Colección
PROMETEO
“No porque seas paraco o seas guerrillero tienes que ser un animal” Procesos de Socialización en FARC-EP, ELN y grupos paramilitares (1996-2006).
Camila Medina Arbeláez
Universidad De Los Andes Facultad de Ciencias Sociales - Ceso Departamento de Ciencia Política
Medina Arbeláez, Camila No porque seas paraco o seas guerrillero tienes que ser un animal: procesos de socialización en FARCEP, ELN y grupos paramilitares (1996-2006) / Camila Medina Arbeláez. – Bogotá: Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Ciencia Política, CESO, Ediciones Uniandes, 2008. 152 p.; 17 x 24 cm. – (Colección Prometeo) Incluye referencias bibliográficas. ISBN 978-958-695-410-5 1. Reinserción — Aspectos sociales — Colombia 2. Socialización-Colombia — Estudio de casos 3. Conflicto armado — Aspectos sociales-Colombia I. Universidad de los Andes (Colombia). Facultad de Ciencias Sociales. Departamento de Ciencia Política. Universidad de los Andes (Colombia). CESO III. Tít. CDD. 322.4209
SBUA
Primera edición: mayo de 2009 © Camila Medina Arbeláez © Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Ciencia Política, Centro de Estudios Socioculturales e Internacionales - CESO Carrera 1ª Nº 18ª-10 Edificio Franco P. 3 Teléfono: 3 394949 - 3 394999 Ext. 3330 Bogotá D.C., Colombia
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Tabla de contenido Introducción.......................................................................................
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El interés por el tema y la pregunta de investigación..............................................
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Construcción de sujeto, corporalidad y alteridad....................................................
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Cuerpo vs. Corporalidad: del cuerpo fisiológico al cuerpo político................
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Estudios micro sociales de la violencia y el conflicto........................................
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Las organizaciones FARC-EP, ELN y grupos paramilitares...................................
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Las organizaciones insurgentes: FARC-EP y ELN............................................
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El paramilitarismo..............................................................................................
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Fuentes y metodología..............................................................................................
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Estructura del documento.........................................................................................
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Capítulo 1 Los primeros pasos de la socialización: entrenamiento y escuelas de formación
La formación del guerrillero: entre lo político y lo militar......................................
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Pedagogía de la muerte: construyendo el sujeto paramilitar...................................
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Capítulo 2 La construcción de la alteridad: el enemigo y el combate Las guerrillas FARC-EP, ELN y sus enemigos........................................................
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Los paramilitares y sus enemigos............................................................................
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La palabra como instrumento en el combate: cohesión, degradación e incitación..
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La importancia del cuerpo en el combate: el cuerpo como trofeo...........................
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Capítulo 3 Regulación de la vida cotidiana La construcción diaria del combatiente: regulación de la vida cotidiana................
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Sanciones: poniendo al sujeto en el cauce la organización......................................
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Capítulo 4 Género, sexualidad y jerarquización Caracterización de la mujer combatiente: entre la igualdad y la diferenciación.....
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Relaciones sexuales y vida de pareja: control de las esferas “intimas” del sujeto...
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Sexualidad y jerarquización: el trámite de la dominación a través de la mujer......
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Control del cuerpo femenino: aborto y planificación..............................................
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Capítulo 5 Percepciones sobre la relación con la población civil Guerrillas y población civil: construyendo bases de apoyo.....................................
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Paramilitares y población civil: “quitarle el agua al pez”........................................
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Consideraciones finales.....................................................................
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Anexos ................................................................................................
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Bibliografía........................................................................................
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Agradecimientos “Yo, un poeta, en las mismas circunstancias de opresión, miseria, miedo y persecución, también habría sido un bandolero. Creo que hoy me llamaría “General Exterminio”. Por eso le hago esta elegía a “Desquite”, porque con las mismas posibilidades que yo tuve, él se habría podido llamar Gonzalo Arango, y ser un poeta con la dignidad que confiere Rimbaud a la poesía… ¿Qué le dirá a Dios este bandido? Nada que Dios no sepa: que los hombres no matan porque nacieron asesinos, sino que son asesinos porque la sociedad en que nacieron les negó el derecho de ser hombres”. Elegía a Desquite Gonzalo Arango
Quiero agradecer a todas las personas que hicieron de esta investigación un proceso constante de reconfiguración de mi misma, de las fronteras que ordenan mi vida. A los hombres y mujeres excombatientes que me abrieron las puertas de su casa, su vida, su corazón y su historia, les agradezco el haberme permitido conocer los seres humanos que son. Gracias a ellos y ellas, a su confianza, mi experiencia del conflicto armado logró traspasar las fronteras que imponen las anónimas bolsas negras de los llamados “dados de baja” que día a día veo en los noticieros de la noche. Con el mayor de los afectos les doy las gracias por compartirme los colores, sabores, olores, formas, dolores y matices con que experimentan el orden social en medio del cual, yo también, vivo. A Ingrid Bolívar, mi maestra, le doy mi más inmenso agradecimiento por el amor y la pasión con que dirigió este trabajo, su cálida orientación cuando me hallaba perdida tratando de comprender lo que veía, su sensibilidad en la lectura de las entrevistas y los textos y por compartir conmigo sus preguntas y emociones. Doy las gracias a María Emma Wills, Claudia Steiner y Elisabeth Wood por la cuidadosa lectura que hicieron de este trabajo, sus sugerentes propuestas y comentarios me invitan a seguir investigando. A Marcela Rodríguez y Daniel Varela por el compromiso con que leyeron y comentaron una y otra vez vii
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los capítulos de este libro. También a Alejandro Castillejo y Cesar Abadía por sus sugestivas e inspiradoras clases de organización social y sufrimiento y sociedad durante el pregrado de antropología. Valoro profundamente la oportunidad que me brindó Darío Villamizar de hacer parte del cálido y humano equipo del entonces Programa de atención complementaria a la población reincorporada con presencia en Bogotá lugar desde el cual descubrí dimensiones y matices del país y la ciudad en la que vivo antes ajenas para mí. Un reconocimiento especial a mis amigos y compañeros Héctor Díaz y Javier Forero mis guías del trabajo en lo local. El más grande y profundo agradecimiento a Martha, mi madre, a quien dedico este libro, por la confianza, por los colores con que pinta la vida y por invitarme cotidianamente a comprender la condición humana. También a María Paula porque día a día a través de su música me demuestra que otro mundo ya es posible. A mi familia y a mis amigas, que también son mi familia, les doy las gracias por su apoyo y sus constantes preocupaciones. Finalmente, agradezco a la Universidad de Los Andes, a la Facultad de Ciencias Sociales y al CESO por hacer posible la publicación de este libro.
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Introducción Los actos violentos cometidos por diversos actores armados en el marco del conflicto interno colombiano están lejos de ser producto de la desviación humana. Los seres humanos, hombres y mujeres, que participan del conflicto armado colombiano no son anormales ni violentos por naturaleza, por el contrario son producto y productores, al igual que todos los seres humanos, de un orden social y de un complejo proceso de socialización atravesado por múltiples relaciones de poder. El objetivo de esta investigación es analizar cuáles son los procesos de socialización de combatientes al interior de las organizaciones armadas ilegales en Colombia con el fin de contribuir a una comprensión micro social de los actores armados, la violencia y el conflicto en el país. Este trabajo indaga por la manera en que las organizaciones armadas FARC-EP, ELN y grupos paramilitares construyen las y los sujetos combatientes, haciendo énfasis en la construcción de la corporalidad y en el rol de la alteridad en ese proceso. Este documento es producto de una investigación etnográfica realizada durante los años 2006 y 2007 con excombatientes de organizaciones armadas ilegales en el marco de mi trabajo como gestora local del Programa de atención complementaria a la población reincorporada con presencia en Bogotá de la Secretaria de Gobierno del distrito. Así mismo presenta los resultados de nueve entrevistas a profundidad realizadas a excombatientes y revisión de literatura. Es necesario resaltar que los testimonios que aquí se presentan son de personas excombatientes que narran su historia desde un ahora situado en la “civilidad”, sin embargo los considero fuentes de primera mano para comprender el interior de las organizaciones por su paso y participación en ellas. El lector de este trabajo no encontrará aquí un análisis macro estructural ni histórico detallado de los actores armados ilegales colombianos pero si hallará desde la voz de los excombatientes una descripción de cómo las organizaciones armadas construyen a sus combatientes. Sin embargo, debido a la interrelación entre estructura, orden social y construcción de sujeto, a lo largo del texto se hará referencia a la estrategia político militar de cada una de las organizaciones y grupos estudiados, al desarrollo de la guerra en las regiones y a los tiempos de militancia de los entrevistados. Esto, desde la literatura secundaria y preci-
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samente porque se parte de la idea de que los combatientes son construidos en organizaciones armadas especificas que desarrollan formas de operar y de hacer la guerra situadas en regiones y en tiempos concretos. En ese sentido el énfasis en las narraciones de los excombatientes no implica desconocimiento de dimensiones macro estructurales y estratégicas.
El interés por el tema y la pregunta de investigación. El interés por analizar los procesos de socialización de combatientes de las organizaciones armadas ilegales colombianas tiene dos orígenes. El primero de ellos surge de mi experiencia de trabajo de dos años con excombatientes y el segundo de la revisión de literatura sobre actores y conflicto armado en Colombia. En febrero de 2006 me vinculé al Programa de atención complementaria a la población reincorporada con presencia en Bogotá (PACPR)1, de la Secretaria de Gobierno del Distrito, motivada en investigar el actual proceso de desarme, desmovilización y reintegración (DDR) de excombatientes de grupos armados ilegales y conocer cuáles eran las políticas gubernamentales que acompañaban dicho proceso. A lo largo de mi trabajo como gestora local del PACPR me di cuenta que para comprender el actual proceso de desmovilización y reintegración es necesario entender quiénes son los sujetos que actualmente se están “reinsertando”, así como resignificar las concepciones y tipificaciones que existen sobre ese otro guerrillero o paramilitar2. A través de los diferentes espacios y situaciones que durante dos años de manera cotidiana compartí con los desmovilizados me di cuenta que no todos los excombatientes son iguales, que dependiendo de la organización de la que provengan su manera de actuar, relacionarse, vestir, hablar, 1
El PACPR fue creado a mediados de 2005 por la Alcaldía Mayor de Bogotá en respuesta a la “crisis de los albergues” que se presentó en la localidad de Teusaquillo. Este programa esta encargado de la atención distrital a la población desmovilizada y reincorporada que habita en Bogotá labor que desarrolla desde un enfoque civilista y de garantía de derechos. Así mismo este programa lleva a cabo procesos de acercamiento con las comunidades de acogida y la institucionalidad nacional y local con el fin de posicionar el tema en el ámbito local para a partir de allí generar procesos de reconciliación y convivencia. Para mayor información ver PACPR (2005) y PACPR (2006).
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A principios de 2007 en medio de una discusión sobre la instalación de un “hogar de paz” o albergue para menores desvinculados con los “representantes” de la comunidad de un barrio ubicado en la localidad de Los Mártires uno de ellos decía “porque a nuestro barrio siempre traen lo peor los desechables, los indígenas, las putas, los desplazados, ahora esos matones desmovilizados. Por qué no se los llevan a vivir al campo allá es donde deben de estar. Por qué los traen a este barrio si aquí vivimos gente de bien”. Las palabras de ese “líder” comunitario, al igual que las muchas tipificaciones que me encontré a lo largo de mi trabajo como gestora local me sugirieron la necesidad de resignificar las construcciones de la alteridad que se elaboran sobre el otro ex guerrillero o ex paramilitar.
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Introducción
vivir en el mundo, es diferente. Esto me llevó a preguntarme por la historia de vida de los excombatientes, por su paso por la organización y por sus procesos de socialización. De esa forma el objetivo central de la investigación dejó de ser el actual proceso de DDR y pasó a ser la comprensión de la forma en que transcurren los procesos de socialización de los y las combatientes al interior de los grupos armados ilegales en Colombia. Paralelamente, durante el proceso de indagación y revisión de literatura pude observar que el estudio del conflicto y la violencia en Colombia se ha realizado desde perspectivas macro estructurales que privilegian análisis económicos, estratégico- militares y político-ideológicos (Rangel, 1997; Cubides, 1999; Romero, 2003; Ortiz, 2005; González, Bolívar y Vásquez, 2003; Bolívar, 2004, 2006). Por razones prácticas y de contexto pero también por razones conceptuales sobre lo político y las relaciones de poder, el fenómeno de la violencia y en especial los grupos armados ilegales colombianos no han sido estudiados desde una óptica micro social que permita ver las relaciones cotidianas, los procesos de socialización y las relaciones de poder al interior de esas organizaciones. Los hábitos de pensamiento sobre qué es político y qué es y cómo funciona el poder han hecho que el conflicto colombiano y los actores armados que en él participan sean analizados privilegiando perspectivas racionalistas, estratégicas y organizacionales (Bolívar, 2006, 2004; Blair, 1999; González, Bolívar y Vásquez, 2003). Teniendo en cuenta lo anterior este trabajo busca aportar a una comprensión micro social de la violencia, el conflicto y los actores armados colombianos respondiendo a la pregunta por cuáles son los procesos de socialización de los y las combatientes al interior de las organizaciones armadas ilegales en Colombia. En relación con esta pregunta se plantean interrogantes complementarios como ¿A partir de qué mecanismos se construyen los sujetos combatientes en las organizaciones armadas ilegales en Colombia? ¿Cuáles son los ritos de construcción, legitimación y naturalización del guerrero en las organizaciones armadas ilegales colombianas? ¿Qué papel juega el otro enemigo en la construcción del sujeto combatiente de determinado grupo armado? ¿Cuáles son los lugares y las prácticas cotidianas en las organizaciones armadas ilegales? Para responder estas preguntas esta investigación hará uso de los conceptos de corporalidad, alteridad y construcción de sujeto que profundizan en el carácter social del ser humano.
Construcción de sujeto, corporalidad y alteridad. En contra de las nociones sobre lo político, el individuo y el poder que resaltan el carácter racional, vertical, centralizado, institucional y público de éste, a me3
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diados del siglo XX surgió una teoría social que nos invita a analizar el poder y la violencia como un factor estructurante de las relaciones y el orden social, nos invita a analizar cómo el poder y la violencia construyen sujetos3 de manera cotidiana (Dirks et.al., 1994). Foucault entiende lo político y el poder no como el resultado del ejercicio vertical del estado, sus instituciones y la soberanía sino como las prácticas y mecanismos disciplinarios ejercidos sobre y a través de los seres humanos, particularmente sobre su cuerpo, para hacer de éstos sujetos producto y productores del orden social (Foucault, 1976; Dirks et.al., 1994). Ligado a ello Foucault comprende la violencia no como algo externo que atenta contra el orden social sino como un componente del mismo, componente que se produce y reproduce al interior del orden social establecido. De manera coherente con esa compresión del poder y la violencia, el autor entiende al ser humano no como un individuo sobre el que se deposita el poder sino como un sujeto a través del cual se tramita y reproduce éste (Foucault, 1976). Partiendo de esa conceptualización Foucault nos invita a analizar el cómo del poder, es decir la manera como éste se ejerce para construir sujetos; nos dice el autor “se trata de preguntarse cómo funcionan las cosas en el nivel de aquellos procesos continuos e ininterrumpidos que sujetan los cuerpos, dirigen los gestos, rigen los comportamientos. En otras palabras más que preguntarse cómo el soberano aparece en el vértice, era necesario indagar cómo se han constituido los sujetos realmente” (Foucault, 1976: 38). Centrar el análisis en el cómo del poder implica atender a los mecanismos y prácticas utilizadas de manera cotidiana y sistemática para construir sujetos. Los conceptos de habitus, campo e incorporación propuestos por Pierre Bourdieu en la sociología de la práctica permiten comprender cómo se lleva acabo el proceso de socialización y construcción de sujeto. Para Bourdieu los campos se definen como “un conjunto de relaciones históricas objetivas entre posiciones ancladas en ciertas formas de poder” y los habitus como “sistemas de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras estructuradas y estructurantes predispuestas para funcionar como estructuras estructurantes, es decir como principios generadores y organizadores de practicas” (Bourdieu, 2002: 92). De esa manera los habitus son inseparables de las estructuras que los producen y los reproducen (Bourdieu, 2000). Los campos privilegiados para la socialización y la instauración de las relaciones jerárquicas y de diferenciación son la familia, la escuela, la iglesia, la milicia, entre otros. Es en esos campos donde a través del disciplinamiento, la ritualización y la incorporación de hábitos se socializa a los 3
En este texto se utiliza la noción de sujeto y no la de individuo puesto que esta ultima reproduce el modelo cartesiano de pensamiento en donde cuerpo y alma, experiencia y pensamiento son antagónicos. La noción de sujeto resalta el carácter experiencial y social del ser humano.
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Introducción
seres humanos para producir y reproducir un orden social jerarquizado, diferenciado, y relaciones de poder. El campo al que hace referencia esta investigación es la milicia. Al igual que otros campos, la milicia contiene unas reglas, normas y lenguajes que construyen unos hábitos y disposiciones concretas. Los órdenes militares se construyen a partir de un modelo patriarcal (Goldstein, 2004). Son campos donde las relaciones dicotómicas, de oposición y de negación del “otro” son radicalmente fuertes (Blair, 1999, 2003, 2005). La milicia es una estructura jerárquica donde se reproducen relaciones de disciplina, vigilancia y sumisión a partir de las oposiciones hombre fuerte / mujer débil (Vigoda, 2004; Castañeda, 2005; Goldstein, 2001), varón / homosexual, hombre versus todos aquellos socialmente asociados a la debilidad y la desviación; la milicia es un campo donde se da una exaltación de los valores viriles. El orden simbólico militar y sus dinámicas, moldea el cuerpo y construye al sujeto combatiente. Para comprender como se lleva a cabo ese proceso es necesario conceptualizar el cuerpo como constructo social y el rol de la alteridad en la construcción de sujeto.
Cuerpo vs. Corporalidad: del cuerpo fisiológico al cuerpo político. El pensamiento moderno conceptualizó el cuerpo de los seres humanos como cuerpo fisiológico y anatómico. El modelo cartesiano, que se fundamenta en las divisiones ontológicas sujeto/objeto, cuerpo/mente, mundo/mente, propone que los cuerpos son entes asóciales, apolíticos y asexuales. Dentro de ese esquema conceptual los cuerpos son recipientes del alma de los individuos, son entidades biológicas no afectadas por el mundo y las relaciones sociales. Refiriéndose a la noción de cuerpo construida en la modernidad Le Breton afirma “[el cuerpo moderno] implica la ruptura del sujeto con los otros (una estructura social de tipo individualista), con el cosmos (las materias primas que componen el cuerpo no encuentran ninguna correspondencia en otra parte), consigo mismo (poseer un cuerpo más que ser un cuerpo)” y continua diciendo “las sociedades occidentales hicieron del cuerpo una posesión más que una cepa de identidad” (Le Breton, 2002: 8). De manera antagónica a las conceptualizaciones modernas, los enfoques post-estructuralistas conceptualizan el cuerpo en relación con las relaciones de poder constitutivas de la sociedad (Bourdieu, 2002. 2000. 2004. Duch y Mélich, 2005). Partiendo de la idea de que los seres humanos son seres – en – el- mundo (Heiddeger, 1971), es decir sujetos construidos a partir de las relaciones sociales cotidianas que están enmarcadas en el tiempo y en el espacio, los enfoques post 5
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estructuralistas plantean la noción de corporalidad en oposición a la noción moderna de cuerpo. La noción de corporalidad resalta el carácter político y social del cuerpo, plantea que el cuerpo de los seres humanos es construido, moldeado y disciplinado socialmente; “la corporalidad es un concepto al que recurre entonces la sociología para subrayar el contenido social del cuerpo, para hacer comprender una dimensión del cuerpo más compleja donde bullen las percepciones, la sensitividad, las emociones, la sensibilidad en tanto producto social y condición de posibilidad del sujeto” (Pedraza,1999: 68). El cuerpo esta inserto en relaciones sociales de poder; el cuerpo es el ámbito en donde, a través de hábitos y disposiciones, se legitiman, construyen e interiorizan órdenes sociales diferenciados y relaciones de poder (Bourdieu, 2002, 2000). El cuerpo humano no es solo cuerpo biológico, es cuerpo social, político y simbólico; éste se construye y se sitúa en órdenes sociales jerarquizados y diferenciados4. Tal como lo plantea Bourdieu (2000) el orden social es un orden diferenciado, orden constituido a partir de relaciones de oposición que llevan implícitas relaciones de dominación y jerarquización. De esa manera la construcción de sujeto, que se da en y depende de las estructuras del orden social, es una construcción relacional y diacrítica (Bourdieu, 2000). La construcción de sujeto implica la construcción de la alteridad; las construcciones de la alteridad en una sociedad llevan implícitas ciertas concepciones del orden y del desorden social e implican una construcción de la mismidad (Blair, 2003, 2005; Castillejo, 2000). De esa manera y siguiendo a Augé podemos definir la alteridad como “un juego de fronteras que tiende tanto a asimilar al otro y a producir de nuevo la dinámica interna de la diferencia como a expulsarlo para marcar los limites de la identidad” (Augé, 1996: pg. 21). El orden se define por su exclusión (Castillejo, 2000), al igual que la construcción de un sujeto implica un proceso de diferenciación y construcción de un otro como referente de oposición.
Estudios micro sociales de la violencia y el conflicto. Como se dijo en el acápite anterior la mayoría de estudios sobre los actores armados y el conflicto colombiano se han centrado en análisis macro estructurales, sin embargo ha habido estudios que relacionan la macro estructura con las formas de construcción de la subjetividad, que centran su análisis en la manera como en contextos de violencia se configuran y construyen sujetos. 4
Para ahondar en el debate sobre la manera en que la ciencia social ha conceptualizado el cuerpo humano ver Pedraza (2003, 2007).
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Introducción
Violence and Subjetivity (Das y Kleinman, 2000) así como Violence in war and peace (2004) son recopilaciones de diversas investigaciones que han mostrado como la violencia es un factor cotidiano y estructurante y no inusual e insólito (Scheper –Hughes 2004. Taussig, 2004). Desde esa óptica en Colombia se han desarrollado estudios como el de Maria Victoria Uribe (1990, 1995, 2004), Ángela María Estrada (2003), Alejandro Castillejo (2000), Elsa Blair (1999, 2003, 2005) y Patricia Madariaga (2006) que exponen la manera como los actores armados y su control social moldean la vida cotidiana y las subjetividades de quienes habitan en contextos de conflicto y violencia en Colombia, así como los símbolos y construcciones culturales de la guerra que sirven como mecanismo de interiorización y legitimación de la violencia. Específicamente sobre el proceso de socialización de combatientes al interior de organizaciones armadas ilegales en Colombia se encuentra el estudio de José Armando Cárdenas “Los parias de la guerra. Análisis del proceso de desmovilización individual”. Ese estudio llama la atención sobre el vínculo que hay entre el carácter de la organización armada, la manera como se entiende y propone la guerra, y el proceso de socialización de sus combatientes. Sí bien es común a todas las organizaciones un modelo de socialización basado en principios patriarcales y viriles donde los sentimientos y las emociones son sinónimos de debilidad y por ende se pretende suprimirlos, las dinámicas al interior de las organizaciones insurgentes donde se prima el colectivo, son antagónicas a las de los grupos contrainsurgentes, donde se favorece el individualismo. Igualmente el estudio de Ángela Castañeda Pérez (2005) sobre el servicio militar obligatorio en Colombia analiza el tema de la socialización de combatientes esta vez en las fuerzas militares. La autora se pregunta por la manera en que la institución militar forma hombres, para ello se vale de la teoría antropológica sobre ritos de paso encabezada por Victor Turner, de la noción de institución total de Goffman y de la noción de sistema patriarcal desarrollada por la teoría feminista. Esta investigación resalta la importancia del modelo patriarcal en el proceso de socialización militar, resalta la manera como los hombres militares son formados a través de la exaltación de los valores viriles y de la negación de la feminidad5. En esa misma línea de estudio se encuentra el trabajo de Luz Maria Londoño y Elsa Blair (2005) sobre la participación de las mujeres en los grupos armados colombianos. Ese estudio indaga, a través del cuerpo femenino y el lenguaje, por el impacto que ha tenido en la identidad de género de las mujeres combatientes su paso por la guerra y los grupos armados. 5
Otras investigaciones sobre fuerzas militares se encuentran en Dávila (1991) y Blair (1999).
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El estudio de Eric Lair sobre los usos del terror en escenarios de guerra interna relaciona violencia, corporalidad y alteridad, temas que competen a esta investigación. Lair plantea que en contextos de conflicto el uso del terror, ejercido a través de la destrucción y posesión de los cuerpos de las víctimas, es una herramienta de control, parálisis y fragmentación social (Lair, 2003). Así mismo sugiere que al interior de las organizaciones armadas, tal como se ha constatado en diferentes conflictos internos, el terror ejercido a través de los cuerpos es una herramienta de disciplinamiento y cohesión grupal. En esa misma línea se encuentra el estudio de María Victoria Uribe (1990, 1995, 2004) sobre las masacres en Colombia. La autora indaga por la construcción de la alteridad en contextos de violencia y por los procesos simbólicos, semánticos y de animalización del otro víctima que conllevan las masacres. En su trabajo la autora define las masacres ocurridas durante La Violencia como actos sacrifícales y analiza los procesos semánticos, de deshumanización y animalización que acompañan las masacres contrainsurgentes de la década de los noventas. En su texto “Antropología de la inhumanidad un ensayo interpretativo sobre el terror en Colombia” la autora define la masacre como síntoma social y nos llama la atención sobre las disposiciones corporales y el lenguaje que se utiliza en una masacre para generar terror. Finalmente, el texto de Ingrid Bolívar “Discursos emocionales y experiencias de la política. Las FARC y las AUC en los procesos de negociación del conflicto (1998-2005)” nos llama la atención sobre el tipo de representación que las organizaciones armadas construyen de si mismas y con ello nos invita a reconceptualizar la manera como se piensa la política. En su investigación, que se centra en analizar los discursos emitidos por los actores armados en el marco de los contextos de negociación política, la autora caracteriza a las FARC-EP como una patria social donde se privilegia el “nosotros” y a las AUC como una formación elitista donde se privilegia el “yo”. Particularmente esa investigación nos sirve para comprender un discurso macro de las organizaciones donde se sitúa la experiencia micro social de los combatientes. El marco conceptual y los estudios micro sociales reseñados hasta el momento nos llaman la atención sobre el vínculo existente entre estructura, orden social y construcción de sujeto. La construcción de sujeto no es un proceso individual y aislado, ésta se enmarca en un contexto espacio temporal y un orden social y estructural especifico. Por ello, y teniendo en cuenta que la construcción de sujeto que aquí se analiza se da dentro de las organizaciones armadas ilegales colombianas, es necesario caracterizar dichas organizaciones. 8
Introducción
Las organizaciones FARC-EP, ELN y grupos paramilitares. Desde mediados del siglo XX Colombia vive un conflicto armado interno donde convergen diferentes actores, intereses y estrategias. La disputa entre diferentes concepciones de orden social en nuestro país se lleva a cabo entre diversos grupos armados, insurgentes, contrainsurgentes y estatales, que están en contra o a favor del statu quo. Existen diversas discusiones en curso sobre el carácter y la historia de dichas organizaciones y grupos armados. La mayoría de literatura plantea que la debilidad del estado para brindar seguridad, justicia y beneficios macro estructurales a la población, ha fomentado el surgimiento de grupos armados insurgentes. En la misma línea se plantea que la incapacidad estatal para combatir a la guerrilla ha propiciado el establecimiento de grupos contrainsurgentes ilegales, paramilitares. De manera contraria a esas conceptualizaciones, Gonzáles, Bolívar y Vásquez (2003) argumentan que la existencia de actores armados y del conflicto colombiano es resultado de un proceso histórico de exclusión de poblaciones, de una presencia diferenciada del estado en distintas regiones del país y junto a ello de un proceso inacabado y conflictivo de construcción del estado. Los actores armados en disputa tienen diversos grados de cohesión y estructura, así como diversos intereses y estrategias. El conflicto colombiano y sus actores han tenido varias etapas, han pasado por varios periodos históricos, se han adaptado a diferentes contextos y se han llevado a cabo de manera disímil en las diferentes regiones del país6. Estas organizaciones y grupos ilegales, concretamente las FARC-EP, el ELN y los grupos paramilitares, fueron la morada de los excombatientes fuente de esta investigación. La construcción de sujeto que aquí se investiga se da en el marco del conflicto colombiano y las organizaciones y grupos que en él participan. Por ello es de vital importancia caracterizar y situar temporalmente dichas organizaciones. Esa caracterización nos ayuda a situar y comprender los testimonios y relatos que aquí se presentan, a ir y venir entre sujeto y contexto, agencia y estructura. Nos permite ver cuándo y dónde se da esa construcción de sujeto y con qué fines. La caracterización que se realiza a continuación no pretende ser exhaustiva, sin embargo es vital para comprender los procesos de socialización de combatientes al interior de cada uno de los actores armados aquí estudiados. 6
Un balance de la literatura sobre el tema hasta el 2003 se encuentra en Gonzáles, Bolívar y Vásquez, (2003). Discusiones posteriores en Peña Jaramillo (2005).
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Las organizaciones insurgentes: FARC-EP y ELN. Una organización insurgente tiene como objetivo alterar las dinámicas del estado y de la sociedad en general, por medio de la fuerza y la violencia. Una revolución insurgente se puede definir como “un proyecto económico, político, ideológico y social cuyo objetivo es renovar, de manera radical y usualmente violenta, la sociedad” (Radu, 1988: 109. la traducción es mía). Como consecuencia de ese objetivo las organizaciones revolucionarias tienen una línea de acción política y una militar. Las guerrillas u organizaciones insurgentes son altamente estructuradas y jerarquizadas. Tienen una dirección, que puede ser unipersonal o colegiada, que tiene a su cargo el manejo y la coordinación de la organización así como la definición del proyecto político. A su vez tiene unos cuadros medios que ejecutan la estrategia diseñada por la dirección, esos cuadros dirigen las acciones militares. Finalmente la organización insurgente tienen una militancia de base cuya función es luchar en el campo de batalla y ejecutar los actos violentos (Ortiz, 2005). Existen diferentes doctrinas militares que guían la guerra revolucionaria entre las que se encuentran la guerra popular prolongada (Tse – tung, 1975) y junto a ella la guerra de interconexión, el foquismo y la guerrilla urbana. En todas es de vital importancia la creación de una base social que otorgue sustento a la organización y a su proyecto político de cambio. Las organizaciones insurgentes colombianas a las cuales hace referencia este estudio son las FARC-EP y el ELN. Según la literatura, las FARC-EP es una organización insurgente, que sigue el modelo de Guerra Popular Prolongada de Mao y su variante la guerra de interconexión, para la toma del poder por la vía revolucionaria (Ortiz, 2005; Vargas, 2002). Esta guerrilla surgió en 1964 tras la toma militar por parte del estado, en el marco del plan LASO, a la población de Marquetalía. Las FARC-EP tiene sus antecedentes en las guerrillas liberales que actuaron en la década de los cincuenta y tienen, a diferencia de otras organizaciones insurgentes, un origen campesino y agrario (Cárdenas, 2005; Arenas, 1985; Pizarro, 1996; Rangel, 1997; Vélez, 2001; Vargas, 2002; Bolívar, 2006; Gonzáles, Bolívar y Vásquez, 2003). Diversos autores sugieren que las FARC-EP es un organización revolucionaria, con un proyecto político militar fundamentado en un discurso agrario, cuyo fin es el derrocamiento del statu quo, la toma del poder por la vía armada (Arenas, 1985). Esta guerrilla se caracteriza por tener una estructura orgánica burocratizada, rígida y consolidada. Al igual que otros actores del conflicto colombiano, las FARC-EP ha tenido varias etapas. Una de consolidación, que va aproximadamente desde 1964 hasta 1980, donde convergen el modelo de guerra tradicional partidista y la guerra mo10
Introducción
derna comunista (Ortiz, 2005). En esta primera etapa se da un cambio de autodefensa campesina a organización guerrillera, lo que implica el desprendimiento de la matriz liberal y su desplazamiento hacia una matriz revolucionaria, comunista. Durante esta etapa se da la creación del Bloque Sur cuyo centro de operación son las zonas de colonización y la expansión de la organización hacia la cordillera central y la región del Magdalena Medio (Cárdenas, 2005; Vélez, 2001; Pizarro, 1996). Una segunda etapa, que se da desde la década de los ochentas hasta mediados de la década de los noventa, es de modernización. Ésta estuvo fomentada por la vinculación de la organización al negocio de narcóticos (Vargas, 2002) y por la llegada de militantes urbanos, como Raúl Reyes, Simón Trinidad y Alfonso Cano, quienes reforzaron la agenda y el discurso político de la organización (Ortiz, 2005). La tercera etapa, que inicia a mediados de la década de los noventas, es de expansión y sofisticación militar. Esta etapa se caracteriza por el avance estratégico militar de la guerra de guerrillas a la guerra móvil y por el crecimiento de la organización en capacidad de comunicaciones, artillería, masa humana y fuerzas especiales (Ortiz, 2005). Es en ese marco de crecimiento y expansión donde se llevan a cabo las tomas guerrilleras a las bases militares de Las Delicias – Putumayo (1996), La Carpa – Guaviare (1996), Patascoy – Nariño, Putumayo (1997), El Billar – Caquetá (1998), Miraflores (1998) y Mitú (1998). Así mismo durante este periodo las FARC-EP inician un proceso de paz con el gobierno del presidente Andrés Pastrana el cual se lleva a cabo en la zona de distensión al sur del país, específicamente en los departamentos de Caquetá, Meta y Putumayo. Dicho proceso que inicio en 1999 duró cuatro años y, a diferencia de otros procesos de paz, no culminó con la desmovilización de la organización. Durante ese periodo y de manera posterior el estado inicia una lucha contrainsurgente a través del Plan Colombia y posteriormente, durante el gobierno Uribe, del Plan Patriota. Dichos planes militares, que han sido apoyados por el gobierno norteamericano, han fortalecido a las fuerzas militares estatales fomentando el incremento del pie de fuerza, la modernización de la aviación y la sofisticación estratégico militar (Ortiz, 2005). Tal como lo plantea la literatura sobre actores armados colombianos, contrariamente a las FARC-EP la organización insurgente ELN tiene un origen universitario e intelectual y basa su estrategia militar en el foquismo. Bajo la influencia del triunfo de la revolución cubana se crea en la década de los sesentas “La brigada pro - liberación José Antonio Galán” y tras ello el Ejercito de Liberación Nacional (ELN). Esta organización, que también recibe una gran influencia de la teología de la liberación, se funda en San Vicente de Chucurí, departamento de Santander, y se hace pública en 1965 tras la toma se Simacota (Vélez, 2001; Medina, 1996). 11
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En un primer momento la principal área de influencia de esta organización es el oriente del país, concretamente los departamentos de Santander y Arauca. Posteriormente opera en el departamento de Antioquia, en el sur del Cesar y en el sur de Bolívar. Su auge esta ligado a la economía del petróleo y los recursos no renovables. En la década de los ochentas se consolida como una organización político militar con principios leninistas de funcionamiento (Vélez, 2001; Pizarro, 1996; Vargas, 2002). Posteriormente en la década de los noventas con el auge del paramilitarismo la organización merma. Desde el año 1999 el ELN ha entablado diálogos con el gobierno nacional para iniciar un proceso de paz.
El paramilitarismo La literatura sobre paramilitarismo en Colombia sugiere que en la década de 1980 se consolidó en Colombia una lucha contrainsurgente con rasgos paraestatales. Las negociaciones de paz entabladas entre el gobierno Betancur y los grupos insurgentes de izquierda generaron descontento entre las élites regionales. La reinserción de guerrilleros a la vida civil y política fue vista como una amenaza para los intereses económicos de los grupos dominantes, razón por la cual los comerciantes, ganaderos, latifundistas y narcotraficantes promovieron la creación de grupos de seguridad privada, grupos de autodefensa o paramilitares7 (Cubides, 1999; Romero, 2003). Los diálogos con la guerrilla crearon una imagen débil del Estado; la incapacidad de este para garantizar la seguridad implicó la consolidación de grupos ilegales de seguridad privada, principalmente en áreas rurales ricas en recursos, en cabeceras municipales y ciudades intermedias. Tal como lo plantean Vargas (2002) y Romero (2003), durante la misma década y de manera paralela al proceso mencionado, las instituciones militares del estado colombiano fomentaron el surgimiento de grupos paramilitares para combatir a la guerrilla. Siguiendo los manuales de guerra contrainsurgente donde se propone “recurrir a grupos parainstitucionales para que adelanten las tareas consideradas “sucias” pero necesarias para combatir eficazmente al denominado “enemigo interno”, a la subversión comunista o al adversario de cualquier otra naturaleza” (Vargas, 2002: 278) las instituciones del estado fomentaron grupos antisubversivos, contrainsurgentes8 (Vargas, 2002; Romero, 2003). El fenó7
La variabilidad de nombres con que se denomina a los grupos paraestatales de seguridad privada responde a intereses diversos. El titulo de “autodefensas” responde a un discurso de legitimación mientras que el titulo de “paramilitares” pretende condenar las acciones (Cubides, 1999).
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Este fenómeno se dio de manera similar durante el conflicto interno en Guatemala donde el ejército regular utilizó el terrorismo de Estado, el paramilitarismo, las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC) como estrategias contrainsurgentes (CEH, 1999; Schimer, 1998).
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Introducción
meno paramilitar en Colombia se afianzó y creció en la década de 1990 hasta el punto que entre 1995 y 1999, con el surgimiento de las AUC, se instauró un proyecto contrainsurgente a nivel nacional. Según los estudios sobre paramilitarismo el objetivo de los grupos paramilitares colombianos fue y sigue siendo detener la consolidación y avanzada tanto político/civil como militar de los grupos guerrilleros o de izquierda: FARC, ELN, EPL y U.P (Romero, 2003). Se pretende impedir la propagación y el establecimiento de ideas insurgentes puesto que eso, se cree, pondría en riesgo los intereses y el capital de las elites regionales. El paramilitarismo colombiano, a lo largo de su historia, ha sido un fenómeno fragmentado, no ha tenido un discurso ideológico definido y sólido, no ha sido centralizado, ha tenido enormes dificultades para organizarse alrededor de una jerarquía. Ellos riñen por el control del territorio, su interés es eliminar la insurgencia y prevenir que esta se vuelva a consolidar. Contrariamente a lo que ocurre con los grupos guerrilleros, los paramilitares defienden el statu quo. Para llevar a cabo su objetivo los paramilitares tienen una estrategia “simple”, sin grandes pretensiones militares, y mercenaria. La superioridad en estructura y pie de fuerza de los grupos guerrilleros impide que los paramilitares puedan enfrentarlos frente a frente en el campo de batalla; por esas diferencias organizacionales los paramilitares no pueden atacar directamente el aparato militar de la guerrilla (Romero, 2003; Cubides, 1999; Restrepo, 2006). Esa disparidad determina la estrategia contrainsurgente: se procura eliminar a la insurgencia a través del aislamiento. Se pretende neutralizar a la guerrilla mediante la lógica de “quitarle el agua al pez”, es decir eliminado la base social y las vías de abastecimiento; “Al no poder derrotar a la guerrilla en zonas rurales, el control de los centros urbanos y de todo tipo de servicios utilizados por la guerrilla ha sido su objetivo, con el fin de aislar a los insurgentes de los centros de abastecimiento y decisión” (Romero, 2003: 120). Las palabras de Carlos Castaño, exjefe de las AUC, evidencian la estrategia paramilitar: “De ahí surgió, sin que nadie nos lo enseñara uno de los mejores mecanismos que hemos utilizado para la lucha antiguerrillera: si no podíamos combatir donde estaban acantonados, si podíamos neutralizarles las personas que les llevaban comida, droga, razones, aguardiente, prostitutas, y todo ese tipo de cosas que les llevaban a ellos a los campamentos” (Caicedo en Cubides, 1999:163)· Los asesinatos selectivos, las masacres, el hostigamiento de civiles y el control de los cascos urbanos han sido los medios de acción del paramilitarismo. 13
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Siguiendo esa lógica el blanco de las acciones paramilitares ha sido la población civil, lo que se denomina los “guerrilleros de civil” (Romero, 2003: 119). Expresiones de esa estrategia contrainsurgente son las masacres ocurridas en Mapiripan - Meta (1997), El Aro y La Granja en Ituango –Antioquia (1997), La Hormiga -Putumayo (1999), Alto del Naya - Cauca (2001) y El Salado – Bolívar (2000). La anterior caracterización de las organizaciones guerrilleras y los grupos paramilitares nos permite situar estructural, espacial y temporalmente los testimonios fuente de esta investigación. Como veremos en el siguiente acápite, las y los excombatientes entrevistados en este trabajo participaron del conflicto armado desde mediados de la década de los noventas, primordialmente en los departamentos del sur del país. Tal como se sugirió, durante ese periodo las organizaciones guerrilleras, especialmente las FARC-EP, se encontraban en un periodo de expansión, crecimiento y fortalecimiento militar. Por su parte los grupos paramilitares buscaban unificarse en las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y detener la expansión insurgente mediante la estrategia de quitarle el agua al pez. Así mismo, esta breve caracterización nos invita a explicitar algunos rasgos del tipo de orden social que se construye en cada una de las organizaciones y grupos armados aquí estudiados9. La literatura secundaria referenciada, particularmente el trabajo de Bolivar (2006), y el análisis de fuentes empíricas realizado en esta investigación nos permiten caracterizar a las FARC-EP y al ELN como organizaciones insurgentes altamente burocratizadas donde, tanto en el discurso como en la práctica, prima una noción de un “NOSOTROS”. Por su parte los grupos paramilitares pueden ser caracterizados como entidades donde predomina el individualismo y la arbitrariedad, donde sobresale la construcción de un “YO”. A lo largo de este texto buscaremos otorgar sentido a estas formulaciones.
Fuentes y metodología. Como se mencionó al inicio, este texto es el resultado de una investigación etnográfica realizada con excombatientes de organizaciones armadas ilegales colombianas durante los años 2006 y 2007. En este trabajo entendemos la etno9
Agradezco a Maria Emma Wills la invitación a definir conceptualmente el tipo de orden social que se configura en cada uno de los actores armados aquí estudiados. Si bien en esta investigación me limito a resaltar algunos rasgos de esos ordenes sociales, puesto que aun no encuentro las categorías “precisas” que me permitan abrazar conceptualmente las prácticas microsociales halladas, tengo presente para futuros trabajos la importancia de ahondar en dicha definición conceptual.
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Introducción
grafía, siguiendo a Rosana Guber, en sus dos acepciones de enfoque y método. Según la autora “como enfoque la etnografía es una concepción y práctica de conocimiento que busca comprender los fenómenos sociales desde la perspectiva de sus miembros” (Guber, 2001: 12); ello se relaciona con nuestro interés por comprender los procesos de socialización de combatientes a partir de la experiencia vivida y perspectiva de personas que participaron en organizaciones armadas ilegales. Por otra parte, como método “la etnografía es el conjunto de actividades que se suele designar como “trabajo de campo” y cuyo resultado se emplea como evidencia para la descripción” (Guber, 2001: 16). Por lo anterior, las herramientas de recolección de información que se utilizaron para cumplir el objetivo de este trabajo fueron: 1) nueve entrevistas a profundidad a partir de las cuales se reconstruyeron historias de vida de los y las excombatientes, y 2) observación etnográfica. La observación etnográfica se realizó en los espacios que compartí durante dos años con excombatientes en el marco de mi trabajo como gestora local del PACPR de la Secretaría de Gobierno de Bogotá. El contacto inicial con dicha población se dio en espacios institucionales como talleres sobre memoria, convivencia y reconciliación que desarrollé de manera sistemática en instituciones educativas donde estudian los excombatientes. También muchos de los encuentros se establecieron en el marco de jornadas de trabajo comunitario que se desarrollaron en diferentes barrios marginales de la ciudad. Así mismo en varias ocasiones mi relación con los excombatientes estuvo mediada por mi labor de gestionar cupos educativos, acceso a programas transitorios de empleabilidad, tramites de documentación, acceso a programas locales y la mediación que se entablaba con los programas de reincorporación del gobierno nacional. A partir del establecimiento de fuertes lazos de confianza, que se construyeron en el marco de las actividades institucionales que yo desarrollaba y que estuvieron mediados por mi condición de mujer joven y funcionaria, logré acceder a los espacios cotidianos y familiares de los y las excombatientes. En estos espacios la relación adquirió otros matices, se entablaron lazos de camaradería y afecto. En torno a la elaboración de una comida, un café, una tarea escolar o de manera paralela a un video de música norteña, se sostuvieron conversaciones informales sobre la vida al interior de las organizaciones armadas ilegales. A través de las entrevistas, que hacen parte del ejercicio etnográfico (Guber, 2001), se indagó por la historia de vida de los y las excombatientes haciendo énfasis en las experiencias de vida al interior de la organización armada. A pesar de la existencia de un cuestionario que pretendía guiar la entrevista, siete de las nueve entrevistas terminaron siendo relatos de experiencias de vida narrados por las personas sin necesidad de hacer preguntas; una vez realizada la primer pre15
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gunta ¿por qué y cómo fue su ingreso a la organización? el hombre o la mujer entrevistada iniciaba la narración de su historia. Siete de las nueve entrevistas fueron grabadas en medio digital y posteriormente transcritas, los nombres de las personas entrevistadas fueron cambiados para proteger su identidad. Los nueve excombatientes que se entrevistaron fueron seleccionados teniendo en cuenta los lazos de confianza establecidos, el interés manifiesto de estas personas de contar su historia para ser escuchados y los criterios que se enumeran a continuación: *Género: se entrevistaron seis hombres (tres provenientes de grupos paramilitares, dos de las FARC-EP y uno proveniente del ELN) y tres mujeres, una proveniente de cada una de las organizaciones armadas. La diferencia del número de hombres y mujeres que serán entrevistados se determinó partiendo del siguiente porcentaje: 90% de los desmovilizados que habitan en Bogotá son hombres y un 10% mujeres (PACPR, 2006). *Edad: las y los excombatientes participantes de esta investigación están dentro de un rango de edad entre 20 y 35 años. Esto se delimito teniendo en cuenta que el 85% de los desmovilizados que actualmente habitan en Bogotá oscilan entre esas edades (PACPR, 2006). *Posicionamiento dentro de la estructura de la organización armada: Ocho de los nueve entrevistados pertenecieron a la base de los grupos armados, fueron combatientes rasos o máximo mando de destacamento (mando de 30 combatientes). Únicamente uno de los nueve entrevistados fue comandante de frente. *Tiempo de militancia: se trabajó con excombatientes que militaron dentro de la organización armada un periodo mínimo de 5 años máximo de 10 años. Esto por que se parte de la idea de que existe una interrelación entre tiempo, socialización y construcción de sujeto; a mayor persistencia en el tiempo mayor el proceso de socialización. A continuación se presenta un cuadro que resume las características de cada una de las personas entrevistadas. El tratamiento de las fuentes tuvo en cuenta nuestro interés por indagar, desde una óptica micro social, los procesos de socialización de combatientes y el hecho de que las fuentes eran testimonios de historias de vida transcritos. Por ello para desarrollar una exhaustiva y sistemática lectura de las entrevistas que permitiera establecer de qué hablaban las fuentes y cuál era la estructura de su relato se utilizaron herramientas de la teoría fundada, en especial el análisis frase a frase (Strauss y Corbin, 2002). 16
PARAMILITARES
ELN
FARC-EP
Organización
17 Caquetá Caquetá
Hombre
Caquetá
Hombre
Hombre
Caquetá
Mujer
Antioquia
Mujer Antioquia
Guaviare
Hombre
Hombre
Putumayo
Arauca-Boyacá
Mujer
Hombre
Lugar de Procedencia
Género
1997 – 2006 1996 – 2006 2000 – 2006
Edad de Ingreso: 21 años Tiempo de Militancia: 9 años Edad de Ingreso: 26 años Tiempo de Militancia: 9 años Edad de Ingreso: 12 años Tiempo de Militancia: 10 años Edad de Ingreso: 28 años Tiempo de Militancia: 6 años Edad de Ingreso: 20 años Tiempo de Militancia: 6 años
Miliciano, Combatiente Enfermera, Radista Mando de destacamento Enfermera Comandante de Frente
Sicario, Combatiente
Combatiente
1997-2006
Edad de Ingreso: 11 años Tiempo de Militancia: 9 años
Explosivista, Combatiente
2000 - 2006 1999 - 2006
Edad de Ingreso: 24 años Tiempo de Militancia: 6 años Edad de Ingreso: 14 años Tiempo de Militancia: 7 años
1998 - 2004
1997 – 2006
1997 – 2002
Edad de Ingreso: 18 años Tiempo de Militancia: 5 años
Enfermera, Mando de guerrilla
Periodo de Militancia
Edad de Ingreso / Tiempo de Militancia
Rango u Oficio
Introducción
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Las entrevistas, dado su carácter de historias de vida, contienen información sobre las motivaciones de ingreso y deserción de los excombatientes así como referencias a experiencias en el proceso de reintegración. Sin embargo, dada la pregunta que nos convoca en esta investigación el análisis se centró en la información relacionada con la participación en las organizaciones armadas. Por ello, a partir de la lectura sistemática se realizó una identificación de categorías que guiaron el proceso de codificación de las fuentes, estas fueron: 1) entrenamiento, 2) combate y enemigos, 3) sanciones, 4) género y sexualidad, 5) relación con población civil y 6) espacios cotidianos. Estas categorías surgieron de manera inductiva de los relatos, los apartes de las historias de vida referidos a la vida al interior de las organizaciones armadas hablaban y se estructuraban entorno a esos seis temas. Las fuentes fueron codificadas a partir de esas seis categorías y posteriormente analizadas identificando los mecanismos de construcción de sujeto, en especial el disciplinamiento del cuerpo y el rol de la alteridad en ese proceso. Los resultados de ese proceso de codificación y análisis se presentan en este texto. Es necesario aclarar que a lo largo del documento se reproducen narraciones por extenso, ello porque queremos dar la lógica completa del testimonio, tal como dicen Strauss y Corbin el análisis cualitativo no puede descomponer todo. En relación con este punto también es necesario aclarar que si bien en este trabajo asumimos los relatos de excombatientes como representación de las prácticas de los actores armados somos concientes que puede existir una gran distancia entre lo que se narra y lo que se hace. Sin embargo los testimonios de excombatientes son nuestra vía de entrada para comprender las prácticas de los actores armados y los consideramos fuente de primera mano por su paso y participación en ellas. Finalmente, es necesario precisar que este texto no dará generalizaciones del proceso de socialización de combatientes al interior de los actores armados colombianos, sabemos que el número de fuentes es limitado para dar conclusiones generales, sin embargo sí buscamos establecer teniendo en cuenta esa limitante algunos rasgos de ese proceso.
Estructura del documento. El eje central de este texto es la descripción y el análisis de los procesos de socialización de combatientes al interior de las FARC-EP, ELN y los grupos paramilitares. Cada uno de los seis capítulos que componen este documento presenta un campo de socialización de combatientes. En cada uno de ellos se exponen y analizan de manera paralela testimonios de excombatientes de las FARC-EP, el ELN y grupos paramilitares y se establecen similitudes y diferencias entre las organizaciones. El primer capítulo indaga sobre los mecanismos utilizados en 18
Introducción
cada una de las organizaciones armadas durante el periodo de entrenamiento y las escuelas de formación. El segundo indaga sobre la caracterización que hacen los excombatientes de determinado grupo armado sobre el otro enemigo y por las prácticas utilizadas en el combate. El tercer capítulo analiza la regulación de la vida diaria al interior de las organizaciones; se indaga por las rutinas diarias, las sanciones y, paralelamente, por la relación entre comandantes y combatientes. Aunque a lo largo del texto se hace referencia al carácter patriarcal que subyace a los mecanismos utilizados para construir a los combatientes en todas las organizaciones armadas aquí analizadas, es en el cuarto capítulo donde se indaga por los roles de género y la sexualidad. En el quinto capítulo se trabaja la manera como los excombatientes de las organizaciones armadas perciben la relación con la población civil. Por ultimo se presentan las consideraciones finales surgidas de este estudio.
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Capítulo 1
Los primeros pasos de la socialización:
entrenamiento y escuelas de formación. Ser combatiente de una organización armada es un oficio, un quehacer, y por ende es algo que se aprende en el tiempo a través de prácticas cotidianas y repetitivas (Bourdieu, 2000). La escuela de iniciación es el primer momento donde se enseña, se instaura y se construye el sujeto y el cuerpo para la guerra. Los entrenamientos y las escuelas de formación e iniciación, son los primeros espacios utilizados por las organizaciones y grupos armados para construir los sujetos combatientes. En esos espacios se incorpora a los sujetos a la vida militar, se construyen sujetos que responden a las dinámicas del campo de la milicia, se moldean, disciplinan, cuerpos para la guerra, se enseñan las estrategias armadas y políticas de una organización o grupo y se instauran barreras simbólicas de diferenciación entre quienes pertenecen a una organización y quienes no hacen parte de ella (Castañeda, 2005; Turner, 1988; Bourdieu, 2000; Londoño, 2005). En relación con lo anterior, los entrenamientos y escuelas de formación son espacios donde se llevan a cabo procesos de incorporación que implican rupturas con la vida anterior, con lo habitual (Castañeda, 2005; Turner, 1988), las personas que se incorporan a una organización armada dejan un espacio de socialización para vincularse a uno nuevo10. A pesar de las similitudes que desde un primer acercamiento se pueden establecer entre organizaciones armadas en términos de construcción de combatientes, los procesos y mecanismos de construcción de sujetos varían de organización a organización y dependen de la estrategia militar y político - ideológica de cada uno de los actores armados, del desarrollo del conflicto y de la relación concreta de la organización armada con la sociedad de referencia. De esa manera los entrenamientos y las escuelas de formación están inscritos en momentos espacio-temporales específicos del conflicto y en estrategias militares y políticas 10
Esto se relaciona con la noción de que las personas “se van para la guerra”, “se van para los paramilitares, la guerrilla o el ejército”, las cuales llevan implícitas el supuesto que se deja algo y se ingresa o entra a algo diferente al orden social establecido.
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particulares. Mientras que las organizaciones insurgentes forman a sus combatientes para llevar a cabo revoluciones fundamentadas en “el pueblo” que culminen con la toma del poder y el derrocamiento del statu quo (Tse-tung, 1975; Ortiz, 2005; Marks, 1996), los grupos contrainsurgentes entrenan a sus miembros para eliminar las bases de apoyo de las guerrillas a través del terror (Romero, 2003; Cubides, 1999; Restrepo, 2006). Las FARC-EP, el ELN y los grupos paramilitares colombianos, al igual que las organizaciones militares regulares (Castañeda, 2005), llevan a cabo entrenamientos y escuelas de formación para incorporar y formar a sus miembros. Por lo anterior, el objetivo de este capítulo es identificar cuáles son los mecanismos y las prácticas utilizadas por los actores armados aquí estudiados durante los entrenamientos y las escuelas de formación para construir a sus combatientes. Ligado con lo anterior se indagará qué papel juega el otro durante el periodo de entrenamiento de los y las combatientes de determinado grupo armado. Para llevar a cabo este objetivo primero se expondrán y analizarán testimonios de excombatientes de las organizaciones guerrilleras FARC-EP y ELN. Posteriormente se expondrán y analizarán testimonios de excombatientes de grupos paramilitares; finalmente se establecerán similitudes y diferencias entre las organizaciones guerrilleras y los grupos paramilitares.
La formación del guerrillero: entre lo político y lo militar. “Y pues allá ya nos dieron una formación, cursos. Aprende uno todo lo que es lo básico, la política, por qué el país esta en el estado en que se encuentra, por qué existe la organización. Los primeros cursos que dan son políticos y militares. En los políticos le enseñan a uno por qué el país está en el estado en que se encuentra, por culpa de quién es y por qué existe la organización. Y en los otros lo que es básico, lo que se trata de militar. Ahí le enseñan a uno cómo tiene que pelear, cómo tiene que portarse en una parte, cómo tiene que portarse uno con la población, qué es lo que tiene que hacer y qué es lo que no tiene que hacer; ahí es donde le enseñan a uno las normas que se tienen que cumplir internamente y externamente. Uno tiene que comportarse con la población. Le enseñan qué no debe hacer, por qué lo sancionan a uno y lo que es lo militar que es lo básico, lo de marchas, lo de combate” (…) “el entrenamiento es en el monte. Si hay un área bien fea allá tiene que ir usted a hacer el entrenamiento, en la guerrilla el entrenamiento tiene que ser más duro, tienen que ser duro para que la pelea sea un descanso. Supon22
Los primeros pasos de la socialización
gamos un entrenamiento militar es que el trote, que juegos y movimientos, cortinas, se forma la guerrillerada como si estuvieran peleando pero en vez de quemar tiros se hace bulla, que usted a cerrar otro comando, que a hostigar y retirarse, ahí es igual solo que no quema uno tiros. Físicamente el guerrillero tiene que estar preparado”. Las anteriores palabras pertenecen a Luís, un hombre de veintidós años de edad quien militó en las FARC-EP durante nueve años de su vida. Su relato nos muestra varios componentes del proceso inicial de construcción de combatientes en la organización guerrillera. La narración se refiere a dicho proceso utilizando la palabra formación y resalta su carácter político ideológico. Ligado a ello, Luís destaca la enseñanza y el aprendizaje del comportamiento, del trato, para con la población civil, lo cual está relacionado, tal como lo vimos en la introducción de este texto, con la estrategia militar de las organizaciones insurgentes y nos recuerda la interrelación existente entre estructura y construcción de sujeto (Bourdieu, 2000). Así mismo, el relato menciona la importancia que tiene en el proceso de formación de combatientes el aprendizaje de las normas y reglas que producen y reproducen las jerarquías al interior de la organización, reglas y normas que son propias del campo de la milicia y que por ello son comunes a otras organizaciones y grupos armados. Junto a ello el relato destaca la dureza y dificultad del entrenamiento físico de los combatientes, “en la guerrilla el entrenamiento tiene que ser más duro, tiene que ser duro para que la pelea sea un descanso”, lo cual, como señala Castañeda (2005) y tal como veremos en el siguiente acápite, es común a otros ordenes militares. Roberto, quien militó nueve años en las FARC-EP, ahonda en la descripción del entrenamiento y la formación de combatientes. Él nos cuenta con más detalle en que consiste el entrenamiento físico y de esa manera nos permite entender a qué se refiere Luís cuando habla de la rigurosidad de dicho proceso. Nos dice Roberto, “El primer entrenamiento que le hacen a uno, el primer entrenamiento sea para miliciano o guerrillero es igual. Cuando hay cancha, lo sacan a una cancha a uno primero. En la cancha lo ponen a uno a trotar. Eso hacen unas cosas en la tierra, uno coge la cancha, una cancha de por sí es de 90 por 90 y es en un potrero, entonces uno hace en forma de zigzag. Por ejemplo, colocan una mina aquí, otra aquí, otra aquí, pero ahí no hay mina sino como un simulacro. Esta mina va aquí, aquí, aquí, cada 80 centímetros a lado y lado se va una, se va en M. Y entonces usted hace un pre calentamiento primero. 23
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Primero usted se mete en la selva y comienza a hacer un recalentamiento del cuerpo, ejercicios en el cuerpo. Usted cuando se recalienta, ya usted brinca altísimo, ya puede usted brincar a este porte del piso, por ahí a esto [señala con la mano una distancia de cuatro cuartas aprox.]. O sea del entrenamiento que usted hace a lo último usted brinca y ya salta por ahí a esto. Porque usted le mete el recalentamiento y a lo último que usted salta, usted brinca por ahí al alto del espejo o más alto, con el cuerpo completo, arriba todo. Eso es un entrenamiento continuo del cuerpo, piernas y todo, y luego después usted queda delgadito para usted brincar para donde sea. De ahí lo sacan y entonces usted comienza a brincar, a pie juntos usted empieza a brincar. Por ejemplo digamos usted comienza y usted brinca a 80, 80, 80 hasta que llega aquí otra vez. Brincado, saltado los 80 centímetros, eso cuando usted termina, esto [abdomen] parece que se le fuera a reventar por dentro, eso parece que se le fuera a desencajar a uno. Después le hacen formar en fila india. Tiene uno que aprender a formar, a cuadrarse, el paso, a marchar, lo que es marchar. De ahí, lo hacen botar a arrastre bajo, a andar ese mismo sitio arrastrado, sin nada. Únicamente usted va a ras, levanta el cuerpo que no quede ni muy bajito ni con el culo muy parado. Sí, o sea, a un nivel se va usted a dar la vuelta. Eso hay gente que vomita en eso. Después de que sale de ahí, cogen y cuando hay forma de potreros, entonces el alambre siempre lo dejan por ahí a 20 centímetros y hay palos caídos grandes. Entonces usted arranca a correr. Arranca el que lo esté entrando a uno adelante y uno arranca en fila, se monta por esos palos y a la carrera tiene que pasarse este alambre, a la carrera bajito. Usted no se puede parar porque se le enreda la camisa. Usted va corriendo y como cayó usted verá cómo se atravesó, cómo se pasó, pero tiene que pasar sin que lo vaya a rayar esa cuerda. Eso al principio lo raya a uno. Son entrenamientos que le meten como lo básico. Después lo forman de nuevo otra vez a uno y le dan a uno determinado tiempo y usted corre a la montaña y se corta un palo, supuestamente es el fusil. Vuelve, hace un poco de ejercicio, de formación, de parada militar, todo con ese palo. Vuelven y le repiten a usted esa de arrastre bajo ya con esto puesto acá. Hay partes donde uno tiene que arrastrar ese palo con la jeta, o sea, usted tiene que ir con la boca arrastrándolo. Porque es que eso se lo enseñan también creo que en el ejército, creo que se lo enseñan en el ejército, porque por ejemplo si usted pierde las manos entonces usted tiene que arrastrarlo. Entonces todas esas teorías le enseñan. O sea, todo lo que es como la milicia, de defensa, todo eso se lo meten a usted ahí. Ese entrenamiento puede durar, si está en un campamento general puede durar 3 meses, 6 meses, 7 meses, pero si está en 24
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orden público puede durar 15 días no más. A usted le pueden meter 15 días, a donde a usted lo ponen a hacer el quemado, por barro, alarmas, arrastres, bueno una cantidad de cosas (...) Y la idea es que después de que a un comandante de esos le de cómo un poquito de mal genio con uno, a usted lo puede botar por un potrero o por un guayacanal, de malas si se rompió las manos, se rayó la barriga, salió sangrado, eso no es problema de ellos. Que hubo pantano, que hay espinas, o sea, cuando cogen un manotón en un entrenamiento y lo meten a usted por un quemado, imagínese, donde está todo ese chuzerío, corriendo, que le tocó tirarse al piso, que una cosa, que otra, usted se corta, se raya, eso usted se vuelve nada. O muchas veces usted estar fuera e ir a un baño, se bañó y está limpiecito, y que una alarma, ¡fumm! todo el mundo al barro, por sólo embarrarlo a uno en el barro. Por los caños, entonces cuando pum al agua se tuvo que botar. O sea el entrenamiento sí es drástico, o sea, uno veía gente llorando, lloran, o sea, el entrenamiento es muy súper drástico”. Este segundo testimonio de un excombatiente de las FARC-EP nos deja ver como los combatientes experimentan la dureza de los entrenamientos militares. Roberto nos llama la atención sobre la experiencia de transformación corporal que se vive durante esos procesos, sobre el grado de dificultad de éstos y la similitud con otras estructuras militares, literalmente con el ejército. A partir del ejercicio físico y sistemático las personas combatientes de dicha organización adquieren y aprenden habilidades para desenvolverse en la guerra, destrezas que son enseñadas y aprendidas de manera similar en otras instituciones armadas. Ligado a esto y de manera contraria a Luís, Roberto narra la existencia de prácticas que de manera directa o indirecta afectan el cuerpo de los combatientes. También es interesante la noción de que la organización le mete a los combatientes el entrenamiento, las prácticas de guerra y de la organización; “son entrenamientos que le meten como lo básico”. Esto nos remite al carácter socializador y transformador del entrenamiento, en esos procesos se pretende crear disposiciones, hábitos y cuerpos que respondan al campo de la milicia así como incorporar a los sujetos en las prácticas de la organización armada (Bourdieu, 2003). Siendo conciente de las precauciones que se debe tener al comparar y establecer similitudes en los procesos de construcción de combatientes en las organizaciones guerrilleras FARC-EP y ELN, y sabiendo que es necesario ahondar en las diferencias existentes entre dichas organizaciones, a continuación expondré el relato de Fernando, hombre de veinticuatro años de edad quien militó en el ELN durante diez años de su vida. Él nos habla de manera similar a los testimonios de las FARC-EP en relación con los componentes del proceso de formación de combatientes. 25
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“El entrenamiento era que nos formaran como guerrilla en la vereda. Aprender las defensas, el desempeño, las marchas, la inteligencia, las prácticas. El entrenamiento militar se trata de cómo maniobrar, cómo disparar el arma, cómo hacer con el arma en el combate” (…) “Ahí si me toco comenzar a formarme como guerrillero. La preparación, la revolución ya completa, aprender a pelear por una causa como justa, comunismo, tres meses de formación. Aprender a comportarse con el campesino, con el compañero y con el enemigo”. En la narración anterior, al igual que en los relatos de las FARC-EP, se resalta el carácter formativo, político ideológico y el trato con la población civil en el proceso de construcción de combatientes que realiza el ELN. Estos componentes de la formación de combatientes en los grupos insurgentes también son expuestos en Cárdenas (2005) y en Cárdenas y Duarte (2001). Adicionalmente Fernando en su testimonio nos deja ver el carácter patriarcal de la formación militar al hacer una distinción entre el cuerpo fuerte del hombre y el cuerpo débil de la mujer tal como se expone a continuación: “El comandante lo prueba a uno parado en las puntas de los dedos y luego le pega en el abdomen para probar la fuerza…Yo tenía buen físico el abdomen templado. Uno allá es duro se le ven las venas bien formadas, no es tan débil. El cuerpo mío era duro, templado. Ahora me siento como una mujer, me puse débil del todo por el paludismo. Cuando me dio paludismo se me desaparecieron las bolitas lo que uno más quiere del cuerpo de uno. Las carnes que tenía antes se me desaparecieron”. De todos los relatos presentados en este capítulo el único que explícitamente expone el modelo patriarcal en la formación de combatientes es el relato del excombatiente del ELN. Sin embargo es necesario aclarar que en las otras organizaciones y grupos armados que aquí se analizan el patriarcalismo también está presente como ordenador de las relaciones sociales. Los órdenes militares se construyen a partir de un modelo patriarcal, son campos donde las relaciones diádicas, de negación del otro y de la feminidad son radicalmente fuertes, son campos donde se exaltan los “valores” viriles (Goldstein, 2001; Vigoda, 2004; Castañeda, 2005). Como hemos venido mencionado, los entrenamientos y las escuelas de formación de combatientes en las FARC-EP y el ELN contienen mecanismos que son propios del campo de la milicia y que por ello son compartidos por diversas organizaciones armadas. Sin embargo, a pesar de las similitudes, en los entrenamientos existen prácticas que implican variaciones y establecen diferencias entre 26
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actores armados. A continuación expondremos los componentes del entrenamiento en los grupos paramilitares y a partir de allí señalaremos similitudes y diferencias entre los entes armados aquí estudiados.
Pedagogía de la muerte: construyendo el sujeto paramilitar. “Me presenté con una muda de ropa, una cobija y nada enseguida el comandante me dijo “descanse negro descanse hoy no, mañana empezamos” y yo le dije “señor: no me le sé presentar ¿cómo hago?”, me dijo “tranquilo yo le enseño”. Al otro día efectivamente a las cuatro de la mañana nos levantaron y a trotar. Todo el que llegaba allá era aceptado, obviamente se le averiguaban la vida porque en muchas ocasiones iban muchos infiltrados y el que era infiltrado obviamente se moría. Y empecé, el primer día normal, troté normal y me dieron instrucciones, no me dio tan duro porque yo había pertenecido al ejército, ya sabía más o menos. Los primeros días son de entrenamiento militar y físico, orden cerrado, como se le va a dirigir a un comandante, como se retira, como es la guardia, como se presta la guardia, muy parecido al ejército. Pasaron tres días y en esos tres días permanentemente nos preguntaban quien se quería ir a su casa, el entrenamiento era demasiado difícil, después de tres días nadie se quiere ir, ¿a qué? Tácticas militares y el trote era con garrote incluido, plomo, patada. En el momento uno dice que es un abuso pero, pero, después eso le sirve a uno para su vida. Aunque te parezca raro se vuelve uno como masoquista en el sentido de que a estas alturas de la vida todavía quiere como que alguien lo mande, lo dirija, lo grite porque la cosa tampoco es tan mala. Como te iba diciendo los primeros días permanentemente me preguntaban quien se quería ir y obviamente nadie, después sucedió algo, después de los tres días que le marcó la vida a uno, por ejemplo a mi, personalmente a mi me la marcó, vi algo que no, no, nunca lo había visto, me puse nervioso, me dieron ganas de vomitar, me dio diarrea, me enfermé. Al cuarto día preguntaron quien se quería ir, ellos lo hacen con toda la intención. Después del tercer día que veas lo que ves ya no te podes ir y si te queres ir… Vi asesinar a alguien que me causó impresión y como lo hacían las personas que estaban antes que yo, yo decía pero estas personas son unos animales ¿qué pasa aquí?… pero eso podía ser contraproducente para mi porque cuando ingresas a las autodefensas ya sabes a lo que vas y eso para ellos no es nuevo: pueden matar a alguien, matarlo, y eso es normal. Entonces me preguntaron “¿se quiere ir?”, yo intenté levantar la mano pero alguien me cogió y me dijo: “no porque lo matan”. 27
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El anterior relato pertenece a Gonzalo, un hombre de treinta años de edad quien militó en el Bloque Central Bolívar (BCB) de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) durante seis años de su vida. Sus palabras nos exponen de manera clara cuales son los componentes del entrenamiento en dicho grupo armado. Tal como lo dice el excombatiente, el entrenamiento en los grupos paramilitares se centra en el ejercicio físico que se caracteriza por incluir maltrato, dolor y un alto grado de dificultad; “el trote era con garrote incluido, plomo, patada”, “el entrenamiento era demasiado difícil”. Así mismo el entrenamiento, al igual que en las organización insurgentes, incluye la enseñanza de las normas y reglas, lo que se denomina “orden cerrado”, que son propias del campo de la milicia y que producen y reproducen las relaciones jerárquicas, de disciplina y poder al interior de la organización. Cabe resaltar que la enseñanza de las normas implica el moldeamiento y disciplinamiento del cuerpo, las normas son incorporadas por los sujetos (Bourdieu, 2000; 2003). Las palabras de Gonzalo también nos muestran que uno de los propósitos del entrenamiento es marcar una diferenciación entre un antes y un después que tiene como objetivo incluir, incorporar, al sujeto en el grupo paramilitar. En el relato ese proceso de diferenciación hace referencia al hecho de observar un asesinato, el excombatiente describe ese hecho con las palabras “me marcó”, “ellos lo hacen con toda la intención”. Ese hecho también puede entenderse como un mecanismo utilizado para normalizar la muerte, “eso para ellos no es nuevo pueden matar a alguien, matarlo, y eso es normal”, y subvertir las autorregulaciones y coacciones (Elías, 1989) que orientan el mundo y la cotidianidad del sujeto. Lo anterior se hace evidente cuando el excombatiente narra su interpretación del asesinato como algo no humano, algo propio de los animales. Los mecanismos de construcción de combatientes que se cuentan en el relato anterior son comunes a otros relatos. “Cuando ingresé a la organización pues dentré a un curso que se llama de… en una base. Curso militar para salir al monte en tres o cuatro meses. Me ingresé a las autodefensas que fueron las ACC de Martín Llanos y de ahí para allá comencé… Comencé...bueno ya hice mi curso de tres meses, bueno aprendí a matar mucha gente pues digamos en la base aprendí a matar, fue donde aprendí a matar. En los primeros cuatro meses bueno… El entrenamiento pues son pistas arriesgadas como pistas de arrastre bajo, que la formación de cómo debe de formar uno delante de un comandante general cuando hacen formaciones generales o de un comandante de 28
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compañía, lo que llaman un comandante de escuadra en adelante. Cómo debe estar uno presentado, cómo debe uno manejar las armas, cómo debe cargar uno un fusil, si está limpio o sucio o asegurado, cómo son los reglamentos o los estatutos de una organización, los himnos, las oraciones, cómo debe saludar un comandante y pararse uno en frente de un comandante cuando solicita un permiso para hablar con él o para solicitar conducto regular para hablar con el superior. Ehh…. también es donde uno aprende cómo ayudarse para en un combate, pelear. Las formas de pelear, cómo… si es un…si le toca a uno pelear acostado cómo son. Que cómo debe andar uno... todo… o sea, las formas de guerra, como se llaman. También aprende uno muchas cosas, uno sale… con vainas de… o sea, ya con su mentalidad, como dice el dicho, matando gente. O sea, es donde uno aprende a matar, donde mata la primera persona y de ahí para acá comienza la guerra… lo que es la guerra”. Las anteriores palabras pertenecen a Alex, un hombre de veintidós años de edad que militó durante siete años de su vida en dos grupos paramilitares, primero en las Autodefensas Campesinas del Casanare (ACC) comandadas por Martín Llanos y posteriormente en el Bloque Centauros (BC) de las AUC. Al igual que el primer relato esta narración muestra cómo constituirse en combatiente de los grupos paramilitares implica atravesar un proceso de instrucción particular. Dicho proceso implica aprender e interiorizar las normas jerárquicas, de diferenciación y de poder que se manejan en el grupo, normas que son propias del campo de la milicia y por ende comunes a otras organizaciones armadas. Así mismo el proceso instructivo de los paramilitares implica la enseñanza y el aprendizaje de formas específicas de causar la muerte, los sujetos deben aprender a matar de manera particular para poder constituirse como combatientes. Esto nos recuerda que el matar a otro ser humano no es algo natural ni una anormalidad de los sujetos que lo hacen, es producto de un proceso de socialización que legitima y naturaliza el acto de matar a otro ser humano. Estas prácticas paramilitares de iniciación también son descritas por Ana, una mujer que fue enfermera del Bloque Central Bolívar durante seis años de su vida, “Lo que yo te decía, de pronto es muy difícil uno como persona, como católico, que le dicen “no matar al prójimo, no matarás”, y verse allá recibiendo la orden, primero que todo, de matar a alguien. Ese alguien que no te ha hecho nada, que tú no sabes si también tiene familia, que fuera de eso esta amarrado y no poder hacer … Y sencillamente si te dan la orden… Cuando a ti te dan una orden tú ni te regalas, ni te niegas. Es una regla de oro. Si a 29
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ti te dan una orden, no se niegue, ¡hágala! Porque si usted no mata a usted la matan. Y después de que la matas ver, saber que la picas y, y, ¡eso es tenaz! A los que ingresan nuevos, esa es su prueba. Esa es su matricula mejor dicho. Todo eso es terapia Camila. O sea, allá desde el principio es terapia, terapia, terapia. Entonces, usted muestra, usted quita el miedo de matar, matando así y picando. Y hay gente que se acostumbra tanto a eso que se regalaba para, para, para picar”. Al igual que los otros dos relatos, Ana narra como la construcción del combatiente paramilitar implica aprender a matar y a eliminar a otro ser humano, lo cual es común a todas las organizaciones militares que hacen y participan de la guerra. Las personas, para llegar a ser combatientes de los grupos paramilitares, deben atravesar un proceso de entrenamiento que tiene como objetivo deconstruir las coacciones socialmente construidas que imponen límites en la interacción entre sujetos (Elías, 1989), interiorizar y naturalizar la muerte. Este proceso de deconstrucción se evidencia en la narración cuando Ana relata las contradicciones morales en las que se ve inmersa cuando recibe la orden de matar a otro ser humano, “de pronto es muy difícil uno como persona, como católico, que le dicen “no matar al prójimo, no matarás”, y verse allá recibiendo la orden, primero que todo, de matar a alguien”. El entrenamiento implica un cambio de reglas con las que se esta acostumbrado a vivir, implica un rompimiento con lo habitual, una ruptura con la vida anterior (Castañeda, 2005; Turner, 1988). En este relato se hace explicito que uno de los propósitos del entrenamiento es incorporar las personas a través de ritos de institución11 al grupo armado y volver costumbre la muerte; el mecanismo que se utiliza en dicho proceso es la eliminación del otro, la deshumanización del otro a través del desmembramiento del cuerpo, “Y después de que la matas ver, saber que la picas y, y, ¡eso es tenaz! A los que ingresan nuevos, esa es su prueba. Esa es su matrícula mejor dicho”. Este mecanismo, descrito por Ana y los otros excombatientes paramilitares así como por Cárdenas (2005) y Páramo (1999), nos remite a plantear siguiendo a Lair que los actos de deshumanización del otro pueden funcionar como “ritos de entrada que ambicionan estimular la integración de los combatientes a las filas de los grupos armados. (Éstas prácticas) permiten de-socializarlos por el terror 11
“En la extensa serie de tacitas llamadas al orden los ritos de institución ocupan un lugar excepcional debido a su carácter solemne y extraordinario. Buscan instaurar en nombre y en presencia de toda la colectividad movilizada, una separación sacralizante no sólo, como hace creer la noción de rito de paso, entre los que ya han recibido la marca distintiva y los que todavía no la han recibido…pero también y sobre todo entre los que son dignos de recibirla y los que están excluidos para siempre” (Bourdieu, 2000).
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con el fin de debilitarlos emocionalmente y luego vincularlos a la organización. La idea radica en deconstruir el ámbito social y afectivo de lo individuos para recuperar y acogerlos dentro de una organización armada que debe ser su principal espacio de socialización” (Lair, 2003: 101). Como hemos visto hasta el momento, el sujeto paramilitar es una construcción social. Dicho proceso de construcción se corresponde con unas estructuras y estrategias propias del campo de la milicia y, particularmente, de la contrainsurgencia. El proceso de construcción de sujeto en los grupos paramilitares, al igual que todos los procesos de socialización, se caracteriza por que “las inclinaciones (habitus) son inseparables de las estructuras que las producen y las reproducen (campo)” (Bourdieu, 2000:59). El relato que se presenta a continuación, que como el primero pertenece a Gonzalo, narra el entrenamiento al que son sometidos los combatientes que conforman las fuerzas especiales dentro de los paramilitares, este relato nos da elementos para comprender la relación existente entre las estrategias de guerra paramilitares y los procesos de construcción de combatientes al interior de esos grupos; nos permite situar la construcción del combatiente paramilitar en un contexto de guerra contrainsurgente. “Llegamos y formaron el grupo especial, nos dieron un entrenamiento de dos meses, era el grupo de choque, que iba y golpeaba y salía para que entraran los demás, el grupo especial, su nombre lo dice, especial porque eran los mejores hombres, mejores armas, mejores dotados. Personas de mal carácter todo el tiempo por, por, por el nombre que se le da al grupo y la idea es imponer miedo, el grupo especial ¡uy que miedo!, miedo para los civiles. Siempre estábamos mimetizados, mimetizarse es pintarse la cara y obviamente no reírse con nadie, se pintaba uno la cara rayada, armados hasta los dientes, con cananas en los hombros. Tuvimos varios tropezones por eso porque la gente no estaba acostumbrada a ver esa gente, uy los paracos, uy ese grupo qué, porque estábamos vestidos diferente. Camuflado estaba todo el bloque, nosotros vestíamos de negro, nosotros vestíamos de negro. El entrenamiento fue muy difícil, de hecho había un lema: el entrenamiento debe ser tan duro que la guerra parezca un descanso. Ya te podes imaginar un entrenamiento donde se mataron tres compañeros con granadas porque era muy difícil el entrenamiento, nos parábamos a las cuatro de la mañana nos acostábamos a las diez de la noche. Nos ponían a hacer de todo, cómo se toma un pueblo, por así decirlo porque nosotros nunca nos tomamos un pueblo no era el objetivo, como se hace un asalto, como se infiltra uno para pasar desapercibido. Nos metieron a un cuarto todo el día donde usted bajaba la mano y cogía pedazos de carne humana y obviamente 31
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a uno al principio le da miedo pero después dice: “ no pues si yo vine fue a esto”. Coger una cabeza para jugar con ella, tenaz, impresionante. De pronto a oler sangre pero no lo obligan a uno a tomar porque eso es, eso es, inhumano. La persona que nos dio ese curso estaba totalmente entrenado, nos entreno súper bien, garrote, patada. En el curso se retiraron como unas cinco personas que no fueron capaces porque era muy difícil. Había una china con nosotros, fuerte, berraca, era la única mujer de las fuerzas especiales y paso el curso normal y se dejo embarazar, que pesar. La mandaron para la casa. Nos entrenaron, salimos listos, después de dos meses, pero eso no, no se lo deseo ni al peor enemigo, demasiado difícil. Le toca a uno pasar la pista con candela, con una mano apagar la candela y con la otra proteger para que el garrote no, no te, no te de, no te pegue tan duro, demasiado difícil. El garrote te lo da el entrenador donde te caiga, de malas, y plomo en los oídos permanentemente pa, pa, pa, pa. Entonces ya obviamente sale uno como con ese carácter, así como agresivo”. (…) “El grupo especial lo preparan física, psicológica y mentalmente para ser, por así decirlo, para ser la carnada. Se siente uno como más que los demás, el solo hecho de estar vestido diferente te hace sentir más que los demás, porque un camuflado negro allá es lo máximo, con tu boina, con botas de combate porque los normales usan botas de caucho pero ya uno tiene unas botas de combate que lo van a hacer ver más elegante, una boina, siempre vestido de negro, entonces como a uno lo preparan de esa manera entonces uno dice la guerrilla esta allá hay que ir a buscarla, el grupo especial está preparado para eso, puede saber que allá hay quinientos guerrilleros y nosotros somos treinta, nosotros vamos a golpear, pa, pa, pa ,pa, ese es el objetivo de nosotros. Mientras ellos se preocupan por lo que esta pasando en el momento bajan la guardia a su alrededor, entonces dicen que ellos están aquí y sabiendo que nosotros estamos aquí y los demás van a entrar por allá, entonces es como una forma de táctica de combate. Ustedes golpeen, normalmente ellos ven a los que están de verde no a los que están de negro”. Estudios estratégico militares y político ideológicos han caracterizado a los paramilitares como grupos contrainsurgentes, fragmentados, mercenarios, cuya estrategia militar es aislar a las guerrillas mediante la eliminación de las bases de apoyo y las redes de abastecimiento, lo que se conoce como “quitarle el agua al pez” (Romero, 2003; Cubides, 1999). En ese marco estratégico y estructural del paramilitarismo es donde se desarrollan los procesos de construcción de combatientes descritos hasta el momento. En la anterior narración se hace evidente como 32
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el entrenamiento de los combatientes que conforman las fuerzas especiales está orientado a construir sujetos capaces de generar terror12 en la población civil con sus prácticas y su imagen. En el proceso de formación de las fuerzas especiales la eliminación y deshumanización de otros seres humanos, también descrita en los otros relatos, se exacerba con el propósito de construir sujetos de “mal carácter” que logren generar terror, elemento que es fundamental en la estrategia militar de los paramilitares. Los anteriores relatos nos muestran como en los grupos paramilitares las prácticas de eliminación del otro que implican la deshumanización y animalización de la víctima son enseñadas y aprendidas en los entrenamientos, desde el momento mismo en que el sujeto combatiente ingresa al grupo. Esto nos muestra que no es la contingencia de la guerra sino la estrategia militar contrainsurgente de “quitarle el agua al pez” la que implica la enseñanza, asimilación y naturalización de prácticas dirigidas a deshumanizar al otro ser humano con el fin de causar terror; es en relación con esa estrategia militar que la pedagogía de la muerte cobra sentido. Los testimonios que nos hablan del entrenamiento y las escuelas de formación en las FARC-EP, el ELN y los grupos paramilitares nos dejan plantear la existencia de similitudes entre dichos actores armados en términos de construcción de combatientes. Dado su carácter militar, en las organizaciones guerrilleras al igual que en los grupos contrainsurgentes la enseñanza y el aprendizaje de normas y reglas propias del campo de la milicia es un componente esencial de los procesos de entrenamiento y formación; tanto paramilitares como guerrilleros deben aprender e interiorizar las reglas jerárquicas de las organizaciones armadas. De la misma manera los procesos son similares en la rigurosidad del entrenamiento físico, de manera idéntica los excombatientes guerrilleros y paramilitares narran que “el entrenamiento tiene que ser más duro, para que la pelea sea un descanso”. Igualmente es común entre guerrillas y paramilitares, dado su carácter guerrero, el aprender prácticas propias de la guerra, como el combate y la eliminación del enemigo. Si bien entre las organizaciones guerrilleras y los grupos paramilitares, dado su carácter militar, hay similitudes en los procesos de construcción de combatientes las prácticas que dan contenido a esos procesos son disímiles e instauran diferencias, matices, entre actores armados. Como vimos en los anteriores acápites la existencia de una formación político ideológica es más explicita y sistemática en las organizaciones insurgentes que en los grupos paramilitares. Así mismo, a
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En este trabajo, siguiendo a Lair, entenderemos el terror como una manera de gobernar, “el terror instituye una forma de miedo con efectos de control, parálisis y fragmentación sociales” (Lair, 2003: 95).
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pesar de que tanto en las guerrillas como en los paramilitares el entrenamiento físico se caracteriza por la rigurosidad, en los segundos a diferencia de los primeros se utiliza explícitamente el maltrato y el dolor sobre el cuerpo del combatiente lo que no ocurre de manera directa ni en el mismo grado, según los testimonios, en la insurgencia. De la misma manera, los procesos de formación de combatientes que se llevan a cabo en las organizaciones guerrilleras difieren de los desarrollados por los grupos paramilitares en que los primeros no implican procesos de naturalización, legitimación e interiorización de la deshumanización y animalización del otro. Lo anterior no supone que en el desarrollo de la guerra y el conflicto las organizaciones guerrilleras no hayan cometido ese tipo de acciones, pero si sugiere que las acciones violentas y atroces cometidas por los grupos insurgentes hacen parte de la contingencia de la guerra mas no responden a un proceso de entrenamiento e iniciación direccionado a deshumanizar y animalizar al otro ser humano, lo que si ocurre, tal como lo evidencian los testimonios presentados y la literatura referenciada, en los grupos paramilitares13. Es necesario recalcar que los procesos de entrenamiento y formación están inscritos en estructuras y estrategias político militares determinadas y que sus particularidades están ligadas a ellas. Los procesos de formación aquí presentados nos ayudaran a comprender las prácticas y mecanismos utilizados por las organizaciones insurgentes y grupos paramilitares durante el combate y en su relación con la población civil, es necesario tenerlos como referencia para comprender las prácticas desarrolladas en esos otros campos.
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Agradezco a Claudia Steiner el haberme llamado la atención sobre la existencia del uso de prácticas de animalización en organizaciones insurgentes con ejemplos como los “juicios populares” realizados por el EPL y las prácticas de terror utilizadas por Sendero Luminoso en el Perú. Si bien esta investigación no desconoce el uso que de dichas prácticas hacen las organizaciones insurgentes FARC-EP y ELN si quiere plantear, con base en los testimonios de excombatientes, que estas prácticas no son inculcadas de manera sistemática desde el entrenamiento mismo de los combatientes guerrilleros como si ocurre en los grupos paramilitares tal como lo narran sus ex miembros.
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Capítulo 2
La construcción de la alteridad: el enemigo y el combate. A diferencia de lo que ocurre en las guerras regulares los conflictos internos, donde fuerzas militares legales e ilegales se enfrentan por el control del territorio y el derrocamiento o la defensa del statu quo, se caracterizan por poner en el centro de la confrontación a la población civil (Kalyvas, 200, 2003; Salamanca, 2005; Lair, 2003). Sin embargo dicha característica no implica la ausencia de acciones bélicas, es decir “aquellas acciones ejecutadas por los actores armados de un conflicto armado de carácter no internacional y que, por acomodarse a las normas del ius in bellis, son acciones legitimas de guerra. En esta categoría se clasifican los combates, las emboscadas, los bombardeos, los ametrallamientos que no afectan a la población civil, los ataques a los objetivos militares y las incursiones” (Gonzáles, Bolívar y Vásquez, 2003: 98). Durante la segunda mitad de la década de los noventas y la primera mitad de la década del dos mil en Colombia los principales actores armados que ejecutaron ese tipo de acciones fueron las FARC-EP, el ELN y el Ejercito Nacional; los grupos paramilitares, dada su inferioridad en estructura y pie de fuerza que les impedía atacar directamente la estructura militar de la guerrilla (Cubides, 1999; Romero, 2003), se mantuvieron relativamente al margen de cometer acciones bélicas tal como las definidas anteriormente (Ver anexo 1 gráficos No. 4 y 5). A pesar del carácter destructivo de las acciones bélicas, tal como veremos en los testimonios que se presentan en este capítulo, en el marco de ellas se construyen caracterizaciones de la alteridad que sirven, dado su carácter relacional, para construir simbólicamente a los combatientes de una determinada organización armada. Por ello planteamos que esas acciones tienen un carácter humano y socializador. Aquí es necesario recordar el carácter diferenciado, diacrítico y relacional del orden social (Bourdieu, 2000), y plantear, siguiendo a Augé, que la construcción de la mismidad implica la construcción de la alteridad (Blair, 1999, 2003, 2005; Castillejo, 2000). Así mismo es necesario tener en cuenta que el lenguaje y las categorías que éste contiene son herramientas que permiten a los sujetos organizar el mundo social. Por medio de la clasificación, de la tipificación, el ser humano construye un mapa mental que le permite entender el mundo circundante y actuar dentro de un campo
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social; “Nuestros conceptos estructuran lo que percibimos, cómo nos movemos en el mundo, la manera en que nos relacionamos con otras personas. Así que nuestro sistema conceptual desempeña un papel central en la definición de nuestras realidades cotidianas” (Lakoff y Johnson, 1995: 39). Usualmente las categorías y tipificaciones por medio de las cuales se da orden al mundo generan dinámicas de exclusión, puesto que la legitimación de una normalidad y la construcción de la mismidad se logran por medio de la institucionalización de la diferencia. La organización social genera dinámicas de inclusión y exclusión en donde, por medio del discurso, se normalizan ciertos tipos de sujetos y se estigmatizan otros (Goffman, 1995). Las guerrillas FARC-EP y ELN edifican tipificaciones de los paramilitares y del ejército a partir de las cuales, en un ejercicio tácito de diferenciación, se construyen a si mismas. De la misma manera los miembros de grupos paramilitares construyen imágenes de sus enemigos. Es necesario recalcar que esas caracterizaciones y construcciones de sujeto se dan en un momento espacio – temporal especifico, en un periodo concreto del conflicto en Colombia y se corresponden con estructuras y estrategias político militares particulares de cada una de las organizaciones armadas en disputa. Para comprender el proceso relacional de construcción de combatientes y enemigos, que es motivo de este capítulo, es necesario tener en cuenta lo planteado en la introducción y en el párrafo anterior sobre el desarrollo del conflicto en Colombia durante el periodo en que militaron los excombatientes que aquí nos hablan. Teniendo en cuenta esto, el objetivo de este capítulo es indagar cómo caracterizan los combatientes de una organización a sus enemigos y describir cuales son las prácticas utilizadas por cada organización en un combate. Las preguntas que buscaremos responder son ¿Cómo se caracteriza al otro enemigo en las FARC-EP, ELN y grupos paramilitares? ¿Cómo a partir de la definición del otro enemigo se construye el combatiente de determinada organización? ¿Hay diferencias entre los enemigos de una organización armada? ¿Cuáles son las prácticas del combate y qué se busca con ellas? ¿Cuál es la relación con el enemigo en el combate? Para llevar a cabo ese objetivo primero expondremos la caracterización del enemigo que hacen los ex guerrilleros, posteriormente los ex paramilitares y finalmente expondremos las prácticas de combate en relación con el uso de la palabra y del cuerpo para degradar y eliminar a los enemigos.
Las guerrillas FARC-EP, ELN y sus enemigos. La construcción del combatiente guerrillero y de la organización en si, se da a partir de la construcción de un otro enemigo, opuesto. Los grupos guerrilleros 36
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como actores insurgentes encuentran en el estado y el establecimiento su más claro enemigo; sin embargo en el conflicto colombiano participan grupos paramilitares que también son identificados como enemigos de la guerrilla puesto que defienden el statu quo político y económico o porque, tal como lo plantea Bolívar (2006), en las FARC-EP son percibidos como meros instrumentos del estado. Los testimonios de los excombatientes guerrilleros nos dejan ver que a pesar de que se identifican vínculos entre ejército y paramilitares la caracterización que se hace de esos actores es diferente, siendo más antagónica la caracterización sobre los paramilitares que la del ejército. Los soldados rasos del ejército nacional son concebidos, en especial por los excombatientes de las FARC-EP, como personas “inocentes”, “engañadas”, “pobres”, “campesinas” e “iguales a la guerrilla” mientras que la caracterización que se hace de los paramilitares es totalmente antagónica. A estos se les caracteriza como “asesinos”, “viciosos”, “violadores”, “sanguinarios”, “desordenados” y “ faltos de disciplina”. Lo anterior en oposición a una guerrilla caracterizada como “sana”, “compañera”, “conciente” y “no asesina”. Veamos lo que nos dice Luís excombatiente de las FARC-EP al respecto, “Pues con el ejército se sabe que los soldados, que es una persona que no sabe en que está, sí están cuidando los intereses de un estado pero ellos no tienen la culpa porque hay muchos que se los llevan obligados. Con el paramilitarismo si se vivía una guerra antagónica que es a muerte porque la guerrilla no la va con ellos por las masacres, porque masacran el pueblo. El paramilitarismo con la guerrilla si no. El paramilitarismo, pues, se sabe que el paramilitarismo fue creado para oprimir al pueblo, para asesinar al pueblo, para que la persona que vaya a decir algo, porque hubo una época en que nadie podía decir nada porque de una vez lo mataba y ahí estaban los paramilitares. La diferencia que se da de los paramilitares al ejército es de que, pues igual son los mismos porque salían de los mismos batallones y todo, pero pues igual el paramilitarismo no más en la disciplina de ellos eso no. Nosotros cogíamos a veces equipos, donde uno carga la ropa, de los paramilitares y a uno le daba asco coger un equipo de esos porque llevaban la remesa revuelta, la carne ahí revuelta. El ejército ya tiene un poquito las cosas más arregladas e igual no diferencian mucho porque igual llegan al campo y se roban las gallinas, hacen cosas, matan a veces gente y dicen que fue la guerrilla. Hay partes en donde comandos de ejército se visten de guerrilla y van y matan a nombre de la guerrilla. Pero la gente que ya lo conoce a uno los distingue porque ellos se van con las boticas que tienen, las militares, y de todas maneras el trato de un guerrillero a un civil al del ejército a un civil es muy diferente porque el ejército cuando llega a un área 37
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de esas y habla con la población es como imponiendo mientras que el guerrillo llega y no, él es compañero, todo es por la buena, nunca uno puede maltratar un civil ni con palabras”. El testimonio de Luís muestra como la caracterización de los enemigos que se elabora en las FARC-EP se mueve entre la similitud y la diferencia de éstos. Él expone, tal como lo evidencia Bolívar (2006) al analizar las producciones verbales de las FARC-EP, como para esta organización el paramilitarismo es una estrategia del aparato estatal; al plantar que “son los mismos”, “salen de los mismos batallones”, Luís establece una estrecha relación entre estado, representado en los militares, y los paramilitares. Sin embargo a pesar de esa relación, el excombatiente establece diferencias entre sus enemigos al caracterizar a los soldados del ejército nacional como “engañados”, “obligados” y “un poco más disciplinados” en contraste con unos paramilitares tipificados de “desordenados”, que “producen asco” y “asesinos”. Así mismo la anterior narración muestra como la construcción del guerrillero de las FARC-EP como un sujeto “que sabe tratar a la población civil”, como “compañero” se da por oposición a una imagen del ejercito como “imponente” y “maltratador”. Estas diferenciaciones las reitera Roberto excombatiente de la misma organización guerrillera en su testimonio, “Es distinto porque cuando es con lo paracos, es una guerra frontal. Son ellos o es uno. O sea, cuando es con los paramilitares usted entró y tiene es que cubrir el objetivo. Mientras que con el ejército usted hostiga y cuando la cosa esta muy dura usted tiene que retirarse. Porque es otra cosa, en el frente en el que yo estaba, no sé en otro frente, le dicen a uno, siempre le meten esa idea a uno: “muchachos, ustedes van a pelear con el ejército, el ejército son soldados, campesinos, igual que ustedes, son hijos de pobres. Son seres humanos que necesitan, lo hacen por una obligación de una libreta, otros porque no tienen empleo”. No se los otros frentes como sea, pero así la aplicaban en el mío. Cualquiera que hubiera sido del séptimo frente sabe que allá le meten en la cabeza a uno diario eso: “Acuérdese mijo que ese soldado es una persona igual que usted, que defiende la patria porque le toca o porque le meten esa idea, pero es un campesino”. Por eso antiguamente, unos años atrás, como a ellos los separaban insignias, siempre le decían a uno: “ubique el de insignias. El de las insignias, al teniente, al sargento, al capitán, ubíquelo que ese es el de matar, no a los soldados”. Ahorita los tenientes, capitanes, sargentos, todos, no se colocan insignias, ellos se visten como un soldado. Porque los primeros que recibían los carpetazos eran ellos sí, así es (…) Mientras que con los paracos no, con los paracos, hay es 38
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que matarlos, porque ellos son asesinos. Ellos son armas que hicieron como asesinos y ellos solo el día que los maten dejan de ser asesinos, mientras tanto nunca dejan de ser asesinos. Nunca dejarán de ser violadores, dejarán de matar y picar niños con una motosierra. Ellos nunca dejan el vicio. Porque la demora es que piquen el primero y quedan cebados. En la guerrilla no enseñan eso, a la persona que es enemigo, si se cuidó de civil hay que matarlo, pero es uno solo tiro de gracia. Le pegaríamos un tiro de gracia, un tiro en la cabeza y listo. ¿Porque para qué se pica y para qué se tortura? Aunque realmente pues allá se están usando las torturas últimamente, hay varios comandos que están usando eso, pero eso no va, eso no está bien en la guerrilla. Lo que hizo por ejemplo el Negro Acasio, eso fue muy mal hecho, lo que hizo hace unos siete u ocho años. Los paramilitares si siempre hacen eso porque es que a ellos los forman para eso. O sea, ellos los hacen como aparatos militar. El joven cuando lo llevan allá, el va ingenuo de que le toca hacer eso y allá le toca. Allá hay personas que les toca, les mandan a matar a un hermano o a la mamá. Si usted mata a su hermano o a su mamá, lo ingresamos, si no no lo llevamos, y hay gente que lo hace. Vaya mate a su hermano y nos lo llevamos para los paramilitares a ganar sueldo y lo hacen. Eso yo lo he visto con mis ojos. Otros que los llevan engañados. En la guerrilla no llevan a nadie engañado. A mí me da rabia cuando un combatiente dice, “no es que a mí me obligaron”. Eso es una gran mentira, a nadie obligan allá. A usted lo cogen con su política y usted se va a allá porque le gustó”. Es interesante del testimonio de Roberto la diferenciación que éste hace entre los paramilitares y la guerrilla. A los paramilitares, según él, los hacen “asesinos”, es fundamento mismo de la organización crear sujetos “asesinos”. En contraposición a esa imagen Roberto presenta a una guerrilla que no permite ni enseña a cometer esos actos aunque reconoce, al hablar del Negro Acasio, que la contingencia del conflicto los ha llevado a cometerlos. Esa caracterización antagónica del sujeto paramilitar es la que sirve de “justificación” a los combatientes guerrilleros, en este caso a Roberto, para matar a sus enemigos; “con los paracos, hay es que matarlos, porque ellos son asesinos. Ellos son armas que hicieron como asesinos y ellos solo el día que los maten dejan de ser asesinos, mientras tanto nunca dejan de ser asesinos”. Respecto a la caracterización del ejército es importante resaltar la diferenciación que realiza Roberto, que según él es enseñada por las FARC-EP, entre soldados y oficiales de alto rango. A quienes se tipifica como “iguales, inocentes y engañados” es a los soldados rasos por ello a quienes se busca eliminar es a los mandos de estos. También Cristina, mujer que militó durante cinco años en las FARC-EP, reitera la idea de que los soldados están en la guerra engañados y son inconcientes de 39
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sus actos. Al respecto nos dice, “Mientras que con los soldaditos no, ellos están allá por que les toco y no saben lo que están haciendo y con el miedo, porque ellos le tienen mucho miedo a la guerrilla”. La caracterización que hacen los excombatientes guerrilleros del otro enemigo esta estrechamente referida a una relación en los contextos de combate y las prácticas de guerra. En relación con ello se caracteriza a los soldados como “malos combatientes” y solo se reconoce a la aviación como un gran enemigo en el combate. Por su parte a los paramilitares, a pesar de que se les reconoce como mejores combatientes que el ejército, se les reitera su carácter de “asesinos” y “viciosos”. Al respecto nos dice Luís, “En el combate se diferencian en la forma de pelear, de todas maneras el paramilitarismo tiene las mismas maniobras del ejército solo que ya, en algunas partes, ellos aprendieron a pelear más un poquito. Ya ellos saben que ellos no pueden despilfarrar sino que ya ubican. El ejército pues eso llega y tienen el apoyo de la aviación y comienzan a quemar a nadie, porque eso forman una balacera ellos solos, hacen una balacera ellos solos. El guerrillero pues quema a veces hartos tiros, pero uno siempre tiene que ubicar. Uno lleva la idea de que uno quema donde mire moverse, que va alguien a morir. Pero ellos no, el ejército tiene una cosa que es que ellos se psicologean ellos comienzan a quemar tiros para toda parte y usted esta quietico ahí, agazapado y ellos quemen tiros o usted ya se ha ido, va a media hora y ellos todavía están peleando solos. El paramilitarismo le ha aprendido mucho a la forma de pelear a la guerrilla porque ellos ya llegan y se atrincheran y se quedan quietitos esperando a ver quien se mueve […] Allá hubo dos bloques de paramilitares y esa gente se enyerbaban o se inyectaban por ahí heroína. Mientras que un guerrillero vaya a hacer eso y ahh, al guerrillero no lo dejan nada, el guerrillero tiene que pelear conciente y usted peleando conciente usted sabe que esta peleando, tiene los cinco sentidos, mientras que si usted se drogada no, usted se droga y usted se para, corre, hace cosas que no tienen que hacer, usted el enemigo lo cree inferior, y eso nunca porque el otro también tiene un fusil” La narración de Luís tiene un carácter diacrítico y evidencia como la construcción de una mismidad implica la construcción de lo diferente (Augé, 1996; Blair, 2003; Castillejo, 2000). A lo largo de su relato el excombatiente hace referencia a una guerrilla que se diferencia de un otro paramilitar o ejército. A partir de la construcción del otro paramilitar como “vicioso”, “inconsciente” y que “se cree superior” o de un ejército que “no sabe pelear”, que “se psicologea”, Luís esta construyendo una caracterización de la guerrilla, y junto a ello se construye a si mismo, como “conciente” y “buena combatiente”. 40
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De manera similar al anterior testimonio, la imagen de los paramilitares como “asesinos” ligada a las prácticas de guerra y combate la describe Roberto cuando nos cuenta acerca de Cuchillo comandante de uno de los grupos paramilitares que opera en el Guaviare: “Cuchillo es el temible del Guaviare, el paramilitar más asesino que tiene Colombia de lo que he visto. Ellos donde cojan un guerrillero, creo que eso lo pican, lo despedazan, despedazado. Tiene que ser que se entregue o comience a trabajar con ellos, pero en conflicto siempre al que cogen lo despedazan. Yo me imagino que eso lo deben despedazar porque creo que esa es la consigna de ellos. Esos locos lo cogen y lo pican a la persona, lo desaparecen o lo botan al río. Lo rajan y lo botan al río. Ellos siempre suelen rajar y botar al río”. Estas diferencias y caracterizaciones de los enemigos que reconstruyen los excombatientes de las FARC-EP también son expuestas por Fernando excombatiente del ELN. Interesante de este testimonio es la mención que hace de las FARC-EP como un otro enemigo, “Con la aviación es lo más duro, de resto vale “huevo”. Ellos (ejercito) no aguantan más de media hora, donde no tuvieran aviación no fueran nada. Con el ejercito peleamos donde nosotros queramos no donde ellos digan. A los paramilitares uno los distingue por el brazalete de las AUC. Con los paracos si es más sanguinario, esos manes no les importa matar con lo que sea. Los paracos están por la supervivencia de cada uno, son “zorro solos”, suicidas. El paramilitar esta por un billete no por una causa, están por que les pagan por eso no les importa nada. Con las FARC eso es otro cuento. En el 2003 se metieron al oriente antioqueño y empezaron las guerras por el territorio, porque ellos querían controlar la coca y nosotros les decíamos que dejaran esa cosita para el campesino. Ellos se conocen todo, son igual a uno, tienen las mismas tácticas que uno, es más duro que con el ejercito y los paracos. Yo si me di duro con una comandante de ellos, Karina, esa era tuerta y no tenía una teta”. La caracterización diferenciada de los enemigos referida a la actuación en el combate que Fernando, al igual que los excombatientes de las FARC-EP, plantea sólo se entiende teniendo en cuenta las dinámicas del conflicto colombiano en el periodo en que él militó. Como se planteó en la introducción de este texto en la segunda mitad de la década de los noventas, en el marco del Plan Colombia y posteriormente con el Plan Patriota, las fuerzas militares colombianas aumentaron 41
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su pie de fuerza pero ante todo fortalecieron su aviación. Es en ese contexto donde los combatientes guerrilleros construyen la imagen de un ejército que solo es fuerte por su aviación, identifican la aviación como el más duro enemigo; “donde no tuvieran aviación no fueran nada”. De la misma manera para comprender la caracterización que los ex guerrilleros realizan de los paramilitares es necesario situarla en el desarrollo del conflicto y, particularmente, es necesario asociarla con la estrategia militar contrainsurgente. Los ex guerrilleros no pueden construir una imagen distinta del otro paramilitar puesto que ésta está asociada al quehacer de esos grupos14. La tipificación de los paramilitares como “sanguinarios”, “asesinos” y “viciosos” se da en el marco de un periodo del conflicto donde las acciones paramilitares se enfocaban en acabar la base social de la guerrilla a través del terror tramitado a partir de la deshumanización y alteración del cuerpo del otro. Igualmente la caracterización de los paramilitares como “inconcientes”, “zorro solos”, “que están por que les pagan”, “que van a ganar sueldo”, se entiende si se asocia con el carácter mercenario de dichos grupos armados (Romero, 2003; Cubides, 1999). La construcción del enemigo militar o paramilitar que realizan los guerrilleros no solo se refiere a las prácticas de combate y a la eliminación del otro. Estas diferencias también se establecen en la manera en que se maniobra en la selva y particularmente durante las marchas. En las voces de las mujeres excombatientes de las guerrillas encontramos cómo se construye la imagen del guerrillero “ordenado”, que “sabe pelear” y “conocedor del territorio”. Estas mujeres narran como en la práctica las guerrillas “descubren” a sus enemigos y con ello nos permiten ver la importancia que tiene el uso de los cinco sentidos corporales en la guerra. Nos dice Claudia mujer que militó durante nueve años en el ELN, “En la forma de pelear se diferencian porque la guerrilla se conoce más sus terrenos y entonces cuando tú pasas por una parte y vez, claro por aquí pasó el enemigo. Uno lo conoce porque los rastros no son iguales a los de uno, no son iguales a los de la guerrilla en las plantillas de las botas. Y el bullerío. Y el olor es muy diferente. La guerrilla no usa lociones y ellos sí. El jabón de baño huele mucho y uno lo distingue, los olores. Si la guerrilla va en una marcha, ellos no te van a dejar rastros, ellos no te van a dejar ese rastro. Si por ejemplo por aquí paso uno por ahí no pasa el otro, y ellos si, ellos por donde se metió el uno por ahí se meten todos. 14
Los gráficos 1, 2 y 3 del anexo 1 así como el anexo 2 evidencian porcentualmente el accionar estratégico militar de cada uno de los grupos estudiados durante el periodo 1996 - 2006.
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Y en marcha la guerrilla no habla y ellos sí, ellos si hablan. Si ellos van a descansar todos se sientan en un solo grupo, la guerrilla no, se sientan en el orden que van, por ahí a seis metros, cinco metros cada uno, entonces si matan uno no matan dos. En cambio que ellos si, ellos todo es grupo. Por eso es que la guerrilla ha matado mucha gente de ellos así, esta en emboscada y ellos se sienten y pum les tiran una bomba y ahí caen hartos, en cambio la guerrilla no”. También narra Cristina excombatiente de las FARC-EP, “Uno aprendía a andar a oscuras sin chocarse con nadie. Dentro de la manada, porque nosotros éramos como una manada, había un olor que lo caracterizaba a uno, por eso si estaba el ejército uno sentía el olor a cigarrillo, veía las candelillas, porque ellos necesitaban prender candelillas para poder ver. Uno sentía el olor a azufre de las armas de ellos, uno sentía el olor. A ellos les sonaban las armas, a uno no le suena nada”. Estos dos testimonios de mujeres ex guerrilleras nos llaman la atención sobre como la guerra es una experiencia corporal. El cuerpo en la guerra no es solo cuerpo fuerte destinado al combate, el cuerpo de los y las combatientes en la guerra es un cuerpo ágil donde los sentidos del olfato, del oído, de la visión son fundamentales para la supervivencia y el desarrollo del conflicto. En situaciones de guerra, de manera contraria a lo que sucede en sociedades altamente interdependientes donde sentidos como el olfato son restringidos, regulados y relacionados con lo animal (Elías, 1989), los sentidos corporales son exacerbados. De la misma manera es importante resaltar del testimonio de Cristina el uso de la noción de manada puesto que nos muestra como los procesos de animalización no solamente se relacionan con la destrucción del otro; aquí hacen referencia al carácter de colectivo, de nosotros, de las organizaciones insurgentes. La caracterización que realizan las y los excombatientes guerrilleros de sus enemigos paramilitares y militares nos invita a profundizar más en las prácticas de combate y sus fines. Sin embargo antes de ahondar en ello indagaremos como caracterizan los paramilitares a sus enemigos.
Los paramilitares y sus enemigos Tal como lo planteamos al inicio de este texto, la literatura sobre conflicto armado en Colombia dice que los grupos paramilitares surgen en la década de los ochentas motivados en combatir lo que se percibía como la amenaza insurgente 43
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por parte de elites regionales, por ello su principal objetivo son los grupos guerrilleros y todo aquello que “atente” contra el orden social establecido (Vargas, 2002; Romero, 2003; Cubides 1999). La disparidad en estructura militar frente a las guerrillas les obliga a atacarlas a través de la eliminación de sus bases de apoyo y no a través de acciones bélicas o en el campo de batalla. A pesar de ello los grupos paramilitares también han mantenido combates frontales con las guerrillas, particularmente en Antioquia y el sur del país. Por esa razón los excombatientes rasos de grupos paramilitares caracterizan a sus enemigos guerrilleros, en especial a las FARC-EP, refiriéndose mayoritariamente a situaciones de combate. El testimonio de Gonzalo es explicito a la hora de narrar como se caracteriza de manera antagónica al otro guerrillero y se busca su eliminación, “Allá un guerrillero para nosotros es lo peor, un tumba puentes, un tumba torres, una basura, una porquería y no se le perdonaba la vida de ninguna manera. Hay una parte del estatuto donde dice que allá se le perdona la vida a quien se entrega pero allá el que se entregaba se moría. Un guerrillero era lo peor que puede haber en la vida, porque nos infundían eso, la guerrilla es lo peor, hay que darles duro. Como que uno se vuelve un animal de costumbre. Si hay un guerrillero vamos a buscarlo, vamos a matarlo, vamos a picarlo, igual la guerrilla hacia lo mismo con nosotros el que se dejaba coger también perdía”. Gonzalo nos llama a atención sobre el carácter inducido de la tipificación que hacen los combatientes sobre el otro enemigo; los grupos paramilitares, así como la insurgencia, induce en sus combatientes una caracterización antagónica del otro la cual al volverse “costumbre” se interioriza y naturaliza al punto de orientar la vida cotidiana y el mundo social del sujeto (Lakoff y Johnson, 1995). A pesar de esa caracterización antagónica, que solo aparece en el testimonio citado, los ex paramilitares resaltan la capacidad y estrategia militar de las FARC-EP. Para comprender ello, que se evidencia en los testimonios que siguen a continuación, es necesario tener en cuenta que en los años en que militaron los excombatientes fuente de esta investigación la capacidad en pie de fuerza y estructura militar de las guerrillas, en especial de las FARC-EP, que por demás se encontraban en la fase de guerra móvil (Ortiz, 2005), desbordaba a la de los grupos paramilitares que para ese entonces ya se habían construido como un proyecto unitario a nivel nacional. Los diferentes entrevistados coinciden en que el enfrentamiento con esa guerrilla es el más “duro” puesto que, según ellos, los combatientes de las FARCEP son gente militarmente “bien preparada”, que pelean en “cantidad” y que tienen estrategias militares avanzadas. Nos dice Ana al respecto, 44
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“Así como nosotros muchas veces nos le parábamos a la guerrilla y le peleábamos, ellos también muchas veces nos hicieron correr, muchas veces nos hicieron correr. Y era correr, correr, ¿me entiende? Si usted se dejaba…De que acá había doscientos hombres y cuando usted menos pensaba, Camila pregúntele a la gente de izquierda, se venían dos mil, ¡dos mil para doscientos! Vea era una leonera… ahí si ¡corra mija!”. En palabras de Gonzalo, “Pero la guerrilla en el Caquetá, hay unos que para pelear tiene que ser en desigualdad de condiciones, ellos más y nosotros menos, pero hay otros que se paran haya lo que haya, gente que lleva veinte, veinticinco años en la guerra y saben como van a pelear, que llegan donde vos y te quitan un zapato y no te das cuenta, que llegan y te degollan y no te das cuenta en que momento te degollaron. Yo creo que las personas más preparadas que hay en la guerra son los guerrilleros, inclusive más preparados que el mismo ejército, porque como ellos no tienen el apoyo de nadie, el apoyo de ellos son ellos mismos, entonces tratan de hacer las cosas lo mejor que pueden”. Al igual que Ana, Gonzalo narra la existencia de situaciones donde se hace evidente la supremacía en pie de fuerza de las FARC-EP sobre los paramilitares, que como ya se dijo se tiene que situar en el periodo concreto de la guerra donde dicha organización guerrillera alcanzó amplios niveles de expansión y sofisticación militar (Ortiz, 2005; Rangel, 1997). Sin embrago, el anterior testimonio también caracteriza a las FARC-EP como una organización militarmente “bien preparada” en relación ya no con la cantidad más sí con las habilidades de sus combatientes. Estas caracterizaciones que realizan los ex paramilitares sobre las FARC-EP y su accionar en la guerra se relacionan con el carácter de ejercito que dicha organización guerrillera se atribuye a si misma y con la “acreditación en la acción” que aparece en los discursos de los mandos (Bolívar, 2006). Alex al hacer una descripción de los combates con las FARC-EP reitera las capacidades militares de dicha guerrilla asociándolas sobre todo con la cantidad de combatientes e introduce al ejército como otro enemigo; de este último resalta, al igual que los excombatientes guerrilleros, el rol de la aviación. “Bueno duramos unos ocho días dándonos balín con las FARC. Pues son combates muy arrechos. Yo prefiero pelear más con el ejército o entre paracos porque sabe uno… pero es que las FARC ¡dios mío eso es una….una pelea muy dura! Donde miraba uno… recogía un bastón chino, un bastón chino es como, mejor dicho una bazuca, es como un tubo que dispara una 45
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granada que donde cogía un pelado eso quedaba una pata por allá en un palo, un brazo por allá en otro lado, lo volvía mierda […] Las FARC porque en sí es un grupo pues que nunca pelean poquitos. Pelean en cantidad. Cuando las FARC vienen en cortina no se meten con 100 personas, ellos se meten con 1000, 2000 hombres… Cuando vienen es a acabar mejor dicho hasta con el nido de la perra, como dice uno por ahí. Las fuerzas militares pues…también nos hicieron daño pues porque ellos tienen apoyo aéreo. Pues las fuerzas aéreas también o sea las fuerzas militares porque tienen mucho apoyo aéreo y para uno eso lo jode mucho. O sea lo debilita porque un helicóptero, mejor dicho cuando se ponen a bolear plomo venteado eso cinco, seis helicópteros boleando plomo, más la gente que hay en tierra… Y que ellos meten también muchos batallones. Pero yo preferiría pelear con el ejército porque de pronto ellos no manejan explosivos, como los manejan las FARC. Las FARC ha tenido campos minados y hay veces ha pasado uno por ahí. Entonces ellos manejan mucho explosivo, mientras el ejército no. Pues bueno el ejército tiene misiles, o sea, de los helicópteros, de los aviones de guerra, eso es una bomba, esa mierda es peor. Pero es que las FARC cuando dicen a acabar con algo, acaban de una. Y para mí es más duro las FARC […] La guerrilla tiene y mueve mucha gente en lo urbano, en la guerra y tiene mucha gente, o sea no cantidad de gente sino gente que de verdad sabe pelear. Y comandantes duros que pelean bien. Tienen frentes o columnas, por ejemplo la Rondón, la Teofilo, la móvil la del Cura Pérez. O sea son columnas y móviles que se la pasan, no se la pasan en un sólo lado, en un sólo departamento. Por decir en Boyacá el frente 51 y el 28 están peleando con el gobierno, si la Rondón está cerca apoyan o si la Teofilo está cerca los apoya. Y eso es una móvil como de 3.000, 4.000 hombres. Dígame usted para pelear uno por ahí 600 hombres para 4.000, eso es arrecho. Esas son las vainas que ellos tienen en estrategia”. La lógica de oposición legalidad / ilegalidad nos llevaría a pensar que el ejército como organización legal tendría el deber de combatir a los paramilitares vistos estos como una fuerza ilegal. Sin embargo, como se planteo en la introducción siguiendo a Vargas y a Romero, al igual que en otro países latinoamericanos en Colombia el estado y las fuerzas militares han promovido, ya sea por participación u omisión, el paramilitarismo15. En relación con ello, es interesante ver que el ejército solo aparece como enemigo en el testimonio de Alex, quien combatió en 15
En relación con ello ver las condenas proferidas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos al Estado colombiano por la participación u omisión en las masacres paramilitares de Mapiripan – Meta, Pueblo Bello e Ituango, Antioquia.
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las filas comandadas por Martín Llanos, mientras que en testimonios de personas que pertenecieron al BCB de las AUC se resalta el vínculo entre el ejército y los grupos paramilitares16. Esto nos lleva a plantear que en la guerra el otro no solo se construye como antagonista, también se edifica como aliado. A lo largo de las narraciones que se presentan en este texto se encontraran referencias a ese vínculo pero de manera concreta nos dice Hugo al respecto, “Pues por lo que el ejército, también depende digamos de la zona donde este, hay muchas zonas donde las autodefensas trabajan con el ejército y para nadie es un secreto. Y pues por lo menos en la zona donde estábamos nosotros sí se trabajaba con el ejército y nunca tuvimos un combate con ellos”. De manera similar, el testimonio de Gonzalo en donde se describen los combates con las guerrillas evidencia las relaciones entre las fuerzas militares y grupos paramilitares en especial el apoyo helicoportado que los segundos tenían de los primeros. “Mientras ellos se preocupan por lo que esta pasando en el momento bajan la guardia a su alrededor, entonces dicen que ellos están aquí y sabiendo que nosotros estamos aquí y los demás van a entrar por allá, entonces es como una forma de táctica de combate. Ustedes golpeen, normalmente ellos ven a los que están de verde no a los que están de negro. Aparte que teníamos el apoyo helicoportado, porque habían conexiones, eso para nadie es un secreto. Entonces nosotros sabíamos que ellos eran quinientos y entrábamos cincuenta, nosotros golpeábamos y salíamos mientras llegaba la aviación, el ejército, eso para nosotros era bacano y esa era la rabia de ellos: malditos, hijueputas, porque no pelean solos”. 16
Para comprender la diferenciación entre los grupos paramilitares comandados por Martín Llanos y el BC o BCB de las AUC es necesario remitirse a la historia de esos grupos en el sur del país durante el periodo aquí estudiado. Someramente, los primeros grupos paramilitares que se adentraron en la primera mitad de la década de los noventas a los departamentos de Vichada, Meta, Casanare, Guaviare fueron los denominados Carranceros, grupos originarios de los comandados por Víctor Carranza en la zona esmeraldera del país, de los cuales surgieron las Autodefensas Campesinas del Casanare (ACC) al mando de los Buitrago y posteriormente de Martín Llanos. En la segunda mitad de la década de los noventas incursionan las AUC al sur del país a través de dos bloques: primero el Bloque Centauros (BC) comandado por Miguel Arroyabe y posteriormente del Bloque Central Bolívar (BCB) dirigido por Macaco. En el 2002 las ACC y las AUC llegan a un acuerdo de división del territorio que fue incumplido razón por la cual se desató una guerra de exterminio entre los dos grupos paramilitares (ACC y AUC). En medio de esa confrontación en el 2003 el ejército inicia la persecución de Martín Llanos (Garzón, 2005).
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De manera contraria a lo que sucede en las caracterizaciones que realizan las guerrillas sobre el otro paramilitar, los excombatientes paramilitares tipifican a las guerrillas no resaltando su antagonismo sino refiriéndose a las capacidades de éstas en el combate. Esto nos llama la atención sobre la constante necesidad de situar los relatos en periodos históricos y de desarrollo del conflicto particulares. La construcción de la alteridad que realizan tanto ex guerrilleros como ex paramilitares corresponde a un desarrollo estructural y estratégico específico del conflicto, solo en el marco de ese periodo temporal, segunda mitad de la década de los noventas y primera mitad de la década del dos mil, y dentro de las estrategias militares de cada una de las organizaciones es que los testimonios pueden comprenderse. Esto vuelve a llamarnos la atención, tal como lo sugiere Bourdieu, sobre la relación existente entre estructura, construcción de sujeto y en este caso construcción de alteridad. Teniendo en cuenta lo anterior y habiendo expuesto las caracterizaciones sobre la alteridad y como esto supone construcciones de mismidad en las guerrillas y los paramilitares, en los siguientes dos acápites ahondaremos en las prácticas de combate y junto a ello en el carácter humano y socializador de estas.
La palabra como instrumento en el combate: cohesión, degradación e incitación. Tal como se planteo al inicio de este capítulo las acciones bélicas, entre las que se encuentra el combate, son espacios humanos y de socialización donde a partir de la construcción de un otro enemigo se realiza una construcción de la mismidad. Para comprender lo anterior, que puede ser contradictorio a la luz de las regulaciones y coacciones sobre la agresividad propias de una sociedad altamente interdependiente, racionalizada y pacificada (Bolívar, 2006), es necesario plantear siguiendo a Elías (1989) que la agresividad y la belicosidad son tan humanos como las acciones pacificas; la agresividad y la belicosidad así como los actos pacíficos y emotivamente contenidos son productos históricos. El combate y las prácticas que se ejecutan en él aparecen como anormales y degradantes puesto que se salen de las pautas emotivas sociales configuradas en una sociedad interdependiente y estatalizada, pero de eso no se deriva que sean actos inhumanos (Elías, 1989). Este acápite así como el siguiente nos permitirá exponer las acciones humanas y socializadoras del combate, el hecho de que en ese espacio la dominación de la agresividad, la belicosidad y la crueldad no se correspondan con las regulaciones y coacciones construidas en una sociedad estatalizada donde la agresión corporal es monopolio de instancias legitimadas por los poderes centrales (Elías, 1989: 240) no implica que no sean espacios y prácticas humanas. 48
La construcción de la alteridad
En los testimonios de los ex paramilitares sobresale el uso de la palabra como instrumento en el combate. Por medio de la palabra, de los gritos y consignas, se busca la cohesión y el apoyo del grupo durante las situaciones de combate, esto con el fin de mostrarse como un enemigo “fuerte” y cohesionado. Así mismo las palabras son utilizadas como un mecanismo de degradación del enemigo y de incitación a la pelea. Tal como lo plantea Hugo, excombatiente paramilitar, la palabra tiene un uso “psicológico” de intimidación y fortaleza durante el combate; “Pero sicológicamente todos tienen que estar apoyando, o sea, de “quibo gonorrea, hijueputas” “que son muy hombres, que vengan, que tal”. Y lo mismo ellos para acá. O sea sí es una guerra como sicológica y toda esa cuestión con la palabra. Y también o sea, entre más grites, o sea, no el grito en el sentido de dolor, de que ¡ay!, porque muchas veces también de eso se apoderan en un combate, como es el sentido del grito de que bueno, le dieron a este, le dieron al otro, entonces saben que la gente se esta desesperando. Mientras que cuando vos gritas que vamos pa´ adelante, que vamos a matarlos, que vamos a darles duro, entonces ya ven que el grupo es fuerte y no va a echar para atrás. Entonces también es como psicológico. Bueno estos no nos van a echar, no nos van a correr para atrás, pero también se nos están viniendo para encima. Tanto piensan ellos para nosotros, y nosotros también pensamos lo mismo cuando empiezan a gritar. O sea, prácticamente el que más grite allá, es el que más como poder psicológico tiene en ese sentido”. De manera contraria a lo que ocurre en una sociedad interdependiente donde “un control más intenso, anclado en la organización estatal, domina sobre las manifestaciones de la crueldad, la alegría producida por la destrucción y los sufrimientos ajenos, así como la afirmación de la superioridad física” (Elías, 1989: 231) en los espacios de combate, tal como lo expone Hugo, se desarrollan expresiones no tan coaccionadas de la agresividad a través de la palabra. Por medio de la palabra, expresada en gritos, se busca afirmar la superioridad del grupo, en este caso de los paramilitares, frente al enemigo. Al igual que Hugo, Alex reafirma el uso de la palabra para incitar al enemigo a la pelea, al combate, “Ya cuando los ve bien más acá, de decir más cerquita, pues uno sale y ta ta ta. Y ahí el que eche para atrás ya de los dos y como pueda ser ellos que se rindan. Como ya lo ven a uno rendirse, pues ellos se vienen dándole más. Y ya ahí que uno está debilitado ya no tiene hombres para pelear. Y uno se mira y uno comienza a gritar: ¡vénganse guerrillero a pelear! O sea a tratarlos mal para que ellos se vengan más. Uno comienza así a decirle: 49
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¡camarada hijueputa más bien venga a pelear, vengan que aquí estamos es los paracos de verdad!” Tal como lo evidencian las citas anteriores el uso de la palabra en el combate tiene un carácter viril. Frases como “aquí están los hombres de verdad” y “vengan que aquí estamos es los paracos de verdad” evidencian que por medio de las palabras y consignas se busca resaltar las capacidades masculinas de los combatientes y feminizar al enemigo. Tal como lo plantea Goldstein (2004) en los combates los combatientes asumen una posición masculina y dominante en oposición a un enemigo que construyen como femenino y subordinado a partir de diversas prácticas, como los insultos y la violación simbólica o directa. El testimonio de Ana describe como las palabras que se usan en el combate tienen un carácter sexual, nos dice ella, “A mi da me da risa porque vea, cuando estábamos en combate entonces así de distancia a distancia, gritaban las guerrillas “¡vengan paracos hijueputas, vengan y nos culean malparidos que ya sabemos que casi no tienen viejas, vengan malparidos y nos culean!” Y entonces contestaban los paracos “Ve estas guerrillas hijueputas agradezcan que no estábamos trabados porque o sino la picha seria más buena”. Para comprender el anterior testimonio es necesario tener en cuenta que, como veremos en el capítulo de género y sexualidad, la participación de las mujeres en las organizaciones insurgentes es superior que en los grupos paramilitares. Más allá que la referencia numérica, el relato de Ana es interesante porque muestra como las mujeres combatientes de las guerrillas retan y degradan a los paramilitares cuestionando su masculinidad y virilidad; aquí es importante recordar con Bourdieu (2000) que, dentro de un orden social androcéntrico, para un hombre el hecho de ser feminizado o su virilidad cuestionada es una humillación. Así mismo es importante resaltar para nuestra discusión sobre el carácter humano del combate la frase “A mi da me da risa” esto porque muestra que la configuración emotiva de Ana, la cual no la hace inhumana, contradice las pautas emotivas socialmente aceptadas en una sociedad estatalizada y pacificada (Elías, 1989; Bolívar, 2006).
La importancia del cuerpo en el combate: el cuerpo como trofeo. Al igual que la palabra, el cuerpo del enemigo y el uso simbólico que se hace de este en un combate son actos humanos, de socialización, y sirven como mecanismos de eliminación e intimidación del otro. El objetivo de los actores armados 50
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en un enfrentamiento campal no es solo dar de baja al enemigo, el objetivo es recuperar el cuerpo de éste con múltiples propósitos entre los que se encuentran intimidar al otro a través de una puesta en escena simbólica del cuerpo muerto o mostrar los muertos como trofeos del combate para emitir mensajes aterrorizantes y romper la voluntad de lucha de los enemigos (Lair, 2003). Al igual que la palabra, el uso del cuerpo del otro en un combate refleja pautas de belicosidad, agresividad y crueldad antagónicas a las construidas socialmente en las sociedades altamente interdependientes (Elías, 1989). Como veremos en este acápite las prácticas, por demás humanas, que se utilizan en un combate están inscritas en estrategias y estructuras propias de la guerra. Así mismo veremos que a pesar del grado de maquinización e impersonalidad que han adquirido las guerras contemporáneas (Elías, 1989), los combates que se dan en el marco del conflicto colombiano implican relaciones relativamente directas entre combatientes de diferentes bandos y con ello expresiones particulares de la agresividad y la crueldad. Los usos del cuerpo del enemigo son parte de las estrategias de guerra y combate de las organizaciones y grupos ilegales, tal como nos cuenta Roberto uno de los propósitos de las FARC-EP es herir mas no matar a los soldados puesto que, según él, los heridos implican más gastos económicos para el estado que los muertos; “Entonces qué pasa, cuando uno entra, al que dio papaya se sabe que hay que matarlo y quitarle el fusil. En un hostigamiento siempre hay que dejar heridos o muertos. Actualmente, últimamente estaban aplicando de que hay que dejarlo herido y no matarlo, porque pierde mucha más plata el gobierno con mil soldados heridos que no con 2000 soldados muertos. Tienen que seguirles pagando, comida, droga, eso vale mucha plata, el transporte, eso gastaban miles de millones de dólares, no pesos, sino miles de millones de dólares. Entonces pierde más el estado, se debilita más el estado; o sea, es una teoría que se maneja en la guerra”. Así mismo Roberto identifica que uno de los propósitos del ejército en un combate es capturar los cuerpos de los guerrilleros con el fin de mostrar sus logros públicamente, razón por la cual los combatientes guerrilleros deben estar atentos a recuperar a sus compañeros caídos en combate. “Mientras que si usted mira que fue lo que pasó y sabe por donde van las balas, usted se va bajito y está ayudando a sacar lo que hay que sacar, si hay heridos, si hay muertos, porque usted herido no lo puede dejar ni muerto tampoco. Eso no se puede porque ahí mismo está la prensa, ahí los militares sacan “¡miren! Matamos tantos aquí los mostramos”. Esos grupos de reacción, siempre se mantienen es para eso”. 51
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Algo similar narra Claudia excombatiente del ELN, “Si caen en combate se recogen o se esconden en una parte donde no los encuentren y después uno va por ellos, para que no se haga la publicación de que mataron tantos, que murieron tantos, cogieron tantos heridos. En los noticieros los pasan en cobijas. Y si matan tres colocan ocho. Y eso es mentira. Eso es pura mentira. Las noticias dicen muchas mentiras”. Por su parte los testimonios de los ex paramilitares son explícitos al caracterizar el cuerpo del enemigo como un trofeo y al describir los usos simbólicos que se hace de éste. Por medio del cuerpo y de prácticas de desmembramiento de éste se procura generar terror e intimidación en el enemigo. Al respecto describe Hugo, “Porque como en todo combate siempre uno busca es un trofeo, tanto la guerrilla como las autodefensas y hasta el mismo ejército. Y el trofeo para uno es el cuerpo de una persona, de un guerrillero o de una autodefensa. Y el punto más crítico de un combate es ahí cuando se van a recuperar cuerpos. […]Entonces prácticamente es el trofeo para uno, es lo mismo cuando uno cae un guerrillero, pues, uno busca es conseguir el cuerpo. Ahora también, ¿por qué lo hace uno? Muchas veces porque uno antes de salir a un combate pues lo primero que le ofrecen es su buen permiso y una cantidad de plata. Entonces ya después de que tú estas ahí pues sicológicamente no quieres dejar sacar al amigo, pero cuando tú ves que cae es un guerrillero, pues te vas a recogerlo y ese va a ser tu trofeo […] Psicológicamente para la guerrilla se le llevaron un cuerpo que es una unidad para ellos. Y si te sacaron con armamento y con tu munición de dotar, pues estas recuperando un fusil, que con ese fusil puedes matar 20, 30 autodefensas. Estás quitando el fusil, estas quitándole el cuerpo a un a un cuerpo de guerra; que sicológicamente también los va a afectar porque es un amigo para ellos. Pero también es un enemigo para uno. Entonces es el trofeo de uno, que tuve el coraje de meterme y sacarlo y ganármelo, y ahí esta. Y entonces ¿qué vamos a hacer con ese cuerpo? Muchas veces se pica y simplemente de respuesta se manda la cabeza en una bolsa, se le manda a la guerrilla. Entonces va a ser un, como un golpe psicológico para ellos. Como también para uno porque muchas veces cuando cogen ellos el cuerpo de un autodefensa pues hacen los mismo. Muchas veces ya muerto pues lo torturan, lo arrastran, lo amarran en un caballo, en una camioneta y lo andan 4, 5 kilómetros, rayándolo por el suelo, común y corriente, y después te mandan el cuerpo destrozado, la cabeza vuelta nada. De lado y lado siempre va a ser lo mismo. Entonces por eso te digo que eso es un trofeo”. 52
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El testimonio de Hugo nos muestra como las prácticas ejercidas sobre el cuerpo del otro enemigo en el marco de un combate, a pesar de su carácter destructivo, son prácticas constructivas. A partir de la destrucción se pretende construir espacios de terror que sean afines con las lógicas y estrategias de la guerra. Tal como lo plantea Lair “las agresiones contra los cuerpos son a menudo la huella de estrategias de posesión y de demostración de fuerza. Se trata de destruir, dejando huellas y emitiendo mensajes en el entorno” (Lair, 2003:100). El testimonio de Ana también es explicito a la hora de narrar los usos simbólicos que se hacen del cuerpo del enemigo. Particularmente resalta la violación de mujeres guerrilleras como un mecanismo utilizado por los paramilitares para degradar a sus enemigos, “Y, y por ejemplo cuando caían las guerrilleras heridas, se las violaban, las violaban y después las mataban. Y dependiendo del comandante, guerrillero que por ejemplo, fueron muy pocos los guerrilleros que dejaron trabajando con ellos, a la gran mayoría les sacaban información y los mataban. Eh… hubo un comandante, que no se si todavía esta vivo, que cogió a un guerrillero lo mató, compró un ataúd y se lo mandó a las guerrilla y con el tiempo la guerrilla también como que agarraron un comandante, o fue un paramilitar, e hicieron lo mismo. Sí, cosas raras que pasan allá. Eso pasó allá en el Caquetá… y sí, ellos hacían lo mismo…”. Este testimonio nos remite a plantear, al igual que en el acápite anterior, la manera como en situaciones de guerra y combate a partir de diferenciaciones de género y prácticas sexualizadas se pretende instaurar la dominación sobre el enemigo. Así mismo nos llama la atención sobre el uso, tanto en los grupos paramilitares como en la insurgencia, de prácticas de deconstrucción del cuerpo del otro cargadas de simbologías orientadas a generar terror e intimidación en el oponente. Refiriéndose a las prácticas utilizadas por los grupos guerrilleros para eliminar a sus enemigos nos cuenta Ana, “Estábamos una vez en combate. Yo me acuerdo tanto de Tinto, Tinto, alias Tinto, que era como de aquí de Boyacá. Y hablábamos mucho, “que cuando salga de acá, que volver a ver a mi mamá, que yo tengo una novia por allá”. Cuando estábamos en combate, ta ta ta ta ta, cuando me llega herido, y no fue herido, sino que fue que le paso así una bala. Cuando él llega así, “mona que me hirieron” y voy a ver y era una bala con cianuro. Camila, cianuro es veneno, en media hora ya esta muerto y en una hora ya esta que hay que enterrarlo porque esta podrido. Podrido es podrido. Y lo miro yo, “pero mona ¿qué pasa?” Y yo como le decía que... y yo, “no tino eso es cianuro” “¿qué?” 53
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y se me aferraba y como que me quería arrancar la pierna. “¡No mona no me deje morir, mona haga algo! Mona”. Ya, ya estaba mintiendo, ya se estaba muriendo. Camila, se me murió en las manos y no pude hacer nada porque uno con eso no puede hacer nada a menos de que hubiera llegado a tiempo, yo le hubiera podido cortar el brazo, si él lo hubiera permitido. Pero se me murió y me decía “es que yo tengo una hija, yo quiero conocer mi hija, no me deje morir mona”. Y así se me fue yendo y se me fue yendo y se me fue yendo, y se fue. Así pelea la guerrilla, así me peleaba la guerrilla. Y Tinto se fue así. Y tantos compañeros que se me fueron, que se me aferraban”. Si bien el uso de prácticas de deshumanización del otro a través de la alteración y el desmembramiento del cuerpo no se han evidenciado como un mecanismo sistemático de la insurgencia, el anterior testimonio nos muestra como la utilización de cianuro es un mecanismo utilizado por los grupos guerrilleros para combatir y eliminar a sus enemigos. Este mecanismo, tal como lo evidencia Ana en su relato, tienen el mismo efecto devastador y aterrorizante en el enemigo que el que impone las prácticas de desmembramiento del cuerpo ejercidas al parecer de manera mayoritaria por los grupos contrainsurgentes (ver anexo 2). Este capítulo nos ha permitido examinar como los combatientes de determinada organización armada caracterizan a sus enemigos para definirse y construirse a si mismos. En relación con este punto resaltamos las caracterizaciones diferenciadas que realizan los ex guerrilleros sobre sus enemigos paramilitares y militares; mientras que los primeros son vistos de manera antagónica los segundos, en especial los soldados rasos, son vistos como iguales. Por otra parte vimos como a pesar de los términos antagónicos con que los ex paramilitares caracterizan a la guerrilla, estos resaltan las fortalezas en estrategia militar que tienen las FARC-EP. Ligado a esto recalcamos la importancia de situar dichas construcciones en un momento espacio temporal y estratégico específico del conflicto colombiano: mediados de la década de los noventas, periodo en el cual las FARCEP atravesaban una etapa de fortalecimiento militar y los grupos paramilitares buscaban unificarse en las AUC así como copar mediante la lógica de quitarle el agua al pez los territorios de presencia histórica de la insurgencia. Al profundizar en las prácticas de combate vimos como la palabra y el uso simbólico del cuerpo del otro son mecanismos orientados a intimidar y producir terror en el enemigo. Esto nos lleva a plantear siguiendo a Elías que las acciones bélicas, como el combate, son espacios humanos de socialización donde las pautas de belicosidad y agresividad son diferentes a las construidas en sociedades interdependientes y pacificadas pero no por ello son inhumanas. Los combates y las acciones ejercidas por las diferentes organizaciones y grupos armados son 54
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campos donde a partir de la construcción o deconstrucción del otro se edifican nociones de la mismidad que orientan el orden del mundo y la vida cotidiana de los sujetos combatientes (Castillejo 2003; Blair, 2003, 2005; Lakoff y Johnson, 1995). Al recalcar sobre el carácter humano de los combates y las prácticas que se desarrollan en ellos la pretensión no es justificar dichas acciones mas si llamar la atención sobre el hecho de que concebirlas como inhumanas y animalizar a quienes las ejecutan responde a unas configuraciones emotivas propias de sociedades estatalizadas donde la agresividad y la belicosidad es contenida y expresada de maneras diferentes a las acontecidas en espacios de guerra y combate y que no por ello estas últimas son prácticas inhumanas.
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Capítulo 3
Regulación de la vida cotidiana. Como se expuso en la introducción de este texto el poder y lo político no son exclusivos de la esfera institucional, estatal y pública del orden social. Tal como lo plantea Foucault los espacios cotidianos, “infinitesimales”, que usualmente son considerados apolíticos son espacios donde se inscribe, se tramita el poder y se construyen sujetos. La vida diaria, las prácticas y relaciones que se inscriben en ella implican relaciones de poder, regulación y dominación (Dirks et.al, 1994). Prácticas como comer, dormir, cocinar, bañarse llevan implícitas y naturalizadas relaciones de dominación y diferenciación social; a través de esas prácticas se incorporan hábitos, disposiciones y se construyen cuerpos (Bourdieu, 2000; 2002). En las organizaciones y grupos armados, que pueden caracterizarse siguiendo a Coser (1978) y a Goffman (1961) como instituciones “voraces” y “totales”, la regulación de la vida diaria de los combatientes es de vital importancia para el sostenimiento de la organización y tiene características especificas y extremas (Castañeda, 2005). A través de esa regulación diaria, cotidiana y sistemática del sujeto, las organizaciones armadas construyen y adhieren a sus miembros a las dinámicas de la organización. El objetivo de este capítulo es analizar cómo se lleva a cabo la regulación de la vida cotidiana de los sujetos combatientes al interior de las organizaciones armadas aquí estudiadas. Indagaremos por los mecanismos de regulación cotidiana, las sanciones y, junto a ello, por las relaciones de jerarquía entre comandantes y combatientes al interior las FARC-EP, ELN y grupos paramilitares; de manera paralela estableceremos similitudes y diferencias entre dichos entes armados, esto teniendo en cuenta el carácter político militar de las organizaciones y grupos estudiados. El análisis que se desarrolla en este capítulo se apoya en las definiciones de instituciones “voraces” y “totales” propuestas por Lewis Coser y Erving Goffman, respectivamente. Al igual que en los capítulos anteriores, es necesario recordar que las prácticas que aquí se describen pueden variar según la región, el bloque, el frente y los personajes que participan de ellas, sin embargo en este capítulo trataremos de delinear unos rasgos generales de los actores armados estudiados ya que la regulación de la vida cotidiana esta suscrita, especialmente en la insurgencia, a estatutos y regímenes generales aplicados por esos actores.
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En este capítulo no se expondrán las formas de regulación de la sexualidad y las relaciones de pareja, estas serán motivo del capítulo siguiente.
La construcción diaria del combatiente: regulación de la vida cotidiana. Tal como lo plantea Goffman (1961) las “instituciones totales” se caracterizan por la coexistencia sistemática y única de un amplio grupo de personas dentro de un mismo espacio. Dicha coexistencia grupal y las necesidades de cada uno de los miembros que la componen es regulada de manera sistemática por una autoridad. Las “instituciones totales” se caracterizan por llevar a cabo una regulación de las necesidades, prácticas y tiempos diarios del sujeto. Nos dice Goffman, “las instituciones totales pueden definirse como un lugar de residencia y trabajo donde un amplio número de personas similarmente situadas, que han sido extraídas de una sociedad más amplia por un apreciable periodo de tiempo, juntos llevados y encerrados, llevan una vida administrada formalmente” (Goffman, 1961: 4, la traducción es mía). El autor plantea que las instituciones totales se caracterizan por romper la intersección y multiplicidad de círculos sociales en los que se desarrolla la vida del sujeto en la sociedad moderna. Como consecuencia de ello, plantea Goffman, es característico de dichas instituciones lo siguiente: “Primero, todos los aspectos de la vida son desarrollados en el mismo lugar y bajo la misma autoridad. Segundo, cada fase de la actividad diaria de los miembros se lleva a cabo junto a muchos otros que son tratados de la misma manera y a quienes se les solicita hacer la misma cosa juntos. Tercero, todas las fases de las actividades diarias están fijadas en un horario, arregladas de antemano, toda la secuencia de actividades es impuesta desde arriba por un sistema explicito de reglas formales y un cuerpo de oficiales. Finalmente, las diversas actividades se unifican en un único plan racional diseñado para cumplir los objetivos oficiales de la institución […] El manejo de muchas necesidades humanas a través de la organización burocrática de completos bloques de gente es la característica primordial de las instituciones totales” (Goffman, 1961: 6, la traducción es mía). Las organizaciones insurgentes FARC-EP y ELN, al igual que los órdenes militares regulares (Castañeda, 2005), reglamentan diariamente la vida de sus miembros a través de estatutos, reglas y jerarquías. Ejemplo de ello es la existencia al interior de las FARC-EP de tres documentos que orientan el quehacer cotidiano de la organización y sus miembros, estos son: el estatuto, el reglamento 58
Regulación de la vida cotidiana
de régimen disciplinario y las normas internas de comando o régimen interno17. Actividades como dormir, comer, “trabajar”, bañarse son reguladas por la organización y realizadas de manera pública y comunal junto a otros miembros de ésta. Esas actividades cotidianas están estipuladas y controladas siguiendo un horario estricto y están orientadas a construir un sujeto que, como plantea Coser (1978) para las “instituciones voraces”, guarde adhesión y lealtad a la organización18. El testimonio de Luís describe la manera como las actividades más “básicas” de la vida de los combatientes de las FARC-EP son reguladas por la organización; “Allá todos los días hay actividades, cuando está la gente encampamentada se cumple un régimen interno. La levantada es a las cuatro de la mañana, le dan diez o quince minutos, según como este estipulado el horario, para el cepillado y tomar tinto, y según como este el ambiente, si pueden hacer ejercicio se van al patio de formación, sudaderas y hacer ejercicio de las cuatro y media hasta las seis. Y sino todos los comandantes tiene que coger sus unidades y tienen un signo de atrincheramiento, tienen un sitio, entonces cada uno se va a atrincherar a esa parte, según como esté el orden público. Y hasta las seis, ya a las seis se recogen y se forma la gente y se da un parte. Si toca por escuadras pues cada comandante de escuadra en la formación da el parte y si no, el oficial de servicio saca el parte para darle al comandante que está encargado. De ahí se pasa al desayuno que es a las seis, por tardar a las seis y media; se desayuna caldo de carne, de hueso, con arepa, lo que más se desayuna es eso, caldo con arepa, eso si la arepa no puede faltar, asada o cuando no se puede asar, frita, con chocolate. A las siete ya tiene que estar la gente formada para el habla, el habla es como la escuela política, se llama habla. Entonces se entra una hora para dar noticias, cada combatiente tiene que llevar una noticia, tiene que escucharla por ahí ligerito, escucharse una noticia en radio. Los que tienen radio lo rotan. Siempre se deja uno, por escuadra o por guerrilla, copiando desde las cuatro hasta las seis noticias. Ellos son los que se paran al frente a dar las noticias, más o menos en media hora y la otra media hora es para discusión. La noticia que escuchen, cual17
Respecto a los contenidos de cada uno de esos tres documentos los estatutos de las FARCEP dicen lo siguiente: “El Estatuto formula en esencia, los fundamentos ideológicos de las FARC-EP, define su estructura orgánica, el régimen de comando, los deberes y derechos de los combatientes y otros principios básicos de la organización revolucionaria. El Reglamento de Régimen Disciplinario trata cuestiones esenciales de orden militar. Las Normas Internas de Comando (o régimen interno) tratan lo habitual en el ejercicio diario de la diversas unidades de las FARC-EP, incluidas comisiones, misiones y Unidades Tácticas de Combate (UTC)”.
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Una tabla comparativa que expone las actividades diarias en cada una de las organizaciones y grupos armados aquí estudiados se encuentra en el anexo No. 3.
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quiera, que tenga que ver con el país. Se discute mucho lo que es la política del estado, que combates, que lo que diga el presidente, y le miran el lado positivo a la noticia. Todo lo que se habla mal de la organización entonces allá dicen que es por esto y esto, le explican bien. Ahí todos pueden opinar, si alguien quiere opinar levanta la mano, todos tienen que hablar. Eso es todos los días, todos los días. Y de ahí del aula salen y dan diez minutos para extender la ropa que uno tenga mojada y vuelve al aula y ahí ya según lo que le toque a uno. Hay comandantes que tienen que dar la charla o combatientes que son políticos entonces les toca dar la charla que puede ser de reglamento, del régimen disciplinario, de normas, de cartilla militar, de historia de FARC, de don de mando, según lo que le toque. El don de mando es el documento básico para formar los mandos medios; cómo tiene que ser un mando con la tropa, qué actitud tienen que tener con la tropa y con la población civil. Los días normales, que no hay actividades, en el campamento siempre lo que es de lunes a viernes, sacando el miércoles, el miércoles es lo de las necesidades del combatiente, de pronto se carga un rato leña, y ahí ya hay lavado general; según el tiempo que haya le dan a uno una o dos horas para que la gente lave todo, lo que es equipo, cobija, todo, e igualmente el domingo. El domingo es un día que uno forma solo para pasar a comer, porque de todas maneras tienen que existir la formación para uno pasar a comer o refrigerio, y horas recreativas que se hacen, supongamos que cantan, que echan chistes, habían épocas en las que se podía hacer bulla entonces llevaban un equipo y se bailaba un rato. Los días así normalitos, así buenos, allá son los miércoles y los domingos que es satisfacer las necesidades del combatiente, que peluquearlos, que lavado, que los días de salud de ir al medico, pero igual allá el día que usted necesite una inyección ahí esta, porque ahí se hacen en unas parcelitas lo que es los meros médicos y ahí se mantiene la droga y las enfermeras. También si tienen balones y van a jugar se juega micro o fútbol. El domingo y el miércoles no se estudia, ese es el día de descanso, eso es cuando se esta en campamento. El almuerzo puede ser un sancocho, carne frita, arroz, patacones, frijoles, pero más que todo los frijoles y las arvejas lo dejan es para la tarde, para la cena. Carne sudada, arroz, allá las comidas tienen que ser bien preparadas, allá exigen mucho eso, se ponen jefes de casino los que están encargados de los rancheros; son las personas que tienen que mirar a ver que si se ahumó una comida tienen que responder o que si quedó cruda una comida. Los rancheros se eligen, si es de medio día le toca hacer la comida, el desayuno y el almuerzo y los refrigerios que son a las tres de la tarde uno y a las nueve de la mañana el otro, y ya descansa ese y entra otro”. 60
Regulación de la vida cotidiana
La anterior narración deja ver como el campamento guerrillero es un lugar físico donde se llevan a cabo de manera regulada y estipulada las actividades de la vida diaria de los combatientes de las FARC-EP. Luís nos llama la atención sobre la existencia de un régimen interno y de un horario establecido y controlado por una autoridad representada en el oficial de servicio o los comandantes, horario que esta principalmente supeditado a los ritmos que impone la guardia. Así mismo expone la existencia de unas reglas que definen, limitan y regulan todas las actividades diarias del sujeto combatiente, incluyendo la levantada, las comidas, el aseo corporal y la dormida. Si bien en este trabajo no tenemos como propósito realizar un análisis de los textos que componen los estatutos en las FARC-EP si somos concientes que las estrictas regulaciones sobre la vida de los combatientes que expresa Luis en su relato están supeditadas a dichos documentos19; los estatutos, entre ellos el régimen interno, son instrumentos de control que por demás reiteran el alto grado de burocratización de la organización guerrillera. En las FARC-EP, al igual que en las instituciones “voraces” y “totales”, la vida de sus miembros esta sujeta de manera exclusiva a las dinámicas de la organización; podemos plantear que por ello se encuentra en la anterior narración la idea de que la organización da el tiempo a la persona para hacer sus actividades. Cabe resaltar que, tal como lo menciona Luís y los testimonios que siguen a continuación, en las organizaciones insurgentes las actividades cotidianas incluyen o pretenden hacerlo una formación “político - ideológica”, esto se evidencia en la existencia de una hora estipulada para lo que se denomina habla o escuela política. El testimonio de Cristina continua la descripción de los días en las FARC-EP y aporta a ejemplificar como la organización regula diariamente la vida de sus combatientes. Nos dice, “Se levantaba uno a las 4:30 am, cuando se podía se pitaba, tres pitazos. Era obligación levantarse. Uno se levantaba recogía, se amarraba todo y se guardaba. Se pasaba a los sitios de cubrimiento, de atrincheramiento. Uno llevaba su maleta al puesto de uno y luego lo llamaban a formación para repartir las tareas. Hacer el aseo, recoger papeles, bolsas, barrer el piso, hacer chontos, aseo en la rancha, que el cuadrado dos por dos para la basura. De 5:00am a 6:00am se hacia aseo, de 6:00am a 7:00am desayuno y lavar la olla, luego tareas. Se organizaba la guardia del día que la organizaba el oficial de servicio que lo escogía el comandante. Los turnos de guardia 19
Con el fin de situar los relatos de excombatientes de las FARC-EP en las producciones formales de dicha organización guerrillera al final del documento anexamos los numerales del régimen interno correspondientes a la regulación de la vida diaria. Ver anexo No. 4.
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eran cada dos horas, el de las tres y el de las cinco de la mañana eran los más duros. Si había jornada de salud se disponía una hora en la mañana para dar enfermería. Cuando no había mucho que hacer se arreglaba el equipo, todo se marcaba con el nombre. El tiempo del baño era de 10:00am a 11:00am o de 2:00pm a 3:00pm, después del almuerzo, por escuadra se daba el baño. El almuerzo era a las 12:00m y la comida a las 4:00pm. Las charlas se daban después del almuerzo o en la noche de 6:00pm a 7:00pm. A las ocho de la noche ya todo el mundo se dormía. Uno vivía engomado con todas esas cosas. Son hábitos. Lo adiestran a uno como a los animalitos. Se acostumbra uno. Las reglas, los castigos, las guardias, uno con la vida de allá olvidaba la vida de afuera, desde el comienzo allá a uno le hacen olvidar la familia”. Antes de entrar a analizar los anteriores testimonios veremos como este tipo de regulación cotidiana y sistemática también se da al interior del ELN, tal como lo narra Claudia excombatiente de dicha organización; “En el campamento un día normal, por ejemplo por la mañana se hace el aseo en todo el campamento, se raja la leña, ver si la seguridad esta estable. Después de eso deporte, después viene el baño, de ahí viene el estudio. El estudio si no falta todos los días después que estés en el campamento. Después de eso ya la comida en la tarde, después noticias, después resumen de noticias entre todos y ya ahí sí ya dormir. Y si es fuera del campamento debes estar en las tareas que tú tengas que hacer. Si a ti te mandaron te tienes que ir, o sea, tu tiempo esta disponible para lo que te manden. O si estamos en marcha, normal, o sea, se descansa, se tiene una meta, nos toca ir a una parte… Por ejemplo el mando dice vamos a ir a tal parte, son tantos días, son tantos días. Entonces uno donde llega por la tarde… o si le toca andar de noche. Siempre hay el tiempo por ejemplo para uno bañarse, para la comida y sigue su marcha normal otra vez. Camina dos, tres días, según el tiempo que sea necesario. Si estas en el campamento tienes tu hora para bañarte. Es una hora exacta. Si estas en el campamento tienes una hora exacta para bañarte, todos tienen la misma hora. Hay una hora, entonces por ejemplo se va fulanito, fulanito, fulanito, fulanito, van y echan baño, tiene 15 minutos. Cuando vuelven ahí van otros quince y así. Hombres y mujeres se bañan juntos, normal, juntos, todos juntos”. 62
Regulación de la vida cotidiana
Los testimonios expuestos hasta el momento dejan ver la manera como las organizaciones insurgentes colombianas regulan la vida diaria de sus combatientes y evidencian rasgos propios de las instituciones “totales” y “voraces”. Para comprender esto es necesario tener en cuenta que las instituciones u organizaciones “voraces” tal como las define Lewis Coser son entes que, contrariando la pluralidad y multiplicidad de posiciones en el mundo que son asumidas por el sujeto moderno, implican la adhesión y lealtad total del sujeto a las dinámicas de la organización. Las instituciones voraces son aquellos grupos u organizaciones que exigen una adhesión absoluta del sujeto, establecen barreras simbólicas para diferenciar a sus miembros de otros grupos sociales, disponen un estricto control social sobre sus miembros, impiden la división entre vida privada y pública y que buscando la lealtad absoluta del sujeto procuran extraerlo de otras esferas y campos sociales (Coser, 1978). Las narraciones de los excombatientes de las FARC-EP y el ELN demuestran como estas organizaciones a través del control y la regulación de la vida diaria y de las actividades más “intimas” adhieren los sujetos combatientes a la organización y hacen de ésta su único espacio de construcción de lazos sociales (Bolívar, 2006). Todas las facetas de la vida de los y las combatientes se desarrollan al interior de las organizaciones armadas, la organización se preocupa por evitar el tiempo libre de sus combatientes, por regular todas las prácticas y situaciones diarias del sujeto. Coser refiriéndose a las dinámicas y prácticas impuestas por el partido bolchevique sobre sus miembros nos dice “el militante comunista esta obligado a desarrollar una actividad constante. “Esa actividad” le consume la mayor parte de su tiempo y le ofrece pocas oportunidades para la reflexión. El ocio engendra emociones particularizantes. La actividad constante y el control absoluto de la atención y las facultades, impiden que la mente se desvíe de sus causes habituales” (Coser, 1978: 128). Los testimonios presentados evidencian como las FARC-EP y el ELN, al igual que las instituciones voraces descritas por Coser, procuran que sus miembros estén en actividades constantemente, actividades que, como dice Goffman al caracterizar las instituciones totales, están arregladas de antemano, estipuladas en un horario y controladas por un sistema explicito de reglas formales, que en el caso de las FARC-EP es el régimen interno. El carácter jerárquico y burocratizado de las organizaciones insurgentes (Rangel, 1997; Ortiz, 2005) así como su carácter de patria social (Bolívar, 2006) permite encontrar en ellas rasgos como la pretensión de adhesión y lealtad incondicional del sujeto, mecanismos simbólicos de regulación y diferenciación, mecanismos de regulación de las necesidades y prácticas cotidianas del sujeto y la inexistencia de una esfera privada. El sujeto miembro de esas instituciones no tiene espacios sociales ajenos a la organización, su socialización esta exclusiva63
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mente relacionada con ella. Por lo anterior y siguiendo a Coser (1978), podemos plantear que la ruptura con el vínculo familiar caracteriza a los sujetos que hacen parte de una organización armada, “total” y “voraz”; “Consagrarse a la causa implica desligarse de su “medio ambiente” familia, territorio y cuanta emoción implique o ponga en peligro la adhesión al grupo […] La abolición de la vida familiar aseguraba que los individuos actuarían siempre en sus papeles públicos; es decir que renunciaran a una vida privada” (Coser, 1978: 125 -136). Tal como nos dijo Cristina en su testimonio “uno con la vida de allá olvidaba la vida de afuera, desde el comienzo allá a uno le hacen olvidar la familia”. Los testimonios que presentamos a continuación sugieren que las organizaciones armadas insurgentes, trabajan para extirpar los vínculos familiares de los combatientes y presentar a la organización como la familia; los lazos que se construyen entre compañeros combatientes remplazan los vínculos familiares. Al respecto nos dice Roberto, “Uno tiene es que aprender a ser una familia, que allá no que porque usted es rola, que porque yo soy llanero, que porque el otro es negrito, no allá todos somos lo mismo. Que simplemente respetar que hay un mando que él da ordenes, que hay que obedecerle a él […] Y que usted entra allá y por ejemplo usted digamos en la formación que le dan usted no puede tratar mal a un compañero ni a una compañera tampoco. Saber que es la formación. Yo no le pudo decir “esta piroa” o “esta marica”, nada, eso no se puede utilizar allá. O sea las groserías eso tiene que pasar a la historia. El compañerismo. Usted está enfermo, no. Todos somos una familia. Uno tiene que respetar, que no puede robar, que no puede matar”. De manera similar nos habla Luís, “Entre la guerrillerada existe una amistad que todos se cuidan a si mismos, supongamos que si usted no esta y que dónde esta fulano, no que esta en la guardia y va a llover, bueno la ropa, yo le amparo la comida, que el refrigerio, yo le amparo el refrigerio, se lo puedo llevar al puesto o no se lo puedo llevar, todos están pendientes de todos. La relación allá es muy bonita, todos están pendientes de todos, de las cosas de uno. Que si usted esta enfermo, que donde esta fulano, no que el esta enfermo, yo le amparo la comida. Todo el mundo esta pendiente de las cosas de todo el mundo. Porque igual allá para conseguir una cosa todos tienen que, así como el dicho, todos tienen que sufrir para tener lo que tienen. Por eso allá hay una igualdad, que hay comida pero que no alcanza para todos entonces esperemos y consigamos más […] Para mi la familia mía era esa gente, mi familia eran 64
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los combatientes, uno cuando esta lejos de ellos a uno le hace falta estar con ellos, a uno le hace falta estar con ellos. Cuando uno esta con ellos uno esta contento, uno quiere irse para allá, esa es la familia de uno. Es gente con la que uno la va, la va y la va, y siempre esta con ellos, uno se enseña con ellos, uno esta para arriba y para abajo con ellos entonces uno se enseña a ellos y ellos a uno”. Luís y Roberto muestran como a través del rompimiento con la vida anterior, con los lazos familiares y privados del sujeto, se garantiza una adhesión total a la organización (Coser, 1978) y se construye un sentido de colectividad (Bolívar, 2006). Esos testimonios no solo evidencian el carácter “voraz” de las FARC-EP también evidencian como dicha organización es el canal que encuentran diversos sujetos para actuar colectivamente superando lo que son como individuos (Bolívar, 2006). Para comprender ello a cabalidad sería necesario indagar por las motivaciones de los sujetos para vincularse a la organización, lo cual no es objetivo de este estudio. A pesar de esa limitante pero teniendo en cuenta los anteriores testimonios podemos sugerir, tal como lo hace Bolívar siguiendo a Elías, que las FARC-EP “ofrecen a ciertos hombres un sitio de refugio menos comprometido con la familia, una segunda patria, un escudo contra el aislamiento, una respuesta a las necesidades del amor, amistad y afirmación del sentido de autoestima a través de la inclinación y el afecto de otros individuos y a través de dar una tarea que provea de sentido a la vida individual y a la existencia colectiva” (Elías en Bolívar, 2006: 17). De manera contraria a los grupos insurgentes, los grupos paramilitares dado su carácter mercenario (Romero, 2003; Cubides, 1999) e individualista (Cárdenas, 2005; Bolívar, 2006) realizan un control cotidiano poco regulado sobre sus combatientes y no procuran una adhesión total del sujeto al grupo. En los grupos paramilitares el control cotidiano es menos estricto que en las guerrillas, hay espacio para el ocio, hay menos tareas y las actividades no incluyen una formación “político – ideológica”. El testimonio de Hugo excombatiente del BCB es diciente frente a eso, “Un día a ver, te levantas normal, ya depende si te toca el rancho o si no te toca. Si no te toca el rancho pues sabes que tienes un turno de guardia en la tarde, en el día, de cierta hora a cierta hora. Muchas veces tu puedes llegar a una mata monte y puedes durar ahí un mes. Una mata monte es como un islote de solo, de solo árboles y bosque y toda esta cuestión. Entonces ahí ya vas a conformar digamos tu campamento y vas a durar un mes ahí. Ahí ya es cuando ya empieza bueno ya ¿qué hay que hacer? Te levantas, recoges tu hamaca, arreglas tu equipo, te bañas, te cambias, si tienes ropa que lavar, 65
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los camuflados vas y lavas, lo que tienes que hacer. Bueno terminó eso, si te toco ir a prestar tu turno de guardia te vas, prestas tu turno, quedas libre todo el día. Entonces que haces tu en el resto de día que estás libre, te vas entonces le ayudas al ranchero, te vas y a veces te pones a jugar cartas con los amigos, o se reúnen con los amigos a fumar cigarrillo, a hablar cháchara, a reírse. Hay otro que no falta el confidente que estoy aburrido, que ¿si me entiende? Y también el estado de ánimo del día que tú te levantes, porque no todas las veces estás de un ánimo, de una sonrisa de oreja a oreja. Muchas veces te levantas con ganas hasta de matar al que primero que te mire, pero sabes que estás con unas reglas y no las vas a romper. Y también por más caspa que usted haya sido, digamos en un vida anterior, siempre vas a tener miedo de que te van a matar, te van a matar, ¿si me entiendes? En el mismo grupo porque pues uno nunca sabe qué va a pasar en el transcurso del día. Muchas veces tú te puedes poner a jugar con un amigo y resultan peleando y esa pelea puede resultar en una muerte porque ya al comandante le dio rabia, pues quiso matar a los dos, simplemente por estar peleando. Entonces la ley se tumba por las propias manos, pero las manos del comandante no las del patrullero. Como también en esas mismas peleas, tu empiezas jugando con un compañero, resultan yéndose a las manos y para eso que está el fusil ahí cerquita y pues qué haces tu. Si ves que de pronto tu compañero te va a levantar el fusil y te va a disparar, pues muchas veces reaccionas primero, sin saber si el te va a disparar realmente o no. Pero de resto es un día normal. Porque tu trabajo prácticamente es no hacer nada, simplemente estar a disposición de un comandante. Y bueno, si cierto grupo esta sin hacer nada muchas veces cuando ya vas a durar digamos un mes, dos meses en una mata monte, depende el tiempo que tenga conciliado el comandante, pues ya te ponen a hacer labores como hacer cabañas con madera, ir a cortar leña, todas esas cuestiones también. Te levantas, tienes que barrer tu cambuche, dejar tu pedazo de zona donde dormiste limpia, ir a recoger leña para llevarle al ranchero, eso si es una obligación diaria. Que hay 9 en la escuadra, entonces cada uno va y trae 9 baldados, un baldado, 2 baldados de agua, para tener proveído al ranchero ahí, con su leña al día y todo. Cuando no estás haciendo nada te vas a jugar fútbol, te pones a contar chistes, te pones a jugar con los amigos, pero en sí, en sí, hay una hermandad muy bacana. Muchas historias, muchas historias, es como todo, cualquier cantidad de personas, todos te están contando una historia diferente, todo el día. Entonces ahí tienes… Muchas veces te levantes y no, quieres estar por ahí sólo. Vas, te sientas por ahí encima de un palo a comer mango, o te pones a escribir o a escuchar 66
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música, te acuestas en la hamaca, te pones a escuchar música, muchas veces te pones a leer un libro. Y de resto ya cuando quieres estar con el combo, y estas bien, estas contento, pues llegarás a donde el grupo que te conoce y si están jugando cartas pues te sentarás allá a ver jugar cartas, o te pondrás a jugar cartas. O hay unos que juegan fútbol, entonces clavan 4 palos, 2 canchas y juegue fútbol y se apuesta”. Tal como lo expone el anterior testimonio en los grupos paramilitares la regulación de la vida diaria de los combatientes es menor que en las organizaciones insurgentes. A pesar de que en estos grupos existe una regulación instaurada por el tener que cumplir la guardia o realizar determinadas tareas, el carácter mercenario de los paramilitares, la inexistencia de un orden rígido y burocratizado, implica que la vida diaria de los combatientes de esos grupos se caracterice, por “el tiempo libre”, los espacios de ocio y la inexistencia de relaciones sociales reguladas estrictamente por reglas u horarios previamente establecidos. A pesar de la inexistencia de rasgos voraces y totales radicales en los grupos paramilitares así como de rasgos de colectividad, al interior de esos grupos también se construyen sentimientos de familiaridad y hermandad. Al respecto nos dice Hugo, “Pero en el sentido de, digamos de los compañeros, de la parte de los patrulleros, se llega a conformar un vinculo tan grande como de, de, de hermandad pero no con todos. Siempre va a haber uno que otro amigo especial y eso de cada contra-guerrilla. Como digamos yo cuando recién llegué con el único que me la pasaba era con un primo mío que fue con el que yo llegué a hacer el trabajo. Y con ese pelado era con el único que nos la pasábamos porque pues cuando recién entramos, todos quedamos en la misma escuadra. Ya después como al mes fue que ya bueno me cambiaron de contraguerrilla, ya el cogió para otra contra-guerrilla, yo cogí para otra. Y ahí fue que ya empieza ya otra vez como a empezar a encontrar uno las amistades, hay uno que de pronto le cae mal, hay otro que de pronto pues como que lo trata porque sí porque no, y hay otro con el que conecta usted como debe ser. Entonces en el sentido de, como de esa hermandad, siempre hay, casi con todos los patrulleros es buena porque pues, allá uno sólo, encerrado, la única familia que tiene prácticamente son ellos. Con los que usted esta hablando, con los que usted esta llorando, con los que usted esta riendo, con todos ellos”. Respecto a este último testimonio es necesario aclarar que si bien en los grupos paramilitares se da una ruptura de los vínculos familiares de los sujetos combatientes ésta no tiene las dimensiones que tiene en los grupos guerrilleros. 67
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Los grupos contrainsurgentes permiten que sus miembros, en algunas ocasiones, salgan de la organización a otros espacios de socialización, lo que se denomina en un lenguaje militar “pedir la baja”. Los combatientes paramilitares tienen reglas más laxas respecto a la relación y comunicación con su familia y otras esferas sociales que las que se presentan en la guerrilla. Esto esta relacionado con el hecho de que los grupos paramilitares no funcionan como patria social, no son para sus miembros la única posibilidad de aparición en el espacio social (Bolívar, 2006) así como con el carácter empresarial de dichos grupos (Cárdenas, 2005) lo cual se refleja en el pago de sueldo a los combatientes.20
Sanciones: poniendo al sujeto en el cauce la organización. Tal como lo plantea Coser, las instituciones voraces están constantemente garantizando y procurando la adhesión y lealtad del sujeto a la organización. De esa manera todo lo que ponga en riesgo o signifique deslealtad a la institución voraz es sancionado. Las sanciones son un mecanismo explicito de control orientado a poner en el camino correcto de la adhesión a la organización al sujeto que hace algo mal, en contravía de la organización (Coser, 1978). En las organizaciones y grupos armados aquí estudiados las sanciones tienen varias dimensiones, se encuentran sanciones relacionadas con el trabajo físico, con el estudio, con el dolor corporal hasta sanciones que conllevan la muerte del combatiente. Así mismo existen diversas causas de una sanción: la violación al régimen interno, el incumplimiento de reglas y órdenes, la deserción, la traición entre otras21. El objetivo de este acápite es identificar cuáles son los mecanismos y prácticas punitivas utilizadas en las organizaciones armadas ilegales analizadas para sancionar a sus combatientes. Si bien se encuentran similitudes en lo que se sanciona, hay tajantes diferencias entre los actores insurgentes y contrainsurgentes respecto a los mecanismos utilizados para sancionar a los combatientes. Como veremos a continuación en los testimonios, las sanciones dentro de las organiza20
Respecto al carácter de empresa de los paramilitares narra Ana, “cuando los muchachos ingresaban a las filas, Doble Cero se paraba al frente de todos y decía: “el Bloque Central Bolívar es una empresa que genera empleo. Aquí les vamos a pagar 350.000 pesos mensuales”. Lo que Doble Cero no aclaraba era que esos 350.000 pesos no los iban a pagar mensualmente, puntualmente cada mes, sino cada año. Si es que pagaban todos los meses. Entonces cada nueve meses pagaban dos meses y el muchacho, por no perder el resto de meses, entonces se quedaba esperando y así sucesivamente los iban enredando. Seguía doble cero, “350.000 pesos mensuales, 200.000 pesos para la comida”.
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Una tabla comparativa que expone qué se sanciona y cómo se sanciona en cada una de las organizaciones y grupos armados aquí estudiados se encuentra en el anexo No. 4.
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ciones insurgentes están más burocratizadas y reglamentadas que en los grupos paramilitares. Así mismo las sanciones que involucran el maltrato físico y el dolor son más comunes en los grupos contrainsurgentes que en las guerrillas. Respecto de las sanciones en las FARC-EP nos cuenta Luís, “Las sanciones se dan satisfaciendo las necesidades de los mismos combatientes, que cargando leña, a veces uno tienen que cargar agua, o a veces tiene que cargar uno piedra para mandarlas para el campamento, los caminos, o que de pronto le toca a uno estudiar, eso va según como sea la persona porque como se dice allá una persona que sea política, que entienda harto de política, entonces no se puede sancionar con política, tienen que ponerle trabajo material para que sienta. Pero una persona bien, que haya sido del campo, bien trabajador, entonces usted que va a ir a ponerle veinte viajes de leña si eso es una recocha para él, entonces se le ponen documentos, a estudiar documentos, y ahí si le dan en la vena a uno porque eso no le gusta. Uno tiene que estudiar y dar la charla y ahí humm…Pero a uno le ponían a cargar viajes de leña o piedras y uno listo, eso era como si nada; pero si a usted lo ponen a estudiar o que lo pongan a leer, yo sabía leer pero muy poquito. Igual si usted no sabe leer bien usted le pide a otro muchacho que le lea y usted hace el resumen y da la charla. Si uno no entiende las preguntas que le hacen uno va donde el comandante y le dice qué quiere decir tal cosa y él le explica. Allá es prohibido maltratar a una persona, inclusive si usted maltrata a una persona con palabras ya lo sancionan por simplemente eso, porque allá no se permite eso, o irle usted a pegar una patada a otro eso allá no se puede. Si una persona comete un error existe un medio que se llama relación, es donde se leen las sanciones y supongamos que si alguien cometió algo esa persona sale al frente y dice vea yo hice tal cosa o el comandante lee que fulano hizo tal cosa”. El testimonio de Luís nos llama la atención sobre los diferentes tipos de sanciones que existen en las FARC-EP y sobre la orientación de éstas. Tal como nos dice el excombatiente las sanciones están dirigidas a que el combatiente sancionado “sienta”, por ello se establecen diferencias entre los miembros políticos y militares de la organización. Las sanciones implican hacer cosas que no son comunes en la vida diaria y a las cuales el combatiente no esta acostumbrado, de esa manera el estudio o el trabajo físico se imponen como sanción en casos diferentes. Sin embargo a pesar de que la sanción esta orientada a el sentir esto, según Luís, no implica el maltrato físico explicito y directo. De la misma manera Luís resalta la existencia de un medio llamado relación, donde se codifican los errores y las sanciones, y el carácter público de las mismas, lo cual nos llama nuevamente la 69
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atención sobre el carácter total, en términos de Goffman, de dicha organización guerrillera. Roberto describe lo que se sanciona en las FARC-EP, en especial lo relacionado con el régimen interno, e introduce el consejo de guerra como una forma reglamentada de imponer sanciones extremas, como el fusilamiento, a los combatientes. Ese testimonio nos deja ver la manera como las sanciones en las FARCEP están reglamentadas, son públicas y burocratizadas22; “Hay muchas sanciones diferentes. El violar el régimen interno es cuando uno, por ejemplo, yo voy y pido el permiso en la minuta para sacar el permiso para vernos los dos esta noche, entonces nos niegan el permiso, entonces no, vamos a estar los dos así sea en la guardia o en la caleta o donde sea o en el camino o en los chontos o yo no sé a donde, eso es violar el régimen interno. Violar el régimen interno allá es, por ejemplo, que a las cuatro de la tarde tiene que estar recogida toda clase de ropa y empacados los equipos, entonces resulta que yo hoy tendí mi ropa, la tengo por allá y yo no recojo nada. A las 4 de la tarde se forma con equipo y todo al patio. Cuando está uno en campamento y está más que todo en entrenamiento, a las cuatro de la tarde pitan y usted al patio con el equipo puesto, usted tiene todo ahí, casa, cama, todo lo tiene usted amarrado en el equipo. Entonces resulta de que cuando está formado en el patio sacan a alguien y “vaya hágame una revisión al campamento general”. Y que en tal parte hay una hamaca tendida, hay un americano extendido, ¿de quién es, de quién es esa ropa? Ahí aparece el dueño. Entonces eso se lo van metiendo a uno en la hoja de vida, eso es violación al régimen interno. Violación al régimen interno es que usted se quede dormido en la guardia, que lo manden a un oficio y usted lo haga de mala gana, todo eso es violación al régimen interno. O que lo manden a ranchar y que lo haga de mala gana, que deje las comidas ahumadas o crudas, eso es violación del régimen interno. Todo eso le van aplicando normas ahí, o sea le van colocando como fallas en la hoja de vida. Que lo manden a una misión y le dicen a usted “usted no puede entrar a ninguna casa civil”, y fue y se metió en una casa civil. Cuando ya miran que se sobrepasa, primero lo sientan y le dan consejos, cuando ya miran que no pueden entonces lo sancionan, le meten estudio, lo echan de chonto, ranchadas, bueno, una cantidad de cosas, cargar leña, a 22
El documento formal de las FARC-EP orientado a regular qué y cómo se sanciona al interior de dicha organización guerrillera es el denominado Reglamento de Régimen Disciplinario. Con el fin de situar los testimonios de excombatientes en las producciones formales de la organización guerrillera al final de este texto reproducimos dicho documento. Ver anexo No. 6.
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resumir. Por ejemplo hacer usted, transcribir el nuevo modo de operar que hay, luego resumirlo. Ya cuando termina de hacer toda esa sanción, lo de huecos, marchas, cargas de leña, cargas del indio, bueno, un poconón de cosas, entonces lo hacen formar a la gente 12, 15 o 50 o 100 lo que haiga, una columna o lo que sea, entonces le dicen compañero, camarada fulano de tal, dé un paso al frente y uno lo da por la derecha siempre, por el lado de la derecha uno sale y da la vuelta y se para al lado de donde esta el oficial de servicio. Entonces por ejemplo le dicen a uno camarada fulano de tal que culminó la sanción por esto así, así y así, leen todo el problema, entonces ¿acepta la columna de que sí?, entonces aceptan que sí. Entonces ya después uno se disculpa, los invita a ellos a que no cometan ese error. Porque usted comete 3 o 4 errores, ya el último le da fusilamiento, o sea ya a usted lo amarran. Consejo de guerra. Si, ya usted se va es para el hueco. Sencilla la razón, se va usted a tragar es tierra”. De manera similar nos habla Cristina sobre las sanciones en su organización, ella describe explícitamente qué causa y cómo funciona un consejo de guerra. Menciona la deserción, la traición, y la “desmoralización insuperable” como causas del consejo de guerra, “eran castigos como pasar mucho tiempo en la guardia, viajes de leña, cuatrocientos viajes, era pesado fuera como fuera uno se reventaba, hacer chontos. Cuando estaba uno en tierra caliente era bueno pero cuando estaba uno en tierra fría en esos paramos, en el Cocuy, las sanciones eran que lo levantaban a uno a la madrugada, los levantaban a bañarse. Los sancionaban por dormirse en la guardia, por comer algo que no estaba permitido, por alzar la voz y no hacer caso, insubordinación, incumplimiento de las órdenes. Allá castigan el grupismo porque eso es visto como una amenaza para la organización, la gente se puede desertar. Las sanciones eran acumulables hasta que llegaban al consejo de guerra. El consejo de guerra lo hacían cuando había delación, traición, desmoralización insuperable, cuando la gente esta en constante llanto y aburrimiento. En un consejo de guerra hay un acusado, que esta amarrado, un acusador que casi siempre es el comandante, una defensa, pero eso solo es una figura no es que sea pues la democracia. Eso es como el juicio de Jesucristo, si el comandante dice que lo maten todos dicen que lo maten. Cuando se hace un consejo de guerra se busca es que a la persona la maten”. Antes de analizar los testimonios de las FARC-EP en relación con los mecanismos de sanción y lo que es sancionado expondremos las sanciones en el ELN 71
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las cuales son descritas por Claudia en su testimonio. Aquí también se resalta el consejo de guerra como un mecanismo extremo de sanción; “Según lo que hagan. Las sanciones que hay allá son que lo desarman, que lo ponen a cargar leña, que lo ponen a cargar agua, que lo ponen a trabajar, esas son las sanciones. Pero la más dura es que te quiten tu fusil, porque esa es tu vida allá. Si, esas son las sanciones allá. Pero de torturas no. Consejo de guerra se hace cuando por ejemplo tú eres guerrillera y matas un civil o matas un guerrillero. O por ejemplo un guerrillero viola una civil o una guerrillera, eso olvídese, que eso si se le venga, lo matan”. Retomando a Coser para el análisis de los testimonios resaltamos que las FARC-EP y el ELN, entendidas como instituciones voraces, se preocupan por procurar la adhesión de sus miembros a la organización. Los anteriores testimonios nos exponen como las organizaciones insurgentes sancionan todas aquellas actitudes que desde su condición voraz son entendidas como una amenaza para la organización. La insubordinación, el incumplimiento de órdenes, la violación al régimen interno, la desmoralización insuperable, el grupismo, son sancionados puesto que pueden resquebrajar la pretensión de la organización de consolidarse como el único espacio de vida de sus miembros. Particularmente lo que se denomina desmoralización insuperable esta asociado a la pretensión de extirpar cualquier emoción, que por demás se supone femenina, del sujeto combatiente (Goldstein, 2001; Castañeda; 2005; Londoño, 2005); las emociones son vistas al interior de las organizaciones voraces como generadoras de desapego a la organización por ello su más mínima expresión es sancionada (Coser, 1978). Así mismo es importante resaltar de esas narraciones el carácter burocratizado e institucionalizado de las sanciones, el ejemplo máximo de ello es la existencia del consejo de guerra. Todos los testimonios expuestos presentan las sanciones como algo sistemáticamente regulado y público, según los excombatientes no son los comandantes en un acto autónomo los que deciden qué y cómo sancionar, son los estatutos de la organización los que lo hacen. Sin embrago es importante resaltar, siguiendo las palabras de Cristina y Roberto, que a pesar de la existencia de mecanismos de sanción institucionalizados, reglamentados y burocratizados, como el consejo de guerra, al final lo que se impone es la voluntad de los mandos. De manera contraria a las organizaciones insurgentes en los grupos paramilitares, tal como lo muestran los testimonios que siguen a continuación, las sanciones se caracterizan por la autonomía de los comandantes para imponer castigos sobre sus combatientes y la importancia que tienen el dolor físico, corporal. El carácter fragmentado y escasamente burocratizado de estos grupos (Romero, 2003; Cubides, 1999) así como la posición asalariada de sus combatientes, con72
Regulación de la vida cotidiana
lleva a que las sanciones que se apliquen en su interior sean menos reguladas que en los grupos insurgentes y a que la pérdida del sueldo, el dolor físico y la muerte sean mecanismos de sanción e intimidación de los combatientes. El testimonio de Hugo describe explícitamente esos puntos, “Pero, o sea, eso ya es digamos depende la embarrada. Que lo pillaron sentado digamos en el puesto de guardia, cuando en el puesto de guardia uno siempre tiene que estar es parado y pues pendiente, que lo pillaron sentado en la guardia se hacen castigos menores, como de volteo o como de ocho días en el rancho. Castigos superficiales. Ya hay otras que de pronto ya digamos si usted se duerme en la guardia, depende si usted ha sido buen patrullero, de pronto le perdonan la vida. Como muchas veces el castigo puede ser, como a mi me paso, que una vez me encontraron dormido en guardia y por no matarme entonces me mandaron cuatro días amarrado en un charco, en una quebrada y el agua pegándote en la cara y hasta el cuello. Amarrado tú cuatro días ahí pues, ahí es cuando tú pierdes como la esperanza ¿yo por qué estoy aquí? ¿Qué me pasó? Y ya sicológicamente ya tú te ves y ya sabes que no, no te puedes arrepentir por más que quieras, pues es muy duro […] Y pues sí, los castigos son esos, digamos la muerte, digamos que los mantengan amarrados, 15 o 20 días en el rancho. O 15 días de 6 de la mañana a 6 de la tarde en una planada sin comida y sin agua, todo el día ahí durante 15 días; y ese va a ser tu trabajo durante 15 días: estarte debajo del sol ahí, sin nada de sombra, así llueva, truene o haga sol ahí te toca 15 días parado. Si tienes castigo durante 6 días o 7 días entonces esos días tienes que levantarte a las 6 de la mañana, ir a pararte en cierto punto donde ellos te ubican y ahí cumples de 6 de la mañana a 6 de la tarde. Y cuando se acaban las 6 de la tarde regresas a tu escuadra. Por la noche prestas tu guardia común y corriente. Te salvas de la guardia del día, pero tampoco comes en el día, ni comes, ni te dan agua ni nada”. Las palabras y experiencias de Hugo muestran como el dolor físico, el maltrato y la muerte son mecanismos de sanción al interior de lo grupos paramilitares. De manera similar nos cuenta Alex, “Pues hay veces sancionan leve cuando uno se duerme en guardia, pues… pues según. Porque en las Autodefensas nunca perdonan eso, dormirse en la guardia. Hay veces el comandante que lo pilla a uno durmiendo en la guardia. Y lo ve, y entonces... No lo mata. Lo despierta a uno. Y bueno al otro día pues lo ponen a voltear medio día o dos horas, o a cargar agua todo el día, o leña, o hacer una trinchera todo el día. Cuando… también pues cuando 73
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uno se subordina y uno le falta el respeto a un comandante lo sancionan también. La sanción también es según lo que haya hecho uno. Ya una evadida, eso puede ser una sanción grave. Pues ahí la castigan sin sueldo… si no lo matan lo dejan sin sueldo y lo mandan para la base a voltear. Esa es una sanción más grave o lo meten al cepo un mes. Eso es una vaina donde lo meten a uno, donde le echan azúcar, agua, melado de azúcar, comida, para que las hormigas lo vayan picando a uno, eso es como un calabozo. Eso es como un calabozo, pero por los lados está el agua, donde usted no puede recostar contra el palo porque usted tiene que ir en la mitad ahí, en la mitad. Eso es el cepo. Eso es una de las sanciones más duras que puede haber en las Autodefensas”. Antes de analizar los anteriores testimonios veremos que estas características de los castigos paramilitares las corrobora Gonzalo hablando sobre su experiencia de comandante, quien ejecutaba las sanciones: “Conseguí a uno de ellos dormido en la guardia y eso no se perdona, sin embargo yo le metí una cachetada y le dije que los iba a sancionar quitándoles dos meses de sueldo, ellos se sintieron mal, no comando que porque va a hacer eso, les dije mire que este imbécil dormido en la guardia donde yo sea otro comandante lo mato y nadie me dice nada. Les dije se las voy a pasar por ser la primera vez, ellos creyeron que yo no se las iba a pasar, que era mentira mía, que yo no se las iba a pasar (...) Allá la gente le pierde el respeto a la vida, era prohibido fumar marihuana pero aun así fumaban marihuana, no se podían quedar dormidos en la guardia y aun así había gente que se quedaba dormido en la guardia, entonces la gente se quería morir a veces y obviamente hay comandantes que no les pesa la mano para matarlo a uno por nada. Se formaba por ejemplo el bloque, el bloque, y el comandante sacaba, no el que yo te digo, el mío no, la pistola y mataba a cuatro o cinco solamente por verlos caer y eso le baja la moral al patrullero, entonces ya todo el mundo se quería venir de allá. Entonces buscamos otro esquema ya político donde se hablaba, se decía porque no se debía matar patrulleros y las cosas lograron mejorarse un poco...” Los tres testimonios presentados nos muestran como el uso de mecanismos punitivos que implican el castigo y dolor corporal así como la perdida de sueldo son utilizados en los grupos paramilitares a la hora de sancionar a sus combatientes. El uso del “cepo”, del maltrato físico y de los asesinatos a voluntad de los comandantes nos recuerdan lo planteado por Eric Lair frente a la importancia del uso del terror al interior de las organizaciones armadas para mantener la cohesión 74
Regulación de la vida cotidiana
de sus estructuras a partir de la intimidación de sus combatientes. Nos dice el autor “los castigos corporales y los asesinatos intraorganizacionales, cometidos en presencia de los demás miembros del grupo, pretenden mantener una disciplina y una cohesión por el uso de la coerción y el terror” (Lair, 2003:101). Así mismo y de manera contraria a lo expuesto por los excombatientes guerrilleros, las narraciones de Hugo, Gonzalo y Alex evidencian la autonomía de los comandantes para ejercer y aplicar castigos a sus combatientes. Esto puede estar relacionado tanto con el carácter descentralizado de esos grupos (Romero, 2003; Cubides, 1999) así como con la distancia que existe al interior de los paramilitares entre comandantes y combatientes. Tal como lo expone Bolívar (2006) en las AUC no hay un discurso de un “nosotros” cohesionado y unitario como lo existe en las FARC-EP, por el contrario existe un discurso diferenciador entre comandantes y combatientes. Ligado con esto y refiriéndose a las formas de sanción e intimidación que demuestran la autonomía de los comandantes paramilitares para sancionar a sus combatientes así como la intimidación que generaban las sanciones, nos dice Ana, “Una vez se voló un compañero que trabajaba con explosivos. Se voló y fue se entregó a un batallón ahí en Florencia, ah, pues se puso de bocón que él sabía de comandantes, que él sabía donde había caletas guardadas… pues se regresaron de operativo. A mi me hicieron correr y se me llevaron como veinte millones de pesos en medicamentos y en equipos. Se llevaron fusiles, les fue muy bien. Bueno, salieron del operativo, cuando a los dos días llega mi comando, mi comandante con él. Lo había comprado. Se lo compró al ejército, bueno a algunos del ejército, lo compró, pagó como siete millones de pesos por él. Y delante de todo mundo, reunió a todo el bloque, dos mil hombres, y empezó a torturarlo vivo, vivo empezó a quitarle la piel, vivo, y vivo empezó a picarlo… y vivo lo picó. Y “gonorreas hijueputas, ¿quién se va a volar?, ¿quién se va a ir de sapo?” Yo pensaba en todo eso y yo lloraba. “Ay dios mío, déjame salir de acá, yo tengo mucho por hacer, déjame salir de acá, déjame salir de acá”. La descripción sobre los mecanismos utilizados por las organizaciones y grupos armados aquí estudiados para sancionar a sus miembros nos deja ver como en los grupos insurgentes las relaciones jerárquicas entre comandantes y combatientes, a diferencia de lo que ocurre en los grupos paramilitares, están reguladas y burocratizadas. Como vimos ello no implica la inexistencia de voluntades individuales de los mandos al interior de las guerrillas mas si impone diferencias entre los ordenes contrainsurgentes, donde la autonomía de los comandantes es explicita, y los ordenes insurgentes, donde los mandos están sujetos al régimen 75
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interno. Para exponer y sustentar más claramente esta diferenciación presentaremos los mecanismos y pasos que deben seguir los combatientes para llegar a ser mandos y los matices de la relación entre comandantes y combatientes en las organizaciones guerrilleras aquí estudiadas23. Relacionado con ello al interior de las FARC-EP nos dice Luís, “La vida de cada guerrillero se la da el mismo combatiente. A como usted sea, así mismo le va allá. Si usted se porta mal pues le va mal porque vive sancionado y todo, pero si usted es una persona que cumple las normas y todo, entonces se va ganando los meritos para usted surgir. Ya si usted es un combatiente bueno que tanto en lo político como en lo militar usted se destaca ya lo van mirando para comenzar la carrera de mando. Se da en varias formas, hay veces que uno dura, a mi me toco durar como tres años. La ventaja mía fue que cuando a mi me dieron el mando a mi me oficializaron, el mando cuando es oficializado se lo da a uno el bloque. En cambio hay otras partes en que el mando se lo da a uno los comandantes de frente. Ese mando se lo pueden dar a usted si usted es una persona buena. Ahorita eso ha cambiado mucho, si usted a los ocho meses le miran arranque para todo, lo ponen de reemplazante de escuadra. Porque allá la gente tiene que superarse, todos no pueden quedar de todo, la gente tiene que salir adelante, tiene que ser mando. El mando comienza con reemplazante de escuadra, comandante de escuadra, reemplazante de guerrilla, comandante de guerrilla, reemplazante de compañía y comandante de compañía y así sucesivamente”. El testimonio de Luís nos llama la atención sobre la relación entre cumplimiento de la norma, buen comportamiento y ascenso en la estructura de la organización. Así mismo nos demuestra el grado de institucionalización que existe en las FARC-EP para ascender en la escala jerárquica. De la misma manera el testimonio de Roberto describe la relación entre el mando y el combatiente y las responsabilidades que un mando tienen frente a su tropa. “Mando es que usted tiene su comando su escuadra, usted tiene un número de personas encargadas, usted tiene que responder por esa gente, tiene que estar pendiente de la logística, que un enfermo, que en pelea usted tiene que organizarlos, cómo tienen que pelear, que usted para allá, que usted para acá, tiene usted que estar pendiente de esa gente que no se vaya a quedar, bueno que si le dieron a una persona de una vez sacarlo darle los
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En el anexo No. 7 se encuentra lo dispuesto en el Estatuto General de las FARC-EP respecto a los requisitos para ser comandante al interior de dicha organización.
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primeros auxilios. Usted como mando tiene que responder por su gente, si a usted le llegan a matar a un guerrillero y es por culpa suya usted tiene que responder. Pues si de pronto fue por culpa suya, hasta un guerrillero se lo perdonan a uno, pero si fue más de un guerrillero por culpa de uno, que le hayan dado una orden y uno no la haya cumplido y le hayan matado dos, tres, guerrilleros a uno por culpa de uno lo pueden fusilar. Porque en la guerrilla cuidan mucho lo que es un combatiente, allá cuidan mucho a la persona, allá cuidan mucho de que no los vallan a matar, pues igual las peleas son duras y el que se murió estaba en su pelea, pero que lo maten de una forma que no haya justificación, pero que tenga justificación la muerte de un guerrillero, le va mal a uno”. Estas características de la relación entre comandantes y combatientes que se encuentran en las FARC-EP se encuentran de manera similar en el testimonio de Fernando excombatiente del ELN. Él también describe como los mandos son responsables de la tropa y da a entender sobre la existencia de unas relaciones de camaradería entre comandantes y combatientes. Como valor agregado de este testimonio hay una descripción de cómo esta estructurado el ELN. “Allá se lo gana uno por sus capacidades y su comportamiento. El que desempeñe el mejor trabajo responde por la otra gente, por la vereda y se encarga de concientizar al campesino. Cuando yo entré era chiquito me decían “quipisito”. Como al año de haber entrado ya tenía mando, me decían “magiber”, me tenían respetico, me sentía grande. Me mandaban a hacer cosas en la autopista, bloquear la autopista, traer logística para el frente, coger comida para los campesinos. Yo fui mando de destacamento, era comandante de 8 mujeres y 22 hombres, de 28 para abajo, el más viejo tenía 35 años… y ahhh jueputa si pasábamos bueno. Yo les decía a los pelados “a mi no me mire como su comandante”, yo era como un niño, recochero. Por el día de la fiesta, en navidad, yo me relajaba, comía bien. Para mi no hay comida mala. Allá cuando hay se come bien si no se aguanta, eso si que todo se compartiera, la comida es colectiva y hay que respetar las cosas del colectivo. El día que le toca aguantar hambre a uno ese día es malo, de resto se recocha. (...) Cuando se hace la rueda radial se dan las noticias de orden público, se habla entre los bloques, los viejos, el comandante Gabino le da moral a uno… (refiriéndose a Gabino) tiene carácter humilde, es parecido al “Che”, es trabajador. Allá los comandantes no los conoce cualquiera porque pueden infiltrarse. Es que allá caritas ve uno como un berraco pero corazones no. Ellos ya no combaten. 77
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El ELN esta organizado así: el COSE que es el secretariado, los bloques, los frentes que se componen de dos compañías, las compañías que son de 90 hombres, los destacamentos que son de 30 hombres, las escuadras que son de 12 o 6 hombres y las triadas que son tres hombres”. Si bien estos tres testimonios no hacen evidentes las relaciones de diferenciación y dominación que existen entre comandantes y combatientes al interior de las organizaciones guerrilleras, relaciones que como veremos en el capítulo siguiente están ligadas al control de la sexualidad y las relaciones de pareja, si nos permiten exponer como en las FARC-EP y en el ELN, a diferencia de lo que ocurre en los grupos paramilitares, la interacción entre mandos y combatientes esta regulada. Así mismo permiten resaltar la importancia que tiene el combatiente para dichas organizaciones y, ligado a ello, la responsabilidad que tienen los mandos frente al cuidado y la vida de sus subordinados, lo cual contrasta con las prácticas al interior de los grupos paramilitares. Este capítulo nos ha permitido ver como el proceso de construcción de sujetos combatientes en las organizaciones armadas es un proceso continuo. No solo en las escuelas de formación y los periodos de entrenamiento se construye a los combatientes, a través del control de las rutinas cotidianas y de todas las esferas de la vida del sujeto las organizaciones armadas, en especial las insurgentes, construyen y adhieren al sujeto combatiente a la organización. Así mismo este capítulo nos ha permitido ver como las sanciones son un mecanismo utilizado por las organizaciones y grupos armados para consolidar las relaciones entre el sujeto combatiente y la institución armada. Paralelamente nos ha permitido establecer algunas diferenciaciones entre los grupos paramilitares y guerrilleros en relación con los mecanismos de sanción y junto a ello frente a la relación entre comandantes y combatientes. Tal como se ha evidenciado las sanciones y las relaciones jerárquicas al interior de las organizaciones insurgentes están más reglamentadas y cohesionadas que en los grupos paramilitares donde se resaltan el maltrato físico directo y la autonomía de los mandos. El próximo capítulo nos permitirá ahondar más en las formas de regulación de las esferas íntimas del sujeto y en la relación entre comandantes y combatientes en las organizaciones estudiadas, con ello podremos ver explícitamente la instauración de relaciones de dominación y diferenciación al interior de la insurgencia.
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Capítulo 4
Género, sexualidad y jerarquización. Las oposiciones y divisiones androcéntricas que estructuran el orden social implican la instauración de roles, habitus y disposiciones diferenciados entre hombres y mujeres; a partir de allí se asocia a la mujer con la esfera privada, lo pasivo, húmedo, débil y sumiso en oposición a un hombre fuerte, público, proveedor y dominante (Bourdieu, 2000). Como consecuencia de esa división social, que implica relaciones de dominación, la guerra y la violencia han sido concebidas como campos primordialmente masculinos y viriles (Castañeda, 2005; Goldstein, 2001; Londoño, 2005; Wills, 2005). Por ello a lo largo de la historia los ejércitos han sido constituidos principalmente por hombres y los roles que han asumido las mujeres en la guerra son “no guerreros”; éstas se han desempeñado como enfermeras, madres, trabajadoras sexuales, seguidoras, colaboradoras, victimas o activistas de la paz (Goldstein, 2001: 251). A pesar de esa caracterización masculina de la guerra, que ha implicado la ausencia de mujeres en los ejércitos y en los campos de batalla, las organizaciones ilegales, en especial las insurgentes, han vinculado mujeres a sus organizaciones. Contrariamente a lo que ocurre en los ejércitos y los conflictos regulares, las guerrillas durante los conflictos irregulares han vinculado mujeres a sus filas (Goldstein, 2001). En Colombia “aunque no se dispone de cifras exactas se estima que cerca del 40% de las FARC-EP son mujeres. Se sabe también de su participación significativa en el ELN y, en menor proporción, en las filas paramilitares” (Londoño, 2005). Algunos estudios sugieren que uno de cada diez combatientes paramilitares es mujer, mientras que la proporción en las guerrillas es cuatro de cada diez (SUIVD-SEGOB, 2007). Lo anterior se relaciona con el hecho de que solo del 10% al 14% de las personas excombatientes que habitan en Bogotá son mujeres (PACPR, 2005; 2006). Desde una mirada efímera se puede argumentar que la vinculación de las mujeres a la guerra subvierte las divisiones y roles androcéntricos que estructuran el orden social y que dicha vinculación promulga la igualdad de género. Sin embrago, como veremos en los testimonios que se presentan en este capítulo, la manera como se caracteriza a la mujer dentro de las organizaciones armadas, las prácticas de regulación que se imponen sobre su cuerpo, los roles que ellas cumplen y la manera como a través y sobre ellas se tramitan relaciones de je-
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rarquización, reproducen las relaciones de diferenciación entre lo femenino y lo masculino. A pesar de los discursos de igualdad sostenidos por las organizaciones insurgentes donde se presentan como equivalentes a hombres y mujeres (Goldstein, 2001) en la práctica cotidiana de las organizaciones se reproducen relaciones de dominación y diferenciación. Hombres y mujeres no viven ni experimentan la guerra de igual manera, la condición de mujer impone sobre las combatientes una vivencia diferente y particular de la guerra y de la vida en las organizaciones armadas (Londoño, 2005; Otero, 2006). Particularmente los controles sobre la sexualidad de los y las combatientes que ejercen las organizaciones armadas, “voraces” (Coser, 1978), son experimentados de manera radicalmente diferente por hombres y mujeres. Teniendo en cuenta lo anterior, en este capítulo nos proponemos exponer la manera como las mujeres combatientes son caracterizadas en las FARC-EP, ELN y grupos paramilitares. Así mismo indagaremos por la regulación de las relaciones de pareja, la relación entre sexualidad y jerarquización y, finalmente, por los controles que se instauran sobre el cuerpo femenino en cada una de las organizaciones y grupos estudiados. Es necesario aclarar que dichas caracterizaciones y prácticas de regulación están suscritas a la estructura y carácter político-militar de las organizaciones y grupos aquí analizados. El carácter insurgente y burocratizado de las FARC-EP y el ELN impone dinámicas de regulación y construye nociones sobre la mujer diferentes a las que se da al interior de los grupos paramilitares.
Caracterización de la mujer combatiente: entre la igualdad y la diferenciación. Tal como se expuso en el acápite de fuentes y metodología presentado en la introducción de este texto las tres mujeres que fueron entrevistadas para esta investigación fueron, de manera constante o intercalada, enfermeras dentro de las organizaciones armadas. Así mismo, el estudio del SUIVD sobre mujeres víctimas y victimarias en Bogotá evidencia que las mujeres guerrilleras desarrollan labores logísticas, de enlace o de apoyo como enfermeras o medicas y las mujeres en los grupos paramilitares cumplen labores de informantes, “campaneras” o de extorsión (SUIVD-SEGOB, 2007). Lo anterior muestra que si bien “ellas reciben el mismo tipo de entrenamiento militar que los hombres y la ideología comunista oficial las declara equivalentes, en la practica, las mujeres tienden a permanecer en rangos bajos o a concentrarse en asuntos médicos” (Goldstein, 2001: 79). El posicionamiento de la mujer dentro de las guerrillas y los roles que ellas cumplen no son entendidos como fuente o ejemplo de diferenciaciones androcéntricas al 80
Género, sexualidad y jerarquización
interior de dichas organizaciones. Tal como lo sugiere Goldstein (2001) los grupos insurgentes, que tienen unidades mixtas de combatientes, en sus discursos caracterizan a las mujeres como iguales y equivalentes a los hombres. Esta idea de igualdad y no discriminación aparece en los relatos de los excombatientes guerrilleros entrevistados. Al respecto nos dice Luís, “Dentro de la organización hay mujeres menos que los hombres pero hay, los derechos son iguales, los derechos que tiene un hombre los tiene una mujer, y así mismo es el respeto allá que porque es mujer eso es lo mismo, igual. El entrenamiento es igual que ya de pronto las mujeres hay cosas que no las puede hacer, que no alcanzan a hacer lo que un hombre hace, hay muchos ejercicios que ellas se quedan pero igual no las van a estropear ni nada. La relación con ellas es normal, igual, igual que con cualquier persona. Allá no existe la discriminación a la mujer, eso es igual, que si hay una cosa para alguien hay para todos sino no hay para nadie, prefieren no darle a nadie; tiene que ser igual para todos”. Al igual que Luís, Fernando excombatiente del ELN caracteriza a la mujer guerrillera como un sujeto igual al hombre combatiente; “la mujer es vista como cualquier otro, la mujer tiene que aportarle a la causa”. Ambos testimonios dejan ver, tal como lo sugiere Cárdenas (2005) en su investigación, cómo la mujer es concebida como un miembro de la organización armada, como un sujeto con iguales derechos que los hombres. Esta noción de igualdad entre hombres y mujeres también es expresada, por Hugo excombatiente de los paramilitares, “Las combatientes es lo mismo, a ellas prácticamente les toca prestar su guardia normal. Pues o sea, en el grupo donde yo estuve pues más o menos llegué a ver por ahí unas 20, 25 peladas no más. No fue mucho. Regla número uno: no la puedes tocar, ni puedes ser…ya pues ya depende, o sea, por más hombre que tu seas y estés 6, 7, 8 meses en el monte, pues siempre va a haber la regla de que se va a respetar la mujer. Como todo, es un organismo más del grupo y también es un combatiente, entonces no hay ninguna diferencia. En el sentido del trato con ellas pues, ya es muy diferente porque pues ya uno no va a ser tan brusco en el juego, la recocha. Pero el resto, el resto, tiene que ser lo mismo o similarmente es lo mismo. Viven en una escuadra, hay veces que se levantan aburridas, hay veces que se levantan alegres, el baño pues si tratan de tomarlo aparte de los hombres, eso no es así que porque llevemos 8 o 10 meses viviendo en la misma escuadra con una pelada ya tenemos el derecho de ir a bañarnos con ella. No. Nunca, 81
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ellas por su lado y uno por uno. Cuando ellas se pueden bañar, tiene sus sitios. De resto no, las mujeres es lo mismo, lo mismo que uno, sufren, lloran, prestan guardia, ranchan, igualito, no hay ninguna diferencia…”. El anterior testimonio caracteriza, de manera similar a las narraciones insurgentes, a la mujer como un igual, como parte de un organismo. Así mismo caracteriza a las mujeres como seres humanos que, al igual que los hombres combatientes, sienten y deben realizar prácticas cotidianas dispuestas por la organización. Dicha caracterización que resalta similitudes entre hombres y mujeres en términos de emociones es insólita puesto que contradice una de las labores y objetivos que tienen las organizaciones armadas durante el proceso de socialización de sus combatientes: extirpar todo tipo de emoción, que se asocia con lo femenino, de sus combatientes masculinos (Castañeda, 2005; Goldstein, 2001; Bourdieu, 2000; Londoño, 2005). Sin embargo, esa caracterización igualitaria se rompe en el momento en que Hugo plantea que el trato - la relación- con las mujeres debe ser diferente, “menos brusco” y fuerte, cuando asocia el respeto a la sexualidad y cuando describe las esferas separadas en las que se desarrollan actividades como el baño; allí el excombatiente hace evidente la existencia de estructuras espaciales y simbólicas que reproducen las caracterizaciones sociales diferenciadas, dicotómicas, entre los géneros. A diferencia del relato de Hugo, los relatos de Gonzalo y Ana son explícitos al caracterizar a las mujeres paramilitares en relación con las prácticas sexuales, como sujetos “débiles” y “desvalorizados”. Al respecto nos dice Gonzalo, “habían como siete mujeres, en todo el bloque, siete mujeres que no servían para nada, no servían para nada, eran como todas las mujeres en la guerra, querían era acostarse con todos los hombres que habían allá y nada más, no servían ni para prestar guardia a pesar de que venían de un entrenamiento completamente difícil, difícil, pero allá se pierde ese valor como mujer completamente(…)las mujeres de los paracos, aparte de que no sirven sino para tener relaciones sexuales, hacen dos tiritos y como saben que van a apoyarlas entonces ya se despelucaron, o ya no puedo disparar más porque se me vino el periodo, entonces hay como mucha contemplación con ellas, pero eso es en el combate porque en el entrenamiento si es parejo, entonces ya ellas vienen aquí a la ciudad y vienen ya desvalorizadas, desvalorizadas, y aquí siguen haciendo lo mismo. Tenaz, una mujer que haya estado en la guerra para tener una relación estable es muy difícil, porque yo ya he tenido relaciones con mujeres que han estado en la guerra, con ex guerrilleras, con ex paracas y definitivamente no”. 82
Género, sexualidad y jerarquización
Ana a pesar de ser una mujer excombatiente paramilitar, se refiere a las mujeres de su grupo de manera similar a como lo hace el anterior testimonio. Su condición de enfermera le permitía a ella diferenciarse del resto de las mujeres paramilitares, por eso nos dice, “Mientras estuve en el Caquetá, cuando yo llegué, habían tres mujeres. Camila, una niña que murió en combate por el ejército y estaba la piraña… Mi comando decía que a él no le gustaban las viejas en el bloque porque si no era que servían de cantimplora, eran un problema. De pronto yo tengo para decir de que las mujeres de las autodefensas a comparación de las mujeres de la guerrilla no son tan berracas y tan aguerridas como las mujeres de izquierda, ¿si? Las de acá son más flojas. La gran mayoría de las mujeres, la gran mayoría y no todas porque si hay unas que, que, de pronto tuvieron su formación como militares, eran muy pocas. La gran mayoría de las mujeres las sacaban de los barrios; los comandantes se las llevan como mocitas y entonces ya eran paracas. Vuelvo, repito, si hay unas que sí les hicieron entrenamiento, que tienen su formación, pero esas uno las reconoce porque su disciplina, me entiende, no hablan como tanta mierda: “ahh que es que yo soy la paraca, que yo vengo y mato” ¿si? Entonces al comandante no le gustaban las viejas en el bloque”. Los dos anteriores testimonios contienen varios puntos interesantes relacionados con la manera como se caracteriza a la mujer en los grupos contrainsurgentes. Tal como lo exponen Gonzalo y Ana a la mujer paramilitar se le tipifica como alguien “inservible”, “desvalorizado”, “infiel” y “débil”. La debilidad e ineficacia esta asociada a la supuesta incapacidad de realizar labores militares, incapacidad que se atribuye, particularmente en el testimonio de Gonzalo, a su ser y biología femenina, en especial a su periodo menstrual. Esa caracterización reproduce las diferenciaciones socialmente establecidas sobre los géneros donde se asume a la mujer como un sujeto débil en oposición a un hombre fuerte, preparado para la guerra (Bourdieu, 2000; Castañeda; 2005; Goldstein, 2001). Ambos testimonios resaltan los roles sexuales que cumplen las mujeres dentro de esos grupos, en relación con ello se les tipifica como “desvalorizadas”. Dado a que las mujeres paramilitares trasgreden los parámetros socialmente construidos y aceptados sobre la sexualidad femenina, como lo son la fidelidad, la intimidad y afectividad (Bourdieu, 2000) a ellas se les caracteriza como “desvalorizadas”. Esa tipificación lleva implícita la idea de que el “valor” femenino esta ligado a la monogamia, fidelidad y contención de las pulsiones sexuales. Es interesante ver que en ambos testimonios se imputa a la mujer la responsabilidad de su “desvalorización” mas no se hace referencia al rol que cumplen los hombres en el acto 83
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sexual. Finalmente es necesario recalcar que la caracterización que se realiza de la mujer paramilitar esta ligada al carácter mercenario de dichos grupos armados. Este acápite nos ha dejado ver como en las organizaciones insurgentes la mujer es caracterizada como “igual”, un sujeto con los mismos derechos que los hombres, mientras que en las organizaciones contrainsurgentes las mujeres se tipifican como “débiles” y “desvalorizadas”. Sin embrago esta caracterización que se hace en el discurso, especialmente en el insurgente, no se corresponde con la práctica. En los siguientes tres acápites veremos como los controles sobre la sexualidad, las relaciones de jerarquización y los controles sobre el cuerpo femenino evidencian la ruptura entre discurso y práctica, en especial en las FARC-EP y el ELN.
Relaciones sexuales y vida de pareja: control de las esferas “intimas” del sujeto. Como vimos en el capítulo anterior las organizaciones armadas, entendidas como organizaciones voraces y totales, pretenden adherir a sus miembros a la organización a través de la regulación sistemática de las prácticas cotidianas del sujeto. Uno de los ámbitos donde se expresa de manera radical ese objetivo es en el control de las relaciones de pareja y la sexualidad. Tal como lo plantea Coser “el análisis estructural de algunas organizaciones voraces ha revelado su tendencia a considerar a los vínculos sexuales estables como un impedimento para obtener la lealtad y la adhesión absoluta que reclaman de todos o algunos de sus miembros” (Coser, 1978: 129). De la misma manera en dichas instituciones “se estimaba que las relaciones exclusivas con la persona amada podían chocar con la lealtad del individuo a la colectividad” (Coser, 1978: 126). Correspondiéndose con lo anterior, en las organizaciones insurgentes FARC-EP y ELN las relaciones sexuales de los y las combatientes son estrictamente reguladas por la organización: hay tiempos y días específicos para ellas, se debe solicitar permiso a una autoridad, comandante, y, en los días asignados, estas se referencian en el orden del día y se hacen públicas en la formación. Los testimonios de Luís y Roberto son explícitos a la hora de describir la manera como en las FARC-EP las relaciones sexuales son reguladas. Nos dice Luís, “Las relaciones se dan el domingo, se dice días conyugales, el mero domingo o a veces se da a según dan sábado y domingo, o a veces dan miércoles, sábado y domingo. Tiene que pedir permiso en formación o sino usted va 84
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y pide el permiso allá donde el oficial de servicio y el oficial de servicio le sugiere al comandante del frente entonces el dice si o no. A según, allá le llevan control a todo eso. El oficial de servicio lee todo en formación, lee permisos conyugales, fulano con fulana”. Este carácter regulado de las relaciones de pareja, que se expresa en la existencia de un control sobre el tiempo y de una jerarquía que decide sobre la posibilidad de la relación, es recalcado por Roberto en su testimonio; “Las viejas allá van, si quieren consiguen marido y si no, no consiguen, porque son muy autónomas de mantener su situación personal. Si quieren vivir solteras diario viven solteras, pidiendo permisos con uno y con otro, bajo unas reglas, unas normas que tienen que haber. Todo eso lleva un orden, lleva un orden. Eso va manejado por el comandante de la compañía o de la columna o de las FARC. Siempre lo manda es comandante de compañía […] Entonces cuando uno está ya afuera, por ejemplo en el orden público, entonces llega usted y me dice, “camarada Guillermo lo que pasa es que yo solicito un permiso con el camarada Juan”. Entonces el compañero Juan también viene y dice, “camarada Guillermo solicito un permiso con la camarada Camila”, entonces uno anota eso en la minuta del día. Yo saco una minuta de la gente, de servicio, que están en misión, de los que están en la rancha, de los que están enfermos, comandantes, guardia. Y la guardia del día a la noche hay que rotarla, entonces yo saco la rotación de la guardia. Entonces yo roto esa guardia y llevo esa minuta al comandante de la compañía, por ejemplo a las tres y media de la tarde o faltando 20 para las 4. Yo los anoto en un cuaderno, toca es un cuaderno que usted tiene para cuadrar su minuta. Entonces él lee la minuta de la guardia, revisa que sí estén los turnos bien hechos, que no sea que yo le repita el turno a uno nuevo, o sea, que todos se roten. Entonces bueno listo sin novedades. Entonces se dice bueno aparece que para un permiso, entonces el dice sí o no. Cada 3 días tiene cita para pedir un permiso. Cada 3 días puede usted pedir un permiso diferente si a usted se le da la gana. Entonces si a mí me da la gana digo, “no, no hay permiso y punto”. Entonces que hago yo, cuando yo formo a las 4 de la tarde al patio, uno llega y forma todo mundo al patio, entonces dice bueno formación para una guardia especial del Séptimo de la Oriental, entonces uno siempre grita “¡arriba Colombia!” Entonces se enumera qué personal hay, ya uno dice bueno el primer turno de guardia fulano, segundo, tercero, así toda la guardia. Entonces uno lee que el permiso que pidieron a la compañía los compañeros, sí, ahí no nombra el nombre uno, simplemente que sí o que no”. 85
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En medio de la descripción de las funciones del oficial de servicio, que por demás, reitera la estricta regulación que existe sobre todas las esferas y tiempos de la vida del sujeto combatiente al interior de las FARC-EP, Roberto expone detalladamente la manera como las relaciones de pareja son reguladas por la organización, en especial resalta el rol del comandante para otorgar permisos y la existencia de normas que regulan las relaciones de pareja. Así mismo es importante resaltar el carácter “autónomo” que atribuye el excombatiente a las mujeres, lo cual esta ligado con la caracterización de la mujer como un sujeto “igual” con “los mimos derechos” que expusimos en el acápite anterior; esa caracterización contrasta de manera clara con las percepciones y experiencias de las mujeres combatientes. Cristina desde su particularidad de mujer describe cómo son las relaciones entre hombres y mujeres y las relaciones de pareja al interior de las FARC-EP. Nos dice, “Porque en las mujeres uno era libre de elegir con quien estaba pero así como era libre uno tenía que ser responsable. Obviamente por la libertad había mucha infidelidad. A la mujer todos la miran mal, uno hacia un escándalo y entonces era “riña de compañeros” pero un hombre le hacia un escándalo a uno y a él si lo justificaban. Allá no se dice el marido de fulana pero si la mujer de fulano. Allá se pide permiso para ser pareja y dormir juntos pero le decían a uno le doy el permiso pero no crea que aquí nadie es de nadie. Allá no permitían que hubiera mucho apasionamiento porque la gente se desertaba”. Ese testimonio evidencia claramente la existencia de una característica central de las instituciones voraces en las FARC-EP. Las palabras de Cristina nos muestran como en esa guerrilla se recalca que “nadie es de nadie” con el fin de evitar la construcción de relaciones diádicas que perjudiquen la adhesión del sujeto a la organización y que puedan resultar en la deserción del combatiente (Cárdenas, 2005). Así mismo, esta excombatiente muestra como el discurso de igualdad entre hombres y mujeres sostenido por la organización se quiebra en la práctica; ella describe las relaciones de diferenciación y dominación que existen entre hombres y mujeres al interior de esa guerrilla. En las FARC-EP, al igual que en el orden social construido bajo principios androcéntricos, la mujer se concibe como propiedad del hombre y se justifican las relaciones de dominación de ellos sobre las mujeres. La pretensión de adhesión total del sujeto a la organización, no solo se evidencia en el control de las relaciones de pareja entre combatientes de la organiza86
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ción. Las guerrillas imponen controles estrictos sobre sus miembros, en especial sobre las mujeres, para evitar el establecimiento de relaciones con la población civil o miembros de otro grupo armado. Al respecto nos dice Claudia excombatiente del ELN, “Es como por ejemplo una guerrillera y tener relaciones con un civil. Antes eso le ponían mucho pero, era sancionable, hoy no. Ya eso no lo sancionan. Eso es normal. Eso antes era sancionado. O por ejemplo tener sus relaciones, ser tu del ELN con uno de las FARC es un delito, tanto para las FARC como el ELN. Eso sí era sancionable, horrible, si por ejemplo tu eras de las FARC y tenías relaciones con uno del ELN”. De manera similar Luís narra las prohibiciones que se imponen, en especial sobre las mujeres, para evitar que se sostengan relaciones sexuales con alguien de la población civil. Él relaciona y justifica la existencia de dichas prohibiciones con la diferenciación en cantidad entre hombres y mujeres en la organización y con el contagio de enfermedades. Veamos, “Con las enfermedades allá se cuida mucho lo que es eso, allá se hacen revisiones a los hombres a las mujeres también, revisiones generales, y el combatiente que aparece enfermo lo hacen saber a todos, fulano esta enfermo, entonces le dan la medicina que sea necesaria. Esas enfermedades las pegan los civiles, pues de todas maneras, primero había una vaina que uno podía conseguir novias por ahí civiles pero la guerrilla (mujer) no. La guerrillera no porque la gente comenzaba a hablar mal, porque era más normal que un guerrillero tuviera una civil a que una guerrillera a un civil porque son muy poquitas guerrilleras y esa mano de guerrilleros entonces que va a decir la gente, que esas viejas son tales o que esos guerrilleros no. Mientras que era normal que los guerrilleros eran más y no alcanzaban las guerrilleras entonces algunos tenían que echarse el rebusque por fuera. Pero ahorita ya es prohibido porque había guerrilleros que estaban con civiles y no se cuidaban y después venía y se conseguía una guerrillera y estaba con ella y no se cuidaba y así se iba regando la enfermedad. A nosotros una vez allá nos mandaron seiscientas mujeres del batallón tres esquinas, seiscientas mujeres con una enfermedad que le dicen condiloma. Eso se lo aplican en la vena y a lo que usted tiene relaciones con esa persona esa enfermedad se le queda y si usted se deja propagar mucho esa enfermedad a usted ya no se le quita nunca. El estado siempre ha buscado, usan la guerra bacteriológica que se llama, sea por el aire, sea aplicado, como sea. Del estado eso es normal, de la guerrilla no y de los paramilitares pues sí, es el mismo gobierno, son lo mismo, el mismo sancocho”. 87
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Luís expone como las regulaciones de la sexualidad llevan implícitas nociones sobre el deber ser de las mujeres y los hombres en la sociedad. La preocupación por el “que dirán de los guerrilleros” expresa la pretensión masculina de presentarse como sexualmente útiles, activos y dominantes para, junto a ello, justificar y expresar su virilidad (Bourdieu, 2000). De la misma manera el anterior testimonio nos llama la atención sobre la forma en que la sexualidad y las enfermedades venéreas son un mecanismo de guerra; a partir y a través de relaciones sexuales se tramita la eliminación del enemigo. Como nos dice Coser las instituciones voraces procuran evitar las relaciones diádicas y estables porque estas pueden perjudicar a la organización, pueden generar motivos de desapego del sujeto a la organización 24. Por ello “puesto que el sexo constituye tal vez el terreno más propicio para la formación de relaciones personales y exclusivas entre individuos, para que la comunidad utópica pueda prosperar, necesita someter la actividad sexual a un control estricto” (Coser: 1978: 131). En ese marco se sitúan los anteriores testimonios al recalcar el carácter regulado de las relaciones sexuales. Sin embrago, en las FARC-EP sí existen relaciones de pareja institucionalizadas y constantes pero estas también son estrictamente reguladas por la organización. Al respecto nos cuenta Luís, “Pues allá las relaciones con las mujeres es supongamos allá se hay un termino que se llama socias, que es la compañera de un combatiente. A uno lo asocian los comandantes de frente, muy rarito lo asociaban a uno los comandantes de bloque. Entonces es como si fueran marido y mujer, supongamos que usted llega a tener una socia y si usted esta con otra guerrillera lo pueden sancionar, uno tiene que respetarla. Igual ellas, si ella llega a estar con otro compañero. Si es su socia a cualquier hora que usted llegue puede dormir con ella o ella duerme con uno. Después de los seis meses de la persona ingresada puede pedir que lo asocien, más que todo el hombre pide a la mujer”. De manera contraria a lo que sucede en las guerrillas, los testimonios de los excombatientes de grupos paramilitares no hacen referencia al carácter regulado de las relaciones de pareja y sexuales. Dada la incipiente burocratización de estos grupos (Romero, 2003; Cubides, 1999) así como la baja participación de mujeres 24
Esto se relaciona con el papel motivador que juega la familia en los procesos de deserción. Cinco de las nueve personas entrevistadas en esta investigación (tres de las FARC-EP y las mujeres de las otras dos organizaciones) manifestaron haberse desmovilizado por motivos familiares. Entre el total de personas excombatientes que habitan Bogotá el 12% de ellas se desmovilizaron para reunificar su familia (PACPR, 2006).
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en las filas contrainsurgentes, las relaciones sexuales en los grupos paramilitares tienen matices diferentes a las que se dan en las organizaciones insurgentes. Ana, al recordar la historia de una mujer valluna trabajadora sexual, caracteriza las relaciones sexuales en los paramilitares; “Llevaban a las prostitutas y entre ellas una mona, una valluna hermosa, esa mujer mona de ojos verdes, un cuerpo divino. Esa mujer trabajo toda la noche, se sacó como dos millones de pesos entre los comandantes. Al otro día en la mañana, dice que pide permiso para ir al pueblo más cercano a comprar unos condones para seguir trabajando. Cuando se fue, empezaron a decirle las compañeras a los comandantes “Ah esa es una auxiliadora de la guerrilla, ella se fue fue a sapear quiénes eran ustedes, dónde están ustedes”. Oiga puso a todo el mundo a rolar, esas perras que estaban allá. Cuando la vieja volvió, inocente de todo, la cogieron y la amarraron “que sí, que usted es una auxiliadora de la guerrilla”. Y ella lloraba. Ella decía: “¡no! Yo soy una prostituta y si yo soy eso, yo trabajo en eso es por mis hijos, yo tengo dos hijos que me están esperando, yo no soy una auxiliadora de la guerrilla”. Ellos no se comieron el cuento. Entre siete se la violaron, delante de todo mundo Camila, y después de que la violaron la degollaron. Y aun entre la boca, ella decía “mis hijos, mis hijos” o algo así. La picaron y la tiraron al río. Como a las dos horas “no que a la vieja no le haga nada, que la información es negada”. Y yo pensaba estos gran hijueputas, pudo más las ganas de sexo que… ¿me entiende?” Ese testimonio evidencia los matices que tienen las relaciones sexuales en los grupos contrainsurgentes, nos remite a analizar el rol de las mujeres en la guerra y la violación sexual como un acto de poder. Tal como lo plantea Goldstein (2001) comúnmente los oficios de las mujeres en la guerra no están atados al combate; en contextos de guerra y violencia las mujeres asumen diversos roles entre los que se destacan los de trabajadoras sexuales o víctimas. La autora plantea que la guerra involucra a un amplio grupo de mujeres en trabajo sexual con características de explotación radical puesto que los ejércitos, en este caso de corte contrainsurgente, promueven y organizan servicios de prostitución para sus filas (Goldstein, 2001). Así mismo, Das (2000; 2004) y Bourgois (2004) nos llaman la atención sobre el rol que el cuerpo de las mujeres juega en contextos violentos. A través y sobre el cuerpo de la mujer, nos dicen los autores, se inscriben y tramitan relaciones simbólicas de dominación con múltiples objetivos como adquirir territorio o vincular hombres a bandas u organizaciones militares. En ese último caso las violaciones son mecanismos utilizados para llevar a cabo ritos de institución vinculantes donde la demostración de la virilidad y valentía se realiza por medio 89
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de la violación (Bourdieu, 2000). Tal como nos recuerda Bourdieu algunas formas de valentía “encuentran su principio, paradójicamente, en el miedo a perder la estima o la admiración del grupo, de “perder la cara” delante de los “colegas”, y de verse relegado a la categoría típicamente femenina de los débiles (…) para convencerse de ello, basta con recordar todas las situaciones en las que para obtener actos tales como matar, torturar o violar, la voluntad de dominación, de explotación o de opresión se ha apoyado en el temor viril de excluirse del mundo de los hombres fuertes, de los llamados a veces duros porque son duros respecto a su propio sufrimiento y sobre todo respecto al sufrimiento de los demás” (Bourdieu, 2000: 71). A pesar de que no sabemos claramente el contexto en el que se dio el suceso descrito en el testimonio anterior, la narración nos permite ejemplificar como en los grupos paramilitares se abren espacios para el trabajo sexual y como a través del cuerpo violado de la mujer se expresan “valores masculinos”. Sin embargo, en los grupos paramilitares este tipo de acciones no solo se llevan a cabo por hombres sobre mujeres. Tal como nos cuenta Ana, al recordar a “la piraña”, la mujer al interior de los paramilitares también ejercía formas de poder a través de la sexualidad, “La piraña era muy berraca para pelear porque esa pelada era…viene del Uraba, tiene su formación, estuvo en las escuelas de entrenamiento desde los 10 años, allá tenía 17 años, pero se acostaba con todo mundo, Camila. A todo mundo se lo daba, Camila. Camila, yo le llegué a contar en un cuaderno trescientos hombres. Eso que… esa mujer mantenía yo de antibiótico tras antibiótico. Me acuerdo tanto que una vez llegó un man: “¡ahh que qué es el escándalo!”, un peladito que acababa de ingresar a las filas, “No, que es que la piraña me quiere comer”, que yo no se que. Y llega mi comando y lo miró y le dijo“¿la piraña se lo quiere comer?”, “Si me quiere violar”, “Ah ¿la piraña se lo quiere violar? ¡Piraña! Gonorrea, hijueputa, venga para acá”. “¿Qué comando?” “¿Qué usted se quiere violar a este pelado?” “Ah si comando a mi me gusta ¿y qué? yo me lo quiero comer”. “Ah ¿se lo quiere comer? Cuento hasta cinco y tiene que estar terminando, los quiero ver acá ya culeando, pero ya”. Se lo violó ahí delante de todo mundo, sin el muchacho querer. Yo no se que fue el problema que tuvo después por ahí, pero disque la echaron. Unos dicen que la mataron, otros dicen que dizque la echaron.” No podemos saber si el caso de “la piraña” es un caso aislado y único al interior de los grupos paramilitares colombianos, sin embargo lo interesante del testimonio es el rol que cumple el comandante y el carácter público del suceso. La violación de un hombre que acaba de ingresar a las filas a manos de una mujer puede entenderse como un rito de institución donde a través de la feminización 90
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del sujeto se pretende vincularlo a las filas paramilitares. Al respecto, nos recuerda Bourdieu (2000), el carácter humillativo y ridiculizante que tiene para un hombre el hecho de ser feminizado, su virilidad es cuestionada. Respecto a las relaciones sexuales con mujeres de la población civil, contrariamente a lo que sucede en las guerrillas, los paramilitares tienen usualmente relaciones con ellas. Al respecto nos dice Gonzalo, “allá las mujeres como que son de otro mundo porque les gusta mucho el camuflado, les gusta mucho, no se, los paracos; y menores de edad diez, once, doce años y estaban allá con ganas de que les hicieran el favorcito y tocaba porque imagínate esos pelados allá metidos en el monte tres, cuatro meses sin hacer nada y resulta que veían una peladita pero no era, solo una sola vez un chino violó una pelada pero eso no se le perdonó la vida porque eso no se permite”. Ese testimonio nos deja ver la estrecha relación que existe entre sexualidad, poder y ordenes militares25. Si bien Gonzalo habla desde su condición de hombre ex comandante de frente de un grupo paramilitar y en este texto no tenemos relatos de mujeres de la población civil habitantes de lugares controlados por los paramilitares, el testimonio nos llama la atención sobre los imaginarios de poder que se construyen en torno a los sujetos militares, en este caso paramilitares. Según Gonzalo las mujeres sienten atracción por los uniformes, por lo militar. Así mismo el testimonio vuelve a recalcar la manera como los ejércitos procuran suplir los “deseos” sexuales de sus combatientes, “deseos” que no son naturales y que en contextos de guerra o espacios principalmente masculinos se realzan (Goldstein, 2001)26. El siguiente acápite nos permite profundizar acerca de la manera como sobre y a través del cuerpo de la mujer se establecen relaciones de dominación y diferenciación al interior de las organizaciones armadas aquí estudiadas.
Sexualidad y jerarquización: el trámite de la dominación a través de la mujer. El control de la sexualidad de los combatientes, que expusimos en el acápite anterior, se instaura en medio de relaciones jerárquicas propias de estructuras milita25
En relación con este tema ver las investigaciones de Blair, (1999); Wood, (2004) y Otero (2006).
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Cabe anotar que la relación entre sexualidad y violencia no se desarrolla de la misma manera en todos los contextos de guerra y conflicto. Para un análisis de esto ver Wood (2004).
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res como las insurgentes y paramilitares. De esa manera la sexualidad implica y tramita relaciones de poder, especialmente entre comandantes y combatientes. A través de las relaciones sexuales y de la relación que se establece con las mujeres, se tramitan relaciones de dominación, jerarquización y diferenciación al interior de las organizaciones armadas aquí estudiadas. El discurso de igualdad que sostienen las organizaciones insurgentes se quiebra en la práctica. Los mandos utilizan su posición de superioridad jerárquica para instaurar relaciones de diferenciación con los combatientes rasos, uno de los mecanismos a través de los cuales se instaura esa jerarquización son las relaciones sexuales. Quienes fueron combatientes rasos de las FARC-EP y el ELN identifican en las relaciones con las mujeres y la sexualidad un mecanismo de exclusión; se identifica en el trámite que realizan los comandantes de las relaciones sexuales una manera de instauración de la diferencia y la dominación. De manera paralela las mujeres combatientes interiorizan, tramitan y reconocen dichas jerarquizaciones y diferenciaciones al buscar principalmente relacionarse con los mandos; las mujeres combatientes saben que relacionarse con el comandante les da privilegios y beneficios al interior de la organización, por ello incorporan, canalizan y reconocen esa relación de dominación. Al respecto, y desde su condición de hombre excombatiente raso, nos dice Roberto, “Entonces hay mandos que quieren coger todas las combatientes y que estén con ellos, o sea, ellos esperan que les den cuquita. Entonces muchas veces le dicen a uno, como pidió el permiso entonces le voy a rotar el turno de guardia por ejemplo voy a meter el tercer turno y le dañan a usted la noche. Le meten a usted el tercero y de pronto al noviecito suyo le meten el primero o el segundo. Entonces usted viene a estar con el es en la madrugada un ratico. Allá se ve mucha indiferencia en eso, pero eso lo manejan ya como muy interno ellos”. La anterior narración nos deja ver como la regulación de las relaciones sexuales, que como vimos esta sujeta a la autorización de los comandantes, es utilizada como un mecanismo para instaurar relaciones de diferenciación. De manera similar nos habla Fernando, aunque éste por su condición de comandante de destacamento de un frente del ELN (30 personas a su cargo) narra como él utilizaba su condición para estar con las mujeres. “Allá es muy hijueputa con las mujeres porque primero es el comandante. Las mujeres buscan la antenita, el radio. Allá el que se vaya con la mujer del comandante le meten quince días de trincheras. 92
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Como yo era comandante y les tenía que entregar las toallas higiénicas a las mujeres entonces yo sabia como eran los ciclos…y yo estaba con ellas pero eso si sin condón porque a mi no me gusta eso y si decían que solo con condón yo les decía que si pero lo rompía… para que no quedaran embarazadas yo sabia en que momento estaban, si se podía o no”. También las mujeres excombatientes, Claudia y Cristina, narran desde su perspectiva la relación entre sexualidad y jerarquización. Nos dice la excombatiente del ELN, “Allá los mandos no respetan, no respetan a sus combatientes. Si un mando quiere estar con una combatiente lo hace, o sea, no a la fuerza, no a la fuerza, no, porque eso allá no, en ningún momento. Pero si por ejemplo una niña llega allá y le echan su carreta ella se deja comer de cuentos porque es el mando. Y lo de la igualdad, entonces tampoco no me gusto eso. Es que allá todos debemos ser iguales, si tú tienes tu vestido, yo también tengo el mío. No porque seas la mujer del mando vas a tener más que yo.” Cristina en su testimonio evidencia como ella sabía y utilizaba la posición privilegiada de los mandos para mejorar su calidad de vida y su posición en la organización; “Cuando uno se gana la voluntad de las mujeres de los comandantes o de los comandantes todo era más fácil. Yo por eso no sufrí necesidades, carencias, yo siempre tuve mis toallas, uniformes, ropa interior. El hecho de que uno no se rebajara, que no estaba con todos los muchachos le permitía a uno tener una mejor vida (...) La relación con los comandantes no era por respeto era por miedo. Habían unos lambeollas, también se daba mucho que las mujeres le hacían caso. Uno veía el rango, uno no se metía con el combatiente raso. Yo tuve dos parejas, la primera fue un comandante y quizás por eso me fue bien. Pero el tipo era súper perro pero yo ahí firme. Uno se aferra mucho a la pareja, es como el apoyo, uno deposita en esa persona toda la carencia de la familia y por eso que a uno le pongan los cachos es durísimo. Con él duramos un año y lo esperé un año luego de que a él lo trasladaron. Ahí fue cuando conocí al papá de Liz que para mí era un mocoso, yo no le veía nada. Todas le caían pero yo no le veía nada. Luego las circunstancias nos unieron”. Los anteriores testimonios evidencian como a través de la sexualidad y las relaciones entre hombres y mujeres, se instauran, legitiman, relaciones de diferenciación y dominación entre mandos y subordinados al interior de las FARC-EP 93
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y el ELN. La pretendida equivalencia entre miembros de las organización guerrilleras se ve obstaculizada en la vida diaria no solo por la existencia explicita e institucionalizada de relaciones jerárquicas sino en las relaciones simbólicas que se establecen en la sexualidad. Así mismo, los testimonios exponen la manera como las mujeres reconocen y legitiman esas relaciones diferenciadas; las mujeres combatientes al reconocer a los mandos como sujetos de deseo y poder, tramitan las relaciones de dominación. A propósito es relevante subrayar con Bourdieu como los actos de conocimiento se traducen en actos de reconocimiento de la sumisión, “ cuando los dominados aplican a lo que les domina unos esquemas que son el producto de la dominación, o, en otras palabras, cuando sus pensamientos y sus percepciones están estructurados de acuerdo con las propias estructuras de la relación de dominación que se les ha impuesto, sus actos de conocimiento son, inevitablemente, unos actos de reconocimiento, de sumisión” (Bourdieu, 2000: 26). En los paramilitares, a pesar de ser grupos menos burocratizados y jerarquizados que las organizaciones insurgentes, ese tipo de relaciones jerárquicas, de dominación, ligadas a la sexualidad también se dan. Al respecto nos cuenta Hugo: “Pero prácticamente casi la mayoría de las mujeres que hay en estos grupos, casi nunca están con patrulleros. La mayoría casi siempre las relaciones de ellas son con los comandantes de escuadra, o de contra guerrilla, o de la zona. Pero en sí, en sí nunca, es como todo, siempre, no sé pero las mujeres siempre tiran para el lado más alto...” También nos dice Gonzalo, “Pero, pero hay algo que no me gustaba, algunos comandantes se aprovechaban de su condición de comandantes para seducir a las mujeres y efectivamente se acostaban con ellas y entonces allá las mujeres como que pierden ese valor, el valor de ser mujer, después se acuestan con cualquiera, eso era lo que no me gustaba”. Al igual que los relatos de las FARC-EP y el ELN, los ex paramilitares nos muestran como a través de la mujer y de las relaciones sexuales se instauran relaciones de diferenciación entre comandantes y combatientes al interior de los grupos contrainsurgentes. Respecto a ello, es interesante ver como en el testimonio de Hugo la relación entre poder y sexualidad se asocia con una constante de las relaciones heterosexuales “es como todo, siempre, no sé pero las mujeres siempre tiran para el lado más alto” y en el relato de Gonzalo con la perdida del 94
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“valor como mujer” que, como ya dijimos en acápites anteriores, responde a la naturalización y escencialización de lo socialmente construido como femenino (Bourdieu, 2000). Si bien en este parágrafo hemos visto como la dominación se tramita y legitima a través de la mujer y la sexualidad, el siguiente acápite nos permitirá relacionarnos con las formas de poder y control que operan sobre el cuerpo femenino de las combatientes, en actos como la planificación y el aborto se expondrán la manera como se domina el cuerpo de las mujeres combatientes.
Control del cuerpo femenino: aborto y planificación. Como planteamos al iniciar este capítulo, la guerra y las organizaciones armadas que en ella participan han sido espacios primordialmente masculinos donde se resaltan los valores viriles y, como consecuencia de ello, se niega lo socialmente construido como femenino. Tal como lo plantea Luz Maria Londoño “Tradicionalmente se ha considerado la guerra como un asunto de hombres. Más aun, la figura del guerrero ha constituido un referente importante de identidad en la socialización masculina, donde características como la fortaleza, resistencia, valor, agresividad, riesgo, osadía, ha representado sinónimos de virilidad, de hombría. Nada más distante de la figura guerrera que el modelo que prevaleció durante años sobre la mujer, definida como opuesta al hombre a partir de la lógica binaria de los sexos” (Londoño, 2005: 67). Sin embargo, la participación de mujeres es un fenómeno usual en las organizaciones armadas irregulares, especialmente en las guerrilleras. Ese hecho puede implicar transformaciones en la identidad de género de las mujeres (Londoño, 2005) pero, como vimos en los acápites anteriores, no transforma las divisiones binarias y androcéntricas que estructuran el orden social; en los ordenes militares la construcción del sujeto combatiente implica su desfeminización reproduciendo de esa forma las diferenciaciones radicales según género. Los controles y prácticas que se implementan de manera obligatoria sobre el cuerpo femenino, como lo son la planificación y el aborto, llevan implícitas nociones sobre los roles masculinos, femeninos y sobre el carácter viril de las organizaciones armadas. Tal como lo veremos en los testimonios que se presentan a continuación, el embarazo proceso biológicamente femenino, y la maternidad son evitadas por las organizaciones armadas puesto que se considera que dichos procesos contradicen los propósitos y roles de la mujer en la organización armada. El embarazo de mujeres combatientes implica un resquebrajamiento del carácter viril de la guerra y sus actores. Aceptar el embarazo y la maternidad al interior 95
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de las organizaciones y grupos armados sería incluir roles femeninos a un campo primordialmente masculino, por ello la planificación y el aborto son prácticas sistemáticas y comunes sobre el cuerpo de las mujeres combatientes, en especial en las organizaciones guerrilleras. El carácter burocratizado de las organizaciones insurgentes y la mayor participación de mujeres en ellas en comparación con los grupos paramilitares, implican que esas prácticas de control y regulación del cuerpo femenino aparezcan exclusivamente en los relatos de excombatientes de las FARC-EP y del ELN; los relatos de excombatientes paramilitares no dan cuenta de ellas. Los relatos de Luís y Claudia exponen la manera como el uso de métodos anticonceptivos, de planificación, era obligatorio al interior de las FARC-EP y el ELN, así como la manera como esto se llevaba a cabo. Nos dice Luís, “Todas las mujeres usan el dispositivo, los primeros meses es con inyecciones pero luego con el dispositivo. Allá hay un enfermero que esta pendiente de todo y en su dotación le dan condones, hay unos que los utilizan para hacer bombas pero bueno, pero sí hace parte de la dotación”. De manera similar nos habla Claudia excombatiente del ELN, “La salubrista, la enfermera que este coge ese control de hacer planificar a todas las mujeres que lleguen. De una vez planificamos, más que todo, más que todo es con mesigen, una inyección, con eso se planifica más allá”. El uso obligatorio de métodos de planificación sexual al interior de las FARC-EP y el ELN, expuestos en las anteriores narraciones, nos lleva a recordar siguiendo a Foucault que la construcción de sujeto no solo implica el uso de tecnologías disciplinarias sino que también y de manera paralela implica la aplicación de métodos masivos de regulación sobre los procesos de la vida, como lo son la natalidad y la fecundidad entre otros (Foucault, 1976). Al interior de las organizaciones guerrilleras se llevan a cabo prácticas de biopoder (Foucault, 1976) orientadas a prevenir y eliminar roles, situaciones y procesos, como el embarazo y la maternidad, que son vistos como anomalías dentro del campo de la milicia puesto que implican la existencia de características femeninas en un orden concebido como masculino y viril. El carácter masificado y obligatorio de la planificación, que narran Luís y Claudia al igual que los testimonios que siguen a continuación, evidencian como esas organizaciones armadas, al igual que el estado sobre sus ciudadanos, regulan de manera masiva los procesos biológicos de sus combatientes y de esa forma previenen lo que se concibe como anormal para un orden militar. Los testimonios de Fernando y Cristina, que se exponen a continuación, 96
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nos muestran como esas prácticas de biopoder son experienciadas por hombres y mujeres distintamente; mientras que para Fernando, de manera similar a lo planteado por Cárdenas (2005), la planificación y el aborto son sinónimo de liberación femenina para Cristina son claros mecanismos de dominación. Fernando desde su experiencia de hombre narra la obligatoriedad de la planificación pero sugiere la existencia de la autonomía y capacidad de decisión de la mujer guerrillera frente a una situación de embarazo, “Allá a las mujeres apenas entran hay que ponerles el dispositivo para que no vallan a quedar embarazadas. La mujer allá está más liberada. Si la mujer queda en embarazo aborta o tiene el hijo y lo deja en la casa, es decisión individual. Porque si la mujer queda embarazada es porque no se cuidó”. De manera contraria, Cristina llama la atención sobre la poca liberalización de la mujer en las organizaciones insurgentes, particularmente en las FARC-EP. “La planificación no era cuestión de pareja eso era obligatorio para todo mundo. A mi me dio durísimo cuando llegué a la escuela y me fueron a poner la inyección “¡Cual inyección! ¡Yo no vengo aquí a tirar! Si yo me la dejo poner estoy admitiendo que vengo aquí es a tirar”. La inyección y el dispositivo es obligatorio, allá llegaban niñas de trece a quince años y ya se les colocaba el dispositivo. Se cogía una fecha exacta al mes. A todas se les controlaba el organismo, la inyección crea el hábito en el cuerpo. Uno con lista en mano las llamaba a todas. Pero las dietas, los movimientos hacia que el dispositivo se descuadrara y las niñas se embarazaban. O las mismas niñas se lo quitaban dizque por que les molestaba. Existía la orden que mensualmente se repartían las toallas y así a usted le tenían regulado hasta las toallas. Si usted no gastaba toallas ya comenzaban a sospechar que usted estaba embarazada. Con pastillas se hacía abortar o después de meses les hacían legrados. Uno podía decir “voy a luchar por tener mi hijo”, pero igual decían que uno no se podía ir. Una vez uno tienen los hijos se vuelve uno como más frágil, ya no tienen la misma resistencia y los sentimientos le cambian”. Cristina explicita las prácticas de biopoder ejercidas al interior de las FARCEP, nos muestra como a través de la regulación masiva orientada a controlar los procesos biológicos de las mujeres se ejercen formas de control y dominación sobre ellas. Así mismo, al igual que los testimonios que narran las practicas abortivas, muestra como es vivido por una mujer combatiente la regulación obligatoria que impone la organización sobre el cuerpo femenino. Roberto desde su condi97
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ción de hombre combatiente narra la obligatoriedad de la planificación y, en caso de embarazo, del aborto; él expone el constante control al que están sometidas las mujeres combatientes de las FARC-EP. Nos dice, “Además ellos tienen un control, las mujeres allá tienen que planificar, no pueden quedar en embarazo, porque una mujer en embarazo en zona de conflicto no sirve. Porque ella no va a poder pelear con una barriga o con un niñito de brazos. Por eso allá cuando una mujer resulta en embarazo se le meten legrados, gústele o no le guste. Porque ellas se hacen embarazar para que les den permisos. Entonces que pasa, uno tiene que estar pendiente porque la mujer cuando está en embarazo, cambia o que tiene nauseas. Entonces uno “Venga para acá, ¿usted esta en embarazo?” y de una uno la saca y la manda para el campamento general o para el hospital general. Va porque va, a no ser que ya pase los dos meses entonces ya no se puede hacer nada con ella porque ya corre el riesgo de que la mujer se muera o hay la posibilidad es que se muera en el legrado, sufre una hemorragia, bueno el peligro es que se muere. Entonces ahí viene que resulta una pelada que tiene uno o dos hijos. Pero allá les meten en la mente que no puede quedar en embarazo. Ellas cogen esas inyecciones y las parten y las botan a la basura por no ponérselas”. El anterior testimonio expone de manera explicita la contradicción existente entre un orden concebido como viril y masculino y los procesos y roles que socialmente son construidos como femeninos. Al decirnos “las mujeres allá tienen que planificar, no pueden quedar en embarazo, porque una mujer en embarazo en zona de conflicto no sirve. Porque ella no va a poder pelear con una barriga o con un niñito de brazos”, Roberto expone los antagonismos existentes entre los roles socialmente construidos como femeninos y el campo de la milicia primordialmente viril (Vigoda, 2004; Castañeda, 2005; Goldstein, 2001; Londoño, 2005; Wills, 2005). Así mismo sugiere que el embarazo es un mecanismo de resistencia de las mujeres para no actuar dentro del orden militar; al plantear que “ellas se hacen embarazar para que les den permiso” Roberto sugiere que a pesar del conocimiento de los estrictos controles sobre su cuerpo y de la obligatoriedad del aborto, las mujeres combatientes utilizan el embarazo como un mecanismo de emancipación. El siguiente testimonio pertenece a Claudia la excombatiente del ELN allí ella expone, desde su condición de mujer enfermera que tuvo que afrontar las ordenes de practicar legrados, como es experienciado por las mujeres combatientes las practicas abortivas obligatorias y corrobora como el embarazo es concebido como un mecanismo de liberación, de salida de la organización. 98
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“No me gustó, no me gustó cuando hubo una niña que ella no quería perder su bebecito y a mi me obligaron a hacerle, o sea, hacerle abortar el bebe. Porque yo tampoco quería y bueno, me toco hacerlo. Y ella pues se vino antes que yo. A ella se le hizo eso y ella se decepcionó y se desmovilizó. Bueno, ya transcurrió el tiempo, transcurrió el tiempo y se llegó nuevamente a otra idea igual y yo no lo quise hacer. Yo les dije que yo no, que yo eso no lo iba hacer. Que yo había estudiando lo de enfermería pero no para matar gente. ¡Uy eso para que, para que, todo se escandalizó! Y me llamaron, pues se escandalizó entre nosotros allá los que sabíamos, más no con el grupo, más no con el colectivo, los demás no se dieron cuenta de eso, allá, solo la enfermera y el jefe y ya. Entonces yo si tuve una discusión grandecita con ellos. Bueno me dijeron “listo”, y no, no se le hizo eso a la muchacha. Y entonces ya me sacaron del grupo, ya me echaron a andar. Dije, “pues mejor”. Y sí, pues empecé a andar, empecé a andar ya con los demás. Eh, fue durito. Por ejemplo no estaba acostumbrada por ejemplo a las guardias, a hacer rancho, rancho es cocinar, las levantadas. Entonces ya ahí me metí en el proceso de comunicaciones. Y sí, también pasé los talleres que me dieron de comunicación y entonces ya andaba era con el radio. Era radista. Y al mismo tiempo era radista y era salonista en el grupo en el que andaba, en la comisión. Sí, o sea, pues siempre buscando como la comodidad, porque ahí uno, el que no tiene nada, el que no tiene nada, el que no aprende nada, siempre las lleva de perder y las lleva ahí, ahí, que lo manden a diario, y entonces yo no buscaba eso. Bueno, ya andaba con ellos, ya de ahí entonces me dijeron: “no, nuevamente se va para el campamento”. Y ya, me quede en el campamento de radista. Ahí en el campamento dure un tiempo. Ya ahí, ya yo me fui como…eso de estar ahí perdiendo mi tiempo, sin ver a mi familia, sin ver a mis hijos. Entonces, yo no le decía nada a nadie, ni a Hugo, porque uno no sabe, uno allá no puede confiar en nadie. Yo a él nunca le dije que yo me venía, ¡no!, pero si pensaba eso y yo decía “¿pero cómo? Si no me dejan ir, ¿cómo me voy?” Mi, mi, mi estado físico no es como para yo salirme del campamento, me cogen y donde me cojan me matan. Y todo eso lo pensaba y, como le explico, ahí fue cuando me hice embarazar. Tenía tres meses cuando les hice saber que estaba embarazada. ¡Uy! eso para que, eso fue… de una me quitaron el salón, me quitaron el radio, todo. Bueno, eh, me dijeron que tenía que hacer eso, que tenía que abortar el bebe. Pero si yo me había hecho embarazar solamente para qué, ¡para salirme! Porque es que yo no… Me dijeron que no, que tenía que hacer eso y yo les dije que no, que pena primero me dejo matar, pero de abortar mí bebe, no, o el niño que vaya a tener, no. Bueno eso fue un proceso, entonces ahí mismo me mandaron para una unidad militar, cuando me vieron en embarazo, para una unidad militar. ¡Uy eso 99
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es súper incomodo! Uno por allá barrigona y uno con un fusil, con un equipo encima, ¡imagínate! Pero yo todo eso lo resistí, todo eso lo resistí… Como castigo me mandaron a una unidad militar y hubo un componente: yo tenía que hacer todo lo que me dijeran, todo lo que me exigían, tenía que, que cumplir todo lo que me dijeran. Ya ahí, cuando yo tuve la niña me mandaron para un campamento, estuve en el campamento hasta que tuve la niña. De ahí yo le dije al mando que yo no quería estar ahí. Me fui para una finca, con la bebe pequeñitica, para esa finca. Y de ahí dele para un lado, dele para el otro lado, dele y dele ya para entregar la bebe para otra vez yo ingresar al campamento. Y yo dije, si me mandan a mi casa a llevar la niña pues es mi oportunidad, rico. Y no, no podía dejar la niña allá, en mi casa, sino que tenía que dejarla allá mismo pero con otra gente, o sea, ¿cómo te digo yo? Como tu ser una campesina y yo dártela, “aquí dejo a mi niña”. Y yo esperaba, rezaba para mí, dios mío déjame hasta cuando ya la niña cumpliera, que me dejaran hasta el año. Porque cuando ella cumpliera el año ya tenía que dejarla definitivamente. Y yo no quería tenerla y tener que ir a cumplir los dos años que le dan a uno. Y yo pensaba y pensaba, no, yo en esta finca ya perdí… Se metieron un operativo del ejército y ahí fue donde yo me entregué, sí”. El anterior testimonio expone claramente como la guerra y la participación en una organización armada, en este caso insurgente, es experimentada y vivida por las mujeres de manera distinta, diferente, a los hombres. Las particularidades que implica ser mujer hacen que la vida en la organización armada, las jerarquías y prácticas de la guerra sean experienciadas de manera disímil entre los géneros, no porque la “naturaleza” o biología femenina impida que las mujeres desarrollen actividades socialmente concebidas como masculinas (Londoño, 2005; Goldstein, 2001) sino porque el género implica maneras diferenciadas de la experiencia y la vida social. Sin desconocer la riqueza del testimonio de Claudia en diversos campos, aquí resaltaremos explícitamente las experiencias en torno al embarazo y al aborto. De manera contraria a lo planteado por Cárdenas (2005) donde, al igual que los excombatientes que nos hablan en este texto, se sugiere que las practicas abortivas son sinónimo de liberalización de la mujer al interior de las organizaciones insurgentes, el testimonio de Claudia nos muestra como el aborto es vivido como una forma de dominación y sujeción en oposición al carácter emancipador que se le otorga al embarazo. El aborto en las organizaciones insurgentes no es una opción es una imposición por ello no puede ser catalogado como fuente de liberalización, de hecho, tal como lo presenta el testimonio, el embarazo y no el aborto es una vía de emancipación de las mujeres guerrilleras. 100
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Lo expuesto en este capítulo nos ha permitido ahondar en las formas de regulación de las esferas íntimas del sujeto combatiente, en especial en la sexualidad y las relaciones de pareja, y en la manera como esto se inscribe y reproduce un orden social androcéntrico. Vimos como los discursos insurgentes que plantean una igualdad de género se rompen en la práctica donde a través de la sexualidad y las relaciones de pareja se instauran relaciones de diferenciación y dominación. En relación con ello podemos plantear siguiendo a Wills que “la incorporación formal de las mujeres a la política y al oficio de la guerra puede convertirse en una trampa, si no ésta acompañada por discursos que reten las culturas viriles y machistas que impregnan esos dos mundos […] En lugar de ser motivos de transformaciones, el uso de los votos y de las armas puede convertirse en un campo más donde justamente los arreglos de género tradicionales se reproducen y se consolidan” (Wills, 2005: 83). Así mismo, este capítulo nos ha permitido sugerir el carácter particular y diferenciado según género de la experiencia de la guerra y la participación en las organizaciones armadas. Ligado con esto hemos visto como las prácticas de regulación, como la planificación y el aborto, que según los hombres combatientes son sinónimo de liberalización, para las mujeres implican relaciones de dominación y sujeción instauradas sobre su cuerpo. Con relación a las diferencias entre organizaciones insurgentes y grupos contrainsurgentes hemos podido ver como la caracterización de la mujer y la sexualidad cambia según el carácter de la organización armada y su discurso político.
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Capítulo 5
Percepciones sobre la relación con la población civil. Como sugiere Kalyvas (2000, 2003) en los conflictos armados internos se enfrentan por lo menos dos actores que ostentan monopolios de la fuerza y que procuran gobernar, controlar, la población y el territorio. En ese marco, es característico de los conflictos irregulares el involucramiento de la sociedad civil; “contrariamente a la guerra convencional, la guerra civil (o interna) exhibe un carácter triangular. Este tipo de guerra no solo envuelve a dos o más actores rivales, también involucra a civiles. El soporte civil o la colaboración importa para los resultados del conflicto. Las guerras civiles son fundamentalmente diferentes de las guerras convencionales porque implican poca acción militar entre combatientes y muchas acciones, militares y no militares, donde los civiles juegan un rol prominente. La pelea debe ser conducida a través de la gente” (Kalyvas, 2000:4, la traducción es mía). El conflicto interno colombiano, como todos los conflictos de esa índole, ha puesto a la población civil en el centro de la confrontación. Los actores armados que participan del conflicto conciben y se relacionan con la población civil de maneras diferentes según su estrategia político - militar. Los grupos insurgentes, que para el caso colombiano son las FARC-EP y ELN, entienden a la población civil como la base social, base de apoyo, que da sustento a la organización y su proyecto político de cambio (Tse-tung, 1975. Marks, 1996). Particularmente las FARC, tal como lo plantea Bolívar, “se presentan a si mismas como una organización que defiende a los campesinos y que representa para ellos la vía de integración o inclusión en la sociedad y el estado nacional” (Bolívar, 2006: 15). Por su parte los grupos contrainsurgentes, respondiendo a la estrategia de “quitarle el agua al pez” conciben a la población civil como “colaboradores”, sustento de la guerrilla, por lo cual centran sus acciones de eliminación y control sobre ésta (Romero, 2003. Cubides, 1999). Estas concepciones sobre la población civil se traducen en prácticas cotidianas y relaciones simbólicas concretas; los combatientes de cada una de las organizaciones y grupos armados tipifican a la población civil y se relacionan de manera cotidiana con ella respondiendo a la estructura y estrategia político militar a la que pertenecen.
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Sin desconocer que el desarrollo de la guerra en Colombia y de los actores armados que en ella se enfrentan tiene variaciones y diferentes niveles en la relación que se establece con la población civil, podemos argumentar que durante el periodo y en las regiones que los excombatientes fuente de esta investigación participaron del conflicto armado la relación de sus organizaciones con la población civil correspondió con la anterior descripción. Tal como lo muestra los datos estadísticos para el periodo 1996-2006 los ataques de las guerrillas a la población civil, que se asocian con la cantidad de ejecuciones extrajudiciales, homicidios sociopolíticos y desapariciones forzadas cometidos por esas organizaciones armadas, es de un 13.55% un porcentaje radicalmente menor a los cometido por los grupos paramilitares que tienen un porcentaje promedio de 45.63% (Comisión Colombiana de Juristas, 2006; Ver anexo 1 y 2). Esto evidencia que, si bien en la contingencia de la guerra existieron ataques o la ausencia de estos que contradicen la estrategia político militar de las organizaciones armadas y que prueban como todos los actores del conflicto cometen acciones violentas contra civiles, el accionar de los grupos insurgentes se correspondió con la lógica de crear bases de apoyo así como el de los paramilitares se inscribió en la lógica de quitarle el agua al pez. Teniendo en cuenta lo anterior, el objetivo de este capítulo es caracterizar las relaciones que establecen los diferentes actores armados ilegales colombianos con la “población civil”. Se busca establecer cuáles son las prácticas de interacción con la población, las formas de control y regulación, lo anterior situado en el momento temporal y espacial en el cual los excombatientes participaron del conflicto es decir segunda mitad de la década de los noventas. Es necesario aclarar que en este capítulo no contamos con relatos de personas de las comunidades o víctimas del accionar de los grupos armados que nos permitan contrastar las narrativas de los y las excombatientes. Somos concientes que ese vacío nos impide tener una comprensión holistica de la relación que establecen los actores armados con la población civil; los testimonios que aquí se presentan tan sólo nos permiten entender la manera como los excombatientes dan cuenta de dicha relación.
Guerrillas y población civil: construyendo bases de apoyo. Un aspecto fundamental de la guerra de guerrillas y del foquismo, estrategias insurgentes, es la creación y el establecimiento de bases de apoyo. Esas bases son fundamentales en el desarrollo de la guerra, de ellas depende el sostenimiento y la expansión de las organizaciones (Marks, 1996). Las bases de apoyo son “bases estratégicas en las cuales [las organizaciones] se apoyan para llevar a cabo sus tareas estratégicas y alcanzar su objetivo de preservarse y ampliarse a si mismas 104
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y aniquilar o expulsar al enemigo” (Tse – tung, 1975: 30). Dentro de la estrategia de guerra popular prolongada la coordinación de la organización con el pueblo, población civil, y la creación de las denominadas organizaciones de masas son fundamentales para el desarrollo de una revolución insurgente. Correspondiéndose con lo anterior, en Colombia tanto las FARC-EP y el ELN han pretendido consolidar bases de apoyo en las poblaciones campesinas del país, por ello y de manera contraria a lo que ocurre con los grupos paramilitares los ataques contra civiles durante el período estudiado son proporcionalmente “escasos” (Ver anexo 1 y 2). Tal como lo describen los testimonios que se presentan a continuación las dos organizaciones insurgentes que aquí se analizan pretenden entablar relaciones de “cordialidad”, “amabilidad”, “amistad” y “confianza” con la población civil con el fin de construir una base para la organización. Al respecto nos dice Fernando excombatiente del ELN, “Uno al campesino lo debe tratar como una palomita, lo debe saludar bien, hacerlo sentir como en calor, allegado. El primero es el campesino porque una revolución se hace con los campesinos, porque uno tiene las armas pero ellos tienen el poder. Uno debe jugar con toda la gente para poder que toda la gente se sienta bien”. De manera similar nos habla Luís excombatiente de las FARC-EP, “Allá a la población civil, uno de los fundamentos allá es que la población civil tiene que tratarse bien, uno de guerrillero tiene que echarse el civil encima, tienen que ganárselo de una u otra manera. Si usted va a una casa y supongamos usted mira que de pronto hay una señora sola por ahí que tiene que cargar agua o leña usted de una vez tiene que ir a ayudar. Ganarse la persona, entrar y hablar con la persona, preguntarles que opinan de uno, darle confianza, que ellos miren en uno no esa persona enemiga sino una persona amiga. Tiene que uno explicarles las causas, por qué la organización, por qué uno esta en el monte, por qué, cuál es el problema, hablarles del estado, de la problemática. Mirarles y decirles que si ellos tienen un problema y uno se los puede arreglar, tienen que ir. Problemas en la comunidad. Así mismo las reuniones que se hacen en las veredas, que uno ahí entonces tiene que llegar saludar la gente y explicarles los puntos que uno vaya a tratar. Y ahí es donde se arreglan los problemas, que de la comunidad, que el arreglo de caminos, eso lo hace la organización. Supongamos que hay un camino muy feo entonces uno lo arregla. Y si hay gente por ahí, ladrones o viciosos, gente que le esta haciendo mal, daño, a la comunidad, entonces es ahí donde uno dice usted tienen que pagar. Por ejemplo si usted 105
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esta haciéndole daño a la comunidad tiene que arreglar el camino de tal parte a tal parte, tiene que alisarlo por los lados y echarle piedra; que hayan beneficios de la comunidad, o un lote de la comunidad regarlo, echarle agua [...] El guerrillero con la población civil tiene que tratarla muy bien, nunca uno puede estar pateando ni nada, ni usted ir a matar un civil porque le cayo mal, no eso no se puede. Una de las cosas más berracas que hay allá es que usted llegue a irrespetar un civil o matar un civil sin tener nada, llega el comandante y lo… Es muy diferente a cuando usted le dan la orden, que esa persona esta involucrada con el estado o que si, eso es muy diferente. Pero que a usted le de rabia con ese civil y que usted a matarlo eso no se puede [...] En el área donde nosotros estábamos, hablo del área porque cada área es diferente, la gente es muy apegada a la organización, inclusive gente que vive lejos y tienen un problema en la comunidad de una vez corren a buscar al compañero o mandan cartas al campamento pidiendo que vayan comandos a arreglar los problemas que hay. O si miran una persona extraña, supongamos, allá se usa mucho que todos se cuidan a todos. Si una persona se da cuenta que alguien trabaja con la ley, con el ejército, de una vez llaman allá o mandan una carta o buscan un guerrillo y le dicen que esta esa persona así. Porque el problema es que no es que ellos estén colaborando a la organización, se están es colaborando entre ellos mismos, porque esa persona que esta ahí infiltrada no le va a hacer daño a uno, le va a hacer daño es a la gente. Porque supongamos que esa persona esta infiltrada ahí y ellos están bien organizados, que le colaboran a uno, puede ser un agua que le dan a uno, y después llegan los paramilitares y los van a matar. Por allá se usa mucho que algunas brigadas llegan vestidas de ejército se están todo el día ahí y por la noche se van y al otro día llegan los mismos disfrazados de paramilitares y hacen la masacre, el mismo ejército. Entonces la población se organiza mucho contra eso. Que ya es muy diferente que llegue el ejército y ellos se agarren a hablar mal de la organización, a ellos les toca porque que van a sacar la cara sabiendo que los matan”. El anterior testimonio nos deja ver como la pretensión estratégica y la necesidad impuesta por la guerra de conformar bases de apoyo que den sustento a la guerrilla se traduce en prácticas y relaciones cotidianas. Es a través de las situaciones comunes, diarias de una comunidad que se establecen lazos de confianza y apoyo entre la organización y la población. La interacción durante situaciones y espacios cotidianos, como el saludo, la solución de problemas como el arreglo de caminos, el control social referido a las personas que “le hacen daño a la comunidad” y el “buen trato”, son lo que le permiten a la organización insurgente crear sus bases de apoyo. Las FARC-EP se consolidan como autoridad en una 106
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comunidad a partir de la interacción que tiene con la población; según Luís la gente, los campesinos, buscan a la organización para solucionar sus problemas así como para informar sobre la presencia de “colaboradores” o del “enemigo”. Los testimonios nos dejan ver como la guerra y los actores que participan en ella no son algo externo, insólito o inusual en las comunidades; los actores armados, en este caso las organizaciones insurgentes, son parte de la vida cotidiana de las comunidades, éstos regulan la vida de las poblaciones (Madariaga, 2006). Para comprender la manera como esto se lleva a cabo es necesario tener en cuenta que los excombatientes que aquí nos hablan militaron durante mínimo cinco años en sus organizaciones y desarrollaron sus actividades en zonas, que como se dijo en la introducción de este texto, son de presencia histórica de los actores insurgentes, particularmente el sur del país. Los testimonios evidencian que la relación entre organización armada y población civil no se da en términos de un debate político racional sino a partir de la regulación de la vida cotidiana y de las relaciones. Es “el trato”, “el hacer sentir” lo que permite a la organización configurar sus bases de apoyo. El testimonio de Roberto, que sigue a continuación, reafirma la importancia que tiene para las FARC-EP la población civil y la relación cotidiana con ésta. Sin embargo este excombatiente narra las fracturas que existen entre lo que proclama la organización y lo que se hace en la práctica cotidiana. Nos dice, “Uno allá le enseñan, lo que pasa es que allá ningún combatiente, ningún combatiente cumple lo que le enseñan allá con la población civil. Porque uno después de que tiene una estructura, una formación de defensa, le dan la formación hacia la población civil. Cuál es la población civil. Que la población civil toca respetarla, cuidarla. Cuidarle los bienes que ellos tienen, no pedirles, no maltratarlos, bueno, una cantidad de cosas. No entrar a un caserío con fusilería, armados, porque eso es como amenazar las poblaciones. Siempre cuando hacen reunión, los que hablen procuren hablar con un uniforme, pero sin ninguna cosa de armas. Porque ellos siempre han dicho que es como una amenaza a la población civil salir con un fusil, tiene uno que salir sin fusil pero con uniforme. Pero nunca se cumple eso, nunca... Siempre uno lleva ese don como de militar, cuando uno llega a una finca, pide, mantiene metido en las casas, haciendo un pocotón de cosas que no tienen que hacer y que no se las enseñan a uno allá. Que para uno hablar con los campesinos debe de hablar siempre en partes donde la demás gente no lo esté viendo a uno, y uno es feliz como hablando con la población donde todo mundo lo esté viendo, comprometiendo al civil a un conflicto para que lo maten las autodefensas, lo maten, le hagan cualquier cantidad de cosas. 107
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Que uno allá muchas veces uno pasa por una finca, se coge los limones, las naranjas, y uno no puede coger nada de eso así se esté muriendo de hambre. Pida permiso o cómprelas, que para eso también les dan plata para que compren. Muchos cuando pasan cogen, todo eso no se puede hacer allá... Porque uno es un militar y la población civil hay que respetarla, uno es muy aparte de ellos. Porque o sea la población civil es como la estructura. Si no fuera por los civiles no existe ninguna organización porque a quién cuida, o por qué se proyecta sino es por la población. Entonces no es debido que de pronto el guerrillero va y comience a estar con la mujer del campesino por allá, pero es lo primero que uno hace, es lo primerito que uno hace, llegar a buscar la civil. Entonces eso lo prohíben. Y así una cantidad de cosas que nunca se cumplen. Que uno tiene que pasar por un sembrado de los campesinos, hombre hay que no dañarlo, pero coloca uno la bota donde caiga, sí, porque uno va a la carrera, va afanado. Eso no se debe hacer tampoco. Y uno la formación, o sea, en la guerrilla si uno de combatiente o todas las personas que hemos pertenecido a la organización la aplicáramos tal como la enseñan, sería una cosa muy bonita, pero uno nunca cumple eso. Nunca. Nunca lo cumple”. Este testimonio evidencia las distancias que hay entre el deber ser y lo que se hace en la práctica. Si bien la organización insurgente proclama en su discurso la necesidad, como ya vimos estratégica, de conformar bases de apoyo a través del “buen trato” con la población civil Roberto nos muestra como dicha relación esta mediada por el carácter militar de los combatientes, sus pretensiones, aspiraciones y vida cotidiana. Este testimonio nos muestra como la contingencia de la guerra, los deseos particulares de los combatientes, por ejemplo frente a su relación con las mujeres civiles, las dinámicas de poder que acompañan portar un uniforme y un arma, contradicen en la práctica el discurso de la organización insurgente. Si bien la pretensión de las guerrillas es construir bases de apoyo y a pesar de, tal como lo narra Luís, la existencia de esas relaciones en algunos casos y en algunas regiones del país, Gonzalo quien militó en el Guaviare evidencia la disyuntiva entre discurso y práctica, con ello nos llama la atención sobre la necesidad de profundizar en las particularidades regionales de esta relación. Como vimos en el capítulo dos, construcción de la alteridad: el enemigo y el combate, la construcción del sujeto guerrillero y de la organización se da a partir de la construcción de un otro, enemigo, particularmente de un otro paramilitar. La diferenciación antagónica que establecen los y las ex guerrilleras con los paramilitares también se refiere al trato que cada una de las organizaciones da a la población civil. Al respecto nos dice Claudia excombatiente del ELN, 108
Percepciones sobre la relación con la población civil
“Pueden ir vestidos iguales, pero se diferencian en el trato. La guerrilla sabe tratar más la gente que el ejército y los paramilitares. Los trata mejor. La formalidad, en la formalidad. Los paramilitares llegan a una casa campesina y ellos son súper pesadísimos, la guerrilla no. Por ejemplo el ejército y los paramilitares llegan a una casa campesina y todos se meten, todos tocan, todos miran. La guerrilla, si llegamos a una casa, entra uno y el resto se queda afuera” El testimonio evidencia como las y los combatientes guerrilleros se construyen a sí mismos como “cordiales”, “ formales”, “que saben tratar a la población civil” y como “no asesinos” en oposición a un grupo paramilitar que es tipificado como “agresivo”, “descordial”, “que maltrata a la población” y “que es asesino”. Aquí es necesario recordar lo planteado anteriormente, las construcciones de la mismidad implican dinámicas de diferenciación y exclusión; es a partir de la tipificación y construcción de la diferencia que los seres humanos construimos nociones de lo propio que nos permiten ordenar y actuar en la vida cotidiana (Blair, 2003, 2005; Castillejo, 2000). Esa caracterización dicotómica y diferenciada entre guerrilleros y paramilitares en relación con las prácticas sobre la población civil es común a otros relatos. En su testimonio Roberto, excombatiente de las FARC-EP, describe las prácticas utilizadas por los grupos paramilitares en San José del Guaviare y durante dos masacres acontecidas en El Resbalón y El Cabo, corregimientos del departamento del Guaviare. A partir de esa descripción Roberto construye la imagen de los paramilitares como “asesinos de la población civil” y resalta la vinculación u omisión de las fuerzas del estado frente al accionar de los grupos paramilitares en ese departamento. “Con la población civil lo mismo, lo mismo. Ah que usted es oficial de la guerrilla o que le gusta el comunismo, lo echan al río, lo matan, lo torturan o lo bajan. Ellos en San José por ejemplo, cuando van a matar, bueno lo bajan delante de la policía, delante del ejército. Allá eso lo bajan delante del ejercito, delante del ejercito los bajan. O sea, esa no es cosa del otro mundo, ellos delante del ejército lo matan a uno. En el muelle por ejemplo está la marina, está la policía, está el DAS, está el ejército, ellos llegan ahí de civiles, todos de civil. Pistola o granada se meten debajo del poncho y cogen cualquier voladora, se la cogen y ya, se le pegan a la voladora ahí mismo, la que sale del muelle. Y la dejan que se de una vuelta y ahí mismo le parquean, “ fulano venga para acá”, delante de todo el mundo, ahí mismo lo degollan y al agua. Degolladito y al río. O de noche, golpean a la una de la mañana, “¡que me abran!” Lo sacaron y lo mataron y lo dejan en la calle botado. O lo 109
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sacan en el carro y lo botan al río. Lo torturan, a según, si no es que de una lo matan. A las mujeres las violan. O los matan con motosierra [...] Por ejemplo, aquí hay un chino, que creo que es que el ya no vive por acá, para que le contara que no es mentira. Él fue del bloque de Martín Llanos. Ellos en El Resbalón, donde nosotros les hicimos la masacre a ellos, ellos se metieron al segundo día y cogieron la señora, una muchacha, la cogieron viva y le quitaron las tetas, viva. Le hacen quitar la ropa y cogen con la peinilla así, la van picando hasta que bueno. Que por sapa. Y esa señora no tenía nada que ver con nosotros. Nosotros duramos 2 meses haciéndole inteligencia a ese campamento de ellos en El Resbalón y a ella la mataron que dizque porque ella sabía, no ella no sabía nada. Nosotros avanzábamos era de noche. Y allá nos estábamos aplacados. Hasta que nos le pegamos a ellos. Entonces ellos se desquitan es con la población civil que porque no les avisa. Pero uno de guerrillero nunca a la población civil se mete a decirles que uno va para allá porque hay mucho civil que está a favor de ellos. Ellos siempre se desquitan es con la población civil. La masacre del Cabo. En esa masacre estuvo Cucaracha. Nosotros estábamos en la reunión en un sitio que se llama La Nevera y cuando voltearon a mirar, los paramilitares. Entonces ellos venían así regados, ya nos venían anillando. O sea ellos nos venían ya cerrando para hacernos el barrido completo. Entonces lo que hizo el mando que estaba con nosotros ahí fue que nos retirábamos en cortina. Entonces nos salimos de la escuela y nos regamos así regaditos, cada uno en rombos. O sea, todos se van abierticos. Y los paracos pues ellos siguieron avanzando hasta cerrar la escuela, nosotros nos abrimos como a un kilómetro a unas montañas. Y ellos llegaron ahí entonces mataron cincuenta campesinos. Dentro de esos cincuenta campesinos mataron tres milicianos populares que había” Las descripciones y caracterizaciones realizadas por los y las ex guerrilleras sobre el quehacer de los paramilitares con la población civil nos invitan a indagar sobre la estrategia contrainsurgente y las prácticas y relaciones que ésta implica para con la población civil. Para ello es necesario tener en cuenta, como lo hemos reiterado a lo largo del texto, el momento espacio temporal en el que participaron de la guerra los excombatientes que aquí nos hablan y el carácter estratégico militar de las organizaciones y grupos estudiados.
Paramilitares y población civil: “quitarle el agua al pez”. Romero (2003) y Cubides (1999) sugieren que los grupos paramilitares colombianos tienen como objetivo combatir a las organizaciones insurgentes que son 110
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percibidas como una amenaza para el statu quo económico y político. Así mismo, esos autores plantean que la disparidad en términos de capacidad militar que existe entre las guerrillas y los grupos paramilitares obliga a estos últimos a combatir a la insurgencia a través de la eliminación de sus bases de apoyo, estrategia denominada “quitarle el agua al pez”. Con el fin de eliminar la base social de las organizaciones guerrilleras, lo cual implica dirigir las ofensivas sobre la población civil, durante la segunda mitad de la década de los noventas los paramilitares utilizaron mecanismos, como las masacres y desapariciones, orientados a generar terror en la población (Uribe, 2004; Uribe y Vásquez, 1995; Romero, 2003; Salamanca, 2005). Estos mecanismos implican una puesta en escena corporal y espacial orientada a romper el espacio social y simbólico de una comunidad, orientada a crear ambigüedad y con ello terror (Castillejo, 2000; Uribe, 2004; Lair, 2003). Así mismo esa estrategia implica la construcción de la noción de “colaborador” o “auxiliador”, es sobre ese “tipo” de sujetos que recae la ofensiva paramilitar y es su supuesta existencia la que justifica el accionar de la contrainsurgencia. De esa manera, tal como veremos en los testimonios que se presentan a continuación, la relación entre población civil y paramilitares en las regiones y el periodo en el que militaron los excombatientes esta mediada por el uso del terror. Hugo narra explícitamente el accionar de los paramilitares; “Cuando tú llegas a un pueblo nuevo y vas a hacer una toma, pues no conoces a nadie. Son pueblos que están simplemente en el mapa rural, que se sabe que existen en cierto sector, en cierto departamento. Bueno en todo caso, cuando tú entras pues sí tienes que entrar pues con tu violencia natural de que estás armado, de que tienes el poder, gritando “sálganse, quibo”, golpeando las puertas duro. Porque pues necesariamente tu para coger control tienes que tener, llevar el control y cogerlo ahí mismo, como dicen, de la raíz. Entonces ahí tiene uno que aprovechar…Con el terror de que “quibo que llegamos, abran o que los matamos”. Y si se están demorando mucho se les tumba la puerta. Y muchas veces uno llega a las diez, doce, una de la mañana cuando todo mundo esta durmiendo. Entonces, te levantas, estás durmiendo, te levantas asustado, pues ¿qué vas a hacer? Correr. Porque ¿qué más haces? Y muchos pelados caen así, mucha población civil muchas veces cae así, porque el mismo pánico pues los incita a correr, sin deber nada. Y muchas veces se mueren así. Hay otras partes donde vos llegas y pues ya sabes quienes son los que tienes que matar y ya ahí si es sencillo. Ya tú llegas a cierta casa, bueno. Entonces usted entra y ya sabe a quien hay que buscar, a quien hay que coger en tal casa, en tal casa. Esos son los colaboradores. Más sin embargo vamos a buscar la población civil al centro de la plaza. Los que cogen que 111
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son informantes, que se saben que informantes, se matan, y el resto de la población se reúne. Se les hace una reunión, se les dice como van a ser las reglas de juego en cierta población o en el barrio o en el pueblo donde estén. Se les va a dar la información de que bueno, que llegaron las autodefensas, que el control de ahora lo va a coger las autodefensas” Ese testimonio nos deja ver como opera la construcción de un “colaborador” y del terror en el accionar paramilitar. La práctica, el mecanismo, de irrumpir estruendosamente de noche, alterando el orden, tildando o tachando a algunos de colaboradores genera rupturas en el orden simbólico de las poblaciones, crea situaciones de ambigüedad orientadas a alterar el orden social para poder desplazar o gobernar (Uribe, 2004; Lair, 2003). También Ana en su narración describe las prácticas de los paramilitares con la población civil al momento de incursionar a un pueblo o comunidad, “Viendo por ejemplo cuando, cuando, el niño. El niño que, que, que llegamos a Yurayaco y toque de queda. Sin novedad. Eso llegaban a las casas, saqueaban, trataban a todo el mundo mal, mataban a unos cuantos dizque porque eran auxiliares de la guerrilla, porque eran guerrilleros, no se. Cuando salimos a la salida del pueblo, un niño, si ese niño tenía ocho años era mucho Camila, apuntándole el comandante con el revolver. Y el niño se lo llevaron para el dispensario y le hicieron inteligencia, dizque era guerrillero. Y ya estaban en cese de hostilidades, y yo dije, no pues lo mandan a la cruz roja, es que a los ocho años es mucho lo que se puede hacer, yo lo hubiera mandado para la cruz roja, un niño a esa edad se puede rescatar. Al niño lo amarraron, las manitas atrás. Cavan un hueco, teniéndolo ahí arrodillado viendo como le cavan en el hueco, y le cortaron la cabeza. Y sabes qué es lo triste Camila, de que ese niño me miraba así como diciendo ¡venga ayúdeme! Si yo estaba en las mismas condiciones yo a que lo podía ayudar. Y yo cada vez decía, esto es una mierda, ¿hijueputa con quién estoy? Y donde yo no sepa hacer las cosas, a mi me matan Camila”. Ana, quien en este testimonio como en los anteriores narra desde su particularidad de mujer y enfermera su experiencia, reitera el uso de prácticas orientadas a alterar el orden así como la importancia de la tipificación de auxiliador o colaborador en el accionar paramilitar. Al narrar las prácticas orientadas a generar terror nos lleva a analizar la dimensión simbólica de éstas. Las prácticas de desmembramiento del cuerpo que alteran la composición y clasificación corporal están orientadas a generar terror a partir de la alteración de la normalidad (Uribe, 1995; 2004). Las desapariciones, los descuartizamientos y las masacres 112
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están cargados de símbolos y acciones semánticas cuyo fin es generar terror en la población, “Bien lo ha anotado Feldman (1991) cuando plantea que con la masacre se pasa de un momento en donde el cuerpo pierde su subjetividad a uno donde se convierte en instrumento que acarrea un ‘símbolo’ en una red de sentidos configurados socialmente. Es el símbolo del silencio. El muerto no dice nada, es puesto ha hablar a través de su descuartizamiento” (Castillejo, 2000: 24). La puesta en escena corporal y espacial utilizada por los paramilitares en actos como las masacres altera el sentido simbólico con el cual los seres humanos de una comunidad guían su vida cotidiana, de esa manera produce terror. Como lo plantean Marks (1996) y Lair (2003) el terror y las masacres funcionan no por el número de muertos que dejan sino por el miedo que engendra en la población. Estas prácticas no son hechos aislados, las narraciones que se presentan a continuación corroboran el uso sistemático de prácticas de desmembramiento, desaparición y masacres por parte de grupos paramilitares al incursionar en una población. Alex, al narrar lo que para él implicó asesinar a una mujer, describe el uso del descuartizamiento y reafirma la importancia de construir una imagen de un “colaborador” en el accionar paramilitar. Al respecto nos dice, “Ahí maté una señora, supuestamente por informante de la guerrilla... Entonces pues sí, fue la primer mujer que sagradamente maté en mi vida. Y lo repudio. O sea, es muy duro, créalo, matar a una mujer, es muy duro. ¡Ucchh! Porque, pues llega el caso y pues uno piensa en algo: si mato a esa mujer soy capaz hasta de matar a mis hermanas o a mi mamá, ¿sí? Y que a uno lo parió una mujer, más que todo, y eso es muy duro para uno. Uno llegar y coger una mujer y ¡ta! meterle un pepazo uno dice ¡pues no la cagada! Pero cuando ya le dicen a uno despresarla, enterrarla… donde la coge uno con un machete o una motosierra y la despresa, mejor dicho la deja uno picadita como quien pica un hueso ¡Uy¡ eso es arrecho porque uno se queda ahí viendo y ¡no! Créala que para uno es… o sea para gente que tiene su gusto que le gusta matar más mujeres que hombres… Pero no, yo prefiero matar a un hombre que a una mujer. Ahí bueno, fue la única mujer que mate en mi vida”. De la misma manera Gonzalo describe las prácticas desarrolladas por los grupos contrainsurgentes frente a la población civil, resalta el uso de las desapariciones y descuartizamientos así como la “necesidad” de pensar al otro, civil, como colaborador o auxiliar de la guerrilla. “Hay zonas donde por seguridad no se pude hacer un disparo, allá se manejan machetes, cuchillos, y como no podemos hacer disparos porque la 113
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guerrilla esta cerca y nos escucha te cojo y te pico, así vivo, y es normal. Yo no me explico la gente por que se sorprende cuando la guerrilla o los paracos hicieron las masacres, para ellos es normal, esa es la guerra y yo pienso que una persona después de muerta no vale nada. Entonces, por qué se pica, porque si vos sos una persona de cierto pueblo y sos auxiliar de la guerrilla la idea es desaparecerte. Yo te puedo matar y te pongo en el pueblo pero entonces la gente va a decir fueron las autodefensas, pero si te cojo y te pico y te desaparezco lo que van a haber son solo especulaciones, los paracos fueron pero no tienen seguridad. Entonces te pico en cien, doscientos, pedazos y te meto en un hueco y pasas desapercibido”. El uso y ejecución de masacres 27 y desapariciones llevada a cabo, especialmente a mediados de la década de los noventas, por los actores armados contrainsurgentes, puede entenderse como parte de una estrategia de guerra. Las masacres son un medio radical, eficiente e impactante, para intimidar y controlar a la población civil (Lair, 2003); son una herramienta que hace parte de la estrategia de terror y violencia con la cual los grupos contrainsurgentes pretenden eliminar la base social de la guerrilla. En el marco de un conflicto armado las masacres, descuartizamientos y desapariciones no pueden ser entendidos como actos irracionales, de barbarie y sevicia, son actos estratégicos. “Existe una lógica intrínseca en el accionar violento de los grupos armados a la hora de cometer masacres [...] los grupos armados ilegales escogen racionalmente el uso de las masacres y éstas son utilizadas como un medio y no como un fin [...] éstos ejercen masacres con el fin de obtener ciertos fines estratégicos, bien sea la intimidación de la población para obtener apoyo de la misma o para desplazarla y acceder a sus bienes” (Salamanca, 2005: 48, 52, 53). Los testimonios expuestos hasta el momento evidencian que los asesinatos, las masacres y desapariciones cometidas por los grupos contrainsurgentes sobre la población civil tienen una gran carga semántica y simbólica. Estos mecanismos son efectivos porque logran, a través de un uso del cuerpo y el espacio, alterar el sentido de lo normal y cotidiano en una comunidad. Al respecto nos dice Lair, “La guerra y el terror confluyen para trasmitir mensajes donde el reparto espacial de los cuerpos cumple con una clara labor de información en la violencia. Los cuerpos así mutilados, desmembrados y deformados antes de ser exhibidos para tener un gran impacto en el tejido social” (Lair, 2003: 100). El uso del terror no es el único componente en la relación entre paramilitares y población civil. Como vimos en el acápite anterior las organizaciones 27
Masacre se define como “el acto de liquidación física violenta, simultanea o cuasi simultanea, de más de cuatro personas en estado de indefensión” (Uribe y Vásquez, 1995: 37).
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guerrilleras regulan la vida cotidiana de las poblaciones que son identificadas y construidas como sus bases sociales. De manera similar, los grupos contrainsurgentes instauran un orden social particular donde se asientan. Como lo sugiere Patricia Madariaga (2006) en su estudio sobre las formas de control paramilitar en un pueblo de Uraba, es a través de la regulación de la vida cotidiana de los pobladores que los grupos contrainsurgentes logran instaurar un modelo específico de orden social. Esa regulación de la vida cotidiana y la instauración de un orden social particular implica una construcción binaria de orden y desorden, implica el establecimiento de fronteras sobre lo que es normal y aceptado y lo anormal y no deseado (Castillejo, 2000; Blair, 2003, 2005). Tal como lo evidencian los testimonios de los ex paramilitares, uno de los objetivos de los grupos contrainsurgentes es “limpiar” la sociedad, el pueblo o la comunidad, de lo que “no sirve”, de lo que “hace daño”, entre lo que se encuentra, según ellos, “los viciosos”, los ladrones, los homosexuales entre otros. Al respecto nos dice Alex, “Como también se hacían las limpiezas que se llaman por aquí en Bogotá. En la limpieza se matan desechables, ladrones, violadores, basuqueros, todo eso, ¿si me entiende?, eso también es la parte de una organización. Pero entonces eso se hacía por ejemplo cuando se llegaba a un barrio o a un pueblo de mucho ladrón, de mucho marihuanero…” La lógica de “limpiar” para instaurar el orden, que hace referencia a las formas de control social, de exclusión y eliminación de lo diferente instauradas por los grupos paramilitares en los pueblos y comunidades, también es descrita por Gonzalo y Hugo, “Habían unos urbanos, un urbano es un paramilitar en el pueblo, en la zona urbana. Ellos estaban encargados de limpiar el pueblo, de limpiarlo literalmente hablando, los marihuaneros, los ladrones, que los maricas, esos tienen que morirse. El comandante exige resultados y ellos por afán de pronto matan a alguien solo por sospecha, que te mataron y después averiguaron que vos no sos nada”. Nos dice Hugo, “Entonces en caso de que haya borrachos, que haya gente que no se sepa controlar, pues prácticamente es como llegar el ejército a una población que nunca ha tenido fuerza militar”. 115
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El análisis realizado en este capítulo nos muestra como la relación que establecen las organizaciones y grupos armados con la población civil esta inscrita en una estrategia político militar especifica, en un momento particular de la guerra y se relaciona con la historia de la organización en cada una de las regiones. Así mismo este capítulo nos muestra que es en las prácticas y relaciones cotidianas así como en el manejo del cuerpo y del espacio que los actores armados expresan e instauran su estrategia. Los grupos insurgentes se relacionan con la población civil buscando establecer bases de apoyo, de esa manera, según los excombatientes, la relación entre las FARC-EP o el ELN y la población civil se caracteriza por la “cordialidad” y “el buen trato”. Sin embargo en ese punto llamamos la atención sobre la necesidad de situar regionalmente dichas relaciones puesto que según la región dicha relación tiene matices. Por su parte los grupos paramilitares, siguiendo la estrategia de “quitarle el agua al pez”, caracterizan a la población civil como “colaboradores” y enfocan sus prácticas en generar terror. Ligado con esto es importante resaltar la dimensión simbólica de las prácticas contrainsurgentes, a partir del uso del cuerpo y el espacio, estos grupos logran alterar la estructura simbólica que rige la cotidianidad de las poblaciones y de esa manera logran hacer efectiva su estrategia de generar terror. Esta caracterización de las relaciones con la población civil no procura argumentar que las organizaciones insurgentes no han cometido actos de terror contra civiles pero si pretende mostrar, tal como se dijo al inicio del capítulo, que a pesar de la existencia de acciones que contradicen las estrategias político militares de los actores armados estudiados, tal como lo narran los excombatientes, el accionar de los grupos insurgentes se correspondió con la lógica de crear bases de apoyo así como el de los paramilitares se inscribió en la lógica de quitarle el agua al pez. También hay que resaltar que tanto las organizaciones insurgentes como los paramilitares buscan instaurar un orden social particular en las comunidades donde se asientan. A través de la regulación cotidiana instauran fronteras entre lo normal y lo anormal, lo cual les permite consolidarse como autoridad e imponer un orden social específico.
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Consideraciones finales Los testimonios de experiencias de vida de los y las excombatientes y el análisis realizado sobre ellos permiten plantear algunas consideraciones finales sobre los procesos de socialización de combatientes al interior de las organizaciones armadas ilegales en Colombia. Así mismo, la investigación presentada en este documento nos permite explicitar algunos rasgos del tipo de orden social que se construye en cada una de las organizaciones y grupos armados aquí estudiados. Con ello no pretendemos establecer generalizaciones mas sí esbozar algunas características de esos procesos teniendo en cuenta la historicidad de éstos. Es decir, situando los procesos de socialización descritos en el desarrollo del conflicto a mediados de la década de los noventas, periodo en el cual las organizaciones guerrilleras, particularmente las FARC-EP, se encontraban en un proceso de expansión, crecimiento y fortalecimiento militar, y por su parte los grupos paramilitares buscaban unificarse en las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y detener la expansión insurgente mediante la estrategia de quitarle el agua al pez. Finalmente, este trabajo nos aboca a nuevas preguntas y líneas de investigación. Como hemos mostrado a lo largo de este texto, existen varias similitudes en los procesos de construcción de combatientes que se llevan a cabo en las organizaciones FARC-EP, ELN y los grupos paramilitares durante el periodo estudiado. Dado su carácter militar y guerrero estas organizaciones y grupos desarrollan prácticas socializadoras análogas, algunas de ellas son: 1) la instauración, legitimación e interiorización de relaciones jerárquicas y disciplinares propias del campo de la milicia, de ordenes militares; 2) la enseñanza y el aprendizaje de destrezas físicas y prácticas bélicas necesarias para el desarrollo de la guerra; 3) la supresión, eliminación, de todo aquello que se considera femenino y 4) la instrucción de formas particulares de relación para con la población civil. En esta investigación etnográfica hemos encontrado que, a pesar de las similitudes mencionadas, existen variaciones en los mecanismos y prácticas de socialización utilizadas al interior de los actores armados aquí estudiados. Hemos sugerido que esas variaciones, contrastes y matices están estrechamente relacionadas con el carácter político-ideológico y estratégico militar de cada uno de los actores armados, con el desarrollo espacio temporal del conflicto y con la relación concreta de las organizaciones con la sociedad de referencia. De esa manera en cada uno de los campos estudiados -entrenamiento, combate, vida cotidiana,
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sexualidad y relación con población civil- encontramos divergencias entre las organizaciones insurgentes y los grupos paramilitares; a continuación mencionaremos algunas de los contrastes hallados. En el campo del entrenamiento señalamos que: 1) La existencia de una formación político ideológica es más explícita y sistemática en las organizaciones insurgentes que en los grupos paramilitares. 2) El entrenamiento físico en los grupos contrainsurgentes se caracteriza por el uso explicito de prácticas de maltrato y dolor sobre el cuerpo del combatiente lo que no ocurre en el mismo grado ni de la misma forma en las organizaciones insurgentes. 3) Son comunes en los procesos de entrenamiento paramilitares el desarrollo de prácticas ejercidas sobre el cuerpo de las víctimas orientadas a naturalizar y legitimar la deshumanización y animalización del otro. Ligado con este tercer punto planteamos que las acciones violentas y atroces cometidas por los grupos insurgentes hacen parte de la contingencia de la guerra mas no responden a un proceso de entrenamiento e iniciación direccionado a deshumanizar y animalizar al otro. Respecto al combate y la caracterización del enemigo planteamos lo siguiente: 1) A partir de la construcción de un otro enemigo el combatiente de determinado grupo armado se construye a sí mismo. En relación con este punto resaltamos las caracterizaciones diferenciadas que realizan los ex guerrilleros sobre sus enemigos paramilitares y militares y vimos como a pesar de los términos antagónicos con que los ex paramilitares caracterizan a la guerrilla, estos resaltan las fortalezas en estrategia militar que tienen las FARC-EP. Junto a esto recalcamos la importancia de situar dichas construcciones en un momento espacio temporal y estratégico específico del conflicto colombiano. 2) Adentrándonos en las prácticas del combate observamos como la palabra y el uso simbólico del cuerpo del otro son mecanismos orientados a intimidar y producir terror en el enemigo así como mecanismos de socialización; de ello se desprendió nuestro llamado de atención sobre el hecho de que concebir dichas prácticas como inhumanas y animalizar a quienes las ejecutan responde a unas configuraciones emotivas propias de sociedades estatalizadas donde la agresividad y la belicosidad es contenida y expresada de maneras diferentes a las acontecidas en espacios de guerra y combate y que no por ello estas últimas son prácticas inhumanas. En relación con la regulación de la vida cotidiana, las sanciones y la sexualidad sugerimos que: 1) A través del control de las rutinas cotidianas y de todas las esferas de la vida del sujeto las organizaciones armadas, en especial las insurgentes, construyen y adhieren al sujeto combatiente a la organización, de allí nuestra comprensión de las FARC-EP y el ELN como instituciones voraces y totales. 2) Las sanciones son un mecanismo utilizado por las organizaciones y grupos armados para consolidar las relaciones entre el sujeto combatiente y la institución 118
Consideraciones finales
armada. Las sanciones y las relaciones jerárquicas al interior de las organizaciones insurgentes están más reglamentadas y burocratizadas que en los grupos paramilitares donde se resaltan la arbitrariedad y la autonomía de los mandos. 3) La regulación de la sexualidad, de las relaciones de pareja y del cuerpo femenino en las organizaciones y grupos estudiados se inscribe en y reproduce un orden social androcéntrico. En relación con ello vimos como los discursos insurgentes que plantean una igualdad de género se rompen en la práctica donde a través de la sexualidad, las relaciones de pareja y los mecanismos sistemáticos de regulación, como la planificación y el aborto, se instauran relaciones de diferenciación y dominación. En último lugar, respecto a la percepción que tienen los combatientes acerca de la relación que establecen los actores armados estudiados con la población civil planteamos que: 1) La relación que establecen las organizaciones y grupos armados con la población civil está inscrita en una estrategia político militar especifica, en un momento particular de la guerra y se relaciona con la historia de la organización en cada una de las regiones. Por ello planteamos que los grupos insurgentes se relacionan con la población civil buscando establecer bases de apoyo y los grupos contrainsurgentes enmarcados en la lógica de quitarle el agua al pez. 2) A partir de las prácticas y relaciones cotidianas así como del manejo del cuerpo y del espacio los actores armados expresan e instauran su estrategia. 3) Las organizaciones insurgentes como los paramilitares buscan instaurar un orden social particular en las comunidades donde se asientan. A través de la regulación cotidiana instauran fronteras entre lo normal y lo anormal, lo cual les permite consolidarse como autoridad e imponer un orden social específico. La investigación presentada en este documento nos permite explicitar algunos rasgos del tipo de orden social que se construye en cada una de las organizaciones y grupos armados aquí estudiados. Estas formulaciones se fundamentan en la literatura secundaria sobre conflicto y actores armados en Colombia, particularmente en lo planteado por Bolivar (2006), y en el análisis de fuentes empíricas que se ha realizado en esta investigación. La primacía de una noción de colectividad así como la existencia de relaciones reglamentadas, cohesionadas, y burocratizadas que limitan la autonomía y regulan la vida de los y las combatientes de las organizaciones guerrilleras nos permiten caracterizar a las FARC-EP y al ELN como organizaciones insurgentes altamente burocratizadas donde prima una noción de un “NOSOTROS”, de colectivo. Por su parte, los grupos paramilitares pueden ser caracterizados como entidades donde predomina el individualismo y la arbitrariedad. Esto se refleja en la existencia de relaciones de mercado donde el combatiente es remunerado económicamente por labores propias de la guerra, la autonomía de 119
Camila Medina Arbeláez
los mandos, la arbitrariedad existente en los mecanismos de terror intra y extra organizacionales, así como en la centralidad que se otorga al “YO” en dichos grupos. De otra parte, el recorrido realizado por los procesos de socialización de combatientes en las organizaciones armadas ilegales en Colombia nos ha permitido ver la interrelación existente entre construcción de sujeto, corporalidad y alteridad en el ámbito de la guerra. Construir combatientes implica construir corporalidades y alteridades, estos no son procesos paralelos e individuales, son procesos conexos, interdependientes y situados (Bourdieu, 2001; Foucault, 1992; Auge, 1996; Pedraza, 1999, 2007; Castillejo, 2000; Blair, 2003, 2005). La construcción del combatiente guerrillero o paramilitar implica la edificación de una corporalidad que responda y sea acorde con las estructuras del ente armado y de la guerra; los miembros de las organizaciones y grupos armados ilegales, a través de prácticas cotidianas y repetitivas, interiorizan, naturalizan y legitiman relaciones de poder, dominación y diferenciación que permiten la producción y reproducción de los campos militares. Así mismo, dicho proceso de socialización de combatientes conlleva la construcción de un otro, que en el ámbito de la guerra se tipifica como enemigo o femenino, a partir del cual, en un proceso de diferenciación, se construye la mismidad del combatiente. Así mismo, esta investigación nos ha permitido aportar a la reconceptualización de la guerra y quienes participan de ella. De manera contraria a los análisis y tipificaciones que en sociedades interdependientes, estatalizadas y pacificadas se hacen del conflicto y sus actores (Elías, 1989; Bolívar, 2004, 2006), este trabajo etnográfico nos ha permitido revertir, sin justificar las acciones, el carácter anormal e inhumano que se atribuye a la guerra y las personas que en ella participan. Esto nos lleva a plantear que la solución del conflicto armado no puede estar encaminada a eliminar y exterminar al otro, concebido como anormal, animal, loco, desviado e inhumano, sino en comprenderlo y aceptarlo como un ser humano igual, producto y productor de un orden social específico e histórico del cual todos y todas hacemos parte. Finalmente, es ineludible recoger nuevas preguntas y líneas de trabajo que surgieron en el transcurso de esta investigación. El estudio realizado evidenció la necesidad de 1) profundizar el análisis situando los procesos de socialización de combatientes en los desarrollos regionales del conflicto, 2) ahondar en las diferencias existentes entre las guerrillas FARC-EP y ELN en términos de socialización de combatientes, 3) conectar estos procesos de socialización con las motivaciones de los y las combatientes para entrar y salir de la organización, 4) contrastar las percepciones y experiencias de los excombatientes en torno a la relación de los actores armados con la población civil con los testimonios de personas victimas 120
Consideraciones finales
y de las comunidades, y 5 )ahondar en el análisis de las continuidades existentes entre el orden social estatalizado, pacificado, y la guerra. Así mismo, esta investigación nos vuelca a analizar cómo se pretende transformar al sujeto guerrero, que fue construido en los procesos de socialización descritos en este texto, para vincularlo a una sociedad estatalizada y pacificada. Con el fin de construir desde una óptica micro social un cuadro holístico que permita ver qué implica en términos de construcción de sujeto hacer la guerra y hacer la paz, es necesario articular los procesos de socialización descritos en esta investigación con las transformaciones, los procesos y mecanismos utilizados en la construcción de paz para hacer del sujeto guerrero un “ciudadano”, un “civil”. Ahora es necesario responder ¿Qué pasa con el sujeto guerrero construido al interior de las organizaciones armadas ilegales colombianas cuando éste entra al actual proceso de “DDR”?28
28
En relación con este tema las investigaciones de Cárdenas, 2005, Varela, 2007 y Rodríguez (2008) abren rutas de análisis.
121
Anexos Anexo 1. Cuadros comparativos de acciones bélicas y violaciones al Derecho Internacional Humanitario (DIH). Fuente: González, Fernán; Ingrid Bolívar y Teófilo Vásquez. (2003). Violencia política en Colombia. De la nación fragmentada a la construcción del estado. Bogotá: Editorial CINEP. Pag: 100-105.
Gráfico Nº 1 DINÁMICA DEL CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA Comparativo hechos de Acciones Bélicas y Violaciones al DIH 1990 - 2000
Camila Medina Arbeláez
Gráfico Nº 2 DINÁMICA DEL CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA Hechos de Violaciones al DIH por Actores armados 1990 - 2000
Gráfico Nº 3 DINÁMICA DEL CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA Distribución Violaciones al DIH 1990 - 2000
124
Anexos
Gráfico Nº 4* DINÁMICA DEL CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA Hechos de Acciones Bélicas por Actores armados 1990 - 2000
Gráfico Nº 5* DINÁMICA DEL CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA Distribución porcentual Acciones Bélicas 1990 - 2000
125
126
152
102
101
129
B Julio de 1997 a junio de 1998
C Julio de 1998 a junio de 1999
D Julio de 1999 a junio de 2000
3,29%
3,89%
4,66%
6,55%
1.984
1.522
1.351
1.385
50,66%
58,56%
61,66%
59,72%
b % 2b= 2a÷8a
a #
a #
b % 1b =1a÷8a
2 Paramilitares
1 Agentes del Estado
501
501
288
322
a #
12,79%
19,28%
13,14%
13,89%
b % 3b= 3a÷8a
3 Guerrillas
2.614
2.124
1.741
1.859
a # 4a= 1a÷3a
66,75%
81,72%
79,46%
80,16%
b % 4b= 4a÷8a
4 Casos con presuntos autores identificados
239
142
130
183
a #
6,10%
5,46%
5,93%
7,89%
b % 5b= 5a÷8a
5 Uno de los grupos anteriores sin identificar
Casos confirmados En cuanto a su carácter de violencia social o política
b % 6b= 6a÷8a
87,19% 2.853 72,85%
2.266
1.871 85.39%
2.042 88,06%
a # 6a= 4a÷5a
7,82
6,21
5,13
5,59
c Promedio diario 6c= 6a÷365
6 Subtotal de víctimas muertas
1.063
333
320
277
a #
27,15%
12,81%
14,61%
11.94%
b % 7b= 7a÷8a
7 Autores sin identificar
Casos en estudio *** (para definir su carácter de violencia sociopolítica)
3.916
2.599
2.191
2.319
a # 8a= 6a÷7a
100%
100%
100%
100%
b %
10,73
7,12
6,00
6,35
c Promedio diario 8c= 8a÷365
8 Total de víctimas muertas
Casos confirmados y en estudio
COMISIÓN COLOMBIANA DE JURISTAS Violaciones de derechos humanos y violencia sociopolítica en Colombia Derecho a la vida Ejecuciones extrajudiciales, homicidios sociopolíticos y desapariciones forzadas Total de víctimas muertas y porcentaje de autoridad por presuntos autores, según períodos Julio de 1996 a junio de 2006
A Julio de 1996 a junio de 1997
Periodos ***
Anexo 2
Camila Medina Arbeláez
2,87%
127
175
229
277
227
1.620
F Julio de 2001 a junio de 2002
G Julio de 2002 a junio de 2003
H Julio de 2003 a junio de 2004
I Julio de 2004 a junio de 2005
J Julio de 2005 a junio de 2006***
K total de víctimas (J=Aa.aI)
355
759
1.225
1.568
1.882
2.413
230
271
426
664
628
457
45,63% 4.288
21,30%
32,91%
42,10%
35,56%
42,52%
49,11%
13,55%
13,80%
11,75%
14,64%
15,06%
14,19%
9,30%
48,71%
56,68%
64,60%
54,59%
59,58%
60,47%
20.352 64,29%
812
1.307
1.880
2.407
2.637
2.971
3.404
395
392
425
631
467
400
10,75%
23,70%
17,00%
14,60%
14,31%
10,55%
8,14% 70,13%
68,61%
79,21%
72,41%
23.756 75,04%
1.207
1.699 73,68%
2.305
3.038 68,90%
3.104
3.371
3,31
4,65
6,32
8,32
8,50
9,24
20,79%
31,10%
29,87%
31,39%
27,59%
7.900 24,96%
460
607 26,32%
605
1.371
1.322
1.542
31.656
1.667
2.306
2.910
4.409
4.426
4.913
100%
100%
100%
100%
100%
100%
100%
4,57
6,32
7,97
12,08
12,13
13,46
Fuentes: • Banco de datos de Derechos Humanos y Violencia Política de Cinep (BDC), Noche y niebla-Panorama de derechos humanos y violencia política en Colombia, Bogotá BDC, no 30, 2005. • Comunicaciones de autoridades estatales que dan cuenta de casos de violencia sociopolítica • Periódicos: El Colombiano, El Espectador, El Tiempo, Diario del Huila, Diario del Otún, Diario del Sur, El Heraldo, El Liberal, El Meridiano de Córdoba, El Meridiano de Sucre, El Nuevo Día de Ibagué, El País, El Universal, Hoy, Diario Magdalena, La Libertad, La Nación, La Opinión, La Patria, La Tarde y Vanguardia Liberal • Revistas: Semana, Cambio y Cromos • Denuncias escritas que figuran en los archivos de la Comisión Colombiana de Juristas. Notas: *: En la columna 4 únicamente se suman las victimas y se calcula el porcentaje de presunta autoridad de los casos de las columnas 1, 2 y 3 (filas A a C) en que el grupo perpetrador haya sido identificado. **: La categoría de casos en estudio registra los casos que presentan indicios de estar motivado social y políticamente, suficientes para no desecharlos, pero insuficientes para clasificarlos de manera definitiva. Son registrados con el fin de pre ***: Para este periodo no se incluyeron la totalidad de las fuentes habituales debido a que algunas de ellas no se encuentran aún disponibles. Por esa razón, este periodo presenta un subregistro mayor en relación con los periodos anteriores. N.B.: Los actos atribuidos a paramilitares como presuntos autores no excluyen en la eventual participación de agentes estatales por acción u omisión. 27.10.06 NRNYN
5,12% 14.444
13,62%
12,01%
7,87%
3,97%
2,06%
101
E Julio de 2000 a junio de 2001
Anexos
127
128
•desayuno •cargar leña •lavado de cosas y necesidades, peluquería, enfermería. •refrigerio •Horas recreativas, juego de fútbol, chistes, baile.
Horario miércoles y domingos. Días de descanso.
4:00am: levantada (4:30 o 4:45) 4:00-4:1 5am: cepillado y tinto. Escuchar noticia y escribirla. 4:30am-6:00am: ejercicio físico o atrincheramiento (aseo). 6:00am: formación y parte. 6:00-6:30am: desayuno y lavado de la olla. 7:00am: formación para el habla. 7:00-7:30am: exposición de noticias. 7:30 a 8:00ara: discusión de las noticias presentadas. 8:00-8:I0am: extender la ropa mojada. 8:10 -9:00arn; Aula, estudio. 9:00am: refrigerio. 10:00am a 11:00arn: baño primer grupo / Trote o tareas. 12:00m: Almuerzo 2:00pm - 3:00pm: baño segundo grupo/ Trote o tareas. 3:00pm: refrigerio, o 4:00pm: Comida. 4:00pm: formación para repartir la guardia y dar parte. 6:00-7:00pm: Charla. 8:0pm: Dormida.
ELN •Aseo •Rajar leña •Verificación de la seguridad •Deporte •Baño (15 min de baño por grupo) •Estudio •Comida •Resumen y discusión de noticias. •Dormida.
FARC-EP
Horario cuando se esta en campamento. Días lunes, martes, jueves, viernes y sábado.
ACTIVIDADES DIARIAS
“Pero de resto es un día normal. Porque tu trabajo prácticamente es no hacer nada, simplemente estar a disposición de un comandante”.
•Levantada. (8:00am). •Recoger hamaca, arreglar equipo. •Baño y cambio de ropa. •Lavado de ropa. •Ayuda al ranchero. Traer leña y agua. •descanso, dormir, escuchar música, escribir, comer mango... •Juega Cartas con los amigos. •Reunión con los amigos a fumar cigarrillo, hablar, reírse. confidencias. •Jugar fútbol.
PARAMILITARES
Tabla comparativa de actividades diarias que fue elaborada a partir de la recolección de información de todas las entrevistas realizadas.
Anexo 3
Camila Medina Arbeláez
Anexos
Anexo 4 Normas internas de comando o Régimen Interno de las FARC-EP 23ª. El oficial de Servicio garantiza el normal funcionamiento interno del campamento sobre la base del plan de campamento y orden del día establecidos, y ejecuta las orientaciones del jefe de la unidad. 24ª.En los cuarteles y campamentos y donde quiera que sea necesario se nombra un jefe de casino y un ecónomo por escuadra o guerrilla, se dispondrá de un ranchero o dos, según lo exija la cantidad de personal. El ecónomo distribuirá las raciones según la planilla del régimen diario del gasto. Cuando las circunstancias lo permitan se organizará el casino para comandantes, pero la ración será la misma. 25ª.Todos los comandantes están obligados a realizar periódicas revisiones de armas, municiones a todo el personal a su cargo y a quienes se le compruebe descuido, pérdida de ellas o pérdida de piezas, les serán aplicadas las sanciones correspondientes. 26ª. En caso de enfermedad de compañeros, sea en cuarteles, campamentos o puestos de guerrilleros, cada unidad deberá velar por ellos y si la unidad a que pertenece el enfermo no estuviese en el lugar, corresponde el cuidado del enfermo a los encargados del puesto, cuartel o campamento. Si se comprueba abandono del enfermo se sancionará a quien o a quienes corresponda. 27ª. Las armas y municiones que se encuentren abandonadas o tiradas deben ser entregadas a la unidad respectiva y solicitada sanción al responsable o responsables del abandono del arma o munición. Nadie podrá hacer uso de municiones con concepto de propiedad personal, o por que la “buena suerte” le deparó encontrarlas. 28ª. Habrá un día de descanso que en general será el domingo, pero en circunstancias especiales podrá ser otro día, sin que se mengüe el servicio de guardia, en cuyo caso el descanso sería otro día. Los sábados se destinarán al lavado de ropa, reuniones de organismos políticos, apronte de leña, abastecimientos, etc. 29ª. Para lo relacionado con enfrentamientos militares, orden cerrado y abierto, gimnasia, judo, defensa personal, etc., hay a disposición de los Frentes, columnas, compañías, guerrillas, misiones, comisiones y UTC, la Cartilla Militar de las FARC-EP. 30ª. Los miembros del Estado Mayor C entral, son la máxima autoridad del cuerpo de mando y por lo tanto pueden recibir informes, comunicados, partes etc., de los demás comandantes. 129
Camila Medina Arbeláez
31ª. El horario normal, cuando no se está en orden público, comienza con la levantada a las 04:50 hasta las 20:30, cuando luego de la recogida habrá silencio en los cuarteles, campamentos o puestos de las FARC-EP. 32ª. Cada Frente elaborará su Régimen Interno Particular sobre la base del Régimen Interno General, con el fin de actualizar para el momento sus trazos y planteamientos; así mismo, cada Columna, Compañía o Guerrilla. 33ª. El orden del día se elaborará para 24 horas y consta de lo siguiente: a) Guardia y horas de guardia para una o varias ruedas, de acuerdo con la cantidad de personal. b) En la misma minuta se contemplan todos los servicios como rancheros, aprovisionadores, leñateros, si fuere necesario, palafreneros, peluqueros, enfermeros de turno, higienistas, aseadores, si esta tarea no se realiza colectivamente, así como otros servicios. c) La minuta indicará quienes quedan disponibles en cada rueda luego de cubierto el servicio que le haya correspondido a cada uno, así mismo quiénes quedan disponibles 6-12 o 24 horas. d) El orden del día tiene directa relación con el Régimen Interno Particular, y el plan de cuartel o campamento y de esta manera no puede contradecirse ni con el Régimen Interno Particular, ni con el Plan de campamento, sino complementarse. e) Si en el puesto, cuartel o campamento hubiere superiores, el orden del día tendrá que ser consultado con ellos de la misma manera que las minutas del servicio. f) Toda novedad por simple y sin importancia que parezca, tiene que ser comunicada inmediatamente a los superiores. 34ª. La relación es la instancia mediante la cual los escalones de mando resuelven los distintos problemas relacionados con los servicios y el orden militar de la respectiva unidad y en donde los guerrilleros pueden hacer planteamientos, sugerencias y reclamos que tengan que ver con el orden mencionado. Siempre que las condiciones lo permitan debe realizarse diariamente y tendrá una duración máxima de 20 minutos. 35ª. Toda acción, grande o pequeña, debe ser objeto de balance, y este, dirigido directamente por el mando, según el procedimiento consignado en la cartilla militar” (Normas Internas de Comando, FARC-EP: 2005). 130
131
ELN
FARC-EP
Organización
Cómo se sanciona *Primero dan consejos y sino pues lo sancionan. – Coger leña (400 viajes...) – Cargar agua – Recoger piedras para el campamento. – Hacer chontos – Estudio, dar charla., hacer resúmenes. – Bañarse a la madrugada en el paramo. *Medio público: relación. *Anotación en la hoja de vida. Acumulables. *A la tercer o cuarta falta, va para consejo de guerra y ahí para fusilamiento.
– Cargar leña – Cargar agua – Te quitan el fusil, te desarman – Consejo de guerra
Qué se sanciona
Violación al régimen interno – Relaciones sexuales sin permiso. – Desorden, ropa tirada. – Dormir en la guardia. – No hacer las tareas u oficios asignados o hacerlos “de mala gana”. – Ser mal ranchero, dejar quemar o ahumar la comida. – entrar a casas de los civiles. – Comer lo que no está permitido – Insubordinación – Desmoralización insuperable. – Grupismo – Delación – Traición
– Matar a un compañero o civil – Violar a una mujer guerrillera o civil
Tabla comparativa de sanciones que fue elaborada a partir de la recolección de información de todas las entrevistas realizadas.
Anexo 5
Anexos
PARAMILITARES
Organización
(continuación)
– Dormir o sentarse en la guardia – Insubordinación – Faltar el respeto a un comandante – Evadida – Fumar marihuana – deserción y delación
Qué se sanciona – cargar leña – Volteo – Ocho días de rancho, 10 o 15 días de rancho. “depende si eres buen patrullero te perdonan la vida” – amarrado a un charco rodeado de agua. – La muerte – Amarrado. – estar de 6 a 6 parado en una planada sin comer, sin agua y al sol. – dejar sin sueldo – El cepo: Eso es una vaina donde lo meten a uno, donde le echan azúcar, agua, melado de azúcar, comida, para que las hormigas lo vayan picando a uno, eso es como un calabozo. Eso es como un calabozo, pero por los lados está el agua, donde usted no puede recostar contra el palo porque usted tiene que ir en la mitad ahí, en la mitad. – torturarlo vivo, vivo empezó a quitarle la piel, y vivo empezó a picarlo y vivo lo picó
Cómo se sanciona
Camila Medina Arbeláez
132
Anexos
Anexo 6 El Reglamento de Régimen Disciplinario comprende las disposiciones sobre disciplina, normas de conducta, faltas, sanciones y atribuciones de los diversos escalones de mando de las FARC-EP.
CAPITULO I DE LA DISCIPLINA ARTICULO 1º. Las faltas que dan lugar a sanciones disciplinarias son:
FALTAS GRAVES DE PRIMERA INSTANCIA: a) Intento de homicidio en compañeros o gentes de las masas. b) Riñas entre los miembros del movimiento. c) Empleo de la mentira para justificarse ante los superiores o ante los organismos de dirección. d) Falta de espíritu de compañerismo y solidaridad. e) Manifestaciones de pereza, cobardía e irresponsabilidad. f) Utilización de la calumnia contra las masas, compañeros de filas, o contra los organismos de dirección. g) Violación del Régimen Interno General y Particular, o planes de marcha o campamento. h) Violación de normas de reclutamiento. i) Desmoralización superable.
FALTAS GRAVES DE SEGUNDA INSTANCIA: a) Empleo de palabras soeces, ya sea del comandante hacia los guerrilleros o de éstos hacia los comandantes, o entre sí, o de los miembros del movimiento hacia los particulares. b) La chismografía, el uso de apodos denigrantes, el empleo de amenaza contra compañeros de lucha o contra particulares. c) El irrespeto de Comandantes hacia los guerrilleros o de éstos hacia los comandantes y de los miembros del movimiento hacia las masas. 133
Camila Medina Arbeláez
d) Los juegos de azar y la embriaguez consuetudinaria. e) La simulación de enfermedades para eludir el cumplimiento de misiones y tareas. f) El engaño a compañeros o guerrilleros. g) El juego con cualquier clase de armas.
FALTAS LEVES: Las que se cometan sin intención de causar daño a los compañeros o al movimiento. ARTICULO 2º. Las sanciones que den lugar las faltas cometidas son impuestas por el organismo a que pertenezca quien comete la falta y a éste le asiste el derecho de hacer sus descargos si se trata de las faltas de que habla el artículo primero en a), b) y c). Queda prohibido aplicar sanciones o castigos que vayan contra la integridad física o moral, o que sean deprimentes de la personalidad del sancionado, y tiene carácter educativo en los casos contemplados en el artículo primero. aparte de otras que puedan ser impuestas por los Comandantes directamente, por faltas en la prestación de servicios, las sanciones son: 1 Crítica franca y constructiva en la reunión del organismo que aplica la sanción y exigencia de la correspondiente autocrítica a quien o quienes cometieron la falta. 2 Suspensión temporal del derecho a tener puestos directivos, de representación u otras responsabilidades. 3 Si se trata de aplicar sanción a un organismo, esta medida sólo la tomarán dentro de sus atribuciones los Estados Mayores de Frente, los Estados Mayores de Bloque, el Estado Mayor Central y su Secretariado. ARTICULO 3º. Los delitos dentro del movimiento son: a. El asesinato de compañeros, de hombres o mujeres de la población civil. b. La deserción con o sin armas, dinero u otros bienes del movimiento. c. La desmoralización que ponga en peligro el movimiento, sus planes militares u otras tareas importantes. d. La traición o cualquier otra forma de colaboración voluntaria con el enemigo para causar daño al movimiento. e. La delación y divulgación de los secretos de la organización. 134
Anexos
f. El grupismo, el fraccionalismo o cualquier forma de actividad que atenté contra el movimiento o contra la orientación y el trabajo político militar que éste desarrolla. g. El incumplimiento premeditado de órdenes o determinaciones y la insubordinación. h. La compra o venta de material de guerra u otros bienes del movimiento o su pérdida injustificada. i. El abandono del puesto o de la guardia. j. El sabotaje al movimiento. k. La violación sexual. l. El robo a los compañeros, al movimiento o a la población civil. m. Los negocios tramposos o ventajosos con los compañeros de fila o con gentes de las masas. n. El consumo de estupefacientes. ñ. Cualquier actividad que vaya contra la moral revolucionaria, contra las costumbres sanas de la población, o que tienda a rebajar el prestigio de las FARCEP ante el pueblo. o. Toda actividad encaminada a impedirle a la población creyente la práctica de su culto religioso. ARTICULO 4º. Contra los delitos las sanciones son: 1. Pérdida temporal o definitiva del derecho a ocupar cargo alguno de responsabilidad o representación. 2. Obligación de cumplir el trabajo o cualquier otra actividad que como sanción le sea impuesta a juicio del organismo respectivo. 3. Para los delitos contemplados en a), b), c), d), e), f), g), h), i), j), k), l) y otros delitos se procede convocando el C onsejo R evolucionario de G uerra, cuyo mecanismo es el siguiente: A
La Asamblea General de Guerrilleros elige en votación el Consejo de Guerra, compuesto de un Presidente, un Secretario, cinco Jurados de conciencia y un Fiscal. El Defensor es nombrado por él o los acusados de entre el personal combatiente asistente a la Asamblea. El veredicto por mayoría del Jurado condena o absuelve y se somete a consideración de la Asamblea , quien lo aprueba lo devuelve al Jurado para que lo modifique y quien falla en definitiva es la Asamblea. Los desertores pueden ser absueltos o condenados en ausencia. 135
Camila Medina Arbeláez
B
Los miembros de los Estados Mayores o comandos de dirección convocantes de los consejos de guerra, no pueden actuar como defensores, por cuanto ellos constituyen la instancia que formula pliego de cargos contra el acusado o acusados. Tampoco pueden hacer parte de la mesa directiva ni ejercer como jurados de conciencia. La primera elección para el desarrollo de un consejo de guerra será la del Defensor. Este tendrá acceso al informe escrito y tiempo razonable para dialogar con el acusado.
4. Fusilamiento solo en caso de extrema gravedad, como: la traición, la delación y otras formas de colaboración voluntaria con el enemigo, el asesinato de compañeros de filas o de las masas, la deserción con armas o dinero del movimiento y otros delitos de acuerdo con su gravedad. El fallo no podrá materializarse hasta tanto el organismo de dirección respectivo no haya consultado la opinión del Secretariado. 5. Cuando no existan condiciones o posibilidades de realizar la Asamblea de Guerrilleros, los organismos dirigentes convocan los Consejos Revolucionarios de Guerra, conforme lo estipula el literal a) de este mismo artículo. Este tipo de Consejo no podrá realizarse con un número inferior a 25 combatientes (Una guerrilla). ARTICULO 5º. En las FARC-EP, hay diversos organismos que sancionan faltas conforme al siguiente mecanismo: 1. El organismo político aplica sanciones relacionadas con faltas leves de orden político o moral, hace la crítica y exige la autocrítica correspondiente. Para otro tipo faltas, solicita sanción a los organismos político-militares correspondientes. 2. La Asamblea General de Guerrilleros, que se reúne como mínimo anualmente, tiene carácter informativo y es presidida por el Estado Mayor del Frente, quien al mismo tiempo presenta el informe para la discusión. La Asamblea puede ser convocada extraordinariamente por el Estado Mayor de Frente, cuando este organismo lo considere conveniente, o lo solicite la mayoría de guerrilleros. Aplica sanciones relacionadas con faltas leves, faltas de primera y segunda instancia, que en el momento de la Asamblea no hayan sido ventiladas por los Estados Mayores de Frente, o los comandos de unidad, pero serán sanciones políticas. Las sanciones disciplinarias de orden militar corresponden a los Estados Mayores de Frente, Estados Mayores de Bloque, al Estado Mayor Central, al Secretariado y a la Conferencia Nacional de las FARC-EP. ARTICULO 6º. Licenciamiento de filas por invalidez o defectos físicos que impidan al combatiente el cumplimiento de su misión solo lo definen los Estados Mayores de Bloque, previa consulta al Estado Mayor Central o su Secretariado. 136
Anexos
CAPITULO II ARTICULO 7º. Todo aquel que tiene función de mando, expide órdenes. La responsabilidad de toda orden recae en quien la emite y no en quien la ejecuta. Cuando el subalterno considere que una orden lo induce a la comisión de un delito, está obligado a manifestarlo al superior y si este insiste, el subalterno le exige la orden por escrito y firmada. ARTICULO 8º. Cuando un superior o un organismo de dirección considere que sus atribuciones no son suficientes para sancionar una falta, lleva el hecho al organismo superior inmediato, si este se considera a su vez insuficiente, traslada el caso al organismo superior inmediato, inclusive, hasta el Estado Mayor Central, si fuere necesario.
CAPITULO III DE LA APELACION ARTICULO 9º. Todo sancionado, cuando considere injusta la sanción impuesta, tiene derecho a apelar al organismo inmediatamente superior y hasta el Estado Mayor Central. La apelación es un acto de gran responsabilidad y quien recurra a ella debe ser consciente de que la sanción que le han impuesto es injusta. Si el organismo superior analiza malicia en la apelación y encuentra justa la sanción, puede inclusive sancionar más severamente. ARTICULO 10º. Cuando la sanción impuesta sea injusta o exagerada, o por el contrario, tan leve que no corresponda a la gravedad de la falta o delito cometido podrá ser revocada por el Estado Mayor Central o su Secretariado.
CAPITULO IV ARTICULO 11º. El presente Reglamento de Régimen Disciplinario de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del Pueblo, es válido para todos los integrantes del movimiento, para todos sus escalones de mando y para todos los organismos de dirección y mando del movimiento. Su reforma corresponde a la Conferencia Nacional de Guerrilleros. SEXTA CONFERENCIA DE LAS FARC 18-26 DE ENERO DE 1978. SEPTIMA CONFERENCIA DE LAS FARC-EP, 04-14 DE MAYO DE 1982. OCTAVA CONFERENCIA DE LAS FARC-EP, 11-18 DE ABRIL DE 1993. 137
Camila Medina Arbeláez
Anexo 7 ESTATUTO GENERAL FARC-EP. ARTICULO 6º. Los requisitos para ser comandante son: a) Capacidad militar y don de mando. b) Tener dos años en filas, desempeñando las tareas señaladas y haber observado buena conducta. c) Haber mostrado interés por elevar el nivel ideológico de los combatientes. d) Haber cumplido y defendido las determinaciones de los organismos superiores de las FARC-EP y haberse destacado en el cumplimiento de las normas disciplinarias. e) Ser militante activo de la organización política. f) Saber orientarse en situaciones difíciles, ser sereno, valeroso, reflexivo, respetuoso de los demás y modesto. g) Tener temple revolucionario y elevada moral y estar dotado de honestidad ejemplar. h) Haber tenido y tener profundo respeto por los intereses de la población civil, portarse correctamente con ellas y ganarse su confianza. i) Saber leer y escribir.
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Este libro se terminó de imprimir en mayo de 2009, en la planta industrial de Legis S. A. Av. Calle 26 Nº 82-70 Teléfono: 4 25 52 55 Apartado Aéreo 98888 Bogotá, D. C. - Colombia