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Una exploración inicial sobre la naturaleza de la administración y de la teoría administrativa
Una exploración inicial sobre la naturaleza de la administración y de la teoría administrativa Mario Gabriel Gómez Urquiza Profesor de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Contaduría y Administración, UNAM
1. A manera de introducción Toda formación profesional implica, muy frecuentemente, una deformación profesional. Esa deformación nos lleva a ver el mundo de una manera especial y, lo que es más grave, a no ver determinados aspectos del mundo. Los licenciados en administración no nos escapamos de esa situación que reconozco en mí y en muchos de mis colegas. No fue sino hasta que traté de profundizar en el conocimiento de la administración, que tomé conciencia de este problema que compromete, en primer lugar, la visión que tengo de mi propia disciplina. Esa conciencia me permite abordar esta disciplina de mi elección con otros ojos; voluntariamente más ignorantes, pero a la vez más perceptivos. Las reflexiones que a continuación siguen son resultado de esa visión. Dada la naturaleza de estas ideas y para dar un tono personal al escrito, el documento está redactado en primera persona. Trato de partir del principio, sin nociones preconcebidas; sin más equipaje que un diccionario, una mediada experiencia de vida, un gusto por la lectura, una modesta capacidad de raciocinio y una limitada capacidad de percepción. Intentaré definir los términos clave en la medida que vayan apareciendo. Debe entenderse que las definiciones son ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○
solamente puntos de partida de la exploración. No pretendo ni imponer criterios ni suplantar autoridades, pero considero indispensable tener una noción preliminar de lo que busco antes de iniciar la búsqueda propiamente dicha. Desde luego habrá términos que, contra mi voluntad, se queden sin definición y dejaré a la intuición la solución del problema de su significado. Esto, por un lado, no será por falta de ganas, sino por falta de capacidad personal y, por el otro, porque recuerdo el teorema de Göedel que nos indica que ningún sistema formal es cerrado. Es decir que la verdad de todas las proposiciones de cualquier sistema de pensamiento no puede ser decidida por ese propio sistema (desde luego, de muchas sí). Si ése es el caso para sistemas tan estudiados como las matemáticas, acepto que mis intentos, dadas mis limitaciones, sólo podrán rendir modestos frutos. 2. Preguntas, afirmaciones y dudas iniciales sobre la administración y el conocimiento La pregunta fundamental de este trabajo es ¿qué es la administración? Para contestarla, y de acuerdo con la intención ya expresada, comenzaré desde el principio.
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La primera afirmación que puedo hacer es la de que existo. Tomo los hechos de que puedo pensar y de que puedo percibir como pruebas de mi existencia. Esa afirmación la doy por verdadera y probada. La segunda afirmación que hago es que el universo también existe. Ésta no la puedo probar y la tomo como verdadera a priori. Es, entonces, un postulado que no puedo probar y que doy por verdadero. La tercera afirmación es que puedo conocer el universo a través de mi razón y de mi percepción. Tampoco esta afirmación la puedo probar y, de igual manera, la doy por verdadera a priori. Es, entonces, otro postulado. Entiendo por “conocer el universo”, la capacidad de formar en mi mente una imagen racional y congruente de ese universo. Para tener una certidumbre razonable de que esa imagen es verdadera debo poder contrastar imagen contra realidad.1 Lo anterior me lleva a que el conocimiento, para serlo, debe ser verdadero. Me doy cuenta de que todo conocimiento que adquiera sobre el mundo es incierto; que debo vivir en la duda constante porque nunca estaré cien por ciento seguro de la absoluta verdad de mis conocimientos, exceptuando las introspecciones y algunas verdades tautológicas y matemáticas. Sin embargo, tengo el postulado de que el verdadero conocimiento del mundo sí existe, y de que tal vez me puedo ir acercando a él poco a poco, moldeando el conocimiento imperfecto con la esperanza de que se parezca al absoluto, como en un trabajo de demiurgo, de artesano, aproximándome en algunos casos tal vez mucho o tal vez poco. Ésta es a la vez una enorme duda y también una esperanza. Al formarme una idea del universo (al conocerlo) encuentro formas de existencia y relaciones entre éstas. Una de las formas de existencia que encuentro es la especie humana, a la cual pertenezco.
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También me doy cuenta de que los integrantes de mi especie interactúan de una forma que no se debe al azar, sino que conforman conglomerados con patrones de interacción. Encuentro que los integrantes de mi especie han asignado diversos nombres a esos conglomerados: industrias, empresas, asociaciones, sociedades, organizaciones, etc. Veo, asimismo, que muchos de esos conglomerados condicionan a sus miembros para que actúen de manera coordinada para la obtención de fines más o menos concretos y que a ese dar sentido o guía a la acción común algunos la han bautizado como “administración”. Algunos humanos han estudiado administración y, a través de su estudio se han forjado un concepto de ella. Posteriormente, trataremos de precisar este concepto. Veo que otros hombres han iniciado en un ámbito más general; con mucho mayor éxito y talento búsquedas similares a la mía; sin embargo, mi pregunta inicial es específica (la administración). Me doy cuenta que gran parte de mi vida he estudiado administración, pero nunca me puse a reflexionar si al estudiar la materia estaba yo adquiriendo conocimiento, sobre qué estaba adquiriendo conocimiento y qué clase de conocimiento estaba yo adquiriendo. A estas alturas considero necesario hacer un paréntesis para expresar las siguientes ideas. Encuentro que mi reacción ante determinadas cosas que percibo al tratar de formarme una idea del mundo no es solamente racional, sino también emocional. Comprendo el motivo por el que me dicen que la emoción puede turbar la razón, pero no comprendo por qué nadie me dice que la razón puede enturbiar la emoción. Encuentro (emocio-
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Adaptado de Mario Cicero Franco y Sotero Moreno Camacho, Ciencia, método, caos y anticaos. Apuntes para la materia teoría y técnica de la entrevista, México, Facultad de Psicología, UNAM, 1996.
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nalmente) que el trabajo de otros hombres me es profundamente afín y sospecho que dice verdades profundas y universales sobre otros hombres. En el Quijote y en El Principito veo reflejadas verdades profundas sobre el hombre y que valen más que muchos cursos. De hecho, en los consejos que Don Quijote le da a Sancho al encomendarle la Ínsula Barataria figura más de un concepto que llamaríamos administrativo sin demasiado esfuerzo. Encuentro en Beethoven y en Rodin mucha más esencia humana que en muchos artículos de los llamados científicos; sin embargo, aun cuando tomo como muy valiosos esos conceptos y percepciones, aunque estén en mi mente no son racionales. No pueden ser trabajados con las reglas de la lógica y por lo mismo tengo que dejarlos atrás. Pienso que uno de los grandes retos que tenemos todos los humanos es el de integrar la enorme verdad de la belleza, con la enorme belleza de la verdad, para tener una sabiduría entera que pudiera contemplar al hombre y al mundo de una manera global. Los hombres somos animales racionales y emotivos. En nuestro esfuerzo por aprehender el mundo siempre dejamos algo fuera. Los profesionistas de la administración tenemos el mismo problema al estudiar nuestra disciplina y no debemos olvidarlo.
“acción y efecto de administrar”, definición que no nos aclara gran cosa; en administrar leemos: “gobernar, regir”2 . Decididamente el principio de la búsqueda no es muy prometedor. Me introduzco en algunos libros de lo que pretendemos estudiar y encuentro algunas definiciones que, a falta de otra virtud, son por lo menos más largas y algo se puede elaborar sobre ellas. Estos libros son algunos de los que en mi práctica profesional y docente he visto que se han utilizado con frecuencia, en diferentes épocas, en la formación de los futuros profesionistas en administración. Terry afirma que “la administración es un proceso distintivo que consiste en planear, organizar, ejecutar y controlar, desempeñado para determinar y lograr los objetivos manifestados mediante el uso de seres humanos y otros recursos”3 ; a su vez Cunningham asegura que es “el arte de lograr cosas por medio de la gente”4 ; mientras que Kast se niega a dar una definición corta de administración, pero nos dice que comprende lo siguiente: Coordinar los recursos humanos, materiales y financieros para el logro efectivo y eficiente de los objetivos organizacionales. Relacionar a la organización con su ambiente externo y responder a las necesidades de la sociedad. Desarrollar un clima organizacional en el que el individuo pueda alcanzar sus fines individuales y colectivos. Desempeñar ciertas funciones específicas como determinar objetivos, planear, asignar recursos, organizar, instrumentar y controlar.
3. ¿Existe la administración? La primera pregunta que tenemos que hacernos es ¿existe una cosa llamada administración? La pregunta puede parecer ociosa. Hay una carrera que la estudia; los anaqueles de bibliotecas y librerías están llenos de libros al respecto. Pero igualmente hay muchos libros en los que se menciona a los dragones, incluso existen dibujos de ellos y se dice que un santo (San Jorge) mató uno; sin embargo, no existen tales monstruos. Para iniciar nuestra búsqueda debemos encontrar una descripción, aun cuando sea tentativa, de administración. Recurrimos al diccionario y encontramos que significa
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Ambas definiciones fueron tomadas de Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, 19ª ed., Madrid, 1970 3 George R Terry, Principios de Administración, México, CECSA, 1981. 4 William Cunningham, Ramón Aldag y Christopher Swift, Introducción a la administración, México, Grupo Editorial Iberoamérica, 1991. 2
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Desempeñar varios roles interpersonales, de información y de decisión.5
Algunos autores latinoamericanos nos presentan otras definiciones: Fernández Arena indica que “la Administración es una ciencia social que persigue la satisfacción de objetivos institucionales por medio de una estructura y a través del esfuerzo humano coordinado” 6 . Chiavenato señala que “la tarea básica de la administración es la de hacer cosas a través de las personas”7 . Reyes Ponce define la administración como “un conjunto sistemático de reglas para lograr la máxima eficiencia en las formas de estructurar y manejar un organismo social” 8 . En estas definiciones podemos encontrar una confusión fundamental, que radica en la clasificación que los diferentes autores dan acerca de la administración en el campo del saber humano, llevándola desde la ciencia hasta el arte, pasando por aquellos que no arriesgan ninguna clasificación. Asimismo, en estas ideas encontramos algunas semejanzas; todos están de acuerdo con lo siguiente: a) La administración es un proceso. Es algo que alguien hace. b) La administración es un proceso en el que interviene activamente la gente. c) La administración es un proceso en el que interviene la gente en un ente llamado organización. Desde luego el concepto de organización que manejan estos autores no es el que Weber maneja en su libro Economía y sociedad y se puede prestar a confusiones, principalmente con uno de los pasos de lo que los administradores llamamos “proceso
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administrativo”, por lo que para efectos de este trabajo prefiero cambiarlo por el de “institución formalmente constituida” o simplemente “institución”. El proceso al que llamamos administración —y que varios autores desglosan como planear, dirigir y controlar— implica planear para algo y para alguien, dirigir a alguien y controlar a alguien. Es decir, implícitamente hace una división entre los que administran y los administrados, lo cual es un sesgo sutil que ni siquiera es intencional y que otorga, de facto, a unos el derecho de manejar a otros, lo que también traiciona una particular visión del mundo. Ahora bien, algunos autores desglosan este proceso en planeación, organización, dirección y control (o algo parecido) y lo denominan “proceso administrativo”. No nos queda claro si siempre el proceso de administrar implica el “proceso administrativo” o según los autores puede darse una cosa sin la otra. Es importante hacer notar que al mencionar la palabra proceso debemos distinguir dos connotaciones: 1) el proceso es un fenómeno natural que se produce siempre que se dan determinadas condiciones. Tal sería el caso del proceso de combustión y del proceso de fermentación, 2) el proceso es un conjunto de acciones desencadenadas propositivamente y que se producen sólo previa intención. Un proceso de este tipo puede producirse o no, puede hacerse bien o mal sin que las
Fremont Kast y James Rosenzweig, Administración en las organizaciones (enfoque de sistemas y contingencias), 4a. ed. México, McGraw Hill, 1988. Harold Koontz, Cyril O’Donnell y Heinz Weihrich, Administración, 8ª ed., México, McGraw Hill, 1984. 6 José Antonio Fernández Arena, Introducción a la administración, UNAM, 1972. 7 Idalberto Chiavenato, Introducción a la teoría general de la administración, 3ª ed., México, McGraw Hill, 1989. 8 A. Reyes Ponce, Administración de empresas, México, Limusa, 1974. 5
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circunstancias antecedentes nos indiquen luz alguna sobre su ocurrencia. Tal es el caso de llevar un registro contable que inicia en algunos actos, transacciones o sucesos y termina en la emisión de estados financieros. Me parece indudable que la administración es un proceso del segundo tipo. Para hacer esta afirmación recurro a mi experiencia profesional y a la definición misma de los términos. Si la administración se produjera de manera espontánea (como la fermentación) no tendríamos que producir administradores, sino algún tipo de “levadura” que la disparara. Entonces, volviendo a nuestra pregunta inicial de si existe la administración, nos encontramos que, si existe (suponiéndolo sin conceder), tiene lugar en un sitio llamado empresa, organización o “institución”. Llamo “institución” a un conglomerado humano con, por lo menos, las siguientes características: a) Está constituido de manera formal, según las leyes, tiene un nombre y un objetivo social expresamente indicado en un documento que le da origen. b) Las personas que trabajan en (pertenecen a) la institución lo hacen de manera consciente y es posible indicar de manera inequívoca quiénes son. c) En la misma se establecen todo tipo de relaciones y existe una manera de dirigir las acciones de (los miembros de) la organización hacia fines y con medios determinados. La manera como se determinan estos fines y medios depende de las relaciones de propiedad y poder dentro de la “institución” y de su régimen de constitución (cooperativo, corporativo...). d) Tiene un conjunto de recursos que constituyen un patrimonio propio de la institución y diferente al de las personas que en ella trabajan e incluso del patrimonio de las personas que detentan la
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propiedad de la propia institución. Este patrimonio es manejado por personas a las que llamamos administradores. Estoy plenamente consciente de que la administración se puede (o no) dar en otros lados, pero para efectos de este trabajo trataremos de situarlo solamente en las instituciones. En resumen, después de consultar diversos autores, podemos decir que la administración es un proceso propositivo, que algunos individuos llevan a cabo en las instituciones y que consiste en cumplir los objetivos que alguien fijó. Este proceso recibe el nombre de proceso administrativo y consiste en una serie de pasos ya identificados. Cuando nos encontramos que administrar es lograr que alguien haga algo, comenzamos a comprender por qué el diccionario dice que administrar y gobernar son conceptos que están tan relacionados. Tal vez la administración se dé ampliamente en otros lados, por ejemplo, los leones al cazar colectivamente ¿administran la cacería? Nos podemos preguntar si el proceso al que ya bautizamos como administración existe. La pregunta sería ¿las personas que trabajan en las instituciones trabajan para un fin común al que podemos llamar “objetivo” de la institución? Si la respuesta fuera negativa tendríamos que dar por terminada nuestra búsqueda, pues si no hay trabajo conjunto para lograr objetivos, por definición no hay administración. Considero que podemos decir que por lo menos en algunas instituciones sí se da el caso. Para ello me baso en mi experiencia y espero que el lector esté de acuerdo conmigo. Ahora bien; si aceptamos que hay trabajo hacia un fin común, entonces ello puede deberse a por lo menos tres tipos de causas: a) existe un condicionante genético del tipo que se da en las abejas y las hormigas, b) existe un proceso de gobierno, coordinación o administración y c) existe una liga de tipo
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telepático con una inteligencia superior que coordina los trabajos. Por conocimiento elemental del ser humano y economía de medios considero que las causas tipo “b” son las que debemos aceptar. Podemos afirmar que por lo menos en algunas instituciones existe un proceso al que ya bautizamos tentativamente como administración.
encontraremos con que es de tipo fundamentalmente prescriptivo y universal. Es decir, la teoría nos informa lo que, en concepto del autor, debe hacer el administrador para tener éxito (cualquier definición del mismo que adoptemos). Asimismo, la teoría no distingue tamaño o naturaleza de las instituciones ni diferencias culturales.
También nos podemos preguntar si las instituciones que son administradas lo son de acuerdo con el “proceso administrativo” o en relación con otros principios (o a ninguno). Es una pregunta para la que no tengo respuesta. Sospecho que las respuestas de cada institución variarían según su lugar, tamaño, cultura etc. Y muchas serían desconcertantes y nos darían más de una sorpresa. Tendríamos que preguntarnos cómo les va a las empresas que siguen el proceso administrativo ¿Son todas, alguna, ninguna? ¿Son exitosas, son más exitosas que las que no lo siguen?
Afirmo que la teoría de la administración es prescriptiva. Trataré de justificarlo. En algunos de los textos lo es abierta y declaradamente; nos indican lo que debe hacerse con todas sus letras. En cuanto a los que no lo indican de esta manera, nos encontramos con una “descripción” del proceso administrativo; pero esta descripción, en la mayoría de los casos, no es lo que sucede en el mundo. La pretendida descripción realizada por la mayor parte de los autores es, desde mi punto de vista, un modelo a seguir. No nos describen lo que pasa, sino lo que debe pasar con la implícita intención de que nos apeguemos a ese cartabón. Por ello afirmo que la teoría que nos ocupa es prescriptiva. Desde luego, al hacer esta afirmación estoy corriendo el riesgo de interpretar las intenciones no declaradas de los autores de estos textos. Mi justificación al correr el riesgo es el hecho mismo de que sean textos para enseñar a administrar. Los autores no están describiendo un modelo hipotético por el placer de hacerlo, sino con la intención de formar nuevos administradores que actúen de acuerdo con ese modelo.
4. ¿La teoría de la administración es conocimiento? En la sección anterior llegamos a la conclusión de que hay un proceso llamado administración que sí existe. Podríamos pensar que la teoría de la administración es aquel cuerpo de información que engloba lo que sabemos sobre ese proceso. Y para no variar surge la pregunta ¿Esa información es sobre la manera como ese proceso se lleva a cabo en realidad o cómo debería de ser o qué? También nos debemos preguntar si esa información es válida, útil, generalizable y en general qué características tiene. Una vez contestadas las preguntas anteriores nos debemos preguntar si esa información es realmente conocimiento y de qué tipo para, en su momento, ubicarlo. Si revisamos la teoría de la administración (de diversos matices) que aparece en los libros, nos
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Debo aclarar que estoy separando la administración (el proceso) de lo que en los libros se llama “teoría de la organización” en los que se hace una descripción, con diferentes ideologías y marcos de referencia de las principales características de lo que en este trabajo llamamos instituciones. Como todos sabemos, los libros de administración contienen información prescriptiva, por ello nos debemos preguntar si esa información es conoci-
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miento o no y en caso afirmativo, qué clase de conocimiento es. Nos encontramos con el obstáculo de que el conocimiento, para serlo, debe ser verdadero, por definición, y tenemos que las prescripciones o normas no son proposiciones que puedan probarse como verdaderas o falsas. Ejemplificando: “El organigrama está en la pared de la sala de juntas A”, ésta es una proposición y podemos probar si es verdadera o falsa (solamente necesitamos asomarnos a la mencionada sala). “El organigrama debe estar en la pared de la sala de juntas A”, no es una proposición sobre algo que existe sino sobre algo que debe existir, es decir, una norma y la norma no está sujeta a prueba. Podemos o no estar de acuerdo con ella, podemos decir que es útil o no, pero no podemos probarla por su propia naturaleza. Podríamos quedarnos allí y decir que la teoría de la administración no es conocimiento de ningún tipo dado lo anterior, pero considero que hay una salida y es la siguiente: Las prescripciones de la teoría de la administración tienen como propósito que se administre bien; esto es que se logren los objetivos propuestos de antemano. De esa manera podemos proponer las prescripciones de la teoría en forma de proposición hipotética (y los silogismos a los que da lugar). Con toda la complejidad, dificultad y problema que tendría una prueba de esta naturaleza, podemos estar de acuerdo en que, en principio, es posible, lo cual nos puede llevar a probar si las prescripciones, expresadas en esa forma de proposiciones, son verdaderas o falsas. Una vez salvada la dificultad volvemos a la pregunta de si la información de la teoría administrativa es conocimiento, y tenemos que confesar que no lo sabemos, pero que, también, en principio, puede serlo. Nos encontramos con proposiciones que pueden ser ciertas en determinado grado (o en algunos casos sí y en otros no). Esta situación
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rechaza el postulado del medio excluido y podríamos expresar nuestras proposiciones iniciándolas con “En la mayoría de los casos...”, o podemos recurrir a herramientas más formales como la lógica difusa. Llegados a este punto podemos afirmar que por lo menos alguna parte de la teoría de la administración es o puede ser conocimiento porque nos indica cómo administrar, entonces —en caso y en la parte que lo sea— es un conocimiento sobre el cómo hacer algo; es por consiguiente un conocimiento herramental, de un modo análogo (aunque tal vez no igual) a la manera en que un cocinero conoce una receta y puede lograr hacer un platillo. Nuestra siguiente tarea es indagar qué tipo o qué clase de conocimiento es la administración. A eso dedicaremos la siguiente sección. 5. ¿Qué tipo de conocimiento es la teoría administrativa? En la sección anterior terminamos de fijar algunos conceptos sobre la teoría administrativa. En esta sección trataremos de situarla dentro del contexto del conocimiento humano, pero para ello primero trataremos de entender algunos conceptos adicionales: a) en relación con las maneras que el hombre tiene para cambiar las cosas y b) en relación con las actividades realmente realizadas por el administrador. Considero que el camino del hombre para tratar de lograr cambios en el universo ha progresado, en orden de desarrollo, de la magia a la artesanía y a la tecnología. Entiendo por magia aquellas actividades que, buscando transformar algún aspecto concreto de la realidad, cumplen con las siguientes características: a) Se buscan resultados desproporcionados a los insumos empleados en una extremada economía de esfuerzo y medios.
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b) La historia o recuento de éxitos en relación con intentos reviste la característica de un conjunto de anécdotas impactantes desde el punto de vista emocional. c) Para un observador externo la repetición de procedimientos no garantiza la repetición de resultados en un nivel superior al del mero azar. d) No existe una explicación racional causa-efecto. Por artesanía entiendo todas las actividades que, buscando transformar algún aspecto concreto de la realidad, cumplen con las siguientes características: a) Se busca la economía de esfuerzos, pero se entiende que se requiere un conjunto de insumos proporcional a lo que se desea para lograr los resultados. b) La historia o recuento de éxitos en relación con intentos se da por aceptada tácitamente y lo emotivo se centra más bien en algunos fracasos resonantes. c) Para un observador externo la repetición de procedimientos sí garantiza la repetición de resultados en un nivel superior al del mero azar. d) La explicación racional causa-efecto es superficial o incipiente. La tecnología la entiendo como aquellas actividades que, buscando cambiar algún aspecto concreto de la realidad, cumplen con las siguientes características: a) Se busca la economía de esfuerzos, pero se entiende que se requiere un conjunto de insumos proporcional a lo que se desea para lograr los resultados y se puede calcular con una precisión arbitraria la cantidad de insumos que deberá emplearse para un resultado total deseado. b) La historia o recuento de éxitos en relación con intentos puede llevarse de manera estadística y se dan parámetros de control en relación con las expectativas de éxito de acuerdo con los insumos y técnicas empleados.
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c) Para un observador externo la repetición de procedimientos sí garantiza la repetición de resultados en un nivel superior al del mero azar y el conseguir un porcentaje arbitrario de éxitos o una eficiencia dada es más un problema de economía de recursos y/o de leyes de la naturaleza que de aleatoriedad. d) Existe una explicación racional de causa-efecto, con base en un conocimiento profundo de los insumos y técnicas empleados y de los principios científicos en los que se basan. Es decir, la tecnología no ofrece la explicación de causaefecto, solamente la utiliza. La técnica es un conjunto de procedimientos formalmente establecidos y expresados de tal manera que cualquier persona con la calificación y recursos necesarios pueda repetirlos. Partiendo de lo anterior podemos afirmar que tanto la magia como la artesanía y la tecnología tienen sus técnicas, por ejemplo: a) En relación con la magia, recordemos los rituales para curar el mal de ojo y las famosas “limpias” de Catemaco. b) Hablando de artesanía, los médicos, a fuerza de prueba y error, llegaron a algunos remedios efectivos. Recordemos que las primeras vacunas prevenían la tuberculosis desde antes del siglo XVIII. La base científica de la inmunización era desconocida, sin embargo la artesanía funcionaba. c) En relación con la tecnología, actualmente vemos que con el conocimiento del código genético se producen vacunas efectivas y seguras. De estos ejemplos podemos inferir que la medicina ha ido evolucionando de las técnicas mágicas a las técnicas científicas. En la ingeniería es más difícil encontrar ejemplos actuales de técnicas mágicas, pero baste recordar
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la ceremonia muy frecuente en nuestros días de bendecir la primera piedra de una construcción. Siguiendo su devenir, la ingeniería también pasó por una brillante etapa artesanal. El acueducto de Segovia sigue produciéndonos pasmo dos mil años después de su construcción, a pesar de que sus artífices no conocían ni el cálculo de estructuras ni la ciencia de la resistencia de materiales. En puentes, rascacielos y presas encontramos con facilidad ejemplos de la etapa tecnológica de la ingeniería. En nuestra disciplina podríamos suponer que la etapa de las técnicas mágicas en la administración ha pasado a la historia. Yo no estoy tan seguro. He visto en mi práctica de consultoría que alguna empresa inicia una serie de cambios inconexos de menor o mayor envergadura y le llama “reingeniería” esperando, sin duda, que la pura magia de la palabra logre los resultados impactantes que el libro del mismo nombre sugiere. Lo mismo puedo afirmar de palabras fetiche tales como administración por objetivos, excelencia y otras. Aun cuando creo que los administradores no han abandonado del todo las técnicas mágicas, estoy convencido de que la mayoría se inclinan hacia técnicas artesanales y, en algunos casos, comienzan a utilizar técnicas tecnológicas. Podemos observar que el aspecto básico de las normas ISO 9000 con su énfasis en la formalización de la experiencia, conforman un conjunto de técnicas artesanales que en algunos puntos se apoyan en aspectos científicos (tecnología). El estudio del peso relativo de los distintos tipos de técnicas en el diario accionar de los administradores de nuestro país puede resultar revelador. Si queremos estudiar la administración como el proceso que realmente se da en las instituciones y no el proceso ideal de la teoría, debemos analizar sus puntos más esenciales, incluso cuando en realidad la teoría no nos informa de lo que hacen los administradores de las instituciones. Pero del he-
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cho puro de administrar (como sea), de algunas de las ideas que indica la teoría de la administración ya mencionada y de la observación personal de los individuos que administran, podemos afirmar que algunas cosas siempre suceden (aunque no pretendo que la lista sea exhaustiva, ni mucho menos): a) Siempre hay relaciones entre personas. Recordemos que administrar es hacer a través de otros. b) Siempre hay quien manda y quien obedece (el administrador y el administrado). Se establecen relaciones de poder entre el administrado y el administrador. c) Los miembros de la institución forman parte de una sociedad y de una cultura. La institución influye en la cultura y la cultura en la institución. d) El administrador siempre maneja recursos en la institución. Ese manejo afecta a la propia institución y a la sociedad y a la economía regionales, nacionales y, en su caso, mundiales en los que está inmersa esa institución. Entonces, si queremos desarrollar una teoría de la administración, ésta debe contemplar, por lo menos, los aspectos arriba mencionados. Ahora bien, si vemos con cierta atención podemos darnos cuenta de que: a) Las relaciones entre personas son estudiadas por la psicología social. b) Al existir el que manda y el que obedece hay relaciones de poder y éstas son estudiadas por la sociología. c) Los procesos culturales mencionados en el inciso correspondiente son estudiados por la antropología. d) El manejo de los recursos y sus repercusiones son estudiados por la micro y la macroeconomía. De ello podemos inferir que no necesitamos una disciplina nueva para estudiar el proceso que ocu-
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rre cuando se administra una institución, pues es un caso particular de las disciplinas ya mencionadas (sociología, antropología, etc.). De hecho, lo que necesitamos hacer es integrar los conocimientos de estas disciplinas (y de otras muchas, según el caso) para construir un modelo del proceso de administrar. ¿Y la actual teoría administrativa dónde entra en todo este esquema? ¿Es útil? ¿Debemos desecharla? ¿Qué hacemos con ella? La teoría administrativa prescriptiva que hasta ahora nos acompaña se ha venido desarrollando para llenar un vacío: el vacío de una teoría sólida e integrada que sostenga la labor de los administradores sobre bases asimismo sólidas. La teoría actual está constituida por modelos, recetas, conceptos en general, la extrapolación de otras disciplinas (frecuentemente de las llamadas “duras” o exactas), las modas, o lo que la pura necesidad ha ido amalgamando. Debemos ser justos y admitir por lo menos dos cosas: a) Esta teoría, que no ha sido levantada por el afán de conocimiento sino generada por la necesidad, a pesar de sus inconsistencias y sus vanidades, no ha sido inútil. Sí le ha dado una guía a los administradores y ésta no ha sido mala. De cualquier manera ha sido mejor que nada. Abusando del símil del cocinero, podemos estar seguros de que un ama de casa que hace chongos zamoranos no tiene ni idea de las reacciones bioquímicas que dan lugar al cuajado de la leche, pero si sigue la receta fielmente los chongos saldrán sabrosos la mayoría de las veces. El problema con la administración es que habiendo tantos grados de libertad en todos los ingredientes, nunca podemos estar tan seguros del resultado. b) El reto de construir un modelo del proceso administrativo, basándonos en las disciplinas
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científicas ya mencionadas (y en todas las demás), es un reto mayúsculo y si quienes sintieron la necesidad de una teoría administrativa fincada en ellas hubieran esperado a que se desarrollara, seguirían esperando. En ese orden de cosas, si los humanos hubiéramos esperado a conocer la base científica de la fermentación para hacer vino hubiéramos seguido abstemios hasta el siglo XIX. Entonces, no se trata de satanizar el modelo, sino de entender sus limitaciones y de corregirlo, así como fortalecerlo con bases científicas (tomadas de la antropología, la sociología, etc.), hasta desecharlo cuando ya podamos formalizar otro, más sólido y más robusto. 6. A manera de conclusión Mucho se ha discutido sobre si la disciplina objeto del presente trabajo es ciencia, o arte o qué. Desde mi punto de vista el científico busca conocer y si su objetivo no es conocer, no es científico. El físico busca conocer el universo, no transformarlo y el administrador busca transformarlo, si éste último entiende (conoce) el proceso interno que condujo al cambio, que bueno, pero si no, ni modo. No es un científico; al igual que el ingeniero y el médico busca que ocurran cosas que sin su concurso no ocurrirían. Nuestro campo como disciplina de estudio es joven, aun cuando el administrar en sí sea tan viejo como el hombre. Apenas estamos estructurando la administración en ese aspecto. Podemos pensar que en el futuro y, siguiendo el ejemplo de las tres disciplinas que aquí hemos comparado, tendremos a la ingeniería como tecnología apoyada en la física, la química, las matemáticas, etcétera; a la medicina como tecnología apoyada en la física, la química, la biología, entre otras; y a la administración como tecnología apoyada en la psicología, la economía, la antropología, la sociología, etcétera.
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Una exploración inicial sobre la naturaleza de la administración y de la teoría administrativa
Para terminar, considero que tenemos una titánica labor por delante, tanto en la investigación como en el incorporar esa investigación a la formación de los nuevos profesionales en administración. De manera personal me gustaría que esa labor se encaminara a varias vertientes: a) Una vertiente fundamental en la que anclemos la administración en la filosofía, desde los puntos de vista de la ontología y de la epistemología para que nuestro conocimiento tenga bases sólidas; de la lógica, para que las inferencias que obtengamos a partir de esas bases sean correctas; de la axiología y de la teleología, para evitar la crítica, justa algunas veces, de que los administradores han perseguido ciegamente fines menos que nobles y sin valor; de la ética para que los medios que se usan para lograr los objetivos siempre estén apagados a la buena vida. No tengo ni la sombra de una idea de los resultados que puedan obtenerse de la interacción entre la estética y la administración, pero no dudo que deseamos un mundo bello, además de un mundo bueno. Imagino que la interacción podrá ser interesante y fructífera. b) Una vertiente instrumental en la que estudiemos críticamente la artesanía administrativa para depurarla y utilizar lo que en nuestro contexto es útil. c) Una vertiente estructural en la que construyamos un modelo consistente y sólido del proceso de administrar, basándonos en sociología, economía, antropología, matemáticas, psicología, etc. Esta misma vertiente debemos también enfocarla hacia la “institución”, como objeto de estudio y como el ámbito en el que tiene lugar nuestra disciplina, para generar modelos que permitan una teoría aplicable a la explicación, predicción y control de su devenir. d) Una vertiente de frontera en la que ayudemos a avanzar a las ciencias que nos apoyan en aquellos aspectos que más nos ayudan. e) Una vertiente de creación que nos lleve a inven-
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tar nuevas maneras de coordinar el trabajo humano, no sólo la institución como nosotros la contemplamos y no sólo el proceso administrativo que conocemos. Imagino que algunos o muchos de los puntos ya se están cubriendo y que en algunos se estará avanzando más que en otros, pero no encuentro ni en la docencia ni en la práctica profesional —en las que me muevo— los indicios que nos permitan aprovechar estos avances para qué, así como la arquitectura construye espacios para el hombre y la Ingeniería objetos para el hombre, la administración sea capaz de crear instituciones para el hombre, no sólo para explotarlo o enajenarlo —como sucede en algunos casos— sino para ayudarlo a cumplir sus más altos destinos. 7. Dudas finales Y después de decir que la administración de las instituciones, al buscar transformar la realidad, no puede ser ciencia, me queda la inquietud de si el cuerpo de conocimientos que desarrollemos con el tiempo (que de hecho ya comenzamos a desarrollar) para explicarnos las instituciones y su administración no se podrá llamar en su momento una ciencia a pesar de ser un caso particular de muchas otras. Después de todo la química es solamente un caso particular de la física: la física de la última capa de electrones de los átomos. La biología es sólo un caso particular de la física: la química de algunas moléculas autorreplicantes. La psicología es únicamente un caso particular de la biología: una parte de la biología de unos seres que dicen poseer mente o autoconciencia. ¿Y la administración? …sólo el tiempo lo dirá.
Revista Contaduría y Administración, No. 196, enero-marzo 2000
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Mario Gabriel Gómez Urquiza
Referencias
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Revista Contaduría y Administración, No. 196, enero-marzo 2000
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