JESÚS QUINTANILLA OSORIO
PORROS... LAS FUERZAS BÁSICAS DE LA DELINCUENCIA
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JESÚS QUINTANILLA OSORIO
PORROS... LAS FUERZAS BÁSICAS DE LA DELINCUENCIA
Editado por e-libro.net para su sección Libros Gratis
“No me molestan los actos malos de la gente mala. Me molesta la indiferencia de la gente buena” Martín Luther King
ÍNDICE
Introducción .................................................................. 4 El 68, el papel de los porros ........................................ 5 Conflictos estudiantiles ............................................... 8 La huelga de la UNAM ................................................. 9 La muerte de López Osuna y los archivos del 68 ...... 11
INTRODUCCIÓN
El porro, es el clásico dizque estudiante que toma el control de autobuses en una marcha, efectúa robos, y muestra la cara de la violencia que tanto asusta al ciudadano común. Se le ve “trabajar” en juegos deportivos, marchas, mitines, y siempre causando alborotos y provocando una imagen de que el joven no tiene control sobre sus emociones. Pero, ¿quién opera detrás del porrismo? ¿Qué se persigue a través de estos lobos disfrazados de ovejas? Este breve ensayo, pretende un análisis claro y objetivo del tema, para desenmascarar, de una buena vez, a estos falsos profetas.
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EL 68, EL PAPEL DE LOS PORROS
El año 1968 tuvo problemas desde el principio. A mediados de año, ante la cerrazón gubernamental y la falta de concertación, en un ambiente victoriano que para el hijo del siglo 21 se antoja ridículo, se suspendían los derechos constitucionales, con la aplicación del artículo 145 que prohibía el derecho a manifestación. Los líderes del movimiento eran investigados hasta la saciedad y la Dirección Federal de Seguridad, los tenía en la mira. El “porro” cumplía con la función de agitador social, para romper el control de los carismáticos al interior de las organizaciones estudiantiles. Y el día señalado llegó. A media tarde, se fueron concentrando los estudiantes en la plaza de las Tres Culturas. Los porros ya tenían orquestado el número y su participación sería parte integrante de lo que sucedió después. Cuando comenzaron los disparos, muchos estudiantes verdaderos que creían en el movimiento, fueron masacrados, y perseguidos como delincuentes, por soldados federales y la policía secreta, perfectamente consignado 5
en “68” de Elena Poniatowska, que muestra el salvajismo, la saña de la que echaron mano para aplastar la rebelión estudiantil. El porro cumplió su parte con el gobierno, al desestabilizar las verdaderas motivaciones de libertad, y desencadenarlas en actos de libertinaje donde las drogas y el alcohol, formaron parte viva, desacreditando las buenas intenciones. Juan Sánchez Andraka, en “Los Domados”, retrata bien el movimiento en toda su descarnada figura. La compra de conciencias en favor del entonces reinante partido oficial, las prebendas y toda suerte de obscuras intenciones, son narradas magistralmente por este narrador nato que es Sánchez Andraka. La noche de Tlatélolco, sólo comparable a la matanza de San Bartolomé de aquellos hugonotes protestantes, con líderes como el Capitán Coligny, que tiñeron de sangre el Sena, en esa fatídica noche de agosto, representa el triunfo del porrismo como intervención de las fuerzas de gobierno que pretendían quedarse con el poder para siempre, apoyados por fuerzas e intereses espeluznantes para la mente ajena a la inquisición. La plaza de las 3 culturas recibió la sangre de los mártires jóvenes que recibieron como mensaje de incomprensión, las balas de la injusticia; pero existieron precedentes que permitían presuponer semejante desenlace. Unos meses antes, un grupito de jovencitos, por error, quedaron “atrapados”, en la furia loca de un pueblo. Dos de ellos murieron, y los otros cuatro recibieron semejante golpiza que los marcó para siempre. ¿Pero cómo entender episodios como el de Canoas? El comunismo, esa expresión económica que intentaba representar la comunidad sin patrones, reprimida por el intervencionismo del poder norteamericano que mantenía el dominio en el entorno mundial en la llamada Guerra fría, posterior al fin de la segunda guerra, donde la escisión entre los seres humanos, se tra6
ducía en espionajes que escritores como Jhon le Carré, o sea David Cornwell retrató perfectamente en novelas como “El espía que surgió del frío”, trajeron a nuestros padres, la idea de enemigos implacables que se levantarían contra la iglesia y las creencias de la gente. En ese contexto, la matanza de jóvenes estudiantes en un poblado cercano a la Ciudad de México, acusándolos de comunistas, promovidos por un clérigo medio enfermizo, puede entenderse como la expresión de la cerrazón producto de la ignorancia y el fanatismo. Tales muchachos no eran ni comunistas ni porros y pagaron con sus vidas, la imagen del estereotipo con el que fueron identificados. “El porrismo constituía una fuerza de dominación”, señala Jaime Valverde, Secretario General del IPN, que los identifica con pseudoestudiantes, asociados con las pandillas dedicadas a la delincuencia organizada, como “Organización de Estudiantes Técnicos”, cuyas metas no son nada legales, porque portan armas de fuego, armas blancas, y toda suerte de instrumentos de ataque.
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CONFLICTOS ESTUDIANTILES
1971 repitió en buena forma, el esquema ya visto en el 68. Con un presidente premiado por su participación como Secretario de Gobierno en el conflicto del 2 de octubre, el movimiento fue eclipsado por la actividad de los porros, que tomaron el control estudiantil, infiltrándose como supuestos estudiantes que buscaban reivindicaciones, y sólo servían de “paleros” del sistema.
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LA HUELGA DE LA UNAM
En el momento actual, el “porro” tomó otras formas. Si bien siguen con actividades de destrucción, como las causadas durante el conflicto en el que lideraba Alejandro Chavarría, alias “El Mosh”, es evidente que quisieron manifestar otra cara distinta. Tuve la oportunidad de conocer una madre de familia que me dijo orgullosa, como apoyaban a sus hijos con comida, cuando tenían tomada la UNAM. Y es que detrás de la idea de cobrarles una colegiatura más significativa, el gobierno de Zedillo escondía la idea de privatizar la máxima Casa de Estudios, como si la educación laica y gratuita fuera una quimera en un país tercermundista, subdesarrollado y con el esquema actual en alfabetización y economía. Ahora, el “porro” si logró captar la atención mundial por manifestarse “preocupado” por la actitud gubernamental. Y es que, aunque existían jovencitos con ideales altos, los más fueron arrastrados al centro de un conflicto que les impedía continuar estudiando, y donde el gobierno zedillista, por un lado, los secuestraba, por el otro, parecía apoyarlos, y en la medianía de ambas actitudes, los despreciaba. 9
Ahora, el famoso líder El Mosh, Alejandro Chavarría, fue expulsado de la UNAM, después de la violenta intervención de la Policía Federal Preventiva que mantuvo en la cárcel a varios de ellos, como para “acalambrarlos“, es decir, para meterles el miedo a las entrañas, como la expresión de un gobierno que juega tras bambalinas y utiliza a quien le conviene. El Mosh ha perdido su espacio vital, sin el poder de convocatoria y manifestación que tuvo en esos meses donde la UNAM estuvo en manos de los suyos.
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LA MUERTE DE LÓPEZ OSUNA Y LOS ARCHIVOS DEL 68
A todo este caos, se suma la muerte, extraña muerte, del único orador de la noche de Tlatélolco, el que fue detenido por la policía por cargar un arma de fuego, y cuya fotografía dio la vuelta al mundo, con la cara golpeada, los ojos semicerrados, casi desnudo, flanqueado por militares que le apuntaban, que se volvió tan famosa como la de la niña atrapada por el napalm. Florencio López Osuna era, en el momento de su muerte, director de la Voca 5, la “prepa” que fue a la vez su alma mater, donde luchaba con denuedo contra la mortal influencia de los porros y sus actividades delictivas, apoyados en obscuros tratos con el PRI, como parte de las tenebrosas fuerzas de inteligencia. La Revista Proceso comentó, en la voz de sus analistas, que esta muerte, podía ser resultado de la guerra delirante del 68, donde el peligro de privilegiar la violencia, podría desatar una escalada mayor. Ahora, se abrirán los archivos del 68 a la opinión pública, se habla de destapar la cloaca de los peores años del régimen, la participación del sector militar, e incluso, de llamar a cuentas a personajes como Luis Echeverría 11
Álvarez, que bien puede alegar amnesia o la ignorancia de López Portillo que, con todo y su “alzeheimer” logró evadir su responsabilidad al cuestionársele sobre las “guardias blancas”, grupo paramilitar ultrasecreto que operaba como “borrador” de los enemigos del sistema, desde los más altos niveles de gobierno. En este marco, José López Portillo sólo demuestra que le tocaron la llaga, y tal vez, ante la opinión pública, tengan el mismo rostro de Augusto Pinochet o Jorge Rafael Videla, con sus caras de inocencia ante la masacre. Y en todos estos actos, el porro fue y sigue siendo un peligroso instrumento desestabilizador. Y vale la pena preguntarnos entonces, con estos matices, ¿cuál es el fin de los porros? ¿Qué persiguen al agitar al estudiantado, al tomar los centros de estudio, desprestigiando los movimientos estudiantiles? No podemos dejar de ver la obscura intervención de las fuerzas de inteligencia del gobierno, que ve en esta oportunidad, la posibilidad de ejercer un dominio sobre la juventud. El objetivo, claro está, es la alienación, el enajenamiento de las mentes juveniles que significan la fuerza del cambio, para que no se reciba una educación que permita al mexicano concientizarse, con modelos copiados de otros países donde han fracasado, para mantener en esa supina ignorancia a un pueblo que ha querido volar, y donde, un régimen dictatorial, lo mantuvo en la medianez del subdesarrollo, durante 71 años. Ahora, la oportunidad de este nuevo sistema, es la de reivindicarse ante los jóvenes y realmente, sacudirlos de la modorra de los falsos espejismos de antaño. Si se toma al toro por los cuernos, la evolución intelectual nos sacará del marasmo del tercer mundo. Si se continúa con morales anquilosadas donde los tabúes dominan el pensamiento, entonces, estaremos cayendo en la pobreza de la moral victoriana, sin superar, de una buena vez, el re12
traso de un país en vías de desarrollo, y el “porro“ habrá cumplido su objetivo.
Chetumal, Quintana Roo, marzo del 2002
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