese­

Base

Plus

TOTAL

383 365 335

31 29 27

414 394 362

254 234 230

20 19 18

274 253 248

Interior

Minero de 1 . ' . ......... ................... ................. Picador............................................................ Enganchador ................................ ........ ......... .

.

.

.

.

.

Exterior

Oficial 1 .' ........ . ... .... .... . .. .... .. .. .. .... .. . .... .. . .. .. .. . .. Especialista...................................................... Peón ordinario .. .... .. .. .. .... .... .. . .. . .... .. . .. . .... .. . .. .. .

Fuente: Tabla salarial contenida en la Orden 29 de enero de 1973. Elaboración propia.

La incidencia dei Convenio de HUNOSA desbordaba el marco estrictamente empresarial, pues el volumen global de la empresa y . la inclusión en sus plantillas de la inmensa mayoría de los trabaJa92 Todo lo referente al contenido de! Convenio Colectivo de HUNOSA de 1 974 en Texto íntegro dei nuevo Convenio Colectivo Sindical de HUNOSA , Oviedo, Dirección de As untos Sociales, marzo de 1974.

294

Condiciones de trabajo de la e/ase obrera asturiana

Carmen Benito de/ Pozo '

dore� de la hull�, hací� inevitable que, de hecho, dictase la pauta a s �g� Ir en � atena s�lanal dentro dei sector, pudiendo otorgar con� diciO� es mas ven�a1osas que las empresas privadas de la región. El agravw comparativo no dejó de crear tensiones entre los trabajado� res de estas últimas. En este sen tido s � expresaban los vocales sociales dei Jurado de _ Empresa de Mmas Figaredo a la vista dei Convenio Sindical de HU­ NOSA firmado para su personal en 1974 . Los argumentos de la em- , presa se basaban en que la situación económica no le permitía hacer frente a las demandas sal�riales de sus trabajadores, dados los mayo­ :es . cost?s de las matenas necesarias para el ciclo extractivo y la mCidenCia de la elevación de la� cuotas de la Seguridad Social. Según ; ��� repre� ent�nt�s de los �rabapdores de Minas Figaredo, su situaCI? n de mfenondad salar� al respecto a los mineras de la empresa . publ�ca no . estaba determmada por una baja productividad ni una mfenor cahdad de los carbones extraídos, de modo que solicitaban ! a aplicación por adhesión al mismo de las mejores condiciones fi­ J �das en el c?nvenio de HUNOSA, y que en la negociación de suce­ SI�os convemos de ésta se tuviera por adherido al personal de Minas Figaredo, según lo previsto en la Ley de Convenios Colectivos Sin­ dicales de 1 973 93. La dirección de la empresa condicioná una posible revisión sa­ . lanal a la concesión por parte dei Gobierno de una subvención 0 autorización para incrementar los precios de venta dei carbón : vieja estrategia desar�ollada profusamente por la patronal hullera, que du­ rante el franqmsmo se acostumbró a que todo encarecimiento dei fac �or trab ajo no i ncidiese en una merma de los beneficios empre­ _ _ 3, apartado r .2). Finalmente, la empresa no capitulo sana! es \vease . considero pertmente la adhesión al convenio de HUNOSA 94. El Convenio Colectivo Sindical suscrito por los representantes de la empresa Minerosiderúrgica de Ponferrada (Mina <
,

·

93 AHP/AISS-Oviedo, Sindicato de/ Combustible, Acta de reunión dei Jurado de Empresa de Minas Figaredo, 12 de marzo de 1 974. 94 Ibid. Informe dei presidente dei Jurado de Empresa de Minas Figaredo, adjunto ai acta anteriormente citada.

295

das, el plus de convenio y el premio de asistencia eran de menor cuantía; no se concedían premias de producción ni de seguridad; no se garantizaban ingresos mínimos, y para el segundo aiio de vigencia del convenio se establecía un aumento salarial lineal de 30 pesetas/día, sin condicionar el alza al incremento dei índice dei coste de vida en caso de que éste resultase superior al aumento salarial pactado 95. La industria siderometalúrgica se vio libre de las trabas institu­ cionales que se impusieron a la negociación colectiva en el sector hullero durante la década de los sesenta. La firma de convenios en las empresas dei metal se generaliza en los aiios 1 962-1 963, poco antes de iniciarse el proceso de reestructuración de la siderurgia as­ turiana (véase apéndice 8). Analizar la contratación colectiva en el subsector atendiendo a todos los convenios firmados desbordaría los límites razonables que impone una metodología selectiva como la que hasta ahora venimos aplicando, además de que, dudosamente, los resultados obtenidos compensarían el esfuerzo realizado, pues la lectura de numerosos textos nos permite afirmar que sólo apreciables diferencias en la situación económica o jurídica (capital público o privado) de una empresa generan divergencias de interés en los pactos colectivos, por la propia naturaleza de éstos . Por ello, seguiremos la contratación colectiva en la siderurgia regional a través de los convenios sindicales de ENSIDESA, sin per­ juicio de recurrir en ciertos casos a la comparación con los pactados en empresas privadas. A diferencia dei entonces vigente Convenio Colectivo de la mi­ nería dei carbón, el de ENSIDESA, aprobado en febrero de 1 962, aparece directamente relacionado con la puesta en práctica de las técnicas neotayloristas, y así se manifiesta en el preámbulo dei mismo : [ .. . ] se ha recogido y completado el sistema de valoración de tareas ya ini­ ciado con anterioridad, que mediante métodos objetivos fija la retribución para cada puesto, independizándola de características personales y que sirve de fundamento a la remuneración normal dei trabajo. Igualmente se define el régimen de incentivos, que permitirá aumentar la productividad con ven­ taja económica, tanto para la empresa como para los trabajadores 96. 95 BOP, 12-9- 1 974: Convenio Colectivo Sindical de la empresa Minero Siderúr­ gica de Ponferrada. 96 Convenio Colectivo Sindical, Avilés, ENSIDESA, 1 962, p. 4.

296

Carmen Benito de! Pozo

La valoración de puestos estaba determinada por cuatro tipos de factores : Conocimientos profesionales, destreza y precisión. Responsabilidad (sobre equipo, utillaje, producción, seguridad, etcétera). Esfuerzo (mental, visual y físico). Condiciones de trabajo (ambiente y riesgos). Para el personal obrero se establece como salario mínimo el base reglamentado correspondiente a especialistas ( es decir, 39,25 pese­ tas/día) más un suplemento de puesto por valor de 25,1 0 pesetas diarias (el fijado para la zona 3.'). Los incentivos directos o primas de rendimiento se otorgaban a los trabajadores que ocupasen puestos donde fuera posible establecer .; este tipo de retribución, que la empresa se comprometía a generali­ zar lo más posible. Alcanzado el rendimiento normal (60 puntos Bedaux) fijado ai puesto de trabajo, el productor devengaba en con­ cepto de incentivo el 25% dei salario mínimo (base más complemen­ to de puesto ). Para cada grado de rendimiento se fijaba un incentivo determinado, hasta un máximo dei 80% dei salario para el personal obrero con rendimiento óptimo (80 puntos). Por tanto, el salario mínimo resultante para un obrero de normal rendimiento era de 80,4 pesetas/día. La empresa garantizaba un in­ greso anual no inferior a 38 SOO pesetas. Todo el personal de la factoría percibiría dos pagas extraordina­ rias de 30 días cada una. La participación en beneficias consistía en un 4% de los ingresos anuales. Se otorga un premio de asistencia y puntualidad ai personal obre­ ro, sustitutivo dei anterior, consistente en 1 0 pesetas/día abonables mensualmente, perdiéndose el derecho a su percepción por dos faltas de asistencia o cuatro de puntualidad en un mes. El convenio regulaba, además de la valoración de puestos y ré­ gimen retributivo, la jornada laboral (fijando turnos y horarios), va­ caciones, permisos y relevos, aunque en todos estos aspectos no introduce modificaciones respecto a la normativa vigente. El último capítulo se dedica a prestaciones asistenciales : en caso de enfermedad, ENSIDESA otorgaba a todos sus trabajadores la can­ tidad necesaria para completar la cuantía dei salario mínimo y pre­ mio de asistencia, deducidas las prestaciones en metálico dei Seguro

Con diciones de trabajo de la clase obrera asturiana

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Obligatorio de Enfermedad, a partir de los 10 días de baja, con la condición de que los enfermos permitiesen la visita e inspección en su domicilio dei servicio médico de la empresa. Cuando la indem­ niz ación de incapacidad temporal por accidente de trabajo fuese in­ ferior en su cuantía a la que se regula para la enfermedad, se com­ pensaba igualmente la diferencia. AI fallecimiento de un trabajador, la empresa abonaba a los herederos una cantidad en pesetas equiva­ lente al número de productores en plantilla multiplicado por diez, descontando en la nómina siguiente cinco pesetas a cada trabajador, estando las otras cinco a cargo de la empresa. El Convenio Colectivo de Fábrica de Mieres, S. A. (factoría si­ derometalúrgica), aprobado un mes después que ei de ENSIDESA, parte de los mismos principias productivistas que ei de la empresa pública, dedicando la mayor parte dei texto a una pormenorizada descripción de la organización dei trabajo, régimen dei personal y sistema retributivo 97• Se garantiza ai obrero una percepción mínima anual de 32 800 pesetas durante 1 962 y de 36 000 ai aêío siguiente. El salario mínimo (o de nivei) a rendimiento normal (60 puntos Bedaux) era de 68,25 pesetas/día. El incentivo o prima consistía en ei 2,5 % del salario de nivel por cada punto de exceso en una actividad superior a 60 puntos e inferior a 70, y el 3 % por cada punto superior a 70. Se penalizaba económicamente ei rendimiento inferior a 60 puntos y se fijaban primas variables por calidad de trabajo y cooperación en la produc­ tividad general. Las dos gratificaciones anuales equivalían cada una en 1 962 a 20 días del jornal base y antigüedad de acuerdo con los salarios de la Reglamentación vigente, no dei convenio, y en 1 963 a 30 días. En caso de enfermedad dei trabajador, la empresa otorgaba -ai igual que ENSIDESA- un complemento económico a la prestación dei Seguro, pero a partir de los 30 días de baja. No se alude a compensación por accidente ni ayuda por fallecimiento. El Convenio Colectivo de S. M. Duro Felguera, en vigor desde el 1 de septiembre de 1 962, con condiciones similares a las pactadas por Fábrica de Mieres, mejoraba discretamente ei salario de nivel de su personal obrero respecto ai de esta última, pues el especialista con normal rendimiento obtenía 73 pesetas/día, aunque no se preveía incremento durante ei segundo aêío de vigencia. 97

Convenio Colectivo Sindical, «Fca. de Mieres, S. A.», 9 de marzo de 1 962.

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Con todo, resulta que los convenios colectivos de Fábrica de Mieres y S. M. Duro Felguera establecen salarios inferiore� _ (en torno a un 1 5 y un 9% respectivamente) a los que ENSIDESA Í!Ja para su personal obrero. _ . El primer convenio de ENSIDESA estuvo vtgente du�ante dos �nos, revisándose en mayo de 1 964. El nuevo texto manuene la mtsma _ estructura salarial basada en la valoración de puestos y pnmas de producción, elevando los mínimos retributivos en atención a� crec�­ _ tuvo una vtgencta miento dei coste de vida. Este segundo conveniO de cuatro anos 98. Según el art. 2.0, al cumplirse cada a�o dei conve� io, en e� caso de que los índices oficiales dei coste de vtda en �stunas expen�en­ taran una elevación superior al 4% sobre los existentes en el pnmer día de vigencia, sería automáticamente elevada la <
99

Condiciones de trabajo de la e/ase obrera asturiana

299

trabajo. Se crea una tercera paga extraordinaria anual de igual cuantía qu e las a�te:iores, a cobrar ei 20 de septiembre. . _ laborables. Amphactón de las vacacwnes anuales a 20 dtas El Convenio Colectivo de <> (ámbito provincial) fue aprobado en junio de 1 963, estando en vigor hasta febrero dei ano siguiente. La falta de acuerdo para su revisión devino en NOC aplicable desde mayo de 1 965 por dos aõos. En 1967 la negociación entre representantes empresariales y sociales volvi ó a fracasar y la norma se impuso de nuevo. La tabla retributiva de ese último ano fijaba un salario mínimo para ei peón especialista con normal rendimiento de 1 08,75 pesetas diarias, ligeramente infe­ rior al asignado para la misma categoría y rendimiento por ei con­ venio de ENSIDESA en 1 967 ( 1 33,7 pesetas). Los obreros siderometalúrgicos acogidos a esta NOC disfrutaban de 20 días de vacaciones (naturales, no laborables como en ENSIDE­ SA) y sólo recibían dos pagas extraordinarias, que además equivalían a la mitad de tiempo ( 1 5 días) que en la empresa pública . Se concedía el complemento a la indemnización por enfermedad pero sólo cuan­ do la baja superase los 30 días, en tanto ENSIDESA lo otorgaba a partir dei cuarto día desde 1 964 1 0 0 . Expirado el convenio de ENSIDESA de 1 964-1 968 y su prórroga extensiva al ano 1 969, a comienzos de 1 970 se reanuda la negociación colectiva en la empresa, aprobándose en marzo un nuevo convenio de tres anos de duración que, como ei anterior, incluía cláusula de revisión anual de salarios de acuerdo con las variaciones dei índice dei coste de vida, garantizando un alza mínima dei 4% 1 0 1 • AI objeto de lograr la uniformidad en ei régimen retributivo, se simplifica la anterior estructura salarial, estableciendo un <<salario de escalón» que incluye los siguientes conceptos: salario base reglamen­ tario, retribución voluntaria, suplemento de puesto, retribución es­ pecífica de jefe de equipo, el 25% de los conceptos anteriores que hasta ei momento formaba parte dei incentivo, la participación en benefícios y las mejoras salariales específicas de este convenio. El salario de escalón de un peón especialista de zona 3.' con jornada laboral de 48 horas y rendimiento normal se fija en 1 73,45 pese­ tas /día. 1 00 1 01

El

texto de l a NOC de 1 967 aparece en García Prendes, ob. cit., pp. 1 78-186. Convenio Colectivo Sindical, ENSIDESA, 1 970.

300

Condiciones de trabajo de

Carmen Benito dei Pozo

HUNOSA)

está mejor retribuída que la empleada en empresas priva­

ro dei sector público obtener mayores incrementos salariales y be ­ n efícios laborales que los pactados fuera de éste en la misma rama productiva. . . . . Una comparaCión de los salanos anuales percibidos por personal de ENSIDESA y HUNOSA en diciembre de 1 975 (véase cuadro 40) ejemplifica cómo la negociación colectiva otorgó al ob�ero sidero­ metalúrgico un salario global más elevado que el dei mmero de ex­ terior (en categorías equiparables) y cómo el trabajo con incentivo amplió la abertura dei abanico salarial en el sector hullero debido a la más frecuente utilización de incrementos salariales porcentuales frente a los aumentos lineales.

�

CUADRO

40.

Safarias comparados del personal obrero de a diciembre de 1975 (pesetas/ano).

HUNOSA y ENSI­

DESA

E l salario d e escalón dei peón especialista con jornada d e 4 8 horas semanales y rendimiento normal era d e 241 ,54 pesetas/día . . Se crea un incentivo adicional de 4 pesetas por hora de presencia real, multiplicado por un coeficiente de productividad variable. Se eleva la cuantía en concepto de comida y desayuno a 80 y 25 pesetas respectivamente. , Las vacaciones anuales serán de 28 días naturales en 1 973, 29 d1as en 1 974 y 30 días en 1975. . Prima de asistencia y puntualidad (que integra al antenor premio de asiduidad) de 66 pesetas por día de asistencia abonable mensual- . mente. Independientemente de ésta, se otorgará una prima anual de 5 000 pesetas hasta marzo de 1 975. ·

·

ENSIDESA

HUNOSA

Peón especialista ...................................... . . Oficial de 1.' ............................................. .

320 453 377 768

260 172 318 240

Maestro industrial ..................................... . Encargado exterior................................... .. Vigilante de 2.' . . .. .... .. ... .. .. .... ...... . .... . . . .. . . ... .

464 016

Barrenista .................................................. . Picador...................................................... . Posteador ................................................. ..

330 768 631 728 572 544 544 896 523 008

Fuente: Archivo del Gobierno Civil, Secretaria particular: Informe de la Delegación Provincial de Trabajo, febrero de 1 976. Elaboración propia.

·

La negociación colectiva en ENSID�SA se prodigó m �� os d � lo legalmente permitido, pues los convemos de larga dur�c1 ?n se u�- , . pusieron desde 1 964, favorecidos por la cláusula de revlSlon salanal automática. En función de los datos obtenidos, podemos afirmar que la mano de obra de las grandes empresas públicas de la región (ENSIDESA Y

301

das de igual actividad, y que la negociación colectiva permite al obre­

El valor dei quinquenio para un obrero era de 4 pesetas/día. No hay novedad en las pagas extras ni vacaciones. Se abonarían 70 pe­ _ setas por comida o cena y 20 pesetas �or desayuno a los trabajadore s _ que tuvieran que doblar o prorrogar J ornada por r:n�s de dos horas. _ Se establece una gratificación en func1Ón de beneficiOs de � OO? pe­ . setas si éstos superan el 5% dei capital social, y dos gratl Icacwnes si alcanzan el 7% (extinguidas en diciembre de 1 972) ; as1 como el premio de asiduidad y permanencia ( 1 5 p �setas/día). Se recorta la prestación complementana de enfermedad, no de­ vengándose cuando ésta sea de duración inferior a siete días, aunque la empresa se compromete a llegar a un acuerdo sobre mejora de las prestaciones de la Seguridad Soei�!, elevando al 1 00% �as bases de . . cotización en cuanto a las prestacwnes de ve1ez e mvahdez perma­ nente, muerte y supervivencia, derivados de enfermedad común o accidente no laboral. El 1 . o de enero de 1 973 entra en vigor un nuevo convenio de ENSIDESA (también de tres anos de duración) con la ya conocida cláusula de revisión automática y garantizando un incremento anual de los salarios dei 8 % . Las mejoras laborales observadas respecto al anterior son las siguientes :

.

la e/ase obrera asturiana

El sector de la construcciól} en Asturias presenta la peculiaridad, lo que a contratación colectiva se refiere, de estar sometido a constantes NOC ante el frecuente fracaso de la negociación (véase ap éndice 8). En 1 962 dos importantd empresas de construcción, Huarte y Cía. y Entrecanales y Távora, comienzan su andadura en la contra­ tación colectiva con sendas normas de obligado cumplimiento de ám­ bito empresarial, revisadas cada dos anos. en

302

Carmen Benito de! Pozo

A partir de 1 969 Entrecanales y Távora se adhiere al Convenio Provincial de «Construcción y Obras Públicas>>. Las deiiberaciones para la firma de un convenio provincial en el sector se iniciaron en 1 965. La falta de acuerdo entre las partes se zanjó con NOC dictada por la Deiegación de Trabajo ei 26 de no­ viembre y aplicable hasta finales de 1 967. En aõos sucesivos, una NOC actualizaba periódicamente los mínimos salariales, de modo que ésta se convierte en ei instrumento regulador de la contratación colectiva hasta 1 975 1 02 . Los subsectores de «Manufacturas de vi­ drio>>, «Derivados dei cemento» y << Tejas y ladrillos>> dispusieron de convenios provinciales específicos desde 1 965 y 1 966 respectivamen­ te. En <>, las principales empresas de la región optaron por convenios de ámbito empresarial desde 1 962 -Cerámicas Guisasola, Fca. San Claudio, Fca. La Asturiana, La Industria y Laviada, etc.(véase apéndice 8). El desacuerdo entre representantes sociales y económicos en las cuatro sesiones previas (la última presidida ya por ei inspector de trabajo) iniciadas en julio de 1 965 para la firma dei mencionado convenio de Construcción y Obras Públicas, se centró en el tema de las retribuciones, circunscribiéndose la NOC dictada meses des, . ' pues a esta concreta cuestton 1 03 . La norma establecía una retribución mínima por nivei que, cuan­ do excediese el salario base que las empresas venían aplicando, ten­ dría la consideración de complemento salarial devengable por día de asistencia a rendimiento normal, computable a efectos de vacaciones, pagas extras y horas extras, y absorbible por los conceptos en que se computa. Las vacaciones serían de 1 5 días laborables (no se m­ crementaban, pues, respecto al período vigente desde 1 962) y la gra­ tificación de Navidad equivalente a 30 días para todo ei personal (la de verano se mantenía igual a 1 5 días). Los salarios fijados para cada una de las categorías profesionales dei personal obrero se reflejan en ei cuadro 4 1 . El salario dei peón . se mantuvo siempre por encima dei SMI, excepto en 1 971 que com­ ciden en su cuantía. La primera revisión de esta NOC entró en vigor a comienzos de 102 E! calendario de la firma y renovaciones de los convenios colectivos y NOC en Asturias está recogido en la obra ya citada de García Prendes. 103 AHP/AISS-Riosa, caja 9283. Texto de la NOC aplicable ai sector de la construc­ ción remitida por la Delegación Provincial de Trabajo (exp. 25/65).

Condiciones de trabajo de la clase obrera asturiana ·

CUADRO 4 1 .

Evolución de! salario-día del personal obrero de Construcción Obras Públicas fijado por NOC, 1966-1975.

y

Peón ................................. Peón especialista .............. A yudante de oficio .......... Oficial de 2.' .. . . . . . . ..... .. . Oficial de 1 : . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Capataz ............................ Contramaestre .................. Encargado de obra ........... ..

1

303

.

.

1966

1967

1968

1971

1973

1975""

90 97 1 00 1 08 1 19 1 30 130 141

1 02 1 09 1 12 120 131 1 42 1 42 1 53

1 1 0,2 1 1 7,8 1 2 1 ,6 1 30, 1 1 4 1 ,4 1 53,9 1 53,9 1 65,3

136 141 1 44 1 50 168 1 80 1 92 1 92

198 210 222 228 246 258 270 270

228 242 255 262 283 297 311 311

Nota: ,,_ Primer trimestre dei aiio. Fuente: Normas de Obligado Cumplimiento correspondientes a los aiios indicados. Elaboración prop1a.

1968 y su texto se extiende a la regulación de la jornada de trabajo, que se reduce a 44 horas semanales, repartidas en ocho diarias y cuatro los sábados por la maõana; la gratificación de Navidad se consolida en 30 días y la de verano asciende a 20 ( en total 1 O días más de los reglamentados en 1 966). En 1 970, después de aprobada ese mismo aõo la nueva Ordenan­ za de Trabajo de Construcción, Vidrio y Cerámica (véase apartado 1.2, p. 248), se redacta un segundo convenio colectivo provincial para ei sector cuyo contenido, esta vez, sí fue suscrito por ambas partes, entrando en vigor ei 1 . o de abril de 1 9 7 1 . Este convenio, firmado por dos aõos de duración, sería, desde 1 973, revisado anualmente en materia salarial por normas de obligado cumplimiento. El salario base fijado por la Ordenanza coincide para las catego­ rías de personal obrero con ei salario de convenio de 1 9 7 1 , excepto para peones y especialistas que obtienen un salario de convenio li­ geramente superior (el 1 1 % y 6% respectivamente) al reglamentado. Asciende el nivei retributivo de los contramaestres, equiparados a los encargados de obra (véase cuadro 4 1 ). Asimismo, el convenio concede 30 días de vacaciones a todo ei personal, es decir, nueve días más que la Ordenanza, manteniendo la jornada semanal de 44 horas (una menos que la reglamentación) y mejorando notablemente las gratificaciones anuales : tres pagas ex­ tras (se crea la de <
l Carmen Benito de! Pozo

304

(20 días). El convenio incluía cláusula de revisión automática de los salarios para el segundo ano de vigencia en igual proporción al índice de carestía de vida durante 1 9 7 1 , garantizando un aumento dei 6% 104. Resulta evidente que la contratación colectiva proporcioná al obrero de la construcción el disfrute de una jornada laboral más reducida y un período de vacaciones más amplio antes que al per­ sonal siderometalúrgico o minero pero su salario anual era en 1 975 inferior al de ésto� en un 50% como mínimo. Tal divergencia salarial se explica por varios factores : La mejora de las condiciones laborales pactadas en el sector de la construcción no estaban ligadas al desarrollo de las técnicas neo­ tayloristas, lo que no permite al obrero beneficiarse dei alza retri­ butiva asociada al régimen de incentivos. La generalización de la NOC por el fracaso de la negociación colectiva en materia salarial pone claramente de manifiesto que los representantes sociales dei sector exigían unos incrementos salariales que la patronal consideraba excesivos y que no podían imponer por carecer de los instrumentos de presión necesarios, a pesar de la fa­ vorable coyuntura por la que atravesaba la actividad constructora; por ello, los convenios apenas se despegan de los salarios base re­ glamentados. La escasa cualificación de la mano de obra empleada en la construcción (la más baja de los tres sectores estudiados) con­ diciona los bajos salarios dei sector. En construcción se impusieron los convenios de ámbito provin­ cial, cuando los pactados a nível de empresa resultaban ser más ven­ tajosos al factor trabajo. En 1 975 el nivel de contratación colectiva en Asturias era eleva­ do : a lo largo dei ano se tramitaron 4 1 convenios colectivos, de los que 36 se establecieron con el acuerdo de las partes y en ellos esta­ ban implicadas 3 869 empresas de la província, con un censo laboral de 53 084 trabajadores, destacando el de construcción y obras pú­ blicas (22 706 afectados) y ENSIDESA-Verina ( 1 1 097 afectados). Se dictaron tres Decisiones Arbitrales Obligatorias (instrumento que sustituía a la NOC) que incidían en 7 785 trabajadores. Dos conve1 04 Convenio de la Construcción, Obras Públicas Organización Sindical, 1 971 .

y

otras actividades, Oviedo,

Condiciones de trabajo de la clase obrera asturiana

305

nios de ámbito de empresa estaban pendientes de resolución a finales de diciembre de 1975. Por otra parte, 52 convenios experimentaron aumentos de retribución en el ano por revisión automática de las tablas salariales, lo que beneficiá a 78 149 trabajadores 1 05 . Los límites salariales impuestos por el Gobierno en abril de 1 975 a la negociación colectiva ofrecían tan escasas posibilidades de satis­ facer las demandas obreras que los órganos sindicales expresaron su disconformidad con los estrechos márgenes retributivos que se con­ cedían :

Entendemos que es lícita y aconsejable la intervención estatal en el insosla­ yable problema de precios y salarios, pero entendemos también que las medidas que se vienen aplicando no resultan ni equitativas, ni convenientes para el buen desarrollo de la pacífica acción sindical 106 • La fijación de topes salariales en la contratación colectiva coad­ yuvó a la proliferación de un fenómeno de difícil cuantificación por su marginalidad legal, pero sobradamente conocido : los pactos extra­ sindicales. El informe anual de 1 970 realizado por la Delegación Provincial de Sindicatos aludía abiertamente a los mismos en tono de total aceptación por sus beneficiosos efectos en aras de «la paz social» :

El ano 1970 ha sido reflejo de 1 969 y a que también se presentaba con el problema de la contratación colectiva, al no aparecer los topes de incremen­ tos salariales lo que hacía suponer, de cara a la primavera, una gran tensión, singularmente en el sector siderometalúrgico, lo que en definitiva no ocu­ rrió, ante el éxito inicial conseguido en los convenios colectivos sindicales que, en la mayor parte de ellos y singularmente en los correspondientes a empresas importantes, se produjeron pactos extra-convenio que supusieron incrementos por diversos conceptos tales como primas, incentivos, trabajos a turnos que, en definitiva superaron los incrementos reales en algunos casos de hasta el treinta por ciento, y una media dei veinte-veintidós por ciento, lo que unido al tiempo de vigencia de dos anos hacía prever cierta estabi­ lidad social hasta finales de 1 971 1 07• 10 5 AHP!Asturias (revista sindical), núm. 1 1 , diciembre de 1975, p. 37; núm. 12, enero de 1976, p . 19. 10 6 AHP/Asturias, núm. 1 1 , diciembre de 1975, p. 36. 10 7 AHP/AISS-Oviedo, <<Memoria de actividades, 1 970», Oviedo, Organización Sin­ dical, 1971, p . 1 .

Carmen Benito de! Pozo

306

6.

LA PREVISI ÓN SOCIAL ANTE LA CONTINGENCIA LABORAL Y EL RETIRO OBRERO

Cinco anos después, la revista sindical Asturias denunciaba tales prácticas por el desprestigio sindical que acarreaban: [ . ] si el descontento de los trabajadores origina tensiones o amenaza de conflictos que comprometen la buena marcha de la empresa, entonces ésta habilita, ai margen dei Convenio, soluciones de emergencia, haciendo con­ cesiones que salvan la crisis. De donde resulta que los representantes sindi­ cales, observantes de las formas y cauces legales, se ven desbordados por quienes actúan ai margen de tales cauces, viéndose así comprometido su prestigio y el de la organización .

.

1 08 •

108 AHPIAsturias, núm. 1 1, diciembre de 1 975. Un análisis de las implicaciones jurídicas de los pactos extrasindicales, en Revista de Política Social, núm. 1 1 O, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1976.

En el capítulo precedente (apartado II, pp. 259-275) se hacía mención a que los seguros sociales constituían una forma de salario diferido. Por otra parte, su cuantía y cobertura resultan un claro indicador del nivel de bienestar de los trabajadores, de la capacidad del sistema productivo para soportar el peso económico de los inactivos labo­ rales (circunstanciales o definitivos) y de la concepción político­ ideológica que subyace en la normativa reguladora de las contin­ gencias laborales y los seguros sociales. La incidencia de los accidentes y enfermedades profesionales pone de manifiesto la parca atención que durante el franquismo se prestó al tema de la seguridad e higiene en el trabajo, plasmada en una deficiente legislación preventiva y correctiva que, debiendo proteger de manera efectiva al trabajador de los riesgos laborales y procurarle la atención económica y sanitaria suficiente durante el período de incapacidad laboral, no hizo sino revelar la escasa efectividad del paternalismo desplegado en una normativa estatalista poco proclive a exigir el cumplimiento, sin paliativos, de las responsabilidades em­ presariales en tal materia. La resistencia del obrero al retiro laboral antes de llegar al ago­ tamiento físico por envejecimiento, no responde sino a la necesidad de prolongar el período activo ante la perspectiva de pasar a depen­ der de una exígua pensión de jubilación que no siempre le aseguró el mínimo de ingresos para mantener el nível de subsistencia, pues, en definitiva, el carácter propagandístico que impregnaba la política de previsión social del régimen constituía un factor encubridor de la gran distancia existente entre las prestaciones formales y la cober­ tura real de las mismas.

308

Carmen Benito de! Pozo

I. LOS RIESGOS PROFESIONALES: ACERCA DE LA SEGURIDAD E HIGIENE EN EL TRABAJO

Los riesgos profesionales acogen en su denomina�ión tanto los a�­ cidentes de trabajo como las enfermedades profeswnales. La const­ deración de los mismos como una fatalidad inevitable encubre con frecuencia prácticas empresariales poco rig�rosas er: � 1 cumplimiento de las obligaciones patronales sobre segundad e htgtene en l�s c�? ­ tros de trabajo; escaso control institucional acerca de la aphcaoon de la normativa vigente, y una deficiente formación dei pe�sonal obrero en materia de tan graves repercusiones laborales (y vitales) que, de corregirse, evitaría imprud �ncias cuyos efe� tos no se atenúan por la mera imposición de la sanctón reglame�tana. , . . com­ Carecemos de series estadísticas que permttan un ana!ISis parativo de los accidentes y enfermedades laborales ror ra� as de actividad en los aiíos 1 940-1 950. En ei caso de Astunas, la tmpor­ tancia dei trabajo minero y la identificación de éste con la alta si­ niestralidad laboral en la región procurá una mayor atención a! re­ gistro estadístico dei fenómeno. Distintos estudios sobre �a m!nería _ asturiana coinciden en seiíalar que durante e! penodo autarqUico ei número de accidentes, con ligeras fluctuaciones anuales, se mantuvo constante, la gravedad de los mismos no disminuyó y la mortalidad, incluso, aumentá 1 . . La patronal minera no dudaba en respons�bilizar a l? s tr�bap­ dores dei elevado número de accidentes acaeodos en ei Intenor de las minas, justificándose en la «indisciplina laboraL> reinante, por más que la realidad mostrase que la responsa?ilidad obrera (por a:­ _ tos de imprudencia o escasa atenctón a! trabajo) no alcan�a� a a mas dei 20% de los accidentes en 1 944, en tanto desprendtmtentos o derrumbes ocasionaban la mitad de los siniestros 2 • 1 Ramón García Pineiro ( ob. cit., p. 141) cuantifica las muertes habidas en las minas de carbón de Asturias por accidente laboral entre 1 941 y 1 959, resultando �n total para el período de 1 540 fallecidos, con una media anual de 85,5. Juan Antomo Sacaluga en La resistencia socialista en Asturta�, 1937-1962, Madnd, 1 � 86, P · 18, re­ coge el número de accidentes, mu :rtes y hendos graves en el decemo 1 946-1 956, observándose una espeoal elevada s•mestrahdad en 1 946. . z J . A. Sacaluga, ob. cit., p. 19; García Pine� ro, ob. cit., p. 142. En �aso de aCCI­ dentes leves, las acusaciones empresariales, con c1erto fundamento en algun momento, carecieron generalmente de rigor. Así, en el acta de sesión dei Jurado de Empresa de

La previsión social ante la contingencia laboral y el retiro obrero

309

El primer estudio realizado por ei Instituto Nacional de Previ­ sión sobre los riesgos profesionales, publicado en mayo de 1 966, aporta los datos necesarios (aunque generalmente sin desa?regar p� r _ _ de acc�­ províncias) para una aproximación al tema de la mcidencta dentes y enfermedades laborales en los distintos sectores prod�ctl­ vos, en una etapa (primer lustro de los sesenta) que, en tal sentido, consideramos significativa por cuanto la modificación de los proce­ sos productivos durante estos aiíos introdujo cambios que incidieron directamente en los riesgos profesionales, a saber: las modificaciones tecnológicas -especialmente ei desarrollo de la mecanización-, e! empleo de nuevas sustancias, la insuficiente preparación profesional de la mano de obra (y de! personal directivo en cuanto a seguridad e higiene en e! trabajo) y la defectuosa y lenta ampliación de locales e instalaciones en relación con e! número de trabajadores y con las nuevas operaciones industriales 3 . Las condiciones directas e indirectas vinculadas al mejor aprove­ chamiento de! esfuerzo obrero, es decir, la racionalización de tareas, influyó notablemente en e! crecimiento de los riesgos profesi� nales, convirtiéndose en factores de riesgo la generalización de! traba1o con incentivo, la prolongación de la jornada mediante horas extraordi­ narias, la combinación habitual de ambos métodos, los cambios de puesto de trabajo y la mayor frecuencia de labores en turnos rotato­ nos. Las estadísticas de accidentes de trabajo presentan unas limita­ ciones que es preciso seiíalar: no incluyen más que a trabajadores asegurados ; no todos los accidentes son notificados por la empresa ni todos los asalariados están asegurados ; y los accidentes dudosos

la Sociedad Industrial Asturiana (sección minas) celebrada en Moreda el 23-1-1957, se recogen las siguientes afirmaciones dei presidente de la Comisión de Seguridad e Higiene: «[ ... ] por esta Comisión se ha hecho un estudio por el que claramente se comprueba el carácter progresivo de estas [ accidentes] en los meses de Julio y DI­ ciembre de cada ano, circunstancia esta que da lugar a suponer que en gran parte estas accidentes sean intencionados, ya que el primero de los meses coincide con la necesidad que tienen los productores de dedicarse a los trabajos dei campo, siega de hierba, etc., suponiendo igualmente que la causa dei aumento de los mismos en el mes de Diciembre se deba exclusivamente a la inclemencia dei tiempo durante el cual, con motivo de las nieves y de su extremada temperatura, resulta más práctico y acogedor cobijarse ai amparo dei calor hogareito» (AHP/AlSS-Moreda, _caja 4520). 3 Ministerio de Trabajo, Los riesgos profesionales en Espana, Madnd, 1 966 (mfor­ me estadístico ).

, I

i

Carmen Benito de! Pozo

310

que no causan lesiones específicas suelen ser considerados como en­ fermedad común. En cuanto a las enfermedades comunes adquiridas en el trabajo, susceptibles de ser compensadas como accidentes, su condición de tales resulta difícil de demostrar, puesto que las disposiciones vigen­ tes exigían probar que tuvieron como causa exclusiva la ejecución dei mismo. Respecto a enfermedades profesionales, no todas, incluso en casos mortales, se diagnosticaban, bien por desconocimiento de la causa, o bien por falta de signos definitorios en muchas de ellas, aunque a veces eran trabas legales las que impedían su reconocimien­ to médico, pues era el obrero afectado quien debía aportar las prue­ bas de que padecía enfermedad profesional 4. Dei cuadro 42 se desprende que el sector industrial con mayor número de accidentes laborales es el de construcción, tanto en cifras absolutas como relativas, y con gran diferencia respecto a las indus­ trias extractivas o metálicas básicas. La siniestralidad a lo largo de estos aiíos muestra una tendencia creciente en metálicas básicas y construcción, disminuyendo claramente en minas y canteras y des­ cendiendo, con mayor resistencia, en el carbón. CUADRO

42.

A ccidentes de trabajo ocurridos entre 1961 y 1964

de actividad). %

1961 núm.

%

1962 núm.

%

1963 núm.

%

(por ramas 1964 núm.

Minas y canteras 2,7 27 943 2,7 26 514 2,1 21 480 1,8 18 683 Minas de carbón 4,5 45 973 4,5 43 71 1 3,3 33 603 4,1 42 759 Metál. básicas ... 3,0 30 576 3,0 28 682 4,4 44 748 3,1 32 767

La previsión

social ante la contingencia laboral y el retiro obrero

311

que se observa entre ambos índices delata, asimismo, la insuficiencia de medidas preventivas en actividades carboníferas y de construcción. c UADRO

43.

Frecuencia y gravedad de los accidentes laborales, 1963-1964

(por ramas de actividad).

Minas ........................................................ . Construcción ............................................ . Siderometalurgia ....................................... .

Frecuencia índice

Gravedad índice

221,1 155,8 131,0

1 1,4 5,8 2,6

Fuente: Ministerio de Trabajo, Los riesgos profesionales en Espana, 1966. Elaboración propia.

En general, dei cuadro 44 se deduce que en los tres sectores estudiados el 85% de los accidentes son de corta incapacidad (menos de un mes), en tanto que los de larga incapacidad y mortales no llegan al 1 % más que en minería. CUADRO

44.

A ccidentes con baja según la duración de la incapacidad, 1962-1964 (por actividades, en porcentaje). <7 días 8-14

Minería ................ 33,9 Metálicas ............. 43,1 Construcción ....... 37,8

29,1 27,1 27,9

15-30

21,2 1 7,8 20,3

31-90 91-180 >181 Muerte

10,1 9,7 9,9

3,9 1,7 2,9

1,6 0,1 0,5

0,6 0,1 0,4

Fuente: Ministerio de Trabajo, Los riesgos profesionales en Espana, 1966. Elaboración propia.

Construcción .... 1 8,4 1 86 200 1 8,7 1 79 491 20,1 202 823 21,4 223 003 Fuente: Ministerio de Trabajo, Los riesgos profesionales en Espana, 1966. Elaboración propia.

El índice de frecuencia y gravedad de los accidentes en el bienio 1963- 1964 (véase cuadro 43) matiza los datos anteriores, resultando ser en minería donde la siniestralidad es más frecuente y sus conse­ cuencias para los afectados revisten mayor gravedad. La correlación 4

Ibid. ,

pp.

1 6- 1 7.

Los accidentes in itinere (los producidos fuera dei lugar de tra­ bajo pero cuando el obrero se dirige a él o regresa a su domicilio después de la jornada) no se incluyen en los datos anteriores pero su mención resulta relevante por cuanto la imprecisión jurídica acer­ ca de los mismos y la pretendida falta de responsabilidad empresarial respecto a ellos originó no pocas reclamaciones de los trabajadores, que exigían su indemnización a efectos de accidente laboral. Este tip o de accidentes representaba en 1 961 el 2,69% dei total de sinies-

312

Carmen Benito dei Pozo

tros que habían producido incapacidad permanente o muerte, au­ mentando progresivamente hasta alcanzar e! 6,71 % en 1 964. La media de accidentes de trabajo de origen traumático, es decir, aquellos que motivan la declaración de derecho a pensión por inca­ pacidad permanente o muerte, fue en el período 1 96 1 - 1 964 de 5 8 1 4 anuales a nível nacional, d e los cuales e l 3 3 % provocó la muerte del trabajador (uno de cada tres accidentes graves). Otras consecuencias menores son las lesiones, mutilaciones o de­ formidades definitivas, que sin llegar a constituir incapacidad per­ manente suponen una merma de la integridad física dei trabajador, que puede influir en su capacidad laboral. Estos accidentes eran in­ demnizados de una sola vez, a cantidad alzada, de acuerdo con el baremo establecido por el Reglamento de Accidentes de Trabajo. En Asturias, un 3,2 % de los trabaj adores sufrió en 1 964 un accidente de este tipo, generalmente en grandes y medianas empresas. Atendiendo a los accidentes según las causas que los provocan (cuadro 45), en minería dei carbón (aparte dei elevado porcentaje que se registra en el concepto «Otras causas>>, común en todas las actividades) un tercio de los siniestros vienen producidos por <>, siguiendo en importancia, aunque a notable distancia, los accidentes provocados por aparatos de transporte . En la industria siderometalúrgica el principal factor de riesgo lo constituyen las ma­ terias nocivas -y en concreto los materiales a altas temperaturas, polvos y chispas- siendo el manejo de objetos la segunda causa de los accidentes en esta actividad. En construcción casi el 40% apare­ cen en el genérico grupo <> (que incluye choque y gol­ pes contra objetos y personas) y un tercio de los accidentes se pro­ dujeron por manejo de objetos y caída de personas. El mayor porcentaje de lesiones afectan a las manos (32,7% ), pies ( 1 6,5%) y ojos (12,6%), lo que resulta significativo para valorar el alcance de las medidas preventivas, pues especialmente los pies y ojos pueden ser protegidos sin excesiva incomodidad para el traba­ jador y, en consecuencia, deberían aportar un menor contingente de accidentes. Las incapacidades más severas (permanente y gran inva­ lidez) se dan en lesiones de columna vertebral, cadera, cráneo y piernas 5 • Ibid. , pp. 54-56. Algunos estudios sobre aspectos concretos: vv AA, «Prevención de accidentes de trabajo en el medio minero. Patología quirúrgica de las minas», en 5

La previsión social ante la contingencia laboral y el retiro obrero CUADRO

45.

31 3

Clasificación de los accidentes de trabajo según causas, 1963-1964 (en porcentajes).

Medio ambiente dei trabajo ........... Caída de pesos ... ........................... Caída de personas . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Máquinas ........................................ Manejo de objetos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Materias nocivas . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Motores, dínamos ........................... Órganos de trasmisión ................... Aparatos de transporte . . . . . . . . . . . . . . . . . . Otras causas ...................................

.. .. .

.

.

.

.

.

. . .

Carbón

Metal

Construcción

0,57 31,73 8,74 1,33 8,35 5,84 0,1 1 0,1 8 16,45 26,70

0,25 6,1 1 6,81 7, 1 3 14,13 27,55 0,23 0,45 5,76 31 ,58

0,27 9,78 15,53 2,13 16,18 9,10 0,09 0,25 6,86 39,81

Fuente: Ministerio d e Trabajo, Los riesgos profesionales e n Espana, 1966. Elaboración propia.

En cuanto a la influencia de la edad en la frecuencia de los acci­ dentes (véase cuadro 46), aquélla parece actuar como factor de pro­ tección frente a los mismos, aunque el fenómeno requiere una ex­ plicación dual. Por un lado, como causas favorecedoras dei mayor número de accidentes de trabajo entre los jóvenes estarían el supe­ rior rendimiento, la prolongación de la jornada con horas extras, una peor preparación y menor concentración en la tarea. La conjunción de todos estos factores anularía iniciales ventajas preventivas de la juventud como son la agílidad y rapidez de reflejos. CUADRO

46.

A ccidentes de trabajo según edad (en porcentajes).

1 8-24 1 5,7 25-34 ................................................................... 30,6 35-44 ................................................................... 23,8 45-54 ................................................................... 1 8,3 55-64 ................................................................... 9,8 > 65 ................................................................... 1 ,5 .............................. . ....................................

Fuente: Ministerio de Trabajo, Los riesgos profesionales en Espana, 1966. Elaboración propia.

Medicina y Seguridad dei Trabajo, núm. 67, Madrid, 1 969, pp. 5- 1 3 ; ]. M. Martín Pérez, •El ruido en la construcción», en ibid. , núm. 68, Madrid, 1 969, pp. 47-52.

314

Carmen Benito de! Pozo

P or otra part�, la mayo� edad, experiencia, sentido de la respon­ .. . sabihdad y prestigiO profeswnal, suelen ser elementos determinantes �n la promoción dentro de la empresa a puestos de trabajo más Importantes y, a menudo, menos peligrosos 6 . El mayor número de accidentes laborales se produce en las tres . p nmeras horas de trabajo ( el 49% ), disminuyendo a lo largo de la J � rnada.' aunque es en la quinta hora cuando se registra menor si­ mestrahdad (8, 1 % ), lo que podría atribuirse a que el obrero inicia I � �edia jornada con un descanso y una mejor preparación alimen­ t�cia. Las estadísticas también resaltan que los accidentes disminuyen hgeramente durante la semana laboral, presentándose el porcentaje _ elevado el lunes ( 1 8,5%) y el más reducido el sábado ( 14,9%), mas aunque este último día suele ser de media jornada 7• La e�olución dei número de fallecidos en Asturias por accidente de trabaJO durante los anos 1 970-1 975 en las tres actividades men­ cionadas, aparece detalladamente documentada en un estudio sindi­ cal realizado a instancias de la Delegación Provincial de Trabajo. Los datos de él obtenidos se recogen en el cuadro 47 . Como era de esperar, los datos reflejan que las tres cuartas partes de los accidentes mortales de origen laboral se concentran en los sectores industriales que mayor empleo regional generan, dos de los cuales (minería y construcción) entranan un alto índice de siniestra­ lidad y gravedad. La minería sigue cobrándose el mayor número de víctimas, excepto en 1975, aunque es la única actividad que muestra una clara tendencia al descenso de la mortalidad laboral, lo que in­ duce a valorar positivamente las medidas de seguridad que HUNOSA se comprometió a reforzar en el Convenio Colectivo de 1 972. Las fluctuaciones anuales en metal y construcción hacen dudar de la 6 Ministerio de Trabajo, ob. cit., pp. 61 -62. Un interesante análisis de la incidencia dei envejecimiento en e! desarrollo de la actividad laboral, en V. Medina Vicioso, «La senectud laboral. Su adaptación y productividad. Su encuadre en la empresa>>, en Medicina y Seguridad de! Trabajo, núm. 68, Madrid, 1 969, pp. 53-63. E ! autor (mé­ dico .laboral) llega a la conclusión de que e! rendimiento en e! trabajo es ligeramente mfenor en e! grupo senecto (edad media de 62, I S anos) respecto ai grupo joven (edad media de 34,� 8 anos); que la accidentalidad es netamente inferior en e! primero, y que e! absentismo por enfermedad no profesional presenta dos vertientes : por una parte, e! número de hajas es mucho menor en e! grupo senecto, pero e! número de días perdidos es mayor, resultando que la media por haja es más elevada en dicho grupo. 7 Ministerio de Trabajo, ob. cit., pp. 63-67.

La

previsión social ante la contingencia laboral y e! retiro obrero

CUA DRO

47.

31 5

Número de fallecidos en accidente de trabajo. A sturias, 1 970-1 975 (por actividades). 1 970

1971

1972

1 973

1 974

1975

Combustible..................... Metal ................................ Construcción ....................

50 35 22

42 21 32

40 22 19

41 11 17

34 18 28

34 25 40

Subtotal ............................ Total Asturias ..................

107 120

95 1 16

81 95

69 86

80 92

99 135

% sectorial .. .....................

89,1

81,8

85,2

80,2

86,9

73,3

Fuente: Organización Sindical, Memoria. Fallecidos en accidentes de trabajo, Oviedo, aiios 1970 a 1976. Elaboración propia.

efectividad de las medidas preventivas, rompiendo con optimistas previsiones de consolidar la disminución general que se apr� ci� en el bienio 1 972-1 973, al dispararse las cifras en los dos anos sigUien­ tes. Fuentes oficiales atribuían también el incremento de accidentes mortales en metal y construcción a un exceso de horas extraordina­ rias, especialmente en esta última actividad 8• AI elevado número de muertes registradas en el sector dei com­ bustible en 1 970 contribuyó la catástrofe ocurrida en el sector Aller de HUNOSA, que ocasionó el fallecimiento de cinco mineros por inhalación de monóxido de carbono. La construcción de la factoría de UNINSA en Verina coadyuvó al notable aumento de los falleci­ mientos en la industria metalúrgica, por los riesgos propios de las empresas de construcción y montajes. . . . Las enfermedades profesionales, con ser reconoctdas tradiciOnal­ mente como las afecciones ligadas al desempeno de un oficio, han resultado problemáticas en el momento de ser calificadas como tales a efectos médico-jurídicos. El Decreto 1 3 de abril de 1 961 recogía en un extenso cuadro todas aquellas que oficialmente se contempla­ ban como enfermedad «contraída a consecuencia dei trabajo ejecu­ tado por cuenta ajena y que esté provocada por la acción de los 8 Archivo de la Delegación Provincial de Trabajo, Memoria. Fallecidos en acci­ dente de trabajo, anos 1 974 y 1 976, Organización Sindical.

316

Carmen Benito de! Pozo

elementos o substancias y en las actividades que se especifiquen» 9• La silicosis constituye la enfermedad profesional por antonoma­ sia, y los datos así lo corroboran : de los 1 1 604 incapacitados per­ manentes por enfermedad profesional que había en Espana en 1 964, 1 1 1 44 (es decir, el 96%) lo eran por silicosis. El nistagmus consti­ tuye el segundo factor de riesgo, con 338 afectados (el 2,9%) 1 0• En el período 1 962- 1 965, dei total de afectados por silicosis, los dos tercios pertenecían a la minería del carbón, el resto se repartía entre obreros de la construcción (7% ), minas metálicas ( 10%) y minas de plomo ( 1 1 ,7). Todos los casos de nistagmus se registrou entre mineros dei carbón. Si la casuística de enfermedades profesionales es muy amplia y las actividades productivas en las que inciden muy numerosas, de los datos aportados se desprende que sólo en una de ellas, la silicosis, y en un determinado colectivo profesional, los mineras dei carbón, puede tomarse en consideración la enfermedad profesional como un . problema sociolaboral de envergadura. La silicosis, producida por la inhalación de polvo silíceo, es una enfermedad progresiva e irreversible que afecta a la función pulmo- l nar y suele ir asociada a enfermedades intercurrentes (bronquitis, ·�,f enfisema pulmonar, etc.), disminuyendo paulatinamente la capacidad í de trabajo de los afectados. En 1 945, 2 506 mineros asturianos (un �. 12% dei total) padecían la enfermedad en distintos grados, y en 1 958 ?• un 1 0 % . Las medidas preventivas exigían una buena ventilación de las galerías internas y la constante inyección de agua en las capas que hiciera disminuir el efecto dei polvo desprendido. Sin embargo, la inversión económica que esta último requería, retardá la decisión patronal de generalizar su implantación en las minas asturianas. Por otra parte, los mineros rehusaban trabajar con incómodas caretas que dificultaban el desarrollo de sus labores 1 1 . La incapacidad permanente parcial ( silicosis de primer grado) per­ mitía al obrero seguir trabajando en la mina aunque, según la legis­ lación vigente, en ambiente no pulvígeno, es decir, generalmente en

l

9 Definición dada en e! Decreto 21 de abril de 1 966, aprobatorio dei texto arti­ culado I de la Ley de Bases de la Seguridad Social de 28 de diciembre de 1 963. 10 Estos datos y los siguientes proceden de la estadística dei Ministerio de Trabajo ya citada (pp. 84-99). 11 Cf García Piíi.eiro, ob. cit., pp. 129- 1 3 1 y J. A. Sacaluga, ob. cit., p. 27.

La

previsión social ante la contingencia laboral y e! retiro obrero

317

rareas d e exterior. La silicosis de primer grado s e presentaba a una edad promedio de 41 aiíos. CUADRO

48.

Expedientes de silicosis resueltos, según grado de incapacidad, 1962-1965. Nuevos

Revisiones

Desestimados . . . . . . . . . . .. . . .............................. .

630

3 019

I.p. parcial ..................... ................ ........... . I.p. total. ....... .............. ...................... ........ . I.p. absoluta ................ ......... ..................... . Total incapacidad ...................................... .

4 593 1 468 6 061

4 445

Muerte .......... .......................... ............. ..... .

192

1 906

TOTAL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

6 883

9 370

Fuente: Ministerio de Trabajo, Los riesgos profesionales en Espana, 1966. Elaboración propia.

La incapacidad permanente total (silicosis de 2.0 grado; implica el total alejamiento dei trabajo minero) genera el mayor número de expedientes por enfermedad profesional (véase cuadro 48), lo que demuestra que las empresas no realizaban (o exig�an) los op��tun? s reconocimientos médicos para una precoz detecoón de la stliCosts, y que al trabajador podía no interesarle su declaración como silicó­ tico hasta que la enfermedad estuviese avanza a, por c� anto ello . traía consigo su desvinculación de las tareas meJor retnbmdas . . La silicosis de 2.0 grado se presentaba en una edad promed10 de 46 aiíos, la de tercer grado (incapacidad absoluta para cualquier tipo de actividad laboral) a los 50, y el fallecimiento a los 54 aiíos. No deja de sorprender la elevada cifra de 2 098 silicóticos fallecidos en el cuatrienio 1 962-1 965, según se desprende dei cu adro anterior 1 2 • La silicosis afecta preferentemente al personal ligado directamen­ te a la producción, es decir, picadores y barrenistas. En 1 972 HU­ NOSA tenía entre su personal activo a 1 628 silicóticos (declarados desde 1 964), de los cuales 1 1 26 habían pertenecido a las categorías

�

12

Ministerio de Trabajo, ob. cit.,

pp.

1 00 y 1 02.

318

Carmen Benito de! Pozo

mencionadas, 393 ai resto dei personal de interior y 1 09 a trabajos de exterior 13• Así pues, tan cortas expectativas de vida (laboral y biológica), unidas a la dureza dei trabajo en ei interior de las minas ( esfuerzo, peiigrosidad, destajos, etc.) contribuyen a esclarecer la radicalidad dei comportamiento minero en las luchas desatadas a comienzos de los anos sesenta y ei conflicto latente en los anos precedentes. El minero era consciente de que pagaba un alto precio en salud (y calidad de vida) por su trabaj o ; en compensación reclamaba mejor retribución durante ei período de actividad profesional (forzosamen­ te más reducido que en otras actividades) y mayores prestaciones económicas para él y su familia ante situaciones de contingencia laboral. Por otra parte, todo accidente laboral e incapacidad por enfer­ medad tenía para la empresa un coste económico, directo e indirecto, que en buena lógica capitalista hacía rentable a corto plazo la ínver­ sión que en seguridad e higiene pudiera realizarse. Los gastos direc­ tos los soportaban tanto las companías de seguros como la empresa, afectando a esta última los siguíentes : Salario dei accidentado o parte de él . Gastos médicos. Pérdida por haja dei obrero. Costo de Ias primas a Ias companías aseguradoras. Pérdida de la productividad en la empresa a consecuencia de la haja dei afectado. Coste de adaptación dei trabajador sustituto. Indemnizaciones, en su caso. Los gastos indirectos están relacionados con el tiempo produc­ tivo perdido tras ei accidente, tanto dei personal como de la maqui­ naria causante dei siniestro ; valor de los desperfectos ; pérdida de eficacia dei accidentado al reintegrarse al trabajo y gastos por asis­ tencia jurídica. El lesionado también sufre perjuicio económico, pues no percibe la totalidad dei salario durante la haja laboral; deja de realizar horas 1 3 AHP/AISS-Oviedo, Sindicato de! Combustible, «Informe sobre e! personal sili­ cótico activo en HUNOSA, 1 972».

La previsión social ante la contingencia laboral y e! retiro obrero

319

ex tras y se Ie descuenta Ia parte correspondiente de benefícios de la em presa, primas a la producción y gratifícaciones anuales 1 4. No obstante, los Servicios Médicos de Empresa no tuvieron ca­ rácter obligatorio para empresas de más de 500 trabajadores hasta 1 956, y no se ampliaron a centros con plantillas superiores a 1 00 trab ajadores hasta 1 959. Y aun así, Ia obligatoriedad hacía referencia a servicios mancomunados para empresas con menos de 1 000 pro­ ductores que, en lo posible, debían reunir parecidas condiciones de actividad, situación geográfica, riesgos específicos, etcétera 1 5. La seguridad e higiene en e! trabajo, concebida como una con­ dicíón laboral más, estuvo sujeta ai sistema general de relaciones de producción disenado por el Ministerio de Trabajo, de modo que el intervencionismo anterior a 1 95 8 marginó por completo al trabaja­ dor como sujeto activo en la regulación de tal materia, pese a las demagógicas declaraciones contenidas en el preâmbulo dei Regia­ menta de Seguridad e Higiene del Trabajo de 1940, imbuido dei espíritu paternalista que subyace en toda la política laboral franquista : El velar por la seguridad e higiene dei trabajo, poniendo a cubierto, en lo posible, la salud y la integridad física dei trabajador en la lucha contra los riesgos profesionales, secuela inevitable de la industria moderna, es función que e! Estado no puede olvidar y que, como Órgano Director Supremo de la Economía productiva, debe de asumir, tendente a la consecución dei do­ ble fin social y económico que tal lucha representa. Así lo proclama e! Fuero dei Trabajo [ . . . ]. Ya nuestra Legislación sobre accidentes dei trabajo viene preocupándose de este particular desde el ano 1 900, y, resuelta la reparación económica dei dano causado por e! accidente, se precisa tratar eficazmente de que éste no tenga lugar, o cuando menos, disminuir su número y gravedad mediante una intensa labor preventiva, en la que deberán intervenir todos cuantos tienen relación con este problema, y que el Estado habrá de dirigir y orientar mediante normas y Reglamentos adecuados 1 6 •

E! carácter tuitivo de la legislación sobre seguridad e higiene convertía a las empresas en destinatarias de los dictados ministeria1 4 Organización Sindical, Manual de orientación técnica para uso de los jurados Empresa y Comités de Seguridad, Oviedo, 1 965. 1 5 Decretos 2 1 de agosto de 1 956 y 10 de junio de 1 959 respectivamente. 1 6 Orden 31 de enero de 1 940; preâmbulo dei Reglamento General de Seguridad Higiene dei Trabajo.

de e

!

L.z

320

les, a la lnspección de Trabajo en órgano controlador de las o · ciones patronales, y al trabajador en pasivo receptor de los supuestos ? e� e�icios. Es decir, la seguridad e higiene en el trabajo se perfila JUndtcamente como una obligación empresarial más que como un · derecho laboral 1 7 • De acuerdo con lo prescrito en la Ley de Contrato de Trabajo , de 1 944, los Reglamentos de Régimen Interno de las empresas de­ bían incluir las medidas de seguridad e higiene implantadas en los · � entros de trabajo,. au�que como vimos no todos se prodigaban por ' tgual en tal matena, stendo los más rigurosos los Reglamentos de Minas y Metalurgia, en tanto los de construcción e industrias afines remitían a normas d � superio � �ango (Reglamentación nacional y . Reglamento de Segundad e Htgtene respectivamente), aunque nin- , guno pasaba por alto la detallada relación de las sanciones que re- �· caerían sobre ei obrero que no mantuviese estricta observancia de ,! las medidas de seguridad. De una lectura detenida de los Reglamentos de Régimen Interno s � obtendrá (salvo excepciones) un conocimiento más o menos pre­ ciso de los deberes que en cuestión de seguridad e higiene se impo­ nían a todo trabajador; ahora bien, poco vislumbraremos acerca de las condiciones generales de los locales y ambientes de trabajo, mo­ tores y m aquinaria, instalación eléctrica, mecanismos preventivos en , . tareas pehgrosas, etc. ; como mucho, sabremos si la empresa propor-

·

.

17

Una lúcida exposición de esta interpretación en Ciriaco de Vicente, Trabajo y smdzcatos, Madrid, 1 977, pp. 296-306. Los artículos 87 y 88 dei Reglamento de 1940 recogen las obligaciones pacronales Y obreras respecto a la seguridad e higiene en el trabajo. Dicen así: «Es obligación dei p �tro?o . mante�er en buen estado de conservación, funcionamiento y uso, la maqu�nana, mscalac1�nes y utillaje, debiendo los obreros dar cuenta a aquél, o a sus supenores, de cualqUJer avería, anormalidad o defecto que encuentren u observen en los mismos. Es obligación dei .trabajador la ucili�ación y uso de todos los aparatos y disposi­ . _ mclUJdos los de mdole personal, puestos a su servicio por el tivos de proteccwn, P.acron� , Y la de mantenerlos todos en condiciones cales de colocación, reglaje, fun­ cwn�m!ento y conservación, que en todo momento satisfagan e! fin que con ellos se pers1gue. Para esta, habrá e! patrono de proporcionar los medios adecuados, debiendo aquél darle cuenta de cualq�ier anormalidad o avería que observe en eilos, y teniendo . de repararia mmed1atamente o de reemplazar e! aparato o dispositivo la obhgacwn por otro nuevo, no estando el obrero obligado a continuar su trabajo entretanto, si el hacerlo en tales condiciones, sin la debida protección, supone riesgo evidente para su salud o vida».

previsión social ante la contingencia laboral y el retiro obrero

321

cio naba ropa de trabajo o si ei centro estaba dotado de las mínimas instalaciones higiénicas (ei estado de conservación y funcionamiento de las mismas se da por bueno ). En 1 944 se crearon los Comités de Seguridad e Higiene dei Tra­ bajo, aunque dada su composición no eran más que un mero ins­ trumento de autocontrol patronal de dudosa efectividad, pues dichos Comités estaban integrados por ei director de la empresa, un inge­ niero, :.m médico, un administrativo, el jefe dei grupo de empresa de Educación y Descanso y dos contramaestres u oficiales designa­ dos por la empresa. En 1 953 pasaron a integrarse en los Jurados de Empresa, con las mismas obligaciones reglamentarias establecidas res­ pecto al Ministerio de Trabajo, pero consiguiendo cierta autonomía (bien que muy mediatizada) respecto a los intereses empresariales, pues fue en materia de seguridad e higiene donde los Jurados obtu­ vieron un más amplio campo de actuación 1 8 . La Ley de Convenios Colectivos de 1 958 incluía la seguridad e higiene en ei trabajo como materia susceptible de negociación, aun­ que ei prioritario tema salarial desplazó casi al olvido las cuestiones preventivas. A eilas en absoluto se alude en los convenios colectivos de ENSIDESA, Fábrica de Mieres, S. M. Duro Feiguera, o en ei pro­ vincial de construcción pactado en 1 971 ; sólo en el convenio de HUNOSA de 1972 se estimula ei cumplimiento de la normativa ge­ neral mediante la implantación de un premio de seguridad. Las Ordenanzas de Trabajo dictadas en los anos setenta y la hullera de 1 964, siguieron dedicando la mínima atención ai tema de la seguridad e higiene laboral, como ya vinieran haciéndolo las Re­ glamentaciones precedentes, fijando en un 20% dei salario base la cuantía de los pluses de penosidad, toxicidad y peiigrosidad abona­ bles por la empresa, de modo que, más que estimularse la prevención de los riesgos profesionales, se aseguraba su compensación económica. En marzo de 1 971 la nueva Ordenanza General de Seguridad e Higiene restableció los Comités de Seguridad, desvinculándolos de 18 Orden 21 de septi�mbre de 1 944 (creación de Comités); Decreto I I de sep­ tiembre de 1 953 (integración de los Comités en los Jurados de Empresa) ; la Orden 9 de febrero de 1 954 puntualiza e! Decreto anterior y describe las funciones que en seguridad e higiene competen ai Jurado. Con posterioridad a 1 944, la legislación concreta el ámbito de aplicación en esta materia: así, el Reglamento de Seguridad e Higiene en las Industrias de la Construcción ( 1952), labores y trabajos prohibidos a mujeres y menores (Decreto 26 de julio de 1 956), reforma y ampliación dei Regia­ menta de Policía Minera y Metalúrgica (1 960), etcétera.

I

1. 'i

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322

Carmen Benito de! Pozo

los Jurados de Empresa, con la finalidad de que aquéllos actuasen exclusivamente según las directrices marcadas por el Plan Nacional de Higiene y Seguridad en el Trabajo: «[ .. ] se trata de evitar en lo sucesivo que los Jurados de Empresa, en ejercicio de las funciones que les fueron asignadas, puedan, con unas facultades puramente discrecionales, arbitrar fórmulas de carácter alternativo, que lleguen incluso a dificultar la aplicación de un tratamiento adecuado a tan importante género de problema» 1 9. Las disposiciones de 1 97 1 se completaron por Orden ministerial un ano después, quedando establecidos dos tipos de organización de la seguridad dentro de los centros de trabajo: los comités, para em­ presas de más de 1 00 trabajadores fijos, y los vigilantes de seguridad, para el resto ( con más de cinco trabajadores) 20 • En principio podría pensarse que el vigilante asumiría todas las funciones de seguridad del comité en la pequena empresa, pero com­ parando el contenido de los artículos 8 y 9 de la Ordenanza General se advierte que las funciones del vigilante son más restringidas, li­ mitándose a tareas de divulgación, detección de situaciones de riesgo o condiciones de peligro y socorrismo. Sin embargo, paradójicamen­ te, su labor de asesoramiento a la empresa en materia de seguridad e higiene le equiparan al comité. La ley recomendaba que la desig­ nación de vigilante recayera en el técnico más cualificado en preven­ ción de riesgos profesionales. El responsable directo y principal de la seguridad en la empresa seguía siendo el empresario, que no podía delegar tal función en el vigilante ni en el comité. Los comités se configuran como organismos técnicos, integrados por un presidente (designado por el empresario), el técnico de mayor grado especialista en seguridad, el jefe del servicio médico de em­ presa, un ATS de la plantilla, el jefe dei equipo de seguridad, un secretario (nombrado por la empresa entre el personal administrati­ vo) y una representación de trabajadores, según tamano de la plan­ tilla (tres en empresas de hasta SOO productores, cuatro en aquellas de 501 a 1 000, y cinco en centros de más de 1 000), elegidos por mayoría del Jurado de Empresa. La propia composición dei comité pone de manifiesto que la eficacia dei mismo dependía, en gran medida, del interés patronal. .

19 Preámbulo del Decreto 1 1 de marzo de 1 971 por el que se dieta la Ordenanza de Seguridad e Higiene. 20 Orden 9 de marzo de 1 972.

[ a previsión social ante la contingencia laboral y el retiro obrero

323

Al figurar en la comisión directivos, técnicos y �rab.ajadores, es �os últimos estaban en minoría, predominando el cnteno empresanal. Por ello, en los acuerdos de los comités se imponían fácilmente los intereses patronales, de modo que las medidas preventivas aproba�as tendían a mejorar la seguridad del trabajador más por métodos dls­ ciplinarios y por sistemas de protección J?ersonal, . que . mediante re­ formas estructurales. de prevención técmca que 1mphcaban gastos ' mas o menos cuanuosos 2 1 Por tanto, cabe afirmar, sin riesgo de simplificación, que en ma­ teria de seguridad e higiene laboral, la legislación fra_nquista ma_ntuvo durante sus largos anos de vigencia el mismo espíntu que se lmpu­ siera en 1 940. La denuncia que en 1 972 formula el personal de Transporte de Interior de HUNOSA (dos meses antes de que el convenio de empresa recogiese el citado premio de seguridad para e.stimular la p �evenció_n entre los mineros) resulta sumamente expres1va dei sempiterno CI­ nismo empresarial en materia de seguridad y de la dudos� efectividad de los reajustes organizativos introducidos el ano antenor:

Examinando el problema de la seguridad, concretamente en el. servicio de transporte, [los trabajadores dei mismo] han sacado las concluswnes que se indican: Que no se puede tolerar por más tiempo el estado en que se encuentran las vías en el interior de los distintos Grupos Mineros de la Empresa, pues tal es su abandono, que cada día es más peligroso el transporte en todos los aspectos. El problema de los Areneros es uno de los que no parece tener �olución, no porque en sí no la tenga, sino porque nadie se ocupa de solucwnarlo y de seguir así este problema, no será tarde el d!a en que tengamos. que la­ mentar alguna desgracia irreparable, pues a nad1e se le oculta el pehgro que entraiía el ir con todo el cuerpo fuera de la cabina para echar la arena o, en otro caso ir corriendo delante de las máquinas realizando dicha labor. El est�do de las galerías es tan lamentable que en muchas ocasiones se ha tenido, bien que cortar las cabinas de las máquinas o supr.imirlas, ya que de otra forma no pasarían éstas por muchos tramos de la mma. Los cambios nunca están, por desgracia, en estado idóneo, pues si no s on las agujas, son los corazones, cuando no todo ello y como ahora no se . efectúa cambio de mulas en los mismos, entre vía y vía se dejan de espacws 21 AHP/AISS-Oviedo, Secretaría Particular, Informe sindical sobre seguridad e hi­ giene en el trabajo (s.f., posterior a 1 972).

324

Carmen Benito dei Pozo

unos ;einte centímetros, dando lugar a que cuando se juntan el cargado _ el vacw en cualq�Iera de �llos, hay que pasar por encima de los vagon coo el correspondiente pehgro que esto supone.

�

Así se po �rían enumerar mil cosas más, como es el estado dei material _ (vagonrs, mesillas, etcetera). Todos estos pro ?I �mas y otros análogos se han expuesto hasta la sacie­ dad en l os Subc�mlt�s de Se�uri �ad e Higiene, sin que hasta la fecha se . _ la mas mimma h aya temdo sausfaciÓn de verias resueltas, aunque fuera par­ _ cialmente 22•

En el sub_:;ect? r de construcciones metálicas tampoco el personal obrer? parecia d1sponer de plenas garantías de conservar su integri­ . dad flSlca durante el trabajo: Los que suscriben, vocales dei Jurado d e Empresa y enlaces sindicales de la empresa MONTAJES SAN JUAN, S . A. coo centro de trabajo en Avilés, astilleros OJEDA Y ANICETO, S. A., compareceu y como mejor proceda dicen: Que la �i:ada en:presa tiene contratado coo los astilleros mencionados la construccwn de diversos buques. Que �? r consiguiente e] trabajo de montaje que realizamos es de la co?struccwn de los mencionados buques, lo que nos obliga a realizar tra­ baJos en dobles fondos, �on ambientes viciados y muchas veces peligrosos, _ en alturas, trabaJOS en ambientes húmedos y tóxicos, etc., sin que trabaJos hasta ahora se h �yan tomado las me�idas de seguridad necesarias por parte _ era una clasificación adecuada que de­ de la empresa 01 efectuado tan siqm _ _ _ termme � todos los efectos las antenores circunstancias. _Qu� mcluso se !l�ga ai incumplimiento por parte de la empresa de sus obhgacwnes de facih �ar pre11das de trabajo y medios apropiados para la segundad de los trabajadores pese a que reiteradamente se viene insistiendo sobre e!lo 23•

Así pues, las medianas empresas del metal no desmerecían en absoluto ai l �d ? de la gran empresa pública hullera en cuestión de tentar a los sm1estros laborales.

2� AHP/AISS-Oviedo, Sindicato de! Combustible, Informe emitido tras la reunión _ d e dzcho personal en Mzeres el 30 de enero de 1 972. 23 AHP/AISS-Avil �s, caja 3319, Secretaría General, Informe enviado por los vocales aI d elegado provmCial de Trabajo el 4 de abril de 1 974.

La Jl.

previsión social ante la contingencia laboral y e! retzro obrero

325

EVOLUCIÓN Y COBERTURA DE LOS SEGUROS SOCIALES (1939-1963)

La obligatoriedad de los seguros sociales corresponde a una etapa d ei desarrollo de la previsión social que se inicia con anterioridad a 1 939, aunque su generalización se verifica en los aiíos cuarenta. Fi­ n alizada la guerra civil, se reorganiza el Instituto Nacional de Pre­ visión y durante la primera década del régimen surgen distintos seguros que configuran una red asistencial parcelaria que tiende a unificarse a partir de 1 948, La Ley de Bases de la Seguridad Social (que aunque promulgada en 1 963 no comienza a aplicarse hasta 1 967) responde ya a un modelo integrador, centralista y público del siste­ ma de previsión, que se consolida con la Ley General de la Seguri­ dad Social de 1 974 24• Las Mutualidades Laborales, como seguros obligatorios parale­ los, fueron una manifestación más de la política intervencionista dei Estado. La Ley de Reglamentaciones de Trabajo de 1 942 es su más inmediato antecedente, pues en ella se preveía la posibilidad de crear entidades mutualistas para cada ámbito profesional, con el fin de desarrollar regímenes de previsión social sostenidos financieramente sobre la base de unas cuotas calculadas en función del salario de los trabajadores. En consecuencia, se produjo la proliferación de Cajas o Montepíos que no se unifican parcialmente hasta 1 946 en que se

24 El primer seguro obligatorio implantado en Espana fue el de Retiro Obrero (marzo de 1919). Antes de 1 936 lo eran también el Subsidio de Maternidad (creado en 1929 aunque no entró en vigor hasta 1931) y el de Accidentes de Trabajo (1 933). En mayo de 1936 el Gobierno republicano ya tenía elaborado un proyecto de segu­ ridad social unitario que comprendía Vejez, Invalidez, Muerte, Supervivencia, Enfer­ medad, Maternidad y Asignación Familiar, proyecto que no fue recogido por el ré­ gimen franquista. La reorganización dei INP efectuada en 1938 conllevó la inclusión en el Consejo de dicho organismo de representantes de FET-JONS y Sindicatos. Los estudios sobre previsión social en Espana vinculados a la historia social son casi inexistentes aunque disponemos de una reciente y valiosa aportación ai tema. Nos referimos a la trilogía editada por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social en 1 988, integrada por los siguientes títulos, a cargo de distintos autores : Feliciano Montem García, Orígenes y antecedentes de la previsión soczal; Josefina Cuesta Bus­ tillo, Hacia los seguros sociales obligatorios. La crisis de la Restauración; y Mercedes Samaniego Boneu, La unificación de los seguros sociales a debate. La Segunda Repú­ blica. Una obra ya clásica para la cuestión de la Seguridad Social es la de Alberto Rull Sabater, La Seguridad Social en Espana, 2 vols., Madrid, 1 971 .

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crea el Servicio de Mutualidades (después denominado Servicio de Mutualismo Laboral). El Decreto de 1 O de agosto de 1 954 sentó las bases del sistema mutualista, integrándose posteriormente en la Se­ guridad Social como una entidad gestora más, desarrollando las mis­ mas funciones que hasta entonces venía ejerciendo, a saber: presta­ ciones por jubilación, muerte y supervivencia; asistencia sanitaria en caso de accidente de trabajo o enfermedad profesional; incapacidad laboral transitaria e invalidez provisional derivada de lo anterior e invalidez permanente por cualquier causa 2 5 . El Instituto Nacional d e Previsión, también como entidad ges­ tora de la Seguridad Social, tendrá a su cargo las prestaciones restantes, es decir: asistencia sanitaria por accidente no laboral, en­ fermedad común y maternidad; incapacidad laboral transitaria e in­ validez provisional derivadas de lo anterior; desempleo ; protección familiar; asistencia social y otras. Hasta 1 956 la participación del Estado en la financiación de los seguros sociales se realizá a través de subvenciones fijas, cuyo valor real se fue deteriorando con la inflación ; en dicho ano se asigna ai Estado una participación porcentual equivalente al 69,3% de los se­ guros gestionados por e! INP (lo que venía a representar un escaso 16% dei total de ingresos de la Seguridad Social) 26• El sistema de la Seguridad Social creado en 1 963, estará integrado por un Régimen General, que protege a los trabajadores de la industria y servicios (con algunas excepciones) y los Regímenes Es­ peciales, que afectan a las actividades profesionales que por su na­ turaleza, condiciones de tiempo y lugar, etc., exigían un sistema de previsión peculiar. Los mineros del carbón se incluyen en e! Régi­ men Especial de la Minería. En las páginas siguientes se analizará el nível de prestaciones de los seguros de previsión laboral tales como enfermedad, jubilación, defunción, subsidio familiar, desempleo, accidentes de trabajo y en25 El análisis de! mutualismo laboral queda fuera de! objeto de nuestro estudio. No obstante, por e! interés que puede suscitar la Caja de Subsídios y Jubilaciones de la Minería Asturiana (integrada en e! régimen de mutualidades franquista en 1 944) remitimos a las páginas que a la misma !e dedica García Pineiro en su tesis doctoral (ob. cit., pp. 121-125). Una referencia más sucinta en J. A. Sacaluga, ob. cit., pp. 29-3 1 . D e ambos textos s e deduce l a insuficiencia de las prestaciones otorgadas por la Caja en los anos 40/50. 26 Cf Joaquim Verges, La Seguridad Social espaiiola y sus cuentas, Barcelona, 1 976, pp. 44-45.

La pre7-•isión social ante la contingencia laboral y e! retiro obrero

327

fermedades profesionales, hasta su unificación en los aiíos sesenta y posterior evolución, con e! objeto de evaluar el grado de cobertura r�al que dichos seguros proporcionaban al trabajador y sus benefi­ . CJanos. Il. l .

El Seguro de Enfermedad

Se creó por Ley el 1 2 de diciembre de 1 942 y su Reglamento data de noviembre de 1 943. En e! campo de aplicación de este seguro estaban comprendidos obligatoriamente los trabajadores por cuenta ajena, mayores de 1 4 anos, fijos o eventuales, cuyos ingresos no excedieran de 9 000 pesetas anuales, computándose exclusivamente la retribución fijada en las tablas salariales de las Reglamentaciones. E! concepto de salario a efectos de fijación de cuotas y subsídios de seguros sociales había sido establecido en marzo de 1 942, exclu­ yendo del mismo las gratificaciones anuales, pluses por carestía de vida y demás percepciones de carácter excepcional o circunstancial 2 7. Las prestaciones comprendían : Asistencia médico-farmacéutica, que en principio se limitaba a 26 semanas para los asegurados y 13 para los familiares, y hospitaliza­ ción (máximo de 12 y 6 semanas anuales respectivamente, aunque prorrogables). Estos plazos se fueron ampliando paulatinamente has­ ta quedar establecidos, de manera general, en 39 semanas para los asegurados y 26 para los beneficiarias a comienzos de los aiíos se­ senta. Gastos de sepelio en caso de fallecimiento dei asegurado : indem­ nización equivalente a la retribución de 20 días de trabajo (según última cotización). Ayuda económica compensatoria de la pérdida de retribución debida a enfermedad, consistente en e! 50% dei jornal. Este subsidio salarial se obtenía siempre que e! trabajador afectado demostrase una permanencia de más de 1 80 días en e! régimen dei seguro, recibiese asistencia sanitaria dei mismo, estuviese imposibilitado para el tra­ bajo, la enfermedad tuviese una duración mínima de siete días y no hubiera sido provocada ni mantenida intencionadamente. E! abono se realizaba a partir dei quinto día de enfermedad, hasta un máximo 27

Orden 7 de marzo de 1 942.

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de seis semanas. Para el asegurado que fuese hospitalizado y no tuviese familiar a su cargo, el subsidio se reducía al 1 0 % dei salario. Comenzado a percibir ei subsidio de Vejez e Invalidez, el dere­ cho a las prestacíones sanitarias dei Seguro de Enfermedad sólo se prolongaba durante un aií.o, transcurrido el cual el trabajador jubi­ lado que permaneciese acogido a él abonaría la totalidad de la prima correspondiente. Los recursos para atender el Seguro de Enfermedad procedían de una aportación fija dei Estado y de las primas satisfechas, a partes iguales, por empresarios y trabajadores. Los salarios de cotización eran los siguientes : jornal (en pta)

Salario base (en pta)

O a 6 6,01 -9 9,0 1 - 1 2 12,0 1 - 1 5 1 5,01 -20 20,01 -25 25,01 -30 más de 30

6 9 12 15 20 25 30 30

La implantación dei régimen asistencial dei Seguro de Enferme­ dad no fue efectiva hasta septiembre de 1 944.

11.2. El Seguro de Vejez e Invalidez

El Seguro de Vejez se creó el 1 . o de septiembre de 1 939 y ei de Invalidez el 18 de abril de 1 947. Tenían derecho a la percepción del Subsidio de Vejez los traba­ jadores que hubieran cumplicio 65 aií.os, o los mayores de 60 si padecían incapacidad permanente y total para su profesión no deri­ vada de accidente de trabajo o enfermedad profesional indemniza­ bles. Para ello era necesario haber cotizado durante cuatro aií.os y no realizar trabajo alguno por cuenta ajena ni lucrativo por cuenta

La previsión social ante la contingencia laboral y e! retiro obrero

329

propia. El Subsidio de Vejez consistió inicialmente en 90 pesetas mensuales 2 8 • Se �n el Reglamento de! Seguro de Vejez, era obligatoria la ._ ? afthacwn de todos los trabajadores por cuenta ajena, de edad com­ prendida entre 14 y 65 aií.os (la edad máxima fue rebajándose hasta quedar establecida en 60 aií.os en 1 945), cuya retribución anual no excediera de 9 000 pesetas (el límite se fijó en 1 8 000 en diciembre de 1 948). Para atender al régimen de subsidio de vejez e invalidez se abonaba una cuota, exclusivamente a cargo del patrón, equivalente al 3% de las retribuciones de los trabajadores afiliados. Los montepíos que estaban exceptuados dei régimen dei anterior Re�iro Obrero, para mantenerse fuera del Seguro Obligatorio de VeJeZ debían otorgar a sus afiliados los mismos benefícios, como mínimo, que el subsidio de Vejez. Éste era incompatible con el co­ bro de pensíón procedente de cualquiera de estos montepíos 29• En 1947 se implanta el Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez (SOVI), en el que queda integrado el anterior, y la Caja Nacional, que sustituye al denominado Servicio Nacional de Vejez (ambos de­ pendientes del INP) . �� derecho al subsídio de invalidez requería que el trabajador tuvtera más de 50 aií.os y padeciese incapacidad permanente y abso­ luta para su trabajo, no imputable a enfermedad profesional ni accídente de trabajo, siempre que ello le imposibilítara el ganar la �erce�a parte de su salario normal. En algunos casos (mutilación o mvahdez muy notoria) la edad se rebajaba hasta los 30 aií.os. Asi­ mismo, se requería estar afiliado ai régimen dei Seguro de Vejez, como mínimo, cinco aií.os antes de haberse declarado la invalidez. La pensión de invalidez se fijó en 1 080 pesetas anuales, satisfe­ chas mensualmente con cargo a los fondos de la Caja Nacional. Su percepción era incompatible con un jornal igual o superior a la ter­ cera parte dei subsidio y con pensiones de invalidez, jubilación o retiro procedentes de montepíos exceptuados dei SOVI 30• En 1 955 se eievó la cuantía del subsidio a 400 pesetas mensuales (250 pesetas si se era perceptor de otra pensión de mutualídad o 28

de

Ley 1 ." de septiembre de 1 939 (implanta seguro de vejez); Orden 6 de octubre

�;39 (normas sobre el mismo) y Orden 2 de febrero de 1 940 (Reglamento).

Orden 26 de abril de 1 940 y 31 de enero de 1 94 1 . Decreto 1 8 d e abril de 1 947 (implanta e l SOVI), Orden 1 8 d e junio d e 1947 (normas sobre su aplicación). 30

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montepío); a los que ya venían cobrando el SOVI, se les abonaría 300 y 250 pesetas mensuales respectivamente. Por otra parte, se concedió una prestación a las viudas de los trabajadores asegurados, siempre y cuando fueran mayores de 65 anos o incapacitadas para el trabajo, no tuvieran derecho por sí mismas al SOVI, hubieran contraído ma­ trimonio 1 0 anos antes dei fallecimiento dei pensionista y convivie­ ran con éste. La cuantía de la pensión de viudedad era dei 50% dei importe dei subsidio dei fallecido, compatible con la otorgada por el Subsidio Familiar 3 1 • El mismo Decreto-Ley que ampliaba las prestaciones, elevó la cuota de cotización al 6% dei salario, correspondiendo al empresario las cinco sextas partes de la misma y el resto al trabajador. Las pensiones de vejez, invalidez y viudedad del SO V l eran incompatibles entre sí. . En 1959 se unifican los seguros de Enfermedad, SOVI, Materntdad y Familiar. La aplicación de los mismos afectaba a trabajadores por cuenta ajena con rentas inferiores a 40 000 pesetas anuales. La cuota única, establecida en el 1 6 % dei salario (correspondiendo a la empresa el abono dei 12% y a los trabajadores el 4% restante) se distribuía como sigue : Para el SOVI, el 4% (3% a cargo de la empresa). Para el Seguro de Enfermedad, el 7% (5% a cargo de la empresa). Para el Subsidio Familiar, el 5% (4% a cargo de la empresa). Conjuntamente se ingresaba la Cuota Sindical (equivalente al 1 ,8%) y la de Formación Profesional (1 ,2% ). Las cotizaciones dei mutualismo se mantenían al mismo nível. A las empresas o entidades que defraudaran o infringieran la normativa sobre seguros sociales obligatorios se les imponía un re­ cargo dei 20% en caso de demora en el ingreso de las cuotas (antes era dei 1 O%), multas por retención (de 1 O a 250 pesetas, según el tiempo, por cada trabajador) y multa por fraude (no especificando cuantía) 32 • En 1964 se mejoraron las prestaciones dei SOVI y pensiones de las mutualidades, fijándose con carácter homogéneo los siguientes niveles mínimos : 31

32

Decreto-Ley 2 de septiembre de 1 955 (en vigor desde el l ." de enero de 1 956). El Decreto de unificación data de 4 de junio de 1959.

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33 1

500 pesetas mensuales para subsídios de jubilación, vejez e inva­ lidez. 250 pesetas mensuales para subsídios de viudedad. 200 pesetas mensuales para cada beneficiaria de subsidio de orfan­ dad. A los beneficiarias dei SOVI se les garantizaban dos mensualida­ des extraordinarias. Las pensiones de vejez e invalidez concedidas por el Mutualismo Laboral se incrementaban desde el 1 00% las mínimas (250 pta/mes) al 8% las máximas (1 500-2 000 mensuales). Si se percibían varias pensiones de distintas mutualidades, sólo una se vería afectada por este aumento 3 3 . El SOVI se extinguió el 3 1 de diciembre de 1 966 al entrar en vigor el nuevo sistema de Seguridad Social, aunque siguieron regulándose l �s situaciones derivadas dei mismo. En 1 974 se declaró la incompa­ .. t�bthdad �ntre las pensiones dei SOVI y las concedidas por la Segu­ ndad SoCial, pudiendo el beneficiaria optar por una de las dos 34• ru.

El Subsidio Familiar

Creado en 1 938, el régimen de Subsídios Familiares afectaba a todos los trabajadores a los que se extienden los seguros anteriormente citados 35. El derecho al subsidio se concedía por los hijos legítimos, natu­ rales reconocidos de la cónyuge y adoptivos, así como por los nietos y hermanos que no tuviesen por otro motivo derecho al subsidio familiar, cuyos padres hubieran fallecido o estuvieran incapacitados. �o? os ellos habrían de ser menores de 14 anos o sufrir invalidez, y vtvtr a cargo y en el domicilio dei subsidiaria, salvo casos justificados. 33

Orden 15 de julio de 1 964. Decreto 6 de julio de 1 967; Orden 1 1 de febrero de 1971 ; Resolución 4 de octubre de 1 974. 35 Ley 1 8 de julio de 1 938 y Reglamento de 20 de octubre dei mismo ano. Los datos de 1 943 proceden del libro de Manuel Maestro, Los seguros sociales en Espaiía, INP, 1 944 (todo un panegírico a la labor de previsión social desarrollada durante los primeros anos dei franquismo; constituye un interesante documento propagandístico, muy cuidado desde e! punto de vista formal). 34

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ron a viud as y huérfanos Los ben efíc ios dei Sub sidio se extendie en 1939 . ir dei segundo beneficiaria El sub sidio familiar se abo nab a a part laba en 1 943 entre 40 pesetas a razón de una cuota mensual que osci rias y 4 500 si el número de mensuales para el caso de dos beneficia en 1 080 pesetas mensuales éstos ascendía a doce, incrementándose doc e. Tras la revisión de la por cada beneficiaria que exce dies e de en 60 y 4 500 pesetas/mes escala en 1955 , dichas cantidades se fijaron sísimo en atención al ritmo respectivamente (el incremento fue esca ílias numerosas tenían un de crecimiento del cost e de vida ). Las fam . aumento del 1 O ó 20% , según categoría ientes ayudas económicas: sigu las gaba otor ro segu Además, este ido hub iera pertenecido al Sub sidio de Viud edad , cuan do el mar o pens ión. La cantidad una Sub sidio , siem pre que carecieran de fort es para la viud a sín sual men tas fluctuaba en 1 955 entre las 40 pese tas para viuda con pese 500 las y bene ficia rias (25 pesetas en 1 94 3) , aumentándose 200 pesetas ocho beneficiarias ( 1 1 5 pese tas en 1 943) . por cada beneficiaria que exce diese de ocho s menores de 1 4 anos o fano huér los para Sub sídio de Orfandad, a la anterior. inca paci tado s, de cuantía y esca la similar la entrega de 3 000 pe­ en te isten cons dad, Sub sidio de Nup ciali io, siempre que sus ingre­ setas al trabajador que contraía matrimon 000 pesetas anuales (cifras sos líquidos no fueran superiores a 24 vigen tes desde 1 955 ). a razón del número de Prem io anual de Nat alida d, según escala, en 1 943 la cuantía era : s hijo s h abid os y del número de hijo s vivo ero de hijo s a nível núm de 5 000 pese tas para el matrimonio con más l. incia naci onal , y de 1 000 pesetas a nível prov las esposas de los trabajaSubsidio de Maternidad, conc edid o a pertenecer al Seguro de ieran dores que , por sus íngresos, no pud este últim o. Enfermed ad. Era análogo al prestado por IIA.

El Seguro de Desempleo

En 1 939 se organizaron las Juntas Provinciales de Paro y en la dé­ cada siguiente se dictan disposiciones a favor de los obreros sin tra­ bajo (benefícios en el pago de alquileres, luz, agua, etc.) que deseOl� bocan en la reconstitución de los servicios de colocación obrera en

333

1953 � en la reaparición dei seg ro de paro tecnológico un ano

� . �espues ,. en 1958 _se crea la Dirección General de Desempleo. Pero

asta 1 961 no se Implanta el Seguro de Desempleo, que constituye

_ , _ o de los seguros soCiales �l ulu obligatorios establecidos durante e1 �

ranqms� o. El subsidio de paro se concede a quienes pierden su _ ocupac1 �n por cuenta ajena, no siendo extensible a quienes cesan voluntanamente o por despido imputable a ellos El S eguro afecta a . en el régimen de Seguros Sociales Unifi· d ores mclmdos 1os tra bap cados, con algunas excepciones. �as prestacion';; pueden p� rcibirse por paro total 0 parcial, y con� I� ten en e1 75 Yo dei salano de cotización, de las asignaciones f�mihares y de las dos pagas anuales extraordinarias. El subsidio tiene una duraci�� m�xima de seis meses, aunque se pierde ei dere­ c o a s � percepcwn s ' se rehúsa una oferta de trabajo adecuada por . . o t n�wn de ocupac1ón retribui da, por negativa a Ia readapt�ción pro eswnaI Y yor tene: 6 � a?os y disfrutar dei Seguro de Vejez 0 de Ias � res �acwnes de JUbilaciÓn dei Mutualismo Laboral 36. El amb! to de ap cación de este Seguro fue muy restringido, pues en 1 968 solo e! 47 Yo de los parados estimados lo percibían' y en 1970 e! 55,7% . ·

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II.S. El Seguro de A cciden tes de Trabajo

El Seguro obligato�io de Accidentes de Trabajo se creó en 1 932 su Reglamento, aphcable a la industria, fue aprobado en enero �933. Hasta 195 � no su �ge una ley reguladora dei Seguro de Accientes de Tra� aJO pr?plamente franquista, de modo que en anos _ ant�nores se vmo aplicando la legislación republicana con algunas vanan�es. En 1956 se refunde la Ley de 1955 y el Texto de 1 932 ' aprobandose un nu �vo Reglamento para este seguro 37. El seguro de acc1dentes comprendía a todos los trabajadores por

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16 El Seguro de Desempleo se rige por la Ley 22 de julio de 1 96 1 , el Decreto 6 sepnembre y la Orden 14 de novtembre dei mismo aiio. Sobre e! mismo véase José Cabal!ero, «Ciase obrera y relaciones de trabajo», en La Espana de l�s aiíos O, vol. I, Madnd, 1 972, pp. 61 8-620. �7 Ley 8 de octubre de 1 932; Reglamento 31 de enero de 1933 · Decreto 24 d �ovtembre de 1945 (concede subsidio familiar a los accidentados) ; Le; 2 de dicíembr: e 1 955 y Decreto 22 de JUntO de 1 956. e

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a�os �ri;o . . Los acciden;unc cuenta ajena en virtud de contr�to ora� o esmrur nace fa y gica � n_ tenían derecho a recibir asistenCia médico-qció de las lesw si nes, � cura y to mien trata de � do perío . durante el ómiCas. La readaptacwn como las prótesis en caso de pérdidas anat a cargo del s�guro. . funcional del accidentado también corría guían cuatr� tipos d� u�ca­ A efectos de indemnización, se distin aCIÓn econom1ca: prest la a pacidades, en función de las cuales se fijab lncapacidad temporal: 7 5 % del salario durante 1 8 meses como máximo. Incapacidad permanente parci al: 35% del sal�o.rio. Incapacidad permanente total: 55% del salan . Incapacidad permanente absoluta: 1 00% del salano.

335

Estas rentas eran vitalícias mientras no se perdiese la cualidad por la que se concedió. En �1 salario base de indemnización no se computaban el plus de di. �tanCia, carestía de vida, desgaste de herramientas, prendas de tra­ baJo, plus y subsidio familiar ni las primas establecidas en favor de los mineras de la hulla (esta última excepción se derogó en marzo de 1 963 ). Se aseguraba un subsidio mínimo de 1 50 pesetas mensuales y un máximo de 7 500. El coste íntegro del Seguro de Accidentes recaía sobre las em­ pres �� · Los sist�� as de tipo mutualista satisfacían sus primas en funcwn de los sm1estros ocurridos, repartiendo equitativamente los costes entre todos los afiliados a la Mutualidad. En 1 962 se revisaron las pensiones mínimas, elevándose a la cuan­ tía mensual siguiente:

Los afectados por incapacidad total y absolu�� percibían la parte proporcional del subsidi� famili� r mientras los hiJOS .fuesen meno�es de 1 4 anos. Cuando el mcapaCitado absoluto neces1tase de la aSIS­ tencia de una persona se le declaraba «gran inválid? " y pasaba a percibir una pensión equivalente al 1 50% de su sal�no. Las lesiones que no llegasen a constituir incapaCidad permanente se indemnizaban con una sola prestación de 1 750 a 25 ? OO � esetas. Las pensiones de incapacidad permanente y gran mva�1dez se incrementaban un 50% si el accidente o enfermedad profeswnal se producían a consecuencia de no haber adoR t�do la empresa las pre­ cauciones reglamentarias de seguridad e h1?1ene en los centros de . trabajo. Se consideraba especialmente mclm�o en. este supue� to el hecho de que el afectado de silicosis no hub1era s1do reconoCido al entrar a trabajar en ambiente pulvígeno. Este recar? o, a costa del patrono, tenía la consideración de s.ar: ci?n para el � 1smo. Las indemnizaciones a los benefiCianos del trabaJador por muer­ te de éste en accidente de trabajo, eran las siguientes: Por gastos de sepelio, dos mensualidades del salario (como mínimo 1 000 pesetas). Viuda: sin hijos, el 50% del salario; con hijos menores, un 1.0 o;. más por cada uno de ellos hasta un máximo del 1 00% del salano. Descendientes: por un hijo menor o incapacitado, el 60% del salario; dos o más hijos, el 60% por uno de ellos y el 1 0 %. por cada uno de los restantes, hasta un máximo del 1 00% del salano. Ascendientes: 40% del salario si eran dos y 30% si era uno. °

Por incapacidad permanente total, SOO pesetas. Por incapacidad permanente absoluta, 1 000 pesetas. Grandes inválidos, 1 500 pesetas. Viudas: 500 pesetas, más 1 00 por cada hijo. Descendientes, igual cuantía que viudedad . Ascendientes: 750 pesetas para dos personas y SOO para una sola. E1_1 .estas cantidades se incluyen las pensiones que percibían los . por el SOVI y el complemento establecido en 1 959 para ?enefici.anos mcapaCitados absolutos por accidente y silicóticos de segundo grado (entre 200 y 600 pesetas al mes, según fecha de la incapacidad) 38. �n 1 968 se revalorizan de nuevo las pensiones del Seguro de Acc1dentes y Enfermedades Profesionales, excepto las de incapaci­ dad permanente parcial, experimentando un crecimiento de, al me­ nos, e1 doble respecto a las cantidades mínimas fijadas seis anos atrás : Por incapacidad permanente total, 1 000 pesetas. Por incapacidad permanente absoluta, 3 000 pesetas. Grandes inválidos, 4 SOO pesetas. Viudas: 1 000 pesetas, más 400 por cada hijo. Descendientes, igual cuantía que viudedad. Un descendiente solo, 1 400 pesetas. 38

Decreto 29 de enero de 1 959; Orden 6 de septiembre de 1 962.

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336

. .. 2 000 pesetas para dos personas y 1 000 para una Ascen d tentes sola 39. El Seguro de Enfermedades Profesionales

II.6.

. E P �tme� S eguro obligatorio de Enfermedades Profesionales fue el . se habían aprobado ias ed1 S 1 ltcosts, creado en 1 94 1 El aõo anterior . Bases para la lucha contra la silicost � y eI S egur? d � Silicosis fue : , de la neu. d precedido de �nas normas prevencwn e m � . . osis no fue moconiosis-sthcosts. ParadoJICamente, el Segu , de obligatorio en la minería dei carbón (sect? r qu e mayor numero . , afec a t b ) h 1 944 lo que evtdencla e! caracter I? ropaa rea de s guros sociales ad� uirió a comlenzos o gan .s ues la cobertura real de los mlsmos era entonces del fr t en lo concerniente a las prestaciones econ mica� muy ' como ' en este caso, ai colectivo de trabajadores afectados. Solo asl . Ia l. mplantación de un seguro de enfermed ad que, en pr'Ins � �xphc � . . . , a 1o s dos tercios de los potenCialmente Ctplo, deJO, sm proteccwn 40 afecta d os . Las indemnizaciones conced'd I as por e 1 S e guro de Silicosts en 1 942 eran las siguientes: ·

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p 'odo de observación (incapacidad transitaria) : 75% d � salario. Si osis de prime r grado (incapacidad I?ermanente par �a ) : tras­ u t m atible dentro de la mtsma empresa. 1 esta no i o í u r trabajo adecuado, ba! : dei trabajador con el . 50% de! salario y pnondad en la recol�:>eacwn. Silicosis de segundo grado (i� capaCidad permanente total) .. pensión vitalícia de! 37,5% de! salano. Silicosis de tercer grado (in� apacidad permanente ab so 1 uta ) : pen­ sión vitalícia de! 50% del salano.

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Eu 1 946 se redacta un nuevo R egI amemo que amplía las presta39 Decreto 28 de octubre de 1968.

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Orden 22 de juli o de 1 940 ( B ases) 0rd en 7 d d e 1 941 (normas); ; . . d eI Seguro en D ecreto. .6 de septtem b re d e 1 941 �, ;r�:: 1 4 de novi embre de creacwn . · � dei .Seguro de Silicosts. en O rden 1 942 (Reglamento); la ampltacwn Y m�d.''fteano 26 de enero de 1944 y Decreto 23 de dtctembre eI mJsmo ano.

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ciones anteriores y garantiza su revisión periódica cad a cinco aõo s: al silicótico de prim er grado se le con ced e un plus de enferm edad, y los subsídios por silicosis de seg und o y tercer grado se elev an al 55 y 75% de! salario respectivam ente. La concurrencia de silicosis con tuberculosis se indemniza com o silicosis de tercer grado. En enero de 1 94 7 se crea el Seg uro de Enfermedades Profesio­ nales, que integra al de Sili cos is. El Preâmbulo que precede a las disp osic ion es lega les del mis mo tiene un carácter just ifica tivo : En la imposibilidad material de abordarlo inicialmente en toda su extensión, por la falta de estudios y experie ncias previas que nunca se habían realizado en nuestro país, se hizo preciso al legislador llegar a su implant ación por un sistema de sucesivas etapas, en las que se tuvo en cuenta, como única causa de prelación, la importancia y trascendencia social de cad a una de las enfermedades conocidas 4 1 •

No obstante este rec ono cim ient o oficial del retraso en la creación del Seguro obligatorio de Enf ermedades Profesi ona les, todavía su implantación se retrasaría más de dos anos, pues hasta juli o de 1 949 no se aprobó el Reglamento de! Seguro, aplicable a los trabajad ores de industrias o empresas que pud ieran dar origen, por la activida d des arrollada, a las enferm eda des de silicosis y nistagmus 42• En silic osis , la función sanitaria se dirigía a denunciar la pre sen cia de cualquier síntoma de la enf erm eda d para evit ar en lo pos ible su agravamiento o reconocer una incapacidad que imp idie se al trab aja­ dor un rendimiento laboral nor mal . Por ello se exigía un reco noci­ miento méd ico previo a los trab ajadores que ingresaban en la em­ presa, la rev isió n periódica dur ant e la per man enc ia en la mis ma y al causar baja. Los afectados de silicosis tendrían der ech o a las retri­ buciones siguientes : Período de diagnóstico (ha sta un máx imo de tres mes es): 75% del salario. Pr-imer grado de silic osis : traslado a pue sto exento de riesgo man­ teniendo e! promedio de su sala rio, o bien a! 50% del mismo si no 41 Preâmbu lo dei Dec reto 1 0 de enero de 1 947 por e! que se crea e! Seguro Enfermedades Profesiona de les. 42 La Ord en 19 de julio de 1 949 aprobó e1 Reg lam ento dei Seguro de Enferm dades Profesionales, e­ derogando e! de Silicosis de 1 946 .

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era posible ei traslado y causaba baja. Esta última se abonaba du­ rante 1 8 meses como máximo. Silicosis de segundo grado: 55% dei salario . Silicosis de tercer grado y silicotuberculosis: 100% dei salario. Las indemnizaciones en caso de fallecimiento eran las mismas que las concedidas por el Seguro de Accidentes de Trabajo. En nistagmus la vigilancia sanitaria era similar, la incapacidad temporal (máximo de un aiío y revisable mensualmente) tenía un subsidio dei 75 % dei salario; ei período transitorio o de recupera­ ción (un aiío como máximo), ei promedio del salario habitual; la incapacidad permanente de primer grado, 35 % del salario y la de segundo grado, el 55%. El régimen de este Seguro era costeado íntegramente por las em­ presas y se efectuaba en forma de mutualidad, satisfaciéndose las cuotas por reparto de los costes en cada rama dei seguro entre los empresarios de la misma. En 1961 se fusionan el Seguro de Accidentes de Trabajo y ei de Enfermedades Profesionales, organizándose el denominado Fondo Compensador dei Seguro de Accidentes y Enfermedades Profesiona­ les. En el Reglamento de Enfermedades Profesionales aprobado en 1962, la cuantía de las pensiones asignadas no se modificó, aunque sí algunas condiciones para ei caso de silicosis, a saber: ampliación dei período de observación hasta seis meses; mantenimiento del lOO% dei salario promedio de los últimos 12 meses durante diez aiíos a los mineros destajistas con silicosis de primer grado; e! personal trasladado de puesto por silicosis seguiría cotizando por la misma base asignada a su anterior categoría profesional si el puesto asigna­ do tuviera inferior tarifa; y en caso de expediente de crisis, los sili­ cóticos de primer grado tendrían preferencia absoluta para perma­ necer en la empresa 43• En abril de 1964 se reforma e! Reglamento: la n ueva normativa establece taxativamente los casos en que habrá de entenderse obli­ gada la remoción de los silicóticos de primer grado y garantiza al trabajador afectado una percepción mínima equivalente al 75% de los haberes globales por conceptos directamente ligados a la produc­ ción y, en cualquier caso, ai salario base dei puesto anterior se acu43 Reglamento de 9 de mayo de 1 962.

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mularían los aumentos periódicos por aiíos de servicio y Ia totalidad de los restantes conceptos retributivos asignados al nuevo puesto. El compl �mento q�e se concediese para alcanzar ese 75% dejaría de _ Se reconoce, asimismo, ei derecho de los perCibtrse � los cmco anos. obre�os . a mstar la �orrespo_ndiente reclamación ante la Deiegación de Tr�baJo por dtsco�formidad con ei puesto asignado Provmctal por no ser aten_dtda_ su advertencta de posible incompatibilidad física para tareas de mtenor Se pretendía con eilo paliar la resistencia obrera ai reconocimien­ to de los sínto;nas d � silic�sis,_ explicable por las repercusiones la­ borales. qu: trata constgo: dtsmmución de los ingresos; reducción de las cotizacwne � a los seguros sociales y, en consecuencia de las f�t_uras prestacwnes a recibir en concepto de derechos pa�ivos·: y dtftculta�es de enc �ntrar t_rabajo en caso de causar baja en la empr sa. Las circunstanCias denvadas de la reestructuración dei sector mi­ nero Y de �a. apl! �ación de la Ordenanza de 1964 indujeron, de nue­ vo, la modtftcacwn de algunos artículos dei mencionado Reglamento de .�n�ermeda?es P �ofesionales en 1 966, referidos a las revisiones penodtcas obltgat� nas. dei personal silicótico y sus condiciones de tras�ado : puestos sm nesgo pulvígeno, enfermedades intercurrentes, r�tnbuc�o_? dei nue�o p _uesto, m�ntenimiento dei período de vaca­ ct �nes est� �uera mfenor, s�lano de cotización y composición dei Tnbunal Med_tco en recl �mact.�nes por silicosis. En general, se pre­ t�nde una meJora de la sttuacwn laboral y retributiva de los silicó­ tlcos acorde con los derechos reconocidos en la Ordenanza hullera 45� En 1970 los mineros de HUNOSA que, en cumplimiento de I Orde� de 1966, fueron t�asladados al exterior por padecer silicosis de f?nmer grado, denunctaban la congelación de la percepción ga­ rant�zada . dei 75% dei s�lario �egulador; el hecho de que en caso de s �!nr acc�dente de_ trabaJo, la mcapacidad se les retribuyese en fun­ cwn de ?tc�o salano ; y que en puestos de exterior no se les respetase su antenor JOrnada de siete horas 46• 0

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44 0rden 8 de abril de 1 964 . Le prece dió la más tímida reforma introducida por a 0 rden 14 de mayo de 1 963. 45 Orden 29 de septiembre de 1 966. AHP/AISS-EI Entrego, caja 5 1 57, Secret aria General, Acta de Junta s de 30 de nov1 em bre de 1 970.

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III.

AL ( 1 963- 19 75 ) EL SISTEMA DE LA SEGU RIDA D SOCI

idad Socia l, cul­ En 1 963, con la norm alizac ión dei sistem a d e Segur les. En adela nte socia os segur los mina el proceso de unific ación de ciado a tra­ finan co, públi ncial se irá conso lidan do un régimen asiste decir , dei es es, jador traba y s vés de las cotiz acion es de empr esario diferi do) o salari ( l esaria empr ta o cu coste dei factor traba jo, pues la cia­ finan dicha en o Estad dei n ipació se carga sobre éste. La partic ha que lo nuir, dismi a ó tendi 969), 1 en ción, con ser escasa (un 5% sión a de previ llevado a calificar de socialmente regre sivo el sistem implantado en 1 966 47. lado al de El Régim en de Segur idad Socia l, estrec hame nte vincu de finan ciació n, los salarios por cuant o éstos const ituye n su fuente ras intro du­ se vio seriam ente afecta do por las refor mas libera lizado nte, el sis­ ivame cicias a finale s de la décad a de los cincu enta. Efect enios Conv de ley tema retributivo instau rado en 1 958, tanto por la una tuvo arias, volum Colectivos como por el decreto sobre mejo ras las se alizar gener al l repercusión negat iva sobre la Segur idad Socia para ción cotiza de e mejoras salariales exentas total o parcia lment nució n de las seguros social es, lo que generó una cuant iosa dismi os de cotiza­ salari unos a ales prestaciones econó micas , propo rcion e! Decreto ello, Por . reales es ción muy inferiores a las retrib ucion cción ne­ corre la ticar «prac dad finali de 1 963 decla raba tener como dei régi­ s cione presta las vas efecti sean cesari a [ . . . ] si se quier e que men de seguri dad social» 48• cotiza ción Para facilit ar la trans ición desde las vigen tes bases de Estado aportase a las establ ecidas por el Decre to, se preveía que el ran adap­ la cantidad neces aria para que empresas y trabajadores pudie sistema, con­ tar a lo largo de un ano la estructura salarial al nuevo ificab a el simpl sisten te en la fijació n de una tarifa de cotiza ción que anterior cómpu to salaria l. incrementaLas bases mínim as de cotiza ción (véase cuadro 49), os y de las festiv y das en e! impo rte de los salarios de domingos y « 1 8 de idad» <