Miami, donde el tiempo se detuvo Revelaciones de Luis Ortega Autor: Luis Báez
Guía . Advertencia . Observaciones . Dos ...
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Miami, donde el tiempo se detuvo Revelaciones de Luis Ortega Autor: Luis Báez
Guía . Advertencia . Observaciones . Dos Luises . Temprano enfrentamiento. . Nació mal. . Bomba de tiempo. . No, es tramposo. . Profetas de la violencia. . Los mismos tipos. . No lo dejan vivir tranquilo. . Falta de carácter. . Relaciones respetuosas. . Una nueva época. . Algo de bondad. . Abrazo generoso. . Así es la historia. . Polvo enamorado. . Posdata
A René Rodríguez Cruz Que hizo de la Fidel...idad el sentido de su vida
Agradecimientos
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Quiero dejar constancia de mi gratitud a Rosa Miriam Elizarde, Rogelio Polanco, Aurelio Alonso, Pedro García, Mario Mainadé, Lázaro Mujica, Gustavo Robreño, Luis Báez Delgado, Max Lesnick y Reynaldo Taladrid por las sugerencias aportadas al mejoramiento de esta obra.
Advertencia Hay entrevistas difíciles, sumamente difíciles e imposibles. Esta es un híbrido entre las dos últimas clasificaciones. Entrevistar a alguien catedrático en estas lides, de temperamento irascible y sin pelos en la lengua, no sólo era un desafío, sino además un reto. Si se conoce que se fue de Cuba hace 40 años y, sin embargo, jamás ha pertenecido a ninguna de las organizaciones que pululan en Miami, se tendrá un atisbo de este personaje. Luis Ortega Sierra es uno de los grandes periodistas que ha dado Cuba. Desde que se inició en este oficio no ha dejado de escribir. Es un hombre muy polémico. Expone sus opiniones por encima de todas las consideraciones. Escritor, periodista, profesor tiene una amplia producción literaria dispersa en periódicos y revistas. Es uno de los más profundo y brillantes escritores cubanos. Su espíritu crítico lo sitúa a considerable distancia de los que observan el proceso cubano con una tendencia demasiado simplista al sectarismo. Si fuera necesario ubicar a Ortega en alguna generación literaria cubana tendríamos que inscribirlo, de algún modo a la que por los 2
años 40 marcó la tendencia a reaccionar contra el retoricismo y la frivolidad de las generaciones literarias anteriores. Hasta la década de los 50 su sección "Pasquín" que se publicaba en el vespertino diario Prensa Libre era una de las más leídas del país. Poco tiempo después del golpe militar del 10 de marzo de 1952, dejó de redactarla. Permaneció exiliado hasta el triunfo revolucionario. Residió pocos meses en el país y se volvió a marchar. No volvió hasta 1994. Estuvo 35 años sin pisar la tierra que lo vio nacer. Después siguió viniendo. Aproveché cada una de sus visitas para conversar de diferentes tópicos. No fue fácil. A veces, después de concertar cita previa, interpretaba que no tenía ganas de hablar: “ No empieces a joder Luis”, me decía. Otras, con cara de pocos amigos, se limitaba a darme como respuesta un artículo suyo sobre el tema en cuestión y me lo leía integro, como diciendo sin decir: “Pregunta otra cosa viejo que ya yo hablé de esto”. No obstante, cuando se lo proponía, era una de las personas más tratables del mundo. Así es y así, llenos de estas sorpresas, fueron nuestros encuentros. Sólo en una ocasión a lo largo de todos estos años de lo vi triste: cuando me habló de su esposa Olga, ya fallecida. En uno de esos viajes mantuvo una larga y amplia charla con el presidente Fidel Castro, con quien tiene una vieja amistad. Recogí sus impresiones de ese encuentro. En junio del 2000 cumplió sus 84 años en La Habana. Deleitó un cake exquisito, brindó con refresco y conversó hasta bien entrada la madrugada con amigos comunes. Se veía feliz.
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Observaciones En los últimos tiempos se ha puesto de moda utilizar el concepto “excelencia” para medir calidades, específicamente las de profesionalismo o maestría. Yo quiero comenzar estas líneas diciendo que el uso mismo del concepto me parece una superficialidad insoportable. Pero, quisiera añadir a la vez que dudo que exista una sola profesión, de las vinculadas con el pensamiento social, que sea más compleja que el periodismo político en lo que a medir calidades se refiere. Personalmente, como lector, creo ser muy exigente con el periodismo político, hasta el punto que no podría excluir haber sido injusto alguna que otra vez en mis juicios. Pero, estoy seguro de no ser la excepción. El periodista queda localizado siempre entre condicionamientos que hacen un conjunto muy difícil de balancear. No es este el lugar para teorizaciones, pero nos referimos al sector del quehacer intelectual donde las corrientes dominantes en el espectro social ejercen su mayor presión
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Esta circunstancia eleva para el periodista el reto del compromiso individual con lo que se vive, lo que se ve y lo que se piensa y, al mismo tiempo, la disposición correspondiente de asumir costos cuando se hace necesario. Más importante y controversial que la cuestión de la libertad de prensa es la de la responsabilidad para hacer buen uso de ella. Y lo que en el mundo se encuentra cada vez con menor frecuencia no es la prensa libre sino la prensa responsable. Debe ser también un efecto de la globalización neoliberal, que lleva a su máxima expresión la mercantilización de la producción espiritual de todo género. Sin embargo, si en algún sector de la mercantilización del intelecto la tradición es tan vieja, como el mito liberal mismo creo que es en el periodismo. Si he comenzado por hablar de lo azaroso del oficio no es para que nos quedemos aquí. Quiero que me sirva más bien de preámbulo para reconocer el mérito de un periodismo de contra corriente. No digo de oposición porque hablar de oposición implica otro significado, legítimo en contextos puntuales. Una cosa distinta de la oposición es reconocer que el buen periodismo no es, en contexto alguno, el que se somete a los
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esquemas, las modas, los encasillamientos burocráticos, la complacencia y mucho menos a la tentación de vender. Estos y otros agentes externos a la producción constituyen condicionamientos que, en cualquier escenario, tienden a conformar corrientes. He accedido gustoso a prologar este nuevo libro de Luis Báez porque lo considero un singular ejemplo del tipo de periodismo que quiero ponderar. El autor nos ha motivado con no menos de cuatro títulos de reconocido atractivo, muestra de su señoreo de la profesión: Los que
se fueron, Los que se quedaron, Secretos de generales, y Preguntas indiscretas. Desde el punto de vista formal, la diferencia principal de este libro respecto de los que le preceden consiste en que no se trata de una colección de entrevistas, sino de una sola. O mejor sería decir de un diálogo, del testimonio – casi una historia de vida – del entrevistado, en este caso el periodista cubano emigrado Luis Ortega. Uno de sus valores consiste, a mi juicio, en que Báez no trata de arribar a demostraciones prefiguradas. Se limita a formular su batería de preguntas, montadas en el trayecto mismo de la conversación, que facilitan al entrevistado expresarse sin presiones, decir lo que en
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realidad siente y lo que piensa con plena libertad. El mérito de Báez radica, principalmente, en la lógica conductora de las preguntas. No intercala otro discurso, no confirma ni disiente. Hace gala de su habilidad para conducir al entrevistado, con economía de recursos visibles por parte del entrevistador, a la reconstrucción de una riquísima experiencia existencial. A Luis Ortega, quien abandonó la Isla en 1959 cuando era ya un periodista consagrado, lo recordamos, sobre todo en Cuba – donde es evidente que la memoria reciente es ejercitada con más frecuencia que la remota –, por sus artículos lúcidos de los años 90 en el Diario La Prensa, en Nueva York, y reproducidos en la revista Contrapunto, editada en Miami, cuyas críticas trastean con argumentaciones irrebatibles los sórdidos entretelones de la mafia cubana de la emigración, la cual ejerce un tenebroso poder sobre toda la comunidad de origen cubano en los Estados Unidos. De la mano de Báez, Ortega recorre lo que vivió y lo que conoció en las últimas cuatro décadas. La intensidad con la que se vive y la profundidad con que se conoce no es la misma para todas las personas. Ortega nos llega a hacer compartir, incluso, algunas de sus experiencias y emociones más íntimas.
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Esta figura del periodismo ha vivido de manera intensa y ha conocido mucho en estos 40 años. Además, sabe exponer con coherencia – domina el arte de llevar con claridad al lenguaje – lo vivido y lo conocido. Está exento, además, de pretensiones: rechaza reconocerse a sí mismo y no quiere que se le reconozca como converso, al cabo de estos 40 años, a las posiciones de la Revolución. El recuento de su historia se declara explícitamente libre de compromisos que no sean aquellos que mantiene con su propia conciencia. La solución dialéctica que se produce entre la narración del viejo periodista, - quien se ha desempeñado durante todos estos años como un emigrado en los Estados Unidos -, que carga, tanto con sus alineamientos del pasado, como con sus frustraciones y relata sin parcialización (al menos sin otra que la de su verdad) la propia lectura de su actuar y de su decir en aquel mundo - y el que interroga, que por la generación a la que pertenece podría haber sido un hijo o discípulo -, ha dado lugar a un libro singular, atractivo y convincente. Pienso, por todo esto, que nos hallamos ante una muestra genuina de buen periodismo.
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El testimonio de Ortega nos revela sin adornos todas las torceduras de la ideología del exilio, artificialmente forjada y alimentada para configurar una comunidad contestataria que, a la vuelta de los años, queda atrapada en una doble vida: por un lado, la que le bordan las instituciones - la compleja red que hacen entidades cubanoamericanas y las formaciones y organismos políticos del país y, por el otro, la que marca sus intereses, ansiedades y necesidades vitales. La tragedia de una “mayoría silenciosa” a la cual sólamente le es dado romper su silencio para pronunciarse en una dirección. Todo lo que se aleje de allí se traduce en costos tremendos para su inserción en la propia comunidad. Ciertamente no es la de Ortega la primera aproximación a esta realidad de la cual tenemos noticias, pero dudo que existan al alcance del publico muchos testimonios que recorran de manera tan integral esa obra inquietante de ingeniería política e ideológica que constituye el Miami de hoy; núcleo de la emigración en general y polo de la oposición radical – encuéntrese donde se encuentre – al proyecto social de la Revolución Cubana.
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Siento que nos hallamos ante un libro necesario y revelador, un documento lleno de vitalidad, de aliento y de sensibilidad que el lector sabrá aquilatar y agradecer. Aurelio Alonso La Habana, septiembre de 2000
Envejece como una nuez, quien vive lejos de su patria José Martí
Dos Luises
Luis Báez y Luis Ortega están unidos por algo más que por sus nombres. Los une una vocación: el periodismo. Cuando Báez me pidió que escribiera unas líneas, a manera de prólogo, para su libro sobre Ortega tuve mis dudas. No es fácil escribir sobre un maestro en la profesión que uno practica. Hay en ello algo de miedo escénico. Porque en la historia del periodismo cubano Luis Ortega ha sido el paradigma de quienes hemos aspirado a un espacio en el arte del bien decir. Ortega es un escritor que en media cuartilla es capaz de expresar un pensamiento tan redondo y completo que logra pulverizar a un adversario, como si su máquina de escribir fuera un fatal atomizador.
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Es un periodista no muy común en estos tiempos cibernéticos. No utiliza grabadora ni computadora, sigue, como hace 50 años, tecleando una vieja Remington. En sus tiempos de Jefe de Redacción de Prensa Libre - en las décadas de los 40 y de los 50 - era quién diseñaba la primera plana del periódico más "caliente" de La Habana con sus espectaculares titulares en azul, con letras de 120 puntos. También era quien ordenaba y revisaba todas las entrevistas y reportajes del periódico. Y como si fuera poco, escribía una sección en la última plana del diario, en la parte inferior derecha, enmarcada en un recuadro. En esa pequeña columna, de menos de media cuartilla, hacía más estragos que una bomba de 50 megatones. La nota la firmaba "Sol"; es decir, sus iniciales al revés. Era el "Pasquín" de Luis Ortega Sierra. Sin dudas, la sección periodística más aguda y leída de la prensa cubana de todos los tiempos. Luis Ortega, a pesar de sus años y de sus viejos hábitos, es un hombre muy moderno. Está al día en los acontecimientos de actualidad como si todavía fuera el jefe de Redacción de un diario. Sus opiniones de hoy son tan controvertibles como lo fueron sus opiniones de ayer. Pero no es de los que se aferra a una idea por empecinamiento u orgullo personal. Su vida es dialéctica. Cuando los tiempos indican que es necesario cambiar. El cambio no es un pecado. Quizás por eso tanta gente no lo comprenda y encuentre contradicciones en su larga vida de ejercicio profesional. Luis Ortega ha conocido a casi todas las figuras que se han destacado en la vida pública cubana desde el inicio de la década de
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los 30. De gobierno y de oposición. A unos más que a otros. Pero, siempre los ha visto sin la pasión - de amor o de odio - que inspira la política. Pues él nunca ha estado envuelto en partidos ni en ideologías. De lo que ha estado bien seguro es de ser cubano. Y por sentirse muy cubano es que siempre ha estado frente a quienes han mirado a Washington como brújula de los destinos de la Isla. Eso explica su conducta y posición vertical en contra de los que desde "la derecha de Miami" han pretendido retomar el camino del pasado para que Cuba vuelva a ser la sardinita obediente del tiburón del norte. Ortega no ha sido nunca un radical. Sin embargo, asistió y contribuyó mucho como periodista a que dos hombres de la vida pública cubanacalificados de radicales - ganaran espacio en la prensa de su época. Uno fue Eduardo Chibás, quien primero como líder del Partido Auténtico y después como senador y aspirante presidencial ortodoxo, contó con un Ortega siempre dispuesto a cederle un titular de primera plana para sus denuncias contra la corrupción política de la época. El otro fue Fidel Castro. Algo vio Luis Ortega en aquel joven rubianco, alto y delgado, todavía con cierto acento oriental. Algo sin precedente: cuando el novato estudiante de la Universidad de La Habana llegó a la redacción de Prensa Libre, acompañado por el "Chino" Esquivel, para denunciar el aumento en el precio del pasaje en los ómnibus de la capital, le concedió un buen espacio para sus declaraciones. Eso fue en 1945. Era la primera vez que el nombre de Fidel Castro aparecía en forma destacada en un periódico de La Habana. La historia no terminó ahí.
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Muy lejos estaba el periodista de saber en ese momento que unos cuantos años más tarde, un día memorable, el 26 de Julio de 1953, cuando aquel joven - ya abogado - atacaba con un grupo de revolucionarios el Cuartel Moncada de Santiago de Cuba, los esbirros de la dictadura de Batista asaltarían la redacción del periódico Pueblo empujando escalera abajo a su director Luis Ortega. Después de la golpiza, el exilio en Miami. No sería el último. Al triunfo revolucionario de 1959 Ortega regresó a Cuba, pero no por mucho tiempo. Tenía también enemigos en el nuevo Gobierno: los mediocres que envidiaban su talento intelectual, su inteligencia y sagacidad. Carlos Franqui, un excomunista resentido - los comunistas buenos son aquellos que lo siguen siendo -, le enfiló los cañones desde la dirección del periódico Revolución. Ortega tuvo que irse de Cuba y regresar a Miami. Franqui vive en Puerto Rico y ahora habla mal de Fidel y bien de los americanos que le pagan sus servicios. Luis Ortega conoció desde el principio el paisaje y los personajes del exilio cubano del sur de La Florida. Pudiéramos decir que de esa historia de más de 40 años es de lo que trata este libro sobre Luis Ortega escrito por el otro Luis. A Luis Báez lo conocí siendo todavía muy joven. Yo también lo era. Como presidente de la Juventud del Partido del Pueblo Cubano tenía relaciones con casi todos los periodistas de La Habana, principalmente con los mas jóvenes por razones generacionales. Uno de ellos era Luis Báez, recién graduado de la Escuela de Periodismo quien trabajaba como reportero "novato" para el diario Avance, un
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rotativo muy profesional ubicado en la calle Consulado donde también estaba la redacción del Diario Nacional, del cual era yo un columnista habitual. Llegó el año 1959. Cuba estaba en revolución. Eran tiempos convulsos y La Habana estaba revuelta con barbudos por todas partes. Fidel era el centro de atención de la prensa nacional y extranjera, por lo que todos los periódicos de la capital decidieron asignar a un periodista de su redacción para que acompañara al líder de la Revolución a todas partes. Por toda Cuba y al extranjero. Avance, el diario para el que trabajaba Luis Báez, también tenía que nombrar a un reportero para que informara de cuantos pasos diera Fidel. Me contaron que el director del periódico, Jorge Zayas, - vive en Miami y está contra la política de Estados Unidos hacia Cuba -, llamó a Báez a su despacho y le dijo: " Mira Luis, aunque tú no tienes mucha experiencia, me la voy a jugar contigo. Eres novato todavía pero sé de tu talento y ganas de triunfar. Te voy a escoger como el corresponsal del periódico al lado de Fidel. De ahora en adelante no te puedes separar ni una pulgada de él. A donde quiera que vaya, ahí tienes que estar. Si va al campo, allí tienes que ir. Si viaja al extranjero, tienes que acompañarlo también. En fin, Luis no te puedes separar de Fidel. Él es la noticia. Sigue mi consejo. Tú eres joven y estoy seguro que vas a triunfar". Luis Báez cumplió con la orden del Director. Si en aquella ocasión siguió un consejo por profesión; durante más de 40 años - toda su vida- ha mantenido una actitud por convicción: todavía sigue al lado de Fidel.
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En Cuba y a donde quiera que viaja Fidel, ahí está Luis Báez, el novato reportero de 1959, ahora veterano escritor, autor de varios libros fundamentales para entender la Cuba revolucionaria. Con esta nueva obra Luis Báez añade un eslabón más a su larga cadena de triunfos como periodista y escritor. Luis Ortega y Luis Báez: dos Luises en un tiro que le ganan a un full de ases. Max Lesnick Miami, septiembre de 2000
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Temprano enfrentamiento
Luis Báez: ¿Por dónde comenzamos? Luis Ortega: Empiezo aclarándote que no soy ni de los que se quedaron ni de los que se fueron. Yo no tengo arte ni parte en la Revolución. Luis Báez: Cuénteme algo de su vida. Luis Ortega: Nací en la capital el 21 de junio de 1916. Me gradúe de bachiller en Letras en el Instituto de La Habana. Matriculé en las escuelas de Filosofía y Derecho en la Universidad de La Habana, pero no terminé los estudios. En los años 1956 –1957 estudié en la Universidad Central de Madrid. Luis Báez: ¿Qué lo llevó al periodismo? Luis Ortega: La miseria, viejo. Uno se metía a periodista porque no se podía hacer otra cosa. Muchos cubanos se quejan de la Cuba del año 2000, pero es que no conocieron la del año 1936... Cuando uno cruzaba el Parque Central, en aquel año, siempre tenía que estar dispuesto a tirarse al suelo cuando empezaban a sonar los springfields. Empecé a trabajar en la Discusión, que estaba en la calle San Ignacio. Era redactor, reportero y voluntariamente barría la redacción porque me daba asco verla. Quiero aportarte un dato importante que brota de mi experiencia personal. En los años de mi adolescencia y primera juventud, entre 1930 y principios de la década de los años 40, la crisis que se vivió en Cuba fue mucho peor que lo que ustedes los cubanos han llamado “periodo especial”.
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Durante mucho tiempo no teníamos centros de estudio. Estaban cerrados. La clase media cubana vivía de harina de maíz. Sí acaso. Empatarse con un par de zapatos era una odisea. No había trabajo para nadie. Las dictaduras de Gerardo Machado,1 primero, y de Fulgencio Batista2, después, eran feroces. Tengo experiencias familiares desgarradoras provocadas por una miseria sólida y consistente. No hay una sola calamidad que me pueda contar un cubano de ahora que yo no haya vivido intensamente en aquellos años trágicos. Fue una época de absoluta desesperanza. Luis Báez: ¿Cuánto le pagaban en su primer trabajo periodístico? Luis Ortega: Tres pesos a la semana. Lo curioso es que estaba feliz con aquellos tres pesos... Por esos años participé en la publicación de revistas literarias y tuve vínculos con algunos de los miembros de la Generación de Orígenes3. En 1942 ingresé como reportero en el periódico Prensa Libre. Durante varios años fui jefe de información. En 1952 me fui del diario. Luis Báez: ¿Cómo surgió su sección “Pasquín”? Luis Ortega: ¡ Ah, no jodas Luis Báez:! A nadie le interesa lo de esa sección ni nadie se acuerda de eso... Han pasado más de 50 años. Se agresivo. Luis Báez: ¿Sobre qué quiere le pregunte? Luis Ortega: Sobre lo que te dé la gana. Por ejemplo, pregúntame si es cierto que yo soy un hijo de puta. Eso es interesante. Luis Báez: Bueno, está bien. ¿ Es cierto que ha sido siempre un hijo de puta? Luis Ortega: Siempre. Porque ese es un componente esencial de la mayoría de los periodistas. Con perdón de las pobres madres. 18
Luis Báez: Tiene una opinión muy peculiar del periodismo. Luis Ortega: Ciertamente. La misión del periodista es la de ser testigo de su tiempo. Fíjate bien, Luis Báez, lo que quiere decir testigo. Etimológicamente el testigo es el “testículo”... Es el que está presente a la hora de engendrar. Es la hora más íntima del ser humano. ¿Entiendes? Luis Báez: ¿Le gusta el uso de la ironía como arma periodística? Luis Ortega: Por supuesto. La ironía revela inteligencia. Yo desconfío mucho de las gentes que se aferran a sus ideas. En la ironía hay siempre un elemento de duda. Por eso es que no puedo ser revolucionario... Luis Báez: ¿Cómo era el tiempo en que vivió en Cuba? Luis Ortega: Horroroso. Sin embargo, comparado con lo que se ha formado ahora en Miami ocurre que el pasado se reivindica. Nunca creí que el nivel intelectual del cubano pudiera descender a los niveles que se han establecido en Miami, es como un castigo celestial. Luis Báez: Hábleme del 10 de marzo... Luis Ortega: Ramón Valle Inclán4 con sus esperpentos, intuyó lo que iba a ser el 10 de marzo en la pintoresca Isla de Cuba... Logré meterme en el campamento dos horas después que Batista había dado el golpe... Y por esa sola razón Batista me ofreció un ministerio. Puro surrealismo. Al primer periodista que entró quisieron hacerlo ministro. Luis Báez: ¿Y por qué no lo aceptó? Luis Ortega: Porque no tenía nada que ver con aquello. Había entrado para ver el espectáculo y reportarlo. Además, he sido, tal vez,
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uno de los pocos cubanos que ha estado consciente de que no sirve para ministro ni para nada que tenga que ver con la vida oficial... Luis Báez: Pero, apoyó inicialmente el golpe... Luis Ortega: Es cierto. Pero por razones personales de salud... unos días antes del golpe los disidentes de la Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR)5, encabezados por Orlando García,6 habían ido a algunos periódicos a publicar mi sentencia de muerte porque los había acusado del asesinato de Alejo Cossío del Pino.7 ¿Te acuerdas? El golpe me vino a salvar la vida. Al día siguiente del golpe los gángsters echaron a correr como liebres... Luis Báez: Le salió mal la cosa... Luis Ortega: Es verdad. El remedio fue peor que la enfermedad. Si buscas la colección de Prensa Libre de aquellos tiempos veras una nota mía en la cual decía que “Batista había acabado con el gangsterismo, pero había creado gangsterismo uniformado”. ¿Sabes lo que ocurrió después que publiqué aquella nota? Luis Báez: Sí, ¿qué? Luis Ortega: El Servicio de Inteligencia Militar (SIM)8 me detuvo y me llevaron en presencia del jefe del ejercito, Francisco Tabernilla.9 Este me dijo que había tenido que aguantar a los muchachos que querían salir a buscarme. Fue un regaño amable, pero amenazador. Y es curioso. Esto te demuestra lo delirantes que son los cubanos. Luis Báez: ¿Sólo le dijo eso? Luis Ortega: No. En la conversación también Tabernilla me dijo: “Mira, tú estás defendiendo a este hombre, Rafael García Bárcenas,10 y sin embargo los oficiales con los cuales está conspirando me lo informan todo a mí”. Tan pronto salí de Columbia me fui a buscar a 20
García Bárcenas y se lo conté. Fue tan loco que siguió conspirando con la misma gente. Luis Báez: Después, aceptó un puesto de Consejero Consultivo.11 Luis Ortega: Cierto, imperdonable. Fui un estúpido. Lo que me salva, en cierto modo, es que nunca cobré un centavo allí... Miguel de Marcos12 y yo nos fuimos para el Consejo para salir de Prensa Libre, que se había convertido en una cosa horrible. Sergio Carbó,13 a quien le estaba agradecido, se había alejado del periódico... La presencia de Humberto Medrano,14 su yerno, se había convertido en una tragedia. Era el hombre más latoso del mundo. Nadie lo podía aguantar. Luis Báez: ¿Qué ha sido del personaje? Luis Ortega: Ahora creo que es subdirector de Radio Martí y cobra unos 120 000 dólares al año... Por eso Radio Martí es tan aburrida. Luis Báez: ¿ A qué se dedicó después del 10 de marzo? Luis Ortega: A los tres días o tal vez cuatro, me fui detrás de Carlos Prío15 para hacerle la primera entrevista en México. Recuerdo que le hice una pregunta que lo desestabilizó. Luis Báez: ¿Qué le preguntó? Luis Ortega: Le pregunté si era cierto que él y Batista habían estado de acuerdo para el golpe de Estado... Luis Báez: ¿Cuál fue la respuesta? Luis Ortega: Se puso de pie y me dijo que eso era una infamia. Le expliqué que no tenía que ponerse bravo... Que eso era lo que se decía en la calle. Entonces se calmó. Terminó pidiéndome que le llevara un recado a Batista para que le devolviera un dinerito que había dejado olvidado en Palacio. ¿Te das cuenta, Luis Báez, que
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cuando uno es un “testículo” de su tiempo uno no puede creer en muchas cosas? Luis Báez: ¿Le dio el recado a Batista? Luis Ortega: Se lo di. Y Batista le mandó un dinero y unas joyas que se le quedaron en una caja de caudales en el Palacio Presidencial. Luis Báez: ¿Cuándo se produjo su primer exilio? Luis Ortega: El 26 de julio de 1953 Fidel Castro16 asaltó el Cuartel Moncada,17 en Santiago de Cuba, y yo era director del periódico Pueblo que mantenía una buena circulación a nivel nacional. Al día siguiente, 27, íbamos a publicar la mejor información sobre los asesinatos cometidos por el ejército de Batista en el Moncada. No fue posible. La policía asaltó el diario y destruyó las planas. Pude escapar con magulladuras en la espalda. Poco días después me estrené como exiliado en Miami. Luis Báez: ¿Qué hizo entre 1953 y 1959? Luis Ortega: Reportajes en la revista Bohemia como corresponsal extranjero. Luis Báez: ¿Cuándo regresó a Cuba? Luis Ortega: En enero de 1959. Luis Báez: ¿Cómo veía usted a la Revolución? Luis Ortega: En realidad en 1959 no era, exactamente, un enemigo de la Revolución. Muchas de las leyes revolucionarias me parecieron, en aquel tiempo muy apropiadas, precisamente, porque había vivido muchos años en la podredumbre del país y había hecho siempre un periodismo de protesta. Tenía la sana intención de quedarme en mi país, pero no fue posible. Luis Báez: ¿Por qué? 22
Luis Ortega: No era posible... Nunca he sido hombre de puestos ni de partido. En 1959 era un periodista que regresaba del exilio de seis años y que aspiraba a fundar una empresa independiente. Eso era irrealizable. A los pocos días de mi regreso me cayó arriba Carlos Franqui18 que manejaba el periódico Revolución. No había conocido nunca a Franqui y tampoco a Guillermo Cabrera Infante.19 Ellos organizaron la cacería de todos aquellos periodistas que en el pasado habían tenido algún nombre, incluso, los que, como yo, habían estado en el exilio. Así son las revoluciones y eso explica por qué no soy revolucionario. En los primeros tiempos siempre surgen todos los detritus de la sociedad. Franqui es un bandido que ha vivido de las obras de arte que sacó de Cuba cuando se fue al extranjero... Estuvo viviendo muchos años de la Revolución antes de tomar partido en contra, en 1968... Luis Báez: ¿Y Cabrera Infante? Luis Ortega: Si no hubiera ocurrido la Revolución en 1959 este señor seguiría escribiendo unas croniquitas de cine en la revista Carteles, la más sonsa que existía en Cuba -, y recorriendo la calle Obispo, arriba y abajo, con un libro en el sobaco, presumiendo de su importancia y viviendo de un sueldo de alguna oficina del Estado. Fue necesario que el país entrara en Revolución para que este pobre gacetillero de Carteles lograra colarse en un periódico como subdirector, a la cola del pillo Carlos Franqui, para organizar aquella cosa horrenda y ridícula de Lunes de Revolución.
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¡Cuántas cosas tuvieron que pasar en Cuba para que el pobre Cabrerita pudiera convertirse en personaje y vivir en Londres y lanzar ex comuniones y amenazas desde su precaria vivienda. Se lo debe todo a la Revolución. La Revolución lo hizo persona. Sin la Revolución estaría todavía deambulando por la Habana Vieja y viviendo en la casa de vecindad de la calle Zulueta. Los años que pasó con la Revolución los ha explotado muy bien. Haber estado y haber desertado, le ha dado material para construirse una personalidad refleja. En algunas de sus obras se puede apreciar a Cabrera Infante inventando a otro Cabrera Infante. Es un ejemplo típico de la obsesión de un hombre por el homosexualismo de los otros. Es lo mismo que Franqui. Luis Báez: La Revolución no persiguió a nadie. Fueron hombres dentro del proceso. Luis Ortega: Tienes razón. Luis Báez: ¿De qué lo acusaban? Luis Ortega: De lo que les daba la gana. Me convirtieron, a la brava, en un enemigo de Castro. Habría tenido que ser muy “pendejo” para no reaccionar en contra. El 1 de mayo de 1959 regresé a los Estados Unidos. Ahí comenzó mi temprano enfrentamiento con la Revolución. Luis Báez: Han pasado 40 años, ¿ aún considera que decidió correctamente? Luis Ortega: ¿Teníamos razón los que nos enfrentamos a la Revolución Cubana en 1959? Esa es una pregunta que me he hecho mil veces. Y la respuesta tiene que ser debidamente calibrada. Razones personales las tuvimos muchos. Razones históricas, no. Las 24
primeras son las que se refieren a la situación personal de cada uno. Es decir, cuando la persona se siente agredida por un proceso político es natural que se enfrente a él. Los hechos mismos lo llevan a la confrontación. ¿ Mas cuáles razones históricas podíamos tener para enfrentarnos a una Revolución que se iniciaba con el propósito de rescatar la soberanía y romper la dependencia de la Isla de los Estados Unidos? ¿No fue ese el propósito de los fundadores, de los mejores, y de varias generaciones de cubanos inteligentes? El movimiento contrarrevolucionario desde sus inicios estuvo huérfano de ideas. No teníamos razones históricas validas. Nuestras razones venían dadas por Washington. No eran razones. Era propaganda anticomunista. Era la retórica barata de la libertad y la democracia que se suele fabricar en los medios burocráticos de Washington. Luis Báez: Ya en Miami, ¿cuál fue su estrategia de lucha? Luis Ortega: Al llegar a los Estados Unidos creía que la lucha contra Castro y la Revolución iba a tener las mismas características de los años anteriores. Es decir, que los cubanos íbamos a tener que luchar contra Castro en la misma forma que habíamos luchado contra Batista. Con el transcurso de los días tomé conciencia que los tiempos habían cambiado y que estábamos frente a una situación totalmente nueva y sorprendente. Sin embargo, hay algo muy interesante. Mis críticas a Castro y a la Revolución, durante años, no me hicieron caer al lado de las gentes de Miami.
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Desde 1959, a pesar de vivir en Miami y estar navegando contra la corriente, fui un crítico muy severo de la entrega de los cubanos a los americanos. Por ahí andan los periódicos de la época. Estuve contra el Frente Revolucionario Democrático,20 contra el Consejo,21 contra lo de Playa Girón...22 Fui el primero en Miami que le fue arriba a Jorge Mas Canosa23 y al aparato que estaba surgiendo... La posición mía ha sido contradictoria, sin duda. Luis Báez: ¿Cuál era esa situación? Luis Ortega: Quienes estábamos combatiendo a Castro, con la pluma o la acción, teníamos que meternos en una nómina del Gobierno americano. Era algo nuevo. Los jefes de la oposición a Castro estaban en Washington y eran americanos. Luis Báez: ¿Qué recuerda de aquellos días? Luis Ortega: A partir de los primeros meses de 1960, comenzó uno de los procesos más escandalosos en la historia de las luchas políticas. Miles de cubanos entraron en las nóminas de Miami y detrás de los llamados “líderes del Frente” estaban los agentes americanos, con nombres supuestos, dirigiendo toda la operación. En las oficinas del Frente ya se repartían los cargos públicos en Cuba y se tachaba a quienes no podrían regresar nunca. Se daba por seguro que la expedición que estaban preparando en Guatemala iba a tomar el poder. En ningún momento se pensó que los cubanos iban a desembarcar en Cuba para pelear. Esto estaba descontado. Iban a integrar una fuerza de ocupación para mantener el orden. Eran los americanos los que iban a pelear para derribar al Gobierno. Por supuesto, todo era ilusorio. 26
El presidente John F. Kennedy,24 antes de lanzar la expedición, aclaró muy bien que se trataba de una operación cubana y que los americanos no iban a intervenir. No lo creyeron. Eso explica por qué todavía, tantos años más tarde, siguen acusando a Kennedy de traición. Su traición consiste, para esta gente, en no haber bombardeado a Cuba. Luis Báez: ¿Cómo ha sido su vida en los Estados Unidos? Luis Ortega: ¿Qué como ha sido mi vida? Muy mala. Me quedé sin raíces en Cuba y no tengo raíces en los Estados Unidos. No hay nada peor que el destierro. Sobre todo cuando se sabe que este tiene un carácter permanente. Luis Báez: ¿Por qué permanente? Luis Ortega: Porque nunca regresaré a vivir en Cuba. Luis Báez: En los primeros años, ¿a qué se dedicó? Luis Ortega: Desde aquella época, es decir, 1960, he estado escribiendo en toda clase de periódicos y revistas. Por un lado, criticando severamente a la Revolución y a Castro. Por el otro, manteniendo en todo momento, un tono crítico sobre las actividades de los cubanos. Me cabe el honor de no haber pertenecido nunca a organización. Alguna. No he participado nunca en colecta alguna. Ha sido una posición muy difícil y que ha atraído sobre mí muchas enemistades. De hecho, he estado condenado al ostracismo durante años. Para sobrevivir económicamente he tenido que trabajar fuera de Miami. Luis Báez: ¿Vivía del periodismo? Luis Ortega: Error. Nunca he vivido del periodismo en los Estados Unidos. Nunca he podido escribir bien en inglés. Y el periodismo en 27
español en los Estados Unidos es estrictamente marginal. Quienes escribimos en español en los Estados Unidos somos, un poco, como aquellos chinos que escribían o escriben en el barrio chino de La Habana. Luis Báez: ¿En qué trabajó? Luis Ortega: He sido de todo. He manejado camiones, he sido taxista en Miami, he hecho algún dinero en el negocio de bienes raíces... En 1964, cuando me convencí de que no había regreso a Cuba, me fui de profesor a West Virginia. Ya no podía soportar a Miami ni a sus gentes. Estuve diez años en el norte. Aproveché para hacer un Master y un doctorado en la Universidad de Pittsburgh, en Pennsylvania. Eso me sirvió para refrescar la mente... He escrito miles y miles de artículos en diversas publicaciones, pero siempre o casi siempre en forma gratuita. Luis Báez: ¿Cómo ha podido subsistir? Luis Ortega: En realidad, salvo el tiempo en que fui profesor en el norte, no he podido subsistir. Como siempre he sido, desde 1959, un crítico permanente de Miami y sus pandillas cubanas, jamás he podido ganarme la vida en Miami. Nunca... He tenido que ir siempre al extranjero para poder ganarme la vida. Hace años que vivo de la pensión de profesor. En suma, he sobrevivido sin comprometer nunca mi independencia. Es lo único que he salvado del naufragio. Luis Báez: ¿Cómo se refleja en el cubano la nostalgia? Luis Ortega: No sé... Tal vez echan de menos la comida. Las cosas en los Estados Unidos no tienen el mismo sabor ni el mismo olor. 28
Pero, en realidad, no puedo opinar sobre eso. Luis Báez: ¿Y cómo se refleja la nostalgia en usted? Luis Ortega: Después de más de 40 años de destierro, con las raíces al aire, no sé lo que es nostalgia. Luis Báez: ¿Qué es lo que más ha extrañado de Cuba? Luis Ortega: El país, las gentes, los tamales, los bollitos de carita que vendían en los puestos de chinos. Luis Báez: ¿Qué criterio tiene de quienes desertan ahora del proceso revolucionario? Luis Ortega: Son unos sinvergüenzas. Respeto a los que han sido leales a sí mismos. A ti, por ejemplo. Quienes se fueron en los primeros años tenían razones válidas. Te repito los que se van ahora son unos sinvergüenzas. Luis Báez: ¿Qué recomienda a los jóvenes que se inician en el periodismo? Luis Ortega: No te pongas bravo. Les recomiendo que se dediquen a estudiar la historia de Cuba sin sectarismos. Que confíen en el futuro. Que vean el proceso revolucionario con objetividad, sin pasiones. Las raíces de esta Revolución están en la historia de Cuba. Nosotros nos pasamos años hablando y escribiendo sobre la Revolución que era necesario hacer para que Cuba fuera soberana e independiente. Pero no creíamos que fuera posible. Entonces surgió Fidel Castro que es un hombre que cree en lo que dice e hizo lo que todos queríamos. Es el ejecutor de un sueño que estaba anidado en la conciencia cubana. Ha sido el instrumento del destino... 29
Luis Báez: ¿Cuántos años ha vivido fuera de su patria? Luis Ortega: Entre los dos exilios me ha tocado la mala fortuna de vivir 47 años, toda una vida, entre exiliados políticos cubanos. Soy un especialista en la materia. Los he visto vivir y luchar. Los he conocido buenos, malos y peores. Los he visto morir, algunos heroicamente por causas que no valían la pena, he conocido tragedias indescriptibles, me congratulo de haber tenido contacto con los pillos mayores de estos tiempos infortunados. Puedo asegurar que he pasado por todas las etapas del exilio político y he logrado siempre poner a salvo mi escepticismo. Luis Báez: ¿Le guarda algún rencor a la Revolución? Luis Ortega: Ninguno. Han pasado muchos años. La Revolución ha entrado en una fase reflexiva y las gentes como yo pueden poner en orden sus ideas y sentarse a conversar con Castro sin reservas de ninguna clase... Eso es muy bueno. Ni me van a exigir nada ni aspiro a nada. Creo que hay muchos cubanos que piensan así, como yo, y que no se atreven a ir a Cuba por miedo a las represalias del medio en que viven. Es decir, por miedo a los elementos que controlan el exilio o lo que llaman así, que no lo es... Luis Báez: ¿Cuáles han sido los mejores y peores momentos de su vida? Luis Ortega: Eso está bien, Luis Báez, para las revistas del corazón...Yo no tengo mejores ni peores momentos. Luis Báez: ¿Es vanidoso? Luis Ortega: Me imagino que sí. En realidad, no lo sé. No me gusta que me hagan entrevistas ni me gusta exhibirme. Tampoco me gusta 30
que me publiquen fotografías. Es hasta posible que sea un poco modesto. Pero, todo eso es confuso. No sé. Luis Báez: ¿Cómo ve la vida a los 84 años? Luis Ortega: Como me dijo una vez Pio Baroja25 en una entrevista que le hice, si no me equivoco: como cuando uno acaba de comer y uno está lleno. Luis Báez: ¿De qué se puede sentir orgulloso? Luis Ortega: De nada. Al contrario, estoy arrepentido de todo, incluida esta entrevista. 1
(1871-1939), En 1925 es elegido presidente. Reformó la Constitución e instauró una dictadura. Derrocado en 1933 huyó a los Estados Unidos. 2 (1901-1973). Presidente de Cuba de 1940 –19 44. El 1º de marzo de 1952 mediante un golpe de estado regresó al poder. Derrocado el 1 de enero de 1959, huyó a República Dominicana. Murió en España. 3 Fue creado en 1940 por un grupo de intelectuales que se caracterizaron por la defensa de la cubanía. También editaron una revista del mismo nombre. 4 (1866-1936). Novelista, poeta y dramaturgo español, 5 Surgió al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Después de 1948 degeneró en un grupo gangsteril. 6 Posteriormente al triunfo revolucionario se marchó de Cuba y se convirtió en jefe de la seguridad del presidente venezolano Carlos Andrés Pérez. Vive en la Florida. 7 Político perteneciente al Partido Auténtico. 8 Aparato represivo creado en el Gobierno de Batista. 9 Militar estrechamente ligado a Batista. El 1 de enero de 1959 huyó a la Florida. 10 Profesor universitario que conspiró contra la dictadura de Batista. Después del triunfo revolucionario fue embajador en Brasil. Murió en La Habana. 11 Organismo creado por Batista para sustituir al Congreso. 12 Destacado periodista cubano. 13 Periodista. Articulista. Dueño del diario Prensa Libre. Falleció en la Florida. 14 Periodista. Subdirector del diario Prensa Libre. 15 (1903- 1977). Presidente de Cuba de 1948 al 10 de marzo de 1952. Apareció muerto en su residencia en Miami. 16 (1926). Fundador del primer Estado socialista en el Hemisferio Occidental. 17 Principal campamento militar del ejército en Santiago de Cuba, Oriente, 18 (1921). Director del periódico Revolución hasta 1963. Al ser sustituido, hombre profundamente resentido, traicionó el proceso revolucionario. 19 (1929).Escritor cubano nacionalizado británico. Durante varios años ejerció como consejero cultural en la embajada cubana en Bélgica. Al producirse su sustitución se convirtió en enemigo de la Revolución. 20 Creado 15 de junio de 1960. Estaba integrado por exiliados cubanos de diferentes organizaciones. 21 Nuevo nombre que le dieron las autoridades norteamericanas al Frente Revolucionario Democrático días antes de la invasión de Girón. 22 Una de las zonas por donde se produjo el desembarco de tropas mercenarias el 17 de abril de 1961.
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23 (1939 – 1997). Principal directivo de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) creada en 1981 con la finalidad de derrocar a la Revolución Cubana. 24 (1917-1963). Presidente de los Estados Unidos asesinado en Dallas, Texas, e l2 de noviembre de 1963. 25 (1872 – 1956). Se considerada el novelista español más importante del siglo XX.
Nació mal
Luis Báez: ¿Quiénes fueron los iniciadores de las organizaciones contrarrevolucionarias? Luis Ortega: Los fundadores de este Miami, es decir, quienes pusieron las bases de este aparato político que opera en Miami fueron personajes que llevaban en sí mismo el germen de lo que vendría después. El 1 de enero de 1959 arribó el general Batista a Santo Domingo y en el aeropuerto lo estaba esperando el generalísimo Rafael Leónidas Trujillo.26 Se dieron un fuerte abrazo. Trujillo lo llevó al hotel. - General lo voy a dejar descansar unas horas, pero necesito hablar con usted con urgencia... le dijo Trujillo al muy apendejado Batista. Y, en efecto, al cabo de tres horas, volvió Trujillo, se sentó frente a Batista, lo miró a los ojos y le dijo: - General, ya lo tengo todo preparado. Usted y yo, al frente de un ejército bien armado, vamos a desembarcar en Cuba para reconquistar el poder y meter en la cárcel a esta banda de barbudos... Batista lo miró con algo de desesperación. - Debemos ser cautelosos...-, respondió. - ¡No, señor, tenemos que actuar enseguida!, -, gritó Trujillo. No hubo forma de convencer a Batista. Ni amarrado se atrevería él
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a regresar a Cuba. Entonces, Trujillo pronunció unas palabras muy sabias. - Mire, general usted tuvo para dónde correr y por eso está aquí, pero el día que eso me pase a mí yo no tendré para dónde correr. Por eso tengo que acabar con Castro.
Luis Báez: Y, entonces, ¿qué ocurrió? Luis Ortega: A partir de aquel momento, Trujillo declaró que quedaba fundado el movimiento anticastrista. Batista se convirtió en su prisionero. Para poder escapar de República Dominicana, Batista tuvo que soltar varios millones de dólares e implorar la ayuda de Washington. Lo que vino después de establecida la jefatura de Trujillo en el movimiento anticastrista ya se sabe, aunque se trata de disimular: José Eleuterio Pedraza27 fue uno de los iniciadores. Es decir, aquello nació mal, desde 1959; Trujillo por un lado y Somoza por el otro. Recuerdo que el hombre que estaba en las playas de Nicaragua despidiendo a los expedicionarios de Bahía de Cochinos28, en abril de 1961, era nada menos que el amo de Nicaragua, Luis Somoza.29 Con el pañuelo le decía adiós a quienes iban a libertar a Cuba. Luis Báez: ¿Recuerda otros fundadores? Luis Ortega: La lista de los fundadores es enorme. Unos están muertos y otros andan por Miami todavía arrastrando la vejez. Al cabo de un tiempo, los americanos se dieron cuenta que tenían que renovar el team de libertadores para mejorar la imagen del 33
movimiento y empezaron a comprar gentes en Cuba. Las cantidades que se pagaron han quedado en el misterio. Se pagaba de acuerdo con la calidad de la mercancía. Con el tiempo y un ganchito, como dicen las viejas, las cosas fueron cambiando. Unos murieron y otros se retiraron avergonzados. Llegaron caras nuevas. Llegó la etapa dorada de la droga y los cowboys colombianos que manejaban dólares por arrobas. Llegó el tiempo feliz del lavado de dólares. Llegó esa cosa maravillosa de los hospitales y el Medicare30 y las estafas. El anticastrismo se hizo millonario. Algunos hasta se hicieron embajadores. Se metieron a los políticos americanos en el bolsillo dándoles unas migajas. Se colaron en la Casa Blanca. Llegaron a dominar todos los gobiernos locales y todos los contratos. Hoy Miami es un lugar “encantador”. Es un desprendimiento de la Revolución Cubana. Casi todos son desertores. Hay más de mil millonarios. Todos se engañan unos a otros porque nadie tiene memoria. Luis Báez: ¿De qué se nutrieron? Luis Ortega: Desde el principio de 1959, el anticastrismo se nutrió de las ideas que aportaban los agentes de Washington, que eran ultraconservadores (John Birchers Society).31 Todo el ideario anticastrista sigue las mismas normas: elecciones, democracia, etc. Washington lo resuelve todo con unas elecciones supervisadas. El caso de Cuba, donde ha existido una Revolución, es demasiado complejo para caer en lo mismo que ha llevado a Nicaragua al caos y al bochinche.
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La John Birch Society, sobre todo hace unos años, tuvo una influencia enorme en la formación ideológica de las mafias cubanas. El reverendo Pat Robertson,32 era y es el ídolo de mafia. Después de 40 años, los centenares de grupos de Miami siguen recaudando dinero entre los infelices inmigrantes para realizar planes disparatados, como este de la flotilla. En el fondo se trata de un negocio, una industria, una manipulación. Los medios de comunicación locales son cómplices en esta farsa.
Luis Báez: ¿Qué criterios tiene de las mencionadas organizaciones? Luis Ortega: Son una manera de vivir. Por lo general, son organizaciones de tipo familiar. Hemos visto cómo algunas gentes, micrófonos en mano, se han hecho ricos con maratones y colectas patrióticas. Hemos visto aparecer 456 organizaciones pasando el cepillo de manera constante. Estoy abiertamente en contra de todos estos individuos que utilizan los micrófonos para el enriquecimiento personal. Ya está bueno de patrañas. Los que hemos estado todo el tiempo en contra del anticastrismo de factura americana nos hemos quedado sin ubicación ideológica. Estamos en el limbo. Somos seres contradictorios y confusos. Es difícil ser algo cuando uno se mueve entre dos polos. Somos los desterrados del destierro. Actualmente estamos asistiendo a los funerales del aparato contrarrevolucionario. Luis Báez: ¿Por qué lo dice? Luis Ortega: Lo que está en crisis, y en proceso de desaparición, es 35
el anticastrismo como industria. Es decir, como aparato, como negocio. Las gentes, muchas gentes, aceptan la idea de que muchos sinvergüenzas se han enriquecido con la industria. Estoy convencido que si el Gobierno cubano resuelve sus problemas económicos y se abren aún más las puertas para que la mayor parte de los inmigrantes puedan visitar la Isla es evidente que la mayor parte de estos entrarían en fase de indiferencia política. Es decir, no regresarían a Cuba, a no ser de paseo. Creo que eso sería lo mejor. De hecho, por imperativos del proceso, los emigrantes ya no tienen nada que ver con Cuba... Yo mismo me considero un emigrante. Hace años que dejé de ser un exiliado político. Luis Báez: ¿Qué le parece el invento de la flotilla? Luis Ortega: Esta empresa de la flotilla ha terminado en forma ridícula. No podía ser de otro modo. Todo proyecto político tiene que estar respaldado por una tesis, por un repertorio de ideas. Aquí ya no hay ideas. En Miami se ha llegado al agotamiento, a la indigencia intelectual. Toda la empresa de la flotilla ha sido disparatada. Lo grave no es que se aparezca un tipo, el cual no sabe de donde viene ni qué lo trae, y que se lance a preparar expediciones marítimas a las aguas territoriales de Cuba con fines ridículos. Lo grave es que inmediatamente aparecen centenares de papanatas en Miami hablando de “la pujanza de una nueva generación” y elogiando al personaje. En las paginas del Herald he leído artículos asombrosos analizando la “insurgencia generacional”. 36
Y todavía más grave, de inmediato se presentan varios centenares de cubanos irresponsables dispuestos a montarse en los barcos para ir a hacer el ridículo al borde de las aguas jurisdiccionales. Escuché un dialogo por los micrófonos de Radio Mambí entre Ramón Saúl Sánchez 33y el incoherente Agustín Tamargo34 que me dejó pasmado. Uno siente vergüenza al oír cosas como esas. También da vergüenza tener que escribir sobre ellas. ¿ Cómo es posible descender a regiones tan profundas de la tontería humana? ¿Hasta donde hemos descendido que se considera como un acto heroico arrimarse en un barco a las aguas de Cuba para tocar el himno? Y ni siquiera eso saben hacer. No se les ocurre consultar el estado del tiempo antes de salir. No se les ocurre inspeccionar los barcos para saber si están haciendo agua. Recaudan miles de dólares y luego contratan barcos en mal estado. Hablan de “morir en la empresa”, pero todos llevan salvavidas. José Martí35 se montó en un bote para desembarcar en Cuba y no llevaba salvavidas. Tampoco lo llevaban los del Granma36. ¡ Que distancia enorme entre el pasado y el presente! Luis Báez: ¿Combatir la Revolución se convirtió en un buen negocio? Luis Ortega: Eso no lo puede negar, nadie pero es obvio que la industria del anticastrismo en Miami se está enfriando poco a poco. Hay señales inequívocas de que el negocio como tal está perdiendo clientela. Eso no quiere decir que la oposición a Castro, en ciertos sectores de la comunidad cubana, vaya a desaparecer. Lo que está en crisis es el negocio, es la industria, es la explotación de las pobres
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gentes que han vivido confiando en las informaciones que se suministran por la radio. Hay como un despertar. Luis Báez: ¿Los grupos ultra son amantes de la provocación? Luis Ortega: Lo de la provocación como estrategia política forma parte de la tradición cubana. Responde, estrictamente, al concepto de la inevitable dependencia de Cuba a los Estados Unidos; la vieja frase cubana “ de que aquí tienen que venir los americanos” emanaba de nuestro radical pesimismo nacional. Era necesario alterar el orden, provocar conflictos, alzarse en algún lugar con cuatro guajiros, poner unas cuantas bombas y siempre con el propósito de convencer a los americanos de que el que mandaba en Cuba no era buen capataz. Que era necesario destituirlo. Durante gran parte del siglo XIX se hicieron numerosos planes para enemistar a España con los Estados Unidos. Las clases económicas, que deseaban someterse a la protección de los Estados Unidos para salir de la dominación española, siempre soñaron con la intervención de Washington. La voladura del Maine37, el 15 de abril de 1898, fue la provocación perfecta. Nunca se sabrá cómo fue la cosa, pero es evidente que los cubanos de aquella época vieron el hecho como caído del cielo. Martí, quien temió siempre la intervención de los Estados Unidos en el conflicto, debe haberse estremecido en su tumba. Este acontecimiento es un ejemplo que debe ser tomado en cuenta. Las tendencias anexionistas estaban muy arraigadas entre los cubanos a fines del siglo pasado y ese fue el motor que impulsó a los terroristas que volaran el crucero americano.
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El propósito, en aquel entonces, fue provocar el conflicto entre España y los Estados Unidos y, de este modo, conseguir que la isla pasara a manos de los americanos. Es evidente que lograron sus objetivos.
Los
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marinos
americanos
fueron
sacrificados
persiguiendo un propósito político. Luis Báez: A partir de aquel momento, ¿qué ocurrió? Luis Ortega: A partir de aquel momento, la estrategia de la provocación funcionó siempre en Cuba. La mejor manera de combatir a un gobierno no era en las urnas. Lo que se hacía era alterar el orden para que volvieran los americanos. Cuando Tomás Estrada Palma38 quiso reelegirse en 1906, sus adversarios se alzaron y volvieron los americanos, para restablecer el orden. La estrategia funcionó durante todos los años de la república. A veces no volvían los americanos sino que mandaban a un procónsul a regañar al Presidente que se portaba mal. A Machado le mandaron al embajador Summer Welles39, con instrucciones de “resolver” el problema. Desde que llegó Welles a La Habana, la embajada se llenó de cubanos que iban a dar quejas contra el Presidente. Con algunas pocas excepciones, los cubanos dieron, en aquel entonces, una demostración de servilismo repugnante. Fue lo que se llamó “la mediación”. Machado fue destituido por el embajador. El proceso revolucionario que comenzó en 1959 rompió con esa tradición. En rigor, si se viene a ver, los dirigentes políticos que en 1960 huyeron de Cuba para buscar el apoyo de los Estados Unidos estaban haciendo lo mismo que habían hecho en el pasado, los
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adversarios de los otros gobiernos. Buscar el amparo de Washington para “tumbar” al Gobierno de Fidel Castro. Hicieron lo mismo que habían hecho los que habían corrido a la embajada para
darle las quejas a Welles contra Machado.
Desde 1960 se están oyendo las quejas. Desde entonces se están acusando a los americanos porque son flojos, porque no “tumban” a Castro, porque no hacen nada, porque nos han olvidado, porque son unos traidores. Luis Báez: Trataron de implicar a Cuba en el asesinato de Kennedy. Luis Ortega: Eso es muy cierto. Algunos teoricos hablaron de la posible participación de exiliados cubanos en el asesinato del Presidente Kennedy para provocar la intervención en Cuba. Nunca se sabrá la verdad. En los primeros momentos se pensó en acusar a Castro del crimen. Tenemos que situarnos en la época. El día del asesinato de Kennedy yo estaba en Ciudad México y vi a un grupo de cubanos brindando alborozados por la muerte del presidente americano. Daban por cierto que ahora sí los Estados Unidos tendrían que intervenir en Cuba. A Kennedy lo odian a muerte los cubanos de Miami porque mandó una invasión a Cuba y se negó a invadir a la isla. Durante la crisis de los cohetes en octubre de 1962 estos cubanos de Miami corrían de un lado a otro entusiasmados ante la perspectiva de una guerra nuclear. Soñaban con una catástrofe que hundiera a Cuba en las aguas del Caribe. ¿Hasta dónde puede llegar el anhelo de los cubanos de provocar un conflicto para obligar a los Estados Unidos a desembarcar en Cuba? 40
En realidad, este anhelo de provocar a los Estados Unidos sigue vigente entre los cubanos. La estúpida campaña sobre la planta nuclear de Juraguá se hace para meterle miedo a los americanos. Nadie les hace caso, pero la intención es buscar el conflicto. Ya todos los argumentos que se han estado usando desde 1959 han perdido importancia. Lo de los derechos humanos se ha convertido en un verdadero relajo. Pero, tienen que insistir en buscar pretextos para conmover a la opinión pública americana. No lo pueden lograr, porque ya es tarde y ya hay fatiga. Luis Báez: ¿Hay alguna coincidencia entre aquella situación y la actual? Luis Ortega: Hoy estamos en una situación parecida. La gran masa de cubanos anticastristas ha sido entrenada durante estos años para entender que el futuro de Cuba como nación tiene que basarse en la dependencia política y económica a los Estados Unidos. “Cuba tiene que ser un apéndice de los Estados Unidos”, escribió en un libro Carlos Alberto Montaner40, uno de los mejores ideólogos de la tesis anexionista. Los intereses multimillonarios de las empresas licoreras y azucareras han aportado grandes sumas de dinero para provocar conflictos entre Cuba y los Estados Unidos. Los grupos cubanos de Miami que operan con criterios superados por la historia, se han agotado. Además, la época en que Washington mandaba emisarios a Cuba para regañar al Presidente quedó atrás. Luis Báez: Entre las provocaciones y agresiones, ¿ se encuentra la operación Peter Pan41?
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Luis Ortega: Me recuerdo muy bien. Eso fue en la década de los 60. A través de las trasmisiones de Radio Swan42, se regó el rumor de que el gobierno cubano iba abolir la patria potestad. Incluso imprimieron un falso decreto mediante el cual el Gobierno le iba a quitar los niños a sus padres. Por supuesto, todo era falso. La intención era crear el descontento en la Isla. El resultado fue que 14 000 niños fueron sacados de Cuba, apresuradamente, y almacenados en una especie de campo de concentración en el sur de Miami, en un lugar llamado “Matecumbe”.43 Fue una operación realmente sucia. Recuerdo haber estado de visita en aquel campamento lleno de niños sin padre. Era un espectáculo triste. ¿ Qué necesidad había de sacar aquellos niños de Cuba para distribuirlos por todos los Estados Unidos, muchos de ellos en orfelinatos? Los curas tuvieron mucho que ver en la operación. Muchos de aquellos niños pasaron cinco, diez, quince años solos en los Estados Unidos, viviendo de la generosidad americana. Algunos ni siquiera llegaron reunirse con sus padres. Algo realmente canallesco. Luis Báez: ¿Y que me dice de los pronósticos de los economistas? Luis Ortega: Hay economistas en Miami, incluso profesores que llevan más de tres décadas demostrando en sus charlas por radio que, de acuerdo con las leyes más elementales de la economía, ya a Castro le quedan apenas tres meses de vida. “No pueden funcionar más de tres meses”, exclaman, apasionadamente, y los años y las décadas y nada, sigue funcionando.
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¿Por qué? Porque estos mismos economistas siempre parten de premisas falsas. Siempre se basan en informaciones falsas. Es decir, viven en otro mundo, en una sobre – realidad. En una ficción. Inclusivo los que se han enriquecido en este mundo, es decir, los pícaros, se sienten a gusto en esta nebulosa. Luis Báez: ¿Cuál es su opinión sobre Jorge Mas Canosa? Luis Ortega: Te diré que la muerte de Mas Canosa es la muerte de la Fundación. Acumuló demasiados millones de dólares. Y no se puede negar, en modo alguno, que sus compañías prosperaron al calor de sus relaciones en Washington y de sus contribuciones a las campañas políticas de los americanos. Mas Canosa hizo una cosa muy interesante: en vez de dejarse sobornar por los americanos se dedicó a sobornarlos. Respeto mucho a los hombres inteligentes, aunque no tengan mucha vergüenza. Nunca intercambié dos palabras con Mas Canosa porque era el tipo de cubano que hablaba a gritos y manoteaba mucho, pero es obvio que el hombre tenía vocación para el mando y era ejecutivo. Él fue creador de Ileana Ross44 y Lincoln Díaz Balart45, los dos pintorescos personajes del mundo cubano, que se desempeñan como legisladores. Quién les es iba a decir a los fundadores de la patria americana que dos energúmenos como estos estarían sentados en el Capitolio Nacional. No es un secreto que algunos de sus socios en la Fundación Cubano-Americana se quejan de que ellos no han podido participar, sustancialmente en los beneficios que recibió Mas Canosa. Es decir, hubo engaño. Cuando los negocios van mal, los socios entran en
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disputa. Los otros, los que han puesto el dinero, no han recibido suficientes beneficios. Luis Báez: ¿ Por qué llegó a ese liderazgo dentro de la mafia? Luis Ortega: Por el dinero. Se hizo millonario, poniendo a un lado los escrúpulos éticos y llegó a organizar un vasto sistema de complicidades políticas, consagrándose a defender los intereses de los Estados Unidos. En un artículo que publicó la revista The New Republic, el 3 de octubre de 1994, emplearon la palabra mobster para referirse a Mas Canosa y también la palabra megalomanía. Eso lo irritó mucho. ¿Qué es un mobster ? La palabra no aparece en los diccionarios más comunes. Sin embargo, en los más especializados se define mobster como el miembro de una banda de criminales. En Miami algunas gentes han tenido que pagar un alto precio por discrepar del pintoresco personaje que se proclamaba como el líder más importante de la causa anticastrista. Con sus relaciones y con su dinero logró que algunos de sus críticos y competidores fueran investigados por el Buró Federal de Investigaciones (FBI)46 o por el Internal Revenue Service (IRS).47 Durante años, la Fundación estableció un régimen de terror en Miami. En cierto modo se trata de una organización, hasta cierto punto secreta, que se infiltra silenciosamente en todas partes y premia a los que la obedecen y castiga a sus críticos. Ninguno de los candidatos, en ninguno de los municipios de Miami, y tampoco en el Gobierno del condado, podían atreverse a aspirar si no contaban con el visto bueno de la Fundación y de Mas Canosa.
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Este personaje manejaba, con absoluta autoridad, las trasmisiones de Radio Martí y las de TV Martí.48 Esta última nadie la ve en Cuba, pero Mas Canosa obligaba al Gobierno a pagar por unos programas ridículos que nadie ve, simplemente para demostrar la fuerza que tenía en la Casa Blanca y en el Congreso. Nadie podía trabajar en estas plantas si no tenía la aprobación secreta de Mas Canosa. Si algún día se creara una comisión de alto nivel para investigar las ramificaciones de la Fundación en el sur de la Florida, en los gobiernos locales, en el Gobierno del Estado, en la obtención de contratos millonarios, en la distribución de puestos, etc. , el resultado sería espectacular. ¿Cuántas gentes fueron amenazadas por Mas Canosa y por los elementos que formaban su guardia personal? El representante demócrata por Nueva York, Charles Rangel49, denunció que fue amenazado por Mas Canosa. La Fundación se gastó una considerable cantidad de dinero para impedir la reelección de Rangel. Claro está que fracasó. En Miami, la lista de los amenazados sería interminable. Mas Canosa no tenía una ideología. Toda su política consistía en sobornar a congresistas americanos, presionar en los medios de comunicación y hacer mucha bulla para provocar una invasión a Cuba por las tropas de los Estados Unidos. Mas Canosa aspiraba llegar al poder del mismo modo que lo hizo el gordo Endara50, en Panamá. ¿Y después? Venderlo todo. Vender las concesiones. Vender las propiedades. A eso tan simple se reducía su ideología. La Fundación es una especie de organización masónica sin ideales donde se han agrupado los peores cubanos que forman las filas de la 45
emigración. Gente sin escrúpulos morales de ninguna clase. Me imagino que en esa organización debe haber algunas raras excepciones. Yo no las conozco. Luis Báez: ¿Qué tipo de sociedad han construido? Luis Ortega: El tipo de sociedad que han construido los cubanos que se llaman “desterrados” está calcada, al detalle, de la sociedad protestante usual en los Estados Unidos. El héroe no es José Martí que cruzaba a pie el puente de Brooklyn, más pobre que una rata y se montó en un bote para ir a morir a Dos Ríos. El héroe es Mas Canosa dedicado, en cuerpo y alma, a hacer millones de dólares “a como sea” y que cruzaba las calles de Miami, y tal vez el puente de Brooklyn, rodeado de guardaespaldas y en un lujoso carro blindado. Mas Canosa era el jefe agresivo, y poco escrupuloso, de un grupo de cubanos negociantes, el dueño de empresas que trajinaban con los gobiernos y que recibían millones dólares en contratos, frecuentemente amañados, esa era la gran figura para estas gentes. Han muerto a lo largo de estos 40 años miles de cubanos que de buena fe estaban luchando por ideales, lo mismo del lado de acá que del lado de allá, pero esos no tienen importancia. El anonimato los devora. De las cosas que publicaron en los periódicos sobre Mas Canosa o lo que se dijo por la radio y la televisión se podría tener la falsa impresión de que murió un patriota austero y digno que soñaba con una patria mejor para todos. Pero, Mas Canosa en realidad representaba el pensamiento cubano que siempre ha querido mantener a Cuba como una colonia de los 46
Estados Unidos. ¿Tenía Mas Canosa algunas ideas políticas o sabía realmente algo de la triste historia de Cuba? Creo que estaba muy lejos de eso. ¿Era en verdad un dirigente político interesado en el destino del país donde nació? No hay indicios de que este hombre haya hecho otra cosa que usar el problema de Cuba para beneficio personal y para enriquecer a sus socios. Era un hombre que iba a la radio a amenazar a sus adversarios y que jamás produjo una idea que fuera de utilidad para la humanidad. Se construyó una imagen de gran dirigente a fuerza de dinero y supo enriquecer a los miembros de su camarilla. Este hombre representaba los intereses coloniales de los Estados Unidos y fue el vocero de la anti-Cuba. Con su dinero y sus sobornos hizo todo lo posible para empobrecer y tratar de arruinar a Cuba. Se convirtió en el mejor representante de las fuerzas oscurantistas y mercenarias que entregaron la República el 20 de mayo de 1902. El ideal que este hombre defendió con sus campañas de propaganda era el de la invasión a Cuba, el bombardeo a la Isla, el saqueo de sus riquezas, la destrucción de sus ciudades, el bloqueo criminal. Desde un punto de vista político, al margen de la compasión humana, nada de eso lo hace merecedor de las lagrimas de los cubanos decentes. Cada cosa en su sitio. Paz a sus restos. Luis Báez: Los cubanos que arriban a Miami, ¿son presionados por la Fundación? Luis Ortega: El cubano que llega a los Estados Unidos se ve sometido a un barraje de propaganda que lo obliga integrarse a la mafia, so pena de verse excluido de todo. Discrepar de los esquemas mentales
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que se han creado es peligroso. Eso se considera traición. Las discrepancias provocaron varios asesinatos. El terrorismo todavía existe. Las puertas están cerradas para todo los que protestan contra el sectarismo. Las mafias ejercen un control muy sutil, pero que se siente en el aire. La Fundación Nacional Cubano Americana controla el acceso a las universidades y a la mayor parte de los cargos públicos en el Condado de Dade. Los cuerpos de policía están infiltrados, al igual que el servicio de aduanas. Es asombroso que no se haya iniciado una investigación en el Congreso para poner al desnudo la corrupción que existe en Miami y como estos grupos cubanos han organizado un sistema de extorsión y de persecución que no tiene precedentes en los Estados Unidos. Se trata de un aparato de terror que se ha ido creando con el propósito de controlar las actividades políticas y económicas. Richard Nixon51, Ronald Reagan52 y George Bush53 son los autores del manicomio de Miami y fueron los que ayudaron a enriquecerse a estas gentes. Los tres fueron muy importantes en el proceso de creación de la mafia. Luego, entonces, otro republicano significaría el retorno al pasado. No tienen ideas; tienen instintos. Si se hiciera una investigación a fondo sobre el origen de las enormes fortunas que han hecho estos cubanos de Miami -siempre con el pretexto del problema cubano -, se descubriría la existencia de un bajo mundo muy sórdido. Pero, esa investigación no se hará nunca, porque hay muchos elementos políticos americanos involucrados en el proceso. Luis Báez: ¿Cuántas posiciones existen en el exilio?
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Luis Ortega: Podría decirse que entre la gran masa de cubanos que vive en el extranjero, -y que se hacen llamar “exiliados”, algunos con razón y otros sin ella -, hay cuatro posiciones muy definidas, o sea, cuatro maneras de enfocar el problema de Cuba. En cada una de las posiciones hay diversas variantes, pero en lo fundamental coinciden. Hay el sector de la vieja generación congelada que aspira a darle marcha atrás a todo lo que se ha hecho en Cuba en estos últimos 40 años, lo bueno y lo malo. Estas gentes quieren la liquidación del proceso revolucionario y ven con buenos ojos que la Isla retorne a la esfera de influencia de los Estados Unidos. Sueñan con un golpe de Estado, con el asesinato de Castro, con el castigo de todos los culpables, con juicios sumarios, etc. En este sector, además de los viejos de la primera jornada que quedan vivos, aparecen todos aquellos que estuvieron complicados en los primeros años de Revolución. Hay que situar en este grupo al millonario Huber Matos54, a Agustín Tamargo, Carlos Franqui, Guillermo Cabrera Infante, Cesar Léante,55 Jesús Díaz56 y a todos los individuos que desertaron de la Revolución y se han convertido en feroces conversos. Individuos que lograron convertirse en personajes gracias a la Revolución son los más intransigentes a la hora de hablar del problema cubano. ¿Qué hubiera sido del difunto Mas Canosa si gracias a la Revolución no hubiera salido de Cuba? Probablemente habría pasado el tiempo sentado en un banco del Parque Céspedes de Santiago de Cuba, rodeado de un grupo de amiguitos, hablando de la última película de vaqueros.
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Ahí tienes el caso de Jesús Díaz que cuando era secretario del Comité del Partido en el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica ( ICAIC) siempre se opuso a que destacados cineastas fueran militantes de partido debido a que eran homosexuales y desde su cargo de director del Caimán Barbudo 57 no tenia piedad con nadie que no mantuviera una posición marxista. Lenin58 estuvo muy claro cuando dijo que “debajo de la piel de un extremista había un oportunista”. El pesado fardo del pasado los obliga a tomar una posición radical. Quieren sangre. Quieren disfrutar del dulce placer de la venganza. Ellos saben que no tienen regreso a nada. Muchos son demasiado viejos. Otros se han hecho ricos con la industria del anticastrismo. Los hay que son muy brutos y no les queda más remedio que pedir soluciones simples. Este primer sector - que cada vez se va reduciendo más porque la Revolución ya lleva 40 años en el poder y no hay señales de que se vaya a terminar -, cree, y lo dice, que mientras quede un cubano vivo en la Isla hay que seguir luchando desde el extranjero y disfrutando de las comodidades de lo que llaman “exilio”. Están esperando que sean otros los que se sacrifiquen. Hay un segundo sector que ha prosperado en el extranjero utilizando el pretexto de luchar contra el castrismo. Son, sobre todo, los locutores de radio, casi todos analfabetos integrales, absolutamente ignorantes de la historia de Cuba, gentes sin una ideología clara, individuos que han comercializado el anticastrismo. Hacen maratones todos los días. Incitan a las pobres gentes a huir en balsa. Recaudan dinero para todo lo que se les ocurre. Estafan a 50
sus pobres oyentes haciéndoles creer que todo está a punto de cambiar. Llevan nada menos que 40 años, con la misma historia. Por supuesto, estos dos primeros sectores se pueden mezclar. Un tipo puede encajar en el primero y también en el segundo. Mas Canosa, por ejemplo, jugaba en los dos grupos. Hay un tercer grupo o sector que discrepa de los dos primeros, aparentemente. Quieren una negociación con Castro, pero una “negociación en serio”; es decir, con ellos. Quieren ir a Cuba representando una cosa abstracta que se llama exilio para convencer a Castro de que tiene que hacer reformas políticas, incluyéndolos a ellos. Quieren una transición en la cual puedan insertarse. El ejemplo más típico de este sector es Carlos Alberto Montaner. Está loco buscando la manera de conseguir que Castro le dé entrada y lo nombre mediador. La audacia es la virtud de los pícaros. Y Montaner es audaz. Pero, Castro es demasiado listo para dejarse atrapar por el individuo. Queda un cuarto grupo. Son los que observan el problema de Cuba en una forma absolutamente gratuita. Son gentes que conocen la historia de Cuba. Son los que no aspiran a nada. Se oponen a la guerra que le han declarado los Estados Unidos a Cuba y que lleva ya 40 años. No comulgan con ninguna de las tesis que expresan los tres grupos anteriores. No hay aspirantes presidenciales en este grupo. No pertenecen a ninguna de las 456 organizaciones anticastristras que se dedican a recaudar furiosamente. Creen que es posible llegar a un entendimiento con los Estados Unidos, arrancando de una situación de mutuo respeto. Se oponen al 51
embargo porque este es criminal. Entienden que el valladar contra las presiones de Washington de recuperar el control de la Isla es, precisamente, Castro. Conocen muy bien las maquinaciones de los grupos uno, dos y tres y han llegado a sentir un profundo desprecio por los elementos que se desenvuelven en esos grupos. Cada uno de los cuatro grupos puede dividirse y subdividirse. Hay infinidad de variantes. Luis Báez: ¿A qué grupo pertenece usted? Luis Ortega: Me atrevería a decirte que al último. Con ciertas reservas, porque detesto los grupos y es difícil encasillarme. Luis Báez: Hablan del “duro pan del exilio”. Luis Ortega: El exilio ha sido un buen pretexto para que muchas gentes se hayan desarrollado en un sistema económico muy superior al de Cuba y que ofrece excelentes oportunidades. Lo que no es aceptable es que estas gentes pronuncien arengas hablando del “duro pan del exilio”. Lo más gracioso de todo esto es que aquellos que de verdad se han comido el “ duro pan” y no han prosperado en el destierro, esos prefieren no hablar. Y debe tenerse en cuenta que por cada uno que ha triunfado hay veinte que han fracasado. Miles de cubanos honestos han muerto en los Estados Unidos, devorados por la tristeza del destierro. Otros miles sufren todavía las amarguras del alejamiento de la Isla. Pero, éstos no hablan ni ejercen como líderes ni forman grupos ni van a los mítines. Es una masa silenciosa.
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(1891 – 1961). Manejó los destinos de República Dominicana durante 31 años. Perdió la vida en un atentado el 30 de mayo de 1961. 2 (1903- ?). Militar cubano que huyó hacía Santo Domingo el 1 de enero de 1959. 3 Situada en el litoral caribeño, próxima a la Ciénaga de Zapata, fue uno de los enclaves por donde se produjo el desembarco mercenario el 17 de abril de 1961. 4 (1922-1967). Presidente de Nicaragua de 1956 a 1963 5 Programa de salud del Gobierno norteamericano dirigido a las capas más pobres. 6 Organización superreaccionaria. 7 Elemento extremadamente conservador. 8 Terrorista de origen cubano financiado por la FNCA. 9 (1924). Periodista. Vive saturado de amargura y resentimiento. Cae en profundo estados depresivos. Es el máximo consumidor de vodka en la ciudad de Miami. 10 (1853 – 1895). Apóstol de la Independencia de Cuba. 11 Yate en que Fidel Castro y sus 81 compañeros hicieron la travesía desde Tuxpan, México hasta las Coloradas, cerca del poblado de Belic, en las costas orientales de Cuba donde arribaron el 2 de diciembre de 1956. 12 Acorazado norteamericano que estalló en el puerto de La Habana. 13 (1835 – 1908). Presidente cubano de 1902 a 1906. Su mandato fue de sumisión a los Estados Unidos y dependencia total de este. 14 Embajador norteamericano que desempeñó un papel importante en el derrocamiento de Gerardo Machado. 15 1942). Periodista de origen cubano. Firme partidario de la anexión de Cuba a los Estados Unidos. 16 Al frente de la operación se encontraban los hermanos Pola y Ramón Grau Alsina en combinación con autoridades norteamericanas y algunos sacerdotes. 17 Estación de radio manejada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Estaba ubicada en la isla Swan frente a las costas de Honduras 18 Campamento donde fueron alojados numerosos jóvenes víctimas de la operación Peter Pan. 19 Representante a la Cámara de origen cubano. Más conocida como la “loba”. 20 Representante a la Cámara de origen cubano. 21 Dependencia del Departamento de Justicia y principal Agencia Federal de Investigación. Tomó su nombre actual en 1935. 22 Organismo encargado de cobrar los impuestos. 23 Emisoras anticubanas financiadas por el Gobierno norteamericano. 24 Representante a la Cámara. Opuesto al bloqueo a Cuba. 25 (1937). Guillermo Endara fue colocado al frente del Gobierno panameño en 1989 cuando las tropas norteamericanas ocuparon el país. Permaneció hasta 1994. 26 (1913 – 1994). Gobernó los Estados Unidos desde 1969 hasta 1974 en que se vio obligado a dimitir por el escándalo de Watergate. 27 (1911). Se mantuvo en la presidencia desde 1981 hasta 1989. Durante su administración intervino en diversas ocasiones en los asuntos internos de otros países, tanto de forma indirecta en el apoyo a los regímenes conservadores de El Salvador y Honduras, en la ayuda a la contrarrevolución nicaragüense, como en la invasión directa a la isla de Granada en 1893. 28 (1924). Estuvo en la presidencia hasta 1993 y es el máximo responsable de la invasión militar a Panamá. Desempeñó un papel muy importante en la guerra del Golfo Pérsico en 1990. 29 (1919 ). Ex comandante del Ejército Rebelde. 30 1928). Escritor. Profundamente extremista. Pidió asilo en España en un viaje de trabajo. 31 Escritor. Autor de numerosos artículos y documentales a favor de la Revolución hasta que traicionó el proceso. 32 Publicación de la juventud comunista. 33 (1870 – 1924). Fundador del Primer Estado Socialista.
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Bomba de tiempo
Luis Báez: Realmente, ¿existe un exilio? Luis Ortega: No hay tal exilio. Hace muchos años que los cubanos están viviendo una verdadera comedia política. Han convertido la palabra en un sitio. “Aquí en el exilio”, dicen, como si se tratara de un punto geográfico. No hay tal. El exilio, el destierro, es una tragedia. Es la muerte que se lleva por dentro. Es la perdida de los hijos que les nacen híbridos y que llegan a despreciar a los padres que viven en el pasado. Es la perdida de la lengua, que es la sangre que vivifica el alma. Lo más trágico que le puede ocurrir a un hombre es quedarse sin lengua y sentir que la están destrozando en las calles. El exilio es una cosa muy seria. El verdadero desterrado es el que sale de su patria porque es perseguido y porque sus ideas políticas ponen en peligro su vida y la de su familia, que sabe que no tiene más vida que la que podría recuperar con el regreso. Salvo una minoría, sobre todo la que arrancó al principio cuando muchas gentes no aceptaron los cambios que impuso la Revolución, salvo esa minoría el resto de esto que llaman “exilio” es una burda emigración de tipo económico y político. Digo político porque hay un sector de la población cubana, - y siempre lo hubo- que, instintivamente, tuvo agazapado en el anhelo de trasladase al Norte. Lo que los retenía en la Isla era la imposibilidad de emigrar. No hay nada fuera de la patria que pueda servir de consuelo al desterrado que se queda con las raíces al aire. No tiene futuro. Su
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futuro es su pasado. No es cierto que el desterrado tenga que besar la tierra que le da asilo, como han hecho miles de cubanos a través de los años. La tierra del asilo no es la libertad. La libertad ha quedado atrás, es su pasado. Nadie es libre fuera de su tierra. La tierra que lo acoge es fea y dura, sobre todo si es tierra de otra lengua difícil. Por eso decía Martí que “nunca son más bellas las playas del destierro que cuando se le dice adiós”. No son bellas cuando se llega a ellas. Lo son cuando la abandonamos. Luis Báez: ¿Es el exilio una creación de los Estados Unidos. Luis Ortega: El exilio cubano ha sido inventado, financiado, protegido y utilizado por los Estados Unidos, incluso en las campañas políticas presidenciales, debido al caudal de votos que han llegado a tener los cubanos, quienes, en gran mayoría, son ya ciudadanos americanos. Y no se puede tener la menor duda de que miles de cubanos han asimilado muy bien la sutil propaganda que están recibiendo desde hace años y se sienten como patriotas que viven en un destierro similar al de los cubanos del siglo pasado. Los llamados “dirigentes del exilio” en el 2000 son individuos de un nivel intelectual y político muy bajo; a ocurrido un serio proceso de degradación. Sin embargo, ellos, con el apoyo americano, insisten en que “el exilio tiene que formar parte de cualquier solución política”. Hablando constantemente de que sin ellos no es posible llegar a un clima de paz en Cuba y eso es falso. La mayor parte de estos dirigente son ciudadanos americanos que se han enriquecido durante el proceso y ni siquiera están capacitados desde el punto de vista intelectual para participar en un Gobierno en Cuba. 55
La documentación que existe a estas alturas sobre la conducta de los cubanos a lo largo del proceso del exilio es abrumadora y revela un grado alarmante de entreguismo a los intereses americanos. Por primera vez en la historia política de Cuba ha sido imposible integrar una oposición legítima al Gobierno de Castro ajena a las presiones de Washington. Los esfuerzos que se han hecho, algunos muy estimables, han degenerado siempre en el servilismo. Esta es la razón principal que explica la esterilidad de los grupos de supuestos exiliados. En su mayoría son simples emigrantes económicos que se disfrazan de exiliados y asumen el repertorio de ideas que desde el principio fue suministrado por los agentes de Washington. Ese repertorio, por supuesto, ha sido siempre de extrema derecha. El caso mío no es único. Hay miles de cubanos que llevan muchos años en los Estados Unidos con la etiqueta de exiliados y que, sin embargo, no comparten, en modo alguno, las corrientes ideológicas que corren por Miami y otros centros de cubanos. No se expresan públicamente porque la cautela les impone el silencio. Discrepar tiene sus peligros, sobre todo de naturaleza económica. Eso no quiere decir, necesariamente, que estas gentes, y me incluyo yo mismo, estén de acuerdo con la Revolución y estén dispuestos a un viraje de 180 grados. Luis Báez: ¿Han montado una farsa? Luis Ortega: Eso es lo grave, lo peligroso, es la farsa. Lo grave es que se han convertido en factor de perturbación que usan los americanos para tratar de rescatar la influencia que perdieron en Cuba. Lo grave es que operan como cómplices de los Estados Unidos 56
y en contra de los verdaderos intereses de Cuba. Lo bueno que tiene todo esto es que la comedia se está acabando porque las realidades de la vida se van imponiendo. Se van muriendo los viejos desterrados. Van surgiendo caras nuevas que no necesitan engañar a nadie. El lema de lo que importa es el cash se va adentrando en el alma de estas gentes. Luis Báez: ¿Dónde radica el mal? Luis Ortega: En los orígenes. No hubo en lo que se refiere a la mayoría, un verdadero exilio político. No eran perseguidos. Eran gentes sobornadas. La Revolución, en rigor, tuvo pocos enemigos verdaderos. Tuvo perjudicados, gentes que fueron dañadas por el nuevo proceso político que comenzaba. Fueron pocos los perseguidos. Con aquel material humano fue que los americanos inventaron lo que pomposamente se hace llamar “el exilio cubano de Miami”. En realidad hubo gentes inteligentes, pero vanales e irresponsables, en los primeros tiempos de la parodia. Ya han muerto casi todos. Lo que ha venido después es la resaca. Básicamente, los desertores de la Revolución, los que hicieron horrores en los primeros tiempos y después salieron huyendo. La composición política, - llamémosla así por generosidad, intelectual, profesional, empresarial, etc.- , de esto que llaman “exilio cubano”, es de un nivel muy discutible. Y en esto, precisamente, radica el fracaso. En 40 años no han podido hacer otra cosa que buenos negocios, excelentes fraudes y crear un vasto sistema de complicidades. Eso es lo que los une. Por eso 57
se han desprestigiado. El cubano de Miami se ha segregado totalmente del tronco nacional cubano. Es falso eso de que conserva la lengua y las costumbres. En rigor no es la misma lengua y tampoco son las mismas costumbres. Una demostración muy clara está en las relaciones del cubano supuestamente exiliado de Miami con el negro. El odio que existe entre cubanos y negros en Miami es de alta intensidad. Por eso en todo el país, y en el mundo entero, el perfil del supuesto exilio cubano de Miami es abominable. Por eso, quizás, los dirigentes americanos han tenido que llegar a la conclusión de que tienen que quitárselos de arriba. Por primera vez en 40 años el chantaje de los exiliados ha fracasado en el caso del niño Elián. El mundo mágico de Gabriel García Márquez59 se queda corto si se le compara con el delirante universo que hemos creado los cubanos en estos últimos 40 años de magias e invenciones. Luis Báez: ¿Por qué lo dice? Luis Ortega: Porque hay material suficiente para hacer una antología del disparate. Nuestro Macondo está tejido con sueños. El tema más interesante sería el de los presidentes de los gobiernos cubanos en el exilio con su cortejo de ministros, funcionarios, embajadores, periodistas y todo lo demás. Uno de esos casos fue el de José Morell Romero,60 quien firmaba decretos, concedía audiencias, nombraba embajadores, ministros y mandaba declaraciones a la prensa. Morell por ser el magistrado más antiguo del Tribunal Supremo, el único sobreviviente, se consideraba con capacidad de ejercer la 58
primera magistratura de acuerdo con una constitución de 1940, de la cual ya nadie se acuerda. La idea del gobierno cubano en el exilio es un viejo sueño de los “patriotas” cubanos. Siempre han tropezado con la resistencia de los americanos, que se oponen, sistemáticamente, al proyecto. En los años 1963, 1964, cuando se desmanteló el aparato de sueldos y subvenciones que tenían los americanos en Miami, un grupo de personajes de la época, todos ya fallecidos, se lanzaron a la tarea de formar un gobierno en el exilio. También hace muchos años, otro viejo magistrado llamado Julio Garcerán61 montó un gobierno en un modesto apartamento del ghetto de Miami. Era, en aquel momento, el magistrado más antiguo. Nombró sus ministros, sus embajadores, hasta un Congreso. Algunos amigos lo aconsejaron que dejara esa locura, pero él se negaba pues tenía un mandato sagrado. Los integrantes del nuevo organismo eran ex presidentes, ex senadores, ex ministros, ex embajadores y cosas así. La intención que tenían aquellas gentes era, precisamente, crear el gobierno y entonces salir a recorrer la América Latina, contratando empréstitos para la guerra que iban a hacer. El plan era absolutamente delirante. En aquellos tiempos yo tenía acceso a las deliberaciones secretas de los personajes que estaban ya montando el negocio de las recaudaciones. Uno de los misteriosos americanos de la CIA que, en esos años, le tomaban el pelo a los cubanos nos pidió, a un amigo y a mí, que fuéramos a ver al Presidente para rogarle que renunciara, patrióticamente, en aras de la sagrada unidad de los 59
cubanos. Fue una escena inolvidable. No es posible olvidarla. El presidente, sentado en un silloncito en la humildísima casita de Miami, mientras la esposa freía unos plátanos en la cocina, resistió durante tres horas nuestro asedio. No renunciaba porque el mandato constitucional era inapelable. Y no renunció. Pero, le ocurrió algo peor: fue olvidado y murió decepcionado en algún estado del norte. Cuando empecé a publicar los diálogos que tenían los miembros del gobierno en las reuniones que celebraban alrededor de la piscina de un ex senador, el plan empezó a desmoronarse. Entraron todos en disputa, acusándose mutuamente de ser espías de la prensa. Fue algo así como si alguien hubiera intentado convencer a Sancho Panza de la conveniencia de renunciar al cargo de gobernador de la ínsula de Barataria. Aquello era una cosa delirante. A través de los años, desde 1960, la propaganda ha estado dirigida a establecer la noción de que los dos millones de cubanos que forman el exilio en los Estados Unidos son patriotas que han escogido el camino de la libertad. El hecho de que muchos ya se han naturalizado y estén asentados de manera permanente en el país no influye en nada. Es hermoso y hasta heroico ser un desterrado. Es hasta poético. Martí dejó toda una poética del desterrado. Tratar de convencer a la masa de cubanos de que han sido engañados y de que se han puesto al servicio de una potencia que trata de reconquistar su dominio sobre Cuba parece ser, a estas 60
alturas, un esfuerzo inútil. No es fácil despojarlos de ese carnet de heroísmo patriótico. Luis Báez: ¿Qué es lo que hay? Luis Ortega: Lo que hay, de hecho, es una mayor comprensión hacia la Revolución Cubana y una clara disposición para entender que ocurrido en Cuba es culpa, en gran medida, de la guerra que han desatado los Estados Unidos contra la Revolución. Muchos de los viejos adversarios de la Revolución que no estuvieron de acuerdo con el proceso, han ido cambiado de actitud. El tiempo ha operado en forma benéfica. El exilio no tiene nada de romántico, sino todo lo contrario. Se trata de una estratagema mediante una inversión de miles de millones de dólares, con el propósito de impedir que la Revolución Cubana llegue a consolidarse en paz. El exilio es un artificio montado por la política de Washington. Llevo años opinando desde las entrañas de este supuesto exilio del cual fui uno de sus fundadores. Nadie puede acusarme, y nadie lo hizo nunca, de haber participado en el proceso revolucionario. Yo no tengo nada que ver con la Revolución de Castro y he sido víctima de ella. Con el tiempo he ido modificando mis criterios sobre el proceso cubano. Luis Báez: El vivir fuera de la Patria, ¿ es duro? Luis Ortega: Muy duro. Tradicionalmente, los exilios, en nuestra historia, han tenido un carácter hasta cierto punto romántico. En la época de la colonia los emigrados revolucionarios disfrutaban de una aureola casi heroica. Era gente que - desde los Estados Unidos, perseguidos por 61
agentes españoles y americanos- , luchaban contra España y en tiempos de guerra se embarcaban en expediciones que eran atrapadas muchas veces por los americanos. Después hubo exiliados en los otros gobiernos. En 1923 existieron núcleos de exiliados cubanos en Ocala, Florida. Entre ellos estaban el poeta Rubén Martínez Villena62, el escritor José Antonio Fernández de Castro63 y Calixto García Vélez64 quienes estaban enfrentado al Gobierno de Alfredo Zayas.65 Los grupos de exiliados en tiempos de la dictadura de Machado - en 1930 - fueron más nutridos y estuvieron asentados en Miami. Luis Báez: En la lucha contra Batista, ¿les era fácil moverse a los exiliados? Luis Ortega: No sólo durante el Gobierno de Batista, sino desde la época de las guerras de independencia, y desde el siglo XIX, hasta 1959 los exiliados cubanos en la Florida, tanto en Miami, como en Tampa y Cayo Hueso, tropezaron siempre con la barrera de las autoridades americanas que prohibían las actividades contra el Gobierno de Cuba. Eso era así en tiempos de España y en tiempo de los dictadores. En tiempos del Gobierno de Batista,- entre 1952- 1959, la vida de los exiliados cubanos en la Florida y en otras partes del país fue muy dura. El Departamento de Inmigración fue siempre un azote para los cubanos de aquella época. Las oportunidades de trabajo eran muy escasas. Las autoridades locales y federales perseguían con saña a los cubanos que trataban de hacer algo contra el Gobierno de Batista. En ningún momento durante aquellos años fue posible que los 62
exiliados pudieran conseguir un breve espacio en la radio - en Miami o Nueva York - para trasmitir propaganda contra Batista, quien era considerado un Presidente amigo. Tampoco fue posible hacer una publicación, como no fuera clandestina. Algunos exiliados tuvieron que inscribirse como agentes extranjeros en el Departamento de Justicia de Washington para poder realizar alguna actividad contra el Gobierno de Cuba. Estos grupos de exiliados, en Miami, estuvieron siempre bajo la vigilancia del Gobierno de los Estados Unidos, en colaboración con agentes cubanos. El ex presidente de Cuba, Carlos Prío, fue paseado por la calle Flagler de Miami esposado y lo arrojaron en una celda por delito de mezclarse en algunos actos contra el Gobierno de Batista. En aquellos tiempos los exiliados vivían en la miseria. No era fácil el exilio. Batista tenía en Miami una tropilla de policías que espiaba a los exiliados. Casi toda la gran prensa americana, empezando por The Miami Herald, silenciaba las actividades de los exiliados. Es decir, no había acceso a sus paginas. Los cubanos exiliados que querían obtener la residencia permanente tenían que pagar costosos abogados para gestionar las visas. Recuerdo a Felix Elmuza66 y a Juan Manuel Márquez,67 dos cubanos humildes. Me visitaron la noche antes de embarcarse para México de donde saldrían al poco tiempo en el Granma para morir en el desembarco. Recuerdo a Jorge Agostini,68 volando a Cuba de noche en una avioneta, sin luces a sabiendas que iba a morir. 63
¿Por qué había exiliados pasando miseria en aquellos tiempos y por qué había otros que luchaban dentro de la Isla y morían? Sencillamente porque eran hombres honestos, hombres con ideales. Luis Báez: ¿ Cuándo los norteamericanos cambian de actitud? Luis Ortega: Eso cambió radicalmente al triunfar la Revolución en Cuba. Comenzó la luna de miel de Washington con los cubanos que salían de la Isla. Ya en 1960 la oposición a Castro estaba manejada por Washington. El financiamiento para las actividades subversivas provenía de Washington. La campaña publicitaria contra Castro era pagada por los americanos y, además, dirigida. Las visas las repartían en los parques. A los cubanos que formaban parte del Gobierno revolucionario se les ofrecían cantidades considerables de dinero para que desertaran y se les aseguraba un salario mensual. Se creó una oficina que llamaban “Refugio” y todos los que llegaban recibían permiso para trabajar, un sueldo mensual y hasta un “ranchito” todos los meses. Así fue como empezó a crecer la idea de que quienes se quedaban en Cuba eran traidores y los que llegaban a Miami eran héroes. El ideario que se ha estado manejando en Miami desde 1960 contra Castro ha sido diseñado por los americanos. La condición ineludible para ser aceptado como dirigente anticastrista ha sido, precisamente, la obediencia. Luis Báez: ¿Cómo y por qué se produjo un cambio tan radical? Luis Ortega: La respuesta es muy simple. Cuba había pasado a ser una ficha en la guerra fría y los Estados Unidos estaban iniciando la campaña para aplastar a Cuba. Necesitaban aliados. 64
De la noche a la mañana todas las autoridades, locales y federales, comenzaron a hacerse de la vista gorda. Todo les estaba permitido a los cubanos. Las otras nacionalidades eran perseguidas y encadenadas, como los haitianos, pero los cubanos disfrutaban de privilegios que nunca se les habían otorgado a los extranjeros. Podían hacer lo que les diera la gana. Podían violar las leyes. En ultimo termino, los jueces se mostraban benévolos con los cubanos porque eran algo así como héroes. Los periódicos locales, como el Herald, fueron lentamente infiltrados por los cubanos y llegaron casi a convertirlos en aparatos de propaganda para la causa. Luis Báez: ¿Los que opinan de un modo diferente se les persigue? Luis Ortega: No solamente se persigue a los que opinan de un modo diferente. Se quiere perseguir a quienes no opinan como lo exigen las normas de la chusma. Por supuesto que no es conveniente entrar en generalizaciones. Hay de todo. Y tampoco es posible acusar solamente a los cubanos de esas deficiencias. Inclusivo, sería hasta recomendable ir más lejos y echarle la culpa a la herencia española. Cuando se quiere hablar de imprevisión y de irresponsabilidad siempre es conveniente volver los ojos al extremeño Hernán Cortes,69 que quemó las naves cuando se internó en México para la Conquista. Aquel gesto siempre ha sido mencionado como ejemplo de supremo heroísmo, pero, en rigor, no hay mucha diferencia entre Hernán Cortes y el cubano que se lleva todas las luces rojas y
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stops en las calles de Miami, simplemente porque le da la realísima gana. Es la misma sangre. Los cubanos que quieren poner a salvo su estabilidad mental tienen que marcharse de Miami. O hacer lo que hago yo, es decir: tomar todas las precauciones para no contaminarse. Lo cual requiere una cierta dosis de agresividad. En 1960, todo parecía indicar que el presidente de la Cuba que iban a organizar los americanos después del triunfo de la expedición de Bahía de Cochinos iba a ser José Miró Cardona70. La historia de Miró es muy triste. Luis Báez: ¿Cuál es la historia? Luis Ortega: El día antes de tirar a los expedicionarios sobre Playa Girón, el presidente Kennedy le envío un emisario de alto nivel para informarle que el Gobierno americano no iba a respaldar, en modo alguno, la pintoresca invasión. Esto está plenamente documentado. Miró, con una irresponsabilidad que debe haberle amargado sus últimos días, en vez de suspender la expedición, se calló la boca y dejó que saliera hacia el triste destino que tuvo. Te voy a contar algo para que veas como los cubanos ni aprenden ni se preocupan de la historia. El 18 de julio de 1994, el presidente de la brigada 2506, un hijo de Miró llamado José Miró Torra71 - cuando cayó preso en Girón lloraba como una Margarita , le escribió una carta al Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) exigiéndole en “nombre de Dios, de la Cuba esclava y de la Cuba del exilio”, la intervención armada de
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las fuerzas militares multinacionales de la citada organización en la isla de Cuba. Por supuesto, cuando se habla de las fuerzas multinacionales de la ONU, se está entendiendo que son los “marines” americanos los que la encabezan mayoritariamente. ¿Por qué se empeñan, 35 años después del fracaso de la invasión financiada por los Estados Unidos, en que vuelvan los Estados Unidos a meterse en la aventura de una invasión? ¡Es increíble! Los 300 mini – partidos que existen en Miami revelan claramente el carácter delirante del cubano. Cada uno con sus respectivos líderes y con su programa. Todos son ciudadanos americanos entregados frenéticamente a la tarea de mantener vivo un repertorio de ideas que ya no tienen vigencia en el caso cubano. Luis Báez: ¿Hay cubanos moderados? Luis Ortega: El cubano moderado fue siempre el cómplice del colonialismo. Su misión fue disimular que estaba recibiendo órdenes del Norte. Los grandes abogados, los grandes periodistas, los grandes políticos, la clase rica, llegaron a inventarse una soberanía para andar por casa. Ese fue el fraude de la República. Fue un protectorado benévolo. Cuba era una colonia discreta con su burdel abierto. Comprendo muy bien que los moderados cubanos sean moderados, sobre todo si tienen que vivir y hacer sus negocios enl medio de Miami, lleno de energúmenos, donde las desviaciones ideológicas se castigan con el ostracismo. En Miami hay moderados, semimoderados y ultramoderados. Son, en rigor, aquellos que no comulgan del todo con los mitos que se han levantado en estos últimos 40 años; son los que exhiben, de tarde en 67
tarde, algún gesto de rebeldía intelectual, pero, en lo fundamental, operan en el ámbito del mito. ¿Qué quieren los cubanos moderados? A juzgar por las cosas que insinúan, quieren cambios en Cuba. ¿Qué cambios? Es decir, que Castro se retire, que la Revolución recoja velas. La aparición de Castro dejó encueros a todos. El año 1959 marca la línea divisoria entre una República de cómplices y un país que se lanzó a la ruina para salvar su dignidad. Los Estados Unidos han quedado desnudos ante la historia. Los 40 años de guerra contra Castro ha sido la respuesta de una potencia todopoderosa al gesto de desafío de un rebelde. Castro es el obstáculo al colonialismo. Castro es el defensor de la soberanía cubana. La guerra de los Estados Unidos es contra Castro. Es decir, si aniquilamos a Castro se vuelve al viejo estilo de la colonia. Eso es lo que sueñan algunos de los sinvergüenzas de Miami. ¿Es viable el sueño de Castro de una pequeña isla respetada por el poderoso vecino del Norte? Yo no lo sé. Luis Báez: Ya dejó de ser sueño para convertirse en realidad. Luis Ortega: A ratos, lo dudo. Pero es correcto que yo dude, porque soy un hombre de muchas dudas. Soy un hombre de pensamiento. Yo no soy de los que hacen revoluciones. Yo no soy político. No paso de ser un espectador. Hay algo que sí sé, por supuesto. Hay millones de seres humanos en Cuba que vibran al conjuro de la sola mención de la soberanía. Si los Estados Unidos piensan que se arrojan sobre la Isla y que van a recoger la fruta madura se equivocan.
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Esos militares que andan en bicicleta, y no tienen maletas ni dinero en el extranjero, no son de las gentes que van a huir. Hay que matarlos. En Cuba hay una bomba de tiempo para los Estados Unidos. Esta es una cuestión sombría del problema que no ha sido suficientemente analizada en la Casa Blanca. Luis Báez: ¿Cuál es el objetivo esencial de estos señores? Luis Ortega: Hacerse cada día de más dinero y de incitar a la violencia. Esos son también los objetivos de quienes escriben en los periódicos. Tienes el caso de Huber Matos que es millonario. Cuando llegó al “exilio”, después de unos años de prisión que se deslizaron con bastantes comodidades, le presentó al Gobierno de los Estados Unidos un presupuesto de 3 000 000 de dólares para mantener su organización fantasma. No sé cuánto le estarán dando todavía. Pero, Matos ha recorrido medio mundo pasando el cepillo. Es un rico propietario en Miami. Sus viejos compañeros lo han abandonado acusándolo de traición. ¿ Cómo es que este hombre se atreve a ir a una estación de radio para acusar a quienes discrepan de sus disparates? Recientemente, un viejo profesor emérito que escribe en el Herald con más años que prudencia - contaba en un artículo que su sueño sería poder volar sobre Varadero, ametralladora en mano, arrasando con los turistas. Son cosas de la vejez, por supuesto, pero la incitación está clara. Los cubanos de Miami siempre sueñan pasar sobre Varadero matando turistas. Otro personaje patético, alcoholizado, grita por radio atropelladamente y habla de poner bombas en Cuba, lo cual también 69
contiene una incitación a que se ataque a los intereses americanos en Cuba para acusar al Gobierno de Castro. Todas estas son referencias vagas, pero que están en el ambiente. Los cubanos, puestos a provocar incidentes, pueden llegar a todos los extremos. Luis Báez: Estos cubanos, ¿son felices? Luis Ortega: No creo mucho en la felicidad de quienes se han segregado de la patria en que nacieron para incorporarse a un sistema político y económico que tiende a ser agobiante. La palabra Patria la uso con cierta repugnancia, porque detesto todo lo que parece retórica, pero no queda más alternativa que usarla. Ahí queda. El fenómeno que he observado, a través de los años, es el de la ruptura familiar, la pérdida de la identidad, la descomposición de la lengua materna. Los bienes de consumo no compensan la pérdida de los valores originales del individuo. 1 (1928). Escritor colombiano. Premio Nobel de Literatura en 1982 2 Ex magistrado del Tribunal Supremo. 3 Ex magistrado del Tribunal Supremo. 4 (1899 – 1934). Político y escritor. Su obra literaria apareció publicada post mortem en 1936 y sus poemas se editaron bajo el titulo de la Pupila insomne. Murió a los 35 años. 5 Destacado intelectual cubano perteneciente al Grupo Minorista. 6 General de la Guerra de Independencia. 7 (1861-1934). Presidente de Cuba en el periodo de 1921- 1925. 8 Periodista. Expedicionario del Granma. Murió en el desembarco. 9 Destacado luchador revolucionario. Expedicionario del Granma. Murió en el desembarco. 10. Valeroso revolucionario que fue asesinado por la policía batistiana. 11 (1848 – 1547). Conquistador español de México. 12 )1902 –1970). Primer ministro en las primeras semanas del Gobierno revolucionario. Con posterioridad embajador en España y finalmente máximo dirigente de las organizaciones contrarrevolucionarias. Murió en San Juan, Puerto Rico. 13. Fue de los primeros mercenarios capturados en Girón.
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(1891 – 1961). Manejó los destinos de República Dominicana durante 31 años. Perdió la vida en un atentado el 30 de mayo de 1961. 27 (1903- ?). Militar cubano que huyó hacía Santo Domingo el 1 de enero de 1959. 28 Situada en el litoral caribeño, próxima a la Ciénaga de Zapata, fue uno de los enclaves por donde se produjo el desembarco mercenario el 17 de abril de 1961. 29 (1922-1967). Presidente de Nicaragua de 1956 a 1963 30 Programa de salud del Gobierno norteamericano dirigido a las capas más pobres. 31 Organización superreaccionaria. 32 Elemento extremadamente conservador. 33 Terrorista de origen cubano financiado por la FNCA. 34 (1924). Periodista. Vive saturado de amargura y resentimiento. Cae en profundo estados depresivos. Es el máximo consumidor de vodka en la ciudad de Miami. 35 (1853 – 1895). Apóstol de la Independencia de Cuba. 36 Yate en que Fidel Castro y sus 81 compañeros hicieron la travesía desde Tuxpan, México hasta las Coloradas, cerca del poblado de Belic, en las costas orientales de Cuba donde arribaron el 2 de diciembre de 1956. 37 Acorazado norteamericano que estalló en el puerto de La Habana. 38 (1835 – 1908). Presidente cubano de 1902 a 1906. Su mandato fue de sumisión a los Estados Unidos y dependencia total de este. 39 Embajador norteamericano que desempeñó un papel importante en el derrocamiento de Gerardo Machado. 40 (1942). Periodista de origen cubano. Firme partidario de la anexión de Cuba a los Estados Unidos. 41 Al frente de la operación se encontraban los hermanos Pola y Ramón Grau Alsina en combinación con autoridades norteamericanas y algunos sacerdotes. 42 Estación de radio manejada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Estaba ubicada en la isla Swan frente a las costas de Honduras
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Campamento donde fueron alojados numerosos jóvenes víctimas de la operación Peter Pan. 44 Representante a la Cámara de origen cubano. Más conocida como la “loba”. 45 Representante a la Cámara de origen cubano. 46 Dependencia del Departamento de Justicia y principal Agencia Federal de Investigación. Tomó su nombre actual en 1935. 47 Organismo encargado de cobrar los impuestos. 48 Emisoras anticubanas financiadas por el Gobierno norteamericano. 49 Representante a la Cámara. Opuesto al bloqueo a Cuba. 50 (1937). Guillermo Endara fue colocado al frente del Gobierno panameño en 1989 cuando las tropas norteamericanas ocuparon el país. Permaneció hasta 1994. 51 (1913 – 1994). Gobernó los Estados Unidos desde 1969 hasta 1974 en que se vio obligado a dimitir por el escándalo de Watergate. 52 (1911). Se mantuvo en la presidencia desde 1981 hasta 1989. Durante su administración intervino en diversas ocasiones en los asuntos internos de otros países, tanto de forma indirecta en el apoyo a los regímenes conservadores de El Salvador y Honduras, en la ayuda a la contrarrevolución nicaragüense, como en la invasión directa a la isla de Granada en 1893. 53 (1924). Estuvo en la presidencia hasta 1993 y es el máximo responsable de la invasión militar a Panamá. Desempeñó un papel muy importante en la guerra del Golfo Pérsico en 1990. 54 (1919 ). Ex comandante del Ejército Rebelde. 55 (1928). Escritor. Profundamente extremista. Pidió asilo en España en un viaje de trabajo. 56 Escritor. Autor de numerosos artículos y documentales a favor de la Revolución hasta que traicionó el proceso. 57 Publicación de la juventud comunista. 58 (1870 – 1924). Fundador del Primer Estado Socialista.
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No, es tramposo
Luis Báez: ¿En una época usted fue columnista del Herald? Luis Ortega: Es cierto, pero el Herald ha perdido objetividad en el tratamiento del caso cubano. En su afán de complacer a las mafias que dominan el escenario de Miami, el Herald se ha ido aproximando peligrosamente al estilo de los energúmenos de la radio. Lo cual, en rigor, no le sirve de nada. Basta leer una edición del suplemento en español para entender, cabalmente, que la publicación tiene sólo una misión: publicar artículos contra Fidel Castro. Es increíble como el estilo desmelenado y grosero de los locutores de radio de Miami y de los periodiquitos se ha infiltrado en un periódico como este que en una época fue un diario serio. El Miami Herald, que se ha convertido en el órgano casi oficial de los grupos más rabiosos de Miami, mantiene una política editorial implacable contra Cuba. La mayoría de sus columnistas piden el bloqueo contra Cuba y llegan a solicitar la invasión militar. Luis Báez: ¿Por qué se produjo su salida del Herald? Luis Ortega: Cuando Carlos Alberto Montaner se hizo cargo de las mencionadas páginas de opinión del Herald me provocó para que saltara. Es obvio que yo no encajaba en un ambiente tan sectario. Es comprensible que el Herald, infiltrado por los grupos cubanos, presionando desde afuera, casi sitiado por el odio de los cubanos, quienes llevan años exigiéndole que insulte todos los días a Castro, es comprensible, repito, que se haya visto obligado a renunciar a los 76
atributos del buen periodismo para complacer la canalla de Miami. Es comprensible, pero además, es lamentable. Tienes el caso de Andrés Oppenheimer,1 periodista argentino, antiguo miembro del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), lo cogieron preso, habló más que una cotorra y en premio los militares lo dejaron salir del país. Vino a vivir a los Estados Unidos. Hace años escribió un libro titulado La Hora Final de Castro, profetizando la inminente caída de Castro para ganar méritos con la mafia de Miami y le perdonaran sus pecadillos. El hecho de que Castro se haya resistido a complacer a sus sepultureros, se ha negado a caer, ha servido para profundizar los resentimientos del argentino. O el de Pablo Alfonso.2 ¿Quién es este señor redactor del Nuevo Herald? Se afirma que Alfonso fue, en un tiempo pasado, miembro de los servicios de inteligencia cubanos. Todas estas gentes tienen un origen oscuro. Alfonso no pasa de ser un instrumento de la mitomanía de Montaner y forma parte de su equipo. Luis Báez: ¿Montaner tiene mucha influencia en el Herald? Luis Ortega: Tiene un gran control en la edición en español. Montaner es jefe de un grupo político que opera con el nombre de Plataforma Liberal Democrática y viaja por el mundo entero con las credenciales del Herald haciendo propaganda contra el Gobierno de Cuba. Casi todo el personal del periódico, incluida su hija, ha sido colocado por Montaner. Es la primera vez en el periodismo americano que un diario del tamaño del Herald se convierte en un órgano 77
semioficial de un grupo político que se dedica a recaudar fondos en Europa y América Latina.
Luis Báez: ¿Usted lo conoce bien? Luis Ortega:
Muy bien. Al igual que a su difunto padre Ernesto.3
Pudiéramos decir que de tal palo tal astilla. Me ha acusado de que le he desatado una enconada persecución. Esto no es cierto. O, al menos, no es enteramente cierto. Creo, en forma definitiva, que a Montaner hay que perseguirlo por razones higiénicas. Es casi un deber de todo cubano que se respete. Este bicho está perpetrando la campaña más innoble que se ha hecho jamás en contra del espíritu nacional cubano. Lo grave es que entre algunos cubanos de Miami se ha difundido la peregrina idea de que Montaner representa un conjunto de tesis políticas, lo cual no es cierto. Detrás de esta fachada hay un fraude. El hombre más apto para organizar congresos de intelectuales cubanos sin intelectuales es Carlos Alberto Montaner. Su capacidad para inventar disidentes, falsificar poetas, recaudar enormes cantidades de dinero, viajar incansablemente por el mundo entero, coordinar festivales, piñatas políticas, banquetes, negocios, editoriales, etc. , es extraordinaria. Nadie lo puede superar en ese terreno. Hay que ubicarlo en la picaresca española. Es un tipo muy hábil para hacer trampas y ganar dinero. Se promociona bien. Este tipo de hombre se ha dado siempre muy bien entre nosotros. Sueña con un protagonismo que siempre se le escapa de las manos.
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Montaner no es un intelectual ni un periodista ni un político. Es un excelente publicitario. Y lo hace bien, sin escrúpulos de ninguna clase. Ni siquiera se molesta en escribir o en elaborar ideas. Tiene un equipo que le trabaja la prosa de 9 de la mañana a 5 de la tarde. Y en cuanto a las ideas, usa las ajenas con un desparpajo admirable. Hace años, Montaner - cuya picardía me simpatizaba porque me hablaba mal de su padre - y yo teníamos un amigo en común que se llamaba Horacio Ledón,4 un abogado cubano muy inteligente y muy serio que era todo lo contrario de Montaner. Ledón, ya fallecido, era un investigador acucioso, un hombre capaz de pasar meses, y hasta años, investigando un tema. En aquellos tiempos Ledón era profesor en la Universidad Interamericana de Puerto Rico. Ocurrió que un día desde Madrid Montaner llamó a Ledón para anunciarle que iba a publicar un libro, no recuerdo sobre qué, y que lo iba a firmar con el nombre de Ledón. “Eso te conviene”, le dijo, con cierta desvergüenza. La respuesta de Ledón fue tajante: “Si te atreves, te voy a partir la cabeza”. Por supuesto, el libro no salió con el nombre de mi amigo. Montaner debe haber usado otro nombre más propicio. El gesto lo retrata de cuerpo entero. Luis Báez: Montaner en unión de Alvaro Vargas Llosa5 y Plinio Apuleyo Mendoza6 publicó hace algún tiempo un libro. Luis Ortega: Son tres juglares, adiestrados en juegos y picardías que han recorrido los países de la América hispana, predicando el nuevo evangelio que acaban de inventar. Es obvio que el libro titulado Manual del perfecto idiota latinoamericano es producto de una serie de subcontratos. Los altibajos en los estilos y los datos sobre economía, teología, historia, 79
revelan que los firmantes han tenido poca intervención en el libro, salvo los retoques finales.
La intención del libro es convencer a los latinoamericanos de que ellos han sido unos idiotas al protestar contra el intervencionismo económico y político de los Estados Unidos en sus países. Sólo un personaje tan audaz y desenfadado como Montaner es capaz de ponerse a recorrer los países de la América hispana, a un costo probable de un cuarto de millón de dólares en viajes y hoteles, para defender la imagen de los Estados Unidos en países que han sido víctimas, históricamente, de las presiones de Washington. Es raro que no lo hayan recibido con huevos podridos. Véase este párrafo en el cual se retratan los tres supuestos autores:
... “el espíritu general que animaba a los Gobiernos norteamericanos en aquellos años de MacKinley7 a F.D. Roosevelt,8 fue siempre el mismo: disciplinar a esos pueblos díscolos y oscuros del sur, aparentemente incapaces de autogobernarse eficientemente. Kipling9
también mandaba
en el State Department”. La alusión a Rudyard Kipling, el cantor del imperialismo anglosajón, es muy significativa y está a tono con el repertorio de ideas que profesa Montaner. Es lo mismo que ha dicho en un libro hablando de Cuba. El destino de Cuba es convertirse en un apéndice de los Estados Unidos.
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Todo el libro está lleno de cosas como estas. Los autores defienden a las transnacionales que hacen negocios en la América Latina. Los nativos son unos malagradecidos cuando protestan contra la United Fruit. La caída de Jacobo Arbenz10 en Guatemala, en 1954, no fue porque las leyes agrarias dañaron a la United Fruit, sino porque Arbenz se puso a comprar armas a los checos. Luis Báez: Según el libro, ¿qué tienen que hacer los latinoamericanos para no ser tildados de idiotas? Luis Ortega: Imitar a los americanos. Ser pragmáticos. Olvidarse de los nacionalismos y las soberanías. Los patriotas latinoamericanos son unos oligofrénicos. Augusto Cesar Sandino 11era un delincuente. Los latinoamericanos son pobres porque son estúpidos. La mejor manera de ayudar a los pobres es no tratar de defenderlos. Es la tesis de los republicanos de Reagan. Que los pobres se las arreglen como puedan. Es el darwinismo. La supervivencia de los más fuertes. La moda es el mercado. Al hablar de Cuba los tres juglares, responsables del libro, descienden a niveles escatológicos. No hay tal bloqueo. Es un embargo que prohibe a los norteamericanos comerciar con Cuba. Los Estados Unidos le declararon la guerra a Cuba porque Castro iba deliberadamente al comunismo Los tres personajes del Manual, con absoluta irresponsabilidad, echan a un lado los datos de la historia y se dedican a hacer propaganda. Casi todos los datos, históricos y económicos, que se ofrecen en libro son falsos o distorsionados. Todo el libro se acomoda a la intención de propaganda. 81
En este libro se llega casi a justificar la acción de los escuadrones de la muerte en El Salvador. Los jesuitas asesinados “llevaban largo tiempo introduciendo entre las brumas del incienso y las hojas del misal las tesis revolucionarias”, se dice, insinuando que casi fue inevitable el crimen. “La muerte del arzobispo Oscar Arnulfo Romero12 inspiró las jeremiadas más lacrimosas alrededor del mundo”. La teoría explicando por qué los Estados Unidos tuvieron que despojar a México de la mayor parte de su territorio es acaso cómica. No se sabía dónde terminaba la Louisiana. Hubo un error. La doctrina Monroe13 es muy apropiada y hay que elogiarla. El acorazado Maine, por ejemplo, fue volado por los mismos españoles. ¿Van acaso a decirle a los pobres panameños que son unos idiotas por protestar de los miles de muertos que dejó el bombardeo de los poderosos aviones que envío George Bush en 1989? ¿Qué decirle a los nicaragüenses que todavía están sufriendo las consecuencias de la guerra estúpida que le declaró Ronald Reagan? ¿Y qué hubo de los escuadrones de la muerte en El Salvador que dejaron miles de uertos? ¿Y de los 100 000 muertos de Guatemala? Nada de esto tiene sentido. No es así como se defiende el prestigio de los Estados Unidos. No es con gentes como estas como se puede mejorar la imagen. Es decir, este libro, probablemente pagado por alguna fundación de los Estados Unidos, que ha financiado también la costosa gira de los tres juglares por los países de la América Latina para acusar de idiotas a los que no se sometan, está respaldado por los elementos más oscurantistas de la extrema derecha americana. Las opiniones que se emiten podría suscribirla el senador Jesse Helms14 82
Los tres juglares con pasión asombrosa se constituyeron en voceros de lo peor de Washington y fueron de país en país, de periódico en periódico, asistiendo a los programas de televisión y de radio y a las universidades, promocionando el pintoresco libro y lanzando excomuniones a diestra y siniestra. Mandar a estos tres juglares a insultar a los latinoamericanos, tildándolos de idiotas porque no aceptan la turbia propaganda que les quieren hacer tragar es un grave error. Es como echar sal en las viejas heridas. Ningún americano de verdad o ningún proamericano sincero, se habría arriesgado a cumplir una misión tan peligrosa y tan equivoca. Hay algo ofensivo y humillante en estos planteamientos. Luis Báez: ¿A qué se debe que Montaner se haya convertido en su enemigo? Luis Ortega: He dicho tantas cosas desagradables de él que no le queda más remedio que odiarme en silencio. Montaner se ha convertido en el vocero de las peores causas, eso es lo que me mueve a mí a formular críticas frecuentes contra él. No se trata de nada personal. Es que este hombre tipifica lo peor de Cuba. Es un tipo de cubano servil que siempre tuvimos en la Isla y que influyó poderosamente en la historia del pobre país. Las opiniones emitidas por Montaner, con tanto descoco, son compartidas por un considerable numero de cubanos que, por odio a Castro, se han afiliado a las causas más oprobiosas de la América. Por respeto a nuestro mejor pasado, por respeto a la dignidad de la Isla que han tratado de destruir por la arrogancia de los Estados Unidos, que no perdonan la rebeldía de Castro y que llevan 40 años martirizando al pueblo de Cuba con la complicidad de las mafias 83
cubanas del exilio, por elemental sentido del decoro, uno tiene que hablar de estos individuos con desprecio. Tratar de convertir en una cuestión personal lo que es pura repugnancia ante la desvergüenza de algunos cubanos es un grave error. Entre los cubanos circula un chiste muy gracioso. Se dice que cuando Montaner iba a nacer asomó primero los pies y la enfermera preguntó si era varón o hembra y el médico se limitó a responder: “No, es tramposo”. Luis Báez: Volviendo al Herald, durante algún tiempo el jefe de la mencionada página de opinión fue Alvaro Vargas Llosa. Luis Ortega: El hijito de Mario Vargas Llosa,15 entre otras cosas, demostró que le debe más lealtad a los rencores del padre que al sentido profesional. Parece cubano. El niñito de Vargas Llosa desde las paginas del Herald pidió la invasión de Cuba. Alvarito, así se llama el muchachito, proclamó en un largo artículo su condición de cubano sobre la base de que su madre cuando lo llevaba en el vientre había asistido a un acto en la Plaza de la Revolución y se había pasado varias horas oyendo un discurso de Fidel Castro. “Casi, casi que nació en La Habana...”, cuenta el hijito de Mario. Eso ocurría en los tiempos en que Mario - el padre - era un devoto de la Revolución y todavía no había entrado en contacto con Rockefeller. Los tiempos han cambiado y ahora Mario es una especie de oligarca descafeinado que ha renunciado a la nacionalidad peruana indignado porque “un chinito con dos cholitos” le impidió poner al Perú al servicio de Washington.
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Ahora Mario es español. Y el hijo es un cubano intrauterino que se siente obligado a exigir que los Estados Unidos manden a Cuba un ejército para apoderarse de la Isla. El que quiera entender hasta donde la vanidad puede cegar a un hombre no tiene nada más que leer esa autobiografía que escribió Vargas Llosa hace algún tiempo contando su vida en la cual nunca ha ocurrido nada. Luis Báez: Igualmente, escribe Luis Aguilar León16. Luis Ortega: Antes de escribir una columna en el Herald fue educador en Georgetown. Este profesor emérito llegó a escribir: “Castro tiene el poder, pero nosotros tenemos los principios”. Es decir, quienes tienen los principios son los 457 jefes de los grupos anticastristas (grupo de tres) que han convertido a Miami en un vertedero. Ese nosotros, por supuesto, no puede incluir a esa masa de casi un millón de cubanos que han abandonado la Isla por razones estrictamente económicas y acosados por 40 años de presiones ejercidas desde el país del Norte. Siempre hay que hacer la distinción entre la masa silenciosa que ha salido de Cuba en busca de mejores condiciones de vida y dicen hablar en nombre de un exilio que no es exilio, pero que tiene que aceptar lo que le digan. Luis Báez: ¿De qué principios habla Aguilar León? Luis Ortega: Eso mismo me pregunto yo. ¿De qué principios habla el retorcido profesor? ¿Hay realmente principios en eso de ponerse al servicio de los Estados Unidos para tratar de destruir a la Isla con el propósito de reconquistar la influencia que perdieron a partir de 1959. Lo que ha ocurrido en Cuba, desde 1959 hasta hoy, gira siempre en torno a lo mismo. 85
Hay que restablecer el control de los americanos sobre la Isla. Cuba debe volver a la esfera de influencia de Washington. No importan las palabras utilizadas para expresar esto. El fondo del problema es la reconquista. El obstáculo es Castro. “No Castro, no problem”, dicen de manera ingenua los “patriotas” de Miami. El problema es precisamente ese: la vieja colonia se ha sublevado y hay que devolverla al redil. El profesor Aguilar León sabe algo de historia, por lo menos lo que le conviene para la rutina de la vida diaria, y es imperdonable que se aparezca con el cuento de que en Miami hay principios. Luis Báez: ¿Son amigos? Luis Ortega: En un tiempo, hace años, Aguilar hablaba muy bien de mí. Pero ocurre que, a partir de cierto momento, me extravié y empecé a pensar cosas que no eran convenientes. Me sacudí de todos los mitos. En algunas ocasiones le hice críticas, tal vez excesivas, a este profesor, lo cual es un grave pecado entre nosotros los cubanos. No se puede discrepar sin caer en el ámbito del odio. Aguilar, sin razón, me tiene ahora ubicado entre sus peores enemigos. Luis Báez: ¿Cuál es su opinión de Andrés Vargas Gómez17? Luis Ortega: Ese viejo aparte de descarado es un imbécil. En sus escritos de forma desesperada le llama la atención a Washington para que despierte. La Unión Soviética continua siendo un grave peligro. Cuba es una grave amenaza para los Estados Unidos. Revela un grado avanzado de demencia. ¿Por qué dice estas cosas? Básicamente, por el afán de protagonismo. Por esa incapacidad casi
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biológica que tenemos de renunciar a la publicidad y adaptarnos al anonimato. No perder vigencia, aunque sea ridícula. Luis Báez: ¿Cómo valora el Diario de la Américas? Luis Ortega: Este es un periódico muy pintoresco, editado en español y en el que se difunden las ideas más extrañas del mundo: sus columnistas principales siguen luchando contra el imperio soviético y la KGB18. El veneno de esta sutil programación mental ha llegado a contaminar al Miami Herald. No hablemos de la radio. El cubano durante 24 horas está recibiendo consignas enloquecedoras que llegan a convertirlo en un bicho raro. Un bicho monopensante. Luis Báez: ¿Cree en la llamada “objetividad” en el periodismo norteamericano? Luis Ortega: La llamada “objetividad” es como una flauta de pan que la estiras para donde más te convenga. Los periodistas norteamericanos suelen llegar a Cuba cargados de los lugares comunes de la propaganda y no hacen el menor esfuerzo para analizar la situación con independencia de criterios. La rutina es la norma en el periodismo americano. El Miami Herald, por ejemplo, infiltrado desde hace años por elementos cubanos que forman parte de la mafia local, se siente obligado, casi siempre, a mantenerse en el marco de la mitología que se ha ido elaborando sobre Cuba, Sus reporteros no viajan a Cuba a ver con nuevos ojos la realidad cubana y despojados de prejuicios, sino a confirmar lo que ya creen saber. Es decir, un régimen al borde del colapso, etc.
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Ya existe un modelo de reportaje que se viene repitiendo desde hace muchos años y encaja, perfectamente, en el proceso de desinformación que hemos estado viviendo. El caso del Herald es tanto más grave por cuanto ha tenido que lidiar durante mucho tiempo con la constante amenaza de la mafia local. Cada vez que se ha lanzado a operar con criterios independientes, al margen de la propaganda, cosa que ha ocurrido pocas veces, llueven sobre sus editores las amenazas de los grupos cubanos. Luis Báez: ¿Existe honestidad? Luis Ortega: Esa palabra la han borrado del vocabulario. Entre los cubanos de Miami que trabajan en medios de comunicación en español no abundan los que han llegado a un nivel aceptable de honestidad. No ejercen el periodismo en forma racional. El ambiente no permite la objetividad. Ha madurado la tradición de que el deber patriótico del periodista consiste en usar la pluma o la lengua para combatir a Castro. Es la negación del periodismo. La cosa viene de atrás. Es una tradición. En 1960, cuando Washington comenzó la guerra contra Cuba, so pretexto del comunismo, los agentes americanos - casi todos con un pensamiento ultraconservador muy propio de la guerra fría - entrenaron a los cubanos en el manejo de la información con fines de guerra. Radio Swan - una planta de la CIA - fue el vehículo que se utilizó para que casi todos los periódicos de Cuba trasmitieran en el exilio sus programas de agitación. El material se elaboraba con el propósito de provocar la guerra de nervios en Cuba. Era propaganda pura y simple. Los periodistas que participaron en aquello, algunos de los 88
cuales andan todavía por ahí, se convirtieron en simples propagandistas. Hay una distancia enorme entre la información y la propaganda. La característica fundamental en Miami es, precisamente, esa. En los medios en español no hay periodistas. Han asimilado de tal modo las técnicas de la propaganda que se han estado aplicando en el área, desde hace 40 años, que no pueden hacer otra cosa. Están tarados. Eso explica porque en los periódicos de Miami, en la radio y en la televisión usted no puede encontrar otra cosa que propaganda contra Cuba, elaborada para complacer la audiencia de viejos cubanos que disfrutan las malas noticias sobre la Isla sin que les importe el factor veracidad. Eso ha sido durante años. La desinformación patriótica es un deber y todo lo que tienda a la moderación pasa a ser traición. Miami, es decir toda la zona en torno a la ciudad, vive bajo una gigantesca campana de cristal, al margen de la corrientes universales. Es un mundo aparte perdido en el tiempo. Y todo esto no tendría mayor importancia si no fuera porque ese fenómeno extraño de una comunidad que se sale del mundo y se instala en el mito ha llegado a incidir de una manera lamentable sobre la vida y el futuro de más de 11 000 000 de personas en la Isla, las cuales se ven arrastradas al mundo sombrío de la obsesión política. Luis Báez: ¿Tiene criterio sobre la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP)? Luis Ortega: La historia de la SIP es realmente lamentable. Podría relatar largas historias sobre la conducta de la SIP en el pasado. Son historias personales. En la práctica, la SIP es un club de dueños de periódicos que practican un periodismo gubernamental. Para los 89
americanos, sin duda, tiene una ventaja: es “tax deductible”, es un alivio anual. Esta decisión de la SIP de acoger en su seno a unos supuestos periodistas cubanos independientes es asombrosa. Supongo que esto se debe al presidente, David Lawrence19, el publisher del Herald; el único periódico en el mundo que publica los reportes que envían los supuestos periodistas. Desde que empezaron a pagar sueldos a los disidentes en Cuba, cada día aparecen más disidentes y cada día hay más periodistas independientes mandando informes macabros. No conocen a los cubanos. Esos llamados “periodistas independientes” manejados y dirigidos por el Miami Herald ni son periodistas ni son independientes. Son agentes políticos que hacen propaganda bajo la cubierta periodística. Los ejecutivos del Herald dan gritos de protesta cuando la CIA utiliza espías con la cubierta periodística. Se considera un deshonor, en la prensa americana, que un periodista trabaje con la CIA. Pero, en el Herald ven con satisfacción que se utilice la cobertura periodística para el servicio de espionaje dentro de Cuba. Han puesto a un lado la ética para satisfacer el sectarismo. Si la Sección de Intereses de los Estados Unidos sigue repartiendo visas y dólares entre los cubanos que se dispongan a enfrentarse al Gobierno de Castro, aparecerán cientos de estos señores dispuestos a cobrar. Ahora bien, la SIP, como siempre, está fuera de foco. Denunciar la falta de libertad de expresión en Cuba es un disparate. Es algo peor.
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Es una idiotez. El régimen cubano, por su misma naturaleza, excluye la libertad de expresión tal como se entiende en los Estados Unidos. Un país que lleva 40 años acosado por la potencia militar más poderosa del mundo, sometido a un bloqueo implacable, donde no hay papel ni tinta ni petróleo, donde se le amenaza constantemente con una invasión y donde unos pilotos amparados por los Estados Unidos se pasan años sobrevolando la Isla en forma amenazadora, ¿cómo se puede esperar que sean tan estúpidos como para tolerar una prensa independiente y privada? Solamente a David Lawrence se le puede ocurrir una cosa semejante. No se le puede negar al Estado cubano el derecho a defenderse y protegerse. Tengo en mis manos un fax que recibió un corresponsal de prensa en La Habana, trasmitido desde Miami, citándolo para tal hora y tal lugar, firmado por unos periodistas independientes. Es decir, que desde Miami envían invitaciones a Cuba a los corresponsales extranjeros para que asistan a una conferencia de prensa en La Habana. Es el colmo de la desfachatez. El hecho de que la SIP haya aceptado en sus filas a estos grupos de propagandistas revela el grave deterioro que existe en la citada organización. Estos individuos que mandan propaganda desde Cuba para afuera, bajo la cubierta periodística y sobre todo en contubernio con la gente de Miami, están traicionando a su propio país y sirviendo al enemigo. Y con muy mala leche le pregunto a David Lawrence, publisher del Herald, ¿por qué no incluyen a Miami entre los países o regiones que no tienen libertad de prensa? ¿Por qué no incluyen al Herald entre los periódicos que no respetan el derecho a la libertad de expresión? 91
Los medios de comunicación de Miami no permiten, rigurosamente, que se expresen opiniones que discrepen de lo que la chusma exige, de modo amenazador, que se exprese. Todo gira en torno a un repertorio de ideas fijas. Yo, por ejemplo, soy un disidente en Miami que no recibo sueldo de la Sección de Intereses de los Estados Unidos y tengo que ir a Nueva York a opinar. ¿Cómo les cae eso?. Luis Báez: ¿Por qué tiene que ir a Nueva York? Luis Ortega: Porque en Miami hay censura. El Diario de las Américas es una hoja de propaganda anticastrista. El Herald, de hecho, ha terminado imitando al citado diario. Para poder escribir en Miami uno tiene que adaptarse a todas las idioteces que forman la mitología del cubano que vive en esa ciudad... Luis Báez: La mafia ha publicado páginas enteras pagadas en los diarios y han colocado vallas en la que expresan que respetan el criterio de los demás, ¿eso es exacto? Luis Ortega: Absolutamente falso. Miami es un coto cerrado. Quienes no comulgan con la chusma que domina la radio, los periódicos y la televisión son rigurosamente excluidos y acusados de comunistas. El ejemplo mejor soy yo que vivo en Miami, te repito, y tengo que escribir en Nueva York. Están gastando miles de dólares en una campaña que no convence a nadie. 1 Especializado en América Latina. Dirigente católico en la provincia de Camagüey. 3 Escritor. Ligado al Gobierno de Batista. 4 Abogado y escritor de origen cubano. 5 Periodista de padre peruano. 6 Periodista de origen colombiano. 7 (1843- 1901). Presidente norteamericano de 1897 a 1901. 8 (1882 – 1945). Presidente de los Estados Unidos de 1933 a 1945). 2
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(1865 – 1936). Novelista inglés. Considerado el poeta del imperio. 10 (1913 – 1971). Político y militar guatemalteco. Presidente de su país 1951 a 1954-Derrocado por una invasión auspiciada por los Estados Unidos. 11 (1893 –1934). Patriota nicaragüense. Opuso tenaz resistencia a la ocupación e intervención de Estados Unidos en su país. Asesinado a los 41 años. 12 1917 – 1980). Prelado salvadoreño asesinado por elementos de la ultra derecha en los momentos en que celebraba misa. 13 (1758 – 1831). James Monroe, quinto presidente de los Estados Unidos. Fundador del Partido Republicano. Formuló la denominada doctrina que lleva su nombre en la que se consideraba toda interferencia de las potencias europeas en los asuntos políticos del Continente Americano contraria a los intereses norteamericanos. 14 Principal promotor de la política de recrudecimiento del bloqueo contra Cuba. 15 (1936). Escritor peruano nacionalizado español. 16 (1925). Nació en Santiago de Cuba. Autor de varios libros contra la Revolución Cubana. 17 En los primeros meses de 1959 representó a Cuba ante las oficinas europeas de Naciones Unidas. Desertó. En los primeros días de Abril de 1961 se infiltró en el país. Es capturado y condenado a varios años de prisión. 18 Comité de la Seguridad del Estado de la antigua Unión Soviética. 19 Ex presidente del diario Nuevo Herald.
Profetas de la violencia Luis Báez: ¿La radio tiene mucha influencia sobre la comunidad? Luis Ortega: Desgraciadamente eso es verdad. En ocasiones me pongo a oír la radio. No en la casa, por supuesto. Me pongo a oír
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las mesas redondas y cuadradas. Y enseguida se me calienta otra vez el brazo. Entre vomitar o empezar a mentar madres no me queda más remedio que acogerme a lo último, lo cual es como un desahogo. A veces, cuando los oigo, me viene a la mente un letrerito que durante muchos años estaba colocado en la entrada de los edificios de Madrid que decía: “ No pase sin hablar con el portero”. En Miami ocurre algo parecido. No se puede entrar, y vivir, si no se obtiene en la radio un certificado de pureza de sangre. Es lo mismo que hacía la inquisición en España en los tiempos que la sangre judía significaba una condena a muerte. Una de las últimas mesas que escuché me dejó espantando. Eran dos hombres, uno de 88 años y el otro de casi 70. Los dos hablaban al mismo tiempo. El primero es un ex banquero, ex abogado, ex contrabandista de whisky, ex periodista, hombre de una ignorancia asombrosa, pero que se ha establecido entre los exiliados como una especie de sucesor de Enrique José Varona20. El otro es un locutor que dice haber elevado el nivel intelectual del exilio y habla a borbotones sin saber lo que dice. El mismo se clasifica como el heredero intelectual de Jorge Mañach.21 Claro está, se trata de un Mañach en alpargatas. Luis Báez: ¿De qué hablaban? Luis Ortega: Durante dos horas estuvieron acariciando con verdadero entusiasmo la posibilidad de que los Estados Unidos al fin, se lancen a la tarea de liberar a Cuba. Los dos sueñan con un desembarco de “marines”. Si uno analiza, fríamente, lo que 94
dicen los dos sujetos ante el micrófono se da cuenta, de inmediato, de que se trata de dos cipayos cubanos. Los dos, en su momento, se afiliaron a la Revolución pensando que les iba a ir bien. Huyeron cuando la cosa se puso dura. El más viejo hizo dinero en los tiempos del Consejo Revolucionario del año 1960. Manejó miles de dólares facilitados por los americanos. Al parecer salió rico de la empresa. Eso dicen. El más joven, aunque tiene la voz cascada de un anciano de 80 años, se ha alcoholizado en pocos años. Es un despojo humano. Es un ser residual. El par de viejos se refocilan ante el micrófono soñando con un ataque a Cuba. ¡Qué maravilloso sería que los “marines” se aparecieran en La Habana para darle la libertad a Cuba! Hay que castigar a Castro. Hay que imponer sanciones a todos los traidores. ¿Quiénes son los traidores? Los que están en Cuba defendiendo la soberanía. ¿Quiénes son los héroes? Los que organizan en Cuba un Concilio con sueldos de los americanos y apoyados por el hampa de Miami. Los provocadores son los profetas de la violencia, los cuales creen que el problema de Cuba se resolvería de la noche a la mañana si se organizan algunas acciones de provocación para obligar a los americanos a intervenir. Es la misma mentalidad de aquellos anexionistas cubanos de la década de los 90 del siglo XIX, financiados por la clase de hacendados que quería incorporar a Cuba a los Estados Unidos. Aquellos tipos frustraron la guerra de independencia que había organizado Martí y le entregaron el control de la Isla a los 95
Estados Unidos. La infortunada isla de Puerto Rico cayó también en poder de los americanos. Desde entonces, hasta 1959, Cuba fue una colonia encubierta de los Estados Unidos. Lo trágico es que durante el período de la supuesta República una casta de dirigentes políticos, sensata y llena de cordura, disfrutó del poder y de la riqueza tratando siempre de disimular el estado de subordinación en que vivía la pobre República. Luis Báez: ¿Por qué tiene el criterio de que las estaciones de radio de Miami van camino de la quiebra? Luis Ortega: Están en un proceso de declinación económica. Sus oyentes se están muriendo a chorros. El nivel intelectual en las estaciones de radio es muy bajo. El último ha sido Armando Pérez Roura22 a quien han atrapado llevándose miles de dólares que estaban destinados a hacer la guerra de liberación en Cuba... Su lugarteniente Agustín Tamargo, ya no sabe qué decir. Están entrando en la fase de la incoherencia. Es que se han metido 40 años diciendo lo mismo y se les ha agotado el discurso. Además, casi todos ellos se han enriquecido... Para que Pérez Roura y Tamargo, que son los apóstoles de la nueva clase, puedan parir una idea sería necesario hacerles la cesárea. Ya no hay ideas ni ideales. Luis Báez: ¿A qué se debe el poder que ha cogido Armando Pérez Roura en la radio? Luis Ortega: Porque le tiene cogida la baja y otra cosa a Amancio Suárez ,23 propietario de Radio Mambí.
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Esta emisora es el órgano oficial de un grupo de agitadores bien pagados, y muy enriquecidos, cuya misión es meterle miedo a todo el mundo en Miami. La amenaza consiste en acusar de comunista y de agente de Castro a todo el que tenga la ocurrencia de pensar que se pueden encontrar formas alternativas para darle solución al grave problema de Cuba. En forma chabacana, incoherente, disparatada, los locutores de Radio Mambí ejercen una especie de inquisición de la que no se salva nadie. Por ejemplo, ahora ocurre que yo soy comunista y castrista porque pido lo que está pidiendo todo el mundo, incluso las Naciones Unidas. Esto es que se eche abajo el estúpido “embargo”. Pérez Roura no aporta jamás una sola idea. Su tesis es muy simple. Él quiere la guerra. Él convoca a la guerra. Pero, esto es obsceno. Porque no es hombre de guerra. Es un hombre con una voz ronca. ¿Cómo es posible convocar a una guerra a la cual no se va a ir? En 1991, a bombo y platillo, con su micrófono, convocó a un movimiento de unidad para ir a la guerra. Casi 1 000 organizaciones de bolsillo se unieron a lo que se llamó “Unidad Cubana”. Al parecer, la intención era recaudar fondos, tal vez millones de dólares, para organizar un gran ejercito e invadir Cuba. En ese plan participaron todos los factores que han estado moviéndose en la industria anticastrista durante años. ¿Cuánto recaudaron para la guerra que iban a hacer? No se sabrá nunca. Evidentemente, el general en jefe de la imaginaria guerra era el locutor Pérez Roura. Le llamaban el almirante de “Coral Way”. Pero, a medida que pasaba el tiempo las organizaciones que formaban parte de la armada de Pérez Roura comenzaron a 97
percatarse de que estaban perdiendo su capacidad recaudadora. Los viejos de la Junta Patriótica, privados del apoyo económico del reverendo Moon,24 estaban pasando las de Caín. El locutor había centralizado las recaudaciones. La famosa “Unidad Cubana” inventada por Pérez Roura prácticamente se ha convertido en una cosa abstracta. La forman los cuatro o cinco tipos que le hacen la corte en los estudios de Radio Mambí. Esto es triste. No es posible convertir a un buen locutor en un mal apóstol. Luis Báez: ¿Estos locutores se pasan la vida pidiendo dinero? Luis Ortega: En todas las esquinas principales de la ciudad de Miami, y de las otras que están en los alrededores, siempre es posible encontrar gentes con un jarro pidiendo dinero para alguna cosa. Nunca se sabe, exactamente, para qué. En casi todos los programas de radio, diariamente, siempre aparece un tipo pidiendo. Unas veces es Andrés Vargas Gómez que pide y suplica que le manden dinero para liberar a Cuba. Otras veces es Pérez Roura que quiere contribuciones para algo. En ocasiones es Tamargo, quien entona un largo quejido con el cura Enrique Vallina25 para levantar un templo a San Juan Bosco. O si no es el obispo Agustín Román26 que quiere otros 200 000 dólares para la Caridad del Cobre.27 Los Hermanos al Rescate28 necesitan otros 200 000 dólares para hacerle un monumento al balsero desconocido en Key West. Hay que dar para los hermanos que están en Bahamas. Y para los que están en Suecia. Luego viene Nazario Sargén29 y quiere dinero para seguir liberando a Cuba. 98
Todas las semanas hay un maratón radial con el objetivo de recaudar dinero para la causa. Los combatientes verticales no se cansan de pedir dinero. Los curas tampoco. Los pobres viejos y sobre todo, las viejitas, que son quienes mejor se tragan las melopeas de los locutores se están muriendo de hambre. En Miami todo cuesta un ojo de la cara. Cada dólar que le arrancan a una viejita es un crimen. Llevan 40 años recaudando dinero para la causa infinita. Hay individuos en Miami que han logrado vivir en esta ciudad sin trabajar nunca. Si usted oye las melopeas de Pérez Roura y Tamargo se le parte el corazón. ¡Qué habilidad para mover el corazón de las pobres gentes! ¡Qué picardía para vaciarle los bolsillos a los infelices! ¡Cómo saben expresar su sagrada cólera contra Castro! Mientras tanto, los dos congresistas cubanos - además del gordito de Unión City - trabajaron activamente con Newt Gingrich30 para quitarle la miserable comida que reciben los viejitos de Miami. Y cuando los dos patriotas tengan que reelegirse también saldrán a pedir dinero para la campaña. Y se lo darán. Porque estos cubanos de Miami son bastante comemierdas. Luis Báez: ¿Qué nivel tienen estos comentaristas radiales? Luis Ortega: Están al nivel del Cojo de la Bocina31. Me imagino que tú sabrás quién era el Cojo... A lo mejor se ha muerto el pobre Cojo. Ahí tienes el caso de Tamargo que es un personaje patético. Piensa con el mismo atropellamiento con que habla. Es un hombre a borbotones. Se pasa todo el tiempo incitando a los que están en Cuba para que maten a Fidel Castro, pero él jamás ha disparado un 99
chícharo contra Castro. Ni contra nadie. Está viviendo la mejor época de sus setenta y tanto años y bebiendo el mejor vodka. Para lograr ese milagro tiene que pasarse todo el día tirándole de la leva a Pérez Roura, el hombre que se ha hecho millonario lanzando insultos contra Castro y declarándose sucesor de Martí. Oír a Tamargo es una de las experiencias más angustiosas del mundo. Jamás se ha dado un caso más grave de duplicidad y triplicidad. El hombre es hoy, en el vertedero de Miami, el que más se esmera en insultar a Castro con los peores epítetos. Luis Báez: ¿Usted conoce bien a Tamargo? Luis Ortega: Demasiado bien. Él empezó en el periodismo en el periódico Hoy, órgano oficial del Partido Socialista Popular (Comunista). Después se convirtió en articulista del diario Tiempo en Cuba de Rolando Masferrer32. El mismo que creo los “llamados tigres” que eran maleantes dedicados al pillaje y al asesinato en la época de Batista. Un buen día conversando con Miguel Angel Quevedo33, director de Bohemia se lo recomendé y pasó a trabajar en la popular revista. Jamás escribió nada contra el régimen de Batista. Jamás recibió un regaño de los personajes de la dictadura. A lo más que llegó fue a comprar un bono de dos pesos del 26 de julio. Era uno de esos cubanos, popularizados en un tiempo por Abela34, que aspiran a escribir enérgicamente, pero sin que nadie se de por ofendido. Es un arte maravilloso el de sobrevivir en voz baja. Pero, con qué vigor se destacó el hombre contra la inmunda 100
dictadura cuando Batista echó a correr. Qué bellas paginas escribió en honor de Castro y de la inmaculada Revolución. Luis Báez: ¿Recuerda algunas? Luis Ortega: En aquellos días escribió: “ Con un pueblo así detrás, no hay líder que falle. Los líderes actuales no fallarán. Ellos son los nuevos libertadores, los nuevos despertadores de la conciencia cívica. En el futuro, otras conspiraciones como ésta se levantarán. Hay mucho criminal de guerra, mucho millonario y mucho latifundista regado por aquí y por allá para pensar que todo va a estar tranquilo. Traidores del frente interno ya han habido, y probablemente habrán más. Pero también hay un pueblo. Un pueblo decidido, convencido. Un pueblo que no le ha fallado nunca a Fidel y a la Revolución y que no le fallará. Un pueblo que ha encontrado al fin su camino y que no permitirá que nadie lo aparte de él”. Luis Báez: Tamargo ha dicho que el día que caiga la Revolución hay que declarar tres días de libre matanza. Luis Ortega: Hay que tener “bolas” para venir ahora a hablar de que necesita tres días para que corra la sangre y poder castigar a los culpables del proceso revolucionario. Eso es una burrada. Yo he dicho burradas en mi vida, pero siempre me he arrepentido. Lo que pasa con Tamargo es que no sabe arrepentirse. En realidad, no sabe lo que dice. Eso pasa cuando se habla mucho. Luis Báez : ¿Qué clase de hombre es Tamargo? Luis Ortega: Es de esa clase de hombres que, realmente, no vale la pena averiguar de qué clase son. Tamargo ni es de izquierda ni es de derecha. No es nada. Un hombre que se pasa todo el tiempo elogiando a todo el mundo, incluso a los peores 101
bribones, no puede ser tomado en serio. Luis Báez: Pero él comenta que lo ha elogiado mucho a usted... Luis Ortega: No se lo agradezco porque elogia a todo el mundo. Es el hombre más “cobero” del mundo. Lo que le agradecería es que me atacara de frente. Luis Báez: ¿Lo suyo con él es un problema personal? Luis Ortega: No hay nada personal, estrictamente personal. Lo que ocurre con Tamargo es muy simple. Para mí este hombre es un símbolo. Luis Báez: Símbolo, ¿ de qué? Luis Ortega: Él tipifica la estupidez del cubano que se ha convertido en un cipayo en Miami. En Tamargo se resume la cobardía histórica del cubano que se subordina a un repertorio de ideas que le permiten comer y beber. Es el cubano que hemos padecido a través de la historia, y que trata de darle un revestimiento intelectual a ideas que son evidentemente falsas. Nuestra historia, es muy lamentable, está plagada de Tamargos que se pasaron la vida dando gritos y simulando un patriotismo de opereta. Cuando critico a Tamargo, y lo hago con frecuencia, estoy aludiendo a nuestra historia. Me estoy refiriendo, de manera indirecta, a toda esa espesa costra de ignorancia que se ha ido formando en Miami, y en otros centros de los exiliados, y que es radicalmente degradante. Nadie que se respete puede participar o aceptar esa conducta del cubano que se hace cómplice de los Estados Unidos para destruir al pueblo de Cuba. Los gritos que mete Tamargo, en su estilo incoherente, apoyando la Ley Helms – Burton35 responden a la 102
presión del medio cubano y lo definen de modo ostensible. Al medio y a él mismo. Siempre hay un locutor que chilla más que los otros y al cabo de un tiempo el hombre desaparece en el cementerio o en un asilo o termina sometiéndose a un tratamiento por el alcoholismo. Pero, siempre aparece otro y lo sustituye con nuevos bríos. Ha sido una plaga. Hace pocos días oí un programa de radio, en Miami, en el cual se estaba discutiendo, en forma apasionada, sobre la posibilidad de que los Estados Unidos esten cambiando su política hacia Cuba. No recuerdo bien que programa era. Tal vez el de Tamargo. No sé. Es que todos son iguales y en todos se maltrata la lengua, el buen gusto y en todos se agrede, en forma despiadada, el sentido común. Además, son los mismos tipos que van de programa en programa diciendo lo mismo. Las mismas llamadas telefónicas. Las mismas ideas. Llevan más de 40 años sobando los mismos conceptos y lanzando las mismas amenazas. Y, sobre todo, llevan 40 años anunciando el fin del castrismo. Luis Báez: También cuentan con una estación de radio pagada por el Gobierno norteamericano. Luis Ortega: Te refieres a la mal llamada “Radio Martí”. Esta emisora ha estado todo el tiempo en manos de elementos cubanos dedicados a la propaganda de guerra. Lo han hecho de una manera más encubierta, porque tienen arriba las presiones del Gobierno federal. No han llegado a los extremos de la radio que sale de Miami. Pero, sin duda es pura propaganda. Hay manejo de la información con fines políticos. Mas Canosa 103
controló al personal todo el tiempo. Las investigaciones que se han hecho para poner al descubierto las manipulaciones no han prosperado hasta ahora por presiones políticas de la mafia de Miami.
Los mismos tipos Luis Báez: ¿La gente en Miami ha cambiado? Luis Ortega: ¡Que va! En Miami pasan los años y se repiten los mismos tipos humanos. Nada cambia. Nada se pierde. Ni siquiera hay transformación. Es lo mismo. Siempre lo mismo. Inútilmente siempre. En los años 60 había en Miami un sujeto que todos los días se instalaba frente al micrófono de una de las estaciones de radio en español de aquel tiempo y se pasaba una hora, y a veces dos, derramando los insultos más brutales contra Fidel Castro y contra la Revolución Cubana, mientras zarandeaba una botella de whisky que siempre tenía sobre la mesa, al lado del micrófono. El hombre ya murió. Sus amenazas quedaron relegadas al ámbito de la retórica casi porno. Nunca fue para Cuba ni hizo nada. No era un mal hombre. El personaje presumía de periodista y hasta exhibía algunas credenciales. Pero, en realidad no lo era. No era cierto. Había merodeado por los periódicos en La Habana, pero la falta de
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sintaxis y ortografía lo había relegado a la radio siempre tan encubridora. Han pasado los años. Han desaparecido casi todos los personajes que en aquella época ejercían el magisterio en Miami y preparaban expediciones y cosas así. Pero han venido otros con la misma retórica, las mismas amenazas, las mismas citas de Martí, los mismos insultos a Castro, las mismas incitaciones al terrorismo. Aquel tipo que quedó a la vera del camino, con su botella en la mano, ha sido sustituido por otro igual que hace lo mismo y que da gritos frenéticos clamando al cielo por un vengador y pidiendo que todos los castigos del cielo caigan sobre el presidente Castro. Los hay que salen por las calles buscando dinero para hacer la guerra, son también una replica de aquellos que ya lo estaban haciendo hace más de 40 años. Es decir, en el eterno retomo. Pasan los años, se mueren unos y vienen otros. Igual pasa con los que hablan por radio o escriben en el Herald. Luis Báez: ¿Viven amargados? Luis Ortega: La amargura es tremenda. Recuerdo que hace algunos años uno de esos infelices me decía: “Fidel Castro me confiscó mis propiedades y me dejó sin patria, pero los Estados Unidos me han confiscado a mis hijos” y agregaba: “ Me he pasado diez años hablándoles de Carlos Manuel de Céspedes,36 Ignacio Agramonte,37 Antonio Maceo,38 Martí y otros patriotas; pero no hay modo. No están interesados en nada de eso. Ayer les llevé un álbum de fotografías de la Isla para ver si se 105
emocionaban y los tres muchachos, unánimemente, opinaron que Cuba es una porquería y que ellos no tienen el menor interés de volver allá. Me desprecian porque mi inglés es bastante malo y sienten vergüenza de que sus amigos americanos me vean...” En estas pocas palabras está concentrada toda una tragedia a la cual no son ajenos, en mayor o menor grado, la mayoría de los desterrados cubanos. Al principio todos tuvieron la impresión de que el destierro era cosa de traslado físico. Vivir allá o vivir acá. Trabajar allá o trabajar aquí. Frío o calor, clima, idioma, etc. Pero ahora, mientras corre el año 40 del castrismo, la tragedia – la honda, la real, la íntima, la irrevocable – ha madurado, ha crecido, ha echado barbas y pelos y anda por ahí fumando marihuana. Los que sacaron a sus hijos de Cuba huyéndole al famoso decreto de la “Patria Potestad” se ven ahora sin patria y sin potestad. Quienes le temían al Servicio Militar Obligatorio vieron marchar a sus hijos hacia Vietnam, tratados como bestias por sargentos americanos que los miraban como seres humanos de quinta categoría. Los que temían que sus hijos se les corrompieran en la Cuba de Castro tuvieron que contemplar como se les perdieron por las calles de Nueva York o Miami, o Chicago, incorporados a un proceso de descomposición social al cual son radicalmente ajenos. El medio los devora. Aquellos pequeños seres que llegaron a este país de tres, cinco o diez años, ya hoy son hombres y mujeres. Muchos con hijos y hasta nietos. No son cubanos. No operan espiritualmente dentro 106
de la tradición de la Isla. Son ajenos a la empresa nacional cubana. Moralmente, espiritualmente, económicamente, lingüísticamente, culturalmente, han roto todos los amarres con la tierra que los vio nacer. Tampoco son americanos. Luis Báez: ¿Fueron víctimas de la discriminación? Luis Ortega: Se criaron en escuelas donde los otros muchachos nativos les arrojaban al rostro el insultante Dirty Cuban - cubano cochino, despreciable, inmundo -. Hablan inglés correctamente. Pero, llevan un apellido que es una calimba: González o Pérez o Martínez. Eso es un delito en los Estados Unidos, país lleno de repugnantes tensiones raciales. A la hora del draft (reclutamiento militar) se llevan primero a un González que a un Smith. Son seres sin raíces, sin tradición a la que aferrarse. Quienes se refugiaron en ese ghetto que es Miami se quedaron con el alma de ghetto y subsisten en una especie de submundo. Viven por debajo de la ciudad. Los que se aventuran al exterior, los que tratan de incorporarse al conflictivo mundo americano, arrastran el apellido hispánico como una cruz. Es la tragedia de todos los hijos de emigrantes. Ni están allá ni llegan jamás a estar aquí. Intelectualmente son deficientes, porque la inteligencia necesita siempre raíces en la tierra para poder absorber los jugos. Norteamérica es un país triste. Habitado por gentes tristes. Las tensiones desgarran al país y ahora que vivimos tiempos de crisis, las tensiones son aún más desgarradoras. El desterrado cubano se ve sin patria y sin hijos. Todo ha sido en vano. Los ve 107
luchando penosamente por incorporarse a una sociedad hostil, difícil, compleja. La cosa no era tan fácil. No se trataba sólo de un traslado de domicilio, sino de un tremendo proceso de aclimatación espiritual. Vinieron a los Estados Unidos buscando garantías. Y en el 2000, los Estados Unidos es el único país del mundo donde no hay garantías. El 80 por ciento de los jóvenes americanos han perdido la fe en los destinos del país. La corrupción se desarrolla en todos los niveles. Las drogas son una fuga, una manera de protestar contra un régimen social en crisis. Yo he oído murmurar a los cubanos en las covachas miserables del ghetto, temerosos de ser escuchados por los profesionales del anticastrismo, aquellos que administran el patriotismo y viven de él: “Creo que si me hubiera quedado allá todo habría salido mejor. Los muchachos no se me habrían echado a perder, no me odiarían”. Terrible confesión de esterilidad. Y totalmente inútil. Lo trágico del desterrado es que no tiene donde volver los ojos. No tiene dónde ponerse. No hay marcha atrás. Es un proceso irreversible. Está entre lo malo y lo peor. El destierro – ahora lo descubren – es algo más que un simple traslado. Es una derrota. Es un quedarse en el aire encueros. La patria es algo más que un lugar donde se comen potajes. Es un hueco donde habita el espíritu y cuando el espíritu se queda sin hueco que habitar entra en un proceso de lenta consunción. Es lo fatal. El niño, al crecer, se convierte en un monstruo. Grande, pero vacío. Recio, pero estúpido. No hay espíritu. En su alma se ha enredado 108
una cantidad abrumadora de ingredientes contradictorios. Ha crecido mal. Hace más de 30 años visité a un amigo cubano que huyó de su patria en busca de la libertad y para que no le quitaran la “patria potestad”, y trajo un par de niños de poca edad. Cuando los conocí tenían 16 y 17 años. No hablaban una palabra en español y tampoco en inglés. Es decir, sí lo hablaban, pero no se les entendía. Habían descubierto unos extraños procedimientos para la comunicación que consistían en emitir gruñidos. Mi amigo y yo estábamos hablando de los tópicos usuales entre los cubanos viejos, cuando entró uno de sus hijos, grande y fuerte y con cara de pocos amigos. Mi amigo inmediatamente se calló la boca y me hizo señas para que hiciera lo mismo. Después que el monstruo se perdió en el interior de la casa, le pregunté por qué teníamos que callarnos. “ Es que él se pone bravo cuando me oye hablar en español”, me dijo. “¿Y si tú no hablas inglés, entonces cómo te las arreglas?”, le pregunté al infeliz. “Pues no hablo”, fue la respuesta. No empata el hogar con la escuela. El hogar y la escuela no tienen continuidad en el desarrollo. El odio empieza a comérselo aun sin darse cuenta él mismo. Se está incorporando – emigrante en un vasto país de emigrantes sin cohesión – al substrato de odio que es el común denominador en una tierra que no acaba de cuajar en nación. Queda tan sólo, la idea del regreso. ¿ Regreso? No, de ninguna manera. Es otra fuga más. Es el anhelo de huir de aquí, de este vasto depósito de odios, para regresar al paraíso perdido, a la 109
patria abandonada. Es una nueva ilusión más. Por esta brecha se introduce la legión de bandoleros y recaudadores que administran la esperanza del desterrado. Luis Báez: ¿Le ve alguna solución al problema? Luis Ortega: El problema no tiene solución. En realidad, los problemas nunca se resuelven, sino que se sustituyen. Si mañana mismo se abrieran las puertas de Cuba para los padres que han visto crecer a sus hijos en los Estados Unidos, aquellos se enfrentarían a un nuevo conflicto. Los hijos, en su mayor parte, no van a regresar. Son seres híbridos, espiritualmente deformes. Simplemente, se han americanizado, que es, en rigor, una forma de corrupción porque supone una falsificación. El regreso, por lo tanto, trae consigo nuevos problemas. Queda una salida. La única. Dése por perdido lo ya perdido. Y sírvase a la pequeña nacionalidad cubana cortando de raíz la fuga de la Isla. No más desterrados. Que no saquen más parientes. Que no se escriban más cartas mentirosas pintando como un paraíso lo que es, en rigor, un infierno. Dígase la verdad sobre el destierro. Una nación no se salva con la fuga de sus hijos, sino con la adhesión de estos a la tierra. El régimen político, sea el que sea, no justifica la dispersión. Ha sido criminal fomentar el éxodo y ahora se palpan las consecuencias del éxodo. No más éxodo. Que no se embarque a nadie más en la aventura estúpida de venir a buscar la libertad a otro lugar que no sea la propia patria. El éxodo cubano – impulsado por las autoridades americanas y 110
por una legión de cubanos idiotas – ha revelado nuestra dolorosa inmadurez nacional. Dígase a todos, sinceramente, cuáles han sido las consecuencias del éxodo y pídase a todos que permanezcan allá. Un televisor en colores no compensa al que se queda sin patria y sin hijos Luis Báez: ¿Qué es lo que queda en Miami? Luis Ortega: Después de 40 años y con los cementerios llenos de viejos exiliados que fundaron el movimiento anticastrista, lo que queda en Miami, salvo raras excepciones, es una descendencia incorporada a la vida americana y con una visión irreal de Cuba. No entienden nada. No son capaces de sentarse en una mesa redonda para revisar la estrategia y modificar lo que ellos llaman “ideas” y que no son otra cosa que apetitos. Lo que ocurre es que ya quedan pocos cubanos en Miami. En su conjunto los que hay son cuban – american. Forman un tipo muy especial, muy híbrido. Son ciudadanos americanos de origen cubano. Son gentes que trabajan en los gobiernos locales. O que cobran pensiones del Gobierno. O que están en el welfare. O que tienen sus negocios. La relación que tienen con Cuba es simplemente nostálgica. El cuban – american es un animal inconcluso y deficiente. Es invertebrado. Lo único que se le ocurre, cuando descubre que las cosas están cambiando, es salir a las calles a dar gritos. A estas gentes, que son gentes prudentes y discretas en su generalidad, no se le puede llevar a participar en concentraciones peligrosas. Quieren estar dentro de la ley. Para gritar y hablar mal de 111
los comunistas e insultar a Castro, y decir que todos los que opinan en contra de ellos son infiltrados, etc., para eso sí se puede contar con ellos. Pero nada más. Esta comunidad es muy interesante. Vive en un plano distinto de la realidad. Después de 40 años, la comunidad cubana en Miami se ha segregado totalmente del tronco nacional cubano. Las distintas capas que forman esta comunidad, recibieron al llegar a Miami un repertorio de ideas fijas y de nociones trasmitidas por la radio y por los periodiquitos, reforzadas en las antesalas de los medios, y se han alimentado durante todo este tiempo de esas noticias y no sienten, en ningún momento, la necesidad de revisar el material que tienen almacenado en el cerebro. Un ejemplo muy claro está en la pasión que ponen algunos viejos en combatir al comunismo cuando ya no existe. Todavía en Miami hay individuos que escriben en los diarios y hablan por radio y denuncian a la Unión Soviética. Hay hombres y mujeres que llevan 40 años entrenándose en los Everglades para la guerra en Cuba y todavía no saben cuándo va a ver esa guerra ni como. Y siguen recaudando. En eso son incansables. Los cubanos de Miami viven en un mundo congelado. Los viejos y los jóvenes. La edad no importa. En ese mundo particular las informaciones no tienen que ser necesariamente ciertas. Eso no importa.
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Luis Báez: ¿En qué se han convertido los cubanos en Miami? Luis Ortega: En un estorbo. Agitan, gritan, escandalizan, forman tranques en las esquinas, son una salación para el resto de la población cubana que se dedica a sus labores habituales. Hay algo de chantaje en todo esto. Hay casi un millón de cubanos en el sur de la Florida y solamente una exigua minoría es la que participa en estas extorsiones. Por supuesto, detrás de todo esto están las contribuciones electorales de los cubanos. Los candidatos americanos nunca se han puesto averiguar de dónde salen esos millones. En algún momento habrá un despertar y el Gobierno federal tendrá que investigar de dónde salen las asombrosas fortunas... Luis Báez: ¿ Una gran mayoría se ha hecho ciudadano norteamericanos? Luis Ortega: Han pasado más de cuatro décadas desgarrándose las vestiduras en todas les esquinas y exhibiéndose como víctimas de la Revolución y al final todos han terminado como ciudadanos americanos y luchando por el poder político en el sur de la Florida y en Washington.
Los viejos cubanos que durante años se resistieron a solicitar la ciudadanía americana, porque decían que “ni muertos renunciaban a su patria”, ahora van por millares a jurar la bandera americana. Las viejas lloran de emoción al recibir el certificado de naturalización. ¿Qué ha pasado? Simplemente, que si no se hacen ciudadanos van a perder los centenares de dólares que reciben todos los meses del Gobierno 113
Durante muchos años, he estado oyendo el discurso patriótico de aquellos que se llenaban la boca para decir que ellos nunca abandonarían la ciudadanía cubana. “Yo soy un exiliado político y nunca me haré ciudadano americano”, decían los tipos, mientras le estaban cogiendo los beneficios económicos al Gobierno americano. Pero ahora, de pronto, algunos congresistas están haciendo esfuerzos por quitarles los beneficios a todos los que no sean ciudadanos. ¿Y cuál ha sido la reacción de los patriotas de Miami? Echar a correr hacia las oficinas que se han abierto en Miami para resolver esta situación. Incluso en las carteleras teatrales se anuncia una obra bufa con el título “Mi hermano hay que hacerse ciudadano”. Luis Báez: La emigración no es nada nuevo. Luis Ortega: Ese es un fenómeno muy curioso que siempre se vivió en Cuba, ahora y antes de la Revolución. El cubano que emigraba llegaba a los Estados Unidos en estado virginal, con todas sus virtudes nativas intactas. Cuba era una isla miserable de gentes corruptas. Hacían alardes de lo bien que vivían, de sus automóviles, de lo honesto que eran todos los americanos y de cómo se respetaban las leyes en su país de adopción. Era difícil que un cubano americanizado llegara nunca a acoplar, espiritualmente, con las gentes de su tierra. Se producía una ruptura. La nuestra es una nacionalidad inconclusa. Una nacionalidad que, como se dijo, no cuajaba. No estabamos de acuerdo con la empresa nacional. La Revolución ha servido de pretexto para 114
huir. Pero es una fuga gozosa. Es un placer ir al Norte. Es un placer dejar atrás la isla. Luis Báez: Hemos sido más los que nos hemos quedado. Luis Ortega: Es cierto, y hay que admitirlo, han sido más los que se han quedado que quienes se han ido. No hay uno solo de los dirigentes del exilio cubano, me refiero a los principales, a los que más “mean” en la política, que no sea rico y, en algunos casos, millonario. La Fundación Nacional Cubano Americana es un club de millonarios que exhiben descaradamente sus riquezas y se dan golpes de pecho. Los balseros venden churros en todas las esquinas de Miami. La mayoría de los cubanos que componen esa cosa amorfa que han bautizado con el nombre de “exilio” son emigrantes definitivos. No tienen nada que ver con la nación cubana. Los cubanos han construido un país portátil al otro lado del estrecho. Lo que han hecho es inventarse una patria que dicen que es mejor que la otra. Hay un tipo de la Fundación que, con un desparpajo increíble, va a los programas de radio y declara con voz enfática que la soberanía de Cuba reside en Miami. “Nosotros somos el pueblo cubano del exilio y en nosotros está la soberanía”, afirma. Es decir, los que están allá, en la Isla, son extranjeros. Son un ejército de ocupación. No son cubanos. Los americanos no están violando nuestra soberanía con la Ley Helms Burton. Tampoco la violarían si invadieran la Isla. ¿Por qué? Porque nosotros, dice, somos la soberanía. Luis Báez: El tema es largo y la vida breve. 115
Luis Ortega: El fervor de los primeros años se ha evaporado. Usted sale por las calles de Miami a buscar un mártir y regresa a su casa desalentado. A lo sumo lo que puede encontrar es un atorrante que, por 10 dólares, es capaz de meterle un coctel molotov al Centro Vasco39. Todo se ha ido hundiendo en el lodo y la corrupción política. El truco del exilio y del anticastrismo militante apenas sirve para conseguir un puesto. Las nóminas de los gobiernos locales están llenas de “patriotas” que reciben cheques y no trabajan porque están dedicados a la tarea de “liberar a Cuba”. Los jefes de las mil organizaciones cobran y no trabajan. Pero, eso sí, como dijo Mas Canosa, “Yo soy ciudadano americano, pero llevo la ciudadanía cubana en el corazón”. “Tarro”, diría un burlón. Eso forma parte de la farsa. Al cabo de unos años, el individuo empezaba a cambiar. Es decir, se alteraba. Se volvía otro. Luego, cuando iba de visita a la Isla se portaba como un animal miserable. Se consideraba un ser superior. Se le salpicaba el habla de vocablos extraños. Miraba con desdén a todo el mundo. Le hacia ascos a los negros y a los pobres. Vivía en un mundo donde todo era perfecto. Es cierto que no todos son iguales. He visto, desde 1959, a muchos desterrados verdaderos sufrir y morir en medio de una profunda desesperación. Los cementerios de Miami están llenos de gente así. Ya van quedando pocos. Esas gentes humildes, viejos y viejas de voz temblorosa que llaman a los sinvergüenzas que han montado la tarima del patriotismo en la radio para sacarles los centavos no entienden que han sido víctimas de un fraude. Los locutores de la 116
radio son hombres ricos que explotan la tristeza de los pobres seres abandonados en las casuchas de Miami. Todo va a ser mejor y más decente el día que los cubanos del exterior, entre los cuales me cuento yo, nos enfrentemos a nuestra dolorosa realidad. Luis Báez: ¿Cuál es esa realidad? Luis Ortega: Ya no tenemos nada que ver con Cuba. No tenemos derecho a entorpecer el proceso que se vive en la isla y que debe conducir a la estabilidad política y económica. Sincerar nuestra relación con el país de origen es muy importante. Lo han hecho todas las minorías que se han establecido en los Estados Unidos. Solamente los cubanos han querido ser una excepción. Este fraude, porque es un fraude en realidad, es lo que le ha dado el carácter peculiar que tiene la comunidad cubana de Miami, que es la más alegre, feliz e irresponsable del mundo entero, a pesar de que llevan 40 años hablando del “duro pan del exilio”. Hace más de 20 años un supuesto periodista me hizo una entrevista en Miami y me preguntó si yo era optimista o pesimista en relación con la libertad de Cuba. Luis Báez: ¿Qué le respondió? Luis Ortega: Le respondí que era muy optimista. Me preguntó entonces por qué. Y le contesté: “Porque a pesar de los esfuerzos que hemos hecho durante años para devolverles la isla a los Estados Unidos no lo hemos logrado”. Por aquellos días me quisieron comer en Miami, pero no pasó nada. 117
Luis Báez: ¿Cuál es la posición de los cubanos con su país de origen? Luis Ortega:
Hay una mayoría silenciosa que está por la
normalización de las relaciones con Cuba para poder mantener una relación estable con sus familiares e incluso visitarlos sin correr ningún tipo de riesgo por parte de la mafia de Miami. Estos integrantes de la mafia lo que piden es la invasión militar de la Isla para volverla a convertir en un protectorado de los Estados Unidos. En todos estos años, hemos visto desfilar una larga colección de personajes que se llenan la boca para hablar de la patria oprimida y luego pasan el cepillo. Luis Báez: ¿Hablan de nuevas generaciones? Luis Ortega: Quienes hablan de una nueva generación combatiente que hace acto de presencia, con sangre nueva, no sabe de que están hablando. Las nuevas generaciones surgen cuando tienen reales motivaciones históricas y lo primero que hacen es enjuiciar severamente a la generación precedente. Esto es, denunciarla. Esta gente ni denuncia a la anterior generación ni aporta una sola idea al estéril escenario de lo que llaman el “destierro cubano”, que no es destierro. Esta generación de los espejitos lo que viene es a confirmar el fracaso de los grupos de Miami. Surgieron, artificialmente, en 1960 financiados por los Estados Unidos y han sobrevivido durante todos estos años, sin base ideológica de ninguna clase y como negocio, pero ya empiezan a desvanecerse.
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El hecho concreto e irreversible es que la generación que está ya desapareciendo en los cementerios, y la que la precedió, no ha dejado mensaje alguno. Son dos generaciones que, salvo las excepciones, pertenecen al reino del olvido. La nueva generación que ha despuntado en el exterior es híbrida. Está partida entre dos culturas. No se puede sustraer, por más esfuerzos que hagan, a la profunda ignorancia que tienen de la historia de Cuba. No la entienden. Son ajenos a ella. Lo que se ha querido hacer en Miami durante estos años ha sido un crimen imperdonable. Se les ha querido escamotear el derecho que tienen las nuevas generaciones cubanas a forjar su propio destino, sin presiones externas. Ha sido una torpeza querer diseñar desde Miami el destino de Cuba y hacerlo en complicidad con los Estados Unidos. Por eso, hemos fracasado. Luis Báez: ¿ Tienen algo que ver con Cuba? Luis Ortega: Les falta el coraje para reconocer que ya no tienen nada que ver con su país de origen. No aceptan la idea de que son simplemente emigrantes. No son exiliados políticos. Tienen que aceptar como buenas todas las noticias que se les dan por la radio, porque eso los justifica ante ellos mismos. Por radio se transmiten los mayores disparates. Se inventan torturas, crímenes, se habla de una miseria espantosa, se hacen denuncias terribles, pero nadie pone en duda estas cosas. Porque es que se quiere creer que eso es así, tiene que ser así. Los que acaban de llegar se incorporan inmediatamente al mito y ratifican las noticias. Serían acusados de ser agentes de Castro si rectificaran algo. El mito tiene sus sacerdotes. 119
Estos locutores que manejan caprichosamente a los infelices de Miami, no tienen la menor idea de lo que están haciendo. Los de la Fundación son comerciantes organizados para el lucro; los de la plataforma están a ver que pescan. La famosa unidad cubana no tiene otras miras que recolectar dinero para la guerra con el propósito de escamotearla. Es decir, en todo el lamentable panorama cubano de Miami lo que prevalece es la ignorancia, el afán de publicidad, las ambiciones desmedidas, los odios de pandillas y todo esto revestido de una retórica obsoleta. Es un mundo cerrado, sórdido, inmóvil. No es agradable para mí tener que admitir que nosotros, cubanos, tenemos ciertas fallas en el carácter que, a juzgar por la forma en que se repiten, parecen formar parte del carácter nacional. Me estoy refiriendo a la tendencia al disparate, a la falta de previsión, a la irresponsabilidad. Además, lo que los une es el municipio. Luis Báez: ¿ Por qué ? Luis Ortega: El cubano se ha “municipalizado” en el exterior. Se encuentran dos cubanos en una gasolinera. Se reconocen de inmediato por los hierros que llevan arriba. Por el espantoso inglés que hablan. Pero, sin embargo, al mirarse, se temen mutuamente. Casi se odian casi. Pero, al poco rato surge un rayo de luz. Descubren de pronto, que los dos son de Guantánamo. “¡ Mi hermano, coño, tú eres de Guantánamo, dame un abrazo!”. Y los dos animales empiezan a dar gritos. El municipio los ha solidarizado. La nación no los une; los enlaza el municipio. 120
Lo que hay en el exterior son vastas comunidades rurales de cubanos que han destruido los barrios donde viven, poniendo vírgenes, cercas de alambres y pintando casuchas de rojo y amarillo. Están llenos de deudas. No he visto en mi vida gente más ridícula que estos cubanitos. Luis Báez: ¿Existen divergencias entre los puertorriqueños y los exiliados cubanos? Luis Ortega: Los boricuas tienen muchas razones para quejarse de la conducta de una gran parte de los exiliados cubanos. Existen profundas divergencias políticas entre unos y otros. Estas diferencias surgen cuando se comienzan a organizar las mafias cubanas financiadas por los elementos conservadores americanos y se empieza a definir un repertorio de ideas o consignas que, en rigor, son las mismas de la extrema derecha americana. Esa ruptura de los cubanos exiliados con los boricuas se repite también en las relaciones con los negros. En Miami, hasta los mulatos ya se han vuelto racistas, siguiendo las prédicas de la extrema derecha. Las mismas diferencias se producen entre el exiliado y las gentes que viven en Cuba. Hay un abismo cultural entre el cubano que sigue dentro de la Isla y el que llega del exilio, cargado de porquerías para ayudar a los parientes. Las ayudas casi siempre adoptan un carácter humillante. Luis Báez: La lucha por la independencia de Puerto Rico ha tenido y tiene un poderoso apoyo del pueblo y Gobierno cubanos. 121
Luis Ortega: En Cuba, en la que yo conocí, hubo siempre una profunda simpatía por Puerto Rico y su gente. El ideal independentista nació, simultáneamente, en las dos islas. En la Universidad de La Habana, por ejemplo, estaba muy activo el comité por un Puerto Rico Libre, para gran disgusto de la embajada americana. La lista de los cubanos que no podían entrar en los Estados Unidos por haberse pronunciado a favor de la independencia de Puerto Rico era muy larga. Es decir, los antecedentes son muy claros y revelan una profunda afinidad, tanto política, como humana entre los dos pueblos. En la Cuba de hoy esas coincidencias son muy profundas. Entre los cubanos y los boricuas no existen diferencias. Esas diferencias sí existen entre las mafias cubanas del exilio, ajenas al verdadero sentimiento del pueblo cubano y, desde luego, del pueblo de Puerto Rico. 1
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(1849 - |933). Filósofo y sociólogo cubano. (1898 – 1961). Destacado intelectual cubano. Murió en Puerto Rico.
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Locutor de Radio Reloj en los primeros años de la Revolución. Hombre de negocios de origen cubano. 24 Sy Myung Moon fundador en 1954 en Corea del Sur de la Secta religiosa que lleva su nombre. 25 Sacerdote ligado a la FNCA. 26 Apoya la política de bloqueo a su país de origen. 27 Patrona de Cuba. 28 Organización contrarrevolucionaria financiada por la FNCA. 29 Terrorista de origen cubano ligado a actividades contrarrevolucionarias.. 30 Político norteamericano. 31 Se situaba frente a los espectáculos públicos a esperar que salieran los políticos a los cuales a través de una bocina les gritaba su nombre para que le diera algún dinero. 23
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(1919 – 1975). Después del triunfo revolucionario huyó a la Florida y fue asesinado en Miami, el 31 de octubre de 1975, cuando estalló su auto a causa de una bomba de alto poder explosivo. 33 Propietario de la revista Bohemia En 1960 marchó al exterior. Sus amigos lo abandonaron. Al verse arruinado se suicidó en Caracas, Venezuela. 34 Famoso dibujante cubano. 35 Político norteamericano es coautor de la ley del reforzamiento del bloqueo a Cuba. 36 (1819- 1874). El 10 de octubre de 1868, en su ingenio azucarero La Demajagua, se levantó en armas y proclamó la Independencia de Cuba y liberó a los esclavos. Fue el primer Presidente de la República en Armas. 37 (1841 – 1873). Militar y abogado. Sobresalió por su arrojo y sus dotes en el campo de batalla. Comandante en Jefe de las fuerzas del distrito de Camagüey. Murió en 1873 combatiendo a los españoles en Jimaguayú. 38 (1845- 1896). Patriota cubano. Héroe de la Independencia. Cayó combatiendo contra los españoles el 7 de diciembre de 1896 en Punta Brava, La Habana. 4 Restaurante.
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No lo dejan vivir tranquilo
Luis Báez: En Miami mencionan constantemente a José Martí. Luis Ortega: No lo dejan vivir tranquilo. Desde que los Estados Unidos en 1960, empezaron a construir una nacionalidad cubana de repuesto, con base en Miami, fue inevitable que los habitantes de ese país místico agarraran a Martí para ponerlo al servicio de una nueva liberación de Cuba. La noción de que los cubanos están viviendo ahora un proceso similar al vivido hace cien años, está arraigada en la conciencia de las masas rurales e inexpertas que componen el grueso de eso que llaman “ exilio cubano” . De acuerdo con el escenario que se ha ido componiendo a través de tantos años, Cuba es una colonia y los cubanos de Miami son el equivalente de los patriotas del siglo pasado. Están luchando contra un poder colonial implacable, tanto o más que el español. Los Estados Unidos desempeñan el papel que más les gusta. Son los aliados benévolos, humanitarios, que están ayudando a los cubanos a sacudirse del yugo colonial. Se trata de una total subversión de la realidad. Anda por ahí un señor, llamado Carlos Ripoll,1 que lleva muchos años trajinando con los papeles de Martí tratando de convertirlo en una especie de nuevo líder de este exilio. Lo único que le ha faltado a este pobre hombre es inscribir a Martí en las nóminas de la CIA. Probablemente no ha podido hacerlo porque la CIA no existía en 1895. 128
Ripoll ha llegado al extremo de afirmar que cuando Martí hablaba de las “ entrañas del monstruo” se refería, con toda seguridad, al estado de corrupción que se vivía en los Estados Unidos en los tiempos en que él vivía en Nueva York. Este sujeto delirante se pasa la vida diciendo que es necesario rescatar a Martí. No hay que rescatar a nadie. Lo que hay que hacer es dejarlo tranquilo de tal modo que estos sinvergüenzas no lo sigan utilizando para sus fines. En los locales de los municipios de Cuba en el exilio nunca falta la imagen de Martí al lado de una bandera cubana. En los actos de los rotarios y leones siempre aparecen algunos viejos cubanos que se encaraman en las tribunas y disparan discursos encendidos en nombre del Apóstol. La sacralización de Martí ha llegado hasta el extremo de utilizarlo para nombrar una emisora americana que lleva a Cuba un mensaje intervencionista. Eso revela el grado de distorsión en que se ha caído. Es un ultraje que le hayan puesto su nombre a la mencionada estación radial. Pero, todo tiene su explicación. Luis Báez: ¿Cuál es esa explicación? Luis Ortega: Si todos esos grupos que fueron organizados por Washington, desde 1960, para combatir a la Revolución Cubana no pudieran disponer libremente de Martí, ¿qué podrían hacer para justificar desde el punto de vista ideológico su existencia? Los cubanos de Miami no pueden prescindir del mensaje de Martí, adaptado a sus intereses, es decir, distorsionado, porque si lo hicieran se quedarían encueros.
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Es asombroso ver a grupos de cubanos marchando por las calles de Miami llevando pancartas con la imagen de Martí, pidiendo a gritos la invasión militar de los Estados Unidos a Cuba para “ liberar la patria oprimida” . El verdadero sentido del ideario de Martí no les importa; Lo que les interesa es la imagen. A medida que pasan los años, y ya son 40, se va definiendo más y más la naturaleza íntima del conflicto cubano. No sus agencias subsidiarias. El anticastrismo nació dependiente y todo lo que ha producido ha terminado siéndolo. El Gobierno norteamericano, por supuesto, tenía sus propios objetivos y por eso propició ese predominio, lo ejerció y le añadió sofisticación. Por un lado, preparaba la guerra, el sabotaje, el atentado; y, por el otro, el acercamiento, la infiltración, el contraespionaje, el diversionismo y hasta el diálogo. Uno de los gestores del diálogo de 1978 ha declarado con toda candidez y sin recato alguno que según regresaba de sus viajes a Cuba iba disparado para Washington a informar. No informaba a los cubanos de Miami –que era lo lógico si iba a ser un diálogo entre cubanos -, sino a los jefes. No es que no deba informarse a Washington, pero si lo que usted está haciendo no es nada clandestino, es innecesario viajar de inmediato a un lugar tan lejos, porque Washington puede enterarse por los periódicos, por el correo o un poco más tarde. Ahora la situación acerca de cómo es necesario actuar ha cambiado. Ya no hay Unión Soviética y las esperanzas de que Cuba se desplomara se han esfumado. Tarde llegaron a comprender que lo que ocurre en la Isla tiene sus propias raíces y no fue importado, 130
porque es más resistente a las exportaciones de lo que podía suponerse. Luis Báez: ¿Piden la intervención militar? Luis Ortega: Eso es lo que hoy exigen, desde Miami. Esos que hasta acusan a Washington de traición por no hacerlo son los herederos legítimos de aquella sociedad de hacendados plantadores de caña que en el siglo pasado defendían el estatus colonial de Cuba, lo mismo con España que con los Estados Unidos, y que siempre vieron en Martí un loco. Por lo que necesariamente, tuvieron que ver su muerte con alivio. Los individuos de esas organizaciones, más de 300, que hablan constantemente en Miami de la liberación de Cuba para vincularla otra vez con los intereses americanos, coinciden, desde el punto de vista ideológico, con los personajes que tomaron las riendas al morir Martí. Cien años después, con otros nombres, con otras caras, vemos a los mismos personajes diciendo las mismas cosas. Luis Báez: ¿Han cambiado las tácticas? Luis Ortega: No lo creas. Las tácticas también se han modificado. La clásica técnica del garrote y la zanahoria sigue usándose, pero de lo que la gente no se da cuenta es de que la zanahoria también es un garrote y de que uno de los garrotes es de zanahoria. El “ zanahoriazo” busca lo mismo que el garrotazo. Lo diferente es el método para procurar similar objetivo. Con el garrote – garrote se amenaza, con el garrote de zanahoria se seduce y se recomienda la rendición para evitar que se tenga que usar el otro garrote. Por eso es que en el mismo cartucho pueden caber
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terroristas, cabilderos y dialogueros. Washington también escribe derecho en renglones torcidos. No es que ahora me ponga a decir que todo el mundo es o no empleado de la CIA. Eso es lo de menos. Hay quien lo es y quien no lo es, aunque piense como si lo fuera. Sí me preocupa, sin embargo, esa disposición tan acentuada en tantos cubanos a ponerse no al servicio del interés nacional cubano, sino del interés nacional norteamericano en lo que respecta a Cuba. Porque en lo que sí no hay discusión es en que en los asuntos internos de Cuba los Estados Unidos no tienen derecho a meterse. Es totalmente lógico que Washington trate de salvar sus conveniencias e intereses y negocie con Cuba para ello, pero no es aceptable que se entrometa en los problemas que deben resolverse sólo entre los cubanos, como partes componentes de una nación independiente y soberana que ha pagado un precio muy alto para llegarlo a ser. Luis Báez: ¿Hay diferencias? Luis Ortega: La diferencia esencial en la actitud que se asume con respecto a Cuba está en aceptar o no que para los cubanos ese es un asunto enteramente cubano. No se le puede pedir al Gobierno cubano una normalidad en que no vive, mientras el país esté amenazado por la potencia mundial más poderosa y desmesurada de la historia de la humanidad. Primero hay que lograr que esa potencia se abstenga de inmiscuirse en los asuntos internos que sólo a los cubanos competen. Muchas veces me he preguntado por qué a tanta gente le ha sido tan fácil renunciar a la cubanía y asimilar los componentes de lo anticubano. Eso merece un estudio, como también lo merece el 132
investigar por qué a otros no nos ha ocurrido lo mismo. Por dónde se metió Platt2 es algo así como por dónde le entra el agua al coco. Luis Báez: ¿ Qué es lo qué se discute? Luis Ortega: Lo que se está discutiendo no es si se está o no de acuerdo con lo que ha pasado y está pasando en Cuba, lo que se discute es que eso es algo a discutir entre los cubanos, y nada más que entre cubanos, y es necesario que el Gobierno de los Estados Unidos no se meta y nos deje hacerlo. Entonces todo se resolvería o no se resolvería. Terminaría en besos y abrazos o en sabe Dios qué otra cosa, pero dentro del ámbito de lo que es nuestro y no debe ser de nadie más. Quien no entienda eso, quien no quiera entender eso, está totalmente despistado. Puede ser que haya abandonado la ruta de la violencia, pero está mintiendo cuando dice que propicia el diálogo, porque lo que quiere es bloquearlo, impedirlo, despretigiarlo; utilizar el lema como propaganda y como treta para luego acusar al Gobierno cubano de no aceptarlo. Lo que está haciendo, consciente o inconscientemente, es seguir la táctica del Gobierno norteamericano que quiere ganar a “ zanahoriazo” limpio lo que no pudo ganar a garrotazos. Luis Báez: Es un problema de soberanía. Luis Ortega: De eso no me cabe la menor duda. La soberanía de Cuba - que no es una cosa abstracta -, es decir, el derecho que tiene Cuba, aunque sea un país pequeño, a decidir su propio destino sin que tenga que obedecer las órdenes de un funcionario americano, eso es lo esencial del conflicto actual.
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Si Washington decide que Castro debe irse, como lo proclama de manera constante el Miami Herald en sus editoriales, es obvio que Washington entiende que ellos ejercen la soberanía sobre Cuba. Que ellos tienen que decidir quienes gobiernan en Cuba y cómo. Nadie que haya nacido en la Isla y guarde un poco de respeto por ella puede hacerse cómplice de una situación semejante. El odio que se le tenga a Castro, por las razones que sean, no justifica, en modo alguno, la complicidad con Washington. Que eso, en definitiva, es lo que han estado haciendo los cubanos y para esa tarea han utilizado a Martí. Es decir, el conflicto cubano ha quedado reducido a sus elementos más simples. Es el problema de las relaciones con los Estados Unidos. Estos quieren ejercer un control absoluto y secreto sobre la isla. Castro representa la voluntad que se opone a ese control. Todos los otros pretextos que han manejado durante 40 años han desaparecido. No tienen ya validez. El tiempo ha dejado encueros a los protagonistas del drama. Cada cual ha quedado expuesto a la verdadera luz. De lo que se trata es de hacer algo para impedir que la nacionalidad cubana desaparezca en las manos de los funcionarios americanos y de sus cómplices cubanos. Luis Báez: ¿ Qué simboliza Martí? Luis Ortega: El nacionalismo cubano. Su muerte en Dos Ríos tiene un extraño simbolismo. Con él cayó toda la concepción ambiciosa del destino histórico de la Isla. Su desaparición le abrió el camino a los intereses americanos que fueron los que diseñaron el futuro de la incipiente nacionalidad. En 134
torno a su ideario, a la misma traición de que fue objeto después de su muerte, ha ido cristalizando la conciencia nacional cubana. Si se observa la muerte de Martí desde la perspectiva angustiosa del conflicto que existía en 1895, y que sigue vivo 100 años después, se verá el destino trágico de una Isla que lucha por sobrevivir con decoro a 90 millas de un vecino poderoso. La muerte de Martí dejó abierto el camino a Tomás Estrada Palma para diseñar la República que nació en 1902 y que fue un protectorado americano hasta 1959. Los años transcurridos desde que se inició el proceso revolucionario en Cuba han servido para desnudar todas las intenciones y poner a cada cual en el sitio que le corresponde. Es absurdo que los cubanos de Miami sigan utilizando a Martí para pedir la intervención militar en Cuba. Incluso, los que en un principio, combatimos la Revolución, como en mi caso, hemos tenido que entender el verdadero sentido del conflicto. Algunos lo dicen en voz alta; otros se lo callan. Pero es obvio que entre los cubanos hay un movimiento de regreso a las raíces históricas. No puede ser de otro modo. Ya no se trata de luchar contra un gobierno que no nos gusta, o contra un hombre, o contra el comunismo. Luis Báez: La Revolución ha seguido el camino trazado por nuestros próceres. Luis Ortega: Es obvio que Castro no ha inventado este conflicto con los Estados Unidos. Lo que ha hecho es continuar la mejor tradición cubana. Véase lo que decía José Antonio Saco3 a mediados del siglo XIX, hace casi 150 años: 135
“...La desmesurada ambición de los Estados Unidos, es y será un obstáculo inmenso a la verdadera independencia de Cuba, pero aun suponiendo que llegase a conseguirla, muy pronto podría perderla, porque sin fuerzas propias para defenderse, y privada del apoyo de su antigua metrópoli, víctima sería de la rapacidad americana, en cuyas garras perecerían sus tradiciones, su nacionalidad y hasta el último vestigio de su lengua”. Luis Báez: Saco no era un revolucionario. Luis Ortega: Era un reformista. Ni siquiera apoyó la guerra que se inició en 1868. Sobre todo, cuando la Cámara de Representantes - en abril de 1869 - en plena manigua aprobó un acuerdo, respaldado por el entonces Presidente y por miles de firmas, solicitando del Gobierno norteamericano la anexión de la Isla a los Estados Unidos. Con esto se demuestra que estos cubanos de Miami que piden la intervención americana tienen también sus antecedentes históricos. Saco a pesar de mantener esa posición, siempre tuvo la idea de que Cuba llegaría a ser un estado independiente no sujeto a los intereses de Washington. Luis Báez: Martí estaba muy claro. Luis Ortega: Su pensamiento político estaba inscrito en el marco de la más limpia tradición de la inteligencia cubana. El punto fundamental de su política, que lo llevó a organizar la guerra en 1985, fue, precisamente, impedir que los Estados Unidos cayeran sobre Cuba. Véase lo que le decía a Manuel Mercado4 el día antes de morir: “...mi deber es impedir a tiempo, con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto 136
hice hasta hoy, y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas”. El ideario de Martí está en Cuba; está en Castro. En Londres hace años - en 1963 - C.A.M. Hennessy5 publicó un largo ensayo en International Affairs, en el que plantea: “Una larga preparación antes de la independencia no fue suficiente, en sí misma, para dar al nacionalismo cubano un sentido de equilibrio. La ausencia de bases telúricas en este nacionalismo fue la causa que tendiera a cristalizar alrededor de la figura de Martí”. En este mismo ensayo destaca la influencia de Martí en Castro: “Es difícil empezar a comprender a Castro sin considerar la influencia de Martí en él". 1
Investigador de origen cubano. Enmienda propuesta por el senador norteamericano Orville Hitchcock Platt y aprobada por el Congreso de Estados Unidos en 1901 permitía a Washington controlar los emprésitos y los tratados que pudiera efectuar Cuba y el derecho a intervenir militarmente en la Isla cuando lo consideraran oportuno. Derogada en 1934. 3 (1797 – 1897).Historiador y político cubano. 4 Intelectual mexicano. Gran amigo de Martí. 5 Intelectual de origen inglés. 2
Falta de carácter Luis Báez: ¿Creyó posible la presencia de una Revolución socialista a 90 millas de los Estados Unidos? Luis Ortega: Los cubanos teníamos muy clara la noción de que en Cuba no se podían hacer cambios sustanciales en la estructura del Estado, y mucho menos una Revolución de largo alcance, sin contar con la aprobación de los Estados Unidos. Ni siquiera los comunistas creían que eso era posible. 137
Esa es una idea que sigue vigente en las comunidades cubanas que se han formado en el exterior, sobre todo en Miami. No se puede hacer nada sin contar con la aprobación de Washington. Existe un documento - estrictamente secreto y confidencial firmado por el Dr. Pedro Martínez Fraga6 en el cual se explica cómo y cuándo comenzó, a partir de la segunda mitad de 1959, la campaña para acabar con el nuevo Gobierno. Ese documento fue presentado el 24 de noviembre de 1961 y se titula: “ Examen de las relaciones del Gobierno de Estados Unidos con el Consejo Revolucionario Cubano” . Se trata de un documento descarnado donde se revela el grado de dependencia que existió siempre entre las clases políticas de Cuba y Washington. Martínez Fraga fue un genuino representante del establishment político cubano anterior a la Revolución. Este memorándum de 19 paginas es fundamental para entender lo que ocurrió entre 1959 y 1962. Los revolucionarios de 1959 no tenían más que dos caminos, uno: dejarse aplastar como había ocurrido a los del 1933. Dos: buscar el apoyo y la protección de la Unión Soviética con todos sus riesgos. Hay otro documento - muy extenso - firmado por Justo Carrillo,7 integrante del Consejo Revolucionario, donde hace una revisión histórica del exilio cubano, desde enero de 1960 hasta la invasión de Bahía de Cochinos. Este memo corrobora el espíritu de dependencia expresado en el de Martínez Fraga. Lo escribió Justo Carrillo poco antes de morir.
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Luis Báez: Usted es un hombre que vivió intensamente la política cubana, ¿cómo se manejaban los norteamericanos en la Isla? Luis Ortega: Las nuevas generaciones de cubanos, tanto en la Isla como en el exterior, ignoran como era la Cuba anterior a la Revolución y cómo eran las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. Yo viví aquel mundo y conocí intimidades. Por eso creo, y siempre lo he creído, que el problema de Cuba no ha sido el comunismo y tampoco Fidel Castro. El problema fundamental ha sido precisamente, la necesidad de ajustar las relaciones de la Isla con el vecino del Norte. Ese problema que estaba en el subsuelo moral se encuentra en los orígenes de la conflictiva nacionalidad. Nadie podía ascender en la vida política en Cuba si no tenía el visto bueno de la embajada norteamericana y mucho menos si se atrevía a tocar los intereses americanos. Eran sagrados. Los periódicos corrían el riesgo de quedarse sin papel si se portaban muy mal. Se les permitía algo, pero que no se excedieran. Cuba fue una colonia americana, más o menos encubierta, desde que se sacudió de arriba la dominación española. Las nuevas generaciones no tienen idea de hasta donde llegaba el control de la economía y la política. Eso ocurría, en parte, porque un sector importante de las clases dirigentes cubanas, tanto en la economía, como en la política, se sentía muy feliz con esa situación. Hasta se enorgullecían del tipo de relaciones que teníamos con los Estados Unidos. Es curioso. Cada
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vez que llegaba el 4 de julio, todos los periódicos publicaban ridículos editoriales entonando alabanzas al poderoso vecino del Norte. Por eso, precisamente, es que le ha sido tan fácil a Washington montar una nación cipaya en Miami, poblada por cubanos que sueñan con rescatar la colonia. Eso explica por qué un aventurero como Carlos Alberto Montaner deleita al grupo de papanatas que le siguen, prometiéndoles que en el futuro todos van a ser yanquis. El hombrín ha convertido la sumisión en un ideal. Es obvio que Cuba seguirá siendo un problema mientras los Estados Unidos no entiendan que tienen que renunciar a la mentalidad colonial y aceptar que se puede establecer un sistema de relaciones mutuamente respetuoso. Hasta ahora se han equivocado en su análisis del castrismo. Lo importante no es su contenido ideológico. Castro ha llegado a simbolizar el ideal de independencia y soberanía en una Isla que ha sido muy maltratada por los Estados Unidos. Luis Báez: ¿Qué rasgo es el que más sobresale de la política norteamericana? Luis Ortega: La arrogancia. Los Estados Unidos se han atribuido siempre el derecho, casi divino, de decidir lo que es bueno y lo que es malo. Fidel Castro es un malvado porque defiende la soberanía cubana. Es decir, los Estados Unidos, históricamente, se han arrogado el derecho divino de decidir sobre la calidad moral de sus adversarios. En el fondo de todo esto, incrustado en la conciencia americana, esta el concepto de la predestinación. 140
Un Fulano, por ejemplo es rico y bueno porque Dios lo ha decidido así. Y si es pobre y malo es porque ha sido predestinado para eso. Esto explica el respeto que sienten los americanos por los ricos y el desprecio por los pobres. Luis Báez: ¿Cuál fue el mayor error del extinto presidente Kennedy en su política hacia Cuba? Luis Ortega: El error mayor de Kennedy no fue la fracasada expedición de Bahía de Cochinos sino haber resuelto que a Castro era necesario liquidarlo con presiones económicas o mediante un atentado. Los resultados de aquella torpe decisión están a la vista. El prestigio de los Estados Unidos está por los suelos. Nunca se ha dado en la historia el caso de un país tan poderoso como los Estados Unidos empeñando toda su fuerza para arruinar a una Isla indefensa solamente para darle gusto a la arrogancia americana. Luis Báez: ¿Qué política debiera aplicar Washington en su relación con Cuba? Luis Ortega: La única política inteligente para Washington es prestar atención a las voces que le piden moderación. Lo inteligente es abandonar los grupos de cubanos mafiosos de Miami y avanzar hacia un sistema de relaciones con Cuba más racional. Los Estados Unidos pueden convivir con Cuba en paz y armonía si renuncia al proyecto de determinar el futuro político de la Isla. Cuba ya no es el mismo país de hace 40 años. Luis Báez: ¿Qué criterio tiene sobre la Ley Helms – Burton? Luis Ortega: La Ley Helms Burton es una versión aumentada y corregida de la Enmienda Platt. Yo no soy partidario de la Revolución 141
Cubana, cosa evidente por mi historial personal sin embargo, estoy protestando contra la mencionada ley que es una afrenta a Cuba. Esa ley es el caso más repugnante de presión extraterritorial. Solamente un personaje tan siniestro como el senador de Carolina del Norte - manejado por intereses tabacaleros -, enemigo de los cubanos, podría prestarse a promover una legislación que supera en arrogancia al episodio de la Enmienda Platt. Al referirse a la citada ley, el ex presidente James Carter8 dijo: “ De todas las estupideces que ha hecho mi país la peor ha sido la de la Ley Helms – Burton” . En esto tiene toda la razón. Es una vergüenza que Jesse Helms sea senador pero peor es que esa ley haya sido aprobada por mayoría en el Senado y en la Cámara y, además firmada por el presidente Bill Clinton.9 Lo dicho por Carter es cierto. Pero, lo que se calla es que cuando él llegó a la presidencia en 1976 en vez de tener el coraje de darle un vuelco a la estúpida política de Washington respecto de Cuba, lo que hizo fue continuar la labor de sus predecesores. Luis Báez: ¿La Ley está pagada por intereses económicos? Luis Ortega: La Ley Helms-Burton, pagada por los intereses económicos de los cubanos va encaminada a asegurarle a esos intereses la posesión de la Isla en complicidad con Washington. Es peor que la Enmienda Platt. La historia de Cuba desde sus orígenes, y aun desde el siglo anterior, ha estado presidida por un criterio de que hay que aceptar la realidad. Es decir, hay que ceder a la presión del país del Norte. Hay que aceptar la tutela, “ por el bien de la patria” .
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La clase de los hacendados azucareros - siempre funesta para Cuba desde la colonia - estuvo siempre dispuesta a aceptar todas las presiones de Washington con tal de salvar la zafra y el precio. Fueron los hacendados y los agentes del comercio importador los que llamaban loco a Martí porque se atrevía a hablar de soberanía e independencia. Lo que querían era que Cuba entrara a formar parte, de algún modo, no importaba cuál, de los Estados Unidos. Lo demás eran locuras. Ese mismo tipo de gente - los azucareros, los licoreros, con todas sus variantes - son los que ahora pagan buenas contribuciones electorales a políticos americanos para sacar adelante la Ley Helms – Burton que les garantiza el control de los Estados Unidos sobre la Isla. El propósito es garantizarle a la mafia de Miami que solamente ella podrá gobernar en Cuba en el futuro. Sólo ellos podrán contar con el permiso de los americanos para formar un gobierno en la Isla. La nueva generación cubana queda borrada del mapa político. Esto es una estupidez. La ley le pone en la mano a Castro la posibilidad de convertirse en la vanguardia de un amplio movimiento en defensa de la independencia de la América Latina. Frente a la grave amenaza que representa esta ley, lo que se impone es un vasto movimiento de defensa de la nacionalidad. Hace falta un poco de audacia. El nacionalismo amenazado es capaz de mover montañas y encontrar solidaridad en el mundo entero. La Helms – Burton, con la complicidad de los cubanos en los Estados Unidos, es un ataque brutal a la nacionalidad cubana. Esos
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cubanos que aplaudieron al presidente Clinton cuando este firmó la ley son traidores a Martí y Maceo. Están aplaudiendo la opresión. Esta es la opinión de alguien que nunca fue revolucionario, que no va a ser nunca y, sin embargo, mantiene vivo un sentimiento nacionalista a pesar de los años y la distancia. Recientemente el presidente Clinton vino a Miami para buscar dinero y votos. Hubo una comida en un hotel para recaudar fondos. El cubierto se pagó a 1 500 dólares. En su discurso, el Presidente cometió el error de mencionar la Ley Helms – Burton pensando, tal vez, que los asistentes eran todos miembros del circo cubano de Miami. La reacción de los asistentes fue sorprendente. Clinton fue abucheado. Es decir, hay un sector importante en Miami que entiende que es correcto apoyar a Clinton y pagar 1 500 dólares en una comida de recaudación de fondos, pero la ley Helms – Burton no disfruta de muchas simpatías entre los cubanos inteligentes. En rigor se trata de una ley pagada por un grupo de millonarios cubanos de la Florida para defender sus propios intereses y son pocos los que están dispuestos a apoyarla. Salvo una minoría vociferante que vive del negocio del anticastrismo y opera en la radio y en los diarios, el resto es una mayoría silenciosa que aspira a ver que el problema de Cuba se resuelva de forma racional y se establezcan relaciones normales entre Cuba y los Estados Unidos. Luis Báez: Esa ley nos ha unido más a los cubanos. Luis Ortega: Lo sé. Con toda razón. Conozco que en la Isla se han producido gigantescas movilizaciones contra la conducta de los
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Estados Unidos y en repudio a las leyes Helms – Burton, Torricelli,10 y de Ajuste Cubano11 , así como contra el embargo. Vi las imágenes que trasmitió la CNN de la marcha el pasado 26 de julio; fue algo realmente impresionante. ¿Cómo explicar ese torrente humano que se contempló en la pantalla de la televisión si se parte de la noción, tan difundida entre los cubanos de Miami, de que el régimen está agonizando? ¿Cómo es posible que 40 años después del triunfo de la Revolución, con todo el desgaste que una Revolución lleva aparejado, se pueda organizar una marcha tan abrumadora? ¿Cómo se explica eso? Debo suponer que lo que provocó la gigantesca movilización fue, precisamente, la indignación que siente el pueblo cubano contra la conducta de los Estados Unidos y el respaldo a su proceso revolucionario. Ni afirmo ni niego. Me atengo a los hechos. Por otro lado, no se puede negar, de manera objetiva, que Castro encarna el espíritu de resistencia del pueblo cubano. Por cierto, es curiosa la reacción de la prensa frente al caso de las marchas realizadas en el país. Las fotografías donde se ve el río humano que ha desfilado en las diversas movilizaciones no son publicadas por los diarios en español editados en Miami. No les gusta admitir que la realidad está contra la propaganda. Luis Báez: ¿Qué opinión le merece Jesse Helms? Luis Ortega: Este señor se ha convertido en el ídolo de los cubanos de Miami y de los llamados “ disidentes” que operan en Cuba, precisamente, porque éstos han perdido todo sentido nacionalista. Blancos y negros de Cuba, sobre todo los negros, la pasarían muy mal si Jesse Helms llegara a ser un factor decisivo en un gobierno 145
cubano. Hay una coincidencia muy peligrosa entre los ideales del senador sureño y los del Ku Klux Klan.12 Luis Báez: Ya qué los mencionó, ¿cómo enjuicia a esos elementos? Luis Ortega: Los disidentes en Cuba son gente sin importancia política. Son títeres de la mafia de Miami. Están al servicio de la Sección de Intereses de los Estados Unidos que los mueve de un lado a otro del mismo modo que los pícaros de Miami mueven a los viejitos de un lugar a otro para estafar el Medicare. Son gente que reciben salarios y orientación ideológica del Gobierno americano. Esto no es un secreto. El presidente Clinton le otorgó un crédito de 500 000 dólares a la organización Freedom House13 para financiar las actividades de estos señores dentro de la Isla. Pensar que ese elemento puede representar un movimiento poderoso de oposición al Gobierno es una tontería. Luis Báez: ¿Cómo analiza la conducta del presidente Clinton en el caso cubano? Luis Ortega: La conducta de Clinton en el caso de Cuba revela la falta de carácter y poca estatura presidencial. En lo que se refiere a Cuba, Clinton se ha metido en un callejón sin salida al ponerse, incondicionalmente, al servicio de los grupos mafiosos de Miami. Clinton se dejó manejar por Mas Canosa y la Fundación. Razones monetarias. Ni siquiera por los votos, porque la Fundación no tiene votos. Los grupos vinculados a la Fundación le entregaron a Clinton casi un millón de dólares para su campaña política. Mentalmente, Clinton estaba operando con la tradición histórica de los Estados Unidos. Siempre los Estados Unidos ha colocado peones 146
en las regiones que aspira a controlar y luego ha sublevado a sus peones para reclamar el territorio. Lo hicieron en Cuba durante todo el siglo XIX para minar la dominación española y les salió bien el juego. Lo hicieron en el norte de la Florida cuando era española. Lo hicieron en Panamá para separar la región de Colombia, es decir, para despojar a Colombia. Ya lo habían hecho con anterioridad cuando introdujeron sus peones en la región del suroeste para despojar a México de una parte enorme de su territorio. En el libro de Ramiro Guerra, 14 La expansión territorial de Estados Unidos a costa de España, se explica muy bien la estrategia del país del Norte. Esto es, en rigor, lo hecho por los Estados Unidos para minar y desprestigiar la Revolución Cubana. Han creado una masa enorme, ignorante, mercenaria, manipulada con información falsa, en el sur de la Florida para legitimar la reclamación de una supuesta democracia en Cuba. Lo que ha querido hacer Clinton es introducir esa horda de cubanos en la Isla - con vaselina, para que no duela - con el pretexto de reclamar reformas, democracia, dialogo, etc. , y minarle el terreno a Castro que es el baluarte real de la soberanía cubana. Clinton se hizo ilusiones si pensó que Castro se iba a tragar la píldora. La respuesta la tiene ante los ojos. Castro desmanteló el aparato del Concilio 15y tumbó los dos aviones que estaban provocando el conflicto. Fue una respuesta inevitable. Frente a la ingenuidad de los americanos que ignoran los antecedentes históricos de la Revolución y las conflictivas relaciones entre Cuba y los Estados Unidos - a través de 200 años -, es decir, 147
frente a la subestimación de Washington y los asesores de Clinton, la respuesta de Cuba era ineludible. Clinton se ha hecho famoso por su incoherencia en relación con la política hacia Cuba. Hoy dice una cosa y mañana dice otra. Su política de constante zig – zag lo ha hecho impopular. Ha tenido todas las condiciones para normalizar las relaciones con Cuba. Nixon tuvo los pantalones para restablecer las relaciones con China. El problema de Clinton es que anda en shorts. No usa pantalones. Luis Báez: Es una cuestión de soberanía. Luis Ortega: Al margen de las simpatías o antipatías que se tengan por la Revolución Cubana, hay algo que se sobrepone a la postura personal: el profundo sentimiento de solidaridad con el ideal nacional de independencia y soberanía. Ese ideal es anterior a la Revolución y va mucho más atrás en el tiempo. Pensar que la Revolución descubrió el conflicto con los Estados Unidos es un disparate. Ese conflicto lo llevamos disuelto en la sangre las gente de mi generación y la de las generaciones precedentes. Llevo muchos años protestando contra todos los intentos que se han hecho para sofocar el espíritu revolucionario en Cuba y volver a someter la Isla a los caprichos de Washington. Y no lo he hecho en defensa de la Revolución, con la cual nunca he tenido relaciones muy estrechas; al contrario, he sido más bien hostil a ella. Mi adhesión va más allá de la Revolución. Apunta hacia el ideal de independencia y soberanía, cada vez más amenazado por las fuerzas externas que se conjuran contra la Revolución, precisamente, porque esta se ha mantenido todos estos años defendiendo ese ideal. 1
Intelectual de origen cubano.
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(1912 – 1994). Político de origen cubano. Ocupó importantes cargos en los gobiernos auténticos. 3 (1924-). Presidente de Estados Unidos de 1977 a 1981. 4 (1946). 42 Presidente de los Estados Unidos. 5 Representante a la Cámara. Autor de leyes anticubanas. 6 Puesta en vigencia por el gobierno norteamericano en 1966 permite a todo cubano que arribe a suelo norteamericano darle refugio. 7 Organización terrorista secreta creada en los Estados sureños de Estados Unidos durante la reconstrucción del periodo que siguió a la guerra civil. 8 Institución creada por el Gobierno norteamericano que entre sus funciones está la de actuar como intermediario con elementos disidentes. 9 (1880 – 1970). Destacado historiador y pedagogo cubano. 10 Grupo contrarrevolucionario.
Relaciones respetuosas
Luis Báez: ¿Cuál es su opinión de los análisis que hacen sobre Cuba algunos académicos norteamericanos? Luis Ortega: No solo los académicos, sino también periodistas se pasan la vida haciendo análisis en los que no apuntan nada nuevo sobre el tema. Lo que me llama la atención es, precisamente, el hecho de que a través de los años se han estado repitiendo los mismos tópicos en relación con Cuba de una manera rutinaria y con un asombroso desconocimiento de los antecedentes históricos del conflicto. Hay una serie de lugares comunes en estos análisis sobre Cuba y Castro que trasmiten de un autor a otro, sin variaciones. Cuando los americanos se ponen a analizar el caso de Cuba lo primero que se preguntan es por qué Castro no hace unas elecciones para legitimar la Revolución. Siempre, por lo general, terminan hablando de la dramática situación económica que se vive en Cuba y de la intransigencia de Castro al no ceder a las presiones que se ejercen para que la Isla entre por el camino de las reformas políticas.
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Y me pregunto si es posible, es decir, si tendría sentido, hacer una Revolución de tan hondo calado como la cubana, con tanta sangre derramada, con tanto sufrimiento, con el sacrificio de todo un pueblo acosado por los Estados Unidos, para venir al final, como un pendejo cualquiera, a celebrar unas elecciones para complacer a los Estados Unidos y para que el pobre costarricense Oscar Arias16 se sienta feliz. Una Revolución es una cosa muy seria y la de Cuba la ha sido más que ninguna otra porque ha sido una Revolución a 90 millas de las costas del principal adversario de la soberanía cubana. Ha sido un desafío a los Estados Unidos. Eso es lo que le da un carácter muy particular a la Revolución Cubana. Luis Báez: ¿Qué es lo básico del caso cubano? Luis Ortega: Es el espíritu de secesión de la Revolución de los Estados Unidos. La obstinación de los Estados Unidos en retener su influencia en Cuba a toda costa - incluso sacrificando a once millones de seres humanos que viven en la Isla - es un vago eco de la guerra civil que ensangrentó el territorio americano el siglo pasado. Castro es un rebelde contra el Norte “ revuelto y brutal” de que hablaba Martí. Es el malvado que le ha escamoteado a Washington una porción del territorio. De lo que ellos consideran que es su traspatio. El hecho concreto es que esa Revolución - nos guste o no - tuvo lugar, ha durado 40 años y cambió radicalmente la fisonomía moral y política de Cuba y sobre todo, las relaciones económicas. Pensar que es posible darle marcha atrás a todo lo que se ha 150
hecho en Cuba para devolverles las propiedades a los millonarios cubanos que viven en la Florida – quienes le dan dinero al Congreso para que apruebe leyes y contribuyen generosamente a las campañas presidenciales de demócratas y republicanos -, pensar que la cosa es tan simple es, de hecho, una estupidez. Un cambio brusco en Cuba, un retorno traumático al pasado, lleva aparejado un río de sangre. No se hace una Revolución en balde. Tiene mucha responsabilidad el que se lanza por un camino tan angustioso. Solamente los cubanos mediocres de Miami pueden albergar la extraña idea de que el problema de Cuba se puede resolver, alguna vez, con una invasión americana o con una ridícula gestión del ex presidente Carter para convencer a Fidel Castro de que celebre elecciones. Este t análisis es típico de la mentalidad de cierto periodismo americano que arranca de la pobre noción de que, Cuba es una pequeña isla del Caribe, una factoría azucarera, no es necesario perder el tiempo indagando las raíces históricas de lo que allí está ocurriendo, Se puede opinar sobre Cuba y analizar el conflicto sin averiguar nada, aplicando al caso cubano el mismo cartabón que sirve para entender la política domestica americana. Esto es un error. Kennedy en 1961 pagó un precio altísimo por haber cometido el error de subestimar el empuje de la Revolución Cubana. Luego, por la misma razón, se vio al borde de un conflicto nuclear. Nueve presidentes después no han sabido qué hacer. Clinton, él ultimo, ha cometido el error de creer que Cuba le sirve solamente para nutrir sus fondos en la campaña electoral. 151
Es decir, a medida que se ha ido “bananizando” la política americana, a medida que los estadistas americanos pierden estatura intelectual, el caso de Cuba se va complicando. Evidentemente, hay un claro genocidio en la política americana sobre Cuba. Nunca se ha dado el caso, sobre todo en América, de que una potencia del nivel de los Estados Unidos se pase 40 años tratando de liquidar físicamente al dirigente político de una pequeña isla - utilizando procedimientos a veces siniestros - y no ceda en sus propósitos de acabar con el pueblo cubano sitiándolo por hambre. Eso es un desprestigio para los Estados Unidos y las gentes más lucidas del país lo entienden así. Hace muchos años que los Estados Unidos debieron haber renunciado, de manera explícita, a la guerra contra Cuba. Luis Báez: En algunos de estos análisis se plantea que Cuba no está interesada en tener mejores relaciones con Washington. ¿Qué opina al respecto? Luis Ortega: Eso coincide, exactamente, con el pensamiento de la mafia de Miami. He vivido muy de cerca lo que ha pasado en la isla durante los últimos 60 años. La actitud de crítica severa frente a los Estados Unidos no ha sido inventada por Castro. Viene dada por la historia de Cuba. Tuvo su máxima expresión en Martí. Estuvo viva durante todos lo años de la República prerevolucionaria. Castro lo que ha hecho es tomar el legado y ponerlo en práctica. Siempre se ha querido tener mejores relaciones con Washington. Siempre se ha luchado por la prosperidad del pueblo. El obstáculo mayor ha sido Washington. 152
La política americana hacia Cuba ha consistido siempre en exigir subordinación. No quieren relaciones respetuosas y cordiales. Quieren la subordinación. Antes de cumplirse un año de inaugurase el período revolucionario - en 1959- , ya los Estados Unidos le habían declarado la guerra a Castro. Ni siquiera se puede decir que fue contra el comunismo, porque todavía Cuba no tenía relaciones con el bloque soviético. La guerra fue contra la rebeldía de Castro. En 40 años no han cesado un solo día de combatir la Revolución. ¿Por qué vamos a reprocharle a Castro que quiera ver culminada su obra? La generación que está gobernando hoy en Cuba, con la excepción de Castro, no es la misma que hizo la Revolución. El proceso de relevo está en marcha.
Luis Báez: ¿En qué momento los Estados Unidos se constituye en el principal partido de la oposición a la Revolución? Luis Ortega: En 1959 iniciaron el movimiento sobornando a grupos de cubanos, mediante sueldos para cubrir las apariencias. Desde entonces, la oposición a Castro, dentro y fuera de la Isla, ha estado financiada por los Estados Unidos, utilizando elementos cubanos mercenarios. Esto es un hecho que ya ni siquiera se trata de disimular. Se hace a cara descubierta. No ha podido surgir - hasta ahora, en 40 años - un solo movimiento cubano de oposición que se haya podido sustraer a la tutela de los americanos. Es obvio que Castro no tiene otra alternativa que ser intolerante con los grupos que pretenden organizarse dentro de Cuba con financiamiento y dirección 153
americana. La culpa de todo lo ocurrido en Cuba durante 40 años le corresponde en mayor proporción a los Estados Unidos. Ciertamente, si Castro no hubiera iniciado una Revolución en Cuba en 1959 y se hubiera plegado a las ofertas de Washington es posible que nada de esto habría ocurrido. Si hubiera sido dócil y complaciente con el embajador americano no habría habido guerra. Todos los que gobernaron en Cuba, antes que Castro, fueron dóciles y comprensivos y no hubo problemas. Luis Báez: ¿Cuándo comienza el problema? Luis Ortega: El problema comienza cuando se plantea una política revolucionaria frente a los Estados Unidos. Una política nueva. Pero, una política que venía dada por la historia de Cuba. Una política que había estado sepultada por muchos años en la conciencia del pueblo cubano. Eso explica el masivo apoyo que tuvo la Revolución en sus comienzos. Si no hubiera existido la Revolución no se habría desatado la hostilidad de los Estados Unidos. ¿Pero, se le puede reprochar a Castro, y al pueblo que lo ha seguido desde el comienzo que soñaran con un país soberano por imposible e irrealizable que pareciera? Creo que desde el siglo pasado marchan paralelamente las dos tendencias que se han disputado el destino de la Isla. Por un lado, la presión de los Estados Unidos para apoderarse de la Isla, mediante compra o conquista y siempre con la colaboración o complicidad de un tipo de cubano que era partidario de la ley y el 154
orden para proteger sus negocios de caña o tabaco o de lo que fuera ese cubano conservador se inclinó en los últimos años del siglo XIX a propugnar la entrega de la Isla a los Estados Unidos. La otra tenencia paralela ha estado siempre soñando con un destino más elevado para la Isla. Martí es la figura más alta de esa corriente de pensamiento. Hoy, en el año 2000, todavía están enfrentadas las dos tendencias. Los cubanos que están al servicio de los Estados Unidos en Miami son los descendientes de aquella mentalidad colonial que le dio vida a la República en 1902 y que en la actualidad apoyan el bloqueo a la Isla. La pregunta que siempre le hago a quienes mantienen esa actitud es: ¿ de dónde arranca ese sagrado derecho a presionar a un pueblo que aspira a trabajar y a vivir en paz?, ¿por qué tienen los Estados Unidos que utilizar ese instrumento de presión para tratar de doblegar al pueblo cubano? En el futuro, cuando se pueda contemplar, en frío, el horror de la política de presión que han ejercido los americanos sobre un pueblo pequeño, el caso de Cuba se convertirá en un baldón en la historia de los Estados Unidos. No existen justificaciones históricas para esa conducta, salvo la soberbia. Luis Báez: ¿Cómo analiza la política de Washington hacia Cuba? Luis Ortega: Nadie comparte la posición de los Estados Unidos en relación con Cuba. El propio Clinton, al hacer un alto en su habitual frivolidad, ha confesado que “ están solos” . Claro que están solos. Los únicos que apoyan la política de Washington son estos atorrantes de Miami que hacen negocio con el caso de 155
Cuba. El propio Papa, que no es comunista, está contra el bloqueo, contra Washington, contra los mil millonarios cubanos de Miami que le pagan a salvadoreños para que vayan a poner bombas en Cuba. En su visita a la Isla, Juan Pablo II17 envió un claro mensaje a Washington: dejen tranquilo a los cubanos, cesen de hostigarlos, acaben de cambiar su política hacia el pequeño país. Hasta el extinto presidente de Francia, Francois Mitterrand,18 reconoció que esa política era una estupidez. En la propia ONU los Estados Unidos han sido derrotados de una manera apabullante en su política de bloqueo a Cuba. Luis Báez: ¿Le quedan a los gobernantes norteamericanos pretextos para normalizar las relaciones con Cuba? Luis Ortega: Todos los pretextos que se pusieron desde 1960 para perseguir y acosar al pueblo de Cuba ya no tienen razón de ser, aunque realmente nunca tuvieron razón de ser. Los mismos políticos de los Estados Unidos se han encargado de desnudar sus propias intenciones. Después de 40 años se han quedado sin razones válidas para continuar la guerra contra Cuba. Cuando hablan de una posible negociación con Cuba están pensando en un proceso encaminado a recuperar el control de la isla. Después de haberse pasado 40 años enfrentándose a las pretensiones de los Estados Unidos, los cubanos no van a renunciar al respeto internacional que se han ganado aceptando una mediación que implique la dejación de una sola parcela de soberanía. Creo que Castro ha aceptado que todo es negociable, 156
menos la soberanía. Aceptarle a los Estados Unidos que impongan condiciones para levantar el bloqueo y que esas condiciones consistan en celebrar elecciones y hacer reformas políticas es ya, de hecho, aceptar que quienes ejercen la soberanía sobre Cuba son los Estados Unidos. Así era en el pasado. Así fue en 1902. Así fue hasta 1959. Y eso es lo que quiere Washington. El retorno al vasallaje. Luis Báez: ¿Hay personajes europeos que piensan igual que los norteamericanos? Luis Ortega: Son muchos los dirigentes políticos de Europa y América Latina que mantienen la tesis de que Cuba debe ceder para que Washington la perdone. Esa posición lo que revela es una absoluta ignorancia de la historia de Cuba en sus conflictivas relaciones con el vecino del Norte. Para entender la intransigencia de Cuba y la que expresamos los que en el extranjero defendemos la soberanía cubana (sin limitaciones) hay que ir a la historia de la Isla durante los siglos XIX y XX. El conflicto actual de Cuba no es un invento de Fidel Castro. Es un conflicto que estaba agazapado en las entrañas del pueblo cubano. Pudo haber estallado en 1902 y se pospuso hasta hoy. A medida que avanza el tiempo se va viendo, claramente, que los Estados Unidos no tienen más que dos opciones: la primera es arrasar con la Isla mediante una brutal invasión militar para imponer a los miembros de la mafia de Miami; que eso es lo que quieren las gentes que andan dando gritos en los periódicos de 157
Miami y en la radio. Esta opción no debe ser descartada. La segunda es tomar decisiones, en forma unilateral, sin condiciones de ninguna clase. Eliminar el bloqueo; abandonar la base naval en Guantánamo; restablecer relaciones respetuosas con Cuba renunciando a la idea de determinar su futuro político. Las condiciones para esta segunda opción están dadas. Es obvio que el gobierno de Cuba parece dispuesto a negociar, siempre que se haga sobe la base de la igualdad y sin interferir en los asuntos internos del país. Luis Báez: Desde su óptica, ¿cómo ve América Latina a Cuba? Luis Ortega: Mi impresión es que en América Latina, sobre todo entre los elementos más inteligentes del liderazgo político, se está abriendo paso la noción de que no se le puede pedir a Cuba que haga reformas políticas en forma unilateral sin que antes los Estados Unidos adopten una posición más sensata en relación con la Isla. Eso de sugerir que Castro debe hacer reformas, celebrar elecciones, cambiar el sistema y luego le vamos a pedir a Washington que levante el bloqueo es un disparate. Eso solamente se le puede ocurrir a los energúmenos de Miami. Cuba ha estado sitiada durante más de tres décadas por la potencia militar y política más poderosa del mundo. Cuando se dice democratizar lo que se quiere decir, en realidad, es que hay que entregarle la Isla otra vez a los Estados Unidos a través de sus aliados: los cubanos que componen el país de respuesto que se ha formado en Miami. La situación geográfica de Cuba, su pasado colonial, la 158
formación de una nación de repuesto en Miami con respaldo norteamericano, todo eso es un obstáculo insalvable para una inmediata democratización. Yo no soy ni he sido nunca partidario del sistema que existe en Cuba. No comparto la posición de Castro. Nunca estuve de acuerdo con la Revolución. El odio a Castro - que tiene caracteres hormonales en los que fueron sus partidarios en los primeros tiempos -, debe subordinarse al interés general. ¡Pobre de Cuba si esas mafias cubanas que se han formado en Miami llegaran a tener alguna influencia en el destino del país! Esas mafias son insaciables. Y, además, ya no son ni cubanas. Son otra cosa. Luis Báez: Fidel siempre ha planteado su disposición a negociar, pero sin condiciones. Luis Ortega: Sí acepta condiciones lo joden. Las condiciones impuestas desde el exterior, como paso previo para suspender el bloqueo, es la piedra de toque en el caso cubano. Parece una cosa muy simple: “Tu haces lo que yo digo y entonces, tal vez, empezaré a pensar en perdonarte la vida”. Esa es la estrecha visión que se le quiere imponer a Cuba. Los que hablan de arreglos y reformas democráticas no saben nada de la historia de Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos. La más leve cesión por parte de Castro abriría el camino para un proceso de subversión y sobornos manejado desde los Estados Unidos con el objetivo de desarticular el Gobierno. El soborno ha sido siempre un arma formidable en Cuba. La 159
historia está llena de antecedentes que confirman lo que digo. Soy de los creen, y me baso en un análisis muy sobrio, que para negociar con Castro los Estados Unidos tienen que olvidarse de la idea de los pasos calibrados. Tienen que proceder de forma unilateral a desmantelar la guerra contra Cuba, sin condiciones. Tienen que olvidarse del propósito de tratarla como un país vasallo. Lo que ocurre en Cuba tiene sus propias raíces y no fue importado, porque es más resistente a las exportaciones de lo que podía suponerse. 1
Investigador de origen cubano. Enmienda propuesta por el senador norteamericano Orville Hitchcock Platt y aprobada por el Congreso de los Estados Unidos en 1901 permitía a Washington controlar los emprésitos y los tratados que pudiera efectuar Cuba y el derecho a intervenir militarmente en la Isla cuando lo consideraran oportuno. Derogada en 1934. 3 (1797 – 1897).Historiador y político cubano. 4 Intelectual mexicano. Gran amigo de Martí. 5 Intelectual de origen inglés. 2
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(1941). Presidente de Costa Rica de 1986 a 1990. La visitó se realizó en 1998. 18 (1916-1996). Presidente de Francia de 1981 a 1995. 17
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ALGO DE BONDAD
Algo de bondad
Luis Báez: En Cuba usted era un periodista conocido y respetado. Luis Ortega: Durante muchos años escribí una columna diaria en Prensa Libre, uno de los periódicos de mayor circulación de Cuba. Me refiero a la Cuba anterior a la Revolución. La columna duró hasta 1953, es decir, hasta el momento en que salí al destierro, al comenzar la etapa de terror del régimen de Batista. Ahora ¿ por qué esto? Lo saco a relucir para explicar las diferencias entre lo que hice y lo que hago. Aquella columna diaria, –“Pasquín” -, firmada la mayor parte del tiempo con un seudónimo, - “SOL” -, provocaba un contacto cotidiano con miles de lectores interesados realmente por los problemas más palpitantes de la Isla. Es decir, yo sabía quienes eran los lectores, aunque no pudiera identificarlos por sus nombres. Los lectores llamaban, insultaban, se quejaban, amenazaban, elogiaban. Existía un vínculo entre el que escribía y analizaba los problemas, o lo informaba, y el cuerpo de lectores anónimos. Estábamos en una ciudad viva, agitada, revuelta, a veces brutal, y el periodismo tenía una función específica. Un artículo podía provocar una crisis política. O un duelo. O un tiro en la cabeza. Era un mano a mano con la vida intima del país y con sus conflictos. Luis Báez: ¿Para quién escribe? Luis Ortega: Esa misma pregunta me la hago a veces. Para quién estoy yo haciendo - desde hace años, hasta ahora - esta columna semanal en el diario “La Prensa”. ¿ Quiénes son los lectores? ¿Para quién escribe uno? Yo tengo la sensación de que escribir en español en una ciudad americana es como cantar en la ducha. El individuo que despliega el diario por las mañanas y tropieza con mi columna tiene problemas inmediatos y necesariamente debe irritarse un poco cuando se ve enfrascado en un tema distante – por lo general, el de Cuba - que tiene poco o ninguna relación con su vida cotidiana. Hay que agregar que el tema de Cuba está absolutamente desprestigiado. Hay gente inferior opinando sobre Cuba y diciendo disparates que casi podría decirse que se siente un poco de vergüenza al abordar el tema. En Miami, por ejemplo, todos los periódicos y emisoras de radio y televisión se pasan las 24 horas hablando en español del tema de Cuba y diciendo las mismas cosas. Eso está ocurriendo desde hace más de 40 años. Incluso, los periódicos en inglés han caído en esa misma trampa. Sin embargo, Nueva York es otro mundo. ¿Qué peso puede tener una columna en la que se toca frecuentemente el tema de Cuba en una ciudad estremecida por tantos problemas? La respuesta es obvia. Se escribe para una minoría. Pero esa minoría, en la que predomina el cubano, ha estado durante años asimilando nociones falsas en el caso de Cuba. Existe ya una mitología, un repertorio de ideas fijas, una vasta colección de imágenes, hasta un vocabulario. Jamás en los Estados Unidos se ha dado el caso de un tema político más distorsionado, más
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desfigurado, más envenenado, que el de Cuba. Son muchos años acumulando nociones falsas. Son muchos millones de dólares invertidos en la tarea de crear una opinión pública determinada contra Cuba. ¿Cómo es posible tratar ese tema e intentar un modo de análisis que pueda penetrar en la costra de ignorancia y fanatismo que recubre el caso de Cuba? Lo he intentado y tengo que confesar que me siento pesimista. Existe ya una matriz de opinión. Quién quiera abordar el tema con independencia, eludiendo la rutina, se expone a ser acusado de agente de Castro. Desde hace 40 años, todo el que discrepa de la mitología anticastrista y se refiere a las desvergüenzas acumuladas en torno al tema de Cuba corre el riesgo de ser abrumado por los insultos. Existe una persecución contra los que discrepamos. Son muchos, y multimillonarios, los intereses que se mueven alrededor del conflicto cubano. En los 40 años de destierro vividos en los Estados Unidos no he conocido a un solo dirigente de esos que llaman el “exilio cubano” que pueda exhibir la menor credibilidad. Los únicos respetables son aquellos que han muerto en sus empresas, probablemente engañados. El anticastrismo es un vasto negocio con ramificaciones en la política americana, sobre todo en períodos de elecciones. Es en realidad patético contemplar el espectáculo de políticos americanos, frecuentemente demócratas, que utilizan el tema de Cuba para recaudar fondos. No puedo ocultar mis dudas. ¿ Vale la pena escribir en español en Nueva York para una minoría y sobre un tema tan manoseado y desprestigiado como el de Cuba? Es un esfuerzo hasta cierto punto degradante. No se puede perder el tiempo en fobias ni filias. Ya no hay razones vitales para ceder ante nada. Lo que importa es la fidelidad a uno mismo. Uno puede mentir y hasta hacerse cómplice de muchas cosas, algunas indecorosas, por interés personal o por codicia o hasta por temor, pero ya en el ultimo tramo de la vida, con los ojos fatigados, lo que importa es tratar de no perdernos el respeto a nosotros mismos. Se anda mejor cuando uno se libera de todo lastre. Luis Báez: ¿Pudiera ampliarme la idea? Luis Ortega: Lo que quiero decir es que en mi caso particular he llegado a un momento en que me es difícil aceptar las falsificaciones y tolerar la ignorancia. Uno necesita, en este proceso de reducción a lo esencial, saber qué es verdad y qué es mentira. Hace pocas semanas mandé al carajo a un amigo de 40 años porque me había pasado todo este tiempo disimulándole la estupidez. Yo sabía que era un hombre frívolo, irresponsable, poco confiable, ignorante, superficial, pero siempre, basándome en que era simpático y buena gente, tuve la generosidad de disculparle sus defectos. Hasta que un día decidí, súbitamente, al verlo cometer otra estupidez, que ya no lo aguantaba más. Recuerdo una película francesa de hace muchos años, creo que de Víctor Fransen, [1]en la cual el protagonista iba a despedir el duelo de un compañero suyo - un artista de teatro - y comenzaba el discurso prodigándole elogios al muerto de acuerdo con la rutina de estas despedidas de funerales. “Eras un coloso de la escena...” comenzaba diciendo el orador. Pero, de pronto, se interrumpió e hizo un gesto desesperado con las manos. “ No, no, no... No puede ser. No eras un coloso, es mentira. Era un mal actor, el actor más malo de nuestra escena. No eras inteligente. Tal vez ni siquiera eras buena persona. Eras, eso sí, un ser humano angustiado, un pobre ser humano, y eso es lo que importa en esta hora final...” Nunca he olvidado aquella película que vi hace más de 50 años. Las dos o tres veces que he soportado
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una despedida de duelo he tenido presente aquella escena llena de realismo. Nos pasamos la vida moviéndonos entre mentiras y lo único que nos justifica es que al final nos enfrentamos a la verdad nuestra y a la verdad de los otros. En mis juicios no hay pasión política. Yo digo lo mío, con absoluta sinceridad y tratando de ser objetivo, y que cada cual diga lo que le venga en ganas. No me molestan los insultos y tampoco las calumnias y nadie debe temer que recurra al procedimiento de las demandas judiciales para callar a los que discrepan de mí. Nunca lo he hecho. Mientras pueda escribir para defenderme o atacar no necesito abogados para poner pleitos. Por supuesto, ésta es mi posición de ahora y de siempre. Al reducir mis posiciones a lo esencial, y sin tener nada que ganar ni perder, no me queda más remedio que decir cosas pocas agradables. Todo lo que digo, siempre con un poco de mala leche, está en los papeles. No estoy inventando nada. Quienes me leen, si lo hacen con frialdad, tienen que entender que estas cosas se aproximan mucho a la verdad. Todos nos conocemos Luis Báez: En sus escritos, ¿alimenta resentimientos personales? Luis Ortega: Hay gente que suelo mencionar con desprecio en los artículos que escribo y eso se presta a que se difunda lo que me preguntas. Otros mencionan que me dejo influenciar por los apasionamientos políticos. No es cierto. Yo no tengo ideología ni tampoco la quiero. Es más, tengo una cierta repugnancia por las gentes que se aferran a una sola idea. Las ideas deben fluir, un poco como los ríos. Después de cometer muchos errores y pecar mucho, uno llega a una etapa de la vida, que debe ser la final, en que es necesario desembarazarse de todo lo superfluo y concentrarse en lo esencial. Luis Báez: Incluso, se dice que es muy duro con sus compatriotas, ¿Es cierto? Luis Ortega: Eso no es cierto. Soy exigente, pero no demasiado. Si me pusiera a hablar de la cantidad de alcornoques que he visto desfilar a través de los años por el “farandulero” mundo cubano de Miami, podría escribir un libro enorme. Sin embargo, no lo hecho. He preferido ser discreto. Hasta cierto punto, queda en mi algo de bondad. Pero, no puedo pasar por alto contarte en esta conversación el glorioso incidente del torturador cubano en Vietnam y verás que no soy tan hijo de puta como dicen. Es una historia maravillosa. Luis Báez: ¿Cuál es la historia? Luis Ortega: La historia, por supuesto, comienza en el Miami Herald con el inevitable Pablo Alfonso, secundado por Roberto Fabricio.[2] Son inseparables en todos los sentidos. No hay que olvidar que fueron los autores de aquel extraño episodio de la doctora cubana que había estado al lado de la cama donde agonizaba Fidel Castro en un hospital de La Habana. ¿Te recuerdas? La mujer había huido a Costa Rica y estaba escondida en algún lugar de San José. Alfonso voló allá - a él le gusta volar - y en Miami quedó su socio, Fabricio. Entre los dos manejaron la historia más sorprendente del mundo. Fidel se nos moría en secreto. La doctora ofrecía los detalles mortuorios. Alfonso y Fabricio no cabían en sí de puro gozo. “¡Qué grandes periodistas somos!”, le decía el uno al otro por teléfono. Todo Miami estaba conmovido. La Fundación les estaba preparando un homenaje a los dos reporteros. Pero, a los pocos días las cosas se aclararon. Fidel decidió no morirse. La doctora no era doctora. file:///C|/texto-jiribilla/LUIS ORTEGA/5taParte.htm (3 de 30) [21/06/2001 09:10:08 p.m.]
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Estaba loca o era una sinvergüenza. Alfonso y Fabricio, una vez más, quedaron desprestigiados. En esta ocasión el desprestigio salpicó al periódico. Luis Báez: Ahora, ¿qué inventaron? Luis Ortega: En la nueva novela participó un tal Juan Tamayo.[3] Ocurre que descubrieron que en Vietnam hace más de 30 años unos cubanos torturaban a prisioneros americanos. Eran unos monstruos. Se trataba de Fernando Vecino Alegret,[4] actual ministro de Educación Superior, y Raúl Valdés Vivo,[5] ex embajador en Vietnam. Lo interesante es que esta vetusta historia salió a relucir en los momentos en que la pintoresca secretaria de Estado, Madeline Albright,[6] acababa de inaugurar el consulado americano en el antiguo Saigón. Es decir, en los momentos en que americanos y vietnamitas se estaban dando abrazos mañana, tarde y noche. Los americanos hicieron horrores en Vietnam, como se sabe, pero los vietnamitas los han perdonado. Ya no hay rencores. Se les acabó el rencor. Eso es muy bueno. Pero los bichos de Miami viven en un tiempo históricamente distinto. No se han enterado de que se acabó la guerra de Vietnam. La historia es muy graciosa. En la edición en inglés del 9 de septiembre de 1999 aparece en primera pagina la foto de ese personaje increíble que se llama Lincoln Díaz Balart y a su lado -más increíble todavía - su colega Ileana Ross. Ambos contemplaban con evidente complacencia a un pobre americano llamado Ed Hubbard,[7] ya un poco pasado de años. Este hombre era coronel y estuvo preso en Vietnam. Los dos parlamentarios le estaban mostrando al americano una vieja foto de Vecino Alegret. Y el americano, sin vacilar, afirmó que ese era el que lo torturaba en Vietnam. ¡Que maravilla! ¡Que gran cosa! “Ahora si que los tenemos cogidos”, debe haber pensado Pablo Alfonso. Imagínate la escena. Los dos ilustres parlamentarios, Ileana y Díaz Balart, habían convocado a una conferencia de prensa y habían invitado a todos los patriotas cubanos de Miami. Estaban presentes los veteranos de la gloriosa expedición de Girón, también los personajes de la Fundación, los héroes de la Flotilla, los personajes de Hermanos al Rescate, así como representantes de los 345 grupos cubanos de la lucha anticastrista. Todos estaban tan entusiasmados que decidieron entregarle al americano Hubbard un botoncito en premio por sus 30 años de servicio a la lucha contra el comunismo. Los parlamentarios pronunciaron encendidos discursos alabando al héroe de Vietnam. Y entonces le llegó el turno a Mr. Hubbard, quién dijo: “Yo creo que ha llegado la hora de que los Estados Unidos levanten el embargo contra Cuba. Creo que la mejor manera de cambiar las cosas es restablecer relaciones con Fidel Castro”. Tal fue el silencio que se podía oír volar a una mosca. A Lincoln se le cayó el maquillaje; estaba debajo de una mesa. Ileanita echó a correr. Todos echaron a correr. “Han sido un poco bruscos”, dijo el americano Hubbard, sorprendido al verse tan solo y tan odiado. La información sobre la conferencia de prensa se publicó en el Herald en inglés tal como ocurrió. En el file:///C|/texto-jiribilla/LUIS ORTEGA/5taParte.htm (4 de 30) [21/06/2001 09:10:08 p.m.]
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Herald en español fue al revés. Alfonso omitió el trágico final de la conferencia y la fuga de los patriotas indignados. Después se pasaron una semana haciendo aclaraciones que nadie creyó. Lo cierto es que el americano les salió jorobado. Y el gordito Bob Menéndez [8]puso el grito en el cielo cuando se enteró de las declaraciones de Hubbard. Luis Báez: ¿De dónde salió Menéndez? Luis Ortega: El hombre no es cubano. Nació en los Estados Unidos de padres cubanos. El español de Menéndez es muy pobre y a veces algo disparatado. Exhibe una ignorancia absoluta de la historia de Cuba. Es una de esas gentes que creen que los cubanos deben sentirse orgullosos de que los Estados Unidos hayan sido tan generoso de libertar a Cuba de España en 1898. Es increíble que una persona tan inculta pueda ser representante a la Cámara por New Jersey Luis Báez: ¿Qué tal ha sido el desarrollo literario de los cubanos que viven en el exterior? Luis Ortega: La producción literaria entre los cubanos que forman las comunidades del exterior, enmarcados en eso que llaman “exilio”, es muy pobre. Es increíble la cantidad de personas, hombres y mujeres, que escriben versos abominables en Miami. Y los publican. Y se dan homenajes. Y se hacen presentaciones de libros. Incluso, en una época tuvimos hasta un poeta oficial del exilio que ya, por suerte, se retiró de este mundo. Sus versos se repiten con emoción en todas las barberías de Miami. Todas las semanas - o casi todas - me llega una amable invitación por correo para asistir a la presentación de un nuevo libro. Muchas veces, estas “fiestas del espíritu”, como las llaman se celebran en los salones de la Universidad Internacional de la Florida (FIU) a la que los malvados llaman el “Faro de la Incultura” en el sur de la Florida, lo cual es absolutamente injusto porque no es cierto que allí exista faro alguno. Es una metáfora desafortunada. Siempre, en cada uno de los actos de presentación se anuncia, un poco de forma amenazadora, que varios Fulanos importantes van a hablar. Casi siempre son los mismos. En otros tiempos estos Fulanos solían hablar en las despedidas de los entierros. Estaban siempre cazando a ver quién se moría para ver si podían encaramarse sobre su tumba a pronunciar la oración fúnebre. Ahora, porque los tiempos cambian, se han dedicado a presentar libros. Esa vocación para el discurso se trasmite entre los cubanos de generación en generación. Otros pueblos también cultivan el género, pero los cubanos vamos a la cabeza. De vez en cuando agarran un extranjero y lo meten en la presentación para darle brillo al libro. Lo cierto es que no he ido nunca a estos actos. Tampoco iré nunca. La razón es obvia: me dan vergüenza. A juzgar por lo que me cuentan, todas estas presentaciones son rigurosamente ridículas. Yo tengo una tesis muy exigente y hasta un poco arbitraria. Creo que mis paisanos, los cubanos, nunca deberían reunirse en grupos de más de tres y ya es mucho. Soy un decidido partidario de la dispersión de los cubanos. Sé por experiencia que cada vez que se reúnen para algo pasan cosas desagradables. Las 413 organizaciones anticastristas que hay en Miami avalan mi tesis. Si los cubanos se quedaran en sus casas leyendo o cortando la hierba o cocinando todos seriamos más felices. Todos aquellos que convocan para una reunión, la presentación de un libro, un velorio, una pachanga en la Calle 8, un entrenamiento en los Everglades para invadir a Cuba, un acto de unidad patriótica, son file:///C|/texto-jiribilla/LUIS ORTEGA/5taParte.htm (5 de 30) [21/06/2001 09:10:08 p.m.]
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enemigos soterrados de la nacionalidad cubana. La nación solamente la podremos consumar en la soledad y en el silencio creador. Cada vez que alguien escribe un libro o un folleto el autor sale a la calle y empieza a cacarear como hacen las gallinas cuando ponen un huevo. Esta comparación entre el libro y el huevo es absolutamente reveladora. No quiero ofender a nadie. Comprendo que todo el mundo quiere publicar un libro y meter el discurso que lleva agazapado entre pecho y espalda. Lo que critico, con la mejor intención, es que armen tanto revuelo y tiren tantos voladores cada vez que publican un libro. Luis Báez: ¿Qué no entienden? Luis Ortega: Lo que no entienden es que la creación literaria o artística siempre es fundamentalmente silenciosa y humilde. No se puede forzar la gloria. Cervantes cuando parió El Quijote ni siquiera sabía que el libro iba a ser tan leído e iba a tener tanta trascendencia. Mozart[9] nunca supo que era Mozart. Tampoco Shakespeare.[10] Los grandes creadores trabajan en silencio. El libro de un Fulano o una Fulana no va a ser importante por el hecho de que vayan unos tipos al acto de presentación a elogiar el libro o por la cantidad de pastelitos y bebidas que se le regalen a los asistentes al acto. Es terrible lo que están haciendo los cubanos en Miami en el campo editorial. Cualquiera escribe un libro, paga la publicación y empieza a tirar la casa por la ventana cuando la obra sale de la imprenta. Siempre hay gentes que se prestan a escribir prólogos y solapas. Y después comienza el acoso para que se escriban artículos sobre el libro. Luis Báez: Se dice que usted es enemigo de los poetas. Luis Ortega: No soy enemigo de los poetas, sino de los malos poetas que estafan a las gentes con sus monsergas. He sido amigo y admirador de todos los grandes poetas de Cuba. Lo que ocurre es que en Miami, ahora, no hay grandes poetas. Y si los hay están escondidos; se han metido debajo de una piedra. Casi todas las mujeres que escriben y publican libros en Miami, ya sean de poesía o de prosa, tienen siempre a Gertrudis Gómez de Avellaneda[11] en la mente. Han tomado muy en serio aquella escena maravillosa de cuando le pusieron a Doña Gertrudis una corona de laurel en un teatro habanero. Fue la consagración. La idea tan difundida de que todo el que sufre puede escribir versos es absolutamente disparatada. Eso no tiene nada que ver, necesariamente, con la poesía. Si un hombre ha estado en la cárcel 30 años eso no quiere decir que pueda producir mejores versos que otro que nunca ha estado preso. Los dos pueden ser espantosamente malos, lo cual no excluye que tengan calidad. La abundancia de poetas y poetisas, cargados de emoción fácil, es un síntoma de la indigencia. Cuando hablo de indigencia intelectual me estoy refiriendo a la falta de imaginación para replantear seriamente el problema de Cuba, al margen de las ideas que pusieron en circulación los americanos que fundaron el anticastrismo en los primeros años del triunfo revolucionario. Desde 1960, hasta hoy, no ha ocurrido variación alguna en el repertorio de ideas sobre el castrismo y la estrategia para combatirlo. Hay que remontarse un poco al pasado. En 1960, un grupo de agentes de la CIA con una formación file:///C|/texto-jiribilla/LUIS ORTEGA/5taParte.htm (6 de 30) [21/06/2001 09:10:08 p.m.]
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intelectual muy precaria - tan precaria que llevaron al país al desastre de Bahía de Cochinos - fueron los que alimentaron intelectualmente la propaganda contra Castro. Los cubanos de aquella época, muchos ya desaparecidos, tomaron muy en serio las orientaciones de aquellos trogloditas que no sabían nada de Cuba y operaban mentalmente con la obsesión de la guerra fría. Las ideas que pusieron en circulación aquellas gentes son las mismas que alimentan a las masas de cubanos del exterior; son las mismas que trasmiten a diario los locutores a sus oyentes. Nada ha cambiado. Los editores de libros debieran ser un poco más selectivos. Hay que pensar un poco en el daño que se le hace a la cultura - para llamarla de algún modo - de una comunidad cuando el que le da la gana, simplemente porque lo paga, puede publicar un libro y armar un escándalo publico. Cuando un joven se adentra en el mundo de la literatura o la poesía lo más difícil que hay es saber diferenciar entre lo que sirve y lo que no sirve. Hay una cierta tendencia a creer que todo lo que se publica, por el hecho de que está en letra de molde, debe ser bueno y merece ser leído. La publicidad es engañosa. Es venenosa. Se difunde la incultura y la ignorancia cuando se le da prestigio y realce a un libro que no debió ser publicado nunca. Debiéramos crear una comisión de hombres severos que sometan los libros a una rigurosa censura. Francamente, soy partidario de la censura. Del mismo modo que soy partidario del aborto, si hubiera muchos abortos no se publicarían tantos libros malos. Duélale a quien le duela. Hay que reconocer que los mejores escritores son los que llegaron formados. Es decir, quienes tienen raíces en el país de origen. Luis Báez: ¿Qué piensa de la reunificación familiar? Luis Ortega: Cuando se habla de la reunificación familiar todo el mundo se calla la boca. No hay nada que decir. Es un concepto sagrado. ¿Quién se va a oponer a la reunificación? Los americanos, por ejemplo, siempre dispuestos a sentirse caritativos, se ablandan cuando se les menciona esa cosa tan hermosa de empatar a los parientes unos con otros. ¿Pero qué es en el fondo, esto de la reunificación? ¿Qué contenido político hay en el meollo de la palabra? Numerosos cubanos llevan 40 años entregados frenéticamente a la tarea de reunificarse en los Estados Unidos. No lo hacen en otra parte. No lo hacen en Madrid, ni en México, ni en Caracas. Tienen que encontrarse en Miami. La cita tiene que ser en Miami. Quienes hayan presenciado alguna vez el espectáculo emocionante de los cubanos en el aeropuerto abrazándose, golpeándose las espaldas, dando gritos de júbilo, llorando y las mujeres cayendo en trance, tienen que pensar, necesariamente, que en estos reencuentros se produce algo así como un milagro. Las veces que he estado en Cuba me he quedado asombrado al observar que por cada cubano que se embarca en el aeropuerto de Rancho Boyeros, – “José Martí” - acuden 25 a despedirlo y a darle manotazos, besos, empujones, gritos, etc. No hay manera de moverse en el estrecho salón del aeropuerto. Las despedidas son desgarradoras. Se despide a los que se van, aunque sea por unos días, como si se tratara de rupturas eternas.
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Se despide con profundo dolor a quienes han ido a la Isla de visita. Y también se recibe con el mismo escándalo a los que llegan. Es como si los parientes cuando chocan entre sí para encontrarse o desencontrarse produjeran chispas. Pero, estas escenas pavorosas se producen en Cuba, en Miami, en todas partes donde se aglomeren parientes cubanos. Todos los presentes lloran a lágrima viva. La verdad es que los americanos se impresionan mucho con estos espectáculos. ¿Y cómo no? El concepto de la reunificación familiar es infinito. Cada cubano que llega para reunificarse con el que está allá deja detrás cuatro o cinco que, oportunamente, irán a reecontrarse. Y, a su vez, estos dejarán atrás a otros esperando por el turno. Y así sucesivamente. No hay limites para el proceso de reunificación. Ahora bien, no hay que engañarse. Hay algo de farsa en todo esto. De cada diez cubanos que corren para Miami con la finalidad de reunificarse con los parientes, al menos cinco, terminan involucrados en una pelea a muerte con el protector. Hay algo de irremediable en esto: el choque de dos estilos de vida produce la ruptura. La aparente prosperidad de los que viven en Miami deslumbra a los que llegan e inmediatamente se sienten autorizados para exigir que se les otorguen los mismos beneficios. Ellos creen que el dinero crece en los árboles. Los que llegan no siempre se resignan a emprender el largo calvario que conduce a una relativa comodidad. Por lo general, el que llega sobrestima la capacidad económica del pariente que lo recibe y se siente traicionado cuando no puede compartir la inexistente prosperidad. Te podría contar miles de relatos de los fracasos que han tenido los padres con los hijos, los hermanos con los hermanos, los primos con los primos, los tíos con los sobrinos, las madres con los hijos. Lo paradójico es que los parientes se quieren mucho cuando están separados y con frecuencia, se pelean cuando entran en el proceso de la reunificación. Luis Báez: En Miami más de uno ha sido asesinado por discrepar con la Mafia. ¿cómo ha podido usted subsistir? Luis Ortega: Eso también yo me lo pregunto. Quienes hemos mantenido esta posición hemos tenido que pagar un precio muy alto. Sobre todo, viviendo en los Estados Unidos y rodeados - por todas partes -, de gentes cubanas delirantes que entienden y proclaman abiertamente que toda discrepancia de la política americana de hostilidad a la Revolución es una traición a no se sabe qué. Estas gentes quieren liberar a Cuba enganchándola al carro de Washington. A medida que ha ido creciendo en poder el aparato de represión en Miami y otros puntos de los Estados Unidos, quienes tenemos una posición clara en defensa de la soberanía cubana hemos tenido que ir radicalizando nuestra conducta. Nadie con un poco de vergüenza y de dignidad nacional puede ver en silencio cómo se ha ido degradando el cubano en esa cosa turbia que llaman “exilio”, hasta el punto de que se ha perdido todo decoro y ya recorren las calles pidiendo el bloqueo y la invasión a Cuba por las tropas americanas. ¿Cómo no reaccionar contra eso? No hay otra alternativa que apoyar a la Revolución, a pesar de todo, porque en esta reside, de hecho, el espíritu de defensa de la independencia y soberanía cubanas. Si la Revolución cae, es decir, si las mafias de Miami, aliadas con los peores intereses americanos, file:///C|/texto-jiribilla/LUIS ORTEGA/5taParte.htm (8 de 30) [21/06/2001 09:10:08 p.m.]
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logran vencer a la Revolución, Cuba se convertirá en una caricatura de Haití. Lo peor que le podría ocurrir a Cuba es que el vandalismo de los grupos de Miami cayera sobre ella para saquearla. La prensa americana, que en cierto modo siempre refleja el pensamiento del Gobierno, suele girar en torno a la posibilidad de una negociación con Castro, pero lo curioso es que los términos de esta negociación llevan implícito el vasallaje. Es decir, todo va dirigido al hecho de que Cuba abandone sus principios y retorne mansamente al seno del poderío americano. El odio y la pasión que sienten contra Castro estos siniestros personajes que en un tiempo lo adoraron y se arrodillaron ante él tiene un carácter estrictamente hormonal. Hay algo femenino en estos odios frenéticos. Quienes, nunca le servimos a Castro ni estuvimos a sus órdenes nos podemos manifestar como nos dé la gana. Yo puedo pensar en el caso de Cuba sin la interferencia del odio. No se trata de un problema personal; se trata de hacer algo a favor del pueblo cubano. A pesar de que soy uno de los críticos más duros que tienen los cubanos - los de aquí y los de allá -, no puedo desprenderme del recuerdo que allí nací y allí viví muchos años. Eso no se olvida fácilmente. Hace años que estoy buscando un amable cirujano que me extirpe la raíz hispánica, pero no le he encontrado, la llevo como una cruz. La lengua, a veces, se nos convierte en un cáncer que nos devora. Luis Báez: ¿Ha sido amenazado? Luis Ortega:-. Nunca. O, al menos, no me he enterado. Desde hace muchos años estoy en franca discrepancia con las gentes del exilio. Si se revisaran mis escritos de 1960, 1961, se vería que yo estaba haciendo ya una crítica muy dura de la entrega a los americanos. No pertenezco a grupo alguno. Siempre me he burlado de los cubanos de Miami. Soy un tipo desagradable. Además, soy un cubano tan arbitrario que nunca voy a los velorios.
Luis Báez: ¿Es tan importante ir a los velorios? Luis Ortega: Muy importante si uno se niega a participar en los velorios, donde se suele ir a comer mierda, uno se convierte en un ser repulsivo. Conozco un personaje importante que hizo una lista de todos los que no fueron al velorio de su esposa y se ha peleado con ellos. Usted va a un velorio y es para orinarse de risa. Cada viejo es una organización. Es la influencia de los modos y maneras del medio rural... A pesar de que soy un hombre escéptico, aún mantengo esperanzas. Luis Báez: ¿Cuáles son sus esperanzas? Luis Ortega: Mi esperanza está en Cuba. En Cuba está lo bueno y lo malo; los errores y los aciertos. Están las nuevas generaciones. Son las que han vivido íntimamente la tragedia de la Isla sitiada por los Estados Unidos. Pero, también está la única posibilidad de independencia, soberanía, justicia social, libertad, democracia, solidaridad, más o menos perfectas, más o menos imperfecta, pero andante, caminante, peregrina, haciéndose de caminos al andar.
[1] Director de cine.
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2 Funcionario de la SIP. 3 Periodista de origen cubano.. 4 Revolucionario cubano. 5 Periodista y diplomático cubano. 6 (1937). Diplomática norteamericana. 7 Militar norteamericano. 8 Representante a la Cámara. 9 (1756-1791). Compositor del siglo XVIII; es uno de los genios musicales más destacados de todos los tiempos. 10 (1564-1616). Poeta y autor teatral inglés considerado uno de los mejores dramaturgos de la literatura universal. 11 (1814-1873). Nació en Cuba y vivió en España desde los 22 años. Figura descollante del romanticismo hispanoamericano del siglo XIX.
Una nueva época
LB: ¿Cuál es su criterio sobre el final del caso del niño Elián González?[4] LO: El caso de Elián le ha puesto la tapa al pomo. No sé, exactamente, qué es lo que se quiere decir con esta vieja frase a pesar de que llevo muchos años oyéndola. Tal vez quiere decir algo así como que ya esto se jodió. No hay nada que hacer. Con el viaje de regreso de Elián se inaugura una nueva época. Hay algo irreversible en esto. Al final, la única acción que queda disponible para los cubanos de Miami es la que se realiza ante la mesa de dominó. Lo curioso es que los americanos, que fueron quienes inventaron el exilio cubano en 1959, están recibiendo ahora el merecido castigo. Durante 40 años han estado dirigiendo y manteniendo a los cubanos y ahora ocurre que estos se vuelven airados contra sus protectores y les lanzan los peores file:///C|/texto-jiribilla/LUIS ORTEGA/5taParte.htm (10 de 30) [21/06/2001 09:10:08 p.m.]
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insultos. Sería interesante que alguien con un poco de imaginación se ocupara de publicar un Libro Negro recogiendo todos los insultos que han lanzado los cubanos de Miami contra el presidente Clinton, contra su esposa, contra Janet Reno[4] y contra el Partido Demócrata, con la excepción de Bob Graham,[4] el inefable senador que ejerce como cubano honorario. Hay que oír la radio de Miami y leer los periódicos. Nada de esto tendría importancia si no fuera por el hecho de que el exilio cubano es una creación exclusiva de Washington. La impunidad que se les otorgó les permitió desde el principio vivir al margen de la ley. Ahora todo ha cambiado. Los cubanos de Miami se están volviendo ferozmente antiamericanos por el hecho de que Washington no ha cumplido su promesa de derribar a Fidel Castro y porque, en última instancia, los tribunales han devuelto el niño a Cuba. Están echando chispas. Están perdiendo la impunidad, lo cual ha sido el factor más importante en el escandaloso enriquecimiento de estas gentes que dirigen los negocios de Miami. Los tipos están llorando ante los micrófonos. Algunos hasta temen que los inspectores del Internal Revenue los citen para averiguar de dónde han salido los millones. LB: ¿Por qué le dieron tanta publicidad? LO: Al principio del escándalo de Elián los cubanos estaban encantados con la idea de que el mundo entero se interesara en la disputa y que Miami se llenara de reporteros. Eso los estimuló a gastar más dinero y hasta una docena de abogados se dispuso a trabajar en el caso. No pudieron prever que al poner los ojos en Miami la prensa internacional iba a descubrir este sórdido mundo. El espectáculo de la chusma aglomerada frente a la casa de Elián en Miami se convirtió en la imagen cotidiana en todos los medios de comunicación del mundo. El resultado fue desastroso. Hoy, con razón, se quejan de que el mundo está contra los cubanos. Es cierto. El caso de Elián ha sido como un ácido que ha revelado la verdadera imagen de Miami. Nadie define mejor la triste situación de los cubanos de Miami que la reunión de los miembros del Foro Patriótico en la cabina de la emisora Radio Mambí para pronunciar discursos y darse ánimo unos a otros mientras pasaban la careta de oxígeno para recuperar el resuello después del fallo de la Corte de Apelaciones de Atlanta a favor del padre de Elián. Todos anunciaban la guerra inminente. Las edades de los combatientes iban de 75 a 92 años. Esta vez la guerra contra Washington se basaba en manifestaciones. LB: ¿ Cómo fueron esas manifestaciones? LO: La mafia de la radio dio la orden de paralizar a Miami, lo cual es muy fácil, sobre todo en el centro de la ciudad. Pero, lo cierto es que en el centro eran más las gentes en las aceras observando el espectáculo desagradable de aquellos tipos obstruccionando el trafico que los mismos manifestantes. En el resto de la ciudad, según pude observar, muy pocas gentes detuvieron sus automóviles. Fui al centro de Miami para ver en que consistía la manifestación. Lo que vi allí fueron unos 300 cubanos con banderitas dando gritos. Hay que entender que el downtown de Miami está siempre congestionado por los automóviles y las gentes. Tantas gentes dando gritos y agitando banderas en una esquina es natural que produzcan una cierta file:///C|/texto-jiribilla/LUIS ORTEGA/5taParte.htm (11 de 30) [21/06/2001 09:10:08 p.m.]
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conmoción. Mientras tanto, yo estaba oyendo en la radio del automóvil las consignas que daban por Radio Mambí. Por ejemplo, oí a Huber Matos dando gritos espantosos y exigiendo justicia. Este señor se ha enriquecido asombrosamente en Miami con diversos negocios, hasta el punto que un hijo esta huyendo por fraude de 5 000 000 de dólares al Medicare y Medicaid.[4] Oí también al congresista Lincoln Díaz Balart, en tono enfático de culebrón de la radio, acusando a Castro de ser un monstruo e insinuando que Clinton es un canalla. Algún día será inevitable que surja una investigación seria sobre las actividades de los Díaz Balart en los negocios. Son ya demasiados Díaz Balart. Al poco rato, los manifestantes empezaron a desfilar por la calle Flagler, en dirección al este, con banderas y siempre dando gritos. Los gritos forman parte de la tradición de mis compatriotas. Entonces se sentaron en las bocacalles para impedir que los automóviles se movieran. Yo estuve paralizado en una esquina que salía a Flagler, creo que la South Miami Avenue. Un cubano con un tabacón en la boca se había tirado en medio de la calle con una bandera cubana. Mientras tanto, un viejo se dedicaba a vender banderas cubanas y americanas a cinco dólares cada una. Los carros estaban paralizados. Sonaban los claxons. Entonces advertí que unos tipos con walkie – talkies dirigían las operaciones. La policía de Miami, integrada en su mayor parte por policías cubanos, se hacía la boba. El alcalde Joe Carollo,[4] probablemente, les había dado órdenes de que no se mostraran muy exigentes en la defensa de los derechos de los infelices ciudadanos... Había cierta impunidad. En otras ciudades más civilizadas la policía los habría cargado a todos y los habría metido en jaulas, tal como exigen las ordenanzas. Este jaleo del niño Elián fue de una mediocridad espantosa. Uno quiere creer que en otros tiempos éramos más racionales. Tal vez para consolarnos. Lo trágico del almacenamiento de los cubanos en Miami es que son más visibles y eso engendra una mayor vergüenza. Este Carollo sumergido en Caimito del Guayabal o en Bolondrón[4] pasaría inadvertido y su profunda ignorancia - que opera en dos lenguas - no produciría tanta repugnancia. Lo mismo se puede decir del pequeño atónito Alex Penelas[4]. No son presentables. LB: ¿Corrió mucho dinero? LO: Existió negocio en todo este bochinche. Porque en eso sí es verdad que mis compatriotas nunca fallan. Lo primero es cash. No se sabe cuántas gentes vivieron y manejaron miles de dólares a costa del pobre niño. Armando Gutiérrez[4] - el agente de relaciones públicas -, que estuvo trabajando la manipulación se las sabe todas y tiene fama de ser muy ducho en el manejo del dinero. Los millonarios de la Fundación financiaron la operación. Incluso, se ha dicho que el Canal 23 pagó 500 dólares diarios para estacionar un camión junto a la casa. Los otros vecinos también recibieron dinero. Se mojaron con su platica. Pérez Roura, por su parte, logró recaudar unos 250 000 dólares entre las viejas que oyen sus programas. file:///C|/texto-jiribilla/LUIS ORTEGA/5taParte.htm (12 de 30) [21/06/2001 09:10:08 p.m.]
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Eso sin contar todo lo que entró por la izquierda. Los tipos pagan por aparecer ante los micrófonos. Nadie rinde cuentas de los gastos. Eso es secreto El barullo del niño Elián fue manejado y financiado por los cubanos de Miami que no quieren perder la impunidad política que les ha permitido copar todos los negocios. Han manipulado a esta pobre gente usando la radio, la televisión y los periódicos. Vamos a estar claros. Se gastaron muchos miles de dólares en organizar este escándalo. A la cabeza se encontraba la Fundación Cubano Americana, que está agonizando y sometida a varios juicios por fraude. El escándalo de Elián lo dirigió la Fundación para vengarse de Clinton. En el último viaje que hizo Clinton para pedirle dinero a los cubanos el hijito de Mas Canosa, quien no entiende nada de las cosas de Cuba y que no ha heredado la picardía de su padre, recibió un desaire del presidente, al parecer decidido a sacudirse el peso de la Fundación. LB: ¿La mafia tiene un gran control? LO: En Miami la mafia cubana lo controla todo: jueces, abogados, policías, departamentos de construcción, funcionarios públicos, medios de comunicación, etectera. En Miami se puede hacer de todo. Se puede amañar los contratos, estafar al publico, abusar de las gentes, repartirse los contratos, sacar de la cárcel a los acusados con penas leves, etc. Los jueces dependen del voto de los cubanos de la mafia y de sus contribuciones electorales. Los candidatos presidenciales vienen a Miami y recaudan millones de dólares. Es la tierra de nadie. LB: ¿Por qué la mafia se disgustó con el gobierno norteamericano? LO: Por primera vez en tantos años, Washington no se dejó chantajear por la mafia cubana de Miami. Quienes manejan el circo de Miami vieron que se les iba de la mano la influencia que han ejercido durante años. Había que oír los insultos groseros de Lincoln Díaz Balart contra el presidente Clinton y contra el candidato Al Gore[4] para comprender que el propósito del escándalo era consolidar el voto cubano a favor de George W. Bush.[4] Detrás de todo esto estaban los republicanos y los millonarios de la Fundación. Toda la riqueza, más o menos legitima, que han acumulado los cubanos en Miami surge en la etapa del gobierno de Nixon y se reafirma en 1981 con Ronald Reagan. Es una riqueza vinculada a los republicanos. Los cubanos gozaron de plena impunidad con los republicanos. Han convertido a Miami en uno de los sitios más corruptos del mundo. Por otra parte, ocurre que los imperios se mueven por sus intereses económicos. Para mí es obvio que después de 40 años de errores los Estados Unidos quieran rescatar los once millones de consumidores que residen en Cuba. Hay fuerzas que marchan en esa dirección. Si se viene a ver, esto supondría algo muy importante. Y es que Washington ha llegado a entender después de tantos años que tiene que respetar la soberanía del pueblo de Cuba. Eso es bueno para Cuba. Y malo, muy malo, para el aparato de corrupción de Miami, definitivamente desconectado de la realidad cubana. Ya no son cubanos.
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Lo que no entienden, porque son torpes, es que con Bush o Gore la situación va ser la misma. Están dando gritos desesperados y provocando conflictos porque Washington está recuperando el control de su política sobre Cuba. Sin dudas, 40 años son muchos años. LB: Diversos senadores pretendieron otorgarle al niño la ciudadanía norteamericana. LO: Cinco senadores, con el dinosaurio Helms a la cabeza, le pidieron al presidente Clinton que se le concediera la ciudadanía a Elián. Querían establecer un precedente. Entre sus planes también estaba aplicarle la Ley de Ajuste. LB: Ya que mencionó la Ley de Ajuste Cubano, ¿cuál es su criterio al respecto? LO: Desde hace 40 años la estrategia de Washington para destruir al pueblo cubano se ha basado en la promoción de la fuga. Después de la primera oleada de batistianos, comenzó el plan secreto para ir comprando uno a uno a los cubanos que “parecían” tener algún prestigio. Recalco lo de parecían. Las cantidades oscilaban entre 25 000 y 50 000 dólares contra entrega de mercancía. Y luego un sueldo. La etapa del Frente y del Consejo fue una de las más bochornosas en la triste historia de la Isla. Después vinieron las visas repartidas a voleo para nutrir un exilio. Personalmente, tengo un recuerdo triste de aquella época. Por haber ejercido entonces el derecho a la critica, como hago ahora, recibí una curiosa condena de Miró Cardona, el jefe de los mercenarios: “Tú serás el único que no podrá regresar a Cuba después que la liberemos”. La vida tiene estas ironías. El jefe nunca regresó. Yo sí. El cubano de Miami tiene muy metida en la conciencia la idea de la fuga. En realidad es una consecuencia de la famosa Ley de Ajuste Cubano de 1966, la cual fue aprobada por el Congreso con el propósito de destruir el tejido social del pueblo cubano. Obviamente, la ley produjo resultados excelentes para los que querían dañar al pueblo de Cuba y a la Revolución. Ha sido funesta. Considero, con sinceridad, que el gobierno de Cuba en estos momentos está luchando con suficiente vigor para obligar a los Estados Unidos a echar abajo esa ley. Se comprende que los cipayos de Miami la apoyen de manera incondicional, porque les ha sido muy útil. El crecimiento de la comunidad cubana en el exterior les ha servido de pretexto y base para organizar un vasto sistema de corrupción política. El anhelo de llegar a los Estados Unidos no va extinguirse en Cuba. Es lógico. Las gentes quieren venir. Sigue vivo el sueño de la prosperidad. En los próximos años veremos como se multiplican las organizaciones de disidentes en Cuba. Ser disidente y estar “perseguido” es una excelente excusa para lograr que la Sección de Intereses otorgue una visa. La disidencia y los derechos humanos se han convertido en un relajo en Cuba y en Miami. El juego está claro: no le damos visa, pero si usted se las arregla para tocar territorio americano - no importa como sea - enseguida obtiene el derecho a quedarse y al año es residente. Con esa Ley de Ajuste Cubano, durante años, los legisladores americanos han tratado de decidir el destino del pueblo cubano y han llenado el estrecho de la Florida de miles de cadáveres. Esa ley ha servido para destruir la calidad de vida en el sur de la Florida. Esa ley ofrece la esperanza de un mundo mejor y muchas gentes huyen en busca de un paraíso inexistente. file:///C|/texto-jiribilla/LUIS ORTEGA/5taParte.htm (14 de 30) [21/06/2001 09:10:08 p.m.]
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LB: Si a ciudadanos de otros países les dieran las mismas facilidades inmigratorias en los Estados Unidos que han dado a los cubanos, ¿qué pasaría? LO:-. Lo he dicho mil veces. Millones de gentes emigrarían hacia el Norte. La política americana hacia Cuba ha sido criminal. Han sacado a más de un millón de cubanos, dándoles facilidades, para fundar un país de repuesto en territorio americano... Eso ha sido criminal. Han desangrado la nacionalidad cubana. LB: ¿Existe mucha corrupción? LO: El ambiente de corrupción en Miami ya es asfixiante. La impunidad es insoportable. Los americanos desde 1959 empezaron a crear este monstruo de la corrupción cubana en Miami. Ahora se lo tienen que soplar en silencio. Clinton ha sido débil. Los tres aspirantes a la Alcaldía de Miami se han portado como retrasados mentales. Maurice Ferré,[4] por ejemplo, amenazó con abandonar el Partido Demócrata si deportaban a Elián, Carollo rebuznó; a Xavier Suares[4] le dio el santo. En este ultimo escándalo hay algo infame que revela la inconsistencia de las mafias cubanas de Miami. LB: ¿A qué se refiere? LO: Ni un solo negro participó en la operación. Solamente blancos y mulatos. Y nadie alzó la voz para denunciar la deportación de 409 negros haitianos que acaban de ser deportados a Haití sin contemplaciones. Hablan de derechos humanos, pero vamos a estar claros: son derechos para ellos, los blancos y mulatos de Cuba, desertores casi todos de la Revolución Cubana y que se han apoderado de los negocios de Miami, muchos bastante sucios. Los negros han quedado excluidos. Los votantes haitianos y negros de Miami probablemente tomarán esto en cuenta cuando lleguen las elecciones. Realmente el espectáculo que acaban de dar los cubanos en Miami con el alboroto del niño Elián ha sido revelador para el mundo. Ha sido como un destape. El conflicto de Cuba, mal planteado desde 1959, ha sido visto con una nueva luz. En Miami, la política americana se empeñó en construir un vasto movimiento contra la Revolución Cubana sobre la base de sobornos y dándole impunidad a los grupos cubanos para que construyeran un formidable aparato de corrupción, y al final se enfrentan a la necesidad de utilizar la fuerza para reducir a la chusma desbocada. Elián es el símbolo de una política mal entendida. Es como un castigo a nueve presidentes. LB: De todo esto, ¿ qué quedó en evidencia? LO: La mediocridad de los cubanos de Miami se ha puesto en evidencia cuando se enorgullecen públicamente de la enorme difusión que tuvo en el mundo entero el caso del niño Elián. Eso ha sido, precisamente, lo que los ha hundido en el desprestigio. Ha sido como un destape internacional que ha puesto al desnudo la podredumbre del aparato anticastrista de Miami. Un constante desfile de personajes grotescos ante las cámaras de la televisión: los alcaldes irracionales, el encargado de las relaciones publicas, los locutores, los abogados incompetentes presentando alegatos disparatados, la exhibición del niño atacando al padre, la monja vacilante, el discurso incoherente Gloria Estefan,[4] los locutores agarrando miles de dólares, la chusma frente a la
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casa del niño, los curas invocando a Dios para legitimar el secuestro del niño, los parientes de Miami desafiando al Gobierno. Todo ha formado una panorámica reveladora del vasto deposito de miseria e idiotez en que se ha convertido el Miami cubano. Contrariamente a lo que piensan estas gentes, la difusión internacional del sainete ha servido para revelar al mundo lo que ha estado ocurriendo con el caso de Cuba. Lo que se ha puesto al desnudo, por otra parte, es el hecho de que el aparato de agitación de los cubanos de Miami es escandalosamente minoritario. El énfasis lo han puesto siempre los medios de comunicación infiltrados por elementos cubanos, la mayoría de ellos desertores de la Revolución. De casi un millón de cubanos que viven y trabajan en el sur de la Florida, apenas hay un millar de activistas capaces de andar por las calles dando gritos y molestando al resto de la población. Las cámaras de televisión han revelado al mundo entero el carácter minoritario del bochinche cubano de Miami. LB: ¿Qué opinión le merece la parentela de Miami? LO: Los parientes de Miami nunca conocieron a la pobre madre del niño. Tampoco sabían de la existencia del niño. El parentesco con el padre es bastante lejano. Son tíos abuelos y primos. Nunca se sabrá por qué el niño apareció flotando en un neumático -después de dos o tres días en el mar - y, sin embargo, no estaba quemado ni deshidratado. La idea de que se trataba de un milagro es difícil de tragársela. Hay muchos brujos en Miami que han intentado una explicación sobrenatural. Otros sostienen que todo ha sido una farsa. La idea de que estos parientes lejanos de Miami tenían derechos para quedarse con el niño, dejando a un lado al padre, no la aceptaba nadie que tuviera un poco de sentido común. “¡El mundo entero está contra nosotros y por eso nos quieren quitar al niño!”, gemían los locutores de la radio de Miami. Los de la televisión, lo cual es falso. Es que no hay razón alguna para despojar a un padre de su hijo. Lázaro González[4] obtuvo temporalmente la custodia del niño, pero luego una juez seria de Miami se la quitó. De hecho, el niño quedó secuestrado en la casa de los González. Lo que hicieron los federales fue rescatarlo y devolverlo al padre. El tío abuelo Lázaro González es todo un prototipo. Sus admiradores temblaron de emoción al verlo desafiar a la Casa Blanca. Había que matarlo para llevarse al niño. Grave error. Es obvio que la acción relámpago de los agentes federales estuvo perfectamente justificada. Las negociaciones habían quedado estancadas por las exigencias ridículas de los parientes que tenían secuestrado al niño. Las amenazas que lanzaba la chusma contra el Gobierno y los insultos que proferían contra Clinton y la secretaria de Justicia, Janet Reno eran demasiados sucios y no permitían suponer que se podría llegar a un acuerdo inteligente. Las turbas frente a la casa atacaron a los agentes federales cuando se retiraban del lugar. Incluso, las fotos que se publicaron después del niño en brazos del padre, muy feliz y contento, fueron denunciadas como montajes por los locutores de la radio y la televisión. Llegaron a emplear a unos supuestos expertos cubanos para que analizaran las fotografías y demostraran que no eran auténticas. Insistían en afirmar que el niño fue robado en Miami y no se encontraba a gusto con su propio padre. Los hechos demostraron lo contrario. En Miami se miente file:///C|/texto-jiribilla/LUIS ORTEGA/5taParte.htm (16 de 30) [21/06/2001 09:10:08 p.m.]
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continuamente. El tío abuelo fue víctima de la incompetencia de los numerosos abogados. Se llevaron al niño y no pasó nada. El niño apareció feliz con su padre. Estos parientes de Miami son casi emblemáticos. Es difícil aceptar tanto amor por un niño al que no conocían. Prácticamente, les cayó del cielo. LB: Juan Miguel [4]mantuvo una actitud muy digna. LO: No es fácil olvidar la escena. Frente a la residencia donde estaba parando Juan Miguel - en Maryland - un grupo de cubanos se encontraba estacionado para hacer lo que, por naturaleza, tienen que hacer. Es decir, el bochinche, eso forma parte de nuestra tradición. No importa si es en Miami o en Maryland o en Nueva York. Es algo que nos acompaña siempre como la sombra sigue al cuerpo. La consigna era reunirse frente a la casa para exigirle a Juan Miguel que se asilara. Que no fuera cobarde. Que se pusiera los pantalones. Al cabo de un rato, apareció en la puerta el padre de Elián. Muy serio, callado, el hombre mira hacia la pandilla que está en la acera de enfrente y les muestra el dedo del medio, recto, firme, implacable. Es un gesto muy afincado en la tradición popular cubana. El padre de Elián es un hombre humilde. No sabe pronunciar discursos. Pero, sí sabe hacer señas impúdicas con el dedo y se hace entender muy bien. La extrema derecha cubana lleva muchos años acorralando en todas partes a los que salen de la isla incitándolos a desertar. En los primeros años, 1960, 1961, 1962, comisiones de patriotas cubanos recorrían el mundo ofreciendo dinero a los partidarios de la Revolución que solían viajar al extranjero, a cambio de que desertaran y denunciaran al régimen de Castro. El dinero lo ponía Washington. Las ofertas eran tan jugosas que no hay antecedentes de que nadie haya levantado el dedo en la forma en que lo hizo el humilde padre de Elián. El hecho está ahí y ya entrado en la historia para unirse a otras hazañas inolvidables. Tal vez el primero en levantar el dedo fue el general Antonio Maceo en los Mangos de Baragua cuando se lo puso ante los ojos al asombrado Arsenio Martínez Campos.[4] Lamentablemente, nadie lo alzó cuando los americanos se apoderaron de la Isla en 1898; hasta septiembre de 1933, cuando Ramón Grau San Martín [4]echó abajo la Enmienda Platt. Y luego Castro, en los primeros tiempos de la Revolución, cuando se pasó horas leyendo la larga lista de propiedades que les confiscaba a los americanos. LB: Pretendían que Juan Miguel se quedara en los Estados Unidos. LO: Hace 40 años se arraigó en la conciencia del cubano de la Isla la convicción de que lo único que se podía hacer frente a la Revolución era irse. Hubo una minoría que quiso luchar, pero una mayoría se fue. Se hicieron llamar “exiliados”, pero no era cierto. Así comenzó la farsa. Eran emigrantes. No era cierto tampoco que le quitaran las casas o los hijos. Las abandonaban, las entregaban voluntariamente. Lo que les atraía era Miami, la posibilidad de encontrar buenos trabajos y una mejor vida. Era, en realidad, el viejo sueño de todos los emigrantes. Eso fue lo que hicieron los irlandeses, los
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italianos, los españoles, los polacos y otros muchos. Pero, éstos nunca se disfrazaron de exiliados políticos. En el caso de los cubanos, atraídos a Miami con generosas ofertas, lo conveniente para la nueva política americana era inventar el exilio. Los dirigentes más conocidos de la política cubana fueron tentados con sobornos de miles de dólares para que escogieran el camino de la deserción. Lo que no le perdonan a Juan Miguel es que no haya pedido asilo político. De acuerdo con la mentalidad irracional de Miami, es un crimen imperdonable. La prima Marisleysis, llorando a lágrima viva, no se cansó de acusarlo de cobarde. Los locutores de Miami lo insultaban en todo momento. Le reprochaban que no hubiera viajado a Miami a buscar a su hijo. La intención estaba clara. Todas las gestiones que hicieron hasta ultima hora, y que se frustraron, estaban basadas en una reunión de toda la familia en un lugar neutral. El propósito era quedarse a solas con Juan Miguel para tratar de convencerlo de que aceptara las proposiciones tentadoras que estaban haciendo los millonarios cubanos de Miami. Todos daban por seguro que el hombre iba a pedir asilo político cuando llegara a Washington. Todos les pedían que “escogiera” la libertad. Se exhibían cartelones incitándolo a asilarse. Desde Miami salió una comisión de pícaros que iban a tratar de convencerlo. Le hicieron llegar mensajes secretos. Un grupo de millonarios de la llamada “mafia” hizo una colecta de millones para sobornarlo. Habló a solas con la Reno y la directora de Inmigración. Pudo haber pedido asilo si hubiera querido. Nadie lo habría podido impedir. El Miami Herald publicó en inglés un editorial, probablemente escrito por una cubana ingenua, en el cual se confiesa, de manera implícita, lo sorprendente de que este cubano raro no se haya asilado. Tan metida está en la cabeza de los cubanos de Miami la idea de la fuga, del soborno, del fraude, de la trampa, de la traición, que se quedan con la boca abierta cuando aparece un cubano que dice que se queda en Cuba, que vuelve a Cuba, que no quiera asilarse. Esto revela más que nada la mentalidad prevaleciente en Miami y sobre todo en los cubanos que trabajan en el Herald. No son capaces de admitir que en Cuba hay once millones de personas y la mayoría no quiere abandonar el país, a pesar de todas las necesidades provocadas por el bloqueo y el acoso de los Estados Unidos. Hay un síntoma alentador en esto. Yo que soy un poco cínico, y no suelo creer en muchas cosas, tengo que admitir que hay un gesto enaltecedor en la conducta de este hombre humilde. Ha surgido un cubano que cree que su deber es quedarse en su país y educar a sus hijos allí. En 40 años de trampas e infamias este es un caso que honra a la Revolución. El editorial del Herald, en inglés, es revelador: “A pesar de lo difícil que es comprender cómo Mr. González ha podido rechazar la oportunidad de vivir con su familia en libertad, tenemos que entenderlo”, escribe quien me imagino es una editorialista incapaz de ocultar su sorpresa. Y confiesa su desilusión. Algo nuevo está ocurriendo. Y es bueno. Para esta gente era una cuestión de honor hacer todo lo posible con el propósito de obligar al hombre a quedarse en los Estados Unidos. A que pidiera asilo. A pesar de todas las presiones, Juan Miguel se
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mantuvo firme. Eso ha sido una bofetada para una sociedad integrada, fundamentalmente, por desertores. En Cuba debieran darle un gran homenaje a Juan Miguel González. LB: Fidel manejó la situación inteligentemente. LO: Castro demostró que le edad no le ha restado brillantez a su juego político. Se equivocan en Miami los que insisten en hablar de su decadencia física e intelectual. Manejó hábilmente la situación y logró un respaldo masivo dentro de la Isla utilizando un tema muy emotivo. Es estúpido decir que las multitudinarias manifestaciones en toda la isla fueron forzadas por el Gobierno. Es obvio que existió un evidente respaldo a la demanda de la devolución del niño. Lo ocurrido a la vista del mundo entero representa un triunfo para Castro
Así es la historia
Luis Báez: ¿En qué año conoció a Fidel? Luis Ortega: En 1948. Luis Báez:
¿Supieron los políticos valorar a Fidel?
Luis Ortega: Fueron muchos los que no valoraron a Fidel. Recuerdo que en 1957 el ex presidente Carlos Prío estaba reunido con un grupo de sus amigos en un lugar de Miami. La conversación, como siempre, giraba en torno a la “inminente” caída de Batista. Uno de los presentes le hizo una pregunta a Prío: “¿Presidente y qué vamos a hacer con Fidel Castro?”. Prío, muy tranquilo, sin vacilar dijo lo siguiente: “No habrá problemas con este muchacho...Yo estoy seguro de que bajará enseguida de la Sierra y si lo file:///C|/texto-jiribilla/LUIS ORTEGA/5taParte.htm (19 de 30) [21/06/2001 09:10:08 p.m.]
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nombramos Director de la Renta de Lotería[11] quedará satisfecho”. Luis Báez: ¿Usted qué dijo? Luis Ortega: Frente a una decisión tan extraordinaria no me atreví a decir nada. Luis Báez: ¿ Con Batista ocurrió algo parecido? Luis Ortega: No podemos olvidar que un año antes, en 1956, el presidente Batista estaba jugando bridge en casa de Jorge García Montes[11] y Pancho Tabernilla se le acercó para comunicarle que había un desembarco por Oriente. “Luego hablaremos de eso”, respondió Batista. Al terminar su juego, varias horas más tarde, le pidió a un ayudante que le buscara un mapa de la ESSO[11], lo extendió sobre la mesa y de acuerdo con su gran experiencia militar hizo una valoración de la situación. Entonces, ordenó que unos cuantos soldados de la Guardia Rural le cayeran atrás a los invasores y se fue a dormir tranquilo. Luis Báez: ¿A Nixon le pasó por el estilo? Luis Ortega: En 1959, en abril, después del triunfo de la Revolución, Fidel fue a Washington y lo recibió el vicepresidente Richard Nixon. Fue una conversación muy interesante. Nixon le aconsejó a Castro que imitara la política económica que había seguido Luis Muñoz Marín[11] en Puerto Rico. “Pero es que Puerto Rico es una colonia americana”, le respondió Fidel. Nixon, de todos modos, no quedó muy complacido y aconsejó a Dwight Eisenhower[11] que lo mejor era tumbar a Fidel. Allí comenzó la cosa, hace 40 años. Sobornaron a unos cuantos supuestos dirigentes políticos, ayunos de ideas, reclutaron unos mil cubanos que no tenían la menor idea de lo que iban a hacer y los tiraron en la Ciénaga de Zapata. Ya se sabe lo que pasó. Es decir, la incompetencia, la frivolidad, la falta de sentido histórico, la ignorancia, la arrogancia, la estupidez, la avidez de dinero, todo eso, en un extraño cóctel, ha sido la base de la política hacia Cuba, tanto entre los pobres cubanos, como entre los americanos. Luis Báez: En ese análisis le falta algo. Luis Ortega: ¿Qué me falta? Luis Báez: La subestimación. Luis Ortega: Siempre han subestimado a Castro en lo personal y no han podido entender el profundo sentido histórico que tiene su gesta.
Luis Báez: ¿Cuál es su criterio del ideal nacionalista de Fidel? Luis Ortega: El ideal nacionalista de Castro y su lucha por la independencia de Cuba no es una vocación unipersonal. Ni empezó con él ni va a terminar con él. Es algo que tiene raíces. Fidel Castro siempre ha sido muy hábil en sus relaciones con la realidad. Cuando todos creíamos que era imposible hacer una Revolución y tomar el poder sin el concurso del ejército, Castro demostró que sí era posible. Estuvo muy claro para entender que el país estaba hueco por dentro. Que el ejército no era, realmente, un ejercito y estaba desmoralizado. Que todas las instituciones estaban huecas. Que las clases file:///C|/texto-jiribilla/LUIS ORTEGA/5taParte.htm (20 de 30) [21/06/2001 09:10:08 p.m.]
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más ricas del país no estaban preparadas para resistir una acometida. Que la prensa, los jueces, los sindicatos, todos estaban corrompidos. La conducta de los cubanos, sobre todo de los llamados “dirigentes políticos”, a partir de 1959, sirvió para corroborar que la Cuba anterior estaba seriamente deteriorada. Lo único que se les ocurrió a quienes se declararon adversarios de la Revolución fue ponerse a las órdenes de Washington. En todos estos años no han descubierto que tomaron la ruta equivocada. Se han muerto, pero no rectificaron. Luis Báez: ¿Qué tiempo le daba de vida a la Revolución? Luis Ortega: Seis meses. El valor mayor de Castro es que ha durado 40 años. Ya tiene seniority. Esa experiencia que tiene es lo que le permitirá resolver los problemas de Cuba... Luis Báez: Después del triunfo revolucionario, ¿lo ha visto? Luis Ortega: Sí.
Luis Báez: ¿En qué fecha? Luis Ortega: En noviembre de 1995. Después lo he visto en otras ocasiones. Luis Báez: ¿Dónde se encontraron por primera vez? Luis Ortega: En el Palacio de la Revolución. Luis Báez: ¿Qué tiempo conversaron? Luis Ortega: Estuvimos hablando tres noches seguidas hasta altas horas de la madrugada. Luis Báez: ¿De qué hablaron? Luis Ortega: Nada importante. Fue una conversación en grupo. Muy amena. El podría decirte que yo he sido tal vez el único cubano que no fue a darle consejo alguno de cómo tiene que resolver "la problemática cubana". Me imagino que la tendencia a hablar con Castro para ofrecerle soluciones debe ser muy frecuente. Los cubanos, en general, siempre nos inclinamos a "fijar nuestra posición histórica". Luis Báez: ¿Y usted no tiene posición histórica? Luis Ortega: Si me pongo a pensar es hasta posible que pueda improvisar una. ¿Por qué no? Luis Báez: ¿Publicó esas conversaciones? Luis Ortega: No lo hice. Luis Báez: ¿Cuál fue la causa? Luis Ortega: No me pareció que era necesario. Hay algo de exhibicionismo en esas publicaciones. No era
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una entrevista periodística. Luis Báez: ¿Pudo haber sido? Luis Ortega: Yo concibo la entrevista periodística en un tono de enfrentamiento. Y yo no tenía ni tengo el menor interés en hacerle preguntas desagradables a Fidel Castro. Luis Báez: ¿Qué impresión le produjo Fidel? Luis Ortega: Muy buena. Fue muy deferente conmigo. Fue una gran experiencia, sin dudas. Yo dejé de ver a Fidel antes del Moncada, tal vez en 1953. Era entonces un joven al que ya se le adivinaba la dinámica. En 1995 lo que encontré fue un mito. Luis Báez: ¿ Por qué? Luis Ortega: Porque ya ha rebasado la historia, ya es invulnerable. Es una leyenda de tiempos fabulosos. Eso es un mito. Muchas gentes quieren tocarlo para ver si es real. Cuando él se desliza por un pasillo, lentamente, midiendo sus pasos, un poco a cámara lenta, como suelen siempre caminar los mitos, no es que esté enfermo o que le duela nada; es que lleva ya sobre los hombros una carga tan grande de historia que ha tenido que renunciar a la agilidad de los primeros años. La imagen que proyecta sobre el mundo es mucho mejor que la que tenía en los años iniciales de la Revolución. Su prestigio internacional ha crecido desde la caída de la Unión Soviética. La imagen de Castro está consagrada. Luis Báez: ¿Qué lo conduce a esa conclusión? Luis Ortega: Al desaparecer el comunismo ocurre que Castro emerge con luz propia, como el dirigente de un país que lleva 40 años luchando contra los Estados Unidos y sin ningún apoyo... Si lo reciben con entusiasmo en todas partes no es por su filiación comunista sino a pesar de eso. Es decir, que no tiene importancia alguna si es comunista o no. Se ha ido por encima de eso. Después de la desaparición del mundo soviético, todos los dirigentes comunistas en el mundo, con algunas pocas excepciones, han sido rechazados y hasta encarcelados. Algunos han sido hasta fusilados. En el caso de Castro la situación es distinta. Ninguno de los cubanólogos que se rompen la cabeza, en Miami y en Washington, para desentrañar los misterios del castrismo se ha dado cuenta del extraño fenómeno de que la imagen de Castro ha crecido después del crepúsculo del marxismo. En otras épocas, hace años, cuando Castro viajaba al extranjero y era bien recibido se buscaban explicaciones más o menos racionales. Se decía que eran los comunistas quienes organizaban las recepciones y detrás estaba la Unión Soviética. Pero, he aquí que se cayó la Unión Soviética. Cuba se quedó a la intemperie. La gente de Miami dio por sentado que Castro tenia los días contados. Hasta un periodista del Herald publicó un libro alborozado, hablando de los días finales de Castro. En los Estados Unidos se organizaron comisiones para reconstruir a Cuba después de la caída de Castro. Pero, han pasado los años. Castro no se ha caído; al contrario, lo que está ocurriendo es que está viviendo, en estos momentos su mejor época. Ya son muy pocos los países que no han restablecido file:///C|/texto-jiribilla/LUIS ORTEGA/5taParte.htm (22 de 30) [21/06/2001 09:10:08 p.m.]
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relaciones con Cuba. El mundo entero le está exigiendo a los Estados Unidos que suspendan el bloqueo contra Cuba. Miles de empresarios americanos y europeos vuelan a Cuba constantemente tratando de investigar las oportunidades de hacer negocios en la Isla. Cada vez que él llega a un país es recibido con aplausos y elogios y hay manifestaciones de apoyo a Cuba. En Copenhague, una asamblea de jefes de Estado se pone de pie para aplaudirlo; en París, el presidente Mitterrand le tiende una alfombra roja para rendirle homenaje; en Argentina, su presencia provoca manifestaciones callejeras; en México, Colombia, Ecuador, Trinidad, los gobiernos y los pueblos le salen al paso para vitorearlo. ¿Cómo se explica que Castro después de la caída de la Unión Soviética haya renacido con una imagen más atractiva y sea como un héroe en todos los países que visita? ¿Cómo explicar que Cuba empieza a salir del aislamiento cuando desaparece el mundo comunista? El prestigio internacional de Castro es más grande que nunca. Luis Báez: ¿ A qué se debe ese prestigio? Luis Ortega: La estatura que ha adquirido Castro en estos 40 años se debe a su enfrentamiento con los Estados Unidos para sustraer a la Isla de su tutela. No creo que exista un solo observador desapasionado del caso cubano, en el mundo entero, que no esté dispuesto a suscribir este planteamiento. Lo que sí tiene una real importancia es haber sublevado una de las más importantes colonias de los Estados Unidos y haberse mantenido al frente de ella durante todos estos años. Es obvio que cuando Castro llegue al cielo o al infierno, porque nunca se sabe, allí no aparecerá en la lista como comunista sino como rebelde, como el hombre que se enfrentó a Washington para independizar a Cuba. Castro no ha cedido en nada; es decir, ha sido intransigente. No ha aceptado las presiones de los Estados Unidos. Ha resistido con una decisión admirable. Se ha enfrentado siempre a la realidad. Opera desde una sobre – realidad que choca con la costumbre. Esto es nuevo en Cuba. Esto es algo que representa un viraje total en la historia de Cuba. Si nos adentramos un poco en el pasado, podemos entender a Castro. En 1900, más o menos, el gobernador militar de Cuba, Leonardo Wood,[11] le dijo a los patriotas cubanos que aceptaban la Enmienda Platt, - lo cual echaba por tierra los sueños de independencia- o de lo contrario seguiría la intervención de los Estados Unidos y no habría República para nadie. Fue un planteamiento brutal. Los patriotas cubanos que escucharon al general Wood decirles, crudamente, que si no aceptaban el yugo se quedarían sin república se miraron asombrados. En aquel instante se decidió el destino de Cuba. No hubo nadie que se atreviera a decirle al Gobernador que si no se marchaba de Cuba con sus soldados los cubanos reanudarían la lucha inmediatamente. Yo nunca he entendido aquello. Siempre desde niño me pareció que aquellos patriotas cubanos se habían equivocado. Supongo que Castro aprendió la historia, de niño, en los mismos textos míos.
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Acostumbrados como estabamos los cubanos a que los embajadores americanos en Cuba daban órdenes a los presidentes nos parece una herejía que Castro se niegue, tercamente, a obedecer las órdenes de Washington. Su resuelta oposición a ceder ante ninguna presión tiene una base lógica. Es decir, muy racional. El poder que ejerce no es militar, porque Cuba no es una potencia. Es un poder de tipo moral que emana de su intransigencia y de su decisión de no aceptar que los Estados Unidos le pongan condiciones de ninguna clase. No se puede negar, objetivamente, que Castro encarna el espíritu de resistencia del pueblo cubano. De hecho, nos guste o no, la historia ya absolvió a Castro. Hay que aceptar que la historia le ha dado la razón a Castro. Todos comenzamos en 1959 como mercenarios, creyendo que la historia estaba de nuestra parte. Grave error. No lo estaba. No lo está. Hay que tener un poco de coraje, o de vergüenza, para reconocer el error. Luis Báez: En la historia de Cuba, ¿cuáles son los momentos estelares? Luis Ortega: Han existido dos momentos estelares en la historia de Cuba. Uno lo protagonizó José Martí en 1895 cuando organizó una guerra para llevar a un pueblo, que no conocía, a un destino histórico. El resultado fue la grotesca República de 1902. El segundo momento - para mí - lo representa Fidel Castro cuando organiza la Revolución de 1959 y convoca al pueblo para llevarlo a un destino histórico. Fidel Castro es un hombre con un gran mérito. Luis Báez: ¿Cuál es su gran mérito? Luis Ortega: Reconozco que el gran mérito de Castro es haber resistido durante 40 años el asedio. Pasará a la historia como el hombre que se enfrentó a los Estados Unidos y llevó adelante una política de soberanía con firmeza e intransigencia. Al principio creí que Castro iba a rendirse al final. Toda la historia de Cuba, desde 1898, ha sido tan lamentable que creí que Castro iba a ser más de lo mismo. Luis Báez: Ahí se equivocó. Luis Ortega: Tengo que admitir que Castro ha sido fiel a un ideario que yo llevaba adentro desde aquellos años de 1933 cuando desfilaba en las manifestaciones antimperialistas por las calles habaneras. Yo no estoy a favor de la Revolución Cubana, sino en contra de la errónea y criminal política de los Estados Unidos con respecto a Cuba. Estoy en contra de la industria del anticastrismo que se ha ejercido en los Estados Unidos, pero no estoy a favor del castrismo. Mi posición es muy clara. Los Estados Unidos deben sacar las manos de Cuba y dejar que Castro resuelva el problema y salve a la Isla... Hasta ahí, sin dudas, estoy con ustedes. Luis Báez: ¿Qué pensó cuando hablaba con él? file:///C|/texto-jiribilla/LUIS ORTEGA/5taParte.htm (24 de 30) [21/06/2001 09:10:08 p.m.]
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Luis Ortega: En realidad, ratificando lo que he estado pensando durante muchos años... Luis Báez: ¿Qué? Luis Ortega: Yo siempre he lamentado no haber podido participar en la experiencia revolucionaria. Es decir, no haber podido presenciar el proceso de cerca. Luis Báez: ¿Qué le llamó la atención? Luis Ortega: Su confianza en el futuro. En todo momento habló con un gran optimismo Luis Báez: -. ¿Salió satisfecho? Luis Ortega: Salí muy complacido. Fue una gentileza de su parte invitarme. Una experiencia que yo estaba echando de menos. Creo, con toda sinceridad, que Castro es ya un personaje que ha entrado en la historia. Es una leyenda. Ya no necesita ser revolucionario para destacarse. Podría hasta hacer la crítica de la Revolución sin perder prestigio. El repertorio de acusaciones que forman parte del bagaje propagandístico de la mafia de Miami resbala sobre la imagen de Castro. Cuba no ha producido nunca, a través de toda su existencia, una figura del nivel histórico de Fidel Castro. Luis Báez: Ya Fidel está en la historia. Luis Ortega: Las revoluciones no son nunca blancas o negras. No caben los juicios definitivos. Hay muchos matices. La Revolución Francesa, en su tiempo, fue el hecho más impopular de Europa. La literatura contra la Revolución tuvo una difusión extraordinaria. La historia, sin embargo, no ha recogido los nombres de aquellos escritores que produjeron enormes tratados contra los Jacobinos, contra los Masones, contra la Revolución y les ha reservado un puesto importante a los revolucionarios. Una Revolución es una Revolución. De la Revolución francesa, te repito, se guarda memoria de sus protagonistas, pero nadie se acuerda de quienes participaron en el largo y furibundo proceso que se vivió en toda Europa durante la lucha contra ella. Va a pasar lo mismo en el caso de Cuba. Fidel queda, nosotros, ellos, pasan. Así es la historia. Luis Báez: Tanto en Washington, como en Miami encaminan su política a esperar la muerte de Fidel, pues consideran que ese sería el fin de la Revolución, ¿comparte ese punto de vista? Luis Ortega: Después de nueve presidentes y 40 años de disparates, los Estados Unidos han llegado a elaborar una política genial: “No hacer nada y esperar que Fidel Castro se muera de viejo y entonces mandaremos a la isla a un tipo a comprar cubanos al por mayor”. Es decir, comprar otra vez la vieja colonia y sobrecargarla de pícaros que abundan. Ahí se vuelven a equivocar. Castro muerto se convertiría, de la noche a la mañana, en algo más peligroso que un mito. Tal vez un mito con una sobrecarga explosiva poco usual. La muerte de Castro, en medio de un pueblo condenado al exterminio por Washington durante 40 años, produciría una reacción internacional, sobre todo en América Latina, de proporciones mayores. Su lucha durante tantos años contra el vecino implacable del Norte cobraría, de pronto, un sentido impresionante. file:///C|/texto-jiribilla/LUIS ORTEGA/5taParte.htm (25 de 30) [21/06/2001 09:10:08 p.m.]
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Se equivocan los que piensan que el Gobierno de Cuba se vendría al suelo, a la manera como cayó Batista en 1959, si Castro muere. Tal vez ocurriría todo lo contrario. Castro, como símbolo yacente y sepultado es más peligroso para los Estados Unidos que el Castro que camina por los pasillos del Palacio de la Revolución.
Polvo enamorado
Luis Báez: Usted será recordado, entre otras cosas, como el cronista del exilio. Luis Ortega: No quiero que me recuerden ni un carajo. A mí me ha tocado la mala suerte de tener que oír a unos y a otros y esta mala leche que tengo, y podría emplear en empresas mejores, la tengo que malgastar en cosas tan pequeñitas. Mi destino cruel es ser el cronista de este circo que es el folklore cubano de Miami.
Luis Báez: ¿Qué piensa de la muerte? Luis Ortega: Le tengo espanto, como tú, pero la espero a pie firme. Además, lo único que me consuela, al ver la mierda en que se ha convertido el mundo y sus gentes, es que me queda poco tiempo de vida. Le tengo un poco de piedad a quienes empiezan a vivir en este mundo de hoy. Luis Báez: ¿Dónde va a pedir ser enterrado? Luis Ortega: Yo he pedido que me quemen. Y cada vez que pienso en eso se me encogen los que tú sabes. Luis Báez: ¿Ha vivido momentos muy tristes? Luis Ortega: Hay muertes que nos llenan de tristeza y que vienen a ser como un preludio de la propia. Eso ha sido la muerte de Olga, mi esposa. La muerte de Gastón Baquero[11], convertido también en cenizas, fue otro profundo golpe que he recibido en los últimos tiempos. Cuando se llega a cierta altura de la vida son tantas las cruces que van quedando en el camino que uno se va familiarizando con la idea del último viaje y va perdiendo el miedo. Luis Báez: ¿Cuándo vio a Baquero por última vez? Luis Ortega: La última vez que vi a Baquero fue en Madrid - en el verano de 1995 - cuando acababa de entrar en el asilo de la tercera de edad. Estaba muy deprimido y sin embargo, ya se había creado en torno a su persona una atmósfera de amor y simpatía. file:///C|/texto-jiribilla/LUIS ORTEGA/5taParte.htm (26 de 30) [21/06/2001 09:10:08 p.m.]
ALGO DE BONDAD
Nunca entendí por qué Gastón decidió buscar refugio en España. “¿Por qué no vas a los Estados Unidos?”, le pregunté en abril de 1959 en vísperas de su salida de Cuba a través de una embajada. Me hizo señas, aludiendo al color de su piel. “Allí nos discriminan”, me dijo. Tal vez exageraba un poco. Con el tiempo he descubierto que la discriminación no es solamente por el color de la piel. Sí algún día se tratara de escoger al cubano que puede simbolizar el destierro sería necesario acudir a Gastón Baquero. Lo de Gastón fue un fracaso desde el primer día que llegó a España. Vivió en Madrid, durante 38 años, hasta el día de su muerte. Hubo épocas en que no le abría la puerta a nadie. En una carta a Justo Rodríguez Santos,[11] recientemente publicada, le decía lo siguiente: “Estoy retirado, automarginado, voluntariamente alejado de todos. No voy a reuniones, conferencias, lecturas de poemas, etc., porque comprendo que en mi estado de ánimo, terriblemente pesimista y negativo, no se debe andar por la calle. He perdido por completo la fe en la comunicación”. Era un hombre muy aferrado a su tierra y a sus frutos. Para él, es obvio, el destierro fue un castigo brutal. España siempre ha sido un paraje inhóspito para los cubanos, a pesar de la comunidad de lengua, que es engañosa. Baquero, en España, tanto en tiempos de Franco, como en los posteriores debió haber ocupado un lugar importante en la literatura y la poesía y no fue así. No recuerdo quién fue el que dijo, a lo mejor el propio Baquero, que los españoles a lo más que llegan es a “permitirnos contemplar su vivir”. Nada más. No se admiten más que observadores y admiradores. Sus opiniones políticas serán olvidadas, porque en realidad no tenían autenticidad. Brotaban de su tristeza profunda al tener que vivir fuera de Cuba. En él, como en nadie, esto se dio como castigo. Luis Báez: La desaparición de su esposa se trata de algo más que una muerte. Luis Ortega: Son 63 años de íntima vinculación de un hombre con una mujer buena y noble. Es una larga historia con todos sus horrores y delicias. Olga murió después de una larga y penosa enfermedad. Quiero hablar del horror de la desolación. ¿ Por qué lo hago? Tal vez para dejar constancia de mi protesta contra el propio Dios, su Dios de siempre, que se la llevó de una manera tan cruel. O para protestar contra el encanallamiento de los médicos y hospitales de Miami. Pero siempre para protestar, porque esa es mi ley, ese es mi modo. No me quejo. Lo que hago es protestar contra toda el alma. Yo merecía mejor ese flagelo. Ella recibió el diagnostico del cáncer con un estoicismo admirable: “le doy las gracias a Dios porque voy a morir primero que tu”, fue su respuesta a la condena a muerte. Esa era su obsesión. Morir primero. Ahora que me tengo que enfrentar al inmenso vacío que me ha dejado esta mujer excepcional puedo entender sus temores. Me pidió morir en silencio. Me hizo jurar que no tendría funerales. Ni ceremonias. Nada de esquelas en los diarios. Ni misas. Nada. Simplemente, la cremación y luego la dispersión de sus cenizas en el parque, junto a la bahía, donde ella, hace 43 años, llevaba a jugar a nuestros dos hijos. Luis Báez: ¿ Por qué no quiso funerales? Luis Ortega: En las ansias del amor quería protegerme todavía más. “Es que hay muchas gentes en Miami que no te quieren por las cosas que escribes, y pienso que cuando se enteren de que estás file:///C|/texto-jiribilla/LUIS ORTEGA/5taParte.htm (27 de 30) [21/06/2001 09:10:08 p.m.]
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sufriendo por mi muerte se regocijaran”. Tal vez exageraba, no sé, pero era el amor el que la impulsaba. Quería salir de la vida en silencio, para que no me hirieran. Olga tuvo la desdicha de unir su destino, a los 18 años, a un hombre “ sin fe ni sede”, que no creía en las mismas cosas en que ella creía. No fue un matrimonio fácil. Ninguno lo es. Pero, el vínculo fue siempre indisoluble. Ella, tan débil y vulnerable y, al mismo tiempo tan fuerte de espíritu, ganó todas las batallas porque tenía una divisa inapelable: “la única fuerza en el mundo es el amor”. Fue siempre leal a su fe. Y no fue solamente una divisa. Fue su propia vida, predicada con el ejemplo. Fue una profesora inolvidable, un “evangelio vivo”. Treinta años después sus viejos alumnos llaman por teléfono para llorarla. Luis Báez: Una mujer excepcional. Luis Ortega: Tengo que confesar que, a la hora de su muerte, me siento culpable. No es posible vivir 63 años al lado de una mujer excepcional por su bondad y su inteligencia y no sentir que uno tiene culpas inexcusables. No he sido nunca el hombre apto para la vida matrimonial apacible. El destino me empujo siempre a una vida llena de avatares. No fue justo hacerla compartir esa vida. No fue justo, lo digo con tristeza. Pero ella nunca se quejó. No nos faltó nunca el amor profundo, esencial y eterno. Solamente la muerte ha podido arrancármela. Lo poco bueno que puede haber en mí se lo debo a esta mujer. Ella me enseñó con su ejemplo de amor y tolerancia. Ella me enseñó como es que se debe morir con dignidad. El diálogo de 63 años no ha terminado ni terminará nunca. La gente pensara que estoy loco, al verme hablar solo. Es posible. Ella se acaba de anotar otra victoria de amor. Ya no puedo alardear más de que no tengo fe. La necesito. La idea de la destrucción y la nada me resulta repugnante. Tengo que creer que ella está en otra parte, en otro mundo mejor. Lo que me queda entre los dedos son sus cenizas, pero tiene sentido. Polvo serás, más polvo enamorado.
Posdata
Luis Báez: Estando el libro listo para entrar en proceso de edición se produjo el escándalo de la elección presidencial en los Estados Unidos. No quise perder la ocasión para conocer la opinión de mi entrevistado: ¿ Cómo enjuicia la forma en que George W. Bush ha sido electo presidente de los Estados Unidos? Luis Ortega: Desde que apareció en el escenario, hace más de un año, todos supimos, por una extraña intuición, que Bush iba a ser presidente. Era como si lo empujara el destino. Su mediocridad, lejos de perjudicarlo, casi que lo engalanaba. Se sabía que estaba recaudando enormes cantidades de dinero para su campaña. El dinero es muy importante en este país. Es algo que tiene mucho que ver con la predestinación. Los que tienen dinero son bellos, son buenos y Dios los mira con agrado. Además, se rumoraba que las grandes corporaciones confiaban en él. Claro que George no tenía ningún mérito particular salvo la recomendación de su padre. Se expresaba file:///C|/texto-jiribilla/LUIS ORTEGA/5taParte.htm (28 de 30) [21/06/2001 09:10:08 p.m.]
ALGO DE BONDAD
mal. No daba la sensación de manejar bien las ideas. Hasta parecía humilde. Vestía bien. Sonreía. De vez en cuando se le iba un gracioso disparate. La industria farmacéutica, decían los chismosos, estaba dándole grandes cantidades de dinero. Necesitaban en la Casa Blanca un hombre que los ayudara a seguir abusando de los enfermos pobres. Luis Báez: ¿La industria de guerra tenía puestas sus esperanzas en Bush? Luis Ortega. Claro. Sobre todo, sabiendo que Colin Powell y Dick Cheney estaban a su lado. Los fabricantes de armas y aviones sueñan con otras masacres como las de Panamá e Irak. Luis Báez: ¿Cómo veía a Al Gore? Luis Ortega: Gore es bobo. Quiso alejarse de Clinton y eso le hizo mucho daño. En sus presentaciones publicas parecía un hombre rígido. Era casi amenazador. Una vez hablaba de las medicinas. A veces mencionaba el peligro del tabaco. Era un hombre imprudente. Tal vez por eso mismo las encuestas favorecían a Bush. Era como una cruzada. Era necesario parar a Gore. Luis Báez: Gore sacó más votos que Bush. Luis Ortega: Le sacó una ventaja a Bush de más de trescientos mil votos. Y llegó a tener 267 votos electorales. Solamente le faltaban tres votos para obtener la presidencia. Bush había quedado atrás con solamente 246 votos electorales. A pesar de eso, los partidarios de Bush, empezando por el siniestro Cheney, acusaban a Gore de ser muy obstinado. “Debe aceptar la derrota”, decían. ¿Qué derrota? La Florida era, como dicen las gentes cursis, la manzana de la discordia. El hermano, Jeb, era el gobernador. El Congreso estatal estaba desesperado por proclamar la victoria de Bush. Luis Báez: ¿Hubo fraude? Luis Ortega: El fraude se produjo en varios condados, sobre todo en Miami Dade. Los fraudes han sido siempre un valor entendido en la Florida. Las pandillas cubanas estaban muy preocupadas. Gore había ganado Palm Beach, Broward, Miami Dade y Monroe. Es decir, casi todo el sur de la Florida, a pesar de que los cubanos estaban seguros que le darían la presidencia a Bush. En Miami Dade residen más de ochocientos mil cubanos pero Bush sacó solamente 289,574 votos, mucho menos que Gore. Tal vez los fraudes no fueron suficientes. En esos 289,574 votos para Bush tal vez los votos cubanos sean menos de la tercera parte. Hay que tener en cuenta que en esos 289,574 votos están incluidos anglos, negros y otros hispanos. Luis Báez: ¿Qué quiere decir eso?
Luis Ortega: Que existe una farsa en lo del voto cubano. De los 800,000 y más cubanos que viven en Miami - Dade apenas unos 90,000 votaron por Bush a pesar de la intensa campaña que hicieron los cubanos durante más de un año y a pesar de las enormes cantidades que les cogieron a los republicanos. Ni la radio, ni los periódicos, ni la televisión, donde abundan los bichos cubanos frenéticos, han servido para nada. Es curioso, el pasado domingo un avión arrastraba por los cielos de Miami un gigantesco letrero que
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decía: “Bush Victory es la venganza de Elián”. En rigor, fríamente, el voto cubano no ha servido para nada a Bush. Al Gore ganó el Condado con 328,867 votos. Es decir, la ventaja de Gore fue de 39,293 votos. Luis Báez: ¿Impidieron el recuento de los votos? Luis Ortega: Eso es algo muy interesante. Cuando se trató de hacer un recuento de los votos de Miami Dade un grupo de americanos y cubanos, a las puertas de las oficinas del Condado, en un piso 19, armó un bochinche para impedir que se recontaran los votos. Temían que se descubrieran los fraudes que son habituales en la zona. La opinión más generalizada, en la Florida y en el extranjero, y tal vez en otros estados, es que si se hubieran contado los votos religiosamente, sin trucos, el triunfo habría sido de Al Gore. De hecho, entonces, los cinco jueces de la Corte Suprema de Washington dieron un golpe de estado para imponer a Bush. Para darle el triunfo a Bush fue necesario impedir que se siguieran contando los votos. Una extraña manera de hacer elecciones. El juez Stevens de la Corte Suprema dijo algo terrible que resonará durante muchos años en la historia de los Estados Unidos. “Una cosa es cierta, escribió el juez Stevens, aunque no sabremos nunca la identidad del ganador de estas elecciones presidenciales, la identidad del perdedor está perfectamente clara. Es la confianza de la nación en el juez como guardián imparcial de las leyes”. En rigor, Stevens lo que hizo fue dejar establecida la ilegitimidad de Bush como presidente. Luis Báez: ¿La mafia cubana participó en los fraudes? Luis Ortega: Es una historia increíble. Ahora, los cubanos, con sus trucos electorales, casi paralizaron el país al meterse en el proceso electoral de la Florida para sacar presidente, a la cañona, al candidato Bush. Los otros 49 estados de la Unión, en forma legitima, concluyeron sus elecciones normalmente, sin problemas. Solo en la Florida, tal vez en alianza con el gobernador Jeb Bush (que es cubano honorario), la cosa se enredó de una manera horrorosa. La participación de la mafia cubana en todo este bochinche es un secreto a voces. Con el tiempo todo saldrá a la luz publica. No nos olvidemos del Watergate. Es un escándalo insólito.
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