La guerra en la Antigüedad desde el presente
Jordi Vidal / Borja Antela (editores)
La guerra en la Antigüedad desde el presente Libros Pórtico
© 2011 Jordi Vidal / Borja Antela Edita: Libros Pórtico Distribuye: Pórtico Librerías, S. A. Muñoz Seca, 6 · 50005 Zaragoza (España)
[email protected] www.porticolibrerias.es ISBN: 978-84-7956-089-8 D. L.: NA-1143 / 2011 Imprime: Ulzama Digital Impreso en España / Printed in Spain
Índice Introducción ................................................................................................. IX 1. La Arqueología e Historia Militar Antigua en Europa y Estados Unidos: Situación actual y perspectivas ............................. 1 Francisco Gracia Alonso 2. Reflexiones sobre la historia, situación actual y perspectivas de la Arqueología e Historia Militar antigua en España ................... 41 Fernando Quesada Sanz 3. Historia militar e historia de la guerra en el Próximo Oriente Antiguo ......................................................... 75 Jordi Vidal 4. Los grupos de recreación histórica (historical re-enactment) ................................................................... 91 Jordi Cortadella 5. The Western Way of War: Un modelo a debate ................................ 141 Borja Antela-Bernárdez
Introducción El presente volumen recoge buena parte de las intervenciones leídas en el transcurso de la Jornada “Historia Militar de la Antigüedad: Tendencias Historiográficas Actuales”, celebrada el pasado 2 de diciembre de 2010 en la Sala de Actos de la Facultad de Letras de la Universitat Autònoma de Barcelona. La idea de celebrar dicha jornada surgió a raíz del interés de los organizadores por promover un foro de debate y discusión científica sobre las formas y mecanismos para escribir la historia de la guerra sobre la Antigüedad, prestando especial atención a las tendencias historiográficas más recientes, tanto a nivel nacional como en el ámbito internacional. Sin embargo, más que celebrar una reunión de especialistas encerrados en una sala con el objetivo de discutir sobre los problemas de nuestra disciplina, nos pareció mucho más oportuno abrir el acto a la asistencia y participación de todas aquellas personas, entre alumnos, compañeros, investigadores y profesores de nuestra disciplina o de cualquier otra interesados en la materia. El resultado de dicha propuesta con carácter abierto puede considerarse un éxito, que obtuvo una asistencia masiva, especialmente de alumnos de los grados de Arqueología, Historia y Humanidades de la UAB. La elección de los ponentes de la Jornada fue relativamente sencilla. Así, buena parte de los participantes son profesores del área de Historia Antigua del Departamento de Ciencias de la Antigüedad y de la Edad Media de la UAB, especializados tanto en el estudio de la guerra en la antigua Roma (Toni Ñaco, Isaías Arrayás), como en el análisis de las tendencias historiográficas en Historia Antigua y Arqueología (Jordi Cortadella). Al mismo tiempo, nos pareció oportuno invitar a los profesores Fernando Quesada (Universidad Autónoma de Madrid) y Francisco Gracia (Universidad de Barcelona). Ambos aceptaron amablemente nuestra invitación, lo que nos permitió contar con las inestimables aportaciones de dos de los máximos especialistas españoles en Historia Militar Antigua. Los resultados académicos de la jornada creemos que han quedado perfectamente reflejados en los artículos recopilados en el presente volumen. Así, Francisco Gracia ha llevado a cabo un minucioso repaso de las tendencias historiográficas en el estudio de la guerra en la Antigüedad a nivel internacional. Asimismo, Fernando Quesada ha realizado una detallada reflexión sobre la perspectiva historiográfica de los estudios sobre historia de
la guerra en el ámbito nacional. Jordi Vidal ha planteado un análisis de las tendencias historiográficas más recientes en el estudio de la guerra en el Próximo Oriente Antiguo. Jordi Cortadella, por su parte, ha estudiado el fenómeno del recreacionismo militar (re-enactment) de la Antigüedad, especialmente aquél relacionado con la Roma Imperial. Finalmente, Borja Antela, ha analizado las bases ideológicas y la vigencia del modelo del Western Way of War formulado por V. D. Hanson. En cuanto a la aportación de Toni Ñaco e Isaías Arrayás durante la celebración de la jornada, en la que ambos leyeron la comunicación titulada “Del proyecto de los ‘horrores de la guerra’ (H.F. Guggenheim 2007) al de las políticas públicas en la reconstrucción de la paz (RICIP 2010)”, siendo su trabajo un estudio in progress, realizado en el marco de dos proyectos de investigación diferentes, ambos consideraron oportuno que dicha ponencia no formara parte del presente volumen. Tanto la calidad de los resultados obtenidos como el gran interés que a todos los niveles suscitó dicha reunión, nos ha llevado a plantearnos su continuidad en forma de jornadas anuales dedicadas a tratar de forma monográfica distintos aspectos relacionados con la historia de la guerra en la Antigüedad. Resulta por ello conveniente considerar el presente volumen como el primer ejemplar de una serie de monografías de autoría coral destinadas a recoger las cada vez más frecuentes preocupaciones sobre el ámbito de las guerra y las prácticas militares (que a su vez impregnan profundamente los aspectos sociales, económicos, culturales, religiosos y políticos de una sociedad) en el marco del mundo antiguo. Finalmente, conviene destacar que tanto la celebración de la jornada como la posterior publicación del presente libro han sido posibles gracias a la generosidad y la colaboración de muchas personas y organismos académicos. De esta forma queremos agradecer en primera instancia el esfuerzo y la colaboración de los profesores Francisco Gracia, Fernando Quesada, Toni Ñaco, Isaías Arrayás y Jordi Cortadella, los auténticos artífices de la jornada. Agradecemos también el apoyo académico y económico prestado por el Departamento de Ciencias de la Antigüedad y de la Edad Media de la UAB, en especial de su director, el profesor Joaquim Pera, y su secretaria, la profesora Cándida Ferrero. De la misma forma agradecemos también al decanato de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAB la ayuda económica concedida dentro del marco de la “2ª convocatòria d’Ajuts per a l’organització de cicles de conferències, col·loquis i congressos”. Asimismo, también agradecemos a Roger Riera y Daniel Gómez su inestimable colaboración en todo lo relacionado con la organización de la jornada. Por último, no quisiéramos olvidar aquí a todos aquellos que como público estuvieron presentes y participaron de forma activa y pasiva en el marco de discusión abierto durante la celebración de la
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jornada, cuyo apoyo nos ha servido de inspiración para éste y otros proyectos. A todos ellos, muchas gracias. Borja Antela / Jordi Vidal Bellaterra, durante los Idus de Marzo de 2011
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La Arqueología e Historia Militar Antigua en Europa y Estados Unidos: Situación actual y perspectivas Francisco Gracia Alonso Universidad de Barcelona
El dos de diciembre de 2010, fecha en la que se pronunció en la Universitat Autònoma de Barcelona la conferencia en la que se basa este artículo,1 se cumplían 205 años de la victoria de la Grande Armée sobre el ejército austro-ruso en la batalla de Austerlitz, la más famosa e impactante de las victorias de Napoleón. Se trata de uno de los enfrentamientos más estudiados y glorificados de la historiografía militar, y un referente identitario en Francia, empleado políticamente para influir en la cohesión interna del país en períodos de crisis internacional extrema durante los siglos XIX y XX, y paradigmático de una forma de entender la propia idiosincrasia y el pensamiento de una parte importante de su cuerpo social. Así, la nación francesa, abatida por la derrota en la Guerra franco-prusiana de 1870-71, buscará durante las décadas siguientes su rearme moral en los fastos del Imperio napoleónico. Las memorias del barón de Marbot, un ancien de la epopeya napoléonica, publicadas en 1891, fueron reeditadas 38 veces durante los seis años siguientes, ejemplo de una tendencia imparable, hasta el punto de que en 1893 un escritor parisino clamaba ante la avalancha de textos napoleónicos que ofrecían las editoriales: “Toujours lui! Lui partout! Prenez les catalogues de librairie pour ces dernières années, et plus particulièrement depuis quinze ou dix-huit mois: mémoires exhumés ou travaux actuels, les libres d’historie que nous offrent les éditeurs, et qui réussissent, tournent presque tous autour de Napoléon” (Robichon 1991, 2021). Pero será la pintura, empleando la fuerza de la imagen, la que conseguirá fijar los estereotipos de la leyenda napoleónica. Si artistas como Horace Vernet (Fig. 1), Auguste Raffet y Jean-Charles Langlois habían rememorado los principales episodios del Consulado y el Imperio durante la década de
Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología. E-mail:
[email protected]. Queremos agradecer a los profesores Jordi Vidal y Borja Antela su amable invitación a participar en la Jornada de Conferencias sobre Historia militar de la Antigüedad, tendencias historiográficas actuales, celebrada en la Universidad Autónoma de Barcelona el 02/12/2010.
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1830, y Jean-Louis Ernest Meissonier mantenido viva la llama durante el Segundo Imperio con su impresionante 1814 presentado en el Salón de París en 1864, será a finales de siglo y hasta la primera Guerra Mundial cuando la eclosión alcance su punto máximo. Édouard Detaille (Robichon 2007) y Victor Huen (Huen 2004) entre otros, trabajando esencialmente para el gobierno francés, pero también para particulares, fijarán la imaginería imperial con obras que conocerán el éxito de masas mediante su reproducción a gran escala en grabados y, sobre todo, tarjetas postales. La exaltación de la gloria, la patriotería militarista y hasta cierto punto la falsificación de la historia, pasaron a constituir los referentes explicativos de las campañas de Napoleón, relegando a un segundo plano – cuando no ninguneando – el rigor de los estudios históricos. Una línea de trabajo que no finalizó como cabría suponer tras la segunda Guerra Mundial cuando Francia debió asumir por la fuerza de la realidad un papel secundario en el contexto internacional, sino que actualmente sigue nutriendo las bases de la grandeur defendida por los partidos políticos de inspiración neogaullista que conectan de ese modo con los principios ideológicos básicos de amplias capas de la sociedad francesa. Sin embargo, la investigación arqueológica permite fijar la realidad más allá de la hagiografía y los memoriales partidistas. L’étoffe des héros – los despojos de la gloria – quedaron perfectamente al descubierto en octubre de 2001. En Vilnius (Wilna) un grupo de obreros descubrió una gran fosa común durante los trabajos de fundamentación de un bloque de viviendas. Al tratase del antiguo emplazamiento de un cuartel de la época soviética, las primera hipótesis apuntaron a asesinatos cometidos por las tropas rusas en Lituania tras la segunda Guerra Mundial y fechas posteriores o, en el menos comprometido de los casos, a ejecuciones llevadas a cabo durante la ocupación nazi (Vette et alii 2004a, 78-79). No obstante, los primeros restos materiales aparecidos en el osario permitieron fijar con rapidez la fecha mítica de 1812 para la inhumación de los cuerpos. Un equipo de la U.M.R. 6578 del CNRS y la Universidad de Marsella, realizó en 2002 una intervención arqueológica a gran escala, y el posterior análisis paleoantropológico permitió determinar la existencia en el sector estudiado de restos de 3.200 cadáveres, entre ellos los cuerpos de 20 mujeres, teniendo la mayor parte una edad en torno a los 20 años en el momento de la defunción. Las series de restos humanos incluían también un considerable número de adolescentes de apenas 14 años (Vette et alii 2004b). Con ello un hecho quedaba empíricamente demostrado: el ejército con el que Napoleón cruzó el Niemen el 24 de junio de 1812 no estaba compuesto por aguerridos veteranos (Trainé 1981) sino que en él formaban mayoritariamente jóvenes e inexpertos reclutas aportados por la levas masivas realizadas tanto en Francia como en los estados aliados y dependientes. Además, y pese a que la 2
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imaginación popular – y también una gran parte de los estudios históricos – vincula la extrema mortandad sufrida por el ejército francés al rigor del clima durante la retirada de Moscú, las fosas de Vilnius confirman los datos proporcionados recientemente por los archivos rusos y franceses, en el sentido de que las bajas en las tropas se iniciaron a gran escala – por agotamiento y falta de suministros – nada más comenzar la campaña, y que precisamente en Vilnius, final de la primera etapa del avance, se establecieron los primeros grandes hospitales de campaña para enfermos y rezagados (Zamoyski 2005). Una conclusión muy alejada de los fastos anteriormente citados y que por encima de los análisis técnicos de la campaña realizados por protagonistas de uno u otro bando (Von Clausewitz 2005), o de la recuperación de testimonios de soldados anónimos siguiendo las nuevas orientaciones en el estudio de la historia militar (Walter 2004), demuestra la realidad de la guerra napoleónica y las posibilidades de la arqueología para acercarse objetivamente a ella. Con todo, ni la riqueza informativa obtenida en la fosa de Vilnius ha modificado la forma de aproximación a la historia del período a través de la identificación y excavación de los campos de batalla. Tan sólo en Oraväis (Finlandia), con participación de investigadores del grupo DIPATRI de la Universidad de Barcelona, se ha iniciado el análisis sistemático del enclave de uno de los principales enfrentamientos de la guerra ruso-sueca en 1808.2 La arqueología del conflicto Durante la última década se ha consolidado una nueva línea de trabajo en el marco de la investigación arqueológica: la arqueología del conflicto. La existencia de enclaves, monumentos (Fig. 2), cementerios y otros espacios con especial significación en el ámbito de la historia militar, formaba parte del recuerdo y el conocimiento pero no desde la perspectiva de la investigación, sino vinculada esencialmente a un discurso de preservación y protección del patrimonio histórico y cultural, actividad unida en muchos casos a proyectos de difusión basados en parámetros obsoletos, en los que mostrar y/o exponer se anteponían a ideas como explicar y comprender. De este modo, la recuperación de material bélico no se ha afrontado desde una perspectiva amplia, sino como un medio para disponer de elementos museográficos, siendo así que la mayor parte de los museos militares europeos – y especialmente los dedicados a la segunda Guerra Mundial – suelen ser muestrarios más o menos completos de material, pero sin que dichas series respondan a una programación específica, con las salvedades 2
Información sobre el proyecto de investigación en: http://www.multi.fi/~goranfri/batoravais.htm
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de algunos centros modernos. Con todo, dicho material suele tener su origen en piezas capturadas durante los combates o recogidas tras la finalización del conflicto, puesto que su abundancia no hizo necesaria la práctica arqueológica para obtenerlo. Existe, no obstante, una excepción: los cementerios militares (Fig. 5). Los ejércitos aliados dignificaron con rapidez los camposantos en los que reposan los restos de sus caídos y asumieron la conservación de los cementerios alemanes hasta 1946. En dicha fecha, las potencias ocupantes permitieron a la Deutsche Volksbund Kriegsgräberfürsorge, una asociación privada creada en 1919 para dignificar los cementerios militares alemanes en aplicación del artículo 225 del Tratado de Versalles, asumir el cuidado de los cementerios situados en territorio alemán. En 1954, siguiendo una petición expresa del canciller de la República Federal Alemania, Konrad Adenauer, la asociación amplió sus actividades a los diversos teatros de operaciones del frente occidental, no siendo hasta 1993 cuando la Unión Soviética autorizó la búsqueda y recuperación de cadáveres de soldados alemanes en su territorio, su exhumación, y posterior inhumación en zonas acotadas y sujetas a preservación (Esquíroz 1999). La localización de dichos restos, difícil debido a la destrucción sistemática que las tropas soviéticas realizaron de los cementerios de campaña alemanes durante su avance, parte de la documentación conservada en los archivos estatales germanos, corroborada con las informaciones aportadas por los supervivientes de las distintas unidades presentes en cada frente y, en último término, por los datos proporcionados por los habitantes de cada territorio que conservan el recuerdo de la existencia de osarios. Una vez determinada la zona de las fosas se procede en cada caso a la prospección sistemática del terreno y la posterior excavación. Los cadáveres recuperados se identifican con ayuda de los materiales que puedan conservar – especialmente las placas de identificación – empleando técnicas de documentación forense, habiéndose podido recuperar a lo largo de los seis años posteriores a la firma del acuerdo germano-soviético los restos de 30.000 personas, de las cuales fue posible la identificación de 12.000.3 Lamentablemente, el estudio de fosas comunes no se limita a conflictos pretéritos, en los que el paso del tiempo puede conferir una mayor relevancia al componente histórico que al drama de la pérdida de vidas humanas, convirtiendo a las víctimas en meros documentos deshumanizados. Los conflictos civiles y la represión política en Centroamérica y los Balcanes – por citar tan sólo dos ejemplos recientes – son demostraciones fehacientes de la importancia social de la investigación arqueológica para identificar a las 3
Una información detallada sobre el trabajo realizado hasta la actualidad puede consultarse en: http://www.volksbund.de/graebersuche
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víctimas de crímenes de guerra, determinar las circunstancias de su muerte, y acumular pruebas forenses que puedan ser validadas ante los tribunales internacionales para integrar las causas penales seguidas contra los autores materiales y los inductores morales de cualquier práctica genocida. La arqueología del conflicto, como área de investigación, se basa en la definición de los tipos de yacimientos en los que se produjo una actividad bélica ya sea primaria – un enfrentamiento – o derivada de la contienda, y el estudio de los restos generados por las actividades humanas violentas. Así, los diferentes elementos que constituyen el patrimonio históricoarqueológico susceptibles de ser excavados incluyen esencialmente los campos de batalla, los campos de concentración o de prisioneros de guerra, las fortificaciones, los campos de aviación, las instalaciones logísticas, las fosas comunes y cualquier material bélico con independencia de su situación actual, incluyéndose en este apartado desde depósitos de armas hasta los pecios de navíos hundidos (Schofield 2005). En todos los casos, incluso en aquellos en los que aparentemente la información recogida pudiera considerarse menor, como en el estudio de las posiciones fronterizas italianas en Etiopía en 1941, los datos presentan una visión de los conflictos diferente a la comúnmente expuesta (González Rubial et alii, 2010). Con independencia de la concentración de esfuerzos en los vestigios de los conflictos del siglo XX, la arqueología del conflicto abarca cualquier período histórico a partir de las guerras o enfrentamientos de bandas de las comunidades cazadoras recolectoras. Los trabajos en la fosa neolítica de Talheim (Baden-Würtemberg) (Vankilde 2003) y en los yacimientos de San Juan Ante Portam Latinam (Laguardia, Álava) (Guilaine / Zammit 2002, 168-173) y Costa de Can Martorell (Dosrius) ya en el Calcolítico, son indicadores de la importancia que las concentraciones de restos humanos tienen para la interpretación de un período histórico, al proporcionar un elemento clave que normalmente no suele identificarse en los asentamientos: el componente físico humano y las pruebas de las causas violentas de su muerte. Aunque los ejemplos citados son exponenciales de las posibilidades que comporta el estudio de las muestras de violencia en la Prehistoria, debe recordarse que prácticas violentas como el canibalismo están ampliamente documentadas desde el Paleolítico medio. Aunque es evidente que los grupos humanos se han agredido y dado muerte por múltiples causas económicas o ideológicas desde el inicio de su configuración como sociedades a nivel básico, sorprendentemente la arqueología del conflicto es muy reciente. Surgió a partir del estudio de una de las batallas más presentes en los medios de comunicación de masas: la derrota del teniente coronel George Armstrong Custer y el 7th US cavarly frente a los guerreros lakota y cheyenne junto al río Little Bighorn, en el territorio de Montana, el 25 de junio de 1876 (Connell 2003; Scott et alii, 5
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1989). A raíz de la configuración del terreno como parque nacional de los Estados Unidos, se realizó en 1988 una prospección sistemática del campo de batalla con el objetivo de recuperar los restos humanos y materiales de la batalla empleando técnicas de prospección y excavación arqueológicas sistemáticas.4 El resultado de la investigación y su posterior publicación permitieron cambiar un paradigma histórico creado por la prensa pocos días después de los sucesos y sublimado por la cinematografía estadounidense en films como Murieron con las botas puestas (1941): la muerte heroica defendiendo una posición de Custer y sus hombres impávidos frente a las acometidas de centenares de guerreros. Nada más lejano a la realidad. La dispersión de los cadáveres y la identificación de los diferentes tipos de vainas de cartuchos de las armas empeladas, mostraron cómo el grueso de las tropas se dispersó ante la superioridad numérica de su adversario y fue acosada y muerta allí donde los hombres fueron alcanzados por sus perseguidores, sin que pueda demostrarse, más que en algunos casos concretos, una defensa a ultranza. Un extremo que, por otra parte, ya indicaban los relatos lakotas y cheyenne injustamente obviados hasta fechas recientes. Se demostraba así que una investigación sistemática de un campo de batalla podía no sólo acotar, sino reescribir sobre bases científicas la historia. Y si esto es así en una batalla de finales del siglo XIX, alguno de cuyos supervivientes vivieron hasta la tercera década de la siguiente centuria, es evidente que en relación a los enfrentamientos en el mundo antiguo, de los que en la mayor parte de los casos tan sólo se dispone de fuentes escritas no contemporáneas ni objetivas, la posibilidad de avanzar en el conocimiento es amplísima. Debe recordarse que la explicación e interpretación de las campañas militares en el mundo antiguo se ha basado hasta el presente en el análisis – básicamente acrítico – de los textos griegos y latinos, soporte a un tiempo, junto a las tipologías materiales, de los estudios sobre la organización de los ejércitos del mundo clásico, al partir del falso axioma de que la documentación escrita siempre supera en fiabilidad al registro arqueológico, que tan sólo proporciona los ítem del período como prueba tangible de dichos relatos. Únicamente cuando componentes políticos de carácter nacionalista han focalizado su atención sobre un yacimiento específico en el que tuvo lugar un enfrentamiento militar, se ha llevado a cabo una excavación sistemática del mismo. Masada, la fortaleza que constituyó el último bastión de los zelotes frente a Roma, ha sido excavada en su totalidad como muestra de la voluntad política de independencia y supervivencia del estado de Israel, ideas que 4
Una información detallada sobre el campo de batalla y el proyecto de difusión puede consultarse en: http://www.custerbattle.com/
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alcanzan el extremo de emplearse el conjunto arqueológico como lugar para la ceremonia del juramento de fidelidad de los reclutas del ejército israelí. Con anterioridad pueden citarse tan sólo dos casos destacados en el mismo sentido: las excavaciones de Numancia y Alesia como ejemplos del nacionalismo irredento español y francés. En la Muela de Garay (Soria), los trabajos se iniciaron a mediados del siglo XIX con las intervenciones de Eduardo Saavedra y Aureliano Fernández Guerra y el apoyo de la Real Academia de la Historia. El estado expropió los terrenos en 1906, poco tiempo después que el rey Alfonso XIII inaugurara el monumento conmemorativo a los héroes de Numancia. Las intervenciones, no exentas de polémica, continuarán bajo la dirección del hispanista alemán Adolf Schulten (Schulten 2004), quien basándose en la Iberiké de Apiano afirmará ser el descubridor de la ciudad celtibérica y ampliará sus intervenciones a los campamentos de la línea de circunvalación romana, para lo que contó con el patrocinio económico del káiser Guillermo II (Jimeno / De la Torre 2005). Numancia es un claro ejemplo de utilización sesgada del pasado histórico, puesto que a pesar del trabajo científico desarrollado durante los últimos veinte años, las ideas patrióticas continúan primando en alguno de los estudios que se realizan sobre la historia del yacimiento (Lago / García Pinto 2006). La polémica sobre la ubicación del lugar exacto de la resistencia de las tropas de Vercingétorix contra César, alimentada por diversos estudios desde el siglo IX, interesó al emperador Napoleón III quien, siguiendo los pasos de su augusto tío en sus Comentarios a La Guerra de las Galias, tenía la intención de escribir una biografía de Julio César, obra que llegó a publicarse anónimamente entre 1865 y 1866. El monarca ordenó la realización de sondeos en la meseta de Mont Auxois para determinar la existencia de las obras de circunvalación romanas, cuya existencia se consiguió demostrar en 1861 (Le Gall 1985). Tras visitar Napoleón III las excavaciones, el trabajo quedó encomendado a la Comisión para la Topografía de la Galia, y posteriormente a Víctor Pernet, Paul Millot y M. Stoffell, quienes excavarían hasta 1865 reuniendo material suficiente para determinar que la batalla había tenido lugar en dicho enclave (Le Gall 1989). Para conmemorar la finalización de los trabajos, el emperador encargó al escultor André Millet la construcción de una colosal estatua de Vercingétorix, que preside desde entonces el emplazamiento de la resistencia gala. Para esculpirla, tuvo en cuenta tanto las descripciones de las fuentes clásicas como la documentación arqueológica, componiendo una recreación bastante aproximada del averno con una concesión: la cara de la estatua tenía los rasgos, con melena y bigote, de Napoleón III. Por si quedasen dudas sobre la intencionalidad, el arquitecto Eugène Emmanuel Viollet-le-Duc instaló en la peana una placa de
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bronce circular con la inscripción: “La Galia unida, formando una única nación, animada por un mismo espíritu, puede desafiar al Universo”. Si la grandeur francesa basa una parte de su imaginario colectivo en el espíritu de lucha que representa el sitio de Alesia, en Alemania, la victoria del caudillo querusco Arminius sobre las legiones de Varus el año 9 d.C. en el bosque de Teutoburgo, ha sido utilizada como referente del nacionalismo y pangermanismo a partir del dominio que Prusia impuso sobre el resto de estados alemanes desde mediados del siglo XVIII. Todos los regímenes, desde Federico Guillermo II hasta el nacionalsocialismo, pasando por los ideólogos de la Guerra de Liberación de 1813 como Johannes Gottlieb Fichte, recurrieron a la figura de Hermann / Arminius como ejemplo de las virtudes del pueblo germano en lucha contra un invasor. Ideas que, de hecho, ya formaban parte del imaginario alemán desde finales del siglo XV, cuando la Germania de Tácito se imprimió en versión latina en Venecia el año 1470 y se tradujo al alemán en 1496, proporcionando un primer anclaje ideológico a los estados feudales alemanes. Tras su empleo como arma de propaganda durante la Guerra franco-prusiana, se decidió conmemorar el emplazamiento del enclave que la historiografía germana denominaba “el campo de batalla de Varo” e incluso “el lugar donde se gestó la nación alemana”. Los historiadores concluyeron – tras un análisis de los textos clásicos – que la batalla había tenido lugar en las proximidades del pueblo de Deltmold, sitio escogido para erigir una estatua en honor de Arminius obra de Josef Ernst von Bandel. Junto al monumento que honraba la victoria de Leipzig en 1813 alcanzada por prusianos, austríacos y rusos frente a las tropas de Napoleón certificando el fin del dominio francés sobre Europa central, el memorial constituyó uno de los elementos esenciales en la iconografía del pangermanismo. Pero existía un problema: Deltmold se encuentra a más de cincuenta kilómetros del emplazamiento real de la masacre de las tropas de Publius Quinctilius Varus. Se trata de una clara demostración de cómo “el paisaje de la batalla” juega un papel muy secundario en los relatos cuando sin duda constituye uno de los elementos esenciales que condicionaron el desarrollo de los hechos que intentan explicarse. Dicho de otro modo: el emplazamiento elegido no respondía a la topografía descrita en los relatos de los historiadores latinos. En 1987, un oficial británico de la Armored Field Ambulance de guarnición en Osnabrück, Anthony Clunn, aficionado a la arqueología y estudioso de la historia militar antigua, se impuso la tarea de identificar la situación exacta del campo de batalla de Teutoburgo. Allí donde los historiadores profesionales habían errado, Clunn obtuvo un éxito memorable. Su punto de partida fueron – como no podía ser de otro modo – las fuentes clásicas, las colecciones arqueológicas locales y los relatos tradicionales de las familias patricias locales que ya habían sido recogidas y 8
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evaluadas parcialmente por Theodor Mommsen a finales del siglo XIX. Dedujo acertadamente que muchos de los materiales de época romana que habían sido identificados como restos de la columna de Varus procedían de otras zonas de Alemania, y que debían ser esencialmente las monedas los elementos determinantes para identificar el campo de batalla debido al acopio y/o ocultación de numerario que realizan los soldados antes de entrar en combate. Siguiendo “la pista del dinero”, se concentró en las proximidades de un sendero definido en la topografía regional como herrstrasse o viejo camino militar y, con el apoyo de un detector de metales y el asesoramiento del arqueólogo territorial Wolfgang Schülter, consiguió recuperar más de un centenar de monedas correspondientes al reinado de Augusto y al final de la República. Piezas que el gabinete numismático del Kestner Museum de Hannover concluyó habían sido fabricadas en la ceca de Lugdunum (Lyon) entre los años 2 a.C. y 1 d.C., por lo que encajaban perfectamente con la cronología de la campaña de Varus y también, lo que era aún más importante, con las series de monedas recuperadas en el campamento romano de Haltern, cercano al río Lippe, en el que se supone se refugiaron los escasos supervivientes del desastre. La colina de Kalkriese fue así identificada como el posible punto de la resistencia final de las legiones frente a los queruscos. Para comprobar dicha hipótesis, entre 1988 y 1992 se realizaron prospecciones y excavaciones que permitieron recuperar elementos del equipo romano, en especial glandes de plomo, fíbulas, fragmentos de hebillas e incluso una máscara de parada en plata. Sin duda, los trabajos de Clunn y Schülter habían identificado un campo de batalla perdido y ayudado a comprender cómo se desarrollaron los cuatro días de frenética marcha hacia la muerte de las legiones XVII, XVIII y XIX junto a seis cohortes auxiliares y un elevado número de civiles.5 Con todo, es interesante señalar cómo la resistencia de una parte de los seguidores de la historiografía tradicional ha intentado negar la evidencia argumentando que las fosas comunes y los osarios localizados corresponden no a la campaña de Varus, sino a uno de los enfrentamientos menores acaecidos durante las posteriores campañas de Germánico. Un claro ejemplo del camino que aún queda por recorrer. Tras las intervenciones, la construcción de un centro museográfico ha permitido la difusión didáctica del desastre del año 9 d.C., instalación que constituye un modelo de la aplicación de las técnicas museográficas modernas a la explicación de la historia militar.6 5
Una mayor información sobre la investigación del ejército de Varo puede obtenerse en: http://www.kalkriese-varusschlacht.de/ 6 Sobre las características del Museo de Kalkriese es interesante consultar: http://www.lwl.org/westfaelischegeschichte/portal/Internet/finde/langDatensatz.php?urlID=84 0&url_tabelle=tab_websegmente
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El ejemplo más reciente de análisis arqueológico de un campo de batalla del mundo antiguo son las fosas comunes de los soldados griegos caídos en la primera batalla de Himera el 480 a.C. Del enfrentamiento que Herodoto (VII, 166) calificó como un encuentro decisivo para impedir la expansión cartaginesa en el Mediterráneo central, la construcción de la línea férrea Palermo-Messina permitió, a partir de diciembre de 2008, a la Sopraintendenza di Archeologia de Palermo, documentar unas 9.000 tumbas de civiles y militares. Los caídos en combate, hombres jóvenes de entre 18 y 25 años en su mayoría, se alineaban en fosas comunes de hasta 30 cadáveres en posición de decúbito supino, mostrando todos ellos a partir de los análisis paleoantropológicos una profusión de heridas ocasionadas por golpes, armas de filo y proyectiles, pudiéndose en muchos casos determinar la causa de la muerte por la conservación en el osario de puntas de flecha o lanza. El análisis espacial de la necrópolis ha permitido determinar diferentes modelos de enterramiento. Junto a las siete fosas comunes excavadas hasta 2010 – cada una de ellas conteniendo entre 25 y 30 cadáveres – se han identificado tumbas individuales de guerrero e incluso otras conteniendo esqueletos de equino, factor interpretado como una referencia al papel determinante que la acción de la caballería reunida por las ciudades-estado de la isla bajo el mando de Gelón, monarca de Siracusa, y Terón, tirano de Agrigento, tuvo en la victoria sobre las tropas del magónida Amílcar según el relato de Diodoro Sículo (XI, 24,1). A diferencia de Teotuburgo, y por tratarse de un enterramiento regularizado y no de la dispersión de restos en el campo de batalla, la excavación no puede modificar el relato historiográfico clásico de la lucha, pero sí aporta datos para la comprensión del ritual post-mortem dado a los caídos, un aspecto que se había tratado esencialmente a partir del análisis de la construcción de trofeos y la ofrenda de armas o spolio hostilium en los santuarios (Gabaldón 2004). Una vez demostrado que sólo la arqueología puede cambiar nuestra forma de aproximación a la Historia militar, cabe plantearse si dicha investigación es necesaria. Winston Churchill indicó que las batallas eran las marcas de puntuación de la Historia, aludiendo a un concepto heroico del conflicto como el que expuso en sus relatos de las guerras coloniales del Sudán y contra los bóers. Con mayor acierto, y desde una perspectiva más sucia y menos triunfante de la guerra, Andrew Brown comentó acertadamente (Brown 1995; Sutherland 2005) que si las batallas eran las marcas de puntuación de la Historia, los campos de batalla eran los fragmentos de las páginas en los que dichas marcas de puntuación habían sido escritas con sangre. No se discute pues la oportunidad de llevar a cabo dicha investigación puesto que se trata de una oportunidad única de estudiar los materiales relacionados con los conflictos humanos, sabiendo que la 10
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fecha de amortización de los materiales exhumados corresponde exactamente a un hecho del que existe constancia y descripción en diversas fuentes escritas, a diferencia de lo que acontece con cualquier otro yacimiento arqueológico cuya datación, aunque pueda precisarse, nunca alcanza el estadio de determinar el día exacto de su composición (Dyer 1985). Un campo de batalla es, por así decirlo, una “foto-finish” de un proceso histórico. No se trata por consiguiente de intervenir para continuar la glorificación de los conflictos, sino para reconstruir la historia. Una reconstrucción realizada desde una perspectiva social, adaptada a la forma de escribir y sufrir los conflictos bélicos por parte de las personas anónimas que tomaron parte en ellos y sufrieron directamente sus consecuencias, y sin que el objetivo principal sea el de reafirmar la posición de aquellos que observan la acción desde lo alto de la colina o, en palabras del duque de Wellington, desde el otro lado de la colina. Dicha visión de la Historia militar, aún minoritaria, arranca de los trabajos de John Keegan (Keegan 1976) en los que se plantea un concepto crítico y social de la guerra, determinando el papel importante del estudio de la percepción del combate por parte de los soldados anónimos, substituyendo así la visión clásica y aséptica de los acontecimientos dada por jefes militares y hagiógrafos profesionales. Una visión materialista y particularista de la guerra que se ha abierto camino con rapidez incluso en el muy tradicionalista y conservador feudo de las presentaciones museográficas, como en el caso del Museo de los Campos de Flandes en Ypres (Bélgica) (Fig. 4), donde se recogen los horrores de la guerra de trincheras y el empleo de las armas químicas durante la Gran Guerra desde el punto de vista de soldados y civiles anónimos con los que los visitantes deben identificarse.7 El impacto de ésta y otras propuestas ha alentado la modificación del discurso expositivo de gran parte de los museos militares europeos. Aunque aún son mayoría los centros en los que el material – excelente – se acumula sin un tratamiento didáctico, como en el caso del Museo de Blindados de Saumur,8 otros como el Musée de l’Armée de París, a instancias del Ministerio de Defensa francés, han iniciado proyectos museográficos profundos para, en palabras de la en 2008 ministra de defensa, Michèlle Aillot-Marie, “transformar un museo de objetos en un museo de historia” (Fig. 3). Para ello se ha iniciado la ejecución del proyecto ATHENA que incluye, en el marco de la difusión, una revista virtual, L’Écho du Dôme, disponible en formato pdf a través de internet.9 Por su
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Una información detallada en: http://www.inflandersfields.be Información detallada en: http://museedesblindes.fr 9 Detalles del proyecto de reestructuración del museo en: http://www.invalides.org 8
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parte, otro museo centenario, el del ejército belga en Bruselas10 ha dado también pasos en la misma dirección, incorporando una interesante novedad: la difusión patrimonial de todos los enclaves del país en los que tuvieron lugar enfrentamientos bélicos de cualquier conflicto, creando así una política de dinamización cultural y económica a través del proyecto Belgium Battlefield of Europe. Las ideas de Keegan, desarrolladas en trabajos posteriores (Keegan 1993), sirvieron de base a V. D. Hanson para la definición de lo que ha venido a denominarse “el modelo occidental de la guerra” (Hanson 1990). En su tesis, centrada en el análisis del sistema de guerra hoplítico, introduce una novedad esencial respecto al tratamiento que la historiografía tradicional ha planteado sobre el sistema militar en la antigua Grecia basado en las fuentes clásicas y el apoyo de la arqueología como valoración de las tipologías materiales. Sin renunciar – de hecho no podría – a dicha base documental, Hanson analiza la figura del guerrero ciudadano como individuo, primando su papel en la sociedad al unir los conceptos democracia y participación en la defensa del estado como dos elementos indisociables. Plantea así el argumento de que el concepto de la guerra occidental, la batalla reglada entre dos contendientes o estados para definir la supremacía política, es el resultado de una idea “civilizada” de la guerra en la que los adversarios no recurren a sistemas considerados arteros como la guerrilla o las emboscadas, ni tampoco a la lucha entre campeones, separando así de la resolución de los conflictos al grueso de la población. Aunque no lo indique en sus textos, el punto de referencia esencial de Hanson es el soldado-ciudadano que define el ejército francés durante las guerras de la Revolución. Las relaciones de los guerreros con los miembros de sus unidades, la forma de empleo de las armas, la organización de los sistemas de mando y control del combate, las sucesivas fases de las batallas y las consecuencias de la lucha, en especial sobre la estructura económica de los vencidos, son los principales rasgos definidores de su trabajo. No obstante, los planteamientos del modo occidental de la guerra han degenerado a raíz de las implicaciones de la política exterior de Estados Unidos desde la primera Guerra del Golfo y, especialmente, tras el inicio de la llamada Guerra contra el Terror tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. El modo occidental de la guerra se utiliza como parte de la diferenciación ideológica entre el Occidente cristiano y el mundo islámico, definiendo una serie de enfrentamientos por la supremacía universal que ha querido retrotraerse hasta las Guerras Médicas y, pasando por las Cruzadas, llegar hasta la actualidad como base del rearme moral e ideológico 10
Presentación de las colecciones y de los recursos disponibles en: http://www.klmmra.be/klm-new/frans/main01.php?id=menu_links/startpagina
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norteamericano, un debate al que no son ajenas las referencias a los conflictos relatados en La Biblia. Pero a despecho de la corrupción de los postulados iniciales, las ideas de Hanson – y especialmente de Keegan – siguen siendo válidas para analizar los diferentes tipos de combate y su repercusión en el desarrollo de la Historia, cuya influencia se ha extendido esencialmente en el ámbito académico anglosajón con la virtud de que sus derivadas han sabido conjugar perfectamente investigación histórica de calidad con programas de documentación y protección del patrimonio histórico-arqueológico. El desarrollo del Bloody Meadows Project marcó en el Reino Unido el inicio de un nuevo concepto de análisis en los estudios de Historia militar. El principio básico consiste en que la aceptación acrítica de los informes oficiales, memorias personales y relatos más o menos coetáneos sobre una batalla, incluye indefectiblemente errores basados en la subjetividad. Dichos textos proporcionan esencialmente puntos de vista personales que describen tan sólo una parte del conjunto general de una batalla y, en consecuencia, distorsionan más que explican los hechos; ello, unido a la necesidad de conocer el terreno en que se desarrolló la acción para comprender la secuencia de los acontecimientos, así como la influencia de la topografía y los factores ambientales en la acción, cuestiona la visión historiográfica tradicional que se nos ha transmitido – y hemos interpretado – sobre la guerra en cualquier período, pero más especialmente cuanto mayor es la distancia de la época objeto de estudio. Incluso aquellas batallas que cuentan con un mayor número de relatos escritos por sus protagonistas, y sobre las que más se han debatido y analizado, pueden presentar problemas de secuencia, desarrollo y comprensión en el momento de intentar contrastar sobre el terreno las informaciones que constituyen el paradigma explicativo. Personalmente, en los casos de las batallas de Waterloo (1815) y Empúries (195 a.C.), hemos podido contrastar recorriendo en diversas ocasiones el campo de batalla la existencia de informaciones y relatos difíciles de corroborar. Si esto es así en el caso de la derrota final de Napoleón, cuyo campo de batalla apenas ha cambiado desde principio del siglo XIX, y en el que las principales construcciones que fueron testigos de la lucha – granjas de Le Caillou, La Belle Alliance, Hougomont y La Haye Sainte – siguen en pie en la actualidad proporcionando puntos de referencia inequívocos, ¿qué podemos esperar al intentar analizar el lugar en que el cónsul Marco Porcio Catón derrotó a la coalición de tribus iberas del nordeste de la península Ibérica poniendo fin a su última sublevación contra Roma, cuando el aspecto del terreno ha cambiado totalmente y tan sólo disponemos del relato de Tito Livio (XXXIV, 15) para explicar la acción? Un autor que, por otra parte, no se caracteriza por explicar los combates siguiendo el mínimo rigor necesario para hacerlos creíbles, sino que se limita a narrar con prosa ágil, 13
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transcribiéndolas, informaciones anteriores pertenecientes a otros autores, como Polibio o Diodoro Sículo. Livio no intenta explicar la historia ciñéndose a la verdad, sino que tiene por objetivo realzar los valores del hombre republicano siguiendo las ideas de Cicerón (Gracia 2003, 20-21). En consecuencia, todas las interpretaciones realizadas de dicha batalla tienen el mismo problema: la inconsistencia de las fuentes documentales empleadas. La superación del problema indicado tan sólo puede acometerse a partir de la investigación arqueológica. La identificación, delimitación y excavación de los campos de batalla. En el Reino Unido, las primeras aproximaciones a la problemática de la arqueología militar se relacionan con la Guerra Civil del siglo XVII. El campo de batalla de Marston Moor (1644) fue prospectado por Peter Newman a lo largo de la década de 1970, trabajos completados posteriormente junto a Paul Roberts en 2003. Naseby, el escenario de la victoria definitiva de los parlamentarios en 1645, fue trabajado por G. Foard aprovechando el acopio de documentación realizado por Edward Fitgerald a mediados del siglo XIX, en una clara demostración de la necesidad de recurrir a los conjuntos documentales reunidos por estudiosos que trabajaron esencialmente con fuentes documentales primarias y no con interpretaciones o análisis posteriores de los hechos objeto de estudio. Las fosas comunes producto de la batalla de Towton (1461) durante la Guerra de la Rosas fueron objeto de una excavación sistemática por parte de la University of Bradford y técnicos del West Yorkshire Archaeological Services en 196611 (Fiorato et alii 2000) proyecto que se vehiculó en un programa de investigación más amplio,12 culminado con la participación pública y privada en la definición de una estructura de protección y puesta en valor del yacimiento arqueológico.13 Sorprendentemente en relación a los tempos que dichas actuaciones suelen tener en otros países europeos – y especialmente en España – la respuesta de la sociedad británica y de su clase política ante la problemática de la preservación y estudio de los campos de batalla, así como su consideración como patrimonio histórico en Inglaterra, fue muy rápida y en 1995 se procedió a la redacción de un documento marco de protección conocido como English Heritage Registre of Historic Battlefields. El Bloody Meadows Project define la batalla como parte de una expresión cultural o una forma de comportamiento de un sistema social, en clara aplicación de los postulados de Hanson. Se intenta así analizar las diferentes 11
Una información más detallada sobre la intervención puede consultarse en: http://www.brad.ac.uk/acad/archsci/depart/resgrp/towton/ 12 Las características esenciales del proyecto se explican en: http://www.brad.ac.uk/acad/archsci/depart/resgrp/archpros/Towton_Landscape/ 13 Principales características en: http://www.towton.org.uk/
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características de una batalla desde perspectivas globales que incluyan componentes no sólo tácticos, sino también ideológicos, políticos, morales e incluso rituales. El primer estadio es la definición de las características esenciales del desarrollo de la violencia militar, es decir, la propia sucesión de los acontecimientos, un extremo que como hemos indicado dista en muchos casos de estar definitivamente establecido. Para ello, y mediante la aplicación intensiva de la prospección y los sistemas de ubicación geográfica (GPS) se persigue la definición geográfica del terreno y determinar los movimientos de las tropas en función de la dispersión de los materiales, especialmente los proyectiles, cuyas concentraciones marcan el ritmo e intensidad del avance de las unidades y la dureza de los enfrentamientos. Establecida la secuencia, se analizan los elementos esenciales que rigen la motivación del combate, sus funciones y propósitos: la destrucción del enemigo, el colapso de la moral de una de las partes, la limitación o potenciación de la violencia, las inflexiones en la lucha y las causas de la decisión final. La batalla se comprende no como un hecho aislado sino como la cristalización de una política basada a su vez en patrones ideológicos y valores definitorios de un sistema social. Siendo la guerra un elemento inherente a la sociedad, también lo son los elementos rituales que definen la práctica del combate, prestándose así una especial atención a las fórmulas de incitación al combate, los límites del comportamiento de los adversarios – la falsa o mal llamada “caballerosidad en la guerra” –, y el colapso de los movimientos ordenados de las unidades que componen los ejércitos. La aplicación de los principios citados ha demostrado la necesidad de substituir lo que ha venido en denominarse como guerra ritual derivada de los relatos oficiales por una guerra real o lectura de los conflictos empleando el análisis del terreno como base del conocimiento, del estudio del discurso narrativo y de las interpretaciones funcionalistas. Dicho de otro modo, determinar la imposibilidad de que un acontecimiento se produjera como explican los textos si el análisis del terreno indica que ello es imposible. La guerra real que hemos citado se superpone así a la guerra imaginada de la que se ha nutrido hasta el presente una gran parte de la historiografía, sumando los datos obtenidos de la forma de planificación y desarrollo del combate en función de sus condicionantes y de los elementos de cultura material que definen el campo de batalla. El primer trabajo de campo del BMP, desarrollado entre 1998 y 2001 se centró esencialmente en batallas consideradas referentes en la historia inglesa, aunque de un modo no exclusivo. En el Reino Unido se trabajó en los enclaves de Assandun, Bosworth, Cropredy Bridge, Linto, Maldon, Naseby, Northampton, Roundway Down, Sedgemoor, St. Albans, Stamford Bridge, Stoke y Tewkesbury. En Bélgica se analizaron los campos de Courtrai y Oudenaarde; en Francia los de Bouvines, Fontenoy y Les Dunes; 15
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en Portugal Aljubarrota y Roliça, y en España Coruña y Sorauren. En una segunda fase, desarrollada a partir de 2002, John y Patricia Carman aplicaron los conceptos del BMP a la identificación de campos de batalla del período de la Grecia clásica (Carman / Carman 2005), factor que cobra mayor importancia debido a la costumbre, mantenida hasta época medieval, de inhumar a los caídos en grandes fosas comunes sin identificación personalizada, lo que dio como resultado, según la expresión de R. Gilchrist (Gilchrist 2003), a que “un sentimiento colectivo de pathos confiriera a dichos sitios un componente sacralizado: los campos de batalla que han sido testigos del sacrificio de la sangre humana”. Condicionado por los sentimientos hacia los caídos, el tratamiento del campo de batalla parte siempre de su consideración como un lugar histórico que debe ser estudiado y protegido más allá de la presencia en el mismo de monumentos conmemorativos y otros elementos identitarios, dado que se considera al propio campo de batalla – su totalidad – como un elemento tangible que debe ser protegido, confiriendo mayor importancia al espacio que a los vestigios sobrevenidos como parte determinante del patrimonio. El concepto heritage supone en este caso la plasmación de la idea “herencia identitaria” para concienciar a la sociedad de que en ese punto concreto tuvo lugar un hecho que determinó el curso de la Historia y, en consecuencia, una parte de la definición presente del actual sistema social. El lógico resultado de dicho planteamiento, siguiendo un modelo profusamente aplicado en Estados Unidos, es la protección integral del yacimiento y su conservación como base de difusión del pasado. La identidad, interpretada como factor emblemático y de cohesión social, marca las actuaciones sobre el patrimonio histórico en Estados Unidos. Los campos de batalla de la Guerra Civil (1861-1865), la Guerra de Independencia, las Guerras contra México o las Guerras indias, han sido protegidos en su mayoría, integrándolos en una amplia red de Parques Nacionales que aseguran su salvaguarda frente a la especulación y la presión urbanística. Considerados expresión viva del pasado común de la nación, todos ellos articulan centros de investigación y difusión de conocimiento permanentes.14 Un planteamiento encomiable y, en principio, irreprochable. Sin embargo, los combates de la Guerra Civil se perciben en su mayor parte desde una perspectiva heroica e incluso galante, extremo al que contribuyen el gran número de grupos de reconstrucción histórica existentes en el país, que representan de forma continuada los principales episodios en las reuniones anuales conmemorativas, y contribuyen a la difusión de una cierta idea de la contienda mediante su participación en productos multimedia. 14 Una relación pormenorizada de los enclaves musealizados puede encontrarse en: http://www.nps.gov/civilwar/
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Debido precisamente a esta visión incruenta de la guerra, el número de intervenciones arqueológicas en dichos yacimientos es muy escaso fruto esencialmente de la importancia casi reverente dada a los caídos en combate por parte de la sociedad norteamericana, un factor perfectamente ejemplificado en el cementerio nacional de Arlington15 y en el memorial a los caídos en la guerra de Vietnam.16 Una de las escasas excepciones la constituye la intervención en el pecio del navío de la Unión USS Monitor, primer buque acorazado de la marina federal durante la Guerra Civil que, tras destacar en la batalla de Hampton Roads, se hundió el 31 de diciembre de 1862 a la altura de cabo Hatteras. Descubiertos sus restos en 1973, el enclave fue declarado Santuario marítimo de los Estados Unidos, y entre 2001 y 2003 se procedió a la excavación del pecio y a la recuperación de parte de sus restos, que actualmente forman parte del Mariner’s Museum de Newport.17 Pero se trata de un caso aislado y, por su propia característica como yacimiento marítimo, diferenciado de los campos de batalla en tierra. La divulgación de calidad. Un camino de largo recorrido La investigación a principio del siglo XXI debe estar marcada y orientada por la idea de la devolution. Especialmente en Europa, y aunque en menor grado también en Estados Unidos, la investigación realizada por Universidades, museos y centros de investigación se nutre de fondos públicos. El origen de dicha financiación debería por lógica suponer que el conocimiento sobre el pasado, una vez obtenido, no quedase circunscrito al ámbito académico, sino que retornase a la sociedad mediante proyectos y trabajos de divulgación de calidad incuestionable, contribuyendo así a la formación educativa de la sociedad que puede acceder a informaciones sobre su pasado como grupo social y del territorio en el que habita. Dicho retorno supone además un claro incentivo para la retroalimentación del proceso, puesto que si una investigación es mayoritariamente aceptada, el rendimiento social y político que genera repercute positivamente en la financiación de nuevas investigaciones. Sin embargo, la difusión no ha formado parte en las últimas décadas de las prioridades de los centros de investigación. Por ello ha sido la iniciativa privada – ya sea en forma de colecciones editoriales o de empresas específicas de dinamización cultural – la que más ha contribuido al 15
Información específica sobre la concepción del cementerio militar como monumento en: http://www.arlingtoncemetery.mil/ 16 Información específica sobre la consideración y funciones del monumento en: http://www.nps.gov/vive/index.htm 17 Una información detallada sobre el proyecto museográfico puede consultarse en: http://www.marinersmuseum.org/uss-monitor-center/uss-monitor-center
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conocimiento generalizado de la Historia militar y la preservación de los campos de batalla mediante el fomento de su visita y conocimiento. La editorial británica Osprey Military, inició a finales de la década de 1960 la publicación de libros de pequeño formato dedicados al análisis riguroso de unidades militares de todos los períodos con la serie Men-at-Arms, continuadora, entre otros, de trabajos pioneros como los de Philip Haythornthwaite editados por Blandford Press. Posteriormente, las series Campaings y Fortress,18 entre otras, incluyeron el análisis arqueológico tanto en la identificación de estructuras arquitectónicas correspondientes al período indicado, como a la información, dentro de la sección “El campo de batalla, hoy” del estado actual del terreno de la batalla estudiada, la forma de acceso, la mejor ruta para recorrerlo y comprenderlo, y la descripción de los monumentos e instalaciones existentes. Por supuesto, no se trata de un análisis amplio al no ser esa su finalidad, pero sí es riguroso y alcanza su objetivo: la divulgación de calidad, extremo al que contribuye la selección de autores e ilustradores, aunque con alrededor de un millar de títulos publicados, no todos pueden tener la misma calidad – los referidos a temas españoles adolecen de ella – y la concentración de sujetos en el mundo anglosajón – lógica por constituir el núcleo esencial de sus ventas – reduce la posibilidad de edición de trabajos sobre temas considerados periféricos o excesivamente regionales. Un papel clave no sólo en la difusión, sino especialmente en la investigación es el desarrollado por los ilustradores. La necesidad de recrear con el máximo rigor escenas del pasado, ya sean civiles o militares, demostró hasta qué punto el análisis iconográfico de la antigüedad – y especialmente el del mundo romano – dependían de un limitado número de documentos arqueológicos. Fue necesaria por ello la investigación sobre el instrumentum, los elementos característicos de la vida cotidiana y de la panoplia militar para que la ilustración de finales del siglo XX no cayese en los mismos anacronismos que la iconografía del XIX. Artistas como Peter Connolly, Richard Hook, Angus McBride, y Ronald Embleton abrieron un excelente camino con el apoyo de profesionales del mundo académico, que vieron cuestionados sus conocimientos por preguntas de eximio detalle antes consideradas superfluas, pero imprescindibles para ofrecer credibilidad en una ilustración. ¿Quién se había preocupado hasta entonces de la forma en 18 Una relación exhaustiva de los títulos publicados por Osprey puede consultarse en: http://www.ospreypublishing.com/ La difusión de sus títulos en el mercado español propició la traducción de unos setenta títulos por parte de Ediciones del Prado y, más recientemente, RBA ha publicado diversas series dedicadas a la Tropas de Élite, la Segunda Guerra Mundial, la Edad Media y las Guerras de Grecia y Roma. El éxito del formato Osprey, pese a algunas deficiencias bibliográficas y de ilustración, ha dado origen a la publicación de series similares en Francia, Italia y España.
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que se ataba una armadura de principio del Imperio? ¿O del proceso de fabricación de un pilum? Es evidente que todas las dudas que se plantearon – y se siguen planteando – constituyen un avance en la investigación cuya resolución no depende de las informaciones de los textos clásicos, sino del análisis de la documentación arqueológica y, lo que aún es más interesante por las perspectivas que ha abierto: de la experimentación. A los citados les seguirían en el mundo anglosajón Peter Bull, Steve Noon, Brian Delf y Adam Hook entre otros, que han aumentado en los últimos años el nivel de detalle en la reconstrucción histórica gráfica, especialmente en el marco de la arquitectura. Y no sólo en el Reino Unido o los Estados Unidos. Los ilustradores que basan su trabajo en la minuciosidad de las fuentes consultadas gozan de un reconocido prestigio internacional, como el belga Patrice Courcelle, autor de una amplia serie sobre los uniformes del período napoleónico, pero que últimamente ha centrado parte de su atención en el mundo romano y sus adversarios germanos y celtas, y el malogrado Dionisio Álvarez Cueto, que llevó la ilustración militar en España a sus máximas cotas durante la última década. Una derivada reciente del trabajo de los ilustradores para presentar una reconstrucción histórica de calidad se encuentra en la novela gráfica. El cómic histórico ha dejado de ser en muchos casos un crisol de elementos iconográficos incongruente, y tanto guionistas como ilustradores buscan la mayor fiabilidad histórica recurriendo a amplias bibliografías, glosarios e incluso el asesoramiento de profesionales en su trabajo, como Michael Green del King’s College, avalista de la serie Murena (1999) de Jean Dufaux y Phillipe Delaby, que recrea la Roma de los emperadores Claudio y Nerón, o la obra de Marini Las águilas de Roma (2008) cuya trama discurre en el reinado de Augusto y las campañas en Germania. Ambas son deudoras, entre otras, del trabajo pionero de Jaques Martin y la serie Alix, personaje empleado también desde hace décadas como hilo conductor de comics didácticos sobre el mundo antiguo, desde Grecia a China. Con todo, Osprey, al igual que otras editoriales dedicadas a la publicación de ensayos más profundos sobre Historia militar, como Pen & Sword o Cassell & Co., no cubren todo el espectro de la divulgación. Las publicaciones periódicas mensuales o bimensuales cubren un sector importante de la demanda. Centrada en el ámbito del mundo antiguo, el bimestral holandés Ancient Warfare,19 publica desde 2007 trabajos de especialistas siguiendo una pauta editorial novedosa consistente en publicitar en su página web los temas de los dossiers centrales de los próximos números proponiendo a los interesados la remisión de propuestas de 19
Información completa sobre la línea editorial y los diversos números publicados disponible en: http://www.ancient-warfare.com/cms/
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artículos que posteriormente son aceptados o rechazados. En 2010 se ha iniciado la publicación en España de una revista influenciada por el modelo citado, Desperta Ferro,20 dedicada al mundo antiguo y medieval, aunque con una línea editorial mucho más efectiva y la participación de especialistas de ámbito europeo en cada uno de los temas tratados. Junto a los dos ejemplos citados, el espectro de las revistas dedicadas a la Historia militar o a la Historia en general pero que incluyen artículos sobre diversos aspectos de los conflictos bélicos en el ámbito editorial anglosajón es inabarcable, como muestra, por ejemplo, la oferta de distribuidores como Amazon.21 En este sentido, en Estados Unidos se publican, por ejemplo, las cabeceras Military Illustrated,22 Military Heritage,23 Military History24 sobre historia de la guerra en general, además de otros más específicos dedicados a la Guerra Civil americana25 o a la segunda Guerra Mundial.26 Y la demanda de dichos productos no hace sino aumentar creándose con cierta frecuencia nuevas revistas específicas derivadas de las anteriores. En contra de lo que pudiera creerse, no se trata de una problemática estrictamente norteamericana. El mercado editorial francófono cuenta asimismo con una amplia muestra de publicaciones sobre Historia e Historia militar,27 algunas de las cuales se centran en el análisis de batallas de cualquier período como Champs de Bataille,28 aunque la mayor parte de las cabeceras están dedicadas a las dos Guerras Mundiales, con títulos como Ligne de Front, La Guerre 14-18, La Guerre 39-45, 2ème Guerre Mondiale, Batailles & Blindés,29 o Batailles30 y al período napoleónico, con títulos como Gloire et Empire,31 La Revue Napoléon, Napoléon Ier, Napoléon III, o Soldats Napoléoniens, algunas de las cuales, como Tradition Magazine, llevan publicándose desde hace 25 años. Y el interés por dichos temas no sólo no decae sino que aumenta exponencialmente. Los ejemplos citados muestran a la perfección como la 20
Información sobre la revista en: http://www.despertaferro-ediciones.com Véase un claro ejemplo en su página web: http://www.amazon.com/b/ref=bw_ab_602342_7?ie=UTF8&node=252991011&pf_rd_p=309 252801&pf_rd_s=browse&pf_rd_t=101&pf_rd_i=602342&pf_rd_m=ATVPDKIKX0DER&p f_rd_r=128N6XC65TKYEQVBHMBH 22 http://www.adhpublishing.com/mi/index.htm 23 http://www.militaryheritagemagazine.com/ 24 http://www.historynet.com/magazines/military_history 25 http://www.historynet.com/americas-civil-war 26 http://www.historynet.com/worldwar2 27 Una relación no exhaustiva puede constatarse en: http://www.journaux.fr/histoire_art-et-culture_1_0_45.html 28 http://www.net4war.com/champsdebataille/index-cdb.php 29 http://www.batailles-blindes.com/ 30 http://batailles.histoireetcollections.com/ 31 http://www.lcvservices.com/index.php?page=shop.browse&category_id=6&option=com_virtuemart&Itemid=1&vmcchk=1&Itemid=1 21
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divulgación histórica de calidad cubre una demanda específica de conocimiento que contribuye a redefinir el papel y la percepción que la Historia militar tiene en el mundo occidental. Reconstrucción histórica y turismo militar La difusión cuenta también desde hace más de dos décadas con una excepcional vía de trabajo: la reconstrucción histórica. Deben distinguirse los proyectos desarrollados sobre una cuidada base documental, y en los que todos y cada uno de los elementos reconstruidos corresponden a la realidad histórica del período tratado, y las asociaciones destinadas a la dinamización social mediante su participación en certámenes y espectáculos lúdicos. El primer grupo32 se caracteriza por la fidelidad al detalle y, tanto en Europa como a lo largo de los últimos años en España, la colaboración con especialistas y docentes ha proporcionado excelentes resultados basados en el rigor científico. El conocimiento sobre la guerra, y especialmente los conflictos en el mundo antiguo ha avanzado sin duda gracias a dichas iniciativas. Pese a que de nuevo son las guerras napoleónicas y la segunda Guerra Mundial las que atraen la mayoría de grupos,33 las guerras de Grecia y Roma cuentan con un elevado número de asociaciones de reconstrucción – a modo de ejemplo más de un centenar sólo en Estados Unidos, aunque las sedes de dichas asociaciones cubren prácticamente toda Europa, además de Canadá, Australia, Nueva Zelanda e, incluso, Venezuela –,34 que incluyen también la recreación de estructuras sociales enfrentadas al dominio romano, ya sean pictos,35 germanos,36 celtas37 o púnicos. Algunos de dichos grupos, como la The Ermine Street Guard,38 han alcanzado un altísimo nivel de fiabilidad en sus reconstrucciones que justifica plenamente el trabajo realizado, siendo ahora los investigadores académicos quienes extraen ideas y plantean líneas de trabajo en función de los resultados obtenidos. Con todo, cabe señalar que la reconstrucción histórica sigue siendo denostada – 32
Véase una relación detallada de los principales grupos en: http://www.reenactor.net/ 33 http://skirmishmagazine.com/skirmish-magazine/this-issue/ 34 Puede analizarse la lista de las principales asociaciones, así como los datos sobre las reuniones en las que participan en: http://www.romanempire.net/romepage/Links/roman_reenactment_groups.htm 35 Uno de los ejemplos más destacados en: http://www.ironage-history.com/brigantia/ 36 Uno de los grupos más activos, con amplia información sobre otras asociaciones en: http://www.hallstattzeit.de/ 37 Uno de los ejemplos más destacados puede consultarse en: http://www.lesambiani.com/site.php 38 http://www.erminestreetguard.co.uk/
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por incomprendida – en amplios sectores universitarios, que la reducen al estadio del folklore o las fiestas populares, negándole cualquier valor intrínseco. Nada más alejado de la realidad. La difusión basada en la reconstrucción es sin duda en la actualidad el elemento pedagógico más determinante en los espacios museográficos. Desde la Prehistoria hasta la actualidad no existe mejor forma que la demostración para transmitir ideas y conocimientos al gran público. No se trata tan sólo de los talleres didácticos que cualquier museo ha incorporado a su oferta educativa, sino de la organización de centros específicos cuyo núcleo vertebrador es específicamente la reconstrucción histórica. Especialmente en Francia, los archéosites han alcanzado elevados niveles de calidad, destacando entre ellos los ubicados en los yacimientos de Alesia,39 Marle40 o Samara41 entre otros, ejemplos que cubren desde la Prehistoria hasta la época merovingia, sin olvidar que en los museos dedicados a los conflictos del siglo XX o la época napoleónica, las propuestas de difusión son continuas. La reconstrucción de calidad necesita disponer de buenos materiales para hacer creíble, fiable y científicamente correcta la recreación. Y no es sencillo disponer de ellos. Revistas especializadas como Tradition Magazine cuentan con apartados específicos bajo el epígrafe “Revue de détail” en el que historiadores y expertos analizan la tarea de los grupos, llegando hasta el detalle de aplicar la información proporcionada por los reglamentos de época para validar o rechazar las medidas de los ojales de una casaca napoleónica o el trenzado de los alamares de un dolman. Para cubrir la demanda se ha desarrollado una auténtica industria que cubre todos los períodos, siendo ejemplo destacado de ella Armae42 como inicio de una larga lista de proveedores.43 La importancia de los grupos de reconstrucción se ha plasmado también en la cinematografía, donde la recreación histórica rigurosa ha substituido durante la última década a las presentaciones idealizadas derivadas, en el caso del mundo antiguo, de las producciones italianas de las décadas de 1950 y 1960 conocidas como peplum. Aunque se siguen realizando adaptaciones lamentables, como Troy (2004), el rigor y la minuciosidad son generales, destacando en este sentido la serie Rome (2007), probablemente la mejor reconstrucción realizada del período final de la República. En Estados Unidos, la participación de los re-enactors en films sobre la Guerra Civil se inició a principio de la década de 1990, contándose 39
Una presentación del proyecto en: http://www.alesia.com/ http://www.museedestempsbarbares.fr/ 41 http://www.samara.fr/ 42 Su extenso catálogo cubre cualquier producto necesario para una reconstrucción militar desde la antigüedad a la segunda Guerra Mundial: http://www.armae.com/ 43 Clasificados por especialidades en: http://www.webieval.com/ 40
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títulos de excelente calidad histórica como Glory (1989), Gettysburg (1993), Gettysburg. Three days of destiny (2007) (Fig. 6) o Goods and generals (2003). Y no solo para la época indicada, puesto que films ambientados en la segunda Guerra Mundial, como Saving private Ryan (1998) o las series Band of brothers (2001) y The Pacific (2010) incorporan grupos de reconstrucción para aprovechar sus conocimientos, en una clara demostración de que la calidad en el trabajo histórico no es un elemento superfluo sino un signo de respeto hacia el público. En los ejemplos referidos a la guerra en la antigüedad, las necesidades de conjugar la información proporcionada por las fuentes clásicas y la arqueología con el trabajo real ha demostrado hasta qué punto las diferencias existentes entre teoría y práctica distorsionaban el contenido de las síntesis. Un apartado específico en el campo de la difusión lo constituye el turismo militar. Surgido en Gran Bretaña para potenciar el conocimiento de los campos de batalla en los que combatieron tropas británicas, es una propuesta que ha arraigado en diversos países de Europa que explotan así la potencialidad económica de su patrimonio histórico,44 siendo cada vez más numerosos los enclaves susceptibles de ser visitados.45 Con todo, los campos de batalla de la segunda Guerra Mundial,46 y las campañas del duque de Wellington en la península Ibérica continúan siendo los que tienen mayor aceptación.47 De hecho, la conmemoración a partir de 2005 de los diez años de las campañas del Imperio napoleónico han dado un mayor relieve a estas iniciativas secuenciando cronológicamente encuentros y rutas específicas que está previsto culminen en junio de 2015 en el bicentenario de Waterloo. Un hueco en la Academia La publicación de los estudios académicos sobre la guerra sigue en líneas generales los cauces del resto de temáticas de la antigüedad, empleándose como canal principal las revistas universitarias generalistas. Como excepción, desde principio de la década de 1990 se cuenta, no obstante, el Journal of Roman Military Equipment Studies48 dedicado especialmente al ejército romano. Pese a la importancia creciente que los estudios sobre Historia militar han adquirido en los últimos años, su inclusión en el marco universitario como disciplina es todavía muy puntual. En ninguna de las principales 44
Una relación general de los circuitos puede consultarse en: http://www.battlefieldstrust.com/resource-centre/ 45 http://www.battlefieldstrust.com/resource-centre/civil-war/battlepageview.asp?pageid=706 46 http://battlefieldsww2.50megs.com/ww2_battlefield_tours.htm 47 http://www.theculturalexperience.com/battlefield_tours/wellington_in_the_peninsula.php 48 http://www.armatura.connectfree.co.uk/jrmes.htm
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universidades europeas se incluyen cursos específicos de grado dedicados a la arqueología del conflicto, siendo en los contados casos en los que se ofrecen materias relacionadas con la guerra, como en la University of Glasgow,49 una vía de perfeccionamiento o segundo ciclo al que se accede a partir de los estudios de historia o arqueología. Glasgow cuenta con una institución pionera, el Center for Battlefield Archaeology, desde el que se dirigen diversos proyectos de investigación, entre ellos la revisión arqueológica de la batalla de Culloden (1746), y el análisis de la campaña que condujo a la caída en 1942 de Singapur ante el ejército japonés en el transcurso de la segunda Guerra Mundial. Tony Pollard e Ian Banks son en el CBA los responsables de la edición de una revista específica, el Journal of Conflict Archaeology50 creada en 2005 cuyos objetivos, además del análisis de los campos de batalla y la arqueología militar, cubre también otros aspectos genéricos del conflicto como la arqueología industrial y de las revueltas populares, los monumentos conmemorativos, las prácticas de nacionalismo y el colonialismo asociadas a la guerra, el conflicto de clases y sus orígenes, y la aplicación de la investigación forense a los yacimientos formados como consecuencia de la guerra y su importancia en la denuncia y defensa de los derechos humanos. Los estudios sobre conflictos recientes tienen asociado un elemento de gran calado que prima en su desarrollo: los factores y el impacto emocional que tiene la posibilidad de recoger las experiencias de los supervivientes de los hechos estudiados, especialmente dramáticas en el caso de crímenes de guerra, así como la realización de ceremonias conmemorativas. Por ello, y a diferencia de otros períodos, la arqueología e historia militar contemporáneas cuentan con una importante proyección social dentro de lo que ha venido en denominarse como “proceso de recuerdo”, una fórmula de cohesión social relacionada con la concepción actual del tratamiento de la muerte en el mundo occidental que incluye la construcción y mantenimiento de monumentos conmemorativos que, si en un principio eran el resultado de la necesidad política de exaltación de las victorias, en el presente se perciben – y conciben – como un recordatorio de los horrores de la guerra al pasar al primer plano de la identificación quienes padecen sus consecuencias antes que quienes la dirigen. Pero no siempre es así. Hasta la publicación del libro de L. H. Keeley War before Civilization (1996) los análisis sobre las estructuras sociales de las comunidades cazadoras-recolectoras y pre-jerarquizadas se regían por la idea de la inexistencia de conflictos, dando carta de naturaleza a la tesis del buen salvaje. Como resultado de sus postulados, y pese a las críticas, los 49
Una explicación de los programas en: http://www.gla.ac.uk/departments/battlefieldarchaeology/ 50 http://brill.publisher.ingentaconnect.com/content/maney/jca
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estudios sobre la antropología de la guerra han dado paso a trabajos sobre arqueología de la guerra, en cuyo análisis se identifican dos líneas de estudio. Los trabajos calificados como “aproximaciones indirectas” en los que se describen las heridas documentadas en los restos humanos exhumados, los tipos de armas necesarios para causarlas, o el papel social de los guerreros especialmente durante la Prehistoria reciente y la Protohistoria a partir de los ajuares funerarios y las tipologías de enterramiento son cada vez más frecuentes, aunque en muchas ocasiones las conclusiones asumidas deberían revisarse al haber dependido en exceso para su enunciación de presupuestos antropológicos argumentados en función de datos no coetáneos espacial y cronológicamente con el sujeto de estudio. El segundo grupo, las “aproximaciones directas” corresponderían a la identificación de campos de batalla, un extremo, como se ha indicado anteriormente, escasamente desarrollado. Los proyectos citados deberían suponer una revisión en profundidad de la forma en que la Academia ha tratado el estudio de la guerra especialmente durante la segunda mitad del siglo XX. El análisis de la bibliografía empleada por Hanson en la definición de su tesis sobre el modelo occidental de la guerra muestra el escaso número de obras de síntesis producidas sobre la guerra antigua durante la segunda mitad del siglo XX, puesto que los trabajos de Y. Garlan (Garlan 1972), J. Harmand (Harmand 1973), W.K. Pritchett (Pritchett 1971-1985), J. P. Vernant (Vernant 1968), J. Warry (Warry 1980) e incluso Y. Yadin (Yadin, 1963) continuaban siendo las referencias esenciales. Dichas obras, ejemplos sobresalientes de una escuela de análisis ajustada a los parámetros académicos, ha sido continuada por los trabajos de investigadores como Yann Le Bohec y Adrian Goldsworthy, probablemente los autores más destacados de las escuelas francesa y británica, que han unido a un riguroso trabajo de investigación las claves de la divulgación histórica rigurosa que les ha permitido acceder a un público no habitual de los cenáculos universitarios. Pero si bien en el campo de la guerra en el mundo clásico puede debatirse respecto a los tratamientos dados a conflictos de los que nadie pone en duda su existencia, en el ámbito de la Prehistoria el problema es más profundo. Con todo, dichas obras no pueden ser consideradas como una ruptura en la forma de estudiar la guerra. Regresemos como punto final al modelo de Hanson y a su trascendencia real. En síntesis plantea la vinculación entre democracia y defensa del estado y propugna la necesidad cultural que las poleis griegas tenían de resolver sus conflictos mediante una lucha en la que no se dirimía tanto la potencia física y el entrenamiento de los contendientes sino sus principios ideológicos. La batalla reglada consistía en una sucesión de actos – presentados de forma similar a la estructura de una obra teatral – (Hanson 1990, 285-286) en las que los combatientes luchaban al tiempo que 25
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eran observados, vinculándose por rasgos afectivos a compañeros y unidades, y no adquiriendo el concepto más dramático del verdadero significado de la guerra sino con el paso del tiempo y la acumulación de horrores en el espíritu de cada guerrero. Pero pese a que fija la atención sobre los aspectos psicológicos de la lucha y su impacto individual en cada combatiente, la presentación que realiza de la forma de encarar el combate no difiere de un relato de tintes heroicos cuando afirma: “la victoria o la derrota dependían únicamente de la capacidad de los combatientes para mantenerse en pie embutidos en su armadura durante una hora (…) resistiendo a la tentación de retroceder o huir ante la punta de una lanza blandida frente a su cara”; frases que podrían corresponder a la esencia de cualquier discurso hagiográfico. La superioridad ideológica de su planteamiento terminaría en el momento en que la tecnología militar supera al espíritu del hombre como factor decisivo en el combate, con lo que la segunda Guerra Mundial habría sido la última expresión del sistema de combatir nacido en la Grecia clásica antes de que la era nuclear cambiara radicalmente la forma de entender la guerra. La puerta abierta por Keegan y Hanson no sólo no se ha cerrado, sino que cada vez es mayor el número de trabajos que intentan explicar el conflicto desde la perspectiva del simple guerrero, como J. W. I. Lee (Lee 2007), quien, proclamándose deudor de los anteriores, ha descrito las relaciones personales y de cuerpo de los mercenarios cirenos durante la retirada de Jenofonte. Keegan, pese a avalar las tesis de Hanson, realiza en sus trabajos posteriores a The Face of Battle un estudio mucho más profundo a la vez que más poliédrico de la guerra. La revisión del análisis de los conflictos no puede circunscribirse a la definición del punto de vista del soldado anónimo durante la traumática experiencia de un combate o una campaña, sino que debe aportar una visión mucho más global del conflicto. En su planteamiento, los conflictos no pueden comprenderse en función de las afirmaciones de Clausewitz cuando indicaba que la guerra era una continuación de la política por otros medios, puesto que dicha idea, consolidada durante la época de la Ilustración y la definición del sistema político de los estados-nación en substitución de los estados-reino en Europa, no responde a la realidad. Keegan indica acertadamente que no existe una única línea de interpretación del hecho bélico puesto que el conflicto no responde siempre a los mismos – y únicos – planteamientos. La guerra es así “mucho más que la política y es siempre una expresión de cultura, muchas veces un determinante de las formas culturales y, en algunas sociedades, la cultura en sí” (Keegan 1993, 31). Sin embargo, desde una perspectiva esencialmente occidental, define la existencia de sociedades, sistemas o grupos políticos alejados del etnocentrismo europeo como zulúes, mamelucos, cosacos o los aborígenes de la isla de Pascua, en los que la 26
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guerra constituiría una parte intrínseca de su ideología hasta el punto de poder considerarse como la base de su sistema social. Los ejemplos indicados definirían las sociedades guerreras por antonomasia. Cabe preguntarse si Esparta, Roma o las tribus célticas, por indicar tan sólo algunos casos, no podrían incluirse en los mismos principios dado el papel central que confieren a los sistemas de vinculación entre guerreros, el combate y el ejército como elementos determinantes de su cohesión social interna. El modo occidental de la guerra como sistema restrictivo lo aplica también a las fases iniciales de la conquista islámica, indicando que una vez terminada la expansión, la guerra dejó de ser un elemento esencial en su sistema cultural hasta el inicio de los enfrentamientos con Occidente. Dicho contacto sería perjudicial para el sistema de los países cristianos al “resolverse el dilema intrínseco al cristianismo respecto a la moralidad de hacer la guerra, al contagiarse Occidente con la ética de la guerra santa, que a partir de entonces dotaría a la cultura militar occidental de una dimensión ideológica e intelectual de la que había carecido hasta entonces” (Keegan 1993, 464). Es decir, la ideologización del combate – podría interpretarse que la irracionalidad del sacrifico en la lucha –, es una premisa adquirida por Occidente durante la Edad Media, negando así que toda guerra sea en su origen la expresión de una estructura de pensamiento y contradiciendo las ideas de sacrificio personal en bien de la colectividad explicadas por Hanson. Dichas ideas decaerían durante los siglos XVIII y XIX, manteniéndose durante los conflictos calientes y fríos del siglo XX dentro de unos parámetros comprensibles puesto que los bandos enfrentados antes, durante y después de la segunda Guerra Mundial, respondían, de hecho, a una misma tradición de combate. El error de Europa habría sido la exportación de su sistema de lucha durante el colonialismo, dándolo a conocer y permitiendo analizar sus errores y debilidades. Por ello, a principio del siglo XXI, y ante amenazas diferentes, el militarismo basado en las opciones políticas – no se cuestiona si son legítimas o no, únicamente se indica que se trata de las occidentales por lo que su validez se da por asumida – debe seguir siendo aceptado y empleado como una necesidad: “la comunidad mundial requiere más que nunca guerreros hábiles y disciplinados dispuestos a ponerse al servicio de la autoridad. Unos guerreros que pueden con rigor considerarse protectores de la civilización, no sus enemigos. El modo en que combatan por la civilización – contra el fanatismo racista, los militaristas, los intransigentes ideológicos, los vulgares saqueadores y el crimen internacional organizado – no puede derivarse únicamente del modo occidental de hacer la guerra” (Keegan 1993, 466). Occidente se encontraría así ante el reflejo y la respuesta a su
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propia creación, siendo imposible negar su responsabilidad en el sistema actual de conflictos. Por ello, la historiografía occidental conceptual sobre la guerra incide en la necesidad de estudiar las causas de los conflictos antes que las fases o hechos de su desarrollo, extremo que aún no ha llegado a los trabajos sobre el mundo antiguo para definir con certeza sus causas, asumiendo en la medida de lo posible – o de lo aceptable – las responsabilidades, como indica P. Partner: “las circunstancias del tiempo presente a menudo nos llevan a pensar que la guerra santa sólo es parte de los conflictos actuales en el caso musulmán, pero una visión ponderada de su versión cristiana revela que la influencia de las cruzadas va mucho más allá de lo que generalmente se supone y que actitudes cristianas que creemos enterradas ejercen una influencia mayor de lo que imaginamos en nuestro punto de vista presente (…) la guerra santa es un punto en el que se entrecruzan la religión, la moral y la búsqueda del interés político” (Partner 2002, 25). Las tesis actuales derivan pues hacia la justificación de la guerra. Establecer, en apoyo de un planteamiento político e ideológico, la legitimidad del conflicto, o lo que es lo mismo, cuando un grupo social o un estado tienen el derecho y la justeza moral para empuñar las armas. La conclusión a la que llega Partner es que las guerras santas no son nunca justas pues no responden al único motivo que podemos comprender como aceptable: responder ante el ataque recibido. Sin embargo, cabe añadir que no siempre es factible establecer la causa inicial o primigenia de una agresión y que los componentes de acciónreacción son indisolubles de cualquier planteamiento. En consecuencia, es el código ideológico, la definición moral de la guerra, uno de los factores esenciales en los estudios recientes. Bellamy (Bellamy 2009, 21) invoca a Cicerón para explicar su concepción de la justicia para hacer la guerra: la diferenciación entre el hombre y las bestias: “la única excusa para ir a la guerra es poder vivir pacíficamente sin sufrir daño alguno; cuando se logra una victoria, debe perdonarse a todos aquellos que no han demostrado ser sanguinarios ni bárbaros en el ejercicio de la guerra”, ideas que Roma no se cuidó de aplicar en demasía. Su tesis recoge y amplía los trabajos anteriores de Michael Walzer (Walzer 2001) quien estudió y definió los aspectos morales de la guerra, aludiendo a elementos esenciales como la moralidad de las acciones que se imputan a los combatientes, para enunciar el concepto de “convención de la guerra”, entendido como el conjunto de normas articuladas, costumbres, códigos profesionales, preceptos legales, principios religiosos y filosóficos, términos asumidos que sirven para definir el grado de masacre – la delimitación entre defensa y carnicería – que un sistema social está dispuesto a admitir como necesario o soportable. Pero la idea de la guerra justa es siempre un paso en
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la dirección de legitimar un enfrentamiento, agresión o respuesta preventiva ante una amenaza real, sobredimensionada o inexistente. A modo de conclusión De lo expuesto anteriormente se deduce que respecto a la investigación y difusión de la guerra en el mundo antiguo – esencialmente la concerniente a Grecia, Roma y sus adversarios – no existe una propuesta historiográfica unitaria en el ámbito académico. Los estudios generalistas sobre la organización de los ejércitos, las biografías de jefes militares y las recopilaciones de las principales batallas siguen gozando no sólo de una amplia consideración, sino que son aún mayoritarios en la producción científica como se desprende de los catálogos de las principales editoriales y distribuidores. En la mayor parte de la obras de este primer grupo las fuentes escritas y epigráficas continúan siendo el núcleo de la información, contrastada cada vez en mayor medida por la inclusión de informaciones procedentes del registro arqueológico pero sin que éstas últimas substituyan a las primeras como fuente primigenia de análisis. En segundo lugar, la aplicación de las tesis sobre el modo occidental de la guerra, siguiendo a Keegan y Hanson, constituye cada vez más un referente en la producción no tanto por elaboración y avance en las líneas de trabajo indicadas, sino por aplicación directa de sus postulados. Pero, aún y cuando la metodología no varíe, el campo a desarrollar es tan amplio que las aportaciones pueden ser en muchos casos de gran interés y relevancia tan sólo mediante la aproximación desde una nueva perspectiva a un corpus documental – el mismo que el empleado por el primer grupo – que podría haberse considerado ya agotado en sus posibilidades de proporcionar nueva información. Los sistemas de difusión basados en la reconstrucción y la experimentación ayudarán sin duda a profundizar en el análisis de las experiencias del combatiente anónimo de cualquier ejército. Queda una tercera vía que, partiendo del análisis académico de la guerra, tiene como finalidad última plantear las causas políticas de la misma (Padgen 2011); pero no desde la perspectiva de la dicotomía entre Roma y Cartago, o de la oposición entre los poleis democráticas y aristocráticas, sino desde una visión global contemporánea del enfrentamiento OrienteOccidente. Así, por ejemplo, las Guerras Médicas serían el inicio de la lucha que la culta y más avanzada civilización occidental ha debido librar a lo largo de su historia con el autoritarismo y las teocracias orientales, como si el reinado de Darío III no fuera sino un preludio del régimen khomeinista en Irán, y la guerra santa del siglo VII la base de los postulados de Osama Ben Laden. Y aunque ambos bandos se nutren de referencias ideológicas y argumentos históricos para sustentar sus postulados y acciones, cabe 29
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recordar, por encima de oportunismos coyunturales, que cada estructura social es consecuencia de los factores que la definen y conforman, esencialmente los contemporáneos y que, por ello, la invasión de Iraq no tiene nada que ver ideológicamente con Marathon, las Termópilas o Salamina. Y, sin embargo, y especialmente en Estados Unidos, es esta tercera visión de los conflictos en el mundo antiguo la que se está imponiendo con un único objetivo: contribuir al rearme moral de sus ciudadanos ante una serie de conflictos que se prolongan ya durante una década y cuyo coste humano y material es cada vez más difícil no sólo de soportar sino también de comprender y aceptar, y demonizar al enemigo haciéndole parecer el resultado actual no de una coyuntura, sino de un sistema cultural y social que de forma cíclica amenaza e intenta destruir los valores – etnocéntricamente considerados superiores – de la civilización occidental. En todo caso, y en cualquiera de los tres supuestos de estudio y análisis, lo cierto es que nunca como en los últimos diez años, se había prestado tanta atención por parte de la Academia y la sociedad al estudio y conocimiento de la guerra en el mundo antiguo.
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Discusión ROGER RIERA: ¿Cómo podemos identificar a nivel arqueológico un campo de batalla de la Antigüedad? FRANCISCO GRACIA: El elemento esencial es, en primer lugar, determinar, en función de la topografía del terreno, cuál es la posibilidad de ubicación de un campo de batalla. En segundo lugar, debe procederse a una prospección sistemática, aplicando la misma metodología de prospección que utilizaríamos para documentar cualquier otro tipo de yacimiento arqueológico. En tercer lugar debe utilizarse el detector de metales. De esta forma podemos identificar concentraciones de objetos y la secuencia de desplazamiento del conflicto. Posteriormente es cuando se inicia la excavación arqueológica. En el caso de Talamanca (1714) el equipo DIPATRI ha utilizado el GPS para el posicionamiento de todos los materiales, lo que ha permitido reconstruir el desarrollo del enfrentamiento militar. Por lo tanto, un campo de batalla se ha de estudiar como cualquier otro tipo de yacimiento arqueológico. El gran problema con el que nos topamos en el caso de campos de batalla de la Antigüedad es el de la identificación del lugar, tal y como se aprecia, por ejemplo, en el caso de Empúries. La identificación de campos de batalla, sin embargo, es fundamental para ir más allá de la mera reinterpretación de unas fuentes escritas cuya información es a menudo sesgada e incompleta. JORDI PRINCIPAL: ¿Cómo valoras que la génesis de algunos de los proyectos relacionados con la investigación arqueológica de campos de batalla tenga un fuerte componente nacionalista? FRANCISCO GRACIA: Esta pregunta se puede contestar desde muchos puntos de vista. En realidad éste no es un problema actual sino que se remonta hasta el siglo XIX. Un ejemplo de ello son los trabajos de excavación que promovió Napoleón III en relación con el asedio de Alesia. Otro ejemplo, aún sin llegar a identificar el lugar exacto del enfrentamiento, es la utilización que el II y el III Reich hicieron de la batalla de Teutoburgo. Efectivamente ese peligro que denuncias existe, y es el heredero directo de la arqueología nacionalista propia del siglo XIX. Por otra parte, debemos tener en cuenta el problema de la financiación de la investigación arqueológica en España, una tipo de financiación que no debería condicionar el desarrollo del trabajo arqueológico pero que, lamentablemente, sí lo hace, muchas veces con la idea de reescribir la historia. Sin embargo, no podemos aproximarnos a una parte de la historia, 34
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reinterpretarla y plantearla de forma simplista, como una lucha entre “buenos” y “malos”, como en el caso de la Guerra Civil a partir de la Ley de la Memoria Histórica. Los muertos son muertos por ambos bandos y nuestra obligación es la de explicar la génesis de un conflicto, su contexto y los hechos que tuvieron lugar. Lo que no puede hacerse es interpretar en función de la situación política de cada momento. Es de lamentar que desde la Administración, desde cualquier administración, se haga un planteamiento dirigista de las conclusiones de la investigación. Eso es muy peligroso.
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Fig. 1. Horace Vernet, La batalla de Wagram. Museo de Versalles.
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Fig. 2. Monumento al teniente coronel Gordon, ayudante de campo del duque de Wellington, muerto en la batalla de Waterloo. Waterloo.
Fig. 3. La glorificación del sentimiento nacionalista de la guerra. Guardia a la bandera francesa, 1914.
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Fig. 4. Los desastres de la guerra. La catedral de Saint Martin (Yprès), en 1918.
Fig. 5. Arqueología del conflicto. Cementerio estadounidense sobre la playa Omaha (Francia).
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Fig. 6. Reconstrucción histórica. Cartel del film, Gettysburg. Tres días para un destino (2007).
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Reflexiones sobre la historia, situación actual y perspectivas de la Arqueología e Historia Militar antigua en España Fernando Quesada Sanz Universidad Autónoma de Madrid
Para comprender la situación actual de los estudios sobre Arqueología e Historia Militar antigua en España es a mi juicio necesario acometer alguna reflexión comparativa, en especial con el ámbito anglosajón, y retroceder algo en el tiempo. Pese a que existe una estimable e importante aportación a dichos campos tanto en la tradición germana como en la francesa, cuyo peso fue especialmente importante en las décadas finales del s. XIX y primeras del XX, no cabe duda de que la referencia mundial es, en las últimas décadas, la escuela académica británica y estadounidense, casi unitaria en este tema, y su fuerte producción investigadora y divulgadora escrita por un gran número de autores que no proceden del ámbito académico. Dado que otro trabajo en este mismo volumen1 trazará en detalle esa historia, nos limitaremos aquí a un par de observaciones de referencia útil. Algo de comparación Como sabe cualquier especialista o aficionado español a los temas militares, hasta hace muy poco una visita al Reino Unido o los Estados Unidos de Norteamérica era motivo de envidia. En el ámbito anglosajón, en efecto, casi cualquier librería mediana cuenta con una rica sección dedicada a cuestiones militares, que abarca desde el estudio más o menos divulgativo de la historia de armas y uniformes, a análisis bien sesudos sobre la economía y la sociedad en los conflictos bélicos, pasando por toda la gama descriptiva de batallas y campañas militares de todas las épocas, y memorias de militares de toda graduación. Y todo esto no escondido en un rincón vergonzante sino colocado habitualmente en lugares bien visibles e incluso privilegiados desde el punto de vista del marketing editorial. Sólo en los últimos cinco años, en un boom editorial sin precedentes, se ha alcanzado en España una 1
Ver en este mismo volumen el capítulo de F. Gracia.
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situación similar, hasta un grado incluso en que cabe temer a corto plazo un problema de saturación y hartazgo por la forma en que diversas editoriales se han lanzado con voracidad sobre el recién descubierto filón. Volveremos al final sobre algunas de las consecuencias de este fenómeno. En conjunto, y con los matices apropiados del caso, la Historia Militar académica ha alcanzado en Gran Bretaña o Estados Unidos un status de amplia respetabilidad y reconocimiento universitarios,2 aunque sin alcanzar todavía pleno rango de especialidad independiente que la sitúe al mismo nivel que la Historia Económica o Social. Las cuestiones militares nunca se libran del todo de un cierto halo de sospechosas tendencias freak, si no de algo peor y socialmente incorrecto. Algún académico británico nos ha expresado en alguna ocasión su idea de que, pese a la percepción que se pueda tener desde Francia o España, la especialización en temas militares sigue siendo considerada una línea ‘menor’ en las esferas más altas de su tradición académica. Y desde luego, para mantener la respetabilidad, el historiador o arqueólogo ha de mantener las adecuadas distancias con los ‘aficionados’ a las armas y los uniformes, los juegos de guerra y el coleccionismo.3 La Historia y Arqueología Militar han avanzado en el mundo anglosajón a lo largo de dos avenidas paralelas pero sólo ocasionalmente conectadas. Por un lado, el ámbito académico, universitario, con una muy estimable y rigurosa producción que abarca todos los periodos y temas, y en la que ahora no nos compete entrar, pero que ha sido la base de una oleada de traducciones que se han realizado (y a veces perpetrado) en España en los últimos cinco años. Regresaremos sobre ello también. Por otro lado existe – de manera casi independiente – un mercado que se centra en el ámbito ‘aficionado’ de los ‘wargamers’ y de los coleccionistas de figuras de plomo, uniformes y armas. Se trata de un amplísimo mercado que demanda y proporciona la ‘masa crítica’ de compradores a una floreciente industria editorial, como muestran en Gran Bretaña y los USA desde hace muchos años la colecciones editadas por sellos como Osprey, Montvert, Arms and Armour Press, Greenhill, Tempus, Pen & Sword y otras muchas editoriales, parte de las cuales sin embargo han desaparecido o se 2
Como muestra, por ejemplo, y para el mundo antiguo que ahora nos ocupa, la existencia de revistas especializadas como el Journal of Conflict Archaeology dentro del Centre for Battlefield Archaeology de la Universidad de Glasgow. Sin embargo, el prestigioso Journal of Roman Military Equipment Studies (JRMES) se publica desde fuera del establishment académico. 3 Con todo, esto está cambiando poco a poco. Véase al respecto el peculiar libro de Philip Sabin, quien pese a su respetable posición como profesor de Estudios Estratégicos en el King’s College de Londres, se ha atrevido a publicar Lost Battles, en el que, junto con la parafernalia académica habitual de notas, bibliografía y citas, emplea modelos de simulación tomados directamente del hobby de los wargames o juegos de guerra (Sabin 2007).
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han fundido con otras en grupos mayores a lo largo de los últimos años.4 Lo mismo ocurre con revistas que abarcan desde un nivel asimilable en la alta divulgación académica (como Ancient Warfare), a otras centradas en los diferentes hobbies militares (como las desparecidas Battle, Wargamers’ Newsletter o Military Modelling, Wargames Illustrated y un largo etcétera). Los autores de este segundo tipo de obras han salido durante mucho tiempo de entre las filas de los propios aficionados, pero desde hace una década aproximadamente los especialistas han accedido a bajar de su torre de marfil, al tiempo que los editores han comenzado a exigir unos estándares de trabajo más rigurosos, sin que por ello las ventas se hayan resentido. La calidad de estas obras oscila entre trabajos excelentes en el conocimiento de los detalles arcanos de armas o uniformes, a veces pero no siempre producidos por académicos (en el caso del mundo antiguo, los Drs. N. Sekunda, D. B. Campbell, D. Nicolle o R. Cowan entre otros), hasta libros claramente prescindibles salvo para el más joven e inexperto de los adolescentes que quiere documentarse para pintar su primera figura de plomo. A menudo – pero no siempre –, la calidad va asociada a la procedencia del autor, ya que pocos escritores ajenos al ámbito académico manejan con eficacia los instrumentos adecuados para una publicación seria, por divulgativa que sea. En todo caso, esa carencia de las herramientas del oficio suele manifestarse en estos libros en la ausencia de bibliografías – y por supuesto de notas –, de citas correctas a las fuentes originales, de distinción entre datos y opiniones, aspectos todos que son requisito mínimo en cualquier trabajo no ya de investigación, sino de divulgación seria. En los últimos años, sin embargo, los libros de series tipo Osprey han mejorado mucho su contenido en este sentido. Una de las consecuencias del ejemplo que supone esta producción extranjera para la naciente imitación española es que, en pocos años, se ha producido un salto cualitativo en la producción de libros divulgativos y de revistas, salto que en el Reino Unido ha llevado décadas. La razón es que el mercado ‘aficionado’, una vez formado, es ávido, en España tanto como en el mundo anglosajón, de productos cada vez más detallados y mejor investigados, hasta el punto de que títulos muy generales y enfoques a veces pueriles que hace apenas media década eran casi lo único disponible en el mercado editorial español, se ven ahora desbordados por la demanda creciente de obras más especializadas y mejor escritas. Sigue existiendo también una demanda de productos de nivel elemental, marginalmente útiles para las nuevas oleadas de aficionados, a menudo muy jóvenes, que se introducen en la materia. 4
A título de ejemplo, véase el enorme catálogo de Osprey Publishing: http://www.ospreypublishing.com/, sin duda la editorial popular que mejor se ha adaptado a los cambios de público y de estrategia editorial.
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¿Una disciplina sospechosa? En el Editorial introductorio que Tony Pollard y Iain R. Banks escribían en 2005 para justificar la aparición de una nueva revista especializada, el Journal of Conflict Archaeology, se sentían obligados a explicar que desde los años setenta del siglo XX, como consecuencia de la ‘Nueva Arqueología’, por un lado, y la educación del ‘flower power’ de los sesenta por otro – sin olvidar el impacto de Vietnam en el ambiente académico estadounidense –, ‘Se produjo un marcado rechazo a discutir los aspectos más claramente militares de esos conflictos o su expresión a través de actos de guerra… En parte, esto era una reacción contra la ortodoxia de las viejas generaciones, donde se asumían funciones militares [en los yacimientos y fortificaciones] prestando escasa atención a explicaciones alternativas no militares. En parte, además, no hay duda de que esta actitud nació de la actitud mental de los arqueólogos que aprendieron el oficio a fines de los sesenta y en los ochenta cuando entró en juego la llamada generación del ‘flower power’. Puede que se trate de una simplificación excesiva, pero durante casi tres décadas [hasta los noventa] el tema simplemente no estaba de moda, y era sobre todo percibido como el hobby mal enfocado de unos pocos derechistas y ‘wargamers’ (Pollard / Bank 2005, iv). En efecto, tras su época de gloria durante las últimas décadas del s. XIX y primera del s. XX, la Historia Militar adquirió definitivamente ‘mala fama’ después de los horrores de las Guerras Mundiales, en no pequeña medida porque se percibía, tanto en el ámbito académico como fuera de él, una relación entre su práctica y la actividad profesional (la guerra) de los militares de estado mayor – en especial los prusianos – que durante décadas la habían casi monopolizado. Era una Historia centrada en el análisis de las batallas antiguas y no tan antiguas desde el impersonal punto de vista de las ‘fichas’ rojas y azules, geométricas y racionales, colocadas sobre mapas… un tipo de enfoque inhumano que en los campos de batalla había costado la vida a millones de personas. Ahora los europeos no leían en la prensa sobre lejanas y exóticas guerras en la India, o China, o Sudáfrica, sino que muchos de ellos tenían personal y directa experiencia de su realidad, caótica, llena de horror físico y psicológico, y por tanto sabían lo lejana que era esta realidad de los asépticos análisis ‘a vista de pájaro’ de la Historia Militar tradicional. Que esta muy negativa percepción de la Historia Militar practicada hasta entonces fuera a veces injusta y en cierto modo caricaturizada no la hizo menos real e influyente. Si a esto unimos el péndulo de la moda académica, que desde el final de la Segunda Guerra Mundial osciló hacia los análisis sociales y el estudio de las infraestructuras económicas, supuestamente más decisivas para la explicación histórica que la narración de acontecimientos 44
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políticos y militares, la decadencia de la Historia y Arqueología militar estaba servida. Sólo entre un grupo relativamente reducido de aficionados a las armas – y aún así en cierta semiclandestinidad – se mantenían activos los intereses bélicos. En el caso de España, paradójicamente, la situación política, que desde las primeras décadas del s. XIX sobrellevaba un importante peso social y político del ejército,5 hubiera podido orientar las cosas de manera diferente. Pero, y como veremos enseguida, las limitaciones de la formación histórica de muchos altos militares del ejército franquista, y el creciente rechazo de los investigadores no militares hacia todo lo que tuviera que ver con el ejército, acabaron generando una situación paralela a la europea por razones en parte diferentes. Desde los años ochenta del s. XX, sin embargo, la situación fue cambiando gradualmente en Europa y los Estados Unidos. Para las nuevas generaciones que llegaban a la adolescencia y madurez, el horror de la experiencia directa de la Guerra Mundial quedaba atrás, al igual que la percepción de la amenaza inmediata de las ‘hordas soviéticas amenazantes tras el Telón de acero’. La tradicional fascinación que las armas, los desfiles, la tecnología ruidosa y peligrosa, y sobre todo la integración en un grupo cohesionado, han ejercido sobre la mayoría de los adolescentes y jóvenes a lo largo de la historia humana vuelve a hacerse notar, en Europa y por tanto en España, en la creciente demanda de literatura divulgativa militar, y también en el regreso del péndulo de la moda académica, regreso facilitado además por un notable cambio de enfoque. En efecto, la multifacetada Historia Militar presta hoy atención sobre todo a aspectos antes menos valorados, como la logística, los símbolos y ritos de la guerra, los aspectos sociales, la composición demográfica, étnica, social de los ejércitos, las finanzas, la psicología del combatiente, etc., sin abandonar los temas tradicionales como el análisis de tácticas, batallas y campañas y el estudio de los objetos de la guerra, armas, uniformes y vehículos. Pero también es cierto que en último extremo la guerra trata de – con la sanción aprobadora del conjunto de la sociedad – destruir físicamente a un enemigo. El estudio de las armas y las tácticas, de las operaciones, acaba siendo central para entender los mecanismos y el funcionamiento de la guerra, al igual que el comportamiento de los hombres que emplean esas armas. Es aquí donde el trabajo pionero de J. Keegan The Face of Battle (Keegan 1978), centrado en una aproximación mucho más realista y próxima al punto de vista de lo combatientes, ha ejercido una influencia decisiva, muy marcada en el periodo del mundo antiguo a través de los libros de V. D. 5
Entre otros, González Pola 2003 para el s. XIX; más general, Puell de la Villa 2005; Cardona 1990.
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Hanson y otros autores.6 El libro de Keegan tuvo cierto impacto en la nueva generación de investigadores españoles a partir de comienzos de los años ochenta (por ejemplo en quien escribe estas líneas), pero no fue traducido al español hasta 1990 y por una editora, el Servicio de Publicaciones del Estado Mayor del Ejército, de difusión escasa en el mundo universitario. El caso español. Un repaso histórico Creo que las razones por las que no ha existido en España una escuela de Historia y Arqueología Militar digna de tal nombre, y menos aún en comparación con el mundo francés, el alemán y, sobre todo, el anglosajón en fechas recientes, son múltiples y psicológicamente complejas, pero a mi modo de ver se basan sobre todo en que España ha estado – desde mucho antes del franquismo – divorciada de su Ejército y de su tradición militar. La construcción de la Historia de un estado moderno tiene mucho de percepción y de autosugestión, especialmente entre el gran público pero no sólo entre los civiles. Las ‘hazañas bélicas’, incluso en las derrotas, son a menudo elevadas a la categoría de mitos para construir la idea de un glorioso pasado militar. En términos militares, el Reino Unido aprovechó – y aprovecha – sus lejanas campañas coloniales, en la India o en África, libradas a una saludable distancia por lo que el horror real de la guerra no fuera percibido directamente por la población. Francia bebe de su pasado napoleónico y de la gloire de unidades como la Legión Extranjera, en la que incluso la derrota de Camarón (Méjico, 1863) se convierte en un exemplum. Si además el resultado es victorioso, como en la experiencia británica de Rorke’s Drift (Zululandia, 1879), mejor que mejor. Incluso, aunque parezca increíble, la experiencia de las monumentales contiendas mundiales de 191418 y 1939-45 ha proporcionado – a vencedores, pero también a los derrotados – motivos de exaltación militar. En la mayoría de los estados occidentales, incluyendo Rusia y los Estados Unidos de América, esa percepción del propio pasado ha generado una Historia Militar de la que las distintas poblaciones se vienen sintiendo en general orgullosos, con razón o sin ella, en la victoria y en la derrota. No es el caso de España, en la que durante la época napoleónica la sangrienta y desesperada Guerra de Independencia tuvo poco de épico, y donde las campañas coloniales y las guerras civiles que asolaron España durante todo el s. XIX y principios del XX fueron ampliamente rechazadas 6
Para el mundo griego su equivalente, inspirado directamente en la obra seminal de Keegan, fue el libro de D. Hanson, (1989) The Western Way of War, London. Finalmente, para Roma, A. Goldsworthy publicó en 1996 su The Roman Army at War, Oxford, obra importante que le abrió el camino para otros trabajos de carácter mucho más divulgativo.
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por el conjunto de la población, que debía alimentar un mal articulado ejército de quintos. No es lo mismo la generalizada percepción española de que sus soldaditos bebían orines en un blocao cerca de Anual antes de morir a manos de una cabila, o agonizaban de fiebre en los pantanos de Cuba, o incluso atacaban torpemente el Alcázar de Toledo para matar a otros españoles, que la percepción – respectiva en cada país – de las glorias prusianas, napoleónicas o victorianas, en grandes batallas campales o en resistencias heroicas, por mucho que detrás de esas glorias foráneas existieran a menudo episodios igualmente sórdidos, como ocurrió a menudo en las campañas británicas en Afganistán o Zululandia. Pese a algunas acciones interesantes, llamativas o incluso – ¿por qué no decirlo? – heroicas, la Historia Militar de España desde la Guerra de Independencia es por lo general una serie tras otra de episodios tristes y a menudo lamentables. Un ejército mal armado y organizado, sin recursos, a menudo forzado a actuar como fuerza de represión interna o empantanado en guerras impopulares, improductivas o salvajes – o todo a la vez, como en Cuba o Marruecos – no inspira demasiado para realizar estudios académicos. Además el ejército español pasó progresivamente de ser un foco liberal en la Guerra de Independencia, a encastillarse como un grupo cada vez más conservador, centrado en el control y la represión interna, un fenómeno que se agudizó tras la Guerra Civil de 1936-39. Todo ello ha creado una desconfianza en España hacia todo lo militar, desconfianza que se ha extendido hasta la Historia Militar, percibida tradicionalmente como una rama muy conservadora per se de los estudios históricos. Por otro lado, tras la destrucción del nazismo y del fascismo italiano, y el aislamiento de los años cuarenta, la intelectualidad española más inquieta y activa ha sido no sólo por regla general antifranquista, sino también antimilitarista y muy reacia a abordar estudios militares desde una óptica desapasionada que equilibrara los excesos mitificadores, dejando de esta modo campo libre a una Historia Militar hecha por aficionados y pobre de conceptos. Así, al tiempo que los académicos desconocían lo militar y lo rechazaban, algunos militares profesionales ocuparon plaza de historiadores, realizando trabajos de ‘investigación’ militar histórica para los que a menudo no estaban preparados – aunque por supuesto hay excepciones a la regla.7 La Historia y Arqueología Militar de los historiadores fue desde los años cuarenta casi testimonial; la de los militares – que a menudo además parecían apropiarse del tema –, era a menudo metodológicamente tosca e 7
La Revista de Historia Militar, decana de las españolas en estos temas (su número 1 data de 1957) viene editándose por el ejército – actualmente por el Ministerio de Defensa – y contiene numerosos ejemplos de ambas orientaciones. Desde hace una década su nivel académico medio ha aumentado considerablemente y, en la actualidad, puede competir perfectamente con cualquier publicación universitaria especializada.
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incluso científicamente discutible por mitómana y laudatoria, incluso en fechas relativamente recientes (e.g. Gárate 1981). En consecuencia, la producción española del s. XX queda muy lejos, en cantidad e incluso en calidad, de la anglosajona o de la francesa en temas de historia militar antigua. Desde el punto de vista estrictamente arqueológico, antes de la Primera Guerra Mundial, los primeros estudios sobre temas militares en España no fueron obra de arqueólogos o historiadores españoles, sino de expertos extranjeros, salvo excepciones muy aisladas y por lo general poco acertadas amén de insertas en la tendencia glorificadora: ‘honra y alegría del español (sic), a la cual amó siempre más que a su vida, era la espada, hasta el punto de suicidarse cuando se veía desarmado’ (Fulgosio 1872, 353). Los intentos de reconstrucción de armas y panoplias de los antiguos hispanos en los Álbumes de láminas del s. XIX reflejan un considerable atraso en los estudios arqueológicos y una dependencia casi completa de las fuentes literarias (sobre todo las descripciones de Estrabón y Diodoro), y una cierta dosis de imaginación (conde de Clonard 1861; Giménez 1862). De entre los investigadores extranjeros destacan las figuras de Pierre Paris y Arthur Engel, con su interés por las campañas cesarianas en el sur de la Península Ibérica y sus excavaciones en la muralla de Osuna (Engel / Paris 1906; cf. 1999). Un caso similar es el de Adolf Schulten, quien acompañado del general prusiano Lammerer como topógrafo, realizó grandes excavaciones en Numancia, además de interesarse por numerosos aspectos de detalle de la antigüedad hispana (Schulten 1912; 1914-1931; 1943, entre otros). Schulten hubo de enfrentarse a la furiosa oposición de algunos de los habitantes de la provincia de Soria, quienes rechazaban las perspectivas colonialistas y paternalistas que en cierto modo encarnaban los trabajos de Schulten (Gómez Santacruz 1914). Por otro lado, sin necesidad de realizar excavaciones a gran escala, el estudio del ingeniero Horace Sandars sobre el armamento ibérico mantiene incluso hoy utilidad, y resultó muy adelantado a su tiempo (Sandars 1913a y 1913b). Esa tradición de investigadores extranjeros ha perdurado durante décadas y hasta la actualidad, con hitos relevantes como el muy influyente estudio de W. Schüle sobre las panoplias de la Meseta (Schüle 1969), o el más limitado de W. Dehn sobre grebas (Dehn 1988). Sin embargo, con el paso del tiempo el rápido desarrollo de la metodología empleada por los investigadores españoles, unido al aumento exponencial de los datos conocidos, ha hecho que algunos trabajos posteriores, pese a su interés en cuestiones concretas, a menudo adolezcan de información actualizada (e.g. Lenerz de Wilde 1986 y 1992; Stary 1994) por lo que su influencia resulta mucho menor en el avance de la investigación actual. La creciente colaboración con investigadores
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españoles, caso de Numancia, ayuda a equilibrar la balanza (e.g. Morales / Dobson 2005). La labor de investigadores como Paris y Schulten sirvió para colocar la arqueología y la historia militar antigua españolas en el mapa europeo, aunque todavía limitada al estudio de campañas globales del ejército romano en territorio peninsular. Estos trabajos arqueológicos pioneros parecieron tener continuidad inicialmente en algunos estudiosos españoles. Así, el Marqués de Cerralbo (Aguilera y Gamboa 1911 y 1916) prestó especial atención a las armas en sus excavaciones, secundado por su colaborador Juan Cabré (e.g. Cabré 1929; 1931; 1939-40; además Lorrio 2004; Quesada 2004), quien a su vez formaría a su hija María Encarnación Cabré. Esta investigadora comenzó a realizar una espléndida tesis doctoral sobre el armamento celtibérico y el armamento de la Meseta desde un punto de vista tipológico y de la simbología de las armas. Por desgracia, su más que prometedora investigación (Cabré de Morán 1934a; 1934b; 1947; 1949; 1951; etc.) quedó truncada por el estallido de la Guerra Civil, poniendo fin de esta forma durante décadas al posible desarrollo de una arqueología militar rigurosa en España que, más allá de la descripción tipológica del armamento, se ocupara de analizar el contexto histórico, social, económico, militar, funcional, simbólico y ritual de las armas, así como del estudio de las fortificaciones y los campos de batalla. Tras la Guerra Civil, y bajo la asfixiante tutela de un ejército omnipresente en muchos aspectos de la vida civil, algunos investigadores como Antonio García y Bellido, realizaron trabajos de historia y arqueología militar, como parte de sus investigaciones de otra índole. García y Bellido se centró en cuestiones tipológicas (por ejemplo, García y Bellido 1946), pero también en el conjunto del ejército romano en Hispania, los mercenarios ibéricos y otras cuestiones (García y Bellido 1945; 1962; 1968). Por su parte, también Manuel Marín Peña publicó en este periodo su libro Instituciones Militares Romanas (Madrid 1956), obra que en aquellos momentos era perfectamente equiparable a los mejores trabajos que se estaban realizando en Europa, pero que no creó escuela. En cualquier caso, esos trabajos de la posguerra fueron siempre el resultado de esfuerzos individuales. Al mismo tiempo, muchos militares consideraban que la Historia Militar era un ámbito que atañía especialmente a su profesión. Prueba de ello la encontramos en la Historia del ejército español (Madrid 1981), coordinada por el coronel de infantería José María Gárate y redactada por militares bajo disciplina militar, como muestran los propios créditos de la portada de la obra, ordenados por graduación y profesión. El estancamiento de los estudios de tema militar de la antigüedad se fue superando gradualmente en los años ochenta del s. XX con la aparición de 49
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una generación de investigadores que pudieron ampliar su formación con un amplio conocimiento de la bibliografía extranjera, en particular anglosajona, y que se enfrentaron a estudios de tema militar, sobre todo estudios tipológicos de armamento y fortificaciones, pero con un peso creciente de los aspectos sociales, ideológicos y rituales. Algunos de estos estudios nuevos en forma de monografía se publicaron incluso en editoriales extranjeras iniciando una tendencia que hoy se ha generalizado (Kurtz 1987; Griñó 1989; Quesada 1989 y 1997a). También en los años ochenta por vez primera un – equivocado – libro de divulgación de la serie Osprey, el dedicado a Rome’s enemies: Spanish Armies (Treviño 1986) fue reseñado por un ‘peso pesado’ académico como Alberto Balil en una revista científica (Balil 1987), adelantando una línea de valoración de esta variante divulgativa que no eclosionaría realmente sino veinte años después. En este cambio fue decisivo el reconocimiento – a veces a regañadientes – por parte de la comunidad de historiadores de que la guerra fue en la Antigüedad una experiencia central de las sociedades, a la que las fuentes literarias e iconográficas (que, no olvidemos, reflejan los valores e intereses de los grupos dirigentes) otorgaron un papel primordial, quizá desproporcionado, pero sin duda central. Sin obsesionarse con lo militar, poco a poco se fue haciendo evidente para la comunidad científica que una aproximación a la Antigüedad que no prestara a los temas militares una atención equivalente a la otorgada a los aspectos económicos, rituales o sociales, resultaría en una estructura coja e inestable para nuestra comprensión del pasado. Los mayores progresos se hicieron en los años ochenta en temas relacionados con la antigüedad hispana, y sobre todo desde una perspectiva arqueológica. Sin embargo, también en estos años se comenzaron a publicar de manera creciente estudios referidos a temas militares del mundo griego y romano, pero todavía de manera relativamente aislada. Son especialmente significativos el estudio de Fernández Nieto (1975) sobre el mundo griego o los sucesivos de J. Martínez Pinna sobre los orígenes del ejército romano, resultado de su Tesis Doctoral (1981). También a comienzos de los ochenta se tradujeron algunos de los libritos divulgativos, de excelente calidad, de Peter Connolly, que hoy en día son afanosamente buscados por los aficionados (Connolly 1981a y 1981b). La situación actual en España. La investigación El despegue que se iniciaba en los años ochenta se produjo definitivamente en los años noventa del siglo pasado, y ha continuado en toda esta última 50
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década de manera creciente, tanto en el ámbito de la investigación como en el de la divulgación. En ambas facetas, la investigadora y la divulgativa, no cabe duda de que el mundo antiguo es una subdisciplina relativamente menor. En la producción publicada sobre Historia Militar en España, original o traducida, sin duda el tema más popular es la Segunda Guerra Mundial, seguida por otros periodos (época actual, periodo napoleónico y el mundo antiguo, no necesariamente en este orden). Las modas lo dominan hoy todo, y también el mercado editorial. Desde la segunda guerra de Irak (2003) sobre todo asistimos a un verdadero ‘boom’ de publicaciones de Historia militar, que en España se ha convertido de lento goteo en caudaloso torrente, en forma de traducciones sobre todo, e incluso de algunas producciones propias. La Antigüedad, siguiendo la tónica general, se sitúa en tercer o cuarto lugar entre los temas favoritos de editores y público. Se ha producido así un fenómeno de ‘retroalimentación positiva’ en el que la respuesta editorial a una demanda percibida ha generado un mayor interés dada la mayor oferta disponible, propiciando un crecimiento tanto de la investigación como de la divulgación. Desde el primer punto de vista, querríamos recordar que el concepto mismo de ‘Arqueología militar’ es una etiqueta útil pero a la vez engañosa, al igual que la llamada ‘Arqueología de la Muerte’, ‘Arqueología de Género’, ‘de la Arquitectura’, etc. Lo mismo ocurre con la ‘Historia Militar (Antigua)’. Desde mi punto de vista somos estudiosos del pasado, y esas etiquetas indican simplemente un punto de partida y un énfasis inicial. Pero los temas militares exigen, como antes apunté, abordar cuestiones tan diversas como la tecnología metalúrgica, las convenciones iconográficas, los ritos funerarios, el papel de las armas en la simbología, los estudios de fauna, la fisiología del esfuerzo, la ideología del poder, la fiabilidad de las fuentes, el análisis textual… y muchos otros temas. Es por ello que el proceso (por otra parte natural) de especialización lleva a crear nichos académicos que ofrecen tantas ventajas como problemas plantean. No es el menor de los últimos el encasillamiento de los especialistas en cada tema, con una cierta tendencia además a aplicar el principio de ‘vive y deja vivir’, que limita el debate académico. Por ello las polémicas amistosas que se vienen produciendo en el ámbito de la Arqueología Militar, por ejemplo entre quien esto escribe y otros investigadores en torno al significado y papel de las fortificaciones ibéricas y meseteñas, resulta beneficioso. La consolidación de los estudios militares de la Antigüedad en España se ha hecho evidente en los últimos años en diversos frentes. En primer lugar, debe anotarse la aparición en las Universidades de asignaturas específicas de Arqueología e Historia Militar antigua, dentro de Cursos oficiales. Por poner un ejemplo familiar para quien escribe esto, es el 51
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caso de la Asignatura de Arqueología Militar que se imparte en el Máster de Arqueología y Patrimonio, y en el de Historia y Ciencias de la Antigüedad, de la Universidad Autónoma de Madrid, con gran demanda entre los alumnos de postgrado.8 Todavía estamos lejos de la creación de centros específicos como por ejemplo el programa de postgrado en Conflict Archaeology de la Universidad de Bristol9 o el Centre for Battlefield Archaeology de la Universidad de Glasgow, pero es un comienzo, como lo es también la formación en la Universidad Autónoma de Madrid de un Grupo de Investigación competitivo denominado ‘Polemos, Arqueología e Historia de la Guerra Antigua’10 o el portal de Internet del mismo nombre, Polemos, creado en la Universidad de Barcelona y dedicado a los campos de batalla de todos los periodos.11 En paralelo, actividades universitarias de Historia Militar que hasta recientemente sólo habían tomado en cuenta desde el mundo medieval en adelante, ahora integran en sus programas de manera natural el mundo antiguo. Es el caso del título de postgrado de ‘Especialista en Historia Militar’ impartido en la UNED a través del Instituto Universitario General Gutiérrez Mellado desde el curso 2009-2010,12 o los amplios Cursos de Introducción a la Historia Militar de España impartidos por el Instituto de Historia y Cultura Militar, dependientes del Ministerio de Defensa,13 todos ellos integrando de manera natural especialistas civiles y militares. Los propios militares adquieren desde hace unas décadas una cada vez más sólida formación histórica, bien dentro de sus planes de estudio, bien realizando licenciaturas añadidas, en un esfuerzo verdaderamente ejemplar. También se vienen desarrollando en los últimos años Proyectos de Investigación del mayor nivel (dentro de los Programas de I+D de los ministerios correspondientes) dedicados específicamente a temas militares de la Antigüedad, desde la perspectiva del estudio de las armas, campamentos militares romanos, etc.14 Igualmente, se realizan Proyectos internacionales con esta misma temática, caso del recientemente concluido, financiado por la ANR (Agence Nationale de la Recherche) francesa con una 8
Ver http://web.uam.es/departamentos/filoyletras/prearq/master01.htm http://www.bris.ac.uk/archanth/postgrad/conflict http://www.gla.ac.uk/departments/battlefieldarchaeology/ 10 Grupo UAM F-063 en el que se han defendido y vienen realizando varias Tesis Doctorales, hasta cinco de ellas de tema exclusivamente militar. 11 http://www.polemos.org/que-es-polemos 12 Ver http://iugm.es/docencia/especialista-universitario/historia-militar/ 13 Ver http://www.ejercito.mde.es/unidades/Madrid/ihycm/Actividades/cursos/intro-historiamilitar-espana-principal.html 14 Ver por ejemplo los Proyectos PB94/0189; PB97/0057; 0BHA 2001-0187, HUM200608015 dirigidos por F. Quesada de la UAM (ver http://www.uam.es/equus ); o los Proyectos BHA2002-03305 y HUM2006-00534 dirigidos por A., Morillo, de la UCM. 9
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amplia participación de historiadores y arqueólogos españoles, titulado ‘La guerre et ses traces. Conflits et sociétés en Hispanie à l’époque de la conquête romaine (IIIe-Ier siècle av. J.-C.)’,15 o el Proyecto sobre las víctimas civiles de guerra en el mundo clásico, dirigido por el Dr. T. Ñaco del Hoyo. De tanta o mayor importancia desde una perspectiva a largo plazo es la aparición de una serie de publicaciones periódicas especializadas en el mundo militar antiguo. Destaca especialmente la revista Gladius, editada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que nació del esfuerzo personal de dos investigadores daneses trasladados a España en 1961 – Fernando Hoffmeyer y Ada Bruhn –, que finalmente consiguieron fundar un Instituto de Armas Antiguas asociado al CSIC, absolutamente novedoso en su época, que acabó tras una serie de vicisitudes instalando su sede en Jaraiz de la Vera, donde todavía sigue, aunque lamentablemente ha perdido su especificidad para el ‘estudio de las armas antiguas’. La revista, asentada en España pero en la práctica extranjera en su gestión y artículos, parecía morir en 1986 y definitivamente con el fallecimiento de Ada en 1991. Sin embargo, y tras un largo hiato, tanto el Instituto como la Revista fueron reactivados por el CSIC en 1999. Aunque la situación de crisis generalizada pone en peligro la existencia como tal del Instituto – lo que sería una lamentabilísima pérdida de un activo ya existente – la revista se ha convertido rápidamente en su segunda época en una referencia nacional e internacional.16 Uno de los rasgos de Gladius que hemos conservado ha sido precisamente su decidida vocación multilingüe de proyección internacional. De ese modo la revista publica consistentemente en torno a un tercio de sus trabajos en inglés o francés, lo que es inusual en las revistas académicas españolas de Humanidades. En paralelo, se ha consolidado una serie de trabajos monográficos de alto nivel de investigación, los Anejos de Gladius, de los que se han publicado hasta la fecha trece volúmenes, que abarcan temas de Arqueología e Historia medieval desde el mundo romano al mesoamericano, pasando por la Grecia clásica o el mundo celta.17 Pero, afortunadamente, Gladius no es la única iniciativa en este sentido. El Prof. Sabino Perea, de la Universidad de Murcia, ha puesto en marcha Dirigido por M. Navarro, de la Universidad de Bordeaux III (ref. ANR-06-CONF-006-01). Gladius tiene todo su archivo histórico disponible gratuitamente en Internet en http://gladius.revistas.csic.es/index.php/gladius. De entre las 21 revistas de Humanidades editadas por el CSIC, es la que ha recibido más visitas desde la creación del Portal Institucional para todas ellas (http://gladius.revistas.csic.es). Es una de las escasísimas revistas científicas españolas de Ciencias Sociales y Humanidades indexada en los principales índices reconocidos mundialmente, A&HCI (ISI, USA) y SCOPUS (Elsevier, NL). 17 http://www.hoffmeyer.iam.csic.es/anejosglad.htm 15 16
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otra revista especializada dedicada al mundo militar romano, Aquila Legionis, y una serie de monografías parcialmente dedicada a temas militares, la colección Signifer.18 Estas revistas tienen un fuerte componente internacional, para tratar de adaptarse a una presión normativista que algunas autoridades administrativas no parecen calibrar bien. La publicación de novedades en Arqueología o Ciencias Históricas no puede funcionar del mismo modo que las de Física, y el tipo de revistas y su alcance no puede ser el mismo en Arqueología que en Astronomía. Un trabajo de Astronomía, Física o Medicina es igualmente relevante en Ciudad del Cabo que en Moscú o en Toronto. Por eso las revistas científicas en estos temas tienen sistemas mundiales de indexación y evaluación. En cambio, el trabajo arqueológico e histórico es, por su propia naturaleza, de carácter más local, regional o a lo sumo continental. Es absurdo presentar los resultados anuales de una excavación celtibérica, por importante que sea, en una revista internacional como Antiquity, como si fuera Nature o Science. En esas revistas pueden y deben publicarse resultados finales, síntesis o enfoques teóricos relevantes para el trabajo de los estudiosos de otras culturas, que puedan así beneficiarse de los avances en otras regiones o subcampos. Pero a un especialista en cultura azteca no le va a resultar útil la inmensa mayoría de los estudios de detalle sobre la cultura ibérica, o a la inversa. Los trabajos de cerámica, tipología de armas, estratigrafías, etc. tienen un alcance más limitado. A lo sumo, interesarán a nivel mundial las conclusiones a que lleguemos, por ejemplo, sobre la concepción de la guerra entre los iberos, o sobre el papel de la mujer en el ritual funerario. Es cierto, con todo, que la suma de todos estos esforzados trabajos locales va configurando nuestro conocimiento global del pasado. Obviamente, cuando se abordan momentos o culturas de impacto mundial o continental o – por ejemplo los estudios sobre la expansión del género Homo, o el Imperio Romano – los trabajos hechos en España adquieren un interés mucho más amplio desde el punto de vista geográfico, pero son casos relativamente aislados. En el impacto internacional de un tema de investigación es decisiva por supuesto su capacidad de interesar a expertos de otros países. Por ejemplo, el tema de la guerra en Iberia tiene una influencia internacional mucho mayor cuando nos acercamos a la época de Aníbal, por razones obvias. Y en este sentido, cuando los especialistas españoles en temas militares trabajan sobre temas de ámbito geográfico mayor, sus aportaciones no es sólo que sean bien acogidas internacionalmente, sino que están cambiando sustancialmente el conocimiento general, caso por ejemplo del ejército romano en época republicana e imperial, como reconocen con 18
http://sapiens.ya.com/AQVILA-LEGIONIS/; http://sapiens.ya.com/signiferlibros/
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naturalidad los mayores especialistas extranjeros (e.g. Morillo / Aurrecoechea 2006; Quesada 1997a y 1997b). En suma, actualmente en el ámbito académico español es perfectamente posible realizar Tesis Doctorales y trabajos de investigación sobre Arqueología e Historia Militar antigua y medieval, abarcando cualquiera de sus facetas (tipología y función de las armas, simbolismo, consideraciones económicas sobre el armamento, etc.). Buena prueba de la normalización de la disciplina en nuestro país es la frecuente organización de coloquios y congresos sobre esta temática (en especial sobre arqueología militar romana), a menudo de carácter internacional, como el Roman Frontier Studies, que en 2006, con motivo de su 20ª edición, se celebró por primera vez en España (León).19 Es sólo una muestra de la docena de Congresos especializados celebrados en España únicamente en los últimos diez años, en la Casa de Velazquez, Universidad Autónoma de Madrid, Universidad SEK, Universidad de Lleida, de Barcelona, Diputación de Castellón, Universidad de León etc.20 Probablemente no haya muchas facetas específicas de los estudios de la Antigüedad (Arqueología ‘de Género’, ‘Espacial’, ‘de la Arquitectura’, ceramología, arqueometalurgia, etc.) que haya contado con un número tal de reuniones especializadas en la última década. En paralelo, ha aumentado exponencialmente en los últimos años el número de publicaciones especializadas y su impacto. Si dejamos a un lado los artículos científicos, que han crecido exponencialmente, basta el número creciente de monografías como prueba de ello. Quizá el mejor ejemplo del cambio de tendencia sea la forma en que el Ministerio de Defensa – y en general el mundo militar – coordina sistemáticamente sus publicaciones con especialistas civiles. La tendencia se apreciaba ya en la exposición que sobre ‘La guerra en la Antigüedad’ se celebró en Madrid en 1997, y que dio lugar a un importante volumen (Guerra 1997), y se consolida plenamente en los tomos de la monumental Historia Militar de España en curso, cuyo primer 19
Publicado en tres tomos en la colección Anejos de Gladius 13 (supra), bajo la dirección científica de A. Morillo, E. Hanel y E. Martín. 20 Ver por ejemplo sobre la Iberia prerromana y mundo romano: Moret / Quesada 2002; Morillo 2002; Bendala / Moret / Quesada 2002-2003; Morillo 2003; Alonso et al. 2003; Morillo / Cadiou / Hourcade 2003; Pérez / Illarregui 2004; Costa / Fernández 2005; Morillo 2006; Oliver 2006; Berrocal / Moret 2007; Cadiou / Magallón / Navarro 2008; Illarregui / Larrañaga 2008; Quesada / Navarro / Cadiou 2010. A ello hay que añadir coloquios monográficos sobre la guerra en el Próximo Oriente Antiguo (Baquer et al. 2003). Todo ello sin contar los recientes congresos, no publicados todavía, celebrados en 2010 en Santander (el combatiente); Burdeos (Conflits et societés en Hispanie à l’époque de la conquête romaine), Lleida (Les defenses exteriors i la poliorcètica preromana: els fossats; sobre fosos en las fortificaciones protohistóricas) y Barcelona (sobre la situación de la Historia Militar antigua).
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volumen, dedicado a la Antigüedad, fue realizado por civiles especialistas en el tema (Almagro 2009), ya que el Ministerio de Defensa se ha coordinado con la Real Academia de la Historia para esta empresa, que ya tiene dos volúmenes publicados. F. Gracia percibía claramente este fenómeno de crecimiento en un review article publicado en la prestigiosa revista Pyrenae (Gracia 2007). Quizá el punto de partida del proceso pueda fijarse en el año 1997, en el que además de la Exposición sobre la guerra antigua antes citada se publicó El armamento ibérico (Quesada 1997), editado conscientemente en Francia como una apuesta para maximizar su impacto internacional. Que tal apuesta tuvo éxito queda probado por el hecho de que, además de ser recensionado por las principales revistas especializadas españolas (como, entre otras, Trabajos de Prehistoria, Gerión, etc.), el libro fuera objeto de amplias reseñas en muchas de las más importantes revistas internacionales, en número inusitado para una obra en español sobre un tema peninsular (American Journal of Archaeology, Germania, Antike Welt, Revue Archéologique, Praehistorische Zeitschritf). Además, las editoras comerciales, y no solo las instituciones académicas o públicas como las Diputaciones (cuyas ediciones se caracterizan normalmente por una pobre distribución y ausencia de interés en el balance económico), han empezado a interesarse por la publicación de obras de investigación de temática militar antigua. Estas obras, que mantienen el rigor académico, se presentan de manera atractiva para un público culto más general, y llegan a tener una razonable difusión comercial (e.g., Gracia 2003), incluso en el caso de temas muy concretos pero de proyección amplia (e.g. Quesada 2009). Otro aspecto que conviene destacar es que en los últimos años investigadores españoles empiezan a proyectar hacia el exterior no sólo la investigación local, relacionada con aspectos puramente peninsulares (como el armamento ibérico ya citado), sino que comienzan a publicar al máximo nivel sobre cuestiones exteriores a la Península, caso por ejemplo de los estudios sobre rituales de armas en el Mediterráneo antiguo (e.g. Gabaldón 2004), o la falange griega arcaica (e.g. Echeverría 2008). Más aún, en una inversión notable de tendencia, no sólo investigadores extranjeros que antes publicaban sobre las antigua militaria hispanas buscan ahora colaborar con especialistas españoles (v. supra), y se informan detalladamente de la bibliografía publicada en español, especialmente los de origen alemán y francés (e.g. Cadiou 2008; Meister 2007; Moret 1996; Stary 1994), sino que los especialistas españoles publican en el exterior de manera creciente, en los foros más especializados, y no sólo en artículos de fondo sobre problemas hispanos (e.g. Lorrio 1994; Quesada 1997b), sino en trabajos monográficos de temas que, como antes decíamos, desbordan el marco de Iberia (e.g. Ñaco 56
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2003). En este sentido tiene especial significación que especialistas españoles publiquen o coordinen de manera creciente monografías en el extranjero sobre temas militares en el mundo griego clásico (e.g. Fornis 2008), e incluso sobre otros tradicionalmente mucho más distantes de la investigación local, como la guerra en el Próximo Oriente (Vidal 2010). Es evidente, por supuesto, que esta búsqueda para conseguir el mayor impacto posible del trabajo realizado de temática de interés internacional, (no en el ambiente limitado de la Academia española, sino en su lugar natural, el ambiente académico europeo y americano), no se limita al mundo militar, sino que viene siendo cada vez más frecuente en todos los temas. Esta internacionalización, como hemos visto ya, se aprecia también en la aprobación de Proyectos científicos internacionales. El uso de Internet, y más concretamente la posibilidad de acceder al contenido de las revistas a través de la red mundial, ha servido de forma decisiva para ampliar el impacto de la investigación española. Por ejemplo, en el caso de Gladius, el hecho de colgar los artículos en formato PDF para su descarga gratuita ha permitido elevar su impacto a escala mundial. De hecho, como hemos indicado, de las veintiuna revistas de humanidades editadas por el CSIC, Gladius es la que más visitas recibe. Otro elemento que está posibilitando el considerable crecimiento de la difusión internacional de las investigaciones realizadas en España son las páginas web de grupos de investigación en Arqueología e Historia Militar antigua.21 Se cita actualmente mucho más la investigación española en el tradicionalmente reacio mundo anglosajón precisamente gracias a que Internet llega donde no llega la limitada difusión de las publicaciones académicas españolas en formato papel. Más allá de la proliferación de publicaciones y congresos sobre arqueología e historia antigua militar, quizá el campo en el que se han producido mayores avances en los cinco últimos años ha sido el de la arqueología de los campos de batalla, antiguos y más recientes, como muestra por ejemplo el número monográfico de la revista Iber 51 (2007) titulado Campos de batalla, espacios de guerra, o el dossier recientemente publicado por la revista Complutum, coordinado por A. González Ruibal (2008). Aunque el periodo analizado por esta última se aleje de nuestro tema actual, es un indicio de que la aplicación del método arqueológico a los campos de batalla es cada vez más una realidad, como ocurre por ejemplo en las excavaciones en el Cerro de la Cruz (Almedinilla, Córdoba), donde los restos de un sistema de trincheras de la Guerra Civil reciben el mismo interés que el poblado ibérico subyacente (Muñiz / Quesada 2010). 21
Por poner dos ejemplos, http://www.uam.es/equus y http://www.polemos.org/
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Aunque todavía estamos lejos de proyectos como el Battlefields Trust británico, no cabe duda de que se está avanzando en la dirección correcta, aún con debilidades propias de la infancia. Prueba de ello la tenemos en el proyecto Baecula, con la probable identificación del campo de batalla de la segunda guerra púnica en un lugar distinto al que tradicionalmente se había apuntado (Bellón et al. 2005 y 2009). Se trata de un proyecto modélico desde un punto de vista metodológico (prospección, uso sistemático de detectores, GPS, sistemas de información geográfica, etc., cf. Quesada 2008a) realmente puntero a nivel internacional y que está recibiendo constantemente consultas por parte de otros grupos sobre la utilización por ejemplo de las tachuelas de las caligae con el fin de trazar el movimiento de las tropas. Afortunadamente Baecula no es un caso aislado, sino que ya le podemos añadir los ejemplos de Andagoste (Ocharán / Unzueta 2002); o los campamentos de época de Aníbal en la zona de Derrotas en la desembocadura del Ebro (Noguera Guillén 2008). Aunque con retraso, la investigación española se ha incorporado plenamente al estudio de los campos de batalla, y lo ha hecho con una metodología ejemplar. Otro ejemplo muy ilustrativo son las excavaciones del Cerro de la Cruz (Almedinilla, Córdoba) (Muñiz / Quesada 2010), donde ha sido posible identificar desde un punto de vista arqueológico una auténtica tragedia en tres actos. El primero del siglo II a.C. con una masacre en el yacimiento ibérico causada por tropas romanas en época de Viriato, con el hallazgo de cadáveres mutilados (López Flores 2010). El segundo en el siglo IX d.C. con la revuelta de Ibn Hafsun contra el emirato de Córdoba. Y el tercero, ya en el siglo XX, donde las trincheras de la Guerra Civil abiertas en el cerro aprovechan los aljibes de época ibérica para servir de refugio a dos compañías del regimiento de Pavía que fueron sorprendidas en 1937 por un ataque de las brigadas del ejército popular de la República (Muñiz 2010). La divulgación reciente en España Como apuntábamos arriba, el reconocimiento académico ha ido de la mano, en los últimos veinte años, del reconocimiento popular. Además de la fascinación – en ocasiones morbosa – que ejerce la guerra, el público lector general interesado sabe casi instintivamente que las guerras son importantes, que la humanidad se ha jugado y decidido mucho con la violencia organizada, ahora y siempre. A menudo, si no se hace una divulgación seria, esa fascinación puede derivar hacia lo anecdótico, hacia temas que al historiador y arqueólogo profesional le resultan irrelevantes, como la búsqueda de ‘la mejor arma’, ‘el mejor ejército’, ‘la batalla más perfecta’, ‘la masacre más salvaje’, la ‘resistencia más heroica’ y así sucesivamente. En 58
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particular las inacabables discusiones sobre el mejor tanque / avión / ejército, planteadas en tan simples términos, parecen ejercer una fascinación casi fetichista, sobre todo en jóvenes que nunca han cogido un arma de verdad, y menos visto sus efectos. Esas eternas discusiones sobre ‘el mejor tanque’, o ‘el mejor avión’ inspiran muchos libros de nulo valor. Uno de los deberes de la buena divulgación es a mi juicio precisamente explicar la puerilidad de esas visiones – que tienen su mercado, qué duda cabe – con un enfoque mucho más riguroso. No cabe la menor duda del impacto que el cine – y en menor medida las series de televisión – ha ejercido en la última década sobre la popularidad de los temas militares antiguos. El revival del viejo peplum, relanzado desde Gladiador (2000), ha seguido hitos sucesivos, que enfatizan mucho el aspecto militar, en Troya (2004), Alexander (2004), El Reino de los Cielos (2005); la serie Roma (2005); 300 (2006), amén de productos menores como El Rey Arturo (2004), La última Legión (2007) y subproductos vagamente históricos como la serie Hispania (2010). El impacto de estas películas ha dado lugar a la publicación – e incluso sobre-publicación – de monografías específicas, a menudo traducciones, sobre temas relacionados. Esas películas han multiplicado pues el interés y han permitido que la investigación académica de alguna forma llegue al gran público, caso del libro Termopilas de Paul Cartledge (oportunamente traducido por Ariel). Inevitablemente, la divulgación ha conocido también muchas dificultades a lo largo de estos años. Así, a falta de especialistas, las revistas generalistas de quiosco con frecuencia han publicado trabajos con falta de actualización, o en ocasiones, de rigor. Ese mismo problema se ha repetido también en algunos libros de divulgación, excesivamente basados en el modelo instaurado por el sello británico Osprey, reproduciendo también sus peores errores, a menudo relacionados con la falta de un conocimiento de primera mano de la realidad arqueológica o de los más elementales recursos de la bibliografía moderna y la metodología del trabajo académico (e.g. Alcaide / Vela 2000 – cf. reseña detallada en Gracia 2000). Con el paso del tiempo, el esfuerzo de estas editoriales españolas, entre las que destaca Almena,22 se ha ido afinando, por lo que aunque las obras publicadas resultan de calidad muy desigual, y hay que analizarlas caso por caso, algunas son estimables, como sucede por ejemplo con un estudio sobre los pretorianos (Menéndez Argüin 2006) o el excelente – y agotado – estudio de las legiones romanas de J. Rodríguez (2001), antes publicado por Signifer. En ocasiones, el éxito comercial ha provocado que algunos autores que han publicado previamente trabajos importantes, e incluso obras de divulgación atractivas, se hayan visto impulsados a publicar obras menos 22
Mucho más joven, pero con buenas sensaciones, es la editorial Sátrapa.
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sostenibles,23 por estar realizadas con cierta precipitación sobre temas alejados de su campo de conocimiento real. Este peligro existe y se está observando en determinados trabajos, que aparecen con problemas de método o de actualización en la información y oportunidad de las ilustraciones. Con todo, en los últimos cinco años se está realizando por parte de especialistas del mundo académico con experiencia en la divulgación un esfuerzo notable para producir libros atractivos en su formato, amenos y sobre todo rigurosos, dentro de lo que se puede denominar alta divulgación, libros que además alcanzan cierto éxito comercial pese a que cuentan con cierto aparato crítico y una amplia bibliografía actualizada (e.g. Gracia 2009; Quesada 2008b y 2010). La mayoría de las grandes editoriales han aprovechado el filón recién descubierto y han creado colecciones especializadas en Historia Militar (Crítica, La Esfera de los Libros, Ariel, Salvat, RBA), e incluso han aparecido sellos editoriales casi por completo especializados en la temática militar, especialmente de la Segunda Guerra Mundial, pero también acogiendo periodos anteriores (Inedita, Tempus, etc.). La mayoría de estas editoriales han apostado sin embargo por las traducciones, que resultan considerablemente más rápidas y económicas que encargar una obra nueva. A menudo se insiste además en unos pocos temas percibidos por los editores (con acierto o sin él) como más atractivos, en detrimento de otros muchos.24 En otros casos, la apuesta es por trabajos muy elementales y generales, repetidos una y otra vez, que pueden ser atractivos – lo hemos dicho ya – por su pueril enfoque para un público muy joven o muy poco informado, pero que carecen de utilidad como alta divulgación y mucho menos como investigación. Puede darse así el caso de que la prisa por el ‘producto’ rápido acabe matando la gallina de los huevos de oro de la divulgación de temas militares. La reconversión del mundo editorial en un negocio de plazos cortos, donde el libro ‘de fondo’ (y los libros de historia lo son) es un estorbo, y la rápida percepción por editores avispados del filón editorial recién descubierto, ha dado lugar pues a la aparición de numerosas colecciones que en cuestión de meses distribuyen muchos títulos, en su mayoría traducidos, o encargados con plazos muy breves a autores españoles. Algunos editores pretenden contratar por cantidades ridículas libros de cuatrocientas páginas a un año vista, ilustrados por especialistas a costes 23
Citar concretamente algunos de estos trabajos que criticamos nos llevaría, para ser justos con ellos, a hacer una reseña exhaustiva de cada uno, lo que obviamente no podemos hacer aquí. 24 Sin duda a veces hay grandes aciertos, como la traducción de De Souza (2008) por Akal. Las traducciones de Libsa o RBA son desiguales.
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imposibles por bajos. El problema es que no se debe pedir a un profesor muy ocupado en docencia e investigación25 en doce o dieciséis meses un libro ameno y de calidad sobre el ejército romano, porque de repente alguien se entere de que en ese plazo se va a estrenar Gladiator. Tampoco se deberían encargar traducciones de textos con un vocabulario muy específico y técnico, incluso en un trabajo divulgativo, a un traductor sin conocimientos de historia militar, y pretenderlo en plazos imposibles. Junto con algunos trabajos bien editados, traducidos con calma y revisados (los primeros libros de la serie de Ariel, revisados por F. Gracia, vienen a la cabeza de inmediato), están apareciendo títulos no ya mal traducidos, sino inaceptablemente perpetrados por traductores que obviamente carecen del más mínimo conocimiento de Historia Militar, con el resultado de proponer traducciones que no es que sean erróneas y cómicas, sino que enfurecen a cualquier lector mínimamente avisado, y engañan al que se inicia en estos temas – y eso cuando puede entender las frases, que las hay incomprensibles. No daremos ejemplos concretos, pero los foros especializados de Internet bullen de indignación.26 Una parte considerable del público entusiasta de la Historia Militar es joven y cuenta con una buena formación que incluye, por vez primera en la historia de España, un aceptable dominio del inglés. Teniendo en cuenta que es ya posible obtener con rapidez y eficacia libros extranjeros a buen precio – incluso a mejor precio que las traducciones españolas –, si la cuestión de las traducciones y de las publicaciones apresuradas no se enmienda, hay un riesgo claro (para los editores) de que muchos lectores deriven hacia los libros en lengua original. Cierto que hay de todo en el mundo editorial, pero también lo es que la desconfianza se extiende boca a boca y con gran rapidez. En otro orden de cosas, y siguiendo el modelo anglosajón y francés, en España existen desde hace tiempo publicaciones periódicas de lujosa presentación dedicadas al modelismo militar, wargames, e historia militar, con difusión y periodo de vida muy diversos. Sólo en fechas recientes, sin embargo, se ha acometido por parte de un grupo de jóvenes y entusiastas editores con sólida formación histórica una revista especializada en el mundo antiguo y medieval, Desperta Ferro.27 Creada sobre el modelo de la 25 Por no mencionar la creciente y crecientemente absurda carga de gestión académica que está desmoralizando a buena parte del cuerpo docente. 26 Por ejemplo, y sin intención de denunciar específicamente a ningún libro en particular, véanse las encendidas discusiones – con casos verdaderamente sangrantes – en: http://www.elgrancapitan.org/foro/viewtopic.php?t=14272 http://www.forosegundaguerra.com/viewtopic.php?t=7347 http://www.forosegundaguerra.com/viewtopic.php?t=6971 http://www.elgrancapitan.org/foro/viewtopic.php?t=13646 27 http://www.despertaferro-ediciones.com/
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conocida Ancient Warfare holandesa, el cuidado que se ha puesto en las ilustraciones, mapas y en las elección de autores y temas hace que pueda ya decirse que, con cinco o seis números publicados, su calidad es excelente, comparable e incluso superior a la de cualquier revista similar europea o americana. Internet se ha convertido por su parte en una referencia indispensable para la divulgación tanto como para la investigación, y con el mismo problema de que para el no avisado es a menudo difícil distinguir la información fiable de la que no lo es. El nivel de los foros especializados en temas militares varía mucho, y por lo general es inferior en los apartados dedicados al mundo antiguo. Con todo, y pese a la proliferación de foros y blogs, que abren y cierran con cierta facilidad en España, los más establecidos suelen contener información útil y relevante, incluso para el investigador que quiere pulsar los intereses del público no especialista.28 Otra vía de divulgación que reviste una gran importancia es el fenómeno de la recreación histórica, sobre el que no insistiremos dado que hemos hablado ya de él (Quesada 2008b, 367ss.) y que en este mismo volumen se encontrará un capítulo específico. Creemos no sólo en el potencial divulgativo, sino también en el investigador de la recreación histórica seria29 para el estudio de los campos de batalla antiguos, el análisis del gasto físico en calorías de un soldado marchando, o la reconstrucción de armas por parte de herreros-recreacionistas, su peso, sistemas de suspensión, etc. El fenómeno de la recreación histórica, sin embargo, no está exento de peligros: a raíz del éxito de iniciativas excelentes y consolidadas como Tarraco Viva, asistimos a la proliferación de otros festivales con una calidad cuestionable desde el punto de vista de la recreación histórica que pueden llegar a confundir al gran público. 28
En España, y para el mundo antiguo, las referencias más interesantes son probablemente http://www.elgrancapitan.org/foro/index.php; http://www.hislibris.com/ y su foro paralelo http://www.hislibris.com/foronew/viewforum.php?f=17; http://www.esgrimaantigua.com/forum/; http://www.militar.org.ua/foro/historia-militar-f20.html. Los aficionados – y especialistas – españoles más avezados suelen encontrarse además en el principal foro en inglés sobre el mundo militar antiguo: http://www.romanarmytalk.com/rat/index.php 29 La mayoría de las asociaciones recreacionistas tienen foros y blogs, algunos de interés. Entre otros, cabe citar por su mayor rigor http://sgp.foros.ws/; http://www.hispaniaromana.es/foro/index.php; http://www.atheneapromakhos.org/agora/index.php; http://foro.clandelcuervo.com/viewforum.php?f=1; aunque la información proporcionada a menudo es discutible y hay mucho material irrelevante. Con todo, el nivel de estos foros y portales web ha mejorado exponencialmente, con respecto a los extranjeros, en los últimos cinco años.
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Conclusiones y perspectivas En conjunto, puede sostenerse que la Historia y la Arqueología militar de la Antigüedad vive en los últimos diez años una época de florecimiento. Desde el punto de vista de la investigación y la docencia, se acepta generalmente su enseñanza universitaria, en asignaturas y cursos específicos, aunque el panorama no está en absoluto consolidado. Del mismo modo, existen revistas y series de monografías especializadas, y las editoriales comerciales comienzan a publicar libros cada vez más especializados. Aunque muchas traducciones dejan que desear, el número de especialistas españoles crece, como aumenta también el número de estudiantes de postgrado interesados en desarrollar Tesis Doctorales específicas sobre el tema, que no se paran en los tópicos y la enseñanza transmitida y buscan nuevas aproximaciones. Internet – y en especial las herramientas de búsqueda, bibliotecas electrónicas, préstamo bibliotecario electrónico, correo etc. – se revela como la herramienta más poderosa para la investigación en las Humanidades desde la imprenta. El acceso a los datos se ha agilizado y abaratado enormemente, y el proceso de ‘puesta en red’ de fondos antiguos y modernos crece a un ritmo exponencial. El investigador está capacitado para separar el grano de la paja, pero el aficionado normalmente no puede discriminar, lo que da lugar a distorsiones notables en foros de aficionados e incluso en algunas publicaciones divulgativas no realizadas por especialistas. Hay casos sangrantes, e incluso la tan traída y llevada Wikipedia, fuente de periodistas y estudiantes, tiene a menudo graves carencias y errores de bulto en sus artículos, en la versión española mucho más que la inglesa. Eso es un peligro cierto para quienes carecen de formación sólida. En España se han desarrollado muy especialmente los trabajos sobre fortificaciones prerromanas30 y sobre armamento de la Edad del Hierro31 y aspectos simbólicos y rituales.32 También sobre la conquista romana de Hispania, las armas y los campamentos y ejércitos romanos.33 Se trabaja también, aunque hay mucho por hacer, sobre la concepción de la guerra, la economía de las campañas y las formas de combate y las tácticas.34 Los 30
Ver los trabajos de, entre otros, L. Berrocal, H. Bonet, F. Gracia, E. Junyent, P. Moret, A. Oliver, F. Quesada, F. Salas, etc. 31 Ver entre otros I. Baquedano, M. Barril, C. Farnié, J. M. García Cano, G. García Jiménez, A. Lorrio, J. M. Pastor, F. Quesada, C. Reig, C. Sanz Minguez, etc. 32 M. Dopico, P. Ciprés, M. Gabaldón, F. Gracia, R. Graells, L. Pérez Vilatela, F. Quesada, G. Sopeña, etc. 33 Ver entre otros F. Cadiou, C. Fernández Ibáñez, E. García Riaza, F. Gracia, E. Illarregui, A. Morillo, J. Noguera Guillén, E. Peralta, E. Pitillas, F. Quesada, M. Salinas, S. Perea Yébenes, etc. 34 M. Campo, E. García Riaza, F. J. González García, F. Gracia, T. Ñaco, R. Pliego, F. Quesada, E. Sánchez Moreno, N. Santos Yanguas, etc.
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estudios sobre metalurgia y tecnología de las armas han sido hasta ahora relativamente inconexos, porque los trabajos de excelentes especialistas35 todavía no se han integrado bien con los especialistas en el empleo de las armas. Cada vez hay más estudios sobre las armas metálicas prehistóricas,36 aunque queda mucho por hacer sobre la guerra en la Edad del Bronce, por no hablar de periodos anteriores, donde la misma idea de guerra es objeto de debate antropológico. A estos temas no nos hemos referido en estas reflexiones por cuestiones de espacio. Igualmente son ya muchos los estudiosos españoles que se atreven a trabajar sobre el mundo griego,37 púnico y romano extrapeninsular38 e incluso el Próximo Oriente.39 En el futuro inmediato, aparte de la continuación de muchas de las líneas activas, creo que van a ser especialmente significativos los estudios sobre campos de batalla antiguos, y los estudios experimentales sobre el funcionamiento de las armas, además de los tecnológicos. Asimismo, hay mucho campo en los estudios simbólicos, logísticos y demográficos. La situación actual de la arqueología y la historia militar de la Antigüedad en España no es perfecta, ni en algunos aspectos llega al nivel alcanzado en otros países, especialmente en lo que se refiere a la musealización de yacimientos y campos de batalla, a la generalización del respeto del patrimonio, y a determinados aspectos metodológicos. Aún así, es indudable que la situación es mucho mejor que hace apenas 15 años. La mejor prueba de ello la encontramos en las universidades, donde los estudiantes ya pueden cursar asignaturas específicas de arqueología militar en determinados masters, al tiempo que se hallan en disposición de realizar tesis doctorales sobre cuestiones relacionadas con la guerra en la Antigüedad desde una posición de total respetabilidad, entendiéndose como una de las vías básicas para la comprensión de las sociedades antiguas. Por lo que se refiere a la divulgación, a mi modo de ver, para divulgar bien es necesario dominar la materia que se divulga. No basta con leer cuatro – o cuarenta – libros y artículos durante seis meses para poder elaborar un trabajo que sea informativo, riguroso, y donde se expongan con equilibrio y rigor las últimas ideas y polémicas. Conviene contar con un poso y una fermentación de los conocimientos, y su enlace con otras materias, que sólo puede ser resultado de una larga familiaridad y estudio. Pero tampoco es necesario ser el máximo especialista en el tema para escribir, incluso puede 35
J. Alonso, J. Barrio, I. Montero, C. Rovira, S. Rovira, etc. C. Blasco, C. Gutiérrez, etc. 37 Entre ellos, M. Alvarez Rico, B. Antela, F. Echeverría, A. Domínguez, C. Fornis, A. Noguera Borel, J. Pascual, etc. 38 Como M. Barceló, A. Domínguez, E. Kavanagh, A. Menéndez Argüin, J. Moralejo, S. Perea. J. Rodríguez, J. M. Roldán, R. Sáez, N. Santos Yanguas, etc. 39 Como J. Martínez Babón, A. Mederos, F. Quesada, J. Vidal, etc. 36
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ser contraproducente si no se tiene mucho cuidado, ya que puede caerse en una visión sesgada o demasiado erudita. Escribir alta divulgación exige a menudo un esfuerzo superior a redactar un trabajo de investigación, en el que el vocabulario técnico y determinadas cuestiones de base se dan por sabidas y el autor no se ha de preocupar en exceso por el nivel de conocimientos de los lectores. Al contrario de lo que ocurría hace un par de décadas, en la gran mayoría de los casos los académicos valoran la divulgación de calidad – en ocasiones incluso porque permite mantenerse al corriente de las innovaciones en campos que no son el propio. Pero es una escritura que exige trabajo y tiempo, y las editoriales españolas trabajan por lo general con plazos demasiado breves para que los libros ‘fermenten’ adecuadamente. En conjunto, sin embargo, la última década ha visto en la divulgación sobre Arqueología e Historia militar antigua un crecimiento exponencial y, en conjunto, de buena calidad. La contribución de Internet y el impacto de los grupos de recreación histórica son factores decisivos que los especialistas procedentes del mundo académico no debemos desdeñar. Al contrario, debemos colaborar en la medida de nuestras fuerzas con muchos llamados ‘aficionados’, que a menudo tienen un excelente nivel de conocimientos, y que, si aprecian interés y buena fe, están más que dispuestos a dejarse aconsejar y a canalizar su mucha energía por vías muy productivas, tanto para la investigación como para la divulgación.
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Discusión BORJA ANTELA: Me gustaría conocer tu opinión respecto al apoyo de las instituciones a la musealización sistemática de campos de batalla. FERNANDO QUESADA: Para bien o para mal el estado cada vez tiene menos cosas que decir al respecto, ya que son las Comunidades Autónomas las que tienen transferidas estas competencias. Me referiré al caso de Andalucía, que es el que mejor conozco. El Cerro de la Cruz en Almedinilla, que es un yacimiento con restos de una matanza de civiles en época romana, de un asentamiento en época de crisis altomedieval, y además un campo de batalla de la Guerra Civil, se está adaptando para la visita al público gracias al decidido apoyo del Ayuntamiento y de las instituciones comarcales (Subbética), provinciales (Diputación) y la Comunidad Autónoma, todo lo cual denota una sensibilidad creciente respecto a esta cuestión. En Andalucía ahora mismo existe un problema muy serio relacionado con el campo de batalla de Baecula, localizado en Santo Tomé (Jaén). Una vez propuesta dicha localización, algunas personas de Bailén, lugar en el que tradicionalmente se creía que había tenido lugar la batalla, y que jamás habían mostrado antes especial interés en la misma, lanzaron una campaña feroz de desprestigio contra el centro de arqueología ibérica en Jaén, reclamando para sí la localización de la batalla de Baecula. Un caso similar puede repetirse próximamente con las Navas de Tolosa. El problema que tenemos es que musealizar un campo de batalla no tiene nada que ver con musealizar un yacimiento arqueológico concreto. Por ejemplo, Baecula abarca un espacio de 420-500 ha mientras que un poblado ibérico muy grande ocupa unas 10 ha. Es por ello que en el caso de los campos de batalla se ha de acometer una tarea completamente distinta: establecer rutas de visitas y tratar de ver el campo de batalla con los ojos del soldado y no con los ojos de un arqueólogo acostumbrado a pequeñas superficies, aunque tampoco con la visión de un satélite militar que obviamente no existía en el mundo antiguo. Comunidades como la Junta de Andalucía se muestran receptivas a llevar a cabo este tipo de tareas de musealización. El problema es que en la actual coyuntura económica los pocos recursos disponibles van dirigidos hacia obras emblemáticas como la Alhambra o el conjunto arqueológico de Medina Azahara, antes que a la musealización de un campo de batalla. En este sentido todavía se percibe en los políticos la vieja desconfianza hacia lo militar. Un ejemplo interesante lo encontramos en el Museo del Ejército recientemente inaugurado en Toledo, donde se ha tratado de lavar la imagen del ejército con un celo excesivo que ha acabado por descafeinar el museo,
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convirtiéndose en un lugar donde hay más buenas intenciones que historia militar. TONI ÑACO: Nos contaste en Burdeos que en el caso del Cerro de la Cruz está siendo muy importante el trabajo de la antropóloga física. ¿Nos puedes explicar por qué es tan importante su labor? FERNANDO QUESADA: Encontrar fosas comunes es muy difícil en los campos de batalla, salvo casualidades o la existencia de fuentes de información (Wisby, Towton, Lituania). Por ejemplo, en el caso de Baecula no será posible encontrarlas para los cartagineses, cuyos cadáveres se dejarían casi con seguridad por el campo para ser devorados por los carroñeros. Una situación diferente es el asalto o la toma de un poblado, en el que se localicen esqueletos tirados por las calles, un elemento que ralentiza muchísimo la excavación pero que proporciona una información de calidad excepcional. Por ejemplo, hace unos años Arturo Oliver excavó en el Puig de la Nau (Benicarló) y se encontró con restos humanos localizados en las calles. A priori el hallazgo admitía distintas interpretaciones. Arturo Oliver, en su lectura de acuerdo con el trabajo de la antropología física, pudo determinar que dichos cadáveres ya eran esqueletos cuando fueron cubiertos por los sedimentos. De ahí que interpretara que esos cuerpos, que no tenían huellas de marcas de golpes, estaban clavados en las paredes, puertas o torres, y ya reducidos a estado esquelético cuando el poblado sufrió la destrucción final. Por el contrario, en el Cerro de la Cruz lo que estamos encontrando son cadáveres tirados en la calle con evidentes señales de violencia (un individuo aparece con un gran tajo en la cadera que le rebanó parte del coxis, otro recibió un golpe de espada que le amputó el hombro, también se identificaron los restos de una tibia cortada con una espada, etc.). Sólo con un antropólogo físico sobre el terreno es posible identificar con fiabilidad, no tan solo los golpes de armas cortantes y tajantes, sino la posición de los cuerpos caídos, o si el cuerpo se quemó antes o después de morir. JORDI PRINCIPAL: ¿Crees que a partir de las evidencias que tenemos, los yacimientos y los investigadores existe potencialidad para crear una plataforma de difusión de la arqueología militar? FERNANDO QUESADA: Giovani Brizzi, que estuvo en el congreso de Burdeos, tras ver los informes sobre Baecula o los trabajos de Jaume Noguera sobre los campamentos romanos en el Ebro, me comentaba que estaba asombrado por todo lo que se estaba haciendo en España. 73
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Yo no solamente veo potencial sino que creo que ése es el camino y, además, ya se están dando pasos en ese sentido. Así, se está empezando a pensar en una red relacionada con la segunda guerra púnica. Al mismo tiempo, también se están reactivando las investigaciones en Numancia, con trabajos a gran escala en los campamentos superpuestos de Renieblas e incluso en el cerco escipiónico, donde ha quedado claro que Schulten hizo gala de una imaginación romántica desaforada. El principal problema en este sentido es la situación económica actual.
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Historia militar e historia de la guerra en el Próximo Oriente Antiguo Jordi Vidal Universitat Autònoma de Barcelona
1. Introducción El objetivo del presente artículo es el de analizar el panorama historiográfico actual en relación con el estudio de la guerra en el Próximo Oriente Antiguo, con el fin de identificar cuáles son las principales tendencias en la investigación, así como valorar la recepción en este ámbito de las principales corrientes teóricas que se han desarrollado estos últimos años. Teniendo en cuenta este propósito me parece inevitable que el desarrollo del estudio se base en buena medida en el comentario de trabajos publicados hasta la fecha. Sin embargo, en ningún caso existe la intención de confeccionar un boletín bibliográfico exhaustivo sobre la guerra en el Próximo Oriente Antiguo.1 Los trabajos comentados son únicamente una selección inevitablemente subjetiva, aunque espero que significativa, del panorama historiográfico actual sobre la cuestión planteada. 2. La historia militar como wargame En 1993 el profesor de la Vanderbilt University Robert Drews publicó su controvertida obra The End of the Bronze Age. Changes in warfare and the Catastrophe ca. 1200 B.C.2 Tras su lectura, no era demasiado difícil adivinar que el libro inmediatamente iba a suscitar polémica. Los motivos son varios. Por una parte, Drews es un especialista en historia de Grecia que en esta ocasión pretendía abordar una problemática, la crisis del 1200 a.n.e., muy relacionada con un campo ajeno para él como es el del Próximo Oriente Antiguo. De forma consciente o inconsciente, los recensionadores se
Agradezco a Agnès Garcia-Ventura su lectura crítica del presente trabajo. Obviamente, cualquier error en el mismo es responsabilidad únicamente mía. 1 Para una recopilación sobre bibliografía de historia militar en el Próximo Oriente Antiguo véanse los dos boletines bibliográficos publicados por Abrahami hasta la fecha (2005 y 2006). 2 Drews 1993.
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encargaron de denunciar ese intrusismo de Drews subrayando, por ejemplo, algunas omisiones bibliográficas que, ciertamente, un auténtico especialista en la materia nunca se habría permitido.3 Sin embargo, más que la formación académica de Drews, el motivo de la polémica fue la particular teoría que el autor defendía con vehemencia en su libro. Así, Drews sostenía que la crisis del 1200 a.n.e., que en el Próximo Oriente puso fin al sistema socio-político palacial característico de la Edad del Bronce, tuvo una única causa de naturaleza estrictamente militar: la creación de nuevas tácticas de infantería que acabaron con la hegemonía de los carros de guerra en los campos de batalla. Mercenarios llegados al Próximo Oriente procedentes de Cerdeña, Grecia y regiones de Anatolia introdujeron un nuevo armamento ofensivo (jabalinas, nuevas espadas largas cortantes y punzantes) y defensivo (grebas, coseletes, pequeños escudos redondos) que les otorgó una superioridad militar decisiva respecto a los ejércitos de carros de sus señores, contra los que finalmente se rebelaron y acabaron por derrotar. Por lo tanto, y sin ninguna clase de ambigüedades, Drews apostaba por una explicación única para la crisis del 1200, una explicación que pasaba por la esfera estrictamente militar y que, desde luego, descartaba otras posibilidades (factores sociales, económicos, políticos) mucho más gratas para el stablishment académico. Como apuntábamos al principio, una propuesta tan osada era de prever que suscitaría un auténtico aluvión de respuestas.4 Una de las críticas más inteligentes y más contundentes al libro de Drews fue la publicada por el eminente orientalista italiano Mario Liverani.5 En un artículo-recensión de ocho páginas Liverani de forma convincente descartaba la validez de la propuesta de Drews por considerarla incapaz de explicar y resolver toda la compleja problemática relacionada con la crisis del 1200. Pero, en realidad, lo verdaderamente relevante para el tema que aquí nos ocupa no es la validez o no de la hipótesis de Drews, sino el uso reiterado que en su crítica del libro hace Liverani de un término muy curioso: wargame. Así, más allá del título, Liverani afirma que la hipótesis de Drews es “too mechanical and too simple, more akin to a wargame that to true historical writing”.6 Más adelante Liverani concluye señalando que “History writing is not a war game, it is less automatic, more flexible and complicated, it lacks the amusement of beating the adversary, but instead has the fascination of complexity (even of doubt!)”.7 El uso reiterado del término
3
Véase Liverani 1994, 242ss. Véase, por ejemplo, Quesada 2003, con bibliografía. 5 Liverani 1994. 6 Liverani 1994, 242. 7 Liverani 1994, 246. En ambos casos el subrayado de la palabra wargame es mío, mientras que el uso indistinto de wargame / war game es del propio Liverani. 4
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wargame puede (¿y pretende?) producir en el lector la sensación de que Liverani tiene cierta voluntad no solo de descartar sino también de ridiculizar la hipótesis militarista de Drews. En este punto sería muy interesante poder comprobar la reacción de Liverani ante un libro que defendiera que la crisis del 1200 fue provocada únicamente por factores económicos o sociales. ¿Calificaría Liverani esas hipótesis como economic game o social game? Me temo que no. En realidad el uso del término wargame es muy significativo y denota el rechazo académico durante la segunda mitad del siglo XX de la historia militar. Sobre el origen y las causas del descrédito de la historia militar en ese periodo ya se ha escrito mucho,8 aunque me parece necesario resumir aquí algunos de los principales factores que lo originaron y que, en buena medida, explican la reacción de Liverani contra el libro de Drews. En primera instancia encontramos el uso perverso que los estados-nación hicieron en el siglo XIX de la historia militar, una historia militar de reyes y batallas utilizada como medio para la exaltación patriótica más furibunda.9 No es de extrañar que dicho abuso haya dado lugar a una reacción totalmente contraria. Una segunda causa la encontramos en las tendencias historiográficas dominantes durante buena parte del siglo XX: la escuela de los Annales y la historiografía marxista. Así, ambas tendencias, a pesar de sus diferencias, coincidieron en su beligerancia contra la historia político-militar, un tipo de historia acientífica, decían, con tendencia a exagerar la relevancia de determinados detalles y personajes, y que debía ser substituida por una historia científica generalizadora de tipo socio-económico y cultural.10 En el ámbito de la arqueología se dio una situación muy similar. Así, la Nueva Arqueología primero y la arqueología post-procesual después apenas prestaron atención a cuestiones relacionadas con la guerra, y cuando lo hicieron aplicaron una perspectiva simbólica con un alto grado de abstracción. En este sentido, por ejemplo, las fortalezas que se excavaban se
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Véase, por ejemplo, el artículo de Quesada en el presente volumen. Hernández Cardona 2007, 11s. 10 La bibliografía sobre esta cuestión es abundantísima. En castellano véase Burke 1996 [1990] y, más recientemente, Burguière 2009 [2006]. De especial interés resulta el capítulo de Hobsbawm sobre el vínculo entre la historiografía marxista británica y los Annales (Hobsbawm 1998 [1997], 183ss.). También es muy interesante el libro de Georges Duby, uno de los más importantes representantes de la tercera generación de los Annales, sobre la batalla de Bouvines (Duby 1988 [1973]). Duby, tras criticar duramente a la historia militar tradicional, informaba al lector acerca de su intención de utilizar un hecho puntual como el de la batalla de Bouvines para realizar un estudio sociológico y cultural de la guerra a principios del siglo XIII. 9
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interpretaban como símbolos arquitectónicos del poder de las elites, sin apenas prestar atención a su funcionalidad militar.11 En tercer lugar conviene destacar el hecho de que a menudo la historia militar se ha concentrado en un número muy reducido de temas (descripción y análisis de batallas y campañas, estudio del desarrollo tecnológico / armamentístico, biografías de líderes militares, etc.), estudiados con frecuencia de forma aislada de su contexto social o cultural. Esa concentración temática ha suscitado el interés de un público determinado pero ha sido considerada como una auténtica vulgaridad por parte de la historiografía académica. Por último, podemos destacar el desarrollo y la amplia aceptación en el mundo occidental de una ideología pacifista que en ocasiones ha optado por tratar de silenciar el estudio histórico de la guerra como estrategia necesaria a partir de la cual fomentar una cultura de la paz.12 Como consecuencia de todos estos factores, durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX la historia militar fue percibida como una disciplina secundaria, pasada de moda y, por lo tanto, marginal en el ámbito académico. Tal y como señalaban Pollard y Banks, la historia militar en aquellos años descendió a la categoría de simple hobby propio de derechistas y war-gamers.13 Es en este contexto donde se explica la reacción de Liverani al libro de Drews y su uso del término wargame para desacreditar su hipótesis militarista sobre la crisis del 1200. Calificar de wargame a la hipótesis de Drews prácticamente equivalía a calificar al propio Drews, y por extensión al resto de historiadores militares, de war-gamers, de pseudohistoriadores obsesionados con un objeto de estudio que apenas alcanzaba la categoría de hobby y que se hallaba en las antípodas de la historia que de verdad importaba, fuera esta una historia económica, social o cultural. Sin embargo, y a pesar de este contexto intelectual claramente hostil, lo cierto es que la historia militar tradicional ha gozado durante todos estos años de una relativa buena salud en el ámbito de los estudios sobre el Próximo Oriente Antiguo. Esta situación un tanto anómala es el resultado de la tradicional impermeabilidad y el conservadurismo historiográfico propio de los estudios sobre el Próximo Oriente Antiguo, donde las nuevas corrientes teóricas se abren paso a duras penas, y donde en ocasiones las modas historiográficas nacen y mueren sin apenas incidir sobre ellos. A continuación repasaremos algunos ejemplos que atestiguan esa buena salud a la que hacíamos referencia. 11
Pollard / Banks 2005, iv. Hernández Cardona 2007, 12s. 13 Pollard / Banks 2005, iv. De forma similar se han expresado Fagan y Trundle: “Battles and wars were sidelined to antiquarians, wargamers, recreationists, and “enthusiasts” (Fagan / Trundle 2010, 6). 12
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En diciembre de 2006 se celebró en Lyon un congreso titulado Les armées du Proche Orient ancien 3ème-1er millénaire. A pesar de lo que indica el título, lo cierto es que a lo largo del congreso se leyeron comunicaciones relacionadas no sólo con los ejércitos sino también con otras muchas cuestiones bélicas, por lo que en realidad puede considerarse el congreso de Lyon como un auténtico congreso sobre la guerra en el Próximo Oriente Antiguo. Un rápido repaso por las actas publicadas recientemente14 demuestra el predominio de contribuciones que por su temática deben ser consideradas como propias de la historia militar tradicional. Así, hasta un total de 13 de los 17 artículos publicados abordan cuestiones propias de la historia militar tradicional. En este apartado cabe incluir los cinco artículos que analizan la composición y las características de los ejércitos de Akkad,15 Ur III,16 Aššur,17 Nuzi18 y el reino meso-asirio;19 los tres artículos que abordan cuestiones relacionadas con el armamento y la tecnología militar;20 los dos artículos dedicados a la arquitectura militar de Ugarit21 y del valle del Éufrates Medio;22 y tres artículos finales dedicados a la estrategia militar mesopotámica,23 la guerra de asedio24 y la campaña neo-babilónica contra Asiria.25 Tan solo los cuatro últimos artículos escapan a esas temáticas más tradicionales, abordando cuestiones que analizaremos en el apartado siguiente. El predominio de la historia militar tradicional en el congreso de Lyon no es desde luego un caso aislado sino la prueba de una tendencia. Así, tras el final de la Segunda Guerra Mundial y hasta el año 2000, un periodo durante el cual la historia militar alcanzó las cotas más bajas de popularidad en el ámbito académico, los especialistas en el estudio del Próximo Oriente Antiguo no dejaron de publicar monografías26 y volúmenes colectivos27 sobre historia de la guerra en esa región, así como estudios sobre ejércitos,28
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Abrahami / Battini 2008. Abrahami 2008. 16 Lafont 2008. 17 Ziegler 2008. 18 Lion 2008. 19 Postgate 2008. 20 Vita 2008; Collon 2008; Rouault / Bellucci 2008. 21 Calvet 2008. 22 Tenu 2008. 23 Córdoba 2008. 24 Battini 2008. 25 Joannès 2008. 26 Yadin 1963 27 Durand 1991; Nehmé 1999. 28 Sasson 1969; Kendall 1974; Malbran-Labat 1982; Stillman / Tallis 1984; Beal 1992; Vita 1995; Mayer 1995; Abrahami 1997. 15
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armamento29 y tecnología y arquitectura militar,30 al tiempo que se celebraron importantes reuniones científicas de carácter internacional dedicadas exclusivamente a esa cuestión.31 En cierto modo puede afirmarse que ese interés por la historia militar ha continuado vigente durante esta primera década del siglo XXI. Así se aprecia repasando las líneas de investigación desarrolladas por las nuevas generaciones de especialistas en historia de la guerra en el Próximo Oriente Antiguo. Buen ejemplo de ello son los recientes estudios de Davide Nadali,32 Tamas Deszö33, Fabrice de Backer34 y Garret G. Fagan35 sobre armas, tácticas y organización del ejército neo-asirio, o mis propios trabajos sobre la guerra de asedio durante el periodo paleobabilónico36 y el Bronce Final37 o el empleo táctico de los estandartes militares también en época paleobabilónica.38 Sin embargo, el hecho de que la historia militar tradicional se practique sin problemas en el ámbito del Próximo Oriente Antiguo no la convierte en una disciplina inmune a críticas como las formuladas por Liverani. Es inevitable que cuando esas críticas proceden de autores ajenos a la historia militar, como es el caso de Liverani, sean recibidas con cierto recelo. Sin embargo, también insignes historiadores de la guerra han denunciado algunas prácticas que consideraban nocivas. Un buen ejemplo de ello lo ofrece Yvon Garlan, quien en la introducción de una de sus obras criticaba veladamente la historia militar señalando que “se hace fuerte en los problemas técnicos del armamento, de la organización y de la táctica que, tratados de un modo autónomo, parecen poseer en ellos mismos el principio de su desarrollo; tiende a reducir la historia de la guerra a la de las operaciones militares, las “batallitas”, que se incluyen de forma mecánica, como un añadido, en la historia global de las sociedades antiguas”.39 Y es que, como apuntábamos, a menudo la historia militar ha caído en el error de limitarse a la mera descripción y análisis de cuestiones estrictamente técnicas relacionadas con la estrategia o el armamento, prestando poca o ninguna atención, por ejemplo, a las repercusiones sociales de la guerra, lo
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De Maigret 1976; Philip 1989. Salonen 1965; Amadasi 1965; Marrassini 1971; Littauer / Crouwel 1979. 31 “Warfare in the Ancient Near East”, XII Rencontre Assyriologique Internationale (Londres 1963) (publicado en Iraq 25/2 (1963), pp. 110-170). 32 Véase, entre otros, Nadali 2004; 2005; 2010. 33 Dezsö 2001; 2006. 34 Véase, por ejemplo, De Backer 2009 y 2010. 35 Fagan 2010. 36 Vidal 2009. 37 Vidal 2006. 38 Vidal 2009b. 39 Garlan 2003 [1972], 12s. 30
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que sin duda ha ido en detrimento de la calidad del discurso científico y de la investigación. A continuación repasaremos algunos ejemplos que demuestran la existencia de una interesante reflexión teórica sobre esta cuestión, al tiempo que anuncian una nueva forma de estudiar la historia de la guerra en el Próximo Oriente Antiguo. 3. Nuevos enfoques en el estudio de la guerra En estos últimos años son muchos los especialistas que coinciden en subrayar la existencia de un renovado interés, también a nivel académico, por la historia militar.40 Sin embargo, es necesario destacar el hecho de que muchos de los estudios sobre el fenómeno de la guerra que se están publicando actualmente abordan cuestiones que sobrepasan con mucho los tradicionales focos de interés de la historia militar tradicional, prestando especial atención a la interacción entre guerra, sociedad y cultura. Esta nueva forma de abordar el estudio de la guerra ha sido bautizada por Jeremy Black como New Military History.41 Dicha etiqueta es útil, por cuanto destaca la diferencia existente entre esos nuevos estudios y los trabajos de historia militar tradicional. Sin embargo, se trata de una denominación en mi opinión incorrecta ya que en muchos de los trabajos englobados bajo ese epígrafe el elemento militar es prácticamente inexistente. Así, por ejemplo, calificar como un estudio de Historia militar un análisis sobre el trabajo de las mujeres en tiempos de guerra no tiene demasiado sentido, por muy nueva que sea esa historia militar. A continuación repasaremos algunos ejemplos que demuestran como, en esta ocasión sí, ese renovado interés por el fenómeno de la guerra ha llegado también al ámbito de los estudios sobre el Próximo Oriente Antiguo. 3.1. Guerra y sociedad Bajo el epígrafe “Guerra y sociedad” generalmente se sitúan aquellos trabajos que analizan el fenómeno de la guerra en relación con cuestiones como la estratificación social, el género o el medioambiente, así como aquellos estudios que se preocupan por temas como la conmemoración de los conflictos armados o el impacto de la guerra sobre el cuerpo humano.42 Al repasar la bibliografía más reciente podemos comprobar como, efectivamente, en estos últimos años se han publicado trabajos que abordan
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Loreto 2006, 12s.; Gracia 2007; Quesada 2010, 13ss. Véase, por ejemplo, Black 2004, 26ss. 42 Black 2004, 49ss. 41
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prácticamente todas estas cuestiones en el marco del Próximo Oriente Antiguo. En 1999 Marc Van de Mieroop, en un trabajo de reflexión sobre las tendencias historiográficas en Asiriología, reclamaba un cambio en el estudio de la guerra en el Próximo Oriente Antiguo.43 Así, Van de Mieroop proponía abandonar un tipo de historia siempre basado en las figuras de reyes y militares para pasar a analizar las consecuencias que la guerra tenía sobre la gente corriente, sobre sus propiedades, sus lugares de hábitat, etc., en lo que podía denominarse como una historia de la guerra desde abajo. El autor, para evitar la fácil y previsible objeción acerca de la falta de fuentes para tratar una cuestión como ésta, esgrimía un ejemplo que demostraba que hacer esta clase de historia era realmente posible. El ejemplo escogido por Van de Mieroop era un pequeño archivo privado de finales del siglo VII a.n.e.,44 hallado en la ciudad de Nippur y propiedad de un noble de la ciudad. Dicho archivo permitía conocer con cierto detalle los efectos devastadores que el asedio de la ciudad por parte de Nabopolassar de Babilonia había tenido sobre sus habitantes: aumento en el precio de los cereales, empobrecimiento dramático de las clases bajas, aparición de hombres de negocios dedicados a la compra de los hijos de las familias arruinadas, etc. En realidad, ese cambio de perspectiva que reclamaba Van de Mieroop ya se venía produciendo con anterioridad. En este sentido podemos recordar que el estudio de un tema como las deportaciones masivas de población a causa de un conflicto bélico ya es una forma de escribir historia de la guerra desde abajo, por cuanto el foco de interés no son los líderes militares y sus acciones sino las víctimas del conflicto, en este caso los deportados. Sobre esta cuestión basta recordar la monografía clásica de Bustenay Oded dedicada al estudio de las deportaciones en época neoasiria45 o, más recientemente, un artículo de Dominique Charpin en el que estudiaba la deportación de poblaciones hurritas por parte de Hammurabi de Babilonia, su posterior reasentamiento en Dilbat y su integración en la sociedad babilónica.46 Ambos trabajos fueron publicados con anterioridad al libro de Van de Mieroop. Con todo, sí parece que las reflexiones de Van de Mieroop surtieron cierto efecto en el panorama historiográfico sobre el Próximo Oriente Antiguo. Siguiendo su estela Rocío da Riva publicó un breve artículo sobre el impacto que tenían los asedios de ciudades sobre la población civil.47 Para 43
Van de Mieroop 1999, 98ss. Oppenheim 1955. 45 Oded 1979. 46 Charpin 1992, 213ss. Más recientemente véase Forlanini 2010 acerca de las deportaciones hititas. 47 Da Riva 2008. 44
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ello se centró, al igual que Van de Mieroop, en la Baja Mesopotamia a finales del siglo VII a.n.e., y al archivo privado de Nippur ya comentado añadió una serie de textos procedentes de Babilonia y Uruk. El estudio de esa documentación le permitió identificar a los niños de las ciudades como las víctimas principales en caso de asedio. De hecho, el estudio de los niños como víctimas de los conflictos armados ha suscitado un interés destacable entre los investigadores. Buen ejemplo de ello lo encontramos en el volumen de 1997 de la revista KTEMA dedicado a la infancia y la educación en el Próximo Oriente Antiguo. En dicho volumen Brigitte Lion publicó un trabajo sobre los centenares de niños de las familias de seis localidades de la Alta Mesopotamia deportadas hasta Mari el 1763 a.n.e., prestando especial atención a cuestiones como su edad y sexo, su manutención así como su destino final, que en ocasiones implicaba la separación definitiva de sus padres.48 Otro de los grandes focos de atención ha sido el de la relación entre las mujeres y la guerra en el Próximo Oriente Antiguo. En general, los trabajos publicados sobre esa cuestión coinciden en explicitar la voluntad de terminar con la clásica concepción de la guerra como una actividad que únicamente concernía a los hombres. Un análisis cuidadoso de las fuentes demuestra que las mujeres también participaron en y se vieron afectadas por la guerra, por lo que no tiene justificación ninguna su tradicional omisión en la reconstrucción histórica del fenómeno. Dicha omisión no responde a ningún criterio científico, siendo tan solo el resultado de la tradicional consideración de la guerra como uno de los elementos definidores de la masculinidad. Uno de los trabajos pioneros sobre la cuestión fue el estudio de Amelie Kuhrt sobre mujeres y guerra en el Próximo Oriente durante el primer milenio a.n.e.49 El artículo se plantea como un trabajo de síntesis en el que Kuhrt describe la interacción entre mujeres y guerra a través de una serie escogida de temas: lo femenino como metáfora de debilidad, la mujer como víctima de la guerra, la mujer como transmisora del ethos militar masculino, el significado de la presencia de mujeres en el campo de batalla, mujeres acompañando a los ejércitos en campaña, la contribución material de las mujeres al esfuerzo bélico, el papel de la mujer en la causa y la resolución de conflictos armados, etc. Un estudio mucho más concreto es el de Agnés Garcia-Ventura quien, a través de la documentación neo-sumeria, enseña como las mujeres (tanto ciudadanas sumerias como prisioneras de guerra) tenían la posibilidad de ocupar los puestos que dejaban los hombres en los centros de producción textiles durante los conflictos armados, incluyendo las tareas de supervisión.
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Lion 1997. Kuhrt 2001.
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Ello significa que la guerra ofrecía a las mujeres la posibilidad de alcanzar un estatus profesional que en tiempos de paz les estaba vetado.50 Otro tema destacado ha sido el de la relación entre la guerra y el cuerpo humano. En este sentido destaca especialmente el libro de Zainab Bahrani dedicado precisamente a analizar la relación entre el cuerpo y la violencia.51 En su opinión, las aproximaciones tradicionales al estudio de la guerra, basadas en cuestiones estrictamente militares, son del todo insuficientes para tratar de reconstruir la concepción que se tenía de la guerra en la Antigua Mesopotamia. En su lugar Bahrani defiende la necesidad de llevar a cabo un estudio de la filosofía e ideología de la guerra. Para alcanzar ese objetivo la autora considera fundamental analizar la interacción entre poder, violencia y cuerpo, dado que el concepto del cuerpo estaba íntimamente relacionado con las ideas mesopotámicas sobre el mundo, la historia y el tiempo. Prueba de la importancia de dicho análisis Bahrani la encuentra, por ejemplo, en el arte neo-asirio donde el poder del imperio se representó a través de la violencia ejercida sobre los cuerpos de los vencidos, unos cuerpos torturados, ejecutados, deportados, suplicantes. 3.2. Guerra y cultura Tal y como apuntaba Jeremy Black, el interés por el tema “guerra y sociedad” ha generado a su vez una creciente atención hacia la dimensión cultural de la guerra, en especial a su vertiente más simbólica.52 También en el ámbito de los estudios sobre le Próximo Oriente Antiguo encontramos muestras recientes de ese interés por profundizar en el estudio de la guerra y su simbología. De esta forma, Davide Nadali ha estudiado la conmemoración de la guerra en el Próximo Oriente en el III milenio a.n.e. Uno de los elementos indispensables en la conmemoración del éxito militar son lo que él denomina “monumentos de guerra”, es decir, aquellos paneles o estelas que se creaban para perpetuar la memoria del éxito militar logrado, como la famosa Estela de los buitres o el Estandarte real de Ur. Esos monumentos nos enseñan la existencia de una auténtica iconografía de la guerra que se extendía desde Sumer hasta Ebla, y que se basaba en la contínua repetición de unos motivos determinados (enemigos desnudos, cadáveres abandonados y devorados por los animales, etc.). La creación y vigencia de ese lenguaje figurativo de la guerra durante el III milenio a.n.e. permitía la producción de monumentos con un mensaje iconográfico de comprensión fácil e inmediata.
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García-Ventura, en prensa. Bahrani 2008. 52 Black 2004, 55ss. 51
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Un segundo ejemplo lo encontramos en mi propio estudio sobre la existencia y el significado de las “armas de prestigio” atestiguadas en un contexto amorreo. Así, muchas de esas armas estaban realizadas con materiales preciosos y servían como armas de parada, ofrendas votivas o bien formaban parte de los ajuares funerarios de personajes destacados. Con todo, algunos textos indican que en ocasiones esas armas también se usaban como auténticos cetros esgrimidos por los mandos militares, simbolizando su autoridad sobre los soldados. Un tipo distinto de “armas de prestigio” lo constituyen aquellas armas o máquinas de guerra de manufactura corriente convertidas posteriormente en objetos de culto como consecuencia del significado histórico especialmente relevante que habían adquirido. El mejor ejemplo de este último tipo en un contexto amorreo nos lo ofrece un ariete que, probablemente debido a su participación decisiva durante un asedio, fue depositado en un santuario dedicado al culto de los ancestros de Zimri-Lim, rey de Mari. El ejemplo del ariete de Mari rápidamente nos recuerda a otros casos atestiguados en la Biblia Hebrea, como las armas de Saúl depositadas en un santuario filisteo dedicado a Aštarte (1 Sam 31: 10), o la espada de Goliat, colocada por David en el santuario de Nob (1 Sam 21: 9).53 También en el congreso de Lyon al que nos referíamos antes se leyeron algunas comunicaciones cuya temática está estrechamente relacionada con el estudio de la simbología de la guerra. A modo de ejemplo podemos recordar aquí el artículo de Pierre Villard en el que el autor trata de reconstruir el ceremonial para la celebración de las victorias militares en época neoasiria.54 En líneas generales, y aceptando que dicho ceremonial no debió ser homogéneo a lo largo de los siglos, Villard ha logrado identificar una serie de elementos básicos constitutivos del mismo. Así, la celebración de la victoria se integraba dentro del festival del Akitu (Año Nuevo) y tenía lugar en Nínive y/o en Arbelas. Entre los elementos fundamentales de la celebración destacaba la entrada triunfal del rey junto con las estatuas divinas, la exposición de los prisioneros de guerra capturados (y que posteriormente podían ser ejecutados), así como los restos de los líderes enemigos vencidos. Al final tenía lugar una representación ante la población de los episodios más importantes de la campaña (la victoria militar, la obtención de botín, la humillación de los vencidos). 4. Conclusiones El análisis de los trabajos recogidos en el apartado 3 confirma lo que apuntábamos al principio del mismo: a pesar de ser todas ellas obras
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Vidal, en prensa. Villard 2008.
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centradas en el estudio de la guerra, son trabajos en los que el elemento estrictamente militar o bien no aparece o bien es secundario. De ahí nuestro rechazo a situarlas bajo la etiqueta de historia militar, sea nueva o tradicional. En realidad todos esos ejemplos son una muestra de una nueva forma de estudiar la guerra, en íntima relación con la esfera cultural y social. De esta manera se ha tratado de corregir una de las grandes carencias de la historia militar denunciada reiteradamente, esto es, la excesiva atención prestada a batallas, armamento, estrategias y grandes líderes militares, cuyo estudio aislado del contexto social y cultural era incapaz de producir una historia comprensible de la guerra. Sin embargo, ahora estamos obligados a evitar caer en el extremo contrario. De la misma forma que la historia de la guerra no podía escribirse obviando los aspectos sociales y culturales de la misma, la historia de la guerra no puede escribirse sin tener en cuenta el elemento militar. La historia militar es una historia necesaria que aborda cuestiones relevantes. Hechos puntuales como las batallas condicionaron de forma decisiva no solo el desarrollo de entidades políticas sino la vida de miles y miles de personas, a menudo de forma decisiva. Igualmente, entender la estrategia, el armamento y la arquitectura militar resulta imprescindible para explicar, por ejemplo, un paisaje salpicado de ciudades y fortalezas cuya ubicación en un determinado lugar y sus mismas características en buena medida se explican a partir de consideraciones militares. Desmilitarizar la guerra, aunque pueda resultar tentador para según qué sensibilidades políticas, no es una opción honesta. Al margen de prejuicios y descalificaciones intelectuales, lo cierto es que las batallas y las armas forman parte del fenómeno bélico, de la misma manera que las víctimas civiles o los monumentos conmemorativos. Tan solo la combinación entre la historia militar y los nuevos estudios sobre la guerra puede conducirnos hacia un conocimiento integral del fenómeno bélico.
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Los grupos de recreación histórica (historical re-enactment) Jordi Cortadella Universitat Autònoma de Barcelona
El objetivo del presente artículo es dar a conocer la existencia y reflexionar sobre el origen y las actividades de los grupos de recreación histórica (historical re-enactment, o living history), especialmente los relacionados con el ejército romano. Se trata de un fenómeno relativamente reciente y en claro auge, surgido en los últimos treinta años en el ámbito de los países occidentales que se enmarca dentro del concepto de re-enactment, término anglosajón que significa literalmente “volver a representar”, “revivir” o “recrear” y que se puede traducir en castellano como “recreación histórica”.1 El re-enactment es una especie de juego de rol (en inglés LARP: Live Action Role-Playing Game) en el que los participantes recrean un periodo histórico o, más concretamente, un hecho de armas. La base histórica, sin embargo, es reinterpretada por los re-enactors, que no dudan en inventar escenas plausibles basándose en su conocimiento del período. Algunas veces pueden haber espectadores, pero no es una condición sine qua non del reenactment. Por tanto, no se trata estrictamente de un “teatro de calle” o un happening en la medida que el público y espectáculo es sólo uno de sus objetivos pero no es el único motivo que lo genera ni el más esencial. La recreación histórica es una forma relativamente nueva de entretenimiento que permite sumergirse con mayor o menor profundidad en una época determinada a fin de experimentar su estilo de vida: comida, ropa, utensilios y otras formas de la vida cotidiana de la época o acontecimiento histórico elegido. Es difícil imaginar un contacto más íntimo con la historia y el patrimonio, porque la recreación pone en juego el conocimiento, los sentimientos y las emociones de las personas que se dedican a este pasatiempo.2 1
Por su especificidad, el término re-enactment (con o sin guión) no se acostumbra a traducir en otros idiomas, aunque en francés también se utiliza el término “reconstitution historique”, en italiano “rievocazione storica” y en alemán “Neuinszenierung” (nueva escenificación) o “Wiederaufführung” (reposición, reestreno). 2 Para la relación entre individuo y patrimonio véase por ejemplo las reflexiones de Lowenthal 1998 y Ballart 1997.
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La mayoría de los participantes son aficionados apasionados que practican el re-enactment como un hobby. La edad de los participantes, sus nacionalidades y clases sociales son muy diversas, y es fácil encontrar entre ellos tanto a niños como a ancianos. Los re-enactors se dividen generalmente en tres categorías: farbs (iniciados), mainstreams (medios) y progressives (avanzados), dependiendo de la importancia que le dan a la autenticidad de sus uniformes y su estilo de vida.3 Farb es un término despectivo de origen incierto y de etimología desconocida usado en la jerga de los re-enactors anglosajones para referirse a los participantes que muestran indiferencia hacia la autenticidad histórica, ya sea desde un punto de vista material, cultural o en la acción. El farb, o también llamado algunas veces “soldado de poliéster”, gasta relativamente poco tiempo y/o dinero en conseguir la “autenticidad”, un concepto subjetivo que depende del contexto y de las expectativas, pues mientras el re-enactor corriente (mainstream) puede aceptar un objeto si éste consigue convencer al espectador, el núcleo duro de los re-enactors (progressive) lo considerará farb si no está hecho de una forma históricamente exacta. En el otro extremo del farb están los progressives o núcleo duro del re-enactment, que buscan una inmersión completa en la experiencia del re-enactment, tratando de vivir y actuar como alguien de la época que representa. Esto incluye comer los alimentos de la época, a la manera de la época, usar ropa de la época, hecha con el mismo tipo de costuras de la época, incluida la ropa interior, y permanecer en el personaje a lo largo de todo el evento, sin salirse del personaje cuando no mira nadie, sin utilizar elementos modernos entre horas. Un encuentro de re-enactment sigue generalmente un guión general preestablecido, cuyas directrices se dan a conocer unos meses antes de la reunión, en los blogs al uso. La “historia” a recrear acostumbra a limitarse a un esqueleto, que los re-enactors completarán con sus mejores uniformes. La parte de interpretación es, por lo tanto, muy grande. El re-enactment se basa en la autenticidad, y, por consiguiente, el uniforme y el equipo, pero también el comportamiento de los participantes, han de ser los adecuados para que haya re-enactment. 1. Precedentes y pioneros La recreación histórica es tan antigua como la sociedad misma. Desfiles, procesiones, representaciones teatrales, actos religiosos y civiles varios, han representado el pasado de múltiples formas.4 Los ejemplos son fáciles de 3
Para la sociología del re-enactor, el mejor estudio es el de Hadden 1999. Para una visión de conjunto del re-enactment véanse las obras de Redknap 2002; Goodacre / Baldwin 2002; Horsler 2003; Agnew 2004 y 2007. Una breve historia del re-enactment en: 4
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Los grupos de recreación histórica
encontrar en cualquier tradición cultural. Baste recordar, por citar sólo dos ejemplos cercanos, las procesiones de Semana Santa, que suelen ir acompañados de “Armaos” (en Cataluña “Armats” o “Manaies”) vestidos a la manera de los legionarios romanos;5 o las fiestas de Moros y Cristianos en Alcoy.6 Estas recreaciones se caracterizan por un escaso rigor histórico en cuestiones como los uniformes utilizados, así como en la reconstrucción misma de las escenas. No obstante, a su manera, “Armaos” y comparsas albergan la voluntad de intentar revivir de manera didáctica y en primera persona unos tiempos pasados: la pasión de Cristo, unos, o la revuelta de AlAzraq del 1276, otros. Sin embargo, estas recreaciones tradicionales, a pesar de ciertas similitudes de fondo, en su forma no guardan relación alguna con los grupos de reconstrucción que aquí nos ocupan, aunque sí que intentan mantener viva, o inventar, una cierta visión del pasado.7 Parece que el catalizador del re-enactment moderno hay que buscarlo en Estados Unidos en 1960-61, a raíz de las conmemoraciones del centenario de la Guerra Civil Americana (1861-1865). Aunque al principio el nivel de autenticidad del vestuario, armamento y representación fueron bastante lamentables, estas primeras recreaciones de famosas batallas sedujeron la imaginación de los norteamericanos hasta el punto de iniciar una tendencia que rápidamente se extendió primero a Gran Bretaña y más tarde a Europa continental. Las recreaciones bélicas en los Estados Unidos, desde http://www.eventplan.mysite1952.co.uk/page29.html 5 Durante la Contrarreforma las procesiones comenzaron a realizarse como manifestación dramática de la muerte y resurrección de Cristo y como fórmula de cimentar la religiosidad popular. Muchas cofradías, que se correspondían habitualmente con oficios concretos de los cofrades (carpinteros, plateros, etc.), incorporaron entonces hábitos y vestimentas militares como expresión de la jerarquía de la propia cofradía (capitanes, sargentos y soldados). Actualmente se encuentran “armaos”, o su equivalente, en muchos municipios del Campo de Calatrava. Son famosos los de Almagro y también los de la Macarena de la Semana Santa sevillana. También perduran en Sicilia (en Marsala, Cianciana o Ispica). Para los “Armats”, “Manaies”o “Manages” de Catalunya véase http://armatsimanaies.ppcc.cat/. En las comarcas de Tarragona se han contabilizado 32 grupos, en Girona 14, en Lleida 11 y en Barcelona también 11, aunque no todos ellos permanecen activos. Los más numerosos son los “Manaies” de Banyoles, con 123 componentes, y los de Girona con 119. Los más cercanos al re-enactment moderno son los de Blanes, con una sección exclusivamente dedicada a la reconstrucción histórica rigurosa. Recientemente, los “Armaos” de Marchena (Sevilla), centuria romana Señor de la Humildad y Paciencia, se han constituido como Legio X Fretensis Cohort IV http://www.centuriaromana.com/ 6 Celebrada en Alcoy desde 1668. El origen de la fiesta parece remontarse al 1617 en la localidad albaceteña de Caudete. En los últimos tiempos las Fiestas de Moros y Cristianos están viviendo un crecimiento espectacular, celebrándose en distintas ciudades y pueblos españoles del Sureste peninsular, como la Región de Murcia, Castilla-La Mancha, Andalucía Oriental, Lleida y especialmente el País valenciano. Para su interpretación social véase Bernabeu 1981. 7 Para la invención de las tradiciones históricas véase el clásico de Hobsbawm / Ranger 2002.
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escaramuzas a grandes batallas, alcanzaron una escala épica en 1998, cuando 25.000 “soldados” tomaron parte en una recreación de la Batalla de Gettysburg (1863). Por su parte, en Gran Bretaña los primeros grupos de reenactment fueron la Southern Skirmish Association,8 fundada en febrero de 1968 para reconstruir escenas de la guerra civil americana y, a finales del mismo año, The Sealed Knot,9 dedicado a la guerra civil inglesa (16421651), que cuenta con miles de miembros. Poco después, en 1971, se creó la Sabre Society, el primer grupo de recreación histórica del período napoleónico, seguido en 1976 por la Napoleonic Association,10 la mayor agrupación de re-enactors del Reino Unido.11 En el ámbito español, existen diversos grupos de recreación histórica de estética napoleónica, como la pionera asociación coruñesa The Royal Green Jackets12 (1999), o la Asociación Napoleónica Valenciana, que en 2005 ha formado su propio grupo de re-enactment, el Regimiento de Infantería de Línea de Valencia 1808.13 También se han creado numerosos grupos de reconstrucción histórica centrados en la época medieval por toda la geografía europea. En España, por ejemplo, existe la asociación denominada El clan del cuervo, que está especializada en la reconstrucción militar de época visigoda del siglo VII (Regnum Gothorum), en grupos vikingos de finales del siglo X (Vikingr) y la vida civil y militar, tanto cristiana como musulmana, de la segunda mitad del siglo XI (La España del Cid).14 Ha aparecido también, en 2008, la autoproclamada Asociación Española de Reconstrucciones Históricas, que incluye la recreación de una unidad de las Waffen SS, así como una unidad de asalto de la infantería soviética y una unidad alemana de la primera Guerra Mundial.15 Este tipo de reconstrucciones guardan también estrecha relación con el fenómeno del 8
http://www.soskan.co.uk/ http://www.thesealedknot.org.uk/ 10 http://www.napoleonicassociation.org/historical_reenactment.htm 11 Existen diversas asociaciones internacionales que agrupan una gran variedad de grupos de recreación histórica, como la Society for Creative Anachronism (http://www.sca.org/) y el Consortium of European Re-enactment Societies (http://www.cersonweb.org/webstart/) además de múltiples páginas web generalistas como http://www.reenactor.net/, o http://www.histrenact.co.uk/ y la española http://www.reconstrucciohistorica.cat/ 12 http://www.royalgreenjackets.org/ 13 http://www.valencia1808.com/v_02_grupo_recreacion_01_rgto1808.htm 14 http://www.clandelcuervo.com/ 15 En la primera página de su web (http://www.aerh.es/) puede leerse esta inquietante advertencia: la AERH no está vinculada ni comparte ningún partido, movimiento o ideología política. Su única finalidad es la investigación y recreación histórica. La aparición en alguna fotografía de simbología o iconografía de determinados regímenes no representa ninguna identidad. La AERH se mueve únicamente por el interés de ofrecer a coleccionistas, aficionados e historiadores un material que forma parte de la historia de la Humanidad. 9
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coleccionismo (de armas, insignias, medallas, cascos, gorras, boinas, banderas, uniformes, etc.).16 Tales fenómenos, aunque por una parte pueden implicar una especie de “jugar a hacer el soldado”, por otra conllevan en muchas ocasiones la creación de reconstrucciones muy fieles que sirven al historiador para poner a prueba los relatos históricos sobre batallas confrontados con la realidad del terreno, del soldado o de la estrategia. Este interés por revivir el pasado en primera persona, el del entorno inmediato, en el cual se ha forjado la modernidad de manera traumática, la de Estados Unidos de Lincoln, la de la Gran Bretaña de Cromwel, o la de Europa actual, se explica también en parte por la vistosidad de los uniformes. El re-enactment moderno se diferencia de las formas más tradicionales de recreación histórica en que no tiene por objetivo dramatizar un pasado que ya se conoce, sino además aprender algo nuevo sobre el pasado a través de la actividad misma de recreación, así como comunicar los hechos a un público más amplio. Estas actividades se conciben, por tanto, simultáneamente como estrategia narrativa y herramienta de investigación, pues existe la creencia de que colocando a una persona actual en una situación del pasado simulada, la historia “cobra vida” y se puede aprender algo de tal experiencia, que sería menos accesible a través de los métodos convencionales para el estudio del pasado.17 Un rasgo característico, pues, del re-enactment moderno, que se diferencia de las recreaciones tradicionales de carácter más folclórico, es la búsqueda del rigor y la fidelidad de la reconstrucción histórica, en especial todo lo relacionado con el atuendo, los utensilios, armas y equipo en general. En este aspecto, se puede establecer una correlación bastante directa con el fenómeno de la arqueología experimental. La experimentación con objetos arqueológicos para determinar cómo fueron fabricados o cómo se utilizaban los utensilios es común en la práctica arqueológica desde finales del siglo XIX, pero no es hasta la década de 1960 cuando este campo de estudios ha tenido un especial desarrollo en el ámbito anglo-sajón y escandinavo. Buen ejemplo de ello lo encontramos en yacimientos arqueológicos como Sagnlandet Lejre (Roskilde, Dinamarca),18 Butser (Hampshire, Reino Unido)19 y Foteviken (Höllviken, Suecia),20 donde los arqueólogos intentan 16 Para comprender mejor el fenómeno del coleccionismo de armas antiguas y modernas véase por ejemplo la web de Militaria en Barcelona. http://www.militariabcn.com/ 17 Para una reflexión de este recurso emotivo en arqueología e historia véase Handler / Saxon 1988; Magelssen 2007 y Phillips 2008. 18 Poblado de la edad del hierro danés (200 a.C.-200 d.C.) abierto en 1964 (http://www.sagnlandet.dk/English.425.0.html). 19 Granja de la edad del hierro británica (300 a.C.) fundada en 1972 y trasladada a su emplazamiento actual en 1991 (http://www.butser.org.uk/). 20 Poblado vikingo (siglo XII) creado en 1993
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reconstruir con las máximas garantías, además del armamento, el utillaje lítico y metálico, las formas arquitectónicas y los sistemas de vida; donde, en definitiva, se sitúa al visitante en lo más parecido a un poblado de la Edad del Hierro con el objetivo pedagógico de hacerle revivir aquellos tiempos a través de la experiencia personal. Con el objetivo de obtener los recursos económicos necesarios para desarrollar las actividades más experimentales, los centros encargados de estos proyectos han buscado potenciar la vertiente más divulgativa, donde los visitantes tienen la oportunidad de pasear a través de lo que serían auténticos museos al aire libre y así revivir distintas escenas de la vida cotidiana. Algunos de estos yacimientos musealizados, o fieles reconstrucciones “ex novo”, todos ellos relacionados con la arqueología experimental, pueden también tener actividades dirigidas a la historia militar, reconstrucción de armas y trajes, y exhibiciones por parte de especialistas. No obstante, a pesar de estos precedentes y de la labor llevada a cabo por la divulgación arqueológica, debemos señalar que el re-enactment es un fenómeno que tiene una dinámica particular relacionada, no solo con la historia y la arqueología, sino también con los juegos de rol y los espectáculos al aire libre. Por tanto, el re-enactment tiene una fuerza social importante basada en su capacidad de movilizar a un gran número de participantes en unas reconstrucciones que pretenden ser el retablo de un pasado posible, donde algunos elementos se basan en evidencias arqueológicas e históricas bien documentadas, pero otros, en cambio, no dejan de ser meras especulaciones. Existen, en definitiva, muchos niveles de aproximación en las reconstrucciones históricas, tanto en la reproducción del armamento antiguo como en la recuperación de las tácticas militares del pasado. 2. Re-enactment y ejército romano Vivir a la manera de un soldado romano, lejos de la civilización moderna, está de moda. En todo caso, eso es lo que parece desprenderse del número sorprendente, exasperante, de links activas que uno se encuentra navegando por internet: nada menos que 135 en todo el mundo (véase Anexo 1 y los dos mapas de localización infra).21 (http://www.fotevikensmuseum.se/engelsk/indexe.htm). 21 Para una visión crítica de conjunto sobre el re-enactment del mundo romano y sus aspectos más debatidos véase el excelente artículo de Appleby 2005. Existen diversas webs donde poder encontrar listados de grupos romanos de re-enactment, aunque muchos de los links que proponen están inactivos. Véase por ejemplo: http://www.romanhideout.com/reenactors.asp http://www.legionxxiv.org/legionlinks/ http://www.romanempire.net/romepage/Links/roman_reenactment_groups.htm
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Mapa de distribución geográfica de los grupos de re‐ enactment militar romano a nivel mundial (con página web activa en febrero de 2011). Los números remiten a los Anexos 1 y 2. Unidades legionarias o sin especificar. Unidades auxiliares o pretorianas. Unidades bajo‐ imperiales.
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Por lo general, estos grupos de recreación se concentran en lugares con importantes restos romanos, ya sean civiles, como Nimes, Arles o Tarragona, o bien militares, como el limes renano y danubiano. Sin duda alguna, el patrimonio histórico-arqueológico, su musealización, restauración y promoción, hace de reclamo para el surgimiento y desarrollo del re-enactment, y existe sin duda, en acertada expresión de Mim Bower, un auténtico “Marketing de la nostalgia”.22 A grandes rasgos, y sin que la diferencia sea evidente, se pueden distinguir dos tipos de grupos: las asociaciones más interesadas en el juego de rol (LARP), en vivir en propia carne la experiencia del legionario; y las organizadas a la manera de las empresas de arqueología o de patrimonio, generalmente ligadas a la actividad de un yacimiento, museo, festival o entidad cultural. Ello no excluye que una asociación de re-enactors pueda ser contratada (a buen precio) por una entidad de patrimonio, de televisiones o productoras de cine, ni que los miembros de una empresa de reenactment no vivan con fidelidad el papel que se les asigna. Los pioneros del re-enactment romano, por lo que he podido averiguar, parecen ser la asociación The Ermine Street Guard,23 creada el 1972 en Gran Bretaña. Nació como parte de un festival local de Witcombe y Bentham (Gloucestershire), por donde transcurría la antigua vía romana conocida como Ermin Street (o más bien la conocida como Fosse Way). A partir de un primer desfile, compuesto por ocho soldados romanos pertrechados de manera más o menos teatral, se ha pasado actualmente a uno de los grupos más numerosos y fidedignos, que supera los 60 miembros y cuenta con un gran despliegue de medios con los que reconstruyen buena parte de los aspectos relacionados con la Legio XX Valeria Victrix (número 117 del Anexo 1). La apuesta por la autenticidad del equipo debe mucho a la colaboración de H. Russell Robinson, experto en armamento romano de la Royal Armouries. La elección de la unidad romana a recrear por parte de los grupos de re-enactment nunca es ociosa. En este caso, la Legio XX Valeria Victrix es la protagonista de la novela histórica Eagle in the Snow (1971), considerada como una de las principales obras dentro de la narrativa inglesa de su género. Su autor, Wallace Breem (1926-1990), sitúa a la Legio XX como la única unidad encargada de la defensa de la frontera del imperio en Germania y Galia a principios del siglo V, y relata cómo esta fue aniquilada por la invasión de las tribus germanas en el año 406. Los protagonistas de esta novela, Maximus y Quintus, inspiraron a los personajes principales de la película Gladiator (2000, Dir. Ridley Scott) así como la batalla en Moguntiacum (Maguncia) entre la Legio XX Valeria Victrix y los germanos en la secuencia de inicio del filme. 22 23
Bower 1995. http://www.erminestreetguard.co.uk/
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Los miembros de la Ermine Street Guard emplearon miles de horas y multitud de esfuerzos para conocer y recrear con autenticidad la vestimenta y equipamiento de los legionarios y auxiliares, así como la artillería, los campamentos, etc. Este grupo edita el boletín Exercitus donde se exponen los resultados de la arqueología experimental que llevan a cabo, se revisan hipótesis históricas, se comunican los nuevos avances en el conocimiento de temáticas militares y se hacen valoraciones críticas sobre el re-enactment. En Gran Bretaña he contabilizado once grupos de re-enactment centrados en el ejercito romano, de los cuales cuatro recrean unidades bajo imperiales (núm. 118, 122, 124 y 126). De las siete restantes, dos forman unidades de auxiliares (núm. 121 y 127), cinco unidades legionarias (núm. 116, 117, 120, 123, 125) y una mixta, con legionarios y auxiliares (núm. 119). Su localización también está directamente relacionada muchas veces con campamentos legionarios en Britania, como Glevum (núm. 117), Camulodunum (núm. 121, 122), Deva (núm. 123), Eboracum (núm. 124), Vindolanda (núm. 125, 126) en el Muro Adriano o los castella del Muro Antonino (núm. 127). Por tanto, entiendo que los habitantes de esas zonas sientan una vinculación directa con las unidades militares recreadas, porque estuvieron estacionadas allí o incluso, en el caso de los auxiliares, se reclutaron entre las gentes de la región. También me parece significativa la proliferación de unidades bajo imperiales, tal vez porque son sentidas como más “britanizadas”. En el caso de la isla vecina, Irlanda, no ocupada por Roma, la existencia de dos grupos de re-enactment (núm. 92, 93), con sede en Cork, se explica sólo como “franquicias” relativamente recientes de legiones británicas, de la galesa Legio VIII Augusta (núm. 123) unos, y de la bien conocida Legio XX Valeria Victrix (núm. 117), otros.24 Pero sin duda alguna, la mayor concentración de tropas romanas de reenactors, con diferencia, se encuentra actualmente en torno al antiguo limes renano, donde sumando a alemanes, suizos, holandeses y belgas hacen un total de 31 grupos. Una de las asociaciones más veteranas, fundada en 1985, es la I Roemercohorte Opladen de Leverkusen, que reconstruye la vida militar y civil de la Legio VI Victrix y la Cohor VI Astur de auxiliares (núm. 1). Se trata de uno de los mejores grupos alemanes del momento y de los más completos de Europa, que actúan habitualmente en las demostraciones del parque arqueológico de Xanten25 y en el Limesmuseum de Aalen,26 así como en las actividades relacionadas con la Deutsche-limeskommissionk,27 24
Aunque las legiones de Cork tengan nombres y webs diferentes, podría tratarse del mismo grupo que en un momento dado (parece que en 2008) ha cambiado de “patrocinador” o simplemente se han segregado. 25 http://www.apx.lvr.de/roemermuseum/ 26 http://www.aalen.de/sixcms/detail.php?id=13372&_bereich=1599 27 http://www.deutsche-limeskommission.de/
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entidad fundada en el año 2003 en Esslingen para coordinar todas las acciones relacionadas con la protección, investigación y turismo del límite superior renano-alemán. El grupo de Leverkusen sirvió de modelo para la Cohors I Germanorum (núm. 25), el primer grupo de re-enactors creado en el norte de Alemania. Inicialmente, en 1993, estaba ligado a la asociación Roemercohorte Opladen (núm. 1), pero en 1995, con los refuerzos provenientes del Interessengemeinschaft Lebendiges Frühes Mittelalter de Hannover, pudo formar un grupo propio centrado en las tropas auxiliares germánicas del ejército romano. La historia del grupo sigue un patrón bastante corriente: se forma un primer núcleo, de tres o cuatro personas, dependiente de otro mayor, hasta que consigue reunir la masa social suficiente para segregarse. Actualmente, la Cohors I Germanorum cuenta con 30 miembros activos. De características parecidas es la Classis Augusta Germanica (núm. 24), unidad de la marina de guerra romana del bajo Rhin. La combinación de civiles y militares es bastante habitual en estos grupos para dar cabida a niños, mujeres y ancianos sin sobrepasar la reglas no escritas del más riguroso re-enactment. De esta manera, además, la recreación no queda limitada al campo estrictamente militar sino que incorpora fácilmente la vida civil. Un grupo con características parecidas es la asociación Flavii (núm. 2) que recrea la Legio I Flavia Minervia Pia Fidelis Domitiana, la Legio I Germanica, y Cohors I Thracum de auxiliares. Más antigua aún que las anteriores es la Cohors IIII Vindelicorum (núm. 13), creada en 1982 en torno al Museo y a la Heimat- und Geschichtsvereins (Asociación de Historia Patria) de Groß-Krotzenburg. Y en el aspecto de representar la compleja vida del limes, cabe citar el grupo Limitanei Taunenses que recrea a los beneficiarius (núm. 14), una división especial de los soldados romanos desplegados en puntos estratégicos para asegurar los caminos y las fronteras. El modelo de entidad local que crea un centro de interpretación arqueológica a partir de un yacimiento cercano se va repitiendo a lo largo del limes y durante la década de los noventa. Véase el caso de la asociación Legio VIII Augusta (núm. 16) fundada en 1991, de la Milites Bedenses (núm. 10), creada en 1995, y de los Vigilia Romana Vindriacum (núm. 11), aparecidos en 1997. En las fuentes del Rhin hallamos tres formaciones suizas, una de ellas da vida, civil y militar, al campamento romano de Vindonissa con toda la autenticidad que se puede esperar de los mejores grupos de re-enactment (núm. 133); de las dos restantes, una reconstruye una unidad de la guardia pretoriana (núm. 134) y la otra (135) se dedica a la animación histórica en los eventos locales como la Fête Romaine de Augusta Raurica (Bâle), la Journée Swisslife del Museo Romano de Nyon, la inauguración de la villa romana de Orbe o incluso el Carnaval de Lausanne.
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En el otro extremo, en la Germania inferior y las bocas del Rhin, Bélgica, con cinco grupos, y Holanda, con otros cinco, atienden abundantemente a las necesidades pedagógicas de los museos y centros de interpretación arqueológica locales. Mientras la belga Cohors VII Praetoriana Lupae (núm. 35) es un grupo de animación y espectáculo fundado en 1991, la Legio XI CPF (núm. 36) nació en 2006 siguiendo los pasos de la pionera británica Ermine Street Guard. Por su parte, la holandesa Legio X Gemina (núm. 89) es una veterana del re-enactment, creada a principios de los noventa. A modo de balance, el Rhin está “guarnecido” nada menos que por veinte unidades altoimperiales en toda regla, dieciocho alemanas (ocho legiones, núm. 1, 2, 3, 4, 10, 11, 12, 16 con su cohortes y auxiliares 5, 6, 7, 8, 9, 13, 14, 24, 25), tres suizas (núm. 133, 135, 135), cuatro holandesas (núm. 85, 86, 87, 89) y tres belgas (núm. 34, 35, 36) con su comandante Quintus Spurius Ligustinus (personaje histórico citado por Tito Livio 42. 34), que desde 1999 realiza demostraciones por cuenta propia (núm. 37). La vertiente más pedagógica cuenta con grupos familiares de buen nivel, Pax Romana, y Corbulo (núm. 85, 87). El Bajo Imperio está más “desguarnecido”, como acostumbra a ser habitual, con tan solo cuatro formaciones en los cuatro países (núm. 7, 15, 32, 88). Al limes renano le sigue en importancia el limes danubiano, desde Baviera a Moravia. Encontramos allí las bávaras Legio III Italica-Concors (18) y la Cohors I Brevcorvm (núm. 17) en la fortaleza romana de Vetoniana (Pfünz), reconstruida en 1994 como parque arqueológico. Lo mismo ocurre en torno a Castra Regina (Regensburg), donde se ha formado una unidad bajoimperial, los Tertiani Itálica, con sus Foederati (núm. 19), en Avgvsta Vindelicvm (Augsburg) con su milicia local, los Populares Vindelicenses (núm. 21), y el modelo se repite en Sorviodurum (Straubing), donde entorno a su Römerpark ha surgido la Coh II Raet (núm. 20), que en su página web ve la necesidad de advertir: Wir distanzieren uns ausdrücklich von jeglicher Esoterik und rechter Ideologie (“Nos distanciamos explícitamente de toda ideología esotérica y de derechas”). A su vez, la exposición Römer zwischen Alpen und Nordmeer (“Romanos entre los Alpes y el Mar del Norte”) organizada en Rosenheim en el año 2000 dio origen al grupo Kelten und Römer, Geschichte zum Anfassen, inicialmente centrado en el mundo celta pero que pronto también incorporó una unidad romana local, los Limitanae Pontaenenses (núm. 22), con una cronología que va del 200 al 400 d.C. Se trata pues, como en muchos otros casos de la zona, de recuperar, recrear y reivindicar la historia propia, en la que lo romano se incluye en la medida que forma parte de la tradición del lugar. También los legionarios de la Legio II Italica se han decantado hacia la Antigüedad Tardía, transformándose en los Italiciani Secundani y Lauriacenses Lanciarii (núm.
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23). En la parte austriaca del limes,28 el re-enactment tiene una larga tradición y mucha calidad, ya que la Legio XV Apollinaris (núm. 30), estacionada históricamente en Carnuntum, remonta su creación a 1985, y la Asociación Exercitus Panonia Superior (núm. 31) se fundó en 1992. Más recientemente, la asociación Gentes Danubii recrea todas las antiguas culturas que se desarrollaron entorno del Danubio (del 1300 a.C. al 800 d.C.), incluyendo una unidad legionaria del siglo I d.C. y otra de la Antigüedad Tardía (núm. 32). Asociada con Gentes Danubii también está la húngara Legio XV Apollinaris (núm. 90). Por su parte, la idea embrionaria de la también húngara Legio I Adiutrix (núm. 91) surgió en 1993 con el objetivo de recrear el equipo y la vida militar de la defensa fluvial romana del Danubio con la mayor precisión, pero hasta el año 2001 no la pudieron llevar a la práctica; actualmente cuentan con 13 miembros (1 centurio, 1 vexillarius o signifer, 8 legios, 3 auxiliaris), además de un grupo de civiles (que por lo general son las mujeres de los re-enactors militares). En la República Checa también se buscan nuevos reclutas para ayudar a la difusión de la civilización en “tierras bárbaras”, o al menos éste es el reclamo de la Legio X Gemina Pia Fidelis (núm. 129). Existen testimonios arqueológicos de unos veinte campamentos romanos en el sur de Moravia en tiempos de Marco Aurelio, durante las guerras marcomanas (166-180 d.C.). El más importante parece que se encontraba en Musov-Burgstall, donde se han hallado testimonios epigráficos de la Legio X. Más recientemente, desde 2009, Chequia también cuenta con una Cohors Praetoria (núm. 128). Por tanto, alemanes, austriacos, húngaros y checos, todos comprendidos, suman unas fuerzas entorno del limes danubiano compuesta por once grupos altoimperiales, cuatro alemanes (núm. 17, 18, 21, 21), tres austriacos (núm. 30, 31, 32), dos húngaros (núm. 90, 91) y dos checos (128, 129), la mayoría formadas por cohortes de tropas auxiliares. A ellas hay que añadir las formaciones bajoimperiales (núm. 19, 22, 23), de extracción alemana, aunque también hay embriones en Austria y Chequia. El re-enactment de las legiones romanas también ha seguido los pasos de sus antecesoras y ha “conquistado” la Dacia. La asociación Terra Dacica Aeterna, creada en 2007 en Cluj-Napoca, tiene por objetivo recrear la vida cotidiana, civil y militar, de la antigua Dacia. Para ello ha reconstituido la Legión XIII Gemina (núm. 130), estacionada en Apulum (Alba Iulia) durante los siglos II y III d.C. En la “Germania libre” o Germania Magna, más allá del limes, siguen habiendo re-enactors romanos, algunos de ellos de una muy alta calidad y prestigio internacional. Los más destacados, sin duda alguna, son los 28
Para las principales guarniciones y su gestión patrimonial véase http://www.limes-oesterreich.at/html/index.php
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miembros de Timetrotter (núm. 26), sociedad dedicada a reconstruir el mundo de la caballería militar de la Antigüedad, Edad Media y Época Moderna, y que actúa en coordinación con historiadores, arqueólogos y excelentes artesanos para conseguir recreaciones de muy alto nivel. Pero más que un grupo de re-enactment, tiene el aspecto de una empresa dirigida hacia la arqueología experimental y divulgación del patrimonio en festivales históricos y producciones cinematográficas. Otros más recientes como la Legio XIX Augusta (núm. 27), pequeño grupo formado por estudiantes de la Humboldt-Universität de Berlin que, según nos cuentan, decidieron formar una unidad legionaria de re-enactment en 2009, paradójicamente a raíz de la celebración del Varusjahr (“Año de Varus”), que conmemora uno de los mayores desastres militares de Roma. Otra característica propia de la Alemania “germánica” es la recreación del período de las grandes invasiones. Los grupos son numerosos pero caen fuera del interés de este artículo. Solo recojo como ejemplo la asociación Litus Saxonicum (núm. 28), dedicada a recrear la vida civil y militar del pueblo sajón, sus desplazamientos durante el siglo IV d.C. y las defensas romanas que generaron. Más allá del Elba, mil quinientos años después de que los últimos comerciantes romanos abandonasen el Báltico y su ámbar, en la polaca Rumia, se ha formado la Legio XXI Rapax (núm. 112) con la intención de recrear la vida civil y militar del legionario altoimperial. Por lo que se sabe, sus referencias son alemanas y austriacas. De hecho, la legión recreada estuvo estacionada originariamente en el limes renano y en Panonia antes de desaparecer a finales del siglo I d.C. Pero incluso en el interior de tierras eslavas, en el Vístula y más allá, encontramos legiones. Dos polacas, la Legio XIIII GMV, formada por la asociación Pro Antica (núm. 113) fundada en 2001 por un grupo de ex alumnos y personal de la Facultad de Historia de la Universidad de Lublin; y la Legio I Adiutrix (núm. 114) formada el año 2003 en Varsovia; y una rusa, la Legio V Macedonica (núm. 131) de San Petesburgo, que organiza anualmente varios eventos y coopera activamente con otros grupos internacionales. Entre sus proyectos está realizar salidas de campaña y reconstruir episodios reales de batallas históricas. En los países nórdicos, la Legio VI Victrix Cohors II Cimbria (núm. 38), hermanada con las otras legiones VI Victrix de Alemania y Gran Bretaña (núm. 1, 124), es el primer grupo de re-enactment romano de Dinamarca. Su creación es reciente (2005) pero ya cuenta con más de 50 miembros. Generalmente actúa en colaboración con sus “enemigos” bárbaros, la asociación Prindsens Hverving29 para poder escenificar batallas al uso en los festivales de historia viva. En Suecia y Noruega existen pequeñas unidades 29
http://www.prindsenshverving.dk/
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legionarias formadas por estudiantes universitarios a mediados y finales de los años 90 (núm. 132, 110). La de Oslo surgió después de participar en el festival de Trenne byar, un juego de rol (LARP) sueco celebrado en 1994 y que contó con más de mil participantes. Por tanto, existe en estos grupos una clara influencia del re-enactment norteamericano y su función lúdica. Por lo que respecta a los países latinos, en Francia podemos observar el interés creciente por el re-enactment en general a través de webs como Webieval, l’annuaire des reconstitutions historiques,30 donde encontraremos un amplio surtido de productos y servicios, especialmente referentes a la Edad Media, clasificados por países. Por lo que se refiere a la Antigüedad romana, vemos una clara diferencia entre los grupos de la costa mediterránea y los de la costa atlántica. Mientras los primeros recrean legiones republicanas o altoimperiales, los segundos lo hacen de formaciones bajoimperiales, las que han dejado testimonio en la región a través de las fuentes tardías, como la Notitia Dignitatum o la epigrafía. No cabe duda que, más allá de las preferencias de los re-enactors, la elección está muy ligada con el patrimonio de cada zona, sus yacimientos arqueológicos, los museos regionales y el tipo de festivales que ofrecen. Entorno a la Narbonense se concentran nueve formaciones romanas, seis legiones (núm. 66, 68, 69, 70, 71, 73), una cohorte auxiliar (núm. 72) y la recreación de la corte del emperador Adriano (núm. 67) con su guardia pretoriana. Sus actividades giran en torno a eventos como la Fête Romaine de Orange y su teatro, Les Grands Jeux Romains del anfiteatro de Nîmes o las Journées romaines de Arles, de Martigues, de Autun, de Beaucaire, de Sète ; las Journées gallo-romaines de Mont De Marsan, de Saint-Romainen-Gal (Vienne), la Vinalia, fête des vendanges romaines (Vienne), por citar sólo algunos ejemplos. La más veterana de estas formaciones es, tal vez, la Legio VIII Augusta (núm. 73) de Albí, que desde 1998 recrean ellos mismos con fidelidad su propio equipo a través del estudio de las estelas funerarias, bajorrelieves, mosaicos, pinturas y descubrimientos arqueológicos realizados en los campamentos militares. En esta tarea han colaborado con especialistas europeos en la historia y la arqueología del ejército romano y con los miembros de la prestigiosa Ermine Street Guard. Supongo que fueron los festivales históricos quienes atrajeron a los primeros grupos de re-enactors ingleses, y posteriormente debió producirse un “efecto contagio” que se ha ido extendiendo y no para de crecer. Por ejemplo, la Legio VI Victrix, de Arles (núm. 70), acaba de aprobar sus estatutos en noviembre de 2010. Algunos grupos franceses tienen una amplia y variada oferta como la asociación Pax Augusta (Lyon), que ofrece diferentes formas de recreación 30
http://www.webieval.com/
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histórica, pública o privada, según demanda. A través de la Legio V Alaudæ (núm. 74) puede reconstruir: la instalación de un campamento; el entrenamiento y las maniobras de los legionarios; la presentación de los legionarios, su equipo y sus auxiliares germánicos; diversas escenas de la vida cotidiana (juegos, castigos, etc.); la recreación de batallas (con la participación de los grupos afines) y conferencias sobre diferentes aspectos del ejército romano. Además, la asociación también se hace cargo de la recreación del mundo de los gladiadores (combatientes y combates, espectadores, árbitros, entrenadores, funerales, etc.) y la vida civil romana en general (degustación de comidas, mercado de esclavos, danzas, artesanía, vida religiosa, etc.). Otros se han especializado en aspectos más concretos como la Cohors I Vigilvm (núm. 75), de la asociación Pax Romana (Limousin), que recrea una unidad de bomberos de la ciudad de Roma en tiempos de Adriano. En la costa atlántica se recrea todo un mundo diverso, más cercano a la Edad Media. Allí prospera el re-enactment bajo imperial: Vexilium Seguntienses (núm. 77), Vexilio de la Legio II Augusta (núm. 78), Celtae Seniores (núm. 79), Herculiani Seniores (núm. 81), y Taifali (núm. 76), asociación, esta última, fundada en 2008, cuyo objetivo es reconstruir la vida de los taifales, un pueblo originario de la Europa oriental instalado en Aquitania a finales del siglo IV d.C. hasta su desaparición en el siglo VI. Para ello se ocupan de diferentes aspectos de este período (vida militar, artesanías, prácticas culinarias, religión) con un propósito educativo. Más al norte, en la frontera belga y alemana, reaparecen los pueblos galos y su romanización. Allí la recreación, cumpliendo con el objetivo de contribuir al turismo cultural y a la valoración del patrimonio de la zona, toma como base la Cohors II Nerviorum (núm. 82) establecida en Bagacum (Bavay, NordPas-de-Calais), o la Legio XXII Primigenia Pia Fidelis (núm. 83) creada Nasium (Saint-Armand-Sur-Ormain, Lorraine) por la asociación La Cité des Leuques. Ambos grupos se formaron en 2004. Así mismo, la asociación Bellvm Gallicvm de la Lorraine se plantea como objetivo recrear con la mayor exactitud posible a las legiones romanas del período cesariano, las que llevaron a cabo la conquista de las Galias y generaron la sociedad galoromana, y no las unidades altoimperiales como acostumbra a suceder en el “Midi” francés. En París, la asociación Gladius Scutumque (núm. 80) da colorido a las Journées du Patrimoine – Arènes de Lutèce, y en la Île-deFrance, desde 2005, el grupo L’ost en marche31 organiza periódicamente a todo re-enactor marchas por caminos y senderos que recrean el movimiento de tropas armadas de la Antigüedad y la Edad Media. Pero sin duda alguna, el gran acontecimiento del noroeste de Francia, que congrega a más de mil http://ostenmarche.com/
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re-enactors de todos los períodos históricos, es el Festival International d’Histoire Vivante, organizado por el Musée des Temps Barbares (Marlé, Picardie) y que en 2011 llegará a su sexta edición. En Italia el re-enactment es un fenómeno sobre todo del Lacio, con siete grupos (núm. 101, 102, 103, 104, 105, 106, 107) y la Lombardía, con cinco (núm. 94, 95, 96, 97, 98), aunque también se han formado grupos en el Véneto (núm. 99), Emilia Romagna (núm. 100) y, fuera de la península, en la isla de Malta (núm. 109). El grupo más antiguo, hasta donde he podido averiguar, es la milanesa Cohors III Praetoria (núm. 97) que nació en 1999 con el nombre de Legio V Lucana y con la idea de recrear las legiones del siglo I a.C., pero a inicios del 2004 el nombre cambió al actual y ahora se ocupa de recrear una tropa de élite, la guardia pretoriana del periodo de Domiciano (81-96 d.C.), con la máxima fidelidad posible. Sin movernos de la Lombardía, existen dos Legiones VI Ferrata (núm. 95, 96). La primera nació en 2001 como base de un proyecto para profundizar en la historia de la implicación de los ínsubros en las legiones romanas. Su homónima parece un grupo distinto si nos atenemos a la su página web y galería de fotos, aunque las dos tienen su sede en Milán. De las laciales, parece que la más antigua es la Legio X Gemina PFD, surgida de la asociación SPQR, creada en 2004 y dedicada en un primer momento al re-enactment de gladiadores. De un tiempo a esta parte, las legiones italianas empiezan a proliferar. En 2007 nació la Legio XIV Gemina Martia Victrix (Cassino) y al año siguiente la Legio II Traiana Fortis, dentro de la asociación Imago Urbis (Civitavecchia), cuyo objetivo es reivindicar la figura de Marco Ulpio Trajano. En general, en Italia y aunque parezca paradójico tratándose del país originario de las legiones históricas, el re-enactment militar romano, como en el resto de países latinos, parece un fenómeno relativamente nuevo, del año 2000 en adelante. Como en el resto de países, se nutre de los festivales, ferias y eventos culturales ligados al patrimonio como el Natale di Roma (21 abril de cada año), el festival cético de Bundan (Bondeno, Bologna), el Brixellvm Romanorvm (Brescello, Reggio Emilia) o el Mercato della Centuriazione romana (Villadose, Veneto), por citar solo los que he podido encontrar en una primera búsqueda. También tiene bastante que ver con el creciente interés por los temas bélicos y militares, del que el reenactment solo es un fenómeno más, y que explican la creación de la Società Italiana per gli Studi Militari Antichi, que desde enero de 2008 publica la revista Vexillum.32 En Italia, el patrimonio siempre ha estado allí, y siempre ha sido admirado y profusamente visitado; el fenómeno nuevo es el de la recreación histórica; fenómeno de moda ligado al éxito de la arqueología experimental 32
http://www.sosma.it/
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anglosajona, y en parte a la necesidad de dar nueva vida al patrimonio ante el gran público. Incluso recientemente en Pompeya, donde tradicionalmente el patrimonio siempre ha estado más “vivo” que nunca, el Gruppo Storico Pompeiano, ha creado la Legio I Adiutrix (núm. 108), la primera legión mariana reconstituida en una ciudad tan ligada a Sila y al partido antimariano. Y es que cada grupo de recreación histórica escoge una legión por motivos que, aunque no siempre conocemos, nunca son aleatorios. En este recorrido por las recreaciones históricas sobre el ejército romano llegamos finalmente al punto de partida, a la cuna del re-enactment, Estados Unidos. En Norteamérica, las legiones romanas son un fenómeno que empezó a desarrollarse a partir de los años noventa, cuando en Europa ingleses y alemanes ya experimentaban la dura vida del soldado romano desde la década de los setenta y ochenta respectivamente. No obstante, la pregunta no es por qué han tardado tanto sino más bien qué hacen diecisiete legiones y una cohorte pretoriana en un continente que los romanos históricos ni siquiera sabían que existía. En ausencia de patrimonio histórico-arqueológico romano a reivindicar o a divulgar, el fenómeno se explica, por una parte, a través de los juegos de rol o LARP y, por otra, como parte de la reivindicación de los valores tradicionales atribuidos a la civilización occidental y encarnados en la cultura romana. Respecto al LARP o juegos de rol, existen en Norteamérica diferentes asociaciones de simulación de combates que, desde finales de los sesenta, proponen encuentros regulares para que los “combatientes”, vestidos de época o de fantasía, vivan su propia experiencia simulada de combate. Me refiero, por ejemplo, a la Society for Creative Anachronism,33 la Dagorhir Battle Game Association,34 la Markland Medieval Mercenary Militia,35 la Darkon Wargaming Club,36 o la Military History Fest.37 En todas ellas pueden asistir grupos de amigos o asociaciones al completo, pertrechados a la legionaria con mayor o menor acierto, para realizar exhibiciones o practicar combates simulados. Incluso en Washington DC existe la sociedad ROME-National Classical Combat Simulation,38 especializada exclusivamente en la antigua Roma. Aunque es un fenómeno iniciado en la costa Este, también ha llegado a California con encuentros como la Marching Thru History Exposition39 o el Old Fort MacArthur Days.40 33
http://www.sca.org/ http://www.dagorhir.com/ 35 http://www.markland.org/ 36 http://www.darkon.org 37 http://www.reenactorfest.com/ 38 http://www.romanempire.net/ 39 http://www.marchingthruhistory.com/ 34
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Por lo que se refiere a la reivindicación de la cultura clásica, ésta forma parte de la tradición norteamericana desde los “padres fundadores”, aunque a finales de los noventa tomó un nuevo carisma con la aparición de entidades como Nova Roma,41 organización internacional creada en 1998 en el Estado de Maine con la explícita misión de restaurar la religión y la cultura romana clásica. Se trata, por tanto, de uno más de los movimientos neo-paganos que han ido surgiendo desde finales del siglo XIX, como el Neodruidismo,42 especialmente en el mundo anglosajón. Debido a que tiene una estructura basada estrictamente en la antigua República Romana, los miembros de Nova Roma se gobiernan mediante un Senado y cuentan con magistrados, leyes promulgadas por los comicios, y con su propia moneda. La primera legión americana de la que tengo noticias se fundó en Maryland en el año1991 con el nombre de Legio XX (núm. 50). Sus armas, armaduras y pertrechos están cuidadosamente reconstruidos por ellos mismos, y su objetivo es, como buenos re-enactors, pasar el día o el fin de semana en campaña como sus homólogos antiguos. También cuentan con un contingente civil, que recrea la vida cotidiana de la antigua Roma. En su página web, muy citada por otros grupos, facilitan un detallado manual para fabricar tu propio equipo de legionario.43 Sin movernos del Noreste de los Estados Unidos, encontramos la Legion XXIV Media Atlantia (núm. 49), creada en torno al 2003 para la defensa de las fronteras de la antigua Roma en la Provincia Pennsylvaniensis, Legio XIII Martia Victrix, Cohors I Batavorum (West Virginia) (núm. 51), y la Legio III Cyrenaica (núm. 48) que protege la provincia de Nova Britannia, es decir, Massachusetts. En el Sureste, en Carolina del Sur, existe la Legio VI Ferrata Fidelas Constans (núm. 52) que, desde el año 2001, celebra su propio festival en Casta Romana (Ridgeville). Esta legión junto con la Legio XI Claudia Pia Fidelis (núm. 53) de Georgia y la Legio II Augusta (núm. 58) de Arkansas, forman parte de la Imperial Southern Provisional Army (ISPA)44 que, desde el año 2005, agrupa legionarios, auxila, gladiadores, ciudadanos romanos y “enemigos de Roma” para aunar esfuerzos y compartir experiencias. En el medio-este encontramos la Legio V Auladae (núm. 54) en Tennessee, la tercera cohorte de la Legio XXX Ulpia Victrix (núm. 55) en Indiana, la Legio X Equestris Veneria (núm. 56) en Illinois y la Legio XIIII Gemina Martia (núm. 56) en Wisconsin. Todas ellas de creación reciente, del año 2000 en adelante, y con sede inestable, dependiendo de la cohorte 40
http://fortmacarthur.tripod.com/ http://www.novaroma.org/nr/Main_Page 42 Sobre el neo-paganismo, sus creencias y las diferentes familias existentes véase, con no pocas reticencias, el controvertido libro de Bouchet 2001. 43 http://www.larp.com/legioxx/hndbk.html 44 http://legvi.tripod.com/ispa/id2.html 41
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más activa. Un caso particular es el de la Legio X Fretensis (núm. 59) de Texas. Su fundador se interesó por la esta Legión en 1981, viendo la miniserie de televisión Masada, producida por la American Broadcasting Company, en la que jugaba un papel destacado tanto la Decima Legión como su comandante, Flavio Silva (interpretado por Peter O’Toole). Así fue como por primera vez Texas tuvo un legionario romano, aunque pertrechado de manera imaginativa y, por tratarse de la represión de la revuelta judía y Texas, no sé si con un cierto antisemitismo también. En 1992 la Legion X seguía estando restringida a un círculo de amigos pero, con el tiempo, algunos recalcitrantes comenzaron a asistir a algunos eventos de reenactment hasta que el grupo cristalizó definitivamente en 2007, cuando fueron invitados a participar en la inauguración de la exposición Roma Imperial del Museo de Historia Natural de Houston. Por tanto, este caso reúne los tres condicionantes básicos que, a mi parecer, explican la aparición de un grupo de re-enactors: el deseo individual y romántico por revivir una experiencia histórica, el contacto con otros grupos mejor organizados y la relación con una institución vinculada con el estudio o la conservación del patrimonio. En la costa del Pacífico, las legiones romanas se concentran en California, aunque desde 2002 también existe un grupo en Las Vegas, la Legio II Traiana Fortis (núm. 61), y recientemente en Colorado, la Legio II Adiutrix (núm. 60). Respecto a las californianas, la Legio X Fretensis (núm. 62), la Legio VI Victrix (Núm. 63) y la Cohort I Praetoria (núm. 64) se encuentran en el área de Los Angeles, mientras que la Legio IX Hispana (núm. 65) tiene su sede en San Diego. Esta última, fundada en 1994, puede considerarse como la veterana de las legiones de la costa oeste. Originariamente, la Novena Legión nació como un grupo de simulación de combates para participar en los juegos de rol (LARP), hasta que a finales de 1999 desavenencias internas motivadas por la demanda de mayor rigor histórico llevaron a la segregación del grupo y a la creación, en enero del año 2000, de la Legio IX Hispana.45 Toma su nombre de la legión que aparece en una novela histórica de aventuras para jóvenes, The Eagle of the Ninth, escrita en 1954 por Rosemary Sutcliff (1920-1992). Según se creía en la época, la Legión IX Hispana desapareció luchando contra los caledonios entorno al 117 d.C. La autora utiliza el hecho como argumento en torno a la recuperación del Aquila de la mencionada Legión. No obstante, actualmente 45
La Legio IX Hispana cuenta con diferentes centurias repartidas por toda la costa oeste, y más allá: Centuria I Hibernici (California), Centuria II Actiana (Arizona, Nuevo México, Colorado), Centuria III Pannoniana (Texas), Centuria IV Eburacensis (Tennessee, Virginia, Pennsylvania), Centuria V Tarraconensis (Washington, Oregón, Alaska), además de una Vexillation en Doncaster (South Yorkshire Gran Bretaña) (forma parte de la asociación Vicus, Romans and Britons http://www.vicus.org.uk/) y España http://www.hispaniaromana.es/.
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se conocen testimonios de la Legión IX Hispana más allá de Britania y del 117. Por lo que parece, después de permanecer en el limes renano, la Legión se perdió definitivamente en Oriente entorno al 160 d.C., hasta su “reaparición” en las costas del Pacífico. Recientemente, en 2011, Kevin McDonald ha llevado la novela al cine con el título The Eagle (versión castellana El Aguila de la Novena Legión). Las indicaciones y consejos que dan los organizadores de la Legio XI Hispana (véase Anexo 3) para todo aquel, o aquella, que quiera “alistarse” muestran perfectamente la filosofía del re-enactment y el perfil genérico de un buen re-enactor: • Situación histórica concreta para poder asumir correctamente el papel elegido. • Clara apuesta por la “experimentación” y la “autenticidad”. • Fomento del sentimiento de camaradería. • Coste económico relativamente bajo (unos 700$) y facilidades de pago. • Demanda de una buena forma física y un aspecto adecuado, pero sin discriminaciones por etnia o género (las mujeres también pueden ser “legionarias” mientras disimulen su feminidad y puedan cargar con el equipo). • Propuesta de otras actividades civiles y artesanales, junto a las estrictamente militares, para fomentar el re-enactment familiar. Para terminar nuestra particular vuelta al mundo, la presencia de legiones romanas en lugares aparentemente tan remotos como Australia (núm. 29) y Nueva Zelanda (núm. 111), más allá de lo anecdótico, muestra la fuerza del fenómeno y lo atractivo que resulta para el público en general. A pesar de que los re-enactors auténticos prefieren fabricar ellos mismos su equipo, no cabe duda que el fenómeno del re-enactment ha potenciado un amplio mercado internacional de fabricación de armas antiguas donde tanto los particulares como las asociaciones pueden adquirir un equipo militar romano completo. Adjunto la lista de algunos fabricantes de reproducciones de armas antiguas a nivel internacional para tomar conciencia de la envergadura del fenómeno: Manning Imperial46 (Victoria, Australia), Ancient Weapons & Armoury47 (Noida, India), Armae48 (Lyon, Francia), Avrificina Treverica49 (Konz, Alemania), Nix Imperial Creations50 (Houston, 46
http://www.manningimperial.com/ http://www.ancient-weapons.com/products/about-us.html 48 http://www.armae.com/ 49 http://www.replik-online.de/ 50 http://www.niximperial.com/ 47
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USA), Raven Armoury51 (Thaxted, Inglaterra), Armamentaria52 (Felixstowe, Inglaterra), Aecheos (Rieti, Italia).53 En España, hasta donde he podido averiguar, existen dos empresas (tal vez mejor hablar de talleres) fabricantes y distribuidoras de equipos militares romanos. Se trata de Prima Cohors (Pamplona)54 y Armillum55 (con su taller situado en el barrio barcelonés de Sarrià). 3. Fiestas y eventos sobre la Antigüedad en España y Portugal, con o sin re-enactment A nivel peninsular, por lo que se refiere estrictamente a la Historia Antigua, los grupos de reconstrucción histórica son muy recientes y frecuentemente están relacionados directa o indirectamente con la promoción del patrimonio histórico arqueológico.56 En Portugal, solo conozco la asociación Recriar Historia (núm. 115), dedicada al re-enactment de todos los períodos históricos, desde el siglo II a.C. hasta 1944. Para época romana se concentran en las campañas contra Viriato y el Alto Imperio. En España, el grupo más antiguo del que tengo noticias es el formado por la empresa JANO Reproducciones Históricas (Cantabria),57 dedicada a la investigación, estudio y realización de reproducciones arqueológicas desde el año 1994. En el año 1998 incorporó a sus actividades el campo de la divulgación histórica, la enseñanza y la promoción del patrimonio cultural y arqueológico con la recreación de la vida militar a través de un contubernio legionario con toda su impedimenta, la Legio IV Macedonica (núm. 46). Existe virtualmente otra Legio V (núm. 40) de la Asociación de Recreación Histórica Complutum, pero por el estado de su página web, parece del todo inactiva. En la implantación del re-enactment en España no cabe duda que fue de gran importancia la creación en 1999 del festival Tarraco Viva (Tarragona),58 con motivo de los actos en apoyo a la candidatura de Tarragona como Patrimonio de la Humanidad. El festival atrajo y sigue atrayendo grupos extranjeros de gran prestigio y ha generado una oferta local 51
http://www.raven-armoury.co.uk/ https://www.armamentaria.com/store/ 53 http://www.armatureromane.com/ 54 http://www.prima-cohors.com/index.htm. 55 http://www.armillum.com/ 56 El re-enactment hispano ha sido tratado anteriormente por Gracia / Munilla 2000 y Quesada 2008. 57 http://www.reconstruccionhistorica.com/ 58 http://www.tarracoviva.com/ 52
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de calidad como la Associació Projecte Phoenix (Tarragona),59 que recrea la Legio VII Gemina (núm. 43), y la asociación Legio I Germanica (núm. 41), también de Tarragona, que además reconstruye una unidades del Bajo Imperio, los Septimani Seniores (núm. 42). En Álava existe otro grupo dedicado al Bajo Imperio, la Cohors I Gallica (núm. 45), asociación cultural surgida en el año 2002 con el objetivo de estudiar, reconstruir y difundir la historia y el patrimonio histórico del periodo tardoromano (finales del s. III al s. V d.C.) en Iruña-Veleia (Trespuentes). También se han creado grupos de reconstrucción histórica especializados en la época ibérica, como Ibercalafell (Calafell),60 y el existente en Azaila, donde desde el año 2005, con el nombre de Sedeisken,61 se celebran unas jornadas dedicadas a descubrir y revivir la época íbera y promocionar el Centro de Interpretación de Azaila y su yacimiento arqueológico del Cabezo de Alcalá. Siguiendo el ejemplo de Tarraco Viva, otras localidades con patrimonio romano han ido creando o adaptando sus propios festivales, en los que la presencia de grupos de recreación histórica es casi obligada. Es el caso del Mercado Romano de Iesso (Guissona),62 la Magna Celebratio de Badalona,63 la feria grecoromana Triumvirat Mediterrani de L’Escala,64 la Blanda Aeterna de Blanes, o la Renovatio Arragonis de Sabadell. Con la multiplicación de la demanda, han ido apareciendo nuevos grupos, más especializados, que completan las formaciones de legionarios romanos. Es el caso de la Asociación Pitiusa de Recreación Histórica IBOSHIM (núm. 44) de Eivissa, dedicada a recrear diferentes soldados del ejército cartaginés así como los famosos honderos baleares. Así mismo, la Asociación de Recreación Histórica Athenea Prómakhos,65 fundada en 2004, tiene como objetivo estudiar, experimentar y recrear el mundo de los hoplitas griegos, de finales del período arcaico hasta las guerras médicas, en todo tipo de ferias y jornadas de tema histórico. El grupo lo integran básicamente aragoneses, catalanes y valencianos, con algunos miembros de otras zonas de España. Aunque no es un grupo catalán estricto, llevan a cabo buena parte de sus actuaciones en Cataluña por sus vinculaciones con la cultura griega. Otro foco de actividades de recreación histórica lo encontramos en tierras celtibéricas, con la Asociación cultural celtibérica Tierraquemada,66 que 59 http://www.projectephoenix.org/ 60 http://www.ibercalafell.org.es/
http://www.azaila.es/sedeisken/index.htm http://www.guissona.net/turisme/mercat-roma 63 http://magnacelebratio.cat/ 64 http://www.triumviratmediterrani.org/ 65 http://www.atheneapromakhos.org/ 66 http://www.numantinos.com/ 61 62
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desde 1999, coincidiendo con la inauguración por el Ayuntamiento de Garray (Soria) del Aula Arqueológica sobre el cerco romano de Numancia, organiza la representación escénica de los episodios de la Guerras Numantinas con el objetivo de contribuir a trasmitir el conocimiento y vivencia del pasado celtibérico. También, desde 2002, tienen lugar las Vulcanalia (Mara, Zaragoza).67 Se trata de una celebración de carácter histórico en torno a la victoria celtibérica sobre las tropas romanas del año 153 a.C. Los eventos forman parte del Proyecto Segeda, destinado a promover la arqueología celtibérica y la excavación, conservación, restauración, mantenimiento y difusión de esta zona arqueológica. Más al norte, en Galicia se celebra la fiesta de ambientación romana Arde Lucus (Lugo),68 inaugurada el año 2000, coincidiendo con la proclamación de las murallas de Lugo como Patrimonio Mundial. Para los fines de recreación histórica de la fiesta, Lugo cuenta con una unidad de legionarios, la Cohors III Lucensium (núm. 47). También debemos citar las Fiesta de las Guerras Cántabras,69 organizadas desde 2001 por la Asociación Guerras Cántabras (AGUECAN) en el municipio cántabro de Los Corrales de Buelna (Besaya). La participación popular es multitudinaria, organizada en numerosas comparsas de romanos (Legio IV Macedonica, Legio V Alaudae, Legio VII Gemina, Legio II Augusta, Legión X Gemina, Cohorte IV Tracia, Legio IX Hispana, Cohorte Pretoriana) y de tribus cántabras (Aunigainos, Avariginios, Blendios, Celtigos, Concanos, Coniscos, Orgenomescos, Plentusios, Salaenos, Tamaricos, Vacceos, Vadinienses y los pobladores del Vindio). Actualmente poca cosa tiene que ver esta fiesta con el re-enactment, pero la evolución del evento podría fomentar su transformación. Por último, desde 1990 tiene lugar en Cartagena la Fiesta de Cartagineses y Romanos,70 centrada en la rememoración de los hechos acaecidos durante la Segunda Guerra Púnica, aunque su fuerte carácter “falleresco”, está más cercana a las comparsas de Moros y Cristianos que a la estricta recreación histórica. Mención aparte merece la Asociación Cultural Hispania Romana (Madrid).71 Fundada en 2007, esta entidad recrea una unidad de la Legio VIIII Hispana (núm. 39). Su órgano de expresión es la revista Stilus. Según sus estatutos (artículo 2), los fines de la asociación son: • Recrear y recuperar lo mejor de la Antigua Roma en campos como la cultura, la política, el arte, la literatura o la filosofía, entre otros. 67 http://www.segeda.net/ 68 http://www.ardelucus.com/ 69
http://www.guerrascantabras.net/scripts/bienvenida.php http://www.carthaginesesyromanos.es/ 71 http://www.hispaniaromana.es/ 70
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• Investigar y adaptar los rituales religiosos y las tradiciones clásicas para un uso moderno de la religión romana, pese a lo cual, se respetará plenamente las creencias religiosas que puedan tener los socios. • Patrocinar y forjar lazos con grupos de reconstrucción histórica de la era romana en todo el mundo, colaborando en la investigación en este campo. • Participar mediante grupos de reconstrucción histórica propios de la Asociación, especialmente la Legio VIIII Hispana, en dichas investigaciones y divulgaciones. • Promover los estudios clásicos en general y las excavaciones arqueológicas en localizaciones de época romana en particular, así como actuar en la preservación del patrimonio arqueológico e histórico. • Promocionar el uso del latín como elemento cultural y fomentar su recuperación como posible vehículo de comunicación en un futuro. • Fomentar la ayuda mutua, la solidaridad y las relaciones amistosas entre los asociados, creando canales de comunicación entre ellos. • Fomentar el intercambio de conocimientos y recursos entre los asociados. Particularmente me llama la atención su interés por adaptar los rituales religiosos y las tradiciones clásicas para el uso moderno de la religión romana, lo cual me lleva a pensar que se trata de un grupo cercano al neopaganismo, en estrecha relación con la asociación de origen norteamericano Nova Roma. De hecho, desde 2005, la “Provincia Hispana” de Nova Roma esponsorizaba un grupo de re-enactment con el mismo nombre.72 4. Re-enactment y memoria del pasado Una vez descrito un fenómeno como el de las dimensiones que actualmente está adquiriendo el re-enactment romano, uno no deja de preguntarse si es posible recrear un hombre del pasado. Es decir, por el hecho de ponernos exactamente el uniforme que llevaba y desfilar por el mismo campo de batalla, ¿sentimos y pensamos como un soldado de esa época? Como historiadores diremos rotundamente que no, pero ¿piensa lo mismo el reenactor? En este sentido me gustaría llamar la atención sobre una corriente historiográfica, la arqueología fenomenológica, según la cual el arqueólogo (y el historiador) no puede limitarse a estudiar los objetos del pasado; para comprender y reconstruir la historia, y por la tanto también la guerra, ha de tratar de revivirlos. En términos generales, podemos decir que la arqueología fenomenológica se ocupa de las relaciones entre “sujeto” y “objeto”, es 72 http://www.novaroma.org/nr/Legio_VIIII_Hispana_%28Nova_Roma%29 114
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decir: tratar de describir el mundo social y material a partir de la forma en que el ser humano tiene de concebirlo y sentirlo, más que desde los conceptos abstractos, pues considera que hay una gran diferencia entre la manera que tienen las descripciones científicas de representar el mundo y la forma en la que las personas lo experimentan. Para el arqueólogo fenomenológico, el cuerpo humano es el punto de partida para conocer el mundo, es el lazo de unión entre presente y pasado, en la medida en que todos los seres humanos (homo sapiens sapiens) tienen el mismo tipo de cuerpo y, por tanto, perciben el mundo de la misma manera a un nivel biológico básico. Así pues, creen que mediante la experimentación personal de los indicios que nos han llegado del pasado – y aquí entra el re-enactment si se realiza con el máximo rigor – podemos obtener nuevo conocimiento sobre cómo y por que sucedieron los hechos, sobre lo que pensaron o sintieron nuestros antepasados, siempre que tengamos en cuenta los factores específicos de un determinado contexto espacial y temporal que intervinieron en la experiencia humana como la edad, el género, el estatus socioeconómico, etc.73 Algunos re-enactors parten de la creencia que al recrear el pasado con la mayor fidelidad posible pueden aprender mucho de él. En lugar de basarse en las reflexiones de los académicos, buscan captar la “esencia” de los hechos por ellos mismos. Explorando el pasado de manera vivencial quieren contestar preguntas del tipo: ¿Cuánto duraba una lámpara de aceite? ¿Cuál era el alcance de una ballista? ¿Con qué rapidez se podía tejer? ¿Cuál era el desgaste de unas caligæ durante una marcha? ¿A qué sabía el garum? ¿Eran eficaces el pedernal y la yesca para encender fuego? ¿Qué tan amplia era una túnica? Siguiendo las reflexiones de A. Cook,74 hay diversos problemas clave para entender la evolución actual del re-enactment. El primero tiene que ver con la analogía. Es bastante obvio que no debemos esperar ninguna equivalencia directa entre las experiencias psicológicas de “ratas de laboratorio” modernas y los actores históricos originales, cuyas situaciones están siendo imitadas. La conciencia del mundo en el que viven los participantes inevitablemente modula la forma en que responden a la situación. Y si el espectáculo se realiza delante del público, como acostumbra a pasar, la presencia del observador inevitablemente altera aún más la dinámica. Por esta razón, ni la experiencia subjetiva de los participantes ni los comportamientos observados por un tercero se pueden asignar directamente a una situación histórica original. 73 74
Véase por ejemplo la valoración ponderada que hace Brück 2005. Cook 2004.
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Una preocupación importante de la recreación historia es la tendencia a privilegiar el compromiso emocional con el pasado a expensas de un tratamiento más analítico. En parte, esto se logra a través del mecanismo de la solidaridad. La recreación invita a los participantes – y a su público – a tratar de imaginar con simpatía a los protagonistas de la situación histórica original y de identificarse con sus dificultades y dilemas. Si bien es indudable que un ejercicio de este tipo tiene un cierto valor en la medida que nos obliga a comprometernos con la perspectiva de los actores históricos, es legítimo preguntarse si este objetivo entra en conflicto con la distancia crítica, que es una de las mejores herramientas de la investigación histórica. El historiador profesional – así tendría que ser – rechaza la “simpatía” como un modo universal de compromiso con el pasado. No obstante, hay que reconocer que el problema de la analogía es común a cualquier tipo de conocimiento histórico, dada la inevitable distancia de perspectiva entre el historiador y su objeto de estudio. El re-enactment, a pesar de su evidente falta de autenticidad como réplica de la experiencia histórica, tiene el mérito de invitar a los participantes y al público asistente a considerar a los sujetos históricos como seres humanos y no como meros accesorios, subproductos de las condiciones materiales, o simples portadores pasivos de algún “espíritu histórico” abstracto y eterno. Al mismo tiempo, y en cierta medida a la inversa, también obliga a los participantes a examinar los utensilios, el medio ambiente, y las limitaciones culturales en las que todas las vidas son vividas. La verdadera pregunta no es si la recreación histórica nos permite simular las mentalidades del pasado, sino si tal ejercicio puede ayudarnos a mejorar nuestra comprensión de aquel mundo y la conducta de los que lo habitaron. La clave para usar estas experiencias de manera constructiva es recordar que no hay conclusiones adecuadas acerca de la Historia siempre que se saquen sólo y únicamente de la analogía. No obstante, la naturaleza de la experiencia vivida puede ser un poderoso estímulo a la reflexión, para volver a las fuentes históricas convencionales armados con un nuevo conjunto de preguntas y una sensibilidad renovada. Hay el peligro de suponer que, debido a que durante el re-enactment experimentamos ciertos fenómenos de una cierta manera, ésta fue la misma experiencia por la que pasaron nuestros predecesores. Esta desviación psicointelectual es, por supuesto, una dificultad universal al oficio de historiador, pero la intensidad misma asociada al re-enactment puede exacerbar esta sensación. Debemos tener siempre presente que el re-enactment nunca es una vuelta a los hechos que se escenifican. Por el contrario, se trata de un conjunto de actividades “modernas” que se inspiran en un interés por el pasado, de personas actuales en diálogo con el imaginario histórico. Si la gente está 116
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dispuesta voluntariamente a participar en estos ejercicios, debemos explorar las razones por las que lo hacen y sus expectativas de resultados. El re-enactment hace que el pasado parezca engañosamente presente y concreto, pero no debemos olvidar que no se trata de un espectáculo del pasado, sino de una actividad hecha por personas del presente que intentan explorar el pasado. El verdadero potencial de la recreación histórica es precisamente éste: mostrar la fragilidad de nuestros conocimientos históricos, ilustrar el grado en que la Historia es un proceso abierto. A diferencia de los monumentos históricos, el re-enactment es una forma más abierta y creativa de conmemorar la memoria colectiva, un auténtico “monumento móvil”, en expresión de S. Grapps.75 Pero igual que los monumentos, el re-enactment está sometido a los vaivenes de las modas, el capricho de los gustos y los peligros de la invención.76
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Gapps 2009. Me remito a la problemática general sobre estos temas recogida, por ejemplo, en los trabajos de Lowenthal 1998; Ballart 1997 o Hobsbawm / Ranger 2000. 76
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Discusión77 ASISTENTE: Me gustaría conocer su opinión sobre una cuestión concreta. En el caso de la reconstrucción, no solamente la relacionada con la historia militar, ¿es mejor ceñirse a un período concreto de tiempo y reproducir fielmente todos los detalles, o para lograr una mayor amenidad se debe intentar una reconstrucción más general? JORDI CORTADELLA: Yo diría que las personas implicadas en esas reconstrucciones debéis hacer lo que queráis, siempre y cuando no traicionéis excesivamente la visión que se da del pasado. Con todo, debemos distinguir claramente lo que es la divulgación histórica, donde se puede transigir, y lo que es la arqueología experimental, donde ya no se puede hacer lo que uno quiera sino que todo debe estar bien pautado. Yo a veces me preocupo cuando en Tarraco Viva o en otras representaciones de este tipo veo aparecer gladiadores, y la gente los admira, cuando en realidad esa fue una cosa terrible. Sería como si representásemos el campo de concentración de Auschwitz con todo su horror. Los gladiadores existieron y no lo podemos negar, pero resulta más discutible el hacer una fiesta de algo como el enfrentamiento entre seres humanos. Volviendo a tu pregunta, lo cierto es que no soy capaz de darte una respuesta precisa. Ahora bien, en ocasiones cuando se es excesivamente purista en la reconstrucción, a la gente no le gusta. Lo mismo sucede en las películas. Cuando una película de época romana o de la Edad Media intenta una reconstrucción estrictamente fidedigna, entonces la gente protesta porque no es esa “Edad Media” que esperaban encontrar, no es lo suficientemente “exótica”, es demasiado cotidiana, más próxima a realidades actuales de lo que se esperan. A veces una buena reconstrucción histórica puede conducir a lo “peor”, a hacernos pensar, a hacernos reflexionar, y no sólo entretenernos y divertirnos. Muchas veces se espera de la recreación histórica lo que encontramos en el turismo de masas: pasar por muchos países sin que nada nos influya. BORJA ANTELA: Me gustaría conocer qué opináis el resto de participantes de la jornada sobre los grupos de reconstrucción histórica. FRANCISCO GRACIA: Muy sencillo, hágase la reconstrucción, del tipo que sea (económica, funeraria, militar, alimenticia), pero hágase bien. Es decir, hágase la reconstrucción de la forma más ajustada posible a la 77
Estas intervenciones corresponden a la conferencia sobre re-enactment pronunciada durante la Mesa Redonda, no al texto que publicamos ahora, mucho más ampliado. Aún así, por el interés de las intervenciones, hemos decidido mantenerlas.
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documentación textual y arqueológica disponible. Ello de por sí ya atraerá al público, que hoy en día ya tiene capacidad suficiente para discernir entre lo que es una presentación de un hecho histórico real de lo que es una recreación lúdica carente de rigor. Cuando se habla de ficción, y me refiero al cine o a la televisión, vemos que si las producciones están bien asesoradas, si tienen un nivel alto de reconstrucción documental y de presentación del marco en el cual se desarrolla la acción, poseen un elemento de calidad que se convierte en un valor añadido para su credibilidad. Por ejemplo, no es lo mismo lo que ha presentado Fernando Quesada respecto a determinadas series de televisión actuales que la reconstrucción de calidad que se hace en la serie Roma o, en su momento, Yo Claudio. Se puede plantear cualquier tipo de reconstrucción. Por ejemplo, el proyecto Ibercalafell parte de elementos muy bien definidos (el mercado, el enterramiento, la guerra, etc.) y su puesta en escena no plantea ningún problema. Lo mismo sucede con el proyecto Segeda asesorado por Francisco Burillo. Si está bien realizado no tiene por qué haber ningún rechazo. Otro ejemplo son los gladiadores en Tarraco Viva, donde se explica cada uno de los tipos de gladiadores específicos, cómo combaten, etc., por lo que en realidad se está ofreciendo una clase de historia en tres dimensiones. En Europa occidental, concretamente en el caso de Francia, todos los equipos de reconstrucción pasan lo que podríamos denominar de forma coloquial una “ITV”. Existe una revista, Tradition Magazine, con un apartado titulado “Revue de détail” donde los grupos de reconstrucción presentan, por ejemplo, su granadero de primer imperio francés, su marino de la guardia, etc. y los especialistas militares realizan una crítica/validación de sus trabajos. La labor de los grupos de reconstrucción nos está permitiendo aprender sobre muchas cuestiones relacionadas con el uso del armamento, unas cuestiones que de otra forma no podríamos deducir simplemente a partir de los restos arqueológicos. En definitiva, es mucho más fácil comprender la guerra en el mundo ibérico después de haber cogido el armamento, comprobado su peso, la dificultad en su manejo, etc. Es por ello que el re-enactment, cuando está bien hecho, se convierte en un elemento que sobrepasa lo meramente folclórico para entrar dentro del campo específico de la investigación. FERNANDO QUESADA: Sí, estoy de acuerdo con lo que planteas. Tal y como has apuntado al principio, la gente es capaz de distinguir perfectamente entre una buena y una mala reconstrucción histórica. Me gustaría poner el ejemplo de la serie Hispania, la leyenda (estreno octubre de 2010, Bambú Producciones para Antena 3 TV). De los cinco millones de espectadores de 121
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la serie, no todos tienen un conocimiento histórico profundo, pero si se les da un producto bien hecho y cuidado, psicológicamente complejo, incluso aunque algunos elementos no sean exactos, el público lo agradece. Tampoco en la serie Roma (2005-2007, creada por B. Heller, J. Milius yW. J. MacDonald, producida por la HBO y la BBC) por ejemplo todos los cascos no eran exactos, pero la serie sí era creíble en cuestiones como funcionamiento de la mentalidad de la aristocracia romana y los tribunos de la plebe. El resultado fue que la serie tuvo un éxito enorme y merecido. Tal vez el principal problema en relación con la reconstrucción es que en los últimos tiempos empiezan a proliferar muchos grupos que no cumplen con los estándares de calidad deseables. FRANCISCO GRACIA: Exactamente. Si en cualquier producción cinematográfica norte-americana de carácter bélico nos molestamos en leer los créditos finales vemos como se relaciona una gran cantidad de grupos de reconstrucción que se prestan a intervenir como extras, unos extras sin duda de calidad. Así, por ejemplo, en el caso de la película Gettysburg (1993, Dir. Ronald F. Maxwell), la carga de Pickett resulta perfectamente creíble gracias en buena medida a la participación de 2000 ó 3000 extras relacionados con los grupos de reconstrucción. En el caso de Waterloo, cada año el fin de semana más próximo al 18 de junio hay entre 2500 y 3000 individuos vestidos con los uniformes adecuados y recreando un pasaje bélico. La recreación de uniformes, campamentos, el proceso de fabricación de la munición, etc., hacen que una reunión de reconstrucción se convierta en un libro de historia y en un instrumento de divulgación excelente. Además, este proceso de divulgación nos permite a los investigadores de alguna forma efectuar el proceso de devolución a la sociedad de la inversión realizada para financiar la investigación, e incluso que ésta puede llegar a favorecer el desarrollo económico. Por ejemplo, cuando un concepto de musealización de un campo de batalla está muy bien hecho, se convierte en una fórmula de atracción económica y factor de desarrollo del lugar en el que se encuentra. Por eso en Estados Unidos hay tantos campos de batalla declarados parques nacionales, porque cada uno de ellos es un modelo de generación económica en el lugar en el que se encuentra. JORDI CORTADELLA: La representación de Pasión en Semana Santa o las luchas entre Moros y Cristianos también son formas de revivir el pasado. Por lo que en este sentido los grupos de reconstrucción quizás no son un fenómeno tan nuevo. Por otra parte, podemos recordar el precedente que supone la pintura historicista del siglo XIX, donde también se procura que los uniformes militares sean los correctos y donde se constata un evidente esfuerzo por 122
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representar la realidad. Entonces yo me pregunto ¿un grupo de reconstrucción, o una película o una serie de televisión, donde la recreación de los uniformes, de los movimientos tácticos, etc. sea lo más ajustada posible a la información disponible, nos ofrecerá una imagen correcta de la Antigüedad? En ocasiones esa representación tan fiel solo sirve para esconder el mensaje subliminal que se quiere ofrecer. Por ejemplo, Gladiator (2000, Dir. Ridley Scott) es una película que está relativamente bien hecha, pero eso no significa que yo como historiador esté de acuerdo con la Antigüedad que allí se muestra. En realidad en la película hay unos valores que no son propios de la Antigüedad. En cambio, reconstrucciones realizadas con menos medios pueden ser más reales, más próximas y más fieles. FRANCISCO GRACIA: No estoy de acuerdo con estos planteamientos. En primer lugar, la pintura histórica del siglo XIX está muy mal hecha desde el punto de vista de la precisión histórica, tal y como se aprecia por ejemplo en los cuadros relacionados con la Protohistoria de la Península Ibérica de José Madrazo. En segundo lugar, no hemos de mezclar el contenido con el continente. Una cuestión es que intentemos una reconstrucción lo más fiable posible de un periodo de la Antigüedad, y otra cosa es como después se utilice esa reconstrucción para la transmisión de un mensaje. Es decir, el guión de una película o de una serie no tiene por qué minusvalorar el atrezo. Aunque lo cierto es que si el atrezo está bien hecho normalmente el guión también lo estará, ya que ambos elementos, basados los dos en la documentación, suelen estar estrechamente relacionados. FERNANDO QUESADA: Por mucho que la reconstrucción sea correcta, nadie puede llegar a pensar como un soldado de la antigua Roma. Por ejemplo, si yo veo un rayo pienso en términos de diferencia de potencial eléctrico, pero un soldado romano no lo haría. Nosotros sabemos lo que es la física y conocemos determinados fenómenos naturales que en el mundo antiguo de forma automática se atribuían a la magia. Es por ello que ni el reconstructor ni el especialista pueden llegar a pensar como un soldado romano. Pero es que la función de la reconstrucción histórica no es llegar a pensar como los antiguos soldados, sino que su función es la de explicar al gran público cómo eran las armas, cuánto pesaban, cómo se hacían las guardias, cómo hacían un campamento, etc. Además, por otra parte, algunos grupos de reconstrucción histórica han hecho aportaciones de gran valor para conocer determinadas cuestiones de detalle. Pienso por ejemplo en los grupos de Marcus Junkelmann.
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ANEXO 1 Grupos de re-enactment centrados en el ejército romano (legiones, cohors, auxilia y tropas bajo imperiales) ordenados por países (para un listado alfabético de las unidades, véase Anexo 2). Me he limitado a recoger los grupos con página web activa (febrero 2011). Señalo en primer lugar, cuando existe, el nombre latino de la unidad. Algunos grupos reconstruyen varias unidades, en tales casos van mencionadas separadas por coma. El nombre de la asociación aparece en cursiva. Cuando recrean unidades exclusivamente bajo imperiales, el número aparece [entre corchetes]. Finalmente, (entre paréntesis) la ciudad i/o región sede del grupo. ALEMANIA 1. Legio VI Victrix, Cohors VI Asturum. Roemercohorte Opladen (Leverkusen, NordrheinWestfalen) http://www.roemercohorte.de 2. Legio I Flavia Minervia Pia Fidelis Domitiana, Legio I Germanica, Cohors I Thracum. Flavii (Solingen, Nordrhein-Westfalen) http://www.flavii.de/ 3. Legio I Minervia Pia Fidelis (Monheim am Rhein, Nordrhein-Westfalen) http://www.legioprima.de/ 4. Legio XV Primigenia (Korschenbroich, Nordrhein-Westfalen) http://www.legio-xv-primigenia.de/ 5. Cohors Arenacum (vexillatio de la Legio XV Primigenia) (Rees, Nordrhein-Westfalen) http://www.cohors-arenacum.de/ 6. Cohors I Praetoria (Köln, Nordrhein-Westfalen) http://www.cohors-praetoria.eu/ [7]Contubernium Primo (Köln, Nordrhein-Westfalen) http://cms.contubernium.de/ 8. Cohors XXVI Vol. C R. Broele Trans Rhenum (Rheinbrohl, Rheinland-Pfalz) http://www.cohorte.de/ 9. Cohors VII Raetorum (Melsbach, Rheinland-Pfalz) http://www.coh-vii-raet.de/ 10. Legio XXII Primigenia. Milites Bedenses (Pickließem, Rheinland-Pfalz) http://www.milites-bedenses.de/index1.htm 11. Legio XVI Gallica. Vigilia Romana Vindriacum (Wintrich, Rheinland-Pfalz) http://www.vigilia-romana-vindriacum.de/ 12. Legio XIIII Gemina (Mainz, Rheinland-Pfalz) http://legioxiiiigemina.de/ 13. Cohors IIII Vindelicorum (Großkrotzenburg, Hessen) http://www.vindeliker-kohorte.de/ 14. Beneficiarius. Limitanei Taunenses (Wetteraukreis, Hessen) http://www.limitanei-taunenses.de/ [15]Numerus Brittonum (Welzheim, Bade-Württemberg) http://www.numerus-brittonum.de/
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16. Legio VIII Augusta (Pliezhausen, Baden-Württemberg) http://www.frasdorf.org/ 17. Cohors I Brevcorvm. Vetoniana (Pfünz, Bayern) http://www.vetoniana.de/ 18. Legio III Italica Concors (Ingolstadt, Bayern) http://www.legioiii-italica-concors.de/ [19]Tertiani Itálica, Foederati (Regensburg, Bayern) http://dreams.wox.org/~celtae/SihFrewen/Galerie/index.html 20. Cohors II Raetorum (Straubing, Bayern) http://www.coh-ii-raet.de/ 21. Populares Vindelicenses (Augsburg, Bayern) http://www.populares-vindelicenses.de/pages/intro.php [22]Limitanae Pontaenenses. Kelten und Römer, Geschichte zum Anfassen (Rosenheim, Bayern) http://kelten-roemer-ev.de/ [23]Italiciani Secundani, Lauriacenses Lanciarii (Rosenheim, Bayern) http://www.roemische-legion.de/ 24. Classis Augusta Germanica (Osnabrück, Niedersachsen) http://www.classis-germanica.de/ 25. Cohors I Germanorum (Sehnde, Niedersachsen) http://www.germanorum.de/ 26. Timetrotter (Wahlitz, Sachsen-Anhalt) http://www.timetrotter.de/ 27. Legio XIX Augusta (Berlin) http://www.legioxix.de.tl/ [28]Litus Saxonicum (Chemnitz, Sachsen) http://www.litus-saxonicum.de/ AUSTRALIA 29. Sydney Ancients Hoplite & Roman Society (Sidney) http://www.sydneyancients.5u.com/photo.html AUSTRIA 30. Legio XV Apollinaris Cohors I (Pram, Oberösterreich) http://www.legioxv.org/ 31. Legio XIII Gemina. Exercitus Pannonia Superior (Wien) http://www.legxiii.at/ 32. Legio X Vindobona. Gentes Danubii (Wien) http://www.gentes-danubii.at/neu/darstellung/roemer.html BÉLGICA [33]Legio II Herculia. Les lances libres (Valonia) http://users.swing.be/stephane/ 34. Cohors II Tungrorum (Valonia) http://www.cohorte-tongrienne.herobo.com/ 35. Cohors VII Praetoriana Lupae (Valonia) http://www.cohorspraetorianalupae.be/
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36. Legio XI Claudia Pia Fidelis (Flandes) http://www.legioxi.be/ 37. Quintus Project (Flandes) http://www.project-quintus.be/index1.html DINAMARCA 38. Legio VI Victrix, Cohor II Cimbria (Sabro) http://www.romandanes.dk/ ESPAÑA 39. Legio VIIII Hispana. Hispania Romana (Madrid) http://www.hispaniaromana.es/ 40. Legio V. Asociación de recreación Histórica Complvtvm (Madrid?) http://www.legiov.com/ 41. Legio I Germanica (Tarragona) http://www.primagermanica.com/ [42]Septimani Seniores (Tarragona) http://www.primagermanica.com/ 43. Legio VII Gemina. Projecte Phoenix (Tarragona) http://www.projectephoenix.org/ 44. Asociación Pitiusa de Recreación Histórica IBOSHIM (Eivissa) http://www.inmobelnet.com/iboshim/index.htm [45]Cohors I Gallica (Iriña) http://www.cohorsprimagallica.com/ 46. Legio IV Macedonica. JANO Reproducciones Históricas (Cantabria) http://webs.demasiado.com/Legiocuarta/ 47. Cohors III Lucensium (Lugo) http://www.cohorsiiilucensium.es/ ESTADOS UNIDOS 48. Legio III Cyrenaica (Boston, Massachusetts) http://www.capecodhibby.com/legioiii.htm 49. Legion XXIV Media Atlantia (Eastern Pennsylvania & New Jersey, Delaware) http://www.legionxxiv.org/ 50. Legio XX (Laurel, Maryland) http://www.larp.com/legioxx/ 51. Legio XIII Martia Victrix, Cohors I Batavorum (Charleston, West Virginia) http://home.armourarchive.org/members/flonzy/Roman/index.htm 52. Legio VI Ferrata Fidelis Constans, Cohors II Italica C R, Cohors I Damascenarum (sagittaria) (Summerville, South Carolina) http://legvi.tripod.com/ 53. Legio XI Claudia Pia Fidelas (Atlanta, Greorgia) http://www.11thlegion.com/ 54. Legio V Alaudae, (Nashville,Tennessee) http://web.utk.edu/~cohprima/ 55. Legio XXX Ulpia Victrix, cohors III (Fort Wayne, Indiana) http://www.legiotricesima.org/
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56. Legio X Equestris Veneria (Chicago, Illinois) http://www.romechicago.com/ 57. Legio XIIII Gemina Martia Victrix (Milwaukee, Wisconsin) http://www.legionxiiii.com/ 58. Legio II Augusta (Lafe, Arkansas) http://www.ad43.org/ 59. Legio X Fretensis (Houston, Texas) http://www.legionten.org/ 60. Legio II Adiutrix (Colorado Springs, Colorado) http://www.rockymountainromans.com/ 61. Legio II Traiana Fortis (Las Vegas, Nevada) http://www.legioiitraiana.com/ 62. Legio X Fretensis, cohors IV (American Canyon, California) http://home.surewest.net/fifi/index9.htm 63. Legio VI Victrix (Los Ángeles, California) http://www.legionsix.org/ 64. Cohort I Praetoria (Los Angeles, California) http://www.cohortipraetoria.com/ 65. Legio IX Hispana (San Diego, California) http://www.legio-ix-hispana.org/ FRANCIA 66. Legio I Consularis. Association Européenne de Reconstitution Antique-AERA (Aix en Provence, Provence-Alpes-Côte d'Azur) http://www.reconstitution-romaine.com/ 67. Augustus Caesar Praetoria (Vaison-la-Romaine, Provence-Alpes-Côte d'Azur) http://www.augustus-caesar.com/ 68. Legio X Gemina. Lorica Romana (Comps Languedoc-Roussillon) http://loricaromanalegxgemina.blogspot.com/ 69. Legio VI Ferrata. Ars Maiorum (Arles, Provence-Alpes-Côte d'Azur) http://www.legio6.com/ 70. Legio VI Victrix (Arles, Provence-Alpes-Côte d'Azur) http://www.legio6victrix.com/ 71. Legio VII Claudia Pia Fidelis. Embonne le reflet de l’Antiquité (Agde, LanguedocRoussillon) http://asso-embonne.c.la/ 72. Cohors I Aquitanorum. Viaromana (Homps, Languedoc-Roussillon) http://www.viaromana.com/ 73. Legion VIII Augusta (Cambon d'Albi, Midi-Pyrénées) http://www.leg8.com/ 74. Legio V Alaudæ. Pax Augusta (Sathonay Camp, Rhône-Alpes) http://www.paxaugusta.net/ 75. Cohors I Vigilvm, Pax Romana (Corrèze, Limousin) http://www.pax-romana.fr/ [76]Taifali (Rom, Poitou-Charentes) http://www.taifali.org/ [77]Vexillum Seguntienses. Letavia (Brest, Bretagne) http://letavia.canalblog.com/ [78]Vexillatio Legio II Augusta Antonina. Vita Gallica (Bréal sous Vitré, Bretagne) http://www.vitagallica.fr/
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[79]Celtae Seniores. Foederati (Saint-André-sur-Orne, Basse-Normandie) http://foederati.jimdo.com/ 80. Association Gladius Scutumque (Paris) http://www.gladius-scutumque.fr/ [81]Herculiani. Les Herculiani (Laigneville, Picardie) http://lesherculiani.monsite-orange.fr/ 82. Cohors II Nerviorum. Bagaconervio (Bavay, Nord-Pas-de-Calais) http://bagaconervio.e-monsite.com/ 83. Legio XXII Primigenia Pia Fidelis, La Cité des Leuques (Saint-Armand-Sur-Ormain, Lorraine) http://arnaud.jacquemot.free.fr/ 84. Association Bellvm Gallicvm (Pont a Mousson, Lorraine) http://bellum-gallicum.wifeo.com/ HOLANDA 85. Cohors XV VCR, Classis Augusta Germanica, Ala I Batavorum. Pax Romana(Woerden) http://www.paxromana.nl/ 86. Legio II Augusta Nederland (Nijmegen) http://www.legioiiavg.nl/ 87. Corbulo (Nijmegen) http://www.corbvlo.com/ [88]Fectio (Utrecht) http://www.fectio.org.uk/ 89. Legio X Gemina. Gemina Project (Leiden) http://www.gemina.nl/ HUNGRIA 90. Legio XV Apollinaris (Szombathely) http://www.legio.hu/ 91. Legio I Adiutrix (Komárom) http://www.legiobrigetio.com/ IRLANDA 92. Legio VIII Augusta (Cork) http://www.romansireland.com/ 93. Vexilatio Legio XX Valeria Victrix, Cohors IX Batavorum. The Roman Military Society of Ireland (Cork) http://www.romanarmy.ie/ ITALIA 94. Legio XII Fulminata (Bareggio, Lombardia) http://www.xii-fulminata.it/ 95. Legio VI Ferrata, Legio Herculiani Seniores (Milano, Lombardia) http://www.storinsubria.it/sestalegio.html 96. Legio VI Ferrata (Milano, Lombardia) http://www.legiosestaferrata.eu/Legiosestaferrata/home.html
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97. Cohors III Praetoria. Ass. Cult. Cisalpina (Torino-Milano, Lombardia) http://www.cisalpina.net/ 98. Cohors II Praetoria (Crema, Lombardia) http://www.praetoriani.eu/ 99. Legio I Italica (Villadose, Veneto) http://www.legio-i-italica.it/ 100. Legio XII Fulminata (Sarsina, Emilia-Romagna) http://www.legioxii.it/ 101. Legio II Traiana Fortis, Imago Urbis (Civitavecchia, Lazio) http://associazioneimagourbis.com/ 102. Decima Legione (Roma, Lazio) http://www.decimalegio.it/ 103. Legio XI Claudia P F. Grupo Storico Romano (Roma, Lazio) http://www.gsr-roma.com/ 104. Legio XIII Gemina. Civiltà Romana (Roma, Lazio) http://www.civiltaromana.it/I_legioXIII.html 105. Legio XXX Ulpia Victrix (Roma) http://www.legioxxx.com/ 106. Legio X Gemina PFD. SPQR (Roma, Lazio) http://www.legiodecima.it/ 107. Legio XIV Gemina Martia Victrix (Cassino, Lazio) http://www.legioxiv.altervista.org/ 108. Legio I Adiutrix. Gruppo Storico Pompeiano (Pompei, Campania) http://www.legio1adiutrix.it/ MALTA 109. Legio X Fretensis Malta http://legioxfretensismalta.com/ NORUEGA 110. Legio XV Apollinaris (Oslo) http://foreninger.uio.no/legxv/ NUEVA ZELANDA 111. Legio II Augusta (Auckland, North Island) http://www.spqr.co.nz/ POLONIA 112. Legio XXI Rapax (Rumia) http://www.legioxxirapax.com/ 113. Legio XIIII Gemina Martia Victrix. Pro Antica (Lublin) http://www.proantica.org/ 114. Legio I Adiutrix (Warsaw) http://adiutrix.cba.pl/legio/
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PORTUGAL 115. Recriar Historia (Setúbal) http://www.recriarhistoria.org/ REINO UNIDO 116. Legio II Augusta (Portsmouth, Hampshire) http://www.legiiavg.org.uk/ 117. Legio XX Valeria Victrix. The Ermine Street Guard (Gloucester, Gloucestershire) http://erminestreetguard.co.uk [118]Batavi Iuniores Britanniciani (Ducklington, Oxfordshire) http://batavi.50webs.com/ 119. Legio XIIII Gemina Martria Victrix. Cohors I Batavorum. Cohors I Hamiorum. The Roman Military Research Society (Kettering, Northamptonshire) http://www.romanarmy.net/ 120. Legio XIIII Gemina (Hertford, Hertfordshire) http://www.legion-fourteen.com/ 121. Coh I Fida Vardullorum Milliaria Eq Cr (auxilia Legio XIII Gemina). Colchester Roman Society (Colchester, Essex) http://www.camulos.com/crs.htm [122]Secundani Britannica. Britannia (Essex) http://www.durolitum.co.uk/ 123. Legio VIII Augusta MGV (Corwen, Gales) http://www.roman.org.uk/ [124]Comitatus (York, Yorkshire) http://www.comitatus.net/ 125. Legio VI Victrix Pia Fidelis. North Guard Research Society (Sunderland, Tyne and Wear) http://www.northguard.freeservers.com/ [126]Cohors V Gallorum (Arbeia-South Shields, Tyne and Wear) http://www.quintagallorum.co.uk/ 127. Cohors Sextae Nerviorum (auxilia Legion VI Victrix Pia Fidelis). The Antonine Guard (Rough Castle, Escocia). http://www.theantonineguard.org.uk/ REPÚBLICA CHECA 128. Cohors V Praetoria (Pilsen) http://www.rimskalegie.cz/ajuvod.htm 129. Legio X Gemina Pia Fidelis (Praha) http://legioxgpf.livinghistory.cz/web/ RUMANÍA 130. Legio XIII Gemina. Terra Dacica Arterna (Cluj-Napoca) http://www.terradacica.ro/
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RUSIA 131. Legio V Macedonica (San Petesburgo) http://legvmac.ru/news/55/ SUECIA 132. Stockholms romersk-historiska sällskap (Stockholm) http://www.student.nada.kth.se/~d94-mjo/srhs/ SUIZA 133. Legio XI Claudia Pia Fidelis (Windisch, Aargau) http://www.legioxi.ch/ 134. Cohor V Praetorianii (Bülach, Zürich) http://www.cohvpr.ch/ 135. Imperium Anticum (Nyon, Vaud) http://www.imperivm.ch/
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ANEXO 2 Listado de legiones, cohortes y otras unidades alto y bajo imperiales creadas por los grupos de re-enactment El número entre paréntesis [o entre corchetes] remite al listado por países del Anexo 1. Cuando la unidad es espuria se indica con un asterisco (*). Como puede observarse, la mayoría de las legiones son recreadas por más de un grupo en diferentes países, no así las cohortes y el resto de unidades. La causa de que unas legiones tengan más éxito que otras entre los reenactors queda por dilucidar. Legiones Legio I Adiutrix Legio I Consularis* Legio I Germanica Legio I Italica Legio I Minervia P.F. Legio II Adiutrix Legio II Augusta Legio II Traiana Fortis Legio III Cyrenaica Legio III Italica Legio IV Macedonica Legio V Alaudae Legio V Macedonica Legio VI Ferrata Legio VI Victrix Legio VII Claudia P.F. Legio VII Gemina Legio VIII Augusta Legio IX Hispana Legio X Equestris / Gemina Legio X Fretensis Legio XI Claudia P F Legio XII Fulminata Legio XIII Gemina Legio XIV Gemina M.V. Legio XV Apollinaris Legio XV Primigenia Legio XVI Gallica Legio XIX Augusta Legio XX Valeria Victrix Legio XXI Rapax Legio XXII Primigenia Legio XXIV* Media Atlantia Legio XXX Ulpia Victrix
(91) (108) (114) (66) (2) (41) (99) (2) (3) (60) (58) (86) (111) (116) (61) (101) (48) (18) (46) (40) (54) (74) (131) (52) (69) (95) (96) (1) (38) (63) (70) (125) (127) (71) (43) (16) (92) (73) (123) (39) (65) (56) / (32) (68) (89) (106) (129) (59) (62) (102) (109) (36) (53) (103) (133) (94) (100) (31) (51) (104) (121) (130) (12) (57) (107) (113) (119) (30) (90) (110). (4) (5) (11) (27) (50) (93) (117) (112) (10) (83) (49) (55) (105)
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Cohortes auxiliares y pretorianas Cohors I Aquitanorum Cohors I Brevcorvm Cohors I Germanorum Cohors I Praetoria Cohors I Vigilvm Cohors II Nerviorum Cohors II Praetoria Cohors II Raetorum Cohors II Tungrorum Cohors III Lucensium Cohors III Praetoria Cohors IV Vindelicorum Cohors V Praetoria Cohors VII Praetoriana Cohors VII Raetorum Cohors XV V.C.R. Cohors XXVI V.O.L. C.R.
(72) (17) (25) (6) (64) (75) (82) (98) (20) (34) (47) (97) (13) (128) (134) (35) (9) (85) (8)
Otras unidades alto imperiales Ala I Batavorum Beneficiarius Classis Augusta Germanica Populares Vindelicenses
(85) (14) (24) (85) (21)
Unidades bajo imperiales Batavi Iuniores Britanniciani Celtae Seniores Cohors I Gallica Cohors V Gallorum Contubernium Primo Fectienses seniores* Italiciani Secundani Lauriacenses Lanciarii Legio II Augusta Antonina Legio II Herculia Limitanae Pontaenenses Numerus Brittonum Secundani Britannica Septimani Seniores Taifali Tertiani Itálica Vexillum Seguntienses
[118] [79] [45] [126] [7] [88] [23] [23] [78] [33] [81] [95] [22] [15] [122] [42] [76] [19] [77]
Grupos sin unidad precisa o no identificada: Association Bellvm Gallicvm (84); Association Gladius Scutumque (80); Comitatus [124]; Corbulo (87); IBOSHIM (44); Imperium Anticum (35); Litus Saxonicum [28]; Recriar Historia (115); Stockholms romersk-historiska sällskap (132); Sydney Ancients Hoplite & Roman Society (29); Timetrotter (26).
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ANEXO 3 Página de información para “alistarse” en la LEGIO IX HISPANA78 ¡Bienvenido! En esta página web encontrarás amplia información sobre nuestras actividades de re-enactment de época romana, cuyos logros y objetivos nos sitúan entre los grupos romanos de re-enactment más antiguos de los EE.UU. Por favor, no dudes en escribirnos o enviarnos un correo electrónico con tus comentarios o preguntas. Estamos aquí para enseñar y aprender. Aunque concebido y organizado en marzo de 1993, nuestro primer acto público fue en febrero de 1994. Somos el primer grupo romano de re-enactment” del oeste de los EE.UU. y el más grande de América del Norte. Actualmente contamos con organizaciones locales por todos los EE.UU. Objetivo de la Legio IX Hispana Nuestro objetivo inicial es la reconstrucción total de una Centuria. Queremos ser el primer grupo romano de re-enactment en salir a campo abierto con una unidad compuesta únicamente por miembros del mismo grupo. Si te estás planteando formar parte como hobby de un grupo romano de re-enactment y te gusta lo que ves aquí, por favor plantéate unirte a nosotros. Quiénes somos Formamos una compañía de soldados, los legionarios romanos comunes, con el apoyo de sus auxilia y civiles, todos del mismo período, presentando una visualización dinámica de grandes proporciones. No hay oficiales ni títulos de fantasía; sin gobernadores, senadores o tribunos... sin togas. Somos simples soldados y civiles que se han asociado en un campamento militar romano. Dónde estamos Estamos acampando al norte de la Provincia de Britannia, al norte de lo que se convertirá en el Muro de Adriano. Nos encontramos a finales del siglo I d.C. Vamos a ver... aproximadamente en el 15 de marzo del año 850 desde la 78
Traducción del autor. El texto inglés original en: http://www.legio-ix-hispana.org/jun3.html
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fundación de Roma (97 d.C.), alrededor de las 8:30 horas de la mañana... o algo así. Qué estamos haciendo aquí Estamos patrullando y pacificando la región que nos ha sido asignada, así como realizando mejoras en nuestro campamento temporal. Hay un “oppidum” que debemos tomar para finales de abril. También estamos examinando los recursos de la zona, levantando uno o dos puentes y hay rumores persistentes de que vamos a construir un camino adecuado durante la próxima primavera. Filosofía del re-enactment La mejor manera de describir lo que hacemos es la frase “arqueología experimental”. Nuestras exhibiciones son dinámicas, no estáticas. No nos conformamos con desfiles y simulacros o muestra de arte. A través de nuestras representaciones, preferimos poner nuestros pertrechos romanos y equipo a prueba. Creemos firmemente que la mejor manera de describir y entender los utensilios que hacemos o adquirimos es utilizándolos, intensamente, llevarlos al límite de sus posibilidades. No veneramos nuestro equipo ni lo manipulamos con guantes de algodón. El equipo que hacemos y llevamos se ha diseñado para durar, unos pertrechos militares totalmente funcionales, igual que los originales. Si se dobla, lo enderezamos. Si se estropea, lo arreglamos. Si se rompe, lo cambiamos. Beneficios de unirse a la Legio IX Hispana • Concentramos nuestros esfuerzos en la creación de un grupo dinámico centrado en un solo período. No nos ocupamos de los cambios de la Legio IX a través de la historia • Hemos creado la infraestructura y el apoyo necesario para que puedas integrarte rápidamente. No hay necesidad de que vuelvas a inventar la rueda… • Para mantener un alto nivel de autenticidad, nosotros mismos fabricamos la mayor parte de la armadura, armas, utensilios y los otros equipos que utilizamos. Siempre que podemos hacemos nuestro equipo a mano, utilizando herramientas manuales, ¡incluso fabricamos las 135
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herramientas cuando es necesario! No utilizamos métodos de fabricación modernos ni productos estándar para los accesorios de la armadura o el cinturón. Cortamos a mano, moldeamos a mano fundimos a mano siempre que podemos. Nuestro equipo no es de precisión, puesto que el equipo que se ha encontrado tampoco lo es. “Con pocas excepciones, la mayoría de réplicas modernas están demasiado bien hechas”.79 Nosotros somos esa excepción y lo hacemos muy bien. • Utilizamos el equipo... además de en exhibiciones muy instructivas y demostraciones educativas, en grandes hechos militares, eventos históricos (Ferias, “Highland games” y otros), funciones corporativas, museos y escuelas (desde la enseñanza primaria hasta la universidad), donde muchos entramos en combates simulados, construimos campamentos romanos, también hacemos marchas con el equipo de campaña, ¡que llega a pesar 110 libras (50 kg)! • Tenemos decenas de miles de horas de experiencia en el uso de la armadura, el equipo y las armas romanas; mucho más que cualquier otro club en América del Norte. La experiencia en el uso simulado de armas en escenarios de combate de una gran intensidad física (¡algo que los soldados romanos hacían en realidad!) nos ha dotado de una perspectiva única en recreaciones romanas de cualquier lugar del mundo, una perspectiva que no se puede aprender en desfiles, ejercicios, libros o películas, ni en combates teatralizados, no importa cuán fuerte sea el gladius. • Al unirte, puedes adquirir un auténtico y magnífico material de reenactment de calidad: armadura, armas y otros equipos en el Centro de Recursos para Miembros ... ¿Qué tal una coraza “segmentata”, forjada, hecha a mano y a medida para adaptarse a ti por solo 355$? • No tenemos cuotas. • ... y para citar a Marcus, “La paga es buena, el agua es limpia”.80 Conviértete en miembro activo de la Legio IX Hispana Si eres nuevo en el re-enactment romano, aquí en nuestra página web encontrarás una gran cantidad de recursos, información útil que te puede ayudar a convertirte en un re-enactor romano. Sin embargo, si te gusta lo que hacemos, lo que representamos y lo que somos, ¡te invitamos a unirte a nosotros! 79
Bishop, M.C. (2002), “Lorica Segmentata, vol. 1: A Handbook of Articulated Roman Plate Armor”, Journal of Roman Military Equipment Studies, Monograph No.1: Armatura Press, p. 95. 80 (N del T.) Marcus Flavius Aquila es el joven oficial romano protagonista de la novela The Eagle of the Ninth.
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Es muy fácil convertirse en un miembro activo de la Legio IX Hispana, no importa donde vivas. Lo que necesitas es el deseo de ser parte de lo que estamos haciendo, de unirte a nosotros en el cumplimiento de nuestros objetivos, además de la posibilidad de adquirir y utilizar el equipo necesario como miembro de la Legio IX Hispana. Si ya eres un re-enactor romano, unirte a nosotros también es fácil. Sin embargo, es necesario que tu actual equipo sea aprobado para su uso en la Legio IX Hispana. Para los re-enactors existentes con un equipo que no cumple con nuestras normativa, tenemos un excelente programa para ayudar a actualizarlo, ¡muchas veces sin costo monetario! Aspecto físico Somos gente moderna y esto es sólo una afición. A veces las condiciones modernas pueden interferir en la buena recreación de un soldado romano común. Aquí hay algunas pautas: • Los miembros participantes como soldados deben estar en buena forma física, apto y capaz de utilizar las armas y el equipo. La armadura pesa alrededor de 18 libras (8 kg) y el escudo de 15 a 18 libras (de 6,8 a 8 kg). • Siempre que sea posible, aquellos que necesiten lentes deben usar lentes de contacto o no llevar gafas. Si de todas maneras debes usar lentes, estas deben ser de apariencia mínima, con la montura transparente y sin cristales de colores o polarizados. • Joyería: Ninguna joya moderna debe ser visible. • Tatuajes: Los tatuajes no deben ser visibles. Una manera divertida y didáctica para ocultar un tatuaje es cubrirlo con un vendaje romano. • Cabello: Evitar los peinados modernos, incluido el corte y la coloración. El pelo largo no es generalmente un problema. La barba está permitida, pero recortada y con forma históricamente aceptable. • Maquillaje: Inaceptable en los soldados, excepto cuando se utiliza para tapar artificios modernos como tatuajes, o para disimular el género. • Género: La Legio IX Hispana permite que las mujeres representen soldados romanos, pero sólo en la medida en que sean capaces de disimular su feminidad y cumplan con los requisitos físicos. A veces esto significa rellenar unas cejas depiladas o incluso usar bigotes postizos. • Etnia: No importa.
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Jordi Cortadella
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Los grupos de recreación histórica
Conviértete en un civil de la Legio IX Hispana Sí, algunos miembros representan civiles. No representan la aristocracia, tribunos, generales o sacerdotisas. ¡Nadie lleva toga! Los miembros civiles son la gente común que acompañan o interactúan en un campamento de soldados romanos. Esto puede incluir a las mujeres y los niños de los soldados, así como una variedad de artesanos y a la población civil local. Los miembros civiles a menudo son nativos o locales, generalmente britanos, pero a veces civiles de otras partes del Imperio. La muestra de la artesanía histórica es una parte importante de lo que hacemos y por tanto ¡nos estimula mucho! La información acerca de la vida diaria de los civiles se puede encontrar en: Legio IX Hispana Vicus Contacta con nosotros o llama para más información. Aprende cómo formar un grupo en tu zona. Las incorporaciones son bienvenidas. ¿Has formado un grupo de la legión romana? ¡Aprende cómo tu grupo puede unirse a la Legio IX Hispana! Gayo Valerio Tácito Hibérnico Centurión, Legio IX Hispana Legio IX Hispana, Inc 3210 calle 32 San Diego, California, EE.UU. Sean Richards, Presidente
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The Western Way of War: Un modelo a debate Borja Antela-Bernárdez Universitat Autònoma de Barcelona
Desde la publicación en el año 1989 de la obra The Western Way of War, de Victor Davis Hanson,1 mucho se ha escrito al respecto de la posibilidad de la existencia de un “modo occidental” de hacer la guerra.2 De hecho, el impacto que dicha tesis de trabajo ha tenido tanto en la comunidad historiográfica como en el público general y la concepción de éste con respecto al mundo antiguo permiten valorar el sistema conceptual definido bajo el epígrafe de Western Way of War como un modelo de comprensión de la realidad, especialmente de la realidad antigua. Asimismo, al entender el mundo antiguo como cuna de occidente, el valor de este marco conceptual en la construcción del presente hace que el Western Way of War pueda plantearse como una explicación que, si bien se fundamenta en la Antigüedad, se resuelve y define gracias al presente. Por todo ello, consideramos que merece la pena analizar con cierto detalle los pormenores de la definición de la tesis enunciada por Hanson y abrazada posteriormente por un gran número de autores, valorando sus antecedentes, su impacto en la historiografía actual, con especial atención al mundo griego, y las consecuencias que de él se derivan en tanto que marco de descripción del mundo de cara a la comprensión del mismo y a su utilidad (o no) como sistema de evaluación del futuro inmediato. Definamos pues en primer lugar lo que puede entenderse como Western Way of War. En principio, Hanson plantea que aquello que diferencia el mundo griego, y en consecuencia también la tradición occidental, del resto de mundo, es decir, esta “forma occidental” de hacer la guerra, es lo que él denomina “pitched battle” o batalla campal, también entendida a menudo
Investigación inscrita dentro del proyecto MEC ‘La gestión política de las ‘crisis humanitarias’ en el mundo grecorromano (ss. IV-I a.C.)’ (HAR2010-19185). El autor agradece los comentarios y apreciaciones que durante su elaboración ha recibido de Dr. J. Vidal y Dr. F. Quesada Sanz, así como la exhortación que en su día recibió de X. C. Bermejo a la lectura de Hanson. La responsabilidad de las opiniones aquí expuestas es únicamente del autor. 1 Hanson 1989. 2 Parker 2010, 7-17.
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como batalla decisiva.3 El término merece, sin duda, aclaración. Hanson explica esta “pitched battle” como un enfrentamiento a campo abierto entre dos formaciones de infantería, reunidas en el campo de batalla para matar o morir. No obstante, el problema de la tesis de Hanson sobre la Western Way of War resulta ya no de la definición teórica de ésta, sino de las implicaciones que el “modo occidental” de la guerra suponen, de manera intrínseca, en la explicación misma de la historia. Partiendo desde el principio mismo, y siguiendo el hilo de los pensamientos de Hanson, parece totalmente evidente que, en primer lugar, los griegos tienen un sistema propio de combate que se opone completamente al de los persas, por ejemplo, en el momento histórico culminante de la Antigüedad griega como fueron las Guerras Médicas. La ecuación que resulta es bien sencilla: si existe una diferencia en el modo de luchar de los griegos frente a los persas, la victoria griega demuestra sin lugar a dudas que la forma de combatir de los griegos es mejor que la de sus enemigos, lo cual es enfáticamente refrendado nuevamente a la luz de los números del ejército persa, muchísimo más numeroso que el esgrimido por los griegos. La victoria de éstos, pese a la diferencia de efectivos, sólo puede deberse pues a la calidad de su forma de luchar, es decir, a esa Western Way of War. Parece pertinente entonces plantear algunas cuestiones que permitan acabar de completar la definición de la Western Way of War. En primer lugar, Hanson rechaza asociar la victoria griega al determinismo geográfico o a cualquier otro tipo de argumento de carácter racial. En este sentido, los griegos son considerados semejantes en capacidades a sus enemigos, sin que pueda defenderse una diferencia entre ambos. Asimismo, si bien Hanson valora en profundidad la importancia de la técnica, y en este sentido, debe admitirse que las armas griegas en el conflicto contra los persas fueron probablemente superiores, por el tamaño de las lanzas o la composición metálica de sus escudos, de modo que la panoplia hoplítica griega era claramente determinante en la lucha contra los persas, lo cierto es que el autor no considera que esta diferencia pueda justificar con plena certeza las razones de la victoria griega. En este sentido, la diferencia técnica debía quedar probablemente contrarrestada por la diferencia numérica. Por lo tanto, la verdadera razón de la victoria griega hay que buscarla en el modo de lucha de los griegos, es decir, en la infantería hoplítica. Resuelta, pues, buena parte de la ecuación, que nos revela que la Western Way of War, además de la resolución de conflictos militares mediante la “pitched battle”, es también una forma de combatir específica, que tiene su origen en el mundo griego hoplítico, vale la pena detallar las características 3
Bermejo 2004, 188: “Se llama batalla decisiva aquella en función de la cual se rige el desenlace de una guerra. En esa batalla se concentran las principales fuerzas de los dos ejércitos contendientes y quien obtenga la victoria gana la guerra”.
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que Hanson atribuye a la falange hoplítica. En este sentido, Hanson describe la falange hoplítica como un sistema de combate fundamentado en singulares características. En efecto, la falange hoplítica, a juicio de Hanson, es el resultado de una conciencia de libertad personal por parte de los hoplitas,4 que a su vez es el producto de la participación de estos ciudadanossoldado en los sistemas representativos de los respectivos gobiernos de sus poleis o ciudades-estado. Esta libertad se ve refrendada por un sentimiento de camaradería igualitaria, resultado por una parte de los sistemas representativos de las politeias de las ciudades-estado y, por otra, de las necesidades vinculantes mismas del combate hoplítico, que basa su éxito especialmente en la solidaridad entre los combatientes, al cubrir cada soldado el flanco derecho de su compañero a la izquierda, de tal modo que un error pone en peligro no sólo a quien lo comete, sino también a sus compañeros, y por ende, a todo el grupo.5 Esta fuerte solidaridad, a su vez, se formaliza también en la aceptación de la iniciativa individual, de modo que si bien cada soldado puede y debe mantener su puesto, a su vez, también ha de decidir por sí mismo el curso del combate, de modo que la figura del estrategos o general, pese a ser muy importante, no es, a juicio de Hanson, del todo imprescindible en el ámbito del combate hoplítico, pues los ciudadanos-soldado están capacitados, por sus costumbres en las asambleas de las poleis respectivas, a participar, decidir y actuar en consecuencia. Estas prácticas políticas son, pues, aplicadas también en el ejercicio de la guerra, a juicio de Hanson, por la comunidad militar griega. Por otra parte, la falange hoplítica, configurada como un cuerpo de infantería cerrado, basado en la solidaridad de sus componentes, está fundamentada en una importante disciplina, sin la cual los soldados huirían ante el choque de armas con el enemigo, o simplemente no cubrirían el flanco de su acompañante de la izquierda, lo que sin duda supondría el desastre, al permitir una brecha en la formación. Aparte, las armas de la falange hoplítica son claramente superiores a las de los enemigos.6 De este modo, la sencillez de las armas hoplíticas, pues la panoplia se compone al fin y al cabo tan sólo de un escudo y una lanza, además de las armas que protegen estrictamente el cuerpo (casco, coraza, grebas), permiten que la falange hoplítica tenga una destacada flexibilidad táctica, como queda demostrado posteriormente en ejemplos históricos como los relatados en la Anábasis de Jenofonte o en las exitosas experiencias de Epaminondas en sus enfrentamientos contra los poderosos espartíatas.7 4
Hanson 2004, 19. Echeverría 2005; Echeverría 2006; Echeverría 2010; Gallego 2007. 6 Si bien este elemento definitorio no está presente con fuerza en Hanson 1989, sí que es expuesto con posterioridad en Hanson 2004, 30-31. 7 Hanson 1989, 19. 5
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En definitiva, planteadas las razones de la superioridad hoplítica con respecto al resto de los posibles contendientes del Mediterráneo oriental en su momento histórico, lo cierto es que para Hanson todas estas características diferenciadoras no hacen sino subrayar, al fin y al cabo, la más importante de las costumbres del combate griego, como es la de la preferencia por las batallas de choque con tropas de infantería pesada. Más allá, pues, de la falange hoplítica, el legado militar de los griegos está, nuevamente, en la “pitched battle”, posibilitada por la importante innovación militar de la falange, verdadero cuerpo revolucionario de infantería. Es, pues, el enfrentamiento en una batalla de infantería (una infantería conformada por unos hombres muy específicos, entre los que prima sobre todo la libertad política, la solidaridad y la individualidad) lo que podemos resumir como verdadera esencia del Western Way of War. En resumen, podemos entender que lo que Hanson considera el origen de la Western Way of War, es decir, la práctica militar griega, es resultado de gobiernos consensuados de participación, igualdad entre los miembros de la comunidad tanto a nivel político como jurídico, el control civil y comunitario de las cuestiones militares, así como del individualismo y la libertad que éste representa, el racionalismo aplicado no sólo a la organización gubernamental sino también a las cuestiones militares y, por último, a la necesaria separación entre política y religión.8 En sí, Hanson parece plantear estos argumentos como propios del mundo griego. En este sentido, debemos clarificar que dichos elementos pueden ser aplicados al mundo griego si éste se contrapone con su eterno enemigo, es decir, los persas. En los relatos griegos, y en la historiografía desarrollada por occidente a lo largo de los tiempos en relación con la lucha contra el mundo oriental, los persas son entendidos, precisamente, como conceptualmente opuestos a esta definición de lo griego.9 Así, en la construcción del modelo propuesto por Hanson, los persas, como ejemplo por antonomasia del bárbaro, así como de las culturas orientales, son comprendidas en tanto que reverso del modelo griego, de modo que su gobierno no se caracteriza, como en el caso helénico, por el consenso sino por la autocracia, la voluntad de un soberano, con lo que la igualdad queda negada, al igual que pasa con el control y discusión cívica de las cuestiones militares, o el individualismo, que no tiene lugar en una sociedad descrita y fundamentada en la sumisión a la autoridad de un único gobernante, que no somete sus decisiones a la racionalidad, como puede apreciarse constantemente en los relatos, por ejemplo, de Herodoto con respecto a Jerjes, sino como respuesta a sus deseos y designios personales. 8
Hanson 2004, 39-41. Como queda patente en la retórica de la alteridad y los juegos de opuestos propuestos ya por Esquilo en Los Persas.
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De este modo, esta óptica opone también la visión griega y la persa con respecto a la religión, puesto que si bien Hanson defendía la existencia en el mundo de las poleis de una separación entre religión y política, en el ámbito bárbaro, y en concreto persa, la religión rige por encima de la política, al ser considerado el Gran Rey más que un hombre, y ser por lo tanto obedecido y venerado como una figura próxima a la divinidad. Evidentemente, en este juego de alteridades, los griegos son el modelo correcto, y los persas su antónimo reverso antagónico. La definición del mundo griego que acabamos de exponer, formulada por Hanson como fundamento de la importancia que concede a los griegos como fundadores del Western Way of War, merece una cuidadosa reflexión. Como decíamos, Hanson entiende que la revolución militar de los griegos se basa en ese contexto de gobiernos de consenso, resultado del racionalismo político, que además de plantear un control cívico de las cuestiones militares, los valores de igualdad, individualidad y libertad adquieren un sentido práctico y cotidiano, y donde la religión queda perfectamente separada del ámbito de la política. Esta imagen del mundo helénico, que responde en gran medida al esquema diseñado por el denominado “milagro griego”,10 si bien es totalmente tópica, no por ello es más real ni, mucho menos, aplicable a la totalidad de la realidad antigua de Grecia. De hecho, el carácter democrático o participativo de las decisiones es una cualidad bastante matizable dentro del mundo de las poleis, donde si bien algunos gobiernos permitían la participación de toda la ciudadanía, es bien sabido que ni todos los griegos abrazaban este tipo de sistemas de organización, ni la totalidad de la ciudadanía incluía o representaba, en efecto, al conjunto de los habitantes de una comunidad.11 Sobran, pues, los ejemplos de sistemas oligárquicos, como el de Esparta, o incluso tiránicos y monárquicos, dentro de la Historia Antigua de Grecia como para que resulte necesario proponer graves matices al planteamiento de partida propuesto por Hanson. Asimismo, la individualidad y la libertad son, por otra parte, valores clara y marcadamente atenienses, que nuevamente no pueden generalizarse al conjunto de la heterogénea comunidad helénica, donde nuevamente Esparta sobresale como modelo de grupo, en el que la individualidad no es un valor ciertamente apreciado, pues chocaría con la mentalidad igualitaria de los homoioi. Así bien, la individualidad resulta una cualidad bastante poco útil en el ámbito de la práctica militar griega, donde es el grupo, es decir, la falange, la que debe sobreponerse por encima de cada uno de los individuos. En cuanto a la racionalidad, podemos decir que en muchas ocasiones ésta es también una característica tópicamente asociada al mundo griego, a partir 10
Gernet 1983; Tourraix 2000. Como queda perfectamente ejemplificado en los diversos estudios compilados por Brock / Hodkinson 2002. 11
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de la tradicional explicación del mismo como cuna de la filosofía. No obstante, parece necesario aclarar que si bien existen filósofos provenientes, según nuestros conocimientos, de buena parte del mundo griego, lo cierto es que su influencia se centra con especial incidencia en el caso ateniense. Asimismo, aunque conocemos la presencia y el valor de filósofos en otros contextos, como ejemplifica Aristóteles y su relación con la corte macedonia, por mencionar un caso bien conocido, no podemos generalizar que existiese una comunidad de filósofos racionales por toda la numerosa cantidad de ciudades griegas. Poco menos podemos, aun, asegurar que toda acción militar griega estaba basada sencillamente en la racionalidad.12 Ejemplos como los de las desastrosas campañas del general ateniense Demóstenes en Grecia central13 o el intento mismo de invasión de Sicilia,14 ambos durante la Guerra del Peloponeso, demuestran que la racionalidad ni está garantizada en el mundo griego ni es aplicable de manera estricta a un ámbito como el militar, donde la razón debe competir en igualdad de condiciones con el valor, la fortuna o la fuerza de los contendientes. Por último, Hanson señala que la política, y en especial entiendo que también la política militar, estaba perfectamente separada del ámbito de la religión. Tal afirmación, que parece querer subrayar nuevamente el carácter racional del mundo griego, está bien lejos de la realidad que conocemos para los antiguos helenos. En primer lugar, baste mencionar algún ejemplo, como el juicio de Sócrates o la expulsión de los Alcmeónidas de Atenas tras el asesinato por Megacles del potencial tirano Cilón, para demostrar que en la sociedad griega, como en cualquier otra sociedad, incluyendo la nuestra propia,15 el pensamiento político y religioso difícilmente están disociados.16 De hecho, incluso los espartanos, culminación cultural de la formación hoplítica, mostraron ciertas reticencias ante el combate a lo largo de las guerras médicas por razones religiosas, como las fiestas carneias que evitaron la presencia del ejército espartano al completo en las Termópilas17 o las celebraciones religiosas que también les había obligado a ausentarse del enfrentamiento con los persas en Maratón. Asimismo, también Tucídides recurre al pensamiento religioso cuando ha de explicar la peste en Atenas durante los primeros tiempos de la Guerra del Peloponeso, al formular de 12
Dodds 1980. Thuc. III. 97 14 Thuc. VII, 87. 15 Baste recordar que el nuestro tiempo presente los cargos públicos se juran también, en ocasiones, ante Dios, o que las monedas de no hace tanto mantenían el lema “por la gracia de Dios”, un homólogo del texto “With God from our side” que todavía puede leerse en los billetes de EEUU, por mencionar algunos ejemplos. 16 Buenos ejemplos son los estudios de Edmunds 1971 o Antela-Bernárdez 2009. 17 Hdt. VIII, 72. 13
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nuevo el carácter sacrílego de los Alcmeónidas y el castigo de los dioses a Atenas, a causa del gobierno de Pericles.18 Todas estas reflexiones no hacen sino poner de manifiesto que los argumentos del modelo definido por el esquema del Western Way of War parecen, ciertamente, un tanto endebles. Sin embargo, resulta sorprendente este hecho, teniendo en cuenta que Victor D. Hanson es, tal y como ha demostrado frecuentemente, un excelente historiador de la Antigüedad. No obstante, la serie de tópicos que fundamenta el Western Way of War no parece responder directamente al conocimiento que tenemos sobre el mundo griego antiguo. Vale la pena, entonces, retornar al principio teórico de este modelo para analizar el porqué de tales generalizaciones en el discurso histórico de Hanson. Partamos, pues, nuevamente, de la definición básica y más sencilla del Western Way of War, o mejor dicho, en este caso, de los fundamentos de la revolución griega sobre el modo de hacer la guerra, es decir, de la falange hoplítica. Ya apuntábamos con anterioridad que Hanson considera que la característica principal y más fundamental de la forma de hacer la guerra de los griegos es la “batalla campal” o “batalla decisiva” entre soldados de infantería. Este tipo de batallas abiertas y con carácter de resolución definitiva de un conflicto, donde los ciudadanos de cada una de las ciudades en litigio se reunían con su panoplia para decidir y dirimir sus posibles diferencias mediante un único combate de infantería había recibido ya la atención pormenorizada de Hanson en una obra anterior a la del año 1989. En efecto, en su tesis doctoral y en la publicación posterior correspondiente, que recibió el título de Warfare and Agriculture in Classical Greece, Hanson ya planteaba la importancia de este tipo de enfrentamientos, denominados particularmente con el término griego agón,19 de carácter, digamos, selectivo y puntual como mecanismo de regulación de los conflictos entre las poleis y la importancia de los mismos dentro de la economía agraria del mundo griego. Ciertamente, los agones sirvieron durante buena parte de la época arcaica para que las distintas comunidades griegas resolviesen sus conflictos desde una perspectiva militar, sin que por ello tuviesen que declararse una guerra formal. De hecho, para las pequeñas comunidades griegas de las poleis, una guerra hubiese supuesto en la mayor parte de los casos un grave riesgo para la supervivencia de la comunidad, teniendo en cuenta las capacidades demográficas medias del mundo de las poleis. Asimismo, la guerra, en tanto que invasión y destrucción de las propiedades del enemigo debió ser una práctica bastante extraña en el mundo griego anterior a las Guerras Médicas. Por una parte, para una invasión sería 18 19
Thuc. II, 47. Lee 2006, 484-5.
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necesario movilizar de manera permanente a un contingente de soldados. En primer lugar, estos soldados u hoplitas eran ciudadanos que, salvando el caso aislado de Esparta, no se dedicaban a un entrenamiento cuidadoso en el ejercicio de la guerra, sino que eran normalmente pequeños propietarios agrícolas, comerciantes y artesanos que en un momento dado eran convocados para defender los intereses de la comunidad por medio de las armas. La práctica del agón les permitía no tener que ausentarse demasiado, en todo caso no más de una jornada, a lo sumo, de sus asuntos y de sus negocios, razón que permitía a su vez una correcta salud económica y social en sus poleis. En segundo lugar, como el propio Hanson plantea, la invasión con carácter destructivo resultaba, pues, una práctica que iba en contra de los intereses mismos de los posibles contendientes invasores, puesto que, en tanto que efectivos reclutados entre la población agrícola y urbana, no sólo no podían abandonar por mucho sus cultivos o talleres, sino que no veían con aceptación la destrucción de unas propiedades agrícolas, por medio de la invasión, que podían acabar motivando las represalias de los enemigos, por lo que la invasión acababa por poner en serio riesgo sus propios intereses económicos.20 De este modo, Hanson propone la interesante hipótesis de que no es la devastación del terreno del enemigo lo que podríamos llamar el objetivo de los enfrentamientos bélicos del mundo griego antiguo (de época pre-helenística), sino que este lugar lo ocupa la batalla, en tanto que enfrentamiento resolutorio de conflictos. La batalla en tanto que pitched battle, en tanto que “batalla campal” o “batalla decisiva”. Este interés de Hanson por las relaciones entre agricultura y práctica militar tiene mucho que ver con su propio bagaje personal. El autor proviene, en efecto, de una larga tradición familiar de agricultores.21 Asimismo, sus ancestros inmediatos compartieron con los griegos que Hanson estudia no sólo el vínculo con la agricultura, sino también con la infantería.22 En este sentido, el esquema propuesto por Hanson, según el cual los agricultores griegos eran los pilares fundamentales de la infantería hoplítica,23 más allá de que sea cierto, no deja de parecer una reminiscencia sobre su propia visión de la realidad actual. De lo que Hanson parece querer expresarse, entonces, es ya no de la realidad antigua, sino que, como 20
Por otra parte, Hanson ha defendido que la destrucción de propiedades agrícolas no es tan sencilla, y por tanto, sería necesario evaluar con cautela los juicios que hasta el momento la historiografía ha emitido de forma tradicional sobre el impacto de las guerras de invasión en el ámbito de los grandes conflictos del mundo griego, en especial en relación con la Guerra del Peloponeso. De este modo, Hanson defiende que la capacidad de los hoplitas para destruir granjas o cultivos, incidiendo así en la economía enemiga, resulta un argumento totalmente cuestionable: Hanson 1983, 1-16, especialmente 12. 21 Hanson 1989, ix. 22 Hanson 1989, 19-21; Hanson 1999, 1. 23 Hanson 1999, 219, por señalar un buen ejemplo.
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cualquier otro historiador,24 en realidad lo que quiere exponer es una preocupación contemporánea, inminentemente actual. Al fin y al cabo, como decía el mismo K. Jaspers, se trata de ser constantemente presentes. Más allá de esta problemática, lo cierto es que Hanson, llegados a este punto de la explicación, no parece diferenciarse demasiado del resto de los estudiosos del mundo antiguo. No obstante, lo sorprendente del caso es el éxito que el término Western Way of War adquiere desde 1989, y el valor que de él parece comprender el resto de la comunidad intelectual, al emplearlo, y del resto de los lectores, al comprender correctamente a qué se refiere dicho término. Resulta totalmente pertinente, entonces, explicar pormenorizadamente el contexto en el que se fundamenta el éxito de la propuesta de Hanson, así como la tradición específica en la que se enmarca. En 1989, junto con la aparición de Western Way of War de Hanson, se publicó también el famoso libro de Fukuyama The End of History and the last man25 que preconizaba el final de la historia, a raíz de la caida del muro de Berlín. Esta obra, a pesar de basarse generalmente en razonamientos habitualmente falaces y en una relectura bastante discutible de las teorías sobre el materialismo de corte hegeliano en relación con la posibilidad de descubrir los patrones de comprensión del la Historia,26 obtuvo un importante éxito debido a la hipótesis propuesta de que la caída del comunismo suponía invariablemente la afirmación de que el liberalismo democrático capitalista era la única opción viable, tal y como demostraba el fracaso del bloque soviético, también conocido como bloque “oriental” en oposición al bloque occidental, liderado por EEUU. En este sentido, Hanson y Fukuyama parecen convivir en parámetros muy próximos de concepción de la realidad, especialmente histórica. Evidentemente, la confrontación y el terror provocado por la lucha entre el bloque soviético u oriental y el bloque occidental a lo largo de la Guerra Fría debió tener fuertes influencias en la formación de ambos autores, como en la de tantos otros. En este sentido, el contexto posterior a 1989 no cambia demasiado buena parte de estos conceptos de oposición y antagonismo, como queda reflejado en la tesis de Samuel Huntington, quien publicó en 1993 un artículo titulado “The Clash of Civilizations?”.27 La teoría de Huntington, que posteriormente quedaría popularizada y desarrollada con mayor amplitud en un libro,28 definía una civilización como una cultura más 24
Bermejo 2004, 193. Fukuyama 1992. 26 Las teorías de Fukuyama iniciaron un duro debate en el seno de la disciplina histórica. Los discutibles fundamentos expuestos por Fukuyama fueron discutidos por múltiples autores, de los que las obras de Bermejo 1987 y Fontana 1992. 27 Huntington 1993. 28 Huntington 1997. 25
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o menos cerrada y con una tradición cultural más o menos hermética e impermeable, que por ende, se encuentra en oposición con otras civilizaciones con tradiciones diferentes.29 No estamos ahora volviendo nuevamente a los muy manidos conceptos definitorios de la entramada y compleja dependencia colonial del s. XIX con respecto a los términos de Cultura o Civilización,30 que ya ha sido ampliamente estudiada. En este sentido, la clave de la propuesta de Huntington está en el deseo de supervivencia de cada civilización, que conlleva inexorablemente también la necesidad intrínseca del enfrentamiento de ésta con otras civilizaciones.31 En suma, parece evidente que Huntington vuelve a poner en boga el debate que ya en su día habían iniciado Spengler y Toynbee sobre la idea del choque de civilizaciones.32 No obstante, la propuesta de Huntington tiene ahora un claro destinatario, al poder enmarcarse, al menos de manera consciente y directa, teniendo en cuenta la fecha de su primera formulación en 1993, en el esquema ya expuesto por Fukuyama y otros con respecto a la oposición entre oriente y occidente. Al fin y al cabo, no mucho después del libro de Huntington, que ve la luz en 1996, E. Said explicará en su ya mítico Orientalismo las claves de la configuración de una perspectiva occidental sobre el mundo oriental en tanto que monolítico, sumiso, ausente de dinamismo y dominados por una devoción religiosa que impedía el éxito de la razón.33 La exposición de Said no trataba sino de poner en relieve toda una serie de estrategias de poder que condicionaban directamente la perspectiva que desde occidente se construía sobre oriente. Lo cierto es que trabajos como los de Huntington, y en cierto modo, al oponer el modelo capitalista occidental al soviético oriental, también el de Fukuyama, supusieron nuevamente un retorno a la construcción apriorística de arquetipos de comprensión de la realidad, y sobre todo, a la construcción de opuestos. De este modo, oriente y occidente se encontraban cara a cara, y al menos según la perspectiva de Huntington, cada uno de ellos se encontraba en oposición con el otro con el objetivo de asegurar su propia supervivencia. Al hilo como decíamos de las ideas de Toynbee34 sobre el choque de civilizaciones, Huntington plantea un escenario histórico futuro al reflexionar sobre el s. XXI desde 1993 y 1996 respectivamente. En este sentido, supone que los agentes históricos del s. XXI ya no serán, como en el 29
Huntington 1997, 46-63. Bermejo 2009, 289-400. 31 No cabe mencionar aquí las similitudes de este esquema con la teoría del “Imperialismo Defensivo” romano, por poner un ejemplo bien estudiado, aunque existe, ciertamente, una cierta reminiscencia a sistemas interpretativos como el planteado por Mommsen. Vid. Duplà 2005. 32 Huntington 1997, 45. 33 Said 2009. 34 Bermejo 2009, 364-386. 30
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XIX o el XX las clases sociales, ideologías o los sistemas económicos (una clara reminiscencia de la perspectiva propuesta por Fukuyama), sino las civilizaciones. De este modo, la lucha de clases y la Guerra Fría pasarán a ser sustituidas rápidamente y como constante del nuevo siglo por las civilizaciones, quienes protagonizarán los principales conflictos del futuro inmediato. De este modo, Huntington defiende que los conflictos entre civilizaciones son absolutamente inevitables, pues cada civilización tiene valores sensible y significativamente opuestos y distintos. No deja de resultar curioso que Huntington se considere a sí mismo una especie de reacción contra las tesis del final de la Historia de Fukuyama, puesto que en muchos sentidos ambos comparten el mismo marco explicativo. No obstante, frente al triunfalismo de Fukuyama ante el éxito del capitalismo y del liberalismo democrático, Huntington llama la atención sobre otra amenaza, no contemplada probablemente en el marco de la caída del muro o el conflicto de la Guerra Fría. De este modo, Huntington define el mundo en grupos o civilizaciones, entre las cuales destaca por su extensión y por su poderío económico la que él denomina “civilización occidental”, que se extiende por Norteamérica, Europa, Sudamérica y Rusia.35 La redefinición no es baladí, ya que le permite retomar el esquema de los opuestos presente en el conflicto de la Guerra Fría, pero incluyendo ahora en el bloque occidental a algunos nuevos aliados, como por ejemplo Rusia, claramente desvinculada desde un punto de vista histórico y también geográfico de cualquier intento de segmentación del mundo en las dos partes de occidente y oriente. Frente a esta Civilización Occidental aparecen otras civilizaciones, aunque su envergadura es claramente menor en comparación con la occidental. Curiosa resulta también la perspectiva básica de fricción o fractura propuesta por Huntington, quien considera que la raíz de los conflictos entre civilizaciones vendría determinada, de manera casi fundamental, por las divergencias religiosas.36 En este sentido, y como acontecía en la definición que Hanson tomaba de los autores griegos, volveríamos en pleno siglo XXI a la construcción de la alteridad mediante factores geográficos básicos, y a la negación de la racionalidad e individualidad por causas de religión. En este caso, Huntington peca probablemente de extrema simplicidad descriptiva, al diseñar su mundo de civilizaciones en dos claros bloques: por una parte occidente, y por otra el resto. Asimismo, desde un punto de vista estrictamente espacial, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos que todo lo que no es occidente pertenece, por exclusión, a oriente. Al fin y al cabo, y con ciertos intentos de aportar una perspectiva más compleja, Huntington 35 36
Huntington 1997, 51-53. Huntington 1997, 112-120.
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nos ha llevado al mismo lugar de partida, es decir, a la confrontación entre Oriente y Occidente, algo que, como sabemos, es perceptible desde Herodoto. La teoría del “Choque de Civilizaciones” de Huntington tuvo su respuesta por parte, precisamente, de autores insertos en el ámbito de las civilizaciones que Huntington hubiese englobado en el ámbito oriental. De una parte, Muhammad Khatami, en su momento presidente de Irán, promovió una reflexión contraria a la confrontación mediante su participación en una reunión de las Naciones Unidas en septiembre de 2000, donde defendía precisamente un concepto antitético a las tesis de Huntington, como era el “Diálogo entre civilizaciones”. Esta perspectiva, claramente constructiva y sostenible, era fundamentalmente enriquecedora al comprender el contacto entre culturas y pueblos como una manera óptima de transmisión de conocimientos y tradiciones, que permite habitualmente relativizar lo propio mediante el conocimiento y observación de la realidad ajena. Esta perspectiva integradora recibió un nuevo impulso por parte de las instituciones internacionales gracias a la acuñación por parte de J. L. Rodríguez Zapatero del término “Alianza de Civilizaciones”, claramente heredero del de Khatami, una propuesta que defendía la formulación de una alianza entre occidente y los paises árabes y musulmanes. La propuesta, que tuvo lugar originalmente en una Asamblea General de la ONU en septiembre de 2004, obtuvo un marco formalizado en 2007 cuando las Naciones Unidas lanzaron su programa, con el título mismo de “Alianza de Civilizaciones”, que incluía una serie de foros de diálogo y diversas medidas que favoreciesen la comunicación entre países, pero que en el fondo tenía como objetivo explícito la lucha contra el terrorismo a nivel mundial. Dejemos un momento el problema de la relación entre la antítesis orienteoccidente y el terrorismo para retomar la cuestión misma de la idea de las civilizaciones, desde Huntington hasta la Alianza. En este sentido, los politólogos, sociólogos, historiadores, ensayistas y humanistas varios han planteado diversas perspectivas a este respecto. No obstante, resulta muy interesante preguntarse por el concepto de identidad, que en el fondo es el que acaba por definir a las personas dentro de un esquema tan global como el de las civilizaciones. La pregunta, entonces, no es otra que a qué civilización corresponde una persona. Evidentemente, hay muchas personas que sólo pueden estar vinculadas, probablemente, a una civilización. No obstante, hay muchas otras que viven entre civilizaciones, que conviven con diversos mundos culturales. En este sentido es cuando el ámbito discutido y problemático de las identidades entra en liza. En 2006, Amartya Sen, reconocido economista indio y premio Nobel en 1998, publicaba un ensayo
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titulado Identity and Violence: The Ilusion of Destiny,37 en el cual se preguntaba por esta misma problemática de las identidades, y de cómo la oposición entre civilizaciones, tal y como se formulaba en discursos como el de Huntington, afectaba en sí a las identidades mismas. Sen afirmaba entonces que los conflictos se sustentaban, en el pasado y en el presente, por causa de la ilusión de una identidad única. Por contra, Sen defendía la pluralidad identitaria, no monolítica sino polifacética, incluso poliédrica.38 En este sentido, teorías como las de Huntington desvirtuarían y anularían el valor de las relaciones de interacción, materiales e intelectuales, entre diversas identidades, entre diversas culturas o civilizaciones. Asimismo, esta discusión sobre la posibilidad de construir realidades plurales en positivo ha tenido diversos seguidores, que a lo largo de los últimos años han conseguido pronunciarse con respecto a esta alienación de la alteridad, que convertía la diferencia en una amenaza. Como ejemplo, mencionaremos aquí la interesante obra de Amin Maalouf, autor de ficciones que en 1998 decidió pronunciarse sobre esta difícil problemática, publicando su libro Les Identités meurtrières,39 donde planteaba la identidad de las personas como el resultado de un conjunto de culturas, especialmente a raíz de un mundo como el de la modernidad, marcado por los movimientos demográficos, por la globalización informativa y por la múltiple difusión de las culturas gracias a los medios, a la prensa, a la literatura y ahora también, a internet. De este modo, resulta imposible hablar, entonces, de una identidad única, sino de identidades que se forjan mediante la suma de elementos diferentes, provenientes de diversos códigos culturales, de diversas tradiciones o civilizaciones. En este punto, parece necesario retomar nuevamente los aspectos básicos que hemos revisado sobre la oposición entre Oriente y Occidente en el marco cronológico de publicación de las obras de Hanson. Asimismo, vale la pena detenernos en un aspecto clave para comprender el Western Way of War, como es el de la disciplina de la Historia de la Guerra. En este sentido, probablemente desde la Antigüedad, los estudios sobre la guerra han servido como ejemplos múltiples de cara a generar modelos de comprensión no sólo del ámbito bélico, sino incluso de la formación del carácter y de la naturaleza humana misma.40 No obstante, Hanson es heredero excepcional y distinguido de una tradición mucho más reciente, que quizás pese a la distancia comparte todavía algunos aspectos con la concepción de los antiguos. Así, frente a la perspectiva de los estudios sobre estrategia y guerra 37
Sen 2009. Sen 2009, 233-262 39 Maalouf 2004. 40 Las referencias en la las fuentes antiguas a esta concepción son abundantes. Un buen ejemplo es el recogido en Pol. 3.3.4; 28.21.3. 38
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desarrollados durante el s. XIX y principios del XX, donde el historiador se veía completamente alejado de la experiencia misma del soldado, y planteaba sus observaciones, hipótesis y resultados siguiendo la tradición más clausewitziana, la nueva Historia Militar planteada desde la II Guerra Mundial está marcada por una fuerte perspectiva subjetiva, realista y cercana para con el soldado y con el sufrimiento del combate. En este sentido, una buena parte del mérito en la nueva formulación de este tipo de relatos historiográficos les corresponde a autores como John Keegan. Quizás como resultado de la postmodernidad, o tal vez simplemente a raíz de los espeluznantes relatos compuestos por imágenes y testimonios de la II Guerra Mundial, donde la razón de la sinrazón de la guerra adquiere proporciones universales y sobrepasa incluso en ocasiones la capacidad humana para la comprensión,41 Keegan y otros plantearon una nueva redacción de los acontecimientos, donde abandonaban el protagonismo del estratega que contempla la batalla, al estilo de Clausewitz, para llevar al lector al mismo frente, al pelotón, al combate, al fragor más intenso de la batalla. De este modo, la guerra pasa a ser ya no un juego de ingenio entre avezados generales, entre hombres especializados, sino que se convierte en una cuestión antropológica, en un elemento fundamental y natural de la cultura humana. La experiencia del combate abandona su refinada distancia para transmitir al lector las emociones, dolores, flaquezas y esencias del soldado ante la muerte. Al fin y al cabo, la guerra supone el enfrentamiento del hombre contra el hombre, y a su vez, también la encarnación misma de la supervivencia, en la elección última entre matar o morir.42 Esta aproximación directa a la vida más cotidiana y realista de la vida de un soldado tiene en la obra The Face of Battle, de J. Keegan, una de sus más interesantes exposiciones. En este sentido, Hanson parece ser, en cierto modo, un alumno muy aventajado de Keegan,43 pues su propuesta de recrear la experiencia hoplítica y aproximarla al lector como nunca antes se había hecho, hasta convertir la comunión entre el lector y el hoplita en una experiencia directa de empatía y comprensión, ha sido merecedora de un gran éxito dentro y fuera del mundo académico.44 No obstante, Keegan y Hanson comparten, además de su forma de discurso, algunos conceptos destacados. En este sentido, destaca la afirmación de Keegan de la guerra 41
Como ejemplifica perfectamente el novelista K. Vonnegut en su relato de las aventuras del soldado Billy Pilgrim (Vonnegut 2007). 42 Otro ejemplo destacable, aunque diferente, es el planteado por Tritle 2000. 43 Hanson 1989 aparece prologado por el propio Keegan. Asimismo, Hanson publicó en un libro titulado The Soul of Battle, en clara reminiscencia al título de Keegan (Hanson 1999). 44 A pesar del fuerte rechazo que Hanson muestra por la tradición historiográfica, así como por los estudios clásicos (Hanson 1989, 19; Hanson 1998).
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como algo inherentemente cultural.45 En este mismo sentido se pronuncia también G. Parker, al sentenciar que cada cultura tiene un modo propio de hacer la guerra.46 Evidentemente, tal y como hemos visto hasta ahora, la obra de Hanson se enmarca en un contexto cultural de discusión y definición de lo propio y lo ajeno donde las realidades culturales humanas se describen mediante la segmentación geográfica del eje oriente-occidente. En consecuencia con cuanto hemos expuesto aquí, lo cierto es que no resulta difícil pensar que si toda cultura, siguiendo la afirmación de Keegan y Parker, o civilización, por seguir la nomenclatura de Huntington, tiene una forma de luchar, entonces podemos definir una forma occidental de luchar, y a su vez, mediante la Historia Militar, estamos capacitados para llevar a cabo un sondeo histórico de carácter reflexivo para encontrar las bases y el origen de dicha forma occidental de hacer la guerra. Este es, al fin y al cabo, el objetivo de Hanson. Y así lo expresa de forma explícita en su Carnage and Culture, donde se expone a la perfección la teoría de que las grandes batallas de la Historia pueden servir para desentramar el pulso identitario de una civilización.47 En este sentido, el conocimiento de la historia, y de la historia de la Grecia clásica en particular, puede proveernos, en palabras de Hanson, de la única explicación de cómo las preocupaciones pragmáticas de nuestra cotidianidad pueden ser solucionadas.48 Está claro, pues, que existe un mensaje en el legado griego, especialmente en el legado militar, que Hanson considera capital para su aprendizaje en la actualidad. Sin duda, se refiere, más que a ninguna otra cosa, al Western Way of War. Volvamos entonces, una última vez, al concepto mismo de “pitched battle” o “batalla campal” o “batalla decisiva”, verdadero puntal definitorio del Western Way of War. Definitivamente, si éste es el legado principal de los griegos, según hemos visto, su valor debe estar relacionado con la entidad cultural de la guerra. Es decir, que la “pitched battle” es la forma cultural de hacer la guerra. Y asimismo, la cultura griega, no podemos dudarlo a estas alturas, en la mentalidad de Hanson como en la de muchísimos otros, es la semilla de la cultura/civilización occidental. Ergo, todo cuanto hemos dicho que caracteriza la forma griega de hacer la guerra también es fundamentalmente aplicable a la forma occidental de hacer la 45
Hanson 1989, xii. Parker 2010, 7. Deberíamos plantearnos aquí mismo hasta qué punto el interesante planteamiento de relato humano del combate por parte de Keegan y Hanson deja de tener sentido si no hace referencia a una experiencia humana de carácter universal, sino tan sólo cultural. 47 Hanson 2004, 25, 27. 48 Hanson 1989, 7: “Classical Greece still offers us the best – perhaps the only intellectual – explanation for how the pragmatic concerns of our own daily existence in Western societies have been addressed and solved”. 46
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guerra en cualquier otra época posterior hasta la actualidad. Así, libertad, individualidad, democracia y representación o separación entre ámbitos político y religioso, si bien hemos visto que no eran en sí realmente válidos para el mundo griego, sí que podemos aceptarlos como representativos, descriptivos y definitorios de lo que llamamos el mundo occidental, de la civilización occidental. Evidentemente, este es un juego de contrarios, como hemos ido viendo a lo largo de estas líneas, y por ende, cualquier afirmación supone directamente la negación de lo opuesto. Es decir, que cuando Hanson define el mundo griego, define también la esencia cultural del mundo occidental a lo largo del tiempo, pero más todavía, define también en negativo aquello que no menciona directamente, pero sin el cual no podría existir un modo occidental de hacer la guerra, como es la forma oriental de hacer la guerra. Sobre la forma oriental de hacer la guerra, Hanson no dice mucho. Hay que leer entre líneas para encontrar dos explicaciones de cierto interés. En la primera de ellas, Hanson se expresa de forma críptica y, en cierto modo, subliminal: “Americans, despite their Revolutionary tradition of surprise attacks and ambushes by a motley collection of guerrilla frontiersmen, are the most recent captives of this classical legacy”.49 Esta afirmación encierra, por una banda, la confirmación de la conciencia totalmente actual del mensaje que Hanson quiere transmitir, cuya validez es plenamente contemporánea, pues, como queda reflejado, America es la más destacada receptora del legado griego del Western Way of War. Sin embargo, sorprende la expresión utilizada, ya que, si bien los americanos son los herederos de la Grecia Clásica, lo cierto es que lo son ahora, en el presente, a pesar de que en otros tiempos emplearon ataques por sorpresa y emboscadas, mediante técnicas de guerrilla. Esta descripción de antónimos se ve reforzada por otra explicación, pocos párrafos después: “The heavy infantry, the tactics of direct assault, and the very firepower of American and European armies, which once captured the public imagination as somehow 'heroic', have proven embarrassingly ineffective in the postcolonial conflicts and terrorist outbreaks of the era since the Second World War, as the men of the West have become bogged down in the jungle and the mountainous terrains of Africa, Latin America, and Southeast Asia (…). Instead, the guerrilla and loosely organized irregular forces, the neoterrorists who for centuries have been despised by Western governments and identified with the ill-equipped, landless poor, now command attention, fear, or even admiration, not merely on political grounds, or even through any brilliance of combat, but rather because of their uncanny success at ambush and evasion of direct assault: they seek not 49
Hanson 1989, 10.
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to engage in but rather to avoid infantry battle”.50 La claridad de este fragmento es absolutamente meridiana. Frente al Western Way of War, caracterizado por la batalla de infantería, existe otra forma de hacer la guerra que se basa en las emboscadas, en la guerrilla, y en definitiva, en el terrorismo. De forma directa, Hanson describe también a aquellos que protagonizan este tipo de acciones de guerrilla como “landless poor”, en una clara oposición a aquellos que hemos definido por medio del modelo de la Western Way of War como el modelo de los soldados occidentales, los hoplitas, considerados tradicionalmente como propietarios agrarios.51 En este sentido, diversas conclusiones son posibles. Nos quedaremos con una sóla, ahora mismo, como es la idea inherente al texto de la incapacidad de los ejércitos occidentales para hacer frente a día de hoy a este tipo de lucha de guerrillas, de terrorismo, como dice Hanson, después de más de 2500 años de supremacía absoluta de las armas occidentales, del Western Way of War.52 Así pues, la oposición entre oriente y occidente adquiere también en el ámbito militar un carácter de antítesis, al confrontar Western Way of War con terrorismo. Algunos analistas han planteado incluso la oposición con otros términos, más abruptos y exentos de los matices necesarios, como por ejemplo Western Way of War vs. Yihad o Guerra Santa.53 En esencia, queda totalmente vinculada esta oposición con la definición misma que Hanson planteaba para el Western Way of War en tanto que política laica, racionalismo y separación de las cuestiones militares y religiosas. El juego de opuestos resulta plenamente evidente. El problema, sin embargo, es plenamente actual, y si bien existían plenas certezas con respecto a la capacidad militar de occidente, representada a menudo en la hegemonía mundial de las armas estadounidenses, lo cierto es que la situación de nuestro presente dista mucho de aquellos tiempos de 1989 en que Hanson publicaba su libro, popularizando el término que nos ocupa, y de la aplastante victoria occidental en la Guerra del Golfo, entre 1990 y 1991. Desde la invasión de Irak en 2003 por parte de una coalición internacional de potencias lideradas por EEUU y motivada por la política de persecución del terrorismo islamista, así como de otro tipo de intereses más 50
Hanson 1989, 11. Asimismo, Hanson considera a los campesinos o propietarios agrícolas los mejores soldados, una idea que no es original de Hanson, sino que ya aparece en obras anteriores, como ejemplifica la expresión de Parke 1933, 1: “In spite of this elementary character of Greek warfare their soldiers were often superior to those of the rest of the world”. 52 Hanson 1989, 9. 53 Vale la pena observar el modo en que se contraponen los conceptos de Oriente y Occidente junto con las relaciones alrededor de las cuestiones de acción, dinámica histórica, libertad y religión, como ejemplifica de manera magnífica la obra de I. Buruma y A. Margalit (Buruma / Margalit 2005, 76-79, 96-97). 51
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prosaicos y materiales, el dominio mundial de las armas occidentales se ha visto cuestionado. La ausencia de verdaderos resultados definitivos en una guerra que, aun ahora, todavía parece durar, y la incapacidad de Occidente, a pesar de sus vastos recursos técnicos y económicos, para someter y vencer de forma definitiva ha motivado que la validez del Western Way of War haya sido cuestionada. Si bien esta forma occidental de hacer la guerra, a juicio de la comunidad historiográfica que ha seguido el modelo comprensivo de Hanson, ha sido un agente básico de la historia, lo cierto es que ahora mismo la era del Western Way of War, a juicio de algunos investigadores y como resultado del fracaso de EEUU en Irak, parece tocar a su fin. Así rezan ya algunas obras recientes, como la del prestigioso investigador Ian Morris, titulada Why the West Rules – From Now. The patterns of History and what they revealed about the Future,54 un curioso ejercicio que parece invitar a la adivinación, en vistas a que el porvenir se presenta incierto y oscuro, una vez que quizás el dominio de occidente, fundamentado por su Western Way of War, empieza a ser puesto en entredicho. Para finalizar, considero necesario plantear una profunda reflexión, en suma, como resultado de los datos aquí expuestos, y plantear a su vez una serie de conclusiones personales, que señalo a continuación. En primer lugar, el sistema teórico del Western Way of War se basa en premisas débiles tanto a nivel histórico, desde su representación desaliñada y tópica del mundo antiguo, como fenomenológico. Asimismo, la división maniquea del mundo en dos opuestos, como son Oriente y Occidente, donde Oriente es un monolito mudo que no cambia,55 no hace referencia a la realidad, mucho más matizable y compleja que la simple estructuración, y es característica de los esquemas denunciados por Said y Buruma, con lo que no son en sí referentes correctos de comprensión de la realidad. Por otra parte, la construcción de una justificación del control militar occidental del mundo enraizada en el mismo corazón del concepto de Western Way of War es una nueva fórmula de cimentación de ideologías coloniales. De este modo, la composición de identidades antitéticas y en conflicto alimenta ciertamente la oposición de ambos mundos, y subraya como cotidianos ciertos aspectos de la realidad que forman parte de lo anecdótico y lo incidental,56 negando la continua y cotidiana convivencia, así como la multiculturalidad, los préstamos culturales, las influencias recíprocas o la simbiosis entre pueblos, etc. Como ya establecía Bermejo de manera magistral, la historia, pese a todo, debe servirnos para tender puentes en la diferencia, para comprendernos mediante 54
Morris 2010. Porque además, como diría Said, no puede cambiar, en tanto que imagen desvinculada de la realidad, es decir, en tanto que discurso (Said 2009, 21-22). 56 Un buen ejemplo de ello puede encontrarse, en el ámbito de estudio de la Historia Antigua, trabajos como el de Ubric 2007. 55
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la alteridad, para construir realidades plurales marcadas por la comprensión de los paralelos o de los comportamientos ajenos.57 Y el resto, quizás, son sombras, como diría el poeta.
57
Bermejo 1994, 29-30.
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