EDICIÓN ESPECIAL TRIBUTO AL
Q.·. H.·. BENITO JUÁREZ
EN LA CONMEMORACIÓN DEL BICENTENARIO DE su NATALICIO
LA VOZ DE SENECA Año 1 N° 6 EDICION ESPECIAL BICENTENARIO JUARISTA
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EDITORIAL El presente número de LA VOZ DE SÉNECA busca refrendar el conocimiento que todos los QQ.·. HH.·. tienen sobre éste ilustre miembro de nuestra Augusta Institución, pues de ninguna manera se atreve a plantear alguna hipótesis que pueda desvirtuar ni la imagen ni el ejemplo que Don Benito Juárez ha plasmado en nuestra Hermandad. Juárez republicano, Juárez liberal, Juárez hombre, Juárez estadista, Juárez Hermano Masón. Esos son temas que LA VOZ DE
SÉNECA se dio a la tarea de recopilar entre los muchos HH.·. que son asiduos lectores de ésta publicación que ofrece para todos los MMas.·. esparcidos por la faz de la tierra, la Resp.·. Log.·. Simb.·. Séneca Siete #23 que, desde el O.·. de San Luis Potosí en México, rinde tributo a un Q.·. H.·. cuya energía aun fluye dentro de nuestros TTall.·. El pensamiento de Juárez está vigente, porque él fue un profundo conocedor de la estructura del hombre y de la naturaleza, así como de los intercambios que debe realizar el hombre con ella, mediante sus pensamientos, sus sentimientos y sus actos. Nuestro trabajo, a doscientos años de su nacimiento profano, no reside únicamente en evocarle, citarle o mantener cerca de nosotros su memoria, sea a través de su imagen plástica, sus textos, opiniones vertidas sobre su vida y obra o reminiscencias sobre su labor como republicano y estadista, Hermano Masón o esposo, sino que nos compromete a mantener, en los hechos, aquello que con su ejemplo nos ha enseñado, pues no debemos olvidar que su grandeza dentro de nuestra O.·. radica en la fortaleza que nos demostró al imprimir en sus actos los principios masónicos. No podemos después de más de 130 años de su muerte física, limitarnos a presentarle como un paladín de la libertad sin manifestarnos en nuestras acciones como liberales y tenaces luchadores en busca de la L.·. I.·. y F.·. , pues sabiendo que sus ideas le han eternizado en el panteón de los bienhechores de nuestro mundo, hemos quedado comprometidos a continuar su lucha. Permitidme evocar a Antonio Machado para, en verso, expresar nuestro encargo:
“¿Murió?... Sólo sabemos que se nos fue por una senda clara, diciéndonos: Hacedme un duelo de labores y esperanzas. Sed buenos y nada más, sed lo que he sido entre vosotros: alma.”
La conmemoración de su nacimiento nos invita a la reflexión sincera y seria sobre nuestras actitudes ante éste atribulado mundo en el que parece que el conservadurismo anacrónico y anquilosado en viejos ayeres, busca retomar sus reales y, ante ello, debemos cuestionarnos qué estamos haciendo desde nuestra trinchera por detenerlo y cómo haremos para redoblar nuestro esfuerzo. ¿Cómo lograremos librar ésta batalla de la Verdad contra el error? Solo unidos, y convencidos de los principios Juaristas y abrevando LLuc.·. y CConoc.·. (herramientas de trabajo), de todo aquel mar de ejemplos, ideas y acciones que grandes Masones, desde nuestros Ttall.·., han enarbolado en una constante e interminable búsqueda por la Fraternidad del Hombre.
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Así, QQ.·. HH.·. os invito a disfrutar del presente Trabajo, pues en nuestra Institución, la libertad de pensamiento y por tanto la multiplicidad de corrientes de ideas tienen cabida y en ocasiones ello genera enriquecedoras divergencias; no obstante, existen muchos baluartes, valores y principios que nos mantienen unidos como HH.·. Consideramos que uno de tantos es el respeto y la memoria a los próceres que, habiendo salido de nuestros TTall.·., han contribuido al desarrollo de la Humanidad y engrandecimiento de la Mas.·.
Es por tal razón por la que os invitamos Frat.·. a
disfrutar con nosotros ésta publicación especial con motivo del BICENTENARIO DEL NATALICIO DE BENITO JUÁREZ, en la que con profundo agradecimiento reconocemos el invaluable trabajo que nos han compartido los QQ.·. HH.·. que, por éste medio, no tuvieron duda en compartir sus LLuc.·. y CConoc.·. sabiendo que, en fortuna y atendiendo a su objetivo de Unir a la Mas.·., LA
VOZ DE SÉNECA llega a numerosos HH.·. esparcidos por la faz de la tierra.
Frat.·. Santiago Galván Resp.·. Log.·. Simb.·. Séneca Siete #23 Jurisdiccionada a la Muy Resp.·. Gr.·. Log.·. de Est.·. Sob.·. E Ind.·. “El Potosí”
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IDEARIO DE DON BENITO JUÁREZ GARCÍA ۞
Dios y la sociedad nos han colocado en estos puestos para hacer la felicidad de los pueblos y para evitar el mal que les pueda sobrevenir. Juramentos muy solemnes nos obligan a obrar así. Cumplamos, pues, con este deber sagrado, defendiendo las instituciones federativas, que garantizan nuestras libertades.
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Una mirada de compasión para esos desgraciados será un atributo a la justicia y una prueba irrefragable de que el Estado cuida de enjugar las lágrimas de las familias de sus buenos y leales servidores.
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Persuadido de que la instrucción pública es el fundamento de la felicidad social, el principio en que descansan la libertad y el engrandecimiento de los pueblos.
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Los déspotas aborrecen la luz y la verdad.
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El gobierno vela por el reposo público y cada día se siente más fuerte y vigoroso para reprimir con mano fuerte a los tenaces enemigos de la ilustración y de la paz.
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El gobernante no es el hombre que goza y que se prepara un porvenir de dicha y de ventura; es, sí, el primero en el sufrimiento y en el trabajo, y la primera víctima que los opresores del pueblo tienen señalada para el sacrificio.
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Persuadido de que la misión del gobierno republicano es proteger al hombre en el libre desarrollo de sus facultades físicas y morales, sin más límite que los derechos de otro hombre, cuidaré muy escrupulosamente de que se conserven intactas las garantías individuales, evitando que un hombre, una facción o una clase oprima al resto de la sociedad, y reprimiendo con mano fuerte a cualquiera que atente contra el derecho ajeno. Sólo el criminal, el que turbe la paz pública será castigado con toda la severidad que quieren las leyes.
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La traición y la perfidia desgarraron la Constitución de la República, disolviendo la representación nacional y la de los Estados, cesó el reinado de la legalidad y del orden, y la anarquía y el despotismo consumaron excesos y desgracias que deshonran nuestra historia.
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De aquí nacieron las leyes de reforma, la nacionalización de los bienes de manos muertas, la libertad de cultos, la independencia absoluta de las potestades civil y espiritual, la secularización, por decirlo así, de la sociedad, cuya marcha estaba detenida por una bastarda alianza en que se profanaba el nombre de Dios y se ultrajaba la dignidad humana.
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Al mando de hombres tan cubiertos de crímenes, que era imposible entrar con ellos en transacción o avenimiento sin degradar la dignidad de la República, y sin herir de muerte los principios de justicia y de moralidad.
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No me permitiré un solo acto que conculque derechos legítimos pero seré severo e inexorable con los transgresores de la ley y con los perturbadores de la paz pública.
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Las dificultades administrativas me son demasiado conocidas, y se cuánto trabajo y cuántos afanes son necesarios, no ya para vencerlas, sino aun para afrontarlas.
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El actual encargado del Ejecutivo, a quien cupo el honor de empuñar el timón en los días de verdadera borrasca, declara solemnemente que su fe en llevar a buen puerto la Reforma y la Constitución, no ha flaqueado ni un instante con las dificultades de la situación y que seguirá afrontándolas con ayuda de la nación y de sus legítimos representantes.
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Al retiraros habéis concedido al Ejecutivo todas las facultades que necesita para hacer frente al peligro que nos amenaza.
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Siente tanto temor, al aceptarlas, como el deseo de devolverlas al poder soberano de que derivan.
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Y que antes que con el poder de las armas, el peligro se conjure con un arreglo justo y equitativo, compatible con el honor y dignidad de la nación.
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El gobierno empleará toda la energía que inspira el amor de la patria y la conciencia del deber, para impulsar al país a defender su revolución y su independencia, teniendo como seguridades de buen suceso, la justicia de nuestra causa y el patriotismo que en todos los pueblos de la República se ha avivado al sólo anuncio de que puede peligrar la independencia de la patria.
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El gobierno no ha hecho más que aplicar su norma constante de conducta en las relaciones internacionales: encerrarse en los límites de una prudente moderación, abstenerse de todo acto agresivo y prepararse a repeler la fuerza con la fuerza. Por azarosa que sea la lucha a que el país es provocado, el gobierno sabe que las naciones tienen que luchar hasta salvarse, o sucumbir cuando se intenta ponerlas fuera de la ley común y arrancarles el derecho de existir por sí mismas y de regirse por voluntad propia.
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El golpe que contra ella se asesta, heriría no sólo a una nación, sino a todo un continente.
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Dado pruebas de abnegación y de cordura, sin más mira que la salvación de la independencia, de las instituciones y de la honra de la República.
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Los caudillos que guiaron al pueblo para conquistar la libertad y la Reforma, lo guían ahora para defender la
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El gobierno protesta ante vosotros y ante el mundo, perseverar en la contienda, defender palmo a palmo el territorio de la
independencia y la soberanía de México. República y sucumbir primero que pasar por la mengua o el vilipendio del generoso y esforzado pueblo mexicano. ۞
De los países de América, México recibe continuas pruebas de simpatía, y puede decirse que todo el continente se siente amenazado por la injusta agresión que nosotros tenemos que rechazar. ¡Plegue a Dios que el triunfo de México sirva para asegurar la independencia y respetabilidad de las repúblicas hermanas!
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El orgulloso enemigo que se había lisonjeado de arruinar nuestras hermosas instituciones al ruido sólo de sus armas, ha venido a presenciar el espectáculo imponente de un pueblo celoso de su autonomía y de sus libertades, que agitándose todo entero, lleno de animación y de vida, manda sus valientes legiones al teatro de la guerra y hace con una regularidad perfecta las numerosas elecciones de sus representantes.
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Creyéndolo alguno débil porque procede con indulgencia, persiste en sus intentos, procederé con toda la energía que dan la fuerza y la opinión, contra todo el que, olvidándose de sus deberes, pretenda subvertir la tranquilidad social.
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Un poco de energía, una ciega sumisión a la justicia, la proclamación y respeto de los verdaderos derechos, volverán a la República la paz, no el sosiego; el espíritu de adelanto, no la sujeción servil; el reinado de la ley, no la aristocracia ridícula de nuestros vanos y mentidos redentores; el amor a Dios y al prójimo, no las hipócritas simulaciones de prácticas sin verdad ni sentimientos.
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¡Levantaos, y la explotación infame de los muchos para beneficio de unos cuantos, quedará destruida! ¡Levantaos, y la libertad y su condición indispensable, el orden, se volverán entre nosotros una verdad tan fecunda como lo ha sido en todos los pueblos que marchan en su senda, y el hombre se volverá el querido hermano del hombre, y en la naturaleza bruta continuarán las creaciones del arte, y los pueblos todos de la tierra envidiarán, en vez de compadecer despreciativamente, nuestra suerte!
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¡Mexicanos! Inmensos sacrificios han santificado la libertad en esta nación. Sed tan grandes en la paz como lo fuisteis en la guerra que llevasteis a un término tan feliz, y la República se salvará.
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El gobierno de la República cumplirá el deber de defender la independencia, de rechazar la agresión extranjera, y aceptar la lucha a que es provocado, contando con el esfuerzo unánime de los mexicanos, y con que tarde o temprano triunfa la causa del buen derecho y de la justicia.
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Creedme, compatriotas: bastarán vuestro valor, vuestra perseverancia, vuestros sentimientos republicanos, vuestra firmísima unión en torno del gobierno que elegisteis como depositario de vuestra confianza, de vuestro poder y de vuestro glorioso pabellón, para que hagáis morder el polvo a vuestros injustos y pérfidos enemigos. Olvidad vuestras querellas: poned a un lado vuestras aspiraciones, sean o no razonables, si por causa de ellas os sentís menos resueltos y determinados a la defensa de la patria, porque contra ésta nunca tendremos razón. ¡Unámonos, pues, y no excusemos sacrificios para salvar nuestra independencia y nuestra libertad, esos grandes bienes sin los cuales todos los demás son tristes y vergonzosos! ¡unámonos y nos libraremos! ¡unámonos y haremos que todas las naciones bendigan y exalten el nombre de México!
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LIBRE, y para mí muy sagrado, el derecho de pensar.
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Si como hombre público pudiera hacer lo mismo que como particular, yo callaría resignándome a lamentar en lo privado las desgracias de mi patria. Pero no es así: los crímenes cometidos en el Estado, los atentados contra la moral reclaman del gobierno las medidas que caben en sus atribuciones, para que los primeros no queden impunes y para que el poder de la segunda se restablezca y consolide.
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Un sistema democrático y eminentemente liberal, como el que nos rige, tiene por base esencial la observancia estricta de la ley. Ni el capricho de un hombre solo, ni el interés de ciertas clases de sociedad, forman su esencia. Bajo un principio noble y sagrado él otorga la más perfecta libertad, a la vez que reprime y castiga el libertinaje. El concede derechos e impone obligaciones, que no sabe dispensar; por consiguiente está lejos de comprenderlo cualquier ciudadano que se crea protegido por él para faltar a su deber o barrenar la ley. El puntual cumplimiento del primero y el más profundo respeto y observancia de la segunda, forman el carácter del verdadero liberal, del mejor republicano. Es por tanto evidente, que a nombre de la libertad jamás es lícito cometer el menor abuso.
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Formar a la mujer con todas las recomendaciones que exige su necesaria y elevada misión, es formar el germen fecundo de regeneración y mejora social. Por esto es, que su educación, jamás debe descuidarse.
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Odian el sistema federal, porque no alcanzan a comprender su ingenioso mecanismo, o porque este sistema creado para los de la ley y de los principios, no se presta a justificar los avances de los que quieren gobernar a los mexicanos con una voluntad despótica.
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Es necesario considerar, que cuando una sociedad, como la nuestra, ha tenido la desgracia de pasar por una larga serie de años de revueltas intestinas, se ve plagada de vicios, cuyas raíces profundas no pueden extirparse en un sólo día, ni con una sola medida. Se necesita de tiempo para preparar los elementos con que se pueden reorganizar los diversos ramos de la sociedad; se necesita de constancia para no desperdiciar esos elementos, a fin de llevar a cabo la obra comenzada; se necesita de firmeza para ir venciendo las resistencias que naturalmente imponen aquellos que han saboreado los frutos de la licencia y de los abusos; y se necesita de una grande capacidad para elegir y aplicar con la debida oportunidad los medios a propósito, que satisfagan, las exigencias del cuerpo social, sin exasperar sus males.
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Una causa (la liberal) que es la de mi corazón y mi conciencia.
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La democracia es el destino de la humanidad futura; la libertad, su indestructible arma; la perfección posible, el fin donde se dirige.
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Yo no reconozco otra fuente de poder más que la opinión pública.
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No deshonra a un hombre equivocarse. Lo que deshonra es la perversidad en el error.
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Que el enemigo nos venza y nos robe, si tal es nuestro destino; pero nosotros no debemos legalizar un atentado entregándole voluntariamente lo que nos exige por la fuerza. Si la Francia, los Estados Unidos o cualquiera otra nación se apodera de algún punto de nuestro territorio, y por nuestra debilidad no podemos arrojarlo, de él, dejemos siquiera
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vivo nuestro derecho, para que las generaciones que nos sucedan lo recobren. Malo sería dejarnos desarmar por una fuerza superior; pero sería pésimo desarmar a nuestros hijos, privándolos de un buen derecho, que más valientes, más patriotas y más sufridos que nosotros lo harían valer y sabrían reivindicarlo algún día. ۞
La emisión de las ideas por la prensa debe ser tan libre, como es libre en el hombre la facultad de pensar.
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Los hijos de los ricos no se avienen con la vida miserable del pobre.
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Nada con la fuerza: todo con el derecho y la razón: se conseguirá la práctica de este principio con sólo respetar el derecho ajeno.
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La responsabilidad de los gobiernos sólo puede fundarse en la impartición absoluta de justicia.
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La instrucción es la primera base de la prosperidad de un pueblo, a la vez que el medio más seguro de hacer imposibles los abusos del poder.
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Lo cierto es que mis enemigos no tienen razón para serlo. Si algún mal causo a los traidores es por error de entendimiento y no por deliberada voluntad. No es mi fuerte la venganza.
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Todo lo que México no haga por sí mismo para ser libre, no debe esperar, ni conviene que espere que otros gobiernos u
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Los ricos y los poderosos ni sienten, ni menos procuran remediar las desgracias de los pobres. Aquellos se temen y se
otras naciones hagan por él. respetan, y no son capaces de romper lanzas por las querellas de los débiles ni por las injusticias que sobre ellas se ejerzan. ۞
Como hijo del pueblo, nunca podría yo olvidar que mi único título es su voluntad, y que mi único fin debe ser siempre su mayor bien y prosperidad.
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La ley que ha sido siempre mi espada y mi escudo.
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En los gobiernos representativos las interpretaciones del cuerpo legislativo son frecuentes y ordinarias porque son de esencia de la Institución y no importan un ataque a la persona del jefe del Estado.
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La respetabilidad del gobernante le viene de la ley de un recto proceder y no de trajes ni de aparatos militares propios sólo para los reyes de teatro.
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Los gobernadores de la sociedad civil no deben asistir como tales a ninguna ceremonia eclesiástica, si bien como
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El pueblo que quiere ser libre lo será. Hidalgo enseñó que el poder de los reyes es demasiado débil cuando gobiernan
hombres pueden ir a los templos a practicar los actos de devoción que su religión les dicte. contra la voluntad de los pueblos. ۞
La instrucción es el fundamento de la felicidad social, el principio en que descansan la libertad y el engrandecimiento de los pueblos.
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La libertad civil y religiosa es una de las bases de nuestras instituciones.
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Deseamos que la ilustración, las ciencias, las artes y el amor al trabajo se aclimaten en nuestro país. Por eso abrimos nuestras puertas y damos hospitalidad al extranjero sin preguntar quién es, de dónde viene, qué religión profesa ni cuál su origen.
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La educación del pueblo es una de las primeras atenciones de todo gobierno. Sin escuelas jamás podrá nuestro pueblo tener el conocimiento de sus deberes y la apreciación de sus derechos.
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Las naciones tienen que luchar hasta salvarse o sucumbir, cuando se intenta ponerlas fuera de la ley común y arrancarles el derecho de existir por sí mismas y regirse por voluntad propia.
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México, un pueblo tan libre, tan soberano, tan independiente, como los más poderosos de la Tierra.
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México vive. Un pueblo no sucumbe al capricho del poderoso, si defiende la causa de la justicia, de la civilización y de la humanidad.
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La independencia y la libertad, dos grandes bienes, sin los cuales todos los demás son tristes y vergonzosos.
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La defensa de la Patria y de la libertad es un deber imprescindible: importa la defensa de nuestra propia dignidad, del honor y dignidad de nuestras esposas y de nuestros hijos, del honor y dignidad de todos los hombres.
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El Gobierno no tiene memoria, sino para el bien. Defensor de los derechos de los mexicanos todos, no quiere sino su ingreso al seno de las leyes. Paladín de todas las libertades, la del pensamiento y la de la opinión, aun sus enemigos han tenido garantías; el culto y las creencias han hecho uso de la independencia de la ley y se ha visto en toda su elevación el sentimiento religioso... No podía ser de otra manera: la causa del gobierno nacional es la de todos los mexicanos y, por los principios que sostiene, es la de todos los hombres, sin distinción de nacionalidades y colores.
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No es sólo la fuerza de las armas la que necesitamos. Necesitamos de otra más eficaz: la fuerza moral, que debemos robustecer, procurando al pueblo mejoras positivas, goces y comodidades.
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Los hombres no son nada; los principios lo son todo.
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La vida de un hombre nada significa cuando están de por medio la suerte y los intereses de un pueblo.
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El hombre que carece de lo preciso para alimentar a su familia, ve la instrucción de sus hijos como un bien muy remoto, o como un obstáculo para conseguir el sustento diario. En vez de destinarlos a la escuela, se sirve de ellos para el cuidado de la casa o para alquilar su débil trabajo personal, con que poder aliviar un tanto el peso de la miseria que lo agobia. Si ese hombre tuviera algunas comodidades; si su trabajo diario le produjera alguna utilidad, él cuidaría de que sus hijos se educasen y recibiesen una instrucción sólida en cualquiera de los ramos del saber humano. El deseo de saber y de ilustrarse es innato en el corazón del hombre. Quítensele las trabas que la miseria y el despotismo le imponen, y él se ilustrará naturalmente, aun cuando no se le dé una protección directa.
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Hijo del pueblo, yo no lo olvidaré; por el contrario, sostendré sus derechos, cuidaré de que se ilustre, se engrandezca y se críe un porvenir, y que abandone la carrera del desorden, de los vicios y de la miseria, a que lo han conducido los hombres que sólo con sus palabras se dicen sus amigos y sus libertadores; pero que con sus hechos son sus más crueles tiranos.
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Contra la Patria nunca tendremos razón.
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Quisiera que se me juzgara no por mis dichos, sino por mis hechos. Mis dichos son hechos.
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DISCURSO DE UN ESTADISTA BENITO JUÁREZ. Al Regresar A La Capital De La República (15 De Julio De 1867) Mexicanos: el gobierno nacional vuelve hoy a establecer su residencia en la ciudad de México, de la que salió hace cuatro años. Llevó entonces la resolución de no abandonar jamás el cumplimiento de sus deberes tanto más sagrados, cuanto mayor era el conflicto de la nación. Fue con la segura confianza de que el pueblo mexicano lucharía sin cesar contra la inicua invasión extranjera, en defensa de sus derechos y de su libertad. Salió el gobierno para seguir sosteniendo la bandera de la patria por todo el tiempo que fuera necesario, hasta obtener el triunfo de la causa de la independencia y de las instituciones de la República. Lo han alcanzado los buenos hijos de México, combatiendo solos, sin auxilio de nadie, sin recursos, sin los elementos necesarios para la guerra. Han derramado su sangre con sublime patriotismo, arrostando todos los sacrificios, antes que consentir en la pérdida de la República y de la libertad. En nombre de la patria agradecida, tributo el más alto reconocimiento a los buenos mexicanos que la han defendido y a sus dignos caudillos. El triunfo de la patria, que ha sido el objeto de sus nobles aspiraciones, será siempre su mayor título de gloria y el mejor premio de sus heroicos esfuerzos. Lleno de confianza en ellos procuró el gobierno cumplir sus deberes, sin concebir jamás un solo pensamiento de que le fuera lícito menoscabar ninguno de los derechos de la nación. Ha cumplido el gobierno el primero de sus deberes, no construyendo ningún compromiso en el exterior ni en el interior, que pudiera perjudicar en nada la independencia y soberanía de la República, la integridad de su territorio o el respeto debido a la Constitución y a las leyes. Sus enemigos pretendieron establecer otro gobierno y otras leyes, sin haber podido consumar su intento criminal. Después de cuatro años, vuelve el gobierno a la ciudad de México, con la bandera de la Constitución y con las mismas leyes, sin haber dejado de existir un solo instante del territorio nacional. No ha querido, ni ha debido antes el gobierno y menos debiera en la hora del triunfo completo de la República, dejarse inspirar por ningún sentimiento de pasión contra los que lo han combatido. Su deber ha sido y es, pesar las exigencias de la justicia con todas las consideraciones de la benignidad. La templanza de su conducta en todos los lugares donde ha residido, ha demostrado su deseo de moderar, en lo posible, el rigor de la justicia, conciliando la indulgencia con el estrecho deber de que se apliquen las leyes, en lo que sea indispensable para afianzar la paz y el porvenir de la nación. Mexicanos: encaminemos ahora todos nuestros esfuerzos a obtener y consolidar los beneficios de la paz. Bajo sus auspicios será eficaz la protección de las leyes y de las autoridades para los derechos de todos los habitantes de la República. Que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos. Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz. Confiemos en que todos los mexicanos, aleccionados por la prolongada y dolorosa experiencia de las calamidades de la guerra, cooperemos en lo de adelante al bienestar y a la prosperidad de la nación, que sólo pueden conseguirse con un inviolable respeto a las leyes y con la obediencia a las autoridades elegidas por el pueblo. En nuestras libres instituciones, el pueblo mexicano es el árbitro de su suerte. Con el único fin de sostener la causa del pueblo durante la guerra, mientras no podía elegir sus mandatarios, he debido, conforme al espíritu de la Constitución, conservar el poder que me había conferido. Terminada ya la lucha, mi deber es convocar desde luego al pueblo, para que, sin ninguna presión de la fuerza y sin ninguna influencia ilegítima, elija con absoluta libertad a quien quiera confiar sus destinos.
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Mexicanos: Hemos alcanzado el mayor bien que podíamos desear, viendo consumada por segunda vez la independencia de nuestra patria. Cooperaremos todos para poder legarla a nuestros hijos en camino de prosperidad, amando y sosteniendo siempre nuestra independencia y nuestra libertad.
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ACTA DE INICIACIÓN MASÓNICA DEL GRAN PATRICIO LIC. BENITO JUÁREZ JORGE TORRES BADILLO Y GERARDO JAVIER OLAGUE GONZÁLEZ. EN EL GR∴OR∴ SEDE MÉXICO CAPITAL. DISTRITO FEDERALIZADO. ENERO 15 DE 1847 DE LA E∴V∴, PREVIA LA AUTORIZACIÓN CORRESPONDIENTE, Y HABILITADO QUE FUE A TEMP∴MAS∴ EL SALÓN DEL H. SENADO DE LA REPUBLICA: Y ENGALANADO QUE FUE TAMBIÉN CON TODA CLASE DE ATRIBUTOS MAS∴ SOLO PARA EL ACTO DE LA INIC∴MAS∴ DEL C. BENITO JUÁREZ. TODOS LOS MIEMBROS DE LA RESP∴LOG∴ “INDEPENDENCIA” No. 2 REUNIDOS PROCEDIERON A LA APERTURA DE LOS TRAB∴ A TODO RIT∴ BAJO LA DIRECCIÓN DEL GR∴MAEST∴ DEL RITO NACIONAL MEXICANO. IL∴ Y POD∴H∴JOSÉ MA. DEL RÍO, QUIEN DISPONE SE HAGA LA DECLARATORIA ENTRE CCOL∴ CON TODA CIRCUNSPECCIÓN SE REALIZO LA CER∴ HABIENDO RESULTADO BRILLANTE E IMPONENTE, Y MAS AUN, LA CONSAGRACIÓN Y PROCLAMACIÓN ENTRE CCOL∴ DEL NEOF∴ COMO APR∴MAS∴ DESPUÉS DE QUE EL DIR∴ DEL CER∴ HIZO LA DECLARACIÓN DE QUE EL ACTO HABÍA LLEGADO A SU CULMINACIÓN, EL RESP∴GR∴MAEST∴ CONCEDIÓ LA PAL∴ HABIENDO HECHO USO DE ELLA MUCHOS CONOCIDOS HH∴ LA CONCURRENCIA A ESTA CEREMONIA FUE NUTRIDA ENTRE LA QUE DESTACARON TODOS LOS MIEMBROS DEL RITO NACIONAL MEXICANO, QQ∴HH∴ MANUEL CRESCENCO REJON, JUSTAMENTE CONOCIDO POR EL PERICLES DE LOS ORADORES: VALENTÍN GÓMEZ FARIAS, EL PATRIARCA DE LA DEMOCRACIA, ACTUALMENTE PRESIDENTE ACCIDENTAL DE LA REPUBLICA: PEDRO ZUBIETA, MINISTRO DE HACIENDA: PEDRO LEMUS, COMANDANTE GENERAL DEL DISTRITO FEDERAL Y DEL ESTADO DE MÉXICO; DIPUTADO FEDERAL FERNANDO ORTEGA, TIBURCIO CAÑAS Y FRANCISCO BANUET; AGUSTÍN BUENROSTRO, EX – GOBERNADOR DEL DISTRITO; DIPUTADO JOAQUÍN NAVARRO, OFICIAL MAYOR DEL MINISTERIO DE LA HACIENDA PUBLICA; EX – PRESIDENTE DEL PUEBLO Y AHORA MINISTRO DEL TRIBUNAL DE LA JUSTICIA, C. AMBROSIO MORENO; LIC. MIGUEL LERDO DE TEJADA, ASÍ COMO OTROS MUCHOS HH∴ DISTINGUIDOS EN LAS ARMAS Y EN LAS LETRAS, DESPUÉS DE QUE EL Q∴H∴SRIO∴ DECLARO AGOTADO EL ESTILO, SE CORRIÓ EL TR∴ DE LOS POB∴ QUE ARROJO EN SU DESP∴ LA SUMA DE 74,230 MMED∴CCHI∴ QUE QUEDARON EN PODER DEL Q∴H∴LIM∴ CON LA VENIA DEL RESP∴GR∴MAEST∴ EL C. JUÁREZ YA APR∴MAS∴ DECLARO EMOCIONADO QUE PARA EL SUCESIVO ADOPTA EL NOM∴SIMB∴ DE GUILLERMO TELL∴ ACTO SEGUIDO SE CLAUSURAN LOS TTRAB∴ CON RIT∴ SE FORMA LA CAD∴ DE LA FRAT∴ DESPACHÁNDOSE A LOS HH∴CONTENTOS Y JUSTAMENTE SATISFECHOS POR LA NUEVA ADQUISICIÓN. DOY FE TEX. EL SRIO∴, AMBROSIO MORENO G. ADICIÓN: ILEGIBLE.
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DISCURSO PRONUNCIADO EN EL BICENTENARIO DEL NATALICIO DE DON BENITO JUÁREZ POR EL RESP.·. GR.·. M.·. DE LA MUY RESP.·. GR.·. LOG.·. DE EST.·. SOB.·. E IND.·. “EL POTOSÍ” J. REFUGIO ARAUJO DEL ÁNGEL Ciudadanos y Ciudadanas : Hoy 21 de Marzo del 2006, el pueblo de México con gran entusiasmo, alegría y compromiso celebra el Bicentenario del Natalicio de Benito Juárez, Benemérito de las Américas A 200 años de su natalicio sentimos su presencia y como cada año desde entonces, recordamos al pie de su monumento, la poderosa personalidad que irradió en cada instante de su vida. Hoy desde San Pablo Guelatao, Oaxaca hasta los más alejados lugares de nuestro México, se honra la memoria de tan ilustre Patricio por el Gobierno de la República y en cada uno de los Estados que conforman la República Mexicana. Para la Muy Respetable Gran Logia de Estado Soberana e Independiente “El Potosí” es una alta distinción hacer uso de la palabra en esta tribuna pública para exaltar la vida y obra del Presidente Juárez, H. Masón de un profundo pensamiento liberal, defensor de los Derechos de la Humanidad, conductor de su pueblo en la paz, siempre breve e inestable, y en la lucha, armado exclusivamente con los poderes de la Ley, en un país alérgico a toda autoridad y a toda norma, porque siempre ambas habían sido utilizadas como medios de sometimiento y explotación. México ha tenido un desarrollo histórico de los más sugerentes y atractivos de la historia mundial, pues su proceso es equivalente en muchos aspectos a las grandes civilizaciones del viejo mundo, pues creció, aunque no en forma uniforme, desde los estadios más rudimentarios hasta niveles superiores de cultura, a través de un desarrollo, intelectual, espiritual y material forjados, por hombres con ideales preclaros. Este proceso de evolución, a veces revolucionario, es producto también del esfuerzo de grandes masones que han impulsado por la vía de la razón, métodos para aprovechar los recursos naturales, reflexiones inteligentes frente al medio que vivían y acciones que a la postre habrían de transformarse en técnicas, ciencias, filosofía, religión, arte y política, pasos obligados que para trascender de grupos nómadas y primitivos a colectividades organizadas forjadoras de civilizaciones. En nuestro territorio muchos siglos transcurrieron para establecerse culturas como: la Olmeca, la Teotihuacana, la Tolteca, la Zapoteca, la Maya, la Azteca, los purepechas y tantas otras, a cual más valiosas y ricas en tradiciones, cuya evolución fue rota por la conquista, por el contacto violento con hombres portadores de nuevos elementos e ideas que provocaron un choque de culturas que destruyó las que tenían menos probabilidades de existir; sin embargo, tal enfrentamiento no aniquiló todos sus elementos, mucho de los cuales, profundamente enraizados, se mezclaron con los de los conquistadores europeos dando paso a una cultura mestiza con aportaciones muy significativas. Tres siglos de organización colonial produjeron una sociedad, una economía y una cultura peculiar, cuyos elementos esenciales están vigentes en todas nuestras manifestaciones espirituales y materiales. Así se formó el México moderno, donde el mexicano es fruto de hondo sentimiento fraternal que no hace distingo de razas, de diferencias económicas, religiosas ni políticas, pues se fortalece en principios de identidad nacional en búsqueda del desarrollo común. Gran sentimiento de la justicia, rebeldía ante la ofensa a la dignidad humana, ante la violación a los derechos que todo ser posee para llevar una vida digna y decorosa, para lograr que la sociedad crezca sin diferencias injustas, ofensivas, sin esclavitud, produjeron Independencia, la Reforma y la Revolución de nuestro País.
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A finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX los países europeos y americanos se ven influidos por una corriente ideológica cultural conocida hoy como la
Ilustración, e imperando entonces una doctrina mercantilista que influye en los conflictos
económicos-políticos y en las rivalidades de las potencias europeas, florece, a finales del siglo XVIII, el liberalismo, cuyos principios se difundirán, actuarán y modificarán las perspectivas. Los acontecimientos suscitados en Europa como la Revolución Francesa que hace posible la proclamación de la República Francesa, las condiciones políticas que vivía España y la Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica, provocan un movimiento emancipador en México y demás países Hispanoamericanos, cuyo malestar generalizado en grandes comunidades indígenas y mestizas por el maltrato, exacciones económicas, explotación de su fuerza de trabajo, las condiciones de esclavos de la clase indígena , penosas y aflictivas desigualdades tanto legales como de hecho que sufrían, fueron la causa de la difusión, en una minoría ilustrada, de una serie de principios filosóficos, jurídicos y políticos de origen ilustrado y liberal procedentes tanto de Europa como de Estados Unidos. México entra en el plano de la lucha por la Independencia iniciada por Don Miguel Hidalgo, seguido por los insurgentes Allende, Mariano Jiménez, Juan Aldama, Doña Josefa Ortiz de Domínguez y Abasolo.
Al sacrificio de los primeros continúan el
movimiento Morelos, Ignacio López Rayón y Vicente Guerrero, quien junto a Iturbide firman el Plan de Iguala, el 27 de septiembre de 1821, consumándose así la Independencia de México que puso fin a trescientos años de esclavitud. Es necesario recordar que Iturbide se prestó al plan nada honesto del grupo económicamente poderoso, el clero y los militares y se hace coronar como emperador de México, para mantener los privilegios que dicho grupos detentaban en la época de la Colonia. Pero los liberales fortaleciendo la unidad de los mexicanos obligó a Iturbide abdicar En esa atmósfera de lucha por fortalecer y mantener la Independencia de México evitando así que la antigua clase dominante esclavista, retrógrada y conservadora lograra mantener sus privilegios a costa del Pueblo, nace Benito Juárez un día 21 de marzo del año de 1806, en San Pablo Guelatao, territorio que en el México actual corresponde al estado de Oaxaca. Sus padres Marcelino Juárez y Brígida García, indios de origen Zapoteca, nación que antes de la llegada de los españoles era una de las más poderosas y civilizadas y que, en la actualidad, comprende los estados de Oaxaca y Guerrero. Como es conocido, queda huérfano a los tres años, quedando bajo la protección de su tío Bernardino, quien le enseña las primeras letras.
Acostumbrado a la soledad de la montaña, al canto de los pájaros, al correr de las aguas por ríos y arroyuelos, a
veces parecía conformarse con su destino. Pero, sentía una quemazón que le atormentaba; la inquietud y el sueño de conocer la ciudad de Oaxaca de cuyas bellezas y peligro le habían hablado. Las montañas no hicieron de Benito ni un poeta, ni un soñador, sino que forjó a un muchacho apegado a la realidad y, muy voluntarioso, el 17 de diciembre de 1818 emprendió el camino a Oaxaca. Se instala en la casa de los Maza, excelente familia a quienes servía su hermana Josefa.
En uno de los recorridos que Juárez
realizaba por la ciudad de Oaxaca, conoce al Franciscano don Antonio Salanueva, quien conociendo el idioma zapoteca le interrogó sobre su vida, al acompañarlo a la casa de los Maza, a quienes habló sobre Benito con grandes elogios que motivó el mandarlo a la escuela. Don Antonio Salanueva, hombre piadoso y honesto que Juárez admiraba por considerarlo amigo de la educación de los jóvenes, lo apoya y lo inscribe en el seminario por considerar que ahí se estudiaba para abrazar la carrera eclesiástica, además de que Benito Juárez recordaba que su tío le decía que fuera eclesiástico de profesión, porque conocía la opinión no solo del vulgo, sino de la clase alta de la sociedad respecto de que los clérigos sabían mucho y eran muy respetados. En 1827 concluye el curso de arte con calificaciones excelentes y en agosto de 1828 pasa al Instituto de Ciencia y Arte para estudiar Jurisprudencia.
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En ese año, participa en las elecciones donde Vicente Guerrero es electo Presidente de la República. Siendo coincidente con él en la lucha por defender la Independencia de México. Jóvenes liberales estudiantes del Instituto de Ciencia y Arte, entre ellos Juárez participan como voluntarios contra una invasión de tropas españolas, y con el grado de teniente al frente de sus hombres emprendió el camino a Tampico. Para entonces, Vicente Guerrero tenía en Benito Juárez a un paladín preparado y entusiasta y su actividad política le llevó al Ayuntamiento de Oaxaca como regidor en 1831. Para 1833 fue electo Diputado, al Congreso del Estado. No es de extrañarnos que un hombre de la talla de Juárez que, sereno y firme luchara y legislara sin preocuparse de la lisonja o de la calumnia, se viera combatido por el temor y la envidia. En su juventud, había iniciado a constatar la doblez del alma humana. Pero imperturbable, siguió su camino. Los gobiernos de la colonia y en general el imperio español, dejaron en México, un idioma, una religión, un militarismo agresivo, una esclavitud, miseria y grandes vicios. Benito Juárez acepto el idioma y la religión pero combatió el resto. Hombre de voluntad y talento, se alzó contra la injusticia, y despreció a los calumniadores. Mediante el ejercicio de su profesión, defendió al indio contra los abusos excesivos y su libertad coartada por los privilegiados de la época; desde la cátedra o al frente de las representaciones populares que alcanzó, empuñó las armas para defender la Independencia. Durante los años 1,839-1,840 estuvo dedicado al ejercicio de su profesión, pues ya contaba con el título de Abogado, después de haber sustentado su examen de jurisprudencia práctica ante la Corte de Justicia del Estado. Un año mas tarde se le nombra Juez de Primera Instancia del Ramo Civil y de Hacienda de la Capital del Estado, por lo que cuando en 1,846 el Gobierno general convoca a la Nación para elegir representantes con amplias facultades para reformar la Constitución de 1,824, Juárez resulta uno de los nombrados por Oaxaca. En 1,846 la Nación fue invadida por fuerza de los Estados Unidos de Norteamérica y ante la ausencia de recursos para hacer frente a la contienda, era necesario
hipotecar parte de los bienes que administraba el clero.
Se envía la iniciativa
correspondiente al congreso, se aprueba pero ello marca el inicio de la resistencia frontal por parte del clero, los moderados y conservadores en su lucha contra el partido liberal. Es entonces cuando Juárez es nombrado Gobernador interino del estado de Oaxaca y posteriormente el 12 de agosto de 1,948 al renovarse los Poderes del Estado gobernador Constitucional por un periodo de cuatro años. Este tipo de experiencias aunado al sufrimiento que diario tenía que ver entre sus congéneres, derivado del maridaje entre las clases privilegiadas y la autoridad civil, le reafirmaron sus propósitos de trabajar constantemente para destruir el poder funesto de las clases que, siendo privilegiadas, buscaban su permanencia a costa del pueblo. Así lo hizo en la parte que pudo y así lo haría el partido liberal. Para desgracia de la humanidad, el cambio que se lograba para reemplazar una administración conservadora por otra liberal, no curaba el mal de raíz, pues el cambio era solo de personas y quedaban vigentes en las leyes y en las constituciones los fueros eclesiásticos y militar, la intolerancia religiosa, la religión de Estado y la posesión injusta de cuantiosos bienes por parte del clero. Así fue que apenas se establecía una administración liberal, cuando al poco tiempo era derrocada y perseguidos sus partidarios. Los pueblos, a veces, son engañados por el griterío que aturde, en menoscabo de la razón. Juárez luchó contra eso porque sabía donde tenía el corazón y donde el cerebro.
Además, para evitar desaciertos, sabía escoger sus colaboradores. Esto, que es
esencial para todo buen gobernante, el supo cuidarlo.
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En 1854, Juan Álvarez lanzó el Plan de Ayutla que derrocó a Santa Anna definitivamente. Para Octubre de 1855 fue electo Presidente Interino de la República y, en su gabinete, integró a Juárez como ministro de Justicia, Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública.
Desde tan importante trinchera, fue cuando se promulgó la Ley Juárez, tendiente a acabar con el clero
político y el generalato ensoberbecido y agresor. Amenazados, el clero y el Ejercito se enfrentaron a Benito Juárez. El propio Comonfort, ministro de guerra, se opuso que se aplicara la Ley Juárez; con apoyo de Melchor Ocampo, también ministro de aquel gobierno, propuso la disolución del Ejército por considerarlo una amenaza para paz y tranquilidad públicas.
Juan Álvarez renuncia a la Presidencia de la República dejando
su lugar a Ignacio Comonfort, quien prescindió de Juárez enviándolo a Oaxaca para hacerse cargo interinamente del Gobierno del Estado. Las relaciones entre Gral. Ignacio Comonfort, Presidente de la República y Benito Juárez, Gobernador de Oaxaca no eran del todo gratas; así, se llega el año de 1,857, y se promulga la Constitución el 5 de febrero, que daba al País un sistema federal de Gobierno.
En Oaxaca, Juárez Gobernador interino, externa su deseo de darle vigencia a las Leyes Constitucionales y
convoca a elecciones resultando electo Gobernador Constitucional con tal apoyo popular, que el hecho repercute en la Capital de la República. Consecuencia: Ignacio Comonfort lo designa Ministro de Gobernación y mas tarde resulta electo Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cargo que involucraba el de Vicepresidente de la República. Los conservadores no aceptaron el triunfo de los liberales ya que en realidad lo que deseaban, era anular la Constitución recién promulgada; Comonfort atiende las inquietudes de los conservadores y él mismo da el golpe de Estado el 19 de diciembre. Félix Zuloaga en complicidad con el Presidente Comonfort se pronuncia en Tacubaya, decretando la anulación de la Constitución del 57, pero reconociendo a Comonfort, como legítimo Presidente. Como todo buen conspirador, previo a los hechos, Comonfort ordena que sean detenidos Isidoro Chávez, Presidente del Congreso, Juárez y otros prominente miembros del Partido Liberal; las envidias entonces provocan lo inesperado: los generales conservadores y rebeldes Miramón y Osillo, se oponen a que Comonfort siguiera al frente del Poder Ejecutivo y lo declararan destituido;
esta acción que llenó de ira a Comonfort, lo lleva a ordenar, solo por contrariar al conservadurismo, que fueran
puestos en libertad, Juárez y los demás políticos liberales. Los gobernadores que no se habían adherido al Plan de Tacubaya proclamaron Presidente de la República a Don Benito Juárez, dirigiendo un Manifiesto a la Nación
donde se informaba que el Gobierno Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos
quedaba restablecido y vigente la Constitución de 1,857. Era necesario volver al orden constitucional. Convocó a elecciones para integrar el Congreso y elegir a la persona que ocupara la Presidencia; como resultado, el nuevo Congreso quedó integrado por jóvenes reformistas y en la Presidencia el voto del pueblo reitero su confianza a Benito Juárez.
Comprendió que era su deber ponerse al frente del sentimiento nacional y desplegar
una bandera que significase la extirpación de los abusos del pasado y la esperanza de extirpar los del porvenir. La Constitución representaba la cristalización de todas las aspiraciones del pueblo mexicano, de ella dependía la felicidad de los individuos, el progreso y fortalecimiento de la Patria Al amparo Constitucional, se restablecería la paz y la tranquilidad, porque en ella caben todos los partidos; con orden y respeto pueden hacerse las reformas reflejo de la voluntad general y satisfaciendo los intereses y necesidades de la mayoría, mas no por imposición de una camarilla o un usurpador.
Surgen las Leyes de Reforma: la nacionalización de bienes eclesiásticos, ley
del matrimonio civil, la secularización de los cementerios, la libertad de cultos, la independencia absoluta de las potestades civil y
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espiritual, la ley del registro civil, Ley de Secularización de Hospitales y Establecimiento de Beneficencia, llegando a sumar 174 leyes reformistas de 1,855 a 1872. El Gobierno de Benito Juárez hizo frente al anquilosamiento conservador a través del Derecho; e hizo frente por la promulgación de la Constitución del 57, a la guerra de tres años a través de la satisfacción del interés general por encima de cualquier particular; durante la Guerra de Reforma, lucha sobre todo por las ideas, no por las personas, bien se encargaron los dirigentes liberarles de definirlas, difundirlas y tratar que llegaran a convertirse en plena y precisa realidad. La lucha contra la Intervención Extranjera y la Lucha contra el Efímero Imperio de Maximiliano. En la lucha contra la intervención francesa, surgieron los sentimientos patrióticos de los mexicanos que por ningún motivo permitirían que el País retornara a la anarquía, al sometimiento de los poderosos y de un clero ambicioso, oscurantista monarquía extranjera en nuestro país.
y fanático que deseaba establecer una
En la lucha contra el Imperio de facto de Maximiliano, Juárez, en su peregrinar por el
País custodiando en su pecho a la República, traslada los Poderes de la Nación a San Luís Potosí, radicándolos del 9 de junio al 22 de diciembre de 1,863 la primera ocasión, y, la segunda, a partir del mes de abril de 1867 hasta julio del mismo año. Aquí, en tierra potosina, recibió la noticia de que el sitio de Querétaro que se estrechaba cada día más en contra las fuerza imperiales, llegaba a su fin;
el 15 de mayo de 1867 cuando Maximiliano se entrega a los generales Corona y Escobedo, se
cierra un ciclo de la vida de México, gracias al cual cobró conciencia plena de su destino.
Desde esta ciudad Capital el
Presidente Juárez y su ministro Lerdo de Tejada, resistían sin inmutarse todas las presiones, las internas y las de fuera del País, así como las peticiones de clemencia de los amigos y familiares de Maximiliano, Miramón y Mejía, incluyendo, en esta ciudad, a la Princesa Salm Salm.
Un tribunal formado Platón Sánchez, teniente coronel republicano, y Manuel Aspiroz, como fiscal,
juzgó a Maximiliano.
El 14 de junio de 1,867 lo condena a pena de muerte y, junto con otros acusados, son fusilados en las
laderas del Cerro de las Campanas a las 7 de la mañana del día 19 de junio del mismo año. El día 15 de julio de 1,867 el Lic. Benito Juárez, Presidente de México, acompañado de Sebastián Lerdo de Tejada, José María Iglesias e Ignacio Mejía, entró triunfal a la Ciudad de México.
En ese día, con la autoridad moral que como defensor de la
república tenía y la representación oficial que ostentaba como Presidente Constitucional de la República Mexicana, dirigiría a los mexicanos uno de los manifiestos más auténticos, profundos y convincentes de la historia política nacional. Es justo, hoy que rendimos homenaje al Benemérito de las Américas en el Bicentenario de su Natalicio, recordar a la compañera de su vida, su esposa Margarita Maza de Juárez, quien fuera la compañera más fiel que tuvo; la madre y la patriota más devota que compartió su vida pública con ejemplar abnegación Juárez, siendo su esposo, llega a elogiarla como modelo de mujer mexicana, dotada de la dignidad y de la modesta crianza, soportando la adversidad y la prosperidad con igual serenidad La esposa del Presidente Benito Juárez, nunca influye en los negocios públicos;
siempre se mantuvo ajena a las intrigas
palaciegas; tan discreta que apenas conocía a los ministros; muchos de los admiradores de sus obras, nunca le habían visto, sin embargo, se sabe que fue siempre accesible a los menesterosos y subviniendo a sus necesidades con claridad discreta. Juárez creó el estado Moderno, mismo que debe ser libre para ser justo. cúpula eterna de la catedral humana.
Abrió el cielo infinito a todas las religiones, como la
Es verdad, Juárez se adelantó a su época;
últimas de las causas que se agitan en la elaboración del progreso.
sus ideales no son sino las consecuencias
Antes de Juárez, grandes pensadores mexicanos
precursores de su obra, entre los que se cuentan el Dr. Mora, habían comprendido la situación del país; dolencia y cual era el remedio ; anhelaban la reforma.
sabían cual era su
A Juárez, hombre recto, honesto y de gran inteligencia, le tocó la gloria
de hacer realidad esos pensamientos y de realizar esos ideales.
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Transformó la economía antes estancada del país con leyes
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sapientísimas de incalculable alcance, que son la justa admiración del historiador y del filósofo.
De su reforma al marco
jurídico, deriva como de orígenes fecundos, como de fuente inagotable, nuestra actual prosperidad material, causa, a su vez, del orden administrativo y de la paz pública;
Él nos dio las garantías más amplias y más altas a que puede aspirar un ser
humano en la plena conciencia de su dignidad y de sus derechos sociales y políticos.
A él debemos la libertad superior del
pensamiento y del culto, sin el cual los pueblos se asfixian y se endurecen. De Juárez aprendimos que la Educación es la fórmula de beneficio colectivo por antonomasia. Nos enseñó que el derecho a la superación personal y el mejoramiento colectivo son consecuencias inseparables y constituye el medio más seguro y eficaz para establecer sólidamente la libertad, el respeto a la Constitución y a las leyes.
Los Gobiernos de la República y los de sus
estados requieren continuidad en sus acciones, mismas que deben en partir de la eficiencia y eficacia para consolidar su progreso en base a la solución de la problemática de la población. En nuestro estado contamos con un gobierno que ha dado continuidad al trabajo de regímenes gubernamentales que han brindado al estado mejores perspectivas de progreso y de infraestructura para su desarrollo, contando en nuestra ciudad capital con un desarrollo urbanístico y un programa carretero que habrá de mejorar las condiciones de comunicación para su desarrollo agrícola, industrial y comercial. Deseamos que en el orden ideológico, logremos comprender que en el pluripartidismo que vivimos dentro de una democracia fortalecida se debe entender que quién detente la responsabilidad de representarnos,
no lleve a las organizaciones y al pueblo
hacia donde están sus compromisos ideológicos y políticos personales, pues ello conlleva un debilitamiento de la acción organizada del gobierno, aunado a un detrimento en las posibilidades de desarrollo para el pueblo y consecuentemente, se impide el logro de las metas que se ha trazado el país a través de sus luchas reivindicadoras. México ha luchado por ideales Humanos que se traducen en la impartición de justicia apegada a Estado de Derecho; ha pugnado por lograr que se nos brinde seguridad, tranquilidad y libertad que fortalezcan nuestras garantías individuales; también, respeto a la libertad de creencia, pues la intolerancia religiosa no debe manifestarse como lastre al desarrollo de los pueblos, al contrario, en el ejercicio personalísimo de las acciones del pensamiento espiritual se debe ser justo y respetuoso. Confiemos en que todos los mexicanos hemos aprendido de la dolorosa experiencia que nos han dejado el apartarnos de la ley, de no respetar los derechos que nos asisten y de la explotación irracional de los recursos por parte de los poderosos de dentro y fuera del país;
confiemos en que, unidos, podremos cooperar al bienestar y la prosperidad de la Nación, mismo que solo puede
conseguirse con un inviolable respeto a las leyes y con el respeto a los gobiernos emanados por la voluntad del pueblo. Mexicanos: unamos nuestros esfuerzo por seguir construyendo la Paz de nuestro pueblo trabajemos por consolidar los beneficios del trabajo ordenado, planeado, unido y pacífico, porque bajo sus auspicios será eficaz la protección de las leyes y de la autoridades. Que el Gobierno y el pueblo respeten los Derechos de todos pues solo así lograremos cristalizar el ideal humano plasmado por Juárez: “Entre los individuos, como entre las Naciones, el respeto al Derecho Ajeno es la Paz”.
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JUÁREZ ANTE NUESTRO MÉXICO JAIME CHALITA ZARUR PAST GR.·. M.·. DE LA GR.·. LOG.·. DE EST.·. SOB.·. E IND.·. EL POTOSÍ VICEPRESIDENTE NACIONAL DEL CONSEJO MASÓNICO MEXICANO Quien no quiere trascender intelectualmente, quien no quiere la inmortalidad de sus ideas, quien no quiere permanecer ahí en donde el tiempo queda. Muchos no sólo lo queremos, pero también lo anhelamos, muchos desean llegar a ello, pero sólo los grandes lo hacen. Hierro en al alma, invencibles en la justicia, incorruptibles en el quehacer público, pero aun así, con la sensibilidad y el humanismo de quedar en el amor de los demás, los que de alguna forma escriben la verdadera historia de los pueblos, dejando la huella del anterior inmortalizando a los héroes que dan su vida por los demás. Juárez ha vencido el paso del tiempo, para quienes hemos tendió la fortuna de vivir la conmemoración en
el centenario de su
muerte y en este 2006 el bicentenario de su nacimiento, nos queda la sensación de la pertenencia del Hombre de estado, que entre los más destacados en el pensamiento Liberal, defendió nuestra Patria, dándonos el sentido de pertenencia y la raíz donde clava nuestra estirpe. Queda ahí su vida, una y otra vez admirada, criticada y desde luego, objeto de estudio, su conducta, ejemplo que permite la Paz en el respeto al derecho ajeno, para en la libertad de autodeterminar nuestro destino, siendo prudentes, buscamos nuestro horizonte en la exigencia a los gobiernos de la honrosa medianía, esta que no insulta la interminable pobreza que azota a nuestro País, con deudas históricas en la educación, en la salud, en la alimentación, en las fuentes de empleo, en la capacitación de los nuestros. México, nuestro País, sufre y lo hay hecho con su sangre, hoy no es la excepción, la polarización de la sociedad es ya un hecho, los extremos tienden a tocarse y los enfrentamientos se dan entre los grupos que componen la diversidad cultural que alberga nuestra Nación, se ha perdido la sensibilidad, que con destellos se dio en algunos gobernantes y en donde Juárez dejó ejemplo pleno de ello, estando cerca de su pueblo, sufriendo con El, viviendo con El, penas y glorias, que nos contrastan. Mucho es lo que se necesita hacer y de alguna manera se necesita retomar lo principios de la Republica, los equilibrios de poder, la repartición de la riqueza, la igualdad ante la ley y la justicia expedita, la educación de calidad y para todos, pero sobre todo la restauración del Estado Laico.
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EL JUÁREZ DE HOY EN LA VIGENCIA DEL DERECHO PROF. J. JESÚS ELOY VÁZQUEZ LEOS EX GR.·. M.·. DE LA GR.·. LOG.·. DE EST.·. SOB.·. E IND.·. EL POTOSÍ La diversidad no desalienta mas que a los pueblos despreciables. (20 de mayo de 1862) Ha pasado tiempo, un largo tiempo en el camino de Ixtlan a la patria toda, un largo camino de la cuna de San Pablo Guelatao a la tumba con la gloria de la Nación Mexicana; ha pasado tiempo y en las paginas de nuestra historia los hechos del máximo exponente del liberalismo de América aun hacen temblar a quienes violan los derechos y la soberanía de los pueblos. Aun sus palabras resuenan en la escrituración de las leyes y los ajustes necesarios que de ellas se hacen en bien de aquellos que gritan por justicia y por libertad; aun persiste la lucha por el sostenimiento de sus ideas bajo el ámbito de la búsqueda de la paz y la concordia entre las naciones del mundo o en el seno de las mismas sociedades cuyas desigualdades enfrentan a la pobreza contra la riqueza o al poder civil contra el religioso. Largo camino recorrido desde aquel terruño de Oaxaca llevando en sus manos una orfandad temprana y una herencia de estoicismo de la raza zapoteca; niñez de soledad sin miedo, infantil figura enmarcada bajo el cielo de las huellas de Mitla y Monte Alban, de Caqui Xee o Pije-Tao, de Hituayuta o Cocijoeza en un desfilar de antiguos dioses cruzados en su adolescencia con la cruz de los cristianos. Camino largo de penumbras lleno bajo la esmeraldita natura de las serranías hasta llegar a Oaxaca; atrás quedo la laguna encantada y sus ovejas, atrás quedaron los recuerdos de su tío Bernardino y los cuerpos sepultados de Doña Brígida García y Don Marcelino, aquella indómita mujer que sostuviera la señal de libertad de San Pablo cuando las huestes guerrilleras de la independencia se llegaron a su pueblo; buena enseñanza unida a la de Don Marcelino, el que había tomado parte en las luchas de la Independencia. Esa fue su herencia de sangre paterna y de tribu, esa fue la herencia dejada por las culturas antiguas de una región en la que aun se mueve el descontento y la pobreza, la explotación religiosa y el poder de la riqueza. Una herencia que lo llevo a adentrarse en la colonial Antequera bajo el cobijo de un encuadernador que lo enseño a amar a un Cristo y a leer la Biblia tomando de ambos las lecciones de bondad y de rebeldía, de verdad y mentira para balancear amas bajo el nivel de los justo y recto. Enseñanzas de una escuela clerical en la que se anteponía a la verdad de la ciencia, el dogmatismo de obediencia ciega a los preceptos del hombre y no de Dios; desligamiento y ruta hacia lo científico en un Instituto de Ciencias y Artes en el que el Trivium y el Cuatrivium (el siete mágico de la esencia del hombre) se transformo en el baluarte de la cimentación del hombre liberal. Desfilar acompasado de los años de estudio en los que abrevo el sentido de libertad humana a la par de su amor con Margarita, gran mujer que lo alentó por siempre para gritar a todos los vientos de las naciones la soberanía de nuestra Patria. Cargos públicos en los que su mano ataco la tiranía, el omnímodo poder y la riqueza de la cruz contra la espada de justicia; mano y pensamiento en los que la falange liberal sustento el marcaje de una Nación heredera del derecho en las elecciones de la Independencia y de la Reforma de José Ma. Luis Mora y de Gómez Farias. Huellas que siguió bajo una fidelidad fincada en la razón y el derecho que lo hicieron sostenerse aun a pesar de la persecución, la cárcel y el destierro. De estudiante a maestro, de abogado popular a diputado, o de regidor a juez, de magistrado a gobernador, de Ministro de Justicia a Gobernación o a la Suprema Corte y a la Presidencia de la Republica. Largo desfilar de cargo y acciones en los que marco el relieve de los que debería de ser la patria de los libres.
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Dejó su huella en la Tinajas de San Ulua, ahí donde otros héroes y grandes personajes dejaron su marcaje de prisión por atreverse a luchar contra tiranos; dejó su huella en Cuba, la de Marti, la del origen de la Conquista, el trampolín de mestizaje americano; dejo su huella en Orleáns, la de Gran Logia de América, la que lo enseño a marchar hacia la búsqueda de la verdad del hombre, la que lo dejo en el camino del liberalismo; dejo su huella con las armas que sostuvo Juan Álvarez contra una dictadura; dejo su huella en fin, en toda una Patria que lo vio cruzar llevando en su pecho el águila del Anáhuac bajo el símbolo presidencial y en sus manos el sostenimiento de la Republica. Por su mandato y bajo la confianza plena en los destinos de la nación, reventó el cordón umbilical que sujetaba las conciencias del pueblo a férula de un ordenamiento clerical llegado de allende el Atlántico y que solo explotaba para seguir enriqueciéndose, aplico por ello las leyes de Reforma y separo lo del Cesar y lo de Dios en una sentencia indubitablemente justa y recta para la materia y el espíritu. Por su mandato y bajo el apoyo nacional sostuvo la lucha encarnizada en contra de una injusta invasión extranjera y marcó en Las Campanas la sentencia en contra de aquellos que se atreven a profanar el sagrado derecho de soberanía; recibió de Francia un imperio y ella le regreso una corona hecha pedazos por la espada de la legalidad bajo el apotegma de “Entre los Individuos y entre las Naciones, el Respeto al Derecho Ajeno es la Paz”. Así, en el contexto de esa sublime historia aun retumban sus palabras en la comba inmarcesible de los tiempos y su nombre y su figura se agigantan para enfrentar al Gran Titán figura de la Reforma y el Derecho a aquellos que hot, bajo las siglas de un Tratado o bajo la falsedad e hipocresía presidencial y la de un partido, se atreven a tratar de socavar la herencia de libertad trayendo a nuestro suelo de nueva cuanta el aherrojamiento espiritual de una falseada cruz o la efigie monetaria de un trasnacionalismo esclavizante. Juárez vive en el derecho de los libres y en el pensamiento +y acción de quienes amamos la justicia y el derecho, la verdad y la paz. Que no traten de imponernos yugos porque aun en el liberalismo somos muchos.
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EL SIMBOLISMO DE JUÁREZ EN LA MASONERÍA SANTIAGO GALVÁN ESPINOSA Antes de iniciar con el desarrollo del tema, he de haceros una confesión QQ.·:HH.·. : La tesis que a lo largo del tiempo sostuve en torno a Juárez y la Masonería distaba mucho de la realidad histórica del bien llamado Benemérito. Estando la Masonería a punto de iniciar un nuevo milenio, me resultaba anacrónico y carente de lógica el que siguiéramos aferrándonos a una figura de cuya época nos separan más de cien años. ¿es que la masonería no ha sido capaz de formar pro-hombres, paladines de sus ideales o próceres en todo éste tiempo? ¿es que ha caído nuestra Orden en un letargo tal que debe conformarse con el distinguido hijo de Guelatao? ¿es que el trabajo de Juárez fue tan débil que no solo él no pudo cristalizarlo, sino que después de cien años seguimos intentando hacerlo? ¿es que no entendemos que el tiempo lo transforma todo y el ideario Juarista-liberal ha cambiado y debemos adecuarnos al nuevo entorno? Mi objetivo pues, fue el demostrar lo anquilosado que resultaba para la Masonería Mexicana el regodearnos en una figura histórica desaparecida hoy hace 128 años. ¡!Cuán equivocado estaba! La Institución es sabia, dicen nuestros Maestros y ¡cuánta razón tienen!. Después de todo, desde la perspectiva del tiempo, cien años, para una nación, son el ayer inmediato, tan cercano y presente que confluye en la actualidad y forma parte de ella. Además, el idealismo liberal prevalece y trasciende al tiempo, la figura Juarista vive y se erige colosal recordándonos y manteniendo vivos los valores de la república, la defensa del poder civil, la importancia de las instituciones, la libertad de pensamiento, la igualdad entre los hombres y, como resultado, el bien de la Humanidad y de nuestro México en particular. Benito Juárez, mexicano, lo vio, lo transmitió y lo dejó plasmado en la conformación de nuestra República. Merecidos son todos los elogios que se le brinden, pues ellos mantienen, conjuntamente con la obra de los grandes liberales que la Masonería ha forjado, definido el curso de ésta Institución y nos recuerdan el significado de la frase que resume su pensamiento: “Entre los Hombres como entre las Naciones, el Derecho al Respeto Ajeno, es la Paz” o lo que para nosotros es común, “Libertad, Igualdad y Fraternidad”.
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"Juárez fue una de aquellas almas complejas y ricamente dotadas de la más alta humanidad, y también él mas popularmente glorioso de los mexicanos porque él, más que ningún otro, sintió y reflejó el suplicio moral de la Patria; porque él, más que ningún otro, creyó en la patria; porque él mas que ningún otro, adivinó el porvenir de paz y de trabajo de la patria" Don Jesús Urueta (21 de marzo de 1906) Así, mis QQ.·. HH.·., el presente trabajo surge como una invitación a la reflexión en torno a Benito Pablo Juárez García, donde, aunque sea en forma sucinta, veremos algunos datos relevantes de su biografía, pensamientos con los que nos regaló y, ante todo, su trascendencia en la Orden, esto es, el Simbolismo de Juárez en la Masonería. Benito Juárez (1806-1872): Fecundos y perennes frutos ha producido la Masonería. Recipiente y celosa guardián de tradiciones filosóficas e intelectuales frente al pensamiento conservador de todas las épocas, ha cobijado a espíritus visionarios, transformadores de su entorno, hombres que ambicionaron llevar a las masas el fermento revolucionario por excelencia: la Libertad. La plataforma Juarista retoma el simbolismo de la Masonería pues ésta es una institución de la moral, muy interesada en el arte de bien gobernar dentro de los principios básicos de libertad, igualdad y fraternidad en su sentido filosófico más amplio, sin embargo, aunque mucho se ha dicho del derecho del hombre y la mujer a vivir su propia vida dentro de un plano de igualdad con sus semejantes, muy poco se ha hecho para ver realizado este sueño del derecho humano. Benito Juárez fue Masón, hermano nuestro, como también fueron masones quienes lucharon en los movimientos libertarios de la Independencia, no solo de México, sino de la mayoría de las naciones. El México de Juárez, en su niñez, es el México insurgente de Hidalgo, Morelos y Guerrero; el México de Fray Servando, el Dr. Mora y Gómez Farias, el de su juventud y el de su madurez, el México de Santa Anna y Miramón. Juárez vivió el crecimiento doloroso de una nación que pugna por arrancarse las supervivencias coloniales desenfrenadas que la ahogan, coronadas por un clero ultramontano, desesperado por conservar fueros y privilegios, con una cauda caciquil y militarista que no mira otro interés que no sea el de apoderarse de los raquíticos frutos del Erario Publico. No debemos olvidar que Juárez transcurrió su vida masónica desde el Rito Nacional Mexicano, donde, también, llegó al último peldaño que dicha organización tenía reservado para los Grandes Lideres exclusivamente. Como referencia, diremos que el 22 de agosto de 1825 se fundó el Supremo Gran Oriente del Rito Nacional Mexicano para responder a la necesidad que existía en México de una masonería de corte nacionalista que defendiera los intereses de la Patria. Tal entorno es precisamente el que Juárez haría suyo y en el que sus ideales encontrarían fecundo caldo de cultivo. A partir de la fundación del Rito Nacional Mexicano y hasta 1868, la máxima autoridad del rito recayó en los Grandes Maestros de la Orden, y de 1869 a la fecha, en los Grandes Luminares y Grandes Maestros de la Orden. Desde entonces y en forma ininterrumpida han ocupado estos cargos grandes mexicanos entre los cuales, de 1868 a 1869, Benito Pablo Juárez García, fue el Gran Luminar Gran Maestro de la Orden en el Rito Nacional Mexicano. La historia de nuestro país está plena de paladines que buscaban patentizar en la forma de gobierno los principios libertarios que la masonería ha defendido por sistema y convencimiento propio. En el caso que nos ocupa, el gran líder que surgió entre los liberales a mediados del siglo XIX, fue un indígena, Benito Juárez, que llegó a trascender por su integridad y firme lealtad a la democracia. Durante 25 años Juárez fue la figura central de la política mexicana.
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Durante sus primeros doce años, después de no haber conocido a sus padres quienes sucumbieron cuando el contaba apenas tres años de edad, los dedicó al pastoreo, pero su afán de leer y escribir, a diferencia de los demás indígenas, pronto lo distinguió y llevó a dejar su tierra para dirigirse a la ciudad de Oaxaca. Con el auxilio de quien le dio trabajo en su taller de encuadernación, ingresó al Seminario de Oaxaca primero, y posteriormente al Instituto de Ciencias y Artes del Estado para graduarse con el equivalente a lo que hoy constituye la carrera profesional de abogado, misma que ejercería en forma después de 1852. A los 25 años ya era regidor de la capital, dos años mas tarde, diputado local y magistrado a los 28 años solamente. A los 35 es nombrado Juez de primera instancia del ramo civil y hacienda. Antes de llegar a los cuarenta, contrae matrimonio con Margarita Maza, hija del italiano que dio trabajo a la hermana de Benito Juárez. Ya en 1844 se desempeña como secretario de gobierno y es, paralelamente, nombrado fiscal segundo del Tribunal Superior del Estado. En 1847 forma parte del Congreso Constituyente como diputado electo brevemente y ocupa, a finales de ese año, la gubernatura interinamente de su Estado natal, siendo electo un año mas tarde como Gobernador Constitucional. En 1857, Ignacio Comonfort lo nombra presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, titulo ratificado por el Congreso, convirtiéndose en vicepresidente de la Republica. Cuando Comonfort se da a si mismo un golpe de Estado, por mandato de Ley, Benito Juárez asume la Presidencia de la República. A pesar del descalabro sufrido, el R.·. N.·. M.·, bajo el cual trabajaba Juárez, no cejó en sus esfuerzos por llevar a cabo reformas tendientes a la libertad civil, lo cual logró con la Constitución de 1857 y posteriormente con las Leyes de Reforma, ambas generadas en los talleres masónicos donde Juárez trabajaba interpretando el milenario y rico simbolismo que alimenta nuestra Orden. En tanto el gobierno liberal emanado de la masonería, encabezado por Benito Juárez aplicaba sus reformas, los conservadores continuaban con sus intentos de traer un monarca europeo para consolidar su modelo político, en esta ocasión, gracias a las ansias expansionistas de Napoleón III, sus esfuerzos se vieron coronados con el éxito, logrando imponer, con ayuda del ejercito francés, un imperio con Maximiliano de Habsburgo a la cabeza; aunque nunca lograron controlar todo el territorio nacional. A Juárez y a su Pueblo jamás los alteraron ni las victorias ni las derrotas, ni los elogios ni las diatribas. Combatiendo contra fuerzas siempre mas grandes, actuaron sin calcular ni precaverse de fracasos, sino en aras de un deber impuesto por la obligación de supervivir a cualquier desastre. Juárez y su Pueblo invulnerables a la desgracia y al desaliento, fueron una sola voluntad de vencer cuanta adversidad interna o externa se opusiera a su destino. Juárez y su Pueblo resultaban insoportables ya no solo a sus enemigos, sino aun a algunos liberales de su tiempo, porque inertes en ocasiones, sufrían impasibles ambiciones y aberraciones de la politiquería y el militarismo. En la actualidad, aunque la invasión ha dejado de ser militar para convertirse en económica y hasta informática, resulta imprescindible recordar y analizar la vigencia de las palabras de éste prócer en relación al ejercicio público del poder ya que, independientemente de filias y fobias partidistas, independientemente de si el voto fue o no respetado o de si la alternancia obedece a intereses internacionales, aquello que no supimos hacer valer, considero que es nuestra obligación no solo recordar sino mantener vigente en el ánimo de nuestros futuros gobernantes de un renovado y actualizado conservadurismo:
“BAJO EL SISTEMA FEDERATIVO, LOS FUNCIONARIOS PÚBLICOS, NO PUEDEN DISPONER DE LAS RENTAS SIN RESPONSABILIDAD. NO PUEDEN GOBERNAR A IMPULSOS DE UNA VOLUNTAD CAPRICHOSA, SINO CON SUJECIÓN A LAS LEYES. NO PUEDEN IMPROVISAR
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FORTUNAS, NI ENTREGARSE AL OCIO Y A LA DISIPACIÓN, SINO CONSAGRARSE ASIDUAMENTE AL TRABAJO, DISPONIÉNDOSE A VIVIR, EN LA HONRADA MEDIANÍA QUE PROPORCIONA LA RETRIBUCIÓN QUE LA LEY LES SEÑALA” El gobierno federal, la libertad de expresión y otras libertades civiles tomaron cuerpo, repito, en la Constitución de 1857, a la que los grupos conservadores se opusieron encarnizadamente. Estos últimos estaban apoyados por España, y en 1858 la guerra de Reforma o guerra de los Tres Años, entre grupos conservadores y liberales, devastó a México. El gobierno de Juárez era apoyado por Estados Unidos y, en 1860, los ejércitos juaristas habían triunfado definitivamente. Entre tanto, como presidente provisional entre 1858 y 1861, Juárez había emitido, desde Veracruz las Leyes de Reforma (1859) que decretaban la nacionalización de los bienes de la Iglesia, la ley del matrimonio civil, la separación de la Iglesia del Estado, la ley del registro civil, la secularización de los cementerios y los hospitales, la de días laborables y festivos y, finalmente, la libertad religiosa. Respecto de la educación, Juárez sentenció:
"La instrucción es la base de la prosperidad de un Pueblo, a la vez que el medio mas seguro de hacer imposibles los abusos del poder. Nunca olvidaré que soy hijo del Pueblo, por el contrario, cuidaré que mis coterráneos se ilustren, se engrandezcan con la cultura y crean en el porvenir; que salgan del camino del desorden, de los vicios y de la miseria." Así mismo, se pronunció por el laicismo al decir:
"Es conveniente que no ponga a sus hijos bajo la dirección de quien pretenda dominarlos, ni de ninguna orden sectaria, no importa cual sea su religión. Que aprendan a filosofar, esto es, que aprendan a investigar el porque o la razón de las cosas para que en su tránsito por este mundo, tengan por guía la verdad y no los errores y preocupaciones que hacen infelices y desgraciados a los hombres y a los Pueblos" Las causas de la inconformidad del clero en México provienen en términos generales; de su inmensa fortuna y la enorme extensión de la propiedad territorial en poder de la iglesia desde la colonia hasta nuestros días contrarrestada enérgicamente por las Leyes de Reforma, la Constitución de 1917, las Leyes en que de ella dimanaron y la acción eficaz de los Gobiernos Revolucionarios alimentados del espíritu liberal Juarista, la conclusión de un régimen de privilegios y concesiones extraordinarias, la liberación de las conciencias oprimidas por un régimen opresor de fuerzas materiales, dogmas, amenazas y mentiras que integran un fanatismo, oscurantista y torpe que impedía estudiar serenamente los problemas del cosmos de acuerdo con los conocimientos científicos; el reconocimiento de que solo al Estado le incumbe ejercitar las atribuciones que tienden a realizar los fines de los Pueblos impidiendo la intervención de obispos, frailes y demás religiosos, en todo asunto que solo a los representantes, de la nación corresponde considerar y por último la intervención del Estado orientando las conciencias de las masas, en el taller, en el campo y en la escuela laica, metodizando el estudio del conocimiento humano para una manifestación de sus necesidades, para mejorar la vida del ciudadano y llevar un hábito de libertad y bienestar, un pedazo de Tierra y una conciencia libre. Con el propósito de desobedecer la Constitución y las Leyes de Reforma y de evitar que el elemento católico que desempeñaba puestos en la administración pública prestaran la protesta de ley, el clero decretó la excomunión para todas aquellas personas que rindieran aquella protesta, declarando, por medio de pastorales de sus obispos y de sermones que públicamente pronunciaban los sacerdotes, que aquellas personas, o sea los católicos, no debían obedecer la Constitución de la República y las susodichas leyes. Pero no se conformó con esas medidas, sino que, incitando al Pueblo creyente a la rebelión, provocó diversos
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levantamientos patrocinados personalmente por sacerdotes, especialmente en los Estados de Michoacán y México, cometiéndose toda clase de crímenes en contra de los particulares y de las autoridades. Los levantados que eran designados con el nombre de "cristeros", asaltaban poblaciones indefensas, asesinaban, violaban y robaban y fue tal la magnitud de sus crímenes que en Angangueo hicieron prisionero al Presidente Municipal, le untaron en el cuerpo brea y le prendieron fuego, por el solo hecho de haber protestado la Constitución. Elegido presidente en 1861, Juárez comenzó a poner orden. Una de sus primeras acciones fue la suspensión del pago de intereses a la deuda extranjera adquirida por los gobiernos precedentes. Molestos con su decreto, Francia, Gran Bretaña y España decidieron intervenir conjuntamente para la protección de sus inversiones en México. El primero en actuar fue Napoleón III de Francia. Una expedición conjunta ocupó Veracruz en 1861, pero cuando las ambiciones colonizadoras de Napoleón se hicieron evidentes, los británicos y españoles se retiraron en 1862. Durante un año las tropas francesas libraron su camino a través de México y finalmente entraron en la capital en junio de 1863. Juárez y su gabinete huyeron, mientras que un gobierno conservador provisional, apoyado por los sectores monárquicos del país, proclamó el Imperio mexicano y ofreció la corona, a instancias de Napoleón, a Maximiliano I, archiduque de Austria. De 1864 a 1867 Maximiliano I y su esposa Carlota gobernaron el Imperio, pero en 1865, bajo presión de Estados Unidos, que seguía reconociendo a Juárez, Francia retiró sus tropas. Las fuerzas de Juárez recobraron el país después de que los franceses se retiraran en 1867, y las tropas republicanas, bajo el mando del general Porfirio Díaz, ocuparon la ciudad de México. Maximiliano I, sitiado en Querétaro, fue obligado a rendirse y, después de un consejo de guerra, fue fusilado. Nuevamente Juárez se encontró con numerosos sectores que se oponían a su gobierno, no obstante que cuando en 1867 Juárez hacia su entrada triunfal en la capital, su gloria era manifiesta y legible en un sinnúmero de carteles, de banderas, de arcos de triunfo, repitiendo al unísono una sola frase: El Pueblo de Juárez. En 1871, después de una dudosa elección, el Congreso reeligió como presidente a Juárez. Porfirio Díaz, uno de los candidatos que había sido derrotado, encabezó una insurrección sin ningún éxito. Juárez murió en 1872 y fue sucedido por Sebastián Lerdo de Tejada, presidente de la Suprema Corte. En 1876, cuando Lerdo de Tejada vislumbraba la reelección, Díaz encabezó otra rebelión. En esta ocasión tuvo éxito y fue elegido presidente. Treinta años después de su muerte, la generación que conoció a Juárez estaba en condiciones de justipreciar sus meritos con cierto grado de desprendimiento y reflexión. Bulnes fue su principal detractor exaltando los debilidades de ese hombre que el Pueblo quería poner en un pedestal eterno. El héroe nacional salió vindicado, pero se reconocieron sus defectos como los de todo hombre y al despejarse el polvo de la contienda, se hizo la balanza y se estableció un promedio, aceptado por común acuerdo, que fue incorporado a la tradición corriente. Se convino en que Juárez fue inferior en formación intelectual sus principales colaboradores pero tuvo el don de evocar y de aprovechar sus talentos en beneficio de la nación. Fortaleza, fe, tenacidad, patriotismo y probidad eran virtudes innegables que el patricio demostró, no obstante, según un veterano de la oposición declarara en 1871, era un hombre honrado, justiciero y esclarecido ciudadano pero llegándose al punto capital para el de defender el poder contra cualquier clase de personas, se volvió intransigente, su cubría los ojos de una venda espesa y entonces eran nada para el los mayores atropellos y los mayores escándalos. Si era necesario, mandaba que el dinero se sacara de las cajas publicas; si los enemigos se le presentaban al paso, los mandaba matar; si se necesitaba pasar por encima de la Constitución, la ponía en suspenso para mantenerse en el poder por medio del terror, del que también llegó a ser partidario. Ordeno hecatombes en Tamaulipas, Sinaloa, Puebla y Yucatán. Pero la misma requisitoria era aplicable a Díaz y, un clavo sacaba a otro. El hombre era ambicioso, no era entero, el hombre era humano y sus defensores, reconociendo el punto vulnerable, le
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prestaron un servicio reintegrándolo a la humanidad normal. A la vuelta del siglo nuevas fuerzas o quizá las de siempre revestidas de nuevas formas, surgieron y reformaron una vez mas la inmortalidad de Juárez. La oposición del tiempo, deshaciendo lo transitorio, conserva el elemento indestructible de su obra. Su inmortalidad trasciende las vicisitudes mutables del destino humano y sobrevive, de generaciones en generación, perpetuado por el progreso que supera al suyo, porque en el suyo se cimienta. Su obra perdura precisamente por ser inacabada, por ser un paso hacia delante y porque el adelanto es interminable. Juárez subsiste como todos los héroes de la humanidad. Por transubstanciado por el transcurso del tiempo en la circulación de su sangre cordial, por alejado que sea su mundo y trasnochada su obra, y transmutada la forma de sus ideas, el espíritu que le inspiraba no es anacrónico y no puede perecer por incompleto, pues el liberalismo que le inflamaba, no termina su perenne lucha contra la mano poderosa del cómodo conservadurismo. Como se puede observar, es procedente afirmar que la masonería influyó positivamente en Juárez, su ideario quedó plasmado en nuestra historia a través de su incansable lucha por la Patria. Pero también, aunque poco se habla hoy de ello, quiso enriquecer a la Masonería siguiendo los pasos de QQ.·. HH.·. que le antecedieron en ésta Augusta Institución. Por ejemplo, en el Congreso General del año de 1833, el R.·. N.·. M.·. decidió iniciar una serie de reformas, la más importante hacia adentro, que consistía en incluir a la mujer en la masonería, ya que en sus manos está la formación de los futuros ciudadanos, de tal suerte que Juárez haría suya ésta lucha posteriormente. No obstante el ejemplo de Don Benito Juárez y de grandes pro-hombres que a lo largo de la historia han luchado férreamente por la libertad, generalmente todos ellos HH.·. y a pesar de que deberíamos ser una institución madura y completa en nuestro humanismo, por pueriles temores y arcaicos atavismos, desdeñando el determinismo de verdaderos visionarios de la libertad como Juárez, hemos segregado a la mujer y despreciamos el factor de unidad que proclamamos ante la Humanidad. Decimos que la masonería es un faro guía y levantamos una muralla de aislamiento a nuestra ideas, principios y realizaciones. Decimos que nuestra institución, paladín de la libertad, es progresiva, sin embargo, nos ponemos a la zaga en la defensa y reconocimiento del derecho de la mujer al saber. Estos hechos tendenciosos y por demás anacrónicos, nos colocan, en cierta parte, contra el progreso de la raza humana al violar un derecho de un congénere. Juárez lo entendió y nos dejó ésta frase:
"Formar a la mujer con todas las recomendaciones que exige su elevada misión, es formar el germen de regeneración y mejoramiento social. Por eso deberemos tener especial cuidado en saber educar a la mujer. Jamás deberemos descuidar este principio, pues de el depende, en gran parte, con el mejoramiento de nuestro Pueblo, su felicidad. La mujer es nuestra compañera, y como a tal, y jamás como esclava, debe ser tratada, Elevándola, nos elevamos nosotros mismos." En ese mismo Congreso, las reformas no quedaron dentro de las cuatro paredes del Templo, sino que, hacia afuera, decidieron luchar por la abolición de los fueros militares y eclesiásticos, la separación de la iglesia y el estado, la educación laica, la secularización de los bienes eclesiásticos, la libertad de cultos, etc. Todos éstos asuntos siempre los llevó Juárez consigo, todos ellos los aprehendió en la Masonería y para todos ellos, su memoria de fe, inició una inquebrantable cruzada cuyos frutos, a la postre, recibimos todos nosotros. El liberalismo o la masonería, coincidiendo con Juárez, está en la obligación de luchar por todos los medios, a su alcance, contra los imperios coloniales, sean de territorio, económicos o culturales y sus ambiciones de dominio y explotación. Hacer lo contrario, refugiándose en un conformismo que denigra, sólo nos colocaría en la irregularidad más abyecta. El liberalismo es acción, jamás conformismo.
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El arma que con más frecuencia se utiliza para anular la acción del liberalismo es la política. Dícese que la política está prohibida en la Orden. No hermanos lo que prohíbe la institución masónica es la política partidista en sus logias, jamás la política de altura que encarna el arte de bien gobernar; negarlo, sería colocarnos de espaldas a la realidad. Juárez trascendió éstos cuatro muros e hizo que los ideales Masónicos fueran un ejercicio en la patria: QQ.·. HH.·. Ese es el ejemplo que debemos seguir en nuestra Logia, nuestra casa, nuestra colonia, nuestro Estado, nuestra Patria, ... nuestro mundo. Los masones, por juramento, nos debemos a la Humanidad. Señala - y coincido con él – nuestro Q.·.H.·. Valdemar Portillo que si Juárez viviera hoy, reformaría el Art. 130 Constitucional regresándolo a su estado original, desligaría el partido oficial del gobierno, implantaría la democracia, acabaría con los funcionarios todologos y con la improvisación, acabaría con concertacesiones entre gobierno y partidos, aplicaría la Ley de Responsabilidades Publicas a servidores públicos que se han servido del poder, pactaría con gobiernos extranjeros para incautar las fortunas de funcionarios corruptos connacionales, haría un último y equitativo reparto de tierra, acabaría con el latifundismo disfrazado, impulsaría una seria reforma educativa y reformaría la economía nacional. ¿No son éstas acciones derivaciones del pensamiento masónico? ¿no fue lo que Juárez hizo en su tiempo y que, por lo menos, nosotros los masones que nos autonombramos liberales y defensores del bien común hemos permitido con un cómodo conformismo y una taciturna apatía y mediatización generalizada que hayan, poco a poco, sido truncadas sus acciones y vuelto a su status conservador ahora bajo el nombre del tan malentendido “liberalismo económico” y la tergiversada globalización? Así, basta de ser cómplices de acciones que están propiciando la decadencia de nuestra Institución, de actitudes antifraternales, de la casi nula presencia de nuestra Orden en la sociedad civil, de estar cavando la tumba de nuestra Institución con ineficiencia y mediocridad y de no cumplir nuestros Juramentos Masónicos. ¿Cuál es entonces el Simbolismo de Juárez en la Masonería? El respeto al derecho de nuestros congéneres, el cumplimiento de nuestros deberes, la constante introspección para estudiarnos a nosotros mismos a fin de corregir nuestros defectos y, conjuntamente, el ejercicio permanente de la razón para destruir los sofismas que extravían la inteligencia, debe ser una constante en nuestro actuar.
Juárez representa no solo al Pueblo de México, sino a todos los Pueblos explotados y sojuzgados de el mundo, no es el apóstol regional de una filosofía interna, sino que su pensamiento tiene una validez tan amplia, que, hoy por hoy, las nuevas corrientes del derecho internacional, el planteamiento de la paz, la posibilidad de la convivencia pacifica, la cooperación y el comercio, tienen su fundamento en la profunda verdad de sus concepciones pletóricas de Humanidad. El masón sabe que la carta de 1857 y el impulso iconoclasta de las Leyes de Reforma, son los antecedentes directos de la Revolución de 1910 y de la Constitución de 1917 y que el Porfiriato significa la frustración del ideario liberal y el resurgimiento de nuevas formas de coloniaje. Pero los mexicanos de hoy, han aprendido la lección de Juárez, la que enseña que la Ley Civil, cuando corresponde al sentimiento del Pueblo, es mas poderosa que la Excomunión y que la Espada; saben que la Ley Constitucional es capaz de normar y encauzar la existencia de la Nación y que ningún tipo de dictadura, de no ser la de la Ley, puede imperar en México. Ello a pesar de quienes fingen no tener fe en la Constitución. Vasconcelos señaló que nuestras instituciones liberales son intocables tan solo mientras no seamos capaces de producir algo mejor, pues no basta para resolver los problemas contemporáneos inspirarnos en el libro sagrado de nuestras leyes, sin tener presente las luces de nuestra edad y sus doctrinas fecundas. El alcance de las fuerzas humanas es limitado, porque cada
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generación tiende a hacerse autónoma, porque cada individuo esta en lo justo si considera que su vida y su duda y su problema son únicos y es el mismo, el obligado a aumentar esa vida y a resolver ese problema único. De nada sirve estar presente de frente a la sociedad conmemorando el natalicio o aniversario luctuoso de la muerte de Juárez si no practicamos su ideario que proclamamos como enteramente coincidente con la Orden. De nada sirve el casi dogmatizar al preocuparnos por mantener un busto o pintura de Juárez en cada Tall.·. si no luchamos, brazo con brazo, contra los diversos males que aquejan a la Humanidad en general y a nuestra Patria en lo particular, como lo realizó el Benemérito de las Américas y todos aquellos masones que libertaron las conciencias, Bolívar, O´Higgins, Miranda .... El hombre no puede vivir plenamente, si no hay algo capaz de llenar su espíritu hasta el punto de desear morir por ello. El pensamiento de Juárez está vigente, porque él fue un profundo conocedor de la estructura del hombre y de la naturaleza, así como de los intercambios que debe realizar el hombre con ella, mediante sus pensamientos, sus sentimientos y sus actos.
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JUÁREZ LUIS CASTILLO TREVIÑO En la distancia del tiempo, Juárez lejos de perder vigencia, accede hoy en la conciencia nacional dentro de un marco de responsabilidad que entraña la suma de esfuerzos en la búsqueda de la unidad generacional.
México, en el siglo pasado y, con Juárez, triunfó como república venciendo a los enemigos de adentro y de afuera con la ayuda de un pueblo que a su lado luchó por la libertad y por la soberanía de la patria, porque para Juárez, la voluntad general expresada en la Constitución y en las leyes que la nación se haya dado por medio de sus legítimos representantes era la única regla a la que deberían sujetarse los mexicanos para labrar la felicidad a la sombra benéfica e indudable de la paz. La administración del gobierno se sustentará en la protección imparcial de las garantías individuales y en los derechos de la nación donde impere la bondad y la justicia, la belleza y el candor, la fuerza y la virtud. Este accionar filosófico de Juárez lo convierte en la cumbre más alta de la reforma pues supo conjugar las supremas virtudes cívicas, la grandeza moral y la pureza de convicción aunadas a un acrisolado patriotismo que lo hacen legítimo heredero de una corriente liberal iniciada en nuestro país con el propósito de consolidar la independencia política, la libertad de conciencia y la realidad conceptual de una verdadera república. Pero, ¿cuál es el antecedente que fundamenta esta actitud en Juárez? Juárez desde su niñez humilde, suave y oscura y a lo largo de su juventud, entre sus estudios, la lucha civil de un pueblo desgarrado y sin vida pública turbulenta, le fueron creando un espíritu recio e indomable, nada pudo jamás intimidarlo, ningún obstáculo truncó los designios de aquél indígena sublime que lo hicieron resaltar en la cima de la patria y lo hacen permanecer, hoy incólume en la conciencia nacional.
Juárez deseó ardientemente la justicia cuando desde su niñez tuvo que soportar el peso de la injusticia y ya como abogado defender aún en las condiciones más desfavorables, ¿Cómo se podría pensar en el mantenimiento de la sociedad o en el bien común sin el establecimiento del orden que impone la justicia?
Para Juárez uno de los máximos principios era la igualdad que exigía la aplicación de la libertad, porque los derechos imponen obligaciones que deben aplicarse a todos por igual sin distinción de clase económica y menos social, igualdad y libertad cuyo arbitrio descanse en una autoridad civil sujeta a la voluntad nacional sin religión de Estado y sin poderes militares y eclesiásticos que usurpen y supriman a sus caprichosas ambiciones las prerrogativas y fueros del poder supremo de la sociedad. Por eso, Juárez representa la sinonimia del hombre que educa, del hombre que construye y del hombre que organiza, porque en un hombre con estas cualidades, deberá manifestarse un espíritu de servicio dispuesto a dar soluciones de beneficio general cuyo límite será la emoción patriótica que lo caracterice. Símbolo de los principios del liberalismo, Juárez es el prototipo, es el paradigma, es el horizonte sin límite en el campo del progreso y la justicia que los mexicanos de hoy debemos tener presente para ser mejores ciudadanos y realizar nuestro trabajo con sentido visionario y renovador donde la libertad, la igualdad y la fraternidad sean los cauces que determinen nuestra conducta y nos permitan con inteligencia, rectitud y valor afrontar con amor patriótico los obstáculos que un mundo cambiante y global en lo externo y los apátridas de siempre, los conservadores en lo interno nos traten de imponer.
Juárez está vigente, porque es el creador de una patria nueva, es el creador de un sociedad sensible y recia en su lucha por la soberanía; por ello debemos reconocer en Juárez a un modelo de conducta íntegra, de confianza en el valor, de firmeza en el principio de la ley y de las relaciones que deben regir a los pueblos y a los individuos.
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Los mexicanos de hoy, y nosotros los liberales más que nadie, tenemos el ineludible deber de preservar los principios juaristas que nos dieron la sustentación y los fundamentos de una verdadera república; tenemos la obligación de trabajar, de educar, de construir y de organizar cada día, un México mejor y por consecuencia, un Tamaulipas, un Nuevo Tamaulipas, más vigoroso, más fuerte, donde la excelencia o la calidad con valor agregado sea el impulso que nos lleve a derroteros más firmes y nos permita participar con entusiasmo en las tareas donde el resultado fuese la construcción de un edificio sólido donde moren los más caros
anhelos de libertad, igualdad y fraternidad y nuestro credo, la democracia, la justicia y la razón, impere en nuestro accionar. La masonería tamaulipeca hace de la obra y pensamiento de Juárez un ejemplo a seguir, por eso, en Tamaulipas, los masones nos comprometemos a coadyuvar en el fortalecimiento de la sociedad, en la búsqueda de nuevas oportunidades que nos ofrezcan la posibilidad de salir avantes sobre la crisis que actualmente nos agobia. La masonería reunida hoy, en esta hermosa Capital de Estado, destaca su fe inquebrantable en México y en Juárez y por eso manifiesta con júbilo y emoción ..... Juárez creo en tí.....
México creo en tí.
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JUÁREZ NO HA MUERTO FRANCISCO ALBERTO ACOSTA PULLIN. . Hace 200 años nació un hombre en la mas deplorable pobreza e ignorancia que no tuvo un padre o una madre que lo guiará ya que estos murieron cuando era un niño de tres años, fue un indio que nunca se avergonzó de serlo y siempre tuvo la voluntad de aprender y superarse, me refiero desde luego al Lic. Benito Pablo Juárez García. Uno de sus primero obstáculos fue aprender el castellano ya que el hablaba el zapoteco, pero esto no fue nada comparado con lo que tuvo que enfrentar durante su vida la cual estuvo llena de envidias discriminación y desprecio. Quizás conocemos mucho o tal vez nada de lo que fue este hombre, sabemos que el clero lo odia y lo difama y que todo liberal lo admira y lo pone como ejemplo, pero sin apasionarnos valorando las condiciones que vivió desde que nació y donde nació, hasta llegar a la máxima distinción de ser presidente de la republica, es imposible que neguemos su fuerza espiritual, volunta férrea, ideales firmes, amor por la patria y su interés por ayudar a su pueblo, lo que lo convierte en un gran hombre. La imagen de Benito Juárez a pesar de todo lo que digan es como la vegetación que entre mas la cortan para destruirla mas crece y se fortalece y porque no decirlo se engrandece. Su celebre frase el respeto el derecho ajeno es la paz ha dado la vuelta al mundo y es conocida por todos, sin embargo en ella manifiesta como realmente era el, una persona que primero que todo se respetó a si mismo lo cual le dio la pauta para respetar a los demás y a su vez exigir que lo respetaran pero no solo como persona sino también en sus principios e ideales los cuales contaban con un espíritu envidiable de lucha por la justicia y la libertad. Yo no voy tan allá, que pida que se olviden lo yerros; pero me resisto a que se nieguen la virtudes, y mas aun torpemente se las quieran convertir en defectos. Por que no podemos decir que Juárez fue un hombre perfecto pero me pregunto si hombres que se han convertido en curas santos inclusive papas a los cuales tenemos que venerar, adorar y rendir tributos sin cuestionar nada, fueron o son divinidades con vidas terrestres intachables, los cuales nos han convertido en borregos para que sigamos al pie de la letra las imposiciones publicitarias de la iglesia católica, pero nunca nos hemos puesto a pensar que hay detrás de un poder corrupto, sanguinario y cruel que promueve ante todo el fanatismo como lo es el clero que maneja como títeres al mundo y muy en especial al pueblo mexicano. A Juárez en el seminario le enseñaron la doctrina de la sumisión pero no pudieron hacer que radicase en su espíritu el que se reveló contra una iglesia que ponía la fe sobre la razón y contra un sistema militar que sometía la razón a la fuerza. No fue ateo por que en aquel hombre positivo no había negaciones y todo era afirmación. Creyó en dios como una verdad absoluta y abstracta y repudio a las religiones como una practica abusiva y extorsionadora y no porque encontrase que la religión fuese mala en su concepto filosófico sino por que el sacerdote la desvirtuaba, la corrompía se señoreaba del espíritu, no para llevarlo a la divinidad sino para esclavizarlo y para explotar el cuerpo en esta vida y el alma en la futura existencia. Juárez fue un hombre pequeño de estatura pero enorme de nobleza, oscuro de color pero con luz propia, rispido y seco en su forma de ser y de vestir, su rostro era naturalmente severo sin llegar a la dureza, su mirada fija, unas veces serena, otra penetrante pero sin jamás revelase lo que pasaba en su interior.
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Hablaba despacio y en voz más bien baja que alta aun en las circunstancias más críticas y todo indicaba el inmenso predominio que tenía sobre si mismo. Se le ha acusado de ambición ¿ambición de que? El poder no tuvo para él mas que espinas y desasosiegos, no amaba la riqueza, nunca le preocupó ya que vivió pobre y no murió rico, nunca traficó con nada ni explotó su posición pero tampoco ambicionó la gloria. ¿Fue ambicioso de dinero? Tampoco en ningún sentido, jamás hubo un gobernante más probo ni más honrado. Juárez no fue de los hombres que prometieron según sus esperanzas y cumplieron según sus temores. Seria muy importante preguntarles a nuestros dignos gobernantes federales y estatales si alguno de ellos alguna vez les ha pasado por su mente siquiera este concepto de honestidad y de nacionalismo. Juárez no ha muerto porqué hablar de Don Benito Juárez es un tema inagotable en el que podemos mencionar sus fecha importantes, frases celebres, actividades primordiales pero su sentimiento nacionalista y patriótico quien puede olvidar. Juárez no ha muerto porqué en el corazón de todo masón siempre ocupara un lugar muy importante. Juárez no ha muerto porqué sus ideales y liberalismo están y estarán presentes por siempre. Juárez no ha muerto porqué las leyes de reforma aunque muy marchitas por los malos gobiernos que han existido aun están presentes. Juárez no ha muerto a pesar de que el clero y la ultra derecha quisieran que ni siquiera hubiera nacido. Juárez no ha muerto aunque nuestra autoridades radicales y convencionales lo estén ignorando y no quieran saber ni oír de el. Juárez no ha muerto por que la lucha contra el fanatismo, la desigualdad y la ignorancia siguen adelante. Juárez no ha muerto a pesar de la mala y nefasta influencia que en nuestros niños y jóvenes en las escuelas clericales infunden el descontrol y el enfoque negativo muy lejos de la realidad. Juárez no ha muerto porque vivirá eternamente en la memoria de la humanidad pues no solo trabajó y sacrificó su vida por su pueblo sino en pro de los derechos de todos los pueblos. Juárez no ha muerto por que el respeto al derecho ajeno es la paz. Hoy y siempre Viva Juárez
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CONSTANCIA HISTÓRICA DE LA ACTUACIÓN MASÓNICA DE BENITO JUÁREZ ANDRÉS CLEMENTE VÁZQUEZ La benefactora y progresista asociación masónica cumple en estos momentos el más sagrado de sus deberes, al venir a depositar en torno de la tumba de uno de sus miembros más ilustres, las flores y los perfumes que simbolizan la gratitud y la simpatía, al mismo tiempo que el más profundo dolor. ¡Cuán rápidamente pasan los hombres de la vida a la nada, y con que velocidad van a hundirse en los abismos del pasado los acontecimientos más extraordinarios!... Todavía ayer, el hermano Benito Juárez tomaba asiento en nuestros bancos, y dejaba oír su severa y respetable voz en nuestras deliberaciones, encaminadas siempre a procurar el bien de la patria o de la humanidad. Todavía ayer representaba en la república el inmaculado pendón de la libertad, de la perseverancia y de la fe. Ayer todavía buscaba afanoso la pacificación de México, sereno e impasible en el cumplimiento de su deber, sin dejarse influenciar para nada,
ni de los halagos de los unos ni de las amenazas de los otros. ¡Y ya no existe!... Este pueblo entristecido, estas paredes enlutadas, aquel modesto catafalco, ese lúgubre gemido de inmenso duelo que se ha ido escuchando en todos los lugares de la república desde el 19 de julio, son el testimonio más irrecusable de las grandes virtudes del hermano que hemos perdido, nuevo Avax, que incesantemente combatía por la luz. ¡Ah! Permitidme una ligera reminiscencia, siquiera sea como relámpago de consuelo en esta noche de luto, en estas horas tempestuosas de consternación y de recogimiento. Era el 15 de enero de 1847. En el salón del senado de la Ciudad de México, sencillamente adornado entonces con los símbolos de la masonería, un hombre, todavía en el vigor de su edad, esperaba reposadamente en el departamento de las reflexiones a que se le diese aviso de que iba a ser recibido masón del muy respetable Rito Nacional Mexicano. Aquel hombre era diputado al congreso general por el Estado de Oaxaca y se llamaba Benito Juárez. Muchos de los obreros del taller número 2, intitulado “Independencia”, deben recordar el solemne aspecto de aquella ceremonia. Allí estaban Manuel Crescencio Rejón, el Pericles de nuestros oradores; Valentín Gómez Farías, patriarca de la democracia y en aquella época presidente accidental de la república; Pedro Zubieta, ministro de hacienda; Pedro Lemus, comandante general del Distrito Federal y del Estado de México; José María del Río, Fernando Ortega, Tiburcio Cañas y Francisco Banuet, diputados;
Agustín Buenrostro, gobernador en otra ocasión del Distrito; Joaquín Navarro, oficial mayor del ministerio de hacienda y diputado; Ambrosio Moreno, representante del pueblo entonces y hoy ministro del Tribunal Superior de Justicia; Miguel Lerdo de Tejada, que más tarde había de ser al lado del Hércules Juárez, el Aquiles de la reforma; y otras muchas personas distinguidísimas en las armas y en la letras, que parecían presentir que aquel neófito había de dominar bien pronto con su férrea voluntad, los horrores de la anarquía y del oscurantismo. Desde aquella noche memorable en que el nuevo masón adoptó el nombre simbólico de “Guillermo Tell”, queriendo significar tal vez que había de ser enérgico y constante como el héroe suizo en defensa de las libertades patrias, Juárez no se apartó ni un
momento de la conducta que se había trazado, y no solamente se hizo grande por sus virtudes propias, sino por las de los hombres eminentes de que se rodeó en todas las viscisitudes de su larga carrera política. El hijo de Guelatao nacía en la época de las grandes agitaciones de la libertad y del nacionalismo. El siglo XVIII había dejado a la humanidad los discursos y los decretos de la revolución francesa, los escritos de Rousseau y de Voltaire y la emancipación titánica de la Nueva Inglaterra. Nuestro siglo positivista no tuvo necesidad de recibir tan gloriosa herencia bajo beneficio de
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inventario; la admitió tal como vino, porque la estela de luz que habían dejado en su partida los primeros adalides de
la
democracia, debía prolongarse, como en efecto se prolongó y así fue que en ese oasis de redención que forman el último tercio del siglo XVIII y la primera mitad del siglo del vapor y del telégrafo, aparecieron hombres que se llamaron Washington, Hidalgo, Sucre, Mazzini, Feire, Bolívar, San Martín, O’Higgins, Juárez y Lincoln. Juárez venía desde los tiempos de la dominación española; aunque niño, había contemplado las proezas de los caudillos de la independencia y paulatinamente fue sintiendo en su corazón el deseo de librar a la patria de las cadenas morales que no habían podido quitarle el venerable cura de Dolores y sus ilustres compañeros Morelos y Guerrero. No necesito deciros si nuestro hermano, hoy cadáver, logró o no sus trascendentales propósitos. Los hechos de Juárez son
glorias de México y en cada uno de vuestros pechos se conserva entera la memoria de su vida. El grande hombre se recibió de masón porque adivinaba toda la importancia de la Masonería. El Rito Nacional Mexicano fue fundado en 1825, cuando en nuestra patria le faltaban que hacer muchas y notables conquistas a la libertad; más tarde la
Masonería careció de razón de ser hasta cierto punto, porque la ignorancia y el fanatismo perdían terreno en la mayoría de los espíritus; pero era necesario que la gran familia masónica se conservara organizada y compacta, para estar dispuesta a combatir en el momento oportuno, Esa oportunidad se presentó en las guerras de la reforma y de la intervención, y bien sabía Juárez todo el apoyo que había hallado en las logias, al sostener sus incesantes luchas con los enemigos del progreso y de las instituciones democráticas.
Juárez fue masón, porque vio en la Masonería la caridad, la fraternidad y el mutuo auxilio; porque encontró que ella no atacaba a ninguna religión, sino que declaraba la libertad de cultos; porque, en resumen, comprendió que ser masón equivalía a tanto como a ser liberal. Comprendió, además, que si la Masonería conservaba ciertas ritualidades que para algunos pueden aparecer ridículas, consistía en que la imaginación del hombre necesita de las fórmulas y de los símbolos para fotografiar las ideas, y para garantizar en el mundo la permanencia de las leyes y de las doctrinas, sobre todo, cuando esos símbolos y esas fórmulas conservan la tradición histórica y caracterizan la naturaleza de una institución. Este elevado concepto que el hermano Juárez tenía de la Masonería; la religiosidad con que desempeñó sus deberes masónicos creando escuelas, protegiendo la libertad de la palabra y de la prensa, y velando por la exacta ejecución de las prescripciones constitucionales, así como el patriotismo sin tacha que demostró en todas ocasiones, hizo que la Masonería premiara tan relevantes méritos concediéndole los más elevados puestos de la sociedad y dispensándole el honor de confiarle en compañía de otras personas beneméritas, la reforma de la ley fundamental del rito, cuya ley así reformada está vigente en la actualidad. En febrero de 1847, Juárez era elegido vicepresidente de la gran logia La Luz; en el año 54, al proclamarse el plan de Ayutla, se le daba el grado 7º y en 1862 el 9º, es decir, el principal del rito mexicano. Pocos años después, en 1871, recibía el diploma de Gran Inspector General del rito escocés antiguo y aceptado, al oriente de España, y fue declarado miembro del grado superior de la masonería francesa, e individuos honorarios de todos los grandes cuerpos y logias del mismo rito escocés reformado de México. En el taller de que formaba parte desempeñó dos veces el elevado cargo de Venerable, y para la muy respetable gran logia del rito nacional mexicano se le nombró una vez Gran Maestre, el último y el más elevado honor masónico a que podía aspirar. Digno es de notarse en todo esto que un hombre como Juárez, que tenía tan graves y tan numerosos negocios de que ocuparse, y que disponía del supremo poder de la república, fuera con frecuencia al humilde templo donde se reunían sus hermanos
masones, a renovar la protesta de amar siempre la libertad, la caridad y la civilización. Pero ese hecho basta por sí solo para demostrar toda la grandeza de su alma, eminentemente republicana.
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Yo lamento que la circunstancia de ser el orador del taller a que pertenecía Juárez, me haya puesto en la necesidad de escribir la oración oficial, por decirlo así, de esta ceremonia; y no lo lamento por otra cosa que por el fundado temor que abrigo de que mi débil palabra no pueda sintetizar con exactitud todo el valimiento del ilustre reformador. Consuélame, no obstante, la idea, de que vosotros sentiréis y pensaréis todo lo que yo no pueda deciros. A nombre en particular del taller número dos del muy respetable Rito Nacional Mexicano, y a nombre también de todos los masones de México, doy las gracias más expresivas a los ciudadanos que han venido a contribuir con su presencia a la solemnidad de esta reunión. La Masonería no ha tenido ningún inconveniente en hacer públicos estos funerales, porque sus
dogmas son el orden y la concordia, y porque su exclusivo fin es la felicidad del hombre por medio de la virtud. Pasaron ya por ventura los tiempos en que los apóstoles de la ciencia tenían que esconderse en las catacumbas, y bien podemos decir al pueblo muy alto y muy terminantemente que los masones no queremos otra cosa que la fiel observancia de los principios consignados en
la Constitución de 1857. Y tú, inolvidable hermano, ¡descansa en paz! Tu poseíste la perseverancia de Galileo, la fe de Gerónimo de Praga y la virtud de Sócrates. Naciste pobre de bienes y relativamente pobre moriste también, que es tu mayor elogio. Cuando expiraste, la nación entera, el mundo liberal todo, se cubrió de luto, y delante de tu féretro las pasiones callaron para que se encomiasen exclusivamente la nobleza de tu espíritu y la magnitud de tus hechos. Buen padre, excelente esposo, integérrimo patriota, bien merece tu tumba las guirnaldas y las ofrendas que Mirabeu pedía pocas horas antes de morir para entrar en el sueño eterno. Desde el lugar donde tus cenizas reposan, conmoverán perpetuamente el corazón de los mexicanos, del mismo modo que Enselado, sepultado, estremecía las montañas. Sí, has adquirido el derecho de que sobre tu fosa cubierta de bendiciones, no se grabe otro epitafio que el que encierran estas dos palabras inmortales: Benito Juárez. ¡Adiós, hermano, adiós! A tu muerte los mexicanos todos han depuesto el arma fraticida, y se han dado sobre tus restos venerables el dulce ósculo de la reconciliación. Puedes estar tranquilo por el porvenir de la patria que amaste tanto. Las instituciones se han salvado, la sangre mexicana ha dejado de correr, y se siguen consolidando los cimientos de la regeneración de México. Tu asiento en nuestro taller estará siempre vacío, tu voz no se volverá a escuchar en nuestras discusiones, tu rostro sereno e imperturbable no nos dará en lo sucesivo la tranquilidad de otras veces, tus sabios y prudentes consejos nos faltarán; pero si alguna ocasión nuestras fuerzas flaquean y vacilan nuestras convicciones, volveremos la imaginación a tu memoria venerada y entonces venceremos a la debilidad y al error, recordando que constantemente nos decías: ¡Libertad, Igualdad y Fraternidad!
¡Todo por el triunfo de la verdad y la justicia. Todo por el progreso indefinido del género humano!...
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BENITO JUÁREZ M.·. M.·. SAMUEL MARIO MOLINA DEL ÁNGEL El vetusto y austero local que fuera ahora utilizado como capilla de la Emperatriz de México, Carlota, la noche del 15 de enero de 1847 en el Palacio de los Virreyes, presentaba un aspecto inusitado. La disposición del mobiliario presentaba aspectos extraordinarios. Tres Estrados colocados hacia Oriente, Occidente y Mediodía, dominaban otras tantas secciones del salón, en el cual se hallaban colocados sitiales, asientos y escaños, para una ceremonia a la que concurriría una extraordinaria asamblea; extraordinaria por su calidad intelectual, política y social, de Miembros de la Augusta Asociación Masónica. La insólita existencia de dos pedestales en la parte central del salón, cerca del estrado principal, y el hecho, más insólito aún de que sobre su superficie se encontraban especialmente colocados, una escuadra un compás, un ejemplar de la Carta Magna de la Nación (que muy pronto sería sustituida por la del 5 de febrero de 1857), un pebetero humeante y aromático, y algunos otros instrumentos y herramientas que indicaban claramente a los iniciados, que una ceremonia de admisión a la Masonería tendría efecto esa noche. Más, ¿quien era el candidato a Iniciación? ¿Quién merecía los honores de ser el acto principal de una ceremonia, que por sí sola, dignificaba el recinto en que iba a efectuarse? ¿Quién sería el Neófito? ¿Qué al recibir la luz de la verdad, por primera vez en su vida masónica, la irradiaría hasta los más remotos confines de la patria, y haría estremecer al mundo entero con triple relámpago cegador, que iluminaría la cima del Cerro de las Campanas, abatiendo la sierpe tricéfala de la teocracia, la plutocracia y la ambición? En el local improvisado destinado para servir de Cámara de Reflexiones, un hombre de edad madura (frisaba la cuarta década de su existencia), confundía la oscuridad de su tez con las tinieblas de la estancia. Ese hombre de oscura tez y oscuro origen, que esperaba pacientemente el momento de ser admitido en los misterios de la iniciación masónica, era el diputado licenciado Benito Juárez. Y, así, como la llama del cirio que alumbraba el papel triangular colocado sobre la pequeña mesa, parecía levantarse y cobrar nuevos bríos en su lucha contra las tinieblas del reducido local, al reflejar los rotundos conceptos de Juárez candidato a Aprendiz Masón, la llama que bulle en la mente del diputado se agigantará e incendiará las madrigueras del oscurantismo, como una nueva hoguera bíblica que habrá de dejar impresas, en forma indeleble y radiante, las Leyes de Reforma y el inmortal apotegma: “Que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos. Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. La Resp.·. Log.·. “Independencia” Nº 2 del Rito Nacional Mexicano, bajo el Mallete de dirección del Ilustre Valentín Gómez Farías ha abierto sus trabajos. El M.·. Benito Juárez, ha conocido el uso de las diversas herramientas del gremio y ha trocado ya, la escuadra por el compás. Ya ostenta el más alto cargo de la República, es el Primer Magistrado de la Nación. Y no obstante encontrarse abrumado por los problemas y dificultades que caracterizan una de las etapas más turbulentas de la historia de México independiente, del joven país que apenas vislumbraba el glorioso papel que le tiene reservado el destino, el Maestro Masón Benito Juárez, asiste con toda regularidad, puntualmente, a los trabajos de su Logia. El recorrido desde su
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residencia lo hace invariablemente a pie, hasta el callejón del Hospital de Terceros, donde se reúne su Taller, sin más escolta, y compañía que la del fiel Camilo, indio zapoteca, como él, quien le profesa entrañable cariño ampliamente correspondido. La llegada del H.·. Juárez al Templo Masónico, no produce inusitados movimientos, no hay exclamaciones alborozadas de: “Aquí viene el Presidente de la República”; no se ven, porque no existen ni es necesario que existan, individuos que a pesar de las vestimentas comunes y corrientes que usan, no pueden desembarazarse de un sello especial de pistoleros o guardaespaldas. El masón Juárez se despoja de su imprescindible hopalanda y de su sombrero, que pasan a colocarse en el guardarropa del atrio, por las cuidadosas manos de Camilo. Penetra al salón, Templo de su Logia, y ahí saluda afable y parco a sus HH.·. Se coloca su collarín y empuña una espada destinada simbólicamente a defender las puertas del Templo contra las acechanzas y curiosidades de los profanos. Pronto, en la vida profana, empuñará también la espada de la justicia, para defender a su patria de las acechanzas de sus enemigos mexicanos y extranjeros, y hará pagar bien cara su osadía y la altanera curiosidad de los clericales, que tratan de socavar los cimientos de la incipiente vida nacional. Más ... ¿es posible? ¿No habrá algún error en ello? ¿Solamente es el portero? ¿El Guarda Templo de su Logia? Siendo el Presidente de la República, debería ser, cuando menos, el Presidente de su Logia. ¡No, mis queridos hermanos, no!... Ni él habría aceptado el honor de ser el Presidente de su Logia por el simple hecho de ser el Primer Magistrado de la Nación, sus HH.·...., de la misma reciedumbre y altura moral, se lo hubieran permitido, ¡imposible! Veamos un rasgo que lo pinta de cuerpo entero, y que debería servir para las futuras generaciones de masones, como ejemplo magnífico de ponderación, de ecuanimidad y de verdadera valía personal. Uno de los muchos generales que encabezan esporádicamente rebeliones en contra del Gobierno constituido que él presidía, había sido capturado con las armas en la mano, remitido prisionero a la Capital de la República y sometido a consejo de guerra. Ha sido sentenciado a la pena capital, y será pasado por las armas al amanecer del día siguiente. A la víspera, Juárez asiste, como es su costumbre, a los trabajos ordinarios de su Logia; ocupa, como siempre, el último puesto entre sus iguales. Es el Maestro Masón, celoso en el cumplimiento de su encargo de portero, de Guarda Templo. Aun en el ambiente, habitualmente tranquilo y sereno, en que se desarrollan los trabajos del Taller, se palpa una excitación profusa, provocada por los inminentes acontecimientos políticos que culminarán con el fusilamiento, dentro de breves horas, del caudillo revolucionario prisionero. Tres Maestros Masones piden a la Veneratura elevar los trabajos a Tercera Cámara. Los HH.·. Vicepresidente e Inspector, al unísono, hacen suya la petición de los Maestros; la Veneratura accede; se cubre el Templo, salen los Aprendices y Compañeros, más no se retiran a sus domicilios, permanecen expectantes en Pasos Perdidos, en donde se han reunido HH.·. de otras Logias, que forman corrillos y esperan, inquietos ellos también, el desarrollo de los importantes y solemnes trabajos de los Maestros de “Independencia” Nº 2, en esa noche. Por sólo un golpe de Llana son puestos en todo su vigor y fuerza los trabajos de la Cámara del Medio. Los HH.·. solicitantes de la elevación explican sus motivos: ardua tarea, ya que se trata de pedir la conmutación de la pena capital impuesta por el tribunal militar al caudillo rebelde; han fracasado ya las gestiones efectuadas por los más significativos sectores políticos y sociales de la Capital, se ha apelado, en vano, a los recursos sentimentales de amistad, de parentesco, de compañerismo. La marcha inexorable del tiempo y los dictados de la justicia llegan ya a los umbrales de la capilla del condenado; las órdenes militares están
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dictadas, los dispositivos de la ejecución cuidadosamente revisados, todo está listo para el fusilamiento. Sólo un hombre puede salvar la vida del sentenciado; sólo un funcionario tiene el poder legal de conmutar la pena. Y, ese hombre se halla sentado tranquilamente en la parte interior de la puerta que da acceso a un Templo Masónico. En la parte exterior, junto a su sombrero y a su hopalanda, ha dejado colgada de un gancho, en el perchero, su alta investidura de Presidente de la República. Escucha atentamente la petición de sus HH.·., ni un sólo músculo de su cara se mueve; diríase que es una estatua simbólica, como las otras tres que se hallan en el Templo. Los HH.·. Vicepresidente e Inspector, refuerzan la petición de los Maestros. El Orador formula conclusiones y establece, en definitiva, que la inviolabilidad de la vida humana, es uno de los postulados que estructuran la filosofía de la doctrina masónica, y, por tanto, pide al H.·. Juárez, en nombre del pueblo masónico, que perdone la vida del reo. El H.·. Juárez, se pone de pie, la estatua se anima, levanta lentamente la mano derecha, los dedos juntos, cerrados el índice tendido, erecto, está pidiendo la venia de la Veneratura para hacer uso de la palabra; se le concede desde luego. ¡Expectación!... Silencio angustioso, mortal... La estatua no sólo se ha movido, va hablar: “El Maestro Masón Benito Juárez –principia diciendo el benemérito–, se honra en pertenecer a la Augusta Institución Masónica; es miembro de la Log.·. “Independencia” Nº 2, su Guarda Templo interior; más no tiene facultades para conceder la vida a un ciudadano que ha sido legalmente sentenciado a muerte; y pide permiso para cubrir el Templo”. ¡Desilusión... Desencanto... Desesperación! “El C. Presidente de la República –continua Juárez... ¡Atención!– Encargado del Poder Ejecutivo de la Nación... –¡Mayor atención!, silencio solemne, la estatua continúa hablando... –que os espera en sus oficinas del Palacio Nacional, dentro de una hora; verá, si dentro de las facultades que la Ley le concede, puede otorgaros la gracia de la vida que pedís”. El Maestro Masón, Juárez, cubre el Templo después de haber sido sustituido con toda la ceremonia, en el importante puesto de portero del Taller. Recoge en el perchero del Atrio su hopalanda, el hongo y la investidura del Primer Magistrado de la Nación, y, escoltado por el fiel Camilo emprende la caminata al Palacio del Poder Ejecutivo, donde una hora más tarde, en uso de las facultades que la Ley le concede, hace gracia de la vida del rebelde, a su Logia madre. La inviolabilidad de la vida humana ha sido respetada. La estructura de la filosofía y la doctrina masónica, están incólumes... Y también está dada, para las generaciones masónicas del porvenir, la gran lección de humildad, grandeza masónica y profana. Ojalá sepamos entenderla y aprovecharla.
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BENITO JUÁREZ, PRESENTE Y FUTURO DE NUESTRA PATRIA JOSÉ VALDEMAR PORTILLO LÓPEZ “Bajo el sistema federativo, los funcionarios públicos, no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad. pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes.
No
No pueden improvisar
fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir, en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley les señala” Benito Juárez
Benito Juárez, esta a 128 años de su muerte, viviendo la lucha del México joven. Hace 194 años, nació en San Pablo Guelatao, Oaxaca, Benito Juárez. Creció, en las rodillas de las montañas, el paisaje bronco, austero, ascético de la sierra, le dio la fortaleza de su carácter, la reciedumbre de su voluntad indomable. Su presencia, en la historia de México, es excepcional. Funde, en su persona, los rasgos, las tradiciones, los símbolos de la cultura zapoteca. Tiene, de los indios serranos, la expresión seria, la soledad del hombre reflexivo, pero aduna, en su conducta, la sabiduría de los textos del derecho, que nos llega de la geografía occidental. Es, pues, un hombre completo, un ejemplo, del grupo étnico, que con tanto orgullo, llamamos mexicano. Abogado legitimo de la raza indígena. La vida de benito Juárez mantiene una unidad evidente. De niño, ya se manifiesta su amor a la libertad; de joven, es el estudiante modelo, que ávido de saber, penetra en los libros y se entrega, con sus conocimientos como armas, a la nueva tarea, de ayudar a los menesterosos. Es el abogado legitimo de la raza indígena. Entra a la política, con la limpieza viril, de sus convicciones liberales. Recoge, el ideario del licenciado primo de verdad, la elocuencia de fray Melchor de talamantes y la erudición y el amor a la libertad, del dr. Mora. Antorcha luminosa, en medio de las sombras, de un centralismo vergonzoso, en donde, unos cuantos, han acaparado la tierra, en donde, el clero, abandona la nitidez de su misión espiritual, y se preocupa, por conservar, la propiedad de los bienes temporales, dominado por el ansia de poder y de mando. Benito Juárez, representa, la síntesis de la historia nacional. Es el resumen, de los próceres anteriores a él, la encarnación llameante de hidalgo y de Vicente guerrero, y es, al mismo tiempo, la reedición del espíritu constitucionalista del inmenso Morelos. Amo la ley; el derecho y la razón fueron sus armas, tanto en la revolución de ayutla, como en la guerra de reforma y en la intervención francesa. Las leyes de reforma, constituyen el instrumental legislativo del presidente Juárez, para transformar el país y consolidar el carácter de la nación mexicana. Es Juárez, un revolucionario cabal, que por la vía pacifica y con la majestad del derecho, transforma la sociedad de su tiempo. Defiende la constitución del 57; cumpliendo la constitución del 57 hace la reforma, con las leyes de reforma, custodia la independencia, y restaura la república.
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Juárez, dirige la revolución, llamado al difícil puesto de presidente, por un concepto constitucional, como lo afirmo en su primer manifiesto, y no por el favor de las facciones; dirige la revolución, con el derecho, a lo mas profundo de las estructuras de un pueblo: el cambio de las estructuras mentales. Formalmente la lucha por la independencia se ha consumado, la colonia ha quedado atrás, la beligerancia popular la sepulto, sin embargo, sigue latente en sus conciencias. Juárez, es el primer ciudadano, de una república, que hasta entonces, solo existía, en el pensamiento, de quienes como él, participaron en la lucha, al lado del pueblo. Juárez, representa, en nuestra historia, al poder civil por excelencia. Su lucha tenaz y perseverante por la abolición de los fueros, subraya su aspiración de ver instaurada la igualdad entre los mexicanos, como el único fundamento posible, para la existencia de la república. Su mérito excepcional, el legado más valioso y trascendente que nos dejo, es, con seguridad, la confianza inquebrantable, que tuvo en la ley, como el supremo recurso, de una nación, para superar sus dificultades, progresar en la paz y enfrentar con éxito el gran reto del futuro. No levantamos su nombre, como bandera de división o de secta, porque seria tanto como negar su valor fundamental, lo proclamamos, como el representante, creador y conductor de la autentica unidad nacional, militante, popular y revolucionaria. Juárez, no pertenece solo al pueblo de México, sino a todos los pueblos explotados y sojuzgados del mundo, no es, el apóstol regional, de una filosofía interna, su pensamiento tiene validez tan amplia, que, hoy por hoy, las nuevas corrientes del derecho internacional, el planteamiento de la paz, la posibilidad de la convivencia pacifica, la cooperación y el comercio, tienen su fundamento, en la profunda verdad de sus concepciones. Juárez esta vivo, en estos momentos difíciles por los que atraviesa nuestro país, pero principalmente, esta vivo para nosotros los masones. Seria faltar al hombre ejemplar que fue benito Juárez, el no advertir, que la sola evocación de su nombre, compromete al que lo pronuncia. Este día, es oportuno para meditar, en los triunfos del pueblo y la dimensión de sus esfuerzos, en la ruta transitada, en la cuota de sangre y de talento, que los mexicanos, han aportado, al desarrollo nacional. Es conveniente también, revisar, conmemorando a Juárez, la obra de otros conductores, los pioneros; los Ocampo, prieto, los lerdo y los grandes republicanos, que acompañaron al patricio; los flores magon, zapata, villa, madero, carranza, que derrocaron a Porfirio Díaz y que hicieron la revolución entonces, en los constituyentes, que diseñaron el rostro del país, recordando a Juárez en Querétaro. Juárez esta vivo, juárez permanece a través de la historia. Hoy, dentro del contexto de una nueva y sana moral política, el reconocimiento al héroe, al ser humano, al benemérito del mundo, es compromiso imprescindible, es austeridad en la conducta, condena al claudicante, al corrupto, al reaccionario, al simulador, es reproche y combate de lujos, festines y dispendios. Es reclamo para cumplir con nuestros deberes, sin mas recompensa que la efectividad del servicio prestado. Es conciencia vigilante y necesidad, de que prevalezca la ley, por encima de las posiciones y de los nuevos fueros y privilegios. Es autocrítica rigurosa, reclamo de equidad, combate popular, respeto a la critica y critica respetuosa, es derecho a disentir, a pensar diferente, a militar en otros grupos, es deber de trabajar, de estudiar, de prepararse, de mantener una conducta vigilante.
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Juárez, es educación para todos, libertad para todos, pan para todos, justicia para todos. Es renacimiento, dialogo abierto, trabajo denodado, reforma política, fiscal, social, económica, urbana, es reforma agraria. Juárez, es juventud, es rebeldía, voluntad contra la injusticia. Es conducta sin dobleces. Es familia custodiada. Es demanda social, necesidad de limpieza en la administración de justicia, es honestidad en la empresa privada, demanda por el control de inversiones de capitales con función social. Juárez es conciencia nacional, viva, vigilante de la actuación de los hombres como de las naciones. Es juárez, el estadista, es conciliación, sentido de responsabilidad, serenidad para pensar, actuar y trabajar en forma creativa. Es soberanía popular y vigencia de la sociedad civil. Es reparto de la riqueza, es independencia económica, respeto a la autonomía, aprovechamiento de recursos. Es hacer la revolución por el derecho, compromiso de servir, de perfeccionar la democracia, en los sindicatos, partidos, escuelas, clubes, ligas, pero principalmente en la vida política de nuestro país. Es conciencia de nuestras posibilidades, medida de la realidad, epitafio de aventureros y sentido de la historia. Juárez, es el cambio como actitud vital, guía y maestro de nuestro tiempo. Pero, se han preguntado ustedes ¿qué haría juárez en el presente? El méxico de hoy, esta rescatando a juárez, de las estatuas, en las que algunos han pretendido petrificarlo. El patricio, no puede ser convertido en piedra, ni en bronce. Él es idea, es lección, es ejemplo, es condena y reclamo para los claudicantes. Es desafío y reto a cumplimentar su obra. Ahora es fácil evocar a juárez y ubicarse en el pasado. La tarea de hoy, la que no admite demoras, no se agota en la recordación, sino en mantenerlo vivo, presente, avizorando el porvenir. No solo recordemos la fecundidad de su obra y el valor de su aportación histórica, pensemos en lo que juárez seria capaz de hacer, si estuviera con nosotros. Que nuestra conducta observe la lección del benemérito. ¿que haría juárez en el presente? ¿por que o por quien o quienes lucharía en 1995? Si para juárez, la educación que adquirió, fue una medida de ascenso y movilidad social, si es un hacho, que la instrucción, es un patrimonio incalculable y el medio más eficaz, para destruir formas mentales obsoletas, si hace un siglo, inicio una reforma educativa, ahora en nuestro tiempo, también impulsaría, una renovación a fondo, de los sistemas de enseñanza, transformaría de raíz, las estructuras educacionales, les imprimiría, condiciones determinantes para la época, ampliaría, las oportunidades a todos los niveles, haría la educación mas popular, mas democrática, mas técnica, mas practica. Juárez, haría, en nuestro tiempo, dinamizar la revolución, fomentar, el cambio social y abanderar la transformación revolucionaria, mediante el cumplimiento irrestricto de la constitución y de las leyes, pero una constitución actualizada, con patriotismo, no una constitución, constantemente violada, prostituida y ajustada a intereses del grupo, de quien esta en turno, presidiendo el país. Pero queridos hermanos. Hablemos de ¿qué haría juárez, en el méxico de hoy? Hablemos, en el lenguaje, que nos es propio, de nosotros los masones. Que haría juárez, en el presente, si se encontrara de pronto, siendo presidente, con un méxico, deshecho `por la violencia, como el que actualmente se encuentra y se presenta ante nuestros ojos, al borde del estallido social.
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Tratando de interpretar a juárez, tratando de interpretar su conducta, su pensamiento y su patriotismo, brevemente expresare, mi pensamiento, sobre lo que juárez haría, si fuera presidente, en el méxico de hoy. 1.- reformaría él articulo 130, regresándolo a su estado inicial, los curas a sus iglesias y a alejarse de la política, como actualmente, acaba de recomendarles el papa. 2.- desligaría total y plenamente el partido oficial del gobierno. 3.- implantaría una democracia plena. 4.- acabaría con los funcionarios todologos y con la improvisación. 5.- crearía un cuarto poder "el poder electoral" independiente del gobierno y partidos políticos, para garantizar elecciones limpias. 6.- acabaría con las concertacesiones de gobierno y partidos. 7.- aplicaría la ley de responsabilidades, a todos los servidores publicos, investigando sus fortunas, para ver si son compatibles y guardan relación, con los ingresos legales o salarios, por ellos ganado, en su ejercicio gubernamental. 8.- haría pactos y convenios con gobiernos extranjeros, para que las fortunas de funcionarios corruptos, les sean congeladas y trasladadas a méxico y con ello estoy seguro, que se pagaría totalmente, la deuda externa. 9.- acabaría con los secretarios de estado, con duplicidad de funciones, que únicamente sirven para apoyar programas y campañas electorales del pri-gobierno, como el programa solidaridad. 10.- haría, un ultimo, serio y equitativo, reparto de tierra. 11.- acabaría con los latifundios disfrazados ( que todavía hay muchos) 12.- atendería total y plenamente las demandas del ejercito zapatista de liberación nacional. 13.- eliminaría los impuestos, que más afectan a la sociedad civil como el iva. 14.- haría una seria revisión al programa económico. 15.- haría una reforma educativa, mediante una consulta popular y que los resultados de dicha consulta, se plasmen en programas y se les dé, estricto seguimiento. Pero mis queridos hermanos, pensaran que estoy loco o estoy soñando, esto es una utopía, esto, jamas se realizara, a no ser, que naciera un nuevo juárez, y si esto sucediera, también estoy seguro que el sistema lo eliminaría, como elimino, a luis donaldo colosio, que apenas y subliminalmente, dio a conocer, su pensamiento, a los 17 díaz lo mataron. Si realmente juárez viviera, no el presidente juárez, juárez el hombre, juárez el masón, y se percatara de la problemática actual de nuestra patria, si pudiera ver lo que pasa hoy en chiapas, para citar solo un ejemplo, y un estado, un estado con 30% de analfabetismo en promedio, la mitad de los mayores de 15 años no saben leer ni escribir, el 19% de quienes trabajan no reciben salario alguno, el 40% de los que trabajan gana menos de un salario mínimo, el 80% de las casas tiene pisos de tierra, solo el 25% de las casas tiene agua entubada, 9 de cada 10 casas no tiene drenaje, 1 de cada 3 casas tiene energía eléctrica, existe un medico por cada 1500 habitantes. Y si pudiera ver la penetración de las trasnacionales, la renta de los ejidos, el abandono de las parcelas, la miseria y el hambre, si escuchara la demagogia y los discursos oficialistas, de los funcionarios gubernamentales, en los homenajes a nuestros héroes, si juárez viera su imagen petrificada en estatuas, estoy seguro, que justificaría el levantamiento armado del 1o. De enero del 94 en chiapas y el mismo, con sus propias manos, derribaría sus estatuas para comenzar de nuevo, una real y verdadera revolución.
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JUÁREZ Y EL PENSAMIENTO LIBERAL MIGUEL GARCÍA MEJÍA Bicentenario del Natalicio de Benito Juárez.- Don Benito Pablo Juárez García; el indio de Guelatao nació con la Primavera de 1806 como un destello de la naturaleza, como una estrella para iluminar el firmamento de todos los mexicanos; pero quiso el destino que un 18 de julio de 1872, retornara su cuerpo físico e inherente al seno de la naturaleza misma y precisamente, en el verano, como si ella hubiera sabido que el fruto estaba maduro y había cumplido con la primera parte de su existencia. Don Benito Juárez, tres veces Benemérito de América, reconocido como tal por el Congreso de Colombia el 1º de mayo de 1865; calificado así, el 11 de mayo de 1867 por la República Dominicana y aclamado “BENEMÉRITO EN GRADO HEROICO” por el Congreso Mexicano el 18 de abril de 1873, fue un eminente liberal. Sintió en carne propia el dolor y las aspiraciones de nuestro pueblo a cuyo servicio consagró su vida entera, desde 1832 en que fue electo diputado al Congreso Local del Estado de Oaxaca hasta incluso el día infausto de su muerte. Fueron 40 años de entrega sin límite a la causa enorme de la libertad de México. De estos, dedicó 14 años y medio a servir a la República desde lo alto de la Primera Magistratura Nacional. Es importante contemplar los antecedentes de la vida del indio inmortal para poder apreciar la calidad de su esfuerzo, su integridad, su jerarquía, su energía inacabable y dentro de ello, el discurrir de su vida iniciática cuya culminación alcanzó al ingresar el 15 de enero de 1847 a la Respetable Logia Independencia Nº 2 del Rito Nacional Mexicano y repitió, en varias ocasiones, de las cuales cabe recordar el clamoroso triunfo de la República liberal en 1867. Hubo otras muchas manifestaciones de su espíritu, de su criterio y de su ejecución dentro del más depurado espíritu de la Orden masónica, respetando siempre, salvando siempre, los supremos valores del hombre y los auténticos valores del espíritu. Juárez pudo tener defectos. Era hombre al fin. Pero la suma de sus virtudes cívicas y humanas, históricas y masónicas es muy superior, miles de veces a cualquier error. Sencillamente ha de decirse que Juárez primero se forjó a sí mismo; después forjó a su manera y expresión la sociedad de su tiempo y como corolario le fue factible estructurar la nacionalidad mexicana en los grandes principios de libertad, igualdad y fraternidad, pero también conforme los postulados del derecho, del trabajo, del respeto a lo ajeno, de la no intervención, de la nobleza en fin y de la austeridad. Su carácter estoico le abrió fácilmente este sendero. Sentimos que en el acontecer masónico el estoicismo es parte medular. Esperar; afrontar los obstáculos; actuar con entusiasmo, con convicción y con optimismo. Este es una de las fuerzas espirituales de mayor ponderación. Juárez, queda huérfano a los 3 años, posteriormente va a Oaxaca. El padre Salanueva quiere hacerlo seminarista. El destino condujo al pequeño indio, por los grandiosos caminos de la historia. En 1838 se recibe como abogado en Oaxaca y procede a servir a sus hermanos indios, diligentemente, con devoción y sacrificios. Contrae nupcias en 1843. Ingresa al Partido Liberal y alcanza por el derecho del mérito su jefatura en 1844. Iba ascendiendo con terquedad de estrella. El astro sube cada noche por el ancho cielo, sin impaciencias pero sin pausas. Tal el ritmo de Juárez que alienta ya en su corazón y en su conciencia, plenamente, la idea del liberalismo, que es el lado justo de la vida, de gran contorno masónico, íntimo, logial y público. Sirve a su patria con profundo desinterés. Ninguno pudo igualársele. Sus virtudes fueron las virtudes de su raza y del mestizaje a la vez. Un grandioso sentimiento de lo patricio. Una fe inquebrantable en sus propios destinos y en los destino de México. Poseía el instinto de la fuerza política. A la par, lo alentaba el sentimiento de la grandeza personal. Salido, como él decía “de las masas obscuras del pueblo”, tenía como atributo una fría resignación. Carecía de nervios como las piedras, pero le sobraba energía como a las tempestades. Tuvo Juárez la calidad del acero, por el filo y por el temple.
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Fue antes de iniciarse, un masón sin mandil. En nada discrepaba su pensamiento y su sentimiento del criterio de nuestra Orden. Silencioso en extremo. En su silencio estaba toda la verdad de la patria nuestra. En esta plenitud espiritual y corpórea decide ingresar a la Orden masónica y es de notarse que lo más granado de la intelectualidad mexicana estuvo presente en el acto de su iniciación. Los hombres más ilustres de la época, pertenecientes también a la Institución masónica le formaron un marco luminoso y formidable. Como sabemos, la Masonería apareció en México, como en los demás pueblos coloniales de nuestro hemisferio, prohijada por las ideas libertarias de las postrimerías del siglo XVIII. El tratadista José María Mateos señala que Hidalgo se inició, al igual que Allende, Aldama, Hermenegildo Galeana y otros patriotas en la primera logia que operó en nuestro territorio, intitulada “Arquitectura Moral”, que tenía su domicilio en la calle de “Las Ratas”, hoy calle de Bolívar en la ciudad de México. Hacia 1813 comenzaron a trabajar diversas logias del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Don Nicolás Bravo, patricio militar e insurgente presidió el conjunto de estos Talleres. Las tropas expedicionarias que llegaron de la Península a la Nueva España, trajeron, definida e incitante esta rama de la masonería. La difusión del escocismo cundió esencialmente en la clase media. Era producto del ansia de liberación, pero también del ejemplo que dejaron don Francisco Primo de Verdad y Ramos, el Corregidor don Miguel Domínguez, esposo de doña Josefa Ortiz y otros más que sufrieron persecución del Gobierno de la Colonia. Hacia 1825 se forma o funda en México el Rito de York que trajo al país el embajador norteamericano Poinsett. Correspondió al general Vicente Guerrero presidir el conglomerado de Logias Yorkinas. Y hubo, un gravísimo distanciamiento entre los hermanos escoceses y los hermanos yorkinos, México padecía penurias, estaba ansioso de alcanzar su señorío; días aciagos le trajeron duras experiencias. Se hizo preciso buscar alguna fórmula de salvación; esta formula fue una masonería con espíritu nacionalista. El Rito Nacional Mexicano surgió en la idea hacia 1825 pero se configuró y empezó a trabajar entre 1828 y 1830. Cinco escoceses y cuatro yorkinos, integraron el nuevo Rito cuya existencia se hacía imperiosa para salvar las contradicciones y la pugna que distanciaba a los dos Ritos iniciales. La formación de otro rito, escandalizó a muchos hermanos, pero las circunstancias exigían pronta y enérgica resolución. El 14 de agosto de 1825 los hermanos Cayetano Rinaldi y José María Mateos presentaron la proposición en términos precisos para esta nueva obediencia. Mil discusiones se provocaron pero el 22 de agosto de 1825 se crearon las bases, en cinco artículos del Rito Nacional Mexicano que empezó a trabajar bajo la advocación del G.•. A.•. D.•. U.•. Los más altos personajes de la política y de la intelectualidad mexicana ingresaron al mismo. Por convicción y por educación su criterio liberal lo inspiró en su lucha incesante por el bienestar de la patria. Pudo darse cuenta por mil motivos de la actitud del Clero político que en México como en toda la América hispana siempre ha buscado el poder. Respetaba, como el que más la religión católica y la libertad de conciencia pero no podía supeditar su pensamiento, ni menos su voluntad a la idea de que la tierra, que es sustento básico del hombre fuera mantenida en pocas manos, improductiva, estéril, en poder del Clero. Con el Plan de Ayutla de 1º de marzo de 1854 contribuyó poderosamente a la estructuración del elemento mestizo, cuyo sector es en su clase media, motor y nervio de las ideas de independencia y de libertad. En el mestizaje se fundó la nación soberana desde 1824. El primer gobierno federal mestizo fue el de don Juan Alvarez al cual sucedió el de don Ignacio Comonfort y desde fines de diciembre de 1857, como resultado del golpe de Estado que a sí propio se dio Comonfort entregando el poder al Partido Conservador con el Plan de Tacubaya, Juárez asumió por derecho propio, por dignidad colectiva y para ventura de la patria dolida y doliente, las riendas del Poder Ejecutivo Federal. Fue el tercer presidente mestizo y de ahí hasta los días presentes ha sido el mestizaje la fuente y semilla de donde provienen los presidentes; después de Juárez don Sebastián Lerdo de Tejada y luego don Porfirio Díaz que el 25 de mayo de 1911, deja el poder en don Francisco León de la Barra como consecuencia del triunfo de la Revolución que había iniciado el 20 de noviembre de 1910 don Francisco I. Madero.
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Las Leyes de Reforma fueron una obra de alto beneficio público. La primera de estas leyes fue del 25 de junio de 1856 auspiciada por Juárez y señaladamente por don Miguel Lerdo de Tejada, ministro a la sazón. Estaba inspirada obviamente en los principios antieclesiásticos, de esa inapagable fragua que fue la Revolución Francesa. De esta ley se ha dicho que acogió los principios jurídicos de la Legislación de Cádiz. Don Francisco Zarco, el egregio periodista que fue el cronista insigne del Constituyente de 1856; don Melchor Ocampo, pensador y filósofo, el Nigromante, don Ignacio Ramírez; en cuyos labios la elocuencia adquiría caracteres de milagro, y con ellos otros más de esa generación talentosa y heroica de la Reforma sostuvieron en privado y en público, en la tribuna, en el periódico, en la cátedra los postulados de esta ley intitulada Ley Lerdo, que abrió caminos nuevos a la emancipación nacional y señaló rumbos mayores y claros horizontes a nuestra estirpe. Esta ley revirtió en favor de la nación los inmensos BIENES DEL CLERO POLÍTICO, llamados por inactivos, “bienes de manos muertas”. En el mes de julio de 1859, desde el puerto de Veracruz donde Juárez estableció su gobierno al amparo del gobernador del Estado don Manuel Gutiérrez Zamora, se promulgaron por su régimen cuatro leyes también incluidas en la Reforma y fueron la del 12 de julio de 1859 que ordenó la NACIONALIZACIÓN DE LOS BIENES DEL CLERO en favor del poder civil, esto es, del Estado y asimismo consagró la definitiva independencia y SEPARACIÓN DEL ESTADO MEXICANO Y DE LA IGLESIA CATÓLICA. Es esta consecuentemente la ley diamantina de México, obra superlativa del ilustre patricio. La segunda ley de ese mismo mes –tercera de las Leyes de Reforma– fue la del 23 de julio de 1859 que INSTITUYO LA FORZOSIDAD DEL MATRIMONIO CIVIL. Hasta entonces el matrimonio había sido detentado y monopolizado por la Iglesia. El poder civil, era ignorado, como se sabe, desde el siglo X de la Era Cristiana, cuando el Papado se arrogó la facultad omnímoda de consagrar los matrimonios. gran polémica suscitó esta ley. El Papa Pío IX denostó la obra juarista y combatió el criterio que movió esta Legislación. No obstante prevalecieron la razón y el derecho. La tercera ley del propio julio, la del 28 de ese mes y del mismo año de 1859 CREO EL REGISTRO CIVIL y por ende el control de la natalidad por el Estado. Una hija de Juárez fue la primera persona cuyo nombre ilustra los libros del Registro Civil. La cuarta ley fue suscrita en Veracruz el 31 de julio de 1859 y se refiere a la SECULARIZACIÓN DE LOS CEMENTERIOS que quedan desde entonces sometidos a la potestad civil y oficial del gobierno de la República. Quedaron atrás los tiempos en que en México no era posible que recibieran sepultura en la tierra dramática que los vio nacer, hombres tan insignes como Santos Degollado que fue inhumado en junio de 1861 en el Panteón Británico, tierra extranjera por ficción de ley. Recordamos el caso de Mr. Voltaire que fue enterrado casi subrepticiamente, fuera de París en Sellieres, “donde su sobrino era Abate”. De aquel día data la facultad inmanente de que la tierra pródiga de nuestro país pueda recoger los restos de quienes por ella se sacrificaron. Intención, contenido y expresión claramente masónicos en el espíritu de esta ley. Hubo aún otra, la quinta, explosiva, fechada el 4 de diciembre de 1860 en Veracruz, a cuyo tenor se decreta LA LIBERTAD DE CULTOS. Gran revuelo. Abierta oposición clerical. Todo obstáculo empero fue vencido. Se extinguió el derecho de asilo en los templos. El sacrilegio dejó de ser conceptuado como delito. Se prohibió toda solemnidad religiosa fuera de los templos. Como corolario de esta Legislación se mandó retirar la legación de México acreditada ante la Santa Sede, hecho acontecido el 3 de agosto de 1859. El gobierno juarista ordenó la salida de monseñor Clementi, Delegado Papal en México. Jamás antes ni después fueron más tensas las relaciones entre el México juarista y el pontificado. Esta obra fue coronada con las leyes de instrucción pública laica y gratuita y a la vez obligatoria. Un haz de solemnes victorias del espíritu fulgurante de nuestra estirpe. Juárez ejerció su profesión de abogado con ánimo de reparación social y nunca descuidó los aspectos oficiales como tampoco los populares derivados de la aplicación de los postulados jurídicos. Influyó vigorosamente en la redacción de la Constitución promulgada el 5 de febrero de 1857 en la cual se estipuló que “los derechos del hombre son la base y el objeto de las instituciones
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sociales”. En este criterio palpita el alma misma de la famosa Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano que aprobara la Asamblea Nacional Francesa entre el 20 y el 26 de agosto de 1789 obra imponderable de Gilbert de Montier, Marqués de Lafayette a quien correspondió según la crónica reza, el privilegio de haber redactado por encargo unánime de sus compañeros de lucha aquella relación en fórmulas breves, lúcidas, cortantes y certeras de los derechos inmanentes al hombre como ser físico y como ser social. En la Carta Magna de 1857, obra de orfebrería jurídica del siglo XIX, se plasmaron tales derechos a la vida, a la salud, a la libertad, ésta en sus varias concepciones: libertad de expresión; de creencia; de reunión; de viajar; de escribir; de pensar; el derecho a la propiedad y el derecho a la seguridad, estableciéndose en tal Cuerpo de Leyes la soberanía nacional, la división de poderes, la democracia, todo ello bajo el espíritu claro del liberalismo, todas tesis emanadas y coincidentes del pensamiento masónico universal. Las Leyes de Reforma fueron incorporadas a la Constitución de 1857 el 25 de septiembre de 1873, siendo Presidente de la República don Sebastián Lerdo de Tejada. Mientras en un aspecto combatía con las armas en la mano a los conservadores, a los invasores y a los traidores, con la otra construía el gran edificio de la patria mexicana sobre bases de una inconmovible solidez. A Juárez nuestra historia lo llama el Reformador. Sí, pero también el constructor de nuestra nacionalidad, el forjador de nuestro pueblo, el que cimentó la patria grande y perdurable. La tradición masónica; el prestigio de nuestra Orden intemporal y eterna; y sus postulados, nutrieron el pensamiento y la voluntad juarista. Recuérdese que don Benito se inició el 15 de enero de 1847. En público y en privado los actos todos de su existencia se apegaron a estos principios emancipadores: en la justicia, en la verdad y en la belleza. Considero conveniente en este punto, comentar brevemente con ustedes algunas consideraciones, respecto de la masonería. La etimología de la palabra masonería, significa albañilería o arte de edificar. Pero los edificios masónicos, en vez de tener condiciones y fines materiales, cual el arte de los albañiles, no es otra cosa que la edificación moral de la sociedad, por medio del trabajo y el ejercicio de todas las virtudes, por parte de los hombres que integran la masonería. Los medios que emplea son: el trabajo, la actividad, la verdad, el estudio. Su fin último, es el perfeccionamiento de la humanidad. La historia nos enseña que de la masonería han salido, en todos los tiempos, hombres de gran visión, acrisolado altruismo e inagotable energía, que han dado a la humanidad sus más grandes impulsos de progreso. Para descubrir estos nuevos caminos, necesitaron nutrirse de la duda filosófica, no de la certeza dogmática; precisaron examinar lo que no es típico, en vez de conformarse con lo usual y corriente. Tuvieron que desechar los cartabones, los textos consagrados y los manuales establecidos, decidiéndose a recorrer sendas supuestamente prohibidas para el pensamiento y descubriendo las nuevas soluciones a los problemas irresueltos. Para esto, dispusieron de una maravillosa facultad: la imaginación creadora. Quizá la masonería ha sido, a través de los tiempos; la única institución que se ha percatado de la importantísima función que tiene esta imaginación creadora en la evolución de la humanidad, y ha descubierto y aplicado un método sencillo y eficaz para desarrollarla. Por eso ha sido y seguirá siendo el semillero de nuevas ideas, el portaestandarte de las vanguardias y la escuela en que se modelan los hombres marginales que viven y piensan entre el hoy y el mañana... los conductores de la humanidad. Pero no solamente a esto se limita la masonería; no se conforma con ver que cada miembro se cultive y perfeccione a sí mismo, sino que trata de desarrollar en todos y cada uno de ellos el firme sentimiento de fraternidad y abnegación, encauzando
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cuidadosamente todos sus esfuerzos hacia los nobles fines de justicia social, equidad, libertad, auténtica democracia y progreso material y espiritual de toda la humanidad. Nuestra misión es profesar y propagar los sentimientos de paz y fraternidad; estudiamos, admiramos y veneramos la naturaleza y la causa primitiva de las cosas, bajo el nombre de G.·. A.·. D.·. U.·.; estudiamos el corazón humano, nuestras exigencias, las del mundo social en su estado de perfección. Nuestra ley no impone a sus adeptos sino dos condiciones: Probidad y Ciencia, para aplicar una y otra al amor del bien y al aborrecimiento del mal. La masonería contiene una filosofía educativa propia, basada en el estudio imaginativo y profundo de símbolos y alegorías, que persigue como finalidad el desarrollo del pensamiento propio, original, lógico y constructivo, con el resultado de que cada masón palpa pronto los frutos de este perfeccionamiento personal al notar que se ensancha extraordinariamente su manera de ver la vida, se despiertan aptitudes dormidas, surgen perspectivas de mejoramiento y entra plenamente en el camino que los transforma en guías y benefactores de la sociedad. El objeto fundamental de la masonería es trabajar por la formación de hombres verdaderamente libres. Toda imposición viola este ideal. Consagra que se llega a la libertad por medio de la disciplina; se aprende por el estudio de la Verdad y se realiza cuando se practica la Virtud. En el ambiente universal de la Orden, el compás representa la libertad y la escuadra, la disciplina. La masonería nos ofrece ayuda y guía para que nos volvamos cada día más conscientes de que nada puede detener el impulso que motiva el progreso del alma humana en su peregrinaje de la oscuridad a la luz, de la irrealidad a la realidad, y de lo perecedero a lo imperecedero, y nos ofrece luz para que podamos aprovechar este impulso en vez de tratar de oponerse a él. Ella procura imponernos de que lo que debe preocuparnos, más que nada, como masones, es la realización del individuo; que esto, a su vez, es posible sólo en la medida que podemos ayudar a éste (como unos que somos con él) a encontrarle significado y propósito a la empresa humana de vivir. Que todo lo demás es secundario. Como vemos, la masonería es una institución que tiene por objeto la perfección del hombre mediante el estudio de las ciencias, las artes y la moral universal, la práctica de las virtudes y de la fraternidad humana y todo esto y más, lo sabían, Juárez y los Hombres de la Reforma. EL TRIUNFO DE LA REPUBLICA LIBERAL Dos veces pudo Juárez entrar triunfante a la capital de la República enarbolando los principios de la legalidad. La primera, el 11 de enero de 1861 después del triunfo contundente en los llanos de Calculalpan, el 22 de diciembre de 1860 de las fuerzas republicanas comandadas por don Jesús González Ortega sobre el Ejército conservador que en esa jornada estaba al mando del general don Miguel Miramón. La segunda, el 15 de julio de 1867 después de la caída de Querétaro y del fusilamiento el 19 de junio de 1867 de los tres pilares del imperio, Maximiliano, Miramón y Mejía que fueron sentenciados a muerte en juicio formal, cuyo proceso presidió el teniente coronel veracruzano don Platón Sánchez. En la primera ocasión había salvado la República de todo peligro interior. En la segunda la había salvado de todo peligro exterior. La gran obra estaba consumada. El tesón inacabable del indio inmortal entregó a México su entero señorío. La victoria de los mexicanos liberales fue resonante. Tuvo una dimensión interna y otra internacional, las dos de profundo y extenso alcance. En dos épocas se desarrolló esta epopeya, de 1857 a la 1867 en cuya época aconteció primero la guerra de tres años y después la invasión francesa que perduró de 1862 a 1867. En esa década según expone un tratadista militar, Heffter, se sucedieron en el territorio patrio 1780 combates registrados. Estadísticamente uno un día de cada dos. La patria además encontrábase quebrada. Esto originó en julio de 1861 la determinación del gobierno juarista de suspender el pago de la deuda exterior, lo que dio pábulo a la Alianza Tripartita pactada en Londres, en octubre de ese año para invadir México, Inglaterra, España y Francia. Esta coalición tripartita fue desbaratada diplomáticamente en los Tratados de la Soledad de 19 de febrero de
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1862 por don Manuel Doblado, Ministro de Relaciones Exteriores que abordó este sumo peligro “ante el espanto de América y ante el asombro de Europa”. Piénsese la enorme responsabilidad de Juárez, masón desde 1847 y Benemérito de América desde 1865. No es posible entender cómo se produjo el empuje incesante en defensa de la nación y el triunfo lleno de fulgores del gobierno juarista integrado por los hombres de la Reforma, la mayoría de los cuales se habían iniciado también en el Rito Nacional Mexicano. La segunda época comprende desde 1867 a 1872. Durante este lapso acontece un hecho extraordinario. LA IMPLANTACIÓN DEL POSITIVISMO EN LA EDUCACIÓN MEXICANA como teoría masónica proveniente de un criterio masónico de inspirada filosofía. Juárez sabía que en la educación de las nuevas generaciones se encuentra el germen del porvenir y la garantía de las generaciones de entonces. Quien enseña no sólo siembra y marca rumbos, sino también redime, y aquí en Tamaulipas nuestro Gobernador y el Secretario de Educación, Cultura y Deporte, lo saben, y en los hechos lo demuestran, por eso, por eso estamos aquí El creador en Francia del POSITIVISMO fue Augusto Comte –(1798-1857)–, quien pensaba que fundamentaría la Reforma de la sociedad. Es famosa en sociología su Ley de los Tres Estados según la cual el hombre va de lo teológico a lo metafísico y luego a lo positivo. Discípulo de Comte fue Emile Litré iniciado el 8 de julio de 1875 en París. A su vez discípulo de ambos lo fue el maestro mexicano Don Gabino Barreda a quien el régimen de Juárez llamó a su lado para encomendarle en este cauce el desenvolvimiento educativo nacional. Pudo así el liberalismo afirmar sus más grandes principios sobre todo en la burguesía mexicana. La introducción de las doctrinas positivistas en México que es obra casi exclusiva de Don Gabino Barreda, bajo la inspiración y el apoyo del señor Juárez. Significa un hecho cardinal en la historia de las ideas en el mundo y medularmente en América y en México. Si bien el sistema comtiano no pudo ser otra cosa que una utopía en Europa, en cambio entre nosotros, en el cauce de un claro espíritu masónico, se convirtió en pauta educativa del Estado. He aquí un fenómeno histórico social y docente a la par que filosófico, que impone la completa atención del pensador. La educación del positivismo a la circunstancia mexicana recibió tremendos esfuerzos y llegó a ser un instrumento de esta clase que se llamó y aún se distingue con el nombre de burguesía. Gabino Barreda –1818-1881–, maestro eminente, fijó las bases de esta labor entendiendo “la libertad como medio, el orden como base y el progreso como fin”. De este impulso surgieron numerosos planteles de estudios superiores entre los cuales ocupa un lugar significativo la Escuela Nacional Preparatoria, fundada en 1868. Fue el más esclarecido de los triunfos del positivismo, utilizado en su tiempo eficazmente como arma política y como semillero de ideas. Esta Escuela prolongó su influencia hasta los finales del siglo XIX y dejó una extensa gama de realizaciones por más que en el siglo XX fue objeto de positivismo de argumentaciones en contra. La implantación y la vigencia del sistema positivista en México fue una enorme y gloriosa y masónica tarea de Juárez. El Reformador, el Constructor de la nación dentro del luminoso criterio que encarna en su noble lema trino, la masonería universal. Confluye en este sistema la Ley de Instrucción Pública de 15 de julio de 1867 que arrancó al clero el monopolio de la educación y dio pábulo, posteriormente, a la inclusión del Art. 3º Constitucional en la Carta Magna de 1917. Considero pertinente señalar aquí, que en 1811, en España, se usó por primera vez la palabra “liberal”. La utilizaron los insignes legisladores que redactaron la Constitución Liberal de 1812, fuente de inspiración para los movimientos independentistas de la América Latina. Sin embargo, el pensamiento liberal existió mucho antes de que se inventara el vocablo. El concepto de la libertad y el deseo de alcanzarla es tan viejo como la vida.
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Desde su nacimiento, el liberalismo se ha caracterizado por la defensa más decidida de la libertad de los individuos y de los pueblos. Con esta bandera, se ha enfrentado a las autoridades irracionales y dogmáticas, escudándose en los principios de la soberanía del pueblo, la libertad de conciencia y los derechos del hombre. Se habla de un liberalismo universal, que abarca el anhelo humano por conquistar grados cada vez más extensos de libertad para los individuos y para la colectividad; pero también se señala con el marbete del liberalismo a quienes defienden la libre competencia y la no intervención del gobierno en los negocios, a pesar de que este liberalismo sectario beneficia solamente a los acaparadores, a los especuladores, a los monopolios y a las transnacionales. La verdad es que, bajo la protección de la filosofía liberal, que es generosa y profundamente humanista, han medrado los eternos enemigos de la justicia social. Frecuentemente, de buena o mala fe, se confunde al liberalismo con el mercantilismo, donde los que gozan de poder económico se asocian a quienes ejercen el poder político para disfrutar de privilegios, protecciones, créditos blandos, monopolios y demás ventajas en perjuicio del bolsillo y de la libertad de selección de los consumidores, es decir, del pueblo. En cualquier caso, el libre mercado es sólo un aspecto del pensamiento liberal. El liberalismo implica libertad política y económica, propiedad privada e imperio de la ley, estabilidad fiscal y transparente administración de la justicia, moneda sana y orden público, defensa nacional y libertad de comercio, tanto en el ámbito nacional como internacional. El liberalismo que alega defender el derecho de una persona para agredir a otra, que justifica la desigualdad social y consagra el derecho del más fuerte; el liberalismo que arrasa los recursos naturales, contamina irresponsablemente las aguas y la atmósfera, destruye los cimientos de la cultura, envenena las mentes, soborna a los gobiernos y se apropia del patrimonio inalienable de los pueblos: ese es un falso liberalismo y debemos desenmascararlo y combatirlo. Ser liberal no es sólo amar la libertad para tener la oportunidad de prosperar, es ser tolerante de los gustos, flaquezas y prioridades de los demás, defender el individualismo. Es todo eso y mucho más. Ser liberal es creer en los demás, en la dignidad y diversidad del hombre. Estas condiciones no son producto del sentido común ni son verdades absolutas o evidentes. Son resultado de la discusión, del debate, de la experiencia y del estudio. Ningún liberal argumenta ser dueño de la verdad. Es posible acercarse a ella a través de la duda, buscando su confirmación o su negación en el quehacer humano y en la experiencia de la vida diaria. Tal es la esencia del liberalismo verdadero. El liberalismo adquiere validez en cuanto intelectualmente, gesta la libertad del hombre para pensar y en cuanto políticamente, crea un hijo: la Democracia. En cambio, aborta en cuanto a importante renglón se refiere: el Liberalismo Económico. Este gesta el capitalismo y prohíja el colonialismo. En México, desemboca en la dictadura porfiriana. Es causa sin duda del colonialismo, que en él se apoya. Y lo sufren algunos pueblos en nuestros días. Verdadero sistema de esclavitud. El sentido económico del liberalismo puro, doctrina plausible, se trastocó en instrumento de penetración económica. Como vemos al Liberalismo puede vérsele desde dos puntos de vista: Por una parte constituye la filosofía de la libertad, que significa progreso, renovación permanente del intelecto, lo cual implica a la vez, ruptura de todas aquellas trabas que inmovilizan el pensamiento. Por otra parte, tenemos el liberalismo económico, corriente doctrinaria que nace en el siglo XVIII, cuya esencia es la no intervención del estado en la vida económica, actitud que franceses sintetizaron en la fórmula DEJAR HACER, DEJAR PASAR.
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Dentro de las facetas tan múltiples, recias y decididas de Juárez destaca su determinación de cumplir y hacer cumplir la Constitución, a la que interpretó como la única norma que nos puede regir, sin modificar sus fundamentos en cuanto a federalismo y a las libertades, de los hombres y la sociedad. En nuestra Constitución están contenidos expresamente los principios juaristas que gobiernan nuestras relaciones con el extranjero; y dentro de ellos destaca la no intervención en los asuntos internos de otros países, que interpreta el apotegma del Benemérito. Así como México cumple fielmente este principio, exige que se respeten nuestras decisiones internas. Los mexicanos, no admitimos, ni de adentro ni de afuera, nada que hegemónicamente, trate de colocarse sobre nuestra autoridad soberana. El estado, que representa esa voluntad soberana nacional, no permitirá que ningún otro poder sectario, teocrático o económico se le sobreponga. Nuestra Carta Magna contiene, asegura y protege la libertad de creencias, porque cada individuo, en su conciencia, puede creer en lo que estime ético, individual y socialmente; y pueden proyectar su inteligencia, su voluntad y su libre albedrío para lograr su verdad, porque ello lo hará más libre. Este concepto constitucional no acepta diferencias en el ejercicio del derecho en lo religioso, como tampoco acepta las desigualdades o privilegios individuales por razones de tipo étnico, económico, geográfico, social, profesional o político. Explotar los sentimientos más íntimos del hombre con fines diferentes, es violatorio a la filosofía de nuestra Patria. Un manejo, de esos sentimientos con fines políticos, o benéficos de grupo, constituyen actos no autorizados por la Constitución. Juárez reclamó siempre a sus conciudadanos ser juzgado por sus actos y no por sus pensamientos, "mis dichos son acciones", afirmaba; sin embargo, su concepción ideológica de la realidad que enfrentó es clara y aleccionadora, en ella se puede abrevar inagotablemente; y si bien, algunos conceptos han sido revalorados en su extensión en el tiempo presente, su esencia e intencionalidad, continúan siendo vigentes y aplicables en situaciones que hoy nos toca enfrentar. El liberalismo nace con la Nación y en ella se genera en el tiempo y espacio. Es presencia activa en estos momentos difíciles, en los que no debe abandonarse la posibilidad de afianzar el entendimiento nacional; aún cuando existen voces que al amparo de las libertades que concede la Constitución, que tanto critican y combaten, crean fuerzas reaccionarias que de vez en vez se mueven como marionetas manejadas por habilidosas y ocultas manos. Pero los hombres y mujeres de libre pensamiento no debemos olvidar que requerimos de un México crecientemente integrado, que se fortalece con una etapa social, de reformas y cambios de acciones comunes, de nuevas estructuras jurídicas con una afluencia de opiniones de las más disímbolas jamás expresadas, que ayudarán a revitalizar la República concebida por Juárez, que le den vida y esperanza a nuestro pueblo; pues se trata de una acción integral y totalizadora, que renueve la conciencia Nacional y nos incorpore a luchas positivas, ajenas al acto estéril de una ilusoria realidad. Ahora la gran obra de Benito Juárez, se levanta inconmovible en la conciencia social mexicana, en el pedestal inmenso de nuestra nacionalidad, en el pensamiento, en el sentimiento y en la voluntad del alma nacional, que cada día crece, se desarrolla y se agiganta, llevando el más destacado pensamiento, el más puro sentimiento y la más enérgica voluntad de todos los mexicanos bien nacidos, de ser libres, independientes, soberanos, prósperos y felices; para concurrir con su esfuerzo, con su estudio acucioso y trabajo tesonero y heroico, en la realización de los más altos destinos nacionales; para hacerse dignos merecedores del precioso legado histórico que heredamos de la pléyade Insurgente primero y posteriormente del Gran Republicano. El Benemérito ejerció su posición y sus fuerzas morales y políticas, para hacer que esa Constitución fuese debidamente puesta en acción, dando así a nuestro País una definición Republicana, Federativa y Democrática, adelantando el sistema de estructura que nos ha regido hasta la fecha.
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La separación del Estado y las Iglesias no era el fruto de la pasión sectaria. Los buenos creyentes, aquellos que no confunden los fines de la religión con los apetitos de sus malos ministros, así lo reconocieron. Respondía cabalmente al pensamiento: "La Iglesia libre dentro del Estado Libre". El Gobierno se convirtió en el poder civil auténtico, cuya misión especial radica en la protección de todos los individuos, en el fomento del progreso, de la comunidad y en la observancia estricta del derecho. Aquí resulta oportuno meditar un poco sobre la incalificable actitud, de quienes, olvidando las lecciones terribles de la historia, pretenden revivir un pasado, agitando de nuevo las conciencias con un problema resuelto. Identificar o confundir la religión con la política, es una trampa innoble, montada contra la ingenuidad y la sencillez. No creemos en ella los buenos ciudadanos, ni creerán tampoco los buenos religiosos. Para unos y otros, como para los hombres de la Reforma, que fueron en su mayoría, creyentes irreprochables, la religión es inviolable en el sagrario de los templos y en la intimidad de las conciencias; pero cuando se le corrompe para convertirla en querellas políticas, la ley, por su propio prestigio, debe hacer que retorne a sus dominios. De Benito Juárez, puede afirmarse, que cumplió con honor el oficio de ser hombre. Su vocación de mexicano y de patriota, no registró claudicaciones ni extravíos. Lo que concibió lo ejecutó; todo lo que fue suyo, es un camino y una meta. La Integración de México por el trabajo y la libertad por la razón y el derecho. Sobre las pasiones de los hombres para imponer sus ideas científicas, sociales, políticas o religiosas, Benito Juárez preconizó la razón frente a la fuerza; la persuasión frente a la violencia, la libertad frente a la servidumbre. Defensor apasionado de la dignidad del hombre, de la autonomía de la familia y de la soberanía de la patria, condenó a los sectarios y fue enemigo jurado de todos los fanatismos por disolventes e infecundos. Por encima de las diferencias que surgen entre los hombres al interpretar los fenómenos de la naturaleza y de la sociedad, Benito Juárez enarboló una Bandera de Unidad para todos los Mexicanos; la existencia en el trabajo que redime; la convivencia social que asegura el respeto a la personalidad del hombre; la organización del Estado que garantiza los fueros de la conciencia humana; y el acatamiento voluntario de la ley, como fórmula de progreso y de justicia social. En efecto sus virtudes de político, de estadista y de patriota, inundan de claridad los campos nacionales, y al mismo tiempo, lo identifican con los adalides de todos los pueblos libres de la tierra. Juárez, el político no ve el paso, trabaja mirando el porvenir; a su lado colaboran los mejores y a su sombra nace una de las generaciones más brillantes de México; los hombres de la Reforma. Juárez, busca y encuentra el secreto de la fuerza en la inspiración de su pueblo, en sus ansias incontenibles de redención y de justicia. En política, la verdad es su arma, su escuela es de honradez y su conducta de austeridad. En horas decisivas para la Patria, en el triunfo o en la derrota, en todas las circunstancias no aceptó el ejercicio del poder al margen de la ley y de las instituciones; antepuso siempre su vocación de servir a México. Juárez, el estadista, postuló el orden dentro de la Ley, la paz basada en la justicia y la convivencia entre las naciones reguladas por el derecho. Afirmó, además, la organización del Estado con intervención de los ciudadanos, no se apartó del interés nacional; en la formulación de las leyes, estuvo siempre al lado de su pueblo como constructor voluntario de la democracia y nunca abandono la causa de la República. Juárez el Patriota, hizo de México el culto mayor de su existencia, y su pueblo lo hizo el héroe máximo de toda nuestra historia. Para él todas las patrias son dignas y grandes, no por su extensión geográfica ni por la magnitud de sus recursos naturales; son dignas y grandes por la aptitud de sus hijos para consumar hazañas de creación, bajo signos de libertad, de paz y de concordia.
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Las Leyes de Reforma lograron la liberación definitiva de la conciencia del mexicano; la organización, funcionamiento y desarrollo de las Instituciones Políticas, Democráticas y Republicanas; la circulación de la riqueza estancada; el fortalecimiento y la multiplicación de las clases medias. En suma: la integración de la Nacionalidad. Vivimos con el afán de perfeccionar nuestra democracia, sabemos bien, que ésta sólo se alcanza, con el esfuerzo de todos, con la participación de las fuerzas políticas del País, con el respeto a la ideología, al sentimiento y a la voluntad de los ciudadanos conscientes, de que el poder dimana única y exclusivamente del pueblo. La reforma integral del País, está soportada en el filosófico, político y social contenido de nuestra Constitución, cuyos cambios en su forma no alteran los principios fundamentales, porque éstos son eternos y la modernidad no es sinónimo de abjuración de los preceptos constitucionales. Reafirmamos nuestra convicción de que la Constitución Política de la República es actualmente el cimiento más firme para sustentar nuestra estructura política, moral, económica y social y que la propia Constitución contempla los medios y caminos más adecuados, para conseguir el desarrollo progresista y acelerado de su movimiento de aspiración legítima hacia una vida mejor, individual y colectiva, en consonancia con la tradición histórica del Liberalismo. A Juárez, a nuestro Benemérito, a nuestro Patricio, lo recordamos, no solamente como héroe en descanso, sino como pensamiento de acción. No está dormido el gran Reformador, sino actuando aún, en la línea vital de México, mirando a aquel mar y señalando a este pueblo las rutas del porvenir. Por eso decimos con Don Justo Sierra "Todos estamos contigo. Será inútil injuriarte o rebajarte. La diatriba será un remusgo, que hará espuma en torno al arrecife inconmovible y pasará y morirá, celebrando los ritos de nuestra religión cívica. Y cada generación dirá a la generación que se levante y llegue: Perseverad como él, quered como él, creed como él.... y le entregará la antorcha de una inextinguible luz". Aquí, aquí en Tamaulipas, nosotros te decimos BENITO JUÁREZ GARCÍA, que con ahínco y esmero seguimos escudriñando en los arcanos de la naturaleza; con paciencia, con tolerancia y con fe; como amantes de todas las libertades, con responsabilidad y esperanza estamos entregados a la obra; y desde luego, compartimos contigo aquella tu expresión: la sociedad liberal es indestructible, porque es fuerte, porque es unida, porque la Patria de los liberales es el mundo y todos los hombres virtuosos son sus compatriotas.
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LA INICIACIÓN MASÓNICA DE BENITO PABLO JUÁREZ GARCÍA FIDEL ARIEL SALAZAR DURÁN DISCURSO DEL GRAN LUMINAR Y GRAN MAESTRO DE LA ORDEN EN EL ANIVERSARIO DE LA INICIACIÓN MASÓNICA DE BENITO PABLO JUÁREZ GARCÍA EN EL RITO NACIONAL MEXICANO, EL DIA 15 DE ENERO DE 2006 EN EL HEMICICLO A JUÁREZ EN LA CIUDAD DE MÉXICO, D.F. DISTINGUIDAS PERSONALIDADES Y AUTORIDADES DE LOS DIVERSOS ÓRDENES Y NIVELES DE GOBIERNO ILUSTRES Y VENERABLES HERMANOS REPRESENTANTES DE LOS VARIOS RITOS Y POTENCIAS MASÓNICAS DE NUESTRA REPÚBLICA MEXICANA VENERABLES Y QUERIDOS HERMANOS SEÑORAS Y SEÑORES
En 1550, en Valladolid, en España, Ginés de Sepúlveda y Bartolomé de las Casas polemizaban acerca del grado de racionalidad de los indígenas mexicanos, de que si eran capaces de gobernarse por ellos mismos o requerían de la tutela extranjera; 300 años después recibieron la respuesta con el Indio Grande de Guelatao, y con él, la confirmación del grado de inteligencia de los mexicanos, respuesta que confirmó al mundo lo que por 300 años callaron las historias. Todavía en el siglo diecinueve, qué difícil era aspirar a las luces del conocimiento, sobre todo, para los indígenas, considerados hombres de servidumbre, seres inferiores, mexicanos que, en el México independiente, aún se encontraban atrapados en las mallas de la Colonia, en la inercia que aprisionaba el espíritu, en la oscuridad de la ignorancia de la que, de vez en vez, escapaba alguna alma hacia los libres mares del pensamiento, hacia los valles de la emancipación intelectual. Juárez fue una de esas almas, fue un liberto vencedor en el tribunal de la historia. Qué difícil ha de haber sido para muchos aceptar que un indio zapoteca pudiera elevarse y alcanzar las más altas responsabilidades, que hubiera podido gobernar su estado natal, que fuera capaz de crear leyes, aún más, que osara en ellas atentar a los fueros y privilegios de las “clases superiores”. Durante muchos años y por los más diversos motivos se han hecho inventarios biográficos del Indio Grande. No son menos las auditorias históricas o las denuncias políticas o los anatemas de los socios de Dios. Entendemos que así es siempre con los grandes hombres. Su grandeza transita entre las pasiones y las miserias humanas, entre las loas y los vituperios, y ante la leyenda y los lugares comunes se yergue el estadista sin desfiguros y sin deudas con la Patria. Sabemos de la Sierra de Ixtlán, de su origen indígena, de su preparación profesional, de su gubernatura oaxaqueña y de su exilio. Nada de lo anterior le fue fácil, su indomable espíritu se sobreponía a empresas que aún ahora se antojan titánicas. Ni siquiera su vida familiar fue plena, aunque dejó constancia de su profundo amor de padre. El Juárez que conocemos se forjó en el crisol de las tormentas, de él emergió el estadista, el impasible, el símbolo. Pero, no hemos venido aquí, a este punto geométrico en el cual convergen los masones mexicanos a recitar un inventario más de uno de sus paradigmas. Hoy no es día para conmemorar al Juárez biológico que fallece en 1872, o al Juárez histórico que nace el mismo año, sino para rendir tributo al Juárez masónico que un 15 de enero se inicia en la filas del Rito Nacional Mexicano para gloria de la institución masónica universal. Este día, por ese hecho Día de la Masonería Mexicana, vale la pena hacer una reflexión en voz alta. En una rústica mesa donde se enrollaba tabaco, donde se mezclaba el trabajo con el estudio, la crítica con la meditación, un grupo de exiliados mexicanos confundidos entre esclavos negros, en el destierro, forjaba el espíritu de la Constitución de 1857.
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Qué lejos, en aquel entonces, estuvo la dictadura santanista de prever que en Nueva Orleáns: Melchor Ocampo, Ponciano Arriaga, José María Mata, Manuel Cepeda Peraza y desde luego Benito Juárez, cincelaron la república liberal. Al término de su destierro, en junio de 1855, el hombre de tanto mérito y de tan pocas palabras al decir de Ignacio Manuel Altamirano, en ese mismo año, se incorporó al gabinete de “liberales puros” del Presidente Juan N. Alvarez. Desde la Secretaría de Justicia y Negocios Eclesiásticos, convertida en manos de Juárez en el más importante de los ministerios, la nación se encontró con el “licenciado” que, bajo una fórmula sencilla, definió la Revolución de Ayutla y la convirtió en Reforma. A partir de este contacto con la cúpula del poder Republicano, Juárez se convertiría en el símbolo del compromiso de un hombre con su pueblo y con sus instituciones. Juárez se convirtió en el parteaguas histórico de México, en el antes y el después, en el punto de partida para transitar, y no perder el rumbo, por el camino de su generación. Hoy, el cíclico vaivén de la historia parece reproducir el entorno juarista, los mismos intereses, pugnas por privilegios, reformas constitucionales, atentados a la civilidad, penetración extranjera, y muy cerca de su cuna, el clamor indígena que parece reclamar la presencia de Benito Pablo Juárez García. Tal vez hoy, Juárez, con su espíritu liberal, contendería por una república civilista, sin fueros y sin recompensas ultraterrenas; desconfiaría de los socios de dios; utilizaría a civiles como siempre lo hizo para atender los asuntos públicos; enfrentaría con los recursos que él no tuvo los rezagos y las graves desigualdades sociales; evitaría las deformaciones jurídicas. Con su austeridad, honradez y seriedad, cesaría de sus funciones del poder que representaran a los faltos de sensibilidad, a los impregnados de vedetismo y afán protagónicos, para muchos otros, estamos seguros, rehabilitaría el Cerro de la Campanas. Su tránsito vital hasta su muerte, fue de lucha continua: la Presidencia de la República compartida con Zuloaga. La Guerra de Reforma o de los Tres Años; la invasión extranjera; el imperio de Maximiliano y el triunfo de la República, son parte de la historia mexicana que se apellida Juárez García. Por esa historia que es nuestra, los gobernantes y los políticos de hoy y los de mañana, tienen el compromiso, al igual que lo tuvo Juárez, de responder con talento a su circunstancia; la sensibilidad política debe ser su camino a seguir para resolver los conflictos, que no dudamos, son herencia de pasados privilegios; sus acciones deben atacar el fondo, no con desplantes retóricos o temporaleros; el buen decir y el mejor hacer deben ocupar, para resarcir nuestras vergüenzas, el lugar de las cursilerías. SEÑORAS Y SEÑORES: Con el reflejo juarista hagamos que las actuales generaciones sepan de las luchas de los mejores mexicanos, y en la evaluación histórica comparativa, sepan que aprendimos de la historia. Aun cuando a la distancia nos parecen las hojas de la historia un inmenso alud que nos sepulta con su peso, que las acciones nos parecen una obra de titanes y los conflictos irrepetibles, no debemos perder de vista que fueron seres humanos como nosotros quienes supieron responder a los retos de su tiempo con el espíritu mexicano que aún nos anima. Seamos justos en el juicio histórico, aquilatemos las obras que limpiaron el camino que hoy recorremos con menor esfuerzo. Rindamos tributo, en la figura de Juárez, a los realizadores de la transformación histórica de México. Los momentos y las circunstancias que actualmente vivimos, reclaman del concurso de todos los mexicanos para actuar como un todo en defensa de la nación que con esfuerzo generaciones de mexicanos han construido. Porque hoy, se ve comprometida ante el embate de grupos internos que aprovechando las circunstancias, sucesos inéditos, y una politización orientada a socavar los
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cimientos institucionales, alentada por un irresponsable manejo de la información que algunos medios hacen con afanes mercantilistas o sirviendo a intereses antinacionales, pretenden comprometer a la república, sacar ventaja de los conflictos que alientan ellos mismos y vulnerar la soberanía con truculencias que festinan inmoralmente. Para aquellos que sueñan y luchan por cobijarse en otras banderas, les recordamos que Juárez no es abstracción simbólica, su pensamiento y su obra no deben ser pretexto de homenajes estériles, porque Juárez es cimiento republicano, hombre universal e imagen de México. Cuando se cumple como hombre y con la Patria queda siempre la satisfacción del deber cumplido que se arropa en la limpieza de miras, esta satisfacción la sintetiza Juárez en un pensamiento que es reconocimiento a la entrega de los buenos mexicanos el 15 de julio de 1867, fecha en que con motivo del triunfo de la República sobre la intervención francesa, plasmó en un Manifiesto a la Nación. De él extracto mis palabras finales porque son una lección para los titubeantes y una joya de la política exterior de un pueblo que se respeta: (Cito) “...en nombre de la patria agradecida, tributo el más alto reconocimiento a los buenos mexicanos que la han defendido... procuró el gobierno cumplir con sus deberes, sin concebir jamás un sólo pensamiento de que le fuera lícito menoscabar ninguno de los derechos de la nación. Ha cumplido el gobierno el primero de sus deberes no contrayendo ningún compromiso en el exterior ni el interior que pudiera perjudicar en nada la independencia y soberanía de la república, la integridad de su territorio o el respeto debido a la constitución y a las leyes... que el pueblo y el gobierno respeten el derecho de todos. (Porque) Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
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BENITO JUÁREZ EN LA MASONERÍA ALBINO LÁZARO CHÁVEZ Quienes han escrito sobre la fecha en que Benito Juárez ingresó a la Orden Masónica, no se han puesto de acuerdo, pues mientras algunos - entre los que citamos al Ilustre y Poderoso Hermano Ramón Martínez Zaldúa-, sostienen que don Benito Juárez, había sido iniciado como Aprendiz Masón, en la Respetable Logia Simbólica "Espejo de las Virtudes" del Oriente de Oaxaca, del Rito de York, por los años de 1833 y 1834, otros, como el señor licenciado don Rafael Zayas Enríquez, sostienen que: "Juárez fue un francmasón que perteneció al Rito Nacional Mexicano, y en el que llegó a obtener el grado Noveno, equivalente al grado 33° del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, que fue tan ferviente en la práctica masónica que su nombre se conserva con veneración en todos los ritos, y muchas logias y cuerpos filosóficos lo han adoptado como un símbolo sagrado." El autor del presente ensayo se inclina por la última de las aseveraciones anotadas, toda vez que está claro y en ello coinciden varios autores que habiendo sido electo Diputado al Congreso Constituyente que habría de reformar la Constitución Política de 1824 y que no se llevó a cabo por la inestabilidad política imperante en la capital de la República a finales de 1846, antes de regresar a la ciudad de Oaxaca para tomar posesión del cargo de Gobernador Provisional del Estado, acto que se llevó a cabo el 26 de enero de 1847, aprovecha su estancia en México para ingresar a la Masonería, y así tenemos que el 15 de enero del citado año de 1847, se inicia como Aprendiz Masón en la Respetable "Logia Simbólica Independiente Número 2" del Rito Nacional Mexicano. En el acta relativa y previa autorización se asienta que para la ceremonia de iniciación fue habilitado como templo masónico el Salón de Sesiones del Honorable Senado de la República. La tenida de iniciación estuvo presidida por el Ilustre y Poderoso Hermano don José María del Río, Muy Respetable Gran Maestro del Benemérito Rito Nacional Mexicano, y momentos antes de terminar los actos de la ceremonia de iniciación ordenó que la proclamación del Aprendiz Masón Benito Juárez, se hiciera entre columnas. A la ceremonia de iniciación concurrieron muchos masones distinguidos, entre quienes cabe mencionar a don Manuel Crescencio Rejón, autor de la Constitución de Yucatán de 1840. Don Valentín Gómez Farías, en otra época Presidente de la República; don Pedro Zubieta, Comandante General en el Distrito Federal y el Estado de México; los diputados don Fernando Ortega; don Tiburcio Cañas; don Francisco Banuet; don Agustín Buenrostro; don Joaquín Navarro ; don Miguel Lerdo de Tejada, etc., y hecha la proclamación, el Aprendiz Masón Benito Juárez, adoptó el nombre simbólico de Guillermo Tell. El acta de la ceremonia de iniciación fue autorizado por el Venerable Hermano Secretario don Antonio Moreno G., entonces Ministro del Tribunal Superior de Justicia. El Ilustre Hermano A. Tenorio D'Alburquerque, citado por el también Ilustre Hermano Gustavo A. Velasco - dice refiriéndose a Benito Juárez - en su obra titulada
, "Presidente de la República - Guarda Templo". Y continúa diciendo: "Benito Juárez ya frisaba en los 40 años, y era diputado cuando se inició en la Logia Independencia Número 2 del Rito Nacional Mexicano". Y nosotros agregamos : era además, Gobernador Provisional Electo por Oaxaca en aquél entonces, cuyo cargo habría de protestar el día 26 de enero del propio año de 1847 o sea 11 días después de haberse iniciado como Aprendiz Masón. Algún autor ha dicho que el Venerable Hermano Benito Juárez ascendió al mismo tiempo tanto en su actuación política como en su actuación masónica. No lo creemos así, dado que su vida política la inició en el año de 1828, cuando aún era estudiante y tuvo lugar en Oaxaca, la lucha electoral para la Presidencia de la República entre Pedraza y Guerrero. Fue tan reñida esta lucha que terminó a balazos. En el año de 1831 es electo Regidor del H. Ayuntamiento de la ciudad de Oaxaca; en 1833 electo Diputado Local al H. Congreso del Estado y de allí siguió ocupado puesto tras puesto hasta llegar a ser Presidente de la República. Sin embargo, cabe aclarar que si bien es cierto que cuando el patricio llegó a ser Presidente de la República, ya ostentaba el grado de Maestro Masón, también lo es que desde que tuvo uso de razón como él mismo dijera alguna vez, buscó la
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forma de trazar su línea de conducta conforme a los principios y postulados en que está cimentada la Orden Masónica. Esto, y no otra cosa, explica las causas motivadoras que le llevaron a elaborar lo que hemos llamado su programa de acción como su Ideario Político. En éste histórico documento, el patricio nos presenta una síntesis de las doctrinas masónicas y nos señala que así como hay en la Orden alegrías, esperanzas y sacrificios que le permiten al francmasón luchar por los ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad, también existen o se elaboran planes o programas mínimos de acción que el masón utiliza para poder servir con mayor eficacia a sus semejantes, a su Patria y a la propia Institución Masónica. El Ilustre y Poderoso Hermano, Juan A. Narro González dijo una vez que, se ha dicho que Juárez, como Jesús, el Cristo, al ser iniciado en los grandes misterios en el Templo de Heliópolis, Egipto, le previno el sacerdote que "Las Mayores Alturas son conquistadas por aquellos que descienden a las mayores profundidades", y así principia las actividades de su vida, en los primeros años de su infancia, como pastor de ovejas, guiándolas con su caramillo, para posteriormente conquistar las mayores alturas y con su firmeza de principios y su voluntad inquebrantable guiar al pueblo de México, hacia su emancipación espiritual, cívica, económica y social". Y continúa diciéndonos el Ilustre y Poderoso Hermano Narro González, " el Venerable Hermano Benito Juárez, supo aplicar aquellos dos grandes principios de la religión cristiana, uno que pronunciara Jesús cuando arrojó a los mercaderes del templo diciéndoles: < Mi iglesia no es objeto de mercado> y el otro cuando dijo: y con estas bases Juárez estableció el Contrato Civil del Matrimonio, promulgó la Ley de Secularización de los Cementerios y principió con esto la separación de los bienes materiales que corresponde administrar a los funcionarios públicos, de los espirituales que es función exclusiva de los ministros de la Iglesia. "Como masón, Benito Juárez, fue virtuoso y tuvo muchas cualidades humanas que determinaron su recia personalidad, así como el destino de México al que le dio marca de Patria y que a su vez hizo posible que su actuación y biografía están grabadas en la conciencia de los mexicanos. "Como hombre que desde su nacimiento padeció en carne propia el tremendo desequilibrio social de la época estaba convencido que sólo mediante una política bien intencionada, sin lastre de pasados agravios y ambiciones mezquinas podrían prosperar los pueblos, pues consideraba de modo muy particular que no siendo suficientes las normas teóricas de gobierno para cimentar la felicidad de los gobernados, pues primero habría que dar leyes que acabaran con las sediciones del momento y luego romper los diques de la tradición y las costumbres convertidas en usos inveterados que impedían el progreso." Lo expresado en párrafos anteriores confirma que Benito Juárez fue un masón que perteneció a la logia o logias de su preferencia particular, y su participación en dichas logias, fue seguramente lo que vino a determinar en él una verdadera conciencia masónica sobre los problemas sociales, económicos y políticos de su época y por cuya razón, en todo tiempo se condujo como masón en la vida pública de México, leal y congruente con los principio masónicos, que eran sus principios y por ello no es de extrañarse que en el año de 1864 escribiera desde Monterrey a Maximiliano para decirle : " Y yo que por mis principios y juramentos soy el llamado a sostener la integridad nacional, la Soberanía e Independencia, tengo que trabajar activamente, multiplicando mis esfuerzos para corresponder al depósito sagrado que la Nación en el ejercicio de sus facultades me ha confiado." Y agrega entre otros de sus connotados principios, los que a continuación expresamos : "El deseo de saber y de ilustrarse es innato en el corazón del hombre. Quítense las trabas que la miseria y el despotismo le oponen, y él se ilustrará naturalmente, aun cuando no se le de protección directa."
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"El hombre que carece de lo indispensable para alimentar a su familia ve la instrucción de sus hijos como un bien remoto, o como un obstáculo para conseguir el sustento diario. En ves de destinarlos a la escuela, se sirve de ellos para el cuidado de la casa o para alquilar su débil trabajo personal con qué poder aliviar un tanto el peso de la miseria que lo agobia." "Hijo del pueblo, yo no lo olvidaré, por el contrario, sostendré sus derechos, cuidaré de que se ilustre, se engrandezca y se cree un porvenir, y que abandone la carrera del desorden, de los vicios y de la miseria, a que lo han conducido los hombres que se dicen sus amigos y sus libertadores; pero que con sus hechos son sus más crueles tiranos." "Republicano de corazón y por principios, el poder que ejerzo sólo lo emplearé para procurar vuestra felicidad y para reprimir el vicio y el crimen, y de ninguna manera para ostentar un necio orgullo, como alimento de las almas pequeñas. La autoridad no es mi patrimonio, sino un depósito que la Nación me ha confiado muy especialmente para su independencia y su honor." "Nada con la fuerza; todo con el derecho y la razón: se conseguirá la práctica de éste principio con sólo respetar el derecho ajeno." "La democracia es el destino de la humanidad futura; la libertad es su indestructible arma; la perfección posible, el fin donde se dirige." "Yo no reconozco otra fuente pura del poder más que la opinión pública." "El pueblo, única fuente pura del poder y de la autoridad." "A los enemigos, justicia; a los amigos justicia y gracia cuando quepa esta última." Los principios ideológicos que encierran las transcripciones que anteceden sólo podían concebirse en un masón de la talla del Venerable Hermano Benito Juárez. En ese hombre con alma del zapoteco indómito a quien no le arredra la miseria del medio en que nació, ni la rudeza de circunstancias que rodearon los primeros años de su existencia para incorporarse a la civilización de su tiempo. En ese hombre a quién tampoco le arredraron las condiciones sociales y económicas en que llevó a cabo sus estudios para más tarde ingresar a la vida pública de la Nación, como tampoco fueron obstáculos para él las persecuciones políticas, las tradiciones de sus correligionarios, los peligros de muerte, los amagos de las potencias extranjeras, las artimañas diplomáticas, ni las tentativas de poder por adulación para que su carácter de brújula indeclinable de desviara del punto cardinal de servicio a México. Su empeño fue tan grande y maravilloso en ese objetivo central de la Patria, que sólo la muerte pudo separarlo de ese camino luminoso que todos los mexicanos tenemos la ineludible obligación de seguir. Fue tan grande la figura del patricio Benito Juárez que sus ideas filosófico-políticas aún retumban en el mundo de nuestros días y a cien años de su fallecimiento cuando nos dice que : "La democracia es el destino de la humanidad futura; la libertad su indestructible arma; la perfección posible, el fin donde se dirige." Pero además, en esos principios inmutables construye con tal maestría insuperable, el indestructible edificio en que anida la doctrina de la libre autodeterminación de los pueblos al sostener que " entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz ".
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BENITO JUÁREZ (1806-1872) FRANCISCO LÓPEZ STILLE RESP.·. LOG.·. SIMB.·. LIC. VERDAD Nº 15 Voy a hablar el día de hoy, del gran líder que surgió entre los liberales a mediados del siglo XIX, que fue un indígena, llamado Benito Pablo Juárez García, que llegó a trascender por su integridad y firme lealtad a la democracia. Durante 25 años Juárez fue la figura central de la política mexicana. Durante sus primeros doce años, después de no haber conocido a sus padres quienes sucumbieron cuando el contaba apenas tres años de edad, los dedicó al pastoreo pero su afán de leer y escribir, a diferencia de los demás indígenas, pronto lo distinguió y llevó a dejar su tierra para dirigirse a la ciudad de Oaxaca. Con el auxilio de quien le dio trabajo en su taller de encuadernación, ingresó al Seminario de Oaxaca primero, y posteriormente al Instituto de Ciencias y Artes del Estado para graduarse con el equivalente a lo que hoy constituye la carrera profesional de abogado, misma que ejercería en forma, después de 1852. A los 25 años ya era regidor de la capital, dos años mas tarde, diputado local y magistrado. A los 35 es nombrado Juez de primera instancia del ramo civil y hacienda. Antes de llegar a los cuarenta, contrae matrimonio con Margarita Maza, hija del italiano que dio trabajo a la hermana de Benito Juárez. Ya en 1844 se desempeña como secretario de gobierno y es, paralelamente, nombrado fiscal segundo del Tribunal Superior del Estado. En 1847 forma parte del Congreso Constituyente como diputado electo por un periodo breve, y ocupa a finales de ese año, la gubernatura interinamente de su Estado natal, siendo electo un año mas tarde como Gobernador Constitucional. En 1857, Ignacio Comonfort lo nombra presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, titulo ratificado por el congreso convirtiéndose en vicepresidente de la Republica. Cuando Comonfort se da a si mismo un golpe de Estado, por mandato de Ley, Benito Juárez asume la Presidencia de la República. Con Juárez a la cabeza del gobierno federal, se empieza a dar la libertad de expresión y otras libertades civiles, que tomaron cuerpo en la Constitución de 1857, pero Juárez tenia como enemigos a los grupos conservadores y se le opusieron encarnizadamente. Estos últimos estaban apoyados por España, y en 1858 la guerra de Reforma o guerra de los Tres Años, entre grupos conservadores y liberales, devastó a México. El gobierno de Juárez era apoyado por Estados Unidos y, en 1860, los ejércitos juaristas habían triunfado definitivamente. Entre tanto, como presidente provisional entre 1858 y 1861, Juárez había emitido, desde Veracruz las Leyes de Reforma (1859) que decretaban la nacionalización de los bienes de la Iglesia, la ley del matrimonio civil, la separación de la Iglesia del Estado, la ley del registro civil, la secularización de los cementerios y los hospitales, la de días laborables y festivos y, finalmente, la libertad de culto o religiosa. Respecto de la educación, Juárez sentenció: "La instrucción es la base de la prosperidad de un Pueblo, a la vez que el medio mas seguro de hacer imposibles los abusos del poder. Nunca olvidaré que soy hijo del Pueblo, por el contrario, cuidaré que mis coterráneos se ilustren, se engrandezcan con la cultura y crean en el porvenir; que salgan del camino del desorden, de los vicios y de la miseria." Así mismo, se pronunció por el laicismo al decir: "Es conveniente que no ponga a sus hijos bajo la dirección de quien pretenda dominarlos, ni de ninguna orden sectaria, no importa cual sea su religión. Que aprendan a filosofar, esto es, que aprendan a investigar el porque o la razón de las cosas para que en su tránsito por este mundo, tengan por guía la verdad y no los errores y preocupaciones que hacen infelices y desgraciados a los hombres y a los Pueblos como consecuencia de las leyes de reforma, la iglesia se opondría fuertemente al presidente Juárez e insto a todos los católicos a desobedecer las nuevas leyes, y promulgo que el elemento católico que desempeñara puestos en la administración pública y protestara la ley seria excomulgado, declarándolo, por medio de pastorales de sus obispos y de sermones que públicamente pronunciaban los sacerdotes, que aquellas personas, o sea los católicos, no debían obedecer la Constitución de la República y las
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susodichas leyes. Pero no se conformó con esas medidas, sino que, incito al Pueblo creyente a la rebelión, provocó diversos levantamientos patrocinados personalmente por sacerdotes, especialmente en los Estados de Michoacán y México, cometiéndose toda clase de crímenes en contra de los particulares y de las autoridades. Los levantados que eran designados con el nombre de "cristeros", asaltaban poblaciones indefensas, asesinaban, violaban y robaban y fue tal la magnitud de sus crímenes que en Angangueo hicieron prisionero al Presidente Municipal, y le untaron en el cuerpo brea y le prendieron fuego, por el solo hecho de haber protestado la Constitución. Elegido presidente en 1861, Juárez comenzó a poner orden. Una de sus primeras acciones fue la suspensión del pago de intereses a la deuda extranjera adquirida por los gobiernos precedentes. Molestos con su decreto, Francia, Gran Bretaña y España
decidieron
intervenir
conjuntamente
para
la
protección
de
sus
inversiones
en
México.
El
primero en actuar fue Napoleón III de Francia. Una expedición conjunta ocupó Veracruz en 1861, pero cuando las ambiciones colonizadoras de Napoleón se hicieron evidentes, los británicos y españoles se retiraron en 1862. Durante un año las tropas francesas libraron su camino a través de México y finalmente entraron en la capital en junio de 1863. Juárez y su gabinete huyeron, mientras que un gobierno conservador provisional, apoyado por los sectores monárquicos del país, proclamó el Imperio Mexicano y ofreció la corona, y por instancias de Napoleón esta se entrego, a Maximiliano I, archiduque de Austria. De 1864 a 1867 Maximiliano I y su esposa Carlota gobernaron el Imperio, pero en 1865, bajo presión de Estados Unidos, que seguía reconociendo al Presidente Juárez, Francia retiró sus tropas. Las fuerzas de Juárez recobraron el país después de que los franceses se retiraran en 1867, y las tropas republicanas, bajo el mando del general Porfirio Díaz, ocuparon la ciudad de México. Maximiliano I, sitiado en Querétaro, fue obligado a rendirse y, después de un consejo de guerra, fue fusilado. Nuevamente Juárez se encontró con numerosos sectores que se oponían a su gobierno, no obstante que cuando en 1867 Juárez hacia su entrada triunfal en la capital, su gloria era manifiesta y legible en un sinnúmero de carteles, de banderas, de arcos de triunfo, repitiendo al unísono el pueblo una sola frase: El Pueblo de Juárez… En 1871, después de una dudosa elección, el Congreso reeligió como presidente a Juárez. Porfirio Díaz, uno de los candidatos que había sido derrotado, encabezó una insurrección sin ningún éxito. Juárez murió en 1872 y fue sucedido por Sebastián Lerdo de Tejada, quien era presidente de la Suprema Corte. el idealismo liberal prevalece y trasciende al tiempo, la figura Juarista vive y se erige colosal recordándonos y manteniendo vivos los valores de la república, la defensa del poder civil, la importancia de las instituciones, la libertad de pensamiento, la igualdad entre los hombres y, como resultado, el bien de la Humanidad y de nuestro México en particular. Benito Juárez, lo vio, lo transmitió y lo dejó plasmado en la conformación de nuestra República. Merecidos son todos los elogios que se le brinden, pues ellos mantienen, conjuntamente con la obra de los grandes liberales, que la Masonería ha forjado. Definido el curso de ésta Institución y nos recuerdan el significado de la frase que resume su pensamiento: "Entre los Hombres como entre las Naciones, el Derecho al Respeto Ajeno, es la Paz" o lo que para nosotros es común, "Libertad, Igualdad y fraternidad". "Juárez fue una de aquellas almas complejas y ricamente dotadas de la más alta humanidad, y también él mas, popularmente glorioso de los mexicanos porque él, más que ningún otro, sintió y reflejó el suplicio moral de la Patria; porque él, más que ningún otro, creyó en la patria; porque él mas que ningún otro, adivinó el porvenir de paz y de trabajo de la patria" Benito Juárez fue Masón, si hermano nuestro, como también fueron masones quienes lucharon en los movimientos libertarios de la Independencia, no solo de México, sino de la mayoría de las naciones. El México de Juárez, en su niñez, es el México insurgente de Hidalgo, Morelos y Guerrero; el México de Fray Servando, el Dr. Mora y Gómez Farias, el de su juventud y el de su madurez, el México de Santa Anna y Miramón. Juárez vivió el crecimiento doloroso de una nación que pugna por arrancarse las supervivencias coloniales desenfrenadas que la ahogan, coronadas por un clero ultramontano, desesperado por conservar fueros y privilegios, con una cauda caciquil y militarista que no mira otro interés que no sea el de apoderarse de los raquíticos frutos del
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Erario Publico. No debemos olvidar que Juárez transcurrió su vida masónica desde el Rito Nacional Mexicano, donde, también, llegó al último peldaño que dicha organización tenía reservado para los Grandes Lideres. Como referencia, diremos que el 22 de agosto de 1825 se fundó el Supremo Gran Oriente del Rito Nacional Mexicano para responder a la necesidad que existía en México de una masonería de corte nacionalista que defendiera los intereses de la Patria. Tal entorno es precisamente el que Juárez haría suyo y en el que sus ideales encontrarían fecundo caldo de cultivo. A partir de la fundación del Rito Nacional mexicano y hasta 1868, la máxima autoridad del rito recayó en los Grandes Maestros de la Orden, y de 1869 a la fecha, en los Grandes Luminares y Grandes Maestros de la Orden. Desde entonces y en forma interrumpida han ocupado estos cargos grandes mexicanos entre los cuales, de 1868 a 1869, Benito Pablo Juárez García, fue el Gran Luminar Gran Maestro de la Orden en el Rito Nacional Mexicano. HH.·. como masones sabemos que cuando un H.·. pasa a ocupar su lugar en el eterno oriente su cuerpo inerte vuelve a la tierra, que es el principio y el fin, pero su espíritu sobrevive y esta presente, es por eso que con seguridad les digo que el espíritu del H.·. Benito Juárez se esta percatando de nuestros actos solemnes donde le demostramos respeto y el amor fraternal que el conquisto, pero a la vez de nuestra tristeza por su ausencia física y lamentándonos profundamente que la patria no nos haya regalado otro hijo del tamaño del benemérito Benito Pablo Juárez García H.·. Masón. Y por ultimo cierro con una frase de José Vasconcelos, que pronunció el 18 de julio de 1919, en el panteón de san Fernando, ante la tumba del ilustre H.·. Benito Juárez. "SER LIBERAL ES ESTAR PRONTO A REFORMAR Y A REFORMARSE" Bibliografía: Santiago Galván Espinosa. José Vasconcelos
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BENITO JUÁREZ GABRIEL CRUZ GONZÁLEZ
EL PENSAMIENTO LIBERAL OCUPABA TU MENTE CUANDO HERÍAN TU DIGNIDAD LA ENVIDIA Y LA LOCURA DE REACCIONARIAS SOMBRAS Y ENTRE LOS MUROS CIEGOS APRENDISTE A LUCHAR A DEFENDERTE, A DEFENDER A LA PATRIA QUE AHORA VA AL FUTURO ALTA LA FRENTE Y ALTO EL PENSAMIENTO, EL RESPETO AL DERECHO COMO NORMA QUE LA PAZ APUNTALA Y LA ESPERANZA Juárez no es una sombra del pasado, solemne y austera, que encontramos los hombres al hundir los ojos, ansiosos, en las páginas de la historia, muerto, empezó a vivir verdaderamente. Y en estos momentos expresa mi pluma emocionada: ¡quien en nuestra historia, más honesto, mas bueno, más justo? Meritos son los de Juárez, nuestro indio de Guelatao, para que los hombres hagan vibrar, ardido su recuerdo, rememoren sus hechos e imiten su múltiple ejemplo, Juárez, mas que un hombre, es un verdadero símbolo y ejemplo, pese a la jauría que ladra siempre, inquieta, al paso de su caravana cívica. Juárez es mas que una sombra del pasado, solemne y austera, que buscamos los hombre s hundiendo los ojos ansiosos en las paginas de la historia, por que muerto empezó a vivir verdaderamente y convirtiese en “texto Sagrado”, con su bíblico paso de héroe inimitable y triunfal atlante – guerrero genio y vencedor – desde que adelanto la planta niña, allá lejos, en su pueblecito de indios zapotecos, perdido en las estribaciones de la sierra, en la vieja Antequera, e imprimió su huella en todos los senderos del solar patrio, en lumínica trayectoria. Desde su inicial conformación cultural en el seminario oaxaqueño, hasta plasmar actos singulares como abogado postulante, como procurador, como ministro, como gobernador y como presidente de logros absolutos: “nada con la fuerza, todo con la razón y el derecho” Lo mismo en la encalmada tranquilidad de su sillón profesional, que en el alto sitial de conductor o en su largo y penoso peregrinar, en la paz y en la guerra, en su casa y en el exilio, siempre “caballero de los humildes” y “excelentísimo señor embajador del espíritu de las leyes”. Verdadero “rector de la universidad de los dignos”, como canta Alfredo Cardona Peña. Y es cierto, nadie como Juárez nos conmueve, nos enerva, nos despierta todas las pasiones y encabeza una lucha interminable: la guerra civil de los muertos De los muertos que hoy desean nuevamente luchar para acabar con la crisis política que nos dejo el nefasto Salinas de Gortari y hoy Vicente Fox Quezada, esto a causa de la natural descomposición de una clase política que últimamente ha detentado el poder en México.
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Y por los excesos en el ejercicio del gobierno y por la ambición de grupos emergentes en esa misma clase política, en los últimos sexenios se hizo no solo a un lado, sino se sepultaron la ideología, los sueños y los anhelos del programa político, social y cultural en el que sustentaron los principales movimientos sociales, en los cuales los actores intelectuales fueron los liberales de México. Esta clase política usurpó y secuestro la ideología y el lenguaje de auténticos liberales, poniendo en practica un ejercicio de gobierno en el que la corrupción es una practica continua de la vida nacional. Esta clase política es la que restituyo sus antiguos privilegios al clero político y a los consorcios industriales internacionales al cambiar de un plumazo la constitución que heredamos en 1917, constitución que en los artículos 3º, 5º, 27º y 130º, reafirmaban y aseguraban la soberanía, la independencia y la justicia para las mayorías mexicanas en el marco de respeto para todos, independientemente de su ideología o credo religioso, vivieran en armonía y estrecha unión, ahora los enemigos de la luz y la verdad regresan mas ambiciosos y mas voraces. Y en cada aniversario – alpha y omega de su presencia, nacimiento y muerte -, su solo nombre, tiene la virtud de encender los ánimos y de caldear los entusiasmos, peses a todos los infortunios y logra, sin embargo, que su recuerdo sea reverenciado en una republica tan colmada de héroes y de luchadores, de caudillos y de apóstoles. Y pese a que el rencor le siga negando, sus leyes de reforma, fueron pendón ideológico y salvación de la patria hoy traicionadas por los nuevos vende patrias. Por eso tenemos que expresar el siguiente concepto: “Todo lo que México no haga por si miso, para ser libre, no debe esperar ni conviene que espere que otros gobiernos y otras naciones lo hagan por el”. Es por ello que: Todos admiramos a Juárez, todos los liberales lo queremos. Todos defendemos su obra y todos nos enorgullecemos de que el mundo de a nuestro reformador, el lugar tan alto que tan justamente merece, la adhesión a la memoria de Juárez significa”creencia en nuestra propia dignidad de hombre libres ...” EL ALMA DE TU PUEBLO – ALMA LIMPIA Y SONORA – CONSTRUYO PARA TI UN HEMICICLO EN EL CENTRO VERNAL DE SU GRANDEZA ... AHÍ TE VENERAMOS LOS QUE AMAMOS LA PAZ, LOS QUE LA INDEPENDENCIA RECLAMAMOS, LOS QUE LLORAMOS SANGRE DE LOS PUEBLOS BAJO EL VENENO DE DORADAS SIERPES
¡ SALVE BENITO JUÁREZ !
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MANIFIESTO DE JUÁREZ ARNULFO LEMOINE ZAMORA Pocos días antes que el General Miramón hubiese expedido su manifiesto, en el que no ofrecía ningún medio realizable que diese a la República la paz por que tanto suspiraba, sirvió, sin embargo, para fortificar las esperanzas del partido liberal, al ver que le soplo de sus ideas se hacían sentir en las cimas de la administración tacubayista. El Presidente Constitucional Don Benito Juárez, en unión de sus ministros don Melchor Ocampo, don Manuel Ruiz y don Miguel Lerdo de Tejada, dio a luz un manifiesto a la nación, en que quedó definido el programa de la revolución liberal que durante medio siglo había agitado al pueblo mexicano; Establecidas las ultimas consecuencias de la reforma, y pronunciada la gran palabra que cortase de raíz la lucha desastrosa que tanta sangre y tantas desgracias habían ocasionado a la República. Fuese coincidencia casual, como dijo el órgano oficial del gobierno tacubayista, o bien que Miramón quisiese neutralizar el efecto de la obra de Juárez, la verdad es que la aparición casi simultánea de aquellos dos manifiestos sirvió para que la sociedad estableciese un paralelo entre la idea liberal y la idea conservadora; entre las bases y tendencias de ambos partidos, formándose cabal concepto de lo que tenía que esperar o tener de uno y otro. No se necesitaba desde luego profunda penetración para descubrir los caracteres salientes de ambos documentos: Mientras Miramón exponía francamente las vacilaciones e incertidumbres con que caminaba, Juárez hablaba con la seguridad, con la firmeza del que posee la plena conciencia del papel que representa, de la misión que tiene que desempeñar, de la senda que debe seguir para alcanzar u objeto con toda exactitud determinado. Mientras Miramón, después de confesar el poder incontrastable de la revolución y la necesidad de satisfacer sus exigencias, se divagaba en construir con lugares comunes un edificio quimérico de administración imposible en aquellas circunstancias, sin llegar a nada concreto, a nada, por consiguiente, que llenase las aspiraciones del pueblo, Juárez anunciaba las bases fundamentales que pronto darían vida a otras tantas leyes, las cuales; al convertir en hechos esas aspiraciones, consumarían la reforma mexicana, harían cambiar de arriba abajo el modo de ser de la sociedad, abrirían un nuevo cauce a su marcha, la transformarían, en suma, a tal punto, que ya no sería posible reacción alguna contra principios que venían a implantarse sobre intereses y tradiciones cuya evolución histórica había concluido para siempre. De aquí la diversa importancia que dichos documentos tienen ante la historia, pues mientras el manifiesto de Miramón pasó sin dejar huella ninguna, siendo condenado al silencio del olvido por los mismos conservadores, el manifiesto de Juárez señala uno de esos acontecimientos solemnes en la vida de los pueblos, y ya sea como objeto de bendición o de anatema, seguirá siendo motivo de reflexión y estudio, no solo para el historiador de México, si no para el filósofo que se proponga investigar el desenvolvimiento de las ideas y su influencia en el progreso y transformaciones de las sociedades humanas. Con un lenguaje sobrio y mesurado, Juárez comenzaba por trazar un breve cuadro de la situación en que la república se hallaba en aquellos momentos; hablaba del silencio que había guardado acerca de los pensamientos que abrigaba para curar radicalmente los males de la sociedad; mas cuando los autores del motín de Tacubaya se obstinaban en sostenerlo, apoyados únicamente en la decidida protección del alto clero y en la fuerza de las bayonetas que tenían a sus órdenes, creía faltar a uno de los primeros deberes que la misma situación le imponía, si suspendiera por mas tiempo la pública manifestación de sus ideas, no solo acerca de las graves cuestiones que se ventilaban en el terreno de las armas, sino sobre la marcha que se proponía seguir en los diversos ramos de la administración pública. Manifestaba en seguida que nada tenía que decir acerca de la organización política del país, pues estaba resuelta en la Constitución de 1857, ni tampoco acerca de los principios en ella establecidos; “mas como quiera que esos principios, añadía, a pesar de haber sido consignados ya con más o menos extensión en los diversos códigos políticos que ha tenido el país desde su independencia, y últimamente en la Constitución de 1857, no han podido ni
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podrán arraigarse en la nación, mientras que en su modo de ser social y administrativo se conserven los diversos elementos de despotismo, de hipocresía, de inmoralidad y de desorden que los contrarían, el gobierno cree sin apartarse esencialmente de los principios constitutivos, está en el deber de ocuparse muy seriamente en hacer desaparecer estos elementos, bien convencido ya, por la dilatada experiencia de todo lo ocurrido hasta aquí, de que entre tanto ellos subsistan, no hay orden ni libertad posibles.” Exponía luego las medidas que se proponía realizar para dar unidad al pensamiento de la reforma social, colocando en primer termino las siguientes, que creía indispensables para desarmar de una vez al clero, de los elementos que servían de apoyo a su funesta dominación: “1°.
Adoptar como regla general invariable la más perfecta independencia entre los negocios del Estado y los puramente
eclesiásticos. “2°
Suprimir todas las corporaciones de regulares del sexo masculino, sin excepción alguna, secularizándose los sacerdotes
que actualmente hay en ellas. “3° Extinguir igualmente las cofradías, archicofradías, hermandades y en general todas las corporaciones o congregaciones que existen de esa naturaleza. “4°
Cerrar los noviciados de los conventos de monjas, conservándose los que actualmente existen en ellos con los capitales o
dotes que cada una haya introducido, y con la asignación de lo necesario para el servicio del culto en sus respectivos templos. “5°
Declarar que han sido y son propiedad de la nación todo los bienes que hoy administra el clero secular y regular, con
diversos títulos así como el excedente que tengan los conventos de monjas, deduciendo el monto de sus dotes, y enajenar dichos bienes, admitiendo, en pago de una parte de su valor, títulos de la deuda pública y de capitalización de empleos. “6°
Declarar, por último, que la remuneración que dan los fieles a los sacerdotes, así por la administración de los
sacramentos como por todos los demás servicios eclesiásticos, y cuyo producto anual, bien distribuido, basta para atender ampliamente al sostenimiento del culto y de sus ministros, es objeto de convenios libres entre unos y otros, sin que para nada intervenga en ellos la autoridad civil. Como consecuencia del anterior manifiesto, se publicaron sucesivamente las leyes llamadas de reforma, siendo la primera en orden de fechas la de nacionalización de bienes eclesiásticos, expedida en 12 de Julio.
El 23 del mismo mes, apareció la ley
sobre matrimonio civil. Además, por decreto del 28, se establecieron los funcionarios conocidos con el nombre de “ jueces del estado civil”. Por el del 31 quedaron secularizados los cementerios, camposantos y demás lugares que sirven para sepultura, dictándose las prevenciones relativas; y por el del 11 de agosto se fijo cuales días debían considerarse como festivos, cuales dejaban de serlo y para que efectos, y se hacia una declaración acerca de las funciones públicas en las iglesias. Varias fueron las disposiciones que sucesivamente se fueron publicando para reglamentar las anteriores leyes, fijar el sentido de algunos artículos, y establecer todas aquellas medidas que emanaban de su espíritu y eran necesarias para su cumplimiento. Entre esas medidas, una de las que más llamaron la atención fue la que mando retirar la legación mexicana en Roma. Extraordinario efecto produjeron aquellas leyes en toda la República. El partido liberal las saludó con entusiastas aplausos, viendo en ellas el colmo de sus aspiraciones política; la ultima palabra en la gran cuestión que venía agitándose desde hacía tantos años; la única solución posible del intrincado problema que hasta entonces sólo había sido causa de desórdenes y turbulencias. Bibliografía: Tomo V, México a través de los siglos.
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BENITO PABLO JUÁREZ GARCÍA GERARDO JAVIER OLAGUE GONZÁLEZ En esta ocasión mi intención es hablar de Benito Pablo Juárez García el niño que nació un viernes 21 de Marzo de 1806, en San Pablo Guelatao, pueblito enclavado en la sierra de Ixtlán en el Estado de Oaxaca. De una familia humilde, indígena de raíces zapotecas conformada por Marcelino Juárez y Brígida garcía. Benito Pablo Juárez García, quedó huérfano a los tres años, el niño que no hablaba español como en aquel entonces era común, pero que hasta la fecha la gran mayoría sigue igual que en 1806, con una línea muy bien trazada por el G∴A∴D∴U∴. Se fueron dando eventos durante su vida, los cuales se pueden definir como escalonados. Y nos hemos preguntado acaso alguna vez, ¿que sucedía en el año de su nacimiento? La nueva España era atendida por el virrey don José de iturrigaray con especial cuidado, en 1806 temió que los ingleses quisieran desembarcar en las playas del golfo, fue entonces que el ejercito aumento considerablemente formado por un cantón de tropas en jalapa y otro de menor importancia en la fortaleza de san Carlos de perote, Veracruz; previniendo así un ataque del enemigo. A la perdida de sus padres, se quedo al cuidado de sus abuelos paternos junto con sus hermanas María Josefa y Rosa. Su hermana menor recién nacida, fue a vivir con su tía Cecilia García. Tras fallecer sus abuelos se trasladó a vivir con su tío Bernardino Juárez, quien era muy enérgico y lo reprendía habitualmente; el sé dedicaba al pastoreo de ovejas. Fue en ese ambiente donde Benito Pablo Juárez García, aprendió el laboreo y las tareas campesinas. Dos hechos se entrecruzan en la decisión de establecerse en Oaxaca. Uno es la necesidad de aprender a leer y escribir, y otro el temor al castigo de su tío, por un descuido en la realización de sus labores. Fue entonces a sus doce años que toma la desicion, de irse a vivir con su hermana Maria Josefa quien era la cocinera en la casa de la familia de Don Antonio Maza, fue entonces que inicia su aprendizaje de leer y escribir, consigue aprender un oficio en el taller del encuadernador Antonio Salanueva, lo que le permitió también aprender mediante la lectura de autores como Feijoo (Fraile Ilustrado Español que nace en 1676 y muere en 1764, en sus obras pone de manifiesto que el Aristotelismo y la Escolástica serian su línea a seguir) ó Plutarco (Biógrafo y ensayista Griego que nace en 46 y muere en 125, sus obras están repletas de referencias a hechos históricos y se hallan divididas en diálogos y diatribas como por ejemplo. Hay amores tan bellos que justifican todas las locuras que hacen cometer). Con todo este bagaje pudo ingresar al seminario de Santa Cruz, por ser ahijado de un sacerdote Español y su maestro Domingo González Demostró que al recibir enseñanza el pueblo no es tan fácil de dominar, controlar y engañar, por eso durante todo el tiempo los Reyes, Dictadores, Gobernantes y Dirigentes Religiosos, llámese Católica, Evangelista, Protestante y otras más, no dejan que su pueblo, sus fieles o la iglesia que los conforma sepan más que ellos. La educación nunca debe de terminar, sino al contrario la superación de una Nación no son sus recursos naturales sino la mano de obra calificada, para desempeñar trabajos de mejor calidad y así ser mas competitivos en este mundo globalizado, pero ahí ay que tener cuidado para evitar la fuga de cerebros que tanto le cuestan a la Nación, y después están trabajando en otros países y mientras todos nosotros soportando la carga de su inversión por haberlos preparado con dinero del erario publico. Benito Pablo Juárez García, fue una persona que sostuvo que la educación fuese Laica, la religión que se dedique a crear Conciencia y Honestidad, y que el Gobierno se encargue de impartir la Ciencia y las Artes al pueblo, para que el egresado no tenga una obligación hacia alguien en especial, pero si a su Nación. Su edad nunca fue motivo para no superarse, siempre estuvo estudiando y lo vemos en la Promulgación de la Ley de Administración de Justicia, también llamada Ley de Juárez. Sus disposiciones legislativas, que inspiraron la Constitución de 1857, de corte liberal. Benito Pablo Juárez García nos enseño que debemos de ser firmes en nuestras decisiones, que una vez tomada debemos de sostenerla y lo más importante nunca dejarla que sea cambiada por intereses particulares o de personas que se verán beneficiadas, sin importar el bien común. Benito Pablo Juárez García, fue una persona Liberal desde su juventud, se inicio en varios ritos de la Masonería.
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Fue iniciado en el rito mexicano el 15 de enero de 1847, en la Logia INDEPENDENCIA No. 2, estando presentes las siguientes personalidades: Manuel Crescencio Rejón. Valentín Gómez Farias. Pedro Zubieta. Pedro Lemus. Fernando Ortega. Tiburcio Cañas. Francisco Banuet. Agustín Buenrostro. Joaquín Navarro. Ambrosio Moreno. Y el Lic. Miguel Lerdo de Tejada. Así como otros distinguidos en las armas y en las letras. No podemos dejar pasar esta fecha sin recordar el lema. “QUE EL PUEBLO Y EL GOBIERNO RESPETEN LOS DERECHOS DE TODOS” “ENTRE LAS NACIONES COMO ENTRE LOS INDIVIDUOS EL RESPETO AL DERECHO AJENO ES LA PAZ.” Jóvenes y niños, tomemos el ejemplo de Benito Pablo Juárez García que con estudio, trabajo y fortaleza seremos grandes para nuestra nación al igual que el.
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ANIVERSARIO DEL NATALICIO DEL SEÑOR LICENCIADO DON BENITO JUÁREZ GARCÍA RAFAEL ALBERTO PÁEZ CASTELO RESP. ‘ . LOG. ‘ . SIMB. ‘ . "FRANCISCO A. BYERLY" NO. 12, OR. ‘ . NAVOJOA, SONORA Recordar a los Padres Fundadores de nuestra República Federal equivale a recordar que nuestra identidad como mexicanos se finca en una tradición de dignidad y de lucha incansable ante los avatares de la Historia, de noble y bien entendido espíritu nacionalista y de ferviente amor por la libertad y la tolerancia en pos de un modelo democrático de nación. Hoy recordamos al Licenciado Don Benito Juárez en otro aniversario de su nacimiento. Pero no estamos reunidos hoy, aquí, sólo para cantar sus glorias políticas y sociales; para destacar su férrea personalidad defensora del derecho y del respeto al ser humano, o para decir que gobernantes como el Licenciado Benito Juárez deben ser el paradigma de cualquier mexicano que aspire a servir a México desde la trinchera del servicio público. ¡No! No solamente para eso. Estamos reunidos hoy, aquí, para reflexionar sobre la vida nacional a la luz de los principios básicos que Juárez tuvo acerca de la evolución de nuestro país. ¿Cómo pensar la libertad, la tolerancia y la unión de nuestros compatriotas en estos tiempos primeros del siglo XXI? ¿Cómo recordar a nuestros gobernantes el deber que la patria les exige? Juárez vive en la Historia como un defensor de la libertad con dignidad, y como un contrincante de la intolerancia. No sólo atacó la intolerancia religiosa, imagen recurrente y distorsionada por sus detractores, sino que se rebeló en contra de la intolerancia civil y militar. Es decir, se pronunció siempre en contra de cualquier especie de intolerancia. Y esa era ya, desde entonces, una advertencia para nosotros. Nos enseñó que podemos creer libremente en cualquier ideología, en cualquier culto, en cualquier doctrina. Juárez vio al Estado laico como el único espacio posible desde el cual garantizar la libertad de culto, de creencias, de ideologías, sin caer en los extremos de la intolerancia. Podemos ser libres, siempre y cuando no erijamos nuestra propia visión del mundo como la única válida y la única verdadera, aniquilando a quienes no compartiesen la misma forma de ser o de pensar. Siempre y cuando nuestra concepción del mundo sirva para construir un mundo mejor para nuestros hijos. Al volver a la Ciudad de México después del triunfo de la República sobre la intervención francesa, Juárez expresó: "El triunfo lo han alcanzado los buenos hijos de México, combatiendo solos, sin auxilio de nadie, sin recursos, sin los elementos necesarios para la guerra. Han derramado su sangre con sublime patriotismo, arrostrando todos los sacrificios, antes que consentir en la pérdida de la República y de la libertad".(*) Hoy no podemos hablar de guerra armada, pero sí de una guerra de la ética contra la ignominia; no podemos hablar de una lucha solitaria, pero sí de la unión de las voluntades en la construcción diaria de la nación. Debemos, claro está, tener presente que la libertad sigue teniendo la misma connotación, el mismo valor, la misma energía creadora en todos los tiempos y en todas las latitudes. No cambiemos nuestra libertad ganada con sangre, por mezquinas promesas de riqueza porque ésta llega pero sólo para unos cuantos. Construyamos la riqueza desde abajo con el respeto a los valores republicanos y con la defensa incorruptible de nuestra libertad. Hagámoslo en un clima de tolerancia. En un nuevo contrato social, que redimensione el propuesto por nuestros Padres Fundadores, en el cual quede escrito con letras de libertad y de unión, la necesidad que tenemos los mexicanos de hoy de tener ciudadanos maduros para la democracia, de tener gobernantes honestos y sabios.
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Las leyes en nuestro sistema político-jurídico surgen del pueblo, del ejecutivo o de los partidos políticos, y son legitimadas en las Cámaras a través de los legisladores. Pero también hay otras leyes, las construidas por el derecho consuetudinario y las levantadas al honor, a la ética y a la moral. Juntas, nuestras leyes constituyen el equilibrio social necesario para convivir en paz y en libertad. Cuando los veloces acontecimientos de la actualidad y los intereses codiciosos y sectarios de algunos de nuestros gobernantes corrompen esas leyes, se burlan de ellas, las consideran letra muerta porque creen que no se adaptan a la vorágine de los cambios de la empresa, de los medios de comunicación o de los grupos políticos, entonces hemos de escuchar otra vez a Juárez diciendo: "Tengo la persuasión de que la respetabilidad de un gobernante le viene de su educación, de su respeto a la ley y de un recto proceder y no de trajes ni aparatos militares propios de reyes de teatro".(**) Entonces hemos de recordar al Licenciado Benito Juárez al expresar los compromisos de todo gobernante: "Podrían jurar que la felicidad común será su norte e iguales los hombres ante su presencia, como lo son ante la ley? ¿Podrían ustedes como funcionarios de un Gobierno constituido demostrar que dispondrán de las rentas con responsabilidad y que no gobernarán a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes? ¿Que no improvisarán fortunas, ni se entregarán al ocio y a la disipación, consagrándose por el contrario al trabajo, y resignándose a vivir en la honrada medianía que proporciona la retribución que la Ley ha señalado? ¿Podrían ustedes como servidores, comprometerse a no olvidar al pueblo en sus necesidades; a sostener sus derechos; a cuidar de su ilustración, de su engrandecimiento, y a crearle un porvenir que le permita abandonar la carrera del desorden, de los vicios y de la miseria a que lo han conducido los hombres que solo con sus palabras se dicen sus amigos y sus libertadores, pero que con sus hechos son sus más crueles tiranos? ¿Podrían ustedes como gobernantes, demostrar que están dispuestos a considerar al pueblo como ÚNICA FUENTE DE PODER Y DE AUTORIDAD, y a no reconocer otra fuente de poder más que al pueblo?"(***) Recordemos, dice Zayas Enríquez, que la grandeza de los hombres y su ubicación en el sagrario de la patria, no se mide en función de vencedores, ni aún por haber caído envueltos en el manto de la gloria, pues la época que nos ha tocado vivir, de profunda revisión crítica de la conducta del pasado y de sus hombres, tome en cuenta para la valorización de la personalidad, los incentivos que motivaron su actuación, la causa que enarbolaron como su bandera y la implicación del contexto de su lucha a favor de la Patria y de la Humanidad. Juárez trascendió los tiempos y sigue luchando por la unión, la libertad y la tolerancia entre los mexicanos.(***) ¡Recordemos pues a Juárez hoy, recordémoslo vivo, en la letra y el espíritu de las leyes y en la vigilancia ética de los gobernantes!...Incluso, como la molesta sensación para algunos de saber que pretender gobernar por encima de la ley, aunque se esté lleno de buenos deseos, es otra perversa forma de opresión del pueblo soberano. Y Juárez estará siempre aquí para recordarlo, silenciosa y contundentemente NAVOJOA, SONORA 21 DE MARZO DE 2002 FUENTES: ( * ) Benito Juárez. "Manifiesto a la Nación, expedido en la ciudad de México con motivo del triunfo de la República sobre la intervención francesa", 15 de julio de 1867, en: José María Vigil, "La Reforma", Vicente Riva Palacio, coord., México a través de los siglos, México, Ballescá y Comp. Editores, 1889, t. V, pp. 859-860.
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( ** ) Benito Juárez. "Apuntes para mis hijos", en: Compendio de poesía juarista, V Encuentro Cultural Vida y Obra de Don Benito Juárez", SEC, Hermosillo, Sonora, 2001. ( *** ) Luis López Álvarez. En memoria de Don Benito Juárez García, SEC, Hermosillo, Sonora, Febrero de 1999.
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APUNTES PARA MIS HIJOS BENITO JUÁREZ En 21 de marzo de 1806 nací en el pueblo de San Pablo Guelatao de la jurisdicción de Santo Tomás Ixtlán en el Estado de Oaxaca. Tuve la desgracia de no haber conocido a mis padres Marcelino Juárez y Brígida García, indios de la raza primitiva del país, porque apenas tenía yo tres años cuando murieron, habiendo quedado con mis hermanas María Josefa y Rosa al cuidado de nuestros abuelos paternos Pedro Juárez y Justa López, indios también de la nación Zapoteca. Mi hermana María Longinos, niña recién nacida pues mi madre murió al darla a luz, quedó a cargo de mi tía materna Cecilia García. A los pocos años murieron mis abuelos, mi hermana María Josefa casó con Tiburcio López del pueblo de Santa María Yahuiche, mi hermana Rosa casó con José Jiménez del pueblo de Ixtlán y yo quedé bajo la tutela de mi tío Bernardino Juárez, porque de mis demás tíos: Bonifacio Juárez había ya muerto, Mariano Juárez vivía por separado con su familia y Pablo Juárez era aún menor de edad. Como mis padres no me dejaron ningún patrimonio y mi tío vivía de su trabajo personal, luego que tuve uso de razón me dediqué hasta donde mi tierna edad me lo permitía, a las labores del campo. En algunos ratos desocupados mi tío me enseñaba a leer, me manifestaba lo útil y conveniente que era saber el idioma castellano y como entonces era sumamente difícil para la gente pobre, y muy especialmente para la clase indígena adoptar otra carrera científica que no fuese la eclesiástica, me indicaba sus deseos de que yo estudiase para ordenarme. Estas indicaciones y los ejemplos que se me presentaban en algunos de mis paisanos que sabían leer, escribir y hablar la lengua castellana y de otros que ejercían el ministerio sacerdotal, despertaron en mí un deseo vehemente de aprender, en términos de que cuando mi tío me llamaba para tomarme mi lección, yo mismo le llevaba la disciplina para que me castigase si no la sabía; pero las ocupaciones de mi tío y mi dedicación al trabajo diario del campo contrariaban mis deseos y muy poco o nada adelantaba en mis lecciones. Además, en un pueblo corto, como el mío, que apenas contaba con veinte familias y en una época en que tan poco o nada se cuidaba de la educación de la juventud, no había escuela; ni siquiera se hablaba la lengua española, por lo que los padres de familia que podían costear la educación de sus hijos los llevaban a la ciudad de Oaxaca con este objeto, y los que no tenían la posibilidad de pagar la pensión correspondiente los llevaban a servir en las casas particulares a condición de que los enseñasen a leer y a escribir. Este era el único medio de educación que se adoptaba generalmente no sólo en mi pueblo, sino en todo el Distrito de Ixtlán, de manera que era una cosa notable en aquella época, que la mayor parte de los sirvientes de las casas de la ciudad era de jóvenes de ambos sexos de aquel Distrito. Entonces más bien por estos hechos que yo palpaba que por una reflexión madura de que aún no era capaz, me formé la creencia de que sólo yendo a la ciudad podría aprender, y al efecto insté muchas veces a mi tío para que me llevase a la Capital; pero sea por el cariño que me tenía, o por cualquier otro motivo, no se resolvía y sólo me daba esperanzas de que alguna vez me llevaría. Por otra parte yo también sentía repugnancia (de) separarme de su lado, dejar la casa que había amparado mi niñez y mi orfandad, y abandonar a mis tiernos compañeros de infancia con quienes siempre se contraen relaciones y simpatías profundas que la ausencia lastima marchitando el corazón. Era cruel la lucha que existía entre estos sentimientos y mi deseo de ir a otra sociedad, nueva y desconocida para mí, para procurarme mi educación. Sin embargo el deseo fue superior al sentimiento y el día 17 de diciembre de 1818 y a los doce años de mi edad me fugué de mi casa y marché a pie a la ciudad de Oaxaca a donde llegué en la noche del mismo día, alojándome en la casa de don Antonio Maza en que mi hermana María Josefa servía de cocinera. En los primeros días me dediqué a trabajar en el cuidado de la granja ganando dos reales diarios para mi subsistencia, mientras encontraba una casa en qué servir. Vivía entonces en la ciudad un hombre piadoso y muy honrado que ejercía el oficio de encuadernador y empastador de libros. Vestía el hábito de la Orden Tercera de San Francisco y, aunque muy dedicado a la devoción y a las prácticas religiosas, era bastante despreocupado y amigo de la educación de la juventud. Las obras de Feijoo y
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las epístolas de San Pablo eran los libros favoritos de su lectura. Este hombre se llamaba don Antonio Salanueva quien me recibió en su casa ofreciendo mandarme a la escuela para que aprendiese a leer y a escribir. De este modo quedé establecido en Oaxaca en 7 de enero de 1819. En las escuelas de primeras letras de aquella época no se enseñaba la gramática castellana. Leer, escribir y aprender de memoria el Catecismo del Padre Ripalda era lo que entonces formaba el ramo de instrucción primaria. Era cosa inevitable que mi educación fuese lenta y del todo imperfecta. Hablaba yo el idioma español sin reglas y con todos los vicios con que lo hablaba el vulgo. Tanto por mis ocupaciones, como por el mal método de la enseñanza, apenas escribía, después de algún tiempo, en la 4a. escala en que estaba dividida la enseñanza de escritura en la escuela a que yo concurría. Ansioso de concluir pronto mi rama de escritura, pedí pasar a otro establecimiento creyendo que de este modo aprendería con más perfección y con menos lentitud. Me presenté a don José Domingo González, así se llamaba mi nuevo preceptor, quien desde luego me preguntó ¿en qué regla o escala estaba yo escribiendo? Le contesté que en la 4a. Bien, me dijo, haz tu plana que me presentarás a la hora que los demás presenten las suyas. Llegada la hora de costumbre presenté la plana que había yo formado conforme a la muestra que se me dio, pero no salió perfecta porque estaba yo aprendiendo y no era un profesor. El maestro se molestó y en vez de manifestarme los defectos que mi plana tenía y enseñarme el modo de enmendarlos sólo me dijo que no servía y me mandó castigar. Esta injusticia me ofendió profundamente no menos que la desigualdad con que se daba la enseñanza en aquel establecimiento que se llamaba la Escuela Real; pues mientras el maestro en un departamento separado enseñaba con esmero a un número determinado de niños, que se llamaban decentes, yo y los demás jóvenes pobres como yo, estábamos relegados a otro departamento, bajo la dirección de un hombre que se titulaba ayudante y que era tan poco a propósito para enseñar y de un carácter tan duro como el maestro. Disgustado de este pésimo método de enseñanza y no habiendo en la ciudad otro establecimiento a qué ocurrir, me resolví a separarme definitivamente de la escuela y a practicar por mí mismo lo poco que había aprendido para poder expresar mis ideas por medio de la escritura aunque fuese de mala forma, como lo es la que uso hasta hoy. Entretanto, veía yo entrar y salir diariamente en el Colegio Seminario que había en la ciudad, a muchos jóvenes que iban a estudiar para abrazar la carrera eclesiástica, lo que me hizo recordar los consejos de mi tío que deseaba que yo fuese eclesiástico de profesión. Además era una opinión generalmente recibida entonces, no sólo en el vulgo sino en las clases altas de la sociedad, de que los clérigos, y aún los que sólo eran estudiantes sin ser eclesiásticos sabían mucho y de hecho observaba yo que eran respetados y considerados por el saber que se les atribuía. Esta circunstancia más que el propósito de ser clérigo para lo que sentía una instintiva repugnancia me decidió a suplicarle a mi padrino, así llamaré en adelante a don Antonio Salanueva porque me llevó a confirmar a los pocos días de haberme recibido en su casa, para que me permitiera ir a estudiar al Seminario ofreciéndole que haría todo esfuerzo para hacer compatible el cumplimiento de mis obligaciones en su servicio con mi dedicación al estudio a que me iba a consagrar. Como aquel buen hombre era, según dije antes, amigo de la educación de la juventud no sólo recibió con agrado mi pensamiento sino que me estimuló a llevarlo a efecto diciéndome que teniendo yo la ventaja de poseer el idioma zapoteco, mi lengua natal, podía, conforme a las leyes eclesiásticas de América, ordenarme a título de él, sin necesidad de tener algún patrimonio que se exigía a otros para subsistir mientras obtenían algún beneficio. Allanado de ese modo mi camino entré a estudiar gramática latina al Seminario en calidad de capense (vocablo con el que se designaba a los denominados alumnos externos, o sea aquellos que no residían en el Seminario) el día 18 de octubre de 1821, por supuesto, sin saber gramática castellana, ni las demás materias de la educación primaria. Desgraciadamente no sólo en mí se notaba ese defecto, sino en los demás estudiantes generalmente por el atraso en que se hallaba la instrucción pública en aquellos tiempos.
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Comencé, pues, mis estudios bajo la dirección de profesores, que siendo todos eclesiásticos la educación literaria que me daban debía ser puramente eclesiástica. En agosto de 1823 concluí mi estudio de gramática latina, habiendo sufrido los dos exámenes de estatuto con las calificaciones de excelente. En ese año no se abrió curso de artes y tuve que esperar hasta el año siguiente para comenzar a estudiar filosofía por la obra del Padre Jaquier; pero antes tuve que vencer una dificultad grave que se me presentó y fue la siguiente: luego que concluí mi estudio de Gramática latina mi padrino manifestó grande interés porque pasase yo a estudiar Teología moral para que el año siguiente comenzara a recibir las órdenes sagradas. Esta indicación me fue muy penosa, tanto por la repugnancia que tenía a la carrera eclesiástica, como por la mala idea que se tenía de los sacerdotes que sólo estudiaban Gramática latina y Teología moral y a quienes por este motivo se ridiculizaba Llamándolos Padres de Misa y olla o Larragos. Se les daba el primer apodo porque por su ignorancia sólo decían misa para ganar la subsistencia y no les era permitido predicar ni ejercer otras funciones, que requerían instrucción y capacidad; y se les llamaba Larragos, porque sólo estudiaban Teología moral por el padre Larraga. Del modo que pude manifesté a mi padrino con franqueza este inconveniente, agregándole que no teniendo yo todavía la edad suficiente para recibir el Presbiterado nada perdía con estudiar el curso de artes. Tuve la fortuna de que le convencieran mis razones y me dejó seguir mi carrera, como yo lo deseaba. En el año de 1827 concluí el curso de artes habiendo sostenido en público dos actos que se me señalaron y sufrido los exámenes de reglamento con las calificaciones de excelente nemine discrepante (título que significaba que el grado de excelencia había sido concedido por unanimidad) y con algunas notas honrosas que me hicieron mis sinodales. En este mismo año se abrió el curso de Teología y pasé a estudiar este ramo, como parte esencial de la carrera, o profesión a que mi padrino quería destinarme y acaso fue esta la razón que tuvo para no instarme ya a que me ordenara prontamente. En esta época se habían ya realizado grandes acontecimientos en la Nación. La guerra de independencia iniciada en el pueblo de Dolores en la noche del 15 de septiembre de 1810 por el venerable cura don Miguel Hidalgo y Costilla con unos cuantos indígenas, armados de escopetas, lanzas y palos y conservada en las montañas del Sur por el ilustre ciudadano Vicente Guerrero llegó a terminarse con el triunfo definitivo del ejército independiente, que acaudillado por los generales Iturbide, Guerrero, Bravo, Bustamante y otros jefes ocupó la Capital del antiguo Virreinato el día 27 de septiembre de 1821. Iturbide abusando de la confianza que, sólo por amor a la Patria le habían dispensado los jefes del ejército, cediéndole el mando y creyendo que a él solo se debía el triunfo de la causa nacional se declaró Emperador de México contra la opinión del Partido Republicano y con disgusto del Partido Monarquista que deseaba sentar en el trono de Moctezuma a un príncipe de la Casa de Borbón, conforme a los tratados de Córdoba, que el mismo Iturbide había aprobado y que después fueron nulificados por la Nación. De pronto el silencio de estos partidos, mientras organizaban sus trabajos y combinaban sus elementos y el entusiasmo del vulgo, que raras veces examina a fondo los acontecimientos y sus causas y siempre admira y alaba todo lo que para él es nuevo y extraordinario, dieron una apariencia de aceptación general al nuevo Imperio que en verdad sólo Iturbide sostenía. Así se explica la casi instantánea sublevación que a los pocos meses se verificó contra él, proclamándose la República y que lo obligó a abdicar, saliendo en seguida fuera del país. Se convocó desde luego a los pueblos para que eligieran a sus diputados con poderes amplios para que constituyeran a la Nación sobre las bases de Independencia, Libertad y República, que se acababan de proclamar; hechas las elecciones se reunieron los representantes del pueblo de la Capital de la República, y se abrió el debate sobre la forma de gobierno, que debía adoptarse. Entretanto el desgraciado Iturbide desembarca en Soto la Marina y es aprehendido y decapitado como perturbador del orden público. El Congreso sigue sus deliberaciones. El Partido Monárquico Conservador que cooperó a la caída de Iturbide más por odio a este jefe que por simpatías al Partido Republicano, estaba ya organizado bajo la denominación de el Partido Escocés y trabajaba en el Congreso por la centralización del poder y por la subsistencia de las clases privilegiadas con todos los abusos y preocupaciones que habían sido el apoyo y la vida del sistema virreinal. Por el contrario, el
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Partido Republicano quería la forma federal y que en la nueva Constitución se consignasen los principios de libertad y de progreso que hacían próspera y feliz a la vecina República de los Estados Unidos del Norte. El debate fue sostenido con calor y obstinación, no sólo en el Congreso, sino en el público y en la prensa naciente de las provincias y al fin quedaron victoriosos los republicanos federalistas en cuanto a la forma de gobierno, pues se desechó la central y se adoptó la de la República representativa, popular, federal; pero en el fondo de la cuestión ganaron los centralistas, porque en la nueva Carta se incrustaron la intolerancia religiosa, los fueros de las clases privilegiadas, la institución de Comandancias Generales y otros contraprincipios que nulificaban la libertad y la federación que se quería establecer. Fue la Constitución de 1824 una transacción entre el progreso y el retroceso, que lejos de ser la base de una paz estable y de una verdadera libertad para la Nación, fue el semillero fecundo y constante de las convulsiones incesantes que ha sufrido la República y que sufrirá todavía mientras que la sociedad no recobre su nivel, haciéndose efectiva la igualdad de derechos y obligaciones entre todos los ciudadanos y entre todos los hombres que pisen el territorio nacional, sin privilegios, sin fueros, sin monopolios y sin odiosas distinciones; mientras que no desaparezcan los tratados que existen entre México y las potencias extranjeras, tratados que son inútiles, una vez que la suprema ley de la República sea el respeto inviolable y sagrado de los derechos de los hombres y de los pueblos, sean quienes fueren, con tal de que respeten los derechos de México, a sus autoridades y a sus leyes; mientras finalmente que en la República no haya más que una sola y única autoridad: la autoridad civil del modo que lo determine la voluntad nacional sin religión de Estado y desapareciendo los poderes militares y eclesiásticos, como entidades políticas que la fuerza, la ambición y el abuso han puesto enfrente del poder supremo de la sociedad, usurpándole sus fueros y prerrogativas y subalternándolo a sus caprichos. El Partido Republicano adoptó después la denominación de El Partido Yorkino y desde entonces comenzó una lucha encarnizada y constante entre el Partido Escocés que defendía el pasado con todos sus abusos, y el Partido Yorkino que quería la libertad y el progreso; pero desgraciadamente el segundo luchaba casi siempre con desventaja porque no habiéndose generalizado la ilustración en aquellos días, sus corifeos, con muy pocas y honrosas excepciones, carecían de fe en el triunfo de los principios que proclamaban, porque comprendían mal la libertad y el progreso y abandonaban con facilidad sus filas pasándose al bando contrario, con lo que desconcertaban los trabajos de sus antiguos correligionarios, les causaban su derrota y retardaban el triunfo de la libertad y del progreso. Esto pasaba en lo general a la República en el año de 1827. En lo particular del Estado de Oaxaca donde yo vivía se verificaban también, aunque en pequeña escala, algunos sucesos análogos a los generales de la Nación. Se reunió un Congreso Constituyente que dio la Constitución del Estado. Los partidos Liberal y Retrógrado tomaron sus denominaciones particulares llamándose Vinagre el primero y Aceite el segundo. Ambos trabajaron activamente en las elecciones que se hicieron de diputados y senadores para el primer Congreso Constitucional. El Partido Liberal triunfó sacando una mayoría de diputados y senadores liberales, a lo que se debió que el Congreso diera algunas leyes que favorecían la libertad y el progreso de aquella sociedad, que estaba enteramente dominada por la ignorancia, el fanatismo religioso y las preocupaciones. La medida más importante por sus trascendencias saludables y que hará siempre honor a los miembros de aquel Congreso fue el establecimiento de un Colegio Civil que se denominó Instituto de Ciencias y Artes; independiente de la tutela del clero, y destinado para la enseñanza de la juventud en varios ramos del saber humano, que era muy difícil aprender en aquel Estado donde no había más establecimiento literario que el Colegio Seminario Conciliar; en que se enseñaba únicamente Gramática Latina, Filosófía, Física elemental y Teología; de manera que para seguir otra carrera que no fuese la eclesiástica o para perfeccionarse en algún arte u oficio era preciso poseer un caudal suficiente para ir a la Capital de la Nación o a algún país extranjero para instruirse o perfeccionarse en la ciencia, o arte a que uno quisiera dedicarse. Para los pobres como yo, era perdida toda esperanza.
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Al abrirse el Instituto en el citado año de 1827 el doctor don José Juan Canseco, uno de los autores de la ley que creó el establecimiento, pronunció el discurso de apertura, demostrando las ventajas de la instrucción de la juventud y la facilidad con que ésta podría desde entonces abrazar la profesión literaria que quisiera elegir. Desde aquel día muchos estudiantes del Seminario se pasaron al Instituto. Sea por este ejemplo, sea por curiosidad, sea por la impresión que hizo en mí el discurso del Dr. Canseco, sea por el fastidio que me causaba el estudio de la Teología por lo incomprensible de sus principios, o sea por mi natural deseo de seguir otra carrera distinta de la eclesiástica, lo cierto es que yo no cursaba a gusto la cátedra de Teología, a que había pasado después de haber concluido el curso de Filosofía. Luego que sufrí el examen de Estatuto me despedí de mi maestro, que lo era el Canónigo don Luis Morales, y me pasé al Instituto a estudiar jurisprudencia en agosto de 1828. El Director y catedráticos de este nuevo establecimiento eran todos del Partido Liberal y tomaban parte, como era natural, en todas las cuestiones políticas que se suscitaban en el Estado. Por esto, y por lo que es más cierto, porque el clero conoció que aquel nuevo plantel de educación, donde no se ponían trabas a la inteligencia para descubrir la verdad, sería en lo sucesivo, como lo ha sido en efecto, la ruina de su poder basado sobre el error y las preocupaciones, le declaró una guerra sistemática y cruel, valiéndose de la influencia muy poderosa que entonces ejercía sobre la autoridad civil, sobre las familias y sobre toda la sociedad. Llamaban al Instituto casa de prostitución y a los catedráticos y discípulos, herejes y libertinos. Los padres de familia rehusaban mandar a sus hijos a aquel establecimiento y los pocos alumnos que concurríamos a las cátedras éramos mal vistos y excomulgados por la inmensa mayoría ignorante y fanática de aquella desgraciada sociedad. Muchos de mis compañeros desertaron, espantados del poderoso enemigo que nos perseguía. Unos cuantos nornás quedamos sosteniendo aquella casa con nuestra diaria concurrencia a las cátedras. En 1829 se anunció una próxima invasión de los españoles por el Istmo de Tehuantepec, y todos los estudiantes del Instituto ocurrirnos a alistarnos en la milicia cívica, habiéndoseme nombrado teniente de una de las compañías que se organizaron para defender la independencia nacional. En 1830 me encargué en clase de sustituto de la cátedra de Física con una dotación de 30 pesos con los que tuve para auxiliarme en mis gastos. En 1831 concluí mi curso de jurisprudencia y pasé a la práctica al bufete del Lic. don Tiburcio Cañas. En el mismo año fui nombrado Regidor del Ayuntamiento de la Capital, por elección popular, y presidí el acto de Física que mi discípulo don Francisco Rincón dedicó al Cuerpo Académico del Colegio Seminario. En el año de 1832 se inició una revolución contra la administración del Presidente de la República don Anastasio Bustamante que cayó a fines del mismo año con el Partido Escocés que lo sostenía. En principios de 1833 fui electo Diputado al Congreso del Estado. Con motivo de la Ley de Expulsión de Españoles dada por el Congreso General, el Obispo de Oaxaca, don Manuel Isidoro Pérez, no obstante de que estaba exceptuado de esta pena, rehusó continuar en su Diócesis y se fue para España. Como no quedaba ya ningún obispo en la República, porque los pocos que había se habían marchado también al extranjero, no era fácil recibir las órdenes sagradas y sólo podían conseguirse yendo a La Habana o a Nueva Orleans, para lo que era indispensable contar con recursos suficientes, de que yo carecía. Esta circunstancia fue para mí sumamente favorable, porque mi padrino conociendo mi imposibilidad para ordenarme sacerdote, me permitió que siguiera la carrera del foro. Desde entonces seguí ya subsistiendo con mis propios recursos. En el mismo año fui nombrado Ayudante del Comandante General don Isidro Reyes, que defendió la plaza contra las fuerzas del Gral. Canalizo, pronunciado por el plan de Religión y Fueros iniciado por el Coronel don Ignacio Escalada en Morelia. Desde esa época el partido clérico-militar se lanzó descaradamente a sostener a mano armada y por medio de los motines, sus fueros, sus abusos y todas sus pretensiones antisociales. Lo que dio pretexto a este motín de las clases privilegiadas fue el primer paso que
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el Partido Liberal dio entonces en el camino de la Reforma, derogando las leyes injustas que imponían coacción civil para el cumplimiento de los votos monásticos y para el pago de los diezmos. En enero de 1834 me presenté a examen de Jurisprudencia práctica ante la Corte de Justicia del Estado y fui aprobado expidiéndoseme el título de abogado. A los pocos días la Legislatura me nombró Magistrado interino de la misma Corte de Justicia cuyo encargo desempeñé poco tiempo. Aunque el pronunciamiento de Escalada secundado por Arista, Durán y Canalizo fue sofocado en el año anterior, sus promovedores siguieron trabajando y al fin lograron en este año destruir la administración de don Valentín Gómez Farías, a la que contribuyeron muchos de los mismos partidarios de aquella administración, porque comprendiendo mal los principios de libertad, como dije antes, marchaban sin brújula y eran conducidos fácilmente al rumbo que los empujaban sus ambiciones, sus intereses o sus rencores. Cayó por consiguiente la administración pública de Oaxaca en que yo servía y fui confinado a la ciudad de Tehuacán sin otro motivo que el de haber servido con honradez y lealtad en los puestos que se me encomendaron. Revocada la orden de mi confinamiento volví a Oaxaca y me dediqué al ejercicio de mi profesión. Se hallaba todavía el clero en pleno goce de sus fueros y prerrogativas y su alianza estrecha con el poder civil, le daba una influencia casi omnipotente. El fuero que lo sustraía de la jurisdicción de los tribunales comunes le servía de escudo contra la ley y de salvoconducto para entregarse impunemente a todos los excesos y a todas las injusticias. Los aranceles de los derechos parroquiales eran letra muerta. El pago de las obvenciones se regulaba según la voluntad codiciosa de los curas. Había sin embargo algunos eclesiásticos probos y honrados que se limitaban a cobrar lo justo y sin sacrificar a los fieles; pero eran muy raros estos hombres verdaderamente evangélicos, cuyo ejemplo lejos de retraer de sus abusos a los malos, era motivo para que los censurasen diciéndoles que mal enseñaban a los pueblos y echaban a perder los curatos. Entretanto, los ciudadanos gemían en la opresión y en la miseria, porque el fruto de su trabajo, su tiempo y su servicio personal todo estaba consagrado a satisfacer la insaciable codicia de sus llamados pastores. Si ocurrían a pedir justicia muy raras veces se les oía y comúnmente recibían por única contestación el desprecio, o la prisión. Yo he sido testigo y víctima de una de estas injusticias. Los vecinos del pueblo de Loxicha ocurrieron a mí para que elevase sus quejas e hiciese valer sus derechos ante el tribunal eclesiástico contra su cura que les exigía las obvenciones y servicios personales, sin sujetarse a los aranceles. Convencido de la justicia de sus quejas por la relación que de ellas me hicieron y por los documentos que me mostraron, me presenté al Tribunal o Provisorato, como se le Ilamaba. Sin duda por mi carácter de Diputado y porque entonces regía en el Estado una administración liberal, pues esto pasaba a principios del año de 1834, fue atendida mi solicitud y se dio orden al cura para que se presentara a contestar los cargos que se le hacían, previniéndosele que no volviera a la parroquia hasta que no terminase el juicio que contra él se promovía; pero desgraciadamente a los pocos meses cayó aquella administración, como he dicho antes, y el clero, que había trabajado por el cambio, volvió con más audacia y sin menos miramientos a la sociedad y a su propio decoro, a ejercer su funesta influencia en favor de sus intereses bastardos. El juez eclesiástico, sin que terminara el juicio que yo había promovido contra el cura de Loxicha; sin respetar sus propias decisiones y sin audiencia de los quejosos, dispuso de plano que el acusado volviera a su curato. Luego que aquel llegó al pueblo de Loxicha mandó prender a todos los que habían representado contra él y de acuerdo con el prefecto y con el juez del Partido, los puso en la cárcel con prohibición de que hablaran con nadie. Obtuvo órdenes de las autoridades de la Capital para que fuesen aprehendidos y reducidos a prisión los vecinos del citado pueblo que fueron a la ciudad a verme, o a buscar otro abogado que los patrocinara. Me hallaba yo entonces, a fines de 1834, sustituyendo la cátedra de Derecho Canónico en el Instituto y no pudiendo ver con indiferencia la injusticia que se cometía contra mis infelices clientes, pedí permiso al Director para ausentarme unos días y marché para el pueblo de Miahuatlán, donde se hallaban los presos, con el objeto de obtener su libertad. Luego que llegué a dicho
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pueblo me presenté al juez don Manuel María Feraud quien me recibió bien y me permitió hablar con los presos. En seguida le supliqué me informase el estado que tenía la causa de los supuestos reos y del motivo de su prisión; me contestó que nada podía decirme porque la causa era reservada; le insté que me leyese el auto de bien preso, que no era reservado y que debía haberse proveído ya, por haber transcurrido el término que la ley exigía para dictarse. Tampoco accedió a mi pedido, lo que me obligó ya a indicarle que presentaría un ocurso al día siguiente para que se sirviese darme su respuesta por escrito a fin de promover después lo que a la defensa de mis patrocinados conviniere en justicia. El día siguiente presenté mi ocurso, como lo había ofrecido; pero ya el juez estaba enteramente cambiado, me recibió con suma seriedad y me exigió el poder con que yo gestionaba por los reos; y habiéndole contestado que siendo abogado conocido y hablando en defensa de reos pobres no necesitaba yo de poder en forma, me previno que me abstuviese de hablar y que volviese a la tarde para rendir mi declaración preparatoria en la causa que me iba a abrir para juzgarme como vago. Como el cura estaba ya en el pueblo y el Prefecto obraba por su influencia, temí mayores tropelías y regresé a la ciudad con la resolución de acusar al juez ante la Corte de Justicia, como lo hice; pero no se me atendió porque en aquel tribunal estaba también representado el clero. Quedaban pues cerradas las puertas de la justicia para aquellos infelices que gemían en la prisión, sin haber cometido ningún delito, y sólo por haberse quejado contra las vejaciones de un cura. Implacable éste en sus venganzas, como lo son generalmente los sectarios de alguna religión, no se conformó con los triunfos que obtuvo en los tribunales sino que quiso perseguirme y humillarme de un modo directo, y para conseguirlo hizo firmar al juez Feraud un exhorto, que remitió al juez de la Capital, para que procediese a mi aprehensión y me remitiese con segura custodia al pueblo de Miahuatlán, expresando por única causa de este procedimiento, que estaba yo en el pueblo de Loxicha sublevando a los vecinos contra las autoridades ¡y estaba yo en la ciudad distante cincuenta leguas del pueblo de Loxicha donde jamás había ido! El juez de la Capital que obraba también de acuerdo con el cura, no obstante de que el exhorto no estaba requisitado conforme a las leyes, pasó a mi casa a la medianoche y me condujo a la cárcel sin darme más razón que la de que tenía orden de mandarme preso a Miahuatlán. También fue conducido a la prisión el licenciado don José Inés Sandoval a quien los presos habían solicitado para que los defendiese. Era tan notoria la falsedad del delito que se me imputaba y tan clara la injusticia que se ejercía contra mí, que creí como cosa segura que el Tribunal Superior, a quien ocurrí quejándome de tan infame tropelía, me mandaría inmediatamente poner en libertad; pero me equivoqué, pues hasta al cabo de nueve días se me excarceló bajo de fianza, y jamás se dio curso a mis quejas y acusaciones contra los jueces que me habían atropellado. Estos golpes que sufrí y que veía sufrir casi diariamente a todos los desvalidos que se quejaban contra las arbitrariedades de las clases privilegiadas en consorcio con la autoridad civil, me demostraron de bulto que la sociedad jamás sería feliz con la existencia de aquéllas y de su alianza con los poderes públicos y me afirmaron en mi propósito de trabajar constantemente para destruir el poder funesto de las clases privilegiadas. Así lo hice en la parte que pude y así lo haría el Partido Liberal; pero por desgracia de la humanidad el remedio que entonces se procuraba aplicar no curaba el mal de raíz, pues aunque repetidas veces se lograba derrocar la administración retrógrada reemplazándola con otra liberal, el cambio era sólo de personas y quedaban subsistentes en las leyes y en las constituciones los fueros eclesiástico y militar, la intolerancia religiosa, la religión de Estado y la posesión en que estaba el clero de cuantiosos bienes de que abusaba fomentando los motines para cimentar su funesto poderío. Así fue que apenas se establecía una administración liberal, cuando a los pocos meses era derrocada y perseguidos sus partidarios. Desde el año de 1839 hasta el de 40 estuve dedicado exclusivamente al ejercicio de mi profesión. En el año de 1841 la Corte de Justicia me nombró Juez de Primera Instancia del ramo Civil y de Hacienda de la Capital del Estado.
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El 31 de julio de 1843 me casé con doña Margarita Maza, hija de don Antonio Maza y de doña Petra Parada. En 1844, el gobernador del Estado, Gral. don Antonio León, me nombró secretario del despacho del Gobierno y a la vez fui electo vocal suplente de la Asamblea Departamental. A los pocos meses se procedía a la renovación de los Magistrados del Tribunal Superior del Estado, llamado entonces Departamento porque regía la forma central en la Nación y fui nombrado fiscal segundo del mismo. En el año de 1845 se hicieron elecciones de diputados a la Asamblea Departamental y yo aparecí como uno de tantos candidatos, que se proponían en el público. Los electores se fijaron en mí y resulté electo por unanimidad de sus sufragios. En principios de 1846 fue disuelta la Asamblea Departamental a consecuencia de la sedición militar, acaudillada por el general Paredes, que teniendo orden del Presidente don José Joaquín de Herrera, para marchar a la frontera, amagada por el ejército americano, se pronunció en la hacienda del Peñasco del Estado de San Luis Potosí y contramarchó para la Capital de la República a posesionarse del Gobierno, como lo hizo; entregándose completamente a la dirección del Partido Monárquico Conservador. El Partido Liberal no se dio por vencido. Auxiliado por el Partido Santanista trabajó activamente hasta que logró destruir la administración retrógrada de Paredes, encargándose provisionalmente de la Presidencia de la República el Gral. don Mariano Salas. En Oaxaca fue secundado el movimiento contra Paredes por el Gral. don Juan Bautista Díaz; se nombró una Junta Legislativa y un Poder Ejecutivo compuesto de tres personas que fueron nombradas por una Junta de Notables. La elección recayó en don Luis Fernández del Campo, don José Simeón Arteaga y en mí y entramos desde luego a desempeñar este encargo con que se nos honró. Dada cuenta al Gobierno general de este arreglo resolvió que cesase la Junta Legislativa y que sólo don José Simeón Arteaga quedara encargado del Poder Ejecutivo del Estado. Yo debí volver a la Fiscalía del Tribunal que era mi puesto legal, pero el Gobernador Arteaga lo disolvió para reorganizarlo con otras personas y en consecuencia procedió a su renovación nombrándome Presidente o Regente como entonces se llamaba al que presidía el Tribunal de Justicia del Estado. El Gobierno general convocó a la Nación para que eligiese sus representantes con amplios poderes para reformar la Constitución de 1824 y yo fui uno de los nombrados por Oaxaca, habiendo marchado para la Capital de la República a desempeñar mi nuevo encargo a principios de diciembre del mismo año de 46. En esta vez estaba ya invadida la República por fuerzas de los Estados Unidos del Norte: el Gobierno carecía de fondos suficientes para hacer la defensa y era preciso que el Congreso le facilitara los medios de adquirirlos. El diputado por Oaxaca don Tiburcio Cañas hizo iniciativa para que se facultara al Gobierno para hipotecar parte de los bienes que administraba el clero a fin de facilitarse recursos para la guerra. La proposición fue admitida y pasada a una comisión especial, a que yo pertenecí, con recomendación de que fuese despachada de preferencia. En 10 de enero de 1847 se presentó el dictamen respectivo consultándose la adopción de la medida que se puso inmediatamente a discusión. El debate fue sumamente largo y acalorado, porque el partido moderado, que contaba en la Cámara con una grande mayoría, hizo una fuerte oposición al proyecto. A las dos de la mañana del día 11 se aprobó, sin embargo, el dictamen en lo general; pero al discutirse en lo particular la oposición estuvo presentando multitud de adiciones a cada uno de sus artículos con la mira antipatriótica de que aun cuando saliese aprobado el decreto tuviese tantas trabas que no diese el resultado que el Congreso se proponía. A las 10 de la mañana terminó la discusión con la aprobación de la ley, que, por las razones expresadas, no salió con la amplitud que se deseaba. Desde entonces el clero, los moderados y los conservadores redoblaron sus trabajos para destruir la ley y para quitar de la Presidencia de la República a don Valentín Gómez Farías, a quien consideraban como jefe del Partido Liberal. En pocos días lograron realizar sus deseos sublevando una parte de la guarnición de la (plaza) en los momentos en que nuestras tropas se
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batían en defensa de la independencia nacional en la frontera del norte y en la plaza de Veracruz. Este motín que se llamó de los Polkos fue visto con indignación por la mayoría de la República y considerando los sediciosos que no era posible el buen éxito de su plan por medio de las armas, recurrieron a la seducción y lograron atraerse al Gral. Santa Anna que se hallaba a la cabeza del ejército, que fue a batir al enemigo en La Angostura y a quien el Partido Liberal acababa de nombrar Presidente de la República contra los votos del Partido Moderado y Conservador; pero Santa Anna, inconsecuente como siempre, abandonó a los suyos y vino a México violentamente a dar el triunfo a los rebeldes. Los pronunciados fueron a recibir a su protector a la Villa de Guadalupe llevando sus pechos adornados con escapularios y reliquias de santos como defensores de la religión y de los fueros. Don Valentín Gómez Farías fue destituido de la Vicepresidencia de la República y los diputados liberales fueron hostilizados negándoseles la retribución que la ley les concedía para poder subsistir en la Capital. Los diputados por Oaxaca no podíamos recibir ningún auxilio de nuestro Estado porque habiéndose secundado en él, el pronunciamiento de los Polkos, fueron destruidas las autoridades legítimas y sustituidas por las que pusieron los sublevados, y como de hecho el Congreso ya no tenía sesiones por falta de número, resolví volver a mi casa para dedicarme al ejercicio de mi profesión. En agosto del mismo año llegué a Oaxaca. Los liberales, aunque perseguidos, trabajaban con actividad para restablecer el orden legal, y como para ello los autorizaba la ley, pues existía un decreto que expidió el Congreso General a moción mía y de mis demás compañeros de la diputación de Oaxaca reprobando el motín verificado en este Estado y desconociendo a las autoridades establecidas por los revoltosos, no vacilé en ayudar del modo que me fue posible a los que trabajaban por el cumplimiento de la ley que ha sido siempre mi espada y mi escudo. El día 23 de noviembre logramos realizar con buen éxito un movimiento contra las autoridades intrusas. Se encargó del Gobierno el Presidente de la Corte de Justicia, Lic. don Marcos Pérez; se reunió la Legislatura que me nombró Gobernador interino del Estado. El día 29 del mismo mes me encargué del poder que ejercí interinamente hasta el día 12 de agosto de 1848 en que se renovaron los poderes del Estado. Fui reelecto para el segundo período constitucional, que concluyó en agosto de 1852 en que entregué el mando al Gobernador interino don Ignacio Mejía. En el año de 1850 murió mi hija Guadalupe a la edad de dos años, y aunque la ley que prohibía el enterramiento de los cadáveres en los templos exceptuaba a la familia del Gobernador del Estado, no quise hacer uso de esta gracia y yo mismo llevé el cadáver de mi hija al cementerio de San Miguel, que está situado a extramuros de la ciudad para dar ejemplo de obediencia a la ley que las preocupaciones nulificaban con perjuicio de la salubridad pública. Desde entonces con este ejemplo y con la energía que usé para evitar los entierros en las iglesias quedó establecida definitivamente la práctica de sepultarse los cadáveres fuera de la población en Oaxaca. Luego que en 1852 dejé de ser Gobernador del Estado se me nombró Director del Instituto de Ciencias y Artes y a la vez catedrático de Derecho Civil. En esos días había ya estallado el motín llamado revolución de Jalisco, contra el orden constitucional existente y en favor del partido retrógrado. Aunque yo no ejercía ya mando ninguno en el Estado, fui sin embargo perseguido no sólo por los revoltosos que se apoderaron de la administración pública, sino aun por los mismos que habían sido mis correligionarios y que bajo mi administración había yo colocado en algunos puestos de importancia. Ambiciosos vulgares que se hacían lugar entre los vencedores sacrificando al hombre que durante su gobierno sólo cuidó de cumplir su deber sin causarles mal ninguno. No tenían principios fijos, ni la conciencia de su propia dignidad y por eso procuraban siempre arrimarse al vencedor aunque para ello tuvieran que hacer el papel de verdugos. Yo me resigné a mi suerte sin exhalar una queja, sin cometer una acción humillante.
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El día 25 de mayo de 1853 volví del pueblo de Ixtlán adonde fui a promover una diligencia judicial en ejercicio de mi profesión. El día 27 del mismo mes fui a la villa de Etla distante cuatro leguas de la ciudad a producir una información de testigos a favor del pueblo de Teococuilco y estando en esta operación como a las doce del día llegó un piquete de tropa armada a aprehenderme y a las dos horas se me entregó mi pasaporte con la orden en que se me confinaba a la villa de Jalapa del Estado de Veracruz. El día 28 salí escoltado por una fuerza de caballería con don Manuel Ruiz y don Francisco Rincón que iban igualmente confinados a otros puntos fuera del Estado. El día 4 de junio llegué a Tehuacán en donde se retiró la escolta. Desde ahí dirigí una representación contra la orden injusta que en mi contra se dictó. El día 25 llegué a Jalapa punto final de mi destino. En esta villa permanecí 75 días, pero el Gobierno del Gral. Santa Anna no me perdió de vista ni me dejó vivir en paz, pues a los pocos días de mi llegada ahí recibí una orden para ir a Jonacatepeque del Estado de México, dándose por motivo de esta variación, el que yo había ido a Jalapa desobedeciendo la orden del Gobierno que me destinaba al citado Jonacatepeque. Sólo era esto un pretexto para mortificarme porque el pasaporte y orden que se me entregaron en Oaxaca decían terminantemente que Jalapa era el punto de mi confinamiento. Lo representé así y no tuve contestación alguna. Se hacía conmigo lo que el lobo de la fábula hacía con el cordero cuando le decía que le enturbiaba su agua. Ya me disponía a marchar para Jonacatepeque cuando recibí otra orden para ir al castillo de Perote. Aún no había salido de Jalapa para este último punto cuando se me previno que fuera a Huamantla del Estado de Puebla, para donde emprendí mi marcha el día 12 de septiembre; pero tuve necesidad de pasar por Puebla para conseguir algunos recursos con qué poder subsistir en Huamantla donde no me era fácil adquirirlos. Logrado mi objeto dispuse mi viaje para el día 19; mas a las diez de la noche de la víspera de mi marcha fui aprehendido por don José Santa Anna, hijo de don Antonio y conducido al cuartel de San José donde permanecí incomunicado hasta el día siguiente que se me sacó escoltado e incomunicado para el castillo de San Juan de Ulúa donde llegué el día 29. El capitán don José Isasi fue el comandante de la escolta que me condujo desde Puebla hasta Veracruz. Seguí incomunicado en el castillo hasta el día 5 de octubre a las once de la mañana en que el Gobernador del castillo, don Joaquín Rodal, me intimó la orden de destierro para Europa entregándome el pasaporte respectivo. Me hallaba yo enfermo en esta vez y le contesté al Gobernador que cumpliría la orden que se me comunicaba, luego que estuviese aliviado; pero se manifestó inexorable diciéndome que tenía orden de hacerme embarcar en el paquete inglés Avon que debía salir del puerto a las dos de la tarde de aquel mismo día y sin esperar otra respuesta, él mismo recogió mi equipaje y me condujo al buque. Hasta entonces cesó la incomunicación en que había yo estado desde la noche del 12 de septiembre. El día 9 llegué a La Habana donde por permiso que obtuve del capitán general Cañedo, permanecí hasta el día 18 de diciembre que partí para Nueva Orleans donde llegué el día 29 del mismo mes. Viví en esta ciudad hasta el 20 de junio de 1855 en que salí para Acapulco a prestar mis servicios en la campaña que los generales don Juan Alvarez y don Ignacio Comonfort dirigían contra el poder tiránico de don Antonio López de Santa Anna. Hice el viaje por La Habana y el istmo de Panamá y llegué al puerto de Acapulco a fines del mes de julio. Lo que me determinó a tomar esta resolución fue la orden que dio Santa Anna de que los desterrados no podrían volver a la República sin prestar previamente la protesta de sumisión y obediencia al poder tiránico que ejercía en el país. Luego que esta orden llegó a mi noticia hablé a varios de mis compañeros de destierro y dirigí a los que se hallaban fuera de la ciudad una carta que debe existir entre mis papeles, en borrador, invitándolos para que volviéramos a la Patria, no mediante la condición humillante que se nos imponía, sino a tomar parte en la revolución que ya se operaba contra el tirano para establecer un gobierno que hiciera feliz a la Nación por los medios de la justicia, la libertad y la igualdad. Obtuve el acuerdo de ellos habiendo sido los principales: don Guadalupe Montenegro, don José Dolores Zetina, don Manuel Cepeda Peraza, don Esteban Calderón, don Melchor Ocampo, don Ponciano Arriaga y don José María Mata. Todos se fueron para la frontera de Tamaulipas y yo marché para Acapulco.
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Me hallaba yo en este punto cuando en el mes de agosto llegó la noticia de que Santa Anna había abandonado el poder yéndose fuera de la República, y que en la Capital se había secundado el plan de Ayutla encargándose de la Presidencia el general don Martín Carrera. El entusiasmo que causó esta noticia no daba lugar a la reflexión. Se tenía a la vista el acta del pronunciamiento y no se cuidaba de examinar sus términos, ni los antecedentes de sus autores para conocer sus tendencias, sus fines y las consecuencias de su plan. No se trataba más que de solemnizar el suceso, aprobarlo, y reproducir por la prensa el plan proclamado escribiéndose un artículo que lo encomiase. El redactor del periódico que ahí se publicaba me encargó de este trabajo. Sin embargo, yo llamé la atención del Sr. don Diego Álvarez manifestándole que si debía celebrarse la fuga de Santa Anna como un hecho que desconcertaba a los opresores, facilitándose así el triunfo de la revolución; de ninguna manera debía aprobarse el plan proclamado en México, ni reconocerse al Presidente que se había nombrado, porque el plan de Ayutla no autorizaba a la Junta que se formó en la Capital para nombrar Presidente de la República y porque siendo los autores del movimiento los mismos generales y personas que pocas horas antes servían a Santa Anna persiguiendo a los sostenedores del plan de Ayutla, era claro que viéndose perdidos por la fuga de su jefe, se habían resuelto a entrar en la revolución para falsearla, salvar sus empleos y conseguir la impunidad de sus crímenes aprovechándose así de los sacrificios de los patriotas que se habían lanzado a la lucha para librar a su Patria de la tiranía clérico militar que encabezaba don Antonio López de Santa Anna. El Sr. don Diego Álvarez estuvo enteramente de acuerdo con mi opinión y con su anuencia pasé a la imprenta en la madrugada del día siguiente a revisar el artículo que ya se estaba imprimiendo y en que se encomiaba, como legítimo, el plan de la Capital. El Sr. Gral. don Juan Alvarez que se hallaba en Texca, donde tenía su cuartel general, conoció perfectamente la tendencia del movimiento de México: desaprobó el plan luego que lo vio y dio sus órdenes para reunir sus fuerzas a fin de marchar a la Capital a consumar la revolución que él mismo había iniciado. A los pocos días llegó a Texca don Ignacio Campuzano, comisionado de don Martín Carrera, con el objeto de persuadir al señor Álvarez de la legitimidad de la Presidencia de Carrera y de la conveniencia de que lo reconocieren todos los jefes de la revolución con sus fuerzas. En la junta que se reunió para oír al comisionado y a que yo asistí por favor del Sr. Álvarez, se combatió de una manera razonada y enérgica la pretensión de Campuzano en términos de que él mismo se convenció de la impertinencia de su misión y ya no volvió a dar cuenta del resultado de ella a su comitente. En seguida marchó el Gral. Álvarez con sus tropas con dirección a México. En Chilpancingo se presentaron otros dos comisionados de don Martín Carrera con el mismo objeto que Campuzano trayendo algunas comunicaciones del Gral. Carrera. Se les oyó también en una junta a que yo asistí y como eran patriotas de buena fe, quedaron igualmente convencidos de que era insostenible la Presidencia de Carrera por haberse establecido contra el voto nacional contrariándose el tenor expreso del plan político y social de la revolución. A moción mía se acordó que en carta particular se dijese al Gral. Carrera que no insistiese en su pretensión de retener el mando para cuyo ejercicio carecía de títulos legítimos como se lo manifestarían sus comisionados. Regresaron éstos con esta carta y don Martín Carrera tuvo el buen juicio de retirarse a la vida privada quedando de Comandante Militar de la ciudad de México uno de los generales que firmaron el acta del pronunciamiento de la Capital pocos días después de la fuga del Gral. Santa Anna. Los comisionados que mandó a Chilpancingo don Martín Carrera fueron don Isidro Olvera y el padre del Sr. don Francisco Zarco. Continuó su marcha el Sr. Alvarez para Iguala, donde expidió un Manifiesto a la Nación y comenzó a poner en práctica: las prevenciones del plan de la revolución, a cuyo efecto nombró un consejo compuesto de un representante por cada uno de los Estados de la República. Yo fui nombrado representante por el Estado de Oaxaca. Este consejo se instaló en Cuernavaca y procedió desde luego a elegir Presidente de la República resultando electo por mayoría de sufragios el ciudadano Gral. Juan Alvarez, quien tomó posesión inmediatamente de su encargo. En seguida formó su gabinete nombrando para Ministro de Relaciones lnteriores y Exteriores al ciudadano Melchor Ocampo; para Ministro de Guerra al ciudadano Ignacio Comonfort; para
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Ministro de Hacienda al ciudadano Guillermo Prieto y para Ministro de Justicia e Instrucción Pública a mí. Inmediatamente se expidió la convocatoria para la elección de diputados que constituyeran a la Nación. Como el pensamiento de la revolución era constituir al país sobre las bases sólidas de libertad e igualdad y restablecer la independencia del poder civil, se juzgó indispensable excluir al clero de la representación nacional, porque una dolorosa experiencia había demostrado que los clérigos, por ignorancia o por malicia, se creían en los Congresos representantes sólo de su clase y contrariaban toda medida que tendiese a corregir sus abusos y a favorecer los derechos del común de los mexicanos. En aquellas circunstancias era preciso privar al clero del voto pasivo, adoptándose este contraprincipio en bien de la sociedad, a condición de que una vez que se diese la Constitución y quedase sancionada la reforma, los clérigos quedasen expeditos al igual de los demás ciudadanos para disfrutar del voto pasivo en las elecciones populares. El Gral. Comonfort no participaba de esta opinión porque temía mucho a las clases privilegiadas y retrógradas. Manifestó sumo disgusto porque en el Consejo formado en Iguala no se hubiera nombrado algún eclesiástico, aventurándose alguna vez a decir que sería conveniente que el Consejo se compusiese en su mitad de eclesiásticos, y de las demás clases la otra mitad. Quería también que continuaran colocados en el ejército los generales, jefes y oficiales que hasta última hora habían servido a la tiranía que acababa de caer. De aquí resultaba grande entorpecimiento en el despacho del gabinete en momentos que era preciso obrar con actividad y energía para reorganizar la administración pública, porque no había acuerdo sobre el programa que debía seguirse. Esto disgustó al Sr. Ocampo que se resolvió a presentar su dimisión que le fue admitida. El Sr. Prieto y yo manifestamos también nuestra determinación de separarnos; pero a instancias del Sr. Presidente y por la consideración de que en aquellos momentos era muy difícil la formación de un nuevo gabinete, nos resolvimos a continuar. Lo que más me decidió a seguir en el Ministerio fue la esperanza que tenía de poder aprovechar una oportunidad para iniciar alguna de tantas reformas que necesitaba la sociedad para mejorar su condición, utilizándose así los sacrificios que habían hecho los pueblos para destruir la tiranía que los oprimía. En aquellos días recibí una comunicación de las autoridades de Oaxaca en que se me participaba el nombramiento que don Martín Carrera había hecho en mí, de Gobernador de aquel Estado y se me invitaba para que marchara a recibirme del mando; mas como el Gral. Carrera carecía de misión legítima para hacer este nombramiento, contesté que no podía aceptarlo, mientras no fuese hecho por autoridad competente. Se trasladó el Gobierno unos días a la ciudad de Tlalpan y después a la Capital, donde quedó instalado definitivamente. El Sr. Álvarez fue bien recibido por el pueblo y por las personas notables que estaban afiliadas en el partido progresista, pero las clases privilegiadas, los conservadores y el círculo de los moderados que lo odiaban, porque no pertenecía a la clase alta de la sociedad, como ellos decían, y porque rígido republicano y hombre honrado no transigía con sus vicios y con sus abusos, comenzaron desde luego a hacerle una guerra sistemática y obstinada, criticándole hasta sus costumbres privadas y sencillas en anécdotas ridículas e indecentes para desconceptuarlo. El hecho que voy a referir dará a conocer la clase de intriga que se puso en juego en aquellos días para desprestigiar al Sr. Alvarez. Una compañía dramática le dedicó una función en el Teatro Nacional. Sus enemigos recurrieron al arbitrio pueril y peregrino de coligarse para no concurrir a la función y aun comprometieron algunas familias de las llamadas decentes para que no asistieran. Como los moderados querían apoderarse de la situación y no tenían otro hombre más a propósito por su debilidad de carácter para satisfacer sus pretensiones que el Gral. Comonfort, se rodearon de él halagando su amor propio y su ambición con hacerle entender que era el único digno de ejercer el mando supremo por los méritos que había contraído en la revolución y porque era bien recibido por las clases altas de la sociedad. Aquel hombre poco cauto cayó en la red, entrando hasta en las pequeñas
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intrigas que se fraguaban contra su protector el Gral. Álvarez, a quien no quiso acompañar en la función de teatro referida. He creído conveniente entrar en estos pormenores porque sirven para explicar la corta duración del Sr. Alvarez en la Presidencia y la manera casi intempestiva de su abdicación. Mientras llegaban los sucesos que debían precipitar la retirada del Sr. Álvarez y la elevación del Sr. Comonfort a la Presidencia de la República, yo me ocupé en trabajar la ley de administración de justicia. Triunfante la revolución era preciso hacer efectivas las promesas reformando las leyes que consagraban los abusos del poder despótico que acababa de desaparecer. Las leyes anteriores sobre administración de justicia adolecían de ese defecto, porque establecían tribunales especiales para las clases privilegiadas haciendo permanente en la sociedad la desigualdad que ofendía la justicia, manteniendo en constante agitación al cuerpo social. No sólo en este ramo, sino en todos los que formaban la administración pública debía ponerse la mano, porque la revolución era social. Se necesitaba un trabajo más extenso para que la obra saliese perfecta en lo posible y para ello era indispensable proponer, discutir y acordar en el seno del gabinete un plan general, lo que no era posible porque desde la separación del Sr. Ocampo estaba incompleto el gabinete y el Sr. Comonfort a quien se consideraba como jefe de él no estaba conforme con las tendencias y fines de la revolución. Además la administración del Sr. Alvarez era combatida tenazmente, poniéndosele obstáculos de toda especie para desconceptuarla y obligar a su jefe a abandonar el poder. Era, pues, muy difícil hacer algo útil en semejantes circunstancias y ésta es la causa de que las reformas que consigné en la ley de justicia fueran incompletas, limitándome sólo a extinguir el fuero eclesiástico en el ramo civil y dejándolo subsistente en materia criminal, a reserva de dictar más adelante la medida conveniente sobre este particular. A los militares sólo se les dejó el fuero en los delitos y faltas puramente militares. Extinguí igualmente todos los demás tribunales especiales, devolviendo a los comunes el conocimiento de los negocios de que aquellos estaban encargados. Concluido mi proyecto de ley en cuyo trabajo me auxiliaron los jóvenes oaxaqueños Lic. Manuel Dublán y don Ignacio Mariscal, lo presenté al Sr. Presidente don Juan Alvarez que le dio su aprobación y mandó que se publicara como ley general sobre administración de justicia. Autorizada por mí se publicó en 23 de noviembre de 1855. Imperfecta, como era esta ley, se recibió con grande entusiasmo por el Partido Progresista; fue la chispa que produjo el incendio de la Reforma que más adelante consumió el carcomido edificio de los abusos y preocupaciones; fue en fin el cartel de desafío que se arrojó a las clases privilegiadas y que el Gral. Comonfort y todos los demás, que por falta de convicciones en los principios de la revolución, o por conveniencias personales, querían detener el curso de aquélla, transigiendo con las exigencias del pasado, fueron obligados a sostener arrastrados a su pesar por el brazo omnipotente de la opinión pública. Sin embargo, los privilegiados redoblaron sus trabajos para separar del mando al Gral. Alvarez, con la esperanza de que don Ignacio Comonfort los ampararía en sus pretensiones. Lograron atraerse a don Manuel Doblado que se pronunció en Guanajuato por el antiguo plan de Religión y Fueros. Los moderados, en vez de unirse al Gobierno para destruir al nuevo cabecilla de los retrógrados, le hicieron entender al Sr. Alvarez que él era la causa de aquel motín porque la opinión pública lo rechazaba como gobernante, y como el Ministro de la Guerra que debiera haber sido su principal apoyó le hablaba también en ese sentido, tomó la patriótica resolución de entregar el mando al citado don Ignacio Comonfort en clase de sustituto, no obstante de que contaba aún con una fuerte división con qué sostenerse en el poder; pero el Sr. Álvarez es patriota sincero y desinteresado y no quiso que por su causa se encendiera otra vez la guerra civil en su Patria. Luego que terminó la administración del Sr. Alvarez, con la separación de este jefe y con la renuncia de los que éramos sus Ministros, el nuevo Presidente organizó su gabinete nombrando, como era natural, para sus Ministros 3 personas del círculo moderado. En honor de la verdad y de la justicia debe decirse que en este círculo había no pocos hombres que sólo por sus simpatías al Gral. Comonfort o porque creían de buena fe que este jefe era capaz de hacer el bien a su país estaban unidos a él y
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eran calificados como moderados; pero en realidad eran partidarios decididos de la revolución progresista de lo que han dado pruebas irrefragables después, defendiendo con inteligencia y valor los principios más avanzados del progreso y de la libertad, así como también había muchos que aparecían en el Partido Liberal como los más acérrimos defensores de los principios de la revolución; pero que después han cometido las más vergonzosas defecciones pasándose a las filas de los retrógrados y de los traidores a la Patria. Es que unos y otros estaban mal definidos y se habían equivocado en la elección de sus puestos. La nueva administración en vista de la aceptación general que tuvo la ley del 23 de noviembre se vio en la necesidad de sostenerla y llevarla a efecto. Se me invitó para que siguiera prestando mis servicios yendo a Oaxaca a restablecer el orden legal subvertido por las autoridades y guarnición que habían servido en la administración del Gral. Santa Anna, que para falsear la revolución habían secundado el plan del Gral. Carrera y que por último se habían pronunciado contra la ley sobre administración de justicia que yo había publicado. Tanto por el interés que yo tenía en la subsistencia de esta ley, como porque una autoridad legítima me llamaba a su servicio, acepté sin vacilación el encargó que se me daba, y a fines de diciembre salí de México con una corta fuerza que se puso a mis órdenes. Al tocar los límites del Estado los disidentes depusieron toda actitud hostil, ofreciendo reconocer mi autoridad. El día 10 de enero dé 1856 llegué a la capital de Oaxaca y desde luego me encargué del mando que el Gral. don José María García me entregó sin resistencia de ninguna clase. Comencé mi administración levantando y organizando la guardia nacional y disolviendo la tropa permanente que ahí había quedado porque aquella clase de fuerza, viciada con los repetidos motines en que jefes ambiciosos y desmoralizados, como el Gral. Santa Anna, la habían obligado a tomar parte, no daba ninguna garantía de estricta obediencia a la autoridad y a la ley y su existencia era una constante amenaza a la libertad y al orden público. Me propuse conservar la paz del Estado con sólo mi autoridad de Gobernador para presentar una prueba de bulto de que no eran necesarias las Comandancias Generales cuya extinción había solicitado el Estado años atrás, porque la experiencia había demostrado que eran no sólo inútiles sino perjudiciales. En efecto, un Comandante General con el mando exclusivo de la fuerza armada e independiente de la autoridad local, era una entidad que nulificaba completamente la soberanía del Estado, porque a los Gobernadores no les era posible tener una fuerza suficiente para hacer cumplir sus resoluciones. Eran llamados Gobernadores de Estados libres, soberanos e independientes; tenían sólo el nombre, siendo en realidad unos pupilos de los Comandantes Generales. Esta organización viciosa de la administración pública fue una de las causas de los motines militares, que con tanta frecuencia se repitieron durante el imperio de la Constitución de 1824. Sin embargo, como existían aún las leyes que sancionaban semejante institución y el Gobierno del Sr. Comonfort a pesar de la facultad que le daba la revolución no se atrevía a derogarlas, dispuso que en el Estado de Oaxaca continuaran y que yo como Gobernador me encargase también de la Comandancia General que acepté sólo porque no fuese otro jefe a complicar la situación con sus exigencias, pues tenía la conciencia de que el Gobierno del Estado o sea la autoridad civil, podía despachar y dirigir este ramo como cualesquiera otros de la administración pública; pero cuidé de recomendar muy especialmente a los diputados por el Estado al Congreso Constituyente de que trabajaran con particular empeño para que en la nueva Constitución de la República quedasen extinguidas las Comandancias Generales. Como en esta época no se había dado todavía la nueva Constitución, el Gobierno del Sr. Comonfort conforme al plan de Ayutla ejercía un poder central y omnímodo que toleraban apenas los pueblos por la esperanza que tenían de que la representación nacional les devolvería pronto su soberanía por medio de una Constitución basada sobre los principios democráticos que la última revolución había proclamado. El espíritu de libertad que reinaba entonces y que se avivaba con el recuerdo de la opresión
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reciente del despotismo de Santa Anna, hacía sumamente difícil la situación del Gobierno para cimentar el orden público, porque necesitaba usar de suma prudencia en sus disposiciones para reprimir las tentativas de los descontentos, sin herir la susceptibilidad de los Estados con medidas que atacasen o restringiesen demasiado su libertad. Sin embargo, el Sr. Comonfort expidió un Estatuto orgánico que centralizaba de tal modo la administración pública que sometía al cuidado inmediato del poder general hasta los ramos de simple policía de las municipalidades. Esto causó una alarma general en los Estados. Las autoridades de Oaxaca representaron contra aquella medida pidiendo que se suspendieran sus efectos. No se dio una resolución categórica a la exposición; pero de hecho no rigió en el Estado el Estatuto que se le quería imponer y el Gobierno tuvo la prudencia de no insistir en su cumplimiento. En este año entró al Ministerio de Hacienda el Sr. don Miguel Lerdo de Tejada que presentó al Sr. Comonfort la ley sobre desamortización de los bienes que administraba el clero, y aunque esta ley le dejaba el goce de los productos de dichos bienes, y sólo le quitaba el trabajo de administrarlos, no se conformó con ella, resistió su cumplimiento y trabajó en persuadir al pueblo que era herética y atacaba a la religión, lo que de pronto retrajo a muchos de los mismos liberales de usar de los derechos que la misma ley les concedía para adquirir a censo redimible los capitales que el clero se negaba a reconocer con las condiciones que la autoridad le exigía. Entonces creí de mi deber hacer cumplir la ley no sólo con medidas del resorte de la autoridad, sino con el ejemplo para alentar a los que por un escrúpulo infundado se retraían de usar del beneficio que les concedía la ley. Pedí la adjudicación de un capital de 3800 pesos, si mal no recuerdo, que reconocía a una casa situada en la calle de Coronel; de la ciudad de Oaxaca. El deseo de hacer efectiva esta reforma y no la mira de especular, me guió para hacer esta operación. Había capitales de más consideración en que pude practicarla; pero no era este mi objeto. En 1857 se publicó la Constitución política de la Nación y desde luego me apresuré a ponerla en práctica principalmente en lo relativo a la organización del Estado. Era mi opinión que los Estados se constituyesen sin pérdida de tiempo, porque temía que por algunos principios de libertad y de progreso que se habían consignado en la Constitución general estallase o formase pronto un motín en la Capital de la República que disolviese a los poderes supremos de la Nación; era conveniente que los Estados se encontrasen ya organizados para contrariarlo, destruirlo y restablecer las autoridades legítimas que la Constitución había establecido. La mayoría de los Estados comprendió la necesidad de su pronta organización y procedió a realizarla conforme a las bases fijadas en la Carta fundamental de la República. Oaxaca dio su Constitución particular que puso en práctica desde luego y mediante ella fui electo Gobernador Constitucional por medio de elección directa que hicieron los pueblos. Era costumbre autorizada por ley en aquel Estado lo mismo que en los demás de la República que cuando tomaba posesión el Gobernador, éste concurría con todas las demás autoridades al Te Deum que se cantaba en la Catedral, a cuya puerta principal salían a recibirlo los canónigos; pero en esta vez ya el clero hacía una guerra abierta a la autoridad civil, y muy especialmente a mí por la ley de administración de justicia que expedí el 23 de noviembre de 1855 y consideraba a los gobernantes como herejes y excomulgados. Los canónigos de Oaxaca aprovecharon el incidente de mi posición para promover un escándalo. Proyectaron cerrar las puertas de la iglesia para no recibirme con la siniestra mira de comprometerme a usar de la fuerza mandando abrir las puertas con la policía armada y a aprehender a los canónigos para que mi administración se inaugurase con un acto de violencia o con un motín si el pueblo a quien debían presentarse los aprehendidos como mártires, tomaba parte en su defensa. Los avisos repetidos que tuve de esta trama que se urdía y el hecho de que la iglesia estaba cerrada, contra lo acostumbrado en casos semejantes, siendo ya la hora de la asistencia, me confirmaron la verdad de lo que pasaba. Aunque contaba yo con fuerzas suficientes para hacerme respetar procediendo contra los sediciosos y la ley aún vigente sobre ceremonial de posesión de los Gobernadores me autorizaban para obrar de esta manera; resolví, sin embargo, omitir la asistencia al Te Deum, no por temor a
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los canónigos, sino por la convicción que tenía de que los gobernantes de la sociedad civil no deben asistir como tales a ninguna ceremonia eclesiástica, si bien como hombres pueden ir a los templos a practicar los actos de devoción que su religión les dicte. Los gobiernos civiles no deben tener religión porque siendo su deber proteger imparcialmente la libertad que los gobernados tienen de seguir y practicar la religión que gusten adoptar, no llenarían fielmente ese deber si fueran sectarios de alguna. Este suceso fue para mí muy plausible para reformar la mala costumbre que había de que los gobernantes asistiesen hasta a las procesiones y aún a las profesiones de monjas, perdiendo el tiempo que debían emplear en trabajos útiles a la sociedad. Además, consideré que no debiendo ejercer ninguna función eclesiástica ni gobernar a nombre de la Iglesia, sino del pueblo que me había elegido, mi autoridad quedaba íntegra y perfecta, con sólo la protesta que hice ante los representantes del Estado de cumplir fielmente mi deber. De este modo evité el escándalo que se proyectó y desde entonces cesó en Oaxaca la mala costumbre de que las autoridades civiles asistiesen a las funciones eclesiásticas. A propósito de malas costumbres había otras que sólo servían para satisfacer la vanidad y la ostentación de los gobernantes como la de tener guardias de fuerza armada en sus casas y la de llevar en las funciones públicas sombreros de una forma especial. Desde que tuve el carácter de Gobernador abolí esta costumbre usando de sombrero y traje del común de los ciudadanos y viviendo en mi casa sin guardia de soldados y sin aparato de ninguna especie porque tengo la persuasión de que la respetabilidad del gobernante le viene de la ley y de su recto proceder y no de trajes ni de aparatos militares propios sólo para los reyes de teatro. Tengo el gusto de que los gobernantes de Oaxaca han seguido mi ejemplo.
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EFEMÉRIDES JUARISTAS HERMANO PEDRO ENERO "Entre las naciones como entre los individuos, el respeto al derecho ajeno es la paz" Benito Juárez García ᇫ 1 de Enero de 1833. Se designa a Benito Juárez, secretario del Instituto de Ciencias y Artes ᇫ 2 de Enero de 1871. Muere la esposa del Presidente, la señora Margarita Maza de Juárez ᇫ 3 de Enero de 1853. El gobernador interino de Oaxaca, Ignacio Mejía, lo nombra catedrático sustituto de derecho civil en el Instituto de Ciencias y Arte de Oaxaca, con quinientos pesos anuales de sueldo ᇫ 5 de Enero de 1867. El señor Juárez estableció su gobierno en Durango. ᇫ 7 de Enero de 1819. Quedó establecido en la casa de Antonio Salanueva, encuadernador de oficio y amante de la cultura, quien le ofreció mandarlo a la escuela para que aprendiera a leer. ᇫ 9 de Enero de 1864. Llega el señor Juárez a la ciudad de Saltillo, donde es recibido cariñosamente por el pueblo y sus autoridades. ᇫ Una comisión enviada por Doblado se presentó a Juárez para pedirle que abdicase a la presidencia de la república, como medio para negociar con los invasores el fin de la intervención. Juárez rechazó indignado esa pretensión. ᇫ 11 de Enero de 1833. Es electo 51 diputado del Estado de Oaxaca. ᇫ 11 de Enero de 1858. Puesto en libertad, sale para Querétaro, y el día 19 llega a Guanajuato, donde declaró establecido el gobierno federal. ᇫ 11 de Enero de 1861. Entrada solemne de Juárez a la capital y designación del ministerio. ᇫ 12 de Enero de 1861. Orden de Juárez para la expulsión del nuncio papal. ᇫ 13 de Enero de 1848. Como gobernador interino de Oaxaca comunica al Ministro de Relaciones exteriores que ya se han tomado providencias contra los periódicos y enemigos del orden que extravíen la opinión pública. ᇫ 17 de Enero de 1861. Orden de Juárez para la expatriación del arzobispo Garza y algunos obispos. ᇫ 18 de Enero de 1857. Juárez se congratula que, como gobernador, el gobierno de la república haga respetar su decoro. ᇫ 19 de Enero de 1858. Llegada de Juárez a Guanajuato, reconocido como Presidente de la república por la legislaturas y gobernadores de los estados que no se habían adherido al Plan de Tacubaya. Organizó su ministerio de la manera siguiente: Relaciones y Guerra, Melchor Ocampo; Gobernación, Santos Degollado; Justicia, Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública, Manuel Ruiz; Hacienda, Guillermo Prieto, y Fomento, León Guzmán. ᇫ 20 de Enero de 1861. Se pone en marcha la Reforma y reorganización de la administración. ᇫ 21 de Enero de 1861. Juárez organiza su nuevo ministerio. ᇫ 22 de Enero de 1867. Juárez estableció su gobierno en Zacatecas, y el mismo día, por orden suya, González Ortega fue conducido preso a Monterrey. ᇫ 23 de Enero de 1861. Matías Romero conferencia con el Presidente electo de los Estados Unidos. ᇫ 23 de Enero de 1861. Por instrucciones presidenciales la Universidad de México volverá al estado en que se hallaba antes del Plan de Tacubaya. ᇫ 24 de Enero de 1861. El Presidente Juárez ordena levantar el estado de guerra o sitio en todos los lugares donde se haya hecho esta declaración. ᇫ 25 de Enero de 1848. Como gobernador de Oaxaca se dirige a sus conciudadanos con motivo de la toma de Tehuacan por los norteamericanos, exaltándolos para combatir al enemigo.
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ᇫ 25 de Enero de 1862. Ley de Juárez sobre los delitos contra la nación, notable porque conforme a la misma fue juzgado y sentenciado Maximiliano. ᇫ 27 de Enero de 1862. Juárez nombra a Zaragoza general en jefe del Ejercito de Oriente. ᇫ 30 de Enero de 1834. Se examina en jurisprudencia, practica ante la Corte de Justicia del Estado, siendo aprobado y obteniendo el título de abogado. FEBRERO ...Juárez fue, como todos sus conterráneos, un pastorzuelo, un zagal casi desnudo y sin poesía bucólica ni en la fisonomía, porque ni sus ojos, ni sus labios reían con la perpetuamente renovada risa de los niños. Justo Sierra. "Juárez, su obra y su tiempo" ᇫ 1° de Febrero de 1867. En San Jacinto, lugar cercano a Zacatecas, es derrotado el general Miguel Miramón por las tropas republicanas del general Mariano Escobedo. Sale Juárez de Zacatecas con destino a Jerez para trasladarse luego a la ciudad de San Luis Potosí. ᇫ 2 de Febrero de 1867. El general republicano Ramón Corona toma la ciudad de Colima. ᇫ 3 de Febrero de 1834. Se le nombra colaborador de la Junta Superior de Sanidad de Oaxaca. ᇫ 3 de Febrero de 1861. Juárez recibe oficialmente al ministro Wagner, representante de Prusia ante su gobierno. ᇫ 5 de Febrero de 1857. El presidente Ignacio Comonfort jura la Constitución Federal de México. ᇫ 5 de Febrero de 1867. Las fuerzas republicanas ocupan la población de Zamora, Mich. ᇫ 6 de Febrero de 1867. El general Ramón Corona sale de la ciudad de Colima para regresar a la capital de Jalisco. ᇫ 7 de Febrero de 1834. La legislatura lo nombra magistrado interino de la Corte de Justicia, cargo que desempeña durante poco tiempo. ᇫ 8 de Febrero de 1861. Decreto sobre requisitos para que sean válidos los títulos de abogados expedidos en lugares dominados por la reacción. ᇫ 9 de Febrero de 1861. Decreto sobre el establecimiento de un segundo jefe en la Tesorería General de la Nación. ᇫ 10 de Febrero de 1864. Juárez sale de Saltillo a Monterrey. ᇫ 10 de Febrero de 1867. Se inicia el sitio de Guelatao. ᇫ 12 de Febrero de 1864. Don Benito Juárez se presenta en Monterrey, para exigir de Vidaurri el reconocimiento de su gobierno y el acatamiento a sus ordenes. Santiago Vidaurri se amotinó y dio ordenes de capturar a Juárez, que fue defendido por un puñado de leales. ᇫ 13 de Febrero de 1858. Juárez salió con sus ministros de Guanajuato para Guadalajara, adonde llegó el 14 del mismo mes e instaló ahí su gobierno. ᇫ 14 de Febrero de 1864. Don Benito Juárez regresa a la ciudad de Saltillo, y desde ahí ordena el envío de tropas para batir a Vidaurri. ᇫ 15 de Febrero de 1847. El partido clerical se apodera del gobierno de Oaxaca. ᇫ 15 de Febrero de 1867. El general Ramón Corona arriba a la población de Zamora, Mich. ᇫ 16 de Febrero de 1861. Decreto sobre sorteos en la Tesorería General para la capitalización voluntaria de retirados. ᇫ 17 de Febrero de 1867. Juárez sale de Zacatecas, donde no regresaría más, con destino a San Luis Potosí. ᇫ 18 de Febrero de 1861. Juárez declara que el ramo de instrucción pública pertenece a la Secretaria de Justicia. ᇫ 19 de Febrero de 1862. Tratados de la Soledad. ᇫ 19 de Febrero de 1859. Juárez presenta digna respuesta al capitán del vapor "Saratoga".
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ᇫ 20 de Febrero de 1867. El general Ramón Corona llega a la ciudad de Morelia, Mich., donde se le incorporan las fuerzas republicanas del Ejército del Centro. ᇫ 21 de Febrero de 1867. Junto con sus miembros de su gabinete comienza a despachar los asuntos oficiales en el Palacio de Gobierno de San Luis Potosí. ᇫ 22 de Febrero de 1861. Pronuncia: La educación del pueblo, primera atención de todo gobierno. ᇫ 23 de Febrero de 1861. Juárez otorga diploma a Manuel Reyero por méritos en la Guerra de Reforma. ᇫ 26 de Febrero de 1863. Decreto de Juárez sobre la exclaustración de las monjas. ᇫ 26 de Febrero de 1864. Por decreto, en la ciudad de Saltillo, ordena que sea separado Coahuila del estado de Nuevo León. ᇫ 28 de Febrero de 1855. Los señores Juárez, Mata y José Ma. Gómez, desde sus destierro, se adhieren al Plan de Ayutla para derrocar al general Santa-Anna. ᇫ 29 de Febrero de 1864. El señor Juárez ordenó que se enviaran veinticuatro mil pesos a los republicanos mexicanos prisioneros en Francia, para aliviar su situación económica, a pesar de las penurias del erario oficial. ᇫ 29 de Febrero de 1848. Siendo Gobernador clausura las sesiones dirigiendo un discurso, y pidiendo cooperación para el gobierno, que no tiene más norte que la consolidación de las instituciones federativas y la salvación de la Independencia y honor de la república. MARZO "La instrucción es la primera base de la prosperidad de un pueblo, a la vez que el medio más seguro de hacer imposibles los abusos del poder.". Discursos y Manifiestos, p.224 ᇫ 2 de Marzo de 1858. En Guadalajara designa a don José Ma. Mata como representante de México ante el gobierno de Estados unidos, para gestionar el reconocimiento de aquel país. ᇫ 3 de Marzo de 1858. Don Benito Juárez, en su carácter de Presidente de la república, escribe cartas personales a los gobernadores e los estados del país, proponiendo la creación del Senado de la República. ᇫ 5 de Marzo de 1864. Decreto de Juárez declarando traidor a Santana Vidaurri. ᇫ 10 de Marzo de 1862. Juárez declara en estado de sitio el estado de Tlaxcala. ᇫ 12 de Marzo de 1858. En Salamanca, las fuerzas de Osollo, Miramón y Mejía derrotaron a los generales Parrodi y Leonardo Valle. En junta de ministros, recibió Juárez el parte de la derrota y dijo sin inmutarse "Han quitado una pluma a nuestro gallo" ᇫ 13 de Marzo de 1858. En Guadalajara se subleva la guardia de Palacio y es hecho prisionero por ordenes de Landa. ᇫ 14 de Marzo de 1858. Juárez y sus Ministros estuvieron a punto de ser asesinados por las fuerzas del Coronel Filomeno Bravo. Estando a punto de hacer fuego sobre Juárez y compañeros, intervino valientemente Don Guillermo Prieto, que con su alocución los hizo desistir. ᇫ 15 de Marzo de 1858. Juárez y sus ministros son puestos en libertad. ᇫ 16 de Marzo de 1858. Juárez dirige un manifiesto a la nación con motivo de los sucesos del motín del día 14. Lo finaliza con la siguiente oración "La democracia es el destino de la humanidad futura, la libertad su indestructible arma, la perfección posible, el fin donde se dirige". ᇫ 17 de Marzo de 1858. Proclama de Juárez al ejercito, en la que dice "En esta faz de la gran lucha de la humanidad entre los que tiranizan y los que libertan; entre los que especulan y los que prodigan cuanto poseen por sus creencias, la victoria es digna de su teatro, porque Jalisco es una tierra consagrada por el valor y la libertad. Con estas creencias que son la vida de mi corazón; con esta fe ardiente, único titulo que enaltece mi humilde persona hasta la grandeza de mi encargo, los incidentes de la guerra son despreciables, el pensamiento está sobre el dominio de los cañones".
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ᇫ 19 de Marzo de 1858. Salida de Juárez de Guadalajara, con su ministros, en dirección a Colima, escoltado por Francisco Inistra. ᇫ 21 de Marzo de 1806. Nace en San Pablo Guelatao, jurisdicción de Santo Tomás Ixtlán, Oax. Breve biografía de don Benito Juárez ᇫ 21 de Marzo de 1833. Por acuerdo del gobernador del Estado de Oaxaca es nombrado capitán de la quinta compañía del Batallón Cívico del Estado. ᇫ 22 de Marzo de 1861. Juárez decreta la extinción de la Contaduría de Propios. ᇫ 25 de Marzo de 1861. Juárez aclara malos entendidos a López Uraga con respecto al tesoro público. ᇫ 27 de Marzo de 1861. Guillermo Prieto renuncia al Ministerio de Hacienda. ᇫ 29 de Marzo de 1860. Ordena la compra de buques para crear nuestra marina mercante. ᇫ 31 de Marzo de 1861. Vidaurri envía comisionados para informar a Juárez sobre la situación en el norte del país. ABRIL Lo cierto es que mis enemigos no tienen razón para serlo. Si algún mal causo a los traidores es por error de entendimiento y no por deliberada voluntad. No es mi fuerte la venganza. Cartas, p.43 ᇫ 3 de Abril de 1864. Entrada de Juárez a Monterrey, con más de siete mil hombres. Vidaurri derrotado y abandonado por la mayoría de sus tropas, apela a la fuga hacia los Estados Unidos. ᇫ 4 de Abril de 1861. Juárez reduce a cuatro las secretarías de Estado. ᇫ 6 de Abril de 1867. Obsequiando los deseos del gobierno austriaco, Seward ordenó al representante diplomático de los Estados Unidos ante Juárez, que comunicara a éste el deseo del gobierno norteamericano de que en caso de ser capturado "el príncipe y sus secuaces reciban el tratamiento humano concedido por las naciones civilizadas a los prisioneros de guerra". ᇫ El mismo día 6, Campbell, representante norteamericano, envió una nota a Lerdo de tejada. ᇫ 7 de Abril de 1838. El Superior Tribunal de Justicia del Departamento de Oaxaca lo nombra secretario de la Primera Sala del mismo. ᇫ 7 de Abril de 1859. Reconocimiento del gobierno de Juárez por los Estados Unidos. ᇫ 8 de Abril de 1861. Decreto sobre suspensión de amortización de la deuda pública. ᇫ 9 de Abril de 1857. Juárez denuncia que los gobiernos español e inglés hacen causa común contra México. ᇫ 11 de Abril e 1858. Juárez embarca a Manzanillo, con sus ministros. El día 18 del mismo desembarcó en Panamá; el 22 tocó la Habana y el 28 desembarcó en Nueva Orleans. ᇫ 12 de Abril de 1862. Decreto de Juárez declarando el estado e sitio a las poblaciones que ocuparan los franceses y señalando castigo a los traidores. ᇫ 15 de Abril de 1861. Se anuncia la reforma en la educación pública. ᇫ 17 de Abril de 1858. De Colima sale Juárez para Manzanillo, y el mismo día expide un decreto para nombrar a Santos Degollado general en jefe de las fuerzas de occidente y norte. ᇫ 18 de Abril de 1861. Juárez decreta sobre reconocimiento a favor de dotes de religiosas de pagarés existentes en la sección sexta del Ministerio de Hacienda. ᇫ 20 de Abril de 1861. Guatemala pide el regreso de su ministro expulsado. ᇫ 21 de Abril de 1864. Salida de Maximiliano a México y carta dirigida a Juárez por el archiduque para pedirle que acepte el imperio. ᇫ 22 de Abril de 1856. El Congreso de la Unión aprobó la Ley Juárez sobre la abolición de fueros.
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ᇫ 24 de Abril de 1856. Juárez ofrece emplear en su estado al distinguido literato Severo Granados Maldonado. ᇫ 25 de Abril de 1861. Autorización a ministros de todos los cultos para ejercer. ᇫ 26 de Abril de 1861. Juárez concede permiso para la construcción de un camino de hierro entre esta capital y Chalco. ᇫ 27 de Abril de 1867. Contesta el señor Juárez al gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica, y entre otras cosas le dice: "Retiradas las fuerzas francesas, el archiduque Maximiliano ha querido seguir derramando estérilmente la sangre de los mexicanos. El gobierno que ha dado numerosas pruebas de sus principios humanitarios y de sus sentimientos de generosidad, tiene también la obligación de considerar, según las circunstancias de los casos, lo que puedan exigir los principios de justicia y los deberes que tienen que cumplir para con el pueblo mexicano". Firmaba Lerdo de Tejada. ᇫ 28 de Abril de 1858. Viaje a Nueva Orleans. ᇫ 30 de Abril de 1861. Juárez suprime los oficios vendibles y renunciables. MAYO He visto el decreto que me consagra el congreso de Colombia. Yo agradezco este favor, pero no me enorgullece porque conozco que no lo merezco, porque realmente nada he hecho que merezca tanto encomio; he procurado cumplir mi deber y nada más. Cartas, p.79. ᇫ 1° de Mayo de 1865. El Congreso de Colombia lo reconoce como Benemérito de las Americas y pondrá su retrato en la Biblioteca Nacional, con la siguiente inscripción: ᇫ "Benito Juárez, ciudadano mexicano. El congreso de 1865 le tributa, en nombre del pueblo de Colombia, este homenaje por su constancia en defender la libertad e independencia de México." ᇫ 4 de Mayo de 1858. Juárez y sus ministros desembarcaron en Veracruz, siendo recibidos por Gutiérrez Zamora, Lerdo, Ignacio Ramírez, La Llave, Arriaga y otros. ᇫ 5 de Mayo de 1862. Batalla en Puebla contra el ejército mexicano mandado por Zaragoza y el francés, que fue derrotado. ᇫ 6 de Mayo de 1857. Juárez anuncia la pacificación de Tehuantepec. ᇫ 9 de Mayo de 1861. Se instaló el Congreso y declaró a Juárez Presidente de la república. ᇫ 11 de Mayo de 1867. En vista del triunfo republicano sobre los invasores franceses, el Congreso de la República Dominicana lo proclama Benemérito de las Americas. ᇫ 15 de Mayo de 1867. Las tropas republicanas entraron a la plaza de Querétaro por el Panteón de la Cruz. Maximiliano, acompañado de algunos de sus servidores, se dirigió al Cerro de las Campanas, donde había citado a Mejía y a varios jefes. En ese lugar fue tomado prisionero por el general Ramón Corona, quien lo llevó ante Escobedo. ᇫ Juárez continúa en prisión. ᇫ 16 de Mayo de 1861. Joaquín Ruiz acepta el nombramiento para las secretarías de Justicia y Fomento. ᇫ 18 de Mayo de 1856. Reconocimiento de Juárez a los funcionarios públicos mereciendo éstos la confianza por su fe política, conocimientos y honradez. ᇫ 19 de Mayo de 1861. Melchor Ocampo obsequia a Juárez frutos de su cosecha de pomota. ᇫ 20 de Mayo de 1861. Discurso del Presidente Juárez al presentar sus credenciales Mr. Thomas Corwin como ministro de los Estados Unidos en México. ᇫ 21 de Mayo de 1867. El Presidente Juárez ordenó que se sometiera a proceso a Maximiliano, Miramón y Mejía, de acuerdo con la Ley del 25 de enero de 1862. ᇫ 22 de Mayo de 1861. El Congreso se erige en colegio electoral. ᇫ 23 de Mayo de 1860. Juárez es cortés con el representante español a su paso por México.
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ᇫ 26 de Mayo de 1830. Es nombrado catedrático de física en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca. ᇫ 26 de Mayo de 1867. Maximiliano se comunicó telegráficamente con el Presidente Juárez pidiéndole una entrevista, diciéndole que estaba dispuesto a hacer el viaje a México con ese objeto. Juárez le contestó negándose a darle la entrevista. ᇫ 27 de Mayo de 1853. Se dirige a la villa de Etla a una diligencia judicial y allí es aprehendido y se le entregó un pasaporte con la orden de confinarse en la Villa de Jalapa, Ver. Llegada a Tehuacán. ᇫ 28 de Mayo de 1864. Contestación de Juárez a la carta de Maximiliano, de la que copiamos la parte final: ᇫ "Tengo necesidad de concluir por falta de tiempo, y agregaré solo una observación: Es dado al hombre, señor, atacar a los derechos ajenos, apoderarse de sus bienes, atentar contra la vida de los que defienden su nacionalidad, hacer de sus virtudes un crimen y de los vicios propios una virtud. Pero hay una cosa que está fuera del alcance de la perversidad y es el fallo tremendo de la historia. Ella nos juzgará." ᇫ 29 de Mayo de 1862. Matías Romero fue nombrado por Juárez ministro plenipotenciario en los Estados Unidos. Juárez comenta la renuncia del general Álvarez. ᇫ 30 de Mayo de 1867. El señor Juárez ordenó al general Días que permitiera salir a Querétaro a las personas que Maximiliano había nombrado como defensores y a los ministros de las naciones extranjeras. ᇫ 31 de Mayo de 1863. A mediodía se clausuran las sesiones del Congreso. Por la noche, el señor Juárez sale de la capital para San Luis Potosí, con su comitiva. Al salir ordenó que lo acompañara una parte de los doce mil soldados que guarnecían la plaza, y que el resto, bajo el mando de Berriozábal, se situara entre la capital y Toluca. JUNIO Todo lo que México no haga por sí mismo para ser libre no debe esperar, ni conviene que espere, que otros gobiernos u otras naciones hagan por él. Cartas, p.35 ᇫ 1 de Junio de 1844. El gobernador de Oaxaca, general Antonio León, lo nombre secretario del despacho del gobierno, y fue electo vocal suplente de la Asamblea Departamental. ᇫ 1 de Junio de 1861. El Congreso solicita el expediente del Tratado McLane-Ocampo. ᇫ 4 de Junio de 1861. Decreto de Juárez poniendo fuera de la ley a Zuloaga, Márquez, Mejía, Lozada y Lindoro Cajiga, asesinos de Melchor Ocampo. ᇫ 4 de Junio de 1863. Llega a la ciudad de Querétaro y se instala en el edificio que hoy ocupa el Palacio de Gobierno del estado. ᇫ 5 de Junio de 1867. El notable guerrillero José Garibaldi envió una carta a Juárez suplicándole que perdonara la vida de Maximiliano. ᇫ 6 de Junio de 1863. Llega al pueblo de Dolores Hidalgo y por decreto lo eleva a la categoría de ciudad. El mismo día obsequia un álbum a la casa donde vivió el iniciador de la lucha por la Independencia mexicana. ᇫ 9 de Junio de 1863. Llega a San Luis Potosí. Es recibido cordialmente por el gobernador del estado, general Francisco Alcalde. ᇫ 11 de Junio de 1861. La Cámara hizo la declaración (61 votos vs 55) de que Juárez había sido electo Presidente de la república por voluntad de la nación. ᇫ 13 de Junio de 1863. Juárez organizó su ministerio en San Luis Potosí; Relaciones, Juan Antonio de la Fuente; Justicia, Lerdo; Hacienda, José Ma. Iglesias; Guerra, Comonfort. ᇫ 15 de Junio de 1848. Se dirige al ministro de Relaciones exteriores, don Mariano Otero, para que por su conducto le informe al Presidente que Oaxaca apoya el sistema federal y que se reprimirá cualquier sedición.
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ᇫ 16 de Junio de 1867. Los defensores de los reos se dirigieron por telégrafo al Presidente Juárez para solicitar el indulto; Juárez lo negó diciendo que no se podía acceder por oponerse a aquel acto de clemencia las más graves consideraciones de justicia y la necesidad de asegurar la paz de la nación. A petición del Barón de Magnus, concedió tres días más a los sentenciados para que arreglaran sus asuntos de conciencia. ᇫ 17 de Junio de 1866. Regresó Juárez a Chihuahua y estableció allí nuevamente su gobierno. ᇫ 18 de Junio de 1867. Al despedirse el señor Juárez de los defensores de Maximiliano, éste les dijo: "Al cumplir ustedes el cargo de defensores han padecido mucho por la inflexibilidad del gobierno. Hoy no pueden comprender la necesidad de ella, ni la justicia que la apoya. Al tiempo está reservado apreciarla. La ley y la sentencia son el momento inexorable, porque así lo exige la salid pública. Ella también puede aconsejarnos la economía de la sangre, y éste será el mayor placer de mi vida" ᇫ 20 de Junio de 1855. Sale de Nueva Orleans para Acapulco a prestar sus servicios en la campaña que dirigían los generales Juan Alvarez e Ignacio Comonfort contra Antonio López de Santa-Anna. ᇫ 24 de Junio de 1863. El Presidente Juárez decreta honras fúnebres en memoria del general don Ignacio de La Llave. ᇫ 25 de Junio de 1853. Llegada a Jalapa, donde permanece hasta el 8 de agosto. 27 de Junio de 1859. Don Miguel Lerdo de Tejada presenta su renuncia poco antes de la expedición de las leyes de Reforma. ᇫ 29 de Junio de 1848. Organiza la guardia nacional con el objeto de que la revolución que acaudilla Paredes y Arrillaga no tenga eco, además solicita la Presidente, por conducto del Ministro de Relaciones Exteriores, dos o tres mil fusiles, cuyo valor pagará el estado. Se dirige al Ministro de Relaciones Interiores y Exteriores, don Mariano Otero, para que por su conducto informe al Presidente que el gobierno de Oaxaca apoya al gobierno federal contra el general Paredes y Arrillaga. ᇫ 30 de Junio de 1848. Decreta se cante un Tedeum en la catedral dando gracias al Todopoderoso con motivo de la instalación del VIII Congreso Constituyente del estado de Oaxaca. JULIO Nada con la fuerza, todo con el derecho y la razón; se conseguirá con la práctica de este principio con solo respetar el derecho ajeno. Apuntes para mis hijos, p.275 ᇫ 2 de Julio de 1848. Con motivo de la apertura de VIII Congreso, pronuncia un discurso donde renuncia como gobernador del estado y exalta las condiciones en que tomó la gubernatura. Informe que rinde como gobernador del estado a los señores diputados y senadores, el día que se abrieron las sesiones. ᇫ 3 de Julio de 1848. En sesión extraordinaria, el ayuntamiento, por acuerdo, nombrará una comisión para acercarse al gobernador y suplicarle no renuncie. ᇫ 4 de Julio de 1848. Este día se reunió el ayuntamiento en sesión extraordinaria para pedir al honorable cuerpo legislativo que se niegue a aceptar la renuncia del gobernador. ᇫ 7 de Julio de 1859. Juárez comunica la trascendencia de las Leyes de Reforma. ᇫ 12 de Julio de 1858. Firmó y mando publicar la ley de reforma sobre nacionalizaciones de bienes eclesiásticos, independencia del poder civil y libertad religiosa. ᇫ 12 de Julio de 1859. Ley de extinción de ordenes monásticas y nacionalización de bienes eclesiásticos. ᇫ 13 de Julio de 1848. La comisión de Gobernación dictaminó no aceptar la renuncia del gobernador Benito Juárez; las razones que dio son las reformas que ha hecho tan importantes y que está apto para reprimir las sediciones y conservar la paz. ᇫ 14 de Julio de 1866. El Congreso de los Estados Unidos, después de discutir los derechos de Juárez y de González Ortega a la presidencia de México, resolvió reconocer a Juárez, y por lo mismo prestarle veinte millones de pesos para sostener la guerra.
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ᇫ 15 de Julio de 1867. En compañía de varios miembros de su gabinete y el general Ignacio Mejía llega a la ciudad de México, y el mismo día es publicado su histórico manifiesto a la nación. ᇫ 16 de Julio de 1848. Es reelecto para un segundo período constitucional como gobernador de Oaxaca, mandato que concluyó en 1852. ᇫ 17 de Julio de 1861. Decreto del Congreso suspendiendo por dos años el pago dela deuda pública, incluso las extranjeras. ᇫ 18 de Julio de 1871 Muerte de don Benito Juárez de angina de pecho en el Palacio Nacional; cuando conversaba con el licenciado Emilio Velasco, sufrió un ataque de la maligna enfermedad. ᇫ 19 de Julio de 1861. Wyke protesta por la suspensión de pagos de la deuda exterior. ᇫ 20 de Julio de 1861. Saligny protesta por la Ley de Juárez sobre la suspensión de pagos de la deuda exterior. ᇫ 21 de Julio de 1861. Juárez considera difícil pero no imposible la obra emprendida. ᇫ 22 de Julio de 1859. Ley sobre el matrimonio. ᇫ 23 de Julio de 1861. Matías Romero considera la libertad religiosa en México para los estadounidenses. ᇫ 24 de Julio de 1861. Juárez se muestra interesado en que el gobierno inicie relaciones con Europa. ᇫ 25 de Julio de 1860. López Urruaga informa a Juárez que las tropas liberales, acostumbradas a las derrotas, son tímidas en la lucha. ᇫ 26 de Julio de 1861. El Congreso restablece el Colegio de Abogados por iniciativa de Juárez. ᇫ 27 de Julio de 1861. Juárez comenta la suspensión del servicio de pagos de la moneda exterior. ᇫ 28 de Julio de 1859. Manifiesto de Juárez para anunciar que iba a proclamar las Leyes de Reforma. ᇫ 29 de Julio de 1855. Los liberales más destacados de la república habían abrazado el Plan de Ayutla. Juárez figuraba entre los radicales, el mismo grupo al que pertenecían Juan Alvarez, Gómez Farías, Melchor Ocampo, Ignacio Ramírez, Miguel Lerdo de Tejada, Guillermo Prieto, Zaragoza, Santos Degollado, Juan Antonio de la Fuente, Ponciano Arriaga, Francisco Zarco, González Ortega, José Ma. Mata e Ignacio de la Llave. ᇫ 30 de Julio de 1866. Bazaine retiró las tropas francesas de Nuevo León y Tamaulipas, que fueron ocupadas por las fuerzas republicanas; Monterrey fue ocupado por Escobedo. ᇫ 31 de Julio de 1843. Se casa con Doña Margarita Maza. ᇫ 31 de Julio de 1861. Discurso de Juárez en la sesión de clausura del Congreso de la Unión. "Que el enemigo nos venza y nos robe, si tal es nuestro destino; pero nosotros no debemos legalizar un atentado entregándole voluntariamente lo que nos exige por la fuerza." Cartas, pp. 42-43 AGOSTO Contra la patria nunca tendremos razón. Discursos y manifiestos ᇫ 1° de Agosto de 1825. Filósofo de primer año, "matéista", fue calificado de "excelente nomine discrepante" y sustentó en acto público ᇫ 2 de Agosto de 1862. Juárez dispone prevenciones respecto de fincas y capitales nacionalizados. ᇫ 3 de Agosto de 1859. Decreto de Juárez suprimiendo la legación mexicana en Roma. ᇫ 4 de Agosto de 1856. Juárez denuncia a Inglaterra de apoyar a mercaderes: Caso Barrón Forbes. ᇫ 5 de Agosto de 1865. El Presidente Juárez salió de la ciudad de Chihuahua para Paso del Norte. ᇫ 8 de Agosto de 1861. Comonfort llegó a Monterrey amparado por Vidaurri, quien desobedeció órdenes de Juárez de remitirlo para sujetarlo a proceso. ᇫ 9 de Agosto de 1835. Se le nombra Ministro Suplente de la Corte de Justicia, por decreto del congreso de Oaxaca.
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ᇫ 9 de Agosto de 1827. Presentó un examen, defendiendo la obra de filosofía del padre Jaoquier. ᇫ 11 de Agosto de 1859. Juárez decreta que días deben tomarse como festivos y prohíbe la asistencia social a las funciones de iglesias. ᇫ 12 de Agosto de 1847. Juárez termina su interinato de Gobernador de Oaxaca. ᇫ 15 de Agosto de 1864. Juárez fue atacado en Monterrey por Quiroga, por lo que se evacuó la plaza y salió para Chihuahua pasando por Saltillo y Monclova. ᇫ 16 de Agosto de 1863. Juárez declara quienes serán considerados como reos de traición y las penas que se les deberán imponer. ᇫ 22 de Agosto de 1855. Ya era gobernador de Oaxaca el señor Juárez y director del Instituto de Ciencias don Manuel Dublán. En un baile celebrado en casa de éste, un estudiante pobre y desconocido invitó a bailar a una hija de Juárez, que lo rechazó pretextando indisposición. En seguida se acercó un elegante caballero para invitarla con la aprobación de ella. El señor Juárez observaba la escena y se acercó a la pareja para suplicarle al caballero que dispensara a su hija porque no podía bailar. ᇫ 23 de Agosto de 1862. Juárez reorganiza su ministerio: Relaciones J. A. de la Fuente; Justicia y Fomento, Jesús Terán; Hacienda, Higinio Muñoz, y Guerra, Miguel Blanco. ᇫ 25 de Agosto de 1832. Se le comunica su elección como ministro suplente y que tiene que presentarse a prestar juramento el 27 de Agosto, en el salón de la Cámara. ᇫ 26 de Agosto de 1862. Juárez concede el indulto a Comonfort, por haberse ofrecido a combatir a los franceses. Para fines del mes llegó Comonfort a la capital, al frente de una brillante división de tropas de la frontera. ᇫ 27 de Agosto de 1828. Ingresó a instituto de Ciencias para estudiar jurisprudencia; en este instituto los catedráticos eran miembros del Partido Liberal y participaban activamente en la política del Estado. ᇫ 27 de Agosto de 1861. El Departamento de Estado reconoce el gesto amistoso del gobierno mexicano al permitir el tránsito de tropas estadounidenses por el estado de Sonora. ᇫ 28 de Agosto de 1823. Conclusión de los estudios de gramática latina, con calificaciones de excelente. ᇫ 29 de Agosto de 1859. El Presidente Juárez no comprometería a su gobierno, con una secesión de territorio. Robert M. Slane. ᇫ 30 de Agosto de 1862. Decreto de Juárez, cuyo artículo primero era el siguiente: "Quedan suprimidos en la presente crisis todos los cabildos eclesiásticos, con excepción del de Guadalajara, por su patriótico comportamiento. Se prohíbe a los sacerdotes de todos los cultos usar, fuera de los templos, vestido determinado para su clase y cualquier otro distintivo de su ministerio". ᇫ 31 de Agosto de 1852. Es nombrado Director del Instituto de Ciencias y Artes, y catedrático de derecho civil. ᇫ 31 de Agosto de 1861. El Congreso declara Benemérito de la Patria al C. Santos Degollado. No deshonra a un hombre equivocarse. Lo que lo deshonra es la perseverancia en el error. DDC, 9, 431. SEPTIEMBRE Es nuestro objeto cumplir y hacer cumplir la ley, hacer efectivas las garantías que tiene todo hombre para pensar, hablar, escribir, adorar a Dios según su conciencia y ejercer sus demás facultades sin otro límite ni valladar que el derecho de otro hombre. DDC, 2, 771 ᇫ 2 de Septiembre de 1860. Juárez recomienda a Degollado recurrir a los bienes nacionalizados para hacerse de recursos.
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ᇫ 4 de Septiembre de 1861. Nota de Juan Antonio de la Fuente a Juárez para informarle del rompimiento con el ministro de Relaciones de Francia. ᇫ 5 de Septiembre de 1860. Matías Romero enjuicia certeramente la situación política de Estados Unidos. ᇫ 7 de Septiembre de 1861. Cincuenta y un diputados entrevistaron a Juárez para pedirle que renunciara a la presidencia, pero el mismo día otros cincuenta y cuatro diputados lo vieron para pedirle que no renunciara. ᇫ 9 de Septiembre de 1860. Santos Degollado por órdenes de Juárez. ᇫ 16 de Septiembre de 1865. El gobierno del señor Juárez, celebró el aniversario de la Independencia nacional, en un rancho de Chihuahua, llamado Noria Pedriseña. ᇫ 18 de Septiembre de 1860. Mathew comunica a Juárez su plan pacifista. ᇫ 19 de Septiembre de 1853. Nuevamente es aprehendido en Puebla, Pue., por José Santa-Anna, hijo de Don Antonio, conducido al cuartel de San José; de aquí fue enviado al Castillo de San Juan de Ulúa, llegando allí el día 29 del mismo mes. ᇫ 20 de Septiembre de 1856. Juárez lamenta la suspensión del periódico Siglo XIX. ᇫ 21 de Septiembre de 1860. Degollado comunica a Juárez haber ordenado la ocupación de la conducta de caudales. ᇫ 23 de Septiembre de 1860. Juárez considera que Santos Degollado se aparta de al senda de la Revolución. ᇫ 24 de Septiembre de 1855. De acuerdo al Plan de Ayutla es nombrado representante del estado de Oaxaca, para elegir Presidente de la república. ᇫ 27 de Septiembre de 1860. Degollado prosigue con su plan pacífico. ᇫ 29 de Septiembre de 1853. Llega a San Juan de Ulúa como preso, y ahí sigue incomunicado hasta el día 9 de Octubre, que se le notifica su destierro a Europa. Yo no reconozco otra fuente de poder más que la opinión pública OCTUBRE Con la Constitución triunfaremos, porque defendemos los intereses de la sociedad y porque Dios protege la santa causa de la libertad. DDc, 2, 257 ᇫ 2 de Octubre de 1862. Orden de Juárez para la expulsión de siete extranjeros, por perniciosos, entre ellos el banquero suizo Jecker. ᇫ 4 de Octubre de 1858. Juárez considera que la reacción pierde terreno diariamente. ᇫ 6 de Octubre de 1864. Juárez expide el decreto por el que la población de Matamoros, CoaH., se erige en villa con el nombre de Laguna de Matamoros. ᇫ 8 de Octubre de 1860. Juárez ordena que no se vendan bienes nacionales sin su consentimiento. ᇫ 9 de Octubre de 1853. Estando preso en San Juan de Ulúa, el gobernador del Castillo, Joaquín Rodasl, le entrega el pasaporte, con una orden de destierro a Europa, y es embarcado en el buque inglés "Avón". ᇫ 10 de Octubre de 1860. Juárez queda enterado de la instalación de la legación británica en Xalapa. ᇫ 11 de Octubre de 1861. Juárez proclama: "La consumación de la República debe ser obra de todos los mexicanos." ᇫ 12 de Octubre de 1864. El Presidente Juárez llega a la ciudad de Chihuahua. ᇫ 14 de Octubre de 1855. La junta de representantes celebrada en Cuernavaca nombró Presidente interino a don Juan Alvarez, quien en el mismo día tomó posesión de la presidencia y organizo su ministerio: Relaciones, Melchor Ocampo; Justicia, Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública, Benito Juárez; Gobernación, J. Miguel Arrioja; Hacienda, Guillermo Prieto; Fomento, Ponciano Arriaga, y Guerra, Comonfort. ᇫ 16 de Octubre de 1861. Juárez insiste en la aprehensión del General Comonfort.
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ᇫ 18 de Octubre de 1821. Entra al seminario a estudiar gramática latina, en calidad de alumno externo. ᇫ 19 de Octubre de 1827. Los exámenes fueron presididos por el bachiller don Miguel Estanislao Rivero, y éste , teniendo que dar los lugares a sus discípulos, hizo la asignación de ellos en la forma siguiente: Supre Locum, don Benito Juárez y don Marcos Pérez. ᇫ 20 de Octubre de 1857. Ignacio Comonfort organiza su ministerio, figurando el señor Juárez como ministro de Gobernación. ᇫ 21 de Octubre de 1855. Juárez presenta su renuncia al Ministerio de Justicia. ᇫ 22 de Octubre de 1859. Expone Ocampo a Juárez sus opiniones sobre las leyes de desarmotización y nacionalización de los bienes del clero. ᇫ 25 de Octubre de 1856. Muere su hija Amada, a la edad de dos años. ᇫ 26 de Octubre de 1856 Juárez denuncia nuevamente la actuación de los reaccionarios en Puebla. ᇫ 28 de Octubre de 1866. Con esta fecha, el señor Juárez expidió una circular para establecer las normas que se seguirían con los militares mexicanos pertenecientes al ejercito republicano, que salían del país sin licencia del gobierno, juzgándolos desertores. ᇫ 29 de Octubre de 1867. Se cree que el señor Juárez, en oportunidad de que practicó un segundo embalsamamiento al cadáver de Maximiliano, tuvo curiosidad por ver el cuerpo inerte, por lo que acompañado de algunas personas de su confianza visitó el templo, de incógnito. Contempló el cadáver desnudo y dijo: "Era alto este hombre, pero no tenía buen cuerpo; tenía las piernas muy largas y desproporcionadas." Luego de un momento de silencio, agregó: "No tenía talento, porque aunque la frente parece espaciosa, es por la calvicie." El triple yugo de la religión de Estado, clases privilegiadas y tratados onerosos con las potencias europeas ..... Cartas, pp. 149150 NOVIEMBRE El pueblo que quiere ser libre lo será, Hidalgo enseñó que el poder de los reyes es demasiado débil cuando gobiernan contra la voluntad de los pueblos. DDC, I, 479 ᇫ 1° de Noviembre de 1861. Juárez invita a González Ortega a concurrir a la defensa de la república. ᇫ 3 de Noviembre de 1858. Juárez declara irredimibles los bienes de manos muertas. ᇫ 5 de Noviembre de 1857. Establece un contrato con el particular Diego L. Innes, mediante el cual el gobierno del estado de Oaxaca hipoteca sus rentas y el edificio del Palacio; a cambio de un préstamo de treinta mil pesos para la defensa de la entidad. ᇫ 8 de Noviembre de 1865. Con esta fecha Juárez expidió dos decretos muy importantes. El primero declarando que en razón de las circunstancias críticas y excepcionales continuaba en la presidencia de la república hasta que la situación permitiese la elección del presidente. El segundo decreto que expidió Juárez fue destituyendo a González Ortega de la presidencia de la Suprema Corte de Justicia por el delito de abandono del servicio militar yéndose a los Estados Unidos sin la licencia del Gobierno. ᇫ 9 de Noviembre de 1853. Llega a La Habana, como desterrado, y permanece allí hasta el mes de diciembre del mismo año. ᇫ 15 de Noviembre de 1860. Matías Romero considera que el gobierno estadounidense no será neutral en una agresión de España contra México. ᇫ 18 de Noviembre de 1857. Fueron electos Comonfort , como presidente de la república; Juárez como presidente de la Suprema Corte de Justicia y vicepresidente de la república. ᇫ 19 de Noviembre de 1861. Juárez faculta al gobierno para que forme un nuevo arancel de Aduanas Marítimas y Fronterizas.
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ᇫ 20 de Noviembre de 1865. Vuelta de Juárez a la ciudad de Chihuahua, en donde estableció su Gobierno. ᇫ 22 de Noviembre de 1855. Ley de abolición de los fueros eclesiástico y militar, obra de Juárez. ᇫ 23 de Noviembre de 1847. Derrocamiento del gobierno federal. Juárez es nombrado por la legislatura gobernador del estado de Oaxaca. ᇫ 23 de Noviembre de 1861. Juárez deroga el decreto del 17 de julio. ᇫ 24 de Noviembre de 1863. El Presidente Juárez decreta la Planta de la Aduana Marítima de Mazatlán. ᇫ 25 de Noviembre de 1860. Juárez reprueba movimientos estériles. ᇫ 26 de Noviembre de 1861. Se deroga la ley del 17 de junio último y se manda poner en vía de pago lo que se adeuda por convenciones diplomáticas. ᇫ 28 de Noviembre de 1855. El gobierno de Juárez insiste en suprimir el fuero eclesiástico. ᇫ 29 de Noviembre de 1847. Comienza su gobierno interino, hasta el 12 de agosto de 1848, fecha en que se renovaron los poderes del Estado. ᇫ 30 de Noviembre de 1862. Además del Ejercito de Oriente, Juárez creó otros dos ejércitos: el del Centro, al mando de Comonfort, para militar en los estados de México, Hidalgo y Querétaro, y el de Reserva, jefaturado por Doblado, para operar en los estados de Guanajuato, San Luis Potosí y Jalisco. DICIEMBRE Se ultraja a un pueblo cuando se ataca al poder, que el mismo ha elevado y quiere sostener DDC, 7, 88 ᇫ 1° de Diciembre de 1857. El Congreso lo nombra presidente de la Suprema Corte. ᇫ 2 de Diciembre de 1844. Es nombrado fiscal segundo del Tribunal Superior del Estado, entonces, Departamento. ᇫ 4 de Diciembre de 1860. Ley de tolerancia de cultos, dad por Juárez. ᇫ 5 de Diciembre de 1846. Juárez marcha a la capital de la república como representante de su estado para las reformas a la Constitución de 1824. ᇫ 6 de Diciembre de 1864. Muere su hijo José María, a la edad de ocho años. ᇫ 7 de Diciembre de 1857. Se multa a un periódico por atacar a la Constitución. Los detenidos deben ser inmediatamente consignados. ᇫ 9 de Diciembre de 1830. Se examina para obtener el grado de bachiller en derecho. Sus sinodales fueron: el licenciado Francisco Nimiaga, el licenciado Paulino castellanos, el doctor Juan José Quiñones y el licenciado Tiburcio Cañas. Fue aprobado por unanimidad. ᇫ 11 de Diciembre de 1861. Juárez comunica que el Congreso ha suspendido algunas garantías constitucionales y se faculta ampliamente al ejecutivo. ᇫ 13 de Diciembre de 1862. Juárez comunica sobre la renovación de ayuntamientos en el Distrito Federal. ᇫ 15 de Diciembre de 1856. Alocución de Pío IX en el Consistorio, para condenar la Leyes de Reforma mexicanas, especialmente la Ley Juárez y la Ley de Lerdo. ᇫ 15 de Diciembre de 1857. En entrevista secreta, Comonfort le comunico a Juárez que iba a dar golpe de estado y le pidió que le auxialese en sus aventura. Juárez se negó. ᇫ 16 de Diciembre de 1818. Fuga de su casa (la de sus tíos), y marchando a pie a la ciudad de Oaxaca llegó el mismo día y se alojó en casa de don Antonio Maza, donde su hermana Josefa servía de cocinera. ᇫ 17 de Diciembre de 1857. Se produjo el golpe de estado anunciado por Comonfort, con el nombre de Plan de Tacubaya, cuyo principal artículo señalaba la abolición de la Constitución del 57. Los ministros De la Fuente y Manuel Ruiz renunciaron a sus
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cargos; el ayuntamiento fue disuelto, y fueron reducidos a prisión Juárez, Presidente de la Suprema Corte de Justicia, y don Isidro Olivera, presidente de la Cámara de Diputados. El Plan de Tacubaya fue proclamado por Zuloaga. Es aprehendido en Palacio. ᇫ 18 de Diciembre de 1861. Manifiesto del C. Presidente de la república a la nación. ᇫ 19 de Diciembre de 1858. Juárez hace un llamado a poner término a la anarquía. ᇫ 20 de Diciembre de 1865. El presidente Juárez, que estaba en Chihuahua, supo que una columna francesa había salido para esa ciudad, por lo que la abandonó y se regresó a Paso del Norte con sus ministros. ᇫ 21 de Diciembre de 1858. Juárez ante la amenaza de invasión norteamericana, ordena a don José María Mata, enviado extraordinario y plenipotenciario de México ante el gobierno de los Estados unidos de América, protestar y retirarse de Washington. ᇫ 22 de Diciembre de 1855. Juárez recibe elementos militares como gobernador de Oaxaca. ᇫ 24 de Diciembre de 1872. Se declaran como sus herederos a sus hijos legítimos: la señora Manuela Juárez de Santacilia, doña Margarita Juárez de Contreras Elizalde, doña Felicitas Juárez de Sánchez, doña Soledad Juárez, don Benito Juárez, doña María de Jesús Juárez, así como la señorita Susana Juárez, hija natural del Benemérito. ᇫ 25 de Diciembre de 1867. Juárez tomó posesión de la presidencia en virtud de haber triunfado en las lecciones por una inmensa mayoría de votos. Lerdo de Tejada ocupó la presidencia de la Suprema Corte de Justicia y la vicepresidencia de la república. ᇫ 28 de Diciembre de 1855. Benito Juárez salió de México a tomar posesión de su cargo de gobernador de Oaxaca. ᇫ 28 de Diciembre de 1860. Promulgación de la Leyes de Reforma en la Ciudad de México. ᇫ 29 de Diciembre de 1855. Juárez recibe elementos militares como gobernador de Oaxaca. ᇫ 30 de Diciembre de 1860. Juárez imparte instrucciones a los señores Ocampo y Llave, en Veracruz, al ocuparse la ciudad de México. ᇫ 31 de Diciembre de 1855. Juárez decide gobernar a Oaxaca conforme a las leyes. Un sistema democrático y eminentemente liberal, como el que nos rige, tiene por base esencial la observancia estricta de la ley. Ni el capricho de un hombre solo, ni el interés de ciertas clases de la sociedad, forman su esencia. Exposiciones, p. 418
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HIMNO A JUÁREZ. LETRA: MARIO BRENA TORRES.
MÚSICA: ENRIQUE R. SANDOVAL.
CORO. ¡ Oh Juárez! ¡ apóstol! ¡ invicto paladín! Los patrios pendones se inclinan ante ti. Porque fuiste baluarte inconmovible Que a las fuerzas oscuras doblegó Y marcas la ruta de nuestra redención. PRIMERA ESTROFA. En tus leyes halló la respuesta de tu pueblo el clamor secular y apagadas las ciegas pasiones FUERON PRENDA DE UNIÓN FRATERNAL. Tu supiste llegar a la cumbre sin perder tu viril humildad y plasmaste en tu claro apotegma que el respeto al derecho es la paz CORO. ¡ Oh Juárez! ¡ apóstol! ¡ invicto paladín! Los patrios pendones se inclinan ante ti. Porque fuiste baluarte inconmovible Que a las fuerzas oscuras doblegó Y marcas la ruta de nuestra redención. SEGUNDA ESTROFA. Cuando arteros a un príncipe rubio pretendieron tu suelo entregar tu opusiste más bien que las armas la entereza de tu alma sin par. A tu voz adalides preclaros compartieron tu ideal y tu fe y tras gesta que es timbre de gloria al fin viste al imperio caer. CORO ¡ Oh Juárez! ¡ apóstol! ¡ invicto paladín! Los patrios pendones se inclinan ante ti. Porque fuiste baluarte inconmovible Que a las fuerzas oscuras doblegó Y marcas la ruta de nuestra redención.
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TAL FUE JUÁREZ GUILLERMO PRIETO Nació de la miseria, de su vencida raza Desecho, abandonado, renuevo sin vigor Nació como la yerba que mustia sobrevive Del implacable invierno al pertinaz rigor. Nació como atraviesa corriente cristalina Maléfico pantano con bienhechora luz Y llevaba esa vida como entre arenas de oro los gérmenes divinos de honor y de virtud. Ni pompas ni blasones en el jacal del indio Recuerdos del esclavo por donde quiera vio Y al sentir en sus carnes los hierros opresores, Como ave perseguida su vuelo levantó. Llevaba dolorido como hondas cicatrices Los recuerdos del amo, los golpes del poder La ausencia del derecho para el que pobre llora, Lo infame del que manda sin trabas y sin ley. Sintió en su alma pujanza para luchar constante Por la justicia santa, por la alma libertad Y entonces un carácter, la augusta providencia En aquel indio oscuro, le dio a la humanidad. ¿Sabéis que es un carácter?!Sabedlo! Es que en un hombre Encarnen como en bronce las leyes del honor, Y entero a todo embate le oponga resistencia Sin vacilar un punto su fe y su valor. Ni rayos de elocuencia, ni refulgente espada Ni en su torno la pompa de augusto emperador, Ni atlética figura, ni altiva la mirada De aquel que de otros hombres se encuentra superior. Esclavo del derecho, custodio de la idea Que promete a los pueblos los goces y la paz, Debió sus laudos todos a que llevaba en alto Como en un eterno lema: justicia y libertad. ¿Sabéis que es un carácter? ¡Es dar a los principios
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Con la existencia, vida; y aliento con el ser. Es que ponga en el olvido el hombre su bien mismo, Mirando con desprecio la pena o el placer! Tal fue Juárez: el pueblo le vio como a esas boyas Que en las olas perdidas se encuentran en el mar Y apartan a las naves del formidable escollo Do airado las empuje la horrenda tempestad. Flotaba en los naufragios cual tabla salvadora Que el naufrago prometer segura protección, Que se hunde unos instantes y airosa sobrenada Que triunfa de los vientos, que burla su furor. Tal lo viste, ¡Oh mi patria!, cuando hondas desventuras Por ti y tú independencia magnánimo arrostró, Y el sol que iluminaba sus ambiciones puras Ni un punto, ni un instante fatal palideció. ¡Oh si!, tales titanes tan sólo se alimentan Con ínclitas virtudes, con infinito amor Al pueblo agradecido que ardiente los transforma El labarum sagrado de bien y redención. Juárez la fe en un pueblo representó constante, Sinónimo de patria su nombre resonó Y dejó como timbres de inmarcesible gloria, El culto de los libres y el odio del traidor. ¡Oh patria; oh tumba ilustre! conviértete en oriente De paz inextinguible, de bienhechora luz, Y difunde en el pueblo que por tu muerte llora Tesoros de progreso, raudales de virtud. Rindámosle homenaje, cubramos de coronas Con reverentes almas, su excelso pedestal, Y muéstrelo orgulloso, al mundo, cual modelo Entre efluvios de gloria, de augusta humanidad.
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ÍNDICE DE ESTE NÚMERO 2. 1.
EDITORIAL
3.
IDEARIO DE DON BENITO JUÁREZ GARCÍA
4.
DISCURSO 1867
14. BENITO
ACTA
DE
MASÓNICA
DEL
GRAN
JORGE TORRES BADILLO Y GERARDO JAVIER OLAGUE GONZÁLEZ. PARA
EL
BICENTENARIO
DEL
NATALICIO DE DON BENITO JUÁREZ RESP.·. GR.·. M.·. DE LA MUY RESP.·. GR.·. LOG.·.
16. LA INICIACIÓN MASÓNICA DE BENITO PABLO JUÁREZ GARCÍA FIDEL ARIEL SALAZAR DURÁN 17. BENITO JUÁREZ EN LA MASONERÍA ALBINO LÁZARO CHÁVEZ
FRANCISCO LÓPEZ STILLE RESP.·. LOG.·. SIMB.·. LIC. VERDAD Nº 15
JUÁREZ ANTE NUESTRO MÉXICO
19. BENITO JUÁREZ GABRIEL CRUZ GONZÁLEZ
PAST GR.·. M.·. DE LA GR.·. LOG.·. DE EST.·. SOB.·. E IND.·. EL POTOSÍ EL JUÁREZ DE HOY EN LA VIGENCIA DEL
EX GR.·. M.·. DE LA GR.·. LOG.·. DE EST.·. SOB.·. E IND.·. EL POTOSÍ EL SIMBOLISMO DE JUÁREZ EN LA MASONERÍA SANTIAGO GALVÁN ESPINOSA
DEL
NATALICIO
DEL
SEÑOR
RAFAEL ALBERTO PÁEZ CASTELO 22. BENITO PABLO JUÁREZ GARCÍA GERARDO JAVIER OLAGUE GONZÁLEZ 23. APUNTES PARA MIS HIJOS BENITO JUÁREZ
10. JUÁREZ
24. EFEMÉRIDES JUARISTAS
LUIS CASTILLO TREVIÑO
HERMANO PEDRO
11. JUÁREZ NO HA MUERTO FRANCISCO ALBERTO ACOSTA PULLIN. . HISTÓRICA
21. ANIVERSARIO
LICENCIADO DON BENITO JUÁREZ GARCÍA
J. JESÚS ELOY VÁZQUEZ LEOS
12. CONSTANCIA
20. MANIFIESTO DE JUÁREZ ARNULFO LEMOINE ZAMORA
DERECHO
9.
MIGUEL GARCÍA MEJÍA
DE EST.·. SOB.·. E IND.·. “EL POTOSÍ”,
JAIME CHALITA ZARUR
8.
DE
18. BENITO JUÁREZ (1806-1872)
J. REFUGIO ARAUJO DEL ÁNGEL
7.
FUTURO
15. JUÁREZ Y EL PENSAMIENTO LIBERAL
INICIACIÓN
DISCURSO
Y
JOSÉ VALDEMAR PORTILLO LÓPEZ
PATRICIO LIC. BENITO JUÁREZ
6.
PRESENTE
NUESTRA PATRIA
BENITO JUÁREZ 5.
JUÁREZ,
DE
LA
ACTUACIÓN
MASÓNICA DE BENITO JUÁREZ ANDRÉS CLEMENTE VÁZQUEZ 13. BENITO JUÁREZ M.·. M.·.
25. HIMNO A JUÁREZ. MARIO BRENA TORRES 26. TAL FUE JUÁREZ GUILLERMO PRIETO 27. DIRECTORIO E INDICE
SAMUEL MARIO MOLINA DEL ÁNGEL
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