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U-2151-E (23/07/01)
Las pautas anticonceptivas de las españolas ...
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U-2151-E (23/07/01)
Las pautas anticonceptivas de las españolas a fines del siglo XX
MARGARITA DELGADO
Schering España, S.A. Méndez Álvaro, 55 - 28045 Madrid
MARGARITA DELGADO
Las pautas anticonceptivas de las españolas a fines del siglo XX
Las pautas anticonceptivas de las españolas a fines del siglo XX
Margarita Delgado Instituto de Economía y Geografía. Consejo Superior de Investigaciones Científicas
Con el patrocinio de
«Las manifestaciones de los autores aquí reseñadas o citadas no necesariamente concuerdan con la opinión sostenida por Schering España»
Reservados todos los derechos. No puede reproducirse, almacenarse en un sistema de recuperación o transmitirse en forma alguna por medio de cualquier procedimiento, sin previo permiso del editor. © de los autores, 2001 © Schering España, S.A., 2001
GRUPO Aula Médica, S.A. C. I. Venecia 2. Isabel Colbrand, 10. 28050 Madrid (España) Teléfs.: 91 358 86 57 - 91 358 85 92. Fax: 91 358 90 67 ISBN: 84-7885-272-7 Depósito Legal: M-36328-2001 Impreso en España.
ÍNDICE
Capítulo 1. Introducción .......................................................................
1
Capítulo 2. Datos y metodología .......................................................
5
1. 2. 3. 4.
La muestra de 1985 .............................................................. La muestra de 1995 .............................................................. Homogeneización de los datos a efectos de comparación....... El análisis de segmentación.....................................................
5 6 7 8
Capítulo 3. El uso de anticonceptivos entre 1985 y 1995 ...........
11
1.
Las mujeres con pareja conviviendo en el hogar ..................... 1.1. Por grupos de edad...................................................... 1.2. Por nivel de instrucción ................................................ 1.3. Por práctica religiosa ....................................................
13 13 17 22
Capítulo 4. Las pautas anticonceptivas en 1995............................
27
1.
Las mujeres sin riesgo de embarazo en el conjunto de la muestra ......................................................................... 1.1. Mujeres embarazadas .................................................. 1.2. Mujeres que nunca han tenido relaciones sexuales....... 1.3. Fértiles no embarazadas, sin relaciones sexuales........... 1.4. La esterilización............................................................ Mujeres en riesgo de embarazo.............................................. 2.1. Por grupos de edad...................................................... 2.2.. Por nivel de instrucción ................................................ 2.3. Por tamaño de hábitat ................................................. 2.4. Por práctica religiosa ....................................................
28 28 29 30 31 35 35 41 44 46
Capítulo 5. Los determinantes de la anticoncepción ....................
51
2.
1.
Perfiles de las no usuarias de métodos anticonceptivos........... 1.1. Mujeres que nunca han tenido relaciones sexuales......
51 51
V
1.2.
2.
VI
Mujeres alguna vez sexualmente activas, pero no en el momento de la entrevista ......................................... 1.3. Mujeres no fértiles ....................................................... 1.4. Mujeres con relaciones sexuales, sin usar métodos anticonceptivos ............................................................ Perfiles de las usuarias de métodos anticonceptivos................ 2.1. Mujeres con relaciones sexuales, usando métodos anticonceptivos en general........................................... 2.2. Mujeres con relaciones sexuales, usando protección eficaz ........................................................................... 2.3. Mujeres que usan el “coitus interruptus” ..................... 2.4. Mujeres que usan la píldora ......................................... 2.5. Mujeres que usan el preservativo .................................
53 55 55 58 58 58 64 65 70
Capítulo 6. Resumen y conclusiones ................................................
75
Bibliografía ..............................................................................................
81
AGRADECIMIENTOS
La autora quiere agradecer su colaboración en diversas fases de esta investigación a las siguientes personas: Pedro Serrano Secanella en la explotación de los datos; Idoya Navarro Pina en la elaboración de gráficos y tablas de resultados; Gabriel Moral Arranz en el proceso de edición del primer informe. Asimismo, quiere agradecer la lectura crítica de la primera versión del trabajo a los componentes del EQUIPO DAPHNE, muy especialmente a José Luis Doval y a Javier Martínez Salmeán, cuyas sugerencias, junto a las de Francisco Zamora López, contribuyeron a mejorar el texto de manera notable. No obstante, de cualquier hipotético error la responsabilidad es exclusivamente de la autora. Por último, pero de capital importancia, ha de hacerse constar el agradecimiento a SCHERING ESPAÑA, cuyo patrocinio ha hecho posible que se llevara a cabo esta investigación.
VII
1 INTRODUCCIÓN La fecundidad ha experimentado en las últimas décadas un proceso de reducción en casi todo el mundo. En el ámbito de los países desarrollados, un primer descenso, importante y sostenido, se inició en Europa a fines del siglo XIX. El momento en que los países europeos se sumaron a este proceso varía en algunas décadas, pues mientras Francia fue uno de los pioneros en iniciar la reducción de la fecundidad, Italia y España lo hicieron más tardíamente —ya en el siglo XX—, y los países del Este retrasaron aún más el inicio de esta tendencia. Este proceso se engloba en lo que ha venido denominándose transición demográfica, que arranca con una situación en la que la mortalidad y la natalidad son elevadas —lo que propicia un bajo crecimiento de la población— y, tras una sucesión de fases, culmina en un estadio en el que el crecimiento es, asimismo, bajo, pero con reducidas tasas de mortalidad y natalidad 1. Al comienzo de la transición demográfica la fecundidad dentro del matrimonio era elevada, y la nupcialidad actuaba como elemento restrictivo del crecimiento demográfico conteniendo las tasas de reproducción mediante una tardía edad al casarse y una elevada proporción de célibes definitivos: el llamado modelo europeo de matrimonio (Hajnal, 1965). Al empezar a controlarse la fecundidad dentro del matrimonio, la nupcialidad se vio liberada de ese papel contrapesador y pudo reducirse la edad al casarse y aumentó la proporción final de casados en cada generación. La reducción de la fecundidad matrimonial en Europa se logró mediante la puesta en práctica de métodos de control diversos, pero el más importante de todos ellos fue el “coitus interruptus”, que sin tener una total eficacia —en absoluto garantizada a nivel individual— permitía, junto con la prolongación de la lactancia materna, al menos
1
Para una explicación detallada de la teoría de la transición demográfica véase Notestein (1945), Davis (1963), Carlsson (1966) Díez Nicolás (1971), Demeny (1978), Arango (1980) y, especialmente, Coale and Watkins (1986), que recoge la colaboración de varios autores: Knodel, Livi Bacci, Van de Walle, entre otros. Teorizaciones más recientes, son las de Van de Káa (1987, 1996), así como Kirk (1996). Respecto a la secuencia de la transición en países en desarrollo, véase Bongaarts and Watkins (1996), así como Bongaarts and Bulatao (1999).
1
el espaciamiento de los nacimientos, lo que a nivel agregado se convertía en una reducción de las tasas de reproducción 2. El estadio en que se encuentran actualmente los países más avanzados, con tasas de reproducción por debajo del nivel de reemplazo —tras un período de recuperación e incluso de “baby boom” hacia mediados del siglo XX— comenzó en los años sesenta en la mayor parte de Europa occidental, aunque, de nuevo Italia y España, presentan una incorporación a la tendencia un poco más tardía. Algunos autores califican este nuevo ciclo como segunda transición demográfica (Van de Kàa, 1987, 1996) y uno de los rasgos distintivos de la situación actual es que se ha logrado alcanzar lo que se denomina fecundidad controlada, frente a situaciones previas de fecundidad natural 3. La posibilidad de este control casi perfecto coincide con grandes transformaciones en el ámbito de la tecnología anticonceptiva, especialmente con la aparición de los anticonceptivos orales, que empezaron a ser usados masivamente y fueron un poderoso instrumento al servicio de las motivaciones existentes para reducir el tamaño final de la familia o permitir el espaciamiento de los nacimientos. La eficacia de estos y otros métodos aparecidos posteriormente, es lo que permite que en la actualidad la planificación familiar se haya convertido en algo casi perfectamente delimitable. En los países del este de Europa la secuencia de la transición demográfica ha sido distinta, pues algunos todavía registraban altas tasas de fecundidad cuando en Europa occidental las tasas eran inferiores al nivel de reemplazo (Council of Europe, 1998). Además, es de destacar que el descenso en las tasas de reproducción en aquellos que lo han logrado, no siempre se ha conseguido mediante técnicas anticonceptivas, sino, con frecuencia, el descenso en la cifra de nacimientos es fruto de interrupciones voluntarias del embarazo, llegando a utilizarse el aborto como sustitución de los métodos anticonceptivos (Blayo, 1991; Hassoun et Jourdain, 1995; Kovàcs, 1997). Los países del Tercer Mundo, en grados diversos, se encuentran en una fase todavía temprana de la transición demográfica, pues algunos apenas la han iniciado, al tiempo que en otros ya ha empezado a declinar notablemente la mortalidad, pero la fecundidad aún no está controlada. En este aspecto, los avances han sido importan-
2
Santow (1995) considera que se ha infravalorado la eficacia del “coitus interruptus” como método de control. Para una discusión sobre otros métodos empleados en las primeras etapas de la anticoncepción, véase, Habicht et al. (1985), Hull (1985). 3 Para un análisis más detallado de lo que cabe denominar como situación de fecundidad natural o controlada, véase, Henry (1961), Höhn and Mackensen (1981), Knodel (1977, 1983), Knodel and Van de Walle (1979). Respecto a los determinantes que operan en una y otra situación, Andorka (1978), Bongaarts (1978, 1983).
2
tes, aunque los métodos para lograr frenar el crecimiento de la población topan con obstáculos sociales, culturales y también económicos, amén de los religiosos en algún caso. No obstante, la introducción de los modernos anticonceptivos orales ha experimentado un importante crecimiento, así como la de otros métodos considerados eficaces. En este sentido, las campañas de las agencias internacionales han tenido éxito, aunque relativo, pues no todos los países con altas tasas de fecundidad acogen por igual los programas de planificación familiar. Del mismo modo, la salud reproductiva de las mujeres de estos países dista mucho de situarse en cotas comparables a las del mundo desarrollado. Este trabajo se propone abordar los cambios producidos en España en materia de anticoncepción. Nuestro país, como se ha dicho con anterioridad, se incorporó tardíamente tanto a la primera como a la segunda transición de la fecundidad; sin embargo, ha logrado en los años recientes situarse en niveles de fecundidad entre los más bajos —el más bajo según los últimos datos disponibles— del mundo desarrollado. Esto ha hecho que con frecuencia los especialistas se pregunten cómo un país que registra cifras tan reducidas en sus tasas de reproducción muestra, sin embargo, índices de prevalencia de anticonceptivos entre los más bajos de Europa occidental (Delgado Pérez and Livi Bacci, 1992). Esto parece haber cambiado, pues a tenor de las cifras de la Encuesta de Fecundidad y Familia de 1995 (FFS o “Fertility and Family Survey”), la protección anticonceptiva se ha incrementado. Lo que pretende poner de manifiesto esta investigación son los cambios experimentados en las pautas anticonceptivas entre 1985 y 1995 y, especialmente, cuál es en la última fecha el nivel de protección, así como las características de las usuarias y no usuarias de métodos anticonceptivos y las preferencias en esta materia en función de una serie de variables: edad, nivel de instrucción, tamaño de hábitat y práctica religiosa. En suma, describir las pautas anticonceptivas de las mujeres españolas que en los noventa se encuentran en edad de procrear, así como los cambios que se aprecian respecto a diez años atrás.
3
2 DATOS Y METODOLOGÍA El Instituto Nacional de Estadística (1978, 1987) ha llevado a cabo las dos primeras encuestas de fecundidad de ámbito nacional: la primera en 1977 en el marco de la “World Fertility Survey” y la segunda en 1985. La de 1977 fue realizada con algunas dificultades y sólo se permitió entrevistar a las mujeres alguna vez casadas debido a que las preguntas versaban sobre “temas íntimos” según ciertos sectores de opinión. No hay que olvidar que era una época en la que en España aún no estaban despenalizados los anticonceptivos. El universo fueron las mujeres entre 15 y 49 años alguna vez casadas. No se entrevistó a varones.
1.
La muestra de 1985
La Encuesta de Fecundidad de 1985 tuvo como universo las mujeres entre 18 y 49 años, independientemente de su estado civil o situación de pareja. Por tanto, a diferencia de la de 1977, sus resultados —principalmente en lo que concierne a uso de métodos anticonceptivos— pueden compararse con la Encuesta de Fecundidad y Familia de 1995 (FFS), principal fuente de datos de esta investigación. No obstante, preguntas muy similares fueron formuladas de manera distinta en una y otra encuesta, por lo que se introducen algunos matices que hacen que sólo algunas partes resulten comparables. La encuesta de 1985 tampoco se hizo a varones. Así pues, el universo de la Encuesta de Fecundidad de 1985 lo componen las mujeres de 18 a 49 años, ambos inclusive, colectivo que en el momento de la realización de la misma ascendía a una cifra en torno a los 8 millones (8.262.336). El ámbito geográfico es todo el territorio nacional, incluidas Ceuta y Melilla. El tipo de muestreo 4 consiste en un muestreo bietápico, con estratificación y subestratificación de primera etapa, diseñándose en cada comunidad autónoma una muestra independiente representativa de la comunidad. Las unidades de primera etapa coinciden con las secciones censales existentes en el momento de la encuesta. La unidad de segunda etapa es el individuo —en este caso, la mujer—, que cumple el requisito de la edad, independientemente de su estado civil.
4
La descripción se ha tomado de la publicación del Instituto Nacional de Estadística (1987).
5
El tamaño muestral fue diseñado para obtener 9.010 entrevistas, habiéndose conseguido 8.863 cuestionarios completos (98,37%). El comienzo del trabajo de campo fue el 6 de mayo de 1985 para la mitad de las provincias y el 20 del mismo mes para la otra mitad. En la descripción de las características técnicas de la encuesta se explican los detalles con gran prolijidad, mostrando que en función de las categorías que se consideren, el error de muestreo varía, siendo más elevado cuanto mayor es el nivel de desagregación de las variables. Pero para un mayor detalle acerca de la evaluación de la encuesta —errores de muestreo y errores ajenos al muestreo—, desarrollo e incidencias de los trabajos de campo, sustituciones, tasas de respuesta por causas y estado civil, etc., véase Instituto Nacional de Estadística (1987, tomo 1º).
2.
La muestra de 1995
La muestra de 1995 (FFS) se enmarca en un proyecto internacional, abarcando 23 países, promovido por la PAU (Population Activity Unit) de la UNECE (United Nations Economic Commission for Europe). La encuesta española fue realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas y se diseñó siguiendo un proceso similar al que habitualmente se sigue en las encuestas que lleva a cabo el mencionado organismo. El modelo consiste en un diseño polietápico, con estratificación de las unidades de primera etapa (municipios) de acuerdo a su población, tomando como universo la población mayor de 18 años. Pero dado que la “población objetivo” era la de 18-49 años, posteriormente se distribuyeron las entrevistas correspondientes a dicha “población objetivo”. Para un mayor detalle del diseño muestral, con asignación de entrevistas, tasas de respuesta, etc., véase Delgado y Castro Martín (1998). Los estratos se forman por el cruce de las 17 comunidades autónomas con el tamaño de los municipios según su población, divididos en siete categorías: menos de 2.000 habitantes; de 2.001 a 10.000; de 10.001 a 50.000; de 50.001 a 100.000; de 100.001 a 400.000; de 400.001 a 1.000.000; más de 1.000.000. La selección de unidades de primera etapa (municipios), así como las de segunda etapa (secciones) se realizó de forma proporcional a la población. El tamaño muestral a nivel de sección se fijó en 14 unidades finales (individuos), obteniéndose una muestra total de 8.008 mujeres. Para un nivel de confianza del 95,5% (2 sigmas) y P=Q, el error es de + 2,23% en un muestreo por conglomerados. La selección de las unidades finales (individuos) se realizó en dos fases: en la primera, los hogares se seleccionaron aplicando una selección sistemática con arranque aleatorio de todos los hogares de la sección; en la segunda se seleccionó, mediante una tabla de números aleatorios, el individuo dentro del hogar. Para la selección de
6
los hogares se procedió a la elaboración de una lista de las viviendas, de forma que no se incluyeran las vacías o las dedicadas a usos distintos del de vivienda. El cuestionario se aplicó mediante entrevista personal en el domicilio, realizándose hasta un máximo de tres intentos para su consecución. El cuestionario aplicado en España es una traducción del propuesto por la PAU. Fue seguido estrictamente el modelo original tanto en lo que respecta al contenido como a la forma. Asimismo, del “Questionnaire and Codebook” facilitado por la PAU se tradujo un manual para los entrevistadores, a los cuales se les adiestró especialmente para llevar a cabo las entrevistas. Éstas fueron realizadas por mujeres para la muestra de mujeres y por hombres para la de hombres. Además del cursillo previo para realizar el trabajo de campo, el material que se facilitó a los entrevistadores para realizar correctamente las entrevistas y que debían llevar permanentemente consigo, era el siguiente: 1) Carta de presentación del Presidente del CIS explicando los objetivos de la investigación, las instituciones participantes en la misma y petición de colaboración al entrevistado. 2) Cuestionario. (Con tarjetas para ciertas preguntas) 3) Hoja de muestra 4) Hojas de contacto del hogar 5) Hoja de administración de la sección 6) Instrucciones para la realización de la entrevista 7) Instrucciones para la aplicación de la muestra 8) Instrucciones para el desarrollo de las diferentes tareas de coordinación con el CIS. Las entrevistas a las mujeres se efectuaron entre junio y octubre de 1995. Aunque sin una exacta correspondencia, los resultados de la FFS —en su muestra de mujeres— pueden compararse con la Encuesta de Fecundidad de 1985 descrita anteriormente, y será con la que se establecerán las comparaciones a efectos de observar la evolución seguida por las españolas en cuanto a prácticas anticonceptivas.
3.
Homogeneización de los datos a efectos de comparación
Con la finalidad de comparar la evolución de las pautas anticonceptivas de las mujeres españolas entre 1985 y 1995, fechas de referencia de las encuestas disponibles, era necesario proceder a una redefinición de los colectivos a investigar, que, “a prio-
7
ri”, serían las mujeres en riesgo de embarazo. Para ello, del total de mujeres se pretendía excluir las no fértiles —por ser estériles o estar esterilizadas ellas o su pareja—, así como las que en el momento de la entrevista estaban embarazadas o eran sexualmente inactivas. Esta última categoría podía abarcar tanto las que nunca habían tenido relaciones sexuales como las que habiéndolas tenido, no las tenían en la fecha de la entrevista. La dificultad estribaba en que, si bien en la encuesta de 1995 se podían diferenciar unas de otras, la encuesta de 1985 sólo permitía aislar las que nunca habían tenido relaciones sexuales, por lo que para comparar colectivos homogéneos fue preciso sumar ambos grupos en los datos de 1995. La inclusión de las no sexualmente activas en el momento de la entrevista puede hacer que en las edades más elevadas aparezca un porcentaje artificialmente alto de mujeres que no usan anticonceptivos, cuando la realidad sería que no los utilizan porque no tienen actividad sexual. Ocurre, no obstante, que las comparaciones están hechas con iguales criterios para las dos fechas, por lo que el análisis de la evolución no se resiente, aunque las magnitudes podrían diferir algo en el caso de utilizar un indicador más depurado. Tal efecto queda en parte paliado al hacer la comparación entre ambas fechas tomando a las mujeres con pareja en el hogar —independientemente de su forma de convivencia en una unión de hecho o en un matrimonio—, ya que la inactividad sexual es mucho menor entre las mujeres conviviendo en pareja, por lo que estos resultados pueden dar una visión bastante fidedigna de la evolución respecto al uso de anticonceptivos de las españolas en riesgo de embarazo entre 1985 y 1995. No obstante, en el análisis separado de los datos de 1995 se ha depurado mucho más el colectivo, exluyendo a las no activas sexualmente, con lo que gana en precisión el concepto “en riesgo de embarazo”. Es decir, que el análisis de la evolución de las pautas anticonceptivas entre 1985 y 1995, en aras a garantizar la comparabilidad, adolece de esta limitación. Por el contrario, al análisis en particular de la Encuesta de 1995 es un análisis depurado, que recoge con mayor rigor las mujeres en riesgo de embarazo.
4.
El análisis de segmentación
El análisis de datos puede abordarse mediante diferentes técnicas estadísticas, ya sea aplicando modelos de regresión logística, análisis discriminante u otras técnicas de análisis multivariante. En el caso de los datos de la encuesta de Fecundidad y Familia de 1995 (FFS) se ha optado por el análisis de segmentación, ya que el propósito del trabajo consiste en obtener diferentes perfiles de las mujeres con unas determinadas prácticas anticonceptivas. Por ejemplo, qué características definen a las que siendo sexualmente activas utilizan o no utilizan métodos anticonceptivos (eficaces o tradicionales).
8
Cuál es el perfil de la usuaria de píldora o de “coitus interruptus”, etc., etc. En definitiva, seleccionar las variables independientes que sirvan para explicar una determinada variable dependiente, que, en este caso, serán varias las que se consideren dependientes en función del comportamiento que se pretenda explicar en cada momento. La técnica consiste en segmentar el conjunto de la muestra en subconjuntos cuyos sujetos son homogéneos debido a que comparten una serie de características respecto a las variables independientes, y al mismo tiempo, se diferencian del resto de los subgrupos a través de rasgos distintos respecto a la variable dependiente 5. Las variables dependientes (a explicar) que se han seleccionado son las siguientes: — Mujeres que nunca han tenido relaciones sexuales — Mujeres alguna vez sexualmente activas, pero no el momento de la entrevista — Mujeres no fértiles — Mujeres con relaciones sexuales, sin usar anticonceptivos — Mujeres con relaciones sexuales, usando anticonceptivos. — Mujeres con relaciones sexuales, usando protección eficaz. — Mujeres con relaciones sexuales, usuarias de “coitus interruptus”. — Mujeres con relaciones sexuales, usuarias de píldora. — Mujeres con relaciones sexuales, usuarias de preservativo. Se han seleccionado como posibles variables predictoras o explicativas del comportamiento de cada una de las variables dependientes, las siguientes:
5
Esta descripción de lo que significa el análisis de segmentación constituye una muy sucinta explicación. Aunque la bibliografía existente respecto a esta clase de técnicas estadísticas es bastante amplia, sin ánimo de exhaustividad, para una mejor documentación véase Fienberg (1980), Hawkings (1982) Freeman (1987), Cox and Snell (1989), Escobar (1992), Carrasco y Hernán (1993), Jovell (1995).
9
10
VARIABLES
CATEGORÍAS
1) Edad
Menos de 30 años Entre 30 y 39 años Entre 40 y 49 años
2) Estado civil
Soltera Casada Viuda Divorciada Separada legalmente
3) Nivel de instrucción
Estudios primarios/sin estudios Bachillerato o FP Estudios universitarios
4) Tamaño de hábitat
Menos de 2.000 habitantes De 2.000 a 9.999 De 10.000 a 99.999 De 100.000 a 999.999 De 1.000.000 o más
5) Práctica religiosa
No creyente Católica no practicante Católica practicante Creyente de otra religión
6) Situación laboral
Ocupada Parada Inactiva
3 EL USO DE ANTICONCEPTIVOS ENTRE 1985 Y 1995 Este capítulo se centrará en describir los cambios producidos en las pautas anticonceptivas entre 1985 y 1995, considerando una serie de variables. Para analizar los resultados se ha tomado el colectivo de las mujeres que viven en una unión, ya sea matrimonio o unión consensual. Del mismo se excluirán las embarazadas y las no fértiles, por lo que el análisis se centrará en las mujeres susceptibles de quedarse embarazadas. No obstante, a modo de rápida pincelada, se observará lo ocurrido entre ambas fechas para el total de la muestra. La tabla 1 muestra la distribución del conjunto de mujeres entre 18-49 años en 1985 y 1995 por su situación en cuanto a fertilidad o infertilidad y uso de anticonceptivos. Se puede observar el aumento que se ha producido en la esterilidad, que ha pasado del 8,27% al 14%, destacando, sobre todo, que se ha reducido el epígrafe “otras razones” y lo que ha experimentado un notable incremento es la esterilización voluntaria, tanto femenina —porcentaje que se ha multiplicado casi por tres— como la masculina, que de alcanzar en 1985 al 0,23% de los varones pareja de las entrevistadas, ha pasado al 5,3% en 1995 6. Por el contrario, la proporción de mujeres embarazadas en el momento de la entrevista ha disminuido, consecuencia del descenso que ha experimentado la fecundidad y del descenso en la proporción de mujeres casadas; lo que contribuye a una reducción de los nacimientos, ya que en España los hijos se tienen preferentemente dentro del matrimonio. Las mujeres que nunca han tenido relaciones sexuales representaban el 18,68% en 1985 y el 14,95% en 1995, una reducción, pues, en torno a 4 puntos. En ambas fechas muestra una distribución concentrada especialmente en las edades más jóvenes, que son las que tienen pareja en menor medida. De ahí que se haya elegido a efectos de comparación el colectivo de mujeres con pareja, ya que considerar el total
6
Para una visión de la importancia de este método en otros países, véase Dourlen Rollier (1994), Emard et al. (1999). Asimismo, los informes de las sucesivas Fertility and Family Surveys en las que se recoge esta pregunta: para Noruega, Noack and Ostby (1996); para Holanda, Latten and Graaf (1997); para Francia, Toulemon and Guibert-Lantoine (1998); para Latvia, Zvidrins, Ezera and Greitas (1998); para Finlandia, Nikander (1998); para Austria, Prinz (1998); para Hungría, Kamarás (1999); para Canadá, Wu (1999); para Bélgica, Lodewijckx (1999).
11
Tabla 1 Regulación de la fecundidad (%). Mujeres de 18 a 49 años. España, 1985 y 1995 1985* a) No fértiles
1995
8,27
14,00
Entrevista esterlizada
3,05
8,60
Pareja esterilizada
0,23
5,30
Otras razones
4,99
0,10
b) Embarazadas
3,15
2,41
c) Nunca han tenido relaciones sexuales
18,68
14,95
d) Susceptibles de embarazo
69,89
68,52
TOTAL
100
100
(8.782)
(4.021)
Usan anticonceptivos
60,19
71,22
No usan anticonceptivos
39,81
10,74
(N) e) Susceptibles de embarazo = 100
No tienen relaciones sexuales en el momento de la entrevista
–
18,04
* En los datos de 1985 no es posible desagregar las que habiendo sido sexualmente activas no lo son en el momento de la entrevista, para estimar más ajustadamente la población “en riesgo de embarazo”, cosa que es posible en la encuesta de 1995. A efectos de comparación, los datos de 1995 se han tabulado conforme a lo que es posible para 1985, si bien al analizar los resultados de 1995 en profundidad se hará de la forma más desagregada.
Fuente: I.N.E., C.I.S. y elaboración propia.
de mujeres a efectos de anticoncepción puede llevar a resultados que engloban situaciones bastante heterogéneas. La última categoría sería el conjunto de mujeres susceptibles de quedar embarazadas —por no estarlo, no ser estériles y ser o haber sido sexualmente activas—, que difiere en poco más de un punto entre 1985 y 1995. Como se ha podido observar, los cambios más importantes son los producidos en los otros epígrafes. Sin embargo, resulta de cierta entidad el incremento en el uso de anticonceptivos entre esas mujeres susceptibles de experimentar un embarazo, pues ha pasado del 60,19% al 71,22%. Como es obvio, se ha reducido la proporción que no usa anticonceptivos, pero en esto habría que hacer la salvedad de que ese casi 40% que no usaba en 1985 incluye las que no eran activas sexualmente, al no ser posible desagregarlas. Por tanto, una comparación más razonable, aunque no exacta, consistiría en añadir en 1995 al 10,74% que dice no usar anticonceptivos, el 18,04% que no mantiene relaciones sexuales, lo que arro-
12
jaría una cifra del 28,78%, más adecuada para comparar con el 39,81% de 1985. En todo caso, pese a la imposibilidad de afinar más la comparación por la limitación de los datos de 1985, lo que se percibe con nitidez es el incremento en el uso de anticonceptivos en el conjunto de las mujeres en edad de procrear, cualquiera que sea su situación.
1.
Las mujeres con pareja conviviendo en el hogar
La edad, junto con otra serie de variables, permiten establecer diferencias de comportamiento tanto en cuanto al uso/no uso de métodos anticonceptivos como en lo que se refiere al tipo de método usado. El tipo de método va a resultar crucial para que pueda considerarse que la mujer se encuentra protegida frente a un embarazo no deseado o, por el contrario, la protección no sea eficaz. Esto se revela de gran importancia y resulta tanto o más interesante como observar las proporciones de mujeres que manifiestan no utilizar ningún método, pues entre éstas, una parte de ellas puede no estar utilizando método alguno por la sencilla razón de que busca quedarse embarazada. Por el contrario, entre las usuarias de métodos, ese deseo de embarazo —sin descartarlo del todo— es menos probable, lo que conduce a la reflexión de que la utilización de un método —cualquiera que sea—, suele conllevar el deseo de evitar un embarazo. Pero si el método utilizado no es eficaz, no queda garantizada la protección y la probabilidad de un embarazo no deseado resulta más elevada.
1.1.
Por grupos de edad
Considerando el conjunto de las mujeres que conviven en pareja, se observa que en 1985 el 35,12% no usaba ningún anticonceptivo, frente al 64,88% que manifestaba utilizar algún método (tabla 2). Estas cifras mostraban la proporción más elevada de no usuarias en los extremos de la distribución: las menores de 20 años y las mayores de 40. Las cifras correspondientes para 1995 muestran que el aumento en el uso de anticonceptivos ha sido generalizado, pues en todos los grupos se han experimentado incrementos, resultando la cifra global de usuarias de 80,10% y la de no usuarias de 19,90%. La distribución de no usuarias sigue mostrando su índice más elevado en los extremos de la distribución y las diferencias entre los grupos centrales son menos marcadas en 1995 de lo que lo eran en 1985. Respecto a los métodos utilizados, se puede apreciar que en el conjunto de edades, en 1985 los anticonceptivos más utilizados eran la píldora y el “coitus interruptus” —prácticamente igualados: 28,50% y 28,47% respectivamente—, por lo que sumados ambos agrupaban a más de la mitad de usuarias. Tras ellos, a corta distancia, se situaba el preservativo (22,19%) y en cuarto lugar, con el 10,40% de usuarias, se encon-
13
Tabla 2 Utilización de métodos anticonceptivos según grupos de edad (%). Mujeres de 18 a 49 años, fértiles, no embarazadas, con pareja en el hogar. España, 1985 y 1995 1) ENCUESTA DE 1985
Grupos de edad 18-19
a) Sin usar métodos anticonceptivos b) Usando métodos anticonceptivos TOTAL Usando métodos anticonceptivos = 100 Píldora DIU Preservativo Ritmo (OGINO) ”Coitus interruptus” Otros TOTAL (N)
20-24 25-29 26,23
29,24
28,39
34,95
42,67
52,35
35,12
51,73
73,77
70,76
71,61
65,05
57,33
47,65
64,88
100
100
100
100
100
100
100
100
58,77 – 8,88 – 14,14 18,21
52,25 7,35 17,63 2,57 14,69 5,51
43,17 10,11 23,93 2,89 16,74 3,16
28,64 16,10 22,96 6,73 22,95 2,62
17,35 10,73 26,99 8,50 32,80 3,63
10,64 10,36 20,63 11,44 43,75 3,17
8,18 2,46 16,33 10,41 57,08 5,55
28,50 10,40 22,19 6,65 28,47 3,79
100 100 (1.019) (1.008)
100 (863)
100 100 (656) (5.263)
100 (59)
100 100 (598) (1.060)
Grupos de edad 18-19
TOTAL Usando métodos anticonceptivos = 100 Píldora DIU Preservativo Ritmo (OGINO) ”Coitus interruptus” Otros TOTAL (N)
20-24 25-29
30-34 35-39 40-44 45-49
Total
7,70
17,90
15,60
14,40
17,00
21,10
37,80
19,90
92,30
82,10
84,40
85,60
83,00
78,80
62,20
80,10
100
100
100
100
100
100
100
100
50,00 8,30 16,70 – 25,00 –
45,20 4,30 38,30 – 10,40 1,70
40,00 10,70 39,70 0,60 7,50 1,50
32,00 13,40 41,20 1,60 10,80 1,00
13,30 15,30 45,20 4,40 19,00 2,70
9,60 16,20 39,00 5,50 29,00 0,70
1,10 10,10 32,60 7,30 45,50 3,40
24,00 12,60 39,90 3,10 18,70 1,70
100 (14)
100 (140)
100 (396)
100 (445)
100 (354)
100 (344)
100 100 (285) (1.978)
Fuente: I.N.E., C.I.S. y elaboración propia.
14
Total
48,27
2) ENCUESTA DE 1995
a) Sin usar métodos anticonceptivos b) Usando métodos anticonceptivos
30-34 35-39 40-44 45-49
traba el DIU. El ritmo y “otros” agrupaban aproximadamente otro 10% de usuarias. Los datos para 1995 permiten apreciar el cambio experimentado: en esa fecha el método utilizado preferentemente es el preservativo (39,90%), seguido de la píldora (24%) y del “coitus interruptus” (18,70%). Tras ellos se sitúa el DIU (12,60%) y los últimos lugares los ocupan el ritmo y “otros”. Por grupos de edad, en 1985 la píldora era el método mayoritario entre las mujeres menores de 35 años, edades en las que el segundo más utilizado era el preservativo y el tercero el “coitus interruptus”, excepto entre las menores de 20 7. Por encima de los 35 años, la situación cambia radicalmente, pues se revela que el método más empleado es el “coitus interruptus” —incluso llega a ser el primero entre las mujeres de 45-49 años, que lo utiliza el 57% de ellas—, mientras que el segundo lugar es para el preservativo. La píldora, mayoritaria entre las más jóvenes, pasa a ocupar el tercer o cuarto lugar. En 1995, los datos por grupos de edad muestran que el método usado mayoritariamente por las más jóvenes es la píldora, pero no ya entre las menores de 35 años, sino sólo entre las menores de 25 años. Empata prácticamente con el preservativo entre las de 25-29 años y cede la primacía a éste entre las que superan esa edad, salvo en el grupo de 45-49 en el que el primer método es el “coitus interruptus”. Es decir, que entre las dos fechas el preservativo ha extendido su influencia, restando primacía a la píldora en los grupos entre 25 y 34 años, y al “coitus interruptus” entre las de 35-44. No obstante, las pautas entre el colectivo de casadas muestran que el “coitus interruptus” se revela como un método todavía bastante utilizado en 1995, pues es el segundo en importancia para las que tienen 40-44 años e incluso el primero para las de 4549. De otra parte, a partir de los 25 años, el DIU, a pesar de que en algunas edades pierde porcentaje de usuarias, se consolida como el tercer método en todos los grupos. Las conclusiones que emergen de las cifras permiten apreciar que en ciertos grupos de edad, todavía en 1995 la protección anticonceptiva no es eficaz, pues el porcentaje de métodos no seguros es relativamente elevado. Si se calcula el nivel de protección eficaz, considerando que existe tal protección cuando el método utilizado es de los así considerados —píldora, DIU y preservativo— y que el uso no eficaz conlleva protección parcial —caso del ritmo u Ogino, “coitus interruptus” y “otros”—, los resultados que se obtienen muestran que el nivel de eficacia no es tan elevado como pudiera parecer a través del porcentaje que manifiesta usar anticonceptivos. Con estos
7
Hay que hacer la salvedad del reducido tamaño muestral de las mujeres menores de 20 años, conviviendo con pareja en el hogar.
15
criterios se ha recalculado de nuevo el uso eficaz y no eficaz por grupos de edad y los resultados se pueden observar en la tabla 3. Con el nuevo cálculo se aprecia que, mientras en 1985 las usuarias de métodos se elevaban globalmente al 64,88%, la protección eficaz sólo alcanzaba al 39,63%, resultando más mujeres desprotegidas —si se suman las que no usaban métodos a las que usaban los denominados no eficaces— que protegidas, frente a lo que pudiera parecer en una primera aproximación. Por grupos de edad, las discrepancias aún son mayores entre las mujeres por encima de los 35 años, donde la protección eficaz se reduce a poco más de la mitad de lo que suponía el porcentaje de uso entre las de 3539 años. Pero donde las distancias son verdaderamente llamativas es entre las mayores de 40 años. Los datos correspondientes para 1995 también permiten apreciar que la protección eficaz (62,32%) es casi 18 puntos menor que el porcentaje de usuarias, pero en este caso son más las mujeres que usan métodos eficaces que no eficaces, excepto en el grupo de 45-49 años. Pese al aumento que ha experimentado el uso de métodos
Tabla 3 Protección anticonceptiva según grupos de edad (%). Mujeres de 18 a 49 años, fértiles, no embarazadas, con pareja en el hogar. España, 1985 y 1995 Encuesta de 1985 (N = 5.263)
Encuesta de 1995 (N = 1.978)
Uso de anticonceptivos Grupos de edad
No uso
Uso total
Uso eficaz
Uso no eficaz
No uso
Uso total
Uso eficaz
Uso no eficaz
18-19
48,27
51,73
35,00
16,73
7,70
92,30
69,23
23,07
20-24
26,23
73,77
56,97
16,80
17,90
82,10
73,57
8,53
25-29
29,24
70,76
54,64
16,12
15,60
84,40
77,08
7,32
30-34
28,39
71,61
48,48
23,13
14,40
85,60
74,83
10,77
35-39
34,95
65,05
35,82
29,23
17,00
83,00
63,56
19,44
40-44
42,67
57,33
23,87
33,46
21,20
78,80
51,59
27,21
45-49
52,35
47,65
12,85
34,80
37,80
62,20
27,97
34,23
TOTAL (N)
35,12
64,88
39,63
25,25
19,90
80,10
62,32
17,78
(1.848)
(3.415)
(2.086)
(1.329)
(394)
(1.584)
(1.233)
(351)
Fuente: I.N.E., C.I.S. y elaboración propia.
16
Uso de anticonceptivos
modernos, se observa que el grado de eficacia aún es muy bajo entre las mayores de 45 años, a las que siguen las de 40-44 y las menores de 20. Esto concuerda con que en los extremos de la distribución por edad es donde se producen más embarazos no deseados o no planificados, lo que conlleva que es en estos grupos donde se observan las proporciones más altas de embarazos finalizando en un aborto (Delgado, 1999). A pesar de esta relativa desprotección en ciertos grupos de edad, se han producido en el período 1985-1995 importantes cambios, no sólo en cuanto a que más mujeres utilizan anticonceptivos sino en cuanto al método utilizado. Observando detenidamente la tabla 2 se puede constatar que, globalmente, la utilización del “coitus interruptus” ha descendido 11 puntos porcentuales, seguido de la píldora y del ritmo, que reducen su porcentaje entre las usuarias en torno a 4 puntos cada uno. Asimismo, el método “otros” también reduce su proporción de usuarias. Como consecuencia de ello, es el preservativo el que gana prácticamente todo el terreno perdido por el resto de los métodos, aunque el DIU, considerados globalmente todos los grupos de edad, se apunta un aumento de algo más de 2 puntos.
1.2.
Por nivel de instrucción
Los datos de la tabla 4 muestran que en 1985 el porcentaje de mujeres usuarias de anticonceptivos era algo más elevado entre las de mayor nivel de instrucción, resultando la diferencia entre las que tenían estudios medios y superiores inferior a un punto. Entre las de menor nivel educativo la distancia era un poco mayor, pues estaba en torno a los 8 puntos respecto a las de estudios universitarios. Las diferencias más importantes se aprecian respecto al método utilizado. En 1985 las mujeres con menor nivel de instrucción utilizaban como método principal el “coitus interruptus” (39,96%), mientras que la píldora era usada por una cuarta parte de ellas. El tercer método era el preservativo (18,38%), tras el que se situaba el DIU, el ritmo y “otros”. Entre las mujeres con estudios medios la píldora era el método más utilizado (34,55%), seguido del preservativo, mientras que entre las de nivel educativo superior era más utilizado el preservativo (38,35%), seguido de la píldora, sumando entre ambos dos tercios de las mujeres usuarias de algún método. El DIU y el ritmo registraban porcentajes similares (alrededor del 13%), mientras que “otros” y el “coitus interruptus” se situaban en los últimos lugares. De los datos se desprende que el uso de métodos eficaces estaba más extendido entre las mujeres con mayor nivel de instrucción, ya que, como se ha podido apreciar, el “coitus interruptus” era el método usado preferentemente por las de más bajo nivel educativo y el último entre las que tenían estudios superiores. Esto hace que, según
17
Tabla 4 Utilización de métodos anticonceptivos según nivel de instrucción (%). Mujeres de 18 a 49 años, fértiles, no embarazadas, con pareja en el hogar. España, 1985 y 1995 1) ENCUESTA DE 1985
a) Sin usar métodos anticonceptivos b) Usando métodos anticonceptivos TOTAL Usando métodos anticonceptivos = 100 Píldora DIU Preservativo Ritmo (OGINO) ”Coitus interruptus” Otros TOTAL (N)
2) ENCUESTA DE 1995
a) Sin usar métodos anticonceptivos b) Usando métodos anticonceptivos TOTAL Usando métodos anticonceptivos = 100 Píldora DIU Preservativo Ritmo (OGINO) ”Coitus interruptus” Otros TOTAL (N)
Sin estudios o estudios primarios
FP o estudios de Bachillerato
Total
38,33
30,36
29,65
35,12
61,67
69,64
70,35
64,88
100
100
100
100
24,93 8,05 18,38 5,48 39,96 3,20
34,55 13,64 24,81 7,24 15,04 4,72
27,92 13,21 38,35 12,55 3,97 4,01
28,50 10,40 22,19 6,65 28,47 3,79
100 (3.179)
100 (1.701)
100 (383)
100 (5.263)
Sin estudios o estudios primarios
FP o estudios de Bachillerato
Estudios universitarios medios y sup.
Total
26,30
16,70
19,40
19,90
73,70
83,30
80,60
80,10
100
100
100
100
15,40 10,50 28,70 3,70 39,90 1,90
28,70 12,80 42,30 2,80 12,30 1,20
20,70 15,40 53,40 2,90 4,30 3,40
24,00 12,60 39,90 3,10 18,70 1,70
100 (584)
100 (1.135)
100 (259)
100 (1.978)
Fuente I.N.E., C.I.S. y elaboración propia.
18
Estudios universitarios medios y sup.
se aprecia en la tabla 5, entre las mujeres con estudios superiores la protección eficaz alcanza el 55,91% de ellas, lo que significa que, en ese nivel de instrucción, 8 de cada 10 mujeres que usan algún anticonceptivo utiliza uno eficaz. Entre las que tienen estudios medios esta relación es de 7 a 10. Respecto a las menor nivel de instrucción, además de menor proporción de usuarias, se aprecia que menos de la mitad de las que usa algún método elige un anticonceptivo eficaz. Tabla 5 Protección anticonceptiva según nivel de instrucción (%). Mujeres de 18 a 49 años, fértiles, no embarazadas, con pareja en el hogar. España, 1985 y 1995 Encuesta de 1985 (N = 5.263) Encuesta de 1995 (N = 1.978) Uso de anticonceptivos Uso No uso total
Uso de anticonceptivos
Uso Uso no No eficaz eficaz uso
Uso total
Uso Uso no eficaz eficaz
– Sin estudios o estudios primarios
38,33 61,67
31,68 29,99 26,30 73,70
40,21 33,49
– FP o estudios de bachillerato
30,36 69,64
50,84 18,80 16,70 83,30
69,81 13,49
– Estudios universitarios medios o superiores 29,65 70,35
55,91 14,44 19,40 80,60
72,09
TOTAL (N)
35,12
64,88
39,63
25,25 19,90 80,10 62,32
(1.848) (3.415) (2.086) (1.329)
(394) (1.584) (1.233)
8,51 17,78 (351)
Fuente: I.N.E., C.I.S. y elaboración propia.
Los datos resultan coherentes con lo observado al analizarlos por edad, ya que se podía apreciar que las mujeres de más edad utilizaban anticonceptivos en menor proporción que las más jóvenes y, además, los métodos utilizados eran preferentemente los menos eficaces. Al ser estas mujeres de más edad las que registran los porcentajes más altos con un nivel educativo inferior, los datos resultan consistentes. Volviendo a la tabla 4 se pueden apreciar los cambios experimentados entre 1985 y 1995. Las mujeres de cualquier nivel educativo han incrementado el porcentaje de utilización de anticonceptivos, aunque el aumento más notable es el de las que tienen estudios medios (casi 14 puntos porcentuales), mientras que las de más instrucción y las de menos han aumentado el uso en 10 y 12 puntos respectivamente. El aumento
19
de más envergadura en el grupo de estudios medios hace que en 1995 sea el que registre mayor proporción de usuarias, mientras que, de nuevo, las mujeres con menor nivel de instrucción, pese a los incrementos experimentados, acusan el porcentaje más bajo de usuarias de algún método. Al igual que en 1985, en 1995 persisten como diferencias importantes las que se observan respecto al método utilizado, ya que las mujeres con estudios primarios lo que más utilizan es el “coitus interruptus” (39,90%) —casi exactamente la misma proporción que en 1985—, seguido del preservativo, la píldora, el DIU, el ritmo y “otros”. Las mujeres con estudios medios lo que más utilizan es el preservativo (42,30%), tras el que se sitúa la píldora (28,70%). Entre las que tienen estudios superiores el preservativo es utilizado por más de la mitad de las que usan algún método, de las cuales usan la píldora el 20,70%, el 15,40% usa el DIU, pero entre las que el resto de los métodos acusa proporciones irrelevantes, resaltando el “coitus interruptus” como método que utiliza sólo el 4,30% de estas mujeres. Así pues, se observa que el nivel educativo es un factor que se muestra relevante no sólo en cuanto a la proporción de mujeres usuarias de anticonceptivos sino mucho más respecto al uso de métodos eficaces o no eficaces. En este sentido, en el gráfico III.1 se aprecia que en 1995 la protección anticonceptiva eficaz es del 69,81% y del 72,09% entre las mujeres con estudios medios y superiores respectivamente, mientras que las mayores diferencias se observan respecto a las de menor nivel educativo, de las cuales, todavía en esa fecha, tenían protección eficaz sólo el 40,21%, es decir, que las separan casi 32 puntos de protección eficaz en relación a las mujeres con más alto nivel de instrucción. Y, lo que es más importante aún, al contrario de lo que ocurre entre las mujeres más instruidas —entre las que de cada 10 que utiliza algún método, 9 utilizan un método eficaz—, entre las que tienen estudios primarios, sólo la mitad de las usuarias tiene una protección eficaz. Como se puede apreciar por los datos anteriores, los cambios en el período aparentan ser importantes si se considera sólo el incremento que se ha producido en el porcentaje de usuarias de métodos, pero si se observa la eficacia del método utilizado, el panorama cambia radicalmente, pues sólo ha habido mejoras sustantivas entre las mujeres con estudios medios y superiores, las cuales no sólo se encontraban en mejor posición respecto a la utilización de métodos eficaces en 1985, sino que al haber aumentado la eficacia en esos diez años, las diferencias entre ellas y las mujeres con menor nivel de instrucción se han agrandado. Éstas han incrementado el uso de métodos eficaces en poco más de 8 puntos, pues como ya se ha hecho notar, todavía en 1995 el método que más utilizan es el “coitus interruptus”: el mismo que en 1985. Se observa, pues, que el nivel de instrucción determina las pautas en materia de anticoncep-
20
PROTECCIÓN ANTICONCEPTIVA SEGÚN NIVEL DE NIVEL INSTRUCCIÓN. GRAFICO III.1. PROTECCIÓN ANTICONCEPTIVA SEGÚN DE INSTRUCCIÓN Mujeres de 18 a 49 años con pareja en el hogar. España, 1985 y 1995 1985
1995
NO USO USO NO EFICAZ USO EFICAZ
Sin estudios o estudios primarios 38,3 % 40,2 %
26,3 %
31,7 %
33,5 %
30,0 %
F.P. o estudios de Bachillerato 13,5 % 30,4 %
16,7 % 50,8 %
18,8 % 69,8 %
Estudios universitarios medios o superiores 14,4 %
8,5 %
19,4 %
29,7 %
55,9 %
72,1 %
21
ción tanto en cuanto a los niveles previos como a la posibilidad de experimentar mejoras 8.
1.3.
Por práctica religiosa
En 1985 el uso de anticonceptivos se revela diferente entre las católicas, según se trate de practicantes o no practicantes, más que en función de la adscripción, pues las no creyentes, las creyentes de otra religión —no se puede precisar si practicantes— y las católicas no practicantes muestran porcentajes de uso de anticonceptivos bastante similares, en torno al 70-75%, mientras que entre las católicas practicantes este porcentaje desciende al 59,83%. No se puede decir lo mismo respecto al método utilizado, pues mientras que entre las no creyentes los tres métodos que más se utilizan son, por ese orden, el DIU, la píldora y el preservativo —que concentran el 82% de usuarias—, en el resto de las categorías, los métodos preferidos difieren sensiblemente (tabla 6). Así, entre las católicas no practicantes el método más utilizado es la píldora, seguida del preservativo y el “coitus interruptus” casi en igual proporción, pero el “coitus interruptus” resulta ser el más utilizado por las católicas practicantes (35,83%), así como por las creyentes de otra religión (42,96%). En 1995 se aprecian cambios sustantivos, pues aunque los porcentajes de usuarias siguen siendo menores entre las católicas practicantes y las creyentes de otra religión, las distancias se han acortado respecto al resto de categorías. Sin embargo, aunque todos los grupos se decantan en mayor medida que en 1985 por los métodos eficaces —el primer lugar lo ocupa el preservativo en cualquiera de ellos que se considere— lo más destacable es el cambio experimentado por las mujeres creyentes de otra religión, las cuales, junto con las no creyentes, utilizan en mayor medida los métodos más eficaces, que agrupan casi el 87% de usuarias entre las no creyentes y el 80% entre las creyentes de otra religión. Entre las católicas no practicantes, el 79,20% utiliza métodos eficaces, pero el tercer método aún es el “coitus interruptus”. El caso más destacable es el de las católicas practicantes que, aunque han elevado el nivel de eficacia, todavía utilizan como segundo método (24,80%) el “coitus interruptus”. Lo que ocurre es que en el uso del preservativo se han equiparado al resto de los grupos, con lo que la eficacia, aún siendo menor, se ha elevado considerablemente. Como es fácil deducir, los métodos considerados de dudosa eficacia —ritmo, “coitus interruptus” y “otros”— han perdido porcentaje de usuarias en todas las catego-
8
Los estudios acerca de la relación entre educación y anticoncepción son muy numerosos y abrumadoramente coincidentes respecto a la influencia positiva de la educación sobre el uso y la eficacia en la utilización de métodos anticonceptivos. Véase, entre otros, Blake and Del Pinal (1981), Federici et al. (1993), Jejeebhoy (1995).
22
Tabla 6 Utilización de métodos anticonceptivos según práctica religiosa (%). Mujeres de 18 a 49 años, fértiles, no embarazadas, con pareja en el hogar. España, 1985 y 1995
1) ENCUESTA DE 1985 a) Sin usar métodos anticonceptivos b) Usando métodos anticonceptivos TOTAL Usando métodos anticonceptivos = 100 Píldora DIU Preservativo Ritmo (OGINO) ”Coitus interruptus” Otros TOTAL (N)
2) ENCUESTA DE 1995 a) Sin usar métodos anticonceptivos b) Usando métodos anticonceptivos TOTAL Usando métodos anticonceptivos = 100 Píldora DIU Preservativo Ritmo (OGINO) ”Coitus interruptus” Otros TOTAL (N)
Católica Creyente No no Católica de otra creyente practicante practicante religión NS/NC
Total
28,34
28,76
40,17
25,44
29,89
35,12
71,66
71,24
59,83
74,56
70,11
64,88
100
100
100
100
100
100
26,49 30,69 25,29 2,26 7,74 7,54
36,33 12,14 21,93 4,10 21,44 4,04
21,95 7,56 22,36 9,00 35,83 3,30
10,67 16,36 20,16 9,52 42,96 0,33
42,29 20,66 19,42 5,03 2,91 9,69
28,50 10,40 22,19 6,65 28,47 3,79
100 (121)
100 (2.089)
100 (2.946)
100 (42)
100 100 (65) (5.263)
Católica Creyente No no Católica de otra creyente practicante practicante religión NS/NC
Total
11,50
19,50
23,30
21,70
14,30
19,90
88,50
80,50
76,70
78,30
85,70
80,10
100
100
100
100
100
100
28,70 14,60 43,30 0,80 9,70 2,80
28,60 12,10 38,50 1,50 18,20 1,10
15,20 12,10 40,20 5,70 24,80 2,00
30,80 9,20 40,00 7,70 9,20 3,10
16,70 50,00 33,30 – – –
24,00 12,60 39,90 3,10 18,70 1,70
100 (278)
100 (899)
100 (710)
100 (83)
100 (8) (1.978)
Fuente: I.N.E., C.I.S. y elaboración propia.
23
rías, al tiempo que el preservativo ha ganado puntos, también en todas las categorías. El DIU sólo ha aumentado su uso entre las católicas practicantes. Respecto a la píldora, pierde terreno en los dos grupos de católicas, gana poco más de 2 puntos entre las no creyentes, pero aumenta algo más de 20 puntos entre las creyentes de otra religión, las cuales han incrementado la eficacia anticonceptiva entre 1985 y 1995 mediante el preservativo y la píldora. Hay que tener presente, sin embargo, que este subgrupo es minoritario respecto al colectivo total. La tabla 7 muestra el grado de protección eficaz y no eficaz en 1985 y 1995. En la primera fecha sólo entre las mujeres no creyentes y las católicas no practicantes era sensiblemente más alta la protección eficaz que la no eficaz. Entre las católicas practicantes la diferencia era muy reducida en favor del uso eficaz. De otro lado, entre las creyentes de otra religión eran más las no protegidas eficazmente que las que utilizaban métodos eficaces. Como puede observarse, la práctica religiosa —mucho más que la adscripción— influye en el método que se elige para prevenir un embarazo, evidenciando que las católicas practicantes, seguidas de las pertenecientes a otra confesión religiosa, son las que utilizan en mayor medida métodos de eficacia dudosa. Aunque se ha incluido la categoría “no sabe/no contesta”, no se han comentado
Tabla 7 Protección anticonceptiva según práctica religiosa (%). Mujeres de 18 a 49 años, fértiles, no embarazadas, con pareja en el hogar. España, 1985 y 1995 Encuesta de 1985 (N = 5.263)
Encuesta de 1995 (N = 1.978)
Uso de anticonceptivos
No uso
Uso total
Uso Uso no No eficaz eficaz uso
Uso total
Uso Uso no eficaz eficaz
28,34 28,76
71,66 71,24
59,10 50,16
12,56 11,50 21,08 19,50
88,50 80,50
76,70 11,80 63,71 16,79
– Católica practicante 40,17 – Creyente de otra religión 25,44
59,83 74,56
31,03 35,18
28,80 23,30 39,38 21,70
76,70 78,30
51,76 24,94 62,65 15,65
– NS/NC
29,89
70,11
57,75
12,36 14,30
85,70
85,70
35,12
64,88
39,63
25,25 19,90
80,10
62,32 17,78
– No creyente – Católica no practicante
TOTAL (N)
0,00
(1.848) (3.415) (2.086) (1.329) (394) (1.584) (1.233) (351)
Fuente: I.N.E., C.I.S. y elaboración propia.
24
Uso de anticonceptivos
los resultados, puesto que la inclusión se ha hecho a efectos de cuadrar las cifras para que los porcentajes sumen 100. Estas mujeres son aquéllas que contestaron en la entrevista acerca de sus pautas anticonceptivas, pero no acerca de su adscripción religiosa. Cuantitativamente resultan de poca entidad, ya que del colectivo considerado representan el 1,2% y el 0,40% en 1985 y 1995 respectivamente. Algo que merece la pena señalar es el cambio producido entre 1985 y 1995 tanto en cuanto a la adscripción religiosa como a la práctica. La tabla 8 muestra los cambios experimentados y en ella se puede apreciar que si en 1985 sólo un 2,30% de las mujeres conviviendo en pareja manifestaba no ser creyente, en 1995 la proporción se había elevado al 14,10%. De igual modo, el porcentaje de mujeres que manifestaban ser católicas —practicantes o no— se acercaba al 96%, habiéndose reducido al 81,40% en 1995. Tal vez lo más llamativo sea el descenso experimentado por la proporción de católicas practicantes, que ha pasado de ser más de la mitad de las mujeres en 1985 (55,97%) al 35,90% diez años más tarde. Los datos permiten concluir que la sociedad española ha experimentado un marcado proceso de secularización, que se revela no sólo en la práctica sino en la adscripción religiosa, pues aunque ha aumentado el porcentaje que se declara de otra religión, este incremento es inferior a 4 puntos y no contrarresta el importante descenso que se aprecia en la proporción de las que se declaran católicas. Lo que emerge más nítidamente es un aumento considerable de las no creyentes, lo que avala la tesis de la secularización.
Tabla 8 Práctica religiosa (%). Mujeres de 18 a 49 años, fértiles, no embarazadas, con pareja en el hogar. España, 1985 y 1995 1985 – No creyente
1995
2,30
14,10
– Católica no practicante
39,69
45,50
– Católica practicante
55,97
35,90
– Creyente de otra religión
0,80
4,20
– NS/NC
1,24
0,40
100
100
TOTAL
Fuente: C.I.S. y elaboración propia.
25
4 LAS PAUTAS ANTICONCEPTIVAS EN 1995 En este epígrafe se analizarán las pautas anticonceptivas que se observan a partir de los datos de la Encuesta de 1995, a tenor de determinadas características de las mujeres, pero clasificadas más ajustadamente en virtud del riesgo real de quedar embarazadas. Se ha depurado el colectivo susceptible de embarazo, ya que en esta encuesta es posible aislar no sólo las mujeres embarazadas y las estériles o esterilizadas ellas o sus parejas, sino también las que en el momento de la entrevista no son sexualmente activas, algo que no podía hacerse en la Encuesta de 1985 9. Para analizar pormenorizadamente la situación en 1995 se han recalculado de nuevo todos los indicadores, por lo que los resultados que se obtienen son más ajustados, pero difieren en algunos aspectos: prácticamente nada en cuanto a las tendencias que se aprecian, pero sí en las magnitudes, ya que la protección eficaz o no eficaz se revela de diferente cuantía al excluir a un cierto número de mujeres que no está en riesgo por no tener relaciones sexuales en el momento de la entrevista. Con estas premisas, el análisis seguirá una estructura similar a la que ha venido presidiendo la descripción de la comparación entre 1985 y 1995. No obstante, antes de entrar a analizar el colectivo de las mujeres susceptibles de quedarse embarazadas con los criterios antedichos, se van a describrir las características de ese otro grupo que no está “en riesgo de embarazo”; grupo que lo componen las embarazadas, las que nunca han tenido relaciones sexuales, las que habiéndolas tenido no las tienen cuando se las entrevista y las que son estériles, ya sea por razones médicas o por que se han esterilizado ellas o sus parejas.
9
El concepto “en riesgo de embarazo”, excluyendo del total a las mujeres embarazadas o no fértiles —ya sea estériles o esterilizadas voluntariamente— es utilizado también por otros autores al analizar los datos de Italia (Bonarini, 1999). No obstante, difiere algo del empleado en este trabajo, pues aquí, además, se han excluido las mujeres cuya pareja se había esterilizado y las que no tenían actividad sexual en el momento de la entrevista, por lo que se considera que el conjunto resultante recoge aún más ajustadamente las mujeres en riesgo real.
27
1.
Las mujeres sin riesgo de embarazo en el conjunto de la muestra 1.1.
Mujeres embarazadas
Del conjunto de la muestra se aprecia un 2,4% de mujeres que se encuentran embarazadas en el momento de la entrevista. Las diferencias son notables por edad y forma de convivencia (tabla 9). Entre las que no tienen pareja, por encima de los 30 años no hay ninguna mujer embarazada, pero el número de embarazadas en este colectivo es tan reducido que cualquier observación sería de escasa fiabilidad. De las mujeres que viven en pareja, el 3,6% se encuentra esperando un hijo, resultando el porcentaje más elevado el que acusan las mujeres de 25-29 años (9,1%), seguidas de las de 20-24 y las menores de 20. Por encima de los 30 años, los porcentajes descienden, hasta volverse irrelevantes entre las de 40-44 años y ser cero entre las de 45-49. Considerando el nivel educativo se observa entre las mujeres que viven en pareja una asociación directa entre el porcentaje de embarazadas y el nivel de instrucción alcanzado, ya que las que tienen estudios superiores presentan más alta proporción de embarazadas (5,6%) que las de estudios medios (3,8%) y las que sólo tienen primarios (2,4%). Pero al ser tan reducido el tamaño muestral de las embarazadas, estos datos son sólo orientativos y deben tomarse con reservas. Por esa misma razón no cabe hacer comentarios sobre las pautas según tamaño de hábitat o práctica religiosa. Tabla 9 Porcentaje de mujeres embarazadas. España, 1995 Grupos de edad
Con pareja
Total muestra
18-19
7,1
0,3
0,6
20-24
7,7
0,4
2,1
25-29
9,1
0,4
5,8
30-34
4,2
0,0
3,5
35-39
2,3
0,0
2,1
40-44
0,6
0,0
0,5
45-49
0,0
0,0
0,0
TOTAL
3,6
0,3
2,4
Mujeres con pareja: N = 2.607 Mujeres sin pareja: N = 1.414 Total muestra: N = 4.021
Fuente: C.I.S. y elaboración propia.
28
Sin pareja
1.2.
Mujeres que nunca han tenido relaciones sexuales
Este grupo se refiere a mujeres que nunca han tenido una relación sexual completa. Casi en su totalidad son mujeres solteras (99,7%) y de ellas el 74% tiene menos de 25 años, por lo que cabe deducir que son mujeres que aún no han tenido pareja debido a su juventud. Como se aprecia en la tabla 10, calculado sobre el total de la muestra arroja un 14,9% de mujeres que nunca han tenido relaciones sexuales, aunque observado desagregadamente, el grupo de 18-19 años muestra un 62,8% y el de 20-24 un 36,4%. Tabla 10 Porcentaje de mujeres que nunca tuvieron relaciones sexuales. España, 1995 Grupos de edad
Con pareja
Sin pareja
Total muestra
18-19
0,0
65,7
62,8
20-24
0,0
47,3
36,4
25-29
0,0
30,7
11,5
30-34
0,0
26,4
4,4
35-39
0,0
15,5
1,6
40-44
0,0
23,2
3,6
45-49
0,0
17,3
2,0
TOTAL
0,0
42,4
14,9
Mujeres con pareja: N = 2.607 Mujeres sin pareja: N = 1.414 Total muestra: N = 4.021
Fuente: C.I.S. y elaboración propia.
Este colectivo que nunca ha tenido una relación sexual se compone exclusivamente de mujeres sin pareja, de las que merece la pena destacar algunos aspectos. Así, se aprecia que el porcentaje más bajo se registra entre las mujeres de menor nivel de instrucción (34,3%), mientras que entre las de estudios medios y superiores alcanza el 43,9% y el 41,7% respectivamente. Sin embargo, muestra una asociación inversa con el tamaño del lugar de residencia, pues en los municipios rurales el porcentaje que nunca ha tenido relaciones sexuales es del 52,6% y alcanza su cifra más baja entre los de más de 1.000.000 de habitantes (37,2%). Por tanto, ya que se trata de una situación que afecta principalmente a las menores de 25 años, se puede deducir que las jóvenes de la ciudad se inician más tempranamente en la actividad sexual que las residentes en ciudades medias y éstas son también más precoces en esta materia que las del medio rural.
29
Las diferencias más sustantivas se observan respecto a la práctica religiosa, ya que entre las católicas practicantes la proporción que sin convivir en pareja nunca ha tenido relaciones sexuales es del 59,6%, porcentaje que desciende al 39,3% para las católicas no practicantes y al 25,7% para las no creyentes. Las pertenecientes a otra religión son muy pocas, pero el porcentaje es del 36,4%. Así, la práctica de la religión se muestra como un elemento importante y es, en parte, consecuente con lo que sobre estas materias la Iglesia Católica dicta a sus fieles.
1.3.
Fértiles no embarazadas, sin relaciones sexuales
Este subgrupo se refiere a aquellas mujeres que, aunque alguna vez sexualmente activas, no lo eran en el momento de la entrevista 10. En la tabla 11 se puede observar que un 12,4% del total de la muestra se encuentra en esa situación, pero los mayores porcentajes corresponden a las mujeres sin pareja en el hogar. De éstas, las que se encuentran por debajo de los 25 años y han sido alguna vez sexualmente activas, siguen siéndolo en proporciones elevadas —como se deduce por su contrario de inactividad sexual—, pero a partir de los 30 años, más del 40% de ellas no tienen una actividad sexual continua. Tres cuartas partes de estas mujeres que no tienen una actividad sexual, pese a haberla tenido en el pasado, son solteras, y del resto, la mayor proporción corresponde a viudas y separadas legalmente, más que a divorciadas. Asimismo, se aprecia que entre las que conviven en pareja el 4,3% no es sexualmente activa, lo que significa que al menos en las últimas cuatro semanas no ha tenido relaciones sexuales, pero es de destacar que este hecho está asociado a la forma de convivencia y a la edad, pues la casi totalidad de ellas son mujeres casadas, de las cuales la mitad tiene más de 40 años. Los porcentajes más elevados de inactividad sexual entre las mujeres que viven en pareja se observan entre las de menor nivel de instrucción y las que viven en el medio rural, pero son estas categorías las que presentan una distribución con más peso en las edades más altas, por lo que se trata del mismo efecto combinado. Una mayor desagregación para aislar esos efectos no es posible por el reducido número de casos.
10
La pregunta en el cuestionario tomaba como referencia las cuatro semanas anteriores a la fecha de la entrevista. Si en ese período no habían tenido relaciones sexuales se les clasificaba como “fértiles —no esterilizadas ni ellas ni su pareja—, no embarazadas, sin relaciones sexuales”.
30
Tabla 11 Porcentaje de mujeres fértiles, no embarazada, alguna vez sexualmente activas, aunque no en el momento de la entrevista. España, 1995 Grupos de edad
Con pareja
Sin pareja
Total muestra
18-19
0,0
12,9
12,4
20-24
2,6
20,2
16,1
25-29
3,5
32,9
14,5
30-34
2,5
40,9
8,9
35-39
3,7
46,6
8,0
40-44
5,1
47,4
11,7
45-49
8,0
63,5
14,3
TOTAL
4,3
27,3
12,4
Mujeres con pareja: N = 2.607 Mujeres sin pareja: N = 1.414 Total muestra: N = 4.021
Fuente: C.I.S. y elaboración propia.
1.4.
La esterilización
Tras el incremento que, como se ha visto en la tabla 1, se aprecia entre 1985 y 1995 en los porcentajes de esterilización, conviene analizar más pormenorizadamente con los datos de 1995 —que lo permiten— las características de esas mujeres. En la tabla 12 se muestra, por grupos de edad, la situación respecto a su capacidad reproductiva de las mujeres que viven emparejadas, las que no viven en pareja y el total de la muestra. De éstas, el 14,1% no es fértil, siendo más alta la proporción que corresponde a las mujeres (8,6%) que a sus parejas (5,3%). Se puede observar que entre las mujeres que manifiestan no ser fértiles, sólo presentan porcentajes de cierta entidad las que superan los 30 años, resultando siempre más elevada la proporción entre las que conviven en pareja. La esterilización deriva no del apartado “otras razones” sino, principalmente, del hecho de haberse esterilizado la mujer o su pareja. Y en los grupos de edad con porcentajes más elevados de esterilización, es más alta la proporción de mujeres que se han esterilizado ellas que el que muestra la esterilización de los correspondientes varones. El nivel más elevado de infertilidad corresponde a las mujeres de 4044 años, donde casi un tercio de las emparejadas, sea por ellas o por sus parejas, ya no pueden quedarse embarazadas. Les siguen con casi el 30% de estériles las de 3539 años y las de 45-49, aunque entre aquéllas se reparten casi por igual la esterilización hombres y mujeres, mientras que en el grupo de 45-49 son las mujeres las que
31
Tabla 12 Regulación de la fecundidad: mujeres no fértiles según grupos de edad y forma de convivencia (%). España, 1995 Grupos
Entrevistada
Pareja
Otras
Total
de edad
esterilizada
esterilizada
razones
estéril
CON PAREJA 18-19
0,0
0,0
0,0
20-24
0,6
1,3
0,0
0,0 1,9
25-29
1,1
3,5
0,0
4,6
30-34
6,7
8,0
0,0
14,7
35-39
15,5
13,0
0,2
28,7
40-44
19,5
12,1
0,4
32,0
45-49
22,9
4,7
1,0
28,6
TOTAL
12,1
8,1
0,3
20,5
SIN PAREJA 18-19
0,0
0,0
0,0
0,0 0,0
20-24
0,0
0,0
0,0
25-29
0,0
0,0
0,0
0,0
30-34
2,7
0,9
0,0
3,6
35-39
8,6
0,0
0,0
8,6
40-44
14,7
0,0
0,0
14,7
45-49
15,4
1,9
0,0
17,3
TOTAL
2,1
0,1
0,0
2,2
TOTAL MUESTRA 18-19
0,0
0,0
0,0 0,4
20-24
0,1
0,3
0,0
25-29
0,7
2,2
0,0
2,9
30-34
6,1
6,8
0,0
12,9
35-39
14,8
11,7
0,2
26,7
40-44
18,8
10,2
0,3
29,3
45-49
22,1
4,4
0,9
27,4
TOTAL
8,6
5,3
0,2
14,1
Mujeres con pareja: N = 2.607 Mujeres sin pareja: N = 1.414 Total muestra: N = 4.021
Fuente: C.I.S. y elaboración propia
32
0,0
mayoritariamente se han esterilizado. Entre las mujeres que no tienen pareja en el hogar, la proporción que se ha esterilizado es bastante más reducida y son los mismos grupos que para las emparejadas los que acusan las proporciones más elevadas de esterilización. Es de destacar que, aunque se observan porcentajes relativamente elevados de esterilización, sobre todo si se comparan con los de algunos países europeos 11, las españolas que optan por este método irreversible suelen tener ya hijos. Entre las mujeres con pareja que se han esterilizado, el 45,4% tiene dos hijos y un 43,5% tiene tres, lo que suma el 89%. Sólo el 4,4% se ha esterilizado sin tener hijos y el 6,7% teniendo uno. La edad media de las mujeres esterilizadas sin convivir en pareja es más elevada (41,6 años) de la que muestran las emparejadas (40,7), y se aprecia que en la mitad de los casos se trata de divorciadas y separadas legalmente. Las mujeres con menor nivel de instrucción, tomadas conjuntamente, están esterilizadas en mayor medida que las de los niveles superiores. Así, se aprecia que de las que tienen estudios primarios un 21,7% está esterilizada ella o su pareja, porcentaje que desciende al 12,7% para las de estudios medios y al 8,3% para las que tienen estudios superiores (tabla 13). Como se puede apreciar, la distancia es mayor entre el grupo sin estudios o estudios primarios y las de estudios medios que entre éstas y las de estudios superiores. No obstante, si se analiza el comportamiento por grupos de edad e instrucción, habría que hacer algunas matizaciones: entre las menores de 30 años las proporciones, así como las diferencias, resultan irrelevantes cuantitativamente, pero en el grupo de 30-39 las diferencias en la proporción de esterilizadas entre las de menor nivel de instrucción y el resto, son notables, con más del doble de puntos porcentuales respecto a las que tienen estudios universitarios. Esta pauta cambia en el grupo de 40-
11
En España se aprecia una proporción de esterilización tanto masculina como femenina más elevada
que en Holanda o Francia, resultando próxima a la de Noruega y en torno a la mitad de las cifras de Canadá. En el grupo de 30-34 años, entre las mujeres que conviven en pareja, las esterilizadas representan el 6,7%, el 8,6%, y el 16% en España, Noruega y Canadá respectivamente. En el grupo de 35-39 años, las cifras correspondientes son el 15,5%, el 17,5% y el 34,8%. En Canadá, de las mujeres emparejadas de 40-44 años, casi la mitad están esterilizadas y entre las de 45-49 lo está el 58,4% (Noack and Ostby, 1996; Latten and Graaf, 1997; Toulemon and Guibert-Lantoine, 1998; Wu, 1999). Respecto a Italia, los datos de esterilización femenina también se revelan inferiores a los de España en todos los grupos de edad, si bien se distingue entre probablemente estéril, cierta e inciertamente estéril (Bonarini et al. (1999).
33
Tabla 13 Regulación de la fecundidad: mujeres de 18 a 49 años no fértiles, según grupos de edad y nivel de instrucción (%). España, 1995 Sin estudios
FP o
Estudios
Grupos
o estudios
estudios de
univ. medios
de edad
primarios
bachillerato
o superiores
< 30
2,2
1,4
1,0
30-39
24,9
20,5
10,3
40-49
27,0
30,2
29,1
TOTAL
21,7
12,7
8,3
Fuente: C.I.S. y elaboración propia.
49 años, si bien la distancia es insignificante. Cabe deducir que cuando el embarazo podría resultar de mayor riesgo debido a la edad de la mujer, las que tienen estudios superiores minimizan ese riesgo en mayor medida que las de menor nivel educativo, las cuales presentan patrones de comportamiento no muy diferenciados por edad. Esto sugiere un comportamiento más selectivo respecto a la esterilización entre las mujeres con más alto nivel de instrucción. Al desagregar por hábitat entre el colectivo no fértil de mujeres conviviendo en pareja —que agrupa la mayor parte de todas las mujeres no fértiles—, pocas observaciones pueden hacerse para los municipios de menos de 2.000 habitantes y para los de más de 1.000.000, debido al tamaño muestral. Sin embargo, en el resto se aprecia que conforme aumenta el tamaño del lugar de residencia la proporción del total no fértil se incrementa, pues pasa de 19,9% en los muncipios entre 2.000 y 10.000 habitantes a 22,8% en los que tienen entre 100.000 y menos de 1.000.000. No obstante, lo más destacable es que el incremento se debe principalmente al mayor porcentaje de varones esterilizados en las áreas de mayor tamaño. Por lo que hace a la práctica religiosa, se aprecia que la proporción de mujeres no fértiles apenas varía entre unas y otras categorías, excepto entre las creyentes de otra religión, que es algo menor. Lo único destacable es que cuando es el varón el esterilizado, el porcentaje es más alto entre las no creyentes y las católicas no practicantes que entre las católicas practicantes.
34
2.
Las mujeres en riesgo de embarazo 2.1. Por grupos de edad
El porcentaje de mujeres en riesgo real de embarazo que utiliza anticonceptivos es del 86,9%, un porcentaje que, cuando se afina y se considera sólo a las que en realidad son sexualmente activas, resulta superior al 80,10% que se observaba al no excluir a las que en el momento de la entrevista no tenían relaciones sexuales, pese a convivir en pareja (comparar la tabla 14 con la 2.b). La utilización de algún método supera o se acerca al 90% para las mujeres menores de 40 años, desciende al 85% entre las de 40-44 y al 69,8% para las de 45-49 años. Tabla 14 Utilización de métodos anticonceptivos según grupos de edad (%). Mujeres de 18 a 49 años, en riesgo de embarazo. España, 1995 Grupos de edad 18-19 a) Sin usar métodos anticonceptivos b) Usando métodos anticonceptivos TOTAL Usando métodos anticonceptivos = 100 Píldora DIU Inyecciones Diafragma Preservativo Ritmo (OGINO) ”Coitus interruptus” Otros TOTAL (N) Uso eficaz Uso no eficaz
20-24 25-29
30-34 35-39 40-44 45-49 Total
1,3
7,9
10,4
11,3
11,9
15,0
30,2
13,1
98,7
92,1
89,6
88,7
88,1
85,0
69,8
86,9
100
100
100
100
100
100
100
100
35,1 1,3 – – 54,5 – 9,1 –
37,8 2,2 0,4 0,4 51,8 0,4 7,2 –
40,7 8,8 0,5 0,2 41,9 0,5 7,0 0,5
31,0 13,2 0,2 0,7 42,7 1,7 10,2 0,2
14,2 15,2 0,6 1,9 45,5 4,5 18,1 –
10,2 17,0 – 0,7 38,2 5,7 28,3 –
1,1 10,1 0,6 0,6 32,6 7,3 45,5 2,2
25,9 10,8 0,4 0,7 43,1 2,7 16,1 0,4
100 (78)
100 (302)
100 (480)
100 (462)
100 (352)
100 (333)
89,7 9,0
85,1 7,0
82,5 7,1
77,9 10,8
68,2 19,9
56,2 28,8
100 100 (255) (2.262) 31,4 38,4
70,3 16,6
Fuente: C.I.S. y elaboración propia.
35
Las pautas por edad respecto al método utilizado, aunque de diferente magnitud, son muy parecidas a las que ya se han descrito para 1995 al comparar esta fecha con 1985. Así, el preservativo es el método más utilizado por las mujeres menores de 45 años, siendo utilizado por más de la mitad de las que tienen menos de 25. El segundo método más empleado es la píldora hasta los 34 años —con porcentajes casi iguales a los del preservativo en el grupo de 25-29 años—, pero al llegar a los 35, el segundo método es el “coitus interruptus”, que incluso ocupa el primer lugar entre las mujeres de 45-49 años, para las que la píldora es un método de los minoritarios. El DIU apenas es utilizado por las más jóvenes, pero después de los 30 años se revela como el tercer método en todos los grupos de edad. Considerado globalmente el conjunto de mujeres en riesgo, se aprecia que el preservativo es utilizado por el 43,1%, la píldora por el 25,9% y, a más distancia, se sitúan el “coitus interruptus” (16,1%) y el DIU (10,8%). El resto de los métodos engloban el 4,2%. Utilizando un indicador más preciso de uso eficaz/no eficaz, se observa que si bien las proporciones de uso son elevadas en todos los grupos de edad, la protección eficaz desciende algunos puntos respecto al uso en todas las edades, pero sobre todo desciende de manera acusada en los grupos por encima de los 35 años. Entre las mujeres de 35-39 la diferencia entre el porcentaje de uso y el de eficacia es de 20 puntos, que se elevan a cerca de 30 entre las mujeres de 40-44 años; pero la distancia mayor se aprecia entre las mujeres de 45-49 años, grupo en el que en 1995 menos de un tercio de las mujeres sexualmente activas tiene una protección eficaz. Esto lleva a reflexionar acerca de la relajación de los controles anticonceptivos entre las mujeres mayores de 40 años, con el riesgo de embarazos no deseados —si bien a esas edades la capacidad fértil disminuye— que, como ya se ha señalado anteriormente, presentan altas proporciones de embarazos desembocando en un aborto. El uso de anticonceptivos es menor en todos los grupos de edad entre las mujeres con pareja en el hogar, algo que puede obedecer a una deliberada menor utilización por el deseo de quedarse embarazada. Por el contrario, las mujeres sin pareja en el hogar muestran proporciones más elevadas de utilización, así como mayor grado de eficacia (Véanse tablas 15 y 17). Las preferencias en materia de anticonceptivos de las mujeres en riesgo de embarazo, con pareja el hogar, muestran algunas diferencias respecto al conjunto del grupo en riesgo. Así, para ellas la píldora es el método más utilizado entre las menores de treinta años y no el preservativo, que ocupa el segundo lugar en el grupo de 20-29 años, edad a partir de la cual —a excepción del grupo 45-49 años— el preservativo es el que más se usa. Al DIU le corresponde el tercer lugar entre las de 25-44 años, y entre las de más edad es el “coitus interruptus” el más utilizado. Las diferencias más
36
Tabla 15 Utilización de métodos anticonceptivos según grupos de edad (%). Mujeres de 18 a 49 años, sin riesgo de embarazo y con pareja en el hogar. España, 1995 Grupos de edad 18-19 a) Sin usar métodos anticonceptivos b) Usando métodos anticonceptivos TOTAL
20-24 25-29
30-34 35-39 40-44 45-49 Total
7,7
15,4
12,1
11,6
12,2
14,7
29,9
15,1
92,3
84,6
87,9
88,4
87,8
85,3
70,1
84,9
100
100
100
100
100
100
100
100
50,0
45,2
40,0
32,0
13,3
9,6
1,1
24,0
8,3
4,3
10,7
13,4
15,3
16,2
10,1
12,6
–
0,9
0,6
–
0,7
–
0,6
0,4
Usando métodos anticonceptivos = 100 Píldora DIU Inyecciones Diafragma Preservativo Ritmo (OGINO) ”Coitus interruptus” Otros
–
0,9
0,3
0,8
2,0
0,7
0,6
0,9
16,7
38,3
39,7
41,2
45,2
29,0
32,6
39,9
–
–
0,6
1,6
4,4
5,5
7,3
3,1
25,0
10,4
7,5
10,8
19,0
29,0
45,5
18,7
–
–
0,6
0,3
–
–
2,2
0,4
100
100
TOTAL
100
100
100
100
100
100
(N)
(13)
(136)
(381)
(431)
(335)
(319)
Uso eficaz
69,2
75,7
80,3
77,3
67,2
55,8
31,5
66,0
Uso no eficaz
23,1
8,9
7,6
11,1
20,6
29,5
38,6
18,9
(254) (1.869)
Fuente: C.I.S. y elaboración propia.
destacables entre el total y las que tienen pareja en el hogar se aprecian en los grupos más jóvenes, pero al ser en éstos donde se concentran las que no conviven en pareja, esto hace que sean las que más usan el preservativo, probablemente debido a que es utilizado no sólo como método anticonceptivo sino como barrera ante hipotéticas enfermedades de transmisión sexual; algo que puede preocupar en menor medida a las que tienen pareja en el hogar. Siguiendo con el grupo de mujeres con pareja en el hogar, cabe destacar que las que viven en una unión consensual se protegen en mayor medida que las casadas, pues entre éstas la protección alcanza el 65,1% mientras que entre las que cohabitan
37
sin matrimonio la protección es del 79,8% 12. Así pues, los datos evidencian que la mayor protección se observa entre las mujeres sin pareja en el hogar, seguidas de las que viven en una unión consensual, tras las que se sitúan las casadas. Lo que resulta consecuente con la observación de que, entre las españolas, los hijos se tienen preferentemente dentro de una unión matrimonial, situación donde la protección es menor debido al probable mayor deseo de un embarazo que en el resto de los subgrupos. El porcentaje de mujeres que usa algún anticonceptivo guarda una relación directa con el número de hijos que se tiene, a excepción de las mujeres que ya tienen tres hijos o más. Así, de las mujeres conviviendo con pareja en el hogar que no tienen hijos, el 70,5% utiliza anticonceptivos, aumenta hasta el 85,6% entre las que tienen uno y se eleva casi al 90% entre las que tienen dos, para descender un poco entre las madres de tres o más (tabla 16). Si se analiza por grupos de edad se aprecia que, conforme aumenta la edad, desciende de manera importante la proporción de usuarias entre las que no tienen hijos y, en menor medida, entre las que tienen sólo uno, lo que indica un probable deseo de tenerlos al llegar a cierta edad sin haberlos tenido o teniendo uno solamente 13. Por el contrario, entre las que ya tienen dos o más, el porcentaje de usuarias aumenta en el grupo de 30-39 años respecto a las menores de 30, para descender de nuevo entre las mujeres en los cuarenta. Una vez más se puede observar la menor utilización de anticonceptivos en este grupo de edad. Si en lugar del uso se observa el grado de protección eficaz, el porcentaje es menor en todas las categorías respecto al porcentaje de uso, pero el incremento en la protección ya no se asocia tan claramente al número de hijos, pues sólo las que tienen uno están más protegidas (71,3%) que las que no tienen (65,3%). En el resto, ocurre lo contrario: al incrementarse el número de hijos disminuye la protección. Se aprecia una notable discrepancia en puntos porcentuales entre el porcentaje de uso y el grado de eficacia —o lo que es igual: el uso no eficaz— en todas las categorías, pero que resulta muy acusada en las mujeres con dos o más hijos. Esto, como se puede apreciar observando la desagregación por grupos de edad, se debe a que el uso, pero sobre todo la eficacia, están asociados a la edad. Exceptuando a las mujeres sin hijos, en todas las categorías conforme se eleva la edad, aumenta la diferencia entre el porcentaje de
12
Sólo es posible considerar el dato global, ya que no se puede desagregar por edad debido a que no lo permite el tamaño muestral de las mujeres que viven en una unión consensual, las cuales representan el 6,1% de las que tienen pareja en el hogar y son sexualmente activas. 13 Entre las que no tienen hijos al llegar a cierta edad, parte del descenso del porcentaje de usuarias de anticonceptivos puede deberse a la constatación de su incapacidad para tenerlos. De ahí el más abrupto descenso que se observa entre las que no tienen hijos respecto a las que tienen uno o más.
38
Tabla 16 Utilización de métodos anticonceptivos según número de hijos (%). Mujeres de 18 a 49 años, en riesgo de embarazo y con pareja en el hogar. España, 1995 Uso
Uso
Proporción
N*
total
Uso No uso
eficaz
no eficaz
de hijos
TOTAL
(266)
70,5
29,5
65,3
5,2
< 30
a) Ningún hijo (186)
82,8
17,2
76,9
5,9
30-39
(60)
50,8
49,2
45,0
5,8
40-49
(20)
20,0
80,0
20,0
–
14,3
b) Con un hijo TOTAL
(539)
85,6
14,4
71,3
14,3
< 30
(220)
88,6
11,4
79,1
9,5
30-39
(227)
86,8
13,2
73,1
13,7
40-49
(92)
75,0
25,0
47,8
27,2
28,9
c) Con dos hijos TOTAL
(782)
89,9
10,1
68,6
21,3
< 30
(107)
92,5
7,5
82,2
10,3
30-39
(383)
93,7
6,3
79,1
14,6
40-49
(292)
83,9
16,1
49,7
34,2
41,9
d) Con tres o más hijos TOTAL
(279)
83,5
16,5
49,8
33,7
(18)
88,9
11,1
77,8
11,1
30-39
(93)
92,4
7,6
64,5
27,9
40-49
(168)
78,0
22,0
38,7
39,3
(1.866)
84,9
15,1
66,0
18,9
< 30
TOTAL
14,9
100
* La “N” del colectivo total de mujeres con pareja en el hogar, en riesgo de embarazo, es 1.869. Al desagregar por grupos de edad y número de hijos, la “N” resultante es 1.866, diferencia que puede deberse a efectos del redondeo en la ponderación o por ausencia de respuesta a alguna pregunta en ciertos casos.
Fuente: C.I.S. y elaboración propia.
usuarias y el nivel de eficacia, con variaciones importantes —cercanas a los 15 puntos— entre las mujeres que tienen uno o dos hijos y están en la treintena, pero que se elevan considerablemente al observar las que rebasan los 40 años y tienen tres o más hijos.
39
Una vez más surge la reflexión de la menor protección anticonceptiva que se observa entre las mujeres de más edad y con mayor número de hijos, en las cuales cabe suponer un menor deseo de hijos adicionales —principalmente en el grupo de 40-49 años— que entre las más jóvenes, lo que puede propiciar un porcentaje considerable de embarazos no deseados. No hay que olvidar que se está analizando el subgrupo de mujeres con pareja en el hogar, pero sexualmente activas, ya que se han excluido las que, por las razones que fuere, pese a tener pareja en el hogar, manifestaron no tener relaciones sexuales, por lo que las reflexiones acerca del riesgo son bastante reales.
Tabla 17 Utilización de métodos anticonceptivos según grupos de edad (%). Mujeres de 18 a 49 años, en riesgo de embarazo y sin pareja en el hogar. España, 1995 Grupos de edad 18-19 a) Sin usar métodos anticonceptivos b) Usando métodos anticonceptivos TOTAL Usando métodos anticonceptivos = 100 Píldora DIU Inyecciones Diafragma Preservativo Ritmo (OGINO) ”Coitus interruptus” Otros
20-24 25-29
–
1,8
4,0
6,5
5,9
21,4
100,0
3,6
100,0
98,2
96,0
93,5
94,1
78,6
–
96,4
100
100
100
100
100
100
100
100
32,3 – – – 61,5 – 6,2 –
32,5 0,6 – – 61,3 0,6 4,9 –
43,2 2,1 – – 49,5 – 5,3 –
17,2 10,3 3,4 – 62,1 3,4 3,4 –
31,3 12,5 – – 50,0 6,3 – –
27,3 36,4 – – 18,2 9,1 9,1 –
– – – – – – – –
33,7 2,9 0,3 – 57,0 1,1 5,0 –
TOTAL
100
100
100
100
100
100
–
100
(N)
(65)
(166)
(99)
(31)
(17)
(14)
(1)
(393)
Uso eficaz
93,9
92,8
90,9
87,1
88,2
64,3
–
90,6
6,1
5,4
5,1
6,4
5,9
14,3
–
5,8
Uso no eficaz
Fuente: C.I.S. y elaboración propia.
40
30-34 35-39 40-44 45-49 Total
La hipótesis enunciada más arriba de que el preservativo puede usarse no sólo como anticonceptivo sino como protección ante las enfermedades de transmisión sexual, parece confirmarse al observar separadamente las mujeres sin pareja, que, como muestra la tabla 17, en las edades entre 18 y 34 años registran proporciones de uso del preservativo superiores al 60%, salvo en el grupo de 25-29 años 14. En cualquier caso, ya sea por medio del preservativo, de la píldora, y en menor grado por el DIU, estas mujeres sin pareja en el hogar alcanzan mayor nivel de protección (90,6%) que el resto de los subgrupos: 70,3% para el total en riesgo y 66% para las que conviven en pareja, aunque de éstas una parte corresponde a las que quieren quedarse embarazadas.
2.2.
Por nivel de instrucción
El nivel de instrucción es una variable que, como ya se ha visto al comentar la evolución entre 1985 y 1995, determina el grado de utilización de anticonceptivos y, sobre todo, la eficacia de los métodos. La tabla 18 permite apreciar que entre las mujeres en riesgo de embarazo, el grupo que registra menor proporción de usuarias —aunque por encima del 80%— es el de las mujeres con más bajo nivel educativo, mientras que las que tienen estudios medios o superiores no acusan prácticamente ninguna diferencia entre sí. El método más utilizado por las de menor nivel de instrucción es el “coitus interruptus” (39,3%), seguido del preservativo y de la píldora, mientras que las que tienen estudios medios y superiores utilizan prioritariamente el preservativo (45,7% y 55,3% respectivamente), seguido de la píldora y el DIU. Pero es de destacar que las mujeres con estudios medios utilizan más el “coitus interruptus” que las que tienen estudios universitarios, aunque menos que las que tienen estudios primarios. Lo que antecede se muestra de manera más sintética en el indicador de uso eficaz o no eficaz (gráfico IV.1). Así, se aprecia que, tomadas globalmente todas las edades, las mujeres con estudios primarios o sin estudios muestran el grado más alto de uso no eficaz (46,4%), resultando el único grupo en el que el uso eficaz apenas rebasa el 50% de las que utilizan algún método. Sin embargo, se observa que conforme aumenta el nivel de instrucción aumenta la protección, pues las mujeres con estudios uni-
14
El tamaño muestral de los datos para las mujeres sin pareja en el hogar resulta muy reducido a partir de los 30 años, y muy especialmente en los grupos de más de 40. Por tanto, los resultados de la tabla hay que tomarlos con extrema cautela, ya que sólo entre 20-29 años se cuenta con un número de casos (166 y 99 respectivamente, lo que representa el 68% del subgrupo sin pareja) como para hacer comentarios razonablemente fiables.
41
Tabla 18 Utilización de métodos anticonceptivos según nivel de instrución (%). Mujeres de 18 a 49 años, en riesgo de embarazo. España, 1995
a) Sin usar métodos anticonceptivos b) Usando métodos anticonceptivos < 30 30-39 40-49 TOTAL Usando métodos anticonceptivos = 100 Píldora DIU Inyecciones Diafragma Preservativo Ritmo (OGINO) ”Coitus interruptus” Otros TOTAL (N*) Uso eficaz TOTAL < 30 30-39 40-49 Uso no eficaz TOTAL < 30 30-39 40-49
Sin estudios o estudios primarios
FP o estudios de Bachillerato
Estudios universitarios medios y sup.
Total
18,0
11,5
11,9
13,1
82,0 78,4 89,6 79,9
88,5 92,7 88,9 77,7
88,1 95,6 85,7 72,3
86,9 91,3 88,4 78,4
100
100
100
100
16,0 10,4 0,7 0,7 28,9 3,6 39,3 0,5
29,9 10,5 0,3 0,6 45,7 2,5 10,5 0,1
24,1 11,9 – 1,4 55,3 2,0 4,4 1,0
25,9 10,7 0,4 0,7 43,2 2,7 16,1 0,4
100 (540)
100 (1.379)
100 (335)
100 (2.254)
46,4 64,9 60,4 32,3
77,0 85,8 76,5 56,6
81,3 91,9 76,6 66,0
70,3 84,1 73,7 45,3
35,6 13,5 29,2 47,6
11,5 6,9 12,4 21,1
6,8 3,7 9,1 6,3
16,6 7,2 14,7 33,1
La “N” del colectivo total en riesgo de embarazo por grupos de edad es de 2.262. Al clasificar por otras categorías (nivel de instrucción, tamaño de hábitat y práctica religiosa), la “N” total resultante puede diferir algo, bien sea por efectos del redondeo en la ponderación o por ausencia de respuesta a estas preguntas en algún caso.
Fuente: C.I.S. y elaboración propia.
42
PROTECCIÓN ANTICONCEPTIVA SEGÚN NIVEL DE INSTRUCCIÓN. Mujeres de 18 a 49 años, en riesgo de embarazo. España, 1995 NO USO USO NO EFICAZ USO EFICAZ
F.P. o estudios de Bachillerato
Sin estudios o estudios primarios
11,5 %
18 %
77 %
11,5 % 46,4 %
35,6 %
Estudios universitarios medios o superiores 11,9 % 6,8 %
81,3 %
versitarios, tomadas globalmente, acusan sólo el 6,8% de usuarias de métodos no eficaces, porcentaje que se eleva al 11,5% entre las de estudios medios, pese a que la proporción de usuarias de algún método era casi idéntica. Las cifras del conjunto de edades por nivel educativo encubren notables diferencias en función de la edad. Se observa que cualquiera que sea el nivel de estudios considerado, las mujeres más jóvenes muestran un grado de protección más elevado, resultando, como cabe esperar de esta combinación, que las mujeres mayores de 40 años y de menor nivel educativo son las menos protegidas (32,3%), mientras que entre las más jóvenes y con estudios universitarios la protección alcanza al 91,9%. Es de destacar, no obstante, que influye más el nivel de instrucción que la edad, pues en el con-
43
junto de las mujeres con mayor nivel educativo son 26 puntos los que separan a las que tienen menos de 30 años de las de 40-49, mientras que en el grupo de edad más desfavorecido —el de 40-49 años— si se compara la protección en el nivel de instrucción inferior (32,3%) con el que tienen las que han cursado estudios universitarios (91,9%), la diferencia es de 33,7 puntos. Así pues, aunque la edad es importante en orden a observar el grado de protección que adoptan las mujeres, lo es más el nivel educativo alcanzado, ya que como se ha resaltado páginas atrás al comparar la evolución entre 1985 y 1995, no sólo asegura mejor situación sino también la posibilidad de experimentar mejoras.
2.3.
Por tamaño de hábitat
Al analizar separadamente la Encuesta de 1995 se ha desagregado el tamaño de hábitat en cinco categorías, pudiendo distinguir claramente el medio rural (menos de 2.000 habitantes), el semiurbano (entre 2.000 y menos de 10.000) y distintos tamaños de núcleos urbanos. En la tabla 19 se aprecia que entre las mujeres en riesgo de embarazo el uso de anticonceptivos no muestra grandes diferencias, pues oscila entre el 85% de usuarias en el medio rural hasta el 88,3% en los municipios semiurbanos, pero con cifras muy similares en todos los tamaños de hábitat. Cualquiera que sea el tamaño del lugar de residencia, se observa que las mujeres más jóvenes son usuarias en mayor medida que las de más edad, salvo en los muncipios más grandes en los que las mujeres de 40-49 años muestran un porcentaje de uso de anticonceptivos algo más elevado que las de 30-39 y sensiblemente más alto que las de su misma edad en otros tamaños de hábitat. Por lo que hace a la preferencia en cuanto al método que utilizan, el preservativo es el más utilizado en todos los ámbitos, pero su uso es más frecuente en los de mayor tamaño, llegando a representar más de la mitad de los métodos usados en las áreas de más de 1.000.000 de habitantes. El segundo método por el que se decantan es la píldora, algo más utilizada en los municipios mayores, aunque sin grandes diferencias respecto a los más pequeños. El tercer método es el “coitus interruptus” en los núcleos menores de 100.000 habitantes, cuyo uso está bastante asociado al tamaño, pues aunque las diferencias no son muy grandes, donde más se utiliza es en el medio rural. Pero por encima de los 100.000 habitantes, ya no es el “coitus interruptus” el tercer método, sino que esa posición pasa a ocuparla el DIU. De las pautas anteriores se concluye que, respecto al nivel de protección, se aprecia de forma nítida un aumento de la misma conforme aumenta el tamaño del hábitat, que se evidencia en cualquier grupo de edad. Las diferencias entre los grupos no son muy acu-
44
Tabla 19 Utilización de métodos anticonceptivos según tamaño de hábitat (%). Mujeres de 18 a 49 años, en riesgo de embarazo. España, 1995 Menos de De 2.000 De 10.000 De 100.000 1.000.000 2.000 a 9.999 a 99.999 a 999.999 o más habitantes habitantes habitantes habitantes habitantes a) Sin usar métodos anticonceptivos b) Usando métodos anticonceptivos < 30 30-39 40-49 Usando métodos anticonceptivos = 100 Píldora DIU Inyecciones Diafragma Preservativo Ritmo (OGINO) ”Coitus interruptus” Otros TOTAL (N)* Uso eficaz TOTAL < 30 30-39 40-49 Uso no eficaz TOTAL < 30 30-39 40-49
Total
15,0
11,7
12,6
14,0
13,0
13,1
85,0 89,1 84,6 80,4
88,3 91,8 90,2 78,9
87,4 92,2 91,4 75,7
86,0 90,8 86,2 78,6
87,0 90,1 84,3 87,3
86,9 91,3 88,4 78,4
26,6 4,7 – 2,3 39,8 2,3 24,2 –
26,9 11,0 – – 36,8 2,8 22,1 0,3
22,4 10,8 0,3 0,6 44,1 2,3 19,3 0,3
28,9 11,8 0,5 1,1 43,0 3,5 10,8 0,4
27,8 10,7 0,5 1,0 53,7 2,0 3,9 0,5
25,9 10,7 0,4 0,7 43,2 2,7 16,1 0,4
100 (152)
100 (400)
100 (807)
100 (660)
100 (235)
100 (2.254)
61,4 80,0 66,0 33,3
66,2 81,5 71,9 29,2
68,4 83,3 74,3 40,5
73,5 85,7 74,2 54,4
81,3 90,0 78,4 73,6
70,3 84,1 73,7 45,3
22,8 9,1 18,6 47,1
22,1 10,3 18,3 49,7
19,0 8,9 17,1 35,2
12,4 5,1 12,0 24,2
5,9 0,1 5,9 13,7
16,6 7,2 14,7 33,1
* La “N” del colectivo total en riesgo de embarazo por grupos de edad es de 2.262. Al clasificar por otras categorías (nivel de instrucción, tamaño de hábitat y práctica religiosa), la “N” total resultante puede diferir algo, bien sea por efectos del redondeo o en la ponderación o por ausencia de respuesta a esas preguntas en algún caso.
Fuente: C.I.S. y elaboración propia.
45
sadas entre las mujeres menores de 30 años y las que tienen entre 30 y 39, pero sí entre éstas y las mayores de 40. Por debajo de los 40 años, cualquiera que sea el tamaño del hábitat, como mínimo dos tercios de las mujeres utilizan anticonceptivos eficaces, y es sensible la diferencia entre uso eficaz y no eficaz, siempre a favor de los métodos eficaces. Pero en el grupo de 40-49 años sólo en las áreas mayores de 100.000 habitantes la protección eficaz supera a la no eficaz, resultando muy aproximadas una y otra en los municipios urbanos más pequeños (entre 10.000 y 100.000 habitantes), mientras que, claramente, el uso no eficaz supera al eficaz en las zonas rurales y semiurbanas. El hecho de utilizar un indicador de protección eficaz en lugar de uso de anticonceptivos muestra su mayor operatividad al comparar los resultados. Por ejemplo, si se observa por grupos de edad el porcentaje de utilización de anticonceptivos en el medio rural, las diferencias a favor de las menores de 30 años son sólo de 8,7 puntos porcentuales en relación a las de 40-49. Sin embargo, respecto al indicador de eficacia la distancia es de 46,7 (80% frente a 33,3%). Si, por el contrario, se observan los resultados correspondientes en los municipios grandes, la diferencia de uso entre las más jóvenes respecto a las de 40-49 es de menos de 3 puntos, mientras que la del indicador de eficacia es de 16,4, ciertamente más elevada, pero no de tanta envergadura como en los municipios más pequeños. Así, la edad se muestra como un factor determinante respecto al uso de anticonceptivos, aunque mucho más respecto a la eficacia del método que se utiliza; pero, asimismo, el tamaño del hábitat también se revela de gran importancia, pues sólo en los grandes núcleos la protección eficaz supera a la no eficaz entre las mujeres de más edad. No merecen un análisis pormenorizado las variaciones que se aprecian al considerar las que viven en pareja, salvo que, como ocurre al estudiarlas por cualquier categoría, el porcentaje de usuarias de anticonceptivos es un poco más reducido. Lo único destacable es que, asimismo, su nivel de protección es algo menor, dado que en algunos ámbitos —los municipios rurales y los que tienen más de 10.000 y menos de 100.000 habitantes— el segundo método es el “coitus interruptus” y no la píldora, como ocurría al observar el total del colectivo en riesgo. Respecto a las mujeres que no tienen pareja en el hogar, el tamaño muestral no permite desagregar en las cinco categorías de hábitat, por lo que lo único que cabe es repetir que su mayor nivel de protección se debe a un mayor uso del preservativo y de la píldora.
2.4.
Por práctica religiosa
Al desagregar por práctica religiosa el colectivo de mujeres en riesgo de embarazo, la mayor parte corresponde a las católicas, de las cuales, las no practicantes repre-
46
sentan el 45% y las practicantes el 32,7%, que sumadas comprenden el 77,7% de todo el grupo, por lo que para el resto de las categorías resulta representativo lo que pueda decirse globalmente, y en el caso de las no creyentes, también por grupos de edad, si bien con cierta cautela. En la tabla 20 se aprecia que el mayor porcentaje de usuarias de anticonceptivos corresponde a las mujeres que se declaran no creyentes, seguidas de las católicas no practicantes, mientras que las practicantes son las que usan métodos anticonceptivos en menor medida. Como ocurría al analizar los grupos de edad por nivel de instrucción o por tamaño de hábitat, lo mismo ocurre al observar la práctica religiosa, y es que, conforme aumenta la edad, disminuye la utilización de anticonceptivos. El método que más se utiliza es el preservativo, que lo utilizan más del 40% de las mujeres: 47,7% las no creyentes, y algo más las católicas practicantes (43,3%) que las no practicantes (41%). El segundo método para las practicantes es el “coitus interruptus”, con una proporción notable de usuarias (22,6%), seguido de la píldora y en cuarto lugar el DIU. Éste, también es el cuarto método para las católicas no practicantes y para las no creyentes, subgrupos para los que, a diferencia de las practicantes, la píldora es el segundo método y el “coitus interruptus” registra proporciones sensiblemente inferiores. Como cabe esperar de lo anterior, la mayor protección en los dos grupos de católicas se observa entre las no practicantes, entre las cuales, cualquiera que sea la edad que se considere, es más alta la protección eficaz que la no eficaz. Entre las practicantes, la protección global es del 58,6%, aunque las diferencias en función de la edad son importantes, ya que las menores de 30 años se sitúan en niveles de protección bastante similares a las no practicantes, y sólo entre las de 30-39 años se observan diferencias de cierta entidad, que llegan a alcanzar cifras considerables en el grupo de 40-49 años, en el que más mujeres utilizan un método no eficaz que eficaz. Son las mujeres de este grupo —con un 37,5% de protección— las que hacen que descienda el nivel global de protección de las católicas practicantes, pues representan sobre el conjunto de ellas el 42%. Se observa pues, que el grupo de católicas practicantes presenta una distribución caracterizada por un peso desequilibrado en favor de las mujeres de más edad, mientras que lo contrario ocurre con las católicas no practicantes, que muestran una distribución por edad con mayor peso de los grupos más jóvenes. Por lo que respecta a las no creyentes, presentan mayores niveles de eficacia, más acusados entre las más jóvenes, pero bastante elevados (70,2%) en el grupo de 40-49 años, algo bastante inusual en estas edades. Las mayores discrepancias entre porcentaje de uso de anticonceptivos y eficacia se observa entre las católicas practicantes, seguidas de las no practicantes y de las cre-
47
Tabla 20 Utilización de métodos anticonceptivos según práctica religiosa (%). Mujeres de 18 a 49 años, en riesgo de embarazo. España, 1995 Católica
a) Sin usar métodos anticonceptivos b) Usando métodos anticonceptivos < 30 30-39 40-49 Usando métodos anticonceptivos = 100 Píldora DIU Inyecciones Diafragma Preservativo Ritmo (OGINO) ”Coitus interruptus” Otros TOTAL (N)* Uso eficaz TOTAL < 30 30-39 40-49 Uso no eficaz TOTAL < 30 30-39 40-49
Creyente
No
no
Católica
de otra
creyente
practicante
practicante
religión
NS/NC
Total
7,1
11,8
17,9
14,3
10,0
13,1
92,9 95,5 92,9 84,2
88,2 90,5 89,7 80,4
82,1 88,0 84,8 76,4
85,7 90,6 82,8 75,0
90,0 100,0 80,0 –
86,9 91,3 88,4 78,4
30,4 10,8 0,3 1,4 47,7 1,1 8,1 0,3
30,7 10,2 0,6 0,4 41,0 1,3 15,8 –
16,0 11,0 0,3 0,7 43,3 5,3 22,6 0,8
28,9 10,8 – 1,2 43,4 6,0 8,4 1,2
10,0 30,0 – – 50,0 – 10,0 –
25,9 10,7 0,4 0,7 43,2 2,7 16,1 0,4
100 (397)
100 (1.015)
100 (738)
100 (97)
100 100 (11) (2.258)
84,1 89,9 81,6 70,2
73,1 81,6 75,2 51,5
58,6 82,5 67,2 37,5
72,4 84,9 72,4 31,3
90,0 100,0 83,3 –
70,3 84,1 73,7 45,3
8,8 5,6 11,3 14,0
15,1 8,9 14,5 28,9
23,6 5,5 17,6 38,9
13,2 5,7 10,4 43,7
0,9 – – –
16,6 7,2 14,7 33,1
* La “N” del colectivo total en riesgo de embarazo por grupos de edad es 2.262. Al clasificar por otras categorías (nivel de instrucción, tamaño de hábitat y práctica religiosa), la “N” total resultante puede diferir algo, bien sea por efectos del redondedo en la ponderación o por ausencia de respuesta a esas preguntas en algún caso.
Fuente: C.I.S. y elaboración propia.
48
yentes de otra religión. Las no creyentes son las que acusan menor distancia entre uno y otro indicador. Así pues, la práctica religiosa, como ya se había observado al comparar los resultados de 1985 y 1995, revela su influencia sobre las prácticas anticonceptivas. Considerando las mujeres con pareja en el hogar, las pautas en función de la práctica religiosa no acusan diferencias destacables en relación al colectivo total en riesgo, lo cual es consecuente con el peso que tienen las mujeres con pareja en dicho colectivo. Por otra parte, se observa que las católicas practicantes tienen mayor peso en el grupo de las que conviven con pareja en el hogar que en el colectivo total (32,7% frente a 36% respectivamente), de lo que se deriva que lo contrario ocurre con las que no tienen pareja. Entre éstas sólo son católicas practicantes el 16,7%, mientras que las no creyentes representan el 31,9%. Los datos sugieren una asociación entre la práctica religiosa y el hecho de vivir en pareja, que sería un comportamiento más común entre las católicas practicantes. Pero también sugieren una menor religiosidad entre las más jóvenes, ya que una mayor juventud es la característica sobresaliente entre las que se declaran no creyentes, pues el 84% de éstas tiene menos de 30 años. Los datos muestran la tendencia de las jóvenes a declarse no creyentes en mayor medida de lo que se aprecia en generaciones precedentes, como se pudo observar en la tabla 8.
49
5 LOS DETERMINANTES DE LA ANTICONCEPCIÓN El uso o no uso de anticonceptivos está determinado por múltiples factores, pero entre los principales está el hecho de tener actividad sexual, así como desear o no desear tener un hijo. A fin de tratar de dibujar un perfil de las mujeres que se encuentran en distintas situaciones y, derivadas de ellas, son usuarias o no de anticonceptivos, en este epígrafe se va a abordar un análisis basado en una serie de características elegidas previamente, que serán las variables dependientes que se intenten explicar a través de otras variables, y que serán comunes al grupo y definitorias de ese comportamiento determinado. Esta es la esencia del análisis de segmentación, como ya se ha señalado en el apartado metodológico.
1.
Perfiles de las no usuarias de métodos anticonceptivos 1.1.
Mujeres que nunca han tenido relaciones sexuales
En este caso, la variable dependiente que se quiere explicar es el no haber tenido nunca relaciones sexuales y, por ello, cuál es el perfil de las mujeres que presentan ese rasgo. La principal característica de estas mujeres es que son solteras, pues para la casi totalidad del grupo (99,6%) ése es su estado civil. A partir de ese atributo, la práctica religiosa es la variable que segmenta los grupos, resultando, como puede verse en el gráfico V.1, que el perfil dominante es el de las solteras, católicas practicantes, que están paradas o son inactivas. • Católica practicante, parada o inactiva (32,2%). • Católica practicante, ocupada (13,1%). • Católica no practicante o creyente de otra religión, inactiva, en municipio > 100.000 hab. (12,3%). • Católica no practicante o creyente de otra religión, inactiva en municipio < 100.00 hab. (9,7%).
51
GRAFICO V.1. MUJERES QUE NUNCA HAN TENIDO RELACIONES SEXUALES Mujeres que nunca han tenido relaciones sexuales N= 539 100 %
Estado Civil
No soltera N= 2 0,4%
Soltera N= 537 99,6%
Religión
No creyente N= 65 12%
Católica no practicante Creyente de otra religión NS/NC N= 227 42%
Católica practicante N= 245 45.3%
Edad
Sit. laboral
Sit. laboral
<30 N= 62 11,5%
30-49 N= 3 0,6%
Sit. laboral
Ocupada N= 16 3%
Parada Inactiva N= 46 8,5% G6
52
Ocupada N= 62 11,5%
Parada N= 47 8,7%
Inactiva N= 118 21,8%
Ocupada N= 71 13,1%
Parada Inactiva N= 174 32,2%
G4
G5
G2
G3
G1
De la observación de los perfiles jerarquizados se desprende que, tras el estado civil, la religión católica —concretamente, el hecho de ser católica practicante más que ningún otro— es el rasgo que mejor define el no haber tenido nunca relaciones sexuales. A continuación, es la situación laboral, ya que el hecho de ser inactivas y paradas, tanto en las católicas practicantes como en las no practicantes, es un rasgo que hace más probable el no haber tenido relaciones sexuales, mientras que dicha probabilidad es menor entre las ocupadas.
1.2.
Mujeres alguna vez sexualmente activas, pero no en el momento de la entrevista
El perfil predominante entre estas mujeres que, habiendo sido en algún momento sexualmente activas, no lo son cuando contestan a la entrevista, es el de una mujer soltera menor de 30 años, grupo que aglutina el 45,1%. Le siguen en importancia las solteras mayores de 30 años, por lo que el conjunto de solteras suma cerca del 60%. Esto sugiere que el perfil más marcado se corresponde con el de la joven que si bien ya se ha iniciado en la actividad sexual, no tiene una relación regular y estable, sino más bien mantiene relaciones sexuales esporádicas. (Gráfico V.2) El tercer grupo en importancia es el de las casadas de 40-49 años y el cuarto el de las de esa misma edad, pero viudas, separadas o divorciadas. Así pues, se aprecian dos perfiles claramente diferenciados y que corresponden a situaciones diametralmente distintas: el de las jóvenes solteras, ya iniciadas sexualmente, pero con una actividad todavía esporádica y el de las mujeres mayores de 40 años —alguna vez casadas—, que ya no tienen una actividad sexual regular. O lo que es igual: el de las que se encuentran al inicio del ciclo de su actividad sexual, y el de las que se encuentran en un estadio avanzado del mismo. • Soltera, menor de 30 años (45,1%). • Soltera, entre 30 y 39 años (14,7%). • Casada, entre 40 y 39 años (13,8%). • Viuda, separada o divorciada, entre 40 y 49 años (12,6%).
53
GRAFICO V.2. MUJERES ALGUNA VEZ SEXUALMENTE ACTIVAS, PERO NO EN EL MOMENTO DE LA ENTREVISTA
Sin relaciones sexuales en el momento de la entrevista N= 437 100 %
Estado civil
54
Soltera N= 261 59,7 %
Casada N= 98 22,4 %
No soltera N= 77 17,6 %
Edad
Edad
Edad
<30 N= 197 45,1 %
30-49 N= 64 14,7 %
G1
G2
<30 N= 21 4,9 %
30-39 N= 17 3,9 %
40-49 N= 60 13,8 %
<40 N= 22 5%
40-49 N= 55 12,6 %
G3
G5
G4
1.3.
Mujeres no fértiles
Este grupo hace referencia a las mujeres que, por diversas razones, no pueden quedarse embarazadas. Incluye a las estériles involuntarias, así como a las que se han esterilizado ellas o sus parejas. En este caso también es el estado civil el que marca el primer nivel de segmentación, dividiendo por un lado las solteras —con un porcentaje irrelevante— y, por el otro, el resto, que agrupa al 98% del grupo. (Gráfico V.3) • No soltera, entre 40 y 49 años (59,5%). • No soltera, entre 30 y 39 años, con estudios universitarios, residiendo en municipios menores de 100.000 habitantes (16,8%). • No soltera, entre 30 y 39 años, con estudios universitarios, residiendo en municipios mayores de 100.000 habitantes (14,0%). No obstante, una vez segmentado por edad, en el grupo de 30-39 años el nivel educativo es la variable que divide los grupos, asignando mayores porcentajes de mujeres no fértiles a las que sólo tienen estudios primarios o medios, separando a las que tienen estudios superiores. Así se señalaba en epígrafes anteriores cuando se afirmaba observar un comportamiento más selectivo en materia de esterilización entre las universitarias que entre las de menor nivel educativo. De otro lado, en el grupo mayoritario —las de 40-49 años—, no aparece ninguna variable significativa que divida los grupos, lo que indica que en esta edad las variables introducidas en el modelo, tales como la religión y el nivel de instrucción no se revelan influyentes.
1.4.
Mujeres con relaciones sexuales, sin usar métodos anticonceptivos
Las mujeres que, manteniendo relaciones sexuales habituales, no utilizan ningún método anticonceptivo son casi exclusivamente (95,9%) mujeres casadas, separadas o divorciadas. En este caso no se han obtenido resultados muy interesantes, pues en el primer nivel de segmentación sólo se separa a las solteras y viudas del resto, para, después dividir el colectivo en dos grupos no muy diferenciados: de un lado, las católicas practicantes y de otro, las católicas no practicantes, las no creyentes o creyentes de otra religión. • Casadas, separadas o divorciadas, no creyentes, católicas no practicantes o creyentes de otra religión (50,4%). • Casadas, separadas o divorciadas, católicas practicantes (45,6%). El no usar ningún tipo de anticonceptivo parece que no está asociado a la edad ni a ningún otro factor más que al estado civil, pues la religión —que es la úncia variable que aparece— apenas marca diferencias. (Gráfico V.4)
55
GRAFICO V.3. MUJERES NO FÉRTILES Mujeres no fértiles N= 495 100 %
Estado Civil
Soltera N= 9 1,8 %
No soltera N= 495 98 %
Edad
30-39 N= 152 34,3 %
<30 N= 21 4,2 %
40-49 N= 294 59,5 % G1
Estudios
Sin estudios, primarios o Bachillerato o FP N= 152 30,7 %
Est. universitarios N= 18 3,6 %
Habitat
56
<100.000 N= 83 16,7 %
>100.000 N= 69 14 %
G2
G3
GRAFICO V.4. MUJERES CON RELACIONES SEXUALES, SIN USAR MÉTODOS ANTICONCEPTIVOS Mujeres con relaciones sexuales Sin usar métodos anticonceptivos N= 270 100 %
Estado civil
Soltera Viuda N= 11 4,1 %
Casada, separada o divorciada N= 259 95,9 %
Religión
No creyente Católica no practicante Creyente de otra religión N= 136 50,4 %
Católica practicante N= 123 45,6% G2
G1
57
2.
Perfiles de las usuarias de métodos anticonceptivos 2.1.
Mujeres con relaciones sexuales, usando métodos anticonceptivos en general
El hecho de tener relaciones sexuales y usar anticonceptivos, sin tener en cuenta el tipo de anticonceptivo, está asociado al hecho de estar casada y a la edad, pues la primera división se produce entre los grupos de casadas y el resto, correspondiendo a las primeras el 75,6% del total (gráfico V.5). Por el contrario, entre las no casadas no importa la edad, pues lo que más diferencia es la religión, la situación laboral y el nivel de instrucción: el grupo que más los utiliza es el de las católicas no practicantes o creyentes de otra religión, activas y con estudios más altos que los primarios. • Casadas entre 40 y 49 años (25,5%). • Casadas, menores de 30 años • Casadas, entre 30 y 39 años, en municipios menores de 100.000 habitantes (18,1%). • Casadas, entre 30 y 39 años, en municipios mayores de 100.000 habitantes (18,1%). • No casadas, católicas no practicantes o creyentes de otra religión, activas, con nivel educativo superior al primario (8,9%).
2.2.
Mujeres con relaciones sexuales, usando protección eficaz
Cosa distinta es si, en lugar de observar el uso de anticonceptivos, como en el apartado anterior, se observa el uso de anticonceptivos eficaces 15, pues en ese caso lo pri-
15
Para obtener el perfil de las mujeres que tienen una protección eficaz se han agrupado las usuarias de preservativo, píldora y DIU, así como las inyecciones y diafragma, si bien éstas muestran proporciones irrelevantes. Posteriormente, se analizará separadamente el perfil de la usuaria de presevativo y de píldora, algo que, asimismo, se ha intentado hacer con las usuarias de DIU, aunque su número dentro de la muestra era sensiblemente inferior. Pero no ha podido obtenerse dicho perfil, debido a que al hacer el análisis de segmentación resultó que ninguna variable era significativa, por lo que puede concluirse que no se aprecia ninguna característica distintiva de las usuarias de DIU.
58
mero que divide a los grupos ya no es el estado civil, sino la edad. El gráfico V.6 muestra que el grupo de menos de 30 años agrupa casi la mitad de las mujeres que se encuentran protegidas eficazmente, resultando como perfil predominante el de las mujeres menores de 30 años, no solteras. • Menores de 30 años, no solteras (24,2%). • Mujeres entre 30 y 39 años, casadas con estudios superiores a los primarios, residiendo en municipios mayores de 100.000 habitantes (17,8%). • Menores de 30 años, solteras, católicas no practicantes, activas (7,6%). • Mujeres entre 40 y 49 años, con estudios superiores a los primarios, residiendo en municipios mayores de 100.000 habitantes (7,5%). Como se puede observar, entre las menores de 30 años los factores determinantes son, después del estado civil, la religión y la actividad, mientras que entre las de más de 40 años, son variables importantes el nivel de instrucción y el tamaño de hábitat. Parece observarse un cierto desplazamiento de los factores que influyen en la protección anticonceptiva conforme se pasa de uno a otro grupo de edad, siendo el grupo de 30-39 un grupo de transición entre las más jóvenes y las de más edad. Los resultados de la segmentación no hacen sino confirmar la pertinencia del análisis en términos de protección eficaz o no eficaz y no sólo de uso o no uso de anticonceptivos, ya que esta sola perspectiva puede llevar a conclusiones escasamente clarificadoras.
59
GRAFICO V.5. MUJERES CON RELACIONES SEXU
No casadas N= 409 24,4 % Religión
Ocupada Parada N= 103 6,1 % G6
No creyente NS/NC N= 144 8,6 %
Católica no practicante Creyente de otra religión N= 201 12 %
Sit. laboral
Sit. laboral
Inactiva N= 41 2,5 %
Ocupada Parada N= 159 9,5 %
Inactiva N= 42 2,5 %
Estudios Sin estudios o estudios primarios N= 10 0,6 %
60
Estudios de bachillerato Estudios universitarios N= 149 8,9 % G5
UALES, USANDO ANTICONCEPTIVOS EN GENERAL
Mujeres con relaciones sexuales usuarias de anticonceptivos N= 1673 100 % Estado civil Casadas N= 1246 75,6 % Edad Católica practicante N= 64 3,8 %
<30 N= 349 20,9 % G2
30-39 N= 471 28,2 %
Edad
<40 N= 62 3,7 %
40-49 N= 444 26,5 % G1
Hábitat
40-49 N= 2 0,1 %
<100.000 N= 303 18,1 % G3
>100.000 N= 168 10 % G4
61
GRAFICO V.6. MUJERES CON RELACIONES
<30 N= 663 47,3 %
Estado civil No soltera N= 323 24,2 % G1
Soltera N= 310 23,2 %
Religión No creyente, creyente de otra religión o NS NC N= 128 9,6 % Situación laboral
Ocupada Parada N= 84 6,3 % G6
62
Inactiva N= 44 3,3 %
Católica no practicante N= 129 9,6 %
Situación laboral
Ocupada Parada N= 102 7,6 % G3
Inactiva N= 27 2%
Católica practicante N= 53 4,0 %
Soltera N= 33 2,5 %
SEXUALES USANDO PROTECCIÓN EFICAZ
Con relaciones sexuales, con protección eficaz N= 1.337 100 % Edad 40-49 N= 267 20 %
30-39 N= 437 32,7 %
Nivel de estudios
Estado civil Viuda, separada o divorciada N= 14 1,1 %
Casada N= 390 29,2 %
Sin estudios o estudios primarios N= 93 6,9 % G5
Est. Bachillerato o F.P: Est. universitarios N= 174 13 %
Nivel de estudios
Sin estudios o estudios primarios N= 66 5% G9
Hábitat
Est. Bachillerato o F.P. Est. universitarios N= 324 24,2 %
<100.000 N= 74 5,5 % G7
>100.000 N= 100 7,5 % G4
Hábitat
<2.000 N= 17 1,3 %
2.000 - 10.000 N= 69 5,1 %
>10.000 N= 238 17,8 %
G8
G2
63
2.3.
Mujeres que usan el “coitus interruptus”
El rasgo que mejor define el perfil de la usuaria de “coitus interruptus” es el nivel de instrucción, resultando que las universitarias no aparecen como grupo significativo en ninguno de los niveles de la segmentación. Así, los cuatro grupos más importantes se definen por las siguientes características que muestra el gráfico V.7: • Mujer sin estudios o con estudios primarios, casada, entre 40 y 49 años (42,5%). • Con estudios de FP o bachillerato, casada, residiendo en municipios mayores de 10.000 habitantes, pero menores de 1.000.000 (19,3%). • Con estudios de FP o bachillerato, casada, residiendo en municipios menores de 10.000 habitantes (12,1%). • Mujeres sin estudios o con estudios primarios, casada, entre 30 y 39 años, residiendo en municipios menores de 100.000 habitantes (9,5%).
64
2.4.
Mujeres que usan la píldora
El perfil de la usuaria de píldora se define principalmente por la edad, siendo más probable su uso entre las menores de 30 años, seguidas de las de 30-39, resultando irrelevante entre las de más de 40 (gráfico V.8). • Menores de 30 años, solteras o viudas o divorciadas, activas, no católicas practicantes (20,8%). • Entre 30 y 39 años, casadas, viudas o separadas, con estudios de bachillerato o FP (19,3%). • Menores de 30 años, casadas o separadas, paradas o inactivas (19,2%). • Menores de 30 años, casadas o separadas, ocupadas (15,8%). Se observa que la religión, variable muy influyente en otros perfiles, sólo se muestra determinante entre las usuarias de píldora en el grupo de las menores de 30 años sin pareja en el hogar, mientras que en el resto de los grupos se muestran más relevantes —siempre después de la edad— el nivel de instrucción o la actividad.
65
GRAFICO V.7. MUJERES QUE US
Usa el “coitus interruptus” N= 283 100 % Estudios Sin estudios o estudios primarios N= 164 58 % Estado civil Casada N= 159 56,2 %
No casada N= 5 1,8 %
Edad
<30 N= 8 3%
40-49 N= 120 42,5 % G1
30-39 N= 31 10,9 %
Habitat < 100.000 N= 27 9,5 % G4
66
> 100.000 N= 4 1,3 %
SAN EL “COITUS INTERRUPTUS”
Estudios de bachillerato o F.P. N= 109 38,5 %
Estudios universitarios N= 10 3,4 %
Estado civil No casada N= 18 6,3 % G5
Casada N= 91 32,2 %
Hábitat < 10.000 N= 34 12,1 % G3
10.000 - 1.000.000 N= 55 19,3 % G2
> 1.000.000 N= 2 0,8 %
67
GRAFICO V.8. MUJERES
<30 N= 265 64 % Estado civil Soltera, viuda o divorciada N= 121 29,2 % Sit. laboral Ocupada Parada N= 94 22,7 %
Inactiva N= 27 6,5 %
Religión
Religión
No creyente Católica no practicante Creyente de otra religión N= 86 20,8 % G1
68
Católica practicante NS/NC N= 8 1,9 %
Ocupada N= 65 15,8 % G4
No creyente Creyente de otra religión N= 17 4,1 %
S QUE USAN LA PILDORA
Usa píldora N= 414 100 % Edad 40-49 N= 31 7,5 % G5
30-39 N= 117 28,3 % Estado civil Casada Separada N= 144 34,8 %
Soltera divorciada N= 7 1,7 %
Casada, viuda o separada N= 110 26,6 %
Sit. laboral Parada Inactiva N= 79 19,2 % G3
Estudios Sin estudios Estudios universitarios N= 30 7,2 % G6
Estudios de bachillerato o F.P. N= 80 19,3 % G2
Católica practicante NS/NC N= 10 2,4 %
69
2.5.
Mujeres que usan el preservativo
El primer rasgo que define el perfil de la usuaria de preservativo es el estado civil, pero tras éste, la diferenciación viene marcada por el nivel de instrucción, resultando los grupos principales los de aquellas mujeres con estudios superiores al primario. • Casada, con estudios de bachillerato o FP (42,9%). • Soltera o divorciada, con nivel de instrucción superior al primario, católica no practicante (11,6%). • Casada, con estudios universitarios (11,4%). • Casada, con estudios primarios o sin estudios, entre 40 y 49 años (8,1%).
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Entre la mujer usuaria de preservativo se observa un perfil que sería, justamente, el opuesto al de la usuaria de “coitus interruptus”, ya que en el grupo más importante de éstas, las mujeres pertenecen a la categoría sin estudios o estudios primarios. Por el contrario, en los primeros grupos de la usuaria de preservativo no aparece esta categoría, pues el nivel de instrucción es siempre superior al primario. Así pues, un nivel de instrucción por encima del primario es el rasgo común que marca el perfil de las usuarias de preservativo en cualquiera de los estados civiles que se consideren. La religión, tan recurrente en los análisis anteriores, aparece como elemento de división de los grupos sólo entre las solteras y divorciadas con estudios medios o universitarios, mientras que la edad no se muestra como un elemento de división relevante, pues sólo aparece en el grupo de casadas con estudios primarios.
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GRAFICO V.9. MUJERES QU
Soltera Divorciada N= 214 29,6 %
Estudios
Sin estudios o estudios primarios N= 5 0,6 %
Est. de bachillerato o F.P. Est. universitarios N= 209 28,9 %
Religión
Np creyente NS/NC N= 74 10,2 % G4
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Católica no practicante N= 84 11,6 % G2
Católica practicante Creyente de otra religión N= 51 7,1 %
UE USAN EL PRESERVATIVO
Usan preservativo N= 724 100 % Est. civil
Casada N= 507 70 %
Viuda Separada N= 2 0,3 %
Estudios
Sin estudios o estudios primarios N= 114 15,7 %
Estudios de bachillerato o F.P. N= 311 42,9 % G1
Estudios universitarios N= 82 11,4 % G3
Edad
<39 N= 55 7,6 %
40-49 N= 59 8,1 %
G6
G5
73
6 RESUMEN Y CONCLUSIONES El descenso de la fecundidad es, sin duda, uno de los rasgos más sobresalientes de la evolución demográfica del siglo XX. Los métodos para reducir la fecundidad fueron métodos rudimentarios y de dudosa eficacia a nivel individual en los primeros estadios del descenso de la fecundidad, pero a partir de la segunda mitad del siglo XX con la difusión, primero de los anticonceptivos orales, y más tarde de otros métodos sucesivos —el DIU, las inyecciones, los modernos implantes, la generalización del preservativo, etc., etc.— el control de la fecundidad pasó a ser casi perfecto. España se sumó a ese proceso de descenso de la fecundidad con un cierto retraso respecto a otros países de nuestro entorno, tanto en la primera transición de principios de siglo como en la de la segunda parte de la centuria. Pero hay que señalar, además, que en los años en los que las tasas rozaban el nivel de reemplazo, la reducción se logró sin que los índices de prevalencia de anticonceptivos fueran los que cabría esperar a tenor de las bajas cifras de fecundidad. Sin embargo, entre 1985 y 1995 las prácticas anticonceptivas de las españolas experimentaron profundos cambios, tanto en lo que respecta a la proporción de usuarias como al tipo de método utilizado, desplazando en las preferencias los anticonceptivos modernos y más eficaces a los más tradicionales.
Los cambios producidos entre 1985-1995 Entre 1985 y 1995 la proporción de mujeres que utilizaba anticonceptivos se incrementó de manera generalizada en todos los grupos de edad. Asimismo, el uso de métodos tradicionales y de dudosa eficacia, como el “coitus interruptus”, experimentaron un importante descenso, mientras que los métodos modernos, principalmente el preservativo y la píldora, registraron un notable incremento de usuarias. En el grupo de mujeres en riesgo de embarazo y con pareja conviviendo en el hogar se registró un aumento en el uso de anticonceptivos de más de 15 puntos porcentuales, pues pasó de un 64,88% de usuarias en 1985 al 80,10% en 1995. Las diferencias más acusadas entre grupos no lo son en cuanto a la proporción de usuarias —aunque también se observan algunas— sino, principalmente, en cuanto al tipo de método usado, lo que implica una protección eficaz o bien no eficaz. Así, en 1985 se aprecian importantes diferencias entre uso eficaz y no eficaz, principalmente entre las
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mujeres por encima de los 35 años, debido al alto porcentaje de usuarias de “coitus interruptus” en esas edades. Sin embargo, en 1995 el panorama había cambiado notablemente, pues eran más las usuarias utilizando métodos eficaces que no eficaces en todos los grupos de edad, a excepción del de 45-49 años. En 1985 los dos métodos anticonceptivos más utilizados —prácticamente igualados— eran la píldora y el “coitus interruptus”, mientras que en 1995 el método mayoritario era el preservativo, seguido de la píldora. Un aspecto destacable es la influencia que tienen otras variables en las mejoras experimentadas entre ambas fechas. Por ejemplo, considerando el nivel educativo de las mujeres, se aprecia que ya en 1985 entre las que tenían estudios universitarios eran más las que estaban protegidas de manera eficaz que no eficaz. Incluso entre las que tenían estudios de bachillerato o FP, el uso de métodos modernos superaba al de los tradicionales, mientras que entre las que tenían estudios primarios menos de la mitad de las que utilizaba algún método anticonceptivo usaba uno eficaz. Pero si entre 1985 y 1995 el nivel de protección de las universitarias se incrementó algo más de 16 puntos porcentuales, el de las mujeres con estudios primarios sólo aumentó en 8,5 puntos, resultando que, lejos de atenuarse, las diferencias se habían agrandado. Y lo que es más importante: que, todavía en 1995, entre las mujeres de más bajo nivel educativo, las usuarias de métodos modernos sólo superaban ligeramente a las usuarias de métodos tradicionales. Esto permite apreciar que la educación es un determinante de primer orden respecto a las pautas anticonceptivas. Si se considera la práctica religiosa, también se puede apreciar la influencia de esta variable. En 1985 sólo entre las católicas no practicantes o las no creyentes era más elevada la protección eficaz que la no eficaz, resultando ser las católicas practicantes las que mostraban un nivel de protección más bajo. En 1995, en todas las categorías era más alta la protección eficaz que la no eficaz, lo que indica que, además de incrementarse el uso, habían ganado terreno los métodos más modernos. Sin embargo, las católicas practicantes fueron las que experimentaron las menores ganancias en términos de eficacia, debido a una mayor utilización de métodos tradicionales. La comparación de las pautas anticonceptivas entre 1985 y 1995 se ha hecho con los datos previamente homogeneizados a fin de hacer comparables encuestas realizadas en dos momentos distintos. Pero, una vez descrita esa evolución, los datos de 1995 se han analizado de nuevo, a fin de obtener un colectivo en riesgo de embarazo más depurado, del que se han excluido las mujeres sin actividad sexual en el momento de la entrevista.
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Los datos depurados de 1995 De las mujeres que han optado por un método anticonceptivo irreversible como es la esterilización, cabe destacar que son mujeres conviviendo en pareja, que tienen más de 30 años —los porcentajes más elevados se observan por encima de los 35 años— y que en nueve de cada diez casos ya han sido madres de al menos dos hijos, pues las que se han esterilizado sin hijos o solamente con uno representan el 4,4% y el 6,7% respectivamente. Los porcentajes de mujeres esterilizadas en España resultan próximos a los de Noruega, son más elevados que los de Holanda o Francia y sensiblemente inferiores a los de Canadá, uno de los países donde en mayor medida se recurre a este método. Lo que se aprecia entre las españolas es un comportamiento selectivo en función del nivel de instrucción, pues las mujeres con estudios primarios se han esterilizado casi por igual en la treintena que en los cuarenta, mientras que entre las que tienen estudios universitarios el porcentaje que se ha esterilizado teniendo 40-49 años casi multiplica por tres el de las que lo han hecho con 30-39. Un comportamiento intermedio entre ambos grupos se aprecia entre las que tienen estudios de bachillerato o FP. La esterilización femenina es más elevada que la masculina, excepto en el grupo de 35-39 años en que resultan bastante aproximados los porcentajes de mujeres esterilizadas respecto a los de sus parejas. Los varones muestran las proporciones de esterilización más elevadas en los municipios de mayor tamaño. Entre las mujeres que estaban embarazadas en 1995 en el momento de la entrevista, lo más destacable es el hecho de los bajísimos porcentajes de embarazo entre las mujeres sin pareja en el hogar: por debajo del 0,5% en los grupos menores de 30 años y ninguna por encima de esa edad. Lo que pone de relieve, una vez más, que en España los hijos se tienen preferentemente dentro del matrimonio. Al analizar ese nuevo colectivo en riesgo de embarazo, más depurado, las pautas que emergen respecto al uso de anticonceptivos permiten apreciar que el preservativo es el método más utilizado entre las mujeres que tienen menos de 45 años, y lo utilizan más de la mitad de las menores de 25 que usa alguno. El segundo método más empleado es la píldora hasta los 34 años, pero entre las que sobrepasan esa edad, el segundo método es el “coitus interruptus”, que llega incluso a ser el primero entre las de 45-49. Si bien en la proporción de usuarias de métodos anticonceptivos las diferencias por edad no son muy grandes, otra cosa ocurre con el grado de protección eficaz. Así, se observa que la protección desciende algunos puntos respecto al porcentaje de usua-
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rias en todas las edades, pero sobre todo desciende de manera acusada en los grupos por encima de los 35 años. Entre las mujeres de 35-39 la diferencia entre uso y protección es de 20 puntos, se eleva a casi 30 entre las mujeres de 40-44 años, pero la distancia mayor se aprecia entre las de 45-49 años, edad en la que, todavía en 1995, menos de un tercio de las mujeres sexualmente activas tenía una protección eficaz. Los datos sugieren que entre las mujeres mayores de 40 años se produce una relajación de los controles anticonceptivos, lo que conlleva un alto riesgo de embarazos no deseados —si bien a esas edades la capacidad fértil disminuye— que, como revelan otros estudios, acaban desembocando en un aborto en altas proporciones. El uso de anticonceptivos es menor en todos los grupos de edad entre las mujeres con pareja en el hogar. Por el contrario, las mujeres sin pareja en el hogar muestran proporciones más elevadas de utilización. Respecto al grado de eficacia, los datos evidencian que la mayor protección se observa entre las mujeres sin pareja en el hogar (90%), seguidas de las que viven en una unión consensual (79,8%), tras las que se sitúan las casadas (65,1%). Lo que resulta consecuente con la observación de que, entre las españolas, los hijos se tienen mayoritariamente dentro de una unión, preferentemente matrimonial, por lo que es donde la protección resulta menor debido al probable mayor deseo de un embarazo que en el resto de los grupos. El nivel de instrucción es una variable que condiciona, más que el uso, la eficacia del método que se usa. Así, mientras que en el porcentaje de usuarias de métodos anticonceptivos apenas se observan diferencias por nivel de instrucción, al observar el método que utilizan unas y otras, se aprecia que el método mayoritario entre las que tienen estudios primarios es el “coitus interruptus”, pero en el resto de los grupos el primer método es el preservativo —con mayor proporción de usuarias entre las universitarias—, seguido de la píldora. De esto se concluye que el porcentaje de protección eficaz dista mucho entre unos y otros grupos: de las que tienen estudios primarios, algo menos de la mitad están protegidas eficazmente, mientras que las que tiene estudios de bachillerato o FP lo están en un 77% y las universitarias en un 81,3%. Dentro de los grupos del mismo nivel educativo, la edad también juega un papel importante, pues las más jóvenes están más eficazmente protegidas que las mayores. De esta combinación resulta que las universitarias por debajo de los 30 años son las que acusan mayor grado de eficacia en su protección, al tiempo que las de 40-49 años con estudios primarios son el grupo más desfavorecido. No obstante, hay que señalar que se observan mayores discrepancias en función del nivel de instrucción que de la edad, por lo que la educación, una vez más, ratifica su importancia respecto a la eficacia en la protección anticonceptiva. El tamaño de hábitat es una característica que apenas introduce diferencias res-
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pecto al porcentaje de usuarias de anticonceptivos. Sin embargo, al considerar un indicador de eficacia del método, se aprecia que ésta se incrementa conforme aumenta el tamaño del municipio. Si, además, se considera la edad, se observa que por debajo de los 40 años la protección eficaz supera a la no eficaz cualquiera que sea el ámbito que se considere. Por el contrario, por encima de los 40 años, sólo en los municipios con más de 100.000 habitantes la protección eficaz supera a la no eficaz. Al tomar en cuenta la práctica religiosa, se observa que el uso de anticonceptivos está más extendido entre las mujeres no creyentes, seguidas, por ese orden, de las católicas no practicantes y de las católicas practicantes. Por lo que hace a la protección, la mayor eficacia dentro del colectivo de las católicas se aprecia entre las no practicantes, ya que entre éstas, cualquiera que sea el grupo de edad, más mujeres están protegidas que desprotegidas, mientras que entre las practicantes sólo en el grupo de menos de 30 años el nivel de eficacia es similar al de las no practicantes. Respecto a las no creyentes, además de más altos porcentajes de uso, presentan más altos niveles de eficacia anticonceptiva, más acusados en los grupos de menor edad. No obstante, incluso entre las mujeres de 40-49 años, la eficacia se eleva al 70,2% entre las no creyentes, lo que representa una cifra inusual en este grupo de edad.
Los perfiles que emergen De los perfiles más importantes entre el grupo de las no usuarias de anticonceptivos, destaca el de las mujeres que nunca han tenido relaciones sexuales, —grupo que se define en primer lugar por ser solteras—, pero cuyo rasgo más destacado es que son católicas practicantes. Las que no usan anticonceptivos por no ser activas sexualmente en el momento de la entrevista corresponden a un perfil de mujer joven, sin pareja, con relaciones sexuales esporádicas o bien al de una mujer no soltera, mayor de 40 años, que no tiene una actividad sexual regular. Respecto a las no fértiles, se trata principalmente de mujeres no solteras, con más de 40 años, aunque las de 3039, con estudios de menor nivel que los universitarios también constituyen un grupo importante. Entre las usuarias de anticonceptivos, cabe hacer la distinción de las que usan alguno —cualquiera que sea— y las que utilizan uno eficaz. Entre las primeras, el rasgo que mejor separa los grupos es el estado civil, resultando los grupos más significativos los de las casadas. Por el contrario, el rasgo que mejor define a la usuaria de un método eficaz es la edad, resultando las mujeres más jóvenes el grupo más eficazmente protegido. La usuaria por excelencia de “coitus interruptus” es una mujer con estudios pri-
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marios, casada y con más de 40 años, mientras que la usuaria de píldora es una mujer menor de 30 años —se observa un grupo significativo de 30-39, pero ninguno por encima de esa edad—, en cualquier estado civil (pues aparecen todos en uno o en otro grupo), no católicas practicantes y con estudios más altos que los primarios. El perfil de la mujer que utiliza el preservativo viene marcado principalmente por su nivel educativo y es el contrapunto de la usuaria de “coitus interruptus”, pues a diferencia de aquélla, se trata de una mujer que tiene estudios de bachillerato o FP o universitarios.
Algunas reflexiones Algo que ha podido apreciarse a lo largo de este trabajo es la influencia que tienen, además de la edad, el nivel de instrucción y la práctica religiosa sobre las pautas anticonceptivas. Pero, asimismo, algo que también se ha puesto de relieve es la pertinencia del análisis en términos no sólo de porcentaje de uso sino de nivel de eficacia, si se quiere apreciar con nitidez el comportamiento diferencial en función de determinadas características sociodemográficas. Las diferencias en cuanto a la protección anticonceptiva que se observan entre las mujeres con estudios primarios y las universitarias son notables en sí mismas, pero lo son también respecto a la posibilidad de experimentar mejoras, mostrando la vigencia de las teorías al uso acerca del papel que juega la educación en esta materia. Ha sido la variable que mejor segmenta los grupos respecto al nivel de eficacia, pues ha sido la que diferencia con mayor claridad las usuarias de métodos tradicionales de las usuarias de métodos modernos. Igualmente, la práctica religiosa, mucho más que la adscripción, marca una importante diferencia, ya que entre las católicas practicantes la protección anticonceptiva se revela menos eficaz, mostrando mayor distancia entre las practicantes y las católicas no practicantes que entre éstas y las no creyentes. El análisis de la evolución de las pautas anticonceptivas de las españolas permite concluir que la transición desde los métodos tradicionales a los modernos anticonceptivos ha tenido lugar en España en fechas relativamente recientes. Las mujeres pertenientes a las cohortes nacidas en torno a mediados del siglo XX —con una edad entre 40 y 49 años en el momento de la entrevista—, todavía utilizaban en proporciones notables métodos tradicionales y de dudosa eficacia, como es el “coitus interruptus” Son las mujeres pertenecientes a las generaciones nacidas después de mediados los sesenta las que comienzan a usar mayoritariamente métodos modernos, principalmente el preservativo. Con ellas se consolida la transición anticonceptiva en España, que supone el desplazamiento de los métodos tradicionales y de dudosa eficacia por los modernos anticonceptivos.
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